Joseph Leto
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Me encontraba en la base marina de Shelltown descansando tras ser mandado allí por una sospecha de posible traición dentro del cuerpo destacado en la isla. Según se me había informado, los superiores notaban algo raro en los informes de la isla y algunos rumores mezclados con noticias llegaron a oídos de los jefes de la marina. Debido a que no querían que la imagen de la marina se derrumbase, decidieron enviar a un marine de un rango ligeramente avanzado para comprobar si los rumores y las noticias eran ciertas y solucionar el problema de ser necesario. De normal no se enviaría a un comandante a este tipo de misiones, pero debido a mi personalidad los superiores creyeron que era el más adecuado para la misión. Para evitar llamar mucho la atención solo llevaba conmigo mi enorme cruz como arma ya que en un principio solo debía observar los sucesos.
Por el momento estaba en la habitación que me habían asignado durante mi estancia. Todo parecía normal pero no por ello bajaría la guardia, sino que, al contrario, agudizaría los sentidos pues si la corrupción es cierta los involucrados serán muy cuidadosos y no actuarán de forma sospechosa. Tras un rato logré dejarlo todo bien arreglado y en su sitio ya que, pese a mis problemas de personalidad en realidad soy una persona muy ordenada. Una vez con la habitación dispuesta acorde a mis preferencias decidí salir a dar una vuelta por la ciudad y ver cómo era la situación y si los marines de la isla hacían bien su trabajo.
Mientras caminaba por la ciudad maldecía mentalmente a mis superiores por mandarme un trabajo tan engorroso y aburrido, era el típico trabajo que más odiaba hacer, pero mientras no ascendiera en la marina debería seguir las órdenes por mucho que me molestasen. No llevaba el típico uniforme de la marina, sino que uno propio que era básicamente un modelo oscuro con la chaqueta de cuero de mi padre con el emblema de la marina tanto en el pecho como en la espalda, aunque este último era tapado por mi enorme cruz, mi arma más fiel.
Por el momento estaba en la habitación que me habían asignado durante mi estancia. Todo parecía normal pero no por ello bajaría la guardia, sino que, al contrario, agudizaría los sentidos pues si la corrupción es cierta los involucrados serán muy cuidadosos y no actuarán de forma sospechosa. Tras un rato logré dejarlo todo bien arreglado y en su sitio ya que, pese a mis problemas de personalidad en realidad soy una persona muy ordenada. Una vez con la habitación dispuesta acorde a mis preferencias decidí salir a dar una vuelta por la ciudad y ver cómo era la situación y si los marines de la isla hacían bien su trabajo.
Mientras caminaba por la ciudad maldecía mentalmente a mis superiores por mandarme un trabajo tan engorroso y aburrido, era el típico trabajo que más odiaba hacer, pero mientras no ascendiera en la marina debería seguir las órdenes por mucho que me molestasen. No llevaba el típico uniforme de la marina, sino que uno propio que era básicamente un modelo oscuro con la chaqueta de cuero de mi padre con el emblema de la marina tanto en el pecho como en la espalda, aunque este último era tapado por mi enorme cruz, mi arma más fiel.
Charlotte Ryucci
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Era un día como cualquier otro, el clima se prestaba notablemente agradable pese a que las nubes predominaban en un diurno firmamento. Los matices y tonos grisáceos en el cielo, presencias imponentes que ocultaban al sol de la vista, hacían un buen juego con Shells Town dando la ilusión de completo orden en un día que pintaba ser tranquilo. Por suerte el viento estuvo apenas presente, algunas ventiscas sutiles se paseaban por todo el área de forma necesaria purificando un ambiente tan formal como lo es una base Marine. Los individuos, tanto Marines como simple transeúntes, se trasladaban por las calles con el fin de continuar con sus obligaciones y labores del día.
