Kei Godman
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Saberes
Akuma no mi
Varios
Me encontraba en el buque Hermida de la Marina, esta era la primera misión que me encargaban tras el entrenamiento básico en el cuartel general del North Blue. Era algo muy básico, solo teníamos que introducir a un grupo encubierto de la Cipher Pol en Hallstat por medio de una venta de armas que ya se habían quedado anticuadas para nosotros. Fácil y sencillo.
El buque estaba a medio camino del lugar, en alta mar, nos faltaban dos noche para llegar a nuestro destino. A cargo del buque estaba el teniente Niej, una vieja gloria del Grand Line, que tras años llevando un cargo de suma importancia fue relegado por petición propia a un cargo más bajo para poder volver a su mar natal. En ese momento, con tantos años a la espalda, lo único que hacía era misiones de escolta y acciones diplomáticas.
En el Hermida nos encontrábamos unos 150 hombres, la mayoría recién salidos de la preparatoria del cuartel, el teniente Niej y su segundo al mando: El sargento Donald. Un cabrón sanguinario.
Además de los hombres de la Marina, había ocho integrantes de la Cipher Pol. Aquellos hombres eran unos completos flipados, no se dirigían directamente nunca a ninguno de nosotros. Además se pasaban la mayoría del día recluidos en sus camarotes. No me hacía ni pizca de gracia tener que hablar con uno de ellos, todos tenían pinta de ser unos sosos engreídos. Todos excepto uno.
Ví aquel tipo el primer día a la hora de cenar, se sentó con sus compañeros en una mesa aparte. Pero cuando estábamos esperando en la cola del comedor con las bandejas, sonrío al Marine que estaba dando la comida. No era una sonrisa cualquiera, aquel individuo no era del todo humano tenía un algo que tiempo después acabaría por descubrir.
Era ya la segunda noche en alta mar, y era mi turno de guardia en la proa del navío. El turno se hacía de tres en tres pero ya que uno de mis compañeros había caído enfermo, solo estábamos dos esa noche.
-Tío, no me hace gracia tener que llevar a unos capullos engreídos de una isla a otra- me decía Noah, un marine de mi misma promoción.
-No seas impaciente Noah, ya tendrás tiempo para convertirte en un héroe de la Marina. Siempre se empieza desde lo más bajo, tienes que ser el rey de la limpieza de cubiertas antes de enfrentarte con un criminal- le contesté con una sonrisa mientras me encendía un cigarrillo. Debes controlar cuánto fumas mientras estas en alta mar, mi calculó uno cada dos horas.
El buque estaba a medio camino del lugar, en alta mar, nos faltaban dos noche para llegar a nuestro destino. A cargo del buque estaba el teniente Niej, una vieja gloria del Grand Line, que tras años llevando un cargo de suma importancia fue relegado por petición propia a un cargo más bajo para poder volver a su mar natal. En ese momento, con tantos años a la espalda, lo único que hacía era misiones de escolta y acciones diplomáticas.
En el Hermida nos encontrábamos unos 150 hombres, la mayoría recién salidos de la preparatoria del cuartel, el teniente Niej y su segundo al mando: El sargento Donald. Un cabrón sanguinario.
Además de los hombres de la Marina, había ocho integrantes de la Cipher Pol. Aquellos hombres eran unos completos flipados, no se dirigían directamente nunca a ninguno de nosotros. Además se pasaban la mayoría del día recluidos en sus camarotes. No me hacía ni pizca de gracia tener que hablar con uno de ellos, todos tenían pinta de ser unos sosos engreídos. Todos excepto uno.
Ví aquel tipo el primer día a la hora de cenar, se sentó con sus compañeros en una mesa aparte. Pero cuando estábamos esperando en la cola del comedor con las bandejas, sonrío al Marine que estaba dando la comida. No era una sonrisa cualquiera, aquel individuo no era del todo humano tenía un algo que tiempo después acabaría por descubrir.
Era ya la segunda noche en alta mar, y era mi turno de guardia en la proa del navío. El turno se hacía de tres en tres pero ya que uno de mis compañeros había caído enfermo, solo estábamos dos esa noche.
-Tío, no me hace gracia tener que llevar a unos capullos engreídos de una isla a otra- me decía Noah, un marine de mi misma promoción.
-No seas impaciente Noah, ya tendrás tiempo para convertirte en un héroe de la Marina. Siempre se empieza desde lo más bajo, tienes que ser el rey de la limpieza de cubiertas antes de enfrentarte con un criminal- le contesté con una sonrisa mientras me encendía un cigarrillo. Debes controlar cuánto fumas mientras estas en alta mar, mi calculó uno cada dos horas.
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