La gran noche [Capítulo]

Nailah frotó su brazo una vez más, esbozando una sonrisa mientras Brynn contaba por qué estaba allí. Cuando estaba a punto de levantarse una figura apareció ante ella. No se había fijado antes en lo que imponía el almirante, pero desde aquella perspectiva se sentía minúscula, pequeña y... ¿vulnerable? Nailah nunca se sentía vulnerable ante nada, nada podía intimidarla, pero aquello fue diferente.

Al la levantó como si nada, quedándose a la misma altura hasta que ambas miradas coincidieron; sin embargo, aquello solo duró unos segundos y Nailah volvió a posar sus pies en el suelo, esta vez con más delicadeza que antes. El marine, en cambio, echó a andar y ella se quedó mirándolo, hasta que reaccionó a las palabras de su capitán. Conocía demasiado bien a Zane como para saber que estaba preocupado de verdad y la pirata no pudo evitar sonreír y darle un leve golpe en el hombro, a modo de queja.

-Procura no preocuparte por nosotros, sabemos cuidarnos, me asusta más que te metas en cualquier lío y, por favor, no vayas desmayando gente a lo loco - comentó Nailah cruzándose de brazos, pues esa era una gran afición del pelirrojo.

Después de que los grupos estuvieran formados, su amigo decidió presentarse ante el resto del grupo.

-Spanner debería estar al mando, es el segundo de abordo - Y después miró al asesino frunciendo el ceño, replicándole con cierta burla - Y a ti más te vale no desaparecer como la última vez o si no iré detrás de ti y te encadenaré cual perro.

Tras la breve introducción, era el momento de ponerse en marcha. Mientras decidían a donde ir, la pirata se fijó en que la araña que rondaba la sala había sido completamente destruida y había liberado un extraño olor, por un momento se tapó la nariz, pero al cabo de un rato respiró con normalidad. Apoyó la mano en la reina roja y miró a sus compañeros, en especial a Spanner, pues él sabría dirigirlos.

Taylor aún seguía en la entrada de la aguja; sin querer se había despistado de sus compañeros tras el encuentro con el yonkou y, por si fuera poco, le había ofrecido aún más ayuda. En su mente parecía que iba a provocarse un cortocircuito de ideas que no tenía permitido pensar. ¿Por qué? ¿Por qué era tan estricto el profesor Fitzgerald? A su base de datos llegaban informes sobre qué debía centrarse en recopilar información suficiente sobre la tecnología usada, pero aquello era lo que menos le importaba de momento. Quería salvar a la gente inocente, quería salvar al mundo aunque le costase su propia vida, pues ella no era más que un trozo de hojalata que podía ser reconstruido, pero las personas eran frágiles y débiles, no merecían un destino tan cruel.

La joven se detuvo al ver como la araña era destruida con suma facilidad, e incluso se sintió impresionada ante las habilidades de las personas que allí luchaban. Un abrazo sorpresa le hizo sentir varios calambres que recorrieron su cuerpo acompañados de electricidad y un leve hormigueo recorrió su sistema, haciendo que alzara la cabeza y se quedara mirando al techo por un momento, paralizada por el subidón de energía. Ellie, su nueva amiga, la estaba abrazando y parecía ser la causante de aquella electricidad. Cuando terminó el abrazo le acarició suavemente la cabeza y corrió junto a Giotto y otra persona, parecía que aquellos tres irían por su cuenta.

Taylor, antes de avanzar, se fijó de nuevo en lo cerca que estaba Dexter Black y como este hablaba con una muñequera; no habría sido nada raro, salvo por el hecho de llamarla Midorima, parecía que el peliverde ocultaba más cosas de lo debido y tenía que comentárselo a Dretch. Lo miró y vio que aún estaba lo suficientemente cerca como para alcanzarlo después. Se acercó rápidamente a Dexter y se fijó de nuevo en su muñequera.

-¿Tienes tu propia inteligencia artificial? ¡Wow! ¿Por qué se llama así? - Inquirió de manera inquisitiva. Tras eso, decidió romper la tensión - No debería estar hablando contigo, pero con el subidón de energía que me ha dado mi compañera y tu deber por ayudar al mundo, estoy hecha un lío. Además, no paro de recibir instrucciones y siento que no quiero obedecerlos por una vez, ¡pero ese no es el problema! - Todas sus palabras eran muy rápidas, pero fluidas -. El problema es qué pasa con Shintaro, he hecho una distribución logarítmica de la relación que podría tener con esa tal Rose de la que hablasteis, mis investigaciones me llevan a que era una pirata, ex shichibukai y capitana en su día, pero lleva años inactiva. Me pregunto si podrías ayudarme a descubrir quién es en realidad él, si lo haces te deberé un favor aunque seas pirata, pero detesto la traición y quiero solucionar este problema. ¡Por favor!

En el caso de que Dexter decidiera ayudarla, o simplemente comentarle algo, regresaría de nuevo junto a sus compañeros, en donde había un nuevo miembro. Tras eso, daría unos suaves tirones a la chaqueta de Dretch para llamar su atención.

-Tenemos que hablar, tengo información sobre nuestro amigo - comentó en voz baja y señalando disimuladamente con la cabeza al peliverde.

resumen, Dexter lee:

El espadachín se frotó las sienes. Le caía muy bien el gyojin, de verdad. Era parte de aquella tripulación, por ende de su familia. De su extraña y pintoresca familia. Se encontraba absorto en sus pensamientos, a punto de darle un ataque de ansiedad porque estaba seguro de que de no ser por el pelirrojo ahora mismo estarían muertos, o peor, encerrados. Tan ensimismado estaba durante las órdenes del capitán que no se dio cuenta de lo que pasaba hasta que oyó a Nailah decir su nombre. Alzó la vista y vio que tenía en las manos un... ¿un mapa?

–¿Eh? Ah, sí, yo soy yo –contestó a la afirmación de Nailah, sin fijarse mucho en la persona que estaba con ella–. Veamos...

Bajó la vista al mapa y, de un vistazo, lo memorizó. No tardó en volverlo a enrollar y tendérselo a Nailah para que lo guardase. Se quedó mirando un poco las puertas, viendo como todo el mundo o se metía por una o por la otra.

–Tengo curiosidad por ese agujero de ahí, pero algo me dice que Marc no va a caber... Lo cierto es que no podemos hacer otra cosa que no sea pasar por esa puerta, es la única que hay.

Dicho aquello empezó a caminar hacia la puerta con decisión. ¿Qué otra cosa podían hacer? Siempre podrían pedirle a Marc que abriese un boquete en la pared a hostia limpia, pero lo cierto es que era impráctico. Tal vez, dentro del pasillo...

Resumen:

Cuando era pequeña, una de las enfermeras del hospital le había hablado de un viaje que había hecho mientras limpiaban el lugar. Decía que en otras islas existían lugares a los que la gente iba a emocionarse, divertirse y a veces incluso pasar miedo. Hablaba de carros diminutos que iban a toda velocidad, caballos que solo daban vueltas en círculos y lugares a oscuras creados para perderte un rato. Ahora, adentrándose en las entrañas de aquella máquina rodeada de desconocidos, el pequeño corazón de Jul latía con fuerza y le hacía preguntarse si sería esa la sensación que uno perseguía en aquellos lugares. No podía entender que alguien buscara eso por iniciativa propia.

Tomó aire y respiró hondo de la forma más discreta que pudo, las palabras del general Maki perdían el sentido al llegar a sus oídos. La voz en su cabeza le dijo que lo estaba haciendo muy bien, que no se preocupara, y sin pensarlo mucho continuó poniendo un pie detrás de otro. Siguió a sus nuevos acompañantes sin comentar nada ante sus extravagancias, pero no pudo evitar sorprenderse al ver el abismo a sus pies. Su primer instinto fue arrodillarse y, firmemente agarrada al suelo, mirar al fondo. No se distinguía nada, a simple vista era imposible saber cuán altos estaban. Sin embargo, aún habían entrado hacía no tanto y a nivel de mar. No habían subido cuesta alguna, ¿cuánto se adentraba la monstruosa aguja en el océano? Un escalofrío la recorrió, le parecía una atrocidad. Se puso en pie con pulcritud y observó como la otra joven... volaba.

Había dicho que se llamaba Annie, ¿Verdad? Estaba volando, atravesaba el lugar sin importarle los metros de nada que había a sus pies y... y de repente, la nada la retuvo. Chocó contra algo que no podían ver y cayó. Por un momento, se precipitó al vacío y al momento siguiente este la retuvo en el aire. Nada se veía, pero ella se mantenía de pie. Una leve nota acristalada le hizo entender lo que sucedía.

Sonriendo, echó mano de su bolsito de cuentas y sacó dos de sus muñecas. Una de ellas vestía ropas de todos los colores, tenía la piel de color chocolate y cabellos tejidos de lana. Con cariño y algo de tristeza, le dio la vuelta y suavemente pasó el escalpelo a lo largo de su espalda. La pobre estaba hecha a mano y en su interior tenía algo que ahora necesitaba mucho. Lentejas. Dejó caer un puñado en su mano y tratando de no desperdiciar demasiadas, las fue dejando caer por lo que parecía el borde del abismo. Aguardó pacientemente, moviéndose por todo el borde, hasta encontrar el punto en el que flotaran sobre la nada. Avanzaría lentamente, pisando con cuidado, y continuaría esparciendo las lentejas para que le desvelaran el camino a seguir. Si se le acababan le tocaría sacrificar la segunda muñeca, pero esperaba que no llegase a tanto. En casa tendría que repararlas y las pobres no se merecían sufrir esa humillación, encima delante de tantos desconocidos.

A pocos pasos del borde, se giraría a mirar a los que todavía estuvieran ahí y les hablaría con calma. Ella no solía alzar la voz, al fin y al cabo.

- Podéis pasar, es seguro. Alguien quiere confundirnos, pero ese alguien también dejó un camino para llegar al otro lado.

Intentaría llegar hasta Annie y asegurarse de que estaba bien tras la caída, si ella le dejaba. Y una vez todos juntos, solo quedaría continuar el camino hasta el final.

Resumen

Resumen - Annie, Maki, Osu:

Tan rápido como había escalado la tensión disminuyó, para sorpresa de Marc. El Al-mirante rubio había intervenido para confirmar las palabras de Zane, logrando calmar a su colega arbóreo. Además, para intentar evitar que su amigo enloqueciese, el grandullón creó de la nada un trozo de su famoso Hacheese y se lo tendió, asegurando que le haría bien comer un poco. A fin de cuentas, era preferible un Luka ligeramente drogado que una batalla campal contra la mitad de la Marina en un escenario poco menos que apocalíptico.

Por suerte el tiburón aceptó el obsequio y lo devoró con ansia. Acto seguido agradeció tanto a su capitán como al cocinero su labor como mediadores en aquel amago de conflicto. Poco después el primero se separó un poco del grupo para ir a hablar con Dexter Black, el afamado Yonkou. Mientras tanto, el hombre de tez oscura que había saludado tan amistosamente a Nailah se acercó y se presentó ante la banda. Dijo llamarse Brynn, y ser un asesino que había acudido a negociar con Viktor. Esa introducción no fue del agrado de Marc, pues asesinar a otros estaba mal, y además Viktor era una mala persona y poco de fiar, pero si el tal Brynn era amigo de Nailah seguro que no sería mal tipo. Había que ver a cuánta gente conocía la ladrona de la banda. Sus habilidades sociales (y seguramente también su indudable atractivo) hacían que allá donde fuesen se encontrasen con algún conocido que parecía tenerla en alta estima. Y la mayoría de ellos eran varones, aunque para el inocente Marc aquello no suponía mucha diferencia. Al fin y al cabo, simplemente eran sus amigos, ¿no? No había ninguna diferencia en el hecho de que fuesen hombres o mujeres. Contento de conocer a una nueva amistad de su nakama, el semigigante sonrió y devolvió el saludo:

- ¡Hola! Yo soy Marc, el cocinero de la banda. Si eres amigo de Nailah eres bienvenido entre nosotros.

Cuando iba a decirle que quien estaba al mando era, lógicamente, el capitán y que estaban esperando su decisión este regresó con ellos con una espada nueva que, al parecer, había sido una improvisada obra de artesanía de Dexter. Dirigiéndose a toda la banda y a los dos aliados que se encontraban junto a ellos, el pelirrojo procedió a dividirles en dos grupos. Salvo a Therax, claro, pues el rubio se hallaba algo alejado del resto, charlando con un chico con una pinta bastante graciosa. Al parecer, Marc iría con Spanner, Nailah y el asesino amigo de esta. De nuevo, el trío formado por el subcapitán, la ladrona y el cocinero volvía a enfrentarse a una aventura, como era frecuente en los últimos tiempos. Spanner, en su rol de segundo al mando de la banda y estratega principal, comentó que lo mejor sería avanzar por el camino. El semigigante, consciente de que seguramente no cabría por el agujero, secundó con vehemencia su propuesta:

- Me parece bien. Así no tenemos que preocuparnos por tener que ensanchar el agujero de la pared ni por hacer otro más grande.

Dicho esto, el grandullón comenzó a andar tras el callado espadachín mientras hacía un gesto a Nailah y a Brynn para que fuesen con ellos.

Resumen:

"Que fácil", pensé al ver la araña siendo avasalla por los ataques del conjunto gubernamental. No hacía ninguna falta mi ayuda para acabarla, por lo que cesé mis disparos y comencé a seguir a Dretch, el cual nos había indicado avanzar. Arma en mano y preparado para lo que pudiera pasar me adentré en aquella sala de engranajes. Algunos de ellos amenazaban con inflingir pequeños cortes y pellizcos, aunque no fue nada complicado evitarlos gracias a mi kami-e.

No tardamos mucho en pasar la zona, pero fue suficiente para dividir nuestro grupo. Chispas parecía haber discutido con su superior y había decidido marcharse por su propio camino. Por suerte la perrita, que nos acababa de alcanzar, se fue con él; aunque eso sí, no sin antes despedirse de todos. Cuando llegó mi turno me sentí incómodo; me alegraba que no me hubiera abrazado como a los demás, pero.. ¿Qué quería que hiciera con su pata? Un apretón de manos era cosa de humanos, no tenía muy claro que hacer con un perro. Acabé poniendo mi pata sobre la suya. No tardé en ver lo ridículo de la situación, por lo que tan solo retiré mi mano, asentí y seguí mi camino. Aún había mucho que hacer como para centrarme en las relaciones interculturales.

La primera de todas era hablar con Dretch sobre Shintaro esperando que no me ignorase como a Le Blanc. Estaba ya a su altura y a punto de hablar cuando Taylor se nos unió con mis mismas intenciones. -Y no es la única... La traición es más que evidente-, añadí a sus palabras pasándole al superior a King para que con su fina voz de pito le susurra la conversación exacta de Dexter y el peliverde.

Cosa:

El enorme cazarrecompensas rechazó los pantalones que el salvaje le ofreció, cosa que sorprendió al hombre araña. ¿Realmente se sentía más cómodo desnudo en un lugar en que en cualquier momento se verían obligados a luchar por sus vidas? Pero bueno, al final eso era lo de menos, un simple detalle estético.

Poco después el salvaje, haciendo honor a su condición de Comandante, ordenó a los novatos regresar con el Comodoro para continuar únicamente con el brazos largos, el peliblanco y el cazador. Por lo visto había divisado a alguien a quien conocía. Cuando se acercaron más al grupo en el que dicha persona se encontraba, el marine pudo ver que cada cual allí era más variopinto. El tipo al que Eric conocía parecía haber conseguido un brazo artificial desde la última vez que ambos se vieron, o al menos eso se entendía de las palabras del salvaje. Había que decir que su aspecto era, cuanto menos, muy peculiar. Aunque claro, el marine rodeado de vendas por todas partes no era el más indicado para definir a nadie más como peculiar por su aspecto. Sus compañeros tampoco parecían excesivamente normales, o al menos los vivos colores de sus cabellos no lo eran demasiado.

Dos de los integrantes de dicho grupo, un chico rubio con apariencia frágil y una extraña loba verde que caminaba a dos patas, se adentraron en lo que parecía un agujero en la pared, y para sorpresa del espadachín Iulio decidió internarse allí con ellos.

Tras presentarse, el salvaje preguntó si tenían algún plan. Era sorprendente el hecho de que Eric pareciese confiar mucho en ese hombre. A simple vista no parecía alguien poderoso, aunque quién sabía. A esas alturas Kenzo había visto más que suficiente para saber que las apariencias con frecuencia engañaban.

No obstante, había un detalle que hacía desconfiar al brazos largos: la presencia del Yonkou Dexter Black, y el hecho de que dos de los compañeros del amigo de Eric estuviesen hablando con él. ¿Qué demonios hacía el pirata más buscado de los mares rodeado de siervos de la Justicia? Sabía que en más de una ocasión aquel hombre había negociado con el Gobierno Mundial, pero también que aqullo nunca había terminado del todo bien. Y era lógico, al fin y al cabo nadie puede fiarse de un pirata.

Por el momento el marine optó por mantenerse al margen, escuchando lo que tuviesen que decir los demás en lo relativo a los próximos movimientos. Sin embargo, cuando escuchó que Eric mencionaba su nombre se presentó:

- Ese soy yo, Kenzo Nakajima, miembro de la tribu de los brazos largos y Sargento de Infantería de la Marina. Y tengo una pregunta: ¿Qué hace un puto Yonkou tan tranquilo junto a nosotros?

Resumen (Eric, Braud, Dretch y compañía):

Tal y como había supuesto, la araña que hacia algunos instantes había amenazado a las fuerzas gubernamentales acabó por desplomarse inerte sobre el suelo de la sala salpicándolo todo de algún tipo de fluido que el agente no tenía ningún interés en descubrir, aunque debía confesar que tenía agradable olor dulzón. No es que hubiese sido el mejor de los guardianes, pero al menos había servido para que más de uno se llevara un pequeño microinfarto. Fuera como fuese, tanto aquella araña como los individuos que aún permanecían en la sala no eran su responsabilidad. Tenía una misión y la cumpliría sin importar que o quien se interpusiera en ella. Pero ocurrió algo inesperado, antes de que Dretch se caminara hacia el agujero de la pared, escucho una voz a su espalda. Una voz que, en apenas unos minutos, le había dado más quebraderos de cabeza que cualquier persona que hubiese conocido con anterioridad ¿Por qué demonios estaba pidiendo Dexter Black efectivos de la marina que supiesen dibujar? Estaba seguro de que se trataría de algún tipo de excentricidad, que el Yonkou no se tomaba en serio el destino del North Blue y que la marina le baila el agua con tal de no tener que lidiar con otro frente abierto. Y, sin embargo, por segunda vez en la noche recibió una lección de humildad cuando una de las copias de los planos acabó en sus manos. Miró de reojo el papel manuscrito, receloso, mientras que redirigía su mirada de forma intermitente hacia el pirata. No era tan estúpido como para rechazar aquella ayuda, pero dado que desconocía las motivaciones de aquel hombre, se limitó a introducir el papel lentamente en uno de los bolsillos interiores de su gabardina.

Echó un último vistazo hacia atrás buscando a Giotto y Ellie con la mirada, para asegurarse de que estos se percataran de que el resto habían seguido adelante, pero al hacerlo se percató de que Leblanc no se había molestado en ir a combatir a la araña mecánica. Había convivido el tiempo suficiente con él para saber que algo no iba bien. Otra hora, el agente norteño se habría lanzado como pollo sin cabeza contra aquella mole metalica tal y como había hecho hacía ya algunos minutos sobre los barcos que amenazaban al Espíritu de Condoriano y, teniendo en cuenta que todo aquello tenía que ver con la errática conducta de Shintaro, en seguida se percató de que la situación estaba por desbordarse si no hacía algo al respecto. Pero, a pesar de cruzar su mirada con la de Giotto, Dretch no abrió la boca.

El grupo continuó caminando hacia adelante hasta llegar a una extraña habitación repleta de pequeños y ruidosos engranajes que fácilmente podían asemejarse a la maquinaria de un gigantesco reloj. Dretch abrió su mapa estudiando el camino. No es que la cartografía fuese su fuerte, pero se defendía interpretando aquel plano con forma de vinilo pintarrajeado. Tenían varios caminos posibles. El primero de ellos, no estaba muy lejos de su posición y al igual que el anterior, parecía haber sido abierto mediante fuerza bruta. El otro conducía hasta un largo corredor repleto de salas contiguas. Estaba a punto de tomar una decisión cuando sintió como una mano tocaba su hombro, llamándole la atención.

- No pienso arriesgar la misión por una sospecha – saltó a la defensiva, a sabiendas de que Giotto se encontraba a su espalda, tratando de hacerle llegar su preocupación – Se lo que quieres que haga y, mientras yo esté al mando, no va a ocurrir ¿tienes algo más que decir Leblanc?

No obtuvo una respuesta inmediata, pero sabía conscientemente que aquello tendría consecuencias. Pese a su carácter afable, el norteño podía llegar a ser bastante impulsivo, lo suficiente como para hacerle perder los estribos y gastar el preciado tiempo de todos en sacarle una calurosa confesión a Shintaro a base de llamaradas. Pero, finalmente, la esperada réplica de Giotto llegó:

- No hay más ciego que el que no quiere ver – espetó, visiblemente enojado.

Para cuando el joven búho se dio la vuelta para responder a su provocación se percató de que no estaban solos. Pero, no se encontró con sus compañeros ¿Dónde estaba Ellie? ¿Y Taylor? ¿Y Simo? ¿No se suponía que iban detrás de él? En lugar de ellos, había un pequeño destacamento marine que había tomado la misma ruta. De entre ellos pudo distinguir al salvaje de cabello níveo que el pasado había salvado su vida en Gray Rock, aunque estaba algo raro vestido como un marine. A su vera los dos individuos que lo acompañaban no podía decirse que fueran menos peculiares. Una extraña momia de enormes e ilógicos brazos, así como un exhibicionista de cerca de cuatro metros. Por algún motivo que no era capaz de comprender, asumió que tratándose de Eric Zor-El aquella compañía no estaba fuera de lugar. A diferencia de Dretch, que tenía la cabeza llena de pájaros, Zor-El enseguida reconoció al agente y se acercó a saludarle.

- Alguien tiene que pagar las pensiones –  bromeó mientras que, hacia una exhibición de movilidad con su brazo nuevo, aunque enseguida se percató de que probablemente nadie le hubiese hablado nunca a Eric de las pensiones, derechos laborales y demás cuestiones propias del mundo civilizado – No sé qué es exactamente lo que esperan de mí, pero debo de tener algún extraño benefactor que vela por mi buena salud – se limitó a responder con una escueta sonrisa.

Sin embargo, ocurrió algo que no le gustó a Dretch, Giotto se dirigió hacia el salvaje y pareció dedicarle unas palabras. Teniendo en cuenta el malestar que había surgido entre ambos, por un instante Dretch temió que Giotto tratará de envenenar la mente de Eric con mentiras o supuestas amenazas invisibles, pero conocía demasiado bien al salvaje. No depositaba su confianza en cualquiera y menos aún alguien que le dijese como debía de actuar. Tras el breve intercambio de palabras, el joven búho escuchó lo que Giotto tenía que decir y como si aquello no fuese con él, se limitó a asentir. Giotto y Ellie se sacrificarían por el bien de la estabilidad de la división, al menos de forma temporal y, puesto que esta última no puso ninguna objeción, no se opuso a su petición. Separarse. No era algo que hubiese previsto, pero dado el clima de desconfianza que había comenzado a germinar entre los componentes de la división, sin duda era la mejor opción.

Mientras que Eric comenzaba a presentarle a sus acompañantes, Dretch seguía embobado con sus propios problemas. Casi como si de un dejavu se tratarse, una mano tiro nuevamente de su chaqueta. Esta vez era Taylor quien reclamaba su atención. Al menos no había sido el único que no había estado demasiado atento a las presentaciones del shandian.

- ¿Vosotros de donde habéis salido? –inquirió receloso, no es que verdaderamente desconfiara de ellos, pero cada vez estaba más convencido de que todos en aquel lugar habían perdido la perspectiva – Es igual, ya he tenido esta conversación antes, hay muchas formas de traición y la insubordinación es una de ellas. Lo único que importa es la misión, cualquiera que ponga en peligro al grupo o a la misión es hombre muerto – explicó para soltar un leve respingo – El tiempo es oro, prefiero arriesgarme a ser apuñalado por la espalda antes que ver como el North Blue es devastado por gastar el tiempo tomando una decisión que, justa o no, es errónea. Dicho esto ¿volvemos a tener claras las prioridades? En ese caso podemos seguir adelante.

Tras aquel pequeño discurso que esperaba que convirtiese de una vez por todas las sospechas sobre shintaro en un tema tabú, se acercó al peliverde y golpeándole con el mapa en el pechó le dirigió la palabra:

- Eh figurante, se acabaron los ensayos, ha llegado tu hora de brillar como la súper estrella que eres. Me he quedado sin mano derecha, otra vez – comentó mirando de reojo a Giotto, que aun permanecía en uno de los laterales de la sala a la espera de elegir qué camino tomar – Tienes mucho que demostrar y yo demasiada tradición por prescindir de mis manos, elige el camino con cuidado. No suelo dar segundas oportunidades, haz que merezca la pena o no será de Giotto de quien tengas que preocuparte.

Acto seguido, le dio un par de palmaditas en la espalda y se giró hacia el resto.

- ¡Tiene un camino! – anunció en voz alta, mientras que se llevaba la mano diestra hacia el revólver del interior de su gabardina y le dedicaba una mirada severa al peliverde – Después de ti, Shintaro...

Resumen:

Y así pues conseguí alcanzar a mi activo compañero y recorrimos un largo pasillo lleno de tuberías. Pero no estábamos solos, el hombre que había llamado antes la atención de la araña también estaba con nosotros. Al menos teníamos un par de manos extra en caso de tener que enfrentar otra prueba. El sonido del agua y del vapor inundaba la estancia, había dos caminos que seguir. Una habitación delante nuestra y un camino a la izquierda. Al parecer, Jiren activó un mecanismo que hizo que algunas de las tuberías comenzaran a moverse. Logré esquivarlas de alguna forma pero ahora el camino se había bloqueado, solo quedaba avanzar hacia la habitación y ver que nos deparaba aquella zona. Me preguntaba donde estarían los otros y que le había pasado a la araña. Pero viendo la cantidad de pesos pesados antes me imaginaba que aquel ser ya se habría convertido en una masa de metal ardiente en estos momentos. Solo podíamos seguir avanzando hasta encontrarnos con alguien e intentar no caer en ninguna otra trampa.

-Menos mal que vimos venir eso a tiempo, hay que ir con más cuidado de donde pisamos - Digo mirando a mis compañeros. Ahora fue una trampa para sellar un camino pero a la próxima podría ser algo peor, era mejor ir con pies de plomo. En el interior de la sala no había casi nada nuevo, solo trozos de lona por doquier y posters de una banda de música famosa cuyo nombre no lograba recordar. Pero recuerdo que había un videoclip o varios que se ambientaba en una fábrica. Delante de nosotros se hallaba una puerta taponada de mala manera, haciéndonos fácil el avance. Solo teníamos que quitar las tablas y tumbar la puerta.

-Vamos chicos, detrás de esta puerta debe haber otro camino. Usaré mi rifle como palanca para quitar algunas tablas, echadme una mano - Comenté adelantándome y haciendo una palanca para quitar las tablas.

Al quitar las tablas, si me hubieran ayudado o no, me ofrecí a tumbar la puerta preparada para una posible trampa. Inspeccioné la puerta para ver de que material era, primero le di una patada para probar su resistencia. Luego, usé mi arma para ejercer golpes en la zona sensible de la puerta para que fuera más fácil el abrirla. Si la puerta lograse tumbarse, procedería a la siguiente zona con cuidado de alguna posible nueva trampa.

Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para no descojonarme de Arribor al verlo golpear la torre de forma inútil. Sabía que ya había tensado la cuerda de su paciencia al máximo y no era tan tonto como para extralimitarme, ya que a pesar de la que la maldita torre aguantaba sus empellones yo no lo haría. Le había visto conseguir cosas que solo podían tacharse de sobrehumanas, por lo que me limité a disfrutar del momento mientras me adelantaba a los acontecimientos. Era cuestión de segundos que buscase otra cosa en la que focalizar su ansia destructiva, así que para cuando él quiso agarrar al rubiales del pescuezo para llevárselo envolandas yo ya había clavado mi espada a forma de anclaje en la plataforma de sangre. No era la primera vez que viajaba en una de estas... Y sabía la mala ostia que el tuerto podía tener, cosa que no tardó en manifestar durante el viaje de descenso hacia una abertura en la base de la estructura.

El viaje con todos los vaivenes fue de lo más horroroso. El muy cabronazo consiguió que tuviese que aferrarme con toda mis fuerzas para que no saliese despedido y cayese al mar, pero nada de eso fue más terrible que escuchar gritar al rubio algo sobre el abobinable pez gota. ¿Por qué cojones todo el mundo conocía a ese bicho? El solo mencionar su nombre hizo que todo el malviaje quedase atrás, viéndose sustituido por una sensación que no sabía definir exactamente, pero que me hacía estremecer más que Arribor recién levantado al comprobar que Franklin se había comido su desayuno.

Si con alguien había tenido episodios más irrisorios que con el tuerto había sido con el gyojin. Su mente si que era un misterio que nada ni nadie podía domar, por lo que deseé a todos los dioses que pudiesen existir en el mundo que no me cruzase con él en este lugar. Incluso estuve tentado de decirle algo al rubio una vez llegado al suelo, pero una vez más el tuerto comenzó a hacer el subnormal golpeando paredes.

-¿Acaso se ha terminado de volver loco del todo? - pensé exasperado ante la inteligencia que denostaba a veces mi capitán.

Llegados a este punto ya no había palabras que pudiese decirle que cambiase la situación. Había entrado en bucle y ya nada lo haría parar hasta que se quedase extasiado, así que había llegado a un momento en el que yo no podía hacer nada por él. Me era imposible aguantarle un solo minuto luchando enserio, es más, temía que desatase todo su poder y lo manifestase como lo había visto hacer otras veces. Una vez al muy estúpido se le olvidó que estaba cerca e hizo que me desmayase junto a varias personas, por lo que volví a recurrir a los dioses para que esta estupidez acabase de alguna forma. Y de pronto, ZAS. Algo se estrelló contra el muro que Arribor estaba golpeando y lo atraviesa como si nada. Una vez más la reacción del tuerto no me hizo resultó extraña, así me resigné a seguir aguantándome las ganas de fumar y me encendí otro cigarro mientras el tuerto despotricaba y el rubio me recriminaba.

No es que no tuviese razón, pero me daba igual lo que me dijese. Uno de mis pocos placeres era poder picardear a uno de los hombres más poderosos de los mares y un pijoteras que acababa de conocer, y que encima hablaba de Maki, no me iba a privar de ello. Por muy guapo que fuese el cabronazo.

-Lo que tú digas, pero con la condición de que no atraigas a ese horrendo pez que has mencionado - le contesté a Yarmin antes de que este se fuese tras una especie de niña que entró en escena y que atravesó la misma pared que Arribor.

La cosa volvía a desmadrarse y no podía hacer nada oara evitarlo. Sabía que Arribor se lanzaría a por el tío que había atravesado la pared por un pique absurdo, así que no hacía nada siguiéndolo para acabar estorbándole. Si tenía que preocuparse de protegerme luego tendría que aguantar que me soltase la chapa por no haberlo dejado combatir a gusto, por lo que las opciones que me quedaban eran pocas ahora que la gente había ido pasando de mí. Miré a través del agujero y vislumbré como unas luces de colores iluminaban la estancia, tenía curiosidad por saber que podía esconder en su interior, pero no quería encontrarme en la misma sala en la que iba a luchar Arribor. Puede que sus balas de sangre no atravesasen las gruesas paredes de la torre, pero estaba cien por cien seguro de que atravesaban la carne humana como si fuese mantequilla.... Aunque esta fuese de hierro.

La opción de seguir a la marabunta no me gustaba. Eso de compartir cualquier cosa que pudiese encontrarme no iba conmigo, por lo que busqué un camino optativo a seguir que no me llevase hacia el exterior de la torre. Ya era hora de hacer algo productivo, por lo que sin soltar el cigarro comencé a inspeccionar el sitio buscando una ruta alternativa. Sino conseguía marcharme por mi cuenta atravesaría el hueco y haría lo mismo, buscando un sitio por donde no tuviese que seguir al resto y por el que pudiese ir a mi bola, pero manteniendo un ojo sobre el resto para no llevarme ninguna desagradable sorpresa.

Resumen:

Había cruzado la primera puerta. En principio si ningún indicio de que hubiese ninguna trampa. La nueva sala era alargada, con varias puertas a lo largo de esta. Las puertas, se encontraban marcadas por una numeración. En este caso los únicos números que se podían observar eran el veintiocho y el treinta y dos. Me quedé observando ambas puertas por unos segundos, buscando algún tipo de relación en aquella numeración dado que no era números contiguos a pesar de habitaciones juntas.

Los revolucionarios que habían venido por este mismo lado iban hablando, algunos de sus cosas y otros de la situación. Entre todos los comentarios pude escuchar a algunos mencionar por qué sala se subía al piso superior. Si lo que decían era cierto, aún nos faltaban unas cuantas salas para llegar a esa numeración y el pasillo largo y con más puertas, aunque no se distinguía desde mi posición sus números.

-Mmm, vaya vaya. – dijo la voz de mi yo del pasado desde un lado – ¿Qué vas a hacer? ¿Te arriesgas a una de estas o sigues adelante?

-Es sencillo – le respondí – voy a averiguar si lo que dicen es cierto, por lo que debo seguir por el pasillo. Estas dos habitaciones parece que sigue un orden ascendente. La más cercana es la veintiocho y si seguimos la treinta y dos, por lo que no hay nada que nos indique que si no seguimos por el pasillo en la misma dirección hacia donde suben los números nos encontremos con alguno menor. – razoné con la niña – Además, no tenemos nada que perder.

resumen:

Continuamos adentrándonos en las entrañas de la máquina sin encontrarnos obstáculos, al menos de momento. Sonaba música, envolviéndonos y haciéndonos vibrar con cada nota. No tenían malas preferencias, pero por desgracia eso no excusaba nuestra misión, si bien la hacía más llevadera.

Giramos a la izquierda y a lo lejos vimos una puerta cerrada. Claramente era el camino a seguir. Junto a ella, sin embargo, había dos presencias impresionantes. No reconoció a ninguno, pero a juzgar por la reacción de sus acompañantes eran bastante famosos. La mujer era hermosa, no tanto como ella, pero desde luego preciosa. Ambos debatían y cuando nos acercamos fue fácil entender por qué. Tres números, sin aparente relación, estaban escritos junto a un teclado. Un puzle, un acertijo. Lysbeth bufó, cruzándose de brazos.

- Nos tratan como a ratones de laboratorio y esta aguja es nuestro laberinto. Será para retrasarnos, pero estoy segura de que en algún lugar hay una cámara que utilizan para reírse de nosotros.

Mientras Lys hablaba, White llegó hasta el teclado y sin preguntar a nadie introdujo la respuesta. Todos quedaron expectantes del resultado, aunque tras su explicación estaba claro que su lógica era impecable. Le dedicó una pequeña sonrisa, algo impresionada por su rapidez.

- Parece que esa cabecita tuya nos va a ahorrar bastante tiempo. Procuraré devolver el favor cuando sea necesario.

Mientras aguardaban a que la puerta se abriera, una trampa se activara o algo sucediera, se dirigió hacia las dos imponentes presencias y sonriendo con inocencia, saludó a ambos.

- Precioso día para destruir esta aguja, ¿verdad? Acompañadnos, iremos más rápido si colaboramos. Una vez encontremos al responsable, siempre podemos repartirle en pedazos equitativos, al fin y al cabo.

Se quedó callado mientras iba pensando algunas opciones, podría aprovechar que era un laberinto para largarse del lugar, pero eso no generaría más que sospechas y era lo que menos necesitaba. Se quedó atrás y se dio cuenta de que Taylor seguía con Dexter, ¿qué estarían hablando esos dos? De hecho, ¿por qué el dragón había mostrado tal interés con ella? Había escuchado algo de su conversación y parecía ser que ella era un robot. ¿Sería esa la razón? A veces le gustaría poder comprender bien a su excapitán, pero… Muchas cosas podían pasar en cinco años. Ya no creía que su percepción del Yonkou fuera algo útil. Se encogió de hombros y solo avanzaba con el resto del grupo.

Muchas cosas pasaron en pocos instantes. Giotto y Ellie se fueron luego de que el rubio hablara algo con Dretch. Llegó un gigante desnudo, un comandante de la marina y también un tipo con muchos brazos. ¿Qué pasaba ahora? Se quedó impresionado de lo rápido que se había formado un grupo bastante vario pinto y le causaba gracia que el tipo desnudo estuviera así. ¿No se había dado cuenta? ¿Lo había hecho pero era un pervertido? ¿O era solo un idiota? Podían ser las tres opciones, pero le daba igual. Suspiró y se detuvo al ver que todos se detenían. Simo y Taylor no tardaron en llegar con ellos, empezando a hablar con su líder. Estuvo a punto de decir algo, después de todo, dudaba que no se hablara de otra cosa que de él. Seguía preguntándose por qué había hecho lo que había hecho, pero ya daba igual, quería hablar, pero Dretch dejó las cosas claras y, por un momento, pensó que todo estaba bien.

—¿Ah? —dijo mientras escuchaba a Dretch. ¿Él guiando al grupo? Por la cara de su líder, no tenía otra opción —Vale, mensaje captado.

Pasó por delante de todos mirando el mapa. No era tan complicado de entender, al final de cuentas, era como un disco gigante con varios caminos. Habían varias opciones, muchísimas, pero… ¿Cuál sería la mejor? Ir al segundo sería una buena opción, pero quizás todos irían por ahí y sería mucha gente, por lo tanto, más encuentros inoportunos. Descartó el camino que iba por las escaleras y, finalmente, se decidió.

—Sí, lo tengo —respondió a Dretch. No sabía qué tipo de cosas se iban a encontrar, pero, al menos, tenían un mapa. Perderse no era una opción —. Doblaremos aquí, evitaremos las escaleras e intentaremos llegar al centro de esta cosa. Es normal pensar que entre más alto, más arriba estarán las cosas chungas, pero… ¿Si no lo están? —Tomó una ligera pausa mientras doblaba por el camino que indicaba el mapa. No era un camino tan largo para llegar al centro, así que no deberían tardar tanto, salvo complicaciones —Tenemos que eliminar la opción de que en el centro de esta cosa esté todo el mecanismo que hará que el mar deje de ser mar.

Sonrió. Satisfecho de su explicación. ¿En serio él había dicho eso? Dudaba que alguien le hiciera caso, pero, al menos, sonaba convincente y podría llegar a tener razón. Al menos, sabía que Dretch y el resto lo iban a seguir. Había visto el revólver, así que había decidido activar su mantra solo por las dudas. Confiaba en que él no iba a disparar, pero no quería sorpresas y tampoco pensaba dar más sorpresas para que más sospechas cayeran sobre él.

Resumen/Aclaración:

Pasé sin ningún problema por el pasillo, dado que la araña no había podido con los daños. Por suerte no estaba cerca cuando exploto en metal líquido contra los más cercanos. Traté de preocuparme sobre lo que me esperaba delante, cuando me di cuenta de que no solo yo había tomado ese camino, a lo cual suspiré aliviado. Sin embargo fue una calma temporal, rota por el tocar de un instrumento. Quien sea que lo tocara, parecía tratar de intimidar a todo aquel que hubiera entrado en el edificio.

Continúe por el pasillo, desde el cual se oía levemente el agua correr, aunque era mitigado por la fiereza de la canción. Sin embargo el vapor dejaba claro que estaban usando agua para algo. Miré hacía mi espalda cuando el ruido empezó. Como si las tuberías hubieran tomado vida propia, estas empezaron a plegarse sobre si mismas. Me alejé lo máximo posible, dudando si esta sería una trampa peligrosa para nosotros, pero al verlo parar cuando tapando el pasillo por donde entramos me acerqué, mirando de cerca la ahora pared hecha de metal. Le pegué un golpecito con la mano cerrada, esperando oír el reverberar del metal.

Estaba seguro de que no podríamos pasar por ahí, así que me di media vuelta y acabé llegando a la sala que se veía desde el pasillo. Ahí miré las lonas tiradas y cogí uno de los carteles, intentando examinarlo más de cerca, por si tenía alguna pista sobre a quien tendría que darle el paquete. Por si acaso también le eche un vistazo más exhaustivo a la lona, aunque esperando menos de esta.

Oí a la mujer hablar sobre la única puerta a la vista, una tapada por unos pocos tablones, que parecían endebles y nos pidió ayuda para abrirlo. Antes de acercarme miré alrededor de la sala, en caso de que estuviéramos pasando por alto algo, y me dirigí hacía donde estaba ella mirando el cartel de The Gorillas. Cuando me puse delante de la puerta y al lado de la chica, miré esta, una puerta violeta, que parecía conservar el color a pesar de haber estado en una habitación donde empezaban a haber goteras. Esperaba que detrás de ella no hubiera algo peligroso, o que me facilitara el entregar el paquete, como un ascensor hasta la cima de todo, o a quien debo entregárselo.

Pero como no parecía tan sencillo, simplemente asentí cuando la mujer se ofreció voluntaria para tirar la puerta abajo. Ambos parecían estar mejor entrenados que un simple mensajero, y no quería ser ninguna carga en lo que podría ser una batalla en cualquier momento, así que simplemente ayudaría cuando pudiera.

La acción seguía a un ritmo vertiginoso y, sin comerlo ni beberlo, Erik estaba con dos desconocidos en otra sala, llena de tuberías y cortinas horrendas. Iba a preguntar qué mierda pasaba cuando vio de nuevo al almirante del juego de palabras más fácil del mundo y a otra oleada de marines.

Uno de ellos era Bizvan. No es que fueran grandes amigos, pero Erik ya se había encariñado con el marine, pese a que solo habían cruzado dos o tres frases. Se acercó con una sonrisa e hizo un leve saludo con la mano.

-Vaya caos se ha formado en un instante ahí atrás ¿Verdad? Jajaja.- Mientras sonreía, se percató de que varias personas llevaban mapas en las manos y que otras se disponían a... prender fuego a las cortinas. Erik no encontraba ninguna ventaja táctica en ello, pero un recluta dejó su mapa en el suelo para ponerse a faenar y Erik lo recogió con presteza y, mientras esperaban ordenes (o que la puerta se abriese milagrosamente), trató de localizarse en el mapa y memorizar parte de su intrincado diseño. Si necesitaban correr por algún motivo, no quería acabar en medio de la nada sin saber qué era arriba y abajo.

Resumen:

La boca de Alistar se torció en una casi imperceptible sonrisa al ver como Annie estaba bien tras la caída. El lobo se rascó la cabeza y empezó a caminar mientras aquella niña pequeña, que el lobo no sabía muy bien porque estaba allí alguien tan joven, tiraba algo al suelo transparente que parecía flotar en el vacío para después acercarse a Annie. Como una exhalación, Kodlak empezó a correr para posicionarse entre la joven peliblanca y la pequeña. El enorme lobo clavó sus ojos en la pequeña, sin gruñir y sin hacer ruido alguno.

–Kodlak —dijo Alistar al pasar por su lado, y el lobo relajó su postura–. Annie está bien, esa pequeña no va a hacerle nada.

Aquella bestia era una increíblemente protectora. Sobre todo con las crías de cualquier animal que encontrara, y por lo visto el lobo consideraba a Annie una cría de Alistar. Aquello le hacía gracia. El animal, debido a su naturaleza protectora, no había gruñido a la pequeña y simplemente acercó su hocico para olisquearla un poco para, después, intentar darle un suave lametón en la mejilla.

–Puedes subirte a su lomo, pequeña. Kodlak te deja. Y tal vez así no estés en peligro.

Tras decir aquello posó un pie sobre la cristalina superficie con mucho cuidado, agradeciendo la idea de la pequeña de tirar aquellas cosas para comprobarlo. Empezaría entonces a caminar hacia el otro lado, seguido por Kodlak, con o sin pequeña a su lomo.

Resumen - Jul te interesa(?):

-Pero que cojones....

Saco el pie rápidamente del agua y agarro a Fluffle retrocediendo, no quería entrar en un área tan fría y mucho menos con esos pececitos que eran mas dientes que cuerpo...

-Fluffle sera mejor que examinemos con calma y detenidamente esta sala no quiero sorpresas desagradables...

-Prttt, ¡prttt!

-¿Como que no estamos solos?

Me di la vuelta y pude observar como la sala repleta de engranajes comenzaba a llenarse de gente, grandes, pequeños, peludos.... alrededor de una decena de personas habían entrado en la sala.

-¡Me caguen la puta....! ¡Corre Fluffle!

La cosa se había liado, terreno desconocido detrás y un numeroso grupo de marines delante... y por lo que podía ver no eran demasiado amable, pues un tiparraco con la cara torcida tenia encañonado a un mozo de pelo verde.

Le quite la mochila a Fluffle y lo lance dentro de la habitación escarchada en dirección a las escaleras, mi compañero disfruto el viaje con un ¡WIIIIIIIIIIIIII! y saco sus globitos a medio trayecto para quedarse flotando cerca del techo.

Me encontraba en un estado de estrés que se salia de tablas, no dejaría que NADIE tocara a Fluffle. Fla Rápidamente active el dial de humo blanco llenando la sala de una nube de humo que impedía la visión, acto siguiente active mi visión térmica para continuar pudiendo ver a esos cabrones. Las paredes reventaron en pedazos mientras se esparcían engranajes y pistones, enormes látigos de cartílago y musculo se desenroscaron golpeando a los marines, sus cuerpos no pudieron soportar los devastadores golpes y reventaron contra las paredes y el metal, no tardo mucho hasta que el sonido de los huesos rotos lleno el ambiente, los cadáveres se estaban levantando transformados en aberraciones, criaturas salidas de las peores pesadillas dispuestas a erradicar todo la vida.

-¡Atrás, Atrás os digo, malditas aberraciones! os he destruido una y otra vez y esta no sera diferente.

Sin pensarlo ni un segundo y viendo como la horda de criaturas se abalanzaban sobre mi, salte hacia atrás penetrando en la escarchada habitación, allí active mi riñonera jet para desplazarme por los aires mientras disparaba el cañón lineal contra las criaturas a la altura de las rodillas, buscando amputar sus miembros y disminuir su movilidad, pero nada parecía detenerlos, continuaban avanzando imparables, saltaban sobre mi en un intento de ensartarme con sus garras afiladas como cuchillas, comenzaron a desestabilizarme, la riñonera no podía soportar el peso y amenazaba con arrastrarme al agua en donde los peces esperaban para devorar mi carne.

¡SOLTADME MALDITOS HIJOS DE PUTAAAAAA!

Me recubrí de haki armadura de arriba a abajo y libere el Haki del conquistador en un intento de desestabilizar la mente colmena que tenían las criaturas. Las monstruosidades se detuvieron y me soltaron cayendo al agua sin embargo el horror no había pasado, el agua comenzó a burbujear mientras los cuerpos se aglutinaban y crecían absorbiendo la carne de los peces.

-Fluffle salgamos de aquí...

Agarre a Fluffle que flotaba en el aire sin entender nada de lo que sucedía, en cuanto lo tuve entre mis brazos el me abrazo y comenzó a acariciarme, la colosal criatura que ocupaba ya la mitad de la sala comenzó a difuminarse, poco a poco desaparecia en las brumas de mi mente.

-Dios, otra vez estos bichos... Gracias Fluffle vamonos antes de que nos sigan esos marines.

Dicho eso me dirigí hacia el piso superior.

resumen:

Se formularon tantos ataques tras el mío que nunca sabría si había tenido algo que ver con la destrucción del arácnido, el cual había terminado hecho un guiñapo que expulsaba sirope humeante por cada abertura de su mecánico cuerpo. Por suerte, y de forma increíble, ninguno de los adyacentes al autómata se había manchado, por lo que una vez que la amenaza se había visto reducida volví a reagruparme con mi nakama que no andaba lejos.

No sabía que había pasado durante los pocos segundos que había estado distraído desahogándome, pero fuese lo que fuese, había sido lo suficientemente importante como para revolucionar y movilizar a toda la sala.

-Ya veo - fueron mis palabras al marine mientras estudiaba detenidamente el mapa durante unos segundos para memorizarlo. -Creo que ya lo tengo, pero por si acaso guárdalo bien.

No esperaba que la información que nos proporcionase fuese cien por cien fidedigna, mi habitual desconfianza como el sentido común me empujaban a creer eso. Era imposible que una información tan importante la pudiese tener alguien ajeno a la construcción, por lo que di por hecho que sería solamente una estimación real del interior... O sino había más gato encerrado del que se podía palpar en el ambiente. Me extrañaba que el Yonnkou tuviese algo que ver con la edificación. Nunca me había parecido de esos que despreciaban la vida de forma tan abobinable, pero tampoco era el momento de quedarme ensimismado en cavilaciones que no iba a poder descifrar, así que hice caso a mi nakama y me dirigí tras él por el hueco que habían seguido el resto de marines mientras lo contestaba.

-No quiero que acabemos separados en un sitio como este compañero. Nuestra amiga robótica no ha tenido nada que hacer, pero quizás solo sea un señuelo para hacer que bajemos la guardia.

La siguiente estancia estaba igual de concurrida que la anterior. En su interior había tantos marines como atriles, los cuales estaba colocando por alguna razón el tipo bajito que había reventado la araña, mientras que el Almirante ordenaba a los que estaban por allí a quemar las cortinas que tapaban la enorme puerta se encontraba ante nuestro camino. Sino fuese porque yo mismo había visto los poderes Logia del rubio me hubiese ofrecido a intentar colarme por alguna rendija de la puerta para proseguir o buscar un mecanismo en su interior, pero si él no se había adelantado ya a hacerlo sería por algo, ya que dudaba que simplemente se le hubiese pasado por alto algo así de sencillo de comprobar. Así que como no quería llamar la atención más de lo necesario, simplemente me quedé cerca de mi nakama y del grupo por si necesitaban apoyo en algún momento.

Resumen:

—Si algo se escapa de mi entendimiento sobre las alianzas de los hombres del mar azul es lo falaces que son —le respondió Eric a su sargento, mientras miraba con detenimiento al descompensado hombre de cabellos verdosos—. No obstante, como dicen en mi tribu, I taimi faigata, o le luko o auala o le tina e le o faamoemoeina.

Puso la mano sobre Kenzo, asintiendo como un padre cuando da un consejo a un hijo después de su primer error durante la cacería de la primavera, en al cual se pierde la candidez de la infancia y comienzas a dar el primer paso para ser un hombre. Entretanto, su atención estaba siendo absorbida completamente por el rubio de frente encendida, que partía emprendiendo su propia empresa con una mujer-loba e Iluio, que los seguía con sumo interés. «¿A dónde demonios se dirige ese hijo de Tina Mumü?», se preguntó, pensando el discurso sobre la responsabilidad para con sus compañeros que iba recibir cuando acabara su misión en la aguja.

Luego, se fijó en Dretch, y no pudo evitar soltar un suspiro exasperante al ver su comportamiento tan ordenancista. Recordaba a su amigo agente una persona más risueña y desenfadada, que buscaba la cooperación de todo, y de todo su discurso se quedó con una única frase: Me he quedado sin mano, otra vez; y todo por el bien de una misión.

—¡Ojazos! —le dijo, clavando su impávida mirada sobre el agente—. Trancalizate. Y recuerda que, nuevamente, has perdido la mano por inepto. Por no usar como debes tu cerebrelo. Así que cálmate, y actúa como deberías hacerlo. No pega contigo esa actitud tan tensa y desleal —se acercó y golpeó al peliverde en la espalda, dándole una palmada algo más fuerte de lo normal—. Así que tira para adelante, y muéstranos el camino. ¡Kenzo, Braud! —alzó la voz—. Sigamos al agente. Visto lo visto, no podemos dejar a mi amigo solo.

Tras eso, cuando el guía de los agentes emprendiera nuevamente la ruta escogida, se colocaría al lado de Dretch, caminando de forma paralela a él e intentando tener una conversación que le relajara un poco.

Resumen: