Ichizake
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Gerald no se mostró impresionado ante la ridiculez del acertijo de la barca. Se le antojaba de lo más absurdo, ya no por su simpleza, sino por su mera existencia. ¿Sabrían los desdichados del West Blue que su mar estaba siendo arrasado por aquella broma? Un arma tan poderosa como aquella torre llena de mamarrachadas sin sentido... Era como ver una espada hecha de algodón de azúcar o un barco de guerra tripulado por payasos de circo. Hasta empezaba a dudar de que hubiese algo de valor allí dentro. Cabía la posibilidad de que todo aquello no fuese más que una estúpida broma pesada.
Lo único que en ese momento aún le impulsaba... Bueno, no tenía muy claro qué le impulsaba en ese momento a seguir adelante. La terquedad, supuso, una cualidad cuya utilidad era difícil de juzgar a priori. Por el momento continuaría hacia el interior del edificio. Solo esperaba que no tuviese que enfrentarse a tan espantosas pruebas a su paciencia cuando quisiera salir.
-Como quieras. Tú lo traes, tú lo echas -respondió a las palabras de White. No quería tener nada que ver con lo concerniente al pulpo, al menos no hasta que demostrara más utilidad que la de barquero. En cuanto al otro asunto, era difícil explicarle a White que Lysbeth no les supondría un problema porque él no pensaba permitirlo-. Por otro lado, puedes estar seguro de que se inmiscuirá. No parece tan tonta como para poder distraerla con fruslerías mientras saqueamos este sitio, pero hay maneras de tratar con ella.
Gerald siempre había pensado que todos los problemas del mundo los solucionaba el metal. Unas veces era el buen acero templado de una espada; otras, el suculento brillo de un saco de monedas de oro. En cualquiera de los dos casos sus poderes supondrían una ventaja, así que no le preocupaba en exceso el asunto de Lysbeth. Sería mejor inquietarse por...
El edificio volvió a cantar para incomodar a sus invitados. La música no le desagradó en esa ocasión, al menos no tanto como las piezas anteriores, pero le resultó extrañamente intranquilizadora. Se sentía un tanto incómodo, pero no sabía por qué. Era como un picor difuso imposible de rascar. Un poco como Black, solo que no podía matar esa sensación.
Mientras subía a la barca se acordó de algo: aún había otra persona más en la sala. El hombre de pelo azul y piel brillante que se había presentado con el absurdo ser mitad concha todavía estaba ahí. Un vistazo rápido al interior de su mente le reveló que no era más que un pirata, una rata pendenciera con tan solo un par de habilidades rescatables. No era tan fuerte como él, aunque sí que sería un buen rival para White. No llegarían a eso claro -de tener necesidad de matar a su socio, lo haría él mismo-, igual que no se le ocurría ninguna posible utilidad para un herrero. No obstante, ya no tenía ni idea de qué esperar de aquel esperpéntico lugar, así que, en lugar de descartarlo, optó por utilizarlo.
-Ven con nosotros. Serás más que bienvenido -mintió al desconocido, ofreciéndole subir a la barca antes que él mismo. Luego se giró hacia White y le susurró:- Uno nunca sabe cuando pueden venirle bien un par de manos extra. Tal vez haya trampas más peligrosas que una adivinanza o una merienda.
Y no pudo alegrarse más cuando se encontró con la pintoresca escena del ascensor estropeado. Sabía que su nuevo acompañante tenía conocimientos sobre maquinaria y ese tipo de tecnología moderna -que ni le gustaba ni había probado-, y era de esperar que los sacase a relucir por propia voluntad. Tal vez ni siquiera tuviese que influir sobre él para que les arreglase ese trasto del demonio.
Es decir, después de sus palabras hacia Lysbeth, era posible que el operario no tardarse en morir, así que iba a hacerles falta.
Lo único que en ese momento aún le impulsaba... Bueno, no tenía muy claro qué le impulsaba en ese momento a seguir adelante. La terquedad, supuso, una cualidad cuya utilidad era difícil de juzgar a priori. Por el momento continuaría hacia el interior del edificio. Solo esperaba que no tuviese que enfrentarse a tan espantosas pruebas a su paciencia cuando quisiera salir.
-Como quieras. Tú lo traes, tú lo echas -respondió a las palabras de White. No quería tener nada que ver con lo concerniente al pulpo, al menos no hasta que demostrara más utilidad que la de barquero. En cuanto al otro asunto, era difícil explicarle a White que Lysbeth no les supondría un problema porque él no pensaba permitirlo-. Por otro lado, puedes estar seguro de que se inmiscuirá. No parece tan tonta como para poder distraerla con fruslerías mientras saqueamos este sitio, pero hay maneras de tratar con ella.
Gerald siempre había pensado que todos los problemas del mundo los solucionaba el metal. Unas veces era el buen acero templado de una espada; otras, el suculento brillo de un saco de monedas de oro. En cualquiera de los dos casos sus poderes supondrían una ventaja, así que no le preocupaba en exceso el asunto de Lysbeth. Sería mejor inquietarse por...
El edificio volvió a cantar para incomodar a sus invitados. La música no le desagradó en esa ocasión, al menos no tanto como las piezas anteriores, pero le resultó extrañamente intranquilizadora. Se sentía un tanto incómodo, pero no sabía por qué. Era como un picor difuso imposible de rascar. Un poco como Black, solo que no podía matar esa sensación.
Mientras subía a la barca se acordó de algo: aún había otra persona más en la sala. El hombre de pelo azul y piel brillante que se había presentado con el absurdo ser mitad concha todavía estaba ahí. Un vistazo rápido al interior de su mente le reveló que no era más que un pirata, una rata pendenciera con tan solo un par de habilidades rescatables. No era tan fuerte como él, aunque sí que sería un buen rival para White. No llegarían a eso claro -de tener necesidad de matar a su socio, lo haría él mismo-, igual que no se le ocurría ninguna posible utilidad para un herrero. No obstante, ya no tenía ni idea de qué esperar de aquel esperpéntico lugar, así que, en lugar de descartarlo, optó por utilizarlo.
-Ven con nosotros. Serás más que bienvenido -mintió al desconocido, ofreciéndole subir a la barca antes que él mismo. Luego se giró hacia White y le susurró:- Uno nunca sabe cuando pueden venirle bien un par de manos extra. Tal vez haya trampas más peligrosas que una adivinanza o una merienda.
Y no pudo alegrarse más cuando se encontró con la pintoresca escena del ascensor estropeado. Sabía que su nuevo acompañante tenía conocimientos sobre maquinaria y ese tipo de tecnología moderna -que ni le gustaba ni había probado-, y era de esperar que los sacase a relucir por propia voluntad. Tal vez ni siquiera tuviese que influir sobre él para que les arreglase ese trasto del demonio.
Es decir, después de sus palabras hacia Lysbeth, era posible que el operario no tardarse en morir, así que iba a hacerles falta.
- Resumen:
- Ofrecer a Zack acompañarles (tras meterse en su coco) por si puede sacarla uso en el futuro - Llegar al futuro y pensar en sacarle uso
AEG93
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-¡EEEEEEEEOOOOO! ¡EEEEEEEEEEEEEEEOOOOOOOO! ¡EO! ¡EO!
Unos gritos extrañamente melódicos resonaron desde la distancia. El silencio que siguió permitió que las personas en el interior de aquella sala volviesen a ser capaces de escucharse mutuamente. Sin embargo, el hombre obeso del traje extravagante apenas permitió que Katharina hablase, no dejando tampoco a Thawne hacer la pregunta que tenía planeada. Con una frase muy poco poética pronunciada con su básico acento, hizo que una música comenzara a sonar.
Thawne, sabiendo que algo iba a pasar al estar conectado a su mente, activó su Haki de Observación y lo centró en el individuo que tenían ante sí. La habilidad conjunta de su Mantra y su telepatía le permitió averiguar lo que iba a ocurrir a continuación, pudiendo así prevenir a sus compañeros mediante su vínculo telepático:
- Separáos rápido, de un momento a otro va a empezar a caer un material extraño sobre nosotros. Con unos metros será suficiente. Después hay que pasar a la ofensiva. Marles, tu y yo nos encargaremos del hombre. Los demás, protegednos de los dos animales y, en caso necesario, acabad con ellos.
Dicho esto, una vez las luces se apagaron, el alcalde aceleró al máximo gracias a su excepcional uso del Soru. No tenía miedo de que nadie sospechase de él si únicamente veía dicha técnica, ya que existían muchas otras personas capaces de acelerar hasta grandes velocidades casi al instante, y además la técnica del Cipher Pol tan solo podía ser usada en línea recta salvo que se alcanzase una maestría absoluta en ella. Una maestría como la que el político poseía.
Así, se desplazó hacia su enemigo siguiendo una trayectoria sinuosa en lugar de recta. Cuando estuvo cercano a él lanzó un fuerte puñetazo con su brazo derecho hacia el lateral de su rostro que acompañó con un giro de todo el tronco. Sin embargo, este no era su verdadero objetivo. El movimiento lógico al ver venir dicho golpe no era otro que desplazarse ligeramente hacia atrás para dejar que el puñetazo hendiese únicamente el aire. Así que, aprovechando la inercia proporcionada por el giro del tronco, pivotaría ligeramente sobre la puntera del pie derecho y se impulsaría levemente para, con un vertiginoso giro, buscar asestar una fuerte patada lateral con el talón de su pierna izquierda en la mandíbula del cantante. Y no solo eso, sino que cubriría su pie con una negra y brillante armadura para aumentar los daños.
Unos gritos extrañamente melódicos resonaron desde la distancia. El silencio que siguió permitió que las personas en el interior de aquella sala volviesen a ser capaces de escucharse mutuamente. Sin embargo, el hombre obeso del traje extravagante apenas permitió que Katharina hablase, no dejando tampoco a Thawne hacer la pregunta que tenía planeada. Con una frase muy poco poética pronunciada con su básico acento, hizo que una música comenzara a sonar.
Thawne, sabiendo que algo iba a pasar al estar conectado a su mente, activó su Haki de Observación y lo centró en el individuo que tenían ante sí. La habilidad conjunta de su Mantra y su telepatía le permitió averiguar lo que iba a ocurrir a continuación, pudiendo así prevenir a sus compañeros mediante su vínculo telepático:
- Separáos rápido, de un momento a otro va a empezar a caer un material extraño sobre nosotros. Con unos metros será suficiente. Después hay que pasar a la ofensiva. Marles, tu y yo nos encargaremos del hombre. Los demás, protegednos de los dos animales y, en caso necesario, acabad con ellos.
Dicho esto, una vez las luces se apagaron, el alcalde aceleró al máximo gracias a su excepcional uso del Soru. No tenía miedo de que nadie sospechase de él si únicamente veía dicha técnica, ya que existían muchas otras personas capaces de acelerar hasta grandes velocidades casi al instante, y además la técnica del Cipher Pol tan solo podía ser usada en línea recta salvo que se alcanzase una maestría absoluta en ella. Una maestría como la que el político poseía.
Así, se desplazó hacia su enemigo siguiendo una trayectoria sinuosa en lugar de recta. Cuando estuvo cercano a él lanzó un fuerte puñetazo con su brazo derecho hacia el lateral de su rostro que acompañó con un giro de todo el tronco. Sin embargo, este no era su verdadero objetivo. El movimiento lógico al ver venir dicho golpe no era otro que desplazarse ligeramente hacia atrás para dejar que el puñetazo hendiese únicamente el aire. Así que, aprovechando la inercia proporcionada por el giro del tronco, pivotaría ligeramente sobre la puntera del pie derecho y se impulsaría levemente para, con un vertiginoso giro, buscar asestar una fuerte patada lateral con el talón de su pierna izquierda en la mandíbula del cantante. Y no solo eso, sino que cubriría su pie con una negra y brillante armadura para aumentar los daños.
- Resumen (Kath, Lance):
- - Prever lo que va a ocurrir y avisar al resto, urdiendo una estrategia (Marles y yo contra el torero, el resto contra los toros).
- Usar Soru para acercarme haciendo eses al torero.
- Lanzarle un puñetazo para intentar forzarle a esquivar de un modo concreto y asestarle una fuerte patada con Haki.
- Cosas Usadas:
- - Stats: Agilidad 10 (x2 Pasiva), Fuerza 9 (x4 Pasiva), Reflejos 8 (x4 Pasiva), Velocidad 5, Resistencia 5
- Haki Observación Magnífico (Predilecto): ambas aptitudes a Tier 9. Asalto 1/25.
--- Modalidad (Mind's Eye III): Thawne ha alcanzado un nivel de maestría con el Mantra tal que podría considerarse que ve con su mente. Ahora, además de lo anterior, pasivamente es capaz de descubrir en apenas cinco segundos si alguien tiene intenciones hostiles hacia él, aunque trate de ocultarlo. Solo alguien con un Haki de Observación Magnífico o superior podría enganañarle. Activamente, puede predecir cualquier acción que no sea un ataque realizada por las personas con quienes mantenga un vínculo telepático con hasta el 75% de la antelación con la que puede predecir los ataques de un único objetivo (75% de 5 segundos = 3'75 segundos).
- Haki Armadura Magnífico (Opuesto): Tier 9 en Armadura. Usando endurecimiento.
--- Modalidad (Hard as Hell III): El riguroso entrenamiento al que Thawne se somete a diario hace que su cuerpo alcance una dureza tremenda. Por lo tanto, de forma pasiva el Endurecimiento de Thawne se desgasta un 60% más lento de lo que debería (cada 5 asaltos que lo use es como si lo hubiese usado 2). Activamente Thawne ha mejorado el uso de su Endurecimiento a la hora de atacar, consiguiendo que este aumente el poder de sus golpes en el mismo grado en que aumenta su resistencia (se suma al aumento de potencia que otorga la Aptitud Bastión). Por lo tanto el aumento de fuerza al ataque es x 5 (de la Modalidad) + 3 (de Bastión) = x8. Gasto de asaltos: 1 de los 30 disponibles x3 (uso de Endurecimiento). 3/30, pero de los próximos 4 asaltos que use endurecimiento solo 2 contarán.
- Soru (Mejora Épica): Thawne ha perfeccionado su dominio del Soru a lo largo de agotadores entrenamientos. Debido a esto ha logrado optimizar sus movimientos, consiguiendo que la velocidad instantánea otorgada por esta técnica pase a ser de 80 m/s. Y no solo esto, sino que ha conseguido un dominio tal sobre ella que es capaz de alterar su trayectoria, no teniendo por qué desplazarse únicamente en línea recta al utilizarla.
Y por si acaso dejo aquí esto:
- Aura Demoníaca: Los Rákshasa son demonios conocidos por atormentar a los humanos, y el Aura de Thawne así lo expresará. Por ello, cualquiera que use Haki de Observación contra él sentirá una poderosa presencia demoníaca. Del mismo modo, todo aquel esté 10 niveles por encima de Thawne o menos tendrá tanto miedo de esta presencia que quedará paralizado un turno la primera vez que centre el Mantra en él en cada rol. Cada 20 niveles hacia abajo se añadirá otro turno de parálisis (es decir, 2 turnos si 10 niveles por debajo, 3 si 30, 4 si 50…).
Aki D. Arlia
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Justo antes de avanzar, oyó la voz. Solo era una sílaba, pero resonó por todo el lugar haciéndola estremecerse. Cada vez tenía más claro que los estaban observando y odiaba sentirse un conejillo de indias. Tenían que llegar al centro de todo cuanto antes.
