[Moderado nivel 1 Callum] Demuestra tu valía.

Nos detuvimos tras ver que solo eran dos criaturas las que nos seguían. El sugirió luchar aunque estuviéramos realmente jodidos.

- Si pierdo el control sobre mi mismo, quiero que me detengas. No quiero volver a revivir el pasado. Así que te pido por favor que si pierdo el control de mis emociones... me detengas. No hago daño a nadie inocente, pero no quiero vivir aquello de nuevo por eso te pido, por favor, que lo hagas.

Estaba convencido de que podríamos con ellos. Tras ver a mi compañero en posición de defensa un aullido se pudo escuchar por toda la isla. Era yo, con mi habitual pose de batalla. La pelea había comenzado. Tras dar el aullido, mi expresión facial cambió por completo. Estaba realmente cabreado. La pupila de mis ojos había desaparecido. Eran completamente amarillos, como si estuviera poseído. La ira y el resentimiento volvieron a despertar cuando llevaban dormidas mucho tiempo en mi interior.

Lancé una breve pero intensa mirada hacia mi compañero con mis ojos completamente amarillos y me abalancé contra una de las criaturas para acabar con ella literalmente.

- Te haré sufrir lo que nos hiciste sufrir a nosotros sucio engendro.

Mi voz también había cambiado. Yo seguía siendo el mismo de siempre, solo que estaba descontrolado por la ira y el resentimiento. Todo eso se manifestó por no ser más útil y solamente huir. Quería ser más fuerte y solo huía.

- Os demostraré a ti sucio engendro y a toda tu tribu de criaturas lo que os pasará si osáis desafiarme. Ni vosotros ni nadie impedirá que cumpla mi misión. Y no voy a permitir que hagáis daño a la gente que me importa.

Miré brevemente a mi compañero de nuevo y le dije:

- Destruyamoslos y que sepan quienes somos realmente.

Al estar a la altura de la criatura, conseguí esquivar su cuerno e intenté darle una patada para desequilibrarlo y tenerlo completamente a mi merced. Luego lo elevaría hasta el cielo para hacerle mi golpe característico, Ōkami no bīto [Golpe de Lobo]

Tras desequilibrarlo, le di una patada lo más fuerte que pude para mandarlo por los aires y posteriormente, flexioné mis rodillas para pegar un salto tremendo y estar a la altura de él, a su espalda. Desencadené una serie de golpes que generaron una caída de alta velocidad, para conducir al enemigo al suelo y rematarlo con una brutal patada justo a unos centímetros antes de tocar el suelo. Luego me recompuse dando una voltereta hacia atrás mientras jadeaba. Estaba muy cansado por correr con mi compañero a cuestas y por las heridas que se presenciaban en mi cuerpo.