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-¡Hombre! Claro que te recuerdo -. El rubio tenía mala memoria para más de una cosa, pero había una imagen de Síderos relativa a su compañero que no había olvidado, la de un nota con una enorme (y aparentemente muy pesada) armadura montando una moto muy pero que muy rápida. -¡Tú eras el de la armadura y la moto! ¿No? En Síderos me suena haberte visto, aunque no recuerdo nada más de ti. Pues es un placer conocerte y saber que estás de nuestro lado, veo que eres muy fuerte.
Su Haki de Observación le permitía estimar su fuerza, aunque parecía no ser capaz de usarlo correctamente sobre Bleyd por alguna razón, aunque aún así estaba bastante claro que era superior a él. Los dos viajaban junto a un peludo acompañante hacia la isla Gyojin en el submarino de Edward. Un contacto de la revolución los estaba esperando para ocultar el vehículo mientras ellos cumplían la misión.
Como su anterior misión, de nuevo se trataba de ayudar a esclavos. Edward no solo aborrece la existencia de este sistema, sino que además resulta que ultimamente a tenido que estar más en contacto con él, siendo así más consciente del alcance del mismo, odiándolo aun más.
Una vez llegaron y dejaron el submarino en manos de su custodio, debían dirigirse al barrio donde se encontraba el cuartel, a las afueras de la isla.
-Bleyd es tu nombre, ¿cierto? Pues, aunque estoy al mando de la misión por eso de que practicamente acabas de entrar en la revolución, me gustaría oír si tienes algún plan o sugerencia.
Edward quería evaluar por él mismo al recién llegado, puesto que la recomendación de Maki para él no tenía mucho valor, aunque este sea considerado una eminencia. El rubio ya había conocido en persona al gyojin y no se llevó muy buena impresión tras derrotarlo en aquel torneo, por lo que prefería ver por sus propios ojos el valor de este nuevo integrante. Además, por su forma de hablar y expresarse, podría llegar a conocerlo mejor gracias a sus dotes de lingüista y psicólogo.
Su Haki de Observación le permitía estimar su fuerza, aunque parecía no ser capaz de usarlo correctamente sobre Bleyd por alguna razón, aunque aún así estaba bastante claro que era superior a él. Los dos viajaban junto a un peludo acompañante hacia la isla Gyojin en el submarino de Edward. Un contacto de la revolución los estaba esperando para ocultar el vehículo mientras ellos cumplían la misión.
Como su anterior misión, de nuevo se trataba de ayudar a esclavos. Edward no solo aborrece la existencia de este sistema, sino que además resulta que ultimamente a tenido que estar más en contacto con él, siendo así más consciente del alcance del mismo, odiándolo aun más.
Una vez llegaron y dejaron el submarino en manos de su custodio, debían dirigirse al barrio donde se encontraba el cuartel, a las afueras de la isla.
-Bleyd es tu nombre, ¿cierto? Pues, aunque estoy al mando de la misión por eso de que practicamente acabas de entrar en la revolución, me gustaría oír si tienes algún plan o sugerencia.
Edward quería evaluar por él mismo al recién llegado, puesto que la recomendación de Maki para él no tenía mucho valor, aunque este sea considerado una eminencia. El rubio ya había conocido en persona al gyojin y no se llevó muy buena impresión tras derrotarlo en aquel torneo, por lo que prefería ver por sus propios ojos el valor de este nuevo integrante. Además, por su forma de hablar y expresarse, podría llegar a conocerlo mejor gracias a sus dotes de lingüista y psicólogo.
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-... Interesante... -Edward pudo ver por su acento que era de Hallstat, y parecía un tipo sencillo y sincero, sobre todo en lo de maltratar a Fluffle. -Sinceramente, me gustaría que no mataras a nadie, es la forma en la que trabajo pero no puedo obligarte a hacerlo así si no quieres. Sin embargo, teniendo en cuenta que nuestra misión es inhabilitar que la organización esclavista siga en funcionamiento, destrozar el lugar y arrasar con todo no me parece mala idea. Del Haki de Observación me ocupo yo, no te preocupes. Además, estando en las afueras, no tenemos que preocuparnos por los civiles de los alrededores. Acerquémonos con cuidado al cuartel y ya vemos según la cantidad de personas y las dimensiones del edifico cómo proceder, ¿te parece?
Concluyó cun una amplia sonrisa y mirando a Fluffle, aunque no sabía que era sí que le parecía bastante mono. -¿Puedo acariciarlo? Dime algo sobre este pequeño amiguito, ¿nos ayuda en la misión? ¿sabrá estar en silencio o va a combatir a nuestro lado? -preguntaba mientras caminaban todos juntos por los callejones que mejor les podían ocultar. La túnica Henkan, como solía hacer en estas misiones, la transformó en un abrigo negro con capucha que lo tapaba por completo.
Concluyó cun una amplia sonrisa y mirando a Fluffle, aunque no sabía que era sí que le parecía bastante mono. -¿Puedo acariciarlo? Dime algo sobre este pequeño amiguito, ¿nos ayuda en la misión? ¿sabrá estar en silencio o va a combatir a nuestro lado? -preguntaba mientras caminaban todos juntos por los callejones que mejor les podían ocultar. La túnica Henkan, como solía hacer en estas misiones, la transformó en un abrigo negro con capucha que lo tapaba por completo.
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Es la primera vez que Edward iba a una misión con una mascota, pero la verdad es que estaba encantado, era más suave de lo que podía haber imaginado.
Al ver que su compañero activaba algun tipo de visión, como había dicho que tenía, él activó su Haki de Observación y sacó el VEEEH del interior de su cuerpo. Se colocó el visor en el ojo derecho y se puso a analizar los alrededores. Mientras caminaba hacia la boca de alcantarilla más cercana, pudo notar que había, como Bleyd había dicho, un guarda en la puerta y un grupo de cinco dentro, tres muy juntos como si estuvieran sentados juntos y otros dos cerca de las paredes. Además, había dos juntos algo más alejados, probablemente en otra habitación. Sin embargo, lo más importante es que notó a alguien abajo.
Levantando con cuidado de no hacer ruido la tapadera de la alcantarilla, bajó y usó el VEEEH para comprobar si había algún tipo de cableado, y así era. Parecía ser que había un sistema de iluminación entre el edificio y las alcantarillas, probablemente algún tipo de pasadizo oculto. -Pues... sí, tienes razón, Bleyd. Cuenta hasta quince segundos y baja. -le dijo desde abajo.
Edward guardo el VEEEH y, para no hacer ruido con las pisadas, usó sus botas Hokō Sha para caminar sobre el agua. Una vez pudo ver al guarda que se encontraba ante el pasadizo, silbó. Habían pasado siete segundos. -¿Quién va? -El hombre esforzó la vista para intentar diferenciar en la oscuridad. En ese momento, Ed apuntó hacia él y activó uno de sus nuevos artilugios, el Reloj Deslumbrante. El destello fue tal que el hombre casi se cayó hacia atras. En un santiamén, Edward se encontraba a medio metro del cegado guarda, que recibió tal puñetazo que rebotó contra el suelo. Estaba a punto de quedar noqueado, con lo que Edward lo agarró del cuello del uniforme y lo estrelló de cara a la pared, tras lo cual le propinó un puntapié en su brazo dominante, que pudo saber por la posición del arma en su cinturón, y un golpe con el talón en la pierna opuesta. Estos dos golpes inyectaron en él la toxina paralizante de las botas, con lo cual no les sería un estorbo durante un rato. Trece segundos. -Bueno, ahora habrá que saber cómo se accede al pasadizo que queda tras esta falsa pared... ¿Quizás Bleyd tenga alguna idea aparte de tirarla abajo?
Al ver que su compañero activaba algun tipo de visión, como había dicho que tenía, él activó su Haki de Observación y sacó el VEEEH del interior de su cuerpo. Se colocó el visor en el ojo derecho y se puso a analizar los alrededores. Mientras caminaba hacia la boca de alcantarilla más cercana, pudo notar que había, como Bleyd había dicho, un guarda en la puerta y un grupo de cinco dentro, tres muy juntos como si estuvieran sentados juntos y otros dos cerca de las paredes. Además, había dos juntos algo más alejados, probablemente en otra habitación. Sin embargo, lo más importante es que notó a alguien abajo.
Levantando con cuidado de no hacer ruido la tapadera de la alcantarilla, bajó y usó el VEEEH para comprobar si había algún tipo de cableado, y así era. Parecía ser que había un sistema de iluminación entre el edificio y las alcantarillas, probablemente algún tipo de pasadizo oculto. -Pues... sí, tienes razón, Bleyd. Cuenta hasta quince segundos y baja. -le dijo desde abajo.
