Se ha perdido...[Privado.][Kimura - Bizvan]

Me detuve por un instante para mirar como la nieve caía del cielo. A pesar de ser un clima bastante frío, no podía dejar de apreciar el hermoso aspecto que la nieve brindaba a las edificaciones y calles del pueblo.* Es tan puro y bello… Eso mismo hace que la sangre resalte con tanta facilidad. *está era la tercera ocasión que pisaba este isla, siendo mi primera una experiencia bastante desagradable al presenciar un ataque pirata sin poder hacer mucho.

Una mujer vistiendo ropas de invierno de aspecto común se detuvo al notar que había dejado de caminar. Su rostro se encontraba cubierto por una muy sencilla máscara que recordaba a la máscara que simboliza la tragedia. Su estatura (165 cm.) y poco busto podrían hacer creer a algunos que su edad rondaría los 15 o 16 años, pero su edad real era 18 años. No había señales de que portara armas. Una mochila de saco colgaba de su espalda, su tamaño indicaba que el contenido era pequeño.

La mujer inclinó un poco su cabeza al no ser capaz de comprender el motivo por el cual miraba hacia el pueblo, sin embargo no dijo de una sola palabra y permaneció mirándome.

Después de unos segundos de espera la enmascarada comenzó a realizar diferentes señas con una de sus manos. Esto captó mi atención y desvié mi mirada en su dirección.

- Ah, lo siento, me perdí en mis pensamientos. –expresé mientras utilizaba mi sonrisa falsa.

Los dedos de la mujer continuaron realizando diversas señas a gran velocidad.

- Vale vale, no tienes que regañarme. Terminemos con los asuntos en esta isla y después podremos realizar algo de turismo. –en verdad me gustaría poder realizar aquello, ya que hasta ahora cada vez que visitaba este sitio algún evento me obligaba a actuar como marine y dejar de lado mi tiempo libre. Por ahora mi trabajo consistía en entregar ingredientes para la elaboración de medicamentos. No era una misión importante y solo la había tomado como pretexto para visitar este lugar una vez más.

De nuevo comencé a caminar y al pasar a un lado de la chica removí un poco su cabello de color negro despeinándola ligeramente. Sin darle importancia a esa acción, la mujer de nuevo comenzó a caminar a mi lado.

Las curiosas miradas de los pobladores se enfocaban en la peculiar máscara de la joven, y unas cuantas se enfocaban en las espadas que yo llevaba conmigo. En ambos costados de mi cintura se podían ver 2 espadas. Una de metal negro rojizo de aspecto amenazador y una hermosa espada en su vaina color azul. Ambas armas deberían ser el fruto del esfuerzo de un maestro herrero de gran conocimiento.

En mi espalda se podría ver un enorme espadón con un ancho de 30 cm y 170 cm de largo. Gracias a mi nueva altura (190 cm.) podía caminar sin que la punta del espadón rozara el piso.

Coloqué mi mano sobre la empuñadura de la espada de color azul. La posición de mi mano no era la indicada para desenvainar el arma, solo quería tocar aquella arma que no me pertenecía, pero se me había encargado resguardar. Quizás la joven notó el cambio en mi estado de ánimo, aunque solo me ignoró.

- Me pregunto si su padre regresará algún día. –dije hablándole a las espadas como si de seres vivos se trataran. Hasta ahora solo mantenía contacto con un solo miembro de la manada, en cuanto al resto no sabía nada, pero el hecho de enterarme de cierto testamento me provocó entrar en depresión durante una temporada…  

Ufff desde luego hacía frío en aquél lugar. ¿Cuánto tiempo llevaba aquí? No lo sabía, pero lo que si sabía era que no tardaría mucho en aparecer por aquí. Y todavía no tenía la menor idea de cómo le iba a recibir.

