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El impacto levantó una cantidad de agua asombrosa. El luchador se quedó mirando a su alrededor y se dio cuenta de que empezaba a hundirse. Se rascó un poco la cabeza mientras descendía hacia lo profundo del mar pensando en si en el cielo habría arroz o algo así para comer. De hecho el gusano estaba tardando en tirarse al agua. Puto Deri, como se hubiese distraído con alguna gilipollez iría él mismo a por él. Bajaría de los cielos o subiría de los infiernos y le arrastraría. Vio entonces un hermoso pez azulado pasar por su lado y sonrió. En otra ocasión habría tratado de comérselo totalmente, pero ahora tenía más problemas. Justo cuando los oídos le estaban pitando un poco notó algo abrazarlo. Se dio cuenta de que era la persona que viajaba con ellos. Él mientras tanto continuaba con su expresión de tarugo.
Tras unos momentos y gracias a una cuerda, el guepardo estaba arriba, totalmente mojado. Volvió a su forma completa y empezó a moverse de un lado a otro para secarse. El agua fue claramente hacia su jefe, aunque no lo hizo con mala intención. El animal abrió la boca degustando la sangre e hizo un esfuerzo sobrehumano para no morderle la mano y seguir bebiendo felizmente. El sabor estaba demasiado rico y le producía una sensación similar a un chute de adrenalina. El animal entonces volvió a la forma humana y allí en mitad de todos empezó a desnudarse. Se quitó la túnica de combate y los pantalones, además de la ropa interior. Ofreció sus nalgas al mundo y estiró los brazos hacia arriba. Tan solo le había quedado el pendiente puesto. Fue entonces cuando miró a su líder.
- Deri se ocupará de eso. Mientras tanto, yo me ocuparé de entrenar una pequeña habilidad que lleva días rayándome la cabeza, por lo que lo veo correcto.
Zero se estiró un poco, su enorme cimbrel matutino con forma de pepino estaba al aire libre, felizmente semialzado y disfrutando de la brisa. Al contrario que a mucha gente, a él no se le empequeñecía si el frío no era muy extremo y eso más bien fue refrescante. Caminó entonces hacia el albino y trató de darle un abrazo de forma amistosa.
- ¡Sabía que no me dejarías en el mar! ¡Eres el mejor jefe del mundo, Aniki! – Gritó entonces controlando su fuerza para no partirle en el abrazo.
Tras él se dio cuenta de que estaba desnudo, pero eso daba igual. No creía que Ivan fuera tan quisquilloso. Se agachó dándole la espalda para recoger su ropa y le mostró una hermosa visión. Después de eso caminó hasta el mástil y allí dirigió su mirada hacia la persona que se tiró al mar.
- ¡Gracias a ti también!
Después de eso empezó a caminar hacia el interior del barco para cambiarse y ponerse algo un poco más apropiado. No le apetecía seguir desnudo todo el tiempo.
Tras unos momentos y gracias a una cuerda, el guepardo estaba arriba, totalmente mojado. Volvió a su forma completa y empezó a moverse de un lado a otro para secarse. El agua fue claramente hacia su jefe, aunque no lo hizo con mala intención. El animal abrió la boca degustando la sangre e hizo un esfuerzo sobrehumano para no morderle la mano y seguir bebiendo felizmente. El sabor estaba demasiado rico y le producía una sensación similar a un chute de adrenalina. El animal entonces volvió a la forma humana y allí en mitad de todos empezó a desnudarse. Se quitó la túnica de combate y los pantalones, además de la ropa interior. Ofreció sus nalgas al mundo y estiró los brazos hacia arriba. Tan solo le había quedado el pendiente puesto. Fue entonces cuando miró a su líder.
- Deri se ocupará de eso. Mientras tanto, yo me ocuparé de entrenar una pequeña habilidad que lleva días rayándome la cabeza, por lo que lo veo correcto.
Zero se estiró un poco, su enorme cimbrel matutino con forma de pepino estaba al aire libre, felizmente semialzado y disfrutando de la brisa. Al contrario que a mucha gente, a él no se le empequeñecía si el frío no era muy extremo y eso más bien fue refrescante. Caminó entonces hacia el albino y trató de darle un abrazo de forma amistosa.
- ¡Sabía que no me dejarías en el mar! ¡Eres el mejor jefe del mundo, Aniki! – Gritó entonces controlando su fuerza para no partirle en el abrazo.
Tras él se dio cuenta de que estaba desnudo, pero eso daba igual. No creía que Ivan fuera tan quisquilloso. Se agachó dándole la espalda para recoger su ropa y le mostró una hermosa visión. Después de eso caminó hasta el mástil y allí dirigió su mirada hacia la persona que se tiró al mar.
- ¡Gracias a ti también!
Después de eso empezó a caminar hacia el interior del barco para cambiarse y ponerse algo un poco más apropiado. No le apetecía seguir desnudo todo el tiempo.
Ivan Markov
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El vampiro pataleó en el aire tratando de librarse del abrazo. No sabía qué era peor, si el dolor que sentía en el brazo que Zero le había reventado, en todo el torso por la paliza y la fuerza que estaba haciendo ahora o el asco por el contacto con el cuerpo desnudo y mojado del luchador. Para cuando al fin le soltó, se alejó con un escalofrío sintiéndose sucio y trató de evitar mirar a esa cosas que se balanceaba como un péndulo con cada paso del hombre guepardo. Evitó la mirada de Lei que estaba partiéndose de risa a su costa y se dirigió hacia el timón con un suspiro.
- Necesito un trago de algo fuerte.
El resto de la noche fue dolorosa y larga. Se ocupó de mantener el rumbo de la nave mientras debía buenas cantidades de whisky para tratar de combatir el dolor de la regeneración. Reconstruir los huesos de todo el brazo no es un proceso agradable en absoluto. Para cuando el sol salió estaba borracho como una cuba y como nuevo, y se dirigió directo a la bodega tambaleándose y cantando una canción a voz en grito, pensando en la suerte que tenía de estar en el mar y poder gritar todo lo que quisiera. O eso pensó hasta que, al bajar, un taburete se estampó contra su cabeza. Lei tenía muy mal despertar cuando la molestaban recién acostada cantando con voz de borracho. Cosas de mujeres. Encogiéndose de hombros, se terminó el resto de la botella y se tiró a dormir la mona.
- Ili, eres una sosa... - masculló medio dormido.
Al atardecer se levantó con un dolor de cabeza impresionante y un hambre animal. La tentación de entrar en forma completa para evitarse la resaca era grande, pero no tenía nadie de quien alimentarse en medio del mar. Así pues hizo de tripas corazón y sobrellevó la resaca a base de mucha agua y un enorme plato de arroz y bacon. No sabían cocinar mucho más y de todos modos tenían la bodega llena de insanas cantidades de arroz que Zero había cogido en Péndragon. Tras comer a gusto, cogió una baraja de naipes y miró a Zero con una sonrisa traviesa.
- ¿Unas manos de póker? Venga, ¿te atreves?
Si aceptaba, prepararía una mesa con un tapete verde y varios montones de fichas, haciendo él de repartidor. Miró su mano y con una expresión imperturbable se fijó en la reacción de Zero al mirar las suyas.
- Apuesto uno. ¿Qué, buenas cartas?
- Necesito un trago de algo fuerte.
El resto de la noche fue dolorosa y larga. Se ocupó de mantener el rumbo de la nave mientras debía buenas cantidades de whisky para tratar de combatir el dolor de la regeneración. Reconstruir los huesos de todo el brazo no es un proceso agradable en absoluto. Para cuando el sol salió estaba borracho como una cuba y como nuevo, y se dirigió directo a la bodega tambaleándose y cantando una canción a voz en grito, pensando en la suerte que tenía de estar en el mar y poder gritar todo lo que quisiera. O eso pensó hasta que, al bajar, un taburete se estampó contra su cabeza. Lei tenía muy mal despertar cuando la molestaban recién acostada cantando con voz de borracho. Cosas de mujeres. Encogiéndose de hombros, se terminó el resto de la botella y se tiró a dormir la mona.
- Ili, eres una sosa... - masculló medio dormido.
Al atardecer se levantó con un dolor de cabeza impresionante y un hambre animal. La tentación de entrar en forma completa para evitarse la resaca era grande, pero no tenía nadie de quien alimentarse en medio del mar. Así pues hizo de tripas corazón y sobrellevó la resaca a base de mucha agua y un enorme plato de arroz y bacon. No sabían cocinar mucho más y de todos modos tenían la bodega llena de insanas cantidades de arroz que Zero había cogido en Péndragon. Tras comer a gusto, cogió una baraja de naipes y miró a Zero con una sonrisa traviesa.
- ¿Unas manos de póker? Venga, ¿te atreves?
Si aceptaba, prepararía una mesa con un tapete verde y varios montones de fichas, haciendo él de repartidor. Miró su mano y con una expresión imperturbable se fijó en la reacción de Zero al mirar las suyas.
- Apuesto uno. ¿Qué, buenas cartas?
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El desayuno no podía ser más hermoso. El arroz siempre era bienvenido en todas las situaciones y tenerlo en todas las comidas era simplemente fantástico. El guepardo se había servido una jarra entera, de esas que se usaban para llenar de líquido debido a su tamaño. Era todo arroz hasta arriba, combinado con cinco latas de atún sin aceite y varios trozos de pollo. La mochila de Zero era una jodida nevera cuyas dimensiones sobrepasaban la lógica. Llevaban allí bastantes días y él continuaba sacando ingredientes con los que acompañar el arroz. Masticaba felizmente y tras sentarse escuchó las palabras de Ivan. Ladeó un poco la cabeza y asintió después. Sabía las normas de aquel juego y le era bastante sencillo. Terminó de llevarse otro puñado enorme a la boca y después de unos momentos miró sus cartas con calma.
- Que injusticia…
Lo mejor de todo, él no hablaba de su mano, más bien de que se le estuviera terminando el arroz. A lo mejor el jefe lo interpretaba de otra forma, pero él estaba más pendiente de su alimento. Tras unas manos donde se dedicó a meter fichas a lo loco y a igualar si Ivan lo hacía, o a pasar si él lo hacía, llegaron a la ronda final. Era el momento de enseñar las cartas. Zero entonces las colocó en la mesa, mostrando un rey y un as, ambos de diamantes. En la mesa había un dos, un cinco, un diez, una sota y una reina, las tres últimas de diamantes, por lo que tenía escalera real, la mano más alta del juego. Se quedó mirando entonces al peliblanco con una sonrisa poco natural y después de unos momentos empezó a reír por lo bajo.
- Me temo que esta mano es mía, jefe. – Mencionó cogiendo su desayuno de nuevo y empezando a comer de nuevo, mirando en todo momento la mesa por si el albino hacía de las suyas. Según Drake, los Markov odiaban perder.
A todo aquello, Zero continuaba totalmente desnudo. Había levantado tras olvidarse de vestirse y seguía allí sin ropa alguna, con su típica mirada siniestra y el pendiente en la oreja. Deri no tardó en aparecer por un lado, con un cepillo para barrer la cubierta en su boca y lleno de pasta dental, el cual agitaba con la cola cepillándose los dientes despacio. Aquella situación era demasiado absurda para ser cierta. El moreno entonces alzó su mano saludando a su mascota y después continuó observando al peliblanco con una mirada bastante engreída.
- ¿Sabes con quién estás jugando, jefe? El arroz es como una partida de póker. Los granos son las posibilidades que yo tengo de vencer, y los escasos tropezones de atún, tus posibilidades de ganarme.
- ¡Hermosa filosofía, chico! – Gritó el gusano mientras continuaba cepillándose los dientes de la mejor forma posible, al mismo tiempo que miraba a varios lados a la vez. – Oe Ivan ¿No hay por aquí un calcetín de tamaño gigante? Se me enfría la cola. – Se quejó entonces empezando a moverse hacia otro lado.
- Que injusticia…
Lo mejor de todo, él no hablaba de su mano, más bien de que se le estuviera terminando el arroz. A lo mejor el jefe lo interpretaba de otra forma, pero él estaba más pendiente de su alimento. Tras unas manos donde se dedicó a meter fichas a lo loco y a igualar si Ivan lo hacía, o a pasar si él lo hacía, llegaron a la ronda final. Era el momento de enseñar las cartas. Zero entonces las colocó en la mesa, mostrando un rey y un as, ambos de diamantes. En la mesa había un dos, un cinco, un diez, una sota y una reina, las tres últimas de diamantes, por lo que tenía escalera real, la mano más alta del juego. Se quedó mirando entonces al peliblanco con una sonrisa poco natural y después de unos momentos empezó a reír por lo bajo.
- Me temo que esta mano es mía, jefe. – Mencionó cogiendo su desayuno de nuevo y empezando a comer de nuevo, mirando en todo momento la mesa por si el albino hacía de las suyas. Según Drake, los Markov odiaban perder.