Existían en aquel entonces 3 tipos de personas circulando por la ciudad: Los que se movían audazmente por la ciudad, yendo y viniendo, cumpliendo de forma correcta con sus obligaciones, luchadores experimentados en el arte de sobrevivir el día a día para recibir un sueldo justo a final de mes. Quienes sólo paseaban y disfrutaban de un clima agradable del que se podía presagiar la llegada de la lluvia, quienes deleitaban su vista y fomentaban sus deseos de progreso siendo cautivados por el contenido de infinidad de vidrieras, infinidad de productos en muestra colocados cautelosamente para resultar atractivo ante el subconsciente humano. Y, en un último pero no menos importante grupo, Charlotte; quien no tenía la más mínima idea de a dónde tenía que ir y qué tenía que hacer.
Recién llegada a la isla debía integrarse al grupo junto con los demás miembros de su mencionada facción, ese día y solamente por ese día estaba libre en pos de asentarse en la ciudad correctamente y no tener problema alguno al otro día para comenzar a trabajar. No estaba de vacaciones ni era una simple viajera, como habrán deducido, la enviaron allí para que pudiese relacionarse con Marines más experimentados y formarse adecuadamente: Como es de común saber, hay ciertos consejos y formación que un curso jamás podría dar.
Se notaba a leguas que ella no era de allí, su vista se halló completamente perdida, observaba todo su entorno intentando reconocer y tomar toda la información que pudiese para no perderse al otro día. Miraba carteles, calles, establecimientos, sitios de entretenimiento, todo lo que le pudiese servir para orientarse y no llegar tarde en su primer día de trabajo oficial. ¿Qué le tocaría hacer al otro día? ¿Qué aventuras el destino guardaba celosamente para ella? Posiblemente trapear el piso, limpiar a algún lugar, pasar noches de guardia, limpiar los baños entre otros sin fin de actividades que dejan para los novatos con ilusiones y hambre de grandeza.
Se dirigía al departamento que se le había asignado, para dar una buena impresión vestía con una camisa blanca al cuerpo, unos zapatos negros de tacón fino que dominaba a la perfección, una falda de vestir color grafito que desbordaba formalidad y unos pequeños pendientes de plata que se había comprado con mucho esfuerzo y ahorros. Su posición económica no es de las más privilegiadas, así que esta es una oportunidad como pocas se presentan en la vida para vivir cómodamente y continuar con sus estudios como aspirante a médica. ¡Todo iba genial! La gente la observaba con detenimiento, ella se veía imponente ante la vista ajena por tan sensual y vehemente forma de caminar, con cada paso lucía sus esculpidas piernas, era como una princesa en su mundo y eso no agradó del todo a ciertas personas.
Cuando poco le faltó para llegar, podría decirse que unos 200 metros, fue interrumpida por un grupo reducido de Marines quiénes tenían sus ojos puestos en la esbelta novata. Charlotte intentó hacer la vista gorda, sonreía con inocencia mientras que sus orbes apenas se cruzaron con la agresiva y punzante mirada de los extraños. No tenía forma de comprender de por qué la miraban así, tampoco iba a perder el tiempo con peleas ya que podría arruinar su reputación y la hoja de su katana no debía mancharse con sangre todavía… Aún así, algo había que hacer, no podía simplemente ignorarlos ya que quedaría como una miedosa y arriesgarse a tener un mal concepto por ello no era lo recomendable.
- Hola, ¿Necesitan algo? - Preguntó en un tono dulce y naturalmente apacible, amigable, como si fueran compañeros desde antes. Seguía esbozando una pequeña sonrisa, elevó su mano como gesto de saludo y tras detenerse un breve instante para su saludo continuó con su camino. Por alguna razón, esto los hizo reír lo suficientemente fuerte como para incomodarla, los 4 Marines la seguían lentamente por detrás, Lotte iba a olvidar todo y dejarlo como estaba si no fuese por el comentario de uno que parecía conocerla, comentario que fue pronunciado con un tono alto y obvias intenciones de provocar.
