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Con un movimiento seco quitó la chapa a la cerveza y se llevó la botella a los labios, dándole un largo trago. La fría y amarga bebida bajó por su reseca garganta, aliviándole al momento. No había nada mejor en un día de calor que la cerveza. En realidad si no fuera por la tarea que tenía entre manos, sería un momento bastante agradable. El sol pegaba fuerte, pero no era nada a lo que no estuviera acostumbrado, y a la sombra del porche se estaba bastante bien. Era aquella maldita máquina de escribir con el papel en blanco dirigiéndole mirada acusadores lo que le fastidiaba el momento. Estaba harto de los putos informes de la Marina, al menos cuando estaba en Kiritsu podía colarlos en la pila de tareas de Arthur y desentenderse del tema. Frunció el ceño y se apresuró en redirigir sus pensamientos a temas más agradables, pero la máquina de escribir frente a él seguía siendo un dolor en el culo.
- Oh, por todos los demonios, no me mires así - le espetó al inmóvil objeto - Haré el informe cuando sepa qué escribir.
Se llevó la mano a la pitillera del cinto y se sacó un cigarro. Concentrando energía en su mano derecha mientras lo sostenía con sus labios, generó una pequeña llama que encendió la punta. Exhaló una humareda y comenzó a mirar al techo pensativo. Estaba en una casa alquilada a las afueras de la ciudad, con una pequeña huerta. El porche en el que descansaba tenía una pequeña mesa blanca en la que reposaban la máquina y varias botellas de cerveza. Kai iba vestido con una camisa blanca ajustada, vaqueros raídos y calzado deportivo. Una espesa barba cubría su mandíbula, en contraste con su vieja y cuidada perilla. Ya habían pasado dos años desde que se había marchado de Marineford, expulsado de Kiritsu por Al, y había pedido una excedencia. Iba siendo hora de volver y suponía que no tardarían mucho en enviar a alguien a buscarle, pero aquel estúpido papel se interponía entre él y su regreso.
- Puta burocracia...
Se llevó el cigarro a la boca, se incorporó y comenzó a teclear. A pesar de que se suponía que durante la excedencia no era oficialmente miembro de la Marina, debido a las actividades que había llevado a cabo durante la misma era necesario que hiciera un informe sobre lo sucedido en el Archipiélago Verde. También tenía algunas cosas de las que tenía que informar al Gobierno, pero no tenía ni idea de cómo comenzar aquello. A las tres líneas releyó lo que llevaba escrito, cogió el papel y lo arrugó, tirándolo a un lado. Dio una última calada al cigarro y apagó los restos contra la mesa con un gesto de frustración. Iba a necesitar mucha más cerveza para sobrellevar aquel puto día... aunque fuera contraproducente.
- Oh, por todos los demonios, no me mires así - le espetó al inmóvil objeto - Haré el informe cuando sepa qué escribir.
Se llevó la mano a la pitillera del cinto y se sacó un cigarro. Concentrando energía en su mano derecha mientras lo sostenía con sus labios, generó una pequeña llama que encendió la punta. Exhaló una humareda y comenzó a mirar al techo pensativo. Estaba en una casa alquilada a las afueras de la ciudad, con una pequeña huerta. El porche en el que descansaba tenía una pequeña mesa blanca en la que reposaban la máquina y varias botellas de cerveza. Kai iba vestido con una camisa blanca ajustada, vaqueros raídos y calzado deportivo. Una espesa barba cubría su mandíbula, en contraste con su vieja y cuidada perilla. Ya habían pasado dos años desde que se había marchado de Marineford, expulsado de Kiritsu por Al, y había pedido una excedencia. Iba siendo hora de volver y suponía que no tardarían mucho en enviar a alguien a buscarle, pero aquel estúpido papel se interponía entre él y su regreso.
- Puta burocracia...
Se llevó el cigarro a la boca, se incorporó y comenzó a teclear. A pesar de que se suponía que durante la excedencia no era oficialmente miembro de la Marina, debido a las actividades que había llevado a cabo durante la misma era necesario que hiciera un informe sobre lo sucedido en el Archipiélago Verde. También tenía algunas cosas de las que tenía que informar al Gobierno, pero no tenía ni idea de cómo comenzar aquello. A las tres líneas releyó lo que llevaba escrito, cogió el papel y lo arrugó, tirándolo a un lado. Dio una última calada al cigarro y apagó los restos contra la mesa con un gesto de frustración. Iba a necesitar mucha más cerveza para sobrellevar aquel puto día... aunque fuera contraproducente.