A todo aquello, Zero continuaba totalmente desnudo. Había levantado tras olvidarse de vestirse y seguía allí sin ropa alguna, con su típica mirada siniestra y el pendiente en la oreja. Deri no tardó en aparecer por un lado, con un cepillo para barrer la cubierta en su boca y lleno de pasta dental, el cual agitaba con la cola cepillándose los dientes despacio. Aquella situación era demasiado absurda para ser cierta. El moreno entonces alzó su mano saludando a su mascota y después continuó observando al peliblanco con una mirada bastante engreída.
- ¿Sabes con quién estás jugando, jefe? El arroz es como una partida de póker. Los granos son las posibilidades que yo tengo de vencer, y los escasos tropezones de atún, tus posibilidades de ganarme.
- ¡Hermosa filosofía, chico! – Gritó el gusano mientras continuaba cepillándose los dientes de la mejor forma posible, al mismo tiempo que miraba a varios lados a la vez. – Oe Ivan ¿No hay por aquí un calcetín de tamaño gigante? Se me enfría la cola. – Se quejó entonces empezando a moverse hacia otro lado.
Ivan Markov
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Ivan contuvo una sonrisa, celebrando para sus adentros la falta de cuidado de Zero. Aquel comentario había sido muy revelador, y por su expresión estaba muy seguro de que era por las cartas. Pocas cosas podían desanimar al guepardo mientras comía arroz y en esta ocasión parecía que su competitividad le había jugado una mala pasada. Él tenía en mano una pareja de reyes, lo que ya le aseguraba una posición fuerte desde un principio. Aún así decidió no ir a saco y fue apostando poco, igualando las alocadas apuestas del pelinegro que parecía estar marcándose un farolazo de los buenos. Las tres primeras cartas desveladas fueron un dos, un diez y un cinco, nada que hiciera peligrar su mano salvo que Zero tuviera un trío esperándole. Este continuó apostando fuerte, con Ivan limitándose a igualarlo. La cuarta carta fue una reina, para disgusto del cazador, que se ocupó de ocultarlo. Las tornas iban contra él de momento, pero no iba a cejar aún. Todavía era posible que Zero no tuviera nada, y por su reacción inicial parecía muy posible.
- Lo veo y subo dos - declaró con una media sonrisa.
Zero se limitó a igualarlo esta vez. ¿Qué tenía en mente el guepardo? ¿Realmente tenía cartas malas y estaba manteniendo el farol hasta el final, esperaba obtener una combinación decente con la quinta carta o qué? La última fue una sorpresa y mala señal: una jota, de diamantes al igual que la reina y el diez. Cualquier jugador con un mínimo de tirada (él no lo era) vería el riesgo, una probabilidad baja pero presente. Sin embargo Ivan ya había olido a su presa y no la iba a dejar escapar; estaba seguro de que iba de farol y que estaba apostando fuerte para asustarle. Y aún en algo como aquello se negaba a perder tan fácilmente; iba a hacer todo lo posible por ganar aquella mano. ¿Que Zero faroleaba? Él también lo haría. Cogió un buen puñado de fichas y las puso en el centro con una sonrisa fiera.
- Subo treinta. Venga, desvelemos. Muéstrame esa preciosa far...
Frunció el ceño por un momento y luego puso una auténtica cara de póker. Sin decir nada más, tiró sus cartas sobre la mesa y se retiró a cubierta sacando la brújula de su bolsillo. Esbozó un sonoro suspiro e ignoró los comentarios de ambos, yendo directo al timón. Por suerte los daños en el mástil no parecían ser lo bastante graves como para afectar notoriamente a su navegación, aunque le estaban obligando a mantenerse muy atento al rumbo, pues cuando el viento soplaba de barlovento se desviaban unos pocos grados del rumbo. Y no las tenía todas consigo de que fuese a soportar una tormenta intensa, así que llegar a Goa cuanto antes era vital. Con las estrellas como guía dirigió el navío acompañado sólo por el silencio de la noche... bueno, la verdad es que no fue tan poético. Para ser justos lo que le acompañaba eran los ruidos de los pesados de Zero y Deri armando barullo, y el constante martilleo de la resaca en su cabeza. Para cuando llegó el amanecer al fin veían tierra a lo lejos, pero Ivan estaba demasiado machacado para plantearse siquiera ir al puerto.
- Anclaremos aquí, ya si eso cuando despierte muevo el barco...
Con un bostezo caminó hacia los cabos, rascándose de una manera bastante impúdica. Replegó las velas, echó el ancla y se dirigió a su camastro en la bodega con una cara de muerto digna de su akuma no mi.
- Lo veo y subo dos - declaró con una media sonrisa.
Zero se limitó a igualarlo esta vez. ¿Qué tenía en mente el guepardo? ¿Realmente tenía cartas malas y estaba manteniendo el farol hasta el final, esperaba obtener una combinación decente con la quinta carta o qué? La última fue una sorpresa y mala señal: una jota, de diamantes al igual que la reina y el diez. Cualquier jugador con un mínimo de tirada (él no lo era) vería el riesgo, una probabilidad baja pero presente. Sin embargo Ivan ya había olido a su presa y no la iba a dejar escapar; estaba seguro de que iba de farol y que estaba apostando fuerte para asustarle. Y aún en algo como aquello se negaba a perder tan fácilmente; iba a hacer todo lo posible por ganar aquella mano. ¿Que Zero faroleaba? Él también lo haría. Cogió un buen puñado de fichas y las puso en el centro con una sonrisa fiera.
- Subo treinta. Venga, desvelemos. Muéstrame esa preciosa far...
Frunció el ceño por un momento y luego puso una auténtica cara de póker. Sin decir nada más, tiró sus cartas sobre la mesa y se retiró a cubierta sacando la brújula de su bolsillo. Esbozó un sonoro suspiro e ignoró los comentarios de ambos, yendo directo al timón. Por suerte los daños en el mástil no parecían ser lo bastante graves como para afectar notoriamente a su navegación, aunque le estaban obligando a mantenerse muy atento al rumbo, pues cuando el viento soplaba de barlovento se desviaban unos pocos grados del rumbo. Y no las tenía todas consigo de que fuese a soportar una tormenta intensa, así que llegar a Goa cuanto antes era vital. Con las estrellas como guía dirigió el navío acompañado sólo por el silencio de la noche... bueno, la verdad es que no fue tan poético. Para ser justos lo que le acompañaba eran los ruidos de los pesados de Zero y Deri armando barullo, y el constante martilleo de la resaca en su cabeza. Para cuando llegó el amanecer al fin veían tierra a lo lejos, pero Ivan estaba demasiado machacado para plantearse siquiera ir al puerto.
- Anclaremos aquí, ya si eso cuando despierte muevo el barco...
Con un bostezo caminó hacia los cabos, rascándose de una manera bastante impúdica. Replegó las velas, echó el ancla y se dirigió a su camastro en la bodega con una cara de muerto digna de su akuma no mi.
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El hecho de ver a Ivan tirar las cartas y largarse a la cubierta hizo al luchador sonreír de forma un poco engreída, aunque esperaba que su querido jefe no se enfadase. Estuvo a punto de ir a abrazarle, pero un abrazo por día era más que suficiente y no habían pasado las veinticuatro horas desde el último. Lo siguiente que hizo fue coger las cartas y ordenarlas bien. Las dejó en un lado y después de eso se colocó en pie. Miró a su colega de forma calmada y después le indicó que se esperase en la zona, que él iba a vestirse.
Cuando llegó a su camarote se puso la ropa interior, unos pantalones naranjas y una sudadera del mismo tono. En el pecho de esta había un icono con el símbolo del Zan Nin Na. Estando ya más cómodo decidió irse a la cubierta junto al jefe. A saber lo que estaba haciendo con el barco y el rumbo que ponía. El hecho de que hubiese mejorado su haki armadura debió ponerle de buen humor. Si quería continuar mejorándolo solo debería decirlo. Zero planeaba hacerse rico pronto con todos sus trabajos. De hecho, a final de mes sería un tío feliz y compraría todo el arroz del mundo.
Durante las horas que pasaban, se dedicó a entrenar en su forma híbrida, donde lanzaba puñetazos al aire, corría por la cubierta con cuidado de no romper nada y hacía ejercicios. El objetivo era seguir entrenando sus formas para adaptarlas a su cuerpo, aunque era algo que ya creía haber dominado no estaba mal dar un repaso. Llegó la hora en la que el jefe debía irse a dormir y él estaba tirado en cubierta en su forma humana, sudando y agotado. Había dedicado aquel tiempo a terminar de modificar sus habilidades. Tosió un poco y lo siguiente que hizo fue colocarse en pie y ver cómo se alejaba el peliblanco hacia el interior.
- Yo iré a dormir pronto, pero antes entrenaré un par de cosas más ahora que estoy cansado. Descansa. – Terminó de decir al mismo tiempo que se colocaba en pie y concentraba su energía en los brazos.
Era el momento de despertar la siguiente faceta de su estilo propio. Soltó un grito de furia mientras sus brazos aumentaban el grosor y un aura azulada le recorría. Con el “Monster” activado y consumiendo mucho poder, decidió que así forzaría a su cuerpo a lo siguiente. Se tiró un par de horas intentándolo, pero no logró hacer nada. De hecho, al ver su fracaso decidió irse también a dormir. Ya habría tiempo para convertirse en la forma que él había llamado “Kami Extreme”.
Cuando llegó a su camarote se puso la ropa interior, unos pantalones naranjas y una sudadera del mismo tono. En el pecho de esta había un icono con el símbolo del Zan Nin Na. Estando ya más cómodo decidió irse a la cubierta junto al jefe. A saber lo que estaba haciendo con el barco y el rumbo que ponía. El hecho de que hubiese mejorado su haki armadura debió ponerle de buen humor. Si quería continuar mejorándolo solo debería decirlo. Zero planeaba hacerse rico pronto con todos sus trabajos. De hecho, a final de mes sería un tío feliz y compraría todo el arroz del mundo.
Durante las horas que pasaban, se dedicó a entrenar en su forma híbrida, donde lanzaba puñetazos al aire, corría por la cubierta con cuidado de no romper nada y hacía ejercicios. El objetivo era seguir entrenando sus formas para adaptarlas a su cuerpo, aunque era algo que ya creía haber dominado no estaba mal dar un repaso. Llegó la hora en la que el jefe debía irse a dormir y él estaba tirado en cubierta en su forma humana, sudando y agotado. Había dedicado aquel tiempo a terminar de modificar sus habilidades. Tosió un poco y lo siguiente que hizo fue colocarse en pie y ver cómo se alejaba el peliblanco hacia el interior.
- Yo iré a dormir pronto, pero antes entrenaré un par de cosas más ahora que estoy cansado. Descansa. – Terminó de decir al mismo tiempo que se colocaba en pie y concentraba su energía en los brazos.
Era el momento de despertar la siguiente faceta de su estilo propio. Soltó un grito de furia mientras sus brazos aumentaban el grosor y un aura azulada le recorría. Con el “Monster” activado y consumiendo mucho poder, decidió que así forzaría a su cuerpo a lo siguiente. Se tiró un par de horas intentándolo, pero no logró hacer nada. De hecho, al ver su fracaso decidió irse también a dormir. Ya habría tiempo para convertirse en la forma que él había llamado “Kami Extreme”.
Ivan Markov
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Al atardecer del siguiente día despertó mucho más despejado, pero hambriento y con una sed casi incontrolable. Tras vestirse y echarse el Manto en forma de gabardina por encima de los hombros, salió a cubierta y preparó el barco para continuar la corta travesía hasta el puerto, tratando de darse bríos. El proceso entero llevaba un buen rato entre desplegar velas, atar cabos y levar el ancla, y la idea de repetirlo a la inversa al llegar a Goa lo mataba. Todo lo que quería era pegarse un buen atracón cuanto antes, ya fuese de sangre o de carne. Dos horas después (que para Ivan fueron como siglos) estaban ya sacando sus pertenencias del navío mientras Ivan hablaba con el jefe del puerto para arreglar el tema de las reparaciones. Tras firmar un documento y pagar un adelanto, dejó al hombre y se dirigió con Zero hacia la ciudad. El aroma a aglomeración humana llegó a su nariz, haciéndole agua la boca.
- Busca una posada y coge habitaciones para los tres, y ve cenando. Yo voy a conseguir mi propia cena. Tras eso dirígete a las afueras de la ciudad, te esperaré en un bosque cerca de la puerta este. Busca mi presencia con tu mantra.