- Que ese idiota de tu mentor te haya recomendado no quiere decir que tengas madera para estar aquí, el cobarde sólo quiere una perra sumisa como tú para que haga su trabajo. Nosotros tuvimos que esforzarnos para entrar, y tú tan sólo… - Antes de que pudiera terminar, Charlotte estaba lista para atacar, su dedo pulgar deslizó suavemente pequeña parte de su katana hacia fuera revelando unos centímetros de la hoja. Respiró profundamente para tranquilizarse, realmente no quería lastimar a nadie así que advirtió con ímpetu. - No hables así de él o... -
Existían en aquel entonces 3 tipos de personas circulando por la ciudad: Los que se movían audazmente por la ciudad, yendo y viniendo, cumpliendo de forma correcta con sus obligaciones, luchadores experimentados en el arte de sobrevivir el día a día para recibir un sueldo justo a final de mes. Quienes sólo paseaban y disfrutaban de un clima agradable del que se podía presagiar la llegada de la lluvia, quienes deleitaban su vista y fomentaban sus deseos de progreso siendo cautivados por el contenido de infinidad de vidrieras, infinidad de productos en muestra colocados cautelosamente para resultar atractivo ante el subconsciente humano. Y, en un último pero no menos importante grupo, Charlotte; quien no tenía la más mínima idea de a dónde tenía que ir y qué tenía que hacer.
Recién llegada a la isla debía integrarse al grupo junto con los demás miembros de su mencionada facción, ese día y solamente por ese día estaba libre en pos de asentarse en la ciudad correctamente y no tener problema alguno al otro día para comenzar a trabajar. No estaba de vacaciones ni era una simple viajera, como habrán deducido, la enviaron allí para que pudiese relacionarse con Marines más experimentados y formarse adecuadamente: Como es de común saber, hay ciertos consejos y formación que un curso jamás podría dar.
Se notaba a leguas que ella no era de allí, su vista se halló completamente perdida, observaba todo su entorno intentando reconocer y tomar toda la información que pudiese para no perderse al otro día. Miraba carteles, calles, establecimientos, sitios de entretenimiento, todo lo que le pudiese servir para orientarse y no llegar tarde en su primer día de trabajo oficial. ¿Qué le tocaría hacer al otro día? ¿Qué aventuras el destino guardaba celosamente para ella? Posiblemente trapear el piso, limpiar a algún lugar, pasar noches de guardia, limpiar los baños entre otros sin fin de actividades que dejan para los novatos con ilusiones y hambre de grandeza.
Se dirigía al departamento que se le había asignado, para dar una buena impresión vestía con una camisa blanca al cuerpo, unos zapatos negros de tacón fino que dominaba a la perfección, una falda de vestir color grafito que desbordaba formalidad y unos pequeños pendientes de plata que se había comprado con mucho esfuerzo y ahorros. Su posición económica no es de las más privilegiadas, así que esta es una oportunidad como pocas se presentan en la vida para vivir cómodamente y continuar con sus estudios como aspirante a médica. ¡Todo iba genial! La gente la observaba con detenimiento, ella se veía imponente ante la vista ajena por tan sensual y vehemente forma de caminar, con cada paso lucía sus esculpidas piernas, era como una princesa en su mundo y eso no agradó del todo a ciertas personas.
Cuando poco le faltó para llegar, podría decirse que unos 200 metros, fue interrumpida por un grupo reducido de Marines quiénes tenían sus ojos puestos en la esbelta novata. Charlotte intentó hacer la vista gorda, sonreía con inocencia mientras que sus orbes apenas se cruzaron con la agresiva y punzante mirada de los extraños. No tenía forma de comprender de por qué la miraban así, tampoco iba a perder el tiempo con peleas ya que podría arruinar su reputación y la hoja de su katana no debía mancharse con sangre todavía… Aún así, algo había que hacer, no podía simplemente ignorarlos ya que quedaría como una miedosa y arriesgarse a tener un mal concepto por ello no era lo recomendable.