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Un mal día para elegir vestir de negro con semejante calor, pero Xemnas era el tipo de persona que primero actuaba y luego pensaba. Al menos iba a ciento sesenta kilómetros para tomar bien el aire. Estaba subido en una enorme moto negra con detalles amarillos. Vestía con su chaqueta negra de tirantes, un pantalón largo del mismo tono, unas gafas de Sol y un casco. En sus pies podían verse unas sandalias y en la espalda una enorme funda. Mantenía una expresión calmada en cada momento. El barco había quedado en el muelle y aquello era algo que tenía que hacer en solitario. Ryze se había ofrecido a ir con él, pero Xemnas le explicó que ir muchos marines podía ser algo repentino y molesto para aquella persona, por lo que decidió ir solo. Además, no tenía más motos y tres no cabían en aquella preciosidad y menos con el tamaño del teniente.
El rubio pudo ver una casa, la cual era la que le marcaba el radar como objetivo. Disminuyó la velocidad y dio un frenazo a unos veinte metros de la casa. Se formó una polvorienta interesante, pero fue listo y la hizo lejos para no molestar. Caminó con ella alzada en una mano y cuando estuvo en la puerta la dejó sobre la patilla. Cogió las llaves y las metió en su bolsillo derecho. Después de unos momentos sonrió y observó con detalle el sitio.
- Sí que sabe montárselo bien. – Mencionó.
Xemnas estaba feliz al saber que iba a volver a ver a Kai. Fue el que peor lo pasó cuando fue expulsado, pero él no podía discutir las decisiones del líder. De todas formas, siempre lo querría estuviesen en el bando que estuviesen. Se quitó el casco y las gafas, mostrando aquellos azulados ojos. Fue en ese momento cuando tocó en la puerta un total de cinco veces y después se retiró un poco. Mantuvo su mirada fija en aquel sitio y se calmó un poco. Estaba ansioso por verle, que estuviese a salvo y sobre todo, que no sintiera nada malo hacia él. En cuanto se enteró tras su vuelta de aquella misión, pidió personalmente ir él. Mover los papeles era fácil al tratase de un Vice-Almirante. Metió ambas manos en los bolsillos y después de unos momentos alzó la voz.
- ¡Kai! – Gritó emocionado mientras mostraba sus dientes y alzaba el puño derecho con ilusión.
Él no había cambiado nada desde aquella vez que lo vio por última vez, por lo que se imaginaba que su compañero tampoco, o quizás sí. Ahora tan solo faltaba que saliese de una vez, aunque estaba claro que habría escuchado el ruido de aquella máquina de velocidad que la gente llamaba moto…
Justo entonces se dio cuenta de una persona sentada a un par de metros ¿Kai? La cara de tonto de Xemnas fue legendaria al no haberlo visto. Estuvo tan centrado en la puerta que ni se dio cuenta.
- ¡Kai! – Gritó saltando hacia él.
El rubio pudo ver una casa, la cual era la que le marcaba el radar como objetivo. Disminuyó la velocidad y dio un frenazo a unos veinte metros de la casa. Se formó una polvorienta interesante, pero fue listo y la hizo lejos para no molestar. Caminó con ella alzada en una mano y cuando estuvo en la puerta la dejó sobre la patilla. Cogió las llaves y las metió en su bolsillo derecho. Después de unos momentos sonrió y observó con detalle el sitio.
- Sí que sabe montárselo bien. – Mencionó.
Xemnas estaba feliz al saber que iba a volver a ver a Kai. Fue el que peor lo pasó cuando fue expulsado, pero él no podía discutir las decisiones del líder. De todas formas, siempre lo querría estuviesen en el bando que estuviesen. Se quitó el casco y las gafas, mostrando aquellos azulados ojos. Fue en ese momento cuando tocó en la puerta un total de cinco veces y después se retiró un poco. Mantuvo su mirada fija en aquel sitio y se calmó un poco. Estaba ansioso por verle, que estuviese a salvo y sobre todo, que no sintiera nada malo hacia él. En cuanto se enteró tras su vuelta de aquella misión, pidió personalmente ir él. Mover los papeles era fácil al tratase de un Vice-Almirante. Metió ambas manos en los bolsillos y después de unos momentos alzó la voz.
- ¡Kai! – Gritó emocionado mientras mostraba sus dientes y alzaba el puño derecho con ilusión.
Él no había cambiado nada desde aquella vez que lo vio por última vez, por lo que se imaginaba que su compañero tampoco, o quizás sí. Ahora tan solo faltaba que saliese de una vez, aunque estaba claro que habría escuchado el ruido de aquella máquina de velocidad que la gente llamaba moto…
Justo entonces se dio cuenta de una persona sentada a un par de metros ¿Kai? La cara de tonto de Xemnas fue legendaria al no haberlo visto. Estuvo tan centrado en la puerta que ni se dio cuenta.
- ¡Kai! – Gritó saltando hacia él.
