Kaori Nanami
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– Recapitulemos, ¿quieres? – dijo mientras veía el barco acercándose a la isla. – ¿Quieres que busque a Hinori Markov? – el tipo asintió con toda la calma del mundo. – No solo me pones en riesgo ante ella, que vale más de mil millones, sino quieres que me infiltre en la banda de su capitán – el tipo asintió de nuevo. – ¿Acaso estás loco? – Le preguntó sin esperar respuesta de él.
– Órdenes son órdenes, Kaori Nanami. No hay mucho que pensar, debes hacerlo. Es por el bien de la justicia del Gobierno Mundial. – Le reprochó con un tono de bastante autoridad.
– Para ser justicia, no dudan en mandar a alguien débil a una banda llena de monstruos – suspiró con calma y miró la isla. – Según tú información, esta aquí. En Jaya. ¿Qué haría ella en una isla tan lejana del Nuevo Mundo? – lo miró a los ojos de forma desafiante. – No te prometeré nada. Aun cuando la encuentre, dudo mucho que acepten a un cualquiera en su banda.
– No vuelvas a este buque si no es con su cabeza o con noticias de que si entraste. – Fue lo último que dijo antes de desaparecer dentro del buque.
El barco no tardó mucho más en llegar a la isla. Por suerte, era un barco cualquiera, sin ninguna insignia o algo por el estilo, nadie debería saber que ella era una agente del Cipher Pol y que estaba en medio de una misión imposible. ¿Encontrar a Hinori? Los últimos acontecimientos de esa banda dieron la vuelta al mundo. Literalmente, robaron la máxima prisión del Gobierno Mundial, Impel Down. Su capitán, Dexter Black, era el pirata más poderoso de estos últimos tiempos y ella tenía que encontrar a su nakama, ganarse su confianza y entrar en esa banda de monstruos. ¿Quién carajos daba esas órdenes tan estúpidas? ¿Acaso los altos mandos tenían aire en vez de cerebro en sus cabezas? Pateó una caja con fuerza y esta salió disparada ante una casa y se hizo polvo.
– Maldición, esos estúpidos buenos para nada… – murmuró. – Solo espero que no esté. Así me ahorraría molestias. – Estaba enojada, esa orden era un suicidio. ¿Por qué ella? ¿Por qué tenía que ser un maldito imán para los problemas?
– Órdenes son órdenes, Kaori Nanami. No hay mucho que pensar, debes hacerlo. Es por el bien de la justicia del Gobierno Mundial. – Le reprochó con un tono de bastante autoridad.
– Para ser justicia, no dudan en mandar a alguien débil a una banda llena de monstruos – suspiró con calma y miró la isla. – Según tú información, esta aquí. En Jaya. ¿Qué haría ella en una isla tan lejana del Nuevo Mundo? – lo miró a los ojos de forma desafiante. – No te prometeré nada. Aun cuando la encuentre, dudo mucho que acepten a un cualquiera en su banda.
– No vuelvas a este buque si no es con su cabeza o con noticias de que si entraste. – Fue lo último que dijo antes de desaparecer dentro del buque.
El barco no tardó mucho más en llegar a la isla. Por suerte, era un barco cualquiera, sin ninguna insignia o algo por el estilo, nadie debería saber que ella era una agente del Cipher Pol y que estaba en medio de una misión imposible. ¿Encontrar a Hinori? Los últimos acontecimientos de esa banda dieron la vuelta al mundo. Literalmente, robaron la máxima prisión del Gobierno Mundial, Impel Down. Su capitán, Dexter Black, era el pirata más poderoso de estos últimos tiempos y ella tenía que encontrar a su nakama, ganarse su confianza y entrar en esa banda de monstruos. ¿Quién carajos daba esas órdenes tan estúpidas? ¿Acaso los altos mandos tenían aire en vez de cerebro en sus cabezas? Pateó una caja con fuerza y esta salió disparada ante una casa y se hizo polvo.
– Maldición, esos estúpidos buenos para nada… – murmuró. – Solo espero que no esté. Así me ahorraría molestias. – Estaba enojada, esa orden era un suicidio. ¿Por qué ella? ¿Por qué tenía que ser un maldito imán para los problemas?
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- ¡Cuando quieras un reto de cocina no me traigas armas de fuego, idiota!
Un tipo salió disparado por la ventana de una de las tabernas más grandes de aquella isla. Sus dientes ahora adornaban la calle y sus ojos estaban en blanco. Ese idiota poseía una pistola en su mano derecha y se notaba que había intentado hacer algo.
Dentro del local, la causante de aquel golpe no había sido otra que la pirata al cargo de los fogones de los Blue, la cocinera más prestigiosa de Fiordia y la número uno haciendo pizzas para los miembros de su banda. Se hallaba sobre la barra, con ambos puños alzados, sus blancos ojos observando al frente y su hermosa melena oscura ondeando un poco debido al viento que entró por la ventana. Vestía con una sudadera morada y de color blanca. Tenía unos pantalones largos y unas sandalias. No podía verse ningún tipo de arma que tuviese, tan solo una extraña muñequera en su brazo izquierdo. Hinori no tardó mucho en bajar de la barra y quedar rodeada de bastantes piratas que alzaban sus jarras.
- ¡One-sama! ¡Es usted la número uno!
Hinori sonreía de forma dulce y no tardó en sentarse en una silla. Últimamente estaba rodeada de piratas por todos lados, además de algunas ladronas e incluso mercenarios. Nadie se atrevía a llevarle la contraria desde su nuevo cartel, pero tampoco ella parecía muy ruda, todo lo contrario. Estaba claro que muchos deseaban pasar la noche con ella, pero el primero que lo intentó acabó con los dientes bailando sobre la mesa, por lo que ya nadie más trató de tirarle los tejos. Ella misma desveló que le gustaban las chicas y que tenía pareja, por lo que nadie más la molestó. El camarero empezó a reírse y le lanzó a ella una botella de agua, de la cual bebió con ganas y después sonrió. Había sido retada por un tipo a ver quién cocinaba mejor un pedazo de carne de cerdo, pero cuando le vio apuntarla con la pistola no perdió el tiempo y le rompió la cara.
- ¡Una ronda gratis para todos, invito yo! – Gritó alzando la botella de forma dulce y cerrando sus ojos unos leves segundos.
- ¡Viva la asesina alada! – Gritaron todos con fuerza.
Era el apodo que le habían dado injustamente, pero ahora era algo que no le importaba mucho. Ella estaba allí para estar cerca del Grand Line, para cuando Alice la llamase ir enseguida en su busca. La espalda de la chica estaba pegada a la pared, pues no se fiaba de nadie desde hacía mucho tiempo. Aquellos hombres solo parecían interesados en beber, por lo que no había problema alguno. Se colocó al capucha quedando tan solo a la vista unos mechones oscuros y sus enormes ojos blancos como la nieve. Sonrió de forma agradable y se mantuvo callada rodeada de risas, chistes y diversión.
