Hayden Ashworth
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El marine suspiró aliviado tras ver que su cante había funcionado. Cruzó la puerta junto a aquellos que habían conseguido cruzar, aunque al darse cuenta de que Wyrm había quedado atrás, se detuvo en seco después de cruzar, mirando hacia donde debería estar su subordinado y, además, el tripulante de Dexter. Zuko apretó el puño y los dientes, enrabietado. ¿Le iban a obligar a dejar a uno de sus hombres atrás? Antes muerto. Era su responsabilidad y...
Campanadas. Zuko miró por todas partes, intentando identificar de dónde venía el ruido, pero era como si viniera de todas partes al mismo tiempo. Eran exactamente once campanadas. ¿Qué hora era? Había perdido la noción del tiempo desde que había entrado. ¿Indicarían las campanas que eran las once? Entonces... ¿Qué pasaría llegadas las doce? Una ominosa voz llenó la estancia. Cuando terminó de hablar, un ruido de estática taladró los oídos del dragón que hizo una mueca. Y entonces silencio. Silencio y nada más.
—No podemos continuar sin Wyrm... —le contestó al cadete—. No puedo, pero... Algo me dice que tenemos que darnos prisa. ¡Sargento! —gritó dirigiéndose a Wyrm, aunque en el caso de que no pudiese oírle al estar en la otra sala, le diría lo mismo mentalmente—. ¡Hay que llegar arriba lo antes posible! ¡Me adelantaré, ¿de acuerdo?! ¡Cuando cruces mantente cerca del cadete e intentad llegar a lo alto de la torre! ¡Nos veremos allí!
Dicho aquello echaría una última mirada al yonkou. No sabía por dónde tenía pensado ir el dragón azul, pero en aquel momento no podía permitirse el preguntarlo. Para empezar con buena carrera, empleó el soru para seguir avanzando hacia arriba, llegando a una sala con dos salidas. Tomaría la que estaba más cerca de las escaleras, intentando no perder velocidad en el camino.
Campanadas. Zuko miró por todas partes, intentando identificar de dónde venía el ruido, pero era como si viniera de todas partes al mismo tiempo. Eran exactamente once campanadas. ¿Qué hora era? Había perdido la noción del tiempo desde que había entrado. ¿Indicarían las campanas que eran las once? Entonces... ¿Qué pasaría llegadas las doce? Una ominosa voz llenó la estancia. Cuando terminó de hablar, un ruido de estática taladró los oídos del dragón que hizo una mueca. Y entonces silencio. Silencio y nada más.
—No podemos continuar sin Wyrm... —le contestó al cadete—. No puedo, pero... Algo me dice que tenemos que darnos prisa. ¡Sargento! —gritó dirigiéndose a Wyrm, aunque en el caso de que no pudiese oírle al estar en la otra sala, le diría lo mismo mentalmente—. ¡Hay que llegar arriba lo antes posible! ¡Me adelantaré, ¿de acuerdo?! ¡Cuando cruces mantente cerca del cadete e intentad llegar a lo alto de la torre! ¡Nos veremos allí!
Dicho aquello echaría una última mirada al yonkou. No sabía por dónde tenía pensado ir el dragón azul, pero en aquel momento no podía permitirse el preguntarlo. Para empezar con buena carrera, empleó el soru para seguir avanzando hacia arriba, llegando a una sala con dos salidas. Tomaría la que estaba más cerca de las escaleras, intentando no perder velocidad en el camino.
- Resumen:
- Adelantarme corriendo hacia la sala 10 del tercer piso
Mist D. Spanner
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El pirata avanzó tras el gigante después de levantarse del suelo. Lo cierto era que estaba empezando a aburrirse. Tanto que miraba a su alrededor buscando pistas para deducir lo que había pasado entre esas paredes. Sin embargo, estaba todo impoluto, limpio, a excepción del rastro que ellos mismos iban dejando, dudaba poder sacar nada en claro de ahí. Suspiró, asomándose por los lados para ver más allá de Marc. Llegaron entonces a una sala, aunque no estaban solos. Había una cama, una mujer sobre ella en una extraña postura y además la mujer desconocida que hasta hace un momento estaba con ellos. Se estaba quitando la ropa.