Tras eso dio un salto y se elevó, sobrevolando la ciudad a poca distancia de los tejados. Juzgando en función a la altura y estilo de los edificios, buscó un barrio con aspecto de ser medianamente modesto. No sería una buena idea cazar en una zona rica teniendo en cuenta que aquella era una ciudad nobiliaria con una cantidad exagerada de nobles y un número de guardias junto a sus residencias proporcionalmente mayor. Además llevaba tanto sin tomar sangre que sabía que era muy probable que acabara matando al pobre diablo que pillara por banda, así que mejor que fuese alguien de un barrio humilde que no llamaría tanto la atención y no una persona importante y poner a toda la guardia a buscar al asesino. Así pues, descendió a un callejón oscuro y solitario y allí cambió de aspecto convirtiéndose en una mujer joven y morena y hizo que su Manto de Sombras adoptase el aspecto de una capa de viaje con capuchón, envolviéndose bien en esta. Al hacerlo su silueta se difuminó y fundió con las sombras, ocultándose. En completo silencio, levitando a pocos centímetros del suelo, avanzó por callejuelas y zonas poco transitadas, en busca de una presa. A falta de éxitos, atrajo a un pobre infeliz desde un callejón haciéndole gestos sugerentes y desabrochándose botones de la camisa. Tuvo suerte y el hombre picó el anzuelo totalmente, acercándose con una mirada lasciva.
- ¿Cuánto? - preguntó este, relamiéndose.
Aprovechándose del error del extraño, Ivan esbozó una sonrisa y le acarició el brazo:
- Para un hombretón como tú, veinte mil berries. ¿Quieres?
Al principio este dudó, pero pronto sonrió y dijo:
- ¿Tienes un lugar al que ir?
- Claro, sígueme.
Poco después el hombre yacía en un callejón, pálido y con el cuello rajado. Para evitar dejar pruebas de lo ocurrido, en lugar de morderle lo había degollado y había bebido de él hasta saciarse. Un cadáver con marcas de mordisco y desangrado hubiese sido demasiado llamativo. En cambio de aquella manera, aunque fuese más sucia y se hubiese empapado la camisa, podría pasar por el trabajo de un ratero corriente. Le robó la cartera para hacerlo más verosímil y se alejó envolviéndose en el Manto para fundirse de nuevo con la oscuridad del anochecer. Se metió en otro rincón, donde tras asegurarse que no había nadie mirando volvió a su aspecto normal y convirtió de nuevo la capa en gabardina, abrochándosela para tapar la camisa ensangrentada.
Tras limpiarse bien la cara con un paño y agua de un charco (a falta de algo mejor), echó a volar y se dirigió al lugar que le había dicho al lobo, posándose en una roca en medio de un claro. Una vez allí cerró los ojos y se puso a meditar en una idea a la que había estado dándole vueltas. Empleando la furia asesina que le dominaba en los combates y el poder de su mirada de vampiro, transmitir a su enemigo su sed de sangre para intimidarle y nublar su mente. Comenzó a concentrarse en pensamientos que alimentaran su rabia y su odio, recordando todo el dolor que le habían infligido su padre y su hermana, el desprecio que sentía hacia aquel maldito Ryuken y cómo se la había jugado, y luego revivió aquella noche al salir de Péndragon en que la sed de sangre lo dominó combatiendo contra Zero. Volvió a sentir lo mismo que en aquella ocasión, pero esta vez logró mantener el tipo y no ceder a sus instintos. Percibió al guepardo acercándose, y sin saludar se levantó y abrió los ojos, mirando a los de este mientras pasaba a su forma completa. Sin embargo sus pupilas no se tornaron doradas como solían, si no rojo sangre. Se centró en Zero tratando de transmitirle aquellas sensaciones, impregnando su mirada en ellas mientras desenvainaba a desde el interior de la gabardina. La luz de la luna hizo relucir el oscuro filo de la espada.
- Es la hora.
- Busca una posada y coge habitaciones para los tres, y ve cenando. Yo voy a conseguir mi propia cena. Tras eso dirígete a las afueras de la ciudad, te esperaré en un bosque cerca de la puerta este. Busca mi presencia con tu mantra.
Tras eso dio un salto y se elevó, sobrevolando la ciudad a poca distancia de los tejados. Juzgando en función a la altura y estilo de los edificios, buscó un barrio con aspecto de ser medianamente modesto. No sería una buena idea cazar en una zona rica teniendo en cuenta que aquella era una ciudad nobiliaria con una cantidad exagerada de nobles y un número de guardias junto a sus residencias proporcionalmente mayor. Además llevaba tanto sin tomar sangre que sabía que era muy probable que acabara matando al pobre diablo que pillara por banda, así que mejor que fuese alguien de un barrio humilde que no llamaría tanto la atención y no una persona importante y poner a toda la guardia a buscar al asesino. Así pues, descendió a un callejón oscuro y solitario y allí cambió de aspecto convirtiéndose en una mujer joven y morena y hizo que su Manto de Sombras adoptase el aspecto de una capa de viaje con capuchón, envolviéndose bien en esta. Al hacerlo su silueta se difuminó y fundió con las sombras, ocultándose. En completo silencio, levitando a pocos centímetros del suelo, avanzó por callejuelas y zonas poco transitadas, en busca de una presa. A falta de éxitos, atrajo a un pobre infeliz desde un callejón haciéndole gestos sugerentes y desabrochándose botones de la camisa. Tuvo suerte y el hombre picó el anzuelo totalmente, acercándose con una mirada lasciva.
- ¿Cuánto? - preguntó este, relamiéndose.
Aprovechándose del error del extraño, Ivan esbozó una sonrisa y le acarició el brazo:
- Para un hombretón como tú, veinte mil berries. ¿Quieres?
Al principio este dudó, pero pronto sonrió y dijo:
- ¿Tienes un lugar al que ir?
- Claro, sígueme.
Poco después el hombre yacía en un callejón, pálido y con el cuello rajado. Para evitar dejar pruebas de lo ocurrido, en lugar de morderle lo había degollado y había bebido de él hasta saciarse. Un cadáver con marcas de mordisco y desangrado hubiese sido demasiado llamativo. En cambio de aquella manera, aunque fuese más sucia y se hubiese empapado la camisa, podría pasar por el trabajo de un ratero corriente. Le robó la cartera para hacerlo más verosímil y se alejó envolviéndose en el Manto para fundirse de nuevo con la oscuridad del anochecer. Se metió en otro rincón, donde tras asegurarse que no había nadie mirando volvió a su aspecto normal y convirtió de nuevo la capa en gabardina, abrochándosela para tapar la camisa ensangrentada.
Tras limpiarse bien la cara con un paño y agua de un charco (a falta de algo mejor), echó a volar y se dirigió al lugar que le había dicho al lobo, posándose en una roca en medio de un claro. Una vez allí cerró los ojos y se puso a meditar en una idea a la que había estado dándole vueltas. Empleando la furia asesina que le dominaba en los combates y el poder de su mirada de vampiro, transmitir a su enemigo su sed de sangre para intimidarle y nublar su mente. Comenzó a concentrarse en pensamientos que alimentaran su rabia y su odio, recordando todo el dolor que le habían infligido su padre y su hermana, el desprecio que sentía hacia aquel maldito Ryuken y cómo se la había jugado, y luego revivió aquella noche al salir de Péndragon en que la sed de sangre lo dominó combatiendo contra Zero. Volvió a sentir lo mismo que en aquella ocasión, pero esta vez logró mantener el tipo y no ceder a sus instintos. Percibió al guepardo acercándose, y sin saludar se levantó y abrió los ojos, mirando a los de este mientras pasaba a su forma completa. Sin embargo sus pupilas no se tornaron doradas como solían, si no rojo sangre. Se centró en Zero tratando de transmitirle aquellas sensaciones, impregnando su mirada en ellas mientras desenvainaba a desde el interior de la gabardina. La luz de la luna hizo relucir el oscuro filo de la espada.
- Es la hora.
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La cama había sido lo más delicioso del mundo. El mero contacto de la espalda de Zero con ella le hizo soltar un suspiro de placer incluso. El gusano mientras tanto se había dormido a los pies, haciendo un ruido similar a los ronquidos humanos, pero en menor medida. Se notaba que dormir era lo más lindo después de un buen entrenamiento. El moreno ni siquiera se había duchado, pero lo haría al amanecer, pues estaba demasiado cansado como para dar un paso más. Aquella habilidad que trató de aprender era demasiado bestia para hacerla en un día. La canalización de su energía en los músculos de todo el cuerpo siguiendo los pasos del Extreme Warrior, pero a la máxima potencia era complicado. El efecto debía ser el mismo, un aumento considerable de fuerza, pero la cosa estaba siendo más difícil de lo que pensaba. Estaba seguro de que al día siguiente la cosa mejoraría bastante, si es que eso era posible.
- Será mejor que me duerma de una vez, o a este paso seguiré cansado cuando sea la hora de despertarse. – Dicho aquello cerró los ojos y quedó bocabajo en su cama.
Zero tras cinco minutos pudo hablar con el hombre de la posada para lograr habitación para los tres. De hecho, eso fue al principio, luego pidió de cuatro, pues el enorme gusano también deseaba tener una buena estancia. Debía admitir que estaba mucho mejor tras su merecido descanso. Ahora su jefe le había dejado a cargo, para después ir a no sé dónde. Lo último que escuchó el luchador fue algo de ir al bosque de la puerta Este. Mientras tanto él tenía que comer y sabía de sobra lo que iba a ser. Esta vez le había llamado la atención una enorme pizza de cuatro quesos que había podido ver en la lista del menú de la posada. No se cortó ni un solo pelo y pidió un total de cuatro. Dos eran para él y las otras para su mascota. Tras unos momentos empezó a comer sin parar como una mala perra y finalmente ambos terminaron. Una vez estuvo pagado y la habitación lista decidió que era hora de buscar al peliblanco de una vez. Se preparó un poco colocándose sus ropas naranjas de combate y llevando sus cosas en la mochila. Soltó un leve suspiro y empezó a caminar hacia la salida de la taberna. Ahora iba a tener que buscar a Ivan y esperaba dar con él. Empezó a seguir el aroma dejado por el vampiro y después echó a caminar.
Después de unos momentos no tardó nada en llegar a un bosque. Todo estaba bastante oscuro y le daba mal rollo, pero después de unos momentos detectó al fin la presencia de Ivan con su haki de observación. Se montó en el gusano quedando sentado en su lomo y avanzó despacio con ambas manos en los bolsillos. No podía dejar de pensar en el entrenamiento de aquella habilidad que deseaba poseer. El Kami era una forma del Zan Nin Na que ni su padre había hecho por aprender, centrándose más en la puerta de Balak. Negó un poco con la cabeza y por fin después de unos momentos pudo ver al vampiro sentado sobre una roca. Ladeó un poco la ceja y el gusano avanzó despacio hasta él.
- Joder, te has perdido una pizza que flipas. El sabor a queso ha sido…
Una gota de sudor cayó por la cabeza del luchador al ver los rojizos ojos de su líder. El vampiro era como si estuviese enfadado o… No, no sabía describirlo, pero notó una incómoda sensación en el pecho. Era algo similar a cuando un niño pequeño veía una mano debajo de su cama. Saltó del gusano y dio un par de pasos hacia atrás. Ni de coña se pensaba acercar a Ivan en ese momento. De hecho, alzó ambos puños preparado para lo peor y tragó un poco de saliva.
- No pienso dar un paso más, jefe. Das muy mal rollo en este momento. – Mencionó sintiendo un leve mareo, era algo raro, como si el vampiro diese más miedo de la cuenta.
- ¿Qué estás diciendo? A ti la pizza te ha sentado mal, el jefe solo está… Coño, niño tira para atrás que a este lo han poseído. – Dijo el gusano retrocediendo también y alzando su cola de forma amenazante. – Hijo puta, que mal rollo da…
- Será mejor que me duerma de una vez, o a este paso seguiré cansado cuando sea la hora de despertarse. – Dicho aquello cerró los ojos y quedó bocabajo en su cama.
Zero tras cinco minutos pudo hablar con el hombre de la posada para lograr habitación para los tres. De hecho, eso fue al principio, luego pidió de cuatro, pues el enorme gusano también deseaba tener una buena estancia. Debía admitir que estaba mucho mejor tras su merecido descanso. Ahora su jefe le había dejado a cargo, para después ir a no sé dónde. Lo último que escuchó el luchador fue algo de ir al bosque de la puerta Este. Mientras tanto él tenía que comer y sabía de sobra lo que iba a ser. Esta vez le había llamado la atención una enorme pizza de cuatro quesos que había podido ver en la lista del menú de la posada. No se cortó ni un solo pelo y pidió un total de cuatro. Dos eran para él y las otras para su mascota. Tras unos momentos empezó a comer sin parar como una mala perra y finalmente ambos terminaron. Una vez estuvo pagado y la habitación lista decidió que era hora de buscar al peliblanco de una vez. Se preparó un poco colocándose sus ropas naranjas de combate y llevando sus cosas en la mochila. Soltó un leve suspiro y empezó a caminar hacia la salida de la taberna. Ahora iba a tener que buscar a Ivan y esperaba dar con él. Empezó a seguir el aroma dejado por el vampiro y después echó a caminar.
