Página 1 de 3. • 1, 2, 3
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Reglas rol:
Para hacer algo más interesante este rol, en cada ronda habrá un spoiler al inicio del post, en el cual se indicará la palabra prohibida. Dicha palabra no deberá decirse en ningún post de esa ronda, y quien lo haga, tendrá un pequeño castigo en la siguiente moderación, dependiendo del número de veces que lo repita será de un castigo más elevado o menos. Quizá os interesa poner a prueba al moderador :)
Ah… la primera palabra que no se puede decir es Gyojin.
PD: La moderación está exenta de la palabra prohibida, no así el post del moderador.
PD2: En futuros casos, no vale cambiarle ni el género ni el número a la palabra, así como usar cualquier conjugación en caso de ser verbo, o añadir un sufijo o prefijo, que nos conocemos.
El escuadrón acuático sabía lo que hacía cuando recubría el viejo barco de los Arashi. Incluso dieron una segunda capa que, sin duda, ayudaría a proteger a los que ahora eran sus Nakamas. Parecían bastante cansados, fruto del esfuerzo de aplicar el ungüento “mágico” alrededor del barco entero en un intervalo de tiempo muy corto.
La banda pirata había descendido ya durante varios minutos y quedaban pocos nudos de profundidad para llegar a su destino, y en la cubierta se daba la primera reunión, esta vez entre gyojins. El escuadrón marino, presidido por un debilitado Luka, comentaban cómo introducir a sus amigos en la isla. Los habitantes del mar tenían cierto status en la isla, por lo que pensaron que quizá no tendrían mayor problema. Pero puede que el odio de los gyojins fuese mayor que su status...
Mientras tanto, Therax terminaba el trabajo que el tiburón había comenzado; curar a la sirena reclutada. Ésta ya estaba consciente gracias a la inyección de sangre de su salvador, aunque lucía bastante debilitada y ligeramente confusa. Seguramente le diese por preguntar al rubio sobre el lugar en el que estaba y qué iba a ser de ella ahora.
En la cofa, Alviss observaba como buenamente podía lo que el interior del mar le dejaba mientras comía trozos de chocolate sin pensar en su más que futura diabetes. En las profundidades del océano, la mayor parte del tiempo se veía tan oscuro que no podía distinguirse la multitud de bestias marinas que rodeaban el barco. Afortunadamente, era complicado que dichas bestias mostrasen actitudes hostiles, ya que el recubrimiento empleado por el escuadrón marino tenía una sustancia repelente para la inmensa mayoría de las especies marinas. Era una de las ventajas de pertenecer a la isla Gyojin, que sabías los mejores materiales para recubrir el barco, así como la manera más simple de llegar. Afortunadamente los Arashi ahora contaban con cinco miembros entre sus filas que habían nacido y se habían criado allí.
Nox y Marc parecían estar conociéndose mejor en el comedor, entre fogones y conversaciones varias, nacía un pequeño acercamiento entre ambos compañeros. Quizá al semi-gigante le diese por hacer algo de comida para sus nakamas. ¿Eso hacen los cocineros, no?
Por su parte, Spanner y Zane se encontraban en cubierta, a algunos metros del escuadrón marino. Quizá tuvieran que debatir algo, o trazar un plan a seguir en la isla. Aunque a fin de cuentas, era una isla de paso, ¿no?
Para Selene, sin embargo, el viaje podía ser algo complicado. Después de todo, no había quedado muy claro si seguiría al lado de Zane o continuaría su aventura en solitario. A eso había que sumarle su incipiente guerra particular contra Luka, quien no hacía ascos a tal pelea. Puede que quizá fuese muy tarde para huir. Además, quizá la isla gyojin no fuese la mejor para separarse. ¿Sería capaz de salir de allí por sí sola?
Y finalmente, en el interior del barco, una nueva mujer sucumbía a los encantos de Zane. Aunque esta vez parecía ser metafórico. “Parecía”. Nailah vivía sus primeros días como acompañante de los Arashi, ¿sería aceptada por sus miembros? Puede que sí. La verdad es que a Zane no se le daba nada bien introducir a miembros en la banda. Qué curioso, jamás hubiera pensado que diría la frase “La verdad es que a Zane no se le daba nada bien introducir”. Pero eso, nunca terminaba de cerrar las entradas, salvo quizá la de Marc, con el cual no dudó en proponérselo ni en Jaya ni en el local de su hermanastro.
Los últimos minutos de trayecto transcurren igual que los primeros, con una tranquilidad envidiable. No hay señas de que ninguna criatura marina aceche por las cercanías, por lo que lo único que puede desconcertar a los piratas son los sonidos que estas emiten para comunicarse entre ellas, que se escuchan a kilómetros de distancia. Los que usen mantra podrán detectar un grupo de entre cuatro y ocho seres que se encuentra juntos a un par de kilómetros del barco.
***
La intervención de la pelirroja Amy había desgastado en exceso al tiburón, que se encontraba exhausto, aunque poco a poco iba recobrando las fuerzas gracias a los alimentos que el bueno de Bak le había llevado. Entre el zumo y el azúcar de los dulces, todo parecía ir mejorando por momentos.
Kal Amar Do le llamó a cubierta, y una vez llegó allí, se encontró con un debate interno que tuvo que frenar. Tanto Bak como Sar D. Ynilla se mostraban bastante críticos con cómo actuarían, a su juicio, los habitantes de la isla natal del escuadrón marino cuando éstos viniesen acompañados de humanos.
-A ver, chicos. Sabemos lo que nuestra raza ha pasado, ¿pero en serio creéis que habrá algún problema? Vamos… Vienen con nosotros. Y nosotros somos de fiar.
-Ya, pero son humanos -comentó Sar D. Ynilla-. Da igual a quién acompañen, serán un peligro en la isla.
El tiburón sonrió ante la afirmación de su compañera. Quizá su pensamiento fuera el más extremo del escuadrón, fruto, probablemente, por no haberse integrado aún y apenas haber intercambiado un par de palabras con sus compañeros.
-Deja que hable yo. Permíteme hablar con Tom, Bryan y compañía. Lo entenderán. Además, les dejé un den den Luka, podría llamarlos ya, pero quizá... Quizá sea mejor darles una sorpresa, ¿no?
El habitante del mar decidió entonces separarse y le pidió a Bak que avisara a todos sus nakamas. El descenso había durado ya unas horas, y si no se equivocaba, estaban a punto de divisar la isla. Mientras todos se reunían en la cubierta, el tiburón se acercó a su capitán, que estaba con el raro de Spaner.
-Hemos tenido un viaje cómodo, ¿verdad? Me alegro, porque si alguna bestia marina hubiese aparecido… Seguro que alguno de los dos pajaritos hubiera cortado el recubrimiento. Y hubierais muerto todos -pronunció aquellas últimas palabras con una sonrisa.
Unos minutos más tarde, Bak llegó y comentó que ya estaban todos presentes. Luka se acercó a la proa y observó las profundidades. Perfecto pensó a la par que volvía al centro de la cubierta y le hacía una seña a su capitán y a su segundo de abordo para que se acercasen.
-Gracias a todos por venir unos minutos. Lo primero, siento quitarte tu minuto de gloria -comentó en alusión a su capitán, el cual solía dar las instrucciones primero-. Estamos a punto de llegar a la isla más bella de los siete mares. Dentro de unos minutos podréis ver una brillante luz, y tras ella, jamás olvidaréis la imagen que podréis divisar. Os lo aseguro. Muchos no habéis pisado la isla en vuestra vida, y de no ir acompañados por nosotros, probablemente no podríais pisarla. Veréis… Hay algo que quiero contaros.
Tras la primera parte, venía la complicada. Luka había estado pensando cómo pronunciar aquellas palabras, y creía haber llegado a una conclusión. Esperaba que todo saliese bien.
-Como sabéis, hay cierta rivalidad a nivel mundial entre humanos y seres del mar.
-Odio, no rivalidad -matizó de nuevo Sar D. Ynilla.
-También lo podríamos llamar odio, sí. El odio es recíproco por muchos de los habitantes que veréis en la isla. El tema es que… Sabéis que os quiero mucho, pero puede que no seáis tan bien recibidos como me gustaría por parte de algunos de ellos. Tened paciencia y cuidado de no hacer comentarios racistas. Esto va por tí, Therax -espetó mirándole fríamente-. Sois mis hermanos, y lucharé por todos y cada uno de vosotros cuando haga falta, pero por favor, sólo os pido que os comportéis correctamente, y esto es a nivel personal. Me encantaría que pudiésemos vivir todos en armonía. Os aseguro que merecerá la pena y conoceréis una isla sin igual.
Luka observó hacia atrás disimuladamente, y se dió cuenta que la isla estaba a punto de verse. No pudo contener la emoción de volver a ver aquella belleza. Volvió a mirar al frente y pronunció sus últimas palabras.
- Y ahora, os aconsejo no perderos lo que estáis a punto de ver. Acercaos a la proa y Disfrutad.
Una vez viesen en la lejanía la isla, el tiburón le diría a Bak que fuese hasta la puerta de la entrada y hablase con los vigilantes. Seguramente estuviese Bryan con algún que otro compañero. Aún recordaba la cara que puso cuando le vio tras varios años, ¿sería similar a la que pusiese ahora? Quizá no le sorprendiese,al fin y al cabo no había pasado mucho tiempo desde que el escuadrón marino, encabezado por Luka, se fueron de la isla. Una vez abriesen la puerta, los Arashi dirigirían el barco al puerto y allí desembarcarían. ¿Qué les esperaría allí?
Therax se detuvo por enésima vez para analizar aquella herida. Era bastante fea, pero nada que no fuese a curarse con tiempo y los cuidados oportunos. Además, si aquella sirena tenía la cuarta parte de la capacidad curativa de la sardina no habría ningún problema. No obstante, debía reconocer que se quejaba bastante más que su compañero. Apenas había tocado la piel que rodeaba la lesión un par de ocasiones, pero unos gemidos casi histéricos le habían impedido continuar examinando de cerca la zona.
-¿Y tú eres el médico? -preguntó César en tono mordaz-. Menos mal que casi nadie necesita tus cuidados aquí. Si de ti dependiese llevarían meses muertos.
-¿Quieres callarte? -replicó el rubio, no pudiendo evitar reparar en la mueca de pánico que aparecía en la cara de la moradora de las profundidades. ¿Se debería al comentario del cánido o al hecho de que hubiera un lobo viejo y lisiado hablando? La primera opción era más probable. A fin de cuentas, a lo largo y ancho de los mares había fenómenos infinitamente más raros que aquél-. No le hagas caso. Está amargado y tiene que liberar su frustración contra alguien. Siempre se comporta igual -añadió, restando importancia a la opinión de su mascota.
Acto seguido, se dirigió a un pequeño armario situado en un lateral de la estancia y extrajo todo lo necesario. El proceso no era demasiado complejo. Sería más que suficiente con limpiar por completo la herida, dar puntos allá donde fuese necesario y cubrirla adecuadamente. Conviviendo con el tiburón, aquello casi podía ser calificado como rutina. No obstante, sabía que la sirena no se estaría tan quieta como el miembro de los Arashi.
El molesto chirrido de las bisagras indicó a los presentes que el domador había vuelto a cerrar el botiquín. Necesitaba un lugar más grande y mejor equipado para desempeñar sus funciones, más aún si se dirigían de cabeza hacia el caos y la destrucción, hacia el Nuevo Mundo. Tendría que hablar con Zane al respecto.
Sacudió brevemente la cabeza para concentrarse por completo en lo que tenía entre manos. La invitada era consciente de lo que se avecinaba, y su expresión lo daba a entender así. Tendría que hacerlo rápido, o algo tan simple como aquello terminaría por demorarse mucho más de lo necesario y deseado.
-¿Y cómo dices que llegaste hasta esa subasta? -preguntó, atrayendo la atención de su interlocutora e iniciando la cura. Therax escuchaba lo que le decía, emitiendo de vez en cuando respuestas cortas para asegurarse de que siguiera hablando. Sin embargo, su concentración se encontraba puesta casi por completo sobre la herida. ¿Que cuánto tardó? Apenas unos minutos, que hubieran sido menos si la sirena no hubiese tenido a bien gritar y apartar el brazo en un par de ocasiones-. Pues te encuentras en el barco de los Arashi no Kyoudai, los Hijos de la Tormenta -respondió cuando su paciente le preguntó al respecto-. Supongo que habrás oído hablar de nuestro capitán, Zane. Hay muchos carteles con su cara y un montón de ceros, pero la mayoría de lo que cuentan son mentiras. Mientras no decida que eres su próxima conquista estarás a salvo -sonrió-. Nos dirigimos hacia tu isla natal, o eso me han dicho antes de que viniese a curarte. Supongo que allí podrás decidir qué quieres hacer, aunque tal vez harías mejor en preguntárselo a Luka. En este ambiente te será de mucha más ayuda que yo.
No sabía si la chica habría visto las sumas de berries que se ofrecían por el resto de la tripulación, pero optó por no preguntárselo. No era el momento de intentar satisfacer su ego. Además, se llevaría un chasco de proporciones épicas si resultase que la sirena no había oído hablar de él ni de ninguno de los demás tripulantes.
Cuando finalizó, la puerta se abrió para mostrar la silueta de uno de los congéneres de Luka. Su nombre era Bak, o eso creía recordar el domador. Lo cierto era que, pese a llevar varias semanas viajando junto a ellos, los habitantes del mar no habían mantenido demasiadas conversaciones con los Arashi. Deberían solucionar ese hecho más tarde o más temprano, sobre si todo si pensaban continuar surcando los mares en su compañía.
Siguiendo las indicaciones de quien le había avisado, el rubio no tardó en alcanzar la cubierta. Todos se encontraban allí ya y la sardina empezaba a dar algo así como un discurso. Les aconsejaba qué hacer y qué no hacer, dejándoles claro que era probable que la bienvenida no fuese demasiado calurosa. Therax no pudo evitar torcer el gesto ante el comentario que le dirigió el ser de escamas.
-No entiendo qué te ha dado con decir que soy un racista, tío -se quejó, cruzándose de brazos y dejando claro que no le gustaba aquella afirmación-. Soy el miembro de la tripulación que más tortas se ha llevado contigo.
Lo cierto era que aquella actitud le molestaba sobremanera, pero la cercanía de su destino hacía pensar que era mejor posponer la conversación con su compañero marino... pero la tendrían, de eso no cabía duda.
Poco a poco, la figura de la isla a la que se dirigían comenzó a hacerse evidente ante los ojos del espadachín, que por un momento se vio obligado a olvidar su pequeño enfado. Luka casi tenía razón. Aquella vista era espectacular y, aunque no llegaba a compararse con las níveas e impolutas cumbres nevadas de Murynos, debía reconocer que su belleza era digna de elogio.
-¿Y tú eres el médico? -preguntó César en tono mordaz-. Menos mal que casi nadie necesita tus cuidados aquí. Si de ti dependiese llevarían meses muertos.
-¿Quieres callarte? -replicó el rubio, no pudiendo evitar reparar en la mueca de pánico que aparecía en la cara de la moradora de las profundidades. ¿Se debería al comentario del cánido o al hecho de que hubiera un lobo viejo y lisiado hablando? La primera opción era más probable. A fin de cuentas, a lo largo y ancho de los mares había fenómenos infinitamente más raros que aquél-. No le hagas caso. Está amargado y tiene que liberar su frustración contra alguien. Siempre se comporta igual -añadió, restando importancia a la opinión de su mascota.
Acto seguido, se dirigió a un pequeño armario situado en un lateral de la estancia y extrajo todo lo necesario. El proceso no era demasiado complejo. Sería más que suficiente con limpiar por completo la herida, dar puntos allá donde fuese necesario y cubrirla adecuadamente. Conviviendo con el tiburón, aquello casi podía ser calificado como rutina. No obstante, sabía que la sirena no se estaría tan quieta como el miembro de los Arashi.
El molesto chirrido de las bisagras indicó a los presentes que el domador había vuelto a cerrar el botiquín. Necesitaba un lugar más grande y mejor equipado para desempeñar sus funciones, más aún si se dirigían de cabeza hacia el caos y la destrucción, hacia el Nuevo Mundo. Tendría que hablar con Zane al respecto.
Sacudió brevemente la cabeza para concentrarse por completo en lo que tenía entre manos. La invitada era consciente de lo que se avecinaba, y su expresión lo daba a entender así. Tendría que hacerlo rápido, o algo tan simple como aquello terminaría por demorarse mucho más de lo necesario y deseado.
-¿Y cómo dices que llegaste hasta esa subasta? -preguntó, atrayendo la atención de su interlocutora e iniciando la cura. Therax escuchaba lo que le decía, emitiendo de vez en cuando respuestas cortas para asegurarse de que siguiera hablando. Sin embargo, su concentración se encontraba puesta casi por completo sobre la herida. ¿Que cuánto tardó? Apenas unos minutos, que hubieran sido menos si la sirena no hubiese tenido a bien gritar y apartar el brazo en un par de ocasiones-. Pues te encuentras en el barco de los Arashi no Kyoudai, los Hijos de la Tormenta -respondió cuando su paciente le preguntó al respecto-. Supongo que habrás oído hablar de nuestro capitán, Zane. Hay muchos carteles con su cara y un montón de ceros, pero la mayoría de lo que cuentan son mentiras. Mientras no decida que eres su próxima conquista estarás a salvo -sonrió-. Nos dirigimos hacia tu isla natal, o eso me han dicho antes de que viniese a curarte. Supongo que allí podrás decidir qué quieres hacer, aunque tal vez harías mejor en preguntárselo a Luka. En este ambiente te será de mucha más ayuda que yo.
No sabía si la chica habría visto las sumas de berries que se ofrecían por el resto de la tripulación, pero optó por no preguntárselo. No era el momento de intentar satisfacer su ego. Además, se llevaría un chasco de proporciones épicas si resultase que la sirena no había oído hablar de él ni de ninguno de los demás tripulantes.
Cuando finalizó, la puerta se abrió para mostrar la silueta de uno de los congéneres de Luka. Su nombre era Bak, o eso creía recordar el domador. Lo cierto era que, pese a llevar varias semanas viajando junto a ellos, los habitantes del mar no habían mantenido demasiadas conversaciones con los Arashi. Deberían solucionar ese hecho más tarde o más temprano, sobre si todo si pensaban continuar surcando los mares en su compañía.
Siguiendo las indicaciones de quien le había avisado, el rubio no tardó en alcanzar la cubierta. Todos se encontraban allí ya y la sardina empezaba a dar algo así como un discurso. Les aconsejaba qué hacer y qué no hacer, dejándoles claro que era probable que la bienvenida no fuese demasiado calurosa. Therax no pudo evitar torcer el gesto ante el comentario que le dirigió el ser de escamas.
-No entiendo qué te ha dado con decir que soy un racista, tío -se quejó, cruzándose de brazos y dejando claro que no le gustaba aquella afirmación-. Soy el miembro de la tripulación que más tortas se ha llevado contigo.
Lo cierto era que aquella actitud le molestaba sobremanera, pero la cercanía de su destino hacía pensar que era mejor posponer la conversación con su compañero marino... pero la tendrían, de eso no cabía duda.
Poco a poco, la figura de la isla a la que se dirigían comenzó a hacerse evidente ante los ojos del espadachín, que por un momento se vio obligado a olvidar su pequeño enfado. Luka casi tenía razón. Aquella vista era espectacular y, aunque no llegaba a compararse con las níveas e impolutas cumbres nevadas de Murynos, debía reconocer que su belleza era digna de elogio.
Mist D. Spanner
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
¿Por qué demonios le había llamado Zane para “planear”? ¿Qué había por planear? Solo iban a pasar por la isla de paso y marcharse. No tenían motivo ninguno para quedarse allí a hacer el imbécil y perder el tiempo. Sobre todo si iba a ser en una isla dónde iban a tener una cruz encima pues, de una forma hipócrita, pensarían que son humanos racistas. Se mordió el labio. Sabía que nada de eso iba a salir bien. Habrían problemas, estaba segurísimo. Y sus predicciones se hacían cada vez más probable, sobre todo después de que Luka los llamara para hablar.
