Dos mujeres y un destino (privado Valia y vilya)

Acababa de llegar a ese pequeño pueblo de la isla de Azahán. La mayor parte de la gente se encontraba con sus compras matinales, una tarea que se podría decir que era colosal dado el tamaño de las hortalizas. Y es que están llagaban hasta a los ocho metros de altura, cosa que había dado fama mundial a aquella islita del South blue. Mi capa ocultaba mi raza, así como mi armadura, aunque también levantaba sospechas entre algunos. Tuve la precaución de no pararme cerca de los puestos, ni meterme entre la muchedumbre. Mi llegada y permanencia en ese pueblo debía ser secreta.

Al bajar del barco me habían indicado donde se encontraba el piso franco, aunque con el rodeo que estaba dando puede que terminara perdiéndome. Por suerte para mí, el que estuviera al lado de un restaurante era suficiente indicación para reconocerlo. El edificio era bastante viejo, una casa de una sola planta con las ventanas tapiadas. Sin duda parecía una casa deshabitada o visitada por vagabundos. Aquella sería mi base en los próximos días, aunque esperaba que fueran los menos posibles. El interior no estaba tan mal como había esperado, al menos la parte más interna de la casa. Tenía un par de sillas, una mesa y una cama desvencijada.

Mi objetivo en aquella ciudad era un laboratorio de un grupo mercenario. Estaban investigando las hortalizas de la isla, quería descubrir el porqué del tamaño de las mismas. Según los informes que había leído, luego querían usar esa información con animales u otras plantas más peligrosas para crear armas. Debía detenerlos y recuperar cualquier información que hubieran podido recopilar de las plantas. Debería de tratar lo menos posible de llamar la atención, seguramente el gobierno u otros mercenarios también fueran tras ellos, y no quería que supieran de que otra pieza había entrado en juego.

Azahán, una isla fantástica, el paraíso para los botánicos como yo. Sus increíbles hortalizas eran toda una incógnita de la naturaleza, a la vez que un objetivo de muchos investigadores. Estaba allí por dos motivos, el primero era investigar por mí misma las hortalizas. El segundo, descubrir si era cierto lo que había conseguido sacarle a un mercenario una noche de borrachera. Según el hombre, sus compañeros estaban allí haciendo grandes avances en saber cómo habían crecido tanto aquellas plantas. Por otro lado, también habló de hacérselos a animales. Cuando se lo escuche un escalofrió había recorrido mi espalda recordando el lugar en el que había encontrado mi akuma.

Si estaba en mi poder evitaría que alguien repetiría aquel error, y menos en un pueblo lleno de gente. Como era lógico había entregado al otro mercenario a las autoridades acusándolo de investigaciones ilegales. Tardarían un tiempo en sacarle lo mismo que yo, lo que me daba algo de ventaja frente a ellos. Además de eso, yo tenía más información acerca de su grupo, y de la isla de donde había venido aquel tipo que los marines, así que tardarían bastante en llegar a Azahán. Ahora necesitaba saber la cantidad de gente de la que disponían en la isla, y de sus métodos de estudio.

Para todo ello había alquilado una habitación frente al edificio de los mercenarios. Llevaba un registro de los que entraban y salían del mismo. Apuntaba marcas identificativas, armas y horarios de salida. Hoy, sin embargo, parecían estar preparando alguna otra cosa. Había dos de ellos en la puerta preparados con las armas listas. Otro par de ellos vigilaban las esquinas de la calle, cosa que sin duda denotaba que algo gordo estaba por llegar. Fue una pequeña decepción, uno de los investigadores salió acompañado de dos guardias más, y comenzaron a moverse. Parecía que la gran novedad era un paseo de uno de los investigadores.

Me habían dado una dirección aproximada del laboratorio de investigación de los mercenarios. Por lo que lo primero que hice nada más terminar de ver la casa fue ir a buscar la zona para echar un vistazo por encima. Aunque cuando llegué al barrio algo estaba pasando. Un hombre armado estaba vigilando la esquina de una calle, lo que implicaba que esa sería la zona objetivo, puesto que el tipo no parecía agente de la ley. Tampoco pude darle muchas más vueltas, el tipo comenzó a retroceder mirando bien todo, parecía que la diversión había acabado, o era el cambio de guardia.

Seguí hasta la intersección de las calles, no me acercaría a la entrada de la calle por la que se había metido el hombre armado, pero tenía que mirar que estaba pasando. Al parecer estaban escoltando a alguien. Puede que después de todo no tuviera nada que ver con lo que yo buscaba, aunque también estaba la posibilidad de que fuera un traslado de un científico hasta la zona de investigación. De ser así, sería mi oportunidad para averiguar donde era esta. Si resultaba ser solo una escolta de algún ricachón, o líder de algún tipo, bueno, al menos ya sabía dónde no buscar.