Gracias a un amigo en el cuartel, me enteré de que mi camarada iba a venir aquí, a este páramo nevado que era el pueblo de Bighorn, en la isla de Drum. Cuando me llegó el comunicado, estaba próximo a la isla, de modo que llegué y decidí esperarle aquí. Aunque había pasado unos días y Bizvan no aparecía, temía que le hubiera ocurrido algo.

Una voz en el exterior me hizo levantar la cabeza, era él, reconocía su voz. Me asomé por la ventana y pude ver cómo caminaban dos personas, una de ellas tenía un gran espadón a la espalda y otras dos armas en la cintura, una de las cuales la estaba sujetando con una de sus manos. Era él, y reconocía esos filos. No sabía cómo acercarme ahora, pero si quería probar una cosa. Tal vez un gesto bastante estúpido, ya había sabido de parte de Noa que no es que estuviesen muy contentos con mi forma de marcharme, pero no sabía de qué otra forma entrar en escena.

Me puse una capa negra, Jiro me miró, estaba conmigo en aquél lugar, aunque prácticamente ni salía de la casa, no estaba acostumbrado al frío, y no lo toleraba muy bien. Le dije que aguardase allí y salí fuera. Me puse la capucha de la capa, ocultando por completo mi rostro. Estaba por detrás de Bizvan y su acompañante. No sabía cómo llamar su atención, de modo que volví a hacer algo realmente estúpido. Saqué una lanza de mi energía y la lancé, pasando lejos de él, por encima, con intenciones de que se clavase delante de él y llamara su atención. Para asegurarme de que no le daba la manipulé con mi técnica de marionetista. En cuanto se percatase tan solo diría unas palabras, sin mostrar mi rostro.

-Cuánto tiempo sin vernos, Bizvan.

Comencé a caminar hacia él. Quería saber hasta qué punto podía haber cambiado en este tiempo que llevábamos sin vernos.

El edificio donde debíamos entregar los ingredientes se encontraba doblando en la siguiente esquina.* Escuché sobre un lugar donde se puede comer una jugosa carne acompañada de la mejor cerveza de toda la isla. Quizás Selebi esté interesada en ir.

Un arma se enterró justo delante de mí, de hecho casi parecía que la lanza fue arrojada por alguien con experiencia y no un error.* Ya lo decía yo, la cosa estaba muy tranquila como para que fuera real. *dejé escapar un largo suspiro, y parecía que mi reacción le pareció un poco graciosa a mi acompañante.

Sujeté la empuñadura del espadón en mi espalda y la moví fácilmente con una sola mano. Mi mano libre se vio envuelta por fuego. Me giré con la espada en alto (con la intención de apuntar a quien estuviera ahí, mientras una bola de fuego  se formaba en la palma de mi mano lista para ser disparada.  Mi intención era solo dar la impresión de ser amenazante y hacer que los enemigos se replantearan tener que enfrentarme.

Mi asombro y cautela se incrementaron al ver que solo se trataba de una misteriosa figura encapuchada, la cual además parecía conocerme.

* Muhhh… No conozco a nadie con esa peculiar forma de saludar. *No, si conocía a alguien tan loco como para hacer ese tipo de cosas.* No parece ser él… *en un intento por descubrir si esta figura era aquella persona activé mi mantra.

Mis ojos se abrieron totalmente y dejé caer la enorme espada causando un fuerte sonido. Mi reacción tomó por sorpresa a la enmascarada, su postura relajada cambió por una preparada para el combate y si uno la observaba con detenimiento podría ver como movía su mano de manera lenta para tomar algo entre sus ropas.

Sin darle tiempo a mi compañera de tomar su arma comencé a correr en dirección de él. Mi expresión de sorpresa fue remplazada por rabia mientras recubría mi puño derecho con haki de armadura. Era obvio cual era mi intención y tomando en cuenta el impulso que llevaba sería algo doloroso… Sin embargo no podía hacer eso. En ese instante me importaba una mierda el rango de la persona que tenía delante, no, mi enojo no se encontraba totalmente dirigido a él, gran parte de la rabia que explotó en ese momento fue conmigo mismo. Siempre temí ser considerado una carga desde el primer día que me uní a la flota, sin embargo ese sentimiento poco a poco había desaparecido, siendo aquel favor al agente Kasanova lo que me hizo creer que realmente podía ayudar… Que equivocado estuve, aquella persona a quien respeto me ve como  un estorbo y aun así estoy feliz de verlo de nuevo.

