Moderado nivel uno Vader

Había llegado el día. Al fin iba a poder hacer algo productivo con mi vida, y por una vez, no pensaba en sacar tajada de ello. Ahora me encontraba frente a las puertas del cuartel de reclutamiento de la Marina, pues tenía previsto anotarme para sus filas. ¿Pero porque ahora? Lamentablemente mi vida había dado un vuelco haciéndome ver nuevas opciones para hacerme más fuerte y respetado. Maximilion era sinónimo de capo, y la gente solo tenía  miedo, pero no respeto. ¿Que mejor forma que obtener respeto y miedo de una manera legal? Que la gente te vea y vea a su salvador a pesar de que no cruzarías una palabra con él por miedo.

No podía dejar de pensar en mis difuntos padres, y sobre todo en mi difunta esposa...seguro que desde sus tumbas en Dressrosa estarían sonriendo ante este giro de acontecimientos dándome su aprobación. La Marina por otro lado, era la garantía de "desaparecer " del mapa, pues podría cortar mis lazos con el pasado....y mis lazos con algún que otro jefe al que le debía dinero. Así que caminé hacia la entrada, llevando mi bastón de Pegaso y mi traje rojo habitual.

Crucé la puerta, y había un gran revuelo dentro del cuartel. Civiles preguntando sus dudas a los reclutadores, otros alistándose, otros seguían al interior de las instalaciones a la Marina, y algunos marines me dijeron que entrara en el edificio si iba a presentarme a la Marina.

Seguía observando el lugar, curioso, pero siempre actuando como si de noble cuna fuera. Apartando candidatos con mi bastón sutilmente mientras me acercaba para poder escuchar las palabras del sargento que nos estaba dando la bienvenida por así decir.

Tomé asiento en uno de los pupitres, me entregaron una hoja donde debía rellenar con información, así que procedí a rellenarlo:

Credenciales: Entrada en la Marina bajo convicción, procedente de Dressrosa bajo el nombre de la Casa Pegasus.
Experiencia: Manejo en armas filosas, siendo la espada la primordial. Conocimientos médicos base y científicos base.
Estudios: Educación dada por la casa, al proceder de familia pudiente.
Marcas personales: Ninguna reseñable.

Una vez finalizado el informe lo entregué a la autoridad pertinente en el pupitre del procurador. Mientras me daban otro formulario, esta vez de carácter médico. Así que procedí a rellenarlo. Si esto fuera poco nos mandaron hacer a mi y a mis compañeros un test psicotécnico también. Vaya...yo de matemáticas iba justo, pues me hacían las cuentas siempre en mis negocios y yo no tenía que mover ni un dedo. Posiblemente en memoria podría pasar sin problema...si no había olvidado a los cerdos que me debían dinero...dudo mucho que no pudiera con una simple prueba.

"¿Tanta historia para entrar de esbirro en la Marina?Vaya por Dios, si luego les pegan un tiro y son bajas igualmente"- Pensaba para mi.

Levanté la mano un momento para que se acercaran a resolverme una duda. Veía que este ingreso estaba orientado a "reclutas", y por favor, yo no soy un mero campesino, creo que merecía un pequeño reconocimiento, al menos eso pensaba.

-Disculpe, ¿estamos haciendo estos formularios para entrar todos como lo mismo? ¿O hacen distinciones entre clases? No se si me entiende, en Dressrosa por ejemplo no se deja que un rico u noble entre como recluta en la Marina, para eso están otros.- Dije airoso como si el espíritu de niño rico no me hubiera abandonado desde el preciso momento en que había cruzado las puertas del cuartel.

Sabía que la Marina no iba a ser un lugar fácil, pero por algún motivo quería llegar alto en ella. A pesar de que seguía siendo un ricachón con ínfulas de superioridad, también era alguien que no soportaba verse como un "mandado" en vez de ser jefe. Y a pesar de que el cambio que había cogido le iba a convertir en eso, sabía que solo sería temporal hasta que subiera por méritos..o por sobornos, en la escala marine.