Después de unos momentos no tardó nada en llegar a un bosque. Todo estaba bastante oscuro y le daba mal rollo, pero después de unos momentos detectó al fin la presencia de Ivan con su haki de observación. Se montó en el gusano quedando sentado en su lomo y avanzó despacio con ambas manos en los bolsillos. No podía dejar de pensar en el entrenamiento de aquella habilidad que deseaba poseer. El Kami era una forma del Zan Nin Na que ni su padre había hecho por aprender, centrándose más en la puerta de Balak. Negó un poco con la cabeza y por fin después de unos momentos pudo ver al vampiro sentado sobre una roca. Ladeó un poco la ceja y el gusano avanzó despacio hasta él.
- Joder, te has perdido una pizza que flipas. El sabor a queso ha sido…
Una gota de sudor cayó por la cabeza del luchador al ver los rojizos ojos de su líder. El vampiro era como si estuviese enfadado o… No, no sabía describirlo, pero notó una incómoda sensación en el pecho. Era algo similar a cuando un niño pequeño veía una mano debajo de su cama. Saltó del gusano y dio un par de pasos hacia atrás. Ni de coña se pensaba acercar a Ivan en ese momento. De hecho, alzó ambos puños preparado para lo peor y tragó un poco de saliva.
- No pienso dar un paso más, jefe. Das muy mal rollo en este momento. – Mencionó sintiendo un leve mareo, era algo raro, como si el vampiro diese más miedo de la cuenta.
- ¿Qué estás diciendo? A ti la pizza te ha sentado mal, el jefe solo está… Coño, niño tira para atrás que a este lo han poseído. – Dijo el gusano retrocediendo también y alzando su cola de forma amenazante. – Hijo puta, que mal rollo da…
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No funcionó exactamente como esperaba, pero lo hizo. Si lograba provocar inquietud a un bruto cabeza loca como Zero, es que iba por buen camino. Tenía que refinar la técnica y cómo transmitía aquella sensación de miedo para evitar tener que estar haciéndolo de manera consciente constantemente. Una vez fuese capaz de activar aquel poder sin necesidad de centrarse en él, pasaría a probar a hacer algo más concreto, el verdadero uso que quería darle a aquella técnica. Sin embargo para eso tenía que lograr que el patán de Zero dejase de lado sus miedos y se pusiera a entrenar con él. Se apoyó a Vanator en el hombro y le dirigió una mirada fría, con sus iris aún teñidos de color sangre. Entonces esbozó una sonrisa burlona.
- ¿Tanto miedo te doy, cobarde? - se puso en guardia con la espada - Es hora de entrenar. Ponte en guardia, porque no voy a aceptar un no por respuesta.
Dio un mortal hacia atrás con un par de piruetas y cayó sobre la copa de un árbol, apoyándose en dos ramas para repartir el peso. Volvió a mirar al guepardo a los ojos y centrándose en su sed de sangre siguió intentando mantener el poder mientras alzaba la espada al aire. Esta comenzó a brillar con un tono azulado que comenzó a volverse rojo, al combinarse la energía del vampiro con la de Vanator. Mantener a la vez aquel nuevo poder y canalizar sus fuerzas para preparar al ataque le exigía una gran concentración y trabajo, pero a su vez la perspectiva de entablar combate comenzó a despertar su vena sanguinaria, facilitándole el mantener el poder. Entonces, con una sonrisa feroz, bajó el arma de golpe cortando el aire, generando una onda cortante roja en forma de media luna.
- ¡Halbmond!
El ataque avanzó hacia Zero, veloz, pero no tanto como la oscura figura que tras desaparecer del árbol apareció ante durante apenas medio segundo. Durante el breve instante que duró el contacto visual se centró en su sed de sangre y se imaginó a sí mismo estocándolo con la espada. Su intención era transmitir aquel pensamiento y hacer creer al luchador que lo atacaría de frente, para engañarle. Por su puesto su haki de observación le alertaría de lo contrario, pero teniendo dos visiones a la vez, ¿a cuál haría caso? ¿Sucumbiría al miedo? Nuevamente desapareció y reapareció a su espalda, tratando de agarrarlo abrazándole el cuello con el brazo izquierdo mientras imbuía el pomo de la espada en haki y le lanzaba un golpe con este a las costillas. Su idea era mantenerlo agarrado mientras llegaba la onda, para luego soltarlo y retroceder rápidamente, poniéndose en guardia con la espada por delante.
- Dime, ¿lo has visto? - preguntó, con voz ronca.
- ¿Tanto miedo te doy, cobarde? - se puso en guardia con la espada - Es hora de entrenar. Ponte en guardia, porque no voy a aceptar un no por respuesta.
Dio un mortal hacia atrás con un par de piruetas y cayó sobre la copa de un árbol, apoyándose en dos ramas para repartir el peso. Volvió a mirar al guepardo a los ojos y centrándose en su sed de sangre siguió intentando mantener el poder mientras alzaba la espada al aire. Esta comenzó a brillar con un tono azulado que comenzó a volverse rojo, al combinarse la energía del vampiro con la de Vanator. Mantener a la vez aquel nuevo poder y canalizar sus fuerzas para preparar al ataque le exigía una gran concentración y trabajo, pero a su vez la perspectiva de entablar combate comenzó a despertar su vena sanguinaria, facilitándole el mantener el poder. Entonces, con una sonrisa feroz, bajó el arma de golpe cortando el aire, generando una onda cortante roja en forma de media luna.
- ¡Halbmond!
El ataque avanzó hacia Zero, veloz, pero no tanto como la oscura figura que tras desaparecer del árbol apareció ante durante apenas medio segundo. Durante el breve instante que duró el contacto visual se centró en su sed de sangre y se imaginó a sí mismo estocándolo con la espada. Su intención era transmitir aquel pensamiento y hacer creer al luchador que lo atacaría de frente, para engañarle. Por su puesto su haki de observación le alertaría de lo contrario, pero teniendo dos visiones a la vez, ¿a cuál haría caso? ¿Sucumbiría al miedo? Nuevamente desapareció y reapareció a su espalda, tratando de agarrarlo abrazándole el cuello con el brazo izquierdo mientras imbuía el pomo de la espada en haki y le lanzaba un golpe con este a las costillas. Su idea era mantenerlo agarrado mientras llegaba la onda, para luego soltarlo y retroceder rápidamente, poniéndose en guardia con la espada por delante.
- Dime, ¿lo has visto? - preguntó, con voz ronca.
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Zero continuó observando la situación junto a su mascota. El vampiro estaba sobre un árbol y parecía bastante peligroso. No terminaba de deducir lo que estaba pasando, pero llamarle cobarde hizo que una vena en la frente del guepardo se marcase. A él nadie le llamaba así. Justo entonces vio la onda hacia él avanzar y decidió formar en su mano derecha una esfera purpura, la cual pensaba usar para contrarrestar la onda. Sonrió y cuando echó el brazo hacia atrás pudo ver a su jefe frente a él. Predijo sus intenciones e interpuso la esfera entre su espada y su costado, para de esa forma repelerle y de paso cortarle la mano. Entonces cayó en la cuenta ¿Dónde estaba la espada? Había visto aquella visión de su haki, era imposible que hubiese mentido.
- ¡¿Cómo!?
Zero notó ser agarrado por el cuello, lo que le hizo apretar los dientes con fuerza. Sintió el golpe en las costillas y soltó un verdadero quejido de dolor, pues él no había usado su haki. Su cuerpo se tambaleó hacia un lado, pero no llegó a caer debido a que Ivan le sostenía. De no ser por su musculatura podría haberle dañado seriamente alguna costilla. Fue entonces cuando vio la onda bastante cerca. Sus ojos cambiaron a verdes y rápidamente se convirtió en su forma híbrida, lo que aprovecharía para gritar con furia liberando la energía del súper guerrero. Sus cabellos se volvieron amarillos pinchudos y su fuerza pasó a ser monstruosa. Imbuyendo su ataque en haki lanzó un golpe hacia la onda, reventándola con su esfera, la cual detonó en un cañonazo de aire cortante que partió el árbol de en frente. Los pequeños fragmentos de la onda dieron en sus hombros y mejillas, provocándoles cortes muy pequeños. Hecho aquello
Trató de dar un codazo violento hacia atrás, pero Ivan ya le había soltado. Se quedó mirándole de forma seria y enseguida volvió a la forma humana. Abrió la mochila y se colocó sus dos guanteletes. El derecho era el eléctrico y el izquierdo el helado. Era el momento de usar su poder en aquella forma. Sus cabellos dorados rebosaban energía y su musculatura estaba aumentada. Zero continuó canalizando todo su poder hacia los músculos de la mejor forma posible. El Kami Extreme sería suyo de una forma u otra.
- Lo he visto… Has engañado a mi haki de observación. Pero… ¡Ahora te daré lo que has pedido, jefe! – Gritó aumentando la masa muscular de su cuerpo y activando el Monster. Corrió hacia su líder entonces activando su forma híbrida en el último momento.
Zero entonces lanzó un potente puñetazo con el guantelete eléctrico buscando su pecho. Tenía ambos hakis activados a la máxima potencia y esperaba poder acertarle. Le diese o no, el rubio gritaría e impactaría su puño izquierdo en el aire, formando una amenazante onda de choque con la que buscaba mandarlo a volar. Le diese o no, se alejaría un poco. Se colocó en el lomo de Deri, el cual alzó su cola mirando al jefe.
- Es hora de que me esfuerce al máximo y eso significa pelear junto a mi compañero. Ahora, cuidado cuando te acerques. – Mencionó metiendo la mano en su kimono y sacando una especie de pergamino. Lo abrió y lo colocó sobre la cabeza de su montura. – Arte secreta, barrera de ajo…
No era más que un manual de artes marciales, pero si el líder se había creído que iba de farol con las cartas podría con aquello tal vez. Al mismo tiempo continuó concentrando su poder en los músculos mientras gruñía y su energía iba aumentando cada vez más. Sus cabellos lentamente iban teniendo reflejos rosados.
- ¡¿Cómo!?
Zero notó ser agarrado por el cuello, lo que le hizo apretar los dientes con fuerza. Sintió el golpe en las costillas y soltó un verdadero quejido de dolor, pues él no había usado su haki. Su cuerpo se tambaleó hacia un lado, pero no llegó a caer debido a que Ivan le sostenía. De no ser por su musculatura podría haberle dañado seriamente alguna costilla. Fue entonces cuando vio la onda bastante cerca. Sus ojos cambiaron a verdes y rápidamente se convirtió en su forma híbrida, lo que aprovecharía para gritar con furia liberando la energía del súper guerrero. Sus cabellos se volvieron amarillos pinchudos y su fuerza pasó a ser monstruosa. Imbuyendo su ataque en haki lanzó un golpe hacia la onda, reventándola con su esfera, la cual detonó en un cañonazo de aire cortante que partió el árbol de en frente. Los pequeños fragmentos de la onda dieron en sus hombros y mejillas, provocándoles cortes muy pequeños. Hecho aquello
Trató de dar un codazo violento hacia atrás, pero Ivan ya le había soltado. Se quedó mirándole de forma seria y enseguida volvió a la forma humana. Abrió la mochila y se colocó sus dos guanteletes. El derecho era el eléctrico y el izquierdo el helado. Era el momento de usar su poder en aquella forma. Sus cabellos dorados rebosaban energía y su musculatura estaba aumentada. Zero continuó canalizando todo su poder hacia los músculos de la mejor forma posible. El Kami Extreme sería suyo de una forma u otra.
- Lo he visto… Has engañado a mi haki de observación. Pero… ¡Ahora te daré lo que has pedido, jefe! – Gritó aumentando la masa muscular de su cuerpo y activando el Monster. Corrió hacia su líder entonces activando su forma híbrida en el último momento.
Zero entonces lanzó un potente puñetazo con el guantelete eléctrico buscando su pecho. Tenía ambos hakis activados a la máxima potencia y esperaba poder acertarle. Le diese o no, el rubio gritaría e impactaría su puño izquierdo en el aire, formando una amenazante onda de choque con la que buscaba mandarlo a volar. Le diese o no, se alejaría un poco. Se colocó en el lomo de Deri, el cual alzó su cola mirando al jefe.
- Es hora de que me esfuerce al máximo y eso significa pelear junto a mi compañero. Ahora, cuidado cuando te acerques. – Mencionó metiendo la mano en su kimono y sacando una especie de pergamino. Lo abrió y lo colocó sobre la cabeza de su montura. – Arte secreta, barrera de ajo…
No era más que un manual de artes marciales, pero si el líder se había creído que iba de farol con las cartas podría con aquello tal vez. Al mismo tiempo continuó concentrando su poder en los músculos mientras gruñía y su energía iba aumentando cada vez más. Sus cabellos lentamente iban teniendo reflejos rosados.