Avancé por un lateral de la calle por la que la comitiva estaba se estaba desplazando, no parecían tener más vigilantes rezagados. Debía mantener una buena distancia de seguridad con ellos, si me acerba demasiado a ellos unido a mi capa, sería demasiado sospechoso. Otro hombre armado aún permanecía en la esquina contraria de la calle, si no se unía al grupo sería un gran problema para mí. Por suerte, tras unos tensos segundos, el hombre se juntó con el resto para girar a la izquierda y salir de mi campo de visión.

Cuando el hombre que vigilaba el lateral de la calle empezó a volver de su puesto decidí que era hora de bajar yo también de la casa y seguirlos. Mientras bajaba las escaleras se me ocurrió que también podía aprovechar para entrar en su edificio, a fin de cuentas, según los datos que había recogido en la vigilancia apenas habría cuatro personas en su cuartel. Tenía apenas unos segundos para decidirme. La aparición de un encapuchado lo cambió todo. El hombre o mujer parecía ser alto, por culpa de la capucha no podía verle la cara, pero no había duda de que iba tras los mercenarios, no le quitaba ojo al de la esquina ni a los que avanzaban hacia la encrucijada.

En esas circunstancias seguir al grupo y al encapuchado era el doble de peligroso. Así que me decante por una visita a la sede de los mercenarios. Desde fuera vi como uno de ellos estaba distraído tras un mostrador, no le había visto nunca, por lo que el número de gente en el interior aumentaba a cinco. No sería ningún problema, y con la otra persona siguiendo al grupo grande, los refuerzos de ser avisados tardarían más si se percataban del encapuchado. Mirando atentamente el edificio se me ocurrió una solución, entrar por la parte de arriba. Desde mi ventana había visto barandillas en la azotea, debían tener algo allí arriba.

Pasé a mi forma híbrida pues aún no era capaz de controlar las trasformaciones como Madara. Me elevé en dirección a la azotea de la sede mercenaria. No había nadie allí arriba, era difícil pensar que nadie se colara por ese lugar siendo el edificio más alto de los alrededores. Aterricé en la terraza lo más sigilosamente que pude y me preparé para entrar cogiendo la ballesta. Era más fácil apuntar con ella en lugares cerrados que con el arco, además, hacía mucho que no la cogía.

La comitiva no parecía tener prisa alguna. Se podría llegar a decir que incluso solo estaban dando un paseo y yo estaba perdiendo mi tiempo con ellos. Pero ¿quién se llevaba tantos guardias armados para un simple paseo? Era una situación delicada sin duda, si me descubrían era posible que no pudiera con todos. Estaba tomando la precaución de ir parando en diferentes lugares, en su mayoría me daban acceso a callejones y pasos bajo los edificios hacia otra calle.

Frente a nosotros vi la salida del pueblo. Un poco más allá empezaban los huertos de hortalizas. Sería algo más complicado seguirlos sin que se dieran cuenta una vez fuera de la ciudad, pero así evitaba lo que me más miedo me daba en caso de combate, las bajas civiles. Trataría de usar las propias plantas para avanzar sin ser visto por la comitiva. Esperaba que su viaje no fuera mucho más allá, cuanto más durara, más probabilidades de tener que luchar había. Las hortalizas de los huertos eran de muchos tamaños, lo que significaba que las plantaban durante todo el año. No había escuchado que en otros sitios hicieran lo mismo, pero tampoco estaba muy puesta en el tema.

Llegados a un punto en el que estábamos ya lejos de la ciudad decidí quitarme la capa y guardarla. El motivo era evitar aún más sospechas por ir cubierta. Además, en cuanto hubo un cruce de caminos volví a caminar por él, en lugar de por los huertos. Llamaría menos la atención alguien que acaba de unirse al camino que alguien escondiéndose entre zanahorias y lechugas. El grupo paró frente a uno de los huertos, uno de los pocos vallados. Tuve que seguir mi camino, adelantándolos para evitar ser descubierta, aunque ahora sabía que ellos eran mi objetivo. Pude leer un cartel en la entrada con el nombre del grupo mercenario que investigaba. Puede que fuera momento de saltar esa valla y ver que pasaba allí dentro, aunque también podía esperar a que se volvieran a ir.

