¿Te acuerdas de mí? Soy ese colgado al que llamas jefe [Privado - Zero e Ivan]

Péndragon resultó ser una decepción. La versión "East Blue" de Hallstat o Lvneel. ¿Por qué la gente no aprendía lo que significaba modernizarse? ¿Tanto les gustaba vivir anclados en el pasado? En todo caso su paso por Péndragon era sólo una estancia temporal. En cuanto tuviese a Zero consigo se largarían de aquella ciudad e irían al Grand Line, donde podrían fundar su nuevo gremio, los Cuchillas Negras. Cerró los ojos y aspiró el aire nocturno, atento a las historias que este le contaba. Este le habló de estiércol, orín, madera recién cortada, pescado y sobre todo, gente. Pese a lo poco agradable de otros aromas, el último olor imperó poderosamente, despertando su apetito. "Los hombres en esta clase de civilizaciones anacrónicas son poco aseados... pero por lo general saben mejor que los que viven en ciudades industrializadas. La mala alimentación los ha echado a perder." Sin embargo la caza no era su prioridad en aquel momento. Zero le esperaba y seguramente en aquel lugar ni siquiera tuviera hospitales decentemente equipados. Observó la ciudad desde la muralla, buscando algún edificio renocible como un hospital.

- Nos vamos, Cooper-chan.

- ¡Oink!

Con un salto, el mini-cerdo llegó a su mano. Ivan se lo colocó en el hombro y echó a volar, convirtiendo su manto de sombras de su aspecto actual (una chaqueta roja) a su original. Un halo de oscuridad envolvió su cuerpo y lo ocultó de miradas indiscretas, camuflándolo en la noche. Bajo él pocas luces iluminaban la urbe, pero para él todo era tan claro y visible como si fuera pleno día. Sabiendo que iba a ser inútil buscar el hospital a ojo, extendió su percepción centrándose en su kenbunshoku. Centenares de auras entraron en su percepción, cientos de molestas voces. Cómo desearía callarlas a todas... pero no tenía más que ignorarlas y buscar la que le interesaba, una ya conocida y que destacaba sobre las demás. Guiándose por su haki, fue a parar a un edificio de tres pisos en la zona más interior de la ciudad. Se detuvo frente a una de las ventanas y se sentó en esta, deshaciendo el halo que lo ocultaba y volviéndose visible de nuevo. La capa volvió a convertirse en chaqueta, y el pequeño cerdito saltó al interior de la habitación, hozando y olfateándolo todo con curiosidad. Por su parte, Ivan observó a la enorme figura que había sobre la camilla.

- Estás hecho una ruina. ¿Con qué clase de monstruo te has ido a pegar para que te dejasen en semejante estado?

Por suerte para Zero, se había traído medicinas del Grand Line. No tenía claro que fuesen a dejarlo a punto, pero se recuperaría bastante antes al menos. Observó al enfermo, más con curiosidad que con lástima, preguntándose cómo hacía aquel tipo para no envejecer. Salvo por sus heridas, no parecía demasiado diferente a como era cuando lo había conocido. Nunca había tenido con él tanta relación como con Galia, pero seguía siendo su subordinado y por ello le interesaba lo suficiente como para pretender echarle una mano. Así pues, metió la mano en la chaqueta y sacó un bote de regenerador celular.

- Por suerte para ti he traído esta preciosidad. Todo lo que quiero oír a cambio es un sí.

Frunció ligeramente el ceño, algo molesto. Aquella enfermedad iba a ser un problema si quería que viajara a su lado. No le apetecía tener que estar cuidando cada dos por tres de un enfermo, o que su compañero se viaje se le muriera a mitad de camino. Al menos podía contar con que su robusta constitución aún le permitiera aguantar un tiempo. Le pasó el regenerador celular lanzándoselo y se llevó la mano al interior de la chaqueta mientras observaba la luna. Daba igual cuánto la viera, siempre seguía pareciéndole hermosa y mágica... "Es una buena noche para derramar sangre" pensó, mientras sentía las auras acercándose. Podía percibir la hostilidad en ellas y aquello sólo despertaba aún más su sed. Sin embargo Zero habló por un interfono ordenándoles detenerse, para disgusto del vampiro, que chasqueó la lengua y volvió a guardar su pistola en el interior de la chaqueta. Parecía que tendría que ir de caza más tarde. Observó al hombre guepardo, dispuesto a decirle lo que hubiese ocurrido si les hubiera dejado entrar, y suspiró al escucharle y ver su gesto.

- Si no queda más remedio... - dijo, encogiéndose de hombros.

Se acercó a Zero y lo abrazó, recibiendo en respuesta un estrujón tan fuerte que sus costillas crujieron. "Joder... menos mal que soy un vampiro" Tras liberarse del afectuoso intento de homicidio involuntario de su subordinado, se apartó rápidamente. No era conveniente que mantuviese el contacto con él mucho tiempo. Tenía bastante hambre y no quería comérselo por error. Los ojos del vampiro destellaron en la penumbra con un brillo dorado.

- Deberías haberles dejado venir. Pocas veces se tiene la oportunidad de que la cena venga voluntariamente a tu mesa - sonrió siniestramente - ¿Verdad, Cooper-chan?