Con una cara de sorpresa miré con cierto gesto de incomodidad ante las palabras de aquel hombre. ¿Había osado levantarme la voz? ¿A mi? Si estuviera fuera de este cuartel haría que lo degradaran a chico de los recados, pero bueno, tenía que aguantar esto para que en un futuro, yo fuera como él.

Parecía que mis palabras no habían calado bien en mis compañeros, y francamente me daba igual. Para mi no eran más que moscas en una tela pringada de miel. Ya tomaría cuentas con ellos en el futuro si osaran darme problemas. Pero bueno, por el momento no era necesario dar ningún espectáculo...así que me repartieron otro formulario, y esta vez me quedé blanco como la cal.

"No estoy preparado para esta bobada, ni que fuéramos funcionarios"- Me dije para mis adentros.

Eché un vistazo al formulario y los problemes se me antojaban aburridos y repetitivos, pues si bien eran fáciles algunos, otros era un auténtico quebradero de cabeza- Así que me puse manos a ello e intenté realizar dicho trabajo lo mejor que sabía. Por fortuna me habían educado decentemente en Dressrosa, pues mi profesor particular, el señor Yeremiah, siempre fue constante con mis estudios, y ahora tenía oportunidad de demostrarlo.

Tardé lo suficiente como para ser uno de los últimos en entregar el formulario, tras eso exhalé un poco de aire al cielo mientras me peinaba el pelo hacia atrás, como si hubiera hecho un esfuerzo físico.

"Vaya, tanto papeleo para que al final acaben muchos de estos con un tiro en el pecho" -Pensé para mi, recordando los tiempos en que los reclutas marines no eran otra cosa para mi que dianas.

Durante el descanso, me quedé mirando la sala, a sus integrantes y al  sargento. Si bien la Marina era una gran institución, sus integrantes eran de pena...pero ya me encargaría yo de ayudarla a volver a ser lo que era, y conmigo a la cabeza. Pues tenía grandes planes para la Marina, y a pesar de que requeriría mucho esfuerzo por parte de mi persona, también necesitaría tejer toda una red social de contactos, pero lo más importante, esperaba que mi nombre del pasado fuera borrado del registro civil una vez lograra mi objetivo de ingresar el la armada.

Tras finalizar aquel montón de papeles inútiles casi hasta agradecí que nos permitieran ir a la cafetería a tomar algo y así poder quitarme el estrésde tanta estupidez. Lamentablemente todos aquellos reclutas habían ocupado todas las mesas, dejándome la barra. ¿De verdad? ¿Me iban a dejar comiendo de pie? Bastardos ineptos...pero bueno en cierto modo han llegado antes que yo a pedir  bermú...tsk.  Así que pedí un café que bebí rápidamente en la propia barra y esperé apoyado en la pared mirando al resto de civiles, viendo como actuaban, poniendo la oreja en sus conversaciones e manera disimulada. Podía hacer amigos, ciertamente, pero aún no era el momento adecuado. Pasados 30 minutos la marina nos avisó que debíamos realizar las pruebas físicas. Solo pude reírme para mis adentros "¿Yo sudar?...que asco". A pesar de mi rechazo al ejercicio físico, el sargento fue muy claro en sus órdenes. Así que me dirigí junto al resto a los vestuarios para cambiarme y quitarme mi traje para ponerme...una porquería de uniforme.

"Ahh ya entiendo, aquí no mueren por balas sino por mal gusto" Pensé para mi mientras miraba aquella aberración blanca y azul.

Salí del vestuario y miré la pista de pruebas, muy bien preparada, pero ya solo me cansaba el ver tanta colchoneta. Nos dieron unas indicaciones que debíamos realizar antes de una carrera....lo que me faltaba, correr de gratis. Tan solo esperaba que esto acabara pronto....ah pero espera.

Miré mi mano izquierda y una leve sonrisa se dibujó en mi cara. Volví al vestuario y me encerré en una de las duchas.

"Hora del show" Dije sonriente.

Giré mi mano varias veces hacia la derecha e izquierda, creando una pequeña humareda que poco a poco fue adoptando forma humana, concretamente, mi apariencia.