Abrí la puerta que daba al interior sin ningún problema, de hecho, no parecía ni que tuviera candado. Las escaleras estaban oscuras, evité dar la luz para no alertar a nadie, por lo que bajaba tanteando con los pies antes de poner todo el peso. Este hecho hizo que bajara muy despacio, pero también que llegará al piso inferior sin que nadie supiera de mí. El pasillo tampoco estaba iluminado, por lo que seguí tanteando antes de moverme. Comencé a ver un leve resplandor al fondo, suficiente para usarlo como referencia y no chocar contra nada.

Me agaché en la esquina para luego mirar. La gente no solía estar mirando a la parte de abajo del pasillo, por lo que era un buen método para evitar un ataque si ya te estaban esperando. Desde mi posición pude ver una habitación con un mercenario, de los que reconocía, dormitando en un sofá. El hombre estaba de espaldas a mí, por lo que se me pasó por la cabeza dispárale con la ballesta desde la esquina, pero eliminé dicha idea al no saber si alguien más estaba en ese cuarto.

Salí de mi escondite y avancé despacio por el pasillo, era todo lo sigilosa que podía ser. Al llegar a la puerta de la habitación, asomé poco a poco la cabeza. No había nadie más allí, por lo que me pude cargar tranquilamente a mi rival de un disparo en la cabeza con la ballesta. Esos tipos habían estado investigando para hacer aberraciones de la naturaleza, no podían seguir vivos para volver a intentar repetir sus ideas más adelante. Al recordar su idea volvió a asaltarme el recuerdo de los osos mezclados con espino de las montañas, las celdas con restos de humanos deformados por los experimentos y los arañazos de las puertas de metal gigantes. No pude reprimir un pequeño sollozo, aquella experiencia fue bastante mala, aunque hubiera conseguido a su dragona durante la misma.

Finalmente me decanté por entrar a ver que pasaba allí dentro. La valla posiblemente tuviera algún sistema para detectar intrusos o quizás estuviera electrificada. Nadie dejaba un centro de investigación sin medidas de seguridad. Por lo tanto, tocar la valla no era una opción, pero teniendo tanta altura como tenía, saltarla tampoco lo era. Debía pensar en algo rápidamente, cuanto más tiempo pasase allí parada más posibilidades de ser pillada tenía. Tras unos segundos algo se me ocurrió, usaría las hortalizas de huertos vecinos para saltar al interior, escalando una de las más grandes.

Un puerro del huerto de la derecha de la instalación fue el que elegí para saltar al otro lado. Tenía un tamaño considerable y algunas de sus hojas caían en la instalación mercenaria. Escalar un vegetal de ese tamaño no era tarea fácil, al menos el puerro tenía algunos asideros gracias a las hojas en crecimiento. Tras diez minutos de escalada, con algún resbalón incluido llegué hasta la hoja que me llevaría hasta mi objetivo. Tomé algo de impulso y me lancé al vacío. Desde esa altura me hubiera hecho mucho, pero que mucho daño al caer. Pero mi plan era otro, el salto me llevaría directamente hasta la hoja que sobrepasaba la verja que me haría de tobogán hasta el suelo.

La hoja no aguantó tanto como esperaba, haciendo que la caída fuera más empinada de lo previsto. El culetazo fue tremendo, pero nada serio. No tenía tiempo para quejarme, la hoja había rozado la valla y no tardarían en llegar mercenarios haber que había pasado. Así que me moví hacía el interior de la finca, usando los vegetales de esta como parapetos como había hecho anteriormente en el viaje. Tendría que hacerlo lo más silenciosamente posible a fin de evitar a los enemigos, o puede que debiera noquearlos en el campo y así tener menos cantidad donde fuera que investigaran.

Revisé toda la habitación en busca de algún documento de la investigación, pero aquello solo era una sala de relax para los mercenarios. Por lo que volví al pasillo, tenía que haber más habitaciones allí. Encontré tres puertas más en ese piso, dos de ellas daban a habitaciones con literas y la otra a los baños. Dentro de una de las habitaciones con literas encontré a otro de los mercenarios, que se llevó un virote en el cráneo. En la habitación encontré poca cosa, quitando algunas fotos y objetos personales, pero nada de gran valor o dinero. No me merecía la pena llevarme nada, lo más probable es que esos objetos solo tuvieran valor sentimental.

La otra habitación dormitorio era de los científicos. Encontré varios papeles sobre la investigación que estaban llevando a cabo. En ninguno mencionaban el uso de animales, por lo que los guardé para estudiarlos detenidamente más adelante. Además de eso me di cuenta de que solo una de las camas parecía estar en uso, puesto que el resto estaban cubiertas de cajas, portafolios y diversos libros. Eso significaba que el único investigador ahora no estaba allí, por lo tanto, cualquiera que me encontrara en ese edificio sería un soldado y una amenaza. Sin nada más que investigar en esa planta me dispuse a bajar a la de nivel de calle.

Por las escaleras repetí el mismo procedimiento que cuando había bajado desde el tejado. En estas había algo más de claridad, por lo que el descenso fue algo más rápido. Las escaleras comunicaban con el resto de la planta por una puerta, pero también seguían descendiendo hasta un sótano. Eso significaba que lo más seguro es que abajo es donde hicieran los experimentos. Me decanté por limpiar primero esta planta antes de bajar a ver que había más abajo. Era más probable que los mercenarios de este nivel subieran al piso superior que los del laboratorio, de haberlos allí abajo.

Avancé rápido entre las patatas de aquel lugar, aunque pronto tuve que frenarme ya que empecé a oír voces. Seguramente fueran los guardias enviados al perímetro a ver que había pasado. Lo mejor sería dejarlos ir para que informar que no había nada extraño y acabar con ellos cuando volvieran. Aunque también estaba la posibilidad de que fueran ya los encargados de la instalación, lo que implicaría que ya estaba al lado. No me gustaba la idea de ir a ciegas, pero de esta parte nadie tenía informes, ni se había conseguido sonsacar a ningún miembro nada de información.

Me asomé desde detrás de una de las patatas, al menos tres guardias estaban alrededor de un pequeño edificio. Lo más seguro es que fuera el laboratorio, aunque era demasiado pequeño como para que tuvieran allí mucho material. Me agaché a coger una piedra del suelo, debía distraer a uno de ellos, y acabar con él lejos del resto. Si podía acabar con todos sin llamar la atención estaría más segura. Tiré la piedra cerca de la base de una de las hortalizas que estaban pegando al edificio. El guardia más cercano cambió su rumbo para ir a ver que pesaba, momento que aproveché para dispararle varias balas de agua desde mis dedos y acabar con él.

No podía perder tiempo, pronto los otros dos se darían cuenta de que algo le había pasado a su compañero, además no sabía cuándo volverían los que fueran a investigar la verja, de haber ido alguno. Traté de ir hasta el muerto de patata en patata para que no vieran llegar. En cuanto estuve a su lado le quité el arma, aunque no la supiera usar muy bien, y lo moví un poco para apartarlo algo más de la vista. No tenía pensado disparar con mi arma, pero sería un excelente objeto para golpear a los guardias y dejarlos ko.

Abrí la puerta con sumo cuidado, esta chirrió un poco, pero no demasiado alto. Al asomarme no pude ver a nadie en el nuevo pasillo, tampoco se podía ver desde allí la entrada del edificio. Era una suerte, pues así podía moverme con cierta libertad por esa planta, aunque no debía olvidar que tenía al menos tres enemigos más. El pasillo tenía cuatro puertas, y a juzgar por la distribución la que estaba frente a mí sería la que diera a la recepción. Esa sería la última a la que fuera, primero iría a la de la izquierda, después a las dos de la derecha y finalmente a esa central.

Llegué a la puerta izquierda rápidamente, al abrirla me encontré con un baño. Bueno, al menos no había nadie y lo podía usar para cubrirme en caso de lucha. Volví sobre mis pasos hasta la puerta de la escalera y seguí hacía las dos de la derecha. Primero abrí la más alejada. Como en las anteriores lo hice de la forma más discreta posible. Parecía ser una oficina, no vi señales de que hubiera nadie allí, así que abrí del todo y entré a ver si encontraba algo de interés, cerrando antes la puerta. Encontré varios documentos de misiones realizadas por los mercenarios, todas ellas para mafias de diferentes islas.

Mientras estaba leyendo uno de los informes alguien llamó a la puerta preguntando por un tal Helso. Al parecer había oído la puerta desde el despacho contiguo y estaba interesado en hablar con su compañero. Como nadie le respondía abrió la puerta solo para encontrarse con un virote de frente. Lo más seguro es que al caer a plomo como lo hizo llamara la atención de alguien, por lo que cargué la ballesta lo más rápido que pude. Si alguien se asomaba por el pasillo sería hombre muerto, de ser dos juntos tendría que echarme a un lado y coger el arco dejando la ballesta en el suelo.

Corrí medio agachada hasta la pared del edificio, moviéndome luego hacia la izquierda. Desde allí me asomé en busca del siguiente de los guardias. Estaba caminando en dirección contraria, por lo que aproveché para acercarme y golpearlo con todas mis fuerzas con la culata del arma de su compañero. Aunque no conté con la posición del otro mercenario, que enseguida comenzó a dispararme. Con al menos cinco enemigos restantes, la situación era bastante mala. Aproveché que dejó de disparar para hacerlo yo con las balas de agua, fallando la mayoría. No volvió a disparar, pero me daba miedo asomarme a ver si era porque había acertado un punto vital o porque me estaba esperando.

Me deslicé pegada a la pared hacía el otro lado, asomándome a ver si habíamos pensado los dos lo mismo, pero no se le veía por allí. Escuché nuevos disparos. Seguí esa pared hasta la siguiente esquina, repitiendo el mismo proceso que con la anterior. Al asomarme vi a mi enemigo sujetarse el brazo, parecía que le había dado en él y en la pierna. De repente volvió a disparar en dirección a donde estaba antes. Tomándome unos segundos para apuntar mejor volví a lanzarle las balas de agua, acabando con su sufrimiento. Solo faltaban cuatro, el problema era que no sabía dónde estaban, por lo que me mantuve escondida detrás de la cabaña a ver si aparecían.

Unos minutos más tarde pude escuchar la voz de un hombre, parecía estar afectado por lo que acababa de ver. Me acerqué a él mientras inspeccionaba el cuerpo de su amigo y hablaba con algo en la mano. Con un fuerte golpe de la culata dejó de hablar. El maldito tenía un Den Den Mushi en la mano. “Bueno, ahora si que saben que estoy aquí”, pensé, tendría que darme prisa con el científico que habían traído antes que llegaran sus refuerzos. Por lo que abrí la puerta de la choza para descubrir que estaba vacía, bueno, vacía no, tenían algunas estanterías con cosas de agricultura, pero nada más.

Mientras terminaba de cargar la ballesta, pude escuchar un aviso por megafonía que instaba a todos los mercenarios que quedaban en el edificio a presentarse en recepción a causa de un ataque en las instalaciones del huerto. Imaginé que el causante era el encapuchado que seguía la comitiva. La formaban bastantes mercenarios, por lo que si necesitaban refuerzos es que el tipo estaba montando una buena pelea allí. En este momento eso me beneficiaba, estaba segura de que los que quedaran en el edificio aparecerían por el pasillo, por lo que podría acabar con ellos sin tener que buscarlos. Aunque también podía representar un problema si eran más de los que pensaba.

No pude pensar mucho más, la puerta de la escalera se abrió chirriando y casi por instinto disparé el virote que derribó al mercenario que iba en cabeza. El segundo, bastante perplejo miró en mi dirección para luego comenzar a disparar mientras retrocedía a la puerta de las escaleras. Como había pensado con anterioridad, dejé la ballesta a un lado y preparé el arco. Con él podía disparar más rápido, y no tardaba casi nada en recargar, por lo que sería más complicado pillarme por sorpresa. El intercambio de proyectiles con el mercenario se acrecentó cuando el de recepción se unió a la fiesta.

Estábamos en un punto muerto, ninguno de los tres podríamos avanzar sin ponernos en demasiado riesgo. Aunque, en realidad ellos lo tenían mejor, al menos estaban cerca de la salida. Además, eran dos contra una, pero a mi favor estaba que tenía más munición que ellos casi seguro. Tenía que ir preparando el terreno para avanzar, por lo que comencé a hacer crecer unos arbustos en mitad del pasillo. Para ello aproveché un momento sin disparos para ver el punto donde empezarían a crecer y luego solo era concentrarme en que lo hicieran. Seguramente pillaría por sorpresa a los dos mercenarios que no avanzarían por miedo a lo que pudiera pasar.

No podía creerlo, tanto jaleo para un simple almacén de herramientas. Que narices hacían esos guardias armados hasta las orejas vigilándolo, y más importante aún, donde estaban los que faltaban. Intenté ver si había alguna palanca o alguna marca en el suelo que indicara que allí había una bajada o algo, pero sin resultados. Estaba a punto de salir cuando noté algo raro, tras una de las estanterías se veía una ralladura. La pared tenía marcas de que algún objeto había sido arrastrado por ella en dirección descendente. ¿Podía ser que todo el suelo fuera la bajada? Cerré la puerta del cuarto, esperando ver algo que se me hubiera pasado antes con algo más de oscuridad, como una luz procedente de debajo, pero nada.

Estaba bastante frustrada, sabía que allí había algo, pero no lograba adivinar como desvelarlo. Llena de frustración le di un puñetazo al marco, golpeando a la vez el interruptor de la luz. El suelo crujió, mientras un chirrido metálico inundaba la estancia. La sensación de estar en un barco me invadió mientras veía la puerta cada vez más arriba. Al fin había descubierto el secreto del cuarto. El suelo se detuvo con un “clank”, más o menos estábamos a dos pisos bajo el suelo. Delante una puerta doble, con otro interruptor de la luz en el marco me esperaba.