El cerdo hozó como respuesta y continuó a lo suyo, devorando una de las plantas de la habitación. "Pedazo de glotón..." pensó Ivan, sacudiendo la cabeza. Se frotó sus doloridas costillas y se apoyó contra la pared cruzado de brazos. Observó con un gesto serio a Zero, tratando de evaluar su verdadero estado de salud. No era médico, pero parecía que estaba bastante mal... ¿podría salir a navegar pronto? Tal vez aquel viaje hubiese sido en vano después de todo. Si ese maldito soldado hubiese sido más explícito...

- He venido a buscarte para irnos al Grand Line. Ha llegado la hora de crear los Cuchillas Negras. ¿Cuándo crees que estarás listo para viajar?

Lo único que escuchó el vampiro fue que no podía alimentarse en aquella isla. Sintiendo un desvanecimiento, dejó caerse en una silla y empezó a echar cálculos de cuánto les quedaba para la siguiente isla. "Si esperamos a la marea serán unos cuatro días. Si partimos ya mismo podríamos llegar para el anochecer del tercero... si vamos a toda pastilla navegando día y noche haciendo turnos para mantener el rumbo podríamos llegar, ¿al segundo? Desviándonos del rumbo hacia Grand Line podríamos llegar en una jornada a otra isla." En todos los casos era un escenario descorazonador. Suspiró y se llevó una mano a la cara, intentando pensar alternativas. ¿Alimentarse sin matar? Era posible, pero no le gustaba dejar testigos. Menos aún cuando ello podía seguir suponiendo problemas con Zero. ¿Animales? Puagh, casi prefería pasar hambre antes que tener que alimentarse de un perro callejero o una rata. Podía pedirle sangre a Zero, pero ya estaba débil y de todos modos si le quitaba lo justa como para no perjudicarle seguiría teniendo mucha hambre. Todo aquello estaba siendo un auténtico dolor de huevos. Si al menos tuviera una buen tonel de whisky a mano podría pasar todo el viaje borracho... ¿pero era buena idea que lo hiciera? Era el navegante. Tal vez buena no fuera, pero sonaba divertido

- Me cago en todo lo cagable Zero, ¿esperas que me pase los próximos días alimentándome de sopitas y agua?

Realmente se quejaba por vicio. Podía sobrevivir alimentándose de comida humana perfectamente, pero cuando uno probaba la sangre, la comida perdía su encanto. No había placer comparable al hecho de alimentarse y sentir la sangre caliente brotando de la arteria, percibir los latidos del corazón... de hecho la sangre de transfusiones perdía su encanto, aunque servía para calmar el hambre. Espera, ¿no estaban en un hospital? El único problema es que en aquel lugar no tenía claro que tuviesen tan nivel de tecnología... menos aún sangre bien almacenada y conservada. Pero por probar no perdía nada. Suspiró y se incorporó, paseándose por la sala mientras Cooper-chan lo perseguía de un lado a otro hozando alegremente.

- Si en tanta estima te tienen estos paletos, ¿nos darían bolsas de sangre de transfusiones? No sé ni si tendrán, pero al menos así no tendría que cargarme a nadie.

El pequeño cerdito comenzó a mordisquear su pantalón, entretenido. ¿Qué diablos le pasaba? Estaba más pesado de lo normal. Agitó enérgicamente la pierna y el animal salió volando contra la pared, cayendo entre chillidos de reproche. Hozando indignado, se metió bajo la cama y le miró desde debajo de esta con furia. Empezaba a plantearse seriamente si hacerle vomitar aquella planta o hacerlo asar al horno. Seguro que Zero estaría de acuerdo con la segunda opción, pero si se comía a su mascota luego no iba a tener compañía salvo por la sosa de su hermana. Y para evitar incidentes, Zero debería estar despierto por el día mientras él dormía... espera, ¿cómo le iba a explicar lo de Iliana? No le apetecía tener que decirle al hijo del capitán de la guardia que había secuestrado a la reina de Hallstat. Frunciendo el ceño envió una orden mental a la joven: "Vístete con ropas discretas y tápate el rostro. Y no le dirijas la palabras nadie salvo a mí, y si hay alguien delante ni entonces." Acto seguido se giró a Zero:

- Recoge tus cosas y pide esas bolsas, nos vamos ya mismo. Por cierto, nos acompañará una compañera. Será parte de nuestro gremio. No esperes que diga mucho, es poco habladora.

Ivan se relamió al escuchar lo de las quince bolsas y se rascó la barbilla, con una sonrisa maliciosa. Parecía estar pensando algo divertido, pues de vez en cuando se le escapaba una risilla. Por un instante hasta pareció que tenía símbolos de berries por ojos. Mientras tanto Cooper-chan salió de debajo de la cama y se puso a caminar dando tumbos, mientras hacía ruidos muy raros como si se estuviera riendo. Ivan levantó la mano y empezó a bajar dedos murmurando para sí cifras y cálculos. La escena no hizo más que empeorar cuando un gusano motorizado entró por la puerta y empezó a discutir con Zero. Para colmo el luchador lo llamó "Deri." No sabía si sentirse insultado o reírse porque le hubiese puesto el nombre de su padre a un gusano gigante. Una enfermera llegó con un carrito lleno de bolsas y miró con cierta vacilación la escena desde la puerta, sin atreverse a entrar. Por su parte, el vampiro se acercó tranquilamente a la puerta, cogió el carro y le cerró la puerta en las narices con una sonrisa. Con una bolsa en la mano, se acomodó en la silla y sacó una pajita de la chaqueta, usándola para beber la sangre mientras observaba la reyerta con una mezcla de admiración y curiosidad. Cooper-chan también parecía interesado, pues al principio se quedó chillándoles desde una esquina, para luego empezar a saltar y correr alrededor de ellos, hozando alegremente y correteándoles por encima mientras se revolcaban por el suelo. Cuando al fin se pararon y le prestaron atención, Ivan se encogió de hombros y dijo:

- Oh, por mí no os cortéis. Estaba disfrutando bastante el espectáculo. ¿Os importa si os tiro un par de cuchillos mientras seguís? Por... interés académico.

El emocionado gorrino, que tampoco quería que la fiesta parara, embistió al gusano dando una mezcla de chillido y eructo, rebotó contra este y salió disparado contra la puerta, que en ese momento estaba abriéndose. Para suerte de Cooper-chan aterrizó sobre una mullida y esponjosa superficie de pan, y para mala suerte de Ivan hizo palanca con el culo sobre una bandeja, catapultando un plato de arroz y pollo agridulce contra su cara. El cazador se empezó a apartar como pudo la mezcla de arroz y salsa agridulce de su cara, conteniendo su furia. "Piensa en cosas bonitas... hombres mutilados... bandejas de chupitos... niños llorando..." Con una sonrisa forzada y una vena latiendo con fuerza en su cuello, cogió la cola del gusano y se la estrechó, fingiendo que no tenía la cara y el pecho llenos de comida pegajosa.

- Encantado, Deri. Bien, ¿nos vamos ya? Zero, pídele a tus amigos provisiones para el barco. Seguro que son majos y nos las dejan gratis, ¿verdad?

- Señor Zero... su cen... bueno, ¿le traigo otra ración? - dijo la enfermera, viendo cómo Cooper-chan daba cuenta del resto de la comida.

Al escuchar la pregunta, Ivan arqueó su ceja más de lo que parecía anatómicamente posible. Abrió la boca un par de veces como si fuera a contestar, pero al final se limitó a resoplar, levantarse ignorándolos y coger las sábanas para limpiarse la cara con ellas. No sabía qué era peor, si la mirada de hambre que le había echado Zero, la que le había echado Deri a Cooper-chan o aquella pregunta. Mientras Zero hablaba con la enfermera, se acercó al cerdo, lo levantó por la cola y se lo cargó a la espalda ignorando sus gruñidos y quejidos. Con la otra mano empezó a meterse en el interior de la chaqueta las bolsas de sangre, y de un fuerte sorbo dio buena cuenta de lo que quedaba en la empezada. Subió de un salto al marco de la ventana y los observó desde esta.

- El último en llegar al barco recoge el ancla - le echó la lengua a Zero.

Salió disparado al aire, reventando parte de la pared al impulsarse con las piernas. Pasó a coger a Cooper-chan con ambos brazos y voló hacia el barco. La ciudad se convirtió en borrones grises bajo él, desapareciendo al poco y siendo sustituido por el negro mar nocturno. Se posó sobre la cubierta y soltó a su mascota, que acto seguido empezó a dar mortales invertidos chillando y a girar sobre sí mismo sobre una peonza. Ivan se rascó la cabeza, observándolo con cierta preocupación.

- En serio, ¿qué diablos te has comido esta vez?

Sacudió la cabeza y comenzó a preparar la nave para el viaje, consultando sus mapas de navegación y decidiendo la mejor ruta. Tenían viento a favor y el cielo despejado; era una noche excelente para navegar. Si todo iba bien y podían, no tardarían demasiado en llegar a la Reverse Mountain, tal vez un par de semanas. Si les daban suficiente agua y comida, podían ir bastante rápido si hacían pocas escalas. "Por otro lado... es Zero. Acabará con todas las provisiones al segundo día y tendremos que desviarnos a buscar más." Suspiró y se puso a buscar una ruta que les permitiera desviarse en caso de que los glotones del guepardo y el cerdo los dejaran sin comida. Mientras lo hacía se puso a silbar una vieja canción marinera, sacando otra de las bolsas de su chaqueta. Estaba de bastante buen humor, pese a los incidentes de la noche. Les esperaba una travesía interesante, y la aventura de recorrer el Grand Line.

- Pronto podré volver a medir mis fuerzas contra grandes rivales - dijo para sí, apartando a Cooper-chan de un puntapié.

La llegada de Zero fue terriblemente evidente. El barco se balanceó levemente, y acto seguido empezó a escuchar risas y correteó. Suspiró tratando de concentrarse, y siguió trazando la ruta. Tenía entendido que estaban reconstruyendo Loguetown, una gran noticia para los que viajaran a Grand Line. La isla estaba tan cerca de la Reverse Mountain que en el pasado había sido una parada casi obligatoria para los barcos que navegaban en aquella dirección. Sería un punto perfecto para rellenar sus bodegas y continuar el viaje. Terminó de revisar los mapas y los guardó apresuradamente. Salió de la cabina apartándose un mechón de pelo de la cara y miró el montón de comida.

