Kenzo Nakajima
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Cliff Island, la isla del eterno conflicto entre marines y piratas. Ahora ya más tranquila desde hacía un tiempo, gracias al enorme muro que recorría el centro de la isla de lado a lado, separando a unos de otros. Sin embargo, raro era el mes en el que no había problemas, y la situación siempre parecía tensa, como si la frágil paz de la isla estuviese a punto de romperse. O, al menos, eso pensó Kenzo al poner un pie allí.
El cuartel de la isla no era pequeño, y parecía bien preparado. Sin embargo, en opinión del espadachín aquellos hombres no podían hacerse llamar marines si renunciaban a acabar los piratas, y simplemente mantenían las distancias y la paz con ellos. Aquellos criminales debían ser erradicados, y en cuanto consiguiera el suficiente poder, él mismo se aseguraría de que así fuese.
Por el momento, su misión consistía en encontrar a un ex-marine, que ahora vivía en la ciudad sin ley del otro lado de la isla. Silver, uno de los miembros fundadores de su división le había indicado dónde encontrarlo. Al parecer, aquel tipo solía frecuentar uno de los bares del lugar. Por lo visto, tras abandonar la marina, se había reciclado a una especie de "comerciante de los bajos fondos". En opinión de Kenzo, una opción de deshonrosa y despreciable. ¿El motivo de que hubiese aceptado buscar a alguien como él? Atrapar a un pirata en concreto, Jax "Puños de Acero" Tekken. Este criminal había matado a más de veinte personas hacía apenas dos semanas en uno de los pueblos cercanos al cuartel de la marina de la isla en un asalto sorpresa, y se había emitido una orden urgente de captura, vivo o muerto. El precio por su cabeza era de diez millones de berries.
Así que, para poder dar su merecido a tan infame delincuente, debía reunirse con el tal Vane. Al parecer, tenía muchos contactos en la ciudad, y según Silver podría localizar a su objetivo con bastante rapidez, lo que resultaría crucial para el éxito de la misión. Además, para entrar a ese lado de la isla, no podía llevar nada que lo identificara como marine, o sería hombre muerto en apenas unos minutos.
Con esto en mente, Kenzo agarró suavemente el pomo de una de sus espadas mientras bajaba del barco que le había llevado de una mitad de la isla a otra. Ahora tocaba buscar la taberna donde el hombre que buscaba solía estar.
El cuartel de la isla no era pequeño, y parecía bien preparado. Sin embargo, en opinión del espadachín aquellos hombres no podían hacerse llamar marines si renunciaban a acabar los piratas, y simplemente mantenían las distancias y la paz con ellos. Aquellos criminales debían ser erradicados, y en cuanto consiguiera el suficiente poder, él mismo se aseguraría de que así fuese.
Por el momento, su misión consistía en encontrar a un ex-marine, que ahora vivía en la ciudad sin ley del otro lado de la isla. Silver, uno de los miembros fundadores de su división le había indicado dónde encontrarlo. Al parecer, aquel tipo solía frecuentar uno de los bares del lugar. Por lo visto, tras abandonar la marina, se había reciclado a una especie de "comerciante de los bajos fondos". En opinión de Kenzo, una opción de deshonrosa y despreciable. ¿El motivo de que hubiese aceptado buscar a alguien como él? Atrapar a un pirata en concreto, Jax "Puños de Acero" Tekken. Este criminal había matado a más de veinte personas hacía apenas dos semanas en uno de los pueblos cercanos al cuartel de la marina de la isla en un asalto sorpresa, y se había emitido una orden urgente de captura, vivo o muerto. El precio por su cabeza era de diez millones de berries.
Así que, para poder dar su merecido a tan infame delincuente, debía reunirse con el tal Vane. Al parecer, tenía muchos contactos en la ciudad, y según Silver podría localizar a su objetivo con bastante rapidez, lo que resultaría crucial para el éxito de la misión. Además, para entrar a ese lado de la isla, no podía llevar nada que lo identificara como marine, o sería hombre muerto en apenas unos minutos.
Con esto en mente, Kenzo agarró suavemente el pomo de una de sus espadas mientras bajaba del barco que le había llevado de una mitad de la isla a otra. Ahora tocaba buscar la taberna donde el hombre que buscaba solía estar.
Vane
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Para mí, aquel día comenzó como cualquier otro. O bueno, casi. Decidí abrir algo más temprano, y mientras Marcus y Amy se encargaban del trabajo, me dediqué a prestarle atención tanto a la clientela de la barra como a potenciales oportunidades de expansión. Lo habitual.
Nada especialmente llamativo hasta que Marcus tuvo un accidente y se torció ligeramente el tobillo. El hecho no me preocupó en absoluto, Marcus es un hombre que puede cuidar de sí mismo sin problemas y que ya se había recuperado de cosas peores en muy poco tiempo. Así que una tontería como esa no debería haber supuesto un problema, dado que aún podía caminar y hacer lo que su empleo bajo mi mando dictaba.
Pero parecía que ese día la fortuna no me pensaba sonreír como siempre, lo cual era extraño. Pues justamente en ese día y un par de horas más tarde, Marcus se suponía que debía bajar al puerto y recoger cargamento mercancía... especial. Pero claro, ahora que se había torcido el tobillo... No podía arriesgarme a mandarlo y que tropezara de nuevo o dejara caer la frágil carga por alguna razón similar. Así que, en contra de lo que mis principios suelen dictar, y en vista de las circunstancias, no me quedó más remedio que dejar a mi amigo a cargo del Nox para ir yo mismo a hacer el trabajo sucio. Y nunca mejor dicho, considerando el estado de las calles de Cliff Island esa mañana.
Por suerte parecía que sería un viaje tranquilo. La recogida la realicé sin percances, para variar, e incluso juraría que le había caído bien al tipo con el que estuve hablando mientras esperaba. Una pieza más que añadir a mi expansiva red de contactos, eso siempre traía una sonrisa a mi rostro. Aunque el otro hombre de pintas extrañas que pude ver bajar de un barco, sujetando el pomo de su espada y con aspecto de estar buscando algo o alguien, no me produjo tan buena sensación.
- ¡Killian!, ¡eh, Killian! - alcancé a oír la voz de un viejo amigo mientras me alejaba del puerto para volver al local. - Cuánto tiempo sin verte.
- ¡Robert! - respondí a su saludo con el mismo entusiasmo. - Sin duda, aunque no porque no supieras dónde encontrarme - le repliqué, ralentizando el paso para que me alcanzara.
- En eso tienes razón. ¿Te diriges al Nox ahora? - me preguntó. - Me vendría bien un trago para empezar bien el día, y si no estás muy ocupado, hay asuntos interesantes de las que podemos hablar...
- Sabes cómo captar mi interés rápido, viejo truhán - respondí acelerando el paso de nuevo -. Sí, voy para allá. Acompáñame y hablamos de esos asuntos con más calma.
Nada especialmente llamativo hasta que Marcus tuvo un accidente y se torció ligeramente el tobillo. El hecho no me preocupó en absoluto, Marcus es un hombre que puede cuidar de sí mismo sin problemas y que ya se había recuperado de cosas peores en muy poco tiempo. Así que una tontería como esa no debería haber supuesto un problema, dado que aún podía caminar y hacer lo que su empleo bajo mi mando dictaba.
Pero parecía que ese día la fortuna no me pensaba sonreír como siempre, lo cual era extraño. Pues justamente en ese día y un par de horas más tarde, Marcus se suponía que debía bajar al puerto y recoger cargamento mercancía... especial. Pero claro, ahora que se había torcido el tobillo... No podía arriesgarme a mandarlo y que tropezara de nuevo o dejara caer la frágil carga por alguna razón similar. Así que, en contra de lo que mis principios suelen dictar, y en vista de las circunstancias, no me quedó más remedio que dejar a mi amigo a cargo del Nox para ir yo mismo a hacer el trabajo sucio. Y nunca mejor dicho, considerando el estado de las calles de Cliff Island esa mañana.
Por suerte parecía que sería un viaje tranquilo. La recogida la realicé sin percances, para variar, e incluso juraría que le había caído bien al tipo con el que estuve hablando mientras esperaba. Una pieza más que añadir a mi expansiva red de contactos, eso siempre traía una sonrisa a mi rostro. Aunque el otro hombre de pintas extrañas que pude ver bajar de un barco, sujetando el pomo de su espada y con aspecto de estar buscando algo o alguien, no me produjo tan buena sensación.
- ¡Killian!, ¡eh, Killian! - alcancé a oír la voz de un viejo amigo mientras me alejaba del puerto para volver al local. - Cuánto tiempo sin verte.
- ¡Robert! - respondí a su saludo con el mismo entusiasmo. - Sin duda, aunque no porque no supieras dónde encontrarme - le repliqué, ralentizando el paso para que me alcanzara.
- En eso tienes razón. ¿Te diriges al Nox ahora? - me preguntó. - Me vendría bien un trago para empezar bien el día, y si no estás muy ocupado, hay asuntos interesantes de las que podemos hablar...
- Sabes cómo captar mi interés rápido, viejo truhán - respondí acelerando el paso de nuevo -. Sí, voy para allá. Acompáñame y hablamos de esos asuntos con más calma.
Kenzo Nakajima
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Tras un pequeño paseo por la ciudad, el marine logró dar con el bar en el que Silver le había indicado que encontraría al hombre que buscaba. El Nox era un local bastante pequeño, aunque para lo que esperaba de un garito en aquel nido de ratas no parecía estar mal. Al menos cuidaban la higiene. Había bastantes clientes, aunque no estaba ni mucho menos abarrotado, cosa que el brazos largos agradeció. No le apetecía nada tener que apartar a gente cada vez que quisiera moverse.
Kenzo pensó que lo mejor, dado que buscaba al dueño, sería preguntar a alguno de los empleados. Por lo tanto, se acercó con paso decidido a la barra y, una vez hubo captado la atención de uno de los camareros, que parecía cojear bastante, dijo:
- Una pinta de cerveza, por favor. Por cierto, estoy buscando a Killian Vane ¿Está por aquí? - Ante la negativa del empleado, el recluta contestó: - Tengo un asunto que tratar con él. Si le ve, dígale que vengo a verle de parte de Silver, ¿de acuerdo? Esperaré en aquella mesa del fondo.
Cerveza en mano, el marine se dirigió a la última mesa del local, la más alejada de la entrada. Procuró sentarse de forma que, en caso de necesidad, pudiese desenvainar sus armas sin necesidad de levantarse siquiera, aunque dudaba que fuera a necesitar usarlas dentro de aquel bar. Al fin y al cabo, según las palabras de Silver, el tal Vane, el propietario del local, a pesar de dedicarse a negocios un tanto cuestionables, era un tipo en el que podía confiar. No obstante, antes de que Kenzo se fiara de él tendría que demostrar que lo merecía, pues el brazos largos no era alguien que confiara así como así en alguien como él.
Mientras pensaba en ese tipo de cosas, Kenzo dio un largo trago de cerveza. Estaba bastante bien, eso tenía que reconocerlo. Amarga, contundente y muy fría, como debía ser. Ahora solo faltaba que el ex-marine apareciese por allí, y con su ayuda pudiese comenzar la captura del infame Jax Tekken. Ardía en deseos de dar a aquel delincuente su merecido, y llevar a sus superiores su cuerpo sin vida.
Kenzo pensó que lo mejor, dado que buscaba al dueño, sería preguntar a alguno de los empleados. Por lo tanto, se acercó con paso decidido a la barra y, una vez hubo captado la atención de uno de los camareros, que parecía cojear bastante, dijo:
- Una pinta de cerveza, por favor. Por cierto, estoy buscando a Killian Vane ¿Está por aquí? - Ante la negativa del empleado, el recluta contestó: - Tengo un asunto que tratar con él. Si le ve, dígale que vengo a verle de parte de Silver, ¿de acuerdo? Esperaré en aquella mesa del fondo.
Cerveza en mano, el marine se dirigió a la última mesa del local, la más alejada de la entrada. Procuró sentarse de forma que, en caso de necesidad, pudiese desenvainar sus armas sin necesidad de levantarse siquiera, aunque dudaba que fuera a necesitar usarlas dentro de aquel bar. Al fin y al cabo, según las palabras de Silver, el tal Vane, el propietario del local, a pesar de dedicarse a negocios un tanto cuestionables, era un tipo en el que podía confiar. No obstante, antes de que Kenzo se fiara de él tendría que demostrar que lo merecía, pues el brazos largos no era alguien que confiara así como así en alguien como él.
Mientras pensaba en ese tipo de cosas, Kenzo dio un largo trago de cerveza. Estaba bastante bien, eso tenía que reconocerlo. Amarga, contundente y muy fría, como debía ser. Ahora solo faltaba que el ex-marine apareciese por allí, y con su ayuda pudiese comenzar la captura del infame Jax Tekken. Ardía en deseos de dar a aquel delincuente su merecido, y llevar a sus superiores su cuerpo sin vida.
Vane
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Debido al peso extra de tener que cargar con las cajas, y al hecho de andar charlando de manera banal con mi viejo amigo Robert, tardé un poco más en llegar al Nox de lo que esperaba. El hombre que me acompañaba, un Marine retirado, ofreció ayudarme con el transporte, pero decliné. Primero, porque no me fiaba de que aquellos brazos fueran igual de robustos que antaño, y podía dejar caer por accidente la preciada mercancía; y segundo porque me pareció oportuno dar una imagen imponente.
Al fin y al cabo, la gente se lo piensa dos veces antes de montar líos en mi local, precisamente porque sabe que puedo arreglármelas para solucionarlos. Por las buenas, o por las malas.
En cuanto entré por la puerta, le dije al hombre que me esperara un poco sentado en una mesa. Tenía que dejar el cargamento en un sitio adecuado, y asegurarme de que todo estuviera en orden tras mi breve ausencia. Envié a Amy a servir y entretener mientras tanto a Robert, esperando no tardar demasiado.
-Eh, Jefe -me avisó Marcus en cuando me vio acercarme-. Hay un tipo allí al fondo que anda buscándote. Pinta seria, no suelta su espada y no estoy seguro de que venga con buenas intenciones. Aunque dijo venir de parte de Silver.
Dirigí la vista adonde me señalaba el camarero con la barbilla, donde pude ver al tipo del puerto que no me dio buena espina.
-Vale, gracias Marcus. ¿Algo más que haya ocurrido?
Tras su negativa, y terminar con el asunto que traía literalmente entre manos, me dirigí a hacer un intercambio rápido de palabras con el hombre. Me acerqué a su mesa con confianza y aparentando tranquilidad, sonriendo. Si venía de parte de Silver, habían algunos detalles a los que tenía que prestar atención, después de todo.
-Buenos días, caballero -le saludé-. Soy Killian Vane, el dueño de este local. He oído que andaba buscándome, ¿tendría a bien decirme qué necesita de mí particularmente?
Lo más probable es que viniera buscando información. O por algún trapicheo con los Marines, aunque eso sería algo inusual. Me había asegurado de tener todos los papeles en orden y de no causar alborotos públicos. Así que solo podía esperar a que me dijera qué asuntos le traían al Nox.
Al fin y al cabo, la gente se lo piensa dos veces antes de montar líos en mi local, precisamente porque sabe que puedo arreglármelas para solucionarlos. Por las buenas, o por las malas.
En cuanto entré por la puerta, le dije al hombre que me esperara un poco sentado en una mesa. Tenía que dejar el cargamento en un sitio adecuado, y asegurarme de que todo estuviera en orden tras mi breve ausencia. Envié a Amy a servir y entretener mientras tanto a Robert, esperando no tardar demasiado.
-Eh, Jefe -me avisó Marcus en cuando me vio acercarme-. Hay un tipo allí al fondo que anda buscándote. Pinta seria, no suelta su espada y no estoy seguro de que venga con buenas intenciones. Aunque dijo venir de parte de Silver.
Dirigí la vista adonde me señalaba el camarero con la barbilla, donde pude ver al tipo del puerto que no me dio buena espina.
-Vale, gracias Marcus. ¿Algo más que haya ocurrido?
Tras su negativa, y terminar con el asunto que traía literalmente entre manos, me dirigí a hacer un intercambio rápido de palabras con el hombre. Me acerqué a su mesa con confianza y aparentando tranquilidad, sonriendo. Si venía de parte de Silver, habían algunos detalles a los que tenía que prestar atención, después de todo.
-Buenos días, caballero -le saludé-. Soy Killian Vane, el dueño de este local. He oído que andaba buscándome, ¿tendría a bien decirme qué necesita de mí particularmente?