-Quiero que hagas 7 flexiones y 25 abdominales. Cando te lo ordenen harás  3,5 metros de salto con pies juntos y una carrera de 6 km en menos de 40 minutos...si puede ser cuando no te vea nadie,  te haré reaparecer en la meta a los 25 minutos, llegaras antes que todos esos. Una vez acabes las pruebas vuelve a mi.

La ilusión asintió con la cabeza y salió del vestuario junto al resto de compañeros. Yo por mi parte intenté seguir con la vista a mi creación pero escondiéndome lo mejor posible, sacando solo una parte de la cabeza del vestuario, pues si no la podía ver, esta se desvanecería y me podrían pillar. Tan solo esperaba que no me pillaran.


La ilusión de mi comenzó a hacer las primeras pruebas físicas sin problema alguno, esperando que la marina no se enterara.

"Casi que sudo hasta yo" -Dije jocoso.

Lamentablente me pillaron...al final iba a resultar que aquella basura si tenía más de una neurona. El brigada me había cogido del pescuezo ¡Como se atreve! Le reventaría las tripas y se las echaría a un canasto por osado. Parecía que había tenido suerte, o al menos eso pensé por unos segundos al ver que ser un usuario era "algo valorado" por la Marina, sin embargo, no sabría decir si eso era algo  bueno o malo.

El Sargento había sido menos comprensivo, pues sus ojos se clavaron en mi carne como si de puñales se tratasen. No desvié la mirada de él a pesar de que sus palabras fueron ¿De aprobación?. Pues dijo que hoy era mi día de suerte y que haría un entrenamiento a la vieja usanza. Por un segundo me quedé pensativo ante aquellas palabras, hasta que me di cuenta de que la vieja usanza eran golpes. Mi pupila se dilató en el mismo momento en que noté aquel puño del marine golpeando mi estómago, haciéndome escupir sangre y cayendo al suelo.

Estaba en shock ¿me había golpeado de verdad? No podía dejar de mirar mi mano manchada con mi propia sangre, la cual, había visto por primera vez en mi vida. Estuve a punto de maldecirlo, pero empezaba a comprender que si hablaba más de lo debido, y con tono altivo, me llevaría otra. El segundo golpe vino sin previo aviso enfocado a mi brazo...pero estaba tan aturdido por la escena de la sangre que recibí el golpe nuevamente. A pesar de este segundo golpe le respondí:

-Creo que si lo sé, la voluntad es lo que me permite pensar que algún día le meteré el puño por el culo por haberme toca.... -mis palabras se cortaron ante una nueva oleada de golpes contra mi. A pesar de los continuos embates le dije.

-Pue...puede golpearme todo lo que quiera -Decía mientras intentaba cubrirme con los brazos- Pero no volveré a caer de rodillas ante usted.


Cayó la noche y los golpes seguían, mi aguante seguía manteniéndome en pie, aunque la pierna derecha ya me empezaba a flojear. Mi piel antes blanca y rosada ahora se tornaba en una ensalada roja e hinchada. Antes de desplomarme pude decir algunas palabras malamente a mi agresor:

- Soy paciente -Dije desplomándome en el suelo con una leve sonrisa, pero siendo recogido antes de caer por un cabo mientras me decía que aquel hombre era de todo menos honrado.

- Deme una semana y lo mato, se lo juro -Dije antes de domirme en brazos de lcabo debido al cansancio.

No sé cuanto tiempo había pasado, pero ahora me encontraba tumbado en algo mullido, en total silencio, mis ojos aún permanecían cerrados y mi cuerpo estaba rodeado por alguna tela. ¿Estaba muerto? ¿O tan solo reventado?.

Había dormido como un bebé. No había estado tan cómodo en una cama desde mis salida de Dressrosa. Lamentablemente al despertarme, me encontraba en la enfermería del cuartel,  vendado y con la cara hinchada como si de una alergia se tratara. Me intenté incorporar, pero fue en vano puesto que las costillas, brazos y estómago parecían recordarme con cada movimiento que habían sido maltratados.