Edward guardo el VEEEH y, para no hacer ruido con las pisadas, usó sus botas Hokō Sha para caminar sobre el agua. Una vez pudo ver al guarda que se encontraba ante el pasadizo, silbó. Habían pasado siete segundos. -¿Quién va? -El hombre esforzó la vista para intentar diferenciar en la oscuridad. En ese momento, Ed apuntó hacia él y activó uno de sus nuevos artilugios, el Reloj Deslumbrante. El destello fue tal que el hombre casi se cayó hacia atras. En un santiamén, Edward se encontraba a medio metro del cegado guarda, que recibió tal puñetazo que rebotó contra el suelo. Estaba a punto de quedar noqueado, con lo que Edward lo agarró del cuello del uniforme y lo estrelló de cara a la pared, tras lo cual le propinó un puntapié en su brazo dominante, que pudo saber por la posición del arma en su cinturón, y un golpe con el talón en la pierna opuesta. Estos dos golpes inyectaron en él la toxina paralizante de las botas, con lo cual no les sería un estorbo durante un rato. Trece segundos. -Bueno, ahora habrá que saber cómo se accede al pasadizo que queda tras esta falsa pared... ¿Quizás Bleyd tenga alguna idea aparte de tirarla abajo?
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Como no debía mirar para no quemarse las retinas, le quitó la chaqueta al enemigo incosciente y la usó para atarle manos y pies. Una vez miró a la pared, o a lo que quedaba de ella, se dirigió a Bleyd.
-Estoy muy impresionado-. dijo Ed, asintiendo. Estaba sorprendido, no tenía ni idea de que Bleyd fuera un hombre de tantos recursos, y hasta estaba un poco emocionado por ver qué otra cosa usaba más adelante. ¿Tal vez en combate usaría algún artefacto ingenioso? Quién sabe, pero no quedaría mucho para averiguarlo. -Buen trabajo.
Edward entró al pasadizo, cuyo diseño desentonaba totalmente con las alcantarrillas, pues estaba bastante limpio e incluso tenía un sillón, unas macetas... Ni que fuera una sala de espera. Al final del camino, había una escalera hacia arriba que comunicaba con el edificio mediante una escotilla de madera.
Por dónde estaban las presencias que Ed sentía, y usándolas como referencias para orientarse, debían estar debajo de una de las esquinas, sin saber si eso sería otra habitación o no. -De acuerdo, -susurró el rubio a su compañero- voy a asomarme. Si estamos en la sala principal, no habrá más remedio que salir de golpe y derrotarlos a todos-. Concluyó y empujó con sumo cuidado la madera con la cabeza, echando un rápido vistazo. Al parecer las escaleras llevaban a una especie de cuartillo, por lo que podían salir sin ser descubiertos.
-No hay peligro, sube. Ahora es cuando hay que pensar con cautela-. El joven seguía hablando muy bajo para no alertar a nadie. -Al otro lado tenemos a cinco personas, tres sentadas juntas a la derecha y un par a la izquierda, uno en la pared del fondo y otro en la de este lado. Además, probablemente el guarda de la entrada se una a la fiesta en cuanto hagamos ruido. ¿Cómo lo hacemos?...
Se oyó un grito desde el otro lado del edificio, donde estaban las otras dos presencias juntas. -¡Muchachos! ¿Hoy esperábamos visita?
-Estoy muy impresionado-. dijo Ed, asintiendo. Estaba sorprendido, no tenía ni idea de que Bleyd fuera un hombre de tantos recursos, y hasta estaba un poco emocionado por ver qué otra cosa usaba más adelante. ¿Tal vez en combate usaría algún artefacto ingenioso? Quién sabe, pero no quedaría mucho para averiguarlo. -Buen trabajo.
Edward entró al pasadizo, cuyo diseño desentonaba totalmente con las alcantarrillas, pues estaba bastante limpio e incluso tenía un sillón, unas macetas... Ni que fuera una sala de espera. Al final del camino, había una escalera hacia arriba que comunicaba con el edificio mediante una escotilla de madera.
Por dónde estaban las presencias que Ed sentía, y usándolas como referencias para orientarse, debían estar debajo de una de las esquinas, sin saber si eso sería otra habitación o no. -De acuerdo, -susurró el rubio a su compañero- voy a asomarme. Si estamos en la sala principal, no habrá más remedio que salir de golpe y derrotarlos a todos-. Concluyó y empujó con sumo cuidado la madera con la cabeza, echando un rápido vistazo. Al parecer las escaleras llevaban a una especie de cuartillo, por lo que podían salir sin ser descubiertos.