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Cuando escuchó el horrible estruendo mecánico acercándose suspiró y apartó las manos de la máquina. Aún encima de no lograr concentrarse, ¿tenían que ir los vándalos de turno a armar escándalo con algún aparato monstruoso? Se crujió los nudillos y el cuello, preparándose para ir a meterle una paliza al que fuera si se acercaba demasiado, cuando el sonido se detuvo de repente. Arqueando una ceja observó un montón de polvo y alguien bajándose de... ¿una moto? Esos chismes molaban, para cuando le hubiesen mejorado la Iron Kai pediría una. En todo caso, estaba en una granja alejada y no había gran cosa que ver en aquella zona de la isla. Uno de los pocos motivos que le ocurría para que alguien con un aparato tan caro y extraño apareciera por la zona es que fuesen a buscarle definitivamente. Demonios, ¿es que no iban a darle tiempo ni a acabar su informe? Por otro lado conociéndole como le conocían en la Marina, debían saber que si esperaban a que él entregase algo podían pasar meses o años. Con una sonrisa para sí mismo, cogió la cerveza y la vació de un trago, dejando la botella con las demás.
- ¿Qué busca, amigo? - dijo, alzando la voz.
Entonces se fijó bien en quién era, y el corazón le dio un vuelco. O más bien sería mejor decir que se le puso a bailar claqué en el pecho. Emociones contrapuestas comenzaron a danzar en su interior: alegría, resentimiento, amor, tristeza, melancolía, afecto... por su parte el imbécil de Xemnas se puso a gritarle a la puerta sin verle, a lo que reaccionó dándose una palmada en la cara. Si acababa de hablarle, ¿cómo diablos podía ser tan despistado? ¿Acaso le había contagiado su déficit de atención o algo? A pesar de que estaba deseando correr hacia él y abrazarle, los amargos recuerdos de su último encuentro acudieron a su mente. Xemnas no tenía la culpa, claro, pero... no quería saber nada ya de ellos. Era sólo remover en una herida que aún no se había cerrado. Ellos fueron los primeros amigos de verdad que tuvo y cuando Al le echó y nadie le dedicó ni una palabra amable ni dijo nada en contra... bueno, él había intentado decirle algo. En todo caso no se sentía cómodo con la idea de volver a verles. Sin embargo el chico decidió por él en cuanto lo localizó, tirándose encima suya con un grito.
- Wow, relaja fiera - dijo, con un amago de sonrisa.
No le devolvió el abrazo, pero tampoco hizo amargo de apartarlo pese a que el chico parecía empeñado en triturar sus costillas. Finalmente no pudo evitarlo y sonrió de verdad, estrechándolo entre sus brazos con fuerza. No había cambiado nada en esos dos años, seguía siendo el de siempre. Tal vez un poco más bajito, aunque por otro lado era él el que había crecido. Ya le sacaba unas dos cabezas o más, ya había llegado al punto en que tendría que agacharse para besarle. Contuvo una risa al recordar cómo le sacó los colores en Síderos delante de la zorrita rubia. Aquellos sí que habían sido buenos tiempos... volviendo a notar aquella horrible amargura, se apartó de él y dejó de sonreír, fingiendo normalidad.
- ¿Y bien, qué te ha traído a mi choza? ¿Los de arriba han decidido que se han acabado mis vacaciones o algo?
- ¿Qué busca, amigo? - dijo, alzando la voz.
Entonces se fijó bien en quién era, y el corazón le dio un vuelco. O más bien sería mejor decir que se le puso a bailar claqué en el pecho. Emociones contrapuestas comenzaron a danzar en su interior: alegría, resentimiento, amor, tristeza, melancolía, afecto... por su parte el imbécil de Xemnas se puso a gritarle a la puerta sin verle, a lo que reaccionó dándose una palmada en la cara. Si acababa de hablarle, ¿cómo diablos podía ser tan despistado? ¿Acaso le había contagiado su déficit de atención o algo? A pesar de que estaba deseando correr hacia él y abrazarle, los amargos recuerdos de su último encuentro acudieron a su mente. Xemnas no tenía la culpa, claro, pero... no quería saber nada ya de ellos. Era sólo remover en una herida que aún no se había cerrado. Ellos fueron los primeros amigos de verdad que tuvo y cuando Al le echó y nadie le dedicó ni una palabra amable ni dijo nada en contra... bueno, él había intentado decirle algo. En todo caso no se sentía cómodo con la idea de volver a verles. Sin embargo el chico decidió por él en cuanto lo localizó, tirándose encima suya con un grito.
- Wow, relaja fiera - dijo, con un amago de sonrisa.
No le devolvió el abrazo, pero tampoco hizo amargo de apartarlo pese a que el chico parecía empeñado en triturar sus costillas. Finalmente no pudo evitarlo y sonrió de verdad, estrechándolo entre sus brazos con fuerza. No había cambiado nada en esos dos años, seguía siendo el de siempre. Tal vez un poco más bajito, aunque por otro lado era él el que había crecido. Ya le sacaba unas dos cabezas o más, ya había llegado al punto en que tendría que agacharse para besarle. Contuvo una risa al recordar cómo le sacó los colores en Síderos delante de la zorrita rubia. Aquellos sí que habían sido buenos tiempos... volviendo a notar aquella horrible amargura, se apartó de él y dejó de sonreír, fingiendo normalidad.