Pude divisar la figura de una persona en el otro lado de la habitación, aunque el biombo que separaba mi estancia del resto de las camas me impidiera verla adecuadamente. Intenté estirar mi brazo pero me tropecé con un cable, parecía ser que me habían puesto un gotero. ¿No era un poco exagerado? Si bien era cierto que tenía dolor por todo el cuerpo, también lo era  que me encontraba con ganas de levantarme. A pesar de mis intentos constantes por reincorporarme, acabé desistiendo por el dolor de costillas, así que, llamé al timbre que tenía junto a mi para que la enfermera  viniera.


Si venía, al menos podía preguntarle cuanto tiempo iba a tener que estar allí postrado como un tullido. Además me gustaría preguntarle si tiene algún analgésico más potente, pues fuera lo que fuera lo que había en el gotero, poco efecto me estaba haciendo. Mientras esperaba, me preguntaba a mi mismo porque demonios había entrado en la Marina, con lo a gusto que estaría tomando mi vino, matar algunos cerdos por el simple hecho de verme sin mi consentimiento a los ojos....sin mis hombres y reputación. Era patético, pasé de tenerlo a todo a renunciar a ello. A pesar de que mi ingreso fue "voluntario", puesto que el señor Roux querría que le devolviera el dinero a cambio de mi poder, pero lamentablemente la mafia no era una forma viable de conseguir el dinero. Así que, la Marina era un buen lugar para empezar de cero, con un nuevo nombre y una nueva apariencia...por ello, aguanté todo tipo de vejaciones por parte de aquel sargento. Algún día se lo haría pagar, pero aún no, todavía no.

Intenté girar mi muñeca, para crear una ilusión de una foto de mano de mi esposa, para que al menos, tuviera algo bonito que ver en aquel lugar. Y por unos instantes, mi sonrisa volvió.

Por un minuto, mis divagaciones se vieron interrumpidas por la enfermera. La verdad es que estaba de muy buen ver y a pesar de que me estaba hablando y yo intentaba mirarla a los ojos, el cerebro estaba deseoso de mirar a otro lado. Por suerte me contuve, básicamente por respeto a mi  difunta mujer. En cuanto a las palabras de la enfermera, no eran noticias del todo gratas debido a que había logrado entrar bajo el servicio del brigada, algo que no me hacía demasiada gracias.

"Pienso reventarlo por tocarme"- Pensaba para mis adentros.

Miré para la enfermera y le respondí:

-Por supuesto señorita, nos llevaremos muy bien. Pero le suplico que me de algo para este dolor de cabeza- Volví a insistirle mientras  me traían la comida y la propia enfermera me ayudaba a comer. Todo tipo de pensamientos obscenos venían a mi cabeza, pero siempre intentaba cortarlo de raíz pensando en mi mujer. Así que me centré en comer y dar las gracias por una comida, que lejos de lo que pensaba, estaba buena...y la enfermera también.

-Ha sido un plato delicioso señorita, aunque el bambú se me ha tornado seco, pero gracias por ayudarme -Dije agradecido mientras ella me retiraba el plato y me comenzaba a quitar el gotero.

No tardó mucho en ayudarme a levantarme y comprobar que me mantenía de pie yo mismo. Parecía que los golpes ya eran cosa del pasado. La enfermera me llevó a lo que parecía un almacén de suministros, donde había ropas entre otros objetos. Me dijo que podría coger lo que necesitara o lo que me gustara llevar. Así que comencé a caminar entre los maniquíes y las diferentes estanterías. Había todo tipo de trajes, pero ninguno me convencía. Todos muy flojos, poco intimidantes o demasiado coloridos, o peor, con la palabra "Marine" dibujada, cosa que odiaba. Quería un toque personal, que se viera que era de la marina, pero que era alguien totalmente nuevo.

No tardé mucho en ver un pequeño brillo al final de la estantería número 32. Había unas cajas polvorientas apartadas al fondo, como si hubiesen sido olvidadas. Me acerqué a una, polvorienta y la aparté para dejar ver un antiguo baúl polvoriento y negro.

¿Vaya, que es esto?-Dije mientras soplaba para quitar el polvo de la inscripción gravada sobre la parte superior:

"El poder es ante todo apariencia".

