[Brynn & Mitch] Mafiosos, rateros y delincuentes de segunda categoría. El comiendo de una gran amistad, o no.

Sin rostro había pasado la noche esperando al medio de transporte que Sking, su hombre de recursos, le había prometido. Pero éste no llegó. De echo tardó más de cuatro horas en aparecer. Y además, a Brynn le tocó compartirlo con un hombre extraño. No hablaron durante gran parte del trayecto.

El asesino iba inmerso en qué hacer en la isla de destino. Había tenido sus más y sus menos con una de las mafias cuya sede se encontraba allí, por lo que había decidido actuar. Intentaría pedir por última vez que no interferieran en sus negocios, y para convencerles había traído consigo sus cuatro armas favoritas; dos machetes, una pistola y su daga mágica. Esperaba no usarlas, pero algo le decía que quizá sí que tendría que hacerlo.

-Mi nombre es Brynn. Tengo curiosidad, ¿Conoces a Sking?

Seguro que sí le conocía, y seguro que también le había vendido el viaje como una ganga. Maldito Sking, su labia era comparable a su capacidad para estafar a la gente. Aún así al pirata no le importaba, le había sacado de tantos apuros que pagar un plus por ello era algo que hacía encantado.

Cuando llegaron a los alrededores de la ciudad, el espadachín soltó una pequeña carcajada ante la impresión de su compañero al ver un gran edificio.

-¿Es la primera vez que ves un rascacielos tan alto? Son muy prácticos, aunque he de decir que la vista de la ciudad pierde su encanto.

Y eran poco rentables. Estaban tan vigilados que cualquier actividad ilícita en sus alrededores era una mala práctica. A la seguridad se le debían sumar las cámaras y la actividad cercana. Aquella zona no le interesaba demasiado al moreno. ¿Dónde estaría el barrio mercante? Allí encontraría lo que iba a buscar. Aunque puede que se llevase alguna sorpresa por el camino.

El asesino ojeó a su compañero, que parecía impaciente por llegar a algún sitio. Charlaron un poco y le contó sobre qué conocía a Sking, algo que hizo que Brynn soltara una sonora carcajada. Vivi, su mujer, escondía unos encantos únicos, pero puede que fuesen demasiado abierta para ser considerada fiel. Por lo visto el hombre de piel morena no era al único al que se le había ofrecido.

-Haces bien, muchacho, solo se vive una vez…

Cuando por fin llegaron al lugar en el cual su medio de transporte les dejó, contó lentamente a la gente que vio allí, y se sorprendió de la gran proporción de mujeres. Conocía el sistema de la isla y que la población femenina predominaba, pero aún así, verlo con sus propios ojos era distinto.

-Esto está cerca de ser el paraíso -comentó a la par que la mujer que ejercía de guía, la cual tenía el rostro lleno de cicatrices, escuchaba una frase para posteriormente acabarla-. Ufff… Cinco en ejecución.

La guía les había llevado hasta una tienda de recambios de vehículos. Aquella era una de las muchas tapaderas de la mafia que buscaba y cuyo nombre era “Bromuro de sodio”. Quizá su líder, el excéntrico Bron estuviese por ahí. Pero antes se tenía que asegurar de algo.

-Gracias, amable señora -comentó haciéndole ver a la guía que ya habían acabado su recorrido, y cuando esta se alejase continuaría hablando a Mitch-. Vale, ahora necesito saber dos cosas para poder continuar yendo a tu lado. Primera, ¿Qué vienes a hacer aquí? Y segunda, ¿Para quién trabajas?

Había cogido pronto demasiada confianza con el chico para ser él, así que debía frenarla de golpe. ¿Y si el chico trabajase para la mafia que estaban a punto de combatir?

Sin rostro ojeó la tienda de recambio de vehículos mientras buscaba un lugar por el que entrar sin ser visto, a la par que intentaba ver cómo estaba la seguridad por aquella zona.

Brynn escuchó pacientemente lo que su nuevo compañero tenía que decirle. Lo cierto era que le agradó saber que no trabaja para nadie en concreto, era un buscavidas como él, punto a favor para el chaval. ¿Conocería a mucha gente de los bajos fondos?