La siguiente sala parecía más un pasillo que una sala. Probablemente lo fuera, de hecho. Sin embargo, eso no era lo más notable. Frente a ellos, un patético hombre comía un patético bocata. No se asombró al verlos y se limitó a comentarles que el ascensor estaba averiado y él reparándolo, aunque de momento le tocaba descansar. ¿Se habría encontrado ya con más gente o sus superiores le habrían dicho que seguramente hubiera visitantes? No parecía tener mucha idea de nada, pero desde luego un ascensor derechito al último piso era mejor que andar escaleras arriba y abajo. Estaba harta de pruebas estúpidas y cuando los ojos del hombre se centraron en ella decidió que era hora de jugar sus cartas. Con tranquilidad, posó una mano en el hombro de Elliot y le dijo con un hilo de voz, dulce como la miel:
- Él es cosa mía.
A su paso, la música comenzó a sonar. Juraría que no tenía nada que ver con ella, pero desde luego las notas se acompasaban a sus movimientos. Una pequeña sonrisa traviesa se dibujó en su rostro mientras miraba a los ojos al pobre técnico.
En un parpadeo, pasó a su forma híbrida. Un par de alas negras se plegaron con suavidad en torno a su cadera mientras una larga cola demoníaca se enroscaba juguetona tras de sí. Una pequeña risa siniestra flotó por el ambiente, pero desapareció tan rápido que nadie habría podido asegurar si salía o no de boca de la morena. De hecho, ella no parecía estar riéndose. De repente, era un mar de preocupación. Su cara estaba colorada, se cubría la boca con la mano y trastabilló hasta apoyarse en el hombro del técnico como si fuera un tronco tras un naufragio. Sin el menor ápice de vergüenza, comenzó a susurrarle casi con cariño al oído, su aliento acariciándole la oreja con dulzura.
- ¡Por favor! Necesitamos el ascensor. Hemos de llegar a lo más alto, si no... si no no sé qué haremos, ¡qué haré! Pero tú... tu puedes ayudarme, ¿verdad? Un hombre fuerte y guapo como tú... ayúdame, te lo ruego. Arréglalo para mí.
Lysbeth era una mujer hermosa, nadie podía negarlo. Pero en ese momento, su belleza parecía casi sobrenatural. Por un segundo cada uno de los presentes pudo ver en su lugar a la mujer, hombre o ser que más deseaba en el mundo. Pero fue solo un segundo y si se lo habían imaginado o no quedaría de momento a juicio de cada uno.
La siguiente sala parecía más un pasillo que una sala. Probablemente lo fuera, de hecho. Sin embargo, eso no era lo más notable. Frente a ellos, un patético hombre comía un patético bocata. No se asombró al verlos y se limitó a comentarles que el ascensor estaba averiado y él reparándolo, aunque de momento le tocaba descansar. ¿Se habría encontrado ya con más gente o sus superiores le habrían dicho que seguramente hubiera visitantes? No parecía tener mucha idea de nada, pero desde luego un ascensor derechito al último piso era mejor que andar escaleras arriba y abajo. Estaba harta de pruebas estúpidas y cuando los ojos del hombre se centraron en ella decidió que era hora de jugar sus cartas. Con tranquilidad, posó una mano en el hombro de Elliot y le dijo con un hilo de voz, dulce como la miel:
- Él es cosa mía.
A su paso, la música comenzó a sonar. Juraría que no tenía nada que ver con ella, pero desde luego las notas se acompasaban a sus movimientos. Una pequeña sonrisa traviesa se dibujó en su rostro mientras miraba a los ojos al pobre técnico.
En un parpadeo, pasó a su forma híbrida. Un par de alas negras se plegaron con suavidad en torno a su cadera mientras una larga cola demoníaca se enroscaba juguetona tras de sí. Una pequeña risa siniestra flotó por el ambiente, pero desapareció tan rápido que nadie habría podido asegurar si salía o no de boca de la morena. De hecho, ella no parecía estar riéndose. De repente, era un mar de preocupación. Su cara estaba colorada, se cubría la boca con la mano y trastabilló hasta apoyarse en el hombro del técnico como si fuera un tronco tras un naufragio. Sin el menor ápice de vergüenza, comenzó a susurrarle casi con cariño al oído, su aliento acariciándole la oreja con dulzura.
- ¡Por favor! Necesitamos el ascensor. Hemos de llegar a lo más alto, si no... si no no sé qué haremos, ¡qué haré! Pero tú... tu puedes ayudarme, ¿verdad? Un hombre fuerte y guapo como tú... ayúdame, te lo ruego. Arréglalo para mí.
Lysbeth era una mujer hermosa, nadie podía negarlo. Pero en ese momento, su belleza parecía casi sobrenatural. Por un segundo cada uno de los presentes pudo ver en su lugar a la mujer, hombre o ser que más deseaba en el mundo. Pero fue solo un segundo y si se lo habían imaginado o no quedaría de momento a juicio de cada uno.
- resumen, importante:
Intentar camelarme al técnico para que nos deje pasar, presumir un poco.
Cosas usadas:Lys escribió:Lys es capaz también de alterar su apariencia física, como un mecanismo para atraer a sus víctimas.
Mirando a los ojos a una persona, puede influirla fuertemente para que haga lo que Lys desee, siempre y cuando no entrañe peligro para la persona. Esa persona se encontrará fuertemente atraída por Lys e inclinada a obedecerla e incluso protegerla. Puede utilizarlo una vez por persona en cada combate/encuentro. A personajes del mismo nivel o hasta cinco por encima el efecto les dura dos posts. A personajes de hasta diez niveles por debajo les afecta durante tres post. Los personajes de más de diez niveles por debajo estarán fuertemente inclinados a obedecerla y protegerla. Los personajes de más de cinco niveles por encima sólo se verán moderadamente afectados. El efecto es interpretable por el usuario, no estará obligado a asumir al 100% los efectos excepto en los casos más débiles. Sentirá un gran deseo y el impulso de protegerla. Sólo en el caso de que el pj esté más de diez niveles por debajo de el de Lys le afectará totalmente. Los NPC no podrán resistirse a no ser que sean relevantes.Lys escribió:Lys es capaz de ‘’intuir’’ qué aspecto físico causaría más deseo en una persona y utilizar su capacidad para alterar su apariencia para tomarlo. Esto no es más que una ilusión, pero afectará a todo aquel que la vea
Eso a todos, NPC incluido, solo durante un segundo (?)
Luka Rooney
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¿Qué? ¿Quién coño grita “EEEEEOOOOOO” en un momento como aquél? El gyojin observó a sus compañeros, por si notaban algo raro. Lo cierto era que el sonido procedía de algún tipo de altavoz casi seguro… Algo de todo aquello le daba bastante mala espina.
De cualquier manera, Alviss consiguió resolver el puzzle, y el habitante del mar se aproximó hasta él para chocarle y lanzarle una mirada irónica a su capitán, tras ello, se dispuso a avanzar por la rampa, pero algo le hizo frenar en seco.
- Eh, mirad esto -comentó señalando un extraño dispositivo-. Es un puto altavoz, de aquí venía el sonido. ¿Y eso? ¿Qué es ese punto? ¿Una cámara? Me cago en todo…
El gyojin realizó varias peinetas y prosiguió el camino, bastante cabreado y con ciertas dificultades debido a la ausencia de luz. Pese a ello, cuando piaron en la nueva sala, las luces se encendieron y dejaron ver una especie de almacén. Allí había todo tipo de tambores, que por alguna razón guardaban allí. Aunque el tiburón centró su mirada en el monitor frente a una puerta cerrada.
- Me estoy empezando a cansar de estos estúpidos juegos Zane. Y ahora que estás en modo listo, ya sabes qué pasa cuando me cabreo...
Y entonces, en la pantalla apareció un tipo encapuchado que los instó a mostrar sus fuerzas. ¿Pero, dónde?
- Baja aqui si tienes huevos -gritó a la pantalla, pensando que podían vigilar a parte de sus movimientos, también lo que dijesen-. Yo mismo me mediré contra tí. ¡Baja!
El gyojin recubrió sus puños de agua, saltó e intentó partir el monitor en dos con un combo de cuatro golpes, repartidos de la siguiente manera; diestra-zurda-zurda-diestra. Tras su intento, caería al suelo y se dirigiría a sus compañeros.
- Quemad esos putos tambores, y como la puerta no se abra, os juro que tiro cada puto ladrillo de este lugar.
La ira empezaba a ser incontrolable por parte del gyojin. Solo esperaba que el modo pedante de Zane no la incrementase.
De cualquier manera, Alviss consiguió resolver el puzzle, y el habitante del mar se aproximó hasta él para chocarle y lanzarle una mirada irónica a su capitán, tras ello, se dispuso a avanzar por la rampa, pero algo le hizo frenar en seco.
- Eh, mirad esto -comentó señalando un extraño dispositivo-. Es un puto altavoz, de aquí venía el sonido. ¿Y eso? ¿Qué es ese punto? ¿Una cámara? Me cago en todo…
El gyojin realizó varias peinetas y prosiguió el camino, bastante cabreado y con ciertas dificultades debido a la ausencia de luz. Pese a ello, cuando piaron en la nueva sala, las luces se encendieron y dejaron ver una especie de almacén. Allí había todo tipo de tambores, que por alguna razón guardaban allí. Aunque el tiburón centró su mirada en el monitor frente a una puerta cerrada.
- Me estoy empezando a cansar de estos estúpidos juegos Zane. Y ahora que estás en modo listo, ya sabes qué pasa cuando me cabreo...
Y entonces, en la pantalla apareció un tipo encapuchado que los instó a mostrar sus fuerzas. ¿Pero, dónde?
- Baja aqui si tienes huevos -gritó a la pantalla, pensando que podían vigilar a parte de sus movimientos, también lo que dijesen-. Yo mismo me mediré contra tí. ¡Baja!
El gyojin recubrió sus puños de agua, saltó e intentó partir el monitor en dos con un combo de cuatro golpes, repartidos de la siguiente manera; diestra-zurda-zurda-diestra. Tras su intento, caería al suelo y se dirigiría a sus compañeros.
- Quemad esos putos tambores, y como la puerta no se abra, os juro que tiro cada puto ladrillo de este lugar.
La ira empezaba a ser incontrolable por parte del gyojin. Solo esperaba que el modo pedante de Zane no la incrementase.
- Resumen:
- Ver el altavoz-cámara y cabrearse aún más.
- Intentar partir el monitor y animar al resto a reventar cada tambor de la habitación.
- Ver el altavoz-cámara y cabrearse aún más.
- Cosas usadas:
- stats:
Actuales: Fuerza 11 (9+2 gyojin) | Resistencia 9 | Agilidad 6 | Velocidad 6 | Reflejos 3
Pasivos: Fuerza x10 | Resistencia x4
Tiempo de canalización: 0.5 segundos.
Duración: 1 de 3 posts.
Tiempo de reutilización: 3 posts.
- Cosas:
- Carga pulsera: 5 turnos de 5 max.
- Carga Espiritu de Poseidón: 3 turnos de 3 max.
- Parmigiano: de fuerte sabor y tremendamente nutritivo, este queso otorgará a quien lo consuma un x3 activo (acumulable con activas del consumidor) a la Fuerza durante 3 posts.
- Carga pulsera: 5 turnos de 5 max.
Brynn
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El negro se quedó pasmado cuando, tras realizar su ataque y esquivar el de Nailah, observó cómo el castor estaba colgado de su brazo. ¿Cómo se había quedado ahí? ¿Acaso podía detectarle pese a haber estado invisible? Curiosas habilidades la de aquél bicho.
Y más curiosas las que parecía tener aquella guitarra, que recibió cada ataque dirigido al castor. ¿La usó de escudo? Brynn no entendía nada, y solo sabía que tenía que deshacerse del castor, o su brazo sufriría las consecuencias.
- Cuidado con lo que hacéis, que mi brazo es sagrado -comentó a la par que usaba la frase de distracción, agarrando la daga con la mano libre.
Sin rostro intentaría realizar un tajo diagonal sobre el cuello del castor, intentando así librarse de la pesada carga que tenía en ese momento. No quería quedarse sin brazo, aunque dada la situación… Era lo más probable. Aunque… ¿Por qué no sentía dolor? ¿Acaso… Acaso aquel bicho no tenía intención de atacarles? Un poco tarde para pensar en aquello.
Y más curiosas las que parecía tener aquella guitarra, que recibió cada ataque dirigido al castor. ¿La usó de escudo? Brynn no entendía nada, y solo sabía que tenía que deshacerse del castor, o su brazo sufriría las consecuencias.
- Cuidado con lo que hacéis, que mi brazo es sagrado -comentó a la par que usaba la frase de distracción, agarrando la daga con la mano libre.
Sin rostro intentaría realizar un tajo diagonal sobre el cuello del castor, intentando así librarse de la pesada carga que tenía en ese momento. No quería quedarse sin brazo, aunque dada la situación… Era lo más probable. Aunque… ¿Por qué no sentía dolor? ¿Acaso… Acaso aquel bicho no tenía intención de atacarles? Un poco tarde para pensar en aquello.
- Resumen:
Atacar al putocastor muerdebrazos.
Nota: Entiendo que el castor se agarra al brazo del arma (diestra), aunque al no especificarlo, no detallo en mi post con qué mano ataco, solo que es la libre.
Ellie
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La mink volvió a fallar sus ataques de nuevo, pero una sonrisa se amplió en su rostro. Tenía todo lo que necesitaba. Su rival parecía a años luz de ellos, ya que tanto los ataques de Iulio como de Giotto habían acabado bastante mal. La onda de choque para frenar los del primero había sido tan potente que hasta el suelo parecía afectado. Pero Ellie tenía un plan, que ya era bastante en aquella situación.
Afortunadamente, el hombre tenía dos brazos, y eso quería decir que podía lanzar dos banquetas simultáneamente -gracias a dios no sabía lanzar objetos con los pies, o al menos no lo había puesto a prueba en aquél momento-, y con mayor fortuna aún, las banquetas fueron a parar hasta las ubicaciones del hombre luz y el hombre fuego. Era su momento.
La loba sabía de sus limitaciones en combate aún, pero había visto ya dos veces que su rival esquivaba siempre de la misma manera sus golpes de lava, por lo que tenía que anticiparse a ello.
Ellie, estas batallas son con las que más aprenderás. Tú puedes
La mink fijaría a su objetivo y, tras ello, concentraría lava a seiscientos grados tanto en puños como en pies, empleando posteriormente su soru para situarse justo enfrente de su rival, con el rostro serio y a sabiendas de que aquello era posiblemente más peligroso que beneficioso para ella.
Los dos ataques anteriores habían sido evadidos por su rival de la misma manera, apartándose. ¿Qué tal si…?
Ellie intentaría un puñetazo cruzado al hombro izquierdo de su rival, sin embargo, no sería su intención impactar. Creyendo que su rival intentaría evadirlo de nuevo, dejaría caer dos litros de magma a la par que realizaba una patada con su pierna derecha hacia el costado izquierdo de su rival, proyectando de la misma manera tres litros de magma.
La mink confiaba en que su rival recibiese o bien algún impacto o, por el contrario, algo de magma que le debilitase. EN caso contrario, al menos esperaba que su compañeros estuvieran dispuestos para el combate, o todo pintaría demasiado mal.