- Zero, suelta las amarras y guarda las provisiones en la bodega. Salimos de inmediato

Se puso a soltar cabos, desplegando las velas. A continuación se dirigió al timón y se puso en este, orientando el rumbo del barco mientras se relamía los restos de sangre de su boca. Era mejor que nada, pero hubiera preferido una presa viva. En fin, en peores circunstancias había estado. Observó distraídamente a Zero pasar de un lado a otro corriendo, con Cooper-chan tras él tratando de seguirle el ritmo. El pequeño cerdito intentó imitarle cuando se puso a hacer flexiones. Al principio Ivan sonrió al escuchar la propuesta, pero luego se le borró al escuchar lo siguiente. Adoptó un aire taciturno que se remarcó cuando una figura apareció en cubierta: una mujer vestida con ropas negras al estilo ninja, con el rostro cubierto. Le dirigió una fría mirada que se apresuró a disimular al recordar que Zero estaba presente.

- Buenas noches Lei. Veo que has decidido unirte a nosotros.

Su hermana lo fulminó con la mirada y subió al palo de mesana de un salto, sentándose allí a mirar el horizonte. Asegurando el timón con un cabo tras comprobar la brújula, se acercó a Zero crujiéndose el cuello. No tenía pensado contarle lo que le había pasado, aquello llevaría a preguntas que preferiría evitar. No sabía cómo reaccionaría Zero si supiera lo de Iliana. "Tal vez debería cortarle el cuello y tirarla por la borda. Me ahorraría problemas." Sin embargo no quería deshacerse de ella a la primera de cambio. Aún podía serle útil, y no se había cansado de utilizarla de juguete aún. Una vampiresa no se rompía con facilidad y tras dos años en una celda tenía bastantes ganas de desahogarse con algo. Algo en su interior no quería apartarla de su lado, pero era más lo que la odiaba que lo poco que sentía ya por ella. Ivan no era de la clase de personas que perdonaba.

- He estado en el puto infierno, Zero - dijo, con una media sonrisa macabra - El diablo te manda recuerdos.

Se puso en guardia y recubrió sus puños con una fina armadura invisible de haki mientras sus ojos se volvían de color dorado y su piel sobrenaturalmente pálida. Sin previo aviso saltó sobre el hombre guepardo mientras garras traslúcidas brotaban de sus dedos, lanzándole un arañazo directo al pecho. Sin pensárselo más a continuación retrocedió de una voltereta y se quedó agachado, con una mano en el suelo.

- Estoy un poco desentrenado, pero no creas que podrás pillarme sólo por eso. Sigo siendo bastante fuerte.

Observó a Zero con una mezcla de admiración y envidia. Aquel Armamento tan poderoso... a pesar de dominar el haki armadura, el suyo no llegaba a tal nivel como para manifestarse físicamente. Y en cambio el de Zero iba más allá del recubrimiento negro metalizado que había visto a otros usuarios. Con una mirada inquisitiva relamió la sangre de sus dedos con fruición. Un gruñido se escapó de su garganta y un fugaz destello rojizo recorrió sus ojos. Una sonrisa salvaje nació en sus labios, mientras una llama como rara vez había sentido comenzaba a crecer en su interior. Instintos reprimidos durante años de encierro afloraron ahora, despertando al cazador que había en él. Comenzó agazaparse lentamente en una posición más propia de un depredador que de un hombre, observando al hombre guepardo con los ojos clavados en él sin siquiera pestañear. Algo latía en su muerto corazón, algo que gritaba y exigía más sangre. Las garras azules volvieron a manifestarse, astillando la madera de la cubierta. Una parte en su interior, más humana y racional, sabía que algo estaba yendo terriblemente mal.

- Zero... - dijo, a duras penas conteniéndose - Si no me detienes voy a matarte.

Sus ojos volvieron a destellar, y esta vez tras ello su iris comenzó a teñirse de rojo sangre. Aquel delicioso olor... debía ser suyo. Sentía una desquiciante agonía por cada segundo que pasaba sin hincar sus colmillos sobre aquel ser y devorarlo. Sin previo aviso cargó contra él a una velocidad de vértigo, y cuando Zero lanzó sus golpes no dio en el objetivo, pues el vampiro no fue de frente. Aunque primal y salvaje, la bestia que ahora era su jefe seguía siendo él, y había visto venir la amenaza con su mantra. En lugar de enfrentarse directamente a él, cuando estaba a dos metros dio un salto y pasó por encima suya dando varias volteretas por el aire al tiempo que le lanzaba un garrazo a cada hombro. Cayó un par de metros por detrás de él, avanzando un par más y dándose la vuelta sin dejar de vigilarlo, medio encorvado como un animal. Volvió a beber la sangre de sus dedos y esto sólo aumentó más su ansia y su hambre. Con un gruñido, masculló con una voz más bestial que humana:

- Sangre... la necesito... ¡AAAAAAAARGH!

El grito se prolongó y comenzó a mutar, convirtiéndose en un aullido. El cuerpo de Ivan comenzó a cubrirse de una espesa capa de pelaje negro, mientras su fisiología se deformaba y cambiaba. Al momento siguiente allí ya no había un hombre, si no un fiero lobo negro de gran tamaño y con ojos totalmente rojos. Nuevamente cargó a velocidad de vértigo contra Zero, esta vez lanzándose contra él y tratando de morderle en el hombro. Sus colmillos iban imbuidos de haki de armadura.