Continuó -pese a pensar en separarse- el camino de la guía. Anduvo unos minutos y, finalmente, llegaron a un callejón sin salida. Una puerta aguardaba algo que a Mitch no terminaba de agradarle. Sin rostro no las llevaba tampoco todas consigo, pero se decidió a preguntar antes de entrar.

- ¿Dónde estamos realmente? -preguntó a la guía, aunque no obtuvo respuesta.

Cuando la puerta se abrió, tanto Mitch como él entraron y observaron que parecía una especie de recibidor con muebles bastante antiguos, que por otro lado, parecía muy limpio. El espadachín ojeó los alrededores a través de las puertas entreabiertas que había a ambos lados del recibidor, para después mirar a Mitch y acercarse.

- Parece que esto es más o menos seguro, no sé muy bien dónde nos está metiendo esta mujer, pero creo que sería buena idea trazar nuestro propio camino -susurró cuando estaban a una distancia de la mujer-. Si quieres, claro. En caso contrario nos podemos dividir.

Aún era temprano para que Brynn le contase qué había ido a hacer a aquella isla. Ni siquiera sabía si debía contárselo. ¿Interferería en su plan? ¿Lo estropearía? Quién sabe, lo cierto era que a sin rostro le empezaba a incomodar un poco la situación, sobre todo el tema de qué hacer llegado al punto en el que tuviera que contarlo. Quizá sería buena idea detallar ligeramente el plan cuando estuviesen solos. O puede que no.

Entonces, entre tanto pensamiento, el asesino se percató de lo que parecía ser una trampilla detrás del mueble. Con un pequeño golpe en el brazo derecho a Mitch y un breve gesto inclinando la cabeza en la dirección en la que lo había visto, sin rostro pretendía que su compañero entendiese lo que acababa de encontrar.

Durante la espera, sin rostro observó a Mitch, que no hacía otra cosa que quedarse embobado con los elegantes lienzos y bustos de la estancia. Sin duda eran distintos a la decoración que el pirata estaba acostumbrado a ver. Aunque su gusto nunca fue parecido a lo que observaba.

Cuando su compañero pareció darse cuenta de qué le indicaba su gesto, la mujer salió de la puerta y les invitó a entrar. El moreno asintió a la par que se sacudía los ropajes, con la única intención de percatarse de que su daga estaba en el falso fondo de su chaqueta. Pese a ello, nadie les pidió que entregasen las armas, algo que alertó a Brynn.

Al entrar, el espadachín se fijó en lo que parecía ser el despacho de Bron. Una amplia mesa de madera donde el jefe tenía una serie de papeles, alguna que otra copa e infinidad de objetos de papelería. Mitch echó en cara a Bron lo que su secretaria había hecho, y este sonrió para después soltar una carcajada.

-Lo siento, es mi aprendiz. Habrá que darle un poco más de tiempo, ¿no? -comentó sonriendo mientras se servía un poco de licor- ¿Queréis? Es vino dulce de la isla.

El asesino negó con el rostro mientras intentaba mantener la compostura. Tenía que recordar que se encontraba en territorio enemigo, aunque en aquel momento estaba relativamente cómodo.

-Verás, Bron. Creo que sabes perfectamente por qué he venido. Tus hombres y los míos han trabajado juntos bastantes veces, pero digamos que ahora… Se han apropiado de una parte de mi territorio -comentó ésto último levantándose-. Y eso es algo que un peón no hace si su rey no se lo ordena, ¿verdad?

Sin rostro dejó las armas sobre la silla, a excepción de la daga que ocultaba, y tras ello volvió a encararse a Bron.

-Si he venido aquí es a pedir dos cosas. Primero, que tu gente salga de mi territorio en dos días. Segundo, que me des todo lo que hayas robado hoy.

Brynn había estado totalmente sosegado durante gran parte del discurso, pero no había podido evitar decir aquellas últimas palabras con cierta rabia. Estaba preparado para un posible ataque de Bron e incluso para una emboscada de sus chicos. Pero… ¿Qué pasaba con Mitch? ¿Cuál sería su reacción si la cosa se torcía?

La cosa parecía no ponerse tan fea como en la cabeza de sin rostro había sido simulada. Durante unos segundos, un silencio sepulcral se hizo notar en la sala. Bron pensaba qué decir, o al menos esa sensación le dio a Brynn. Cuando se decidió a hablar, el asesino no pudo evitar mostrar una mueca de incredulidad. Aquello que había dicho sobre ser pirata era una simple falacia, como lo era lo de “mejor que me quedé yo el territorio a cualquier otro, ¿no?”