Afortunadamente, el hombre tenía dos brazos, y eso quería decir que podía lanzar dos banquetas simultáneamente -gracias a dios no sabía lanzar objetos con los pies, o al menos no lo había puesto a prueba en aquél momento-, y con mayor fortuna aún, las banquetas fueron a parar hasta las ubicaciones del hombre luz y el hombre fuego. Era su momento.
La loba sabía de sus limitaciones en combate aún, pero había visto ya dos veces que su rival esquivaba siempre de la misma manera sus golpes de lava, por lo que tenía que anticiparse a ello.
Ellie, estas batallas son con las que más aprenderás. Tú puedes
La mink fijaría a su objetivo y, tras ello, concentraría lava a seiscientos grados tanto en puños como en pies, empleando posteriormente su soru para situarse justo enfrente de su rival, con el rostro serio y a sabiendas de que aquello era posiblemente más peligroso que beneficioso para ella.
Los dos ataques anteriores habían sido evadidos por su rival de la misma manera, apartándose. ¿Qué tal si…?
Ellie intentaría un puñetazo cruzado al hombro izquierdo de su rival, sin embargo, no sería su intención impactar. Creyendo que su rival intentaría evadirlo de nuevo, dejaría caer dos litros de magma a la par que realizaba una patada con su pierna derecha hacia el costado izquierdo de su rival, proyectando de la misma manera tres litros de magma.
La mink confiaba en que su rival recibiese o bien algún impacto o, por el contrario, algo de magma que le debilitase. EN caso contrario, al menos esperaba que su compañeros estuvieran dispuestos para el combate, o todo pintaría demasiado mal.
- Resumen:
Atacar al músico en base a sus últimas defensas.
- Cosas usadas:
- Soru:
Esta técnica especial, propia del Rokushiki, permite al usuario realizar sprints tan veloces que resultan imposibles de detectar para el ojo humano. Esta técnica no permite girar, pero a cambio ofrece un avance recto a una velocidad de veinticinco metros por segundo.
- Akuma:
Nivel 20: Su control se eleva hasta ser capaz de controlar cien litros de magma, alcanzando éste una temperatura de seiscientos grados centígrados.
Midorima Shintaro
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Ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar. De un instante a otro, estaba en el suelo con un dolor en su cabeza. Aquel robot había creado cremalleras y redirigido todos los ataques. ¿Akuma no mi? ¿Portales mágicos? ¿Tecnología rara? Chasqueó con la lengua mientras se levantaba y miraba la siguiente ofensiva de sus compañeros. Taylor no estaba haciendo nada, pero no le sorprendía, ¿qué se podía hacer contra un monstruo como ese? Suspiró para tranquilizarse, en un principio, parecía que lo tenían. Braud había gritado, mucho, y se mareó un poco por lo fuerte de su grito. Dretch y Kenzo lo estaban apresando mientras que Eric lo abrazaba. Vio a Simo apuntarlo con una escopeta y lanzar muchas preguntas.
Respiró aliviado. Era un enemigo menos. Solo faltaba el otro. Escuchó la música, luego un incómodo silencio y, finalmente, música otra vez. Se sentía incómodo como si alguien lo estuviera vigilando hiciera lo que hiciera o desde cualquier ángulo. ¿Qué significaba esa sensación? Se quedó quieto, tratando de relajarse y calmarse. Su corazón estaba un poco acelerado, entre todas las cosas que estaba viviendo, estaba llegando a su límite. Tenía que volver a centrarse.
—No jodas…
El robot nuevamente había usado su poder para librarse de todos ellos y había aparecido a sus espaldas. ¿Cómo se podía luchar contra alguien así? ¿Qué podían hacer para ganar? No obstante, hizo un gesto raro… Había apuntado al ser antropomorfo con tentáculos. Como si fuera una advertencia de… ¿Buena fe? Le estaba advirtiendo de las intenciones del otro. ”¿Acaso es aliado? ¿Podríamos conversar con él?” —pensó mientras veía que Dretch se dirigía a él. Al parecer, algo tenía planeado así que lo iba a dejar hacer lo que quisiera y no lo iba a molestar. Se notaba que el búho era el más inteligente del grupo… O aparentaba serlo. Eric fue el primero en lanzarse contra esa cosa, no sin antes dirigirle unas palabras. Algo que ya tenía en mente. Evitar que los tentáculos llegaran a sus compañeros.
—Como si fuera el Almirante de Flota, idiota —murmuró.
Sin dudarlo, activó el nivel tres de su técnica. Haciendo que su pelo se volviera grisáceo, vapor saliera de cada poro de su cuerpo y de sus ojos, rayos verdes. Observó bien la situación, así que tenía claro lo qué hacer. Esquivó los tentáculos que se dirigían a él con facilidad, había visto que en donde estaba Taylor, se dirigían más de esas cosas con púas en la punta. ¿Por qué no se había movido? No tenía tiempo para perder pensando en esas cosas. En un segundo llegó a donde estaba ella, la levantó del suelo abrazándola y colocándosela en su hombro. En otro segundo, ya estaban los dos lejos de los tentáculos y cerca de Dretch. Dejó suavemente a la pelirrosa en el suelo.
—No te distraigas, Taylor. No estamos jugando aquí. Demuestra de lo que eres capaz y ayúdanos —dijo mirándola a los ojos unos instantes —. Creo que me quedaré por aquí cerca. De todas maneras, ante esa cosa, no creo poder hacer mucho —comentó casi como broma, casi. Aunque era verdad, no tenía forma de acercarse a esa y no morir en el intento. No tenía ataques de larga distancia y su estilo era, según él, el más cercano de todos y dudaba que ante esa cosa, sirviera de algo
Respiró aliviado. Era un enemigo menos. Solo faltaba el otro. Escuchó la música, luego un incómodo silencio y, finalmente, música otra vez. Se sentía incómodo como si alguien lo estuviera vigilando hiciera lo que hiciera o desde cualquier ángulo. ¿Qué significaba esa sensación? Se quedó quieto, tratando de relajarse y calmarse. Su corazón estaba un poco acelerado, entre todas las cosas que estaba viviendo, estaba llegando a su límite. Tenía que volver a centrarse.
—No jodas…
El robot nuevamente había usado su poder para librarse de todos ellos y había aparecido a sus espaldas. ¿Cómo se podía luchar contra alguien así? ¿Qué podían hacer para ganar? No obstante, hizo un gesto raro… Había apuntado al ser antropomorfo con tentáculos. Como si fuera una advertencia de… ¿Buena fe? Le estaba advirtiendo de las intenciones del otro. ”¿Acaso es aliado? ¿Podríamos conversar con él?” —pensó mientras veía que Dretch se dirigía a él. Al parecer, algo tenía planeado así que lo iba a dejar hacer lo que quisiera y no lo iba a molestar. Se notaba que el búho era el más inteligente del grupo… O aparentaba serlo. Eric fue el primero en lanzarse contra esa cosa, no sin antes dirigirle unas palabras. Algo que ya tenía en mente. Evitar que los tentáculos llegaran a sus compañeros.
—Como si fuera el Almirante de Flota, idiota —murmuró.
Sin dudarlo, activó el nivel tres de su técnica. Haciendo que su pelo se volviera grisáceo, vapor saliera de cada poro de su cuerpo y de sus ojos, rayos verdes. Observó bien la situación, así que tenía claro lo qué hacer. Esquivó los tentáculos que se dirigían a él con facilidad, había visto que en donde estaba Taylor, se dirigían más de esas cosas con púas en la punta. ¿Por qué no se había movido? No tenía tiempo para perder pensando en esas cosas. En un segundo llegó a donde estaba ella, la levantó del suelo abrazándola y colocándosela en su hombro. En otro segundo, ya estaban los dos lejos de los tentáculos y cerca de Dretch. Dejó suavemente a la pelirrosa en el suelo.
—No te distraigas, Taylor. No estamos jugando aquí. Demuestra de lo que eres capaz y ayúdanos —dijo mirándola a los ojos unos instantes —. Creo que me quedaré por aquí cerca. De todas maneras, ante esa cosa, no creo poder hacer mucho —comentó casi como broma, casi. Aunque era verdad, no tenía forma de acercarse a esa y no morir en el intento. No tenía ataques de larga distancia y su estilo era, según él, el más cercano de todos y dudaba que ante esa cosa, sirviera de algo
Katharina von Steinhell
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Antes de que el torero entrara en acción, una curiosa melodía empezó a sonar. ¿No era ese sino Alfredito Mercurio? No había que saber de historia para darse cuenta de que ese hombre era una leyenda. Se decía que con su mítico «¡EEEEOOOOO!» era capaz de producir un estado de conmoción en las personas, conduciéndolas a la locura. Mito o no, de pronto la bruja comenzó a sentirse “incómoda”. Sin embargo, se mantuvo de pie casi sin verse afectada. Casi. Algo, una especie de sexto sentido, le indicaba que algo andaba mal. Quizás era pura paranoia por estar dentro de lo que en minutos destruiría el mar donde nació.
Desafortunadamente la canción del inigualable Alfredito no fue la única que sonó. El hombre de los toros no tardó en hacer de DJ y volver la capea una pista de baile. Fue en ese momento que volvió a escuchar la voz del alcalde dentro de su cabeza, advirtiéndole que aparecería una extraña sustancia. Todo bien hasta ese momento, sin embargo, ¿quién se creía para darle órdenes? Quiso encararle, pero antes de que pudiera hacerlo el enmascarado había cruzado la habitación a una velocidad exagerada. «¿Esa técnica no es el Soru del Cipher Pol? No, no puede ser. Si mal no recuerdo, solo permite el desplazamiento en línea recta, como mi técnica Pasos Veloces», se dijo a sí misma al observar los movimientos de Kirtash. Le dirigió una mirada de recelo y volvió a lo suyo.
Gracias a la advertencia del alcalde la bruja tuvo unos valiosos segundos adicionales para reaccionar. Esperaba que esa extraña espuma que aparecía poco a poco se congelara antes de tocar su cuerpo, después de todo, el aura helada que emitía su cuerpo era capaz de congelar casi cualquier cosa. Lo primero que pensó fue en repeler la sustancia, pero al ver que abarcaba un espacio diminuto —solo de unos diez metros cuadrados— decidió salir de allí y buscar un lugar libre de espuma pegajosa. De un momento a otro, Katharina cruzó la habitación haciendo uso de Pasos Veloces, una técnica similar al Soru, aunque ni la mitad de veloz que la versión del alcalde.
Primero que todo no tenía ninguna intención de dejarse comandar por Kirtash. Bien podía tener a su merced a los hombres que le acompañaban, pero a ella no. Debía tener el ego por las nubes si pensaba que Katharina von Steinhell seguiría las órdenes de un simple desconocido. Si no quería problemas con la Supernova, debía entender que estaban a la par. Así como la pelirrosa no pretendía darle órdenes a Kirtash, esperaba que tampoco el hombre tomara liderazgo sobre ella. Por otra parte, dejando a un lado el asunto de subordinación, bien era cierto que alguien debía encargarse de los animales que parecían muy cabreados. Afortunadamente había una forma de dejar muy claro que no obedecería al alcalde y, al mismo tiempo, hacerse cargo de las bestias.
—Quítate de en medio, Kirtash —le dijo antes de alzar los brazos hacia delante, dándole un par de valiosos segundos para echarse hacia atrás y no verse afectado. Los ojos de la bruja emitieron un brillo azulado muy intenso y, de pronto, casi dos decenas de afiladas esquirlas de hielo empezaron a aparecer en torno a Katharina. Los primeros doce disparos fueron dirigidos hacia las bestias —seis y seis—. Las otras ocho estacas, disparadas casi al mismo tiempo que las anteriores, surcaron el aire a toda velocidad en busca del cuerpo del improvisado DJ.
No creía que un ataque tan poco preparado haría demasiado efecto en sus oponentes, pero era la mejor forma de observar las capacidades físicas de estos. Dando igual si impactaban o no, la bruja empuñaría la Hoja de Argoria con firmeza y estaría pendiente de los movimientos de sus enemigos, manteniendo activo su mantra.
Desafortunadamente la canción del inigualable Alfredito no fue la única que sonó. El hombre de los toros no tardó en hacer de DJ y volver la capea una pista de baile. Fue en ese momento que volvió a escuchar la voz del alcalde dentro de su cabeza, advirtiéndole que aparecería una extraña sustancia. Todo bien hasta ese momento, sin embargo, ¿quién se creía para darle órdenes? Quiso encararle, pero antes de que pudiera hacerlo el enmascarado había cruzado la habitación a una velocidad exagerada. «¿Esa técnica no es el Soru del Cipher Pol? No, no puede ser. Si mal no recuerdo, solo permite el desplazamiento en línea recta, como mi técnica Pasos Veloces», se dijo a sí misma al observar los movimientos de Kirtash. Le dirigió una mirada de recelo y volvió a lo suyo.
Gracias a la advertencia del alcalde la bruja tuvo unos valiosos segundos adicionales para reaccionar. Esperaba que esa extraña espuma que aparecía poco a poco se congelara antes de tocar su cuerpo, después de todo, el aura helada que emitía su cuerpo era capaz de congelar casi cualquier cosa. Lo primero que pensó fue en repeler la sustancia, pero al ver que abarcaba un espacio diminuto —solo de unos diez metros cuadrados— decidió salir de allí y buscar un lugar libre de espuma pegajosa. De un momento a otro, Katharina cruzó la habitación haciendo uso de Pasos Veloces, una técnica similar al Soru, aunque ni la mitad de veloz que la versión del alcalde.
Primero que todo no tenía ninguna intención de dejarse comandar por Kirtash. Bien podía tener a su merced a los hombres que le acompañaban, pero a ella no. Debía tener el ego por las nubes si pensaba que Katharina von Steinhell seguiría las órdenes de un simple desconocido. Si no quería problemas con la Supernova, debía entender que estaban a la par. Así como la pelirrosa no pretendía darle órdenes a Kirtash, esperaba que tampoco el hombre tomara liderazgo sobre ella. Por otra parte, dejando a un lado el asunto de subordinación, bien era cierto que alguien debía encargarse de los animales que parecían muy cabreados. Afortunadamente había una forma de dejar muy claro que no obedecería al alcalde y, al mismo tiempo, hacerse cargo de las bestias.
—Quítate de en medio, Kirtash —le dijo antes de alzar los brazos hacia delante, dándole un par de valiosos segundos para echarse hacia atrás y no verse afectado. Los ojos de la bruja emitieron un brillo azulado muy intenso y, de pronto, casi dos decenas de afiladas esquirlas de hielo empezaron a aparecer en torno a Katharina. Los primeros doce disparos fueron dirigidos hacia las bestias —seis y seis—. Las otras ocho estacas, disparadas casi al mismo tiempo que las anteriores, surcaron el aire a toda velocidad en busca del cuerpo del improvisado DJ.
No creía que un ataque tan poco preparado haría demasiado efecto en sus oponentes, pero era la mejor forma de observar las capacidades físicas de estos. Dando igual si impactaban o no, la bruja empuñaría la Hoja de Argoria con firmeza y estaría pendiente de los movimientos de sus enemigos, manteniendo activo su mantra.
- Resumen:
- Incomodarse por la legendaria melodía de Alfredito Mercurio.
- Salir de la zona con espuma y creer que esta sería congelada por su aura.
- Ignorar las órdenes de Kirtash.
- Decirle al alcalde que se eche a un lado.
