Lenka R.
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Akuma no mi
Varios
Me encontraba dando vueltas por la ciudad, agotada tras varios días vagando de un lado a otro sin probar bocado, además de sedienta. Hacía calor. Tanto que no sabía si era mejor intentar refrescarme causando suaves corrientes de aire, o no. Al final opté por la segunda opción, evitando que el cálido viento del desierto, lleno de polvo, azotase mi pálida piel mientras avanzaba. Comencé a pensar en que el frío era mejor que el calor. Al menos mi capa era de utilidad para protegerme del calor, algo irónico. Parece que hice bien en robarla en su día. O al menos, esos eran mis pensamientos mientras buscaba un lugar donde pararme a la sombra. Curiosamente, encontré un lugar perfecto, ocupado por unos matones.
Haciendo alarde de mis dotes de actriz, me acerqué, había preparado un cuchillo viejo que llevaba conmigo en la espalda, sujeto por mi cinturón para que no se me cayese y había cogido unas cuantas piedras de tamaño agradecido. El plan era simple, fingir ser una niña que había ido a echarles de aquel lugar, donde solía jugar mi hermano pequeño antes de que se metieran con él y le amenazasen. Obviamente, me había concentrado en el lugar en que se hallaban para asegurarse de que mi idea tenía sentido y que picarían el anzuelo. -Fuera...¡Fuera!- Dije, procurando que mi voz sonase trémula. Lancé la primera piedra. Cuando se girasen solo tendría que fingir que temblaba y poner cara de estar poco segura de lo que hacía.
-¿Pero qué..?- Uno de los chicos del grupo, que debían rondar los dieciocho a lo sumo, se giró al escuchar mi grito, deteniendo su conversación. No tardó en ver algo pasar a escasos centímetros de su cara y escuchar un ruido hueco al golpear la cabeza de su compañero de al lado contra la pared. Tal vez me pasé de fuerza. Aunque si le hubiese matado así no me hubiera importado, solo conseguí atontarlo más de lo que ya debía estar. Al ver la mirada de enfado de sus compañeros, retrocedí un paso, fingiendo miedo. Me gritaron e insultaron, pero yo me intente mantener firme aunque miedosa. Les grité que se marchasen, que eran solo unos matones y que no se saldrían con la suya por haber amenazado a mi hermanito.
Entonces, al ver mi "determinación", rieron y uno de ellos se levantó para agarrarme por el cuello de la camisa y levantarme. -A..Ayuda...Ayuda...- Me quejé con un gritillo ahogado, con intención de aumentar su confianza, y preparándome para coger mi cuchillo en cualquier momento.
Haciendo alarde de mis dotes de actriz, me acerqué, había preparado un cuchillo viejo que llevaba conmigo en la espalda, sujeto por mi cinturón para que no se me cayese y había cogido unas cuantas piedras de tamaño agradecido. El plan era simple, fingir ser una niña que había ido a echarles de aquel lugar, donde solía jugar mi hermano pequeño antes de que se metieran con él y le amenazasen. Obviamente, me había concentrado en el lugar en que se hallaban para asegurarse de que mi idea tenía sentido y que picarían el anzuelo. -Fuera...¡Fuera!- Dije, procurando que mi voz sonase trémula. Lancé la primera piedra. Cuando se girasen solo tendría que fingir que temblaba y poner cara de estar poco segura de lo que hacía.
-¿Pero qué..?- Uno de los chicos del grupo, que debían rondar los dieciocho a lo sumo, se giró al escuchar mi grito, deteniendo su conversación. No tardó en ver algo pasar a escasos centímetros de su cara y escuchar un ruido hueco al golpear la cabeza de su compañero de al lado contra la pared. Tal vez me pasé de fuerza. Aunque si le hubiese matado así no me hubiera importado, solo conseguí atontarlo más de lo que ya debía estar. Al ver la mirada de enfado de sus compañeros, retrocedí un paso, fingiendo miedo. Me gritaron e insultaron, pero yo me intente mantener firme aunque miedosa. Les grité que se marchasen, que eran solo unos matones y que no se saldrían con la suya por haber amenazado a mi hermanito.
Entonces, al ver mi "determinación", rieron y uno de ellos se levantó para agarrarme por el cuello de la camisa y levantarme. -A..Ayuda...Ayuda...- Me quejé con un gritillo ahogado, con intención de aumentar su confianza, y preparándome para coger mi cuchillo en cualquier momento.
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