Pues no, no lo era. A cualquier otro, Brynn lo podría haber echado a la fuerza, pero con Bron había negocios de por medio, y con los negocios no se jugaba.

Cuando el que había sido su socio durante años tuvo la desfachatez de proponerle un trato, sin rostro ya sabía que aquello acabaría mal. ¿Tener que hacerle un favor a cambio de recuperar lo que era suyo y le habían sustraído como las ratas? No, aquello no iba a pasar. Pero ellos no lo sabían.

El espadachín dejó que Mitch llevase la negociación y se limitó a observar, pensando en los posibles planes a trazar. Cuando todos cogieron la copa de alcohol, Brynn la agarró fuerte y brindó con ellos.

No dirigió ninguna palabra más, ni se defendió de las burdas acusaciones. Cogió de nuevo el vaso y se lo bebió del tirón.

Tras ello salió por la puerta con semblante serio y siguiendo a Mitch. Por lo visto tendrían una habitación con compañía. Aquello no desagradaba en absoluto a Brynn, de hecho, había sido la mejor parte de la negociación.

-Tienes talento negociando. Gracias por mi premio -comentó sonriente-. Cuando lleguemos a la habitación, me gustaría hablar contigo.

La guía y, quien en teoría, sería la compañía de Mitch, les llevó hasta un pequeño hostal a unos quinientos metros del punto en el que se habían reunido con Bron. Una vez allí, la muchacha se quedó en la barra mientras hablaba con la encargada. Pronto les dio una llave a cada uno, Brynn tenía la 123 y Mitch la 124.

Una vez subieron a la primera planta, la mujer dijo que tanto ella como su acompañante llegarían en media hora, y tras ello se marchó. Brynn le hizo una seña a Mitch para que entrase a su habitación y, antes de hablar, empezó a palpar la parte inferior de la mesa, así como la cama y las columnas de la habitación.

La habitación en sí era bastante normalita, una cama mediana, un pequeño sillón, una mesa de madera antigua y una estantería prácticamente vacía.

-Creo que no hay micros -susurró-. Aún así no me fío.

Cogió un libro de la estantería y empezó a escribir en él. Cuando acabó, arrancó la hoja y se la dio a Mitch. En la nota se podía leer lo siguiente:

“Antes me dijiste que eras un novato, pero tenías claro qué podías hacer y qué no por tu status. Eres inteligente, al contrario que Bron. Ya has cobrado un 50%, y cobrarás mucho más del restante. Limitate a disfrutar esta noche, y a las tres en punto de la madrugada, te esperaré en el baño de esta planta. Si cinco minutos más tarde no has aparecido, entenderé que has decidido no venir. Voy a matar a Bron y me voy a hacer con su negocio. Hay algo que jamás puedes olvidar, Mitch, y es de la importancia de tu imagen. Debes ser respetado, en caso contrario jamás serás capaz de siquiera negociar. Me consideran un pirata. Peor, el lacayo de un pirata. Brynn, sin rostro, volverá a actuar hoy de nuevo. Y se llevará a unos cuantos por delante. ¿Te me unes?”

El asesino esperaba que así fuera, o en caso de que Mitch se negase, que al menos no usara esa información en su contra.

Brynn sonrió ante el comentario de su nuevo socio, le ojeó con una mirada lasciva intentando ponerle nervioso y después ojeó a su compañera.

- Es difícil competir contra un negro, ya sabes. Donde tu portas una daga, yo porto un machete -comentó soltando una pequeña carcajada-. Muchacha, si quieres pasarte en un rato, te esperaré -anotó a la segunda mujer, la que en teoría le habían asignado a él-. Aunque si el muchacho tiene alguna preferencia, le dejaré que elija él antes. Yo voy a al habitación de al lado.

Y sin más, el pirata salió caminando y entró en su habitación. Se sentó sobre la cama y miró por la ventana. La noche parecía tranquila. Demasiado, quizá. Un par de personas paseaban a su mascota y parecían felices. Un niño discutía con su madre en la lejanía, y alguien con un sombrero entraba en el lugar en el que se encontraban. Todo parecía tan normal, que asustaba un poco a sin rostro.