Estuvo atento al pequeño discurso del tritón, no sin sentirse ligeramente insultado por las palabras de su compañero de tripulación. Casi parecía que, a pesar del tiempo que había pasado en lo que el pelimorado consideraba familia, seguía pensando que todos en la banda eran unos racistas en potencia. Que necesitaban recordarles que decir cosas racistas estaba mal. No solo sintió insultada su inteligencia, sino también su relación con el tritón a quien ya consideraba un hermano.
No contestó a las palabras de su amigo. Se limitó a darse la vuelta y clavar su vista al frente del barco, donde empezaba a emerger la isla de los hombres pez. Nunca había sido el tipo de persona que apreciaría la belleza de un paisaje, pues para él la belleza no se encontraba tan solo en lo visual. Y aquello no resultó ser una excepción. Era simplemente un reino más, solo que bajo el agua. Aunque siempre se había preguntado algo. ¿Qué necesidad tenían los tritones de vivir en una cúpula con aire cuando podían respirar bajo el agua? Casi parecía que la isla estaba pensada expresamente para recibir visitantes humanos.
Se acercó al pelirrojo, con la intención de darle un pequeño consejo preparatorio no tan insultante como él consideraba que había sido el del tritón. Le puso la mano en el hombro, dándose cuenta de que, a pesar que desde su cambio había aumentado en altura, seguía sin acercarse a lo alto que era el pelirrojo.
—Zane… Contrólate con las sirenas, ¿quieres?
Estuvo atento al pequeño discurso del tritón, no sin sentirse ligeramente insultado por las palabras de su compañero de tripulación. Casi parecía que, a pesar del tiempo que había pasado en lo que el pelimorado consideraba familia, seguía pensando que todos en la banda eran unos racistas en potencia. Que necesitaban recordarles que decir cosas racistas estaba mal. No solo sintió insultada su inteligencia, sino también su relación con el tritón a quien ya consideraba un hermano.
No contestó a las palabras de su amigo. Se limitó a darse la vuelta y clavar su vista al frente del barco, donde empezaba a emerger la isla de los hombres pez. Nunca había sido el tipo de persona que apreciaría la belleza de un paisaje, pues para él la belleza no se encontraba tan solo en lo visual. Y aquello no resultó ser una excepción. Era simplemente un reino más, solo que bajo el agua. Aunque siempre se había preguntado algo. ¿Qué necesidad tenían los tritones de vivir en una cúpula con aire cuando podían respirar bajo el agua? Casi parecía que la isla estaba pensada expresamente para recibir visitantes humanos.
Se acercó al pelirrojo, con la intención de darle un pequeño consejo preparatorio no tan insultante como él consideraba que había sido el del tritón. Le puso la mano en el hombro, dándose cuenta de que, a pesar que desde su cambio había aumentado en altura, seguía sin acercarse a lo alto que era el pelirrojo.
—Zane… Contrólate con las sirenas, ¿quieres?
La isla gyojin, ese fantástico paraíso submarino con los seres más bellos del mundo: las sirenas. Durante el largo camino que hubo desde el archipiélago y el hogar de nacimiento de Luka me negué a bajar del barco porque no quería caer en la tentación de sentirme atraído por una sirena, ahora tenía novia y tenía que guardarle respeto. Sin embargo, también había metido a la diosa de ébano que era Nailah en el barco, y eso tampoco ayudaba. La verdad era que la fidelidad me estaba resultando demasiado difícil, sobre todo porque a lo único que le había sido fiel en mis pocos años de vida era a mi banda.
El trayecto fue muy ameno, hubo fiesta, historias y muy buen rollo; por primera vez en mucho tiempo volvía a estar con mis polluelos y era algo que me estaba gustando. Todos teníamos historias que contar, pero había muy poco tiempo para ello. La noche de antes de llegar a la isla gyojin, entre copa y copa, me subí sobre un barril de manzanas y me dispuse a dar un discurso.
-Señores, señoras, damas y damos. Peces, humanos, casi gigantes, dinosaurios y perros insoportables –dije en voz alta, casi gritando.
-Tú sí que eres insoportable, borracho –espetó César, yéndose de allí con indignación.
-Tienes que enseñarle modales a tu perro, Thery –di un sorbo de la botella de ron que tenía en la mano-. Os he echado mucho de menos a todos y me alegro de corazón que volvamos a estar todos juntos. Hay algo que no he hecho todavía, pero me gustaría dar la bienvenida a Nailah, la tía más fiera y atractiva de todo el Grand Line, a Marc, nuestro nuevo navegante y el salvador de todas mis borracheras, y al escuadrón marino, que nos da ese toque de sublimidad que pocos tienen. Espero que os sintáis como en vuestra casa, y recordad que si necesitáis algo solo tenéis que pedírmelo. ¡Por vosotros!
Tras eso, solo recuerdo que me tragué de un golpe un tercio de la botella y nada más. Al despertar, estábamos a pocas horas de llegar a la isla. Me dolía la cabeza como ninguna otra noche y estaba dormido junto a Alviss y Nailah, pero gracias a dios que todos teníamos la ropa puesta. Cuando volví a ser persona, me di una ducha, me cambié de ropa y volví a la cubierta. Allí fui llamado por Luka y el resto de peces, que tenían que comunicarnos algo.
-No te preocupes, Luka –le dijo-. Ninguno de nosotros alzará la mano contra ninguno de vuestra isla, por muy mal que nos traten. Después de todo es tu casa y merece nuestro respeto, eso sin contar que los amigos de mi familia son mis amigos –no volví a añadir nada más. Yo siempre había sido una persona pendenciera, pero no pensaba causar un conflicto con un país entero. Otra vez. Al menos no en esa ocasión.
Spanner se me acercó y puso su mano sobre mi hombro y me dio el mejor consejo que podría haberme dado.
-Lo sé, tío. Ahora mismo entre el tipazo de Esme y Nailah, que hace mucho que saco a jugar al pequeño Zane y el remordimiento de tener novia y pensar cosas impuras, creo que adéntrame en esa isla no es buena idea –le dije con cierto desdén-. Es por eso que he pensado en vendarme los ojos y guiarme por mis instintos. Ojos que noven… pene que no se levanta.
El trayecto fue muy ameno, hubo fiesta, historias y muy buen rollo; por primera vez en mucho tiempo volvía a estar con mis polluelos y era algo que me estaba gustando. Todos teníamos historias que contar, pero había muy poco tiempo para ello. La noche de antes de llegar a la isla gyojin, entre copa y copa, me subí sobre un barril de manzanas y me dispuse a dar un discurso.
-Señores, señoras, damas y damos. Peces, humanos, casi gigantes, dinosaurios y perros insoportables –dije en voz alta, casi gritando.
-Tú sí que eres insoportable, borracho –espetó César, yéndose de allí con indignación.
-Tienes que enseñarle modales a tu perro, Thery –di un sorbo de la botella de ron que tenía en la mano-. Os he echado mucho de menos a todos y me alegro de corazón que volvamos a estar todos juntos. Hay algo que no he hecho todavía, pero me gustaría dar la bienvenida a Nailah, la tía más fiera y atractiva de todo el Grand Line, a Marc, nuestro nuevo navegante y el salvador de todas mis borracheras, y al escuadrón marino, que nos da ese toque de sublimidad que pocos tienen. Espero que os sintáis como en vuestra casa, y recordad que si necesitáis algo solo tenéis que pedírmelo. ¡Por vosotros!
Tras eso, solo recuerdo que me tragué de un golpe un tercio de la botella y nada más. Al despertar, estábamos a pocas horas de llegar a la isla. Me dolía la cabeza como ninguna otra noche y estaba dormido junto a Alviss y Nailah, pero gracias a dios que todos teníamos la ropa puesta. Cuando volví a ser persona, me di una ducha, me cambié de ropa y volví a la cubierta. Allí fui llamado por Luka y el resto de peces, que tenían que comunicarnos algo.
-No te preocupes, Luka –le dijo-. Ninguno de nosotros alzará la mano contra ninguno de vuestra isla, por muy mal que nos traten. Después de todo es tu casa y merece nuestro respeto, eso sin contar que los amigos de mi familia son mis amigos –no volví a añadir nada más. Yo siempre había sido una persona pendenciera, pero no pensaba causar un conflicto con un país entero. Otra vez. Al menos no en esa ocasión.
Spanner se me acercó y puso su mano sobre mi hombro y me dio el mejor consejo que podría haberme dado.
-Lo sé, tío. Ahora mismo entre el tipazo de Esme y Nailah, que hace mucho que saco a jugar al pequeño Zane y el remordimiento de tener novia y pensar cosas impuras, creo que adéntrame en esa isla no es buena idea –le dije con cierto desdén-. Es por eso que he pensado en vendarme los ojos y guiarme por mis instintos. Ojos que noven… pene que no se levanta.
Nailah
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Nailah había entrado a esa banda de la manera que menos imaginaba. Si retrocediéramos en el tiempo unos meses atrás no se hubiera siquiera planteado esa idea en la cabeza, pero el hecho de conocer gente nueva y casi un ángel que le había mostrado nuevas ideas sobre el mundo, hizo que aquella opinión cambiara y ahí estaba ahora, en el barco de los Arashi tumbada junto a Zane y un rubito de nombre Alviss.
La noche anterior habían tenido una gran fiesta el interior del barco, el alcohol y la comida corría por todos los rincones, pero lo mejor de todo es que Nailah, a pesar de llevar tan poco tiempo en con ellos, se sentía realmente cómoda. Un aura de felicidad la envolvía por estar entre gente que si parecía muy amigable y aquella noche, cuando el capitán había terminado de dar su discurso entre alcohol, levantó su botella para brindar.
La muchacha bostezó y se estiró, apartando la pierna izquierda de la cintura del rubio y levantando la cabeza del hombro del pelirrojo. Al principio, cuando el pirata se levantó esta siguió un rato más durmiendo, pero el jaleo que había afuera la hizo despertar del todo finalmente. Nailah había bebido mucho la noche anterior, lo suficiente para recordar que podría haber pasado y, aunque estuvieran los piratas vestidos pasaron más cosas de las debidas. Una lástima que ellos no se enterasen del todo.
La muchacha al levantarse se quedó mirando a la nada con los ojos entrecerrados, tenía sueño todavía. Tras eso se levantó y miró a Alviss, que aún seguía durmiendo. Pensó en engañarlo con algo, pero no tenía tiempo para eso así que se marchó de la sala rumbo al camarote para arreglarse un poco. Primero se aseó, y luego peinó la cabellera castaña para después vestir unos nuevos ropajes que traía de Arabasta.
Cuando salió al exterior se fijó en el grupo de tritones y la sirena, al parecer se dirigían a su hogar, una isla que se encontraba sumergida en las profundidades del mar. Sentía curiosidad por saber como era vivir bajo el mar, de hecho se le vino una canción a la cabeza sobre una langosta cantando, pero no conseguía ubicarla en su mente.
Nailah rio ante el comentario de su capitán y se cruzó de brazos.
-Yo haría una apuesta de a ver cuanto tarda en quitarse la venda. Además, si me ligo a una sirena te perderás una estampa preciosa, ¿seguro que quieres llevarla? - Inquirió con burla la morena, tras eso se apoyó en la barandilla del barco.
La noche anterior habían tenido una gran fiesta el interior del barco, el alcohol y la comida corría por todos los rincones, pero lo mejor de todo es que Nailah, a pesar de llevar tan poco tiempo en con ellos, se sentía realmente cómoda. Un aura de felicidad la envolvía por estar entre gente que si parecía muy amigable y aquella noche, cuando el capitán había terminado de dar su discurso entre alcohol, levantó su botella para brindar.
La muchacha bostezó y se estiró, apartando la pierna izquierda de la cintura del rubio y levantando la cabeza del hombro del pelirrojo. Al principio, cuando el pirata se levantó esta siguió un rato más durmiendo, pero el jaleo que había afuera la hizo despertar del todo finalmente. Nailah había bebido mucho la noche anterior, lo suficiente para recordar que podría haber pasado y, aunque estuvieran los piratas vestidos pasaron más cosas de las debidas. Una lástima que ellos no se enterasen del todo.
La muchacha al levantarse se quedó mirando a la nada con los ojos entrecerrados, tenía sueño todavía. Tras eso se levantó y miró a Alviss, que aún seguía durmiendo. Pensó en engañarlo con algo, pero no tenía tiempo para eso así que se marchó de la sala rumbo al camarote para arreglarse un poco. Primero se aseó, y luego peinó la cabellera castaña para después vestir unos nuevos ropajes que traía de Arabasta.
Cuando salió al exterior se fijó en el grupo de tritones y la sirena, al parecer se dirigían a su hogar, una isla que se encontraba sumergida en las profundidades del mar. Sentía curiosidad por saber como era vivir bajo el mar, de hecho se le vino una canción a la cabeza sobre una langosta cantando, pero no conseguía ubicarla en su mente.
Nailah rio ante el comentario de su capitán y se cruzó de brazos.
-Yo haría una apuesta de a ver cuanto tarda en quitarse la venda. Además, si me ligo a una sirena te perderás una estampa preciosa, ¿seguro que quieres llevarla? - Inquirió con burla la morena, tras eso se apoyó en la barandilla del barco.
Noximilien
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El enmascarado le daba un sorbo a su café, aún resacoso de la fiesta de anoche. El capitán solía hacer celebraciones a lo grande cuando entraba nueva gente en la banda. Las fiestas de los Arashis no solían escatimar a la hora de tomar cantidades anormales de bebidas alcohólicas de todo tipo. Cada vez eran más, pero sin embargo el barco era lo suficientemente espacioso para a todos sus navegantes.
Sentado en una de las sillas del comedor, podía ver por una de las ventanas el exterior. El fondo marino del cual se habían sumergido un rato era oscuro e inquietante, pero el brillante filtro que le daba la capa de ungüento protectora del barco y la luz que emitía el navío en sí, lo hacía menos intimidante.
En aquel momento estaba con Marc, el semigigante. No solía ver en persona a los que normalmente se calificaría de “mestizo”. A saber cómo diantres había funcionado la relación en la cama de sus progenitores. Aunque ya se dice aquello; para gustos, colores.
- Y dime grandullón –le dio otro sorbo a su café, el cual le había quitado parte de su amargor añadiéndole un poco de leche – ¿De dónde sacaste el poder para convertirte en enemigo público de los intolerantes a la lactosa?
El tema de conversación era una tontería, pero de algo se tenía que hablar para matar el silencio incómodo. Cuando se terminó de tomar su chute de cafeína con forma de taza, salió a la cubierta donde estaba la mayoría de la tripulación. Se estiró hasta el punto de oír cómo sus viejos huesos crujían y disfruto del todo de las vistas.
Por otra parte, no pudo evitar como hablaba la nueva chica, Nailah. Parecía estar bastante en sintonía con el pelirrojo.
“Es como tener a un segundo Zane, pero con pechos” -penso Nox.
Sentado en una de las sillas del comedor, podía ver por una de las ventanas el exterior. El fondo marino del cual se habían sumergido un rato era oscuro e inquietante, pero el brillante filtro que le daba la capa de ungüento protectora del barco y la luz que emitía el navío en sí, lo hacía menos intimidante.
En aquel momento estaba con Marc, el semigigante. No solía ver en persona a los que normalmente se calificaría de “mestizo”. A saber cómo diantres había funcionado la relación en la cama de sus progenitores. Aunque ya se dice aquello; para gustos, colores.
- Y dime grandullón –le dio otro sorbo a su café, el cual le había quitado parte de su amargor añadiéndole un poco de leche – ¿De dónde sacaste el poder para convertirte en enemigo público de los intolerantes a la lactosa?
El tema de conversación era una tontería, pero de algo se tenía que hablar para matar el silencio incómodo. Cuando se terminó de tomar su chute de cafeína con forma de taza, salió a la cubierta donde estaba la mayoría de la tripulación. Se estiró hasta el punto de oír cómo sus viejos huesos crujían y disfruto del todo de las vistas.
Por otra parte, no pudo evitar como hablaba la nueva chica, Nailah. Parecía estar bastante en sintonía con el pelirrojo.
“Es como tener a un segundo Zane, pero con pechos” -penso Nox.
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Jamás imaginó que terminaría en el roñoso barco de esos piratas que conoció hace no mucho. Algunos resultaron ser medianamente agradables, pero otros, como el malhumorado e irascible pez, siempre atraía problemas y acusaba al mundo de un permanente racismo. Y no pasaría mucho tiempo para que Katharina probara lo mismo, pues ahora mismo se dirigían hacia el territorio de los gyojins. Muchos acontecimientos ocurrieron en el pasado, sucesos que forjaron el presente, y el Gobierno Mundial era el principal culpable de que existiera un constante odio entre razas. ¿Era necesario? Por supuesto que no, pero así estaban las cosas hoy en día. Por otro lado, no estaba segura de poder comportarse. Si alguno de los hombres del mar intentaba pasarse de listo con ella, reaccionaría de mala forma.
La bruja pasó toda la noche estudiando y leyendo, sobre todo de historia y magia. Sus “compañeros” no tuvieron reparo en festejar y beber como si no hubiera un mañana. Lo que le importaba e interesaba no era llenar su estómago con cerveza, sino su mente con conocimiento. El Necronomicón contaba con hechizos tan oscuros como turbios, y muchos llamaban la atención de Katharina, aunque necesitaría algo de tiempo para terminar sus estudios. Y todo era más difícil con distracciones, como por ejemplo el exceso de ruido de la noche anterior. Por suerte, cuando todos cayeron víctimas del alcohol, el silencio llegó. Fue el momento perfecto para continuar con los estudios de magias prohibidas, algo que seguramente sus compañeros no entenderían.
Cuando la pelirrosa llegó a cubierta, se cubrió los ojos con el antebrazo producto de los fuertes rayos de sol. La gente estaba reunida, esperando a que Luka hablara. Habló maravillas de su isla natal, algo que la bruja tomó como una exageración. Todas las culturas e islas tenían algo único que destacaba sobre las demás, y seguramente el pez no sería capaz de verlo. No parecía ser demasiado listo. Katharina imaginó que el gyojin terminaría advirtiéndoles a los demás sobre la relación entre razas, y así fue. Claro que se comportaría, siendo tan prudente como siempre, pero no dejaría que nadie le pisotease. Nadie. Si hacía falta defenderse con garras y colmillos, lo haría. De alguna u otra forma, Katharina guardaba un profundo rencor y miedo a que su dignidad volviese a ser arrancada. No confiaba totalmente en los piratas ni se sentía cómoda estando allí, pues el ambiente aún estaba tenso.
Se apartó del resto de la tripulación y apoyó los codos en la baranda del barco, con la mirada puesta en la nada. Quería dejar de pensar y contemplar el paisaje, pero tenía demasiadas preocupaciones en mente.
—Deberías darle una oportunidad a esta gente —escuchó de repente—, si sigues cerrada al mundo, jamás crecerás.
—Creo que es decisión mía en quien confío y en quien no, ¿verdad? —le respondió a Nyx, su arma mitológica—. Pero tienes un buen punto… Necesito algo de tiempo.
La bruja pasó toda la noche estudiando y leyendo, sobre todo de historia y magia. Sus “compañeros” no tuvieron reparo en festejar y beber como si no hubiera un mañana. Lo que le importaba e interesaba no era llenar su estómago con cerveza, sino su mente con conocimiento. El Necronomicón contaba con hechizos tan oscuros como turbios, y muchos llamaban la atención de Katharina, aunque necesitaría algo de tiempo para terminar sus estudios. Y todo era más difícil con distracciones, como por ejemplo el exceso de ruido de la noche anterior. Por suerte, cuando todos cayeron víctimas del alcohol, el silencio llegó. Fue el momento perfecto para continuar con los estudios de magias prohibidas, algo que seguramente sus compañeros no entenderían.
Cuando la pelirrosa llegó a cubierta, se cubrió los ojos con el antebrazo producto de los fuertes rayos de sol. La gente estaba reunida, esperando a que Luka hablara. Habló maravillas de su isla natal, algo que la bruja tomó como una exageración. Todas las culturas e islas tenían algo único que destacaba sobre las demás, y seguramente el pez no sería capaz de verlo. No parecía ser demasiado listo. Katharina imaginó que el gyojin terminaría advirtiéndoles a los demás sobre la relación entre razas, y así fue. Claro que se comportaría, siendo tan prudente como siempre, pero no dejaría que nadie le pisotease. Nadie. Si hacía falta defenderse con garras y colmillos, lo haría. De alguna u otra forma, Katharina guardaba un profundo rencor y miedo a que su dignidad volviese a ser arrancada. No confiaba totalmente en los piratas ni se sentía cómoda estando allí, pues el ambiente aún estaba tenso.