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Sonrió, complacido por sus progresos. Comparado con entrenar el haki, dominar su akuma era casi un juego de niños para él. Desde siempre había sentido una gran conexión con esta, como si fuese un poder que hubiese sido creado específicamente para él. Ser capaz de explotar su akuma al máximo era la causa principal de que no se hubiese entrenado más en otros campos, pero no lo consideraba una desventaja. Al fin y al cabo aún no había sido vencido desde que la había consumido y no había sido porque no se hubiera enfrentado a gente poderosa. Observó a Zero manteniendo la guardia, mientras pensaba su siguiente movimiento. El luchador no podría golpearle sin que él le estocara con Vanator, y ya estaba más que comprobado que superaba a su subordinado en agilidad. Aún así Zero corrió hacia él como si estuviera dispuesto a dejarse empalar por el arma, cambiando por el camino a su forma híbrida y pillando por sorpresa a Ivan con el aumento de rango. El puño se estampó contra su pecho, mandándolo a volar. Apenas tuvo tiempo a proteger la zona con su haki de armadura, y aún así notó un intenso dolor y sintió sus costillas cediendo por la potencia del golpe. Más aún, una descarga sacudió todo su cuerpo entumeciendo sus músculos. No se acabó ahí, pues notó un segundo impacto distribuido por todo su torso y se estampó contra un árbol. Cayó sentado al pie de este, tosiendo sangre.
- ¿Es... *coff* eso todo? - se levantó con un crujido de huesos y una mueca de dolor.
Apenas acaba de empezar y ya estaba siendo el combate de entrenamiento más intenso que habían tenido. No por los ataques y por el hecho de que ahora podían golpear sin miedo a dañar el barco, que también, sino por la actitud de ambos. Ya no se estaban limitando a practicar el haki, se estaban atacando en serio. Observó con cierto interés los destellos rosados, percibiendo que se avecinaba algo nuevo diferente a todo lo que le había visto hacer hasta ahora. Aunque conociéndole no le extrañaría que fuese simplemente una nueva forma de golpear más fuerte y más rápido, Zero no era una persona particularmente imaginativa a la hora de luchar. Activó su Reserva de Energías para potenciar su regeneración y evitar que las costillas rotas le fueran un impedimento real durante el resto del combate. Iba a tener que ser mucho más cuidadoso y no dejarse dar de nuevo por un golpe como ese, o acabaría fuera de combate. Volvió a entablar contacto visual y sonrió, casi temblando de emoción por la intensidad del combate. Ejerciendo de nuevo su influencia, soltó una carcajada y gritó:
- ¡Vamos allá, Zero!
Comenzó a correr hacia él sin emplear toda su velocidad, agarrando con fuerza a Vanator mientras llamas blancas brotaban de esta. El dolor de sus heridas sólo estaba logrando excitarlo más y aumentar su sed de sangre, y podía sentir de nuevo la misma sensación que aquella noche en que se descontroló en el barco. Sin embargo esta vez la mantuvo bajo control y la centró en su poder visual, tratando nuevamente de intimidar a Zero y hacerle creer que le lanzaría un corte descendente con Vanator. Puso todos sus esfuerzos y su voluntad en centrarse en pensar que haría eso, hasta el punto de desear hacerlo, haciendo que su mirada reflejase aquel instinto asesino. Tanto se concentró en aquello que estuvo a punto de olvidar su verdadera táctica, pero aún así en el último momento cambió de dirección, pasando a la izquierda de Zero al tiempo que soltaba la mano izquierda de la empuñadura y sacaba una daga plateada de aspecto elegante, lanzándole un corte a la costilla con esta que no llegó a tocar la piel del guepardo. En su lugar el filo de esta se desdibujó y pareció alargarse, y fue esa ampliación la que se dirigió al cuerpo del luchador.
- ¡Erster mond, Erebus!
Se paró cinco metros a la espalda de Zero, al borde del claro, y se giró con con una mueca feroz, relamiéndose los labios. La herida seguía siendo un auténtico estorbo y había impedido que fuese todo lo veloz que solía, pero pronto arreglaría eso. La saga que había utilizado era Valak y tenía la peculiaridad de absorber la sangre de los que hería llenando un compartimento en el mango. Si había logrado alcanzar a Zero, se llevaría el mango a la boca y lo mordería para girarlo y desenroscarlo, dejando a la vista el agujero oculto. Entonces bebería ávidamente la sangre de su interior, acelerando la regeneración de su cuerpo más aún. Con una risa sádica, dijo:
- La noche no ha hecho más que empezar. ¡Muéstrame lo que tienes, Zero! Sé que aún puedes dar más.
- ¿Es... *coff* eso todo? - se levantó con un crujido de huesos y una mueca de dolor.
Apenas acaba de empezar y ya estaba siendo el combate de entrenamiento más intenso que habían tenido. No por los ataques y por el hecho de que ahora podían golpear sin miedo a dañar el barco, que también, sino por la actitud de ambos. Ya no se estaban limitando a practicar el haki, se estaban atacando en serio. Observó con cierto interés los destellos rosados, percibiendo que se avecinaba algo nuevo diferente a todo lo que le había visto hacer hasta ahora. Aunque conociéndole no le extrañaría que fuese simplemente una nueva forma de golpear más fuerte y más rápido, Zero no era una persona particularmente imaginativa a la hora de luchar. Activó su Reserva de Energías para potenciar su regeneración y evitar que las costillas rotas le fueran un impedimento real durante el resto del combate. Iba a tener que ser mucho más cuidadoso y no dejarse dar de nuevo por un golpe como ese, o acabaría fuera de combate. Volvió a entablar contacto visual y sonrió, casi temblando de emoción por la intensidad del combate. Ejerciendo de nuevo su influencia, soltó una carcajada y gritó:
- ¡Vamos allá, Zero!
Comenzó a correr hacia él sin emplear toda su velocidad, agarrando con fuerza a Vanator mientras llamas blancas brotaban de esta. El dolor de sus heridas sólo estaba logrando excitarlo más y aumentar su sed de sangre, y podía sentir de nuevo la misma sensación que aquella noche en que se descontroló en el barco. Sin embargo esta vez la mantuvo bajo control y la centró en su poder visual, tratando nuevamente de intimidar a Zero y hacerle creer que le lanzaría un corte descendente con Vanator. Puso todos sus esfuerzos y su voluntad en centrarse en pensar que haría eso, hasta el punto de desear hacerlo, haciendo que su mirada reflejase aquel instinto asesino. Tanto se concentró en aquello que estuvo a punto de olvidar su verdadera táctica, pero aún así en el último momento cambió de dirección, pasando a la izquierda de Zero al tiempo que soltaba la mano izquierda de la empuñadura y sacaba una daga plateada de aspecto elegante, lanzándole un corte a la costilla con esta que no llegó a tocar la piel del guepardo. En su lugar el filo de esta se desdibujó y pareció alargarse, y fue esa ampliación la que se dirigió al cuerpo del luchador.
- ¡Erster mond, Erebus!
Se paró cinco metros a la espalda de Zero, al borde del claro, y se giró con con una mueca feroz, relamiéndose los labios. La herida seguía siendo un auténtico estorbo y había impedido que fuese todo lo veloz que solía, pero pronto arreglaría eso. La saga que había utilizado era Valak y tenía la peculiaridad de absorber la sangre de los que hería llenando un compartimento en el mango. Si había logrado alcanzar a Zero, se llevaría el mango a la boca y lo mordería para girarlo y desenroscarlo, dejando a la vista el agujero oculto. Entonces bebería ávidamente la sangre de su interior, acelerando la regeneración de su cuerpo más aún. Con una risa sádica, dijo:
- La noche no ha hecho más que empezar. ¡Muéstrame lo que tienes, Zero! Sé que aún puedes dar más.
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La mirada del hombre guepardo estaba clavada en su jefe en todo momento. Al parecer, su golpe había funcionado para lanzarlo por los aires y en eso su plan había funcionado. Ahora tan solo debía continuar reteniéndole hasta terminar de dominar su propia habilidad. Notaba su poder ir gastándose rápidamente, pues el súper guerrero era un modo bastante corto que le otorgaba un poder impresionante. Se mantuvo alerta mientras observaba sus movimientos y finalmente vio que se puso en marcha. Estando sobre Deri se colocó en pie en el lomo y una vez allí analizó a su objetivo. De nuevo dos ataques. Una sonrisa entonces se formó en su rostro derecho. Zero ya había planeado una estrategia contra aquella habilidad y por ello gritó con fuerza al mismo tiempo que entrecerraba los ojos.
- ¡Si no puedo averiguar la verdad, pararé los dos!
Lanzó un potente puñetazo con el puño derecho envuelto en todo su haki armadura, tomando este un color morado metálico al usar el armamento. Sumado al acero de su guantelete contaba con parar la espada. Entonces se dio cuenta de que allí no había nada. Llevó su otro guantelete a la zona del corte lo más rápido que pudo al mismo tiempo que Deri rodaba hacia un lado para evitarlo. Zero cayó al suelo y soltó un quejido de dolor. Su guantelete izquierdo había sido cortado al no tener el armamento en aquella zona y ahora el dorso de su mano estaba sangrando. Su costado también se había llevado un ataque que le hizo gritar un poco. Algo de sangre manó de él, pero agradeció que su guantelete paró todo el impacto principal. Zero se arrancó la chaqueta del kimono y se aferró con fuerza un nudo para presionar la herida. Tampoco fue para tanto, pero sería mejor así. Quedó con una camiseta interior negra. El guepardo miró su mano sangrando y no tardó en lamerla un poco mientras se quejaba por el dolor.
- Es muy rápido… ¡Deberíamos pensar en otro método de defensa! – Gritó el gusano al mismo tiempo que se colocaba en buena posición.
- De esto me ocupo yo… Échate a un lado, Deri.
Zero miró su propia sangre sintiendo unas tremendas ganas de continuar el entrenamiento. Al fin había encontrado la motivación necesaria. Terminó de sentir un increíble ardor por todo su cuerpo que logró controlar y mediante su canalización desató una terrible aura morada que le rodeó. Gritó con fuerza al mismo tiempo que sus cabellos pasaban de ser dorados a un tono rosado pálido. Sus ojos cambiaron a grisáceos y una inquietante aura mezcla de colores roja y morada le rodeaba. Una especie de partículas blancas de energía merodeaban a su alrededor. Su mirada se mostró bastante más engreída y miró a su jefe con una sonrisa siniestra. Contaba con la fuerza de su Warrior Extreme y ahora con aquella habilidad. Llevó su energía a la mano derecha y algo sucedió.
Un brillo rosado recorrió todo su brazo. Una especie de espada hecha de energía nació de su muñeca hacia delante, quedando todo el ancho de la mano cubierta. La hoja se estiró unos cuarenta centímetros de largo y siguió brillando con fuerza. Trató de formar otra en su otra mano, pero al parecer no era posible, ya que mientras se creaba, la anterior se desvanecía. Eso sí, podía cambiarla de zona a su gusto. Probó a crearla saliendo desde su pie y así fue. Finalmente la devolvió a su mano derecha y sonrió. Debido a su que no sabía manejar armas así, ahora tendría mucha ventaja, pues era su propio puño. Solo tenía que mover el brazo como si estuviese dando puñetazos. Dio un paso hacia delante y miró a Ivan.
- Aquí tienes todo mi poder actual…
Rápidamente cambió a la forma Diable Strong, pasando a medir cinco metros y manteniendo una fuerza descomunal. Encima, ahora de su zarpa surgía aquella espada. El color del guepardo ya no era naranja con manchas negras, era morado oscuro. El terrible salió corriendo hacia su líder, pero no en línea recta. Empezó a moverse en zigzag. Cuando estuvo a unos dos metros se frenó y usando toda su agilidad empezó a lanzar una serie de veloces tajos violentos hacia él. De hecho, la espada pareció oscurecerse debido a que el haki de armamento estaba concentrado en ella. Trataría de lanzar unos seis rápidos y violentos cortes y una vez lo hiciera, le diese o no, miraría a su jefe sonriendo de forma siniestra. El enorme monstruo abrió la boca con fuerza y rugió, justo para después empezar a reír.
- ¡Al fin el poder de un Dios es mío! – Gritó. Si había logrado herir a su jefe, dejaría su espada de energía cerca de su boca y lamería los goteos de sangre que cayeran de ella para también curarse más rápido la herida del costado.
- ¡Si no puedo averiguar la verdad, pararé los dos!
Lanzó un potente puñetazo con el puño derecho envuelto en todo su haki armadura, tomando este un color morado metálico al usar el armamento. Sumado al acero de su guantelete contaba con parar la espada. Entonces se dio cuenta de que allí no había nada. Llevó su otro guantelete a la zona del corte lo más rápido que pudo al mismo tiempo que Deri rodaba hacia un lado para evitarlo. Zero cayó al suelo y soltó un quejido de dolor. Su guantelete izquierdo había sido cortado al no tener el armamento en aquella zona y ahora el dorso de su mano estaba sangrando. Su costado también se había llevado un ataque que le hizo gritar un poco. Algo de sangre manó de él, pero agradeció que su guantelete paró todo el impacto principal. Zero se arrancó la chaqueta del kimono y se aferró con fuerza un nudo para presionar la herida. Tampoco fue para tanto, pero sería mejor así. Quedó con una camiseta interior negra. El guepardo miró su mano sangrando y no tardó en lamerla un poco mientras se quejaba por el dolor.
- Es muy rápido… ¡Deberíamos pensar en otro método de defensa! – Gritó el gusano al mismo tiempo que se colocaba en buena posición.
- De esto me ocupo yo… Échate a un lado, Deri.
Zero miró su propia sangre sintiendo unas tremendas ganas de continuar el entrenamiento. Al fin había encontrado la motivación necesaria. Terminó de sentir un increíble ardor por todo su cuerpo que logró controlar y mediante su canalización desató una terrible aura morada que le rodeó. Gritó con fuerza al mismo tiempo que sus cabellos pasaban de ser dorados a un tono rosado pálido. Sus ojos cambiaron a grisáceos y una inquietante aura mezcla de colores roja y morada le rodeaba. Una especie de partículas blancas de energía merodeaban a su alrededor. Su mirada se mostró bastante más engreída y miró a su jefe con una sonrisa siniestra. Contaba con la fuerza de su Warrior Extreme y ahora con aquella habilidad. Llevó su energía a la mano derecha y algo sucedió.
Un brillo rosado recorrió todo su brazo. Una especie de espada hecha de energía nació de su muñeca hacia delante, quedando todo el ancho de la mano cubierta. La hoja se estiró unos cuarenta centímetros de largo y siguió brillando con fuerza. Trató de formar otra en su otra mano, pero al parecer no era posible, ya que mientras se creaba, la anterior se desvanecía. Eso sí, podía cambiarla de zona a su gusto. Probó a crearla saliendo desde su pie y así fue. Finalmente la devolvió a su mano derecha y sonrió. Debido a su que no sabía manejar armas así, ahora tendría mucha ventaja, pues era su propio puño. Solo tenía que mover el brazo como si estuviese dando puñetazos. Dio un paso hacia delante y miró a Ivan.
- Aquí tienes todo mi poder actual…
Rápidamente cambió a la forma Diable Strong, pasando a medir cinco metros y manteniendo una fuerza descomunal. Encima, ahora de su zarpa surgía aquella espada. El color del guepardo ya no era naranja con manchas negras, era morado oscuro. El terrible salió corriendo hacia su líder, pero no en línea recta. Empezó a moverse en zigzag. Cuando estuvo a unos dos metros se frenó y usando toda su agilidad empezó a lanzar una serie de veloces tajos violentos hacia él. De hecho, la espada pareció oscurecerse debido a que el haki de armamento estaba concentrado en ella. Trataría de lanzar unos seis rápidos y violentos cortes y una vez lo hiciera, le diese o no, miraría a su jefe sonriendo de forma siniestra. El enorme monstruo abrió la boca con fuerza y rugió, justo para después empezar a reír.
- ¡Al fin el poder de un Dios es mío! – Gritó. Si había logrado herir a su jefe, dejaría su espada de energía cerca de su boca y lamería los goteos de sangre que cayeran de ella para también curarse más rápido la herida del costado.
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Tosió y escupió un esputo de sangre, para luego girar el torso hacia los lados crujiéndose la espalda. Gracias a haber bebido y emplear su Reserva de energías las heridas ya habían sanado casi del todo y se habían convertido en poco más que contusiones y algunas microrroturas en los músculos del torso donde estos se habían dañado con las costillas rotas. Aún le dolía la espalda, pues se había centrado en sanar la otra, pero estaba ya casi como nuevo. Observó con una sonrisa cómo nuevamente Zero cambiaba de aspecto y entraba en aquella forma descomunal que ya le había visto antes, pero ahora con el pelo de diferente color y aquella extraña cuchilla morada. No acababa de entender el por qué de convertirse en un jodido arcoiris a la hora de pelear, pero tampoco le daba importancia a eso. Lo que realmente la tenía era que ahora su compañero era mucho más fuerte y podría pelear sin contenerse en absoluto. Con una risotada salvaje, dejó caer a Valak y alzó a Vanator mientras una llama blanca brotaba del filo.
- ¡SÍ! ¡Eso es! - se relamió la sangre de los labios - ¡Dritter mond, Eis Halbmond!
La espada relució en un tono rojizo mientras Ivan cargaba contra el guepardo y lanzaba un tajo descendente, cruzando su propia onda cortante contra la cuchilla de Zero. Hubo un destello morado y un chorro de sangre saltó del pecho del vampiro, que retrocedió con una sonrisa demente. Comenzó a retroceder tratando de mantener las distancias entre ambos, tratando de desviar la cuchilla de energía con Vanator imbuida en haki de armadura, pero aunque fuese más hábil con armas de filo, la fuerza del luchador era simplemente aplastante y en un descuido se llevó otro corte en el brazo derecho y uno más en el costillar izquierdo. Ivan soltó un grito feroz, mezcla de entusiasmo y dolor. Cada herida le hacía sentirse totalmente vivo y cada intercambio era un estallido de pura adrenalina en su interior. ¿Era adrenalina siendo un vampiro? Probablemente no, pero se sentía como si lo fuera. Ningún rival había sido tan duro para él desde Billeno, y ni siquiera el hombre termita había demostrado tanto poder.
- Excelente... ¡Maravilloso! - su sonrisa se amplió aún más - Te felicito Zero. Te reconozco como un enemigo digno.
Envainó a Vanator y metió la mano en el interior del Manto, extrayendo una katana con el filo azul oscuro. Aún no estaba acostumbrado a la espada de su padre y si iba a hacer aquel ataque necesitaba algo que pudiera manejar con más facilidad. Se colocó en guardia mientras la hoja se volvía negra y comenzaba a envolverse en llamas blancas. Mientras tanto, las heridas de su torso y brazo comenzaron a cerrarse lentamente. Ivan respiró hondo y soltó el aire lentamente, con una expresión calmada. Entonces alzó de repente su mirada, con los ojos brillando intensamente en el mismo tono carmesí de antes. Esta vez no eran ningún engaño o treta; todo lo que se leía en su mirar era instinto asesino puro. En su mente había una única idea: atacar sin cuartel, golpear una y otra vez.
- Tanz des Vampirs: Bluthund
Con su katana vomitando fuego gélido y potenciada con su endurecimiento, se lanzó a su máxima velocidad hacia Zero, pasando a su lado con el filo del arma a ras de suelo para lanzarle un corte ascendente. Un rastro de suelo helado marcó su recorrido, y una bandada de murciélagos azules con las alas ennegrecidas apareció junto a él, rodeándole y siguiéndole en su recorrido. Así como apareció a la espalda del guepardo, volvió a desaparecer con la misma rapidez de antes y empezó a desplazarse en torno a él avanzando y retrocediendo mientras lanzaba una lluvia de golpes. La hierba alrededor se escarchó y congeló, pero salvo por eso el entorno no sufrió más consecuencias de su precisos golpes.
- La pelea aún no se ha acabado. ¡Muéstrame más de esa increíble fuerza! ¡Ven a mí! ¡Golpéame, córtame, destroza mi cuerpo! Aún queda mucha noche y pienso seguir jugando durante toda ella - parecía un auténtico demente, con una amplia sonrisa y los ojos inyectados en sangre.
Se paró frente al guepardo, con los antebrazos y el arma totalmente recubiertos del fuego blanco y largas garras azules brotando de sus dedos. Los murciélagos de energía que le habían estado acompañando comenzaron a volar velozmente a su alrededor formando un torbellino, para luego dispersarse en diferentes direcciones y deshacerse. El vampiro gruñó e hizo girar la katana en su mano. Al fin podía pelear sin tener que contenerse.
- ¡SÍ! ¡Eso es! - se relamió la sangre de los labios - ¡Dritter mond, Eis Halbmond!
La espada relució en un tono rojizo mientras Ivan cargaba contra el guepardo y lanzaba un tajo descendente, cruzando su propia onda cortante contra la cuchilla de Zero. Hubo un destello morado y un chorro de sangre saltó del pecho del vampiro, que retrocedió con una sonrisa demente. Comenzó a retroceder tratando de mantener las distancias entre ambos, tratando de desviar la cuchilla de energía con Vanator imbuida en haki de armadura, pero aunque fuese más hábil con armas de filo, la fuerza del luchador era simplemente aplastante y en un descuido se llevó otro corte en el brazo derecho y uno más en el costillar izquierdo. Ivan soltó un grito feroz, mezcla de entusiasmo y dolor. Cada herida le hacía sentirse totalmente vivo y cada intercambio era un estallido de pura adrenalina en su interior. ¿Era adrenalina siendo un vampiro? Probablemente no, pero se sentía como si lo fuera. Ningún rival había sido tan duro para él desde Billeno, y ni siquiera el hombre termita había demostrado tanto poder.
- Excelente... ¡Maravilloso! - su sonrisa se amplió aún más - Te felicito Zero. Te reconozco como un enemigo digno.
Envainó a Vanator y metió la mano en el interior del Manto, extrayendo una katana con el filo azul oscuro. Aún no estaba acostumbrado a la espada de su padre y si iba a hacer aquel ataque necesitaba algo que pudiera manejar con más facilidad. Se colocó en guardia mientras la hoja se volvía negra y comenzaba a envolverse en llamas blancas. Mientras tanto, las heridas de su torso y brazo comenzaron a cerrarse lentamente. Ivan respiró hondo y soltó el aire lentamente, con una expresión calmada. Entonces alzó de repente su mirada, con los ojos brillando intensamente en el mismo tono carmesí de antes. Esta vez no eran ningún engaño o treta; todo lo que se leía en su mirar era instinto asesino puro. En su mente había una única idea: atacar sin cuartel, golpear una y otra vez.
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Con su katana vomitando fuego gélido y potenciada con su endurecimiento, se lanzó a su máxima velocidad hacia Zero, pasando a su lado con el filo del arma a ras de suelo para lanzarle un corte ascendente. Un rastro de suelo helado marcó su recorrido, y una bandada de murciélagos azules con las alas ennegrecidas apareció junto a él, rodeándole y siguiéndole en su recorrido. Así como apareció a la espalda del guepardo, volvió a desaparecer con la misma rapidez de antes y empezó a desplazarse en torno a él avanzando y retrocediendo mientras lanzaba una lluvia de golpes. La hierba alrededor se escarchó y congeló, pero salvo por eso el entorno no sufrió más consecuencias de su precisos golpes.
- La pelea aún no se ha acabado. ¡Muéstrame más de esa increíble fuerza! ¡Ven a mí! ¡Golpéame, córtame, destroza mi cuerpo! Aún queda mucha noche y pienso seguir jugando durante toda ella - parecía un auténtico demente, con una amplia sonrisa y los ojos inyectados en sangre.
Se paró frente al guepardo, con los antebrazos y el arma totalmente recubiertos del fuego blanco y largas garras azules brotando de sus dedos. Los murciélagos de energía que le habían estado acompañando comenzaron a volar velozmente a su alrededor formando un torbellino, para luego dispersarse en diferentes direcciones y deshacerse. El vampiro gruñó e hizo girar la katana en su mano. Al fin podía pelear sin tener que contenerse.
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Los cuchillazos del guepardo fueron parados por el vampiro de forma admirable, aunque su mala brutalidad hizo que recibiera algunos daños. Sin duda la fruta del vampiro era un incordio. Clavó sus ojos grisáceos en él una vez terminó el envite de golpes y se quedó observándolo despacio. Estuvo a punto de lanzarse de nuevo cuando le vio sacar aquella espada azulada, pero entonces su aura eléctrica desapareció. Su brillo pasó a ser más tenue y sus cabellos bajaron el volumen. Su musculatura bajó también y eso le hizo ladear la cabeza, encima su torso rebajó su grosor también. No era posible. Sus habilidades habían cumplido el cupo hasta dentro de un buen rato y el Extreme no estaría listo hasta un par de horas. Frunció el ceño y dio un paso atrás observando a su oponente. Escuchó sus palabras y se alegró de ello. Ahora venía el dolor y estaba dispuesto a asumirlo.
Corrió de frente hacia él y cuando predijo el golpe ascendente lanzó un potente corte hacia su espada. El filo de energía se partió y eso hizo que los ojos del guepardo se abrieran más de la cuenta “¿Qué material es ese?” Un corte se marcó en su torso, el cual cruzaba desde los abdominales hasta el pectoral derecho. Soltó un quejido de dolor enorme y clavó una rodilla en el suelo. Se dio cuenta de que no estaba convertido en su forma Diable, más bien en la humana. Zero ladeó la ceja derecha y entonces cayó en la cuenta.
- Kairouseki…
Se dio la vuelta observando aquellos murciélagos y tragó saliva. Sus cabellos rosados daban ligeros cambios de tono a negro, como si su poder ya se estuviese desvaneciendo. Se giró sintiendo su olor tras él y lanzó una potente patada que impactó en el pecho de... No, fue como si atravesase a un fantasma. Su velocidad era demasiado difícil de seguir incluso con su haki. Gritó formando de nuevo su filo y empezó a bloquear sus golpes mientras miraba a sus ojos fijamente con el ceño fruncido. Su filo de energía se partió al tercer golpe de nuevo y eso le hizo dar una voltereta hacia atrás para evadir su siguiente ataque. Se agachó evadiendo su siguiente ataque y después de unos momentos se lanzó de frente a por Ivan, formando de nuevo el filo en su puño. Recibió cortes en los brazos, en el pecho y en todos y cada uno de ellos un frío infernal recorrerle. Al cabo de unos segundos, su oponente estaba frente a él. Vio los murciélagos desaparecer y dispersarse, pero no les dio importancia.
El color de pelo de Zero cambió a negro. Su energía desapareció y su filo de energía (El sexto que hizo en todo el esquive) con él. La sangre brotaba de su torso, de su frente, de los brazos y del abdomen. Cayó al suelo quedando bocabajo y el silencio reinó en aquel prado. Justo entonces su puño golpeó el suelo de forma bestial. La hierba escarchada tembló y el piso se agrietó un poco. Alzó la mirada observando a su jefe y después de unos segundos se puso en pie. Quería luchar toda la noche y le daría ese deseo hasta que no pudiera más. El dolor que tenía era inmenso y debido al material no pudo usar su forma híbrida ni siquiera. De un tirón violento se arrancó la sudadera naranja. Quedó con el torso desnudo al descubierto, el cual tenía cortes por todos lados. Su mirada era fría como el hielo. Sabía que ahora su fuerza no sería nada en comparación con la de Ivan y ni siquiera podría alcanzarle, pero le quedaba su haki. El armamento recubrió todo su brazo derecho, desde los dedos hasta el hombro. Cerró su ojo izquierdo al dolerle este por el cansancio y el sudor que cayó en él.
- ¡Chico, para! ¡Has llegado a tu límite! Todas tus técnicas están en reposo, no te queda nada. Si no paras vas a desmayarte. – Recriminó el gusano cabreándose y mostrando sus dientes.
- Silencio… No he terminado con él…
- ¡Mira tu maldito estado!
- ¡Cierra la boca! ¿Cómo demonios voy a protegerlo si ni siquiera puedo vencerle? ¡Voy a mostrar toda mi fuerza incluso si mi cuerpo no quiere moverse! – Gritó con toda su mala leche.
Su aura dorada estalló con fuerza haciendo la hierba temblar y un leve viento formarse a su alrededor. No pudo convertirse, pero estuvo a punto. Incluso si usaba su forma infernal sabía que podía, pero eso era condenar a la isla. Zero pisó con fuerza el suelo y salió disparado hacia su líder a la mayor velocidad posible. Con su brazo imbuido en el armamento y con el guantelete de acero eléctrico aun puesto, empezó a lanzar poderosos puñetazos contra él. Sabía que si ponía su katana en medio se iba a cortar, pero entonces aprovecharía para intentar darle golpes con las piernas o el otro brazo. Su objetivo se centró en el rostro, tratando de echarle los dientes abajo. A medida que golpeaba gritaba con fuerza y la sangre manaba de sus heridas.
- ¡Para! – Gritó Deri a nada de meterse.
- ¡Tatatatatatatatatata! ¡Souriaaah! ¡Uaaa! ¡Tatatatata! – Gritaba Zero lanzando golpe tras golpe y sabiendo que sus nudillos y mano estarían que daban pena.
Para finalizar estampó el puño en el aire con toda su mala hostia, tratando de formar su onda de choque más fuerte para lanzarlo a volar. Hecho aquello se mantuvo en pie mirando a Ivan con el ceño fruncido. Su cuerpo entero temblaba de forma exagerada y su corazón palpitaba como nunca. Empezó a ver un poco borroso, pero enseguida se mordió con violencia la mano para “despertarse”. Ni siquiera había recurrido a sus formas para aquel ataque. Abrió la boca todo lo que pudo al borde de caer al suelo y rugió como un animal salvaje. De nuevo realizó un estallido de energía que hizo su pelo cambiar levemente a rosado, pero enseguida volvió a negro. Finalmente, el luchador respiró de forma agitada y miró al vampiro tambaleándose.
- Vamos… No he terminado contigo, jefe… Te voy a derrotar…
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Ivan arqueó una ceja y su sonrisa se congeló, comenzando a borrarse lentamente. Aquello no era lo que había buscado, pensaba que Zero podría resistir aquello pero se había equivocado. ¿Tanta diferencia había entre ambos? Algo decepcionado, bajó la espada y pensó en parar aquella locura. Quería un combate excitante entre dos rivales en igualdad de condiciones, no darle una paliza a un enemigo derrotado. El viejo Ivan lo hubiese hecho sin dudarlo, pero aquel tipo era un cretino y un gilipollas. Ya no era así y no encontraba placer en ello, no había gloria ni desafío en derrotar a una presa herida. ¿Presa? ¿Eso era Zero? Algo en su interior se rebelaba contra la idea de considerar al moreno como un inferior, pero... ¿no lo era? Unas semanas de entrenamiento habían recortado tanto la distancia entre ambos que ya no podía ni atacarle en serio. Tal vez si hubiese podido mantener aquel increíble poder más tiempo, podían seguir luchando con todas sus fuerzas, pero parecía que no era algo que pudiese usar continuamente a diferencia de sus habilidades físicas sobrehumanas. "Al final la diferencia entre una zoan carnívora y una mitológica es demasiado grande" esbozó una mueca de decepción y negó con la cabeza, preparándose para darse la vuelta e irse.
- ¡Mira tu maldito estado!
- ¡Cierra la boca! ¿Cómo demonios voy a protegerlo si ni siquiera puedo vencerle? ¡Voy a mostrar toda mi fuerza incluso si mi cuerpo no quiere moverse!
Ivan se frenó en seco y abrió mucho los ojos. ¿Protegerle? ¿A él? Entonces recordó el juramento de Zero de servirle y protegerle, hacía ya más de dos años. Parecía que hubiese pasado una eternidad desde aquello... demasiado había ocurrido desde entonces y él ya no era la misma persona. En aquel momento la idea de tener un protector, época en la que tenía una mentalidad más inmadura y era más débil, no le había parecido mal. Ahora era... ¿insultante cuanto menos? No necesitaba a nadie que le hiciera de niñera y lo protegiera. No, era más, ¿por qué diablos era Zero su protector? Él había renunciado al apellido de Markov, a su herencia y a su posición en la isla. ¿Por qué? ¿No eran él y su padre protectores del reino? Sacudió la cabeza, confuso. No lo había pensado hasta entonces desde... bueno, desde su regreso, pero se suponía que el luchador estaba bajo su mando y aquello iba contra todo lo que quería crear en los Cuchillas. No quería a un grupo de servidores y guerreros a su mando, si quisiera algo así le bastaría con crear esclavos no muertos que trabajaran por él. Y los no muertos no estaban mal para cuando hacían falta varias manos extra (siempre que no se las fueran dejando por ahí) pero... no era eso lo que buscaba en absoluto. Se giró hacia Zero con una mueca de furia y paró su primer puñetazo agarrándole el puño, con el brazo imbuido en haki y los ojos brillándole en tono carmesí de nuevo.
- No lo entiendes. ¡Eres un idiota, Zero!
Ignoró el dolor de la descarga y del golpe, que le dolió pese al haki y que ahora el moreno era mucho más débil, y dio un grito mientras sus dos brazos se volvían de color negro metálico. Tiró la katana a un lado y comenzó a devolverle los golpes mientras encajaba los del otro, dispuesto a no parar ni uno solo. Los encajaría todos con su cuerpo y su haki. Cada ataque de Zero suponía una nueva herida pese a su busoushoku, y aunque no eran graves, se acumulaban. Pero por cada uno de ellos, Ivan devolvía otro con toda su fuerza. ¿Por qué hacía eso? ¿Por qué dejarse dar todos esos golpes? ¿Qué intentaba demostrarle? "Debo estar tan tarado como la chalada de mi hermana." Jadeó, cansado. La regeneración tenía sus límites, y aunque no sentía cansancio físico, no en el sentido mortal del término, hasta el poder de un vampiro tenía un fin. Se había alimentado bien, pero el combate había sido muy intento y le estaba dando tanto trabajo a sus poderes que sentía poco a poco su fuerza mermando. Finalmente un puñetazo de Zero en la cara lo hizo retroceder y escupir un diente. ¿Qué estaban haciendo? Hacía rato que eso había dejado de ser un entrenamiento y se había convertido en una pelea. Pero eso daba igual, era una pelea entre... ¿nakamas, compañero... amigos? y si no le daban un final, ninguno de los dos quedaría tranquilo. Anticipándose a una posible interrupción del gusano, se giró en su dirección con una mueca feroz y mostrando toda su vena asesina con su mirada.
- Ni se te ocurra... pararnos. Esto es entre nosotros.
Un nuevo golpe y volvió a retroceder, escupiendo sangre. Si hubiese empleado sus armas en vez de lanzarse al cuerpo a cuerpo ya habría vencido hacía rato. Así pues, ¿por qué? Seguía sin tener respuestas. ¿Quería dejar ganar a Zero? ¿Quería hacer aquello más justo? La Voz de Zero le alertó, mostrándole una visión de sí mismo volando por los aires. ¡No! Se negaba a ceder ni un palmo de terreno. Clavó firmemente ambos pies en el suelo y se puso en una pose más estable al tiempo que se recubría con su haki, y aún así la fuerte onda de choque lo derribó, haciéndole probar el sabor del suelo. Escupió torpemente una mezcla de saliva, polvo y sangre y se incorporó temblando. El guepardo no estaba en mucho mejor estado. Intentaba nuevamente activar sus estados de combate y su pelo oscilaba entre el negro y un rosa pálido, pero no logró nada. Ivan notó su alma caerse a sus pies al escuchar sus palabras, y sin que el vampiro lo percibiera (y si lo hacía nunca lo admitiría), una lágrima de rabia y pena rodó por su mejilla.
- Zero... eres un auténtico idiota. No me cansaré de repetirlo. ¿Qué coño te crees? - enseñó los colmillos y apretó su maltrecho puño mientras volvía a teñirse de negro - ¿No puedes entenderlo? ¡No puedes vencer! ¡No quiero que venzas!
Gritando corrió hacia él con el puño echado hacia atrás, y al llegar le lanzó un directo con las mermadas fuerzas que le restaban al torso. Inicialmente iba a la cara, pero trastabilló y la postura le falló. Recuperó el equilibrio como pudo y se alejó un paso tambaleándose. Jadeando y con una mirada de rabia, observó al guepardo. Sentía algo en su interior que en su vida jamás había tenido antes. Zero no podía ser su subordinado. No, en absoluto.
- No tienes que protegerme. ¡Joder! No quiero protección. ¡Maldita sea, Zero! No sólo no eres más fuerte que yo, ¡si no que no lo querría así - frunció el ceño y respiró hondo bruscamente - Si necesitara protección, si tuviese a un subordinado más fuerte que yo... ¿qué clase de cazador sería? ¿Qué clase de guerrero? Me prometí superar al imbécil de mi viejo y no dejar que nadie nunca más pudiera volver a mirarme por encima del hombro, a llamarme presa de nuevo. Desde hoy, ya no eres mi protector ni mi subordinado.
Cerró los ojos y trató de relajarse, preguntándose a dónde llevaba todo aquello. ¿Qué quería hacer? ¿Quería que Zero siguiera viajando con él? La respuesta era por supuesto. Y creía empezar a entenderlo. Hasta entonces nunca había tenido un amigo de verdad. Compañeros, gente con gustos comunes, pero nunca una persona con la que sintiera un auténtico vínculo de amistad. Y joder, aquel capullo con sus chorradas había logrado ganarse un hueco a su lado. Aquellas semanas viajando juntos habían sido de las más divertidas de su vida y que un rayo lo partiera si no le había cogido cariño y lo echaría de menos de tener que volver a viajar solo. Se acercó a él y le tendió la mano.
- Eres demasiado fuerte para ser mi subordinado. Y no querría que la persona que quiero que sea lo bastante fuerte como para medirse conmigo lo fuera. Zero, eres un pedazo de idiota - repitió negando con la cabeza - No quiero que sigas siendo mi protector. Quiero que seas mi amigo.