- ¿Por qué estar sentado cuando nos podemos tumbar juntos? -comentó la mujer que acababa de entrar en la habitación
- Ven, disfrutemos un poco de la noche.


La noche había sido intensa, y Brynn había despegado todas sus dotes con aquella mujer. La tipa se movía bien, y parecía gustarle las grandes proporciones de la herramienta del negro. Incluso dijo un par de veces que era monstruosa. El espadachín no supo si tomárselo bien o mal. Pero la noche había sido bastante grata.

Cuando llegó la hora, sin rostro se levantó y se puso la ropa, comprobando que llevaba todas las armas. Salió de la habitación y llegó a la zona donde habían quedado, tanto él como Mitch.

El espadachín pensó que tendría que esperar a su compañero, y así fue. Los minutos se hicieron cada vez más largos, hasta el punto de pensar en marcharse. ¿Se habría rajado?

Afortunadamente, su socio apareció en el último momento, y no solo eso, sino que también venía con noticias nuevas. Por lo visto, le había conseguido sonsacar información a la mujer con la que había estado. Mitch parecía tener recursos, y eso era algo que el pirata valoraba por encima de todo.

- Está bien, esperaremos. ¿Qué te ha contado? Tendremos que trazar un plan, pero quizá entonces… Debamos hacer ese estúpido trabajo que nos mandó.

La idea de trabajar el doble no entusiasmó mucho a Brynn. Pero todo dependía de qué información le contase Mitch. Puede que fuese la mejor opción. Al fin y al cabo, sin rostro sólo quería el negocio de aquél estúpido hombre. Su negocio y sus hombres. Brynn estaba volviendo al mundillo, y para ello necesitaba dar un golpe sobre la mesa. Y tenía bastante claro qué debía hacer, solo necesitaba los medios adecuados. ¿Los conseguiría?

La información de la que Mitch disponía era bastante importante a ojos del negro. Bron había heredado parte de su territorio, algo que ya sabía Brynn. Aunque dudaba quién se los había dado. Su madre… Mitch recalcó lo mal negociador que era, y quizá por ahí podrían tirar en un futuro. Si es que hubiese futuro para Bron.

Pero aquello le hacía preguntarse algo a sin rostro. ¿Cómo podía ser que semejante patán le quitase una zona de su negocio? Bien era cierto que había coincidido con los meses en prisión del pirata, pero… Había dejado todo bien controlado, con gente más que suficiente para resistir un ataque de alguien como él. Sin duda, alguien debía haber detrás del ataque. Tendría que recoger cierta información de sus contactos. Pero daba la sensación de que una guerra se avecinaba. Y Mitch aún parecía no ser consciente.

El joven postuló a Brynn como el sucesor de Bron, y aquello llamó la atención del negro. ¿Acaso quería algo de él para ayudarle? Así parecía ser.

Quería cierta información, así como ser un contacto de Brynn en el futuro. Sin duda, debía hacer algunas preguntas más exhaustivas para saber qué tipo de negocios quería, aunque bien es cierto que sin rostro estaba abierto a casi todos. Cuando Mitch tendió su mano, Brynn se dispuso a hacer lo mismo. Sin embargo, un ruido y una alerta por parte de Mitch hizo que el negro se pusiese alerta. Se llevó el dedo índice izquierdo a los labios y le tendió la mano con la diestra. Hizo algunas señas con las manos, intentando hacerle ver que iba a salir a ver quién había. Se llevó la mano a la daga y la blandió. Pasaron dos segundos hasta que Brynn desapareció. Y un par más hasta que puso sus labios cerca de la oreja de su joven compañero.

- A mi silbido sal.

El pirata salió del baño y fué con suma lentitud y mucho sigilo hasta llegar al baño ocupado. Se tumbó sobre el suelo y reptó hasta sacar la cabeza por debajo de las paredes del baño. Y una vez ahí, le sorprendió lo que vio. Era Vince. Reconocía su rostro marcado por innumerables cicatrices. Su porte atlética y su elevada altura. En torno a dos veinte, aproximadamente. Había sido un matón de primera, incluso famosos piratas le contrataban. Pero el alcohol, las drogas y la vaguería innata en él le llevaron hasta la ruina. Actualmente, seǵun sus contactos, vagaba sin mucho rumbo aceptando trabajos de poca monta. Si estaba allí, sería por algo relacionado con Bron. Estaba seguro.