Se apartó del resto de la tripulación y apoyó los codos en la baranda del barco, con la mirada puesta en la nada. Quería dejar de pensar y contemplar el paisaje, pero tenía demasiadas preocupaciones en mente.
—Deberías darle una oportunidad a esta gente —escuchó de repente—, si sigues cerrada al mundo, jamás crecerás.
—Creo que es decisión mía en quien confío y en quien no, ¿verdad? —le respondió a Nyx, su arma mitológica—. Pero tienes un buen punto… Necesito algo de tiempo.
Marc Kiedis
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El descenso hasta la isla submarina fue toda una aventura. Desde el simple hecho de recubrir el barco con la extraña sustancia que permitía a los navíos bajar hasta las más recónditas profundidades del océano hasta la propia travesía en sí, el semigigante vivió todo con una enorme expectación e ilusión.
Durante buena parte del trayecto, el grandullón se dedicó a preparar una deliciosa comida para sus nakamas. Mientras lo hacía, pudo disfrutar un rato de la compañía de uno de los miembros de la banda con los que menos relación había tenido hasta el momento: el extraño hombre conocido como Nox. Éste, mientras se tomaba un café, le preguntó de una forma ciertamente graciosa sobre su poder. Los recuerdos inundaron la mente de Marc:
- Pues la verdad es que se podría decir que fue por accidente. Cuando yo era niño, en el New Baratie, como podrás imaginar no era del tamaño de un niño humano normal. Y por supuesto, tampoco comía la misma cantidad que ellos. Pues bien, un día hubo una fuerte pelea entre dos clientes, además por una auténtica tontería. Fue horrible, pues uno de ellos acabó asesinando al otro y hubo que llamar a la Marina, cerrar el local durante un par de días, etc.
La cosa es que esa noche yo tenía muchísima hambre y me desperté en mitad de la noche debido a ello. Así que fui a la despensa a comer algo, y vi una extraña sandía que esa tarde no estaba allí. Era amarilla y tenía unas extrañas espirales. Tenía tan buena pinta que decidí comérmela. Y lo más curioso es que por dentro era blanca y cremosa, casi como si fuese queso.
Lo que yo no sabía era que el hombre que murió en la pelea había sido el anterior usuario de la Chizu Chizu no mi, y al fallecer la fruta más cercana que había a su cuerpo heredó su poder. Y bueno, así fue como terminé consiguiendo mis habilidades. ¿Y tú? Porque el tuyo por lo que he visto hasta ahora tampoco es un poder corriente.
Después, tras la copiosa comida que el semigigante preparó a sus compañeros y que todos degustaron juntos, Luka pidió que todos se reuniesen en cubierta. El tiburón comenzó a hablarles sobre las particularidades de su isla natal y cómo, pese a su belleza, debían tener en cuenta el ancestral odio entre humanos y hombres-pez. Probablemente no todo el mundo allí aceptase de buen grado su presencia y no podían crearse enemigos con las cosas que dijeran o hiciesen. Fue particularmente gracioso el momento en el que Luka personalizó en Therax, quien pese a que no tenía maldad sí que tenía cierta tendencia a hacer comentarios poco oportunos en momentos que lo eran menos aún.
- No te preocupes, Luka. Si algo tiene esta banda es que no discrimina a nadie por ningún motivo, y no hace falta más que vernos para comprobarlo. - contestó con una sonrisa el semigigante.
Y era cierto: entre Luka y el escuadrón marino, el propio Marc, la rareza de Nox, Alviss o Spanner, un capitán y un oficial que se convertían en pájaros, una bruja y la nueva integrante de la banda. Y eso por no hablar de la cantidad de variopintas mascotas. Desde luego, eran una tripulación colorida.
Marc se acercó a sus amigos para disfrutar de las vistas, rodeando con sus brazos a Luka y Therax mientras sonreía. Al fin iban a entrar al Reino Ryugu, el ancestral país bajo el mar.
Durante buena parte del trayecto, el grandullón se dedicó a preparar una deliciosa comida para sus nakamas. Mientras lo hacía, pudo disfrutar un rato de la compañía de uno de los miembros de la banda con los que menos relación había tenido hasta el momento: el extraño hombre conocido como Nox. Éste, mientras se tomaba un café, le preguntó de una forma ciertamente graciosa sobre su poder. Los recuerdos inundaron la mente de Marc:
- Pues la verdad es que se podría decir que fue por accidente. Cuando yo era niño, en el New Baratie, como podrás imaginar no era del tamaño de un niño humano normal. Y por supuesto, tampoco comía la misma cantidad que ellos. Pues bien, un día hubo una fuerte pelea entre dos clientes, además por una auténtica tontería. Fue horrible, pues uno de ellos acabó asesinando al otro y hubo que llamar a la Marina, cerrar el local durante un par de días, etc.
La cosa es que esa noche yo tenía muchísima hambre y me desperté en mitad de la noche debido a ello. Así que fui a la despensa a comer algo, y vi una extraña sandía que esa tarde no estaba allí. Era amarilla y tenía unas extrañas espirales. Tenía tan buena pinta que decidí comérmela. Y lo más curioso es que por dentro era blanca y cremosa, casi como si fuese queso.
Lo que yo no sabía era que el hombre que murió en la pelea había sido el anterior usuario de la Chizu Chizu no mi, y al fallecer la fruta más cercana que había a su cuerpo heredó su poder. Y bueno, así fue como terminé consiguiendo mis habilidades. ¿Y tú? Porque el tuyo por lo que he visto hasta ahora tampoco es un poder corriente.
Después, tras la copiosa comida que el semigigante preparó a sus compañeros y que todos degustaron juntos, Luka pidió que todos se reuniesen en cubierta. El tiburón comenzó a hablarles sobre las particularidades de su isla natal y cómo, pese a su belleza, debían tener en cuenta el ancestral odio entre humanos y hombres-pez. Probablemente no todo el mundo allí aceptase de buen grado su presencia y no podían crearse enemigos con las cosas que dijeran o hiciesen. Fue particularmente gracioso el momento en el que Luka personalizó en Therax, quien pese a que no tenía maldad sí que tenía cierta tendencia a hacer comentarios poco oportunos en momentos que lo eran menos aún.
- No te preocupes, Luka. Si algo tiene esta banda es que no discrimina a nadie por ningún motivo, y no hace falta más que vernos para comprobarlo. - contestó con una sonrisa el semigigante.
Y era cierto: entre Luka y el escuadrón marino, el propio Marc, la rareza de Nox, Alviss o Spanner, un capitán y un oficial que se convertían en pájaros, una bruja y la nueva integrante de la banda. Y eso por no hablar de la cantidad de variopintas mascotas. Desde luego, eran una tripulación colorida.
Marc se acercó a sus amigos para disfrutar de las vistas, rodeando con sus brazos a Luka y Therax mientras sonreía. Al fin iban a entrar al Reino Ryugu, el ancestral país bajo el mar.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Lean:
Genial, sólo Zane (2) y Katharina (2) han pronunciado la palabra prohibida. ¿Qué les pasará a los pelirrojos? :)
La palabra prohibida en esta ronda es: Fiesta
Va, que os lo pongo fácil.
La fiesta deja mella en la banda, que se levanta con una intensa resaca por norma general. Todo transcurre con una absoluta normalidad, se nota que viajáis con gente que ha vivido la mayor parte de su vida en la isla que estáis a punto de pisar.
Tras reuniros y escuchar el pequeño discurso de Luka, todos estáis preparados para entrar en la isla. Algunos tenéis un pequeño nerviosismo por cómo será la aventura, otros sin embargo, queréis que acabe antes de empezar.
Bak regresa al barco y os cuenta que todo ha ido bien, ha hablado con los guardias y éstos han decidido abrir la puerta. Zane se encarga de llevar a la tripulación hasta el puerto, y una vez ahí, pide voluntarios para lanzar el ancla y fijar el barco.
Cuando todos bajéis a la isla, podréis ver una serie de casas bastante similares entre sí que os llevan hasta una gran estatua. Oh, ¿qué es eso? Kat, al bajar notas cómo caes sobre algo que no habías visto antes. Huele mal y casi resbalas, pero consigues mantener el equilibrio. Cuando te fijas más detenidamente, ves que efectivamente es una mierda estratosférica. Ni siquiera Marc sería capaz de cagar ese ñordo de una sola vez. Joder, qué asco, incluso te ha salpicado ligeramente los pantalones.
Al resto, si os fijáis en la estatua, distinguiréis dos rostros; Uno os resultará bastante similar, mientras que desconoceréis el segundo. Además, si decidís profundizar en la escultura, podréis ver que tiene una gran cantidad de nombres tallados bajo ella. ¿Qué significarán?
Justo detrás de la estatua está la plaza, y allí una gran cantidad de razas marinas, desde gyojins, a tritones y sirenas. Hay un pequeño espectáculo al lado del mercado. Parece una representación teatral de… ¿una peli del oeste? Hay pistoleros con distintas pelucas, os será difícil ubicarlos en alguna obra literaria.
Antes de pisar la plaza, un grupo de adolescentes interfieren en vuestro camino, arropando al escuadrón marino y pidiendo que les cuenten historias sobre cómo es el mundo fuera de la isla.
Una serie de sirenas -unas atractivas y otras no tanto- os rodean al resto de varones. No están muy acostumbradas a verse con humanos, por lo que están algo confusas, víctimas de querer experimentar algo nuevo, pero algo asustadas por no saber cómo expresarlo. Parecen no tener miedo de vosotros, puede que porque vais acompañados de un grupo de gyojins conocido en la isla. Incluso una parece tontear con Nailah, a la cual roza el cuello con su dedo índice.
La sirena más fea de todas se acerca a Zane y le rodea trazando un par de círculos alrededor de él. Cuando se encuentra en su espalda, se arrima hasta tal punto de notar cómo éste respira. Quizá Zane no note la respiración de la sirena precisamente, si no que un gran bulto está rozando su glúteo.
- Me conocen por mi gran experiencia dando… masajes. ¿Quieres probar mis manos?
Y acto seguido parece querer hacer una demostración en plena vía pública. ¿Pero qué pasa en esta isla? ¿Acaso son todos unos salidos?
Justo después, dos figuras se hacen notar desde la plaza.
- ¿Luka? Vaya… Has tardado poco en volver, habrá que celebrarlo, ¿no?
El tipo es Bryan, el jefe de los guardias de la entrada, y hermano de Gary, dueño de un local en la plaza central. El local suele reservarse para fiestas, siendo sus especialidades el ron y la cerveza casera y ciertas sustancias… Poco legales.
***
- Gracias, capitán. Es un orgullo viajar a tu lado y vivir todas las aventuras que estamos viviendo. Ojalá sigan por muchos años -comentó ante las sinceras palabras de Zane.
El tiburón estaba tan feliz que no podía creer cómo podía haber llegado tan pronto a la isla. Hacía poco que había estado allí durante la separación de la banda, y de nuevo podría estar con todos sus aliados. Aprovechó para acercarse a Therax y hablarle en privado. Había notado cómo su acusación le había sentado mal, y ahora se sentía un poco triste.
- Siento haberte dicho eso de que eres un racista, rubiales. Pero es que lo eres un poco. Puede que lo exagere, eso sí. A veces hacemos comentarios de los cuales no somos conscientes, pero sé de corazón que eres un gran amigo, y todo lo que dices o haces va sin maldad. Te quiero, compañero -comentó el tiburón a la par que le daba un contundente abrazo-. Y sé que te harás amigo de algún que otro ser en la isla. Estoy seguro.
Marc se acercó al dueto humano-gyojin y les abrazó, alegando lo bonito del paisaje. Lo cierto era que el tiburón se sentía muy cómodo con la presencia de sus dos grandes amigos, probablemente con los que más contacto había tenido. Qué decir de Therax, con quien se había visto en infinidad de tesituras, a cada cual más complicada. Y Marc siempre había hecho que el habitante del mar sonriese, fuese cual fuese la situación. Además, aportó ese punto positivo necesario para seguir la ya difícil de por sí aventura de jaya y sus posteriores encuentros.
Cuando Zane pidió que lanzaran el ancla, fué el primero que lo cogió, alejándose del domador y ayudando a lanzarlo al mar. Tras ello observó la zona y saltó hacia el suelo de la isla, mirando cómo ésta parecía estar dándole la bienvenida. Una suave brisa recorría sus cabellos y podía escuchar en la lejanía a los niños jugando. La isla que le vió crecer volvía a verle de nuevo. Aunque esperaba que esta vez no tuviera ninguna historia que contar a sus nietos, no sería nada bueno para la isla.
Cuando todos se encontraron en la calle, Luka decidió hacer de guía. Irían hasta la plaza y desde ahí a una taberna. Pero antes tenía que sacar pecho ante lo que estaba a punto de contar. Sin embargo, unos niños del dojo de Tom, su mentor, decidieron estropear la sorpresa rodeando al escuadrón marino y exigiendo que les contaran historias sobre los viajes vividos. Bak golpeó a un par mientras se reía, mientras que los demás intentaron ser algo más pacíficos.
- Bak, no le hagas a estos niños lo que yo te hacía a tí antes -comentó el tiburón con rintintín intentando frenar al violento pez-. Chicos, ¿podéis ir a por Tom? Os contaré lo que queráis cuando él esté aquí.
- ¡Bryan! ¿Qué tal? Ven aquí hermano -comentó mientras deslizaba suavemente a los niños -o eso creía él- para abrazar a su gran amigo.
Bryan comentó que habían reservado el local de Gary para un cumpleaños, pero que se podían unir a la fiesta. Aquello hizo sonreír de oreja a oreja al tiburón, que enseñaría lo que era un licor de la isla gyojin, así como sustancias más duras que sólo había tenido la posibilidad de compartir con Marc, Nailah y Zane cuando jugaron al estúpido juego de las espadas.
- Genial, chicos. Antes de ir al local y volver a beber… Me gustaría que vieseis esta estatua. Durante los dos años que estuvimos haciéndonos más fuertes, entrené y entrené aquí -comentó mientras se acercaba a la estatua-, y unos piratas intentaron asaltar la isla. Aquí podéis ver los nombres de todos los hermanos que perdimos. Setenta y dos, si no recuerdo mal. Y las figuras nos representan a Tom y a mí. Es un poco ególatra que os lo cuente yo, pero cada vez que veo esta figura viene a mi mente el momento en el que ví cómo nuestros hermanos eran derrotados…
El semblante del gyojin empezó a desprender una mayor tristeza, pero pronto cesó cuando recordó que estaba frente a los suyos.
- En fín, el momento moñas ya pasó. ¿Vamos a la taberna? Podréis probar los mejores licores de la isla, y alguna que otra sorpresa.
El tiburón fué hablando con los niños durante el camino. Lo cierto era que no podía dejar de pensar en cada una de las vidas que se fueron en aquella estúpida guerra fruto de la codicia del ser humano. Pero quizá el alcohol le ayudase a ahogar sus penas. Ojalá que así fuera.
No tardaron más de tres minutos en llegar a la taberna, y una vez allí, pudieron ver a una serie de conocidos para el escuadrón marino. Pronto todos los que quisieran tendrían una copa en la mano. Los niños se alejaron en busca de Tom, mientras tanto el tiburón se alejó y habló por lo bajini con Gary.
- ¿Tienes mercancía?
- Justo hoy he recibido varios sacos. ¿Cuánta quieres?
- Toda, no sé cuando volveré aquí, así que más me vale llevarme toda la que pueda.
- Dios, vienes fuerte. Déjame hacer un par de llamadas y la reuniré toda para cuando decidáis salir de la isla. Mientras tanto toma, unas cuantas para celebrar vuestra vuelta.
El gyojin salió hacia fuera metiéndose la bolsa en el bolsillo y se acercó a Nailah. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, acercó los labios al oído de su nueva compañera y le metió la mano en el bolsillo.
- La roja para sentirte en la cima, la amarilla para si te apetece… Ya sabes, si estás a tope y quieres desfogarte. Y la verde… Digamos que la verde es un comodín, tómala bajo tu propia responsabilidad.
Tras ello guiñaría el ojo a su nakama y se dirigiría a Marc, al cual le pediría un trozo de queso para mezclar con un poco de hierba.
- Mira Marc, ¿qué queso crees que sería el idóneo para tomar con algo de esto? -comentaría señalando su droga favorita- Si no se te ocurre ninguno no pasa nada, siempre podemos ir a lo tradicional.
Cuando el gigante respondiese, enseñaría todas las pastillas que tenía a sus compañeros por si querían experimentar con alguna de ellas, no sin antes prevenir de las posibles contras de cada una de ellas, así como los efectos que más incrementaban.
- Me gusta la drogaína -comentó ante su círculo de amigos-, pero soy responsable cuando la consumo. He llegado incluso a ponerme el despertador para tomarme alguna de éstas.
-Yo sigo creyendo que nunca he soltado ningún comentario racista -replicó el espadachín mientras su compañero le abrazaba, consciente en realidad de la posibilidad de que hubiese sido así y no se hubiera dado cuenta. No tardó en sentir los grandes brazos de Marc rodeándoles a ambos. ¿No había demasiado amor allí? ¿Llevaría algún aditivo especial la bebida que habían ingerido la noche anterior? Aquello no era normal.
El barco finalmente alcanzó la isla, y al parecer no habría problemas a la hora de acceder a ella. Siguiendo las órdenes de Luka, Bak se había dirigido a la entrada para informar de su llegada y preguntar si habría algún inconveniente. No era así, porque la tripulación no tardó en descender de la embarcación.
Therax contempló los alrededores, intentando en vano acostumbrarse al entorno en el que se hallaba. No se asemejaba en absoluto a ningún lugar en el que hubiera estado antes, por lo que tardaría en adaptarse a lo que sus ojos contemplaban. Por otro lado, la naturaleza de los seres que se movían por la zona dificultaba aún más la tarea. El rubio estaba acostumbrado a estar junto a la sardina y, con el paso del tiempo, también se había habituado a la compañía del resto de sus congéneres. El alcohol de la noche anterior había tenido mucho que ver, de eso no cabía duda, pero hubiera llegado a ese punto más tarde o más temprano.
El espadachín alzó la cabeza ante un gemido de Tib, que parecía querer indicarle algo. El muryn se había quedado en el barco las últimas veces que se habían adentrado en alguna isla, pero en aquella ocasión no estaba dispuesto a hacer lo mismo. Los ojos del domador se dirigieron en la dirección que le indicaba su mascota, encontrando una estatua que llamó su atención. Unas casas flanqueaban el camino hasta llegar a ella, siendo inconfundible una de las figuras que representaba. ¿Qué demonios hacía allí Luka? Tal vez guardase relación con lo transcurrido durante la separación de los Arashi, hechos que el gyojin no le había detallado demasiado. Le preguntaría en otro momento.
Fuera como fuere, un grupo de sirenas no tardó en acercarse a los recién llegados, así como un auténtico batallón de niños -¿qué nombre se les daba a los vástagos de los habitantes del mar?-. Una con aspecto de tener un regalo para Zane no tardó en acercarse de él, causando que una sonrisa adornase el rostro de Therax. Nailah también parecía haber triunfado, hecho que, por algún motivo, le sentó mal. ¿Allí follaban todos menos él, o qué? Resopló, acordándose de Annie con una mezcla de cariño y resentimiento. ¿Por qué le mantenía así? Esperaba que, llegado el momento, valiese la pena la espera.
Como si le hubiera leído el pensamiento anteriormente, la sardina empezó a contarles la historia de la estatua y por qué demonios su cara estaba inmortalizada en la entrada a la isla. Therax escuchó con atención, oyendo al mismo tiempo cómo Bak y los demás miembros del escuadrón marino reían junto a su club de fans. Jamás los había visto así, puesto que normalmente se mostraban serios y alerta. Tal vez el resto de los Arashi también debiese hacer algo para que se integrasen en el grupo, no sólo limitarse a esperar que se relejasen en algún momento.
