Un Encuentro Inesperado [Privado AEG - Yarmin]

El centelleante mármol negro que se extendía por paredes y techos desde un suelo brillante habría resultado agobiante de no ser por las brillantes luces que bañaban la estancia de tonos entre blanco prístino y un intenso dorado. El mobiliario era clásico pero diáfano, casi minimalista por su falta de detalles, pero llevaba imprimado el lujo en lo más profundo de su diseño. Resultaba estresante al principio, pero tras un par de minutos en el local era bastante fácil apreciar la elegancia de las mesas blancas y el electrizante efecto de los sillones carmesí. El Hunted Soul se jugaba todo a una ambientación infernal para acompañar la homonimia de su nombre: El alma embrujada. Sin embargo, se trataba de un buen infierno al que no cualquiera podía acceder. Sí, había criminales, pero no rateros o sicarios: La crème de la crème se reunía allí, desde señores del crimen hasta directivos de importantes compañías con, aunque nunca se decía en voz alta, negocios bastante sucios.

Yarmin estaba tomando un café negro, acompañado por una troupe de hombres trajeados y mujeres que en el mejor de los casos serían prostitutas. Todos se mantenían en silencio, nerviosos, esperando una respuesta del agente. ¿De verdad lo habían ofendido? ¿Qué haría él a continuación? ¿Eran ciertos los rumores acerca de él? Disfrutaba de la quietud que el pánico procuraba, levemente ahogada por el ligero bullicio propio de un café. Observaba sus miradas cruzadas, los intentos de risa nerviosa y hasta hubo alguno que se aclaraba la garganta, valiente él, como si fuese a seguir hablando. Pero ninguno osaba romper la delicada atmósfera que se había creado, como una pompa de jabón, alrededor de ellos.

- Definitivamente creo que he entendido mal su oferta -dijo, finalmente, al tiempo que un tipo calvo se sentaba en una mesa cercana. Llevaba traje (como todos) y se sentaba a solas. Podría ser un mercenario, un espía o simplemente haber llegado antes que su cita, pero en cualquier caso se sentía incómodo sabiendo que hablaba con alguien cuya atención aún no estaba comprometida-. Por favor, piensen en ella y, cuando no deseen hacerme perder el tiempo, saben cómo contactarme.

Las miradas se cruzaron, y los hombres temblorosos abandonaron el lugar. Las mujeres tardaron un poco más, pero finalmente se levantaron, preparadas para abordar a otro gordo ricachón con exceso de libido. Yarmin se relajó un poco sobre el sillón y dio otro sorbo a su bebida, probablemente el mejor café que había probado desde el incidente con Arcturus. Hecho en pote individual de cristal templado, el cacao y la canela suavizaban el sabor amargo y lo proveían de un toque entre dulzón y picante, bastante agradable.

Dejó los segundos pasar mientras observaba, en una mesa lejana, cómo una panda lo señalaba entre cuchicheos. Parecían gorilas en un traje, como si nunca antes hubiesen llevado uno encima. Yarmin se aseguró de tener a mano su arma y siguió disfrutando por un rato, ahora sí, atento a todo lo que pudiera suceder allí.

Una mesa en concreto llamó su atención. En ella un hombre joven de pelo rubio y rostro casi aniñado, vestido con un elegante traje negro no muy diferente al suyo propio, mantenía una aparentemente tensa conversación con otros hombres. Varias mujeres de probablemente más que dudosa reputación les acompañaban, seguramente tratando de ganarse los favores de alguno de ellos. La situación dejaba claro que había mucho dinero de por medio. No obstante unas relajadas pero a la vez amenazantes palabras del rubio terminaron con la conversación. Sus interlocutores, así como las mujeres que había con ellos, abandonaron uno a uno la mesa. En sus rostros un ojo experto como el suyo podía ver el miedo y la rabia que sentían. Sus labios inferiores temblaban levemente, al igual que sus dedos. ¿Quién sería aquel hombre? Pese a su aspecto aparentemente inofensivo había algo en él que había hecho que todas aquellas personas se acobardaran con tan solo unas palabras. Desde luego, si algo quedaba claro era que el joven escondía mucho más de lo que parecía.

A lo lejos, los cuchicheos poco disimulados de un grupo de hombres realmente corpulentos llamaron su atención. Mientras hablaban entre ellos señalaban al rubio de manera un tanto descarada. La discreción no era su fuerte, eso estaba claro. Parecían los típicos gorilas que se dedican a guardar las espaldas de tipos ricos con negocios turbios. Era posible que trabajasen para los hombres a los que el joven acababa de rechazar. Intrigado, decidió indagar un poco más antes de que la tensión siguiese escalando y el local se convirtiese en el escenario de una cruenta pelea. Así que, sujetando su taza de té con la mano izquierda, se puso en pie y se dirigió con tranquilidad a la mesa del rubio. Actuando como si le conociese, se sentó frente a él y le tendió la mano a modo de saludo.

- Saludos, amigo. Ha sido admirable la forma en que te has deshecho de esos hombres, pero me temo que ahora tienes otro problema. Supongo que te habrás fijado en esos gorilas que cuchichean entre ellos mientras señalas hacia aquí, ¿verdad? No son lo que se dice discretos, precisamente. Bien, no sería descabellado que decidan venir a por ti, y me gustaría contribuir a que la situación no se desmande. Me presento, mi nombre es Mason Straham, reputado hombre de negocios del Reino de Drum. Estoy aquí de paso para cerrar un trato importante y no querría que un estallido de violencia innecesaria evitara la firma. ¿A quién tengo el placer de dirigirme?