- ¡Mira tu maldito estado!
- ¡Cierra la boca! ¿Cómo demonios voy a protegerlo si ni siquiera puedo vencerle? ¡Voy a mostrar toda mi fuerza incluso si mi cuerpo no quiere moverse!
Ivan se frenó en seco y abrió mucho los ojos. ¿Protegerle? ¿A él? Entonces recordó el juramento de Zero de servirle y protegerle, hacía ya más de dos años. Parecía que hubiese pasado una eternidad desde aquello... demasiado había ocurrido desde entonces y él ya no era la misma persona. En aquel momento la idea de tener un protector, época en la que tenía una mentalidad más inmadura y era más débil, no le había parecido mal. Ahora era... ¿insultante cuanto menos? No necesitaba a nadie que le hiciera de niñera y lo protegiera. No, era más, ¿por qué diablos era Zero su protector? Él había renunciado al apellido de Markov, a su herencia y a su posición en la isla. ¿Por qué? ¿No eran él y su padre protectores del reino? Sacudió la cabeza, confuso. No lo había pensado hasta entonces desde... bueno, desde su regreso, pero se suponía que el luchador estaba bajo su mando y aquello iba contra todo lo que quería crear en los Cuchillas. No quería a un grupo de servidores y guerreros a su mando, si quisiera algo así le bastaría con crear esclavos no muertos que trabajaran por él. Y los no muertos no estaban mal para cuando hacían falta varias manos extra (siempre que no se las fueran dejando por ahí) pero... no era eso lo que buscaba en absoluto. Se giró hacia Zero con una mueca de furia y paró su primer puñetazo agarrándole el puño, con el brazo imbuido en haki y los ojos brillándole en tono carmesí de nuevo.
- No lo entiendes. ¡Eres un idiota, Zero!
Ignoró el dolor de la descarga y del golpe, que le dolió pese al haki y que ahora el moreno era mucho más débil, y dio un grito mientras sus dos brazos se volvían de color negro metálico. Tiró la katana a un lado y comenzó a devolverle los golpes mientras encajaba los del otro, dispuesto a no parar ni uno solo. Los encajaría todos con su cuerpo y su haki. Cada ataque de Zero suponía una nueva herida pese a su busoushoku, y aunque no eran graves, se acumulaban. Pero por cada uno de ellos, Ivan devolvía otro con toda su fuerza. ¿Por qué hacía eso? ¿Por qué dejarse dar todos esos golpes? ¿Qué intentaba demostrarle? "Debo estar tan tarado como la chalada de mi hermana." Jadeó, cansado. La regeneración tenía sus límites, y aunque no sentía cansancio físico, no en el sentido mortal del término, hasta el poder de un vampiro tenía un fin. Se había alimentado bien, pero el combate había sido muy intento y le estaba dando tanto trabajo a sus poderes que sentía poco a poco su fuerza mermando. Finalmente un puñetazo de Zero en la cara lo hizo retroceder y escupir un diente. ¿Qué estaban haciendo? Hacía rato que eso había dejado de ser un entrenamiento y se había convertido en una pelea. Pero eso daba igual, era una pelea entre... ¿nakamas, compañero... amigos? y si no le daban un final, ninguno de los dos quedaría tranquilo. Anticipándose a una posible interrupción del gusano, se giró en su dirección con una mueca feroz y mostrando toda su vena asesina con su mirada.
- Ni se te ocurra... pararnos. Esto es entre nosotros.
Un nuevo golpe y volvió a retroceder, escupiendo sangre. Si hubiese empleado sus armas en vez de lanzarse al cuerpo a cuerpo ya habría vencido hacía rato. Así pues, ¿por qué? Seguía sin tener respuestas. ¿Quería dejar ganar a Zero? ¿Quería hacer aquello más justo? La Voz de Zero le alertó, mostrándole una visión de sí mismo volando por los aires. ¡No! Se negaba a ceder ni un palmo de terreno. Clavó firmemente ambos pies en el suelo y se puso en una pose más estable al tiempo que se recubría con su haki, y aún así la fuerte onda de choque lo derribó, haciéndole probar el sabor del suelo. Escupió torpemente una mezcla de saliva, polvo y sangre y se incorporó temblando. El guepardo no estaba en mucho mejor estado. Intentaba nuevamente activar sus estados de combate y su pelo oscilaba entre el negro y un rosa pálido, pero no logró nada. Ivan notó su alma caerse a sus pies al escuchar sus palabras, y sin que el vampiro lo percibiera (y si lo hacía nunca lo admitiría), una lágrima de rabia y pena rodó por su mejilla.
- Zero... eres un auténtico idiota. No me cansaré de repetirlo. ¿Qué coño te crees? - enseñó los colmillos y apretó su maltrecho puño mientras volvía a teñirse de negro - ¿No puedes entenderlo? ¡No puedes vencer! ¡No quiero que venzas!
Gritando corrió hacia él con el puño echado hacia atrás, y al llegar le lanzó un directo con las mermadas fuerzas que le restaban al torso. Inicialmente iba a la cara, pero trastabilló y la postura le falló. Recuperó el equilibrio como pudo y se alejó un paso tambaleándose. Jadeando y con una mirada de rabia, observó al guepardo. Sentía algo en su interior que en su vida jamás había tenido antes. Zero no podía ser su subordinado. No, en absoluto.
- No tienes que protegerme. ¡Joder! No quiero protección. ¡Maldita sea, Zero! No sólo no eres más fuerte que yo, ¡si no que no lo querría así - frunció el ceño y respiró hondo bruscamente - Si necesitara protección, si tuviese a un subordinado más fuerte que yo... ¿qué clase de cazador sería? ¿Qué clase de guerrero? Me prometí superar al imbécil de mi viejo y no dejar que nadie nunca más pudiera volver a mirarme por encima del hombro, a llamarme presa de nuevo. Desde hoy, ya no eres mi protector ni mi subordinado.
Cerró los ojos y trató de relajarse, preguntándose a dónde llevaba todo aquello. ¿Qué quería hacer? ¿Quería que Zero siguiera viajando con él? La respuesta era por supuesto. Y creía empezar a entenderlo. Hasta entonces nunca había tenido un amigo de verdad. Compañeros, gente con gustos comunes, pero nunca una persona con la que sintiera un auténtico vínculo de amistad. Y joder, aquel capullo con sus chorradas había logrado ganarse un hueco a su lado. Aquellas semanas viajando juntos habían sido de las más divertidas de su vida y que un rayo lo partiera si no le había cogido cariño y lo echaría de menos de tener que volver a viajar solo. Se acercó a él y le tendió la mano.
- Eres demasiado fuerte para ser mi subordinado. Y no querría que la persona que quiero que sea lo bastante fuerte como para medirse conmigo lo fuera. Zero, eres un pedazo de idiota - repitió negando con la cabeza - No quiero que sigas siendo mi protector. Quiero que seas mi amigo.
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Zero continuaba jadeando a medida que continuaba canalizando su energía lo mejor posible en aquella forma de cabellos rosados. Debía de haber algún truco para volver a usarla. Empezó a pensar en lo que había hecho. La clave fue dejar salir toda su emoción en la pelea, debía buscar una que superase aquello. Mostró una sonrisa calmada a medida que Ivan hablaba y corría hacia él. Sus palabras le daban igual, pues sabía que podía vencer con el entrenamiento adecuado. Él había mostrado a Ivan el poder del haki y él superaría dicho problema con su sudor y esfuerzo. Soltó un suspiro mezcla de dolor y de impotencia. Sabía que recibiría más ataques y bastante sorprendido estaba de que su líder hubiese usado los puños en lugar de un arma. Sonrió de forma amplia y su ojo derecho quedó cerrado de nuevo a medida que respiraba con fuerza.
Al ver las intenciones del puñetazo el moreno se preparó para que su mejilla quedase hundida hacia dentro, pero aquello no llegó a pasar. Se quedó mirando el estado del peliblanco y estuvo a nada de caer de espaldas. El gusano miraba alerta y con una seriedad nunca vista. Zero se dio cuenta de que sus manos estaban temblando. Miraba a Ivan de forma algo extraña debido a que ya lo veía por dos veces en vez de una. Escupió sangre a un lado y notó las heridas escocerle como nunca. Era una suerte haber bebido un poco de sangre del albino. De hecho ¿Cómo sería vivir una guerra mayor a la de Síderos? Quería otra. Habría luchado junto a Ivan, pero fue enviado como espía a Sarka y bien que cumplió su trabajo. Justo en ese momento escuchó las palabras que le dijo, indicando que ya no era su protector. Los ojos del chico se abrieron de forma alarmante ¿Lo había echado? No podía volver a casa con aquella noticia…
- ¡¿Mmmmmm?!
Se sobresaltó bastante y no tardó mucho en agachar la cabeza. Clavó ambas rodillas en el suelo y notó la sangre resbalar por su pecho. Estaba a nada de quedar fuera de fuego. No quería hacerlo. Lo último que deseaba era despertar al amanecer y verse solo junto a Deri. Negó con la cabeza haciendo un esfuerzo por mantenerse consciente. Pudo ver su mano y entonces la estrechó débilmente, con lo que logró levantarse de aquella forma a duras penas. Continuó escuchando su frase hasta llegar a la última parte. Fue en ese momento cuando sus cabellos pasaron a ser rosados de nuevo y su aura emergió. Aquella noticia le hizo emocionarse tanto que recordó la sensación anterior, pero con bastante más facilidad. Sonrió dándose cuenta de que lo había logrado y después anuló su poder volviendo a ser moreno. Se quedó mirando a los ojos de Ivan y tan solo dijo una sola palabra.
- Gracias.
Después de aquello el guepardo cerró sus ojos viendo todo apagarse. Si Ivan no lo sostenía lo haría Deri, pero el gusano ya sabía que el peliblanco lo haría. Soltó un enorme suspiro y negó con la cabeza. El moreno era demasiado entusiasta y siempre lo daba todo por las personas que quería. Así como lo hizo con Eichi y ahora con Ivan. Si alguien alguna vez osaba tocar a sus amigos, verían su verdadera ira. Incluso en la pelea no mostró su carta secreta. Aquel terrible ser que tan solo usó en Péndragon durante aquel combate. Ahora tan solo quería descansar.
Al ver las intenciones del puñetazo el moreno se preparó para que su mejilla quedase hundida hacia dentro, pero aquello no llegó a pasar. Se quedó mirando el estado del peliblanco y estuvo a nada de caer de espaldas. El gusano miraba alerta y con una seriedad nunca vista. Zero se dio cuenta de que sus manos estaban temblando. Miraba a Ivan de forma algo extraña debido a que ya lo veía por dos veces en vez de una. Escupió sangre a un lado y notó las heridas escocerle como nunca. Era una suerte haber bebido un poco de sangre del albino. De hecho ¿Cómo sería vivir una guerra mayor a la de Síderos? Quería otra. Habría luchado junto a Ivan, pero fue enviado como espía a Sarka y bien que cumplió su trabajo. Justo en ese momento escuchó las palabras que le dijo, indicando que ya no era su protector. Los ojos del chico se abrieron de forma alarmante ¿Lo había echado? No podía volver a casa con aquella noticia…
- ¡¿Mmmmmm?!
Se sobresaltó bastante y no tardó mucho en agachar la cabeza. Clavó ambas rodillas en el suelo y notó la sangre resbalar por su pecho. Estaba a nada de quedar fuera de fuego. No quería hacerlo. Lo último que deseaba era despertar al amanecer y verse solo junto a Deri. Negó con la cabeza haciendo un esfuerzo por mantenerse consciente. Pudo ver su mano y entonces la estrechó débilmente, con lo que logró levantarse de aquella forma a duras penas. Continuó escuchando su frase hasta llegar a la última parte. Fue en ese momento cuando sus cabellos pasaron a ser rosados de nuevo y su aura emergió. Aquella noticia le hizo emocionarse tanto que recordó la sensación anterior, pero con bastante más facilidad. Sonrió dándose cuenta de que lo había logrado y después anuló su poder volviendo a ser moreno. Se quedó mirando a los ojos de Ivan y tan solo dijo una sola palabra.
- Gracias.
Después de aquello el guepardo cerró sus ojos viendo todo apagarse. Si Ivan no lo sostenía lo haría Deri, pero el gusano ya sabía que el peliblanco lo haría. Soltó un enorme suspiro y negó con la cabeza. El moreno era demasiado entusiasta y siempre lo daba todo por las personas que quería. Así como lo hizo con Eichi y ahora con Ivan. Si alguien alguna vez osaba tocar a sus amigos, verían su verdadera ira. Incluso en la pelea no mostró su carta secreta. Aquel terrible ser que tan solo usó en Péndragon durante aquel combate. Ahora tan solo quería descansar.
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