Elya Edelweiss
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Había llegado en cuanto había podido. El barco de su superior navegaba cerca cuando el Den Den Mushi sonó alertándolos de la tragedia. En el Cheff Nadador había ocurrido una catástrofe. Un maremoto de causa desconocida los había hecho chocarse contra una roca y parte del lugar había terminado destrozado. Había escombros, heridos y mucha comida a punto de desperdiciarse. Necesitaban ayuda y ellos estaban a apenas un par de horas. Pusieron rumbo de inmediato y con Elya al timón doblaron su velocidad habitual. Les habían comentado que no serían los únicos marines en el lugar, pero eso no importaba. Toda mano era bien recibida en ocasiones como esa, la peliblanca lo sabía bien.
Nada más echar el ancla, Elya agarró su lanza y prácticamente saltó del barco. El Cheff Nadador estaba que daba pena verlo. Era tan solo su segunda visita a ese lugar, ni siquiera había podido comer allí, y le faltaba prácticamente medio edificio. Por suerte, gran parte del casco estaba ileso o torpemente reparado en el momento, por lo que lo esencial se mantenía a flote. Con unos días de duro trabajo volvería a estar a punto.
Y eso fue lo que hizo. Tras escanear rápidamente la situación, fue a ayudar a un grupo que se afanaba en la zona que más había sufrido. Desentendiéndose de sus superiores, prestó su ayuda a lo que parecía uno de los cocineros del lugar. Tras intercambiar un par de frases, comenzaron a trabajar hombro con hombro. Estaba retirando todos los escombros de la zona de la cocina, necesitaba hacer recuento de la comida que podía salvarse y separarla de la que no, pues habría que llevarla a alguna isla para deshacerse de ella cuanto antes. Mientras Elya retiraba madera y yeso, él se puso a contar peces.
Unos minutos más tarde, recordó el comunicado del Cuartel y miró a su alrededor algo curiosa. O quizás aburrida. Pero se suponía que había otro marine en el lugar, ¿Quién sería?
Nada más echar el ancla, Elya agarró su lanza y prácticamente saltó del barco. El Cheff Nadador estaba que daba pena verlo. Era tan solo su segunda visita a ese lugar, ni siquiera había podido comer allí, y le faltaba prácticamente medio edificio. Por suerte, gran parte del casco estaba ileso o torpemente reparado en el momento, por lo que lo esencial se mantenía a flote. Con unos días de duro trabajo volvería a estar a punto.
Y eso fue lo que hizo. Tras escanear rápidamente la situación, fue a ayudar a un grupo que se afanaba en la zona que más había sufrido. Desentendiéndose de sus superiores, prestó su ayuda a lo que parecía uno de los cocineros del lugar. Tras intercambiar un par de frases, comenzaron a trabajar hombro con hombro. Estaba retirando todos los escombros de la zona de la cocina, necesitaba hacer recuento de la comida que podía salvarse y separarla de la que no, pues habría que llevarla a alguna isla para deshacerse de ella cuanto antes. Mientras Elya retiraba madera y yeso, él se puso a contar peces.
Unos minutos más tarde, recordó el comunicado del Cuartel y miró a su alrededor algo curiosa. O quizás aburrida. Pero se suponía que había otro marine en el lugar, ¿Quién sería?
Hayden Ashworth
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La información que le habían dado era escasa, pero sencilla. No necesitaba nada más. El Cheff Nadador había sido arrollado por un desastre natural. Le habrían ofrecido llevarle en barco, pero no. El barco era demasiado lento desde el Grand Line, aunque se tomasen las corrientes especiales de la marina. El dragón era más rápido por si mismo. Estaba en forma híbrida, agitando sus alas a la par que utilizaba el Geppou para impulsarse hacia delante. Acababa de cruzar el Calm Belt por aire y se estaba acercando al Cheff Nadador en el North Blue. Empezó a verlo por fin en la lejanía. Como le habían dicho, la mitad del restaurante flotante estaba en bastante mal estado, pues casi la mitad del edificio estaba destrozado, aunque por suerte el casco aún lo mantenía a flote.
De la zona intacta, en lo alto, sobresalía peligrosamente una viga de madera, tambaleándose. Iba a caer. Lo peor de todo, iba a caer sobre una persona. El dragón concentró el fuego en sus pies y manos y se propulsó con fuerza, justo cuando la viga se desprendía y empezó a caer hacia la desprevenida víctima. El fuerte brazo del sargento rodeó la viga, evitando su caída. El dragón aterrizó por fin, cargando con la viga en su hombro, como si no pesara nada.
─Amm… Hola -saludó con la mano libre a la peliblanca que acababa de salvar… o eso creía. Lo mismo la muchacha era capaz de salir de aquella sola. Pero ese no era su trabajo. Su trabajo era proteger-. Soy Zuko. Me han mandado aquí, soy de la… -se señaló la gaviota de la gorra -... marina.