Un tipo salió disparado por la ventana de una de las tabernas más grandes de aquella isla. Sus dientes ahora adornaban la calle y sus ojos estaban en blanco. Ese idiota poseía una pistola en su mano derecha y se notaba que había intentado hacer algo.
Dentro del local, la causante de aquel golpe no había sido otra que la pirata al cargo de los fogones de los Blue, la cocinera más prestigiosa de Fiordia y la número uno haciendo pizzas para los miembros de su banda. Se hallaba sobre la barra, con ambos puños alzados, sus blancos ojos observando al frente y su hermosa melena oscura ondeando un poco debido al viento que entró por la ventana. Vestía con una sudadera morada y de color blanca. Tenía unos pantalones largos y unas sandalias. No podía verse ningún tipo de arma que tuviese, tan solo una extraña muñequera en su brazo izquierdo. Hinori no tardó mucho en bajar de la barra y quedar rodeada de bastantes piratas que alzaban sus jarras.
- ¡One-sama! ¡Es usted la número uno!
Hinori sonreía de forma dulce y no tardó en sentarse en una silla. Últimamente estaba rodeada de piratas por todos lados, además de algunas ladronas e incluso mercenarios. Nadie se atrevía a llevarle la contraria desde su nuevo cartel, pero tampoco ella parecía muy ruda, todo lo contrario. Estaba claro que muchos deseaban pasar la noche con ella, pero el primero que lo intentó acabó con los dientes bailando sobre la mesa, por lo que ya nadie más trató de tirarle los tejos. Ella misma desveló que le gustaban las chicas y que tenía pareja, por lo que nadie más la molestó. El camarero empezó a reírse y le lanzó a ella una botella de agua, de la cual bebió con ganas y después sonrió. Había sido retada por un tipo a ver quién cocinaba mejor un pedazo de carne de cerdo, pero cuando le vio apuntarla con la pistola no perdió el tiempo y le rompió la cara.
- ¡Una ronda gratis para todos, invito yo! – Gritó alzando la botella de forma dulce y cerrando sus ojos unos leves segundos.
- ¡Viva la asesina alada! – Gritaron todos con fuerza.
Era el apodo que le habían dado injustamente, pero ahora era algo que no le importaba mucho. Ella estaba allí para estar cerca del Grand Line, para cuando Alice la llamase ir enseguida en su busca. La espalda de la chica estaba pegada a la pared, pues no se fiaba de nadie desde hacía mucho tiempo. Aquellos hombres solo parecían interesados en beber, por lo que no había problema alguno. Se colocó al capucha quedando tan solo a la vista unos mechones oscuros y sus enormes ojos blancos como la nieve. Sonrió de forma agradable y se mantuvo callada rodeada de risas, chistes y diversión.
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Suspiró con pesadez. Odiaba ser el centro de las miradas, pero era lo malo de ser… Mujer en una isla donde los hombres, aparte de estar muy ebrios, buscaban liberar sus tensiones con cualquiera. Tuvo que esquivar, por el camino que solo Dios conocía, a varios así. ”De todas las islas, tenía que llegar aquí. Como odio Jaya” – pensó bastante mosqueada. ¿Qué se suponía que le diría a Hinori si es que la encontraba? Casi parecía que cualquier excusa parecía ser inútil y su cerebro no estaba en buenas condiciones para pensar en algo.
– Hola, soy Kaori y quiero unirme a la banda de tu capitán, ¿me llevas con él? – murmuró. – Sí claro, ¿por qué no? ¡Vamos a ser piratas juntas! – susurró imitando otro tono de voz diferente al de ella. – Como si eso fuera a pasar. Ningún pirata sería así. – Suspiró con pesadez.
Sus oídos mejorados le hicieron detenerse. ”¿Ahora qué pasa?” – no tuvo que esperar mucho para ver su respuesta. Un hombre salió disparado de una taberna. Debía ser la típica pelea que se daban en lugares como este. ”Supongo que aquí manda el que los tenga más grandes” – pensó con una sonrisa. Sin entrar, fue que decidió seguir su camino… Ya había calculado que con unos diez o veinte minutos dando vueltas al azar, podría decir que Hinori no estaba en Jaya. No alcanzó a dar ni siquiera cinco pasos cuando escuchó algo que la hizo voltear y, al mismo tiempo, hacer que un escalofrío recorriera su espalda. Había escuchado el apodo de aquella pirata, dentro de la taberna donde aquel tipo salió volando. ”Odio mi suerte” – se planteó varias veces el entrar o no. No la conocía en persona y tampoco estaba segura de que lo quería hacer. En su cartel salía con pinta de ser una buena chica, tierna y hasta amigable, pero lo mismo podía ser totalmente lo opuesto: sádica, adicta a la sangre y sabe Dios qué otras cosas.
Al dar el primer paso dentro de la taberna, fue que todo el bullicio cesó y las miradas se centraron en ella. Sintió que la desvestían y vestían con la mirada muchas veces en pocos segundos y un leve rubor se hizo presente en su rostro. Ignoró todo eso y buscó con la mirada a Hinori y, por buena o mala suerte para ella, no tardó mucho en encontrarla. Se acercó a ella y le dedicó una sonrisa alegre.
– Hinori Markov, ¿verdad? – le preguntó, sabiendo la respuesta. El ambiente se hizo tenso durante unos instantes y estaba segura de que se haría peor cuando dijera lo que tenía en mente. Quizás no era tan mal plan ser directa y franca, ¿no? – No pienso alagarte mucho y seré franca. Tengo mucho miedo de estar aquí, frente a ti, pero no lo haría de no ser necesario – tomó una ligera pausa. Sentía las miradas clavadas en ellas dos. ”Estoy muerta” – pensó por unos segundos. – Quiero entrar a Los Blue Roses. ¿Qué tengo qué hacer? – preguntó con bastante confianza. – Oh… Perdón, cierto, olvide presentarme… Soy Kaori Nanami. – Finalizó.
– Hola, soy Kaori y quiero unirme a la banda de tu capitán, ¿me llevas con él? – murmuró. – Sí claro, ¿por qué no? ¡Vamos a ser piratas juntas! – susurró imitando otro tono de voz diferente al de ella. – Como si eso fuera a pasar. Ningún pirata sería así. – Suspiró con pesadez.
Sus oídos mejorados le hicieron detenerse. ”¿Ahora qué pasa?” – no tuvo que esperar mucho para ver su respuesta. Un hombre salió disparado de una taberna. Debía ser la típica pelea que se daban en lugares como este. ”Supongo que aquí manda el que los tenga más grandes” – pensó con una sonrisa. Sin entrar, fue que decidió seguir su camino… Ya había calculado que con unos diez o veinte minutos dando vueltas al azar, podría decir que Hinori no estaba en Jaya. No alcanzó a dar ni siquiera cinco pasos cuando escuchó algo que la hizo voltear y, al mismo tiempo, hacer que un escalofrío recorriera su espalda. Había escuchado el apodo de aquella pirata, dentro de la taberna donde aquel tipo salió volando. ”Odio mi suerte” – se planteó varias veces el entrar o no. No la conocía en persona y tampoco estaba segura de que lo quería hacer. En su cartel salía con pinta de ser una buena chica, tierna y hasta amigable, pero lo mismo podía ser totalmente lo opuesto: sádica, adicta a la sangre y sabe Dios qué otras cosas.