Al finalizar la explicación el grupo reanudó la marcha. El rubio no sabía hacia dónde se dirigían. Si alguien lo había dicho no se había enterado, pero se limitó a seguir al grupo y observar los alrededores. De vez en cuando les lanzaban miradas furtivas, como quien ve a un animal en peligro de extinción. ¿Era ésa la sensación que sentían los tritones en la superficie? Allí ellos eran la excepción, y no estaba de más recordarlo.
Terminaron por detenerse en una taberna, en cuyo interior parecía estar teniendo lugar una celebración. ¿Qué festejaban? A saber, pero aquello no era lo más relevante en esos momentos. Todos bebían mientras Luka hablaba en voz baja con un tipo. El rubio apenas necesitó unos segundos para saber qué tramaba, pues la expresión de "quiero pasármelo bien hoy" era inconfundible en su rostro. Dejando de observar a su compañero, se aproximó a la barra y llamó la atención del encargado.
-Una copa de whiskey de Ériu Land -dijo con voz calmada, albergando la esperanza encontrar al fin un lugar en el que se lo sirviesen.
-Tengo algo mejor para ti -respondió el sujeto al tiempo que vertía el contenido de una botella sin etiqueta en un vaso ancho-. De nada -añadió, guiñando un ojo y yéndose a atender a quien acababa de situarse junto a Therax.
Aún apoyado en la barra, se dio la vuelta para observar a sus compañeros de tripulación. Con la inexplicable desaparición de Haruka, Zane había decidido que él fuese el tercero al mando. ¿Hasta qué punto era una decisión acertada? ¿Estaba preparado para asumir semejante responsabilidad? Por si no fuera suficiente, había nuevos integrantes en la banda. No sabía casi nada acerca de ellos, pero eso debería cambiar si iban a continuar surcando los mares en su compañía.
-¿Has decidido quedarte con nosotros? -preguntó al ver a Selene, que no se encontraba demasiado lejos de él. Lo cierto era que no sabía qué intenciones tenía; si pensaba viajar un tiempo junto a ellos o si tenía en mente una estancia más larga junto a los Arashi. De hecho, lo único que sabía a ciencia cierta era que su relación con la sardina era casi la peor que se podía imaginar.
El barco finalmente alcanzó la isla, y al parecer no habría problemas a la hora de acceder a ella. Siguiendo las órdenes de Luka, Bak se había dirigido a la entrada para informar de su llegada y preguntar si habría algún inconveniente. No era así, porque la tripulación no tardó en descender de la embarcación.
Therax contempló los alrededores, intentando en vano acostumbrarse al entorno en el que se hallaba. No se asemejaba en absoluto a ningún lugar en el que hubiera estado antes, por lo que tardaría en adaptarse a lo que sus ojos contemplaban. Por otro lado, la naturaleza de los seres que se movían por la zona dificultaba aún más la tarea. El rubio estaba acostumbrado a estar junto a la sardina y, con el paso del tiempo, también se había habituado a la compañía del resto de sus congéneres. El alcohol de la noche anterior había tenido mucho que ver, de eso no cabía duda, pero hubiera llegado a ese punto más tarde o más temprano.
El espadachín alzó la cabeza ante un gemido de Tib, que parecía querer indicarle algo. El muryn se había quedado en el barco las últimas veces que se habían adentrado en alguna isla, pero en aquella ocasión no estaba dispuesto a hacer lo mismo. Los ojos del domador se dirigieron en la dirección que le indicaba su mascota, encontrando una estatua que llamó su atención. Unas casas flanqueaban el camino hasta llegar a ella, siendo inconfundible una de las figuras que representaba. ¿Qué demonios hacía allí Luka? Tal vez guardase relación con lo transcurrido durante la separación de los Arashi, hechos que el gyojin no le había detallado demasiado. Le preguntaría en otro momento.
Fuera como fuere, un grupo de sirenas no tardó en acercarse a los recién llegados, así como un auténtico batallón de niños -¿qué nombre se les daba a los vástagos de los habitantes del mar?-. Una con aspecto de tener un regalo para Zane no tardó en acercarse de él, causando que una sonrisa adornase el rostro de Therax. Nailah también parecía haber triunfado, hecho que, por algún motivo, le sentó mal. ¿Allí follaban todos menos él, o qué? Resopló, acordándose de Annie con una mezcla de cariño y resentimiento. ¿Por qué le mantenía así? Esperaba que, llegado el momento, valiese la pena la espera.
Como si le hubiera leído el pensamiento anteriormente, la sardina empezó a contarles la historia de la estatua y por qué demonios su cara estaba inmortalizada en la entrada a la isla. Therax escuchó con atención, oyendo al mismo tiempo cómo Bak y los demás miembros del escuadrón marino reían junto a su club de fans. Jamás los había visto así, puesto que normalmente se mostraban serios y alerta. Tal vez el resto de los Arashi también debiese hacer algo para que se integrasen en el grupo, no sólo limitarse a esperar que se relejasen en algún momento.
Al finalizar la explicación el grupo reanudó la marcha. El rubio no sabía hacia dónde se dirigían. Si alguien lo había dicho no se había enterado, pero se limitó a seguir al grupo y observar los alrededores. De vez en cuando les lanzaban miradas furtivas, como quien ve a un animal en peligro de extinción. ¿Era ésa la sensación que sentían los tritones en la superficie? Allí ellos eran la excepción, y no estaba de más recordarlo.
Terminaron por detenerse en una taberna, en cuyo interior parecía estar teniendo lugar una celebración. ¿Qué festejaban? A saber, pero aquello no era lo más relevante en esos momentos. Todos bebían mientras Luka hablaba en voz baja con un tipo. El rubio apenas necesitó unos segundos para saber qué tramaba, pues la expresión de "quiero pasármelo bien hoy" era inconfundible en su rostro. Dejando de observar a su compañero, se aproximó a la barra y llamó la atención del encargado.
-Una copa de whiskey de Ériu Land -dijo con voz calmada, albergando la esperanza encontrar al fin un lugar en el que se lo sirviesen.
-Tengo algo mejor para ti -respondió el sujeto al tiempo que vertía el contenido de una botella sin etiqueta en un vaso ancho-. De nada -añadió, guiñando un ojo y yéndose a atender a quien acababa de situarse junto a Therax.
Aún apoyado en la barra, se dio la vuelta para observar a sus compañeros de tripulación. Con la inexplicable desaparición de Haruka, Zane había decidido que él fuese el tercero al mando. ¿Hasta qué punto era una decisión acertada? ¿Estaba preparado para asumir semejante responsabilidad? Por si no fuera suficiente, había nuevos integrantes en la banda. No sabía casi nada acerca de ellos, pero eso debería cambiar si iban a continuar surcando los mares en su compañía.
-¿Has decidido quedarte con nosotros? -preguntó al ver a Selene, que no se encontraba demasiado lejos de él. Lo cierto era que no sabía qué intenciones tenía; si pensaba viajar un tiempo junto a ellos o si tenía en mente una estancia más larga junto a los Arashi. De hecho, lo único que sabía a ciencia cierta era que su relación con la sardina era casi la peor que se podía imaginar.
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Descendió del barco en silencio y con los ojos cerrados, pensando en qué diablos hacía en esa isla, a solo un paso del Nuevo Mundo. Entre pensamientos y pensamientos, quedó tan inmersa en su cabeza que no notó lo que estaba frente a ella. Sintió que su pie se hundía en algo blando y cálido, y un nauseabundo olor recorrió sus fosas nasales, haciéndole preferir el olor a muerte. Abrió los ojos y se encontró con una plasta tan grande como un bebé recién nacido, la cual salpicó haciéndole que cayeran trocitos de ella en las blancas y tersas piernas de la bruja. Se mantuvo un segundo allí, frunció el ceño y comenzó a contar para calmarse. Apretó ambos puños y la vena de la frente creció tanto que parecía que en cualquier momento explotaría. Luego dio un paso para dejar de pisar la mierda y abrió los ojos, fijándose que todo su pie había estaba cubierto de caca. ¡¿Qué diablos?! ¿Se trataba de una broma de mal gusto hecha por Luka? Si era así, lo pagaría muy caro.
Tomó asiento en una banca y luego se quitó el calzado. ¿Funcionaría la transmutación en él? Prefería no averiguarlo, así que cortó un trozo de tela de su kimono y lo transformó en un zapato idéntico al que llevaba puesto. Quitarse la caca esparcida por sus piernas no fue demasiado difícil, pero sí desagradable. Era la primera vez que pisaba esa isla y se llevaría un recuerdo repugnante. Y mientras ella se quitaba la suciedad impuesta por el destino, los demás se reunían y compartían sonrisas y palabras. Katharina vio algo que sin lugar a dudas le sorprendió tanto que no pudo evitar soltar una sonrisa burlesca. ¿En serio Luka tenía una estatua en honor a él? Si al pez le habían hecho algo así, la bruja exigiría un monumento. Finalmente, luego de haberse quitado toda la mierda de su cuerpo, se acercó al resto de sus compañeros, alcanzando a escuchar la explicación del gyojin.
No pudo evitar sentir algo de envidia cuando descubrió que ellos pasaron dos años “volviéndose más fuertes”, cuando ella pasó un verdadero infierno, y las cicatrices que tenía en su espalda se lo recordaban a diario. Por otra parte, Luka habló sobre la pérdida de setenta y dos de sus compañeros. «Si supiera lo que les espera del otro lado a los gyojins, y a todos, seguramente caería en depresión», pensó ella. El Mundo de los Muertos era un lugar escalofriante y lúgubre, exageradamente frío, tanto que ni las llamas del propio Zane podrían perdurar más de medio segundo allí. Al final del día la raza no importaba, pues todos eran iguales ante los ojos de la Muerte. No llegaba a comprender la diferencia entre gyojins y humanos, una tan profunda que provocaba el odio entre ellos. Al ver el rostro de Luka, se dio cuenta que ellos también tenían los mismos sentimientos que los “simios calvos”. Estupidez del Gobierno Mundial, supuso, fue la única respuesta que encontró.
—Así que a la taberna, ¿eh?
Se sentó junto a sus compañeros, y aunque ella estuviera ahí, su mente estaba en otro lugar. No pidió más que un vaso de agua, pues la última vez que bebió terminó diciéndole cosas extrañas al ex shichibukai, Madara Uchiha. ¿O era Uchiha Madara? Sacó el Necronomicón, libro que siempre llevaba consigo, y le echó una ojeada. Era la excusa perfecta para no tener que hablarle a los demás, aunque el rubio de la banda se pasó la pasó por el forro, preguntándole a Katharina si había decidido quedarse con los Arashi. Cerró de golpe el libro y miró a Therax con el ceño fruncido.
—Aún no he tomado una decisión, pero ya no me desagradan tanto como antes —respondió, soltando una sonrisa medio burlesca. Recordó las palabras de Nyx y suspiró, decidiendo abrirse un poco más a los Arashi—. Creo que no me he presentado correctamente. Soy Katharina —dijo, tendiéndole la mano al rubio—. Katharina von Steinhell.
Tomó asiento en una banca y luego se quitó el calzado. ¿Funcionaría la transmutación en él? Prefería no averiguarlo, así que cortó un trozo de tela de su kimono y lo transformó en un zapato idéntico al que llevaba puesto. Quitarse la caca esparcida por sus piernas no fue demasiado difícil, pero sí desagradable. Era la primera vez que pisaba esa isla y se llevaría un recuerdo repugnante. Y mientras ella se quitaba la suciedad impuesta por el destino, los demás se reunían y compartían sonrisas y palabras. Katharina vio algo que sin lugar a dudas le sorprendió tanto que no pudo evitar soltar una sonrisa burlesca. ¿En serio Luka tenía una estatua en honor a él? Si al pez le habían hecho algo así, la bruja exigiría un monumento. Finalmente, luego de haberse quitado toda la mierda de su cuerpo, se acercó al resto de sus compañeros, alcanzando a escuchar la explicación del gyojin.
No pudo evitar sentir algo de envidia cuando descubrió que ellos pasaron dos años “volviéndose más fuertes”, cuando ella pasó un verdadero infierno, y las cicatrices que tenía en su espalda se lo recordaban a diario. Por otra parte, Luka habló sobre la pérdida de setenta y dos de sus compañeros. «Si supiera lo que les espera del otro lado a los gyojins, y a todos, seguramente caería en depresión», pensó ella. El Mundo de los Muertos era un lugar escalofriante y lúgubre, exageradamente frío, tanto que ni las llamas del propio Zane podrían perdurar más de medio segundo allí. Al final del día la raza no importaba, pues todos eran iguales ante los ojos de la Muerte. No llegaba a comprender la diferencia entre gyojins y humanos, una tan profunda que provocaba el odio entre ellos. Al ver el rostro de Luka, se dio cuenta que ellos también tenían los mismos sentimientos que los “simios calvos”. Estupidez del Gobierno Mundial, supuso, fue la única respuesta que encontró.
—Así que a la taberna, ¿eh?
Se sentó junto a sus compañeros, y aunque ella estuviera ahí, su mente estaba en otro lugar. No pidió más que un vaso de agua, pues la última vez que bebió terminó diciéndole cosas extrañas al ex shichibukai, Madara Uchiha. ¿O era Uchiha Madara? Sacó el Necronomicón, libro que siempre llevaba consigo, y le echó una ojeada. Era la excusa perfecta para no tener que hablarle a los demás, aunque el rubio de la banda se pasó la pasó por el forro, preguntándole a Katharina si había decidido quedarse con los Arashi. Cerró de golpe el libro y miró a Therax con el ceño fruncido.
—Aún no he tomado una decisión, pero ya no me desagradan tanto como antes —respondió, soltando una sonrisa medio burlesca. Recordó las palabras de Nyx y suspiró, decidiendo abrirse un poco más a los Arashi—. Creo que no me he presentado correctamente. Soy Katharina —dijo, tendiéndole la mano al rubio—. Katharina von Steinhell.
Nailah
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Nailah bajó la pasarela del barco de los Arashi y observó todo lo que la rodeaba. Estaba maravillada con todo lo que estaba a su alrededor. Cuando bajó miró a la chica que viajaba también en la banda de Zane, esta se había resbalado con algo muy asqueroso y la pirata no pudo evitar reírse por lo bajo. ¿Qué estaba mal? Sí, pero ella era así. Igual que si le pasaba algo malo lo menos que podía hacer la gente era reírse, en eso consistía la vida para ella.
La pirata caminó junto con todo el grupo hasta que llegaron a un lugar apartado. Ella iba bastante más alejada de los demás, distrayéndose con todo lo que había a su paso. Cuando se detuvieron, Nailah miró la estatua que había ante ellos y luego se acercó para leer las letras y pasando el dedo por encima de estas. Interesante, pensó.
Sin embargo, su partida se ve interrumpida por un grupo de sirenas que empiezan a rodear a los chicos. A la pirata le parecían auténticas bellezas e incluso una sirena, de las más bonitas estuvo dando vueltas a su alrededor. En cuanto pasó su fino índice por el cuello de la morena esta se sonrojó y se mordió el labio inferior. Pero el buen rato duró poco, dos figuras espantaron el ligue de Nailah y esta se cruzó de brazos al verlos.
Ambos se acopla en la plaza y emprendieron el camino que los llevaría hasta la taberna. De vez en cuando, la muchacha veía a Luka de reojo, debía estar muy en sintonía con todas las especies marinas que allí habitaban. Él si que debía sentirs a gusto en su propio hogar. La idea de visitar el local le agradaba a Nailah, nada más llegar ya estaban visitando un sitio que a simple vista no parecía muy honrado. Le recordaba a los suburbios de Arabasta, llenos de matones y borrachos, donde uno podía encontrar lo que menos deseaba del mundo.
Cuando entró, se quedó de pie, al lado de la barra, esperando a ver qué ocurría. Al parecer iba a haber un evento y la espadachina tenía curiosidad por ver como eran las celebraciones submarinas. Nailah había pedido un vaso de ron con hielo y, mientras se lo servían, vio como Luka se acercaba a ella y le metía algo en el bolsillo. No lo había visto venir. La muchacha se llevó la mano al bolsillo y sacó las tres pastillas.
Una roja, una verde y una amarilla. Arqueó las cejas ante las palabras de su compañero, si algo le habían dicho es que no se fiara de lo misterioso y, la verde, aunque le causaba curiosidad, no tenía buena pinta. Sin embargo, se guardó la amarilla y la verde en el bolsillo de nuevo, acompañada de una sonrisa traviesa.
-A esa le daré un buen uso si encuentro a alguien especial - comentó de manera burlona. Después, cogió la pastilla roja y la tragó de golpe, acompañándola de un buen trago del vaso de ron-. ¡A sentirse en lo más alto!
La pirata caminó junto con todo el grupo hasta que llegaron a un lugar apartado. Ella iba bastante más alejada de los demás, distrayéndose con todo lo que había a su paso. Cuando se detuvieron, Nailah miró la estatua que había ante ellos y luego se acercó para leer las letras y pasando el dedo por encima de estas. Interesante, pensó.
Sin embargo, su partida se ve interrumpida por un grupo de sirenas que empiezan a rodear a los chicos. A la pirata le parecían auténticas bellezas e incluso una sirena, de las más bonitas estuvo dando vueltas a su alrededor. En cuanto pasó su fino índice por el cuello de la morena esta se sonrojó y se mordió el labio inferior. Pero el buen rato duró poco, dos figuras espantaron el ligue de Nailah y esta se cruzó de brazos al verlos.
Ambos se acopla en la plaza y emprendieron el camino que los llevaría hasta la taberna. De vez en cuando, la muchacha veía a Luka de reojo, debía estar muy en sintonía con todas las especies marinas que allí habitaban. Él si que debía sentirs a gusto en su propio hogar. La idea de visitar el local le agradaba a Nailah, nada más llegar ya estaban visitando un sitio que a simple vista no parecía muy honrado. Le recordaba a los suburbios de Arabasta, llenos de matones y borrachos, donde uno podía encontrar lo que menos deseaba del mundo.
Cuando entró, se quedó de pie, al lado de la barra, esperando a ver qué ocurría. Al parecer iba a haber un evento y la espadachina tenía curiosidad por ver como eran las celebraciones submarinas. Nailah había pedido un vaso de ron con hielo y, mientras se lo servían, vio como Luka se acercaba a ella y le metía algo en el bolsillo. No lo había visto venir. La muchacha se llevó la mano al bolsillo y sacó las tres pastillas.
Una roja, una verde y una amarilla. Arqueó las cejas ante las palabras de su compañero, si algo le habían dicho es que no se fiara de lo misterioso y, la verde, aunque le causaba curiosidad, no tenía buena pinta. Sin embargo, se guardó la amarilla y la verde en el bolsillo de nuevo, acompañada de una sonrisa traviesa.
-A esa le daré un buen uso si encuentro a alguien especial - comentó de manera burlona. Después, cogió la pastilla roja y la tragó de golpe, acompañándola de un buen trago del vaso de ron-. ¡A sentirse en lo más alto!
Estar con los ojos vendados me hizo adentrarme en una caída desorbitada en la que el resto de mis sentidos se agudizaron rápidamente. Podía escuchar las corrientes marinas, las voces de los habitantes de la isla en un amplio radio, así como los latidos de su corazón y los movimientos que hacían. Podía oler todo, la fragancia del mar, un hedor a sardina que tiraba para atrás, y el excremento que había pisado Katharina al bajar del barco; todo era precioso.
Avancé como pude, a pasos lentos siguiendo el inconfundible aroma de la fragancia de Nailah, así como aprendiendo a distinguir los sonidos que emitían todos mis compañeros cuando caminaban o se movía. Era difícil, pero con el paso de los minutos cada vez era menos complicado. Fue entonces cuando nos paramos. Un grupo de peces nos rodearon y hablaban sobre nosotros, parecíamos seres extraños para ellos, aunque no les culpo, pues incluso para la gente de la superficie éramos un grupo singular y variopinto. Un pelirrojo, un rancio de pelo morado, un rubio afeminado, un pez de grandes dimensiones, un casi gigante gordito, un enmascarado, una morena de armas tomar y una bruja con mala leche. Todo eso sin contar al escuadrón marino, la dupla asesina y el zoo que teníamos en el barco. Un puto show. En fin. Noté como algo giraba a mi alrededor para luego notar algo en mi cachete derecho. ¿Me había tocado el culo? Sí, lo habían hecho. ¿Pero quién?