De la zona intacta, en lo alto, sobresalía peligrosamente una viga de madera, tambaleándose. Iba a caer. Lo peor de todo, iba a caer sobre una persona. El dragón concentró el fuego en sus pies y manos y se propulsó con fuerza, justo cuando la viga se desprendía y empezó a caer hacia la desprevenida víctima. El fuerte brazo del sargento rodeó la viga, evitando su caída. El dragón aterrizó por fin, cargando con la viga en su hombro, como si no pesara nada.
─Amm… Hola -saludó con la mano libre a la peliblanca que acababa de salvar… o eso creía. Lo mismo la muchacha era capaz de salir de aquella sola. Pero ese no era su trabajo. Su trabajo era proteger-. Soy Zuko. Me han mandado aquí, soy de la… -se señaló la gaviota de la gorra -... marina.
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Oyó un crujido sobre su cabeza, pero le había pillado con las manos en la masa. Tenía que levantar el cacho de madera primero para poder moverse. Giró un poco el torso sin soltarlo y vio una de las pocas vigas que quedaban en pie moverse sobre su cabeza. Frunció el ceño, preocupada, y se agachó sin dejar de tirar. Si lograba desbloquearlo a tiempo podría apartarse sin problema.
El crujido se agravó, pero ya casi lo tenía. Tozuda, siguió tirando sin mirar, consciente de lo arriesgado y estúpido de la situación. Pero quería acabar cuanto antes. En cuestión de segundos, la viga se soltó y comenzó a caer. Elya, con el corazón acelerado, tiró con fuerza y logró apartarse a sí misma y al escombro de madera justo a tiempo para... para nada. ¿Por qué no había hecho ruido al caer?
Se giró al oír la voz y alzó una ceja al ver al joven con la viga en el hombro, como si nada. ¿De dónde demonios había salido? Tenía media cara quemada y el pelo moreno se le escapaba por debajo de la gorra. Una gorra de la marina, como él mismo se encargó de aclarar. Cómo si la gaviota en toda la frente no fuera suficiente, qué poco le gustaba ese uniforme. La peliblanca terminó de levantarse y recogió su arma, cuidadosamente apoyada a su lado. Erguida y examinándole todavía con la mirada sin ningún recato, le respondió con educación:
- Mi nombre es Elya. Pertenezco a la marina también, estoy aquí para ayudar.
Tras una pausa de unos segundos un tanto incómodos, los ojos de la muchacha se dirigieron hacia la viga que el chico todavía estaba sujetando.
-Eres más fuerte que yo.- Dijo sin acritud.- Eso puede venirnos bien. Hay varios escombros en el borde que me cuesta más sacar y justo están en el medio de la linea improvisada de suministros. Hay que hacer algo con la comida, al fin y al cabo.
Se acercó hacia allí y sin decir nada más volvió a dejar su arma cerca de ella y agarró uno de los tablones más pesados por un extremo. Le sostuvo la mirada, aguardando a que fuera a ayudarle como si fuera lo más natural del mundo.
El crujido se agravó, pero ya casi lo tenía. Tozuda, siguió tirando sin mirar, consciente de lo arriesgado y estúpido de la situación. Pero quería acabar cuanto antes. En cuestión de segundos, la viga se soltó y comenzó a caer. Elya, con el corazón acelerado, tiró con fuerza y logró apartarse a sí misma y al escombro de madera justo a tiempo para... para nada. ¿Por qué no había hecho ruido al caer?
Se giró al oír la voz y alzó una ceja al ver al joven con la viga en el hombro, como si nada. ¿De dónde demonios había salido? Tenía media cara quemada y el pelo moreno se le escapaba por debajo de la gorra. Una gorra de la marina, como él mismo se encargó de aclarar. Cómo si la gaviota en toda la frente no fuera suficiente, qué poco le gustaba ese uniforme. La peliblanca terminó de levantarse y recogió su arma, cuidadosamente apoyada a su lado. Erguida y examinándole todavía con la mirada sin ningún recato, le respondió con educación:
- Mi nombre es Elya. Pertenezco a la marina también, estoy aquí para ayudar.
Tras una pausa de unos segundos un tanto incómodos, los ojos de la muchacha se dirigieron hacia la viga que el chico todavía estaba sujetando.
-Eres más fuerte que yo.- Dijo sin acritud.- Eso puede venirnos bien. Hay varios escombros en el borde que me cuesta más sacar y justo están en el medio de la linea improvisada de suministros. Hay que hacer algo con la comida, al fin y al cabo.
Se acercó hacia allí y sin decir nada más volvió a dejar su arma cerca de ella y agarró uno de los tablones más pesados por un extremo. Le sostuvo la mirada, aguardando a que fuera a ayudarle como si fuera lo más natural del mundo.
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