Al dar el primer paso dentro de la taberna, fue que todo el bullicio cesó y las miradas se centraron en ella. Sintió que la desvestían y vestían con la mirada muchas veces en pocos segundos y un leve rubor se hizo presente en su rostro. Ignoró todo eso y buscó con la mirada a Hinori y, por buena o mala suerte para ella, no tardó mucho en encontrarla. Se acercó a ella y le dedicó una sonrisa alegre.
– Hinori Markov, ¿verdad? – le preguntó, sabiendo la respuesta. El ambiente se hizo tenso durante unos instantes y estaba segura de que se haría peor cuando dijera lo que tenía en mente. Quizás no era tan mal plan ser directa y franca, ¿no? – No pienso alagarte mucho y seré franca. Tengo mucho miedo de estar aquí, frente a ti, pero no lo haría de no ser necesario – tomó una ligera pausa. Sentía las miradas clavadas en ellas dos. ”Estoy muerta” – pensó por unos segundos. – Quiero entrar a Los Blue Roses. ¿Qué tengo qué hacer? – preguntó con bastante confianza. – Oh… Perdón, cierto, olvide presentarme… Soy Kaori Nanami. – Finalizó.
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- ¿Qué es lo primero que harás cuando te reúnas con esa hermosa mujer que llevas dos años esperando, Hinori-san? – Preguntó un hombre con barba, de dos metros y bastante musculoso, el cual miraba intrigado a la morena.
- Eso está clarísimo. Voy a besarla con mucho amor, voy a decirle lo mucho que la amo…
- Oissssh…
- Y luego la voy a violar contra la pared, haciéndola mía y obligándola a morir de placer mientras grita mi nombre y suplica que le dé muchísimo más. La voy a reventar hasta que no pueda gemir más. Es mía ¡Mi preciosa osita! – Gritó finalmente alzando la botella de agua.
- ¡Tú preciosa osita! – Gritaron los demás alzando sus cervezas.
La escena era un poco surrealista debido a que Hinori se había hecho con el control de toda la taberna. Ella rio con fuerza y bebió de su botella mientras disfrutaba de lo bien que se lo estaba pasando. El camarero reía también y se estaba comiendo un bocadillo de queso con aceite. Allí estaba montándose una verdadera fiesta de verdad. La gente gritaba sin parar y Hinori no tardó mucho en pedir una bandeja de canapés para ella y sus nuevos amigos. Sus risas continuaban aumentando y entonces pudo ver a una chica acercarse a ella. Ladeó un poco la cabeza y escuchó lo que dijo. Eso era un problema, pues ella no era nadie para invitar o meter, eso era cosa de Slade o Dexter. Dexter… Se le hacía muy fácil llamarlo así tras meterlo en la Friendzone. Alice era el cielo.
- No tengas miedo, anda. – Le dijo con una sonrisa amable y un tono de voz dulce como la miel. – No soy como me pintan, digamos que solo estuvo en el sitio equivocado en el momento equivocado. En cuanto a tu petición, dame tu número. Se lo daré a mi capitán y él ya se pondrá en contacto contigo si le interesa. – Tras decir aquello se mantuvo calmada mientras la miraba.
Bastante es que había metido a la fuerza a una persona en la banda, sin pedir permiso. Eso fue con su preciosa peliblanca, pero no quería quedar de caradura, el resto ya debía decidirlo el jefe. Ella simplemente se estiró un poco y después comió de uno de los bocaditos de atún con tomate. El sabor no era nada malo para ser una taberna en Jaya. Se rio por lo bajo y después volvió a mirar a la joven que tenía frente a sus ojos.
- Es todo lo que puedo hacer por ti. Por el momento deberás esperar a que él te llame. Aunque también puedes pedirte algo de comer o beber y divertirte con los demás. – Dijo con una sonrisa amable, para después de eso estirar el puño hacia ella con la intención de que chocase.
- Hino-san ¿Quién es la dominante en su relación?
- Está claro que lo soy yo. Mi querida osita es mi uke adorable y mona ¡Le encanta la postura del sesenta y nueve! ¡Su lengua es la mejor del mundo!
- ¡Su lengua es la mejor del mundo! – Gritaron todos de nuevo.
- Eso está clarísimo. Voy a besarla con mucho amor, voy a decirle lo mucho que la amo…
- Oissssh…
- Y luego la voy a violar contra la pared, haciéndola mía y obligándola a morir de placer mientras grita mi nombre y suplica que le dé muchísimo más. La voy a reventar hasta que no pueda gemir más. Es mía ¡Mi preciosa osita! – Gritó finalmente alzando la botella de agua.
- ¡Tú preciosa osita! – Gritaron los demás alzando sus cervezas.
La escena era un poco surrealista debido a que Hinori se había hecho con el control de toda la taberna. Ella rio con fuerza y bebió de su botella mientras disfrutaba de lo bien que se lo estaba pasando. El camarero reía también y se estaba comiendo un bocadillo de queso con aceite. Allí estaba montándose una verdadera fiesta de verdad. La gente gritaba sin parar y Hinori no tardó mucho en pedir una bandeja de canapés para ella y sus nuevos amigos. Sus risas continuaban aumentando y entonces pudo ver a una chica acercarse a ella. Ladeó un poco la cabeza y escuchó lo que dijo. Eso era un problema, pues ella no era nadie para invitar o meter, eso era cosa de Slade o Dexter. Dexter… Se le hacía muy fácil llamarlo así tras meterlo en la Friendzone. Alice era el cielo.
- No tengas miedo, anda. – Le dijo con una sonrisa amable y un tono de voz dulce como la miel. – No soy como me pintan, digamos que solo estuvo en el sitio equivocado en el momento equivocado. En cuanto a tu petición, dame tu número. Se lo daré a mi capitán y él ya se pondrá en contacto contigo si le interesa. – Tras decir aquello se mantuvo calmada mientras la miraba.
Bastante es que había metido a la fuerza a una persona en la banda, sin pedir permiso. Eso fue con su preciosa peliblanca, pero no quería quedar de caradura, el resto ya debía decidirlo el jefe. Ella simplemente se estiró un poco y después comió de uno de los bocaditos de atún con tomate. El sabor no era nada malo para ser una taberna en Jaya. Se rio por lo bajo y después volvió a mirar a la joven que tenía frente a sus ojos.