- Hola, ¿Necesitan algo? - Preguntó en un tono dulce y naturalmente apacible, amigable, como si fueran compañeros desde antes. Seguía esbozando una pequeña sonrisa, elevó su mano como gesto de saludo y tras detenerse un breve instante para su saludo continuó con su camino. Por alguna razón, esto los hizo reír lo suficientemente fuerte como para incomodarla, los 4 Marines la seguían lentamente por detrás, Lotte iba a olvidar todo y dejarlo como estaba si no fuese por el comentario de uno que parecía conocerla, comentario que fue pronunciado con un tono alto y obvias intenciones de provocar.
- Que ese idiota de tu mentor te haya recomendado no quiere decir que tengas madera para estar aquí, el cobarde sólo quiere una perra sumisa como tú para que haga su trabajo. Nosotros tuvimos que esforzarnos para entrar, y tú tan sólo… - Antes de que pudiera terminar, Charlotte estaba lista para atacar, su dedo pulgar deslizó suavemente pequeña parte de su katana hacia fuera revelando unos centímetros de la hoja. Respiró profundamente para tranquilizarse, realmente no quería lastimar a nadie así que advirtió con ímpetu. - No hables así de él o... -
Joseph Leto
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mientras caminaba por las calles de Shelltown me dejaba acariciar por la ligera brisa que corría de vez en cuando y disfrutaba del agradable clima del día. De vez en cuando levantaba mi vista al cielo para ver la única imagen que formaban las nubes en el cielo pues, aunque muchos creyesen que las nubes están quietas en realidad se mueven y además no siempre se conforman de la misma manera, por lo que cada vez que se nubla el cielo la imagen formada cambia. Normalmente disfrutaría calmadamente de este clima y del ambiente pues era una de las cosas que más me agradaban, descansar y no hacer mucho. Sin embargo, en este caso no podía disfrutarlo del todo ya que en el fondo me encontraba en una de las misiones más insulsas y sin emoción, algo que realmente detestaba.
Mis pasos eran calmados y serenos pues de lo contrario llamaría aún más la atención y eso no era algo que me conviniese en estos momentos. Mientras caminaba más de uno se quedaba mirándome, algunos por el arma que llevaba a la espalda, otros por el color de mis ojos y de mi pelo, otros por los tatuajes y algunos por todo a la vez. Afortunadamente mi colgante más preciado lo llevaba oculto bajo la camisa sino sí que llamaría la atención más de lo necesario, incluso de forma negativa. Mientras caminaba mi mente empezó a sumergirse en una batalla de personalidades de entre las muchas que podían ocurrir al día, una batalla que solo yo conocía y sufría. Naturalmente eso no importaría, pero en una misión donde la discreción era importante, si la personalidad resultante fuese una de las que prefieren llamar la atención o ir a lo bruto, la misión estaría en riesgo.
Afortunadamente la personalidad que ganó la batalla era una de las más serias, la del justiciero, una personalidad que pone la justicia por encima de todo. Al cabo de unas calles vi algo que no me gustó para nada, un grupo de marines persiguiendo a una muchacha, algo que me parecía cobarde y de muy poco decoro. Me acerqué con calma al lugar como quien simplemente pasaba por el lugar y llegué a escuchar como los muchachos empezaban insultando al que parecía ser el mentor de la joven para luego insultar a la joven de la forma más baja posible. En ese momento la muchacha empezó a desenvainar su katana por lo que sería mejor intervenir y evitar un conflicto en mitad de la ciudad. Me detuve justo al lado de la muchacha y dije
¿Qué os tuvisteis que esforzar? Muy buen chiste. Os vi en los entrenamientos y lo único que hacíais era correr y quejaros como niños pequeños. Incluso cuando lo único que había que hacer era limpiar el patio erais pillados escabulléndoos del deber y acababais siendo los únicos en limpiar como castigo. El único motivo por el que estáis aquí es porque el instructor se cansó de vosotros y os encasquetó a otro pobre desgraciado. Incluso recuerdo que a vosotros os pillé robando y probándoos la ropa de las marines cuando creíais estar a solas. Si aun así queréis seguir buscando problemas yo mismo os enfrentaré.