Lo más probable es que viniera buscando información. O por algún trapicheo con los Marines, aunque eso sería algo inusual. Me había asegurado de tener todos los papeles en orden y de no causar alborotos públicos. Así que solo podía esperar a que me dijera qué asuntos le traían al Nox.
Kenzo Nakajima
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Tras dar un nuevo trago a su cerveza, Kenzo se fijó un hombre bastante corpulento que acababa de entrar al local llevando un cargamento que parecía ser ciertamente pesado. Intercambió unas palabras con el camarero, quien le hizo un gesto con la barbilla en dirección al espadachín. Acto seguido, el hombre le miró. Tenía el pelo largo y negro, y un parche cubría su ojo izquierdo. El derecho, por el contrario, era de un azul penetrante.
Cuando el tuerto apartó la vista del marine, se puso de nuevo en marcha, dirigiéndose hacia una puerta que, por su situación, debía conducir al almacén o a algún lugar similar. Pasados unos segundos, apareció de nuevo, esta vez ya sin la caja, y comenzó a caminar en dirección a la mesa en la que el marine disfrutaba de su bebida. Su semblante era alegre y, al menos en apariencia, calmado, cuando se presentó como Killian Vane y preguntó al espadachín qué le había traído a su bar.
- Saludos. Mi nombre es Kenzo, recluta de la Marina. Como ya he dicho a su empleado, he venido a hablar con usted enviado por el Teniente Comandante Silver - respondió el joven vendado en voz baja. - Se me ha encomendado la misión de capturar a un bastardo que asaltó reciente uno de los pueblos cercanos al Cuartel de la Marina en la isla, matando a muchos inocentes. Sabemos que se esconde en esta parte de Cliff Island y, dado que eres un ex-marine que ahora tiene contactos en los bajos fondos del lugar, la Marina "solicita" tu ayuda para localizarle.
Pronunció la palabra solicita de forma más marcada, y acompañándola del gesto de unas comillas con las manos. Con esto pretendía dar a entender que dicha expresión era una forma educada de decir que la Marina se tomaría realmente mal que no colaborase en este asunto. Tras una pequeña pausa para que el dueño del bar fuese interiorizando sus palabras, Kenzo continuó:
- El cabrón al que busco responde al nombre de Jax "Puños de Acero" Tekken, imagino que habrás oído hablar de él. Pues bien,
necesito, como ya te he dicho, que me ayudes a encontrarle. Lógicamente nadie más puede saber que soy un marine o, al momento, la mitad de los hombres de este nido de ratas se me lanzarían al cuello. Espero que, como ex-miembro del cuerpo, puedas ayudarme. Además, seguro que en un lugar tan peligroso como este pueblo te vendría bien estar en buenos términos con la Marina ¿Qué me dices?
Una vez hubo terminado de hablar, el joven miró a los ojos (o, mejor dicho, al ojo) a su interlocutor y esperó su respuesta.
Cuando el tuerto apartó la vista del marine, se puso de nuevo en marcha, dirigiéndose hacia una puerta que, por su situación, debía conducir al almacén o a algún lugar similar. Pasados unos segundos, apareció de nuevo, esta vez ya sin la caja, y comenzó a caminar en dirección a la mesa en la que el marine disfrutaba de su bebida. Su semblante era alegre y, al menos en apariencia, calmado, cuando se presentó como Killian Vane y preguntó al espadachín qué le había traído a su bar.
- Saludos. Mi nombre es Kenzo, recluta de la Marina. Como ya he dicho a su empleado, he venido a hablar con usted enviado por el Teniente Comandante Silver - respondió el joven vendado en voz baja. - Se me ha encomendado la misión de capturar a un bastardo que asaltó reciente uno de los pueblos cercanos al Cuartel de la Marina en la isla, matando a muchos inocentes. Sabemos que se esconde en esta parte de Cliff Island y, dado que eres un ex-marine que ahora tiene contactos en los bajos fondos del lugar, la Marina "solicita" tu ayuda para localizarle.
Pronunció la palabra solicita de forma más marcada, y acompañándola del gesto de unas comillas con las manos. Con esto pretendía dar a entender que dicha expresión era una forma educada de decir que la Marina se tomaría realmente mal que no colaborase en este asunto. Tras una pequeña pausa para que el dueño del bar fuese interiorizando sus palabras, Kenzo continuó:
- El cabrón al que busco responde al nombre de Jax "Puños de Acero" Tekken, imagino que habrás oído hablar de él. Pues bien,
necesito, como ya te he dicho, que me ayudes a encontrarle. Lógicamente nadie más puede saber que soy un marine o, al momento, la mitad de los hombres de este nido de ratas se me lanzarían al cuello. Espero que, como ex-miembro del cuerpo, puedas ayudarme. Además, seguro que en un lugar tan peligroso como este pueblo te vendría bien estar en buenos términos con la Marina ¿Qué me dices?
Una vez hubo terminado de hablar, el joven miró a los ojos (o, mejor dicho, al ojo) a su interlocutor y esperó su respuesta.
Vane
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Escuché con atención cuanto decía aquel extraño tipo, que se presentó como el recluta Kenzo. Y expresión de amabilidad que le había mostrado al dirigirme a él se fue tornando en una mucho más seria y, sobre todo, escéptica. Aún así, le escuché hasta el final sin interrumpirle. Y cuando hubo terminado continué observándole durante unos segundos. A continuación eché mano de una silla cercana y, situándola junto a la mesa en la que se encontraba, me senté frente a él.
Alcé el brazo haciendo una señal a una de las camareras, que esta enseguida interpretó, y acto seguido me llevé la mano a uno de los bolsillos interiores del chaleco. Extraje de este mi vieja pitillera, de la cual saqué un cigarrillo y lo coloqué entre mis labios. Mientras lo encendía la camarera a la que había llamado llegó hasta la mesa, me sirvió una copa y rellenó la jarra de cerveza del marine, para enseguida volver a retirarse a la barra.
- Créeme, muchacho - comencé tras exhalar el humo de la primera calada - cualquier deuda que yo pudiese tener con la marina la saldé hace mucho tiempo. - A juzgar por la cara que puso al oírme mi respuesta no le había agradado, aunque desde un principio nada en el lugar parecía agradarle. - No obstante - continué - estoy dispuesto a ayudarte con ese asunto. Lo consideraré un favor personal hacia Silver. Pero dile que puede sumarlo a la lista, y que tenga por seguro que me los cobraré algún día.
Di un largo trago a la copa, vaciando más de la mitad del contenido de esta en mi interior, para luego volver a dejarla sobre la mesa y dar otro par de caladas al cigarrillo. Mis palabras, aún habiendo accedido a ayudarle, no parecían satisfacer al larguirucho. Aún así, tendría que aguantarse.
- Este es un lugar muy feo, chaval. Y aquí vive gente muy fea que hace cosas muy feas. ¿Quieres mi ayuda? La tendrás. Pero antes dime todo lo que sepas del tío que quieres que encuentre, y no te guardes ni un detalle. Ah, y fuera de este local di que eres marine y mañana aparecerá tu cadáver tirado en algún callejón. No caéis muy bien por aquí.
Alcé el brazo haciendo una señal a una de las camareras, que esta enseguida interpretó, y acto seguido me llevé la mano a uno de los bolsillos interiores del chaleco. Extraje de este mi vieja pitillera, de la cual saqué un cigarrillo y lo coloqué entre mis labios. Mientras lo encendía la camarera a la que había llamado llegó hasta la mesa, me sirvió una copa y rellenó la jarra de cerveza del marine, para enseguida volver a retirarse a la barra.
- Créeme, muchacho - comencé tras exhalar el humo de la primera calada - cualquier deuda que yo pudiese tener con la marina la saldé hace mucho tiempo. - A juzgar por la cara que puso al oírme mi respuesta no le había agradado, aunque desde un principio nada en el lugar parecía agradarle. - No obstante - continué - estoy dispuesto a ayudarte con ese asunto. Lo consideraré un favor personal hacia Silver. Pero dile que puede sumarlo a la lista, y que tenga por seguro que me los cobraré algún día.
Di un largo trago a la copa, vaciando más de la mitad del contenido de esta en mi interior, para luego volver a dejarla sobre la mesa y dar otro par de caladas al cigarrillo. Mis palabras, aún habiendo accedido a ayudarle, no parecían satisfacer al larguirucho. Aún así, tendría que aguantarse.