- Es todo lo que puedo hacer por ti. Por el momento deberás esperar a que él te llame. Aunque también puedes pedirte algo de comer o beber y divertirte con los demás. – Dijo con una sonrisa amable, para después de eso estirar el puño hacia ella con la intención de que chocase.
- Hino-san ¿Quién es la dominante en su relación?
- Está claro que lo soy yo. Mi querida osita es mi uke adorable y mona ¡Le encanta la postura del sesenta y nueve! ¡Su lengua es la mejor del mundo!
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La conversación que Hinori tenía con el camarero eran bastante… Extrañas. Aunque, todo parecía indicar que ella estaba con alguien. Aunque no le sorprendía, quizás el hecho de que, al parecer, era una mujer. ”Dudo mucho que una osa de verdad sea su pareja, fijo le dice así por su akuma no mi. Se nota que no conoce la timidez” – pensó con una suave sonrisa. El tiempo en que ella se tomaba en responder, en aceptar que existía, se le hizo eterno. Por un momento, se le cruzó la idea de que era posible que Dexter Black también estuviera esta isla. ¿Por qué la mandaron a ella? Bueno… Dudaba mucho que fuera por ser bonita. Quizás solo estaban haciendo limpieza y era una buena forma de matar a sus miembros sin esforzarse. Hacer que se unan a una banda pirata tan peligrosa como esa.
Suspiró y, fue en esos cortos segundos en las que ella se arrepentía de entrar a la misma taberna que ella, Hinori le respondió. Básicamente no podía hacer nada por ella, solo darle su número y esperar que el mismísimo Dexter Black la llamara. Por unos momentos, sintió alivio, al menos, no era algo tan sencillo. Dudaba mucho poder convencerla a ella de que la dejara entrar a las malas y eso sería sospechoso, lo mejor sería solo seguir la fiesta, pasarle el número y esperar un llamado que, quizás, nunca ocurriría. En sus planes nunca se imaginó que tendría una misión como esa. ¿Era realmente necesaria? Al parecer, sí. Buscaban, seguramente, a alguien capaz de empezar a destruir a la banda desde adentro. Sin embargo, eran una banda, así que siempre iban a sospechar del nuevo. Era una mala idea tener que pensar en eso. Agarró una hoja de papel y un lápiz, en él anotó su número personal y se lo tendió a Hinori.
Siguió escuchando la conversación entre el camarero y la pirata. Osas, lenguas, posiciones raras, ser dominante o no… ¿Qué tipo de relación tenía? Por un instante, quiso preguntar… Pero no veía que fuera lo… Apropiado. Suspiró con calma y se le quedó viendo. Estaba impresionada, la verdad, no parecía ser una pirata o alguien con ese estilo de vida. Alegre, amigable y cariñosa, así la definiría a grandes rasgos. Aunque ella, según lo que escuchó, solo estuvo en el lugar y momento equivocados.
– Bueno, supongo que vale el esfuerzo – le dijo con calma. – Aún soy demasiado débil para el Nuevo Mundo o iría yo misma a hablar con él – dijo… Tratando de sonar lo más convincente posible. Ni siquiera ella se creía posible eso. – Y no te preocupes, comí hace poco. No tengo mucha hambre – por alguna razón, Hinori no parecía una real amenaza. – Aunque… ¿Estás segura que eres pirata? Te ves demasiado tierna como para vivir esa vida. – Le comentó de forma inocente.
Suspiró y, fue en esos cortos segundos en las que ella se arrepentía de entrar a la misma taberna que ella, Hinori le respondió. Básicamente no podía hacer nada por ella, solo darle su número y esperar que el mismísimo Dexter Black la llamara. Por unos momentos, sintió alivio, al menos, no era algo tan sencillo. Dudaba mucho poder convencerla a ella de que la dejara entrar a las malas y eso sería sospechoso, lo mejor sería solo seguir la fiesta, pasarle el número y esperar un llamado que, quizás, nunca ocurriría. En sus planes nunca se imaginó que tendría una misión como esa. ¿Era realmente necesaria? Al parecer, sí. Buscaban, seguramente, a alguien capaz de empezar a destruir a la banda desde adentro. Sin embargo, eran una banda, así que siempre iban a sospechar del nuevo. Era una mala idea tener que pensar en eso. Agarró una hoja de papel y un lápiz, en él anotó su número personal y se lo tendió a Hinori.
Siguió escuchando la conversación entre el camarero y la pirata. Osas, lenguas, posiciones raras, ser dominante o no… ¿Qué tipo de relación tenía? Por un instante, quiso preguntar… Pero no veía que fuera lo… Apropiado. Suspiró con calma y se le quedó viendo. Estaba impresionada, la verdad, no parecía ser una pirata o alguien con ese estilo de vida. Alegre, amigable y cariñosa, así la definiría a grandes rasgos. Aunque ella, según lo que escuchó, solo estuvo en el lugar y momento equivocados.
– Bueno, supongo que vale el esfuerzo – le dijo con calma. – Aún soy demasiado débil para el Nuevo Mundo o iría yo misma a hablar con él – dijo… Tratando de sonar lo más convincente posible. Ni siquiera ella se creía posible eso. – Y no te preocupes, comí hace poco. No tengo mucha hambre – por alguna razón, Hinori no parecía una real amenaza. – Aunque… ¿Estás segura que eres pirata? Te ves demasiado tierna como para vivir esa vida. – Le comentó de forma inocente.
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- Claro que soy una pirata, pero no es algo que fuese a consciencia. Si tengo precio por mi cabeza es de forma obligada, al menos el comienzo. Un borracho intentó violarme y por defenderme fue que me pusieron mi primer cartel, por eso es que a partir de ese punto me gané las cosas de verdad. Tampoco es que me importe mucho valer tanto, aquí esperaré a las personas que traten de atraparme. – Una vez dijo aquello se bebió totalmente la botella de agua y después soltó un ligero suspiro. – No hace falta ser tierna, de hecho, me apodan la asesina alada, de tierna nada. – Terminó de decir sonriéndole y mostrándose amable en todo momento.
La morena escuchó a algunos piratas murmurar algunas cosas, pero no les dio importancia. Ella estaba bastante cómoda y tan solo deseaba ver a su hermosa albina. Algo de miedo tenía, cuando viese su cartel le iba a caer una buena, pero no era culpa suya. Bueno, sí, lo fue, pero eso no quería decir nada. Hinchó las mejillas unos segundos pensando en su enfado, pero después se le pasó al momento. Sabía que su amorcito no le haría nada malo, ambas se amaban demasiado como para ello. Alzó entonces la mano y pidió una jarra fría de zumo de naranja. Se metería vitaminas en vena. Justo entonces miró a Kaori y decidió hacerle el favor de llamar ella misma. Tomó su comunicador y marcó el número de su capitán.
- ¿Diga?
- Dexter-san, estoy aquí en Jaya y hay una chica que desea unirse a nuestra familia. Su nombre es Kaori Nanami.