- Crear una serie de estacas de hielo para luego lanzarlas a las bestias y al torero.
- Empuñar la guadaña y quedar pendiente de los movimientos enemigos.
- Incomodarse por la legendaria melodía de Alfredito Mercurio.
- Cosas usadas:
- Características: Reflejos 10, Agilidad 9 (x2.5 Pasivo), Poder de Destrucción 6, Puntería 4, Resistencia 5 (x2.5 Pasivo).
Pasos Veloces: Impulsándose con las piernas, permite desplazarse a velocidades increíblemente altas dando la idea que el usuario se teletransporta, pero en realidad no es más que una serie de pasos extremadamente rápidos. Resumidamente, permite desplazarse de un lugar a otro a 30 metros por segundo.
Nombre de la técnica: Evocación Avanzada
Naturaleza de la técnica: Mejora de akuma no mi
Descripción de la técnica: Katharina es capaz de sintonizar su magia para manipular y crear los elementos básicos de la naturaleza: aire, tierra, hielo y fuego. Permite que acceda de forma más libre a la esencia de la magia elemental, aunque en cuanto a utilidad y poder no se asemeja a lo que puede alcanzar un conjuro.- Hielo: Únicamente es capaz de generar este elemento y siempre en su forma sólida. El hielo creado tendrá una dureza de 7,5 según la escala de Mohs, además de una resistencia igual a la del hielo glaciar. De ninguna forma podrá crear figuras complejas, a lo más estacas, lanzas y figuras similares. Puede crear 20 metros cúbicos de este elemento.
Tiempo de canalización: Tarda 1 segundo en crear 5 metros cúbicos de hielo.
Nombre de la técnica: Rengoku no Samui
Naturaleza de la técnica: Mejora de akuma no mi
Descripción de la técnica: El cuerpo de Katharina desprende un aura helada capaz de congelar todo lo que se encuentre a su alrededor, a una distancia máxima de 20 centímetros, así que es normal que se congele por donde pisa. Su cuerpo ha asimilado perfectamente el frío del otro mundo, volviéndose capaz de soportar temperaturas de hasta -70°C. Por otra parte, es capaz de descender esa temperatura hasta los -70°C, lo suficientemente helado como para causar quemaduras de tercer grado. Tan solo el contacto físico que realice Katharina podrá congelar cuerpos (piel, objetos, etc.), profundizando algunos centímetros y extendiéndose rápidamente por cada segundo. A efectos escénicos, únicamente la persona que Katharina desee es capaz de acercarse a ella sin ser congelada
Tiempo de canalización: Es un PU, por lo tanto es permanente. - Hielo: Únicamente es capaz de generar este elemento y siempre en su forma sólida. El hielo creado tendrá una dureza de 7,5 según la escala de Mohs, además de una resistencia igual a la del hielo glaciar. De ninguna forma podrá crear figuras complejas, a lo más estacas, lanzas y figuras similares. Puede crear 20 metros cúbicos de este elemento.
Marc Kiedis
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Por algún extraño motivo el ataque de Spanner afectó únicamente a la guitarra que el castor portaba. El instrumento quedó completamente destrozado, pero el repelente usuario zoan (o eso suponía Marc que era) permaneció ileso. No solo eso, sino que cuando el grandullón le lanzó el Cheespear se lo comió sin apenas dificultades. Desde luego, sus dientes constituían un arma a tener muy en cuenta si habían sido capaces de partir su lanza.
Para rematar, cuando el oscuro amigo de Nailah intentó atacarle, el brazos largos atrapó su ídem entre sus incisivos, quedando literalmente colgado de este. Desde aquella extraña posición comenzó a hablar con palabras casi ininteligibles. Marc no tenía la menor idea de qué les estaba diciendo, ni siquiera era capaz de distinguir si hablaba en otro idioma completamente diferente o si simplemente pronunciaba raro por tener un brazo en la boca. No obstante no parecía querer luchar contra ellos. No había dañado a Brynn pese a haber podido hacerlo, ni les había atacado directamente. Tal vez mereciese la pena hablar con él. Al fin y al cabo, era posible que pese a su aspecto fuese una buena persona:
- No entiendo lo que dices si no sueltas a mi amigo y hablas sin nada en la boca. Yo soy Marc por cierto. Si te hemos atacado ha sido porque ibas hacia la caja con intenciones aparentemente malas. Si no era así me disculpo, pero entonces, ¿qué pretendías?
Para rematar, cuando el oscuro amigo de Nailah intentó atacarle, el brazos largos atrapó su ídem entre sus incisivos, quedando literalmente colgado de este. Desde aquella extraña posición comenzó a hablar con palabras casi ininteligibles. Marc no tenía la menor idea de qué les estaba diciendo, ni siquiera era capaz de distinguir si hablaba en otro idioma completamente diferente o si simplemente pronunciaba raro por tener un brazo en la boca. No obstante no parecía querer luchar contra ellos. No había dañado a Brynn pese a haber podido hacerlo, ni les había atacado directamente. Tal vez mereciese la pena hablar con él. Al fin y al cabo, era posible que pese a su aspecto fuese una buena persona:
- No entiendo lo que dices si no sueltas a mi amigo y hablas sin nada en la boca. Yo soy Marc por cierto. Si te hemos atacado ha sido porque ibas hacia la caja con intenciones aparentemente malas. Si no era así me disculpo, pero entonces, ¿qué pretendías?
- Spoiler:
- - Ver los resultados de los ataques y flipar un poco.
- No entender lo que dice el castor, pero pensar que igual es buena gente y no quiere hacerles daño.
- Preguntarle directamente como el buenazo inocente que es.
Tenebrex
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El inesperado baile de Annie y Maki tuvo inesperados resultados, quién lo diría. Tras leer la información que encontró junto con Juliana, volvió a mirar dónde estaba el robot y vio que este estaba alejándose con Maki y Annie en sus manos.
Transformándose en una moto, habló con la chica que estaba a su lado. —¿Te quedas o te llevo?
Dándose toda la prisa posible, se dirigió al coloso morado, pasando cerca de Osu. —¡Libera a Maki! —dijo mientras giraba para llegar al brazo donde estaba apresada Annie. Eran los únicos puntos que no estaban rodeados por el campo defensivo. Si él y Osu golpeaban a la vez los brazos del gorila, confiaba en que no solo liberarían a los dos revolucionarios cautivos sino también lo desestabilizarían y este caería hacia delante. Según lo que habían podido ver en la sala de antes, esto haría que el campo de energía se cargara el suelo y el robot caería irremediablemente.
Transformándose en humano a unos metros de su objetivo, dejando a Juliana atrás si esta iba con él, pegó un gran salto y, usando el endurecimiento en su pie derecho, lanzó una de sus técnicas para potenciar el golpe. —¡Kaijo: Mikadzuki!
Propulsando el golpe gracias a su fruta, dio una voltereta en el aire e impactó con toda la fuerza que pudo en el hombro del objetivo.
Transformándose en una moto, habló con la chica que estaba a su lado. —¿Te quedas o te llevo?
Dándose toda la prisa posible, se dirigió al coloso morado, pasando cerca de Osu. —¡Libera a Maki! —dijo mientras giraba para llegar al brazo donde estaba apresada Annie. Eran los únicos puntos que no estaban rodeados por el campo defensivo. Si él y Osu golpeaban a la vez los brazos del gorila, confiaba en que no solo liberarían a los dos revolucionarios cautivos sino también lo desestabilizarían y este caería hacia delante. Según lo que habían podido ver en la sala de antes, esto haría que el campo de energía se cargara el suelo y el robot caería irremediablemente.
Transformándose en humano a unos metros de su objetivo, dejando a Juliana atrás si esta iba con él, pegó un gran salto y, usando el endurecimiento en su pie derecho, lanzó una de sus técnicas para potenciar el golpe. —¡Kaijo: Mikadzuki!
Propulsando el golpe gracias a su fruta, dio una voltereta en el aire e impactó con toda la fuerza que pudo en el hombro del objetivo.
Giotto Leblanc
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Pau John consiguió desviar el ataque del agente como si nada, haciendo que éste no tuviera más remedio que recular con ligero enfado. En su mente solo podía intentar analizar los patrones de combate de su oponente, pero no lograba encontrar, tan siquiera, una apertura para darle un golpe directo. Daba igual lo que hiciera, nada parecía afectarle.
Entonces, una aguda voz familiar, se puso a cantar por los altavoces. Era Alfredo Mercurio, un músico y cantante conocido en todo el mundo. Un grande. Un prodigio de su época. A Giotto le gustaba su música, es más, una vez fue a uno de sus conciertos, hacía ya varios años; aunque eso era otra historia. A medida que la canción avanzaba, notaba una sensación extraña en su cuerpo. En la lejanía pudo ver como algún que otro marine de bajo rango se caía desmayado. «Haki…», se dijo, volviendo a mirar a Pau. Fue entonces, cuando le lanzó una de sus baquetas. A modo de defensa, el joven agente de cabellos dorados abrió un agujero en su cuerpo por donde pasó la varilla.
—¡Vaya, ¿tiene calor?!—preguntó Giotto con ligera malicia—. Una pena que esto solo haya comenzado.
Giotto ojeó el campo de batalla, y gran parte de él estaba cubierto con lava, y eso podían usarlo a su favor. Además, su parecía estar muy agobiado por el calor que emanaba de los dos logias. Eso le dio una ligera idea a Giotto, que no pudo evitar sonreír.
—¡Iulio! —le hizo una señal para que atacara desde la izquierda, pero entonces Ellie se adelantó y atacó la primera, seguido de Bleyd.
Esperó a que el marine atacase, y usando su mantra, intentó predecir los movimientos de su enemigo, la forma en la que esquivaría o bloquearía los ataques. El ritmo de su respiración, los sudores que le recorrerían por la frente debido al calor. Cada paso que diera durante los próximos dos segundos y medio. Y, tras saber eso, se abalanzaría lo más rápido posible hacia su enemigo, usando su otro guantelete y lo descargaría entero hacia su contrincante, intentando quemarlo y darle el primer golpe de gracia. Todo dependía de la efectividad de su mantra en un momento como aquel. Y si no funcionaba, era hora de pensar otra manera de derrotarlo.
Entonces, una aguda voz familiar, se puso a cantar por los altavoces. Era Alfredo Mercurio, un músico y cantante conocido en todo el mundo. Un grande. Un prodigio de su época. A Giotto le gustaba su música, es más, una vez fue a uno de sus conciertos, hacía ya varios años; aunque eso era otra historia. A medida que la canción avanzaba, notaba una sensación extraña en su cuerpo. En la lejanía pudo ver como algún que otro marine de bajo rango se caía desmayado. «Haki…», se dijo, volviendo a mirar a Pau. Fue entonces, cuando le lanzó una de sus baquetas. A modo de defensa, el joven agente de cabellos dorados abrió un agujero en su cuerpo por donde pasó la varilla.
—¡Vaya, ¿tiene calor?!—preguntó Giotto con ligera malicia—. Una pena que esto solo haya comenzado.
Giotto ojeó el campo de batalla, y gran parte de él estaba cubierto con lava, y eso podían usarlo a su favor. Además, su parecía estar muy agobiado por el calor que emanaba de los dos logias. Eso le dio una ligera idea a Giotto, que no pudo evitar sonreír.
—¡Iulio! —le hizo una señal para que atacara desde la izquierda, pero entonces Ellie se adelantó y atacó la primera, seguido de Bleyd.
Esperó a que el marine atacase, y usando su mantra, intentó predecir los movimientos de su enemigo, la forma en la que esquivaría o bloquearía los ataques. El ritmo de su respiración, los sudores que le recorrerían por la frente debido al calor. Cada paso que diera durante los próximos dos segundos y medio. Y, tras saber eso, se abalanzaría lo más rápido posible hacia su enemigo, usando su otro guantelete y lo descargaría entero hacia su contrincante, intentando quemarlo y darle el primer golpe de gracia. Todo dependía de la efectividad de su mantra en un momento como aquel. Y si no funcionaba, era hora de pensar otra manera de derrotarlo.
- Cosas usadas:
- Guanti di fiamma (izquierdo): Fase 5: El quinto contador se enciende y el mecanismo brilla con más brío. Las llamaradas que es capaz de lanzar pueden alcanzar hasta una velocidad de 100 m/s, siendo tres veces más potentes que las del usuario. Además de ello, puede desplazarse de manera indefinida, siempre y cuando no supere los 40 m/s.
- ámbito de modalidad Mantra (predilecto):
- Volontà del diavolo I: De forma pasiva, Giotto cierra los ojos y es capaz de ver y sentir las auras de los seres vivos y sentir sus emociones en un radio de diez metros. De forma activa, es capaz de prever, o predecir de cierta manera, sus movimientos en un radio de cinco metros dos segundos y medio antes de que sucedan; no necesariamente debe ser acciones bélicas.
Hayden Ashworth
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El dragón miró hacia arriba en el momento en que se escuchó una voz gritando, de forma melodiosa, un prolongado "eo". Frunció el ceño y miró a su alrededor, asegurándose de que todo el mundo estaba bien. Maldijo para sí en cuanto vio que la puerta estaba cerrada, para después maldecir en voz alta en el momento en que vio lo que parecía ser un buzón y una libreta pequeña con un bolígrafo. ¿Un acertijo? ¿De verdad? Aquello estaba empezando a jugar con la paciencia del ígneo reptil.
Miró al cadete mientras este proponía una posible respuesta al acertijo que ante ellos había sido preparado. Se llevó una mano a la barbilla y pensó durante unos instantes. La respuesta que el cadete había dado encajaba con lo que el enunciado del acertijo pedía de ellos, sin duda. Suspiró y escribió "palabras" en la primera hoja, para después arrancarla sin delicadeza alguna y meterla en el buzón.
—Si esto no funciona echo la puerta abajo —declaró.
No tenían tiempo que perder buscando respuestas, pues el destino del mundo estaba en juego. Aún seguía con cierto resquemor después de que el almirante le reprochase que lo mismo jugar a estos jueguecitos era la única forma de resolverlo todo. No estaba de acuerdo y dudaba llegar a estarlo en ningún momento.
Miró al cadete mientras este proponía una posible respuesta al acertijo que ante ellos había sido preparado. Se llevó una mano a la barbilla y pensó durante unos instantes. La respuesta que el cadete había dado encajaba con lo que el enunciado del acertijo pedía de ellos, sin duda. Suspiró y escribió "palabras" en la primera hoja, para después arrancarla sin delicadeza alguna y meterla en el buzón.
—Si esto no funciona echo la puerta abajo —declaró.
No tenían tiempo que perder buscando respuestas, pues el destino del mundo estaba en juego. Aún seguía con cierto resquemor después de que el almirante le reprochase que lo mismo jugar a estos jueguecitos era la única forma de resolverlo todo. No estaba de acuerdo y dudaba llegar a estarlo en ningún momento.
- Resumen:
- Poner la solución que propone Erik Carter en el buzón. Si es correcta continuaremos a la 10, sino echaré la puerta abajo y continuaremos a la 10(?)
Ummak Zor-El
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Ajeno a lo que estaba sucediendo en la sala, Ummak se acercó con paso cauto hacia la caja. No es que tuviese miedo, pero si cierto respeto. Era la primera que observaba un objeto mágico de tal poder, un rectángulo marrón cuyo material no era capaz de identificar, que no emitía ningún olor y que, por su fuera poco, poseía la extraña capacidad de abrir cualquier puerta a su paso. De repente, el ceño del shandian se arrugó. De existir aquella técnica, la de forjar instrumentos con tales características mágicas, se negaba darles el mérito a los atrasados habitantes del Mar Azul. Tan solo le bastaba con echar un vistazo a su alrededor. Más de seis demonios estaban tratando de ejecutar a sangre fría al castor más raro que el salvaje había visto en su vida. A fin de cuentas, no habían evolucionado. Aún seguían luchando como chimpancés por cada palmo de tierra de aquel estúpido océano.
Mientras se retiraba del paquete, se percató de un pequeño detalle. Nadie que él hubiese visto se había percatado de su llegada a aquella sala. Ya se habían topado con un muro invisible ¿Y si nada de lo que hubiese en aquella estancia fuese real? Cada vez que Ummak razonaba sobre aquella teoría, esta comenzaba a tomar aún más fuerza ¿Y si la batalla frente a la puerta fuese tan solo una ilusión realizada por un temible conjuro para hacerles perder tiempo? De ser así, el Driv-mahrazh, su enemigo juramentado y guía, había mordido por completo el anzuelo. Skión por su parte también lo habría hecho, de no ser por la inquisitiva mirada del guerrillero le dedicó al cadete.
Alzó la vista hacia el techo, exasperado. Tal y como había hecho en el pasado, su cabello volvió a crecer a un ritmo vertiginoso, casi como si este representase de alguna forma el carácter impulsivo e irascible de su dueño. Al cabo de unos segundos, ocho largos mechones de cabello rubio coronados por las ya típicas cabezas de serpientes, se abalanzarían sobre el desprevenido guía. Una vez reducido e inmovilizado, otra vez, trataría de elevarlo un par de metros del suelo y avanzar hacia la salida de aquella habitación ignorado, literalmente, la existencia de todas las personas que había en la habitación. Para Ummak nada de aquello era real, por lo que no dudaría en meter tantos codazos y puntapiés como fuesen necesarios para hacerse un hueco y cruzar al otro lado.
Mientras se retiraba del paquete, se percató de un pequeño detalle. Nadie que él hubiese visto se había percatado de su llegada a aquella sala. Ya se habían topado con un muro invisible ¿Y si nada de lo que hubiese en aquella estancia fuese real? Cada vez que Ummak razonaba sobre aquella teoría, esta comenzaba a tomar aún más fuerza ¿Y si la batalla frente a la puerta fuese tan solo una ilusión realizada por un temible conjuro para hacerles perder tiempo? De ser así, el Driv-mahrazh, su enemigo juramentado y guía, había mordido por completo el anzuelo. Skión por su parte también lo habría hecho, de no ser por la inquisitiva mirada del guerrillero le dedicó al cadete.
Alzó la vista hacia el techo, exasperado. Tal y como había hecho en el pasado, su cabello volvió a crecer a un ritmo vertiginoso, casi como si este representase de alguna forma el carácter impulsivo e irascible de su dueño. Al cabo de unos segundos, ocho largos mechones de cabello rubio coronados por las ya típicas cabezas de serpientes, se abalanzarían sobre el desprevenido guía. Una vez reducido e inmovilizado, otra vez, trataría de elevarlo un par de metros del suelo y avanzar hacia la salida de aquella habitación ignorado, literalmente, la existencia de todas las personas que había en la habitación. Para Ummak nada de aquello era real, por lo que no dudaría en meter tantos codazos y puntapiés como fuesen necesarios para hacerse un hueco y cruzar al otro lado.
Kenzo Nakajima
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La sorprendente habilidad del tipo de las cremalleras dejó a todos con la boca abierta. Al parecer era capaz de crearlas no solo sobre su cuerpo, sino sobre cualquier otra superficie. De ese modo logró separar el brazo de Eric de su cuerpo antes de ser golpeado, aunque no parecía haberlo cortado dado que continuaba moviéndose. Así mismo pudo transportarse bajo el suelo a otro lugar de la sala, y sacar un brazo entre las telarañas para señalar hacia el monstruo deforme que se hallaba también en la sala. El peliblanco, educadamente (cosa sorprendente para tratarse de él), pidió al espadachín que se lo colocase de nuevo para poder cerrar la cremallera y volver otra vez a la normalidad, cosa que este hizo sin pensárselo dos veces. Con una de sus manos humanas, las únicas que no sujetaban un arma en aquel momento, lo recogió del suelo y se lo tendió a su compañero.
A decir verdad aquel tipo no parecía agresivo, pues si lo pensaba bien en ningún momento había tratado de atacarles. Tan solo se había defendido de sus acometidas. Así que tal vez estuviese intentando ayudarles a acabar con aquel amasijo de trozos de carne y tentáculos, que justo en ese instante lanzó dos de ellos contra el pequeño grupo.
El salvaje, tomando nuevamente la iniciativa, se abalanzó sobre la criatura mientras indicaba a Kenzo y al agente de pelo verde lo que debían hacer. Y el brazos largos estaba de acuerdo. El Comandante podía ser un cabeza hueca y un desastre incontrolable en muchas ocasiones, pero había que reconocer que poseía instinto en la batalla. Así que asintiendo, el Sargento sacó de sus vainas a Kurai Noroi y Bottokatta, teniendo así sus diez espadas en sus manos, y se preparó para la llegada de los tentáculos. Su misión era clara, evitar que estos llegaran hasta sus compañeros.
Mientras el peliverde se movía a gran velocidad para ayudar a la chica del pelo rosa, el hombre araña se adelantó ligeramente y, cuando los tentáculos estuvieron cerca, se movió con rapidez. Su objetivo no era otro que, gracias a sus grandes reflejos, situarse entre ambos y utilizar sus diez espadas para cortar cada uno por cinco sitios al mismo tiempo, buscando seccionarlos si era posible. En caso contrario, al menos pretendía herirlos de tal manera que no supusieran un peligro.
A decir verdad aquel tipo no parecía agresivo, pues si lo pensaba bien en ningún momento había tratado de atacarles. Tan solo se había defendido de sus acometidas. Así que tal vez estuviese intentando ayudarles a acabar con aquel amasijo de trozos de carne y tentáculos, que justo en ese instante lanzó dos de ellos contra el pequeño grupo.
El salvaje, tomando nuevamente la iniciativa, se abalanzó sobre la criatura mientras indicaba a Kenzo y al agente de pelo verde lo que debían hacer. Y el brazos largos estaba de acuerdo. El Comandante podía ser un cabeza hueca y un desastre incontrolable en muchas ocasiones, pero había que reconocer que poseía instinto en la batalla. Así que asintiendo, el Sargento sacó de sus vainas a Kurai Noroi y Bottokatta, teniendo así sus diez espadas en sus manos, y se preparó para la llegada de los tentáculos. Su misión era clara, evitar que estos llegaran hasta sus compañeros.
Mientras el peliverde se movía a gran velocidad para ayudar a la chica del pelo rosa, el hombre araña se adelantó ligeramente y, cuando los tentáculos estuvieron cerca, se movió con rapidez. Su objetivo no era otro que, gracias a sus grandes reflejos, situarse entre ambos y utilizar sus diez espadas para cortar cada uno por cinco sitios al mismo tiempo, buscando seccionarlos si era posible. En caso contrario, al menos pretendía herirlos de tal manera que no supusieran un peligro.
- Resumen:
- - Darle su brazo a Eric.
- Ver cómo el pulpo deforme les ataca y mostrarse de acuerdo con Eric en el plan a seguir.
- Intentar cortar los dos tentáculos con sus armas.
- Cosillas:
- - Stats: Poder de Destrucción 3, Reflejos 3 (x2 Forma Híbrida), Agilidad 4 (x3 Forma Híbrida), Supervivencia 2, Velocidad 1.
- Duelista nivel 30: Tiene dedos ágiles y manos inquietas. Puede manejar su arma con mucha facilidad, llegando a golpear zonas de difícil acceso. Sus movimientos calculados e inesperados podrían poner en aprietos a sus oponentes.
- Dos espadas de Categoría Mítica (Bottokatta y Kurai Noroi, en las manos "humanas"), dos de Categoría Genuina (Amida y Shinigami) y otras seis de Categoría Infrecuente.
Dretch
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Satisfecho con sus imprevistas costuras, Dretch alzó la vista y contempló como nada de lo que habían hecho daba resultados. No importaba que hiciesen, aquel ser parecía tener recursos para todo. A medida que su paciencia se esfumaba, comprendió que de si algo podía estar agradecido era de que, su enemigo no había hecho abiertamente ningún movimiento hostil sobre ellos. Extrañamente, tan solo se había limitado a defenderse de los envites de las fuerzas gubernamentales. Casi parecía como si estuviese jugando con ellos y, sinceramente, el agotamiento comenzaba a pasar factura en el agente. Después de tener que lidiar con los mil y un quebraderos de cabeza que Shintaro y Dexter Black le habían provocado, el solo hecho de tener que lidiar con un rival que, literalmente, no lo estaba tomando en serio, estaban consiguiendo que perdiera los estribos.
La arrogancia de aquel tipo era tal que, lejos de tomarles en serio y combatir de verdad, se tomó la libertad de advertirlos de una amenaza latente. La enorme masa tentacular que hacia algunos minutos había permanecido aletargada en una de las salas contiguas, se había despertado y ahora impedía el paso hacia la siguiente sala. Antes de que pudiesen decidir qué hacer, esta lanzó varios de sus tentáculos hacia ellos con intenciones no demasiado amigables. Llegados a aquel punto, Dretch ni tan siquiera podía hacerse cargo de su propia seguridad, por lo que dejó que cada uno de los combatientes se hiciese cargo de sus propios tentáculos.
Él por su parte, comenzó a recular hacia atrás, dando pequeños saltitos y tratando de cambiar constantemente de trayectoria para confundir al estúpido tentáculo. A fin de cuentas, aquella masa gelatinosa de carne podría dar mucho miedo, pero se negaba a creer que fuese muy lista. Si instaba a su cerebro a mandar demasiados estímulos a una sola extremidad, esperaba que este colapsase y acabase estampando el tentáculo de forma lamentable contra una pared cercana. Al replegarse hacia atrás, de forma táctica, esperaba recortar la distancia entre él y su primer enemigo, el coloso cromado. Esperando que este no le considerase una amenaza al hacerlo escudándose en el pretexto de estar huyendo del tentáculo.
- ¡Tú! ¿Qué demonios pasa contigo? – inquirió, con cierto tono de rabia en su voz – Se supone que eres un esbirro de Krauser, no deberías estar ayudarnos indirectamente y menos aún advertirnos del peligro ¿Esperas acaso que te demos las gracias? ¿Qué nos humillemos y tratemos de pedirte por favor que emplees tus poderes para poder pasar a través de esa cosa? ¡Ja! Ni lo sueñes, escoria, eso no va a ocurrir. Es más, ni tan siquiera creo que cuatro cremalleras de medio pelo sean capaces de abrir en dos esa cosa. No sé si te has fijado, pero, para ser un hombre-estuche, el tipo de cierre de esas cremalleras es bastante… simplón. Si esa fruta hubiese caído en mejores manos, probablemente ese alguien estuviese en la cima de la aguja y no en el primer piso. En fin, me gustaría quedarme un rato más a hablar contigo, pero ya sabes, algunos tenemos que trabajar.
Tras aquella amigable charla, retomaría la ofensiva contra la masa informe, descerrajando cerca de una decena de disparos sobre los globos oculares de la bestia, en espera de que el resto de ataques de sus compañeros abriesen alguna brecha por la que poder pasar hacia el otro lado.
La arrogancia de aquel tipo era tal que, lejos de tomarles en serio y combatir de verdad, se tomó la libertad de advertirlos de una amenaza latente. La enorme masa tentacular que hacia algunos minutos había permanecido aletargada en una de las salas contiguas, se había despertado y ahora impedía el paso hacia la siguiente sala. Antes de que pudiesen decidir qué hacer, esta lanzó varios de sus tentáculos hacia ellos con intenciones no demasiado amigables. Llegados a aquel punto, Dretch ni tan siquiera podía hacerse cargo de su propia seguridad, por lo que dejó que cada uno de los combatientes se hiciese cargo de sus propios tentáculos.
Él por su parte, comenzó a recular hacia atrás, dando pequeños saltitos y tratando de cambiar constantemente de trayectoria para confundir al estúpido tentáculo. A fin de cuentas, aquella masa gelatinosa de carne podría dar mucho miedo, pero se negaba a creer que fuese muy lista. Si instaba a su cerebro a mandar demasiados estímulos a una sola extremidad, esperaba que este colapsase y acabase estampando el tentáculo de forma lamentable contra una pared cercana. Al replegarse hacia atrás, de forma táctica, esperaba recortar la distancia entre él y su primer enemigo, el coloso cromado. Esperando que este no le considerase una amenaza al hacerlo escudándose en el pretexto de estar huyendo del tentáculo.
- ¡Tú! ¿Qué demonios pasa contigo? – inquirió, con cierto tono de rabia en su voz – Se supone que eres un esbirro de Krauser, no deberías estar ayudarnos indirectamente y menos aún advertirnos del peligro ¿Esperas acaso que te demos las gracias? ¿Qué nos humillemos y tratemos de pedirte por favor que emplees tus poderes para poder pasar a través de esa cosa? ¡Ja! Ni lo sueñes, escoria, eso no va a ocurrir. Es más, ni tan siquiera creo que cuatro cremalleras de medio pelo sean capaces de abrir en dos esa cosa. No sé si te has fijado, pero, para ser un hombre-estuche, el tipo de cierre de esas cremalleras es bastante… simplón. Si esa fruta hubiese caído en mejores manos, probablemente ese alguien estuviese en la cima de la aguja y no en el primer piso. En fin, me gustaría quedarme un rato más a hablar contigo, pero ya sabes, algunos tenemos que trabajar.
Tras aquella amigable charla, retomaría la ofensiva contra la masa informe, descerrajando cerca de una decena de disparos sobre los globos oculares de la bestia, en espera de que el resto de ataques de sus compañeros abriesen alguna brecha por la que poder pasar hacia el otro lado.
William White
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Elliot respondió con tremenda calma ante lo dicho, reconocía que la mujer podía ser problemática, pero como si eso no le preocupará en exceso. Esa sangre fría que tenía el moreno me preocupaba, tal vez presuponía que si los dos actuábamos contra la morena esta no tendría más remedio que ceder ante nuestras demandas, más dudaba del ahínco y las ganas de mi compañero el cual parecía bastante acostumbrado a cambiar de chaqueta según le convenía.
-Claro, que nos acompañe, no tengo problema en ello, Zack dijiste ¿No? Yo soy William, encantado- diría mientras hacia un leve gesto, ya que el hombre continuaba algo manchado -sube tú primero- finalizaría.
Evidentemente sabía quién era, después de todo había navegado en la nave de Arribor en una ocasión bajo la apariencia de Zaphir y era una experiencia que prefería no repetir en un futuro, aún así de su corta estancia había comprendido que aquellos hombres seguían las ordenes por miedo o temor prácticamente.
Varios sucesos ocurrieron, el primero fue que resolvieron correctamente el acertijo y podían pasar a la siguiente sala. El segundo fue que el pulpo se disculpó, aunque fue un hecho que paso desapercibido por casi todos, yo me limité a lanzarle una mirada y un gesto de que se controlará, la seriedad denotaba cierto cansancio que apenas suavizaba mi inexpresividad.