Brynn se deslizó un poco y acabó reptando de nuevo, volviendo a levantarse.

- Vaya vaya… -dijo a la par que volvía a ser visible- Aquí veo a alguien conocido. Señor Vince, ¿qué hace usted por aquí?

Cinco segundos más tarde, y Vince salió dando una potente patada a la puerta, arrancándola de cuajo.

- Jodido Brynn, volvemos a vernos. Y esta vez… Los negocios nos hacen chocar. ¿Conoces a Bron? El muy cabrón te quiere matar. Ofrece cien mil berris por ello. ¿Qué me dices? Sabes que siempre me puedes comprar, pero de lo contrario…

Una carcajada del asesino hizo que Vince lanzase otra. Y entonces, sin rostro silbó, esperando a que Mitch saliese.

- Este es mi nuevo amigo, Mitch. Y en sus manos está decidir qué hacemos. Si nos pegamos, si nos damos la mano, o si te contratamos. -Brynn se dió la vuelta y miró a Mitch-. Este es Vince, un talento desaprovechado. Iba para matón de lujo, pero el alcohol, las putas y la droga le llevaron a la mierda. Ahora coger cien mil putos berries es el mayor éxito al que puede aspirar. En su defensa he de decir que pega duro. O pegaba -finalizó volviendo a darse la vuelta y ojeando de nuevo el semblante de Vince-. Ya sabes, es hora de que elijas, Mitch.

Mitch había tomado una decisión. El asesino podía verlo en sus ojos y su semblante serio. El hombre, decidido, dió un paso al frente. Se fijó en cada movimiento de Vince, y pronto el hombre de tez negra se dió cuenta de cuál era esa decisión. Sonrió y se preparó a escuchar cualquier cosa, sabiendo que aquella decisión marcaría un antes y un después en su asociación. Podría pasar de ser temporal a de por vida. O podía incluso irse al garete. Cualquier opción era válida.

Entonces, el joven se pronunció. Quería acabar con Vince, y para ello decidió que Brynn debía ser quien sujetase a la víctima mientras él realizaba el trabajo sucio. Aquello era una oportunidad de oro para ver de qué estaba hecho aquél prometedor joven.

Sin rostro agarró con firmeza sus cadenas, las estiró un par de veces y golpeó el suelo con ellas. Tras ello, cogió un borde con cada mano y salió corriendo hacia Vince. La mole, a sabiendas de lo que se le venía encima, corrió hacia Brynn a su vez. La agilidad del luchador no era digna ni de ser mencionada. Es más, por cómo se torcía hacia la derecha parecía que ni siquiera estaba en plenas condiciones para pelear. Todo pintaba demasiado bien. Tanto que incluso no tuvo que realizar ningún movimiento para evadir el golpe de Vince, que se escoró de más y a punto estuvo de caer al suelo.

Con una ágil finta el asesino se posicionó en la espalda del fornido hombre y, tras un par de movimientos, impulsó la cadena hacia el otro lado, agarrándola de nuevo con la mano sobrante. De tal manera consiguió retener al hombre en lo que Mitch llegaba. Y la manera en la que el joven acabó con la vida de Vince llamó bastante la atención del pirata. Aquello había sido sutil, mezclado con una extraña habilidad y sumo cuidado en la ejecución. Cuando el tipo cayó al suelo, Brynn recogió la cadena y la guardó, y tras ello observó a su socio, que le preguntó si se le ocurría cómo ocultar el cadáver.

-¿Qué ha sido eso? Me gusta tu estilo, chaval.

El negro esperaría la respuesta de Mitch, y tras ello… Daría comienzo al juego. Uno en el que una vieja gloria volvía. En el que Brynn resurgía de sus cenizas. En el que dos hombres ganaban y otros tantos perdían.

- Claro, se me ocurren muchas maneras. Pero… ¿Por qué ocultarlo? Te dije antes que Brynn está de vuelta. Y pienso dejar bien claro quién ha hecho esto. Pero seré sutil. Todos los que me interesan que sepan que he vuelto al mundillo, saben cómo actúa Brynn. Y sabrán que estoy de nuevo si me hago notar.