- ¿Kaori Nanami? Me suena ese nombre… ¿Puedes poner el altavoz?
- Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaai – Lo puso con una sonrisa.
- Buenos días, señorita Nanami- hace una pausa-. Me alegra saber que "jamás" es un tiempo muy reducido para usted. Apenas hace cinco años desde que nos cruzamos por última vez, cuando formaba parte de una tripulación algo más... ¿Cómo decirlo? Sanguinaria. Kirito Furukawa cometió grandes crímenes contra el Gobierno Mundial, y cuando la banda se disolvió usted desapareció de la faz de la Tierra. Me pregunto qué ha hecho estos años, pero me interesaría bastante más descubrir por qué aparece y desaparece siempre en el momento más oportuno. No me malinterprete, no me importa si es usted parte de ese Gobierno Mundial que me ha declarado la guerra o simplemente tiene suerte, pero soy una persona de principios. Nunca acepto en mi tripulación a nadie con motivos para matarme, y usted los tiene. Pero no se preocupe, por su intento entra en un sorteo garantizado de una batería de cocina o un fin de semana para dos personas en el hotel "Reveriè", el mejor establecimiento de todo Sabaody. Gracias por su interés.
Tras aquellas palabras la morena se despidió y colgó. Una gota de sudor bajó por su mejilla y no tardó mucho en mirar de nuevo a la otra mujer con desconfianza. De modo que una miembro de la banda del asesino Kirito. Se mantuvo algo más alerta y centró su haki de observación sobre ella para tenerla vigilada. No se esperaba lo que había pasado y la verdad, estaba un poco confusa. Al parecer, la situación se había vuelto tensa y muchísimos de los piratas se callaron al escuchar al dragón hablar. Hinori le dio un trago al zumo y después guardó el comunicador.
- Pues creo que ya sabes la respuesta. – Mencionó sonriendo como de costumbre y con ambas manos en los bolsillos de la sudadera que llevaba puesta.
La morena escuchó a algunos piratas murmurar algunas cosas, pero no les dio importancia. Ella estaba bastante cómoda y tan solo deseaba ver a su hermosa albina. Algo de miedo tenía, cuando viese su cartel le iba a caer una buena, pero no era culpa suya. Bueno, sí, lo fue, pero eso no quería decir nada. Hinchó las mejillas unos segundos pensando en su enfado, pero después se le pasó al momento. Sabía que su amorcito no le haría nada malo, ambas se amaban demasiado como para ello. Alzó entonces la mano y pidió una jarra fría de zumo de naranja. Se metería vitaminas en vena. Justo entonces miró a Kaori y decidió hacerle el favor de llamar ella misma. Tomó su comunicador y marcó el número de su capitán.
- ¿Diga?
- Dexter-san, estoy aquí en Jaya y hay una chica que desea unirse a nuestra familia. Su nombre es Kaori Nanami.
- ¿Kaori Nanami? Me suena ese nombre… ¿Puedes poner el altavoz?
- Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaai – Lo puso con una sonrisa.
- Buenos días, señorita Nanami- hace una pausa-. Me alegra saber que "jamás" es un tiempo muy reducido para usted. Apenas hace cinco años desde que nos cruzamos por última vez, cuando formaba parte de una tripulación algo más... ¿Cómo decirlo? Sanguinaria. Kirito Furukawa cometió grandes crímenes contra el Gobierno Mundial, y cuando la banda se disolvió usted desapareció de la faz de la Tierra. Me pregunto qué ha hecho estos años, pero me interesaría bastante más descubrir por qué aparece y desaparece siempre en el momento más oportuno. No me malinterprete, no me importa si es usted parte de ese Gobierno Mundial que me ha declarado la guerra o simplemente tiene suerte, pero soy una persona de principios. Nunca acepto en mi tripulación a nadie con motivos para matarme, y usted los tiene. Pero no se preocupe, por su intento entra en un sorteo garantizado de una batería de cocina o un fin de semana para dos personas en el hotel "Reveriè", el mejor establecimiento de todo Sabaody. Gracias por su interés.
Tras aquellas palabras la morena se despidió y colgó. Una gota de sudor bajó por su mejilla y no tardó mucho en mirar de nuevo a la otra mujer con desconfianza. De modo que una miembro de la banda del asesino Kirito. Se mantuvo algo más alerta y centró su haki de observación sobre ella para tenerla vigilada. No se esperaba lo que había pasado y la verdad, estaba un poco confusa. Al parecer, la situación se había vuelto tensa y muchísimos de los piratas se callaron al escuchar al dragón hablar. Hinori le dio un trago al zumo y después guardó el comunicador.
- Pues creo que ya sabes la respuesta. – Mencionó sonriendo como de costumbre y con ambas manos en los bolsillos de la sudadera que llevaba puesta.
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No pudo evitar reír. Le hacía gracia que Dexter aún recordara eso. De hecho, habían pasado tantos años que ni ella lo recordaba. Aunque, para Kaori, era lo mejor que le podía pasar. Así no tendría más excusa que decirle al imbécil que la había mandado a esa misión que no la aceptaron por mucho esfuerzo que ella hizo. Una pequeña lágrima se resbaló por su rostro. Su risa era dulce, como si eso no la hubiera afectado. De hecho… Estaba mucho más tranquila. Miró a Hinori unos momentos y luego, levantando la mano, pidió un vaso de agua. No tardaron mucho en llevárselo y empezó a tomar con total naturalidad. No podía evitar recordar a Kirito, era cierto… Aunque ahora estaba muerto y las cosas no habían cambiado mucho. Ella siguió adelante y tampoco le interesó enterarse de su muerte, a manos del mismo capitán que la pelinegra. No había llegado a formar lazos importantes con él y, en ese tiempo, solo era un objetivo más. Una misión más. Un enemigo del Gobierno Mundial y sus intereses.
– Lo siento, lo siento – le dijo a Hinori mientras se calmaba. – No pienso mentir o negar lo que ambas hemos escuchado – su postura era totalmente relajada, como si se hubiera sentido liberada tras esa inoportuna llamada. – Es cierto, soy una agente del Cipher Pol. Me mandaron con la misión de entrar en los Blues para obtener información de su banda – empezó a contar sin apartar la mirada de la pirata. – Ya sabes, todas esas cosas de espías que uno tiene que hacer, nada fuera de otro mundo. Esos estúpidos creen que con datos, sabiendo las personalidades de cada uno de ustedes podrían derrotarlo – notó la mirada curiosa del barman y no pudo evitar sonreírle. Pese a estar en una situación un poco tensa, estaba bastante relajada. – En fin, me alegra que se haya dado todo esto. No me interesaba en un principio entrar en su banda, así que es lo mejor que me pudo pasar esta noche. – Puntualizó con una sonrisa.