-No gracias -le dije a lo que parecía ser una sirena, al menos por como notaba que se movía-. No creo que a mi novia le haga gracia.
-Mientras que te haga gracia a ti qué más da, ¿eh? -me refutó rápidamente.
Me concentré en el aroma que desprendía el acondicionador de Therax y sonreí.
-¿El rubio guaperas de mi izquierda?
-¿Qué pasa con ese?
-El tiene un buen manubrio que lo he visto en las duchas. Hazme caso.
Cuando se fueron, continuamos nuestro camino hasta llegar a una estatua. Luka insistió en que me quitara la venda para mirarla, pero dudé durante unos segundos. Sin embargo, lo hice por él. Era una efigie en piedra de Luka junto a otro gyojin, magnífica como ninguna. Y luego, me volví a poner la venda, tardando otro poco en volver a acostumbrarme a no ver.
-Quien me iba a decir a mi que eras un pez gordo de la isla gyojin -dije con sorna.
El gyojin tiburón nos dio otro paseo por la isla, aunque algo me decía que esos eran los barrios bajos. ¿Porqué podía saber eso si no podía ver? Porque fue a comprar droga. Concretamente las pastillas que probamos hacía unas semanas en la isla, cuando estábamos esperando a que estuvieran todos.
-Yo quiero una de las verdes, hermano -le dije.
Con la llegada a la taberna, el jolgorio y la música aparecieron de golpe. Luka era alguien celebre en la isla, todos le querían y se notaba. Entretanto, al resto nos miraban raro, o cuchicheaban sobre nosotros. Parecía que no querían humanos allí, y tanto comentario despectivo empezaba a molestarme.
-Una vaso del mejor licor que tengas, jefe -le dije al tabernero, apoyándome en la barra concentrando en todo lo que había a mi alrededor.
Avancé como pude, a pasos lentos siguiendo el inconfundible aroma de la fragancia de Nailah, así como aprendiendo a distinguir los sonidos que emitían todos mis compañeros cuando caminaban o se movía. Era difícil, pero con el paso de los minutos cada vez era menos complicado. Fue entonces cuando nos paramos. Un grupo de peces nos rodearon y hablaban sobre nosotros, parecíamos seres extraños para ellos, aunque no les culpo, pues incluso para la gente de la superficie éramos un grupo singular y variopinto. Un pelirrojo, un rancio de pelo morado, un rubio afeminado, un pez de grandes dimensiones, un casi gigante gordito, un enmascarado, una morena de armas tomar y una bruja con mala leche. Todo eso sin contar al escuadrón marino, la dupla asesina y el zoo que teníamos en el barco. Un puto show. En fin. Noté como algo giraba a mi alrededor para luego notar algo en mi cachete derecho. ¿Me había tocado el culo? Sí, lo habían hecho. ¿Pero quién?
-No gracias -le dije a lo que parecía ser una sirena, al menos por como notaba que se movía-. No creo que a mi novia le haga gracia.
-Mientras que te haga gracia a ti qué más da, ¿eh? -me refutó rápidamente.
Me concentré en el aroma que desprendía el acondicionador de Therax y sonreí.
-¿El rubio guaperas de mi izquierda?
-¿Qué pasa con ese?
-El tiene un buen manubrio que lo he visto en las duchas. Hazme caso.
Cuando se fueron, continuamos nuestro camino hasta llegar a una estatua. Luka insistió en que me quitara la venda para mirarla, pero dudé durante unos segundos. Sin embargo, lo hice por él. Era una efigie en piedra de Luka junto a otro gyojin, magnífica como ninguna. Y luego, me volví a poner la venda, tardando otro poco en volver a acostumbrarme a no ver.
-Quien me iba a decir a mi que eras un pez gordo de la isla gyojin -dije con sorna.
El gyojin tiburón nos dio otro paseo por la isla, aunque algo me decía que esos eran los barrios bajos. ¿Porqué podía saber eso si no podía ver? Porque fue a comprar droga. Concretamente las pastillas que probamos hacía unas semanas en la isla, cuando estábamos esperando a que estuvieran todos.
-Yo quiero una de las verdes, hermano -le dije.
Con la llegada a la taberna, el jolgorio y la música aparecieron de golpe. Luka era alguien celebre en la isla, todos le querían y se notaba. Entretanto, al resto nos miraban raro, o cuchicheaban sobre nosotros. Parecía que no querían humanos allí, y tanto comentario despectivo empezaba a molestarme.
-Una vaso del mejor licor que tengas, jefe -le dije al tabernero, apoyándome en la barra concentrando en todo lo que había a mi alrededor.
Marc Kiedis
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La sensación al ver por primera vez la Isla Gyojin fue de asombro. Pese a que Marc, como todo el mundo, había escuchado incontables historias sobre aquel lugar, necesitaba ver con sus propios ojos aquellos edificios construidos bajo el mar, desafiando todas las leyes de la física, para terminar de comprender que aquello era real.
El lugar le pareció maravilloso, y además parecía que más que recelo los recién llegados habían despertado una enorme curiosidad en los habitantes del lugar, principalmente entre las féminas. Probablemente nerviosas y preguntándose cómo sería intimar con otras razas, gran cantidad de mujeres salieron al encuentro de los piratas. La única lástima era que no hubiese ninguna lo suficientemente grande para Marc. Lógicamente él no tenía una constitución demasiado parecida a la de los humanos, y para él establecer una relación física con una mujer de tamaño normal podría resultar bastante... complicado por cuestiones de tamaño.
Daba la sensación de que todos estaban felices por estar allí, salvo tal vez la bruja, quien no había desembarcado con buen pie precisamente. Ver la inmensidad de las heces que pisó nada más bajar del barco provocó unas sonoras carcajadas en el risueño semigigante. La verdad era que su nueva compañera de viaje le inspiraba bastante respeto, tal vez incluso le daba cierto mal rollo todo ese aire de secretismo que tenía, pero Marc nunca se dejaba vencer por esas cosas. Estaba convencido de que, con su alegría natural, acabaría por romper las barreras que aquella mujer había alzado en torno a sí y acabar siendo su amigo.
Parecía que Luka era toda una celebridad en su isla natal. Los niños le rodeaban y le pedían que les contase historias con caras que expresaban la más absoluta adoración. En ese momento, el tiburón les explicó la historia de la estatua que había en la plaza. Marc pensó que, probablemente, aquella raza históricamente odiada y temida había sufrido mucho. Y desde luego era bueno para ellos que alguien como Luka estuviese haciéndose un nombre en los mares. Con más gente así el odio entre razas acabaría por desaparecer.
Poco después, su amigo les presentó a varios conocidos suyos, entre ellos el jefe de los guardias de la puerta y su hermano, el dueño de un establecimiento que parecía gustar bastante a su nakama. Siguiendo su consejo, se dirigieron a dicho bar para celebrar su llegada a la isla. llí pronto la cerveza comenzó a correr en abundancia, así como otras bebidas más fuertes y ciertas sustancias... no muy legales en la mayoría de lugares del mundo.
No era la primera experiencia del grandullón con plantas psicotrópicas, aunque tampoco era ningún experto. Apenas las había consumido en un par de ocasiones con anterioridad, aunque encontraba sus efectos ciertamente agradables en determinadas circunstancias. Por eso, cuando Luka le ofreció probar aceptó encantado, y ante su pregunta sobre si existía algún queso que mezclase bien con ello, contestó entre risas:
- Que yo sepa no hay ninguno en especial, pero podría intentar crearlo. Tú déjame probar algo más de eso y trataré de fabricar el queso más extraño y a la vez perfecto del mundo.
Si el gyojin aceptaba, el semigigante continuaría bebiendo cerveza y fumando mientras intentaba modificar las características del queso que creaba, buscando lograr algo que había aparecido en su cabeza al escuchar la pregunta de Luka: crear un queso que fuese a la vez una droga blanda.
El lugar le pareció maravilloso, y además parecía que más que recelo los recién llegados habían despertado una enorme curiosidad en los habitantes del lugar, principalmente entre las féminas. Probablemente nerviosas y preguntándose cómo sería intimar con otras razas, gran cantidad de mujeres salieron al encuentro de los piratas. La única lástima era que no hubiese ninguna lo suficientemente grande para Marc. Lógicamente él no tenía una constitución demasiado parecida a la de los humanos, y para él establecer una relación física con una mujer de tamaño normal podría resultar bastante... complicado por cuestiones de tamaño.
Daba la sensación de que todos estaban felices por estar allí, salvo tal vez la bruja, quien no había desembarcado con buen pie precisamente. Ver la inmensidad de las heces que pisó nada más bajar del barco provocó unas sonoras carcajadas en el risueño semigigante. La verdad era que su nueva compañera de viaje le inspiraba bastante respeto, tal vez incluso le daba cierto mal rollo todo ese aire de secretismo que tenía, pero Marc nunca se dejaba vencer por esas cosas. Estaba convencido de que, con su alegría natural, acabaría por romper las barreras que aquella mujer había alzado en torno a sí y acabar siendo su amigo.
Parecía que Luka era toda una celebridad en su isla natal. Los niños le rodeaban y le pedían que les contase historias con caras que expresaban la más absoluta adoración. En ese momento, el tiburón les explicó la historia de la estatua que había en la plaza. Marc pensó que, probablemente, aquella raza históricamente odiada y temida había sufrido mucho. Y desde luego era bueno para ellos que alguien como Luka estuviese haciéndose un nombre en los mares. Con más gente así el odio entre razas acabaría por desaparecer.
Poco después, su amigo les presentó a varios conocidos suyos, entre ellos el jefe de los guardias de la puerta y su hermano, el dueño de un establecimiento que parecía gustar bastante a su nakama. Siguiendo su consejo, se dirigieron a dicho bar para celebrar su llegada a la isla. llí pronto la cerveza comenzó a correr en abundancia, así como otras bebidas más fuertes y ciertas sustancias... no muy legales en la mayoría de lugares del mundo.
No era la primera experiencia del grandullón con plantas psicotrópicas, aunque tampoco era ningún experto. Apenas las había consumido en un par de ocasiones con anterioridad, aunque encontraba sus efectos ciertamente agradables en determinadas circunstancias. Por eso, cuando Luka le ofreció probar aceptó encantado, y ante su pregunta sobre si existía algún queso que mezclase bien con ello, contestó entre risas:
- Que yo sepa no hay ninguno en especial, pero podría intentar crearlo. Tú déjame probar algo más de eso y trataré de fabricar el queso más extraño y a la vez perfecto del mundo.
Si el gyojin aceptaba, el semigigante continuaría bebiendo cerveza y fumando mientras intentaba modificar las características del queso que creaba, buscando lograr algo que había aparecido en su cabeza al escuchar la pregunta de Luka: crear un queso que fuese a la vez una droga blanda.
Noximilien
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La isla no es que tuviera mucha diferencia con los demás lugares en los que habían estado los Arashi. Los gyojins, tritones y sirenas paseaban entre los hogares y comercios como lo que tendrían que ser tratados por el Gobierno; como personas corrientes. En el fondo compadecía a aquellos híbridos acuáticos. Tan fuertes y superiores a muchos humanos, pero sin embargo avasallados por estos. A dia de hoy, el enmascarado aun no sabía si los gyojins no se habían por terror, por inferioridad en cuestión militar o simplemente porque ellos eran lo suficientemente humildes como para no caer al mismo nivel que sus vecinos terrestres.
Nada más desembarcar los nativos ya empezaron a atosigar, aunque fue mejor el segundo grupo que el primero. Un grupo de sirenas empezaron a tirarles los tejos a los miembros humanos. Incluso una le quería dar tema a Nailah. Ahora sí que se podía decir que la pirata era más de “pescado” que de “carne”.
Al llegar a la plaza, Luka nos enseñó una estatua en la demostraba que durante aquellos años no había estado solo buscando broncas y tocándose sus mocos tiruboniles. Miro fijamente los nombres que estaban grabados en la base de la estatua.
- Sesenta y dos… Cuando llegue a las tres cifras será cuando empiece a tenerle algo de pena de verdad –dijo por lo bajo sin poder evitar un tono melancólico.
Al llegar a la taberna del amigo de Luka, para seguir celebrando a la manera Arashi. Aunque el hombre tiburón parecía usar estupefacientes además de las habituales bebidas con alcohol.
- Las drogas son para perdedores. En mis tiempos lo más parecido que teníamos a esas pastillas eran cubitos de tequila congelado –comento enfurruñado, por ver como la juventud se trituraban el cerebro con aquellas cosas-.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Leed:
Vaia vaia… Vamos con una nueva palabra:
Arena.
Tras la fiesta en el barco, un viaje submarino y la llegada a la isla, podéis disfrutar de nuevo de los más finos alcoholes de la Isla Gyojin, incluso alguno de vosotros os habéis decidido a probar algunas sustancias más intensas.
Conversáis con algunos gyojins y notáis cómo el alcohol empieza a hacer mella en vosotros. Los que habéis optado por beber lo véis todo de la manera más alegre posible, disfrutáis y no veis peligro en nada. Los que no habéis bebido… A parte de ver un bochorno del cual no queréis ser partícipes, empezáis a notar un ligero frío que se va tornando cada vez más intenso. La fría noche de la isla Gyojin está a punto de llegar a su punto más gélido.
Therax, tras conversar con Kath, tienes una extraña sensación, alguien se acerca a tí en pose aparentemente sexy, aunque en la práctica quizá no te lo parezca tanto. Kath observa tu rostro y nota algo raro también. Pero entonces el escuadrón marino llega cargando con Marc, al cual vitorean entre aplausos y le piden más queso. ¿Acaso se han vuelto adictos?
Nox, por su parte, se encuentra bebiendo alcohol, pero sin muchas ganas de experimentar con la suculenta droga de Luka. El pirata ojea como transcurre todo pero sin mostrar lo que realmente piensa. Oh, Nox. ¿Por qué no te unes a la fiesta?
De repente, del suelo brota una raíz gigante que crea un boquete y agarra a todos los que se encuentran en el bar (Nox, Therax, Kath, Marc y el escuadrón marino). Notáis una extraña sensación; sentís un fuerte agobio mientras caéis a la nada a una velocidad moderada, pero la raíz no os está agarrando demasiado fuerte. Sin embargo, notáis que no os podéis mover pese a vuestros intentos. Es como si la raíz os hubiese quitado la voluntad de moveros.
Cuando finaliza el recorrido por el cual la extraña raíz os ha llevado, ésta os deja suavemente sobre una especie de arena y desaparece. Parece que donde quiera que estéis, es una playa o algo similar. Podéis examinar los alrededores, pero no veréis mucho más que arena, más arena y un poco de agua. Si decidís probar el agua, notaréis sabe a… Agua.
¿Escucháis eso? Es un ruido en la lejanía. Como un susurro, un murmuro. Si ponéis más atención parece una queja. Tras unos segundos podéis llegar a la conclusión de que parecen gemidos de un ser vivo. Pero si dais algunos pasos más, notaréis que el ruido no tiene una única procedencia. Yo que vosotros me andaría con ojo e intentaría encontrar el lugar de donde vienen esas voces.
Por cierto, a parte del escuadrón marino, lleváis a cuatro gyojins más, son el dueño del bar, dos camareras y la sirena que anda detrás del rubito. Los cuatro parecen bastante desorientados y no tienen ni idea de qué hacer. Alguno incluso tiembla de miedo.
------------------
Mientras tanto, fuera del bar, Alviss está completamente borracho y tirado sobre el suelo, pero por alguna extraña razón ha depositado sus últimas fuerzas en agarrar una litrona y, pese a que se la intentan quitar, es algo imposible. Parece pegada a su mano y ser una extensión más de su cuerpo.
Nailah, esa pastilla que te has tomado empieza a hacer un ligero acto de presencia. Te notas cómoda hablando, incluso te apetece hacerlo más que de costumbre. Eres feliz y no tienes ninguna preocupación. De hecho, es posible que aunque toda tu banda se muera en las próximas dos horas, te rías y le veas el lado positivo -aunque quizá la pastilla no tenga nada que ver en esto-. Tras quince minutos en esta situación, notarás que llegas al cúlmen del éxtasis. Tu rostro dibujará una constante e inamovible sonrisa y te sentirás hiperactiva. No podrás dormir ni dejar de hablar o moverte. Querías diversión y tienes diversión. Eso sí, no te hará falta nadie para pasártelo bien. Decides salir del bar y bailar donde el resto de tus compañeros hablan y beben.
Luka y Zane, conversáis sobre vuestros dos años entrenando y metéis con calzador alguna que otra batallita de años atrás. Spaner está escuchando cerca y quizá también aporte algo. Os encontráis bastante ajenos a lo demás, en vuestro mundo de ilusión e historias pasadas. Hasta que ocurre el tema de la raíz que surge de la nada. Os sorprende, claro. Puede que incluso penséis que es una ilusión fruto del alcohol o las drogas. Pero no… Es cien por cien real, no fake.
- Grupos:
- Alviss - Zane - Nailah - Spaner - Luka
- Nox - Therax - Kath - Marc - Escuadrón marino
***
La extraña sensación de volver a casa pasaba por ver a Tom, pero éste parecía no estar por la labor de mostrarse por ahora. El tiburón bebía uno de sus rones favoritos; La orca. Lo había echado de menos, quizá demasiado.
El gyojin tanteaba con sus dedos índice y pulgar una de las pastillas que el hermano de Bryan le había dado, la de color beige, con la cual tendría un subidón en cuestión de segundos y el cual, según las últimas ocasiones, le había durado horas y horas. Sin embargo, la principal contra de dicha sustancia era el bajón que venía después, en el cual, el habitante del mar tendría una terrible depresión que quizá conllevara terribles consecuencias. Sin embargo, Luka se decidió por guardársela y probarla luego.
- Pues mis dos años fueron intensos… Pasé algo más de un año aquí, entrenando con Tom y compañía -el tiburón paró unos segundos para dar un par de sorbos al ron que tenía delante-. Libré una guerra y me dí cuenta de lo importantes que sois para mí. Sois mi familia.
El tiburón se fundiría en un tierno abrazo con Zane y Spaner si estos así lo querían. La verdad es que había deseado estar junto a ellos durante gran parte de aquellos dos años, y por fín lo estaba. No habían tenido la oportunidad de ponerse al día y hablar sobre qué había ocurrido durante esos dos años, aunque algo le decía al habitante del mar que aquella conversación, de durar algo más, acabaría en el olvido entre copa y copa.
Desde su posición, Luka ojeaba a los gyojins de la zona, veía sus caras de felicidad y se sentía mejor que nunca. La isla Gyojin jamás se había caracterizado por ser demasiado amigable, incluso sus habitantes eran más serios que en cualquier otra isla. Pero todo eso había cambiado con el transcurso del tiempo. Si bien era cierto que un habitante del mar no era la alegría de la fiesta por regla general, ahora al menos se dedicaban a sonreír e intentar socializar en la medida de lo posible.
Aquél cambio en las costumbres de los habitantes de la isla hacía que Luka no pudiese evitar preguntarse por qué algún día fueron tan serios entre sí. Tenían enemigos, sí, pero debían haberse apoyado unos a otros mucho más. Unidos eran mucho más fuertes que de manera individual, y era un arma que jamás habían explotado.
Cuando el tiburón sintió que el suelo se tambaleaba, observó desde su posición y ojeando a través de la puerta como del suelo crecía una enorme raíz que se llevaba a sus compañeros. ¿Qué cojones ocurría?
- Atrás, ¡atrás todos! -gritó a la par que se lanzaba al suelo.
Aquello que brotaba del interior de la isla era el árbol sagrado; el Stramonium. Luka solo lo había visto una vez en su vida, y fue hacía ya veinte años atrás, durante una celebración nacional. El árbol hizo acto de presencia y se llevó al rey de la isla. Jamás se volvió a saber nada de él.
- ¡Que nadie ataque a ese árbol! -gritó intentando que sus compañeros capturados le oyesen, aunque creía que era inútil- No puede ser… Ese árbol… Ese es el árbol sagrado de la isla gyojin. Casi nadie lo ha visto nunca, pero aquél que le ataque será considerado enemigo público en esta isla. Tenemos que buscarles.