El que fuera dueño de este baúl pensaba como yo, lo que provocó que mi curiosidad aumentara. Así que lo abrí y allí estaba. Perfectamente soblado y en buen estado había un traje de tela y cuero negro  hilado.  Los hombros portaban una pieza de metal negro lacado que los cubría, mientras que en el pecho, había un dispositivo, todavía desconocido para mi, pero que tenía pinta de ser un regulador de algo. Estaba sujeto al cuero del pecho. El cinturón estaba doblado en una esquina, sus componentes eran de metal lacado mientras que su hebilla estaba reforzada. Se asemejaba mucho a una túnica propia de los samuráis, pero esta era negra como la ceniza. Los guantes llegaban hasta el codo y las bocas ,de hierro lacado también, parecían poder resistir golpes, sin olvidar que estas botas me hacían más alto puesto que tienen plataforma interna. Quedé totalmente impresionado...pero sin duda alguna lo que más me sorprendió es que aquel traje tenía una máscara. Su forma se asemejaba a la de un casco samurai pero la parte frontal de la misma parecía estar sacada de los cuentos de terror. La cogí y miré por su interior. Los visores eran rojos y tenía un dispositivo de voz unido a un respirador. ¿Su antiguo dueño tenía asma o algo? No lo sabía, pero creo que había dado con la clave...este traje me taparía totalmente, y lo más importante, cambiaría mi voz. Por lo tanto Pegasus desaparecería en aquel "caparazón negro".

Me dispuse a ponerme aquel traje pieza a pieza. Por último me puse la máscara, la cual para mi sorpresa hizo un "click" en el momento que tocó el cuello del traje, cerrándose herméticamente. Por un momento me faltaba el aire dentro, así que en un espasmo de agobio, pulsé uno de los botones del pecho, haciendo que el traje se encendiera. Los visores oculares se abrieron, permitiéndome ver, y el filtro de la boca comenzó a dejar pasar aire. Mi respiración en cierto modo, algo natural, ahora daba auténtico miedo, mientras que mi voz sonaba ronca y profunda. Me sentí bien, después de mucho años, por algún motivo, me sentía bien. Aquella armadura se había puesto en mi camino no por mera casualidad...así que di mi primer paso hacia adelante notando que  unas pequeñas agujas procedentes de las botas y guantes salian de su interior y se clavaban en mi carne, mientras que del pecho y pantalón, otras agujas se clavaron en mi cuerpo, haciendo que el traje se uniera a mi piel. Parecía ser que aquella armadura otorgaba poder , miedo o algo semejante...pero a cambio de una tortura en vida. Aguantando el dolor me arrodillé sobre el baúl, intentando respirar, hasta que pude ver que el fondo del baúl figuraba un nombre tallado : Propiedad de Darth Vader. . ¡Vader! El marine que acabó con la piratería del South Blue! Mi padre me contaba cuentos sobre sus aventuras en la marina y como castigaba a vagos y maleantes antes de caer en batalla. Resulta que era su antigua armadura y que la marina la había dejado allí tirada como si de una vieja gloria se tratase. Solo pude emocionarme y pensar para mi : "Yo continuaré tu obra".

Comencé a caminar, di mi primer paso hacia adelante, aguantando el dolor de las agujas que todavía se asentaban en mi carne (minuto 1:00 hasta 1:40)




Maximilion Pegasus había muerto, y Darth Vader había renacido.

Salí del depósito y me dirigí hacia la sala donde la enfermera me esperaba para rellenar unos últimos formularios. Me dijo que debía firmar unos papeles antes de poder irme, pero su cara se tornó confusa, hasta con cierto malestar. En el momento que me acerqué a ella comenzó a escuchar mi respiración.



Y comencé a hablar.

-Muchas gracias por su ayuda señorita, y gracias por todos sus cuidados...no lo olvidaré- Dije mientras firmaba- Nos veremos pronto-Le dije nuevamente mientras caminaba hacia la salida.

La enfermera se quedó un tanto perpleja, mirando como aquella figura negra salia por el marco de la puerta.