- ¿Y bien, qué te ha traído a mi choza? ¿Los de arriba han decidido que se han acabado mis vacaciones o algo?
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Xemnas abrazó a Kai con fuerza, con una sonrisa en todo momento y estando bastante contento de tener con él a su amigo. Hacía muchísimo tiempo que no lo veía y él se pasó dos años malviviendo en un hospital tras la pelea contra Jin. Notaba muy cambiado a su colega y fue gracioso no darse cuenta de que él estaba fuera. Iba directo a por la puerta pensando que estaría dentro. No se quedó tranquilo hasta que él también correspondió el abrazo, cosa que le hizo sentirse bastante feliz. El capullo ya había crecido de nuevo y eso solo quería decir que cada vez le iba a costar más mirarle a los ojos. Su pobre cuello iba a rabiar de dolor con el paso del tiempo. Miró las botellas de cerveza y esperó que esas hijas de puta no fueran las causantes. La malta no tenía cosas raras y el lúpulo no hacía crecer personas. Maldito Kai.
Cuando él se apartó, Xemnas se acercó un poco hasta la mesa en la que estaba y cogió una de las cervezas. Había escuchado sus palabras, por supuesto. Miró un momento la vacía botella y una pequeña sonrisa se formó en sus labios. ¿Se había bebido todas aquellas antes de que él llegase? Tal vez las había repartido entre varios días, o eso esperaba. Se giró de nuevo y miró a su compañero fijamente a los ojos sin decir nada. Estuvo unos segundos en silencio y finalmente no pudo evitar mostrar una sonrisa más que brillante debido a lo que abrió la boca. Se sentía demasiado cómodo con tipos como Kai, Jack, Arthur o cualquiera de la brigada.
- Los de arriba planeaban enviar a alguien a por ti, o eso escuché en cuanto llegué de una misión. Cuando tuve un momento libre solicité ser esa persona. –Dijo la última frase levantando el dedo pulgar derecho.
En ese mismo brazo podía verse una especie de brazalete que tenía, el cual despedía aura propia. Sirius por el momento no había dicho nada y esperaba que así fuese. Tosió un poco y después de unos momentos examinó despacio la casa un poco más. Le habría gustado tener una de aquellas en el cuartel general, aunque nunca era tarde. No quería nombrar nada de la brigada para no hacer daño a su amigo, por lo que solo hablaría refiriéndose a él.
- Te dejaré conducir la moto hasta el muelle si lo deseas. ¿Equipaje? ¿Despedidas? ¿Puedo ayudarte en eso o en cualquier otra cosa, hermanito? – Dijo de forma cariñosa mostrándole su habitual sonrisa en todo momento.
El puerto no quedaba lejos, pero esperaba que ambos no terminasen en el agua por ir su compañero a mucha velocidad. La moto era una bestia y con las mejoras que él mismo aplicó, sumadas a los que hizo Arthur… Esa cosa podía ser la causante de muchas muertes, sobre todo de pobres pilotos. Rio pensando en eso, pero fingiendo que era por otra cosa. Después de unos momentos esperó respuesta mientras ahora mostraba una mirada algo más seria. Cualquiera vería dos buenos amigos hablando, pero además de eso, eran dos Vice-Almirantes de la marina.
Cuando él se apartó, Xemnas se acercó un poco hasta la mesa en la que estaba y cogió una de las cervezas. Había escuchado sus palabras, por supuesto. Miró un momento la vacía botella y una pequeña sonrisa se formó en sus labios. ¿Se había bebido todas aquellas antes de que él llegase? Tal vez las había repartido entre varios días, o eso esperaba. Se giró de nuevo y miró a su compañero fijamente a los ojos sin decir nada. Estuvo unos segundos en silencio y finalmente no pudo evitar mostrar una sonrisa más que brillante debido a lo que abrió la boca. Se sentía demasiado cómodo con tipos como Kai, Jack, Arthur o cualquiera de la brigada.
- Los de arriba planeaban enviar a alguien a por ti, o eso escuché en cuanto llegué de una misión. Cuando tuve un momento libre solicité ser esa persona. –Dijo la última frase levantando el dedo pulgar derecho.
En ese mismo brazo podía verse una especie de brazalete que tenía, el cual despedía aura propia. Sirius por el momento no había dicho nada y esperaba que así fuese. Tosió un poco y después de unos momentos examinó despacio la casa un poco más. Le habría gustado tener una de aquellas en el cuartel general, aunque nunca era tarde. No quería nombrar nada de la brigada para no hacer daño a su amigo, por lo que solo hablaría refiriéndose a él.
- Te dejaré conducir la moto hasta el muelle si lo deseas. ¿Equipaje? ¿Despedidas? ¿Puedo ayudarte en eso o en cualquier otra cosa, hermanito? – Dijo de forma cariñosa mostrándole su habitual sonrisa en todo momento.