El gyojin sabía de lo complicado de la tarea. Buscarles sería como encontrar un pez en un desierto. Durante años y años los habitantes de la isla intentaron encontrar al rey Karl, sin hallar ni siquiera una simple pista. ¿Dónde diantres acabarían sus compañeros?
El habitante del mar hizo un rápido recuento y se dió cuenta que aquellos que faltaban eran Nox, Therax, Katharina, Marc y el escuadrón marino, así como el dueño del bar. Seguro que había más gente allí, pero el tiburón no tenía constancia de ello.
Cuando Luka se disponía a hablar, se quedó pasmado viendo a Nailah bailar. ¿Acaso no le importaba lo más mínimo el resto de la tripulación? Entonces reparó en las pastillas que le había dado, y pensó que quizá le debía haber dado algún consejo al respecto. De todos modos, Luka sabía tratar con drogadictos amateur, como aparentaba ser la nueva nakama del grupo.
- Nailah, haré de tí una drogadicta profesional, alguien que consuma pastillas como galletas, que sea capaz de alterar su estado anímico tomándose una píldora. Pero por ahora… Necesito que nos ayudes, será una aventura sin igual, con dragones, sirenas y alcohol. ¿¿Quién me va a ayudar??
Aquél absurdo discurso buscaba que, en el interior de la pirata, surgiese una gran liberación de emociones y cambiase ligeramente el chip para, de la manera en la que le guiasen, liberar toda esa adrenalina y favorecer lo que fuese que tuvieran que hacer para encontrar a sus nakamas.
Luka cogió su den den mushi e intentó llamar a Therax, pero por alguna extraña razón no daba llamada. ¿Dónde estarían?
- Zane, Spaner -comentó dirigiéndose a su capitán y a su segundo al mando con el semblante serio-, ese árbol significa mucho más que nada de lo que hay en esta isla para mi pueblo, y se hace ver cada muchos años. Yo solo lo ví una vez, y se llevó al antiguo rey de la isla -el tiburón se acercó a la puerta del bar mientras empezaba a perder la esperanza en encontrar una salida-. Y jamás volvimos a saber de él. Ha pasado como entonces, del túnel que la raíz ha creado no hay ni huella. No sé cómo podemos seguir su rastro… Pero solo os pido que lo uséis las armas... ¿Se os ocurre algo?
¿Katharina? ¿Acaso su nombre no era Selene? Therax apretó la mano de la chica, tratando de discernir cuál era su nombre real y si le estaba gastando alguna especie de broma. No parecía que fuera así, hecho que inquietó al domador. ¿Tenía razón Luka al desconfiar de ella? No lo sabía, aunque debía admitir que se había implicado como la que más en la batalla que había tenido lugar en Sabaody.
Fuera como fuere, no era el momento de decidir algo tan importante como aquello. Ya lo comentaría con Zane y Spanner con más tranquilidad cuando tuviese ocasión. Soltó la mano de Katharina, reparando en lo que sucedía alrededor. La situación comenzaba a desmadrarse. Muchos bebían y el alcohol comenzaba a nublarles el juicio. Otros, seguramente gracias a Luka, actuaban como si su conciencia hubiese sido transportada a otra dimensión.
-Me siento raro aq... -comenzó a decir Therax, pero fue interrumpido por la estampida del escuadrón marino, que llevaba al semigigante en volandas mientras le vitoreaban. ¿Qué demonios habría hecho? A saber, pero con toda seguridad no sería nada bueno. Suspiró levemente, dando un nuevo trago y preguntándose cuánto tiempo pasarían allí. No es que quisiera marcharse ya, pero debía reconocer que la incertidumbre le causaba una gran inquietud. ¿Qué podía depararles una isla situada en el fondo del mar, poblada por seres que, a fin de cuentas, se encontraban a medio camino entre los seres humanos y los peces?
Alzó de nuevo la vista, percibiendo cómo alguien se acercaba a él. Una figura se contoneaba torpemente al tiempo que se aproximaba, dando pasos lentos que pretendían ser sugerentes. El rubio alzó una ceja, pero, cuando se disponía a preguntarle a Katharina -si es que aquél era realmente su nombre- acerca de lo que veían sus ojos, algo raro sucedió.
El suelo desapareció bajo sus pies, lo cual, por desgracia, era una sensación demasiado familiar para el espadachín. Eso no impidió que se sorprendiese, mas cuando se dispuso a reaccionar y ponerse en guardia para enfrentarse a quien fuera, comprobó que era incapaz. Era una sensación similar al estado de duermevela propio del despertar; era consciente de cuanto sucedía, pero se percibía carente de fuerzas o ánimo.
Una gruesa raíz se enroscó en torno a su torso, atrapando a otros de sus compañeros antes de hacerles desaparecer en las profundidades de la tierra. Todo estaba oscuro a su alrededor, pero notaba perfectamente cómo se desplazaban a una velocidad considerable hacia algún lugar desconocido. ¿Qué demonios estaba pasando allí? ¿Por qué apenas era capaz de moverse? No podía permitirse permanecer en ese estado más tiempo, pues no podría protegerse a él ni a los demás frente a la indudable amenaza.
Aterrizó sobre una superficie blanda aunque compacta. ¿Una playa? El contenido de su boca así lo indicaba. Escupió varias veces mientras se levantaba, mas no fue capaz de expulsar la totalidad de los minúsculos granos, que provocaron que sus dientes chirriasen al chocar unos con otros.
¿Dónde demonios estaban? El escuadrón marino, Katharina, Nox, Marc y otros gyojines más se encontraban en la zona. ¿Por qué ellos y no otros? Todo era demasiado extraño. Además, por si no fuera suficiente, un agudo sonido llegaba hasta sus oídos desde diferentes direcciones. Dedicó unos segundos a analizar a sus involuntarios compañeros. El dueño del bar en el que habían estado, así como otros moradores de las profundidades, se mostraban asustados. Aquello podría ser un problema. Sin decir nada, dirigió un rápido vistazo a los integrantes del escuadrón marino. Esperaba que entendiesen sus intenciones y se diesen cuenta de que, en aquella situación, ellos eran los más indicados para tranquilizar a los más nerviosos.
-Ese sonido no me gusta nada -dijo en voz alta unos instantes después, cuando todos se hubieron repuesto de la caída y la confusión-, y no me gusta nada la idea de pasar de él. -Tanteó la empuñadura de Yuki-onna, esforzándose por distinguir cuál de las procedencias parecía más cercana.
Una vez lo hiciera sugeriría a los demás ir en esa dirección. Cuanto antes resolvieran la incógnita de qué era la criatura -o las criaturas- que producían ese sonido, antes podrían decidir cuál debía ser el siguiente paso de cara a salir de la situación en la que se encontraban.
-No me gusta este sitio, chico -dijo de repente "H" en su interior. Estaba inquieto, Therax podía percibirlo. No era simple nerviosismo, no, era algo más. Algo bullía en su interior y no era una sensación agradable para el ave ni para el rubio.
Fuera como fuere, no era el momento de decidir algo tan importante como aquello. Ya lo comentaría con Zane y Spanner con más tranquilidad cuando tuviese ocasión. Soltó la mano de Katharina, reparando en lo que sucedía alrededor. La situación comenzaba a desmadrarse. Muchos bebían y el alcohol comenzaba a nublarles el juicio. Otros, seguramente gracias a Luka, actuaban como si su conciencia hubiese sido transportada a otra dimensión.
-Me siento raro aq... -comenzó a decir Therax, pero fue interrumpido por la estampida del escuadrón marino, que llevaba al semigigante en volandas mientras le vitoreaban. ¿Qué demonios habría hecho? A saber, pero con toda seguridad no sería nada bueno. Suspiró levemente, dando un nuevo trago y preguntándose cuánto tiempo pasarían allí. No es que quisiera marcharse ya, pero debía reconocer que la incertidumbre le causaba una gran inquietud. ¿Qué podía depararles una isla situada en el fondo del mar, poblada por seres que, a fin de cuentas, se encontraban a medio camino entre los seres humanos y los peces?
Alzó de nuevo la vista, percibiendo cómo alguien se acercaba a él. Una figura se contoneaba torpemente al tiempo que se aproximaba, dando pasos lentos que pretendían ser sugerentes. El rubio alzó una ceja, pero, cuando se disponía a preguntarle a Katharina -si es que aquél era realmente su nombre- acerca de lo que veían sus ojos, algo raro sucedió.
El suelo desapareció bajo sus pies, lo cual, por desgracia, era una sensación demasiado familiar para el espadachín. Eso no impidió que se sorprendiese, mas cuando se dispuso a reaccionar y ponerse en guardia para enfrentarse a quien fuera, comprobó que era incapaz. Era una sensación similar al estado de duermevela propio del despertar; era consciente de cuanto sucedía, pero se percibía carente de fuerzas o ánimo.
Una gruesa raíz se enroscó en torno a su torso, atrapando a otros de sus compañeros antes de hacerles desaparecer en las profundidades de la tierra. Todo estaba oscuro a su alrededor, pero notaba perfectamente cómo se desplazaban a una velocidad considerable hacia algún lugar desconocido. ¿Qué demonios estaba pasando allí? ¿Por qué apenas era capaz de moverse? No podía permitirse permanecer en ese estado más tiempo, pues no podría protegerse a él ni a los demás frente a la indudable amenaza.
Aterrizó sobre una superficie blanda aunque compacta. ¿Una playa? El contenido de su boca así lo indicaba. Escupió varias veces mientras se levantaba, mas no fue capaz de expulsar la totalidad de los minúsculos granos, que provocaron que sus dientes chirriasen al chocar unos con otros.
¿Dónde demonios estaban? El escuadrón marino, Katharina, Nox, Marc y otros gyojines más se encontraban en la zona. ¿Por qué ellos y no otros? Todo era demasiado extraño. Además, por si no fuera suficiente, un agudo sonido llegaba hasta sus oídos desde diferentes direcciones. Dedicó unos segundos a analizar a sus involuntarios compañeros. El dueño del bar en el que habían estado, así como otros moradores de las profundidades, se mostraban asustados. Aquello podría ser un problema. Sin decir nada, dirigió un rápido vistazo a los integrantes del escuadrón marino. Esperaba que entendiesen sus intenciones y se diesen cuenta de que, en aquella situación, ellos eran los más indicados para tranquilizar a los más nerviosos.
-Ese sonido no me gusta nada -dijo en voz alta unos instantes después, cuando todos se hubieron repuesto de la caída y la confusión-, y no me gusta nada la idea de pasar de él. -Tanteó la empuñadura de Yuki-onna, esforzándose por distinguir cuál de las procedencias parecía más cercana.
Una vez lo hiciera sugeriría a los demás ir en esa dirección. Cuanto antes resolvieran la incógnita de qué era la criatura -o las criaturas- que producían ese sonido, antes podrían decidir cuál debía ser el siguiente paso de cara a salir de la situación en la que se encontraban.
-No me gusta este sitio, chico -dijo de repente "H" en su interior. Estaba inquieto, Therax podía percibirlo. No era simple nerviosismo, no, era algo más. Algo bullía en su interior y no era una sensación agradable para el ave ni para el rubio.
Noximilien
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La fiesta de las droguis empezaba a intensificarse entre sus consumidores. Nailah empezaba a moverse de forma errática, como un mapache con un litro de café del intenso entre pecho y espalda, mientras que otros como a Marc, el semigigante, era aupado por el escuadrón marino por un tipo de estupefaciente con sabor a queso. “Sabor a queso, que genio. Todo es mejor con queso” pensaba Nox, que se limitaba a consumir alcohol a pesar de las críticas que recibía de sus compañeros más jóvenes, enérgicos y con más ganas de experimentar cosas que les dejarían poco despejados durante un par de horas, o incluso días.
Empezó a notar que algo malo se movía bajo sus pies, dado a que a diferencia de los demás festivos Arashi él estaba atento a la posible llamada de los problemas. Cuando el suelo se derrumbó, Nox salto buscando agarrarse a alguna pared o techo pero una raíz le engancho de la pierna. Con la inercia frenada a cero, el enmascarado cayo de bruces contra el suelo que quedaba. Desenfundo su espada y la clavo contra el suelo para hacer ralentizar la raíz de su tirón, aunque de los dos, era la planta tenia ventaja. Finalmente cuando el agujero casi le había terminado de tragárselo, asomo la cabeza.
- Corred insensatos –pudo pronunciar antes de que la raíz se le pudiera llevar del todo.
Al caer al final, aterrizo junto al resto de los atrapados por las raíces en lo que parecía una especie de playa, o desierto, según el grado de positivismo con el que se viera.
- Tampoco me gusta ese lamento que suena –sin enfundar la espada que había usado antes, Uta, la cual tenía cierta similitud con la Yuki-onna de Therax excepto por el tamaño, la fue jugueteando con su mano diestra-. Esos quejidos me traen malos recuerdos.
Empezó a notar que algo malo se movía bajo sus pies, dado a que a diferencia de los demás festivos Arashi él estaba atento a la posible llamada de los problemas. Cuando el suelo se derrumbó, Nox salto buscando agarrarse a alguna pared o techo pero una raíz le engancho de la pierna. Con la inercia frenada a cero, el enmascarado cayo de bruces contra el suelo que quedaba. Desenfundo su espada y la clavo contra el suelo para hacer ralentizar la raíz de su tirón, aunque de los dos, era la planta tenia ventaja. Finalmente cuando el agujero casi le había terminado de tragárselo, asomo la cabeza.
- Corred insensatos –pudo pronunciar antes de que la raíz se le pudiera llevar del todo.
Al caer al final, aterrizo junto al resto de los atrapados por las raíces en lo que parecía una especie de playa, o desierto, según el grado de positivismo con el que se viera.
- Tampoco me gusta ese lamento que suena –sin enfundar la espada que había usado antes, Uta, la cual tenía cierta similitud con la Yuki-onna de Therax excepto por el tamaño, la fue jugueteando con su mano diestra-. Esos quejidos me traen malos recuerdos.
Katharina von Steinhell
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
No hubo demasiado tiempo para palabras, pues en primer lugar el rubio fue interrumpido por la aparición del escuadrón de gyojins. «Demasiado ruidosos», pensó la bruja. ¿Por qué tenía que acompañarles? Tal vez hubiera sido mejor idea quedarse en el barco, leyendo y descubriendo nuevos tipos de magia. Lo único que hacía allí era perder el tiempo, algo que precisamente no le sobraba. Debía volverse fuerte cuanto antes y si seguía yendo de taberna en taberna, lo único que conseguiría sería volverse alcohólica… y eso que ni siquiera bebía. Como sea, notó algo extraño en el rostro del pirata, preguntándose si siempre era así o algo extraño estaba sucediendo. Y la respuesta no tardó en llegar. Casi por arte de magia apareció del suelo un gigantesco árbol que amenazó con agarrar a todos los que estaban en el bar, incluida Katharina. La bruja inmediatamente desenfundó la Hoja de Argoria transformada en una katana, pero se sintió… débil, como si en realidad no tuviera ganas de luchar.
Escuchó las palabras del gyojin, advirtiendo al grupo para que no atacara al árbol. La hechicera no le debía lealtad ni subordinación, así que haría lo que se le diese la puta gana. Por su espíritu inquebrantable consiguió superar el sentimiento de agobio y se dispuso a cortar el puto tronco, pero fue demasiado tarde. El suelo, el bar y los piratas, desaparecieron para dar paso a un lugar inhóspito. El romper del vaivén de las olas hizo que la bruja dirigiese su mirada hacia la orilla de la playa. ¿Cómo era posible…? Es que no tenía sentido alguno. Supuestamente habían caído, entonces ¿por qué diablos había una playa bajo la taberna? Definitivamente encontraría a ese árbol y lo transformaría en un sujeto de estudio; quizá tenía propiedades mágicas como ningún otro. Por otra parte, y antes de que decidiera qué hacer, escuchó un ruido lejano. ¿Gritos? ¿Rugidos? No, no era demasiado audible. Más bien parecía una especie de súplica, un quejido. Definitivamente había algo vivo en los alrededores, una advertencia lo suficientemente clara para que Katharina activase su mantra y empuñase con firmeza su espada.
En silencio, Katharina observó a quienes le rodeaban. Junto a ella estaba Marc, el semigigante amante del queso y extrañamente amable; Therax, el rubio amante de los canes; y Nox, uno de los primeros tripulantes que se presentó ante ella. También estaba el escuadrón de gyojins y otros cuantos habitantes de la isla. Por suerte contaba con el espadachín, pues si se hablaba de la fuerza de cada uno, ni Marc ni Nox serían demasiado útiles en un combate peligroso e intenso. No le hacía ninguna gracia hacer de niñera y arriesgar su pellejo en protegerles, pero tampoco quería dejarles allí tirados. Por ahora no necesitaban hacer tontos comentarios como “no me gusta ese lamento”, sino pensar en una solución al problema. ¿A quién le gustaría ser secuestrado por un árbol y arrojado a una playa en medio de la nada?
—Necesitamos saber dónde estamos y a qué nos podemos enfrentar —sugirió la bruja—. Yo propongo que vayamos hacia el origen de los lamentos, es el único sitio que parece ser de interés. Estamos en una playa, no encontraremos mucho más.
Escuchó las palabras del gyojin, advirtiendo al grupo para que no atacara al árbol. La hechicera no le debía lealtad ni subordinación, así que haría lo que se le diese la puta gana. Por su espíritu inquebrantable consiguió superar el sentimiento de agobio y se dispuso a cortar el puto tronco, pero fue demasiado tarde. El suelo, el bar y los piratas, desaparecieron para dar paso a un lugar inhóspito. El romper del vaivén de las olas hizo que la bruja dirigiese su mirada hacia la orilla de la playa. ¿Cómo era posible…? Es que no tenía sentido alguno. Supuestamente habían caído, entonces ¿por qué diablos había una playa bajo la taberna? Definitivamente encontraría a ese árbol y lo transformaría en un sujeto de estudio; quizá tenía propiedades mágicas como ningún otro. Por otra parte, y antes de que decidiera qué hacer, escuchó un ruido lejano. ¿Gritos? ¿Rugidos? No, no era demasiado audible. Más bien parecía una especie de súplica, un quejido. Definitivamente había algo vivo en los alrededores, una advertencia lo suficientemente clara para que Katharina activase su mantra y empuñase con firmeza su espada.
En silencio, Katharina observó a quienes le rodeaban. Junto a ella estaba Marc, el semigigante amante del queso y extrañamente amable; Therax, el rubio amante de los canes; y Nox, uno de los primeros tripulantes que se presentó ante ella. También estaba el escuadrón de gyojins y otros cuantos habitantes de la isla. Por suerte contaba con el espadachín, pues si se hablaba de la fuerza de cada uno, ni Marc ni Nox serían demasiado útiles en un combate peligroso e intenso. No le hacía ninguna gracia hacer de niñera y arriesgar su pellejo en protegerles, pero tampoco quería dejarles allí tirados. Por ahora no necesitaban hacer tontos comentarios como “no me gusta ese lamento”, sino pensar en una solución al problema. ¿A quién le gustaría ser secuestrado por un árbol y arrojado a una playa en medio de la nada?
—Necesitamos saber dónde estamos y a qué nos podemos enfrentar —sugirió la bruja—. Yo propongo que vayamos hacia el origen de los lamentos, es el único sitio que parece ser de interés. Estamos en una playa, no encontraremos mucho más.
Nailah
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Las pupilas de Nailah se habían dilatado lo suficiente desde que había decidido consumir aquella píldora. Cierto era que la pirata no estaba acostumbrada a sustancias adictivas, en su adolescencia solo había conocido las consecuencias del alcohol y ahora que experimentaba nuevas sensaciones se sentía en lo más alto. Literal, se había subido a una silla encima de una mesa, la muchacha era toda una aventurera en ese sentido.
Sin embargo, aquella sensación duró poco pues al cabo de un rato abandonó la taberna a toda prisa, corriendo de un lado para otro e interrumpiendo con sus andaduras las charlas de Zane y Luka. Cuando se cansó de correr de un lado para otro empezó a bailar al ritmo de una melodía que se inventó en su cabeza. La música exótica de Arabasta resonaba en su cabeza, aunque también mezclada con las canciones típicas de la taberna de Sabaody, en donde residía el viejo Vic.