Detuve mi golpe antes de tocar su rostro. Mi puño temblaba a causa de mi enojo.- Ella tiene razón, realmente soy patético. –murmuré mientras miraba al piso.

Respiré de manera honda y con mis emociones más en orden realicé el saludo de la marina mientras lo miraba con una expresión sin emoción alguna.- No creo que le importe, pero me alegro de verlo de nuevo. –mi tono de voz no era ni hostil ni amigable, podría compararse al tono que uno utilizaría para dirigirse de manera formal por obligación.

Sin esperar una respuesta o acción por su parte comencé a quitarme las correas de las espadas que se encontraban en mis costados, para después ofrecérselas.- La misión se llevó a cabo tal y como ordenó, no utilicé las armas ni una sola vez y me encargue de mantenerlas en un impecable estado.

Mientras sostenía las espadas en espera de que él las tomara, noté algo, ahora había una diferencia de tamaño entre ambos. Aún continuaba siendo más bajo que Kasan o Ciaran, pero ahora era más alto que el encapuchado.

* Si es un sueño no quiero despertar *pensé mientras mi expresión seria se iba al carajo al no ser capaz de contener las lágrimas* Gracias por regresar Kimura…

Bizvan se quedó mirándome, desafiante, no me reconocía, o al menos no parecía hacerlo. De pronto fue como si tuviese una revelación, dejó caer su gran mandoble a la fría nieve mientras me miraba. Me había reconocido, posiblemente por el haki, tal vez simplemente se lo imaginaba.

Comenzó a venir hacia mí, con claras intenciones de partirme la cara. Era tal y como me lo temía, cerré los ojos y aguardé a que llegase el momento inclinando levemente la cabeza. Pero no llegó ningún golpe, el dolor pareció retrasarse, hasta que le escuché murmurrar unas palabras, próximo a mí. ¿Patético? ¿Así es como se veía a sí mismo? Qué equivocado estás camarada.

Abrí los ojos y me lo encontré realizando el saludo militar, su cuerpo completamente erguido y su mano estirada en la frente. Qué poco me gustaba que me trataran de esa forma. Y más un camarada como él. Tal vez Bizvan ya no me considera como tal. Sabía que merecía aquél golpe, y algo le detuvo.

-La misión se llevó a cabo tal y como ordenó, no utilicé las armas ni una sola vez y me encargue de mantenerlas en un impecable estado.

Tan solo me quedé mirándole, bajé mi capucha mostrándome al fin. No había duda alguna, sabía quién era, pero nuevamente no sabía qué decir.

-Lo siento, Bizvan. -Fueron las únicas palabras que pude articular en ese momento.- Siento haberme marchado de aquella forma sin más palabras que aquella nota. Por eso mismo estoy aquí, te he estado esperando un par de días, sabía que venías, y me quise adelantar para poder vernos en un lugar apartado del trabajo. En estos momentos no vengo como tu capitán, ni vengo como un superior. Vengo como un amigo arrepentido por lo que ha hecho. Y me alegra ver que estás bien. Ese golpe tenía pinta de doler. Yo de tí no me habría detenido.

Eché un vistazo a las armas que portaba en la cintura, aquellas a las que había hecho referencia con esas últimas palabras. No pude evitar soltar una risa irónica, se las dejé para que le protegieran, no para que le resultasen una carga.

-Yo no te ordené ninguna misión. Tan solo te lo pedí como un favor, las dejé en tus manos por que pensé que te podrían ser de utilidad, que te podrían proteger. No quería que las llevases con temor, como una carga. Sino como parte de tí. Pasaron a ser de tu posesión en el momento que leíste la nota.