- Este es un lugar muy feo, chaval. Y aquí vive gente muy fea que hace cosas muy feas. ¿Quieres mi ayuda? La tendrás. Pero antes dime todo lo que sepas del tío que quieres que encuentre, y no te guardes ni un detalle. Ah, y fuera de este local di que eres marine y mañana aparecerá tu cadáver tirado en algún callejón. No caéis muy bien por aquí.
Kenzo Nakajima
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La expresión del tal Vane fue adquiriendo severidad conforme iba escuchando las palabras del brazos largos. Seguramente la visita de un marine "pidiendo" su ayuda le traería recuerdos que probablemente no tendría demasiadas ganas de revivir. Y, por su expresión al mencionar a Silver, parecía claro que se conocían bastante bien. Tal vez incluso fuesen viejos amigos, aunque Kenzo no sabía cómo un marine honorable como el cyborg podría ser amigo de alguien que había dejado la marina para dedicarse a negocios de moral dudosa.
Cuando hubo terminado sus palabras, la respuesta del tuerto se hizo esperar ligeramente. Tras hacer un gesto a la camarera metió la mano a lo que parecía ser un bolsillo interior de su chaleco. En ese momento Kenzo, tenso ante la posiblidad de un ataque a traición, llevó la mano derecha disimuladamente a la empuñadura de una de sus espadas. Sin embargo su interlocutor solo pretendía sacar un cigarrillo y, cuando el marine vio sus intenciones, se permitió relajarse ligeramente. Acto seguido la camarera le trajo una copa y llenó la jarra del marine, tras lo cual el hombre dio una calada a su cigarro y comenzó a hablar. Declaró no deber nada a la marina pero, sin embargo, se mostró dispuesto ayudarle como un favor personal hacia Silver. Aquello dejaba bastante claro que probablemente existiese una relación de amistad entre ambos, y eso significaba que aquel hombre debía de no ser tan malo al fin y al cabo. No obstante, dejó muy claro que pretendía que el oficial le devolviese en el futuro todos y cada uno de los favores que le debía.
El brazos largos, aún ciertamente intranquilo, observó como el hombre daba un larguísimo trago de su copa. Si ese era su ritmo habitual a la hora de beber, eso explicaba que hubiese dejado la marina (o que le hubiesen expulsado de ella, eso Kenzo no lo sabía). La desconfianza aún quedaba patente en su mirada, pues le resultaba imposible sentirse cómodo en aquel lugar. Poco después, el tal Vane le advirtió sobre los peligros de aquel lugar y sus habitantes, además de pedirle todos los datos de los que dispusiera sobre el criminal que debía capturar.
- No te preocupes, no pienso proclamar mi condición de marine. Se me advirtió antes de venir que solo te lo contara a ti y, además, he visto la calaña de gente que ronda por aquí y no quiero más jodidos problemas de los estrictamente necesarios.
Aquí Kenzo hizo una pequeña pausa para dar un pequeño trago a su cerveza y, con calma, proseguir con la conversación:
- En cuanto al asunto que me trae por aquí, el hombre a quien debemos capturar responde al nombre de Jax "Puños de Acero"
Tekken. Se trata de un puto animal del que nadie había oído hablar hasta hace tan solo dos semanas, cuando asaltó a traición por la noche uno de los pueblos que rodean el Cuartel de la isla, matando a más de veinte personas. Por suerte, un par de testigos lograron escapar, aunque sospecho que les dejó huir para que su nombre se conociera. Por sus palabras, parece la clase de cabrón que busca hacerse un nombre en el mundo del crimen por la vía rápida. También sabemos que es un hombre bastante más alto que yo, y tremendamente corpulento. Cuando atacó aquel pueblo iba ataviado con un pantalón vaquero corto y un chaleco negro abierto sin nada debajo. Tenía tatuajes en ambos brazos y parecía que sus nudillos terminaban en unos extraños pinchos. Eso es todo lo que hemos podido averiguar sobre ese malnacido a partir de lo que los testigos vieron, a parte de su nombre, que proclamó varias veces a voz en grito después de matar a toda esa gente. Espero que ahora entiendas el por qué de la imperiosa necesidad de la Marina por ver a ese bastardo entre rejas o bajo tierra.
Sin duda se trataba de un crimen atroz, y Kenzo esperaba que al escuchar sus palabras la disposición de Vane para colaborar con él aumentara, y que no se debiera solo a su amistad con Silver. Dio otro trago a su jarra y se recostó sobre el respaldo de su silla, aguardando la respuesta del tuerto.
Cuando hubo terminado sus palabras, la respuesta del tuerto se hizo esperar ligeramente. Tras hacer un gesto a la camarera metió la mano a lo que parecía ser un bolsillo interior de su chaleco. En ese momento Kenzo, tenso ante la posiblidad de un ataque a traición, llevó la mano derecha disimuladamente a la empuñadura de una de sus espadas. Sin embargo su interlocutor solo pretendía sacar un cigarrillo y, cuando el marine vio sus intenciones, se permitió relajarse ligeramente. Acto seguido la camarera le trajo una copa y llenó la jarra del marine, tras lo cual el hombre dio una calada a su cigarro y comenzó a hablar. Declaró no deber nada a la marina pero, sin embargo, se mostró dispuesto ayudarle como un favor personal hacia Silver. Aquello dejaba bastante claro que probablemente existiese una relación de amistad entre ambos, y eso significaba que aquel hombre debía de no ser tan malo al fin y al cabo. No obstante, dejó muy claro que pretendía que el oficial le devolviese en el futuro todos y cada uno de los favores que le debía.
El brazos largos, aún ciertamente intranquilo, observó como el hombre daba un larguísimo trago de su copa. Si ese era su ritmo habitual a la hora de beber, eso explicaba que hubiese dejado la marina (o que le hubiesen expulsado de ella, eso Kenzo no lo sabía). La desconfianza aún quedaba patente en su mirada, pues le resultaba imposible sentirse cómodo en aquel lugar. Poco después, el tal Vane le advirtió sobre los peligros de aquel lugar y sus habitantes, además de pedirle todos los datos de los que dispusiera sobre el criminal que debía capturar.
- No te preocupes, no pienso proclamar mi condición de marine. Se me advirtió antes de venir que solo te lo contara a ti y, además, he visto la calaña de gente que ronda por aquí y no quiero más jodidos problemas de los estrictamente necesarios.
Aquí Kenzo hizo una pequeña pausa para dar un pequeño trago a su cerveza y, con calma, proseguir con la conversación:
- En cuanto al asunto que me trae por aquí, el hombre a quien debemos capturar responde al nombre de Jax "Puños de Acero"
Tekken. Se trata de un puto animal del que nadie había oído hablar hasta hace tan solo dos semanas, cuando asaltó a traición por la noche uno de los pueblos que rodean el Cuartel de la isla, matando a más de veinte personas. Por suerte, un par de testigos lograron escapar, aunque sospecho que les dejó huir para que su nombre se conociera. Por sus palabras, parece la clase de cabrón que busca hacerse un nombre en el mundo del crimen por la vía rápida. También sabemos que es un hombre bastante más alto que yo, y tremendamente corpulento. Cuando atacó aquel pueblo iba ataviado con un pantalón vaquero corto y un chaleco negro abierto sin nada debajo. Tenía tatuajes en ambos brazos y parecía que sus nudillos terminaban en unos extraños pinchos. Eso es todo lo que hemos podido averiguar sobre ese malnacido a partir de lo que los testigos vieron, a parte de su nombre, que proclamó varias veces a voz en grito después de matar a toda esa gente. Espero que ahora entiendas el por qué de la imperiosa necesidad de la Marina por ver a ese bastardo entre rejas o bajo tierra.
Sin duda se trataba de un crimen atroz, y Kenzo esperaba que al escuchar sus palabras la disposición de Vane para colaborar con él aumentara, y que no se debiera solo a su amistad con Silver. Dio otro trago a su jarra y se recostó sobre el respaldo de su silla, aguardando la respuesta del tuerto.
Vane
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mientras escuchaba las palabras del marine continué vaciando la copa con tragos cortos, intercalando estos con las caladas al cigarrillo y algún que otro gesto de asentimiento para mostrar mi interés por lo que me contaba. Y lo cierto era que a medida que lo escuchaba dicho interés fue ganando peso, cosa que no me esperaba. Si bien había accedido a ayudarle para que Silver me debiese otra, al final iba a tener más de un motivo para hacerlo.
- Lo cierto es que, por sorprendente que parezca, lo que ese cabrón ha hecho también nos perjudica a nosotros - comenté mientras apagaba los restos de la colilla contra el fondo del cenicero. - La paz que tenemos en esta isla, por llamarlo de algún modo, es mucho más frágil de lo que parece. Hace generaciones que se levantó el muro y se llegó a un acuerdo para poner fin a la guerra que durante años había sumido a este sitio en el caos, y apenas estamos comenzando a recuperarnos de todo aquello. Aunque te cueste de creer, este lugar ha progresado bastante desde que yo era un crío, y somos muchos los que queremos seguir mejorando las cosas por aquí. Y si un imbécil la lía con la marina, pone en peligro esa paz y a todos los jodidos habitantes de este lugar. - Hice una breve pausa para ponerme en pie y mirarle directamente a los ojos. - Si ese cabrón está en mi ciudad, le encontraremos - sentencié.
A continuación, me terminé la copa de un trago y, tras dar media vuelta, me encaminé directo a la salida contando con que el tal Kenzo me seguiría. Mientras atravesaba de nuevo el local dirigí mi atención a Roger, el viejo compañero que me había acompañado desde el puerto y aún esperaba para hablar conmigo, y le hice una señal para que nos acompañara.
- Kenzo - llamé su atención una vez nos encontramos los tres en la calle, aún frente a la puerta del club. - Te presento a Roger, un viejo camarada. Le conozco lo suficiente cómo para saber que ha puesto la oreja y está al tanto de todo lo que hemos hablado, pero también cómo para saber que nos ayudará a resolver este asunto. ¿Me equivoco? - Ante mi acusación, o pregunta, según se mire, se limitó a asentir y ofrecer al espadachín su mano a modo de saludo. Terminadas las presentaciones volví a captar la atención de mis acompañantes y eché a andar calle abajo. - Conozco a alguien que podría darnos una pista sobre por donde empezar a buscar.
- Lo cierto es que, por sorprendente que parezca, lo que ese cabrón ha hecho también nos perjudica a nosotros - comenté mientras apagaba los restos de la colilla contra el fondo del cenicero. - La paz que tenemos en esta isla, por llamarlo de algún modo, es mucho más frágil de lo que parece. Hace generaciones que se levantó el muro y se llegó a un acuerdo para poner fin a la guerra que durante años había sumido a este sitio en el caos, y apenas estamos comenzando a recuperarnos de todo aquello. Aunque te cueste de creer, este lugar ha progresado bastante desde que yo era un crío, y somos muchos los que queremos seguir mejorando las cosas por aquí. Y si un imbécil la lía con la marina, pone en peligro esa paz y a todos los jodidos habitantes de este lugar. - Hice una breve pausa para ponerme en pie y mirarle directamente a los ojos. - Si ese cabrón está en mi ciudad, le encontraremos - sentencié.
A continuación, me terminé la copa de un trago y, tras dar media vuelta, me encaminé directo a la salida contando con que el tal Kenzo me seguiría. Mientras atravesaba de nuevo el local dirigí mi atención a Roger, el viejo compañero que me había acompañado desde el puerto y aún esperaba para hablar conmigo, y le hice una señal para que nos acompañara.
- Kenzo - llamé su atención una vez nos encontramos los tres en la calle, aún frente a la puerta del club. - Te presento a Roger, un viejo camarada. Le conozco lo suficiente cómo para saber que ha puesto la oreja y está al tanto de todo lo que hemos hablado, pero también cómo para saber que nos ayudará a resolver este asunto. ¿Me equivoco? - Ante mi acusación, o pregunta, según se mire, se limitó a asentir y ofrecer al espadachín su mano a modo de saludo. Terminadas las presentaciones volví a captar la atención de mis acompañantes y eché a andar calle abajo. - Conozco a alguien que podría darnos una pista sobre por donde empezar a buscar.
Kenzo Nakajima
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Pareció que las palabras de Kenzo en referencia a los crímenes cometidos por "Puños de Acero" tuvieron el efecto que buscaba en Vane, pues su respuesta no se hizo esperar. La opinión que el marine tenía sobre el tuerto mejoró ligeramente al escuchar lo que este dijo. Era un hombre de los bajos fondos y seguramente tuviera muchos negocios cuestionables, sí, pero parecía conservar parte del honor propio de un soldado de la Marina. Daba la sensación de que aquella isla le importaba de verdad, y de que quería mantener a toda costa aquella frágil y engañosa paz que se había logrado.
En opinión del brazos largos, de una forma u otra dicha paz no duraría demasiado, y tarde o temprano la disputa por el control total de la isla volvería a recobrar toda su crudeza anterior. La única solución, o al menos eso creía él, pasaba por eliminar a todos y cada uno de los delincuentes que allí vivían. Pero aquello tendría que esperar, pues la máxima prioridad era el malnacido que en aquel momento ocupaba sus pensamientos.
La decisión con que el tuerto proclamó que encontrarían a ese bastardo terminó de convencer a Kenzo de que, al menos para aquella tarea, podía confiar en el ex marine. Entonces este terminó su copa de un trago que bien podría haber entrado en algún libro de récords (si es que existe algo tan absurdo, claro), se levantó y echó a andar en dirección a la puerta del local. El brazos largos, sorprendido, apuró también su cerveza y se apresuró a seguir a aquel hombre. No obstante, no fue el único, pues otro tipo también lo hizo. Tenso, Kenzo echó mano del pomo de una de sus espadas, preparado para desenvainar en caso necesario.
En cuanto los tres hombres estuvieron en la calle, Vane comenzó a hablar, presentando a Kenzo y al otro tipo. Por lo visto se trataba de un viejo amigo suyo, que reconoció haber escuchado la conversación que ambos habían mantenido dentro del bar y ofreció su mano al marine a modo de saludo. El brazos largos la estrechó, aunque no sin recelo. No sabía nada sobre el nuevo actor que había entrado en escena y, por mucho que Vane dijera que era un amigo, su confianza en él era aún demasiado endeble como para fiarse.
Una vez hechas las presentaciones, el tuerto comenzó a caminar de nuevo sin dar ninguna explicación. Aquello empezaba a exasperar a Kenzo, pues él no era ningún perrito faldero de esos que siguen a su amo sin más. Sin embargo, las palabras que Vane pronunció justo en aquel momento le calmaron en parte.
- De acuerdo, - contestó mientras echaba a andar en pos del tuerto. - ¿Hacia dónde nos dirigimos?
En opinión del brazos largos, de una forma u otra dicha paz no duraría demasiado, y tarde o temprano la disputa por el control total de la isla volvería a recobrar toda su crudeza anterior. La única solución, o al menos eso creía él, pasaba por eliminar a todos y cada uno de los delincuentes que allí vivían. Pero aquello tendría que esperar, pues la máxima prioridad era el malnacido que en aquel momento ocupaba sus pensamientos.
La decisión con que el tuerto proclamó que encontrarían a ese bastardo terminó de convencer a Kenzo de que, al menos para aquella tarea, podía confiar en el ex marine. Entonces este terminó su copa de un trago que bien podría haber entrado en algún libro de récords (si es que existe algo tan absurdo, claro), se levantó y echó a andar en dirección a la puerta del local. El brazos largos, sorprendido, apuró también su cerveza y se apresuró a seguir a aquel hombre. No obstante, no fue el único, pues otro tipo también lo hizo. Tenso, Kenzo echó mano del pomo de una de sus espadas, preparado para desenvainar en caso necesario.
En cuanto los tres hombres estuvieron en la calle, Vane comenzó a hablar, presentando a Kenzo y al otro tipo. Por lo visto se trataba de un viejo amigo suyo, que reconoció haber escuchado la conversación que ambos habían mantenido dentro del bar y ofreció su mano al marine a modo de saludo. El brazos largos la estrechó, aunque no sin recelo. No sabía nada sobre el nuevo actor que había entrado en escena y, por mucho que Vane dijera que era un amigo, su confianza en él era aún demasiado endeble como para fiarse.
Una vez hechas las presentaciones, el tuerto comenzó a caminar de nuevo sin dar ninguna explicación. Aquello empezaba a exasperar a Kenzo, pues él no era ningún perrito faldero de esos que siguen a su amo sin más. Sin embargo, las palabras que Vane pronunció justo en aquel momento le calmaron en parte.
- De acuerdo, - contestó mientras echaba a andar en pos del tuerto. - ¿Hacia dónde nos dirigimos?