Mis ojos escarlatas miraban fijamente a los marines que parecían paralizados por algún motivo. Ninguno se movía ni decía nada hasta que uno empezó a balbucear diciendo >A-ahora que recuerdo debemos limpiar los baños.< Para acto seguido salir corriendo del lugar como perro asustado. Me giré hacia la muchacha y dije Espero que no le moleste que haya intervenido, pero como superior de esos idiotas no podía dejar que mancharan de esa forma la reputación de la marina. Ya me encargaré luego de que aprendan a comportarse como un marine de provecho.
Mis pasos eran calmados y serenos pues de lo contrario llamaría aún más la atención y eso no era algo que me conviniese en estos momentos. Mientras caminaba más de uno se quedaba mirándome, algunos por el arma que llevaba a la espalda, otros por el color de mis ojos y de mi pelo, otros por los tatuajes y algunos por todo a la vez. Afortunadamente mi colgante más preciado lo llevaba oculto bajo la camisa sino sí que llamaría la atención más de lo necesario, incluso de forma negativa. Mientras caminaba mi mente empezó a sumergirse en una batalla de personalidades de entre las muchas que podían ocurrir al día, una batalla que solo yo conocía y sufría. Naturalmente eso no importaría, pero en una misión donde la discreción era importante, si la personalidad resultante fuese una de las que prefieren llamar la atención o ir a lo bruto, la misión estaría en riesgo.
Afortunadamente la personalidad que ganó la batalla era una de las más serias, la del justiciero, una personalidad que pone la justicia por encima de todo. Al cabo de unas calles vi algo que no me gustó para nada, un grupo de marines persiguiendo a una muchacha, algo que me parecía cobarde y de muy poco decoro. Me acerqué con calma al lugar como quien simplemente pasaba por el lugar y llegué a escuchar como los muchachos empezaban insultando al que parecía ser el mentor de la joven para luego insultar a la joven de la forma más baja posible. En ese momento la muchacha empezó a desenvainar su katana por lo que sería mejor intervenir y evitar un conflicto en mitad de la ciudad. Me detuve justo al lado de la muchacha y dije
¿Qué os tuvisteis que esforzar? Muy buen chiste. Os vi en los entrenamientos y lo único que hacíais era correr y quejaros como niños pequeños. Incluso cuando lo único que había que hacer era limpiar el patio erais pillados escabulléndoos del deber y acababais siendo los únicos en limpiar como castigo. El único motivo por el que estáis aquí es porque el instructor se cansó de vosotros y os encasquetó a otro pobre desgraciado. Incluso recuerdo que a vosotros os pillé robando y probándoos la ropa de las marines cuando creíais estar a solas. Si aun así queréis seguir buscando problemas yo mismo os enfrentaré.
Mis ojos escarlatas miraban fijamente a los marines que parecían paralizados por algún motivo. Ninguno se movía ni decía nada hasta que uno empezó a balbucear diciendo >A-ahora que recuerdo debemos limpiar los baños.< Para acto seguido salir corriendo del lugar como perro asustado. Me giré hacia la muchacha y dije Espero que no le moleste que haya intervenido, pero como superior de esos idiotas no podía dejar que mancharan de esa forma la reputación de la marina. Ya me encargaré luego de que aprendan a comportarse como un marine de provecho.
Charlotte Ryucci
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Como un relámpago en la oscuridad, como un mesías nacido para salvar a la humanidad que hace acto de presencia en el momento más adecuado, apareció otro individuo con la capacidad de poder sosegar el alma de la novata. Cuando pensó que su hoja se teñiría de carmesí, cuando la ira se apoderó de la razón, irrumpieron en la escena de forma sublime; Una entrada maravillosa como sólo un ávido escritor podría planear para marcar el destino de sus amados personajes, un discurso apoteósico que logró satisfacer y superar cualquier expectativa, una muestra inteligente más de que las palabras pueden dañar más que el filo de cualquier espada. No hubo necesidad de herirlos puesto que la propia inconmensurable humillación que padecieron los individuos seguramente les hizo preferir una golpiza de proporciones bíblicas y no que su orgullo sea aplastado cruelmente en público. Charlotte quedó completamente maravillada, anonadada, impresionada por tal muestra de superioridad escénica e intelectual. Jamás por sus propios medios hubiese llegado a una conclusión semejante, ningún acto podría reflejar la desesperación por irse, el pavor y el rostro delatados en la sincera expresión facial, entre otros factores que hicieron al nuevo desconocido verse como toda una deidad frente a los ojos de Lotte.