Nailah sonreía feliz, quizás sonreía tanto que parecía incluso siniestro para quien la viera en aquella situación. Todo lo demás le importaba poco en aquel momento incluso cuando unas raíces decidieron asolar el local, cogiendo a varios de sus compañeros ella siguió bailando felizmente. Dio varias vueltas sobre sí misma y gritó en voz alta aire.
-¡Therax, si no te resistes no dolerá, tienes que relajarte! - Tras eso dejó de dar vueltas y empezó a buscar en sus bolsillos -. Creo que tenía vaselina en alguna parte...
No le dio tiempo a seguir buscando nada porque Luka empezó a hablarle. Nailah no podía estarse quieta y las palabras del tritón no ayudaban en absoluto. Levantó el dedo para interrumpir al gyojin, pero esperó a que terminara su discursito sobre las aventuras épicas sin igual.
-¡Iré! ¡Esta aventura necesita una princesa que rescate a sus amigos! - Exclamó alzando a Ziraeal - Seréis mis caballeros y llegaremos hasta la victoria. ¡Derrotaremos a las malvadas raíces y comeremos perdices! Oh, sin haberlo pensado me ha salido un pareado - Rio a carcajada suelta.
Nailah intentó envainar varias veces su espada y finalmente lo consiguió. Luego miró a Zane y Spanner y parpadeó varias veces seguidas. Ya no estaba tan hiperactiva como antes, pero parecía que los efectos no conseguían pasársele tan rápido como esperaba.
Sin embargo, aquella sensación duró poco pues al cabo de un rato abandonó la taberna a toda prisa, corriendo de un lado para otro e interrumpiendo con sus andaduras las charlas de Zane y Luka. Cuando se cansó de correr de un lado para otro empezó a bailar al ritmo de una melodía que se inventó en su cabeza. La música exótica de Arabasta resonaba en su cabeza, aunque también mezclada con las canciones típicas de la taberna de Sabaody, en donde residía el viejo Vic.
Nailah sonreía feliz, quizás sonreía tanto que parecía incluso siniestro para quien la viera en aquella situación. Todo lo demás le importaba poco en aquel momento incluso cuando unas raíces decidieron asolar el local, cogiendo a varios de sus compañeros ella siguió bailando felizmente. Dio varias vueltas sobre sí misma y gritó en voz alta aire.
-¡Therax, si no te resistes no dolerá, tienes que relajarte! - Tras eso dejó de dar vueltas y empezó a buscar en sus bolsillos -. Creo que tenía vaselina en alguna parte...
No le dio tiempo a seguir buscando nada porque Luka empezó a hablarle. Nailah no podía estarse quieta y las palabras del tritón no ayudaban en absoluto. Levantó el dedo para interrumpir al gyojin, pero esperó a que terminara su discursito sobre las aventuras épicas sin igual.
-¡Iré! ¡Esta aventura necesita una princesa que rescate a sus amigos! - Exclamó alzando a Ziraeal - Seréis mis caballeros y llegaremos hasta la victoria. ¡Derrotaremos a las malvadas raíces y comeremos perdices! Oh, sin haberlo pensado me ha salido un pareado - Rio a carcajada suelta.
Nailah intentó envainar varias veces su espada y finalmente lo consiguió. Luego miró a Zane y Spanner y parpadeó varias veces seguidas. Ya no estaba tan hiperactiva como antes, pero parecía que los efectos no conseguían pasársele tan rápido como esperaba.
Marc Kiedis
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La fiesta había alcanzado su punto álgido, y estaba llegando ya al nivel de las mundialmente famosas juergas de los Arashi. Y, por supuesto, el experimento de Marc estaba contribuyendo a ello de forma importante. En particular los miembros del escuadrón marino se mostraron enormemente interesados en probar el queso con propiedades estupefacientes que el semigigante estaba tratando de crear.
El manejo de la composición del queso era algo complicado, y más aún estando medianamente ebrio como en aquel momento, pero Marc no pensaba darse por vencido. Aquella idea era muy prometedora, y merecía la pena esforzarse por llevarla a cabo. Sus primeros intentos no tuvieron excesivo éxito, pero tras tres o cuatro pruebas fallidas los pedazos de queso que tanto él mismo como varios de sus compañeros ingerían comenzaron a provocar en ellos ciertos efectos.
El principal era un incontenible estado de euforia. Ocurriese lo que ocurriese, todo le parecía tremendamente hilarante. Desde los desacompasados gritos de los miembros del escuadrón marino a la aparente calma con la que Nox miraba a su alrededor. Unido a eso, el grandullón comenzó a experimentar una gran relajación, como si en el fondo de su ser supiese a ciencia cierta que nada malo podía pasarle.
Cuando se quiso dar cuenta, estaba siendo llevado en volandas por Bak y sus compañeros, quienes estaban encantados con el nuevo invento culinario del cocinero. Las risas se sucedían, cuando de repente algo extraño ocurrió.
Lo que parecían unas ¿ramas?, ¿raíces? enormes comenzaron a brotar del suelo por todo el bar y a atrapar a todos los allí presentes. Apenas unos instantes después, ya no se encontraban en el establecimiento, sino que caían hacia aparentemente ninguna parte arrastrados por aquella extraña vegetación. Por algún extraño motivo, pese a ser completamente incapaz de mover un solo músculo, a Marc todo aquello le parecía enormemente gracioso. Lágrimas de risa brotaban sin para de sus ojos mientras era transportado hacia quién sabía dónde. Pero, al fin y al cabo, ¿qué más daba? Acabasen donde acabasen estarían bien.
De pronto, su viaje se detuvo. Cuando miró a su alrededor, el grandullón pudo observar que se encontraban en lo que daba la sensación de ser una paradisíaca playa. Despreocupado, el cocinero miró a sus compañeros mientras se tumbaba a disfrutar del paisaje. Con una plácida expresión de felicidad y despreocupación en el rostro, creó otro trozo más de queso y lo ofreció a sus amigos y a los pocos habitantes de la isla que habían acabado allí junto a ellos:
- ¿Alguien quiere un aperitivo?
Acto seguido, fabricó otro pequeño trozo para sí mismo y lo devoró con fruición. Parecía que el hambre incontenible era otro de los efectos secundarios del nuevo producto que acababa de crear. Resultaba gracioso, la verdad.
A diferencia de él, sus compañeros parecían ligeramente preocupados. Therax, siempre ojo avizor, les alertó sobre un extraño sonido que se escuchaba en la lejanía sin quitar la mano de su espada. Nox hizo lo mismo, y la bruja parecía observar todo con desconfianza.
- No os preocupéis amigos, estamos en una isla genial donde la gente es muy simpática, ¡y encima hemos acabado en la playa! Relajaos y aprovechad para disfrutar de ella, que ya habrá tiempo para preocuparnos.
El manejo de la composición del queso era algo complicado, y más aún estando medianamente ebrio como en aquel momento, pero Marc no pensaba darse por vencido. Aquella idea era muy prometedora, y merecía la pena esforzarse por llevarla a cabo. Sus primeros intentos no tuvieron excesivo éxito, pero tras tres o cuatro pruebas fallidas los pedazos de queso que tanto él mismo como varios de sus compañeros ingerían comenzaron a provocar en ellos ciertos efectos.
El principal era un incontenible estado de euforia. Ocurriese lo que ocurriese, todo le parecía tremendamente hilarante. Desde los desacompasados gritos de los miembros del escuadrón marino a la aparente calma con la que Nox miraba a su alrededor. Unido a eso, el grandullón comenzó a experimentar una gran relajación, como si en el fondo de su ser supiese a ciencia cierta que nada malo podía pasarle.
Cuando se quiso dar cuenta, estaba siendo llevado en volandas por Bak y sus compañeros, quienes estaban encantados con el nuevo invento culinario del cocinero. Las risas se sucedían, cuando de repente algo extraño ocurrió.
Lo que parecían unas ¿ramas?, ¿raíces? enormes comenzaron a brotar del suelo por todo el bar y a atrapar a todos los allí presentes. Apenas unos instantes después, ya no se encontraban en el establecimiento, sino que caían hacia aparentemente ninguna parte arrastrados por aquella extraña vegetación. Por algún extraño motivo, pese a ser completamente incapaz de mover un solo músculo, a Marc todo aquello le parecía enormemente gracioso. Lágrimas de risa brotaban sin para de sus ojos mientras era transportado hacia quién sabía dónde. Pero, al fin y al cabo, ¿qué más daba? Acabasen donde acabasen estarían bien.
De pronto, su viaje se detuvo. Cuando miró a su alrededor, el grandullón pudo observar que se encontraban en lo que daba la sensación de ser una paradisíaca playa. Despreocupado, el cocinero miró a sus compañeros mientras se tumbaba a disfrutar del paisaje. Con una plácida expresión de felicidad y despreocupación en el rostro, creó otro trozo más de queso y lo ofreció a sus amigos y a los pocos habitantes de la isla que habían acabado allí junto a ellos:
- ¿Alguien quiere un aperitivo?
Acto seguido, fabricó otro pequeño trozo para sí mismo y lo devoró con fruición. Parecía que el hambre incontenible era otro de los efectos secundarios del nuevo producto que acababa de crear. Resultaba gracioso, la verdad.
A diferencia de él, sus compañeros parecían ligeramente preocupados. Therax, siempre ojo avizor, les alertó sobre un extraño sonido que se escuchaba en la lejanía sin quitar la mano de su espada. Nox hizo lo mismo, y la bruja parecía observar todo con desconfianza.
- No os preocupéis amigos, estamos en una isla genial donde la gente es muy simpática, ¡y encima hemos acabado en la playa! Relajaos y aprovechad para disfrutar de ella, que ya habrá tiempo para preocuparnos.
Colores vivos y otros más apagados. Distintas tonalidades de verde, azul, rojo, amarillo, naranja, gris metalizado, magenta, rosa fosforito, blanco hueso, todo mezclado creando ondas y formas extravagantes que me hacían estar confuso y con ganas de vomitar. Sin embargo, el estado de embriaguez y felicidad que también sentía en mi cuerpo era algo que me gustaba. Todo me hacía gracia, desde un eructo de Luka hasta un comentario borde de Spanner, pasando por una regañina de Nox. Me encontraba muy a gusto.
-¡Joder! Ahora tiene sentido lo de la estatua -comenté, antes de ser abrazado por el pez.
La siguiente historia fue la mía, mis veinte meses repletos de entrenamiento, jolgorio y exámenes continuos de conducta por parte de mi abuelo. De como pasé de ser un pirata que iba como pollo sin cabeza a tomar el sendero de la espada para convertirme en un samurái.
-Y así es como acabé formando parte del shinsengumi de Wano, ¿quien lo iba a decir verdad? -les pregunté, notando como algo se aproximaba desde el subsuelo.
Antes de que Luka nos avisara, yo ya estaba de pie, con las alas extendidas y mi katana en ristre. Fue entonces cuando algo emergió a gran velocidad. Aquello no parecía tener vida, pero la velocidad en la que cotaba el viento a medida que crecía me dejo ver lo que era, se trataba de una especie de planta marina. Mi primer instinto fue desenvainar y concentrar todo mi poder en la hoja de mi arma para cortarlo en dos, pero mi oficial de cubierta se interpuso.
-Está bien -dije, enfundando mi katana-. No cortaré el árbol.
A pesar de que me había prometido no quitarme la venda para no sucumbir a la tentación de los ángeles marinos que eran las sirenas, me quité el trapo que cubría mis ojos y lo guardé en mi bolsillo. Mis pupilas estaban muy dilatadas y no me encontraba en mi mejor momento físico y mental, pero algo teníamos que hacer. Allí nos encontrábamos Luka, Spanner, Nailah y Alviss. Éste último parecía que había sucumbido a las drogas de Luka, así que le cogí y le dejé durmiendo apoyado sobre una extraña planta de color anaranjado. Cuando volví, Nailah se había autoproclamado líder de la expedición de rescate y comencé a reír.
-¿Y como planeas bajar ahí, Nai? -pregunté, cruzándome de brazos-. Yo la opción más viable que veo es que os enganchéis de mí y yo os bajo volando, ¿os parece?
Mi mirada se desvió hacia Spanner, él solía ser siempre el de las buenas ideas, quien siempre le daba un toque de cordura a mi locura, quien ponía los puntos sobre las íes en mis planes descabellados. ¿Tendría algo que decir al respecto? En ese momento esperaba que sí.
-¡Joder! Ahora tiene sentido lo de la estatua -comenté, antes de ser abrazado por el pez.
La siguiente historia fue la mía, mis veinte meses repletos de entrenamiento, jolgorio y exámenes continuos de conducta por parte de mi abuelo. De como pasé de ser un pirata que iba como pollo sin cabeza a tomar el sendero de la espada para convertirme en un samurái.
-Y así es como acabé formando parte del shinsengumi de Wano, ¿quien lo iba a decir verdad? -les pregunté, notando como algo se aproximaba desde el subsuelo.
Antes de que Luka nos avisara, yo ya estaba de pie, con las alas extendidas y mi katana en ristre. Fue entonces cuando algo emergió a gran velocidad. Aquello no parecía tener vida, pero la velocidad en la que cotaba el viento a medida que crecía me dejo ver lo que era, se trataba de una especie de planta marina. Mi primer instinto fue desenvainar y concentrar todo mi poder en la hoja de mi arma para cortarlo en dos, pero mi oficial de cubierta se interpuso.
-Está bien -dije, enfundando mi katana-. No cortaré el árbol.
A pesar de que me había prometido no quitarme la venda para no sucumbir a la tentación de los ángeles marinos que eran las sirenas, me quité el trapo que cubría mis ojos y lo guardé en mi bolsillo. Mis pupilas estaban muy dilatadas y no me encontraba en mi mejor momento físico y mental, pero algo teníamos que hacer. Allí nos encontrábamos Luka, Spanner, Nailah y Alviss. Éste último parecía que había sucumbido a las drogas de Luka, así que le cogí y le dejé durmiendo apoyado sobre una extraña planta de color anaranjado. Cuando volví, Nailah se había autoproclamado líder de la expedición de rescate y comencé a reír.
-¿Y como planeas bajar ahí, Nai? -pregunté, cruzándome de brazos-. Yo la opción más viable que veo es que os enganchéis de mí y yo os bajo volando, ¿os parece?
Mi mirada se desvió hacia Spanner, él solía ser siempre el de las buenas ideas, quien siempre le daba un toque de cordura a mi locura, quien ponía los puntos sobre las íes en mis planes descabellados. ¿Tendría algo que decir al respecto? En ese momento esperaba que sí.
Luka Rooney
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Los Arashi disfrutan de los buenos licores de la isla Gyojin, así como de sus drogas más comunes. Juntos continúan contando sus batallitas, absortos en una ilusión propia del alcohol y el resto de sustancias.
Sin embargo, antes de querer siquiera moverse, el grupo A, compuesto por Therax, Katharina, Nox, Marc, el escuadrón marino y un par de gyojins más, se ve atrapado por un extraño árbol.
Pronto tanto Luka como el resto de habitantes del mar reconocen a la planta como el árbol sagrado de la isla y piden que no se dañe.
El grupo B, compuesto por Zane, Spanner, Luka y Nailah, deciden pensar un plan a seguir. El capitán de los Arashi propone descender por donde la planta ha brotado. Sin embargo, parece no haberse dado cuenta de que el rastro dejado por la planta ha desaparecido. Donde antes había un socavón de un tamaño considerable, ahora solo hay suelo.
Zane comenzó a contar al tiburón cómo habían sido sus dos años. Habían estado repletos de aventuras, y el capitán de los Arashi había aprendido un montón de técnicas y habilidades que, sin duda, le valdrían para mantenerse a salvo tanto a él, como al resto de su banda.
- Estoy ansioso por ver cuán fuerte te has vuelto, capitán -comentó el gyojin con una sincera sonrisa-. Pero espero que eso tenga que esperar.
Cuando parecía haber acabado de hablar y la raíz había actuado, el tiburón salió corriendo hacia la zona afectada. Palpó el terreno, comprobó el lugar donde debía haber un agujero e intentó escuchar a través de él. Pero no, nada parecía indicar lo que había pasado hacía unos segundos.
Todo estaba sucediendo a una velocidad en la que era difícil de asimilar los sucesos. El habitante del mar se encontraba bastante bloqueado, sin saber qué hacer. Y entonces, apareció él. Su mentor, el hombre que siempre le había ayudado en todo momento. Del que solo podía decir cosas buenas; Tom.
-¡Tom! Sí, esta es parte de mi banda, pero no hay tiempo para presentaciones -comentó el tiburón casi abrumado por la situación-. Necesitamos tu ayuda, el árbol sagrado ha vuelto a aparecer y se ha llevado a la mitad de la banda
-¿El árbol sagrado? No puede ser… Ya conoces la única manera de liberar a tus amigos.
-No te preocupes por eso ahora, llévanos hasta la zona, por favor.
-Está bien, seguidme.
Justo antes de partir, Luka dejó a Alviss, al que Zane anteriormente había apoyado sobre una planta de un alegre color, al cargo de un par de sirenas que aún seguían en shock.
El viejo Tom salió corriendo hacia algún lugar, y Luka le siguió de cerca. Intentó presentar a cada uno de sus compañeros mientras corrían, aunque quizá alguno no le escuchase.
-Este de aquí es mi capitán, Zane D. Kenshin. Seguro que has oído algo de él más allá de lo que yo te he contado.
-Algo he oído, sí. Encantado, señor Kenshin.
-Y este de aquí es Spanner, el segundo de la banda. Es algo más callado que los demás, pero es el listo del grupo.
-Encantado, Spanner.
-Y está de aquí es nuestro último fichaje. Está hasta arriba de la píldora anímica, así que ten eso en cuenta antes de creer que has ligado -comentó aquello último en una voz bastante más baja que el resto-. Su nombre es Nailah.
-Encantado, Nailah. Luce usted preciosa.
Poco a poco, el grupo de piratas se fue acercando al dojo, el cual podía verse desde la lejanía. Tenía un acabado único, su tejado con forma de cono que ensalzaba las siluetas que había en su borde. Gyojins, sirenas y tritones en poses bélicas que solían sorprender a aquél que los veía por primera vez.
-Este es el dojo donde di y recibí mis primeros golpes. Aquí he hecho llorar a más de un niño.
-Será que tú llorabas poco…
-Porque era muy empático, y al hacer daño a otros niños lloraba.
-Ya… ya…
Y, finalmente y tras pasar cerca del dojo, Tom les invitó a entrar en lo que parecía ser su destino.
-Aquí es donde se accede al lugar sagrado. Solo hay cinco llaves, y yo tengo una. Pero… no solo basta una llave para entrar. Un humano puro, cuyas convenciones vayan más allá de las razas y los estereotipos, deberá en un determinado momento, demostrar su valía para que el grupo pueda avanzar.
- O eso dice la leyenda -comentó Luka acercándose a Tom-. Nunca ningún gyojin ha entrado aquí. O al menos no ha vuelto a salir. Permanezcamos juntos, chicos.
Tom metió la llave en la cerradura y, tras girarla lentamente y oír un chasquido, la puerta se abrió. Era una puerta de piedra que podía pesar fácilmente más de veinte toneladas. Se movía lentamente, tanto que transcurrieron treinta segundos hasta que se abrió por completo.
Dentro, la luz brillaba por su ausencia, y el olor era fuerte, pero no desagradable. Predominaba el aroma a hierbas, similar al cesped recién cortado. Tras agudizar un poco el oído, el tiburón pudo escuchar una especie de río.
- Esperad, iré a por una linterna -dijo Tom mientras se giraba
- Espera, quizá Zane nos pueda ayudar en eso. ¿Serías tan amable, capitán?
Si Zane era capaz de crear fuego, descenderían hacia donde quiera que la escalera de piedra les llevase. Deberían ir con cuidado, eso seguro.
Sin embargo, antes de querer siquiera moverse, el grupo A, compuesto por Therax, Katharina, Nox, Marc, el escuadrón marino y un par de gyojins más, se ve atrapado por un extraño árbol.