Me giré hacia la casa donde había estado, Podía ver a Jiro mirando desde la ventana. Un escalofrío me recorrió en ese momento. Comenzaba a soplar un fuerte viento gélido. Volví a girarme hacia Bizvan.

-Se que te debo una explicación, Bizvan. Pero no puedo obligarte a escuchar nada que no quieras. Estaré ahí dentro, -le indiqué con un gesto con la cabeza.- no puedo explicar lo ocurrido sin antes presentarte a alguien. Si estás dispuesto a escucharme, estaré allí.

Me dirigí de nuevo hacia la casa con el deseo y la esperanza de que tras de mí, entrase mi camarada. Si es que todavía me consideraba como tal. En caso contrario, no podría culparle.

Ya sabía de quién se trataba esta persona a causa de su aura, y ahora que se había removido la capucha no había forma de estar equivocado. El cabello rojo y esos peculiares ojos hacían que imposible de confundir al Teniente Comandante Kimura Hayate.

Las palabras del hombre se encontraban cargadas de un aparente sentimiento de culpa. No era mi intención hacerlo sentir mal, por lo cual solo me limité a escuchar todo lo que tenía que decir.

Observé cómo Kimura se adentraba en uno de los edificios.

Observé las espadas que sostenía en los brazos.* Ya sabía eso… Siempre supe que dejaste estas armas para que yo las utilizara, pero de haberlo hecho sería como aceptar que jamas regresarías. *utilicé una se mis manos para limpiar las comisuras de mis ojos.

El sonido de lis pasos de Selebi llamaron mi atención. Su forma de caminar me indicó que nuevamente se encontraba relajada.
 
- Te explicaré después quién es esa persona, por ahora quiero saber si consiguió lo que quería. -le ofrecí las espadas a la joven y está las sostuvo con cuidado. Caminé en dirección de mi espadón y lo levanté de la nieve. Dudaba que alguien del pueblo fuera capaz de tomarlo y llevárselo, pero prefería no correr riesgos, en especial por Madre.

Con el arma de nuevo en mi espalda me adentré en la residencia seguido de Selebi.

* Me pregunto cómo tomarán los otros el regreso del capitán. *era obvio que todos nos sentiríamos felices de verlo sano y salvo, sin embargo eso no quitaba el hecho de haberse marchado sin permitirnos ayudarlo.* Los más afectados aquella vez fueron Kasan y Tobías. *me refería al sentimiento de enojo.* ¿Puede que el hecho de no esquivar mi puño es señal de ya haber visitado al resto? ¿Seré el último? *supongo que podría preguntar sobre el tipo de reacciones del resto, aunque puede ser algo molesto… En especial si ya notó eso...

Cuando entré lo primero que hice fue asentir a Jiro, lo que hizo que el chico se sentase a esperar. Tras el encontronazo con Noa le conté todo lo relacionado con los Crimson Wolves, y hasta él estaba de acuerdo en lo que hice, no le parecía bien que hubiera hecho las cosas de esa forma, no podía negarle nada. Pero en aquella ocasión no pensaba absolutamente en nada que no fuera ir con él.

Al poco entró Bizvan cargando su gran mandoble de nuevo. Lo sorprendente fue que también entró una persona con él, una muchacha. Me quedé un poco extrañado, miré a mi hermanito, sentado justo a mi lado, nada más verle seguramente ya pensaría que somos familia, por lo que suponía que no tendría mucho que explicar, al fin y al cabo nos diferenciamos en los ojos y pelo, el resto somos prácticamente idénticos. Incluso en ciertos aspectos de la personalidad.