El puerto no quedaba lejos, pero esperaba que ambos no terminasen en el agua por ir su compañero a mucha velocidad. La moto era una bestia y con las mejoras que él mismo aplicó, sumadas a los que hizo Arthur… Esa cosa podía ser la causante de muchas muertes, sobre todo de pobres pilotos. Rio pensando en eso, pero fingiendo que era por otra cosa. Después de unos momentos esperó respuesta mientras ahora mostraba una mirada algo más seria. Cualquiera vería dos buenos amigos hablando, pero además de eso, eran dos Vice-Almirantes de la marina.
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Resopló con fuerza y negó con la cabeza, dejándose caer al suelo de espaldas. Por un momento pareció que había hecho sin motivo el gesto, pero entonces un cuenco de maíces fritos, una tortilla de patatas con chorizo, una bandeja con panes con tomate y un pack de cervezas aparecieron en la mesa de la nada, derribando algunas de las botellas vacías. Relamiéndose, se levantó y cogió una de las cervezas, quitando la chapa con la mano. Con una pericia fruto de años de experiencia, comenzó a apañárselas para comer pan con tomate, maíces y beber cerveza, todo a la vez. La parte más sorprendente es que sólo tuviera dos manos.
- Vamogs Xebbas, aub no tebemos que ignos - dijo, con la boca llena. Tragó todo y siguió hablando - Aparte, aún tengo que avisar al viejo que me alquiló la casa de que me marcho y hacer las maletas.
Se acomodó en el banco y dio un par de golpes en este para indicarle a Xemnas que se sentara. La oferta de conducir la moto era tentadora, pero podía esperar. Le daba pereza recoger todo, y además aún tenía que limpiar la casa un poco para que no pareciera una leonera cuando le devolviera las llaves al dueño. Disfrutó de otro trago del amargo líquido y soltó un suspiro de satisfacción, cruzando una pierna sobre la otra. Ya que se le habían acabado las vacaciones, ¿por qué no estirarlas un par de horas? Había pasado la mayor parte de su excedencia persiguiendo a Émile, entrenando y arriesgando su vida. Se merecía un descanso en condiciones tras todo eso, pero al final se le había quedado en unas pocas semanas.
- Y dime, ¿qué hay de nuevo por tu vida? ¿Alguna nueva afición? ¿Has dejado ya a la zorrita rubia? ¿Te has planteado pasarte de los melones a las bananas? ¿Has probado a beber cerveza y ron a la vez? Pista, no lo hagas. Sabe mal y luego sale peor.
Sin modales ningunos, cogió un cacho de la tortilla con la mano y se lo llevó a la boca. Su fuerte no era la educación, al menos no cuando estaba de relax y con amigos. Bueno, y en la mesa rara vez en general. No era que no supiera, sino que simple y llanamente le daba igual. Cogió una de las botellas, le quitó la chapa y se la tendió a Xemnas con una sonrisa.
- A tu salud, compañero - dijo, terminándose la suya - Hace mucho que no nos vemos, hay que celebrarlos en condiciones.
- Vamogs Xebbas, aub no tebemos que ignos - dijo, con la boca llena. Tragó todo y siguió hablando - Aparte, aún tengo que avisar al viejo que me alquiló la casa de que me marcho y hacer las maletas.
Se acomodó en el banco y dio un par de golpes en este para indicarle a Xemnas que se sentara. La oferta de conducir la moto era tentadora, pero podía esperar. Le daba pereza recoger todo, y además aún tenía que limpiar la casa un poco para que no pareciera una leonera cuando le devolviera las llaves al dueño. Disfrutó de otro trago del amargo líquido y soltó un suspiro de satisfacción, cruzando una pierna sobre la otra. Ya que se le habían acabado las vacaciones, ¿por qué no estirarlas un par de horas? Había pasado la mayor parte de su excedencia persiguiendo a Émile, entrenando y arriesgando su vida. Se merecía un descanso en condiciones tras todo eso, pero al final se le había quedado en unas pocas semanas.
- Y dime, ¿qué hay de nuevo por tu vida? ¿Alguna nueva afición? ¿Has dejado ya a la zorrita rubia? ¿Te has planteado pasarte de los melones a las bananas? ¿Has probado a beber cerveza y ron a la vez? Pista, no lo hagas. Sabe mal y luego sale peor.
Sin modales ningunos, cogió un cacho de la tortilla con la mano y se lo llevó a la boca. Su fuerte no era la educación, al menos no cuando estaba de relax y con amigos. Bueno, y en la mesa rara vez en general. No era que no supiera, sino que simple y llanamente le daba igual. Cogió una de las botellas, le quitó la chapa y se la tendió a Xemnas con una sonrisa.
- A tu salud, compañero - dijo, terminándose la suya - Hace mucho que no nos vemos, hay que celebrarlos en condiciones.