El asesino dió la vuelta al cadáver de Vince dejándolo boca abajo a la par que miraba a Mitch. Entonces, desenfundó su machete y dió dos contundentes golpes a la altura de la columna, y a raíz de ahí realizó un corte que dejó entreabierta la caja torácica del cadáver. Con una serie de golpes más, sin rostro terminó por abrir las costillas de Vince, dejando sus pulmones a merced de su obra.

- Una mafia me enseñó esto. La muerte del águila lo llaman. Abres a tu victima por la columna, le rompes alguna costilla, sacas los pulmones y los rocías de sal. Todo esto estando vivo, claro. Era una curiosa manera de hacerse respetar. Y con ese movimiento me empecé a hacer cierto nombre en el mundillo. Si alguien aparecía así en algún sitio, llevaba mi firma. El sello de Brynn lo llegaron a llamar.

Con ciertas dificultades, sin rostro levantó el cuerpo de Vince y lo clavó a la pared con un par de dagas en los pulmones, quedando como un elemento tétrico de decoración.

- No ha quedado mal, ¿no? -comentó mientras se lavaba las manos- Ahora dime, ¿cuál crees que debería ser el siguiente paso?

A Brynn aún le parecía sumamente curioso la manera en la que Mitch actuaba. Necesitaba saber más antes de proponer lo que tenía pensado desde hacía ya unos minutos. Mitch aún no era nadie en el mundo, ni siquiera Brynn lo era. Pero si ambos querían llegar a lo más alto, quizá debieran cooperar juntos. Desde luego, lo único que sin rostro tenía claro era que no cooperaría con nadie que le estorbase, y de momento, Mitch le había ayudado más de lo que cabía esperar.

—No me llaman dedos mágicos por dar placer a personas necesitadas —bromeó Mitch, soltando el cuerpo en el suelo y deshaciendo sus hilos de energía.

Arrebatar una vida no era algo nuevo para él, lo había hecho antes en más de una ocasión y sabía perfectamente que lo haría en el futuro. Para Mitch dentro del mundo crimina había muchos tipos de personas, pero eran dos las que englobaban al resto: las que mataban y las que se dejaban matar; y él no sería uno de los primeros si podía evitarlo.

—¿Dejarlo? ¿Hablas en serio?

El asombro de Mitch era notorio. Los métodos de su compañero eran menos discretos de lo que le gustaba al criminal, y quizás esa fuera la razón por la que la recompensa por la cabeza de su nuevo aliado era tan alta.

“Curioso, muy curioso” —pensó Mitch, al ver la forma en la que trabajaba.

Se alejó unos pocos metros para no manchase, y observó la obra maestra de lo macabro que allí estaba perpetrando. Eso no solo era matar al enemigo o dejar un mensaje, era ultrajar el cuerpo del enemigo derrotado sin estómago alguno.

—Una obra de arte, ¿no? —le contestó, cruzándose de brazos—. Si te soy sincero hay mucho que analizar. Si Bron quiere tu cabeza, es posible que quiera la mía también —le dijo, contemplando las gotas de sangre que caían del cuerpo—. No por qué yo sea muy importante, sino porque me dejaste negociar con él, así que es probable que crea que soy yo quien está al mando de una forma u otra, o bien que somos socios a partes iguales, y alguien de tu reputación, merecida o no, no se aliaría con un enclenque, aunque fuera cierto. Sin embargo, si lo que mi nueva amiguita nos ha dicho es verdad, sigamos como si nada, e intentemos reunir a gente que quiera destronar a Bron.

Mientras Mitch hablaba, la puerta del baño se abrió unos centímetros, y una carrera a gran velocidad se escuchó después.

—¡Mierda! —se quejó, Mitch, avanzando hacia la puerta—. Creo que tenemos un puto problema. Lo más lógico sería salir por la ventana por la salida de incendios. ¿Qué opinas?

- Puede que sea tarde para seguir fingiendo que no pasa nada -respondió el negro señalando al inerte cuerpo del humano desangrándose-. A veces… hay que elegir sigilo o mensaje. Hoy tocaba mensaje, aunque después puede ser sigilo.

