Abby
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Abigail escuchó las palabras del Clavel una vez más en su comunicador. Que cansino era, se hacía odiar. Sin embargo, no era un desconocido que enviase información o diese órdenes porque sí. Ella lo conocía bien y sabía que era un mandado de mamá para tenerla controlada. Apagó el comunicador chasqueando la lengua y respiró pesadamente. Christopher era muy desconfiado, era el mayor de los tres hermanos y nunca terminaron de congeniar. La pelirroja tampoco mostró interés por llevarse bien con él, pero este parecía reacio a tratar con ella y, a día de hoy, le gustaría seguir averiguando por qué.
El mensaje era claro, controlar como estaban las unidades revolucionarias y averiguar información. La marina sería más adelante, no ahora. Debía controlar el terreno por el que andaba y si sus pasos no eran firmes podría terminar malparada y, lo peor de todo, decepcionando a Chris y a los Claveles.
Caminó por las calles de Mailén con parsimonia, se notaba que estaba mirando todo con mucha curiosidad, quien la viera desconfiaría de sus actitudes, pero por su imagen tan solo reflejaba ser una muchachita decente muy curiosa y nadie sospecharía de una mujer con esas apariencias. Continuó su camino fijándose en los escaparates de las tiendas y, de vez en cuando, echaba una visual a los revolucionarios que paseaban por allí.
En cualquier momento podría haber un bombardeo si a la marina se le iba la olla. Solo esperaba no estar metida en el medio del meollo.
El mensaje era claro, controlar como estaban las unidades revolucionarias y averiguar información. La marina sería más adelante, no ahora. Debía controlar el terreno por el que andaba y si sus pasos no eran firmes podría terminar malparada y, lo peor de todo, decepcionando a Chris y a los Claveles.
Caminó por las calles de Mailén con parsimonia, se notaba que estaba mirando todo con mucha curiosidad, quien la viera desconfiaría de sus actitudes, pero por su imagen tan solo reflejaba ser una muchachita decente muy curiosa y nadie sospecharía de una mujer con esas apariencias. Continuó su camino fijándose en los escaparates de las tiendas y, de vez en cuando, echaba una visual a los revolucionarios que paseaban por allí.
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Abigail estaba cansada de tener que caminar sin encontrar nada. Las palabras de su hermano habían dicho que se trataba de un ciudadano respetado por la mafia, pero en Mailén... ¿Quién podría ser mafioso? Nadie lo aparentaba y las familias solían muy conocidas por cualquier movimiento extraño que hicieran. Preguntó a numerosos lugareños, pero nadie parecía saber nada sobre ellos. ¿Seguro que le habían dado las indicaciones correctas? Los fallos de la burocracia eran numerosos y no sería raro haber confundido una isla con otra, pero si llegaron a equivocarse... menuda pérdida de tiempo.
La pelirroja siguió buscando hasta que se hartó. Definitivamente, allí no estaba aquel hombre. ¿Y ahora qué debía hacer? Si llegaba con las manos vacías se iba a llevar una buena reprimenda a pesar de explicarle las cosas. Suspiró pesadamente y cuando dobló la esquina una enorme explosión hizo que se le pusiesen los pelos de punta. Dio un pequeño salto del susto.
¿Pero qué? Pensó exaltada. La muchedumbre se empezó a acumular alrededor de donde todo había ocurrido. Al parecer sus súplicas de que no bombardearan nada cuando ella pasea por la zona revolucionaria no surtieron efecto. Se acercó hasta el lugar del incidente, esquivando numerosas personas y escuchando los cuchicheos de estos.
Abigail se fijó en el estado de la estructura. Quién estuviera ahí dentro no habría tenido muchas probabilidades de sobrevivir. En el suelo de la entrada había también un hombre que parecía haber sido alcanzado por la explosión. Era el momento de hacer notar su imagen y su bondad. ¿Nadie iba a ayudar? Mejor. Su aversión por la sociedad le hizo dar el primer paso y arrodillarse ante el hombre herido.
-¿Es que nadie va ayudar? ¡Ahí dentro puede haber personas heridas! ¡Por favor, traed agua para apagar el fuego antes de que se extienda más! - Muchos hicieron caso, otros siguieron mirando como si no fuera la cosa con ellos. - Le ayudaré a levantarse. ¿Qué ha pasado ahí dentro? - Inquirió mientras le tendía la mano.
La pelirroja siguió buscando hasta que se hartó. Definitivamente, allí no estaba aquel hombre. ¿Y ahora qué debía hacer? Si llegaba con las manos vacías se iba a llevar una buena reprimenda a pesar de explicarle las cosas. Suspiró pesadamente y cuando dobló la esquina una enorme explosión hizo que se le pusiesen los pelos de punta. Dio un pequeño salto del susto.
¿Pero qué? Pensó exaltada. La muchedumbre se empezó a acumular alrededor de donde todo había ocurrido. Al parecer sus súplicas de que no bombardearan nada cuando ella pasea por la zona revolucionaria no surtieron efecto. Se acercó hasta el lugar del incidente, esquivando numerosas personas y escuchando los cuchicheos de estos.
Abigail se fijó en el estado de la estructura. Quién estuviera ahí dentro no habría tenido muchas probabilidades de sobrevivir. En el suelo de la entrada había también un hombre que parecía haber sido alcanzado por la explosión. Era el momento de hacer notar su imagen y su bondad. ¿Nadie iba a ayudar? Mejor. Su aversión por la sociedad le hizo dar el primer paso y arrodillarse ante el hombre herido.
-¿Es que nadie va ayudar? ¡Ahí dentro puede haber personas heridas! ¡Por favor, traed agua para apagar el fuego antes de que se extienda más! - Muchos hicieron caso, otros siguieron mirando como si no fuera la cosa con ellos. - Le ayudaré a levantarse. ¿Qué ha pasado ahí dentro? - Inquirió mientras le tendía la mano.
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Abigail se echó hacia atrás en cuanto el hombre se recompuso. Sin embargo, sus órdenes solo parecieron ser captadas por algunas personas que se preocupaban por el bien común y no como los demás, que tan solo querían a sus simpatizantes revolucionarios. La guerra de Mailén era una batalla perdida y por una sola vez, la pelirroja coincidía con el gobierno. En vez de preocuparse por cosas más importantes, los revolucionarios solo pretendían romper más la estructura del mundo. Separados se puede vencer a la gente, unidos no. Abby nunca olvidaría esa gran frase que aprendió de un erudito, llena de sabiduría.
La muchacha se sorprendió en cuanto vio como amenazaban al pobre hombre recién salido de la explosión. Portaban rifles y escopetas directos hacia él. ¡Muy bien Abby, has conseguido que te metan en esto! Pensó mordiéndose el labio inferior. La vida de ese hombre no le importaba nada en absoluto, pero debía guardar una imagen, ganarse fama de buena persona y cuando su nombre tuviera el suficiente reconocimiento sería el momento de adentrarse en los bajos fondos.
No le gustaba Mailén, nunca le gustaría, pero aquellos zarrapastrosos estaban empezando a cansarla con las armas apuntadas. Tanto que no tardó en usar la labia para que se tranquilizasen un poco aunque por su mente pasó algo más peligroso todavía, ¿por qué culpar a gente del lugar cuando había un frente abierto con la marina? Las cosas se tensarían lo suficiente como para empeorar esa guerra.
-¡Basta! - Exclamó mirando a los hombres armados -. ¿Os habéis parado a pensar qué es un poco de tontos creer que alguien que pone a un montón de explosivos va a esperar a que le exploten en toda la cara? - Tomó una pausa mientras otros hablaban - Eso, bajadlas.
Abigail se puso de pie y le tendió la mano al hombre para que se levantara también.
-Las personas que buscáis y han hecho esto no están aquí. Están al otro lado de la isla, planificando como terminar con esta guerra y... ¿qué mejor que aniquilar al pueblo revolucionario? Si no puedes con la plaga una por una, extermínala de raíz.
Tras aquel comentario y dejar a la gente pensando sobre sus palabras algunos se alteraron más y otros se asustaron. La guerra era cruel, pero si no te hacías notar en ella nunca sobrevivirías. Abby tan solo esbozó una sonrisa al ver los rostros de las personas demacradas por tal suceso.
La muchacha se sorprendió en cuanto vio como amenazaban al pobre hombre recién salido de la explosión. Portaban rifles y escopetas directos hacia él. ¡Muy bien Abby, has conseguido que te metan en esto! Pensó mordiéndose el labio inferior. La vida de ese hombre no le importaba nada en absoluto, pero debía guardar una imagen, ganarse fama de buena persona y cuando su nombre tuviera el suficiente reconocimiento sería el momento de adentrarse en los bajos fondos.
No le gustaba Mailén, nunca le gustaría, pero aquellos zarrapastrosos estaban empezando a cansarla con las armas apuntadas. Tanto que no tardó en usar la labia para que se tranquilizasen un poco aunque por su mente pasó algo más peligroso todavía, ¿por qué culpar a gente del lugar cuando había un frente abierto con la marina? Las cosas se tensarían lo suficiente como para empeorar esa guerra.
-¡Basta! - Exclamó mirando a los hombres armados -. ¿Os habéis parado a pensar qué es un poco de tontos creer que alguien que pone a un montón de explosivos va a esperar a que le exploten en toda la cara? - Tomó una pausa mientras otros hablaban - Eso, bajadlas.
Abigail se puso de pie y le tendió la mano al hombre para que se levantara también.
-Las personas que buscáis y han hecho esto no están aquí. Están al otro lado de la isla, planificando como terminar con esta guerra y... ¿qué mejor que aniquilar al pueblo revolucionario? Si no puedes con la plaga una por una, extermínala de raíz.
Tras aquel comentario y dejar a la gente pensando sobre sus palabras algunos se alteraron más y otros se asustaron. La guerra era cruel, pero si no te hacías notar en ella nunca sobrevivirías. Abby tan solo esbozó una sonrisa al ver los rostros de las personas demacradas por tal suceso.
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Abigail sonrió. Fue la típica sonrisa que se clavaba en los ojos de las personas, imposible de olvidar. Después de infundar la duda en aquellas personas analfabetas y tan poco cultivadas se sintió realizada. Sin embargo, aquello había resultado demasiado sencillo. ¿Tan fácil era manipular a las personas? Estos estaban demacrados por la guerra, dolidos y buscaban a toda costa una esperanza con la que iluminar sus vidas.
La pelirroja tenía aquella esperanza en sus manos. Las palabras siempre levantaban la moral y aturdían las mentes. ¿Qué mejor que luchar por su propia libertad? Así siempre tendrían un sueño por el que luchar y librarse del yugo del gobierno. Abigail pensaría así si tuviese una mente revolucionaria como la de aquella pobre gente, pero era todo al contrario. No era partidaria de ningún bando; sin embargo, conocía bien que el gobierno llevaba las de ganar en Mailén. Al menos morirían por un objetivo el cual heredarían sus descendientes, un bucle infinito de luchas.
Las personas comenzaron a discutir entre sí e incluso los insultos captaron la atención de la muchacha.
-Esta no es mi guerra, pero si deseáis ganar no lo conseguiréis enfrentándoos entre vosotros.
Abby abandonó aquel lugar intentando esquivar a la gente. Ella tenía un objetivo diferente y lo que le importaba es que no hubiera más explosiones que impidieran su misión. Una vez abandonó el bullicio de la calle principal se adentró en un callejón. Allí se encontraba la persona con la que tenía que hablar.
La pelirroja tenía aquella esperanza en sus manos. Las palabras siempre levantaban la moral y aturdían las mentes. ¿Qué mejor que luchar por su propia libertad? Así siempre tendrían un sueño por el que luchar y librarse del yugo del gobierno. Abigail pensaría así si tuviese una mente revolucionaria como la de aquella pobre gente, pero era todo al contrario. No era partidaria de ningún bando; sin embargo, conocía bien que el gobierno llevaba las de ganar en Mailén. Al menos morirían por un objetivo el cual heredarían sus descendientes, un bucle infinito de luchas.
Las personas comenzaron a discutir entre sí e incluso los insultos captaron la atención de la muchacha.
-Esta no es mi guerra, pero si deseáis ganar no lo conseguiréis enfrentándoos entre vosotros.
Abby abandonó aquel lugar intentando esquivar a la gente. Ella tenía un objetivo diferente y lo que le importaba es que no hubiera más explosiones que impidieran su misión. Una vez abandonó el bullicio de la calle principal se adentró en un callejón. Allí se encontraba la persona con la que tenía que hablar.
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