-Gracias Bizvan. Quiero presentarte a Jiro. Él es mi hermano pequeño. Él es por lo que tuve que marcharme. Estuvo en problemas, aunque cuando me enteré ya estaba bien... O lo mejor que podía estar. -Le miré, el chico comprendía que le tenía que explicar lo ocurrido, no le importaba volver a escuchar la historia.- Me fui para ayudarle a entrenar, a defenderse y valerse por si mismo. -Me quedé mirándole.- Aunque demostró que lo último ya sabía hacerlo por sí mismo.

El muchacho se sonrojó un poco, tenía dieciséis años, pero todavía era como un niño. Volví a mirar a Bizvan.

-No recuerdo exactamente que dije en aquella nota, hace mucho tiempo que la escribí, y te mentiría si te dijese que no tenía intención de buscar al pirata que le secuestró y hacerle pagar. Pero comprendí que tenía cosas mejores que hacer, que lo único que necesitaba era estar a su lado. Y en este tiempo es todo cuanto hice. Espero seas capaz de perdonarme.

Por precaución le expliqué a Selebi (utilizando el lenguaje de señas) que el pelirrojo era mi nakama y mi reacción anterior se debía a un pequeño mal entendido, por lo cual no habría problemas con acompañarlo.

En el instante que ambos ingresamos noté al joven sentado a un lado.* Mini Kim. *no había necesidad de decírmelo, ese joven debía ser su hermano a quien fue a rescatar. La presencia del joven casó que no notara la expresión al ver a la enmascarada entrar junto conmigo.

La voz del capitán me trajo de nuevo a la realidad. Explicó que su viaje había sufrido modificaciones que ni él mismo se esperaba.

Jiro parecía tener 15 y aunque Kimura afirmó que podía cuidarse a sí mismo, verlo sonrojarse por los elogios de su hermano me hicieron pensar que era un joven de buen corazón.* A su edad mi espada había arrebatado más vidas de las que me gustaría admitir… Es agradable ver una reacción así de vez en cuando.

Kimura de nuevo se disculpó e intentó justificar sus acciones. Al menos aceptó su culpa y comprendía el peso de sus acciones.

Dejé escapar un pequeño suspiro.- No puedo negar que de cierta manera la imagen que tenía de ti ha cambiado, esto no quiere decir que sea malo, solo es una faceta que me abrió un poco los ojos. –sonreí de manera natural (exponiendo esa fea sonrisa de asesino) para demostrarle que no mentía.- Sabes, a decir verdad yo tambien perdería la cabeza si llegara a enterarme del potencial peligro que algún fam… -me tragué esa palabra.- Algún ser querido para mí sufriera. –habían 9 personas (y quizás pronto serían 11) a quienes consideraba mi familia, pero sería embarazoso explicar quiénes eran.- Es por ello que si algún día actúo sin pensar en un intento por salvar a alguna de ellas, tú presentaras el mismo nivel de comprensión. –mi tono era amigable y un tanto infantil, pero casi parecía estar advirtiendo que en el futuro pondría a prueba que tan honestas eran sus palabras… O quizás mi intención era molestarlo un poco.

Selebi extendió las espadas para que las tomara.- Por cierto, ella es mi sombra. No tiene nombre pero por motivos de comodidad decidí llamarla Selebi. –expliqué mientras sujetaba ambas espadas.- Es buena fabricando explosivos, si algún día quieres volar en pedazos o lanzar petardos a Kasanova ella es la indicada. Su habilidad con las armas de fuego y cuchillos es decente, la he visto disparar sin la necesidad e apuntar y si toma el tiempo para hacerlo ten por seguro que acertará. Si deseas comenzar a desarrollar armamento para el barco de la flota puedes contar con ella, es tan buena fabricando cosas que escupen plomo cómo yo creando espadas. Por el contrario su cocina no es nada especial, pero la sal arregla todo. –expresé con cierto tono burlón en mi voz en un intento por hacer que el capitán olvidara un poco el asunto del reencuentro.

Sin la necesidad de pedírselo, Selebi se quitó la máscara dejando ver su rostro. De no ser por la quemadura que cubría un poco menos de la mitad de su rostro y le había arrebatado la visión del ojo izquierdo dándole aspecto seco, sería considerada como una chica linda.

La joven realizó una pequeña reverencia ante el capitán y su hermano, para luego permanecer erguida con una expresión seria y sin aparentes intenciones de hablar.

Di unos cuantos pasos hasta estar frente a Kimura, todo el resentimiento que demostré se había esfumado.- Llámame loco si quieres, pero como herrero puedo afirmar que las armas son más que objetos, de alguna forma pueden desarrollar un vínculo con sus dueños. –dije mientras extendía las espadas para que Kimura las tomara.- Estoy seguro que estas 2 extrañan ser empuñadas por ti.

Quizás mi paranoia era la explicación más lógica para aquello que mencioné, sin embargo, mientras las espadas no me susurran que era deber rescatar a las pobres almas que pedían a gritos ser liberadas de la prisión terrenal que era el cuerpo humano… Todo debería estar bien.

Las palabras de Bizvan me tranquilizaron, no me esperaba que reaccionase de esa forma tan tranquila, al menos después de haber querido darme aquél golpe que sin duda alguna me habría mandado a volar. Ahora tenía cierta curiosidad, se notaba que se había fortalecido bastante en este tiempo.

A continuación pasó a presentarme a su acompañante, a quien la presentó como su sombra. Un curioso apodo para una persona, sería por el hecho de que nunca se separan el uno del otro, lo cual es un tanto curioso. ¿Será que Bizvan ha encontrado a esa persona? Desde luego todo parece indicar eso, no obstante es demasiado pronto para meterme en su vida por que si, aunque me alegraba por él.

Cuando la chica se quitó la máscara me quedé mirándola, tal vez incluso se me notase sin querer el gesto sorprendido, no imaginaba que la chica estuviese así, pobre muchacha. Al momento esbocé una sonrisa y la saludé presentándome.

-Encantado Selebi. Soy Kimura Hayate., y éste es mi hermano pequeño,
Jiro -El muchacho la saludó. Me quedé un poco parado ante su gesto.- No es necesario que hagas esas cosas, al menos conmigo. -Solté una risa un tanto forzada para quitarle hierro al asunto.

Entonces Bizvan se aproximó con aquellas armas que había dejado en su poder. Era el trato que cuidaría de ellas hasta el día de nuestro reencuentro. Sus palabras volvieron a esbozarme una sonrisa sincera en mi rostro. Le agradecí y tomé las armas desenfundé la espada maestra y me quedé mirándola. Le tenía mucho aprecio a ese arma, casi tanto como a la espada larga y plateada que heredé de mi padre.

-Es innegable que has cuidado bien de ellas. Yo también estaba deseando volver a empuñarlas. Pero sobre todo lo que quería era asegurarme de que todos estuvierais bien, Bizvan.

Extendí la mano con intenciones de estrechársela.

-Me alegra ver que estás bien. Y si me lo permites, mejor de lo que esperaba. -Lancé una sonrisa y le guiñé el ojo mientras lanzaba una mirada furtiva a Selebi, para que entendiese a lo que me refería.

Parecía que la cicatriz de Selebi generó una pequeña reacción en el capitán, aunque sólo fue durante unos instantes. Demostrando su experiencia como marine se recuperó de la impresión en segundos, para luego presentarse de manera casual. La joven no respondió y en su lugar comenzó a realizar una serie de señas con una de sus manos. Estás señas eran el lenguaje militar utilizado por algunos marines, por lo cual Kimura no debería tener problema en entenderlo, aun así preferí traducir para que su hermano comprendiera.

- “No olvidaré el rostro y nombre de ambos. No me considero buena en las presentaciones así que espero disculpen el utilizar este método para hacerlo”

La joven ignoró mi la mirada acusadora que le lancé y de nuevo se colocó su máscara.

Cuando Kimura tomó sus armas no puede evitar recordar el día que lo conocí por primera vez. De nuevo podía ver ese brillo que me hizo querer seguirlo y apoyarlo en cuanto fuera posible… Sin embargo puede que esa misma actitud fuera la causante por la cual se marchó sólo. Mi habilidad debería incrementar para recuperar o ganar la confianza del capitán.

* “Todos” *mi expresión se ensombreció un poco por unos instantes al escuchar esa palabra.* No, aún es muy pronto para pensar en lo peor. Con suerte solo estarán ocupados con algún asunto urgente… Aunque creo que uno de ellos simplemente desapareció al no encontrar su fuente de azúcar.

Procuré que mi expresión nuevamente cambiará a una relajada. Con algo de suerte el capitán no lo notaría y de haberlo hecho no tendría forma de saber a qué se debía.

Estreché la mano del capitán con fuerza, quizás con poco más a la utilizada en un saludo normal (no con intención de lastimarlo). De improviso tiré de su mano con la fuerza necesaria para atraerlo hacia a mí. Sería difícil que una persona normal se resistiera, pues durante el apretón de manos en aseguré de sujetarlo con fuerza y antes de que notara mis intenciones realicé el tirón para poder abrazarlo mientras palmeaba su espalda generando un fuerte sonido.

- Es un gusto tenerte de vuelta Kimura. -dejé de abrazarlo.[/b]- También es un gusto conocerte Jiro, siendo hermano del capitán estoy seguro que tienes habilidades interesantes. Si algún día necesitas ayuda con algo no dudes en pedirlo. [/b]-no sabía si el capitán tenía intención de integrarlo a la flota o lo dejaría en algún lugar seguro. Sin importar cual fuera la elección me gustaría que el hermano de Kimura se sintiera cómodo con los CW.

Por unos instantes no comprendí que estaba tratando de decir el pelirrojo, aunque tras unos segundos creí llegar a la conclusión, haciéndome perder un poco la compostura.

- ¡¡¡Ehhhh!!! ¡Ca capitán! No juegue con ese tipo de cosas por favor. -mi rostro se encontraba un poco enrojecido.

Selebi no mostró reacción ante el comentario de Kimura, sólo un pequeño “hum” en tono de burla provino desde dentro de la máscara.

Pude notar cómo el rostro de Bizvan se oscureció, tal vez algo habría ocurrido, pero nuevamente, no quería entrometerme demasiado. Me tradujo lo que su compañera me dijo, aunque en parte algo de ese lenguaje entendía, aunque hacía mucho tiempo que no lo veía, desde el adiestramiento como recluta no había vuelvo a ver esas señas, eso me volvió algo nostálgico y me hizo esbozar una pequeña sonrisa.

Bizvan estrechó mi mano, pero no contento con ello pegó un tirón de ella para acercarme. Pensé que tal vez fuera en ese momento cuando aparecería un moratón justamente en mi mejilla o algo. Pero no fue así, lo que hizo fue todavía más inesperado de lo que habría sido el golpe, me dio un abrazo que me dejó paralizado durante unos instantes, eso si que no me lo esperaba absolutamente para nada. Le devolví el abrazo con una sonrisa, todavía sin salir de mi asombro.

Sus palabras no hacían más que alegrarme, Jiro también se sintió un poco sonrojado cuando le dijo eso, y se echó a reir. Entonces la reacción que tuvo Bizvan ante mi "guiño" resultó tal y como la esperaba, al parecer había dado en el blanco, pero me hice un poco el despistado sonriendo. Me acerqué a él y le susurré al oído.

-Tranquilo compañero, no se lo diré a nadie. -Me alejé y me mostré algo avergonzado.- Vaya, perdonad si interpreté algo mal, o como no debía.
-¿De qué hablas Hayi?
-Nada pequeño. Cosas entre mi camarada y yo.

Al parecer el chico todavía ni se había percatado. No pensaba que fuera tan inocente todavía, pero no pensaba darle una charla de ese tipo en este lugar.

* Que intentas decirle a un virgen como yo. *pensé mientras veía como el capitán se reía de mi.* Creo que sobre actué con ese tema. *no podía evitarlo, mi interacción con las mujeres no fue buena en el pasado, dando como resultado un pequeño temor y desagrado hacia ellas. Claro que existían pequeñas excepciones. Estas eran mis compañeras de flota y obviamente Selebi.

Yoshi presentaba una personalidad un tanto despreocupada y aunque era grosero, su apariencia era el de una niña, lo cual me permitía poder hablar con ella de manera natural.

Ciaran presentaba el cuerpo de una mujer bien desarrollada y sumado a ese semblante un tanto serio me provocaba escalofríos al tener que dirigirle la palabra. Claro que tras conocerla comprendí que parte de su comportamiento se debía a sus antiguas labores como caballero, lo cual me permitía entablar conversaciones casuales sobre temas referentes a entrenamientos o combates.

Finalmente Selebi, cuando la conocí era difícil verla como una chica, su cuerpo se encontraba en pésimas condiciones, causando que mi deber como medico ganara prioridad sobre mi desagrado. Su personalidad fría y distante fue lo que me permitió convivir en paz con ella durante todo el tiempo que estubimos juntos. Aún no podía comprender el motivo por el cual ella repentinamente declaró (sin opción a negarme) que ahora se encargaría de vigilar mi espalda.

Repentinamente recordé el encargo que debíamos terminar.

- Capitán, debo terminar con mi misión actual, no sé si quieras dejar la plática para otro día o continuarla después. En caso de ser lo segundo, por que no vamos a comer, tengo entendido que hay un lugar que ofrece los mejores cortes de carne, claro que yo invito.

El rostro de mi camarada cambió de súbito, acababa de recordar que tenía cosas que hacer, lo cierto es que le había entretenido, no sabía el por qué venía a este lugar, pero al parecer le había hecho olvidar eso durante unos instantes. Me alegraba ver que estaba bien, y que todo había quedado bien entre él y yo.

Sugirió ir a comer a un lugar que al parecer servían buena carne, y que él invitaba. Ciertamente ya había escuchado hablar de ese lugar, se trataba de un establecimiento no muy lejano de aquí, al llevar unos días en el lugar, ya me habían recomendado el sitio algunas amables personas, pero no había ido, tan solo pasé el tiempo pensando en qué iba a hacer y decir cuando viese a mi camarada. Total, para al final improvisar sobre la marcha sin saber exactamente qué hacía. Los nervios pueden jugar muy malas pasadas.

Obviamente, no rechacé la propuesta de mi camarada, aunque no estaba completamente de acuerdo en eso de que invitara.

-Por supuesto, he escuchado también hablar de ese lugar, está a tiro de piedra. Mira, vamos Jiro y yo y cogemos sitio, vosotros vais donde tengáis que ir, y nos vemos allí.

Le di una palmada al hombro a Bizvan antes de separarnos, me quedé mirando a Jiro y con una sonrisa compartida emprendimos camino al lugar en cuestión.

-Lo lleva claro si piensa que le voy a dejar invitarnos. Al fin y al cabo, le debo una por cuidar tan bien de mis amigas. -Sujeté el pomo de la espada maestra mientras decía eso.

El muchacho soltó una sonrisa resignada, como dando a entender que ya sabía que iba a decir eso. Me conocía mejor de lo que me esperaba, aunque realmente no me extrañaba. Le di un toque en el hombro y fuimos directos a comer. Me sentía profundamente agradecido tras ver de nuevo a mi camarada, y sobre todo, por ver que se encontraba bien. Aunque ahora quedaba un día de conversación con él y su compañera, esperaba que la muchacha no se cortase demasiado, si era como Bizvan había dicho, y era su sombra, pasaríamos mucho tiempo acompañándonos en Atlas, tarde o temprano le tocaría soltarse con nosotros.