Vane
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aún era media tarde, por lo que la mayoría de los locales y negocios de la zona estaban cerrados, así como las calles prácticamente vacías. Después de todo, en aquella zona de la ciudad la vida se desarrollaba con mucha más actividad durante las noches. Hecho al que yo ya me había acostumbrado y que además nos ofrecería cierta comodidad para el trabajo que nos disponíamos a llevar a cabo, manteniendo al marine que nos acompañaba lejos de miradas curiosas y lenguas sueltas.
- Hay un tío que suele contratarme. Tiene un local a tres manzanas de aquí, una casa de apuestas. Pero es un negocio... peculiar - comencé a explicarle mientras me encendía otro cigarrillo. - Las apuestas que se hacen no son sobre deportes, al menos no la gran mayoría. La gente que va allí hace apuestas sobre esta ciudad. ¿Qué banda va a expandir sus territorios durante las próximas semanas?, ¿quién se va a enfrentar a quién y por qué? Cualquier cosa sobre la que alguien quiera apostar, allí se acepta. - Miré de reojo a Kenzo sin dejar de avanzar, y tal y como esperaba la expresión de su rostro delataba que no dejaba de juzgarme, aunque también cierta sorpresa por lo que le contaba. - Hay multitud de locales como ese por toda la ciudad, pero el de Karl es... especial. Podría decirse que ese pequeño cabroncete se dedica más a la información que a las apuestas. Se entera de todo antes de que suceda y gestiona las apuestas en base a eso. Alguna vez incluso me contrata a mi para que me encargue de que sucedan esas cosas - sentencié, acompañando mi declaración de una risa burlona.
Quizás estaba hablando más de la cuenta, pero si íbamos a trabajar juntos quería que mi peculiar compañero estuviese al corriente de todo lo relevante. No podía permitirme que se distrajese luego con cualquier tontería. Además, ¿a quién iba a contarle todo eso que pudiese suponer un problema para mí? Por esa parte podía estar tranquilo.
- Hay un tío que suele contratarme. Tiene un local a tres manzanas de aquí, una casa de apuestas. Pero es un negocio... peculiar - comencé a explicarle mientras me encendía otro cigarrillo. - Las apuestas que se hacen no son sobre deportes, al menos no la gran mayoría. La gente que va allí hace apuestas sobre esta ciudad. ¿Qué banda va a expandir sus territorios durante las próximas semanas?, ¿quién se va a enfrentar a quién y por qué? Cualquier cosa sobre la que alguien quiera apostar, allí se acepta. - Miré de reojo a Kenzo sin dejar de avanzar, y tal y como esperaba la expresión de su rostro delataba que no dejaba de juzgarme, aunque también cierta sorpresa por lo que le contaba. - Hay multitud de locales como ese por toda la ciudad, pero el de Karl es... especial. Podría decirse que ese pequeño cabroncete se dedica más a la información que a las apuestas. Se entera de todo antes de que suceda y gestiona las apuestas en base a eso. Alguna vez incluso me contrata a mi para que me encargue de que sucedan esas cosas - sentencié, acompañando mi declaración de una risa burlona.
Quizás estaba hablando más de la cuenta, pero si íbamos a trabajar juntos quería que mi peculiar compañero estuviese al corriente de todo lo relevante. No podía permitirme que se distrajese luego con cualquier tontería. Además, ¿a quién iba a contarle todo eso que pudiese suponer un problema para mí? Por esa parte podía estar tranquilo.
Kenzo Nakajima
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mientras caminaban el ex marine explicó a Kenzo a dónde iban. Al parecer se dirigían a una casa de apuestas muy particular, en la que se aceptaban todo tipo de apuestas, particularmente en lo referente al futuro de la ciudad. Según las palabras de Vane, el propietario de dicho local era realmente alguien dedicado a la información que se enteraba de todo antes de que pasara y, si no, movía hilos para que los sucesos acontecieran según sus intereses.
La verdad era que la explicación del tuerto no gustó al marine. No tenía precisamente muchas ganas de tratar con más delincuentes de los bajos fondos de Cliff Island. No obstante, tal vez esa fuese la única manera de localizar a "Puños de Acero" sin necesidad de abrirse paso a espadazos por toda la ciudad, estrategia que probablemente acabaría costándole la vida, así que el brazos largos soltó un sonoro suspiro de disconformidad y dijo con voz desganada:
- Está bien. Si no queda más remedio habrá que ir a ver a ese tipo. Eso sí, te aviso de antemano que no voy a permitir que nos mienta o nos time. Si en algún momento sospecho que está intentando jodernos, las palabras dejarán paso a las espadas.
Mientras decía esta última frase, Kenzo acarició el pomo de Bottokatta, tratando de añadir algo más de realismo a su afirmación.
Como Vane había comentado, el local al que se dirigían no estaba precisamente lejos, por lo que prácticamente no tuvieron tiempo de nada más antes de llegar. Vista desde el exterior, la casa de apuestas no tenía una pinta especialmente buena, aunque el brazos largos tuvo que admitir en su fuero interno que tampoco era tan mala como había esperado. Si bien se trataba de un edificio de madera bastante antiguo, parecía medianamente cuidado, al menos para los estándares de aquella ciudad, lo que por otro lado tampoco significaba mucho.
Sin embargo, una vez entrabas el panorama cambiaba. El interior del local estaba muy bien conservado, e incluso se podría decir que había sido decorado con gusto aceptable. Se notaba que al menos el dueño había invertido tiempo y dinero en mantenerlo en buen estado, aunque fuese solo por dentro. Dada la temprana hora a la que habían entrado apenas había un par de clientes, por lo que resultaba un lugar bastante apropiado para mantener una conversación. Karl les recibió amablemente, saludando a Vane y a Roger (¿o era Robert?) con alegría y presentándose a Kenzo. El marine estrechó la mano del propietario del local antes de pasar a cosas más serias. Era un hombre de unos cuarenta y cinco años, de estatura media y complexión delgada. Llevaba el canoso pelo bastante corto, y una frondosa barba gris cubría su rostro. Un parche cubría su ojo derecho, por lo que entre el ex marine y él sumaban los dos ojos de una persona normal. << En serio, ¿qué pasa en esta isla con los putos ojos, hay que perder uno para poder vivir aquí o qué? >> se preguntó el brazos largos. Desde luego, el porcentaje de tuertos en aquel lugar no era normal, casi había el mismo número de ojos que de personas.
- ¿Qué os trae por aquí? - preguntó Karl, intrigado sobre todo por la presencia del espadachín vendado. Este, poco amigo de los formalismos, respondió sin miramientos:
- Hemos venido aquí para conseguir información sobre un peligroso criminal que debe ser llevado ante la justicia lo antes posible. Supongo que alguien tan informado como tú habrá oído hablar sobre Jax "Puños de Acero" Tekken y sobre lo que ese cabrón ha hecho. Pues bien,
se me ha encomendado la tarea de capturarle, empresa en la que el señor Vane me ha prometido su ayuda. Por lo que él me ha dicho, tú eres la persona que con mayor probabilidad podrá decirnos dónde encontrar a ese malnacido.
Los ojos del dueño del local fueron adquiriendo una expresión extraña mientras escuchaba las palabras del marine. Una vez este terminó de hablar, se aclaró ligeramente la garganta antes de replicar:
- Por supuesto, he escuchado las atrocidades que ese animal llevó a cabo en aquel pueblecito. Pero no es tan sencillo. Si os dijera lo que sé y "Puños de Acero" os derrota y averigua de dónde habéis sacado esa información soy hombre muerto.
En aquel momento, el brazos largos fijó su mirada en el propietario del local al tiempo que llevaba su mano izquierda a la empuñadura de Bottokatta, listo para desenvainar en un instante si la situación lo requería, y respondió:
- Has reconocido tener información sobre el paradero de ese hijo de puta, y no compartirla sería considerado obstrucción a la justicia. Eso me daría el derecho a detenerte, o incluso a acabar con tu vida, pues se considera un delito grave. Así que tú decides.
Karl, al escuchar las palabras del brazos largos, tragó saliva mientras sus ojos, los cuales era incapaz de apartar de la mano que sujetaba la espada, comenzaron a expresar un gran terror.
- De-de acuerdo, os diré lo que sé. - una gota de sudor apareció en su frente y rodó por su mejilla, recorriéndola de arriba a abajo. - "Puños de Acero" suele frecuentar un salón de juegos llamado "La Ruleta Rusa", a dos manzanas de aquí en dirección al puerto. Es conocido por su fanfarronería y su mal perder, y acostumbra a organizar líos considerables. Seguramente podáis dar con él allí.