-No hay peligro, sube. Ahora es cuando hay que pensar con cautela-. El joven seguía hablando muy bajo para no alertar a nadie. -Al otro lado tenemos a cinco personas, tres sentadas juntas a la derecha y un par a la izquierda, uno en la pared del fondo y otro en la de este lado. Además, probablemente el guarda de la entrada se una a la fiesta en cuanto hagamos ruido. ¿Cómo lo hacemos?...
Se oyó un grito desde el otro lado del edificio, donde estaban las otras dos presencias juntas. -¡Muchachos! ¿Hoy esperábamos visita?
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- He hecho un cutre mapa, por si queréis echarle un vistazo:
-Vale, rápido Ed, -se decía el joven revolucionario.- entras, te encargas de los tres de la izquierda y analizas la situación, no es tan difícil.
Bleyd empezó a disparar al aire y actuar como si estuviera poseído, pero no había ni tiempo ni vuelta atrás. Edward se cargó de electricidad y embistió a gran velocidad, llevándose por delante la puerta y estrellándose contra los tres que estaban juntos en el lado derecho. Uno de ellos salió disparado hacia la pared del fondo, otro cayó al suelo tras romper la silla en la que estaba y el último se mantuvo de pie como pudo, apoyándose en la pared más cercana. Este, que era el único capaz de lanzar un contraataque de inmediato, sacó dos pistolas del cinto. Uno de los nuevos artilugios de Ed podía desviar los disparos, pero decidió no activarlo para que las balas no alcanzasen por error a alguien más. En cambio, Ed activó la Kiiro no kaku de menor potencia para crear un campo eléctrico a su alrededor que hizo que, tanto el que estaba en el suelo, como el que le apuntaba con sus armas, recibieran una descarga sostenida que los hizo casi combulsionar hasta caer noqueados. Para no seguir hasta el punto de freírlos, Ed se lanzó de un salto hacia la nube de humo que su compañero había levantado.
Gracias a su Haki de Observación, aún podía localizar con facilidad a sus enemigos, y se dirigió al que estaba más lejos de Bleyd. Este parecía tener buena percepción de su alrededor, porque cuando el joven rubio estaba cerca, intentó cortarle con su espada. Sin embargo, eso fue un craso error, porque la espada hizo de conductor eléctrico e hizo que su portador se llevara algo más que un susto, soltando el arma en el proceso. Ed aprovechó para acercarse y que el campo eléctrico hiciera el trabajo. Cuando su oponente cayó inconsciente, el revolucionario canceló el campo eléctrico y esperó a que el humo se disipara, estanco en todo momento pendiente de los movimientos de su compañero, el guarda que acababa de abrir la puerta, el enemigo que estaba más cerca de Bleyd y, por supuesto, los dos de la otra sala, que salieron en ese momento y se pararon al ver el humo y al compañero que tenían incrustado en la pared de su izquierda.
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Bleyd atravesó la pared llevándose a uno de los miembros del cuartel. Edward esperaba que no se lo cargase, incluso estaba dispuesto a tratarlo si eso pudiera salvarle la vida.
El hombre que guardaba la puerta había entrado en la habitación, el joven le apuntó con el Munōryoku tebukuro de su brazo izquierdo y disparó un rayo. El hombre parecía tener buenos reflejos, pues el rayo pasó de largo saliendo por la puerta debido a que de un rápido movimiento, lo esquivó. Con lo que de seguro no contaba era con que la Kiiro no Kaku que Edward no había usado (y estaba brillando en ese momento) le permitía al joven redirigir el rayo, que entró en el edificio de nuevo golpeando al enemigo directo en la espalda.
Convirtiendo su pie izquierdo en una rueda y propulsando su otra pierna, se lanzó a gran velocidad hacia su oponente. Saltó y, con un Kaijo: Kussaku, le propinó tal rodillazo hacia abajo que el hombre acabó semienterrado en el suelo e inconsciente.
Gracias a su Haki de Observación, pudo esquivar el ataque de una de las dos personas que habían salido de la habitación. Era una mujer, que había lanzado una especie de cuchilla triangular unida a una cadena. Esta se había clavado en la pared y el joven se había agachado a tiempo.
La túnica Henkan se transformó en un brazo que agarró la cadena y tiró de ella, pero la mujer, que avanzó un par de metros debido al tirón, cedió el arma sin demasiado esfuerzo. Esto sorprendió a Ed, pero había una razón para ello. Ella volvió a arremeter con otra arma similar, que llevaba enganchada dentro de su chaqueta, que emitió algunos sonidos metálicos indicando que guardaba más cosas aún.