Pronto tanto Luka como el resto de habitantes del mar reconocen a la planta como el árbol sagrado de la isla y piden que no se dañe.
El grupo B, compuesto por Zane, Spanner, Luka y Nailah, deciden pensar un plan a seguir. El capitán de los Arashi propone descender por donde la planta ha brotado. Sin embargo, parece no haberse dado cuenta de que el rastro dejado por la planta ha desaparecido. Donde antes había un socavón de un tamaño considerable, ahora solo hay suelo.
- Grupo A:
Una vez habéis descendido por completo y avistáis lo que parece ser una playa… Notáis que las voces parecen estar cambiando de sitio constantemente. Sin embargo, si os concentráis mucho, quizá os deis cuenta que, por alguna razón, el sonido rebota en la zona cercana a la playa. Es como si hubiese paredes donde no las hay. Qué raro…
De repente, empiezan a brotar raíces del suelo que desaparecen rápidamente si no tocan nada o a nadie. Debéis tener cuidado, si una raíz os atrapa, eliminará vuestra voluntad de moveros. Si las intentáis cortar, debéis ser sumamente rápidos, pues desaparecen casi al instante. Aunque quizá no tenga sentido cortarlas una a una, parecen decenas de ellas.
Si avanzáis lo suficiente, veréis una enorme caseta de piedra cuya puerta de madera -bastante pequeña por cierto, parece que Marc por ahí no podrá entrar, y el resto lo tendréis que hacer a gatas-, parece invitaros a entrar.
- Grupo B:
Con el resto de Arashis lejos de vosotros, no tenéis, a priori, manera de saber en qué punto en concreto están. Puede que estén a cincuenta, doscientos, mil o veinte mil metros de profundidad.
Si examináis de nuevo el terreno, os daréis cuenta que no hay ninguna marca por donde la raíz creció. No ha dejado ninguna huella ni signo de haber pasado absolutamente nada. Si palpáis el terreno o lo golpeáis para ver si está hueco, no notaréis nada raro.
El sol se está empezando a ocultar, y con ello el clima cambia drásticamente a uno más frío.
Entonces, alguien aparece de la nada y se acerca a vosotros.
-Vaya vaya, así que esta es tu banda, Luka.
***
Zane comenzó a contar al tiburón cómo habían sido sus dos años. Habían estado repletos de aventuras, y el capitán de los Arashi había aprendido un montón de técnicas y habilidades que, sin duda, le valdrían para mantenerse a salvo tanto a él, como al resto de su banda.
- Estoy ansioso por ver cuán fuerte te has vuelto, capitán -comentó el gyojin con una sincera sonrisa-. Pero espero que eso tenga que esperar.
Cuando parecía haber acabado de hablar y la raíz había actuado, el tiburón salió corriendo hacia la zona afectada. Palpó el terreno, comprobó el lugar donde debía haber un agujero e intentó escuchar a través de él. Pero no, nada parecía indicar lo que había pasado hacía unos segundos.
Todo estaba sucediendo a una velocidad en la que era difícil de asimilar los sucesos. El habitante del mar se encontraba bastante bloqueado, sin saber qué hacer. Y entonces, apareció él. Su mentor, el hombre que siempre le había ayudado en todo momento. Del que solo podía decir cosas buenas; Tom.
-¡Tom! Sí, esta es parte de mi banda, pero no hay tiempo para presentaciones -comentó el tiburón casi abrumado por la situación-. Necesitamos tu ayuda, el árbol sagrado ha vuelto a aparecer y se ha llevado a la mitad de la banda
-¿El árbol sagrado? No puede ser… Ya conoces la única manera de liberar a tus amigos.
-No te preocupes por eso ahora, llévanos hasta la zona, por favor.
-Está bien, seguidme.
Justo antes de partir, Luka dejó a Alviss, al que Zane anteriormente había apoyado sobre una planta de un alegre color, al cargo de un par de sirenas que aún seguían en shock.
El viejo Tom salió corriendo hacia algún lugar, y Luka le siguió de cerca. Intentó presentar a cada uno de sus compañeros mientras corrían, aunque quizá alguno no le escuchase.
-Este de aquí es mi capitán, Zane D. Kenshin. Seguro que has oído algo de él más allá de lo que yo te he contado.
-Algo he oído, sí. Encantado, señor Kenshin.
-Y este de aquí es Spanner, el segundo de la banda. Es algo más callado que los demás, pero es el listo del grupo.
-Encantado, Spanner.
-Y está de aquí es nuestro último fichaje. Está hasta arriba de la píldora anímica, así que ten eso en cuenta antes de creer que has ligado -comentó aquello último en una voz bastante más baja que el resto-. Su nombre es Nailah.
-Encantado, Nailah. Luce usted preciosa.
Poco a poco, el grupo de piratas se fue acercando al dojo, el cual podía verse desde la lejanía. Tenía un acabado único, su tejado con forma de cono que ensalzaba las siluetas que había en su borde. Gyojins, sirenas y tritones en poses bélicas que solían sorprender a aquél que los veía por primera vez.
-Este es el dojo donde di y recibí mis primeros golpes. Aquí he hecho llorar a más de un niño.
-Será que tú llorabas poco…
-Porque era muy empático, y al hacer daño a otros niños lloraba.
-Ya… ya…
Y, finalmente y tras pasar cerca del dojo, Tom les invitó a entrar en lo que parecía ser su destino.
-Aquí es donde se accede al lugar sagrado. Solo hay cinco llaves, y yo tengo una. Pero… no solo basta una llave para entrar. Un humano puro, cuyas convenciones vayan más allá de las razas y los estereotipos, deberá en un determinado momento, demostrar su valía para que el grupo pueda avanzar.
- O eso dice la leyenda -comentó Luka acercándose a Tom-. Nunca ningún gyojin ha entrado aquí. O al menos no ha vuelto a salir. Permanezcamos juntos, chicos.
Tom metió la llave en la cerradura y, tras girarla lentamente y oír un chasquido, la puerta se abrió. Era una puerta de piedra que podía pesar fácilmente más de veinte toneladas. Se movía lentamente, tanto que transcurrieron treinta segundos hasta que se abrió por completo.
Dentro, la luz brillaba por su ausencia, y el olor era fuerte, pero no desagradable. Predominaba el aroma a hierbas, similar al cesped recién cortado. Tras agudizar un poco el oído, el tiburón pudo escuchar una especie de río.
- Esperad, iré a por una linterna -dijo Tom mientras se giraba
- Espera, quizá Zane nos pueda ayudar en eso. ¿Serías tan amable, capitán?
Si Zane era capaz de crear fuego, descenderían hacia donde quiera que la escalera de piedra les llevase. Deberían ir con cuidado, eso seguro.
Mist D. Spanner
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
—¡Un día! ¡No puede pasar un solo día en una isla nueva sin que nos metamos en problemas! -dijo la representación del subconsciente de Spanner en su palacio mental.
El pirata examinó el enorme archivo que eran sus recuerdos. Había escuchado con atención la explicación de Luka sobre las raíces, por lo que había decidido lanzarse de cabeza a su subconsciente, buscando entre sus recuerdos archivados de su palacio mental. El muchacho había leído mucho durante su vida, por lo que seguramente entre ello estaría algún libro de historia gyojin. Se paró en seco cuando, al llegar a la sección que deseaba, esta estaba borrosa e inestable, con incongruencias.
—Mierda…
Si bien Spanner es un genio capaz de mantener un espacio mental donde archiva cada recuerdo, no es una persona perfecta. Siempre tuvo la extraña manía de tener en un valor más bajo la información que él consideraba poco útil y aquello incluía viejas leyendas e historias pasadas. La información no estaba de su parte, por lo que tendría que dejarse llevar por la corriente, al menos de momento.
Volvió al mundo real para darse cuenta de que estaba caminando junto al resto y que Luka le estaba presentando a otro gyojin. El pirata contestó al saludo con un silencioso inclinamiento de cabeza y siguió hacia delante. Llegaron por fin a un dojo, adornado con un extraño tejado lleno de marcas y siluetas que parecían contar una secuencia de posturas propias de luchadores. El gyojin, que por lo que recordaba de lo que había absorbido su subconsciente se llamaba Tom, les contó que había cinco llaves y que él tenía una. Además, adornó la historia con un pequeño apunte sobre una antigua leyenda referente a un humano puro.
El chico prefirió callarse lo que pensaba de las leyendas. Nada es verdad hasta que es demostrado con pruebas y hechos, y las leyendas no entraban en esa lista. La puerta se abrió dando paso a la oscuridad total. El espadachín pudo escuchar como su amigo el gyojin le pedía ayuda al capitán con el asunto de la luz.
—Preferiría evitar que Zane utilice sus poderes para iluminarnos si hay alguna alternativa -dijo Spanner de golpe-. En la mayoría de casos de habilidades de fruta del diablo, usarlos es como usar un músculo. Puede cansarte. Si bien se puede fortalecer igual que cualquier músculo para aumentar el tiempo de su uso, y no dudo lo más mínimo que Zane debe estar bastante fortalecido en ese tema, creo que sería mejor que estuviera al cien por cien de sus capacidades en el caso de que algo ocurra.
El pirata examinó el enorme archivo que eran sus recuerdos. Había escuchado con atención la explicación de Luka sobre las raíces, por lo que había decidido lanzarse de cabeza a su subconsciente, buscando entre sus recuerdos archivados de su palacio mental. El muchacho había leído mucho durante su vida, por lo que seguramente entre ello estaría algún libro de historia gyojin. Se paró en seco cuando, al llegar a la sección que deseaba, esta estaba borrosa e inestable, con incongruencias.
—Mierda…
Si bien Spanner es un genio capaz de mantener un espacio mental donde archiva cada recuerdo, no es una persona perfecta. Siempre tuvo la extraña manía de tener en un valor más bajo la información que él consideraba poco útil y aquello incluía viejas leyendas e historias pasadas. La información no estaba de su parte, por lo que tendría que dejarse llevar por la corriente, al menos de momento.
Volvió al mundo real para darse cuenta de que estaba caminando junto al resto y que Luka le estaba presentando a otro gyojin. El pirata contestó al saludo con un silencioso inclinamiento de cabeza y siguió hacia delante. Llegaron por fin a un dojo, adornado con un extraño tejado lleno de marcas y siluetas que parecían contar una secuencia de posturas propias de luchadores. El gyojin, que por lo que recordaba de lo que había absorbido su subconsciente se llamaba Tom, les contó que había cinco llaves y que él tenía una. Además, adornó la historia con un pequeño apunte sobre una antigua leyenda referente a un humano puro.
El chico prefirió callarse lo que pensaba de las leyendas. Nada es verdad hasta que es demostrado con pruebas y hechos, y las leyendas no entraban en esa lista. La puerta se abrió dando paso a la oscuridad total. El espadachín pudo escuchar como su amigo el gyojin le pedía ayuda al capitán con el asunto de la luz.
—Preferiría evitar que Zane utilice sus poderes para iluminarnos si hay alguna alternativa -dijo Spanner de golpe-. En la mayoría de casos de habilidades de fruta del diablo, usarlos es como usar un músculo. Puede cansarte. Si bien se puede fortalecer igual que cualquier músculo para aumentar el tiempo de su uso, y no dudo lo más mínimo que Zane debe estar bastante fortalecido en ese tema, creo que sería mejor que estuviera al cien por cien de sus capacidades en el caso de que algo ocurra.
El rubio no pudo evitar dejar de contemplar los alrededores para fijar su vista en Nox. No sabía demasiado acerca de su pasado. De hecho, no sabía hasta qué punto había compartido los detalles de su vida con el resto del grupo. En consecuencia, optó por guardar silencio. La experiencia le había enseñado que se debía elegir muy bien cuándo remover las heridas.
El más veterano de los Arashi llevaba mucho más que él en la tripulación, y nunca había comentado nada al respecto desde que el rubio se uniese a la banda. Tal vez Zane y Spanner tuviesen algo más de información. Por un momento su mente se transportó a Arabasta, hacía ya más de dos años. Habían cambiado mucho desde entonces. Haruka ya no estaba, ni Hou. La primera se había reencontrado con ellos en Sabaody para después desaparecer, y el segundo había tomado un camino diferente durante la separación. El rubio se permitió sonreírse durante un breve instante, recordando el fortuito y extraño encuentro que había tenido con él tras abandonar Buia.
El comentario de Marc sacó al espadachín de su ensimismamiento. Había estado muy contento durante la celebración, demasiado. A saber qué demonios se había metido, porque no era normal demostrar tanto optimismo después de haber sido engullido por una planta ancestral. Por si eso no fuese suficientemente raro de por sí, habían ido a parar a una playa -a ver qué sentido tenía eso- en la que sólo se escuchaban gemidos y las olas al aproximarse a la orilla. Por cierto, ¿por qué demonios parecía rebotar el sonido?
-La gente es muy simpática, Marc -comentó el rubio mientras se dirigía a comprobar aquel extraño fenómeno acústico-, pero la tierra te acaba de tragar usando las raíces de una planta que no tiene pinta de ser pequeña. Si fuera tú no me pondría a tomar el sol -concluyó al llegar al margen de la playa. Desenfundó a Byakko y, con sumo cuidado, intentó averiguar a qué se debía el leve eco que llegaba hasta sus oídos.
Por otro lado, los gemidos parecían moverse de un lugar a otro, pues la dirección desde la que los percibía variaba. ¿Otro turbio efecto sonoro? Esperaba que no; el cupo de cosas raras y sin explicación estaba más que cubierto. La pelirroja parecía tener muy claro lo que había que hacer, aunque cabría esperar algo más productivo o resolutivo de tal exhibición de seguridad. No obstante, optó por guardarse el comentario y no crear un mal ambiente innecesario, más aún viendo la situación en la que se encontraban.
-Sí, yo también lo creo -respondió sin más, encaminándose hacia el lugar del que creía provenían los ruidos. Cuando apenas había dado un par de pasos, un sonido a sus pies provocó que se detuviese y se pusiese en guardia. Una gran cantidad de raíces de pequeño tamaño brotaban y volvían a ocultarse a gran velocidad. No sabía si guardarían relación con el supuesto árbol ancestral, pero todo apuntaba en esa dirección y, en cualquier caso, no tenía en mente comprobarlo. Avanzó con mucho cuidado, procurando que no le atrapasen y cortando rápidamente aquéllas que se encontraban demasiado cerca de hacerlo.
Caminó hasta que divisó una choza. Una pequeña puerta de madera servía de acceso a su interior. Therax giró sobre sus talones para observar al grupo. Los miembros del escuadrón marino se encontraban junto a los civiles, que parecían más tranquilos. Con más o menos esfuerzo, todos podrían introducirse en el interior si fuese necesario. Menos Marc, el grandullón no podría acceder aunque pasase siete meses subsistiendo a base de agua.
Eso suponía un problema adicional al que primero se había planteado en su mente. Era evidente que meterse ahí sin más era una temeridad, pero los gemidos parecían venir de su interior. Dio un par de pasos en dirección a la puerta, notando una familiar punzada en la cabeza. "H" no hablaba en su interior, pero parecía iracundo, como si hubiese algo en el ambiente que le trastornase.
El rubio arrugó el rostro y se tomó unos momentos para respirar antes de abrir la boca. Estaba al tanto de las habilidades de sus compañeros, pero Katharina -nuevo nombre que le había dado en la taberna- era la excepción. Se volvió hacia ella con algunas gotas de sudor perlando su frente y, acto seguido, abrió la puerta de madera. Estaba oscuro, mucho.
-¿Puedes iluminar el interior? -preguntó al tiempo que clavaba sus ojos en ella. El habitual color azul que tenían vibraba, adquiriendo matices verdosos que cada vez eran más evidentes.
El más veterano de los Arashi llevaba mucho más que él en la tripulación, y nunca había comentado nada al respecto desde que el rubio se uniese a la banda. Tal vez Zane y Spanner tuviesen algo más de información. Por un momento su mente se transportó a Arabasta, hacía ya más de dos años. Habían cambiado mucho desde entonces. Haruka ya no estaba, ni Hou. La primera se había reencontrado con ellos en Sabaody para después desaparecer, y el segundo había tomado un camino diferente durante la separación. El rubio se permitió sonreírse durante un breve instante, recordando el fortuito y extraño encuentro que había tenido con él tras abandonar Buia.
El comentario de Marc sacó al espadachín de su ensimismamiento. Había estado muy contento durante la celebración, demasiado. A saber qué demonios se había metido, porque no era normal demostrar tanto optimismo después de haber sido engullido por una planta ancestral. Por si eso no fuese suficientemente raro de por sí, habían ido a parar a una playa -a ver qué sentido tenía eso- en la que sólo se escuchaban gemidos y las olas al aproximarse a la orilla. Por cierto, ¿por qué demonios parecía rebotar el sonido?
-La gente es muy simpática, Marc -comentó el rubio mientras se dirigía a comprobar aquel extraño fenómeno acústico-, pero la tierra te acaba de tragar usando las raíces de una planta que no tiene pinta de ser pequeña. Si fuera tú no me pondría a tomar el sol -concluyó al llegar al margen de la playa. Desenfundó a Byakko y, con sumo cuidado, intentó averiguar a qué se debía el leve eco que llegaba hasta sus oídos.
Por otro lado, los gemidos parecían moverse de un lugar a otro, pues la dirección desde la que los percibía variaba. ¿Otro turbio efecto sonoro? Esperaba que no; el cupo de cosas raras y sin explicación estaba más que cubierto. La pelirroja parecía tener muy claro lo que había que hacer, aunque cabría esperar algo más productivo o resolutivo de tal exhibición de seguridad. No obstante, optó por guardarse el comentario y no crear un mal ambiente innecesario, más aún viendo la situación en la que se encontraban.
-Sí, yo también lo creo -respondió sin más, encaminándose hacia el lugar del que creía provenían los ruidos. Cuando apenas había dado un par de pasos, un sonido a sus pies provocó que se detuviese y se pusiese en guardia. Una gran cantidad de raíces de pequeño tamaño brotaban y volvían a ocultarse a gran velocidad. No sabía si guardarían relación con el supuesto árbol ancestral, pero todo apuntaba en esa dirección y, en cualquier caso, no tenía en mente comprobarlo. Avanzó con mucho cuidado, procurando que no le atrapasen y cortando rápidamente aquéllas que se encontraban demasiado cerca de hacerlo.
Caminó hasta que divisó una choza. Una pequeña puerta de madera servía de acceso a su interior. Therax giró sobre sus talones para observar al grupo. Los miembros del escuadrón marino se encontraban junto a los civiles, que parecían más tranquilos. Con más o menos esfuerzo, todos podrían introducirse en el interior si fuese necesario. Menos Marc, el grandullón no podría acceder aunque pasase siete meses subsistiendo a base de agua.
Eso suponía un problema adicional al que primero se había planteado en su mente. Era evidente que meterse ahí sin más era una temeridad, pero los gemidos parecían venir de su interior. Dio un par de pasos en dirección a la puerta, notando una familiar punzada en la cabeza. "H" no hablaba en su interior, pero parecía iracundo, como si hubiese algo en el ambiente que le trastornase.
El rubio arrugó el rostro y se tomó unos momentos para respirar antes de abrir la boca. Estaba al tanto de las habilidades de sus compañeros, pero Katharina -nuevo nombre que le había dado en la taberna- era la excepción. Se volvió hacia ella con algunas gotas de sudor perlando su frente y, acto seguido, abrió la puerta de madera. Estaba oscuro, mucho.
-¿Puedes iluminar el interior? -preguntó al tiempo que clavaba sus ojos en ella. El habitual color azul que tenían vibraba, adquiriendo matices verdosos que cada vez eran más evidentes.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Página 1 de 3. • 1, 2, 3
- [Privado -Arashi no Kyoudai] Nuevos miembros, mafiosos y mucha locura. El reencuentro de los Arashi no Kyoudai.
- [Privado-Arashi No Kyoudai] Fui a por cobre y encontré oro.
- [Privado - Arashi no Kyoudai] Pequeños favores.
- [Pasado][Privado-Arashi no Kyoudai] Traición en la Isla Esmeralda.
- [Privado - Arashi no kyoudai] Leyendas del mañana. Juegos en la isla de las mil y una noches.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.