Kenzo aflojó progresivamente la presión de su mano sobre la empuñadura a medida que el informante iba hablando hasta finalmente retirarla, ante lo cual la expresión de Karl fue tornándose en una de evidente alivio. Con tono firme y serio, el marine decidió finalizar la conversación:
- Gracias por tu colaboración. Si tu información resulta ser buena y nos ayuda a capturar a ese hijo de puta el Gobierno Mundial te estará agradecido.
Dicho esto, el brazos largos se dio la vuelta con intención de salir del local mientras dirigía su mirada hacia sus dos acompañantes con la intención de que estos le siguieran al exterior. Una vez allí, se dirigiría a Vane:
- De acuerdo, ya sabemos dónde buscar. Yo no tengo muy claro qué dirección debo tomar, pero confío en que tú si. Así que te sigo. Vayamos a por ese cabrón.
En la última frase, Kenzo expresó toda su determinación por atrapar al criminal, buscando enardecer también el espíritu del tuerto para que se emplease también a fondo en dicha tarea.
La verdad era que la explicación del tuerto no gustó al marine. No tenía precisamente muchas ganas de tratar con más delincuentes de los bajos fondos de Cliff Island. No obstante, tal vez esa fuese la única manera de localizar a "Puños de Acero" sin necesidad de abrirse paso a espadazos por toda la ciudad, estrategia que probablemente acabaría costándole la vida, así que el brazos largos soltó un sonoro suspiro de disconformidad y dijo con voz desganada:
- Está bien. Si no queda más remedio habrá que ir a ver a ese tipo. Eso sí, te aviso de antemano que no voy a permitir que nos mienta o nos time. Si en algún momento sospecho que está intentando jodernos, las palabras dejarán paso a las espadas.
Mientras decía esta última frase, Kenzo acarició el pomo de Bottokatta, tratando de añadir algo más de realismo a su afirmación.
Como Vane había comentado, el local al que se dirigían no estaba precisamente lejos, por lo que prácticamente no tuvieron tiempo de nada más antes de llegar. Vista desde el exterior, la casa de apuestas no tenía una pinta especialmente buena, aunque el brazos largos tuvo que admitir en su fuero interno que tampoco era tan mala como había esperado. Si bien se trataba de un edificio de madera bastante antiguo, parecía medianamente cuidado, al menos para los estándares de aquella ciudad, lo que por otro lado tampoco significaba mucho.
Sin embargo, una vez entrabas el panorama cambiaba. El interior del local estaba muy bien conservado, e incluso se podría decir que había sido decorado con gusto aceptable. Se notaba que al menos el dueño había invertido tiempo y dinero en mantenerlo en buen estado, aunque fuese solo por dentro. Dada la temprana hora a la que habían entrado apenas había un par de clientes, por lo que resultaba un lugar bastante apropiado para mantener una conversación. Karl les recibió amablemente, saludando a Vane y a Roger (¿o era Robert?) con alegría y presentándose a Kenzo. El marine estrechó la mano del propietario del local antes de pasar a cosas más serias. Era un hombre de unos cuarenta y cinco años, de estatura media y complexión delgada. Llevaba el canoso pelo bastante corto, y una frondosa barba gris cubría su rostro. Un parche cubría su ojo derecho, por lo que entre el ex marine y él sumaban los dos ojos de una persona normal. << En serio, ¿qué pasa en esta isla con los putos ojos, hay que perder uno para poder vivir aquí o qué? >> se preguntó el brazos largos. Desde luego, el porcentaje de tuertos en aquel lugar no era normal, casi había el mismo número de ojos que de personas.
- ¿Qué os trae por aquí? - preguntó Karl, intrigado sobre todo por la presencia del espadachín vendado. Este, poco amigo de los formalismos, respondió sin miramientos:
- Hemos venido aquí para conseguir información sobre un peligroso criminal que debe ser llevado ante la justicia lo antes posible. Supongo que alguien tan informado como tú habrá oído hablar sobre Jax "Puños de Acero" Tekken y sobre lo que ese cabrón ha hecho. Pues bien,
se me ha encomendado la tarea de capturarle, empresa en la que el señor Vane me ha prometido su ayuda. Por lo que él me ha dicho, tú eres la persona que con mayor probabilidad podrá decirnos dónde encontrar a ese malnacido.
Los ojos del dueño del local fueron adquiriendo una expresión extraña mientras escuchaba las palabras del marine. Una vez este terminó de hablar, se aclaró ligeramente la garganta antes de replicar:
- Por supuesto, he escuchado las atrocidades que ese animal llevó a cabo en aquel pueblecito. Pero no es tan sencillo. Si os dijera lo que sé y "Puños de Acero" os derrota y averigua de dónde habéis sacado esa información soy hombre muerto.
En aquel momento, el brazos largos fijó su mirada en el propietario del local al tiempo que llevaba su mano izquierda a la empuñadura de Bottokatta, listo para desenvainar en un instante si la situación lo requería, y respondió:
- Has reconocido tener información sobre el paradero de ese hijo de puta, y no compartirla sería considerado obstrucción a la justicia. Eso me daría el derecho a detenerte, o incluso a acabar con tu vida, pues se considera un delito grave. Así que tú decides.
Karl, al escuchar las palabras del brazos largos, tragó saliva mientras sus ojos, los cuales era incapaz de apartar de la mano que sujetaba la espada, comenzaron a expresar un gran terror.
- De-de acuerdo, os diré lo que sé. - una gota de sudor apareció en su frente y rodó por su mejilla, recorriéndola de arriba a abajo. - "Puños de Acero" suele frecuentar un salón de juegos llamado "La Ruleta Rusa", a dos manzanas de aquí en dirección al puerto. Es conocido por su fanfarronería y su mal perder, y acostumbra a organizar líos considerables. Seguramente podáis dar con él allí.
Kenzo aflojó progresivamente la presión de su mano sobre la empuñadura a medida que el informante iba hablando hasta finalmente retirarla, ante lo cual la expresión de Karl fue tornándose en una de evidente alivio. Con tono firme y serio, el marine decidió finalizar la conversación:
- Gracias por tu colaboración. Si tu información resulta ser buena y nos ayuda a capturar a ese hijo de puta el Gobierno Mundial te estará agradecido.
Dicho esto, el brazos largos se dio la vuelta con intención de salir del local mientras dirigía su mirada hacia sus dos acompañantes con la intención de que estos le siguieran al exterior. Una vez allí, se dirigiría a Vane:
- De acuerdo, ya sabemos dónde buscar. Yo no tengo muy claro qué dirección debo tomar, pero confío en que tú si. Así que te sigo. Vayamos a por ese cabrón.
En la última frase, Kenzo expresó toda su determinación por atrapar al criminal, buscando enardecer también el espíritu del tuerto para que se emplease también a fondo en dicha tarea.
Vane
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Encontrándonos ya en la casa de apuestas, y hechas las presentaciones, Karl nos guio hasta una sala privada, a petición de un servidor, donde podríamos hablar lejos de oídos y miradas indiscretas. Y una vez allí, viendo que Kenzo tomaba la iniciativa de la conversación me pareció divertido limitarme a ver cómo se desarrollaba la misma. Por lo que tras dar un toque en el hombro a Robert para avisarle de que no interviniese me dejé caer sobre uno de los sillones cercanos y me puse cómodo.
No esperaba que el marine hiciera caso omiso de mi advertencia y delatase así cómo así su condición. Por suerte para él estábamos ante alguien de confianza, pero tendría que insistirle en la necesidad de no revelar su verdadera identidad si quería seguir con vida al final del día. Por lo que arqueé una ceja al escucharle amenazar al viejo y asustadizo Karl, y me costó reprimir una carcajada cuando este me miró de reojo buscando que le echase un cable. Pero me limité a encogerme de hombros y sonreír, por lo que no tardó en ceder y comenzar a hablar.
- Id saliendo, enseguida os sigo - indiqué a mis compañeros, que sin resistirse accedieron y abandonaron el local.
- Esperaba que este mes te hubieses olvidado - comentó Karl con cierto sarcasmo mientras se dirigía al escritorio más grande de la estancia. Abrió uno de los cajones del mismo y sacó de este dos fajos de billetes, de tamaño considerables y perfectamente enrollados y atados. - Tu parte de las ganancias y el pago por la protección - añadió mientras me los lanzaba. - Ha sido una buena semana, creo que estarás satisfecho con la cantidad.