De detrás de la mujer, un hombre grande y con un brazo metálico salió. Corrió en dirección al agujero hecho por Bleyd. -Te lo dejo a ti, yo voy a por el otro.
Al parecer, el hombre del Hallstat tendría que encargarse del jefazo. Edward se imbuyó en Haki de armadura con endurecimiento y paró el arma con las manos. A través de esta, lanzó su corriente natural, que tras tanto entrenamiento era poderosísima. La descarga creó un chispazo en el final de la cadena, provocando una quemadura en la mano de la joven y haciendo que soltara el arma y retrocediera.
El dorado joven colocó el Magnetic Beattle en el Munōryoku tebukuro de su brazo derecho y lo activó. Se acercó a paso lento a su oponente, observándola. Ella cruzó los brazos, como si estuviera imposibilitada por el dolor en la mano, pero no era más que un intento de engaño, pues agarró unas púas de su arsenal oculto y las lanzó con fuerza al joven. Obviamente, estas fueron repelidas y se clavaron en el suelo.
Apuntando con la mano derecha hacia ella, y con la mano izquierda sobre la otra para activar el anillo Jishaku, este indujo un campo magnético (que interrumpió el del Magnetic Beattle). Este hizo que la mujer, que tenía tantos objetos metálicos en sí ropa, saliera volando contra la pared, momento en el que activó su Haki de Armadura. Con un leve giro del anillo hacia el sentido contrario, ella volvió a despegarse de la pared y voló hacia él. Antes de que chocaran, Edward se echó hacia atrás con la intención de encadenar un buen combo en la inmovilizada esclavista.
-¡Tormenta! -Edward lanzó multitud de puñetazos que no lanzaban a la mujer hacia atrás debido al magnetismo del anillo. -¡Kūgeki no Yari! -tras desactivar el anillo, un potente puñetazo que emitió una onda de choque lanzó a la oponente de nuevo a la pared, que ya no resistió más y cayó.
El joven sabía que el combate no había acabado, ella parecía resistente, por lo que cargó electricidad mientras ella se levantaba. -¡No sé quién eres o qué quieres, pero me has hecho enfadar, crío! -gritó mientras activaba su endurecimiento, cubriéndose en una armadura negra.
El hombre que guardaba la puerta había entrado en la habitación, el joven le apuntó con el Munōryoku tebukuro de su brazo izquierdo y disparó un rayo. El hombre parecía tener buenos reflejos, pues el rayo pasó de largo saliendo por la puerta debido a que de un rápido movimiento, lo esquivó. Con lo que de seguro no contaba era con que la Kiiro no Kaku que Edward no había usado (y estaba brillando en ese momento) le permitía al joven redirigir el rayo, que entró en el edificio de nuevo golpeando al enemigo directo en la espalda.
Convirtiendo su pie izquierdo en una rueda y propulsando su otra pierna, se lanzó a gran velocidad hacia su oponente. Saltó y, con un Kaijo: Kussaku, le propinó tal rodillazo hacia abajo que el hombre acabó semienterrado en el suelo e inconsciente.
Gracias a su Haki de Observación, pudo esquivar el ataque de una de las dos personas que habían salido de la habitación. Era una mujer, que había lanzado una especie de cuchilla triangular unida a una cadena. Esta se había clavado en la pared y el joven se había agachado a tiempo.
La túnica Henkan se transformó en un brazo que agarró la cadena y tiró de ella, pero la mujer, que avanzó un par de metros debido al tirón, cedió el arma sin demasiado esfuerzo. Esto sorprendió a Ed, pero había una razón para ello. Ella volvió a arremeter con otra arma similar, que llevaba enganchada dentro de su chaqueta, que emitió algunos sonidos metálicos indicando que guardaba más cosas aún.
De detrás de la mujer, un hombre grande y con un brazo metálico salió. Corrió en dirección al agujero hecho por Bleyd. -Te lo dejo a ti, yo voy a por el otro.
Al parecer, el hombre del Hallstat tendría que encargarse del jefazo. Edward se imbuyó en Haki de armadura con endurecimiento y paró el arma con las manos. A través de esta, lanzó su corriente natural, que tras tanto entrenamiento era poderosísima. La descarga creó un chispazo en el final de la cadena, provocando una quemadura en la mano de la joven y haciendo que soltara el arma y retrocediera.
El dorado joven colocó el Magnetic Beattle en el Munōryoku tebukuro de su brazo derecho y lo activó. Se acercó a paso lento a su oponente, observándola. Ella cruzó los brazos, como si estuviera imposibilitada por el dolor en la mano, pero no era más que un intento de engaño, pues agarró unas púas de su arsenal oculto y las lanzó con fuerza al joven. Obviamente, estas fueron repelidas y se clavaron en el suelo.
Apuntando con la mano derecha hacia ella, y con la mano izquierda sobre la otra para activar el anillo Jishaku, este indujo un campo magnético (que interrumpió el del Magnetic Beattle). Este hizo que la mujer, que tenía tantos objetos metálicos en sí ropa, saliera volando contra la pared, momento en el que activó su Haki de Armadura. Con un leve giro del anillo hacia el sentido contrario, ella volvió a despegarse de la pared y voló hacia él. Antes de que chocaran, Edward se echó hacia atrás con la intención de encadenar un buen combo en la inmovilizada esclavista.
-¡Tormenta! -Edward lanzó multitud de puñetazos que no lanzaban a la mujer hacia atrás debido al magnetismo del anillo. -¡Kūgeki no Yari! -tras desactivar el anillo, un potente puñetazo que emitió una onda de choque lanzó a la oponente de nuevo a la pared, que ya no resistió más y cayó.
El joven sabía que el combate no había acabado, ella parecía resistente, por lo que cargó electricidad mientras ella se levantaba. -¡No sé quién eres o qué quieres, pero me has hecho enfadar, crío! -gritó mientras activaba su endurecimiento, cubriéndose en una armadura negra.
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La mujer, de cabello largo y rosa, sacó cuatro cuchillos de su ropa y empezó a juguetear con ellos con bastante habilidad. Llevaba dos en cada mano y era capaz de pasárselos de una mano a otra con tremenda facilidad.
Edward pensó que quizás sería hora de probar otro de sus nuevos objetos, por lo que de su torso sacó la Vara Justiciera. Estirando el cuello a un lado y luego al otro, desafío a la mujer: -Adelante, sorpréndeme.
La mujer se lanzó de un salto hacia el joven a la vez que lanzaba uno de sus cuchillos. Luego, hizo un corte en forma de X con un cuchillo en cada mano, mientras que el otro parecía haber desaparecido. El joven había perdido de vista ese cuarto cuchillo, pero era normal, teniendo que estar pendiente del cuchillo que volaba hacia él y el corte que gracias al Haki sabía que ella pretendía hacer. Con un giro de la vara golpeó el cuchillo para desviarlo, y después lo agarró con fuerza en horizontal para bloquear el ataque.
Mientras forcejeaban, la mujer hizo un movimiento con la pierna que reveló el cuchillo faltante anclado de alguna manera al zapato, ¿tendría este un imán, tal vez? Con gran agilidad, la pelirrosa dio una voltereta hacia atrás tratando de hacer un corte ascendente. Edward saltó y, separando la vara en su verdadera forma de Nunchaku-tsue, golpeó la pierna de su oponente, lo cual hizo que esta casi no pudiera terminar la voltereta, acabando arrodillada.
Su rostro mostraba lo muy enfadada que estaba, y ver a Edward con una constante sonrisa de superioridad no ayudaba lo más mínimo. Cogió dos cuchillos y los unió por el mango, haciendo un leve clack que indicaba que habían encajado de alguna forma. Girándolos con una sola mano, estirada hacia arriba, mientras con la otra se ayudaba para levantarse, la mujer preparaba un ataque. La curiosa arma dejó de girar con un seco y rápido corte descendente en diagonal, que lanzó una onda cortante a Edward.
Este estaba quieto, agarrando una de las dos partes de la Vara Justiciera con la mano derecha y esperando a que la onda se acercara. De un repentino golpe con su arma, la onda se deshizo.
Ya había cargado electricidad de sobra hacía rato, simplemente no se había decidido a usar el ataque hasta ahora. -¡Kaminari no Yari! -gritó. Tres lanzas de rayos aparecieron flotando frente al joven. Levantando la mano izquierda, las tres levantaron la punta hasta apuntar a la mujer. Edward hizo como si diera un puñetazo al aire y de inmediato las lanzas salieron disparadas a más de diez metro por segundo contra su oponente, que logró esquivar solo una de ellas, por lo que se empezó a retorcer de dolor debido a las descargas.
Ese momento fue aprovechado por Edward para acercarse corriendo, volver a unir las dos partes del Nunchaku-tsue y golpearla como si estuviera jugando al béisbol, lanzándola contra el hombre que quedó incrustado en la pared al principio del combate. Ambos salieron disparados del edificio y finalmente la pelirrosa no se levantó más.
Finalmente, el joven salió en búsqueda de su compañero por el agujero que él mismo había hecho en la pared, para apoyarlo en el combate de ser necesario o tratar al enemigo que se había llevado antes si estaba en estado crítico.
Edward pensó que quizás sería hora de probar otro de sus nuevos objetos, por lo que de su torso sacó la Vara Justiciera. Estirando el cuello a un lado y luego al otro, desafío a la mujer: -Adelante, sorpréndeme.
La mujer se lanzó de un salto hacia el joven a la vez que lanzaba uno de sus cuchillos. Luego, hizo un corte en forma de X con un cuchillo en cada mano, mientras que el otro parecía haber desaparecido. El joven había perdido de vista ese cuarto cuchillo, pero era normal, teniendo que estar pendiente del cuchillo que volaba hacia él y el corte que gracias al Haki sabía que ella pretendía hacer. Con un giro de la vara golpeó el cuchillo para desviarlo, y después lo agarró con fuerza en horizontal para bloquear el ataque.
Mientras forcejeaban, la mujer hizo un movimiento con la pierna que reveló el cuchillo faltante anclado de alguna manera al zapato, ¿tendría este un imán, tal vez? Con gran agilidad, la pelirrosa dio una voltereta hacia atrás tratando de hacer un corte ascendente. Edward saltó y, separando la vara en su verdadera forma de Nunchaku-tsue, golpeó la pierna de su oponente, lo cual hizo que esta casi no pudiera terminar la voltereta, acabando arrodillada.
Su rostro mostraba lo muy enfadada que estaba, y ver a Edward con una constante sonrisa de superioridad no ayudaba lo más mínimo. Cogió dos cuchillos y los unió por el mango, haciendo un leve clack que indicaba que habían encajado de alguna forma. Girándolos con una sola mano, estirada hacia arriba, mientras con la otra se ayudaba para levantarse, la mujer preparaba un ataque. La curiosa arma dejó de girar con un seco y rápido corte descendente en diagonal, que lanzó una onda cortante a Edward.
Este estaba quieto, agarrando una de las dos partes de la Vara Justiciera con la mano derecha y esperando a que la onda se acercara. De un repentino golpe con su arma, la onda se deshizo.
Ya había cargado electricidad de sobra hacía rato, simplemente no se había decidido a usar el ataque hasta ahora. -¡Kaminari no Yari! -gritó. Tres lanzas de rayos aparecieron flotando frente al joven. Levantando la mano izquierda, las tres levantaron la punta hasta apuntar a la mujer. Edward hizo como si diera un puñetazo al aire y de inmediato las lanzas salieron disparadas a más de diez metro por segundo contra su oponente, que logró esquivar solo una de ellas, por lo que se empezó a retorcer de dolor debido a las descargas.
Ese momento fue aprovechado por Edward para acercarse corriendo, volver a unir las dos partes del Nunchaku-tsue y golpearla como si estuviera jugando al béisbol, lanzándola contra el hombre que quedó incrustado en la pared al principio del combate. Ambos salieron disparados del edificio y finalmente la pelirrosa no se levantó más.
Finalmente, el joven salió en búsqueda de su compañero por el agujero que él mismo había hecho en la pared, para apoyarlo en el combate de ser necesario o tratar al enemigo que se había llevado antes si estaba en estado crítico.
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Cuando Edward se quiso dar cuenta, ya estaba curando al hombre al que Bleyd le había destrozado la cara. Sobreviviría, al menos hasta que se viera en un espejo...
-Oh, Bleyd. No, no te preocupes, a no ser que seas médico y quieras ayudarme, voy a tener que vendarle entero de los hombros para arriba.
Todos los que habían sido derrotados dentro del edificio se encontraban atados al lado del joven revolucionario.
-Mira, Bleyd. En la sala en la que estaba la mujer con el tipo del brazo metálico he encontrado estos documentos. Creo que están todas las localizaciones de donde sacaban a los esclavos, así como algunos nombres que asumo que serán los contactos o los clientes, no he tenido tiempo de leerlos todos. ¿Me ayudas a cargar con esta gente? Yo llevo al herido... Bueno, al más herido.
Mientras salían a la calle, Edward vio al robusto hombre que vio ir tras Bleyd. De inmediato se acercó a tratarlo también, tenía un par de costillas rotas y había perdido bastante sangre, aunque si se detenía la hemorragia sobreviviría sin problemas.
-De acuerdo. -decía el rubio mientras seguía atendiendo al hombre, dirigiéndose a los esclavos pero sin apenas mirarles. -Yo soy Edward, este es Bleyd. Somos revolucionarios que hemos venido a rescatarlos, como habréis podido ver. Tenemos un contacto que os ayudará a conseguir un transporte si queréis salir de la isla. Las sirenas quizás os queráis quedar, pero sabed que nosotros no somos como otros humanos, no tenemos prejuicios y estamos más que dispuestos a ayudar en lo que haga falta, por lo que si necesitáis alguna cosa o pensáis que queréis evitar que a otros les pase lo mismo, la revolución está a vuestra entera disposición.
Una vez terminó, tanto el discurso como la atención médica, cargaron con todos los implicados (y las sirenas) hasta donde el contacto les esperaba, guardándoles el submarino.
Edward confiaba en que, como miembro de la junta médica, si alguno de los presentes estaba herido o necesitaba de tratamiento psicológico, contarían con él, aunque se encargó de explicárselo a todos por si acaso. Además, esperaba que alguno acabara mostrando abiertamente sus ganas de apoyar a la revolución, es por eso que les había dado esa charla.
-Bueno, gracias por proteger nuestro vehículo. Tienes esposas suficientes ¿verdad? La cuerda con la que los he atado me la tengo que llevar, es muy especial, y no cabemos todos en el submarino ni de broma. -decía Ed con su característica sonrisa.
-Bleyd, me alegro de tenerte entre nuestras filas, me corresponde decir que me has dado una grata sorpresa, eres un hombre fuerte, de recursos y muy valiente. Puedes llegar lejos en esta organización y, lo que es más importante, ser de ayuda para mucha gente como esta. ¿Dónde te viene bien que te deje?
-Oh, Bleyd. No, no te preocupes, a no ser que seas médico y quieras ayudarme, voy a tener que vendarle entero de los hombros para arriba.
Todos los que habían sido derrotados dentro del edificio se encontraban atados al lado del joven revolucionario.
-Mira, Bleyd. En la sala en la que estaba la mujer con el tipo del brazo metálico he encontrado estos documentos. Creo que están todas las localizaciones de donde sacaban a los esclavos, así como algunos nombres que asumo que serán los contactos o los clientes, no he tenido tiempo de leerlos todos. ¿Me ayudas a cargar con esta gente? Yo llevo al herido... Bueno, al más herido.
Mientras salían a la calle, Edward vio al robusto hombre que vio ir tras Bleyd. De inmediato se acercó a tratarlo también, tenía un par de costillas rotas y había perdido bastante sangre, aunque si se detenía la hemorragia sobreviviría sin problemas.
-De acuerdo. -decía el rubio mientras seguía atendiendo al hombre, dirigiéndose a los esclavos pero sin apenas mirarles. -Yo soy Edward, este es Bleyd. Somos revolucionarios que hemos venido a rescatarlos, como habréis podido ver. Tenemos un contacto que os ayudará a conseguir un transporte si queréis salir de la isla. Las sirenas quizás os queráis quedar, pero sabed que nosotros no somos como otros humanos, no tenemos prejuicios y estamos más que dispuestos a ayudar en lo que haga falta, por lo que si necesitáis alguna cosa o pensáis que queréis evitar que a otros les pase lo mismo, la revolución está a vuestra entera disposición.
Una vez terminó, tanto el discurso como la atención médica, cargaron con todos los implicados (y las sirenas) hasta donde el contacto les esperaba, guardándoles el submarino.
Edward confiaba en que, como miembro de la junta médica, si alguno de los presentes estaba herido o necesitaba de tratamiento psicológico, contarían con él, aunque se encargó de explicárselo a todos por si acaso. Además, esperaba que alguno acabara mostrando abiertamente sus ganas de apoyar a la revolución, es por eso que les había dado esa charla.
-Bueno, gracias por proteger nuestro vehículo. Tienes esposas suficientes ¿verdad? La cuerda con la que los he atado me la tengo que llevar, es muy especial, y no cabemos todos en el submarino ni de broma. -decía Ed con su característica sonrisa.
-Bleyd, me alegro de tenerte entre nuestras filas, me corresponde decir que me has dado una grata sorpresa, eres un hombre fuerte, de recursos y muy valiente. Puedes llegar lejos en esta organización y, lo que es más importante, ser de ayuda para mucha gente como esta. ¿Dónde te viene bien que te deje?
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