Tras otro, aunque más agradable, tema musical dejándonos a oscuras hasta la finalización de la misma. ¿Se trataba de algún tipo de código? Cada vez que subían una planta sonaría un tema. Todo aquello carecía de sentido, todas esas pruebas tenían sentido en la tumba de algún faraón o monarca excéntrico, ninguno en una estructura bélica. Desde luego el creador debía estar muy ido de la azotea para semejante aparato.
Volviendo a lo importante, la siguiente sala tenía la predisposición de una sala de ascensores de una gran compañía, con la salvedad de que solo parecía haber un ascensor. En el pasillo se encontraba un hombre muy desagradable el cual decía que andaba arreglando el ascensor, el muy gañan se refiero de una forma tan vomitiva como el numerito previo del pulpo. La mujer reacciono de una forma completamente diferente indicando que ella se encargaba a la vez que se transformaba en un súcubo, el cual le recordó durante un parpadeo a Ann.
Si la mujer no terminaba de camelarse al sujeto y no daba pistas de la más que probable acertijo, trataría de comprobar si el ascensor se abría y sino abrirlo a fuerza bruta, para así estudiar el hueco del ascensor y ver si podía subir de una forma “manual”. Después de todo, siempre prefería tomar las escaleras.
-Claro, que nos acompañe, no tengo problema en ello, Zack dijiste ¿No? Yo soy William, encantado- diría mientras hacia un leve gesto, ya que el hombre continuaba algo manchado -sube tú primero- finalizaría.
Evidentemente sabía quién era, después de todo había navegado en la nave de Arribor en una ocasión bajo la apariencia de Zaphir y era una experiencia que prefería no repetir en un futuro, aún así de su corta estancia había comprendido que aquellos hombres seguían las ordenes por miedo o temor prácticamente.
Varios sucesos ocurrieron, el primero fue que resolvieron correctamente el acertijo y podían pasar a la siguiente sala. El segundo fue que el pulpo se disculpó, aunque fue un hecho que paso desapercibido por casi todos, yo me limité a lanzarle una mirada y un gesto de que se controlará, la seriedad denotaba cierto cansancio que apenas suavizaba mi inexpresividad.
Tras otro, aunque más agradable, tema musical dejándonos a oscuras hasta la finalización de la misma. ¿Se trataba de algún tipo de código? Cada vez que subían una planta sonaría un tema. Todo aquello carecía de sentido, todas esas pruebas tenían sentido en la tumba de algún faraón o monarca excéntrico, ninguno en una estructura bélica. Desde luego el creador debía estar muy ido de la azotea para semejante aparato.
Volviendo a lo importante, la siguiente sala tenía la predisposición de una sala de ascensores de una gran compañía, con la salvedad de que solo parecía haber un ascensor. En el pasillo se encontraba un hombre muy desagradable el cual decía que andaba arreglando el ascensor, el muy gañan se refiero de una forma tan vomitiva como el numerito previo del pulpo. La mujer reacciono de una forma completamente diferente indicando que ella se encargaba a la vez que se transformaba en un súcubo, el cual le recordó durante un parpadeo a Ann.
Si la mujer no terminaba de camelarse al sujeto y no daba pistas de la más que probable acertijo, trataría de comprobar si el ascensor se abría y sino abrirlo a fuerza bruta, para así estudiar el hueco del ascensor y ver si podía subir de una forma “manual”. Después de todo, siempre prefería tomar las escaleras.
- resumen, Zack te hablo wei:
Pues narrar e interactuar con los presentes. Si veo que el trabajador no pone brío o suelta prenda con la acción de Lsy, probar el ascensor y sino, intentar mirar por el hueco del ascensor para ver si la puedo escalar a lo spiderman.
Liv L Astrid
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La sala no tardó en sacarme de quicio. Cuando pisé el suelo de esta, este se iluminó, o por lo menos la baldosa en la que pisaba, y así sucedió hasta que abrí la puerta para que entrara el tal Martin.
El hombre entró rápidamente y cerró nada más entrar sin que diese tiempo a ver lo que había dentro. El hombre comenzó a avanzar por la sala con las manos preparadas para desenvainar la espada en cualquier momento, supuse que si encontraba algo amenazante. AL ver aquella actitud al principio me sobresaltó y desenfundé el hacha preparada para combatir.
Sin embargo, perdí de vista rápido a Martín, me detuve sobre la baldosa en donde me encontraba y la golpeé con el extremo del mango del hacha con fuerza para intentar romperla y que aquella luz desapareciese.
-Vaya, si que ha durado tu nuevo amigo – dijo mi recuerdo.
-Sí, aunque me gustaría saber el por qué se ha marchado tan rápido.
No me dio tiempo a cavilar el motivo pues a lo lejos pude ver que aparecía un hombre mientras sonaba una música que parecía triste. El hombre no parecía normal, tenía toques metálicos, como si fuese la representación de un hombre, pero hecho de hierro. Entonces el hombre metálico habló y confirmó que era la hora de bailar. No había tiempo para algo como eso, además apenas sabía hacerlo mi educación nunca me había llevado por ese camino.
-No – le dije simplemente – El gozo y disfrute pueden esperar a que termine esta hora sombría. No te interpongas en mi camino he de seguir avanzando.
Si había conseguido romper la baldosa y ya no iluminaba, dejando todo a oscuras usaría el Geppou para avanzar sin que el hombre de metal me viese, aunque mantuve la visión de Heimdal centrada en él. Si la baldosa seguía iluminando tras el golpe simplemente avanzaría e intentaría pasar de largo a aquel hombre, aunque mantendría la visión de Heimdal centrada en el hombre de metal.
El hombre entró rápidamente y cerró nada más entrar sin que diese tiempo a ver lo que había dentro. El hombre comenzó a avanzar por la sala con las manos preparadas para desenvainar la espada en cualquier momento, supuse que si encontraba algo amenazante. AL ver aquella actitud al principio me sobresaltó y desenfundé el hacha preparada para combatir.
Sin embargo, perdí de vista rápido a Martín, me detuve sobre la baldosa en donde me encontraba y la golpeé con el extremo del mango del hacha con fuerza para intentar romperla y que aquella luz desapareciese.
-Vaya, si que ha durado tu nuevo amigo – dijo mi recuerdo.
-Sí, aunque me gustaría saber el por qué se ha marchado tan rápido.
No me dio tiempo a cavilar el motivo pues a lo lejos pude ver que aparecía un hombre mientras sonaba una música que parecía triste. El hombre no parecía normal, tenía toques metálicos, como si fuese la representación de un hombre, pero hecho de hierro. Entonces el hombre metálico habló y confirmó que era la hora de bailar. No había tiempo para algo como eso, además apenas sabía hacerlo mi educación nunca me había llevado por ese camino.
-No – le dije simplemente – El gozo y disfrute pueden esperar a que termine esta hora sombría. No te interpongas en mi camino he de seguir avanzando.
Si había conseguido romper la baldosa y ya no iluminaba, dejando todo a oscuras usaría el Geppou para avanzar sin que el hombre de metal me viese, aunque mantuve la visión de Heimdal centrada en él. Si la baldosa seguía iluminando tras el golpe simplemente avanzaría e intentaría pasar de largo a aquel hombre, aunque mantendría la visión de Heimdal centrada en el hombre de metal.
- resumen:
- Ver lo que pasa cuando se pisan las baldosas, ver las acciones de Marin, ver al recién llegado, intentar avanzar dejando de lado al hombre de metal aunque lo vigilo con el haki de observación.
Una voz tan molesta como melodiosa anuló por completo la capacidad de atención del rōnin alado, causando que arrugase el gesto y notase cómo un escalofrío recorría su espalda. Era una sensación similar a la que había experimentado anteriormente, cuando Zane había liberado su voluntad de forma indiscriminada a su alrededor. Aquélla era de menos intensidad que la del pelirrojo, pero continuaba resultando incómodo para él. ¿Quién demonios sería ese tipo?
Fuera como fuere, la situación continuaba desarrollándose frente a sus ojos. El rubio se había relajado en parte, dejando de aferrar el mango de sus sables y cruzándose de brazos. Allí había sucedido algo bastante peculiar, pues el castor parecía haber salido completamente ileso de todas las ofensivas lanzadas sobre él. Su guitarra, por el contrario, había sufrido todas las consecuencias de los ataques, como si hubiese asumido los daños de su portador además de los suyos propios. No sabía muy bien cómo interpretar aquello, pero sospechaba que a los demás —sobre todo a Spanner— no les sentaría demasiado bien que se entrometiese en sus asuntos.
Chasqueó la lengua, observando cómo el animal pendía del brazo de... ¿cómo se llamaba aquel tipo? ¿Acaso lo había sabido en algún momento? No lo recordaba, algo bastante inusual en él. No obstante, en situaciones como aquélla su espíritu de mamá pato pesaba sobre cualquier otra característica que pudiese poseer en un contexto normal.
No sucedía lo mismo con Marc, que una vez más hacía gala de esa inocencia y candidez que formaban parte de él. ¿Le acababa de pedir perdón a un ser que se había encontrado en un chisme con potencial para arrasar uno de los mares cardinales? Una sonrisa amenazó con aflorar a su rostro, y un impulso le pidió encarecidamente que le propinase una colleja al grandullón —aunque eso implicase, incluso, volar para alcanzar su cuello—.
Sin embargo, nunca llegó a poner en práctica ninguna acción. Cuando quiso darse cuenta, un nuevo mechón de pelo había aferrado una de sus muñecas y otro comenzaba a hacer lo propio con el tobillo del mismo lado. Le habían cogido desprevenido una vez más, de modo que fue arrastrado varios metros antes de que pudiese reaccionar del todo. ¿Qué obsesión tenía aquel muchacho con envolverle en pelo? ¿Y qué habilidad era ésa? Había visto capacidades similares en esos agentes del Gobierno Mundial que se empeñaban en vestir siempre como si fuesen a un funeral. Por otro lado, existía la opción de que fuese el producto de una fruta del diablo.
Fuera como fuere, alcanzó a realizar un movimiento con los dedos antes de que su mano libre fuese atrapada del todo. Una onda cortante nació del movimiento, segando la serpenteante cabellera que se afanaba por envolverle cual crisálida. Un par de tajos más fueron más que suficientes para terminar de liberarse, pero para entonces volvía a encontrarse a poca distancia del rubio. Arqueó una ceja, preguntándose si debía hacerle la pregunta que se había materializado con fuerza en su mente al ser consciente de la situación:
—¿Se puede saber qué te pasa? ¿Te gusto o qué?
Therax devolvió la mirada a sus compañeros. Tal vez fuera buena idea volver junto a ellos, inmiscuirse en aquel conflicto —les gustase o no— y así garantizar que todo el grupo continuase con su camino. Por otro lado, como espadachín se sentiría insultado si otro decidiese metiese sus narices donde no le llamaban. Además, guardaba un mal recuerdo de lo acontecido en Grey Rock, donde siempre se había movido muy por detrás de los acontecimientos hasta tal punto que, haciendo honor a la verdad, había resultado poco menos que inútil para los suyos.
Por si no fuera suficiente, Zane, Luka, Nox y Alviss no se encontraban allí. Ese hecho en sí no representaba ningún problema, pero Luka era demasiado propenso a terminar moribundo. Alguien debía ocuparse de sus heridas, eso era algo que la experiencia le había enseñado a base gasas.
Dirigió su vista a la zona de la que había salido el castor e, instantes después, clavó sus ojos en el chico. ¿Dónde demonios estaba el peinado que le había hecho? Sintió el impulso de volver a cambiar su imagen, pero en esa ocasión se contuvo. Suspiró, volviéndose para mirar a los Arashi.
—¡Yo me adelanto! —exclamó, consciente de que ellos no tendrían problemas para hacer frente a cualquier adversidad que se les presentase. En consecuencia, puso rumbo a la puerta por la que había aparecido la criatura.
Fuera como fuere, la situación continuaba desarrollándose frente a sus ojos. El rubio se había relajado en parte, dejando de aferrar el mango de sus sables y cruzándose de brazos. Allí había sucedido algo bastante peculiar, pues el castor parecía haber salido completamente ileso de todas las ofensivas lanzadas sobre él. Su guitarra, por el contrario, había sufrido todas las consecuencias de los ataques, como si hubiese asumido los daños de su portador además de los suyos propios. No sabía muy bien cómo interpretar aquello, pero sospechaba que a los demás —sobre todo a Spanner— no les sentaría demasiado bien que se entrometiese en sus asuntos.
Chasqueó la lengua, observando cómo el animal pendía del brazo de... ¿cómo se llamaba aquel tipo? ¿Acaso lo había sabido en algún momento? No lo recordaba, algo bastante inusual en él. No obstante, en situaciones como aquélla su espíritu de mamá pato pesaba sobre cualquier otra característica que pudiese poseer en un contexto normal.
No sucedía lo mismo con Marc, que una vez más hacía gala de esa inocencia y candidez que formaban parte de él. ¿Le acababa de pedir perdón a un ser que se había encontrado en un chisme con potencial para arrasar uno de los mares cardinales? Una sonrisa amenazó con aflorar a su rostro, y un impulso le pidió encarecidamente que le propinase una colleja al grandullón —aunque eso implicase, incluso, volar para alcanzar su cuello—.
Sin embargo, nunca llegó a poner en práctica ninguna acción. Cuando quiso darse cuenta, un nuevo mechón de pelo había aferrado una de sus muñecas y otro comenzaba a hacer lo propio con el tobillo del mismo lado. Le habían cogido desprevenido una vez más, de modo que fue arrastrado varios metros antes de que pudiese reaccionar del todo. ¿Qué obsesión tenía aquel muchacho con envolverle en pelo? ¿Y qué habilidad era ésa? Había visto capacidades similares en esos agentes del Gobierno Mundial que se empeñaban en vestir siempre como si fuesen a un funeral. Por otro lado, existía la opción de que fuese el producto de una fruta del diablo.
Fuera como fuere, alcanzó a realizar un movimiento con los dedos antes de que su mano libre fuese atrapada del todo. Una onda cortante nació del movimiento, segando la serpenteante cabellera que se afanaba por envolverle cual crisálida. Un par de tajos más fueron más que suficientes para terminar de liberarse, pero para entonces volvía a encontrarse a poca distancia del rubio. Arqueó una ceja, preguntándose si debía hacerle la pregunta que se había materializado con fuerza en su mente al ser consciente de la situación:
—¿Se puede saber qué te pasa? ¿Te gusto o qué?
Therax devolvió la mirada a sus compañeros. Tal vez fuera buena idea volver junto a ellos, inmiscuirse en aquel conflicto —les gustase o no— y así garantizar que todo el grupo continuase con su camino. Por otro lado, como espadachín se sentiría insultado si otro decidiese metiese sus narices donde no le llamaban. Además, guardaba un mal recuerdo de lo acontecido en Grey Rock, donde siempre se había movido muy por detrás de los acontecimientos hasta tal punto que, haciendo honor a la verdad, había resultado poco menos que inútil para los suyos.
Por si no fuera suficiente, Zane, Luka, Nox y Alviss no se encontraban allí. Ese hecho en sí no representaba ningún problema, pero Luka era demasiado propenso a terminar moribundo. Alguien debía ocuparse de sus heridas, eso era algo que la experiencia le había enseñado a base gasas.
Dirigió su vista a la zona de la que había salido el castor e, instantes después, clavó sus ojos en el chico. ¿Dónde demonios estaba el peinado que le había hecho? Sintió el impulso de volver a cambiar su imagen, pero en esa ocasión se contuvo. Suspiró, volviéndose para mirar a los Arashi.
—¡Yo me adelanto! —exclamó, consciente de que ellos no tendrían problemas para hacer frente a cualquier adversidad que se les presentase. En consecuencia, puso rumbo a la puerta por la que había aparecido la criatura.
- Resumen - Arashi, Brynn, Jenio, Scarlett y Ummak:
- Escuchar el 'eo' y estremecerme, plantearme si darle una colleja a Marc, casi ser capturado por la pelambrera de Ummak —liberarme a base de ondas cortantes asociadas al Mutoryu— y decidir ir hacia la puerta de la que ha salido el castor.
Nailah
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Sus ondas de corte casi alcanzan a Brynn y por un momento estuvo a punto de gritarle para que se apartara. ¿Por qué se ponía en medio? ¿Es que no veía que estaban en mitad de una pelea? No era su culpa, ya que el contaba con su habilidad de la invisibilidad, pero aun así le dolía que fuera a herirse por su inconsciencia, para un amigo fiel que tenía no quería dejarlo manco, aunque de eso parecía que se encargaría el chico castor.
Su guitarra había quedado destrozada con todos los ataques que le habían hecho, incluso pareció quejarse con los dientes hincados en el brazo del pirata. Lo peor es que el no parecía inmutarse con el dolor debido a su expresión, ¿por qué hacía eso el chico castor? Nailah miró la guitarra destrozada y después a Marc, quien intentaba hablar con él como si nada hubiera ocurrido.
En cuanto al rubio... este prefirió ir primero y adelantarse a los acontecimientos. Nailah frunció el ceño ante aquel acto, no era normal que él abandonara a sus compañeros en mitad de un conflicto y, aunque estuvieran separados en grupos, él era el único que no permanecía en ninguno. Nailah le llamó la atención cuando ya estaba cerca de la puerta.
-¡Rubio, procura no distraerte con ese niño!
Hubiera preferido picarlo con que se estaba ablandando porque un niño raro seguía, pero su atención fue captada de nuevo por el castor. Nailah se acercó hasta Marc, con la espada apuntando al chico castor y le miró con el semblante malhumorado.
-Ese paquete está bajo nuestra protección a partir de ahora. No queremos derramar sangre ni hacerte daño, si te haces a un lado podremos continuar con nuestro cometido. Lo siento por lo de tu guitarra, pero el grandullón tiene razón, todo esto se podría haber solucionado hablando. ¿Por qué es tan importante esa caja para ti? - Inquirió sin dejar de mirarle a los ojos.
Su guitarra había quedado destrozada con todos los ataques que le habían hecho, incluso pareció quejarse con los dientes hincados en el brazo del pirata. Lo peor es que el no parecía inmutarse con el dolor debido a su expresión, ¿por qué hacía eso el chico castor? Nailah miró la guitarra destrozada y después a Marc, quien intentaba hablar con él como si nada hubiera ocurrido.
En cuanto al rubio... este prefirió ir primero y adelantarse a los acontecimientos. Nailah frunció el ceño ante aquel acto, no era normal que él abandonara a sus compañeros en mitad de un conflicto y, aunque estuvieran separados en grupos, él era el único que no permanecía en ninguno. Nailah le llamó la atención cuando ya estaba cerca de la puerta.
-¡Rubio, procura no distraerte con ese niño!
Hubiera preferido picarlo con que se estaba ablandando porque un niño raro seguía, pero su atención fue captada de nuevo por el castor. Nailah se acercó hasta Marc, con la espada apuntando al chico castor y le miró con el semblante malhumorado.
-Ese paquete está bajo nuestra protección a partir de ahora. No queremos derramar sangre ni hacerte daño, si te haces a un lado podremos continuar con nuestro cometido. Lo siento por lo de tu guitarra, pero el grandullón tiene razón, todo esto se podría haber solucionado hablando. ¿Por qué es tan importante esa caja para ti? - Inquirió sin dejar de mirarle a los ojos.
Una voz inesperada golpeó mis oídos sin misericordia, penetrando en mí y provocando una sensación de mareo que cerca estuvo de causar que me tambalease. Pese a ello, no tardé en recuperar la compostura y volver a colocarme en guardia. Los proyectiles lanzados por los canalizadores de luz habían sido anulados sin dificultad alguna. Tendría que averiguar a quién ponerle la queja, pues me los habían vendido como poco menos que el arma de destrucción definitiva.
Por si no fuera suficiente con el misterioso grito, el calvo de las gafas ridículas volvió a chillar. Un sonido plano y aparentemente bien afinado retumbó en mis tímpanos, adquiriendo una naturaleza dolorosa que me obligó a retroceder un par de pasos y llevar mis manos a las orejas. Era un fútil intento por alejar de mí los estímulos sonoros que tan vinculados parecían estar a aquel condenado lugar, pero los efectos no eran los deseados.
Un calor sobreañadido al generado por Giotto atrajo mi atención, obligándome a dirigir la vista hacia Ellie. ¿¡Eso que estaba saliendo de ella era lava, lava volcánica!? ¿Qué probabilidad había de que tres personas con ese tipo de habilidades se reunieran en un lugar como aquél y una situación como la que vivían? De un modo u otro, y pese a que el rostro del tipo reflejaba que no le gustaba demasiado el calor que había en el lugar, se las ingeniaba para sortear con facilidad nuestros envites.
Sin previo aviso, un objeto atravesó mi cuerpo con violencia, arrancándome destellos lumínicos que abrieron un hueco en mi abdomen. Las partículas de luz no tardaron en deshacer el recorrido realizado, devolviendo a mi barriga su apariencia y conformación normal. Entonces, sin previo aviso, Bleyd Master pasó a la ofensiva. Mi audición comenzaba a volver a la normalidad cuando el muy desgraciado lanzó dos granadas a nuestro objetivo.
Una de ellas, lumínica, arrojó una luz tosca y bastante fea en términos cromáticos —para quien fuese capaz de verlo, claro—. El ruido volvió a incidir de nuevo sobre mí. ¿Qué obsesión tenían con dejarme sordo, joder? Cuando fijé mi atención en el enemigo, comprobé que Ellie se encontraba junto a él y le había atacado. Era mi momento, aunque ya había pensado eso mismo dos veces con anterioridad y los resultados habían sido nefastos.
Me deshice en un sinfín de partículas lumínicas, que se desplazaron a toda velocidad hasta aglutinarse sobre la figura del músico. Cuando recuperé mi apariencia normal, la pierna derecha ya estaba cargada y toda mi voluntad se encontraba depositada en mis miembros inferiores. Lancé una patada, y otra, y otra, buscando ángulos diferentes que le dificultasen en la medida de lo posible la defensa. Buscaría principalmente su cabeza, aunque cualquier elemento de su anatomía era aceptable vista la diferencia de nivel entre el sujeto y el grupo.
Por si no fuera suficiente con el misterioso grito, el calvo de las gafas ridículas volvió a chillar. Un sonido plano y aparentemente bien afinado retumbó en mis tímpanos, adquiriendo una naturaleza dolorosa que me obligó a retroceder un par de pasos y llevar mis manos a las orejas. Era un fútil intento por alejar de mí los estímulos sonoros que tan vinculados parecían estar a aquel condenado lugar, pero los efectos no eran los deseados.
Un calor sobreañadido al generado por Giotto atrajo mi atención, obligándome a dirigir la vista hacia Ellie. ¿¡Eso que estaba saliendo de ella era lava, lava volcánica!? ¿Qué probabilidad había de que tres personas con ese tipo de habilidades se reunieran en un lugar como aquél y una situación como la que vivían? De un modo u otro, y pese a que el rostro del tipo reflejaba que no le gustaba demasiado el calor que había en el lugar, se las ingeniaba para sortear con facilidad nuestros envites.
Sin previo aviso, un objeto atravesó mi cuerpo con violencia, arrancándome destellos lumínicos que abrieron un hueco en mi abdomen. Las partículas de luz no tardaron en deshacer el recorrido realizado, devolviendo a mi barriga su apariencia y conformación normal. Entonces, sin previo aviso, Bleyd Master pasó a la ofensiva. Mi audición comenzaba a volver a la normalidad cuando el muy desgraciado lanzó dos granadas a nuestro objetivo.
Una de ellas, lumínica, arrojó una luz tosca y bastante fea en términos cromáticos —para quien fuese capaz de verlo, claro—. El ruido volvió a incidir de nuevo sobre mí. ¿Qué obsesión tenían con dejarme sordo, joder? Cuando fijé mi atención en el enemigo, comprobé que Ellie se encontraba junto a él y le había atacado. Era mi momento, aunque ya había pensado eso mismo dos veces con anterioridad y los resultados habían sido nefastos.
Me deshice en un sinfín de partículas lumínicas, que se desplazaron a toda velocidad hasta aglutinarse sobre la figura del músico. Cuando recuperé mi apariencia normal, la pierna derecha ya estaba cargada y toda mi voluntad se encontraba depositada en mis miembros inferiores. Lancé una patada, y otra, y otra, buscando ángulos diferentes que le dificultasen en la medida de lo posible la defensa. Buscaría principalmente su cabeza, aunque cualquier elemento de su anatomía era aceptable vista la diferencia de nivel entre el sujeto y el grupo.
- Resumen:
- Medio chunguele por el Haki del Rey, quedarme medio sordo tres veces, sudar de la granada de luz e intenta zurrarle en la cabeza —y donde pueda— a Pau John.
- Cosillas:
- Fuerza - Tier 4: puede levantar un coche con esfuerzo.
Agilidad - Tier 3: realiza volteretas dobles con suma facilidad. Rueda por el suelo casi tan rápido como camina y se levanta de él con suma facilidad.
Akuma - Nivel 50: la luz que el usuario produce puede alcanzar los 10 000 lux. Además, transformado en su forma elemental es capaz de desplazarse a una velocidad de hasta 500 m/s en línea recta. Los láseres que es capaz de generar alcanzan una distancia de 50 metros, y son capaces de producir quemaduras de segundo grado al entrar en contacto con la piel. La gravedad de las mismas se irá incrementando si el haz de luz incide durante varios turnos.
Light it up!: la intensidad de la luz que produce Iulio aumenta, llegando a duplicar los valores de la tabla.
Canalizadores de luz: primer turno de carga.
Busoshoku Haki - Tier 3: es capaz de mantener el Haki de manera continuada hasta quince asaltos. Durante ellos, puede generar una armadura transparente con brillo metálico alrededor de su cuerpo, que resiste los golpes siempre y cuando el atacante no posea el doble de fuerza que el usuario resistencia o lo iguale en Haki (de categoría armamento). [i]Bastión:[i] los usuarios con sintonía en armadura se caracterizan por su gran envergadura física y su poderío. Mientras permanecen imbuidos en Haki de armadura, sus impactos son el doble de potentes. Primer turno.
Taylor Fitzgerald
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Su respuesta había funcionado y no pudo evitar sonreír al girarse hacia sus compañeros, incluso recibió felicitaciones de Eric, el marine que les acompañaba. Deducir la respuesta no había sido complejo, aunque quizás tardó más de lo esperado. Dejaron las pirañas atrás que rondaban cerca de sus pies atontadamente y avanzaron hasta la siguiente sala.
Cuando Taylor vio quienes estaban en la misma sala se sintió mal, como si una sensación paralizara su cuerpo. De nuevo, el yonkou que había puesto la semilla de la duda en su cabeza acompañado de un almirante y los miembros de su banda. La autómata permaneció en la entrada, paralizada mientras todos sus compañeros iban hacia delante, pero ninguno se detuvo, ninguno se quedó junto a ella. Luchaban con fiereza y ella lo veía, pero no era capaz de ayudarles, ni siquiera podía sacar su pistola y disparar a la bestia, que no era más que un ser con muchas cremalleras.
Los párpados de la pelirrosa comenzaban a cerrarse lentamente. Taylor sabía que estaba entrando en modo de suspensión, era una orden directa desde el laboratorio. ¿Tan poco confiaba el profesor Fitzgerald en ella como para desactivarla durante ese periodo de tiempo? ¿Tanto miedo tenían a que la presencia de un yonkou alterase los parámetros de la robot? Parecía que sí, parecía que se quedaría allí suspendida hasta que alguno de sus hermanos apareciera como sustituto.
Taylor no quería quedarse quieta, no quería obedecer aquella orden, no quería dormir. Deseaba mover alguna extremidad, pero no era capaz. Y lo peor es que veía a sus compañeros luchar mientras ella era incapaz de moverse, seguramente pensarían que era incapaz de desenvolverse en batalla o defenderse y, eso, la agente, no lo podía permitir. Una música comenzó a resonar por los lugares de manera armoniosa y, hacia el frente, uno de los ataques de una bestia se dirigía hacia ella, hasta que algo la movió.
-"Escuchadme bien, me habéis enviado a esta misión porque estaba más que preparada. Por que establezca contacto con otra gente no quiere decir que me vaya a pasar igual que alguno de mis hermanos. No voy a permitir que me desconectéis, tengo un objetivo y pienso cumplirlo cueste lo que cueste, ¿entendido?" - Comunicó en su informe al profesor.
De repente, las palabras del peliverde sacaron del trance de concentración a Taylor, la cual en cuanto se movió miró en todas direcciones, al parecer estaba siendo llevada cual saco de patatas y eso no era de su agrado. Finalmente, este la dejó en el suelo con cuidado y ella lo miró mientras cargaba su pistola semiautomática.
-¿Te crees que no lo sé? No he estado ahí quieta por gusto. Parece que la gente para la que trabajo creen que el mejor momento para dejarme en suspensión es en el fin del mundo - Tomó una pausa, suspirando -. Y aun así tu me has ayudado, conozco tus secretos y a pesar de ello sigues ayudándonos, ¿por qué? ¿qué ganas con eso? ¿Acaso intentar ser una buena persona como Dexter Black o simplemente intentas redimirte de lo que hayas hecho en una vida anterior? Sea lo que sea, me has ayudado y estoy en deuda contigo, pero no por eso te quitaré el ojo de encima.
Tras eso, avanzó hacia delante junto a Dretch, el cual estaba manteniendo una conversación un tanto alterada con el señor de las cremalleras. Taylor lo miró de arriba abajo y al terminar de escucharlo se llevó la mano al entrecejo, acariciándolo suavemente para relajarse.
-No le hagas caso a mi compañero, se irrita bastante. No he podido meterme en la lucha antes, pero por lo que pude observar tratas de ayudarnos en cierto modo. ¿Puedes... hablar? Bueno, da igual, te agradecemos la ayuda ante aquella bestia y siento que mis compañeros te hayan atacado debido a su impulsividad, todos estamos muy alterados con esta situación y no podemos pensar con claridad. Necesitamos atravesar esa... cosa sea como sea y, si tu puedes ayudarnos, te lo agradeceremos. Siempre es bueno contar con aliados en momentos difíciles como este - Taylor esbozó una sonrisa -. Si nos ayudas, podremos ayudarte a ti en lo que necesites cuando todo esto termine.
Cuando Taylor vio quienes estaban en la misma sala se sintió mal, como si una sensación paralizara su cuerpo. De nuevo, el yonkou que había puesto la semilla de la duda en su cabeza acompañado de un almirante y los miembros de su banda. La autómata permaneció en la entrada, paralizada mientras todos sus compañeros iban hacia delante, pero ninguno se detuvo, ninguno se quedó junto a ella. Luchaban con fiereza y ella lo veía, pero no era capaz de ayudarles, ni siquiera podía sacar su pistola y disparar a la bestia, que no era más que un ser con muchas cremalleras.
Los párpados de la pelirrosa comenzaban a cerrarse lentamente. Taylor sabía que estaba entrando en modo de suspensión, era una orden directa desde el laboratorio. ¿Tan poco confiaba el profesor Fitzgerald en ella como para desactivarla durante ese periodo de tiempo? ¿Tanto miedo tenían a que la presencia de un yonkou alterase los parámetros de la robot? Parecía que sí, parecía que se quedaría allí suspendida hasta que alguno de sus hermanos apareciera como sustituto.
Taylor no quería quedarse quieta, no quería obedecer aquella orden, no quería dormir. Deseaba mover alguna extremidad, pero no era capaz. Y lo peor es que veía a sus compañeros luchar mientras ella era incapaz de moverse, seguramente pensarían que era incapaz de desenvolverse en batalla o defenderse y, eso, la agente, no lo podía permitir. Una música comenzó a resonar por los lugares de manera armoniosa y, hacia el frente, uno de los ataques de una bestia se dirigía hacia ella, hasta que algo la movió.
-"Escuchadme bien, me habéis enviado a esta misión porque estaba más que preparada. Por que establezca contacto con otra gente no quiere decir que me vaya a pasar igual que alguno de mis hermanos. No voy a permitir que me desconectéis, tengo un objetivo y pienso cumplirlo cueste lo que cueste, ¿entendido?" - Comunicó en su informe al profesor.
De repente, las palabras del peliverde sacaron del trance de concentración a Taylor, la cual en cuanto se movió miró en todas direcciones, al parecer estaba siendo llevada cual saco de patatas y eso no era de su agrado. Finalmente, este la dejó en el suelo con cuidado y ella lo miró mientras cargaba su pistola semiautomática.
-¿Te crees que no lo sé? No he estado ahí quieta por gusto. Parece que la gente para la que trabajo creen que el mejor momento para dejarme en suspensión es en el fin del mundo - Tomó una pausa, suspirando -. Y aun así tu me has ayudado, conozco tus secretos y a pesar de ello sigues ayudándonos, ¿por qué? ¿qué ganas con eso? ¿Acaso intentar ser una buena persona como Dexter Black o simplemente intentas redimirte de lo que hayas hecho en una vida anterior? Sea lo que sea, me has ayudado y estoy en deuda contigo, pero no por eso te quitaré el ojo de encima.
Tras eso, avanzó hacia delante junto a Dretch, el cual estaba manteniendo una conversación un tanto alterada con el señor de las cremalleras. Taylor lo miró de arriba abajo y al terminar de escucharlo se llevó la mano al entrecejo, acariciándolo suavemente para relajarse.
-No le hagas caso a mi compañero, se irrita bastante. No he podido meterme en la lucha antes, pero por lo que pude observar tratas de ayudarnos en cierto modo. ¿Puedes... hablar? Bueno, da igual, te agradecemos la ayuda ante aquella bestia y siento que mis compañeros te hayan atacado debido a su impulsividad, todos estamos muy alterados con esta situación y no podemos pensar con claridad. Necesitamos atravesar esa... cosa sea como sea y, si tu puedes ayudarnos, te lo agradeceremos. Siempre es bueno contar con aliados en momentos difíciles como este - Taylor esbozó una sonrisa -. Si nos ayudas, podremos ayudarte a ti en lo que necesites cuando todo esto termine.
- resumen:
- Hacer de poli bueno con Dretchy.
Bizvan
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¿Alguien estaba cantando? Así parecía, pues una extraña voz se hizo presente. No podía decir que fuese una voz molesta de escuchar, pero había algo en su tono que me provocaba un poco de incomodidad… Era extraño y creía recordar una experiencia algo parecida.
Al no ser capaz de recordar de qué se trataba, fijé mi atención nuevamente en el camino, no me apetecía caer al suelo lleno de agua estancada. Ya me había acostumbrado ligeramente al olor, pero terminar con aquella peste en el rostro era algo que no me apetecía experimentar.
* ¿Como diablos terminó este sitio en esta situación? *llegué a preguntarme eso en más de una ocasión al notar que la altura del agua subía.
Para cuando llegamos a una puerta, el agua se encontraba cerca de mis rodillas y para colmo el camino se encontraba bloqueado. Un cartel tenía escrito lo que parecía ser un acertijo. A pocos centímetros también había un buzón que contenía una libreta y una pluma.
* ¿Eh? ¿Acaso alguien está jugando con nosotros? *a juzgar por el cantante, lo más probable era que sí. Era poco probable que fueramos los únicos en encontrar algo así y seguramente habría más acertijos adelante.* Menos mal que no se dice nada sobre un castigo por fallar o limite de tiempo.
Erik propuso una respuesta, la cual parecía ser la más indicada y como nadie se opuso u ofreció una alternativa, Zuko escribió “Palabras” en la libreta y colocó la hoja en el buzón.
Solo hacía falta esperar a una respuesta positiva o negativa, lo que llegara primero, aunque con la declaración de echar la puerta a bajo en caso de fallar, no había mucha diferencia en lo que pudiese ocurrir.
- Disculpa señorita, mientras esperamos, ¿puedo hacer una pregunta? -si la pequeña aceptaba, mi pregunta sería: ¿Sabes quien o que construyó una máquina con forma de araña?
No habría problema si la pequeña decidía ignorar mi pregunta o se negaba, pues al final solo era curiosidad personal.
Al no ser capaz de recordar de qué se trataba, fijé mi atención nuevamente en el camino, no me apetecía caer al suelo lleno de agua estancada. Ya me había acostumbrado ligeramente al olor, pero terminar con aquella peste en el rostro era algo que no me apetecía experimentar.
* ¿Como diablos terminó este sitio en esta situación? *llegué a preguntarme eso en más de una ocasión al notar que la altura del agua subía.
Para cuando llegamos a una puerta, el agua se encontraba cerca de mis rodillas y para colmo el camino se encontraba bloqueado. Un cartel tenía escrito lo que parecía ser un acertijo. A pocos centímetros también había un buzón que contenía una libreta y una pluma.
* ¿Eh? ¿Acaso alguien está jugando con nosotros? *a juzgar por el cantante, lo más probable era que sí. Era poco probable que fueramos los únicos en encontrar algo así y seguramente habría más acertijos adelante.* Menos mal que no se dice nada sobre un castigo por fallar o limite de tiempo.
Erik propuso una respuesta, la cual parecía ser la más indicada y como nadie se opuso u ofreció una alternativa, Zuko escribió “Palabras” en la libreta y colocó la hoja en el buzón.
Solo hacía falta esperar a una respuesta positiva o negativa, lo que llegara primero, aunque con la declaración de echar la puerta a bajo en caso de fallar, no había mucha diferencia en lo que pudiese ocurrir.
- Disculpa señorita, mientras esperamos, ¿puedo hacer una pregunta? -si la pequeña aceptaba, mi pregunta sería: ¿Sabes quien o que construyó una máquina con forma de araña?
No habría problema si la pequeña decidía ignorar mi pregunta o se negaba, pues al final solo era curiosidad personal.
- Resumen :
- Notar la voz y sentir un ligero malestar.
Esperar a ver el resultado de la respuesta.
Preguntar a la Tontatta si sabe algo sobre el robot con forma de araña.
La indignación seguía inundando el cuerpo del, todavía, inteligentísimo pelirrojo, que mostró una mueca de aprobación al contemplar como su rubio compañero, y amigo de la infancia, Alviss, conseguía descifrar aquel simple y metódico acertijo numérico que, con el tiempo suficiente, podría haber resulto hasta un Dugong de Arabasta. No obstante, no dijo nada, vaya ser que el resto de sus compañeros volviera a enfadarse.
—Aún te queda mucho por aprender, novato —le dijo a Vile, con ligero aire de superioridad por la experiencia que le sopesaba sobre los hombros—. Y te voy a dar un consejo. Nunca te fíes de un hombre poderoso que lleve máscara, y tampoco de una mujer con cuello vuelto.
Aquel último burdo consejo, le hizo darse cuenta que los efectos del queso potenciador de Marc estaban cesando. Eso, por un lado, era bueno, pues volvería a simpatizar con el resto de sus semejantes, y, por el otro, era malo, pues si se encontraban con un acertijo más complicado de la cuenta tendría que usar la fuerza en lugar de la inteligencia.
Absorto en sus pensamientos, deambularon en la más absoluta oscuridad hasta que escuchó un sonoro cántico. Era parecida a la música que escucho en un festival en Sabaody, y tenía ritmo, quizá demasiado ritmo. Cuando cesó llegaron a otro habitáculo. A un lado un pasillo, al otro una puerta abierta, y tras él una pantalla que les hablaba.
—Es tú momento —le dijo a Luka, cuyo aspecto le hacía saber que en su interior había llegado a los límites que separan un buen mosqueo de una taquicardia.
El pez lanzó un fortísimo ataque contra la puerta, esperando que ésta se abriera. En el caso de que lo consiguiera avanzarían hacia el siguiente lugar. En caso contrario, el pelirrojo lanzaría una onda cortante a máxima potencia; y continuaría su camino.
—Aún te queda mucho por aprender, novato —le dijo a Vile, con ligero aire de superioridad por la experiencia que le sopesaba sobre los hombros—. Y te voy a dar un consejo. Nunca te fíes de un hombre poderoso que lleve máscara, y tampoco de una mujer con cuello vuelto.
Aquel último burdo consejo, le hizo darse cuenta que los efectos del queso potenciador de Marc estaban cesando. Eso, por un lado, era bueno, pues volvería a simpatizar con el resto de sus semejantes, y, por el otro, era malo, pues si se encontraban con un acertijo más complicado de la cuenta tendría que usar la fuerza en lugar de la inteligencia.
Absorto en sus pensamientos, deambularon en la más absoluta oscuridad hasta que escuchó un sonoro cántico. Era parecida a la música que escucho en un festival en Sabaody, y tenía ritmo, quizá demasiado ritmo. Cuando cesó llegaron a otro habitáculo. A un lado un pasillo, al otro una puerta abierta, y tras él una pantalla que les hablaba.
—Es tú momento —le dijo a Luka, cuyo aspecto le hacía saber que en su interior había llegado a los límites que separan un buen mosqueo de una taquicardia.
El pez lanzó un fortísimo ataque contra la puerta, esperando que ésta se abriera. En el caso de que lo consiguiera avanzarían hacia el siguiente lugar. En caso contrario, el pelirrojo lanzaría una onda cortante a máxima potencia; y continuaría su camino.
- Resumen:
- Pienso, hablo, luego existo. Y, al llevar mapa, en el caso de abrir la puerta avanzaríamos dos casillas, de la 79 a la 09.
Zuzu
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La melódica voz llenó la gran sala en la que se encontraban todas aquellas personas desconocidas y el gorila mecánico. El sonido parecía invadir cada centímetro del lugar transformando todo lo demás en difusos ruidos de fondo. No duró mucho, pero el tiempo suficiente como para perder de vista al extraño animal. Giró la cabeza de forma brusca hacia el centro de la sala donde antes había dos personas bailando: Maki y una desconocida. Había ocurrido lo impredecible. El baile fue efímero ya que el gorila atrapó de manera irrefutable a ambos bailarines y saltó en dirección a Sky.
El muchacho saltó hacia un lado de manera casi automática para evitar ser aplastado. Durante el salto sintió que todo su cuerpo se volvió débil por un momento. Estaba a punto de desmayarse. No sabía si se trataba de él o de verdad todas las luces habían desaparecido. Cuando consiguió erguirse y analizar lo que había pasado pudo ver la habilidad de uno de los presentes. Éste se había transformado en una moto y antes de ver al gorila desaparecer se volvió a convertir en humano. Sky no dejó que eso le robara la atención aunque si la situación fuera distinta, habría invitado al desconocido a una cerveza para escuchar su historia.
Apretó la mandíbula y cerró los ojos con fuerza para rebuscar en su interior hasta la última gota de fuerza de voluntad y de esta manera sobrepasar la debilidad que le había invadido junto con la melodiosa voz.
–¡Sé como seguir al gorila! –gritó para que todos los presentes le escucharan, o al menos los que quedaban–. ¡Hay que seguir a las lentejas del suelo!
Su voz sonó mas convincente de lo esperado y eso fue una pequeña dosis de moral positiva. El espadachín salió corriendo en la misma dirección por la que había venido. No conocía a todos los detalles pero Maki era un oficial del ejército y era su deber tratar de ayudarle. Claramente el gorila se lo había llevado a la fuerza. En sus ojos se podía ver la determinación de aquella nueva tarea que se impuso. Tenía que alcanzar al robot e improvisar para adaptarse a la situación y conseguir un resultado positivo. Tomó la iniciativa y salió corriendo hacia la sala de los submarinos, por donde había llegado. Si la sala transparente tenía solo una salida sería aquella. El ambiente era un poco raro: había desconocidos, había seres extraños y había un secuestro. Todo era nuevo y vino de golpe, de manera brusca.
–¡Maki! –gritó el muchacho–. ¡Espérame, joder!
El muchacho saltó hacia un lado de manera casi automática para evitar ser aplastado. Durante el salto sintió que todo su cuerpo se volvió débil por un momento. Estaba a punto de desmayarse. No sabía si se trataba de él o de verdad todas las luces habían desaparecido. Cuando consiguió erguirse y analizar lo que había pasado pudo ver la habilidad de uno de los presentes. Éste se había transformado en una moto y antes de ver al gorila desaparecer se volvió a convertir en humano. Sky no dejó que eso le robara la atención aunque si la situación fuera distinta, habría invitado al desconocido a una cerveza para escuchar su historia.
Apretó la mandíbula y cerró los ojos con fuerza para rebuscar en su interior hasta la última gota de fuerza de voluntad y de esta manera sobrepasar la debilidad que le había invadido junto con la melodiosa voz.
–¡Sé como seguir al gorila! –gritó para que todos los presentes le escucharan, o al menos los que quedaban–. ¡Hay que seguir a las lentejas del suelo!
Su voz sonó mas convincente de lo esperado y eso fue una pequeña dosis de moral positiva. El espadachín salió corriendo en la misma dirección por la que había venido. No conocía a todos los detalles pero Maki era un oficial del ejército y era su deber tratar de ayudarle. Claramente el gorila se lo había llevado a la fuerza. En sus ojos se podía ver la determinación de aquella nueva tarea que se impuso. Tenía que alcanzar al robot e improvisar para adaptarse a la situación y conseguir un resultado positivo. Tomó la iniciativa y salió corriendo hacia la sala de los submarinos, por donde había llegado. Si la sala transparente tenía solo una salida sería aquella. El ambiente era un poco raro: había desconocidos, había seres extraños y había un secuestro. Todo era nuevo y vino de golpe, de manera brusca.
–¡Maki! –gritó el muchacho–. ¡Espérame, joder!
- Resumen:
Ser afectado por la melodía
Observar el secuestro
Decir en voz alta que sabe como cruzar la sala transparente
Salir en dirección a la sala de los submarinos por si alguien quería seguirle y así cruzar con éxito.
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