Los atrapé sin dificultades y, tras guardármelos en uno de los bolsillos interiores del abrigo, asentí en respuesta a su comentario y me dirigí a la salida mientras me despedía. - Nos vemos el mes que viene.
Una vez fuera tranquilicé mi nervioso acompañante haciéndole saber que conocía el lugar al que debíamos dirigirnos, y de nuevo le invité a seguirme echando a andar sin más. Robert, que hasta entonces había estado más callado de lo habitual, parecía satisfecho con nuestro nuevo destino mientras rebuscaba en su cartera cuánto tendría para pulírselo en la casa de juegos.
- No me gusta ser aguafiestas, pero recuerda que estamos trabajando - le advertí.
Al cabo de un rato ya nos encontrábamos frente al local, que ya desde fuera podía apreciarse la clase de entretenimiento que se ofrecía en su interior. Carteles de neón medio fundidos, una exagerada cantidad de luces parpadeantes aún en peor estado, el constante bullicio que se alcanzaba a oír aún sin haber entrado y un par de bellas jóvenes dándonos la bienvenida.
- Nada cómo estar en casa - pensé en voz alta mientras atravesaba las puertas del lugar.
No esperaba que el marine hiciera caso omiso de mi advertencia y delatase así cómo así su condición. Por suerte para él estábamos ante alguien de confianza, pero tendría que insistirle en la necesidad de no revelar su verdadera identidad si quería seguir con vida al final del día. Por lo que arqueé una ceja al escucharle amenazar al viejo y asustadizo Karl, y me costó reprimir una carcajada cuando este me miró de reojo buscando que le echase un cable. Pero me limité a encogerme de hombros y sonreír, por lo que no tardó en ceder y comenzar a hablar.
- Id saliendo, enseguida os sigo - indiqué a mis compañeros, que sin resistirse accedieron y abandonaron el local.
- Esperaba que este mes te hubieses olvidado - comentó Karl con cierto sarcasmo mientras se dirigía al escritorio más grande de la estancia. Abrió uno de los cajones del mismo y sacó de este dos fajos de billetes, de tamaño considerables y perfectamente enrollados y atados. - Tu parte de las ganancias y el pago por la protección - añadió mientras me los lanzaba. - Ha sido una buena semana, creo que estarás satisfecho con la cantidad.
Los atrapé sin dificultades y, tras guardármelos en uno de los bolsillos interiores del abrigo, asentí en respuesta a su comentario y me dirigí a la salida mientras me despedía. - Nos vemos el mes que viene.
Una vez fuera tranquilicé mi nervioso acompañante haciéndole saber que conocía el lugar al que debíamos dirigirnos, y de nuevo le invité a seguirme echando a andar sin más. Robert, que hasta entonces había estado más callado de lo habitual, parecía satisfecho con nuestro nuevo destino mientras rebuscaba en su cartera cuánto tendría para pulírselo en la casa de juegos.
- No me gusta ser aguafiestas, pero recuerda que estamos trabajando - le advertí.
Al cabo de un rato ya nos encontrábamos frente al local, que ya desde fuera podía apreciarse la clase de entretenimiento que se ofrecía en su interior. Carteles de neón medio fundidos, una exagerada cantidad de luces parpadeantes aún en peor estado, el constante bullicio que se alcanzaba a oír aún sin haber entrado y un par de bellas jóvenes dándonos la bienvenida.
- Nada cómo estar en casa - pensé en voz alta mientras atravesaba las puertas del lugar.
Kenzo Nakajima
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Cuando salieron del local, Kenzo y Robert tuvieron que esperar al tuerto, que parecía tener algo que hablar con el dueño. El brazos largos no tenía la menor idea de qué podría querer decirle, pero tenía la sospecha de que tenía algo que ver con negocios de dudosa legalidad entre ambos. Qué poco le gustaban aquellos ambientes donde los criminales campaban a sus anchas y todo el mundo vivía al margen de la ley. Lugares como aquel eran peores que nidos de ratas.
Como era de esperar, Vane conocía el lugar que Karl les había indicado. Así que fue él quien inició de nuevo la marcha. Su amigo parecía ansioso por llegar allí y jugarse los cuartos, cosa que asqueó bastante a Kenzo. Como buen artista de circo, siempre le habían encantado las fiestas, la música, el alcohol y el jolgorio, pero no veía qué diversión podía encontrar la gente en dar todo su dinero a una máquina que se lo tragaba sin más.
El aspecto de "La Ruleta Rusa" era más o menos el que el marine se había imaginado. Luces por todas partes, muchas de ellas parpadeantes y otras tantas fundidas, muebles viejos y en un estado no demasiado y, eso sí, bellas mujeres tratando de motivar a los clientes para que se jugaran su dinero. Era un lugar ciertamente decadente, pero no terminaba de resultar desagradable. Eso sí, Kenzo siempre preferiría una buena taberna o cantina donde beber hasta hartarse, cantar y animar a la gente con su guitarra.
Nada más entrar, Kenzo se dirigió a sus dos acompañantes y les dijo:
- De acuerdo, ahora llega la parte decisiva de la misión. Debemos hacernos pasar por clientes normales, pero permaneciendo en todo momento atentos por si vemos aparecer a "Puños de Acero". Quien le vea primero debe improvisar y encontrar una forma de que los otros dos se den cuenta de lo que ocurre y, del mismo modo, hablar con ese hijo de puta y convencerle con algún pretexto de salir un momento al callejón de atrás. Da igual la historia que le contéis: admiración por su crimen, drogas, mujeres, lo que sea con tal de sacarle de aquí y poder acabar con él sin testigos. ¿Os parece bien?
Si ambos daban su visto bueno, el brazos largos se encaminaría hacia la barra. Allí pediría una pinta de cerveza tostada y permanecería sentado, bebiendo de cuando en cuando, pero siempre ojo avizor por si el objetivo aparecía.
Como era de esperar, Vane conocía el lugar que Karl les había indicado. Así que fue él quien inició de nuevo la marcha. Su amigo parecía ansioso por llegar allí y jugarse los cuartos, cosa que asqueó bastante a Kenzo. Como buen artista de circo, siempre le habían encantado las fiestas, la música, el alcohol y el jolgorio, pero no veía qué diversión podía encontrar la gente en dar todo su dinero a una máquina que se lo tragaba sin más.
El aspecto de "La Ruleta Rusa" era más o menos el que el marine se había imaginado. Luces por todas partes, muchas de ellas parpadeantes y otras tantas fundidas, muebles viejos y en un estado no demasiado y, eso sí, bellas mujeres tratando de motivar a los clientes para que se jugaran su dinero. Era un lugar ciertamente decadente, pero no terminaba de resultar desagradable. Eso sí, Kenzo siempre preferiría una buena taberna o cantina donde beber hasta hartarse, cantar y animar a la gente con su guitarra.
Nada más entrar, Kenzo se dirigió a sus dos acompañantes y les dijo:
- De acuerdo, ahora llega la parte decisiva de la misión. Debemos hacernos pasar por clientes normales, pero permaneciendo en todo momento atentos por si vemos aparecer a "Puños de Acero". Quien le vea primero debe improvisar y encontrar una forma de que los otros dos se den cuenta de lo que ocurre y, del mismo modo, hablar con ese hijo de puta y convencerle con algún pretexto de salir un momento al callejón de atrás. Da igual la historia que le contéis: admiración por su crimen, drogas, mujeres, lo que sea con tal de sacarle de aquí y poder acabar con él sin testigos. ¿Os parece bien?
Si ambos daban su visto bueno, el brazos largos se encaminaría hacia la barra. Allí pediría una pinta de cerveza tostada y permanecería sentado, bebiendo de cuando en cuando, pero siempre ojo avizor por si el objetivo aparecía.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Tienes derecho a... sigue tú, Kenzo - Privado/Pasado [Kenzo & Iulio]
- [Privado] (Kenzo y yo) El fin de una leyenda
- [Privado][Pasado][Kaori Nanami y Kirito] Mostrando algo de utilidad. ¿Tendrás lo necesario?
- Espadas en la nieve [Aigon y Kenzo][Privado]
- ¡Vuelve a tu sarcófago! Espera... ¿es Halloween? - Privado/Pasado [Kenzo & Iulio]
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.