El pirata se detuvo cuando sonaron las campanadas y la voz resonó en la habitación, como un trueno. Ni siquiera prestó atención a lo que dijo, pues estaba demasiado ocupado observando la escena. Sus ojos iban de un lado a otro de la habitación. Entonces, la voz de Haru resonó en su mente.
—¿Estás ciego? Mira la expresión de esa mujer. Es lasciva, deseosa. Y la otra se quita la ropa sin interés.
—Lo mismo se va a bañar —dijo en voz alta a la voz que tan solo oía él.
—No seas idiota, aquí no hay baños. Sé que no sueles hacerlo mucho, pero debería serte muy claro lo que está pasando aquí.
—No sé muy bien que... ¡OOOOH!
—Por fin. La están obligando. ¿Vas a hacer algo?
Spanner, con el rostro impasible, se acercó a la cama y miró a la mujer que yacía allí tumbada durante unos segundos. Después miró a la mujer que se estaba desnudando, sin lujuria alguna en su mirada.
—¿No podéis tener relaciones sexuales luego? —dijo—. Creo que el fin del mundo es más importante.
El pirata se detuvo cuando sonaron las campanadas y la voz resonó en la habitación, como un trueno. Ni siquiera prestó atención a lo que dijo, pues estaba demasiado ocupado observando la escena. Sus ojos iban de un lado a otro de la habitación. Entonces, la voz de Haru resonó en su mente.
—¿Estás ciego? Mira la expresión de esa mujer. Es lasciva, deseosa. Y la otra se quita la ropa sin interés.
—Lo mismo se va a bañar —dijo en voz alta a la voz que tan solo oía él.
—No seas idiota, aquí no hay baños. Sé que no sueles hacerlo mucho, pero debería serte muy claro lo que está pasando aquí.
—No sé muy bien que... ¡OOOOH!
—Por fin. La están obligando. ¿Vas a hacer algo?
Spanner, con el rostro impasible, se acercó a la cama y miró a la mujer que yacía allí tumbada durante unos segundos. Después miró a la mujer que se estaba desnudando, sin lujuria alguna en su mirada.
—¿No podéis tener relaciones sexuales luego? —dijo—. Creo que el fin del mundo es más importante.
- Resumen:
- Joderle el polvo a Scarlet
Bizvan
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Al final me vi obligado a llevar a mi nakama en mi espalda, era tan ligero como imaginaba, su aspecto andrógino podría pasar con mayor facilidad por el de una mujer, aunque una bastante plana.
Dejando eso de lado, Tobi y yo conseguimos salir del cuarto de baño, me gustaría decir que respiré con relajación al notar que no había más aromas extraños, pero desde que había entrado en ese lugar me sentía relajado, no podía decir que sintiera peligro en se lugar o malestar, pero una parte de mi aún era lo suficientemente consiente para llegar a la conclusión de no querer salir de ahí en caso de permanecer más tiempo dentro.
Parecía que más personas habían llegado a la sala y por suerte la mayoría llevaba uniforme marine. De entre todos ellos, cinco figuras llamaron mi atención; eran mis esqueletos, aunque parecían haber sufrido daños considerables por balas. De no ser por ver las torretas disparando contra una compuerta, habría pensado que estos chicos se habían metido en una pelea, ahora solo podía imaginarlos caminando frente a las balas o recibiendo los disparos de rebote mientras avanzaban hasta aquí.
Coloqué a Tobi en el suelo de manera gentil, su estado era más complicado que el mío. No sabía a qué se podría deber, pero tenía la esperanza que el aire limpio nos ayudara a recobrar la compostura.
Me apoyé sobre la pared, no me sentía mal en ningún sentido, pero esperaba poder dejar atrás esa sensación, bien se dice que estar bastante relajado nunca es bueno. La analogía de la rana que permanece dentro de la olla de agua sin percatarse del incremento de la temperatura, ¿sería correcto compararlo con eso?
Dejé escapar un largo suspiro, para después hacer una seña a mis pequeños para que se acercaran.
- Hay un hombre ahí dentro tomando un baño. Sