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Maximilian D. Frinz
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Las calles eran oscuras y tétricas. Habían pocos faros encendidos y cualquier criminal podría esconderse entre los callejones estrechos esperando a que alguna víctima despistada aparezca. Dark Dome, la ciudad que nunca duerme, no era un lugar al que precisamente me hubiera gustado regresar, pero por cuestiones del azar o el destino, había vuelto a caer en aquella ciudad. Me encontraba caminando por una de las avenidas, pensando en lo que tendría que hacer para salir ileso de allí y sin ningún problema, ya que la última vez no me fue también. De pronto, sentí que alguien me observaba. Me giré para comprobarlo y no vi a nadie.
“ Talvez solo es mi imaginación”, pensé mientras volví a caminar para buscar un lugar donde pasar el rato. Sabía que los hoteles tenían de todo, pero el costo de alquiler de una habitación en alguno de ellos era exorbitante.
Un auto apareció al final de la esquina, a tan solo unos 20 metros de donde estaba, y por una de sus ventanas, asomó la mitad del cuerpo de un hombre sosteniendo una ametralladora en las manos. Otro auto apareció detrás de ellos y el hombre que estaba en el primer auto abrió fuego. La ráfaga de disparos atravesó el vidrio delantero y el auto impactó contra un farol. Del primer auto, salieron hombres vestidos con camisas a rayas, pantalones negros y sombreros grises de borde blanco. Se escucharon otra vez disparos y los que habían bajado del auto regresaron a su vehículo para marcharse. La gente que estaba cerca había buscado refugio, entrando a tiendas u ocultándose en los callejones y cuando todo terminó, salió a mirar que había ocurrido. Yo también lo hice y pude notar que todos los que estaban el vehículo que había impactado contra el farol, estaban muertos. El conductor estaba recostado sobre el timón del auto y la puerta de lado opuesto estaba abierta. El cuerpo de un hombre con el pecho ensangrentado, se encontraba tendido en el suelo. Otro más estaba del otro lado del auto, con un arma de fuego en la mano. Había sido una ejecución macabra. La gente murmuraba entre ellos, cosas que no llegué a escuchar.
“ Debo irme de aquí, las calles no son seguras”, pensé mientras apresuraba el paso para marcharme luego contemplar ese momento tan escalofriante.
Caminé algunas calles más y pude escuchar el sonido de una música muy alegre. Me giré a la derecha y noté que había un enorme cartel de luces con un titulo que no acababa de entender, “ Pleasure and loss “. Había una fila de gente formada en la puerta e iban entrando uno a uno. Mujeres con sus acompañantes en su mayoría y alguna que otra chica sola con vestidos muy cortos. “ Que va, mejor estar allí dentro que en otro lado”, pensé mientras me colocaba detrás de la ultima persona de la fila.
“ Talvez solo es mi imaginación”, pensé mientras volví a caminar para buscar un lugar donde pasar el rato. Sabía que los hoteles tenían de todo, pero el costo de alquiler de una habitación en alguno de ellos era exorbitante.
Un auto apareció al final de la esquina, a tan solo unos 20 metros de donde estaba, y por una de sus ventanas, asomó la mitad del cuerpo de un hombre sosteniendo una ametralladora en las manos. Otro auto apareció detrás de ellos y el hombre que estaba en el primer auto abrió fuego. La ráfaga de disparos atravesó el vidrio delantero y el auto impactó contra un farol. Del primer auto, salieron hombres vestidos con camisas a rayas, pantalones negros y sombreros grises de borde blanco. Se escucharon otra vez disparos y los que habían bajado del auto regresaron a su vehículo para marcharse. La gente que estaba cerca había buscado refugio, entrando a tiendas u ocultándose en los callejones y cuando todo terminó, salió a mirar que había ocurrido. Yo también lo hice y pude notar que todos los que estaban el vehículo que había impactado contra el farol, estaban muertos. El conductor estaba recostado sobre el timón del auto y la puerta de lado opuesto estaba abierta. El cuerpo de un hombre con el pecho ensangrentado, se encontraba tendido en el suelo. Otro más estaba del otro lado del auto, con un arma de fuego en la mano. Había sido una ejecución macabra. La gente murmuraba entre ellos, cosas que no llegué a escuchar.
“ Debo irme de aquí, las calles no son seguras”, pensé mientras apresuraba el paso para marcharme luego contemplar ese momento tan escalofriante.
Caminé algunas calles más y pude escuchar el sonido de una música muy alegre. Me giré a la derecha y noté que había un enorme cartel de luces con un titulo que no acababa de entender, “ Pleasure and loss “. Había una fila de gente formada en la puerta e iban entrando uno a uno. Mujeres con sus acompañantes en su mayoría y alguna que otra chica sola con vestidos muy cortos. “ Que va, mejor estar allí dentro que en otro lado”, pensé mientras me colocaba detrás de la ultima persona de la fila.
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Bleyd
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-Fluffle, deja eso, no podemos ir comiendo todo lo que encuentras por el suelo... Ten paciencia en breves momentos llegaremos al punto de encuentro y te pediré lo mas caro de la carta y para beber albóndigas.-
Fluffle pego un salto y se me subió en la espalda, cargue con él a mi espalda todo el trecho hasta el "Pleasure and loss" en donde tendria que encontrarme con un contratista de la revolución. No era el trabajo mas llamativo y hermoso del mundo pero hacer una campaña publicitaria era algo tranquilo y sin riesgo, distribuir panfletos, ayudar a cruzar la calle a las ancianitas, preparar drogas, armas y diversos materiales peligrosos para armar una revuelta. El pan de cada día.
Me salte la cola del club y fui directo al portero que tenia cara de gorila. El tipo en el instante que vio a Fluffle supo de quien se trataba aun así, me paro y tuve que darle el santo y seña y mis credenciales. Después de hacer el paripe oportuno entre sin mas dilación.
El club consistía en un recinto de dos plantas, la primera tenia una pista de bailes con focos, D J y muchas mesas con buen ambiente desperdigadas en frente de una barra de bar hecha en roble, los espirituosos se vendían como si fueran agua. El piso de arriba era abierto permitiendo ver la pista de baile, una zona mas tranquila para reuniones o citas, tenia una terraza con un pequeño bar también.
Sin embargo tenia que ir a la parte trasera donde se podía acceder a un almacén, un parquin, la oficina del jefe, una sala para timbas de poker, un despacho de contabilidad con caja fuerte y un sótano.
Me puse en la barra mientras observaba a los seguratas recorrer el local entre la gente buscando alguna cosa sospechosa, tenia que esperar un rato mientras el jefe, Magusino, acababa de prepararse para nuestra entrevista.
Fluffle pego un salto y se me subió en la espalda, cargue con él a mi espalda todo el trecho hasta el "Pleasure and loss" en donde tendria que encontrarme con un contratista de la revolución. No era el trabajo mas llamativo y hermoso del mundo pero hacer una campaña publicitaria era algo tranquilo y sin riesgo, distribuir panfletos, ayudar a cruzar la calle a las ancianitas, preparar drogas, armas y diversos materiales peligrosos para armar una revuelta. El pan de cada día.
Me salte la cola del club y fui directo al portero que tenia cara de gorila. El tipo en el instante que vio a Fluffle supo de quien se trataba aun así, me paro y tuve que darle el santo y seña y mis credenciales. Después de hacer el paripe oportuno entre sin mas dilación.
El club consistía en un recinto de dos plantas, la primera tenia una pista de bailes con focos, D J y muchas mesas con buen ambiente desperdigadas en frente de una barra de bar hecha en roble, los espirituosos se vendían como si fueran agua. El piso de arriba era abierto permitiendo ver la pista de baile, una zona mas tranquila para reuniones o citas, tenia una terraza con un pequeño bar también.
Sin embargo tenia que ir a la parte trasera donde se podía acceder a un almacén, un parquin, la oficina del jefe, una sala para timbas de poker, un despacho de contabilidad con caja fuerte y un sótano.
Me puse en la barra mientras observaba a los seguratas recorrer el local entre la gente buscando alguna cosa sospechosa, tenia que esperar un rato mientras el jefe, Magusino, acababa de prepararse para nuestra entrevista.
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Maximilian D. Frinz
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Miraba a todos lados, receloso y poco confiado con aquella ciudad. Lo que había visto hace unos minutos no había sido más que una muestra de la guerra entre bandas que se libraba a todas horas en el bajo mundo. Aún faltaban algunas personas para que llegara mi turno y entrar, cuando reconocí a la extraña figura rosada de que había estado vendiendo petardos en Shabondy. No estaba solo, su acompañante parecía ser un hombre acorazado. El tipo que lo acompañaba era claramente el responsable de todo lo que había ocurrido hace algunas semanas atrás, así que tendría que evitar toparme con ellos. Cuando llegó mi turno, el hombre que hacia de vigilante me miró y me extendió la mano. Entendí ese gesto como una clara señal de que tenía que darle dinero para poder entrar. Saqué algunos billetes de mi bolsillo y se los entregué. El tipo me miró con despreció y al final me dejó entrar.
Allí dentro una música muy extraña y luces multicolores parecían animar el ambiente. La gente bailaba de una manera extraña. Las mujeres movían sus caderas al ritmo de la música mientras que los hombres seguían el ritmo, moviendo sus pies de aquí para allá, casi coordinando sus movimientos al mismo tiempo que sus parejas. Era la primera vez que veía a la gente bailando así y sin duda alguna era un espectáculo interesante.
— Eh, tú, anciano — dijo una voz que apenas pude oír por la música.
Me giré y una chica con un vestido de falda muy corta, piernas muy largas y atributos femeninos bastante exuberantes estaba detrás de mi con una copa en la mano.
— Perdona, pero solo tengo 25 — respondí mientras la miraba de pies a cabeza.
— No me interesa. Estás en mi camino y voy a la pista de baile — chasqueó los dedos, levantando su brazo hasta la altura de su cabeza — Fuera
Me aparte de en medio y la chica me lanzó una mirada furiosa. “Vaya mujer, es hermosa pero tiene el carácter de un ogro”, pensé mientras buscaba un lugar donde pasar desapercibido. Luego de un momento, pude ver algunos asientos redondos frente a una mesa de vidrio. Me senté allí mientras esperaba que el tiempo pasara para marcharme. Tenía que buscar alguna forma de como irme de la ciudad sin llamar atención o tener que enfrentarme nuevamente a la mafia.
— Perdona. Puedo sentarme — dijo una voz suave y delicada.
Levanté la mirada y mi corazón casi se sale de su sitio. Una chica de cabello dorados, labios rosados brillantes, ojos azules, una piel clara y con un cuerpo de curvaturas casi perfectas.
— Pues si. Toma asiento — dije bastante nervioso y con una sensación de calor en cuerpo que apareció de manera súbita.
La chica se sentó en uno de los asientos redondos y con almohadillas rojas bastante cómodas. Traía un bolso de cuero pequeño y lo dejo en la mesa de vidrio. Yo por mi parte trataba de no mirarla, pero era una tarea muy difícil.
Allí dentro una música muy extraña y luces multicolores parecían animar el ambiente. La gente bailaba de una manera extraña. Las mujeres movían sus caderas al ritmo de la música mientras que los hombres seguían el ritmo, moviendo sus pies de aquí para allá, casi coordinando sus movimientos al mismo tiempo que sus parejas. Era la primera vez que veía a la gente bailando así y sin duda alguna era un espectáculo interesante.
— Eh, tú, anciano — dijo una voz que apenas pude oír por la música.
Me giré y una chica con un vestido de falda muy corta, piernas muy largas y atributos femeninos bastante exuberantes estaba detrás de mi con una copa en la mano.
— Perdona, pero solo tengo 25 — respondí mientras la miraba de pies a cabeza.
— No me interesa. Estás en mi camino y voy a la pista de baile — chasqueó los dedos, levantando su brazo hasta la altura de su cabeza — Fuera
Me aparte de en medio y la chica me lanzó una mirada furiosa. “Vaya mujer, es hermosa pero tiene el carácter de un ogro”, pensé mientras buscaba un lugar donde pasar desapercibido. Luego de un momento, pude ver algunos asientos redondos frente a una mesa de vidrio. Me senté allí mientras esperaba que el tiempo pasara para marcharme. Tenía que buscar alguna forma de como irme de la ciudad sin llamar atención o tener que enfrentarme nuevamente a la mafia.
— Perdona. Puedo sentarme — dijo una voz suave y delicada.
Levanté la mirada y mi corazón casi se sale de su sitio. Una chica de cabello dorados, labios rosados brillantes, ojos azules, una piel clara y con un cuerpo de curvaturas casi perfectas.
— Pues si. Toma asiento — dije bastante nervioso y con una sensación de calor en cuerpo que apareció de manera súbita.
La chica se sentó en uno de los asientos redondos y con almohadillas rojas bastante cómodas. Traía un bolso de cuero pequeño y lo dejo en la mesa de vidrio. Yo por mi parte trataba de no mirarla, pero era una tarea muy difícil.
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Bleyd
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Las cosas parecían estar bastante tranquilas, nada sospechoso ni nada raro, a decir verdad esta reunión de negocios para obtener fondos para la revolución era bastante indispensable, los señores del crimen traficaban con todo lo necesario, desde armas hasta información pasando por alimentos.
-Por favor, ¿pueden servirle algo de comer a Fluffle? le gustaría la carta completa, así estará tranquilo mientras yo no lo atiendo, y para beber... albóndigas.
-¿Albóndigas? muy bien señor, en un rato le serviremos.
-Muchas gracias, guapa.- Me volví a ver a Fluffle mientras le acariciaba la cabeza.- Te mimo demasiado enano, menudo empacho vas a pillar como te comas todo.
Cuando volvió la camarera con un surtido de platos lo hizo acompañada de un guarda, llevaba con el una pistola de gran calibre y me indico que le siguiera que su jefe estaba preparado para atenderme.
-Fluffle volveré en un rato, ve comiendo y no te metas en líos.- Seguí al matón, cruzamos la cocina y pasamos por un almacén, cámaras y varios guardas se encontraban por la parte interior de la discoteca, pude ver las escaleras que llevaban a la cabina del DJ que estaba poniendo música a toda pastilla. El hombre uso una tarjeta identificadora y abrió una puerta que conducía a la planta superior donde tras subir las escaleras pude observar que el jefe del negocio estaba sentado al fondo de la sala detrás de una mesa de escritorio, la alfombra del suelo era de gran calidad así como los cuadros y los sillones que se encontraban diseminados por la estancia.
A mi izquierda una cristalera permita ver toda la pista de bailes y sus cercanías, las luces de colores se entrelazaban en bonitas secuencias al ritmo de la música.
-Bienvenido señor Bleyd, es un placer tenerle aquí con nosotros. Dígame ¿Que tiene para mi?
- Es un placer, asi que no me ire por las ramas el tiempo es dinero y cuanto antes lleguemos a un acuerdo antes podremos beneficiarnos.
Le abri el maletin que llevaba conmigo y puse la mochila que transportaba encima de la mesa, con cuidado le abrí el maletín y se lo ofrecía. En su interior varias muestras de drogas preparadas por mi y por Fluffle se encontraban en su interior.
-Le garantizo que estas drogas de diseño son de primerísima calidad, ademas cumpliendo su petición le he traído esto.
Abri la mochila y de su interior extraje un enorme artefacto negro con forma esférica.
-Esta preciosidad es ideal para robar lo que desee. Se puede programar para que desintegre a nivel molecular cualquier material que toque, el área esférica que genera puede ser como máximo de un metro, es ideal para perforar cámaras fuertes, paredes, blindados.... Lo que desee, el efecto dura tan solo tres segundos pero se llevara todo lo que no sea orgánico. Evidentemente puede ser reutilizado pero hay que volver a programarlo con nuevos parámetros o usara los últimos usados. ¿Que le parece?
-Esplendido, simplemente esplendido. mañana haremos las pruebas pertinentes y le transmitiremos la respuesta que sea necesaria, aun asi digame, ¿Que desea usted a cambio de esto?
-Es fácil, usted me otorga los materiales, un laboratorio y libera para mi la multitud de esclavos que ha ido acumulando y que tiene trabajando a muerte en las calles y prostíbulos...
-Pide usted muchos señor Bleyd...
-Le estoy otorgando la posibilidad de hacerse con el poder en toda la ciudad. No habrá nada que no pueda tener, las mejores protecciones físicas no serán nada. Por no hablar de que con esta droga usted podrá hacerse con todo el narcotrafico... Ademas siempre puede usted comprar mas esclavos o capturar a sus enemigos.
-De acuerdo mañana tendra mi respuesta, mientras tanto diviértase en el local. Buenas noches.
-Tenga usted.- Me despedí del jefe mafioso y pase a recoger a Fluffle que estaba siendo mimado por las camareras, lo deje un rato mientras me sentaba en la barra y veía una curiosa escena en la que una mujer le tiraba fichas a un mozo sentado en la barra.
-Por favor, ¿pueden servirle algo de comer a Fluffle? le gustaría la carta completa, así estará tranquilo mientras yo no lo atiendo, y para beber... albóndigas.
-¿Albóndigas? muy bien señor, en un rato le serviremos.
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Cuando volvió la camarera con un surtido de platos lo hizo acompañada de un guarda, llevaba con el una pistola de gran calibre y me indico que le siguiera que su jefe estaba preparado para atenderme.
-Fluffle volveré en un rato, ve comiendo y no te metas en líos.- Seguí al matón, cruzamos la cocina y pasamos por un almacén, cámaras y varios guardas se encontraban por la parte interior de la discoteca, pude ver las escaleras que llevaban a la cabina del DJ que estaba poniendo música a toda pastilla. El hombre uso una tarjeta identificadora y abrió una puerta que conducía a la planta superior donde tras subir las escaleras pude observar que el jefe del negocio estaba sentado al fondo de la sala detrás de una mesa de escritorio, la alfombra del suelo era de gran calidad así como los cuadros y los sillones que se encontraban diseminados por la estancia.
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-Es fácil, usted me otorga los materiales, un laboratorio y libera para mi la multitud de esclavos que ha ido acumulando y que tiene trabajando a muerte en las calles y prostíbulos...
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-Le estoy otorgando la posibilidad de hacerse con el poder en toda la ciudad. No habrá nada que no pueda tener, las mejores protecciones físicas no serán nada. Por no hablar de que con esta droga usted podrá hacerse con todo el narcotrafico... Ademas siempre puede usted comprar mas esclavos o capturar a sus enemigos.
-De acuerdo mañana tendra mi respuesta, mientras tanto diviértase en el local. Buenas noches.
-Tenga usted.- Me despedí del jefe mafioso y pase a recoger a Fluffle que estaba siendo mimado por las camareras, lo deje un rato mientras me sentaba en la barra y veía una curiosa escena en la que una mujer le tiraba fichas a un mozo sentado en la barra.
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La chica que se sentó a mi lado también parecía algo nerviosa. Sus mejillas habían adquirido un tenue color rojo. Pude notar que el tipo que acompañaba al extraño ser rosado estaba sentado en la barra. Giré la vista y noté que unos tipos se acercaba hasta donde estaba.
— Largo — dijo un hombre vestido con una camisa negra y un conjunto de chaqueta y pantalón violeta oscuro — necesitamos este sitio.
Me le quede mirando un momento. Suspiré resignado, ya que en verdad si hubiera sido otro momento y otra isla, no hubiera dejado que unos sujetos como ellos me trataran así. Me giré a ver a la chica que había estado sentado a mi lado por ultima vez y pude notar que uno de los sujetos que había llegado parecía estar hablándole. Había cambiado la expresión en su rostro y parecía tener algo de miedo. La chica se puso de pie e intento irse, pero uno de los sujetos la tomó del brazo y la retuvo.
— Perdón, pero la señorita no quiere quedarse aquí — dije al acercarme al grupo de sujetos que la estaban molestando.
El tipo que antes me había hablado, se colocó delante de mi y me miró fijamente a los ojos.
— La chica se quedará aquí para divertir al jefe; te dije que te largaras pueblerino.
— Perdón, pero se nota que ella no quiere quedarse.
El tipo apretó los puños. Parecía comenzar a enfadarse y no me gustó para nada que me dijera pueblerino.
— ¿Qué carajos pasa aquí? — preguntó alguien.
Me giré y vi que un hombre con el cabello muy graso y brillante se acercaba a donde estábamos. Tenía las cejas pobladas y una nariz bastante redonda. Era delgado y tenía muchos anillos en los dedos. Lo acompañaban dos mujeres atractivas y con vestidos que no dejaban nada a la imaginación.
— No pasa nada, jefe — dijo el hombre que antes me había estado hablado — un problema con este sujeto.
— ¿Así? — dijo mientras se acercaba a donde estaba y me miraba — ¿Qué pasa hombre, no te gusta el lugar?
— El tipo no quiere dejar que la chica se divierta con nosotros — dijo señalando a la mujer que antes había estado sentada conmigo y que ahora era acosada por ese grupo de matones.
— Mira amigo, no sé como funcionen las cosas de donde vienes, pero si la muñeca se quiere quedar con nosotros…
— Yo solo quiero irme — dijo la chica bastante alterada.
— ¡Cállate perra! — dijo el hombre que la sujetaba mientras tiraba de ella y le lanzaba una bofetada que golpeaba su mejilla derecha.
La chica cayó al suelo y el hombre comenzó a burlarse de ella. Todos rieron, incluso el jefe de su grupo. No pude resistir más. Avancé moviéndome a toda velocidad, desenvainando y envainando mi katana derecha en instante. El tipo que antes me había bloqueado el paso, se giró gritando maldiciones, solo para que unos 3 segundos después su cuerpo fuera golpeado por una onda de choque que hizo que su cuerpo se estampara contra la pared posterior del lugar. Me arrodillé y ayudé a ponerse de pie a la chica. El otro sujeto sacó un arma que tenía escondida en sus pantalones, pero la corté a la mitad desenvainado una de mis katanas. El jefe de ellos parecía estar sorprendido, ya que no hizo nada cuando pase por su lado junto con la chica que habían estado acosando sus subordinados.
— Largo — dijo un hombre vestido con una camisa negra y un conjunto de chaqueta y pantalón violeta oscuro — necesitamos este sitio.
Me le quede mirando un momento. Suspiré resignado, ya que en verdad si hubiera sido otro momento y otra isla, no hubiera dejado que unos sujetos como ellos me trataran así. Me giré a ver a la chica que había estado sentado a mi lado por ultima vez y pude notar que uno de los sujetos que había llegado parecía estar hablándole. Había cambiado la expresión en su rostro y parecía tener algo de miedo. La chica se puso de pie e intento irse, pero uno de los sujetos la tomó del brazo y la retuvo.
— Perdón, pero la señorita no quiere quedarse aquí — dije al acercarme al grupo de sujetos que la estaban molestando.
El tipo que antes me había hablado, se colocó delante de mi y me miró fijamente a los ojos.
— La chica se quedará aquí para divertir al jefe; te dije que te largaras pueblerino.
— Perdón, pero se nota que ella no quiere quedarse.
El tipo apretó los puños. Parecía comenzar a enfadarse y no me gustó para nada que me dijera pueblerino.
— ¿Qué carajos pasa aquí? — preguntó alguien.
Me giré y vi que un hombre con el cabello muy graso y brillante se acercaba a donde estábamos. Tenía las cejas pobladas y una nariz bastante redonda. Era delgado y tenía muchos anillos en los dedos. Lo acompañaban dos mujeres atractivas y con vestidos que no dejaban nada a la imaginación.
— No pasa nada, jefe — dijo el hombre que antes me había estado hablado — un problema con este sujeto.
— ¿Así? — dijo mientras se acercaba a donde estaba y me miraba — ¿Qué pasa hombre, no te gusta el lugar?
— El tipo no quiere dejar que la chica se divierta con nosotros — dijo señalando a la mujer que antes había estado sentada conmigo y que ahora era acosada por ese grupo de matones.
— Mira amigo, no sé como funcionen las cosas de donde vienes, pero si la muñeca se quiere quedar con nosotros…
— Yo solo quiero irme — dijo la chica bastante alterada.
— ¡Cállate perra! — dijo el hombre que la sujetaba mientras tiraba de ella y le lanzaba una bofetada que golpeaba su mejilla derecha.
La chica cayó al suelo y el hombre comenzó a burlarse de ella. Todos rieron, incluso el jefe de su grupo. No pude resistir más. Avancé moviéndome a toda velocidad, desenvainando y envainando mi katana derecha en instante. El tipo que antes me había bloqueado el paso, se giró gritando maldiciones, solo para que unos 3 segundos después su cuerpo fuera golpeado por una onda de choque que hizo que su cuerpo se estampara contra la pared posterior del lugar. Me arrodillé y ayudé a ponerse de pie a la chica. El otro sujeto sacó un arma que tenía escondida en sus pantalones, pero la corté a la mitad desenvainado una de mis katanas. El jefe de ellos parecía estar sorprendido, ya que no hizo nada cuando pase por su lado junto con la chica que habían estado acosando sus subordinados.
- Técnica usada :
- Nombre de la técnica: Tercera melodía: Canción de medió día
Naturaleza de la técnica: Espiritual
Descripción de la técnica: Es un ataque con espada que al inicio usa la máxima velocidad posible. En los primeros segundos después de realizar el ataque con espada no hay ningún cambio en el objetivo, luego de 3 segundos más tarde se genera una onda de choque que corta al objetivo. El impacto aumenta de potencia al doble si el objetivo está muy cerca (menos de 1 metro). Es un solo ataque con una potencia que podría destrozar una armadura de acero o cualquier arma de la misma resistencia.
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Lo que me faltaba, un tipo problemático liandola parda en el local, tendría suerte si sale con vida... Aunque un héroe parecía que tenia la situación controlada al defender a la chica que ese pardillo había amenazado.
-Vamos Fluffle, veamos si podemos evitar que el jefe del local use a todos esos tipos como alimento para peces. El tipo no se anda con chiquitas y es que los capos de la mafia saben hacerse respetar.
Me acerque al lugar donde los ánimos se estaban caldeando y en donde un buen numero de matones del club se reunían para poner orden, posiblemente a navajazo limpio.
-A ver señores... Dejen de armar escándalo. ¡Me estáis molestando! por no hablar que estos chicos llevan todo el día aburridos y estoy mas que seguro de que les encantaría daros una paliza bien dada.
Señale a el gran grupo de seguratas que se habían reunido a nuestro alrededor.
-Teneis dos opciones, salir enteros o a cachitos.
Los tipos se dieron cuenta de que allí no tenían mucho que ganar, superados en numero decidieron retirarse sin armar mas escándalo.
-¿Estos dos?
- No han hecho nada malo déjalos dile al jefe que esta todo controlado. Me ocupare de ellos tranquilamente.
Me senté frente al tipo y la chica mientras Fluffle ocupaba otro asiento.
-Sentaos, Mike. Traenos dos cuba libres, un batido de chocolate. Bueno, bueno, bueno. Parece que aquí el caballero andante le gusta defender a las damiselas en apuros. Señorita otra vez llame a los de seguridad, este pobre tipo podría haber sido tiroteado, acuchillado o sabe dios que.
Suspiro mientras miro a amos a la cara, bien dama y caballero, ¿que hacen ustedes aquí y que andan buscando?
-Vamos Fluffle, veamos si podemos evitar que el jefe del local use a todos esos tipos como alimento para peces. El tipo no se anda con chiquitas y es que los capos de la mafia saben hacerse respetar.
Me acerque al lugar donde los ánimos se estaban caldeando y en donde un buen numero de matones del club se reunían para poner orden, posiblemente a navajazo limpio.
-A ver señores... Dejen de armar escándalo. ¡Me estáis molestando! por no hablar que estos chicos llevan todo el día aburridos y estoy mas que seguro de que les encantaría daros una paliza bien dada.
Señale a el gran grupo de seguratas que se habían reunido a nuestro alrededor.
-Teneis dos opciones, salir enteros o a cachitos.
Los tipos se dieron cuenta de que allí no tenían mucho que ganar, superados en numero decidieron retirarse sin armar mas escándalo.
-¿Estos dos?
- No han hecho nada malo déjalos dile al jefe que esta todo controlado. Me ocupare de ellos tranquilamente.
Me senté frente al tipo y la chica mientras Fluffle ocupaba otro asiento.
-Sentaos, Mike. Traenos dos cuba libres, un batido de chocolate. Bueno, bueno, bueno. Parece que aquí el caballero andante le gusta defender a las damiselas en apuros. Señorita otra vez llame a los de seguridad, este pobre tipo podría haber sido tiroteado, acuchillado o sabe dios que.
Suspiro mientras miro a amos a la cara, bien dama y caballero, ¿que hacen ustedes aquí y que andan buscando?
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