Los sujetos huyeron, la marine realmente estaba agradecida con él por sacarla de semejante apuro, quién sabe qué hubiese pasado si todo se hubiese desarrollado y resuelto mediante el actuar de la novata. Posiblemente las paredes lucirían un rojo espectacular, aunque el olor putrefacto que emanaría de ellas desentonaría bastante en contraste a la belleza de tal macabra pero espectacular obra lúgubre. Aún seguía sin saber cómo agradecerle, ni siquiera dio tiempo a mirarle a la cara, sólo se quedó con el recuerdo de tal majestuosa voz adentrándose en su mente cual Opus Magnum de un experimentado compositor.
Allí lo vio, dirigió sus orbes violáceos hacia él. Aquellos iris de belleza incomparable reflejaban la existencia del sujeto, no eran capaces de cubrir su totalidad pero sí de abarcar gran parte de su rostro consecuencia a la notable cercanía entre ambos. Él poseía una extensa caballera que ostenta un rojo puro como pocos, su blanca piel estaba invadida por tatuajes, su expresión era completamente frívola, Lotte quedó absolutamente fascinada. Ella aún procesaba el aspecto del contrario, no estaba lista para mantener una conversación e imprevisiblemente (para ella) él se volteó con el fin de dirigirle unas breves palabras justificando su actuar. Se tomó unos segundos para responderle, sus mejillas adquirieron un color rosáceo muy suave, llevó ambas manos a su pecho como niña tímida ocultándose ante una entidad importante a la que debe respeto. Armándose de valor le respondió en un tono amable, esbozando una pequeña sonrisa, mostrándose apacible y amigable ante él aunque no había confianza en sus palabras, se sentía realmente inferior y parte en una insegura expresión facial le harían saber rápidamente al pelirrojo qué le pasaba. - No te preocupes, seguramente habrán tenido mal día. No les hagas nada malo, supongo que todos a veces necesitamos descargarnos, hay que ponerse a pensar en qué podría llevarlos a ese comportamiento… -
Contrastando completamente consigo misma, su confianza y odio desaparecieron completamente. Como una persona bipolar había intercambiado entre personalidades opuestas con una rapidez abrumadora, pasó de ser una feliz y segura Lotte a ser extremadamente benevolente, sumisa y misericordiosa como ningún otro ser humano lo sería. ¿Qué clase de discurso había dado? ¿Por qué alguien se preocuparía por el estado de personas tan despreciables? Dejando más preguntas que respuestas, agachó su vista para no cruzar miradas con el imponente pelirrojo. En un tono más bajo y dócil comentó lo que pensó que serían las últimas palabras del día que ambos intercambiarían. – Gracias por ayudarme antes, perdón por ser una molestia, no debo causar problemas a las personas… Aún así gracias - En un gesto de timidez extremadamente infantil, con la mirada aún dirigiéndose al suelo, procedió a seguir caminando aunque ésta vez de forma errante; Al no ver por dónde iba, no había forma de que pudiese dirigirse a su destino original, pero todo sea por evitar ser incomodada por la presencia de él.
La pobre Lotte ahora tenía mucho en qué pensar y también razones para evitarlo, los poseedores de tan impetuosa personalidad son su debilidad. Definitivamente no quería terminar queriendo o amando a una persona tan rápidamente, para colmo no sería por su voluntad sino por la condición mental tan delicada que posee y anhela a ese tipo de personas. Aceleró su paso por temor a que él se le acercase, ella no podía entenderlo ni describirlo pero ese poderío logró acelerar su pulso, literalmente estaba excitada en el sentido sexual. No obstante, por la prisa y descuido de mirar al suelo impactó su cabeza contra un poste quedando inconsciente al instante. Su cuerpo cayó al suelo impactando con la vereda como si de una bolsa de papas se tratase, fue un golpe tan contundente que preocupó a los espectadores circundantes quienes cuidadosamente se acercaron para ver si estaba bien. Obviamente Lotte no respondería.