Abrí una de las hojas de la puerta con cuidado, a ver que me esperaba al otro lado. Tuve el tiempo justo para reaccionar y apartarme de la lluvia de balas. Por suerte los mercenarios habían dudado al no saber si era de los suyos o no. Aunque ahora tenía un problema, eran tres contra una, aunque siempre podía tratar de que el cacharro donde estaba volviera a la superficie y dejarlos ahí debajo de forma indefinida. Era mala idea, seguramente pudieran llamar al ascensor desde abajo y esperaran a hacerlo justo con la llegada de refuerzos, pues seguro que los habían pedido.

Los arbustos seguían creciendo a buen ritmo, mientras lo mercenarios seguían perplejos. Aunque duró poco, al ver que las plantas no harían más que crecer reanudaron los disparos. Parecían querer destrozar las paredes hasta llegar a mí. Era su mejor opción la verdad, pero no contaban con que esos arbustos serian su perdición o los habrían destrozado ya con sus disparos. Era un proceso algo lento, en forma híbrida habría sido más rápido, pero al crecer en esa forma, seguramente me hubieran terminado dando en alguna parte de mi cuerpo que acabara expuesta por mi nuevo tamaño. Ya cambiaría de forma en la siguiente fase de mi plan.

Cuando los arbustos llegaron al máximo de su tamaño, un metro y poco de altura, usé mi habilidad para que se desenraizara uno de ellos y atacara a uno de los mercenarios, tomándolo por sorpresa. Gracias a eso pude pasar a híbrida, imbuirme con el haki armadura y correr a por ellos disparándoles por el camino. El hombre atacado por la planta respondió disparándole, pero la mayoría de balas pasaron a través de las ramas y hojas dando en la pared y asustando a su compañero. El otro, perplejo, reacciono tarde disparando sin ton ni son, por lo que sus balas acabaron dando solo a las paredes.

Una vez ya cuerpo a cuerpo, le di con el arco en la cara al que no estaba enzarzado con la planta tirándolo al suelo. Con un rápido movimiento cargué una flecha y se la lancé a bocajarro matándolo. El otro recibió otra flecha cuando estaba ya a punto de soltarse de las ataduras de mi compañera planta. Parecía que ya tenía el camino libre para investigar el sótano. No cambié de forma por si acaso necesitaba de la velocidad mejorada que esta forma ofrecía. Aun así, bajé las escaleras con cuidado y atenta a cualquier movimiento extraño.

La puerta parecía resistir bien los disparos, ninguno de ellos había conseguido traspasar aún el metal. Eso me daba cierta cobertura que me podría dar la victoria. No eran tontos, se habían dado cuenta que no tenía armas distancia, o al menos no mucha munición cuando no ataqué mientras recargaban. Lo más seguro es que pensaran que era una luchadora cuerpo a cuerpo y que esperaría a que aparecieran por la puerta para liquidarlos. No estaban muy desencaminados en sus suposiciones, aunque si que podía disparar. Solo estaba esperando el momento preciso para hacerlo. Además, no podía permitirme mostrar que podía atacar a distancia y no abatir al menos a dos de ellos.

Llegado un momento me dijeron que saliera con las manos arriba y me pusiera de rodillas. Me interrogarían y llevarían a las autoridades como una espía industrial para sacar algo de pasta por mí. Justo lo que esperaba, salí de detrás de la puerta y me los quedé mirando mientras empezaba a subir las manos. Respiré hondo dos veces y cuando mis manos estuvieron a mitad de camino solté los proyectiles de agua contra mis oponentes. Nada más hacerlo me lancé a la carrera, contra el único superviviente, el científico.

El hombre no tenía entrenamiento alguno y el disparo que efectuó me rozó el brazo. Con el choque de ambos el investigador se vio arrastrado por mi fuerza hacía atrás, estrellándose contra una estantería. Acabé con el de un golpe, no quería testigos de lo que había pasado allí, además necesitaba tranquilidad para buscar y destruir la investigación de aquellos hombres. Lo primero de todo fue registrar al científico en busca de documentos, llaves y tarjetas de acceso, pero no tenía nada de eso. Mirando a mi alrededor vi un montón de cosas por las que comenzar, desde grandes probetas con cosas dentro, hasta pequeñas oficinas. Era increíble lo que habían logrado construir allí abajo esos mercenarios.

El sótano estaba iluminado con una tenue luz roja, lo que me indicaba que estarían haciendo crecer plantas allí abajo. No parecía haber más guardias ni investigadores a primera vista. Aun así, continúe con cuidado hasta la gran sala que era el laboratorio subterráneo. El lugar no estaba dividido en salas como los niveles superiores, era todo un gran espacio de investigación y crecimiento. En la izquierda, dentro de estructuras de cristal, había diferentes tipos de hortalizas creciendo. Por el centro puestos de trabajo con diferentes materiales y en la zona trasera archivadores. A la derecha, sin embargo, había una única zona acristalada de la que provenían sonidos de cadenas.

Ma acerqué primero a la derecha, pues era lo que más llamaba mi atención, descubriendo una criatura bastante extraña. Tenía aspecto humanoide, pero sin duda estaba formada de materia vegetal, ¿Habían conseguido hacer un humano vegetal? Contuve mis ganas de destruir en ese instante todo el sótano junto con la criatura. Quizás fuese una criatura natural usada para sacar información. Antes de actuar a lo loco debía investigar las notas de las investigaciones.

Acercándome a la zona de archivadores comencé a ojear por encima cada línea de investigación, quemando en uno de los mecheros de laboratorio todo lo relacionado con hibridar plantas con animales. Al parecer, cada archivador contenía una única investigación, por lo que solo habían llevado a cabo tres. La primera trataba de cómo aplicar a animales la mayor tasa de crecimiento de los vegetales de la isla, aunque por lo que leía no habían tenido éxito. La segunda era acerca de los motivos por los cuales las plantas eran tan grandes allí. Me guardé los documentos de los resultados finales y el de métodos usados, me serían muy útiles dentro de poco. Y finalmente, en el tercero, toda la información recabada sobre la criatura que habían encontrado en un viaje. La habían capturado en un bosque selvático y traído hasta aquí para su estudio. Recogí la información de su lugar de origen, debía devolverla si era posible a su hábitat.

Comencé a revisar la zona más cercana a donde me encontraba. Había documentos repartidos por encima de toda la mesa, uno de ellos me pareció de gran interés, trataba sobre una técnica curativa. Había oído hablar de documentos como ese, se podían comprar en algunas librerías, pero para alguien como yo era bastante complicado poder hacerlo. Seguí con la revisión, encontrando documentos de un estudio sobre animales y plantas del que no entendía nada, por lo que supuse que era lo que debía destruir. Bueno, por lo que estaba viendo, lo mejor sería destruir todo aquel lugar sin miramientos.

Seguí revisando mesa tras mesa, encontrando alguno más de aquellos manuales, como el de onda de choque u onda cortante. También muchos documentos de los que no entendía ni una palabra. Además de esos documentos también encontré tarros con cosas dentro. Estas cosas tenían la apariencia de plantas, pero deformes, o muy abultadas. No me cabía la menor duda que lo que allí se hacía se consideraría ilegal en cualquier lado, pero conociendo al gobierno, seguro que trataría de quedarse las notas de descubrirlas, en lugar de quemarlas. El siguiente paso era encontrar algo para destruir todo aquello.

Al fondo del nivel encontré varios recipientes con sustancias, muchas de las cuales tenían la advertencia de no juntar a una llama intensa. También encontré bastantes botes de alcohol, por lo que se me ocurrió una fantástica idea, quemar todo el lugar. Repartí por todos los lados aquellas sustancias peligrosas, no dejé nada sin cubrir por las mismas. Además de repartir algunas que no tenían ni etiqueta. Un olor asqueroso comenzó a llenar todo el nivel, lo que hizo que me tapara la nariz con una mano, mientras que con la otra empapaba todo en alcohol. Con todo listo, prendí uno de los mecheros de laboratorio desde el ascensor y le di al interruptor, rezando por tener tiempo de escapar.

Me acerqué con cuidado hasta la criatura, que reaccionó de forma convulsa tratando de apartarse. Parecía que le habían hecho bastantes cosas dolorosas durante su estancia en aquel lugar. Sería una tarea casi imposible demostrarle a esa criatura que no era una amenaza. Por suerte contaba con grandes conocimientos en botánica y una akuma con grandes poderes naturales. Me puse a rebuscar entre las mesas un par de sustancias que aplicadas en la planta humanoide la ayudaran a calmarse, algo así como un masaje a los humanos. Además, para demostrarle mi disposición a ayudarle, comencé a generar un árbol desde el suelo. No podría hacerlo crecer hasta lo máximo puesto que no había espacio suficiente, pero esperaba que la planta captara el mensaje.

Después de eso me dediqué a juguetear con las ramas y las hojas del árbol que acababa de crear. Era algo que hacia habitualmente cuando me aburría o estaba estresada, era mi método para distraerme y evadirme. Me sentía cómoda entre las plantas, bastante más que entre las grandes aglomeraciones de gente de las ciudades. Las plantas no eran egoístas y los sonidos que realizan al mecerse con el viento resultan hipnóticos, puede que en parte por eso me gustaran tanto.

Tras un rato volví a probar a acercarme al humanoide de madera con mucho mejores resultados. Parecía haber llegado a comprender que no era su enemiga, que no le haría ningún daño. Me aventuré a quitarle una de las esposas que lo sujetaban, si la cosa se ponía fea al menos no tendría toda su potencia. Al principio pareció extrañado, pero luego se olvidó de todo fijándose solo en el árbol. Como parecía bastante tranquilo le quité la otra cadena para que pudiera acercarse del todo a la planta. Esperaría aún unos minutos antes de tratar que saliéramos juntos de allí.

El ascensor parecía avanzar a paso de tortuga. Ya podía notar el calor ascender desde la planta de abajo, y si explotaba algo no quería que me pillara cerca. En cuanto estuve a altura suficiente, abrí la puerta del cobertizo y salí corriendo a toda velocidad en dirección contraria a donde se extendía el laboratorio subterráneo. No sabía si lo que había preparado explotaría o simplemente ardería, pero no quería comprobarlo tampoco. Por mi parte daba por terminada mi misión. Había destruido el laboratorio y las investigaciones, además nadie podría identificarme y relacionarlo con la revolución. Muchas veces es mejor que nadie supiera sobre un tema, y en este caso mejor que la población no supiera de esas investigaciones.

Llegué al camino trasero de los huertos, paralelo al que había usado para llegar. Tuve que usar otra hortaliza para saltar fuera de la valla, seguía sin querer comprobar si estaba electrificada o no. De momento no parecía haberse producido ninguna explosión, lo que era lo mejor para todos, que no se notara lo que había pasado ni se dañara la tierra. Volví a sacar la capa ya ponérmela. Debía volver a la ciudad y no quería llamar la atención.

Por suerte no tendría que pisar de nuevo aquella asquerosa casa, no había dejado nada en ella. Volvería directamente al barco que me llevaría de vuelta Saint Reia. Tenía ya muchas ganas de ver a mis compañeros de la Quimera. Llevábamos cerca de dos años separados y ninguno se había dignado ni siquiera en mandar una carta. Claro que, yo tampoco lo había hecho así que no podría echárselo en cara. De cualquier manera, el viaje hasta el puerto fue tranquilo, la ciudad seguía como durante la mañana, parecía que no se había producido ningún incidente en ella. Lo que me hacía preguntarme que habría pasado con los refuerzos de esos tíos, ¿sino con quién demonios hablaba aquel mercenario? Ya había mirado si alguno de los del nivel inferior tenían un Den Den Mushi, pero no encontré ninguno. Ya investigaría, ahora debía partir.

Tras dejar a la criatura un rato mirar y tocar al árbol, iba siendo hora de salir de allí. No podía arriesgarme a sacarla a la calle y que enloqueciera, pero tampoco podía obligarla a marcharse si no colaboraba. Se me ocurrió que podía sacarla volando de allí, pero para eso debía subirla a la terraza y luego convencerla para que subiera hasta mi grupa cuando estuviera en completa. Era un plan con muchas incógnitas, pero no tenía más opciones, al menos no se me ocurrían más. Me levanté de la mesa en la que estaba sentada acercándome hasta la planta.

Con un leve toque en su hombro llamé su atención. Cuando me miró le hice gestos para que me siguiera. Al principio parecía que no me entendía, pero tras unos instantes tocó de nuevo al árbol y comenzó a moverme hacia mí. Seguramente tuviera nostalgia de la naturaleza de la que fue arrancado hacía ya años y ver a alguien que podía crearla de la nada había sido un shock. Seguramente todo ese rato lo pasara comprobando que la planta era real y no una imitación. Es más, seguramente ese árbol fuera la diferencia entre tratar de huir a toda costa y confiar en mí y seguirme.

La subida fue lenta, a pesar de que el ser planta parecía cada vez más desperezado, sus movimientos seguían siendo bastante lentos. Una vez en la terraza tuvimos que pasar otro momento de aclimatación con las macetas. Parecía que esa entidad podía interactuar con las demás plantas, al menos con las macetas, puesto que en todas por las que pasaba iban floreciendo. Cuando pareció que estaba conformé pasé a la forma completa, plegando un ala y apoyándome sobre la terraza para que pudiera subir. Le costó bastante hacerlo, pero al final se atrevió. Con el ser en la espalda debía volver al barco que había usado para llegar y volver a Nanami, donde lo dejaría suelto hasta saber donde debía llevarlo. Durante el vuelo hasta el barco evité movimientos bruscos. Al aterrizar lo dejé bajar antes de volver a mi forma humana. Con todo listo y el trabajo bien hecho partimos de Azahán.