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Xemnas se sentó en el banco mientras sonreía mirando a su compañero. No había cambiado nada en el tema de la comida y eso en parte le agradaba bastante. No esperaba menos de él. Justo entonces se dio cuenta de que era posible que incluso comiese con más velocidad. Esperaba que no se ahogase allí mismo, o tendría que darle un puñetazo en el estómago para que echase todo, buen método. Soltó un pequeño suspiro y después escuchó las preguntas que le hizo. El rubio cambió su rostro de alegría a uno un poco nostálgico y apenado. Si continuaba cuerdo era por su trabajo de marine, el día en que se jubilase… Bueno, Xemnas tenía claro que moriría en la marina y si no era así, él mismo iría a la misión más suicida posible. Todo dependía de una persona y no estaba allí presente.
Un nudo se formó en el estómago de Xemnas. Estuvo a punto de pedirle un poco de comida a Kai, pero sintió una potente sensación de pena invadirle. Ante todo sonrió con la mayor falsedad posible y miró a su amigo a los ojos fijamente. Trató de evitar que los suyos se humedecieran, pero le costaba bastante. Miró entonces a otro lado y tosió a posta para intentar fingir normalidad.
- Misa y yo apenas nos vemos o hablamos. Hace unas semanas, mi amigo Kasai Kuro, el antiguo Yonkaikyo se encontró con ella. Juró que ella le dijo que planeaba destruir el gobierno y que todo era una falsa. Fingí que no me importaba y al principio fue así de hecho, pero el mero hecho de pensar que he sido su marioneta me duele. Yo no pedí estar con ella, Kai. Cuando era un crío me besó y me convirtió en su novio sin permiso y como buen tonto en esa época, no dije nada. Con el paso de los años la he amado, pero al enterarme de esto, no sé lo que pensar. La palabra de Kasai no ha tenido validez alguna, pero él no me mentiría con ese tema.
Xemnas entonces sonrió de forma más forzada y miró a otro lado. Estaba al borde de que sus lágrimas se escapasen, pero hizo un esfuerzo sobrehumano para que eso no pasase. Tomó todo el aire que pudo y después de eso negó con la cabeza.
- Quiero a Misa, eso no es un secreto. Amo mi trabajo y la causa que defiendo. Si ella fuese una criminal o llegado el momento desvelase sus intenciones, yo mismo la mataría, y después me mataría yo. – Terminó confesando algo dolorido. – Primero mi hermana, después mi hermano es echado de mi lado, cosa que discutí después con Al. La persona que amo podría haberme usado todo este tiempo, Kasai asesinado por el cadejo. Taiga odia a Misa con todas sus fuerzas y la culpa, mis compañeros de brigada están muy ocupados. Creo que mis nuevas aficiones son adicción al trabajo y… Y sonreír. – Terminó de decir cogiendo la cerveza.
No había bebido alcohol en su vida, pero no se lo pensó. En menos de diez segundos se había bebido la cerveza y al poco tiempo estaba tosiendo con fuerza y sacando la lengua. No le gustaba para nada, pero no paró de beber hasta que se la terminó. Justo entonces y viendo que le había contado su jodida vida a Kai se sintió avergonzado.
- En cuanto a las indirectas con las frutas y tras descubrir que nací como mujer y fui cambiado de sexo a los dos años… Pues no sé si se me puede llamar lesbiano o no. – Mencionó cambiando de tema y mirando a otro lado después. – En fin, siento esto…
Un nudo se formó en el estómago de Xemnas. Estuvo a punto de pedirle un poco de comida a Kai, pero sintió una potente sensación de pena invadirle. Ante todo sonrió con la mayor falsedad posible y miró a su amigo a los ojos fijamente. Trató de evitar que los suyos se humedecieran, pero le costaba bastante. Miró entonces a otro lado y tosió a posta para intentar fingir normalidad.
- Misa y yo apenas nos vemos o hablamos. Hace unas semanas, mi amigo Kasai Kuro, el antiguo Yonkaikyo se encontró con ella. Juró que ella le dijo que planeaba destruir el gobierno y que todo era una falsa. Fingí que no me importaba y al principio fue así de hecho, pero el mero hecho de pensar que he sido su marioneta me duele. Yo no pedí estar con ella, Kai. Cuando era un crío me besó y me convirtió en su novio sin permiso y como buen tonto en esa época, no dije nada. Con el paso de los años la he amado, pero al enterarme de esto, no sé lo que pensar. La palabra de Kasai no ha tenido validez alguna, pero él no me mentiría con ese tema.
Xemnas entonces sonrió de forma más forzada y miró a otro lado. Estaba al borde de que sus lágrimas se escapasen, pero hizo un esfuerzo sobrehumano para que eso no pasase. Tomó todo el aire que pudo y después de eso negó con la cabeza.
- Quiero a Misa, eso no es un secreto. Amo mi trabajo y la causa que defiendo. Si ella fuese una criminal o llegado el momento desvelase sus intenciones, yo mismo la mataría, y después me mataría yo. – Terminó confesando algo dolorido. – Primero mi hermana, después mi hermano es echado de mi lado, cosa que discutí después con Al. La persona que amo podría haberme usado todo este tiempo, Kasai asesinado por el cadejo. Taiga odia a Misa con todas sus fuerzas y la culpa, mis compañeros de brigada están muy ocupados. Creo que mis nuevas aficiones son adicción al trabajo y… Y sonreír. – Terminó de decir cogiendo la cerveza.
No había bebido alcohol en su vida, pero no se lo pensó. En menos de diez segundos se había bebido la cerveza y al poco tiempo estaba tosiendo con fuerza y sacando la lengua. No le gustaba para nada, pero no paró de beber hasta que se la terminó. Justo entonces y viendo que le había contado su jodida vida a Kai se sintió avergonzado.
- En cuanto a las indirectas con las frutas y tras descubrir que nací como mujer y fui cambiado de sexo a los dos años… Pues no sé si se me puede llamar lesbiano o no. – Mencionó cambiando de tema y mirando a otro lado después. – En fin, siento esto…
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Apretó el puño mientras una llama de ira crecía en su interior, hasta que la botella reventó salpicándole de cerveza. Misa Amane... ¿una traidora? Desde que sabía que era la pareja de su Xemnas le tenía algo de envidia, pero nunca había tenido mal concepto de ella, incluso habían entrenado juntos. Pero... aquello lo cambiaba todo. No sólo estaba engañando al Gobierno Mundial y jugando a dos bandas, sino que había jugado con los sentimientos de su amigo y eso era algo que no iba a tolerar. Respiró hondo tratando de calmarse, sin darse cuenta de que su mano goteaba sangre. Arrestaría a esa cabrona y la había pagar por todo el daño que había causado. No podía dejar que fuese Xemnas el que fuera a por ella, o sólo sufriría más. Ahora lamentaba el haber desaparecido dos años y descuidado a sus amigos sólo por haber sido expulsado de la Brigada, empeñándose en una caza infructuosa que sólo había servido para... sacudió la cabeza y alejó sus pensamientos de aquellos derroteros. No merecía la pena. Chasqueó la lengua y le dio unas palmadas en la espalda a Xemnas cuando este comenzó a toser. Acto seguido se levantó y lo miró con seriedad, para de repente levantar la mano y cruzarle la cara de una bofetada digna del más okama de los okama, un sopapo tal que resonó por toda la casa. Se frotó la palma de la mano, algo dolorido y dijo:
- Si vuelves a insinuar algo de suicidarte, no será una caricia. Y si te atreves a intentarlo, entonces la paliza anterior te parecerán unas palmaditas en el hombro - suspiró con cansancio - Mira, Xemn, la vida es difícil. Puede llegar a ser una auténtica mierda, créeme que lo sé. Joder, vaya si lo sé. Me han torturado, me arrebataron a mi senpai, mi ex-novio resultó ser un psicópata homicida que intentó asesinarme, cuando creía haber recuperado a mi hermano este murió entre mis brazos, me arrancaron el poder mi akuma no mi, mi mejor amigo me echó de su lado... - negó con la cabeza - Y podría seguir. ¿Y me ves llorando? ¿Intentando tirarme de un acantilado, rindiéndome? Si te quitas la vida estarás siendo muy egoísta. ¿Crees que haciéndolo arreglas algo? No, sólo tiras la toalla y nos dejas atrás a todos los que te queremos, nos cargas un peso más. Te libras de tu dolor a cambio de causarnos uno mayor a todos los demás.
Respiró hondo y trató de poner en orden sus pensamientos. Era hora de dejarse de tonterías y fichas, las cartas sobre la mesa. Xemnas era muy guapo, pero era su querido amigo... bueno, ¿amiga? ¿Amigue? Aquello era un puto lío. El caso, todo lo que quería era lo mejor para él. Le apoyó la mano en el hombro y lo miró a los ojos con seriedad.
- Yo también tengo a alguien que jugó conmigo a quien algún día mataré. Y le quería, y no poco. Y si hoy día volviera a encontrarme con él una parte de mí aún querría volver a abrazarle. Pero no por ello olvido el daño que me ha hecho ni mucho menos me planteo el quitarme la vida. De la misma manera, Misa no se merece que la tengas en tanta consideración como para que te quieras ir de este mundo. Joder tío, aún te falta mucho por vivir. ¡Aún tenemos muchas cosas que hacer juntos! Tenemos que ir de fiesta, mear desde la Red Line a ambos lados de Grand Line, volver a trabajar juntos... - le sonrió - Xemnas, aún tienes a tus colegas. No es momento de que desesperes.
Levantó la mano con intención de hacer un choque de puños con él. Pese a todo, seguían siendo amigos. Pese a que en realidad fuese una mujer convertida en hombre a la que le gustaban las mujeres... contuvo un escalofrío y volvió a sonreír.
- Si te animas, te prometo que te conseguiré lo que quieras para comer. ¿Un helado de chocolate?
- Si vuelves a insinuar algo de suicidarte, no será una caricia. Y si te atreves a intentarlo, entonces la paliza anterior te parecerán unas palmaditas en el hombro - suspiró con cansancio - Mira, Xemn, la vida es difícil. Puede llegar a ser una auténtica mierda, créeme que lo sé. Joder, vaya si lo sé. Me han torturado, me arrebataron a mi senpai, mi ex-novio resultó ser un psicópata homicida que intentó asesinarme, cuando creía haber recuperado a mi hermano este murió entre mis brazos, me arrancaron el poder mi akuma no mi, mi mejor amigo me echó de su lado... - negó con la cabeza - Y podría seguir. ¿Y me ves llorando? ¿Intentando tirarme de un acantilado, rindiéndome? Si te quitas la vida estarás siendo muy egoísta. ¿Crees que haciéndolo arreglas algo? No, sólo tiras la toalla y nos dejas atrás a todos los que te queremos, nos cargas un peso más. Te libras de tu dolor a cambio de causarnos uno mayor a todos los demás.
Respiró hondo y trató de poner en orden sus pensamientos. Era hora de dejarse de tonterías y fichas, las cartas sobre la mesa. Xemnas era muy guapo, pero era su querido amigo... bueno, ¿amiga? ¿Amigue? Aquello era un puto lío. El caso, todo lo que quería era lo mejor para él. Le apoyó la mano en el hombro y lo miró a los ojos con seriedad.
- Yo también tengo a alguien que jugó conmigo a quien algún día mataré. Y le quería, y no poco. Y si hoy día volviera a encontrarme con él una parte de mí aún querría volver a abrazarle. Pero no por ello olvido el daño que me ha hecho ni mucho menos me planteo el quitarme la vida. De la misma manera, Misa no se merece que la tengas en tanta consideración como para que te quieras ir de este mundo. Joder tío, aún te falta mucho por vivir. ¡Aún tenemos muchas cosas que hacer juntos! Tenemos que ir de fiesta, mear desde la Red Line a ambos lados de Grand Line, volver a trabajar juntos... - le sonrió - Xemnas, aún tienes a tus colegas. No es momento de que desesperes.
Levantó la mano con intención de hacer un choque de puños con él. Pese a todo, seguían siendo amigos. Pese a que en realidad fuese una mujer convertida en hombre a la que le gustaban las mujeres... contuvo un escalofrío y volvió a sonreír.
- Si te animas, te prometo que te conseguiré lo que quieras para comer. ¿Un helado de chocolate?
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Observó el mar y bostezó, algo aburrido. El barco se mecía suavemente en el oleaje, dejando Banaro cada vez más lejos. A la izquierda de su navío, un punto en el horizonte cada vez más diminuto era todo lo que podía vislumbrar del barco de Xemnas. El Vicealmirante hizo una mueca y suspiró, algo apesadumbrado. Al final no iba a acompañarle hasta el Cuartel General, tenía una misión en algún punto del Nuevo Mundo. Le tocaba hacer el viaje solo a ver al pesado de Minato... o alguno de los Almirante, ante quien le tocara reportar.
- Menudo coñazo - soltó, estirándose - Espero que al menos me vayan a dar un destino interesante.
No soportaría que lo pusieran al mando de una guarnición o algo así, acabaría muriéndose de aburrimiento. Necesitaba algo de acción para desoxidarse un poco de sus vacaciones. A pesar de que había estado en activo siguiéndole el rastro a Émile y entrenando, los últimos seis meses habían sido demasiado calmados. No estaba mal tener un descanso de vez en cuando, pero ya había sido suficiente. Se levantó de la borda de un salto y caminó hacia la cocina, relamiéndose con cara de goloso.
- Hora de ver que han preparado para cenar.
Había cosas que no cambiaban con los años, por mucho que creciera y madurara. Y si había algo que no cambiaría, sería la debilidad de Kai por la comida... y por las trampas que los cocinero de la Marina ponían para protegerla de este.
- Kai ha vueeeeelto - canturreó mientras entraba en la cocina, segundos antes de que una sartén se estampara contra su cara.
- Menudo coñazo - soltó, estirándose - Espero que al menos me vayan a dar un destino interesante.
No soportaría que lo pusieran al mando de una guarnición o algo así, acabaría muriéndose de aburrimiento. Necesitaba algo de acción para desoxidarse un poco de sus vacaciones. A pesar de que había estado en activo siguiéndole el rastro a Émile y entrenando, los últimos seis meses habían sido demasiado calmados. No estaba mal tener un descanso de vez en cuando, pero ya había sido suficiente. Se levantó de la borda de un salto y caminó hacia la cocina, relamiéndose con cara de goloso.
- Hora de ver que han preparado para cenar.
Había cosas que no cambiaban con los años, por mucho que creciera y madurara. Y si había algo que no cambiaría, sería la debilidad de Kai por la comida... y por las trampas que los cocinero de la Marina ponían para protegerla de este.
- Kai ha vueeeeelto - canturreó mientras entraba en la cocina, segundos antes de que una sartén se estampara contra su cara.
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