Los sujetos huyeron, la marine realmente estaba agradecida con él por sacarla de semejante apuro, quién sabe qué hubiese pasado si todo se hubiese desarrollado y resuelto mediante el actuar de la novata. Posiblemente las paredes lucirían un rojo espectacular, aunque el olor putrefacto que emanaría de ellas desentonaría bastante en contraste a la belleza de tal macabra pero espectacular obra lúgubre. Aún seguía sin saber cómo agradecerle, ni siquiera dio tiempo a mirarle a la cara, sólo se quedó con el recuerdo de tal majestuosa voz adentrándose en su mente cual Opus Magnum de un experimentado compositor.
Allí lo vio, dirigió sus orbes violáceos hacia él. Aquellos iris de belleza incomparable reflejaban la existencia del sujeto, no eran capaces de cubrir su totalidad pero sí de abarcar gran parte de su rostro consecuencia a la notable cercanía entre ambos. Él poseía una extensa caballera que ostenta un rojo puro como pocos, su blanca piel estaba invadida por tatuajes, su expresión era completamente frívola, Lotte quedó absolutamente fascinada. Ella aún procesaba el aspecto del contrario, no estaba lista para mantener una conversación e imprevisiblemente (para ella) él se volteó con el fin de dirigirle unas breves palabras justificando su actuar. Se tomó unos segundos para responderle, sus mejillas adquirieron un color rosáceo muy suave, llevó ambas manos a su pecho como niña tímida ocultándose ante una entidad importante a la que debe respeto. Armándose de valor le respondió en un tono amable, esbozando una pequeña sonrisa, mostrándose apacible y amigable ante él aunque no había confianza en sus palabras, se sentía realmente inferior y parte en una insegura expresión facial le harían saber rápidamente al pelirrojo qué le pasaba. - No te preocupes, seguramente habrán tenido mal día. No les hagas nada malo, supongo que todos a veces necesitamos descargarnos, hay que ponerse a pensar en qué podría llevarlos a ese comportamiento… -
Contrastando completamente consigo misma, su confianza y odio desaparecieron completamente. Como una persona bipolar había intercambiado entre personalidades opuestas con una rapidez abrumadora, pasó de ser una feliz y segura Lotte a ser extremadamente benevolente, sumisa y misericordiosa como ningún otro ser humano lo sería. ¿Qué clase de discurso había dado? ¿Por qué alguien se preocuparía por el estado de personas tan despreciables? Dejando más preguntas que respuestas, agachó su vista para no cruzar miradas con el imponente pelirrojo. En un tono más bajo y dócil comentó lo que pensó que serían las últimas palabras del día que ambos intercambiarían. – Gracias por ayudarme antes, perdón por ser una molestia, no debo causar problemas a las personas… Aún así gracias - En un gesto de timidez extremadamente infantil, con la mirada aún dirigiéndose al suelo, procedió a seguir caminando aunque ésta vez de forma errante; Al no ver por dónde iba, no había forma de que pudiese dirigirse a su destino original, pero todo sea por evitar ser incomodada por la presencia de él.
La pobre Lotte ahora tenía mucho en qué pensar y también razones para evitarlo, los poseedores de tan impetuosa personalidad son su debilidad. Definitivamente no quería terminar queriendo o amando a una persona tan rápidamente, para colmo no sería por su voluntad sino por la condición mental tan delicada que posee y anhela a ese tipo de personas. Aceleró su paso por temor a que él se le acercase, ella no podía entenderlo ni describirlo pero ese poderío logró acelerar su pulso, literalmente estaba excitada en el sentido sexual. No obstante, por la prisa y descuido de mirar al suelo impactó su cabeza contra un poste quedando inconsciente al instante. Su cuerpo cayó al suelo impactando con la vereda como si de una bolsa de papas se tratase, fue un golpe tan contundente que preocupó a los espectadores circundantes quienes cuidadosamente se acercaron para ver si estaba bien. Obviamente Lotte no respondería.