Sin rostro escuchó lo mismo que Mitch justo antes de abrirse la puerta, y éste dijo qué haría él. Brynn asintió, pero antes se quitó las botas, pasó las suelas por la sangre, y simuló pisadas hasta uno de los baños. Se subió ágilmente al váter -manchándolo de sangre también- y quitó el conducto de ventilación, tirándolo al suelo y creando un sonido bastante desagradable.

- Esto nos dará unos minutos, les haremos creer que hemos huído por ahí. ¡Vamos!

Y entonces, el criminal, botas en mano, tiró por fuera de las escaleras de emergencia a Mitch a la par que él mismo se lanzaba. Unas grandes alas brotaron de su cuerpo, y Brynn, agarrando las botas y a Mitch, pronto alcanzó una alta velocidad, llegando hasta un punto oscuro del puerto de la ciudad.

- Vale -comentó a Mitch a la par que descendía lentamente, llegando hasta el suelo y dejándolo allí-. Hora de buscar una coartada. Tenemos muchas opciones… Ir a un bar, tirarnos por aquí y decir que estábamos borrachos… Aunque me da que tu estilo es diferente -comentó a la par que se ponía las botas-. Dime, ¿qué crees que deberíamos hacer?

El pirata esperaría a que su nuevo socio le diese una respuesta, y entonces, la valoraría. Pero independientemente de lo que dijese, quedaba un tema por hablar, el tema de Bron.

- Tenemos que pensar muy bien una estrategia para derrocar a Bron. Ese hijo de puta… Tiene que pagar. Tenemos que ser más inteligentes que él, y debemos emplear ahora todo ese sigilo del que hablabas antes. Vamos 1-0, Mitch, pero estamos en el minuto diez, queda mucho aún. Por no decir que somos dos contra… a saber cuántos. Hemos ganado una ventaja que es más moral que estratégica, aunque… Ahora no saben dónde estamos. Ni saben cuál será nuestro próximo movimiento… Esto es la guerra.

El negro había estado ya en innumerables situaciones así, aunque quizá no tan desfavorables. El caso era que Brynn sabía cómo ingeniárselas en solitario, sin embargo, ahora tenía a un socio al lado, lo cual no terminaba de saber si le vendría bien o le supondría una carga. Solo el tiempo ejercería de juez ante aquél pensamiento. Llegaba la hora de que el bajo mundo viese de lo que Brynn y Mitch eran capaces.

El joven maleante no dudó ni un segundo en abrir la puerta y dirigir la vista hacia donde había ido la persona que les había estado espiando durante a saber cuánto tiempo. Sin embargo, su vista se fue para algo que estaba fuera de sitio, una cartera abierta que estaba bocabajo. Con cautela se acercó a ella, la cogió y la miró, volviendo inmediatamente después al baño.

Brynn comenzó a crear una especie de coartada, aunque habiendo visto la identidad del dueño de la cartera era algo difícil, aunque guardaría esa información para más tarde. Fue entonces cuando haciendo gala de una monstruosa fuerza, el sin rostro lo agarró de su preciada camisa y lo lanzó por la ventana. Durante un instante pensó que se la estaba jugando, pero rápidamente un ser alado lo agarró en el aire y se lo llevó lejos de allí, surcando el cielo hasta zona más oriental de la ciudad.

—¡No vuelvas a hacer eso o te mato! —gritó Mitch con el corazón acelerado, para poco después aterrizar en un callejón. Era un lugar oscuro, donde no se veía nada más allá de sus narices. Un sitio perfecto para pasar desapercibido. Aparentemente no había nadie, así que podía hablar con tranquilidad—. ¿Recuerdas la mujer que estaba en el tenderete cuando entramos al garito de Bron? ¿La de las cicatrices? —preguntó esperando que así fuera—. Es probable que se le haya caído esto mientras huía. Y si te soy sincero no veo a Bron con tanto intelecto como para contratar a un asesino al poco tiempo de llegar nosotros, ni mucho menos de llevar un espía por si eso funcionaba. Si te soy sincero, ¿qué pinta un hombre como líder de una familia mafiosa en una isla gobernada por mujeres? Creo que lo mejor es que pasemos la noche aquí fuera, nos colemos en alguna casa y quedemos a la ahora acordada con Bron. Dependiendo de su reacción sabremos si está detrás o no. Si lo está acabamos con él, que no lo está nos quedaremos cerca de él hasta que el verdadero cabecilla de todo esto se muestre.