Luego de unos minutos bastante tensos para ella, al fin se había relajado. De hecho, se estiró en la silla y aún notaba como es que el incrédulo dueño de la taberna la miraba. Nadie en su sano juicio diría como si nada todo lo que había dicho la agente, pero es que no le interesaba. Solo quería regresar a su barco y descansar. Tampoco es que fuera una buena espía y su tapadera no hubiera durado nada. Menos ante tipos tan poderosos como los miembros de la banda del Yonkou. Suspiró con calma y miró un poco alrededor. Notaba las miradas, pero les quitó toda la importancia. Estaba totalmente relajada.
– Lo siento por mentirte – continuó. – Pero bueno… Fue una buena noticia el rechazo de Dexter, seguramente, me llegué uno que otro reto, pero poco y nada me importa – suspiró y miró unos segundos al cielo. – No me agradan las formas que tiene el Gobierno para hacer sus cosas, pero tampoco puedo hacer mucho. Estoy encadenada a ellos por algo más fuerte que la lealtad y ni siquiera tuve opción de elegir – podía creerle o no, pero poco importaba. Estaba siendo bastante sincera. – En fin, supongo que eso es todo. – Finalizó.
– Lo siento, lo siento – le dijo a Hinori mientras se calmaba. – No pienso mentir o negar lo que ambas hemos escuchado – su postura era totalmente relajada, como si se hubiera sentido liberada tras esa inoportuna llamada. – Es cierto, soy una agente del Cipher Pol. Me mandaron con la misión de entrar en los Blues para obtener información de su banda – empezó a contar sin apartar la mirada de la pirata. – Ya sabes, todas esas cosas de espías que uno tiene que hacer, nada fuera de otro mundo. Esos estúpidos creen que con datos, sabiendo las personalidades de cada uno de ustedes podrían derrotarlo – notó la mirada curiosa del barman y no pudo evitar sonreírle. Pese a estar en una situación un poco tensa, estaba bastante relajada. – En fin, me alegra que se haya dado todo esto. No me interesaba en un principio entrar en su banda, así que es lo mejor que me pudo pasar esta noche. – Puntualizó con una sonrisa.
Luego de unos minutos bastante tensos para ella, al fin se había relajado. De hecho, se estiró en la silla y aún notaba como es que el incrédulo dueño de la taberna la miraba. Nadie en su sano juicio diría como si nada todo lo que había dicho la agente, pero es que no le interesaba. Solo quería regresar a su barco y descansar. Tampoco es que fuera una buena espía y su tapadera no hubiera durado nada. Menos ante tipos tan poderosos como los miembros de la banda del Yonkou. Suspiró con calma y miró un poco alrededor. Notaba las miradas, pero les quitó toda la importancia. Estaba totalmente relajada.
– Lo siento por mentirte – continuó. – Pero bueno… Fue una buena noticia el rechazo de Dexter, seguramente, me llegué uno que otro reto, pero poco y nada me importa – suspiró y miró unos segundos al cielo. – No me agradan las formas que tiene el Gobierno para hacer sus cosas, pero tampoco puedo hacer mucho. Estoy encadenada a ellos por algo más fuerte que la lealtad y ni siquiera tuve opción de elegir – podía creerle o no, pero poco importaba. Estaba siendo bastante sincera. – En fin, supongo que eso es todo. – Finalizó.
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Hinori mostró una expresión que indicaba indiferencia. Una agente del maldito gobierno de mierda había intentado entrar en los Blue. Encima, si esa mujer hubiese completado su meta y hubiese sido una nakama más, habría descubierto los secretos de todos. Tendría acceso a la confianza de cada uno y… Lo peor de todo, si Alice hubiera ido con ellos, cosa que estaba clarísima… Podrían haberla descubierto. La imagen de la albina muriendo en una prisión, sola, en la oscuridad… Los ojos de Hinori se humedecieron lentamente imaginándose eso. Su rostro continuaba inexpresivo y miraba de forma fija a aquella mujer que hablaba con tanta calma ¿Lo sentía? ¿Cómo que lo sentía? ¿Así solucionaban las cosas los miembros del gobierno? Hinori mantuvo su mirada fija en ella. A la mierda, entre el traidor y eso ya sí que no pensaba fiarse ni de su sombra.
- ¿Te habría costado mucho decir que habías fallado? ¿Tenías que intentarlo? He intentado ayudarte con toda mi buena fe y tras haberme intentado usar recibo un… “Lo siento”. – Hinori agachó la cabeza apretando los puños con fuerza. – Tenemos secretos que si el gobierno supiera… Podrían jodernos la vida a muchos… ¡Yo misma oculto algo que podrías haber descubierto como espía! – Gritó con fuerza al mismo tiempo que levantaba la mirada.
Sus ojos estaban llorosos y algunas lágrimas recorrían sus mejillas. Los piratas del bar empezaron a retroceder. La morena entonces gruñó con fuerza mientras su brazo derecho se tornaba en un color morado azabache intenso, reforzado con su armamento. Deseaba reventarle la cabeza en aquel momento a esa maldita espía ¿Cómo se atrevía a jugar con esas cosas? ¡Maldita! Había jugado con sus sentimientos y con una posible destrucción de los Blue. Tenía los santos huevos de estar tan calmada diciendo ser una agente. Hinosi no podía más. A su mente llegó de nuevo la imagen de Alice en una celda, o lo que es peor, podrían haberla chantajeado con matar a su capitán o mataban a la albina. La morena fulminó con la mirada a la mujer que tenía frente a ella.
Usando toda su agilidad y velocidad lanzó su puñetazo más rápido posible, tratando de que ni lo viera venir y claramente usando el brazo envuelto en haki. Su meta era impactarle en toda la mejilla y de paso sacarla de aquel sitio de paso. Le diera o no, miraría hacia su posición con el ceño fruncido. Había empleado toda su fuerza para hacerlo. Frunció el ceño de forma notoria y después de eso se limpió las lágrimas.
- ¡Aléjate de mi familia, zorra! ¡Si vuelves a intentar cualquier acto que pueda poner en peligro a los Blue Rose, te juro que te enseñaré porqué me llaman la asesina! – Dicho aquello impactó su puño en el aire apuntando hacia ella.
La joven formó una monstruosa onda de choque que buscaba lanzarla de aquel sitio. Sabía que se iba a cargar la taberna, pero le pediría un préstamo a su capitán para pagarla y de paso se disculparía ¿Cómo diablos había podido estar a punto de ser engañada? Ushio, esa mujer… ¡Malditos idiotas! Los ojos de HInori brillaban levemente y una energía intensa recubría su espalda.
- ¡Largo! ¡No quiero verte en esta isla, agente del gobierno mundial! ¡Dile a tu gente que si continúan enviando espías, les partiré la cara! – Gritó furiosa.
- ¿Te habría costado mucho decir que habías fallado? ¿Tenías que intentarlo? He intentado ayudarte con toda mi buena fe y tras haberme intentado usar recibo un… “Lo siento”. – Hinori agachó la cabeza apretando los puños con fuerza. – Tenemos secretos que si el gobierno supiera… Podrían jodernos la vida a muchos… ¡Yo misma oculto algo que podrías haber descubierto como espía! – Gritó con fuerza al mismo tiempo que levantaba la mirada.