Frenesí [Manual Prisa]

Sin dejarse intimidar por el repentino crecimiento de su presa, el lobo aulló abalanzándose sobre él. Las fauces de la bestia hirieron la piel de su presa, sin lograr atravesarla del todo. Con un gruñido trató de hacer más fuerza y de llegar a la carne, donde la sangre fluiría con más libertad. Algo lo agarró por el pellejo y con una sacudida seca lo estampó contra el suelo. Con un gañido de dolor, el lobo trató de retorcerse sin éxito, buscando liberarse. Poco a poco los aullidos y ladridos comenzaron a convertirse en gritos.

- ¡Ay! ¡Joder Zero, suéltame la puta espalda! ¡Eso duele!

Se incorporó con cierto esfuerzo y sacudió la cabeza, algo aturdido. Eso había sido peligroso... por un instante había perdido totalmente el control. No era algo que le ocurriera todos los días, normalmente era capaz de mantener totalmente el control durante una batalla. ¿Sería una consecuencia de haber pasado tanto tiempo encerrado? Le hizo un gesto a Zero para que se detuviera, llevándose la otra mano a su dolorido costado.

- Paremos un momento. Y por lo que más quieras, vuelve a ser humano. No quiero que me hundas el barco.

Se sentó en la borda, esperando a que su cuerpo se recuperara de los golpes. Se sentía un tanto extraño, era una sensación similar a la de hacer ejercicio tras mucho tiempo sin actividad. Sin embargo era algo más... ¿psicológico? Desde luego no tenía sentido con un cuerpo que no se cansaba. En cuanto notó su cuerpo en mejores condiciones se levantó de un salto. Observó frunciendo el ceño el punto contra el que Zero lo había tirado. La madera estaba astillada y agrietada. Era un milagro que no hubiera reventado la cubierta.

- La próxima vez ten más cuidado. No me apetece quedarme sin barco.

Estiró y sacudió sus ropas, limpiando el polvo. Zero había desarrollado poderes impresionantes en aquel tiempo. Apenas había llegado a ver nada aún, pero podía percibir la fuerza de su voz y sólo su haki ya era prueba de ello. De hecho le había hecho ver lo mucho que le hacía falta entrenar el suyo propio, y aunque dudaba en cierto modo de las aptitudes del guepardo como profesor, tal vez entrenar con él podría ayudarle a desarrollarlo y así estar preparado para los peligros de Grand Line. Cuanto más avanzasen en este más fuertes serían los enemigos que enfrentarían, y actualmente era probable que hasta el más débil de los piratas del Nuevo Mundo pudiera con él. Y ese era su objetivo; o como mínimo la zona final del Paraíso. Sólo siendo ambiciosos podrían darse a conocer y ganar la fama que merecían.

- Zero, ayúdame a entrenar mi busoushoku. Golpéame - dijo con decisión.

Se puso en posición para encajar el golpe y tensó los músculos de su torso, recubriéndolos con su haki. Tenía una ventaja para entrenar, y es que por mucho que lo hiriera Zero, mientras no mandara su cabeza volando de un puñetazo o algo así podía ser todo lo brusco que quisiera. Siempre y cuando no destrozara el barco, claro. Por lo demás, se curaría de todas las heridas en cuestión de minutos siempre y cuando no implicaran mutilaciones o algo peor.

Observó con cierta preocupación al luchador, que parecía exageradamente feliz y activo. Algo preocupado se quitó la chaqueta y llevó su mano a su espalda, notando que efectivamente tenía la ropa manchada de sangre. "Se la ha bebido... mierda" esbozó una sonrisa nerviosa mientras una gota de sudor le bajaba por la cara. Aquello le iba a doler, y mucho. Tenía la horrible impresión de que Zero se iba a tomar MUY al pie de la letra sus palabras y que le iba a doler. Y mucho. Se preparó para la que se le venía encima rezando silenciosamente a todos los dioses existentes y no existentes que no le mandara la cabeza volando de un puñetazo o algo así. Entonces Zero comenzó a gritar diciendo algo de "warnosequé" mientras su pelo se ponía amarillo, sus músculos aumentaban considerablemente de tamaño y un aura dorada le rodeaba. Una lágrimita cayó del ojo de Ivan anticipando la que se le caía encima.

- ¿War qu...?

No llegó a terminar la frase. Su compañero, decidiendo que debía tener hambre, le ofreció generosamente un tentempié de bocata de puño directo a la boca. Mientras veía uno de sus dientes volar por el aire, trató de ponerse en guardia y defenderse. Decir que fue inútil no es del todo correcto. No del todo, o sea, no muy alejado de la realidad. Zero empezó a pegarle un buen repaso destrozándole la cara y el torso a puñetazos. Al principio sonaba duro cada vez que golpeaba, luego empezó a sonar a roto. Después la carne simplemente se amoldaba al puño, como si fuese un pulpo recién reblandecido a golpes. Decir que sentía dolor era relativo. Tal vez lo hubiera sentido en los primeros golpes, pero después de un rato ya era sólo una ligera molestia. El cómo seguía en pie con sus huesos hechos polvo era un auténtico misterio, pero posiblemente los constantes golpes del luchador contribuyeran a mantenerlo en el sitio... de alguna manera. Finalmente este logró identificar sus amables peticiones de que se detuviera entre los gritos de dolor, y el cazador se desplomó con la parte superior del tronco flácida como un guante. Escupió a un lado un montoncito de esquirlas blancas que antes eran sus dientes y comenzó a decir, en un tono de voz bajo y tosiendo sangre entre palabra y palabra.

- Ahora... coff cof, effcúfame con mufa afenfión... quiero que me llevef a mi ataúf con mufo cuidado, me pongaf una de laf bolffaf de fan... coff coff... de fangre con una pajita en la boca... y que me dejef defcanffar.

Cooper-chan, que llevaba todo el combate observando desde la cabina asustado, se acercó y le mostró su preocupación orinando a su lado mientras hozaba. Ivan sollozó, desencadenando una lluvia de toses y esputos de sangre. Las cinco horas y diez bolsas de sangre siguiente fueron terriblemente aburridas y terriblemente dolorosas, mientras su esqueleto se reconstruía. Decididamente su sangre era mala para la salud, concretamente para la suya cuando la consumía Zero y luego le daba una paliza. Después del descanso e invertir toda la sangre consumida en la curación volvía a estar bastante entero y se juró a sí mismo que no iba a cometer la misma insensatez de dejar que le diesen semejante tunda. Lo suyo era esquivar, no encajar los golpes. Como no le apetecía volver a quedarse sin dientes más prontos se tomó el resto de la noche y del día libres, durmiendo cuando el sol estaba más alto y tocando el violín y el piano el resto del tiempo. Estaba componiendo una canción a dos voces en sus ratos libres. Le apetecía ensayarla pero le hacía falta un buen músico si quería que saliera algo decente y no le apetecía pedírselo a Zero y que le destrozara el piano a golpes o le reventara las cuerdas del violín. O el instrumento entero.


A la noche siguiente estaba preparado para retomar el entrenamiento. Tras asegurarse de que Zero entendía que tenía que intentar ser contundente pero conteniéndose lo máximo posible, se puso en posición y recubrió sus brazos con su haki, listo para continuar con las práctica. Si esta vez volvía a acabar convertido en un saco de boxeo desechable posiblemente tiraría la toalla y decidiría buscar otra manera de entrenar, viendo el peligro que era hacerlo con el loco del hombre guepardo.

- Y recuerda, si suena a roto no vuelvas a golpear ahí, por lo que más quieras.

Esta vez Zero se controló mucho más, pero no por ello el entrenamiento fue sencillo. Viéndose sobrepasado por la fuerza del hombre guepardo, se vio obligado a además de reforzar su cuerpo con su haki a echarse ligeramente hacia atrás con cada golpe para anular parte de la inercia. Haciendo eso en vez de encajar los golpes totalmente, lograba evitar acabar hecho un trapo. Al fin y al cabo lo suyo era la agilidad, no la resistencia. Fue uno de los entrenamientos más dolorosos por los que había pasado, y aunque su cuerpo comenzaba a curarse al poco de recibir los golpes, Zero se encargaba de mantener el ritmo y seguir atacando sin cuartel. Se las apañó, sin embargo, para mantener el ritmo y bloquear los golpes del luchador o encajarlos cuando no podía permitirse seguir forzando sus brazos. Al cabo de un rato su compañero decidió que aquello no era suficiente y formó una bola de energía morada de aspecto siniestro, diciéndole que la golpeara. ¿Qué diablos pretendía? Con un mal presentimiento pero decidiendo no rechazar el desafío, se imaginó una armadura invisible recubriendo su brazo. Con una mueca de concentración, Ivan se lanzó a por él.

- ¡Vamos allá pues!

El impacto fue violento y brutal, haciéndole retroceder y caer de espaldas. Jadeando se incorporó y miró su antebrazo, lleno de cortes y ensangrentado. La manga de la chaqueta estaba reducida a jirones, pero pronto comenzó a recomponerse sola. Movió el brazo y abrió y cerró el puño comprobando que estaba todo bien. Tenía la piel pelada y un montón de heridas, pero estaba bastante entero. Sin embargo le costaba un poco abrir del todo el puño y tenía un dedo fuera del sitio. Le hizo un gesto a Zero para indicarle que se detuviera y se lo recolocó con un gesto de dolor, esperando a continuación a que todas las heridas se le regeneraran del todo. Una vez acabó sintió una gran sed y se dio cuenta de la gran desventaja de su regeneración: el ritmo al que quemaba la sangre que bebía. Iban a tener problemas para entrenar si no conseguía un suministro de sangre. Eso, o se aguantaba el hambre y se limitaba a alimentarse como un humano mientras no pasaran por otras islas.

- Parece un progreso... ¿no? Realmente no tengo claro cómo de poderoso es tu ataque. ¿Cuáles suelen ser las consecuencias cuando lo usas contra enemigos?

Pasaron las siguientes semanas de travesía manteniendo aquel ritmo de entrenamientos. Poco a poco su dominio del haki de armadura comenzó a progresar y cada vez recibía menos heridas en sus feroces entrenamientos. Su sed de sangre aumentaba cada vez que tenía que mantener un ritmo de regeneración elevado, así que cada vez que pasaban por una isla y tenía ocasión cazaba cuanto podía procurando no ser visto. Zero era un rival muy duro y le costaba seguirle el ritmo. Al fin y al cabo ese no era su campo; solía basar su forma de combatir en ser más ágil y veloz que su enemigo, mientras que el moreno era un duro luchador extremadamente fuerte. Alternó los entrenamientos de combate con ejercicios para mejorar su forma como flexiones y abdominales, y durante las peleas empezó a devolver los golpes imbuyendo sus puños en haki. Aquello las hizo más interesantes, pues aunque le faltara resistencia no ocurría lo mismo con la fuerza.

No necesitaba que Zero se lo dijera. En aquellas semanas había ido comprendiendo su haki cada vez mejor, desarrollando tanto su poder como su conocimiento sobre el mismo. La clave no era imaginarse una armadura sin más, o centrar su voluntad sin un objetivo claro. En su haki había otra clave que hacía tiempo que había olvidado, y por eso no había logrado progresar más hasta entonces. Su verdadero poder afloraba cuando realmente deseaba hacer daño a su enemigo. Su fuerza residía en su determinación de matar. Cerró los ojos y respiró hondo, alzando la mano y cerrando el puño con fuerza mientras se imaginaba a sí mismo atravesando el pecho de Ryuken y arrancándole el corazón aún palpitante. Su brazo comenzó a oscurecerse hasta volverse de un tono negro metálico, y el joven abrió los ojos y dirigió una mirada fría y cruel al luchador.

- Vamos allá.

Se lanzó a por él al mismo tiempo que el propio Zero lo hacía. Esta vez sería diferente; no iba a dejarse pegar. Era la hora de ponerse serios y demostrar cuánto había progresado. Con un destello en la mirada, se echó ligeramente hacia un lado para evitar el primer golpe del guepardo y con ambos brazos negros, comenzó a lanzar una ráfaga de puñetazos más veloces que los de su contrincante, al tiempo que desviaba sus ataques con los suyos propios. Tras la primera ráfaga, se desplazó hasta el flanco derecho del moreno tan rápido que pareció desaparecer, lanzándole un segundo asalto de veloces golpes. Poco a poco una sonrisa sádica fue dibujándose en el rostro del vampiro. Retrocedió varios metros y se frenó, riéndose con una voz gutural.

- Sí... con esta fuerza no habrá quien pueda oponerse a mí - ebrio de poder, se relamió - ¡Mira! He golpeado con todas mis fuerza y mis manos siguen intactas.

Era la primera vez que podía hacer algo así sin acabar dañado. Movió la cabeza hacia los lados, crujiéndose el cuello, y levantó los brazos flexionando los dedos. De estos salieron garras de energía azules. No pudo evitar preguntarse cómo de fuertes serían ahora empleando su haki, y con una mirada fría evaluó a Zero. Se puso en posición preparándose para un nuevo asalto, y dijo:

- Voy a ir con todo, así que atente a las consecuencias. Yo que tú usaría tu haki.

Sin más aviso, desapareció y reapareció en lo alto del mástil, tomando aire mientras se centraba en mantener el haki en sus brazos. Llamas blancas comenzaron a brotar de sus manos y poniendo los brazos en cruz, se dejó caer hacia Zero girando sobre sí mismo, formando un torbellino de garras y fuego helado. En mitad de la caída comenzó a controlar la dirección con su Vuelo y remontó rápidamente tras hacer una pasada junto al guepardo, sin tocar el barco. Pasó por encima de la cubierta y sobrevoló las olas, para darse media vuelta y lanzarse de nuevo a por él. Nuevamente a medio camino se desvió para evitar un impacto y se limitó a pasar a su lado intentando darle de refilón con las garras y el fuego, volviendo a girar al hacerlo. Tras eso se posó en cubierta y derrapó varios metros, agachado y con una sonrisa sádica. Alzó la mano derecha, ensangrentada (no sabía si con su sangre o la de Zero) y se relamió el rojo líquido.

Se incorporó totalmente y observó al guepardo transformándose, soltando una feroz carcajada mientras se ponía en posición para recibirle. Las llamas blancas volvieron a brotar de sus manos y las garras destellaron intensamente. Notó cómo el haki, sin embargo, le abandonaba. Aún protegía sus brazos, pero era incapaz de mantener aquel estado superior que había notado antes, potenciando sus golpes. ¿Cómo lo llamaba Thelor? ¿Endurecimiento? Centró su mantra en Zero mientras este corría hacia él y tuvo una breve imagen de un golpe directo a su pecho. Podría haber intentado huir o evitarlo, pero se negaba a dejar que su haki decidiera por él. Si era incapaz de mantener el endurecimiento por más tiempo, ¡por sus pelotas que se esforzaría en sacarlo de nuevo! Con un grito, cerró la mano derecha con fuerza y bloqueó el puñetazo del guepardo con su propio puño. Por un momento hasta le pareció una buena idea. Cuando chocaron y el aire restalló por la fuerza del impacto también lo parecía aún. Cuando el puño de Zero siguió avanzando y el suyo colapsó y comenzó a contraerse sobre sí mismo, aplastado por la brutal fuerza del luchador, dejó de parecérselo. Aulló de dolor, con el brazo colgando con los huesos hechos puré, pero eso no era todo lo que le faltaba por recibir. Sin darle tregua, el otro lo estampó contra el mástil de una patada y lo volvió a golpear contra este con una onda de choque. La madera crujió y estuvo a punto de ceder.

- ¡ZERO! ¡TE HE DICHO QUE NO DAÑES MI BARCO, JODER!

Se incorporó con una mueca de dolor, mientras centraba sus energías en regenerar su brazo más rápido [Manual Micaiah]. Le dolía a horrores el resto del cuerpo, pero no iba a dejar que sus heridas le impidiesen luchar. Había estado mucho, mucho peor en otras ocasiones. Metió la mano sana en su gabardina y sacó tres dagas agarrándolas entre los dedos. De las hojas de estas comenzó a brotar la misma llama que antes surgía de sus manos. De un salto se elevó en el aire y lanzó las tres cuchillas, que avanzaron hacia Zero zigzagueando y girando envueltas en aquel fuego blanco. No seguían un rumbo fijo y eso era porque Ivan había manipulado su trayectoria con su técnica Daga Voladora. Nada más tocó suelo, se movió tan rápido que desapareció y se plantó tras el hombre guepardo.

- Mira donde pisas, gatito.

No bien comenzó a decir la frase, imbuyó su pierna derecha en haki y le lanzó una patada a la espinilla con todas sus fuerzas. Y con todas es con toda, a hacer daño, rompiéndole el hueso si podía. Estaba realmente cabreado por el hecho de que le hubiese dañado su barco, además de estar sumido totalmente en la furia de la batalla. Aquella furia era su gran ventaja y su perdición, pues una vez empezaba a pelear sus emociones le dominaban, haciéndole ignorar el dolor y las heridas en la medida de lo posible con tal de herir a sus enemigos. Mostró los colmillos y siseó saltando de nuevo al aire y envolviéndose en su gabardina mientras esta se volvía una capa negra como la noche. Y entonces, como por arte de magia Ivan se desvaneció, al menos visualmente. Seguía allí, volando en la oscuridad de la noche mientras esperaba una oportunidad para continuar con su asalto.

Pese a todo, Zero parecía saber dónde estaba. Eso debía significar que dominaba también el kenbunshoku o que su olfato era lo bastante fino como para triangular su posición. Sonrió sádicamente y desenvainó su katana de kairoseki desde el interior del Manto de Sombras, preparado para contraatacar al guepardo, cuando de repente este volvió a su aspecto normal y comenzó a patalear en el aire. ¿Cómo que no sabía volar? ¿Entonces para qué se lanzaba ese payaso? Soltó un suspiro de exasperación y envainó el arma mientras su subordinado caía, sin hacer nada para evitarlo.

- Pues ahora te das un chapuzón, por imbécil.

Observó con furia cómo Zero se sumergía en las aguas y volvió volando al barco, murmurando tacos. En plena emoción de la batalla y le metía aquel corte de rollo... ¿se podía ser más cabestro? Buscó con la mirada su hermana y al no verla se centró en su mantra, notando su presencia en el palo de mesana. Miró en esa dirección y se desveló volviéndose de nuevo su Manto de Sombras una gabardina.

- Saca a ese imbécil del agua. Rápido, o tendré que buscarme una nueva hermana además de un nuevo subordinado.

Iliana lo fulminó con la mirada y saltó a cubierta, lanzándose al agua de cabeza en un elegante salto. El vampiro trastabilló y se apoyó sobre la destrozada borda, notando todo el dolor de golpe ahora que el combate había finalizado. El brazo herido estaba en proceso de curarse, pero seguía colgando inerte. Y sin sangre de la que alimentarse iba a seguir así un buen rato. Echó un vistazo a los daños en el navío, que no eran pocos, y suspiró. Iban a tener que parar en la próxima isla para reparar el navío. De paso podrían terminar el entrenamiento en un lugar donde no acabaran destrozando su medio de transporte. Se dirigió a la cabina apoyándose contra la pared y observó el mapa del East Blue que tenía desplegado sobre la mesa. La próxima isla cercana era... Dawn. En Goa seguro que podrían encontrar buenos artesanos que repararan la cubierta y el mástil. Posiblemente tardarían un par de semanas, pero no les vendría mal un tiempo en tierra.

- ¡Eh, imbécil! Ayúdame un poco por aquí.

- Siempre tan agradable, hermanita... - murmuró, dirigiéndose al exterior.

Echó un cabo y la chica ató a Zero a este. Tomando aire y maldiciendo en sus adentros el momento en que decidió dejar caer al pelinegro, comenzó a tirar de la cuerda para subirlos a ambos tratando de ignorar el dolor que sentía en todo su torso. Pronto ambos estuvieron de nuevo en cubierta, empapados pero bien. Lei sacudió su melena, mojándolo, y se fue a la cabina. Por su parte, Ivan se mordió la mano buena con fuerza hasta hacerse sangre, y luego dejó que unas gotas cayeran en la boca del guepardo. Así se recuperaría más rápido.

- Pasaremos un par de días sin pelear más. Continuaremos cuando hayamos arribado en Goa - le dijo a continuación - La reparación la pagas tú.