Joseph Leto
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Tras mis palabras hacia la muchacha la noté un tanto diferente a momentos antes de que interviniera, siendo completamente opuesta la sensación que daba. Su rostro empezó a tomar un tono rosado suave en las mejillas acompañada de una sonrisa que pese a parecer amable, mostraba un sentimiento de inferioridad con respecto a la otra persona. Lo primero que dijo la muchacha fue para defender a esos desvergonzados, algo que yo no logré entender, pero cada persona es un mundo y a lo mejor ella no era del tipo de personas que guardan rencor. Sin embargo, el cambio era radical, era como si una persona totalmente opuesta a la muchacha que estaba a punto de matar a los cuatro marines mal hablados de antes. La muchacha me agradeció la ayuda y se disculpó por ser una molestia, antes de decir que no debía causar problemas a las personas.
Antes de que pudiera siquiera contestarle que solo hacía mi trabajo y que ella no era una molestia la muchacha empezó a moverse con la mirada puesta en el suelo, algo muy peligroso. Viendo que eso no podía acabar en nada bueno decidí que lo mejor era no alejarme demasiado ya que seguramente en breves la pobre muchacha necesitaría ayuda. Mientras la seguía vi claramente que no marchaba con un destino fijo, sino que más bien se movía por no querer quedarse quieta a pensar o lo que fuera que la impulsaba a moverse. Al poco tuve que aumentar el paso ya que la muchacha aligeró su paso, algo poco recomendable si no miras hacia donde caminas. Tal y como predije, la muchacha no tardó en chocarse contra una farola cayendo inconsciente en el acto llamando la atención de los ciudadanos.
Me acerqué y me agaché para comprobar que no estaba herida de seriedad, y al comprobarlo la cargué en brazos y deshice mi camino hacia el cuartel donde tenía pensado dejarla descansar en mi recámara. Conforme me acercaba a la base los reclutas empezaron a mirarme con caras extrañas, pero con una mirada seria que les echaba bastaba para que volviesen a su trabajo. No tardé en llegar a mi cuarto y dejarla en la cama mientras yo me sentaba en una silla a limpiar mis armas con tranquilidad mientras esperaba a que se despertara. En la mesilla siempre tenía una jarra de agua y un vaso por si me entraba sed.
Antes de que pudiera siquiera contestarle que solo hacía mi trabajo y que ella no era una molestia la muchacha empezó a moverse con la mirada puesta en el suelo, algo muy peligroso. Viendo que eso no podía acabar en nada bueno decidí que lo mejor era no alejarme demasiado ya que seguramente en breves la pobre muchacha necesitaría ayuda. Mientras la seguía vi claramente que no marchaba con un destino fijo, sino que más bien se movía por no querer quedarse quieta a pensar o lo que fuera que la impulsaba a moverse. Al poco tuve que aumentar el paso ya que la muchacha aligeró su paso, algo poco recomendable si no miras hacia donde caminas. Tal y como predije, la muchacha no tardó en chocarse contra una farola cayendo inconsciente en el acto llamando la atención de los ciudadanos.
Me acerqué y me agaché para comprobar que no estaba herida de seriedad, y al comprobarlo la cargué en brazos y deshice mi camino hacia el cuartel donde tenía pensado dejarla descansar en mi recámara. Conforme me acercaba a la base los reclutas empezaron a mirarme con caras extrañas, pero con una mirada seria que les echaba bastaba para que volviesen a su trabajo. No tardé en llegar a mi cuarto y dejarla en la cama mientras yo me sentaba en una silla a limpiar mis armas con tranquilidad mientras esperaba a que se despertara. En la mesilla siempre tenía una jarra de agua y un vaso por si me entraba sed.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.