Sus ojos estaban llorosos y algunas lágrimas recorrían sus mejillas. Los piratas del bar empezaron a retroceder. La morena entonces gruñó con fuerza mientras su brazo derecho se tornaba en un color morado azabache intenso, reforzado con su armamento. Deseaba reventarle la cabeza en aquel momento a esa maldita espía ¿Cómo se atrevía a jugar con esas cosas? ¡Maldita! Había jugado con sus sentimientos y con una posible destrucción de los Blue. Tenía los santos huevos de estar tan calmada diciendo ser una agente. Hinosi no podía más. A su mente llegó de nuevo la imagen de Alice en una celda, o lo que es peor, podrían haberla chantajeado con matar a su capitán o mataban a la albina. La morena fulminó con la mirada a la mujer que tenía frente a ella.
Usando toda su agilidad y velocidad lanzó su puñetazo más rápido posible, tratando de que ni lo viera venir y claramente usando el brazo envuelto en haki. Su meta era impactarle en toda la mejilla y de paso sacarla de aquel sitio de paso. Le diera o no, miraría hacia su posición con el ceño fruncido. Había empleado toda su fuerza para hacerlo. Frunció el ceño de forma notoria y después de eso se limpió las lágrimas.
- ¡Aléjate de mi familia, zorra! ¡Si vuelves a intentar cualquier acto que pueda poner en peligro a los Blue Rose, te juro que te enseñaré porqué me llaman la asesina! – Dicho aquello impactó su puño en el aire apuntando hacia ella.
La joven formó una monstruosa onda de choque que buscaba lanzarla de aquel sitio. Sabía que se iba a cargar la taberna, pero le pediría un préstamo a su capitán para pagarla y de paso se disculparía ¿Cómo diablos había podido estar a punto de ser engañada? Ushio, esa mujer… ¡Malditos idiotas! Los ojos de HInori brillaban levemente y una energía intensa recubría su espalda.
- ¡Largo! ¡No quiero verte en esta isla, agente del gobierno mundial! ¡Dile a tu gente que si continúan enviando espías, les partiré la cara! – Gritó furiosa.
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Suspiró. Estaba un poco más calmada, como si el alma le hubiera venido el cuerpo. ¿Qué debería hacer ahora? ¿Cómo reaccionaría el tipo que la mandó hasta este lugar? Ni siquiera eso le importaba, había esquivado una bala, problemas enormes, tener que mentir para conseguir información…. No era su estilo. Aunque claro, solo era la de los mandados, la que tenía que cumplir órdenes y todo porque su “buen padre” la obligó a ese destino. Se preguntó, unos segundos, qué podría hacer para romperlo. Romper esas cadenas que tanto la amarraban a estar en un puro lugar. ¿Qué sería la verdadera libertad? ¿Qué significado tenía esa palabra?
Sintió, de un momento a otro, como es que el ambiente se cargaba. De hecho, sus instintos le decían que algo malo iba a pasar. Miró a Hinori unos segundos, unos cuantos instantes en donde observó sus ojos llorosos. ¿Qué le pasaba? Sea como sea, algo le decía que todo estaba por terminar mal. Ni siquiera supo cómo la golpeó, solo sintió un dolor indescriptible recorrerle todo su cuerpo, de pies a cabeza. La fuerza de la pirata era legendaria y no pudo evitar caerse de la silla y arrastrarse unos metros más allá. La sangre salía tanto de su nariz como su de boca, incluso desde su oreja. Apenas era capaz de escuchar o sentir algo. Sus ojos empezaron a ver borrosos… Veía cómo es que la pirata movía sus labios, pero no podía entenderla. ”Este es mi fin” – pensó, mientras intentaba levantarse, mas fue completamente inútil. Su cuerpo no era el suyo, no le respondía… Estaba a la merced de ella.
Su cuerpo voló. Ya no sentía dolor, apenas sentía algunas cosas. Se cuestionó si estaba viva o no, quizás eran sus últimos minutos y ella los había desperdiciado de esa manera. Lentamente, sus ojos se empezaron a cerrar, lentamente, su respiración empezó a ser más lenta. Finalmente, quedó inconsciente. No sabía qué le pasaría ahora, había desvelado que era una Cipher Pol en una isla de piratas. Quizás Hinori la terminaba de matar, si es que no moría ya con sus heridas. ¿Quién sabe? La suerte estaba echada y ya no dependía de ella.
Sintió, de un momento a otro, como es que el ambiente se cargaba. De hecho, sus instintos le decían que algo malo iba a pasar. Miró a Hinori unos segundos, unos cuantos instantes en donde observó sus ojos llorosos. ¿Qué le pasaba? Sea como sea, algo le decía que todo estaba por terminar mal. Ni siquiera supo cómo la golpeó, solo sintió un dolor indescriptible recorrerle todo su cuerpo, de pies a cabeza. La fuerza de la pirata era legendaria y no pudo evitar caerse de la silla y arrastrarse unos metros más allá. La sangre salía tanto de su nariz como su de boca, incluso desde su oreja. Apenas era capaz de escuchar o sentir algo. Sus ojos empezaron a ver borrosos… Veía cómo es que la pirata movía sus labios, pero no podía entenderla. ”Este es mi fin” – pensó, mientras intentaba levantarse, mas fue completamente inútil. Su cuerpo no era el suyo, no le respondía… Estaba a la merced de ella.
Su cuerpo voló. Ya no sentía dolor, apenas sentía algunas cosas. Se cuestionó si estaba viva o no, quizás eran sus últimos minutos y ella los había desperdiciado de esa manera. Lentamente, sus ojos se empezaron a cerrar, lentamente, su respiración empezó a ser más lenta. Finalmente, quedó inconsciente. No sabía qué le pasaría ahora, había desvelado que era una Cipher Pol en una isla de piratas. Quizás Hinori la terminaba de matar, si es que no moría ya con sus heridas. ¿Quién sabe? La suerte estaba echada y ya no dependía de ella.
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- ¿Está bien, Hinori-sama?
Aquellas palabras venían de un chico joven de unos veinte años. Tenía una melena medio larga, rizada y rubia. Sus ojos eran azules y penetrantes y su piel pálida. Vestía con una capa blanca y una chaqueta del mismo tono, en su cintura podía verse una vaina roja donde portaba una espada. Aquella persona miraba a la pirata de forma sonriente y tenía su mano derecha en el hombro de la chica.
- Estoy bien, no te preocupes, Mika-kun. – Dijo con un tono calmado.
Estaba en un barco dirigiéndose hacia Sakura. Su mirada estaba fija en el océano y parecía bastante seria. No se esperó que la agente quedase fuera de juego tan rápido, iban a enviar a alguien bastante débil. Al menos sabía su nombre y hablaría con Taiga de ello. Tal vez había mentido, pero no perdía nada por intentarlo, de hecho, se lo diría a la albina también. Pensó en su chica y se sonrojó un poco mientras una sonrisa se formaba en su rostro. Justo entonces el rubio volvió a hablarle.
- ¿Qué pasó con la agente?
- La llevé al hospital más cercano, pagué la mantención y me largué. – Dijo rascándose la cabeza despacio.
- ¿Le apetece cenar en alguna isla por la zona? Podemos comer algo rico los dos juntos. – Dijo el rubio ilusionado mientras se acercaba un poco más a ella.
- Lo siento, Mika. Yo como lo que cocino en esos casos y… Quiero reunirme con una persona cuanto antes. Estoy deseando de volver a estar en los brazos de mi princesa, amarla, besarla, sentir sus caricias…
Soltó un suspiro y se dio cuenta de que el rubio ya no estaba. Soltó un suspiro y volvió a mirar hacia el frente. El collar de la agente, lo había tenido en sus manos. De hecho, metió la mano en su bolsillo y tras una pequeña sonrisa sacó una manzana y la mordió. Lo había dejado en su sitio pese a que le gustó. No quería algo de una persona que había estado a punto de joderle la vida. De hecho, demasiado buena había sido llevándola al hospital. Se estaba endeudando demasiado y por ello miró a otro lado.
- Necesito dinero. – Susurró algo triste sabiendo todas las deudas que tenía encima. Era el momento de empezar a trabajar en algún sitio o robar a otros piratas de paso.
Aquellas palabras venían de un chico joven de unos veinte años. Tenía una melena medio larga, rizada y rubia. Sus ojos eran azules y penetrantes y su piel pálida. Vestía con una capa blanca y una chaqueta del mismo tono, en su cintura podía verse una vaina roja donde portaba una espada. Aquella persona miraba a la pirata de forma sonriente y tenía su mano derecha en el hombro de la chica.
- Estoy bien, no te preocupes, Mika-kun. – Dijo con un tono calmado.
Estaba en un barco dirigiéndose hacia Sakura. Su mirada estaba fija en el océano y parecía bastante seria. No se esperó que la agente quedase fuera de juego tan rápido, iban a enviar a alguien bastante débil. Al menos sabía su nombre y hablaría con Taiga de ello. Tal vez había mentido, pero no perdía nada por intentarlo, de hecho, se lo diría a la albina también. Pensó en su chica y se sonrojó un poco mientras una sonrisa se formaba en su rostro. Justo entonces el rubio volvió a hablarle.
- ¿Qué pasó con la agente?
- La llevé al hospital más cercano, pagué la mantención y me largué. – Dijo rascándose la cabeza despacio.
- ¿Le apetece cenar en alguna isla por la zona? Podemos comer algo rico los dos juntos. – Dijo el rubio ilusionado mientras se acercaba un poco más a ella.
- Lo siento, Mika. Yo como lo que cocino en esos casos y… Quiero reunirme con una persona cuanto antes. Estoy deseando de volver a estar en los brazos de mi princesa, amarla, besarla, sentir sus caricias…
Soltó un suspiro y se dio cuenta de que el rubio ya no estaba. Soltó un suspiro y volvió a mirar hacia el frente. El collar de la agente, lo había tenido en sus manos. De hecho, metió la mano en su bolsillo y tras una pequeña sonrisa sacó una manzana y la mordió. Lo había dejado en su sitio pese a que le gustó. No quería algo de una persona que había estado a punto de joderle la vida. De hecho, demasiado buena había sido llevándola al hospital. Se estaba endeudando demasiado y por ello miró a otro lado.
- Necesito dinero. – Susurró algo triste sabiendo todas las deudas que tenía encima. Era el momento de empezar a trabajar en algún sitio o robar a otros piratas de paso.
Kaori Nanami
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Despertó en una habitación blanco perla en su totalidad. Una pequeña ventana daba una hermosa vista al océano y al edificio principal de Ennies Lobby. Luego de su encuentro y, posterior paliza, con Hinori no sin antes recibir atención en un hospital de Jaya. ¿Quién diría que era posible que uno estuviera ahí? Cosas de piratas, supuso. Suspiró y se sentó en la cama apoyando su espalda con el respaldo de esta. Su cuerpo le seguía doliendo y aún se preguntaba cómo es que había sobrevivido a esos golpes. Aunque algo había aprendido, algo que ya sabía, algo que nunca tomó en consideración hasta ese momento… Era débil. Nunca le había llamado la atención el ser más fuerte o ascender en el Cipher Pol, pero debía admitir que perder de esa forma había lastimado su orgullo.
Agarró su collar y lo miró unos cuantos segundos. ¿Cuándo volvería a ver a su familia? Tenía cierto sentido querer volver a verlos, quizás eran solo las ansías de querer demostrar que estaba bien, que estaba siendo feliz… Pese a no poder elegir su propio destino. Recordó, con cierta pena en el corazón, el día en que su padre, nuevamente, la usó vendiéndola al Gobierno Mundial. Nunca supo las razones o por qué la eligieron a ella. Quizás era por el hecho de que era diferente, de que era muy diferente a como era su madre y hermana. Se colocó su collar con cuidado y lo dejó afuera de sus prendas, a la vista de todos. No era un objeto muy llamativo, pero para ella significaban las cosas que no debía hacer. Suspiró con calma y se quedó viendo al océano. ¿Qué le depararía su futuro? ¿Algún día se atrevería a romper sus cadenas? ¿Algún día lograría ser capaz de asesinar al Tenryubitto que abusó de ella? Eran muchas preguntas que, por ahora, no tenían respuesta.
– Solo sé una cosa… – susurró con una sonrisa. – No quiero que se repita lo mismo. Soy demasiado débil.
Agarró su collar y lo miró unos cuantos segundos. ¿Cuándo volvería a ver a su familia? Tenía cierto sentido querer volver a verlos, quizás eran solo las ansías de querer demostrar que estaba bien, que estaba siendo feliz… Pese a no poder elegir su propio destino. Recordó, con cierta pena en el corazón, el día en que su padre, nuevamente, la usó vendiéndola al Gobierno Mundial. Nunca supo las razones o por qué la eligieron a ella. Quizás era por el hecho de que era diferente, de que era muy diferente a como era su madre y hermana. Se colocó su collar con cuidado y lo dejó afuera de sus prendas, a la vista de todos. No era un objeto muy llamativo, pero para ella significaban las cosas que no debía hacer. Suspiró con calma y se quedó viendo al océano. ¿Qué le depararía su futuro? ¿Algún día se atrevería a romper sus cadenas? ¿Algún día lograría ser capaz de asesinar al Tenryubitto que abusó de ella? Eran muchas preguntas que, por ahora, no tenían respuesta.
– Solo sé una cosa… – susurró con una sonrisa. – No quiero que se repita lo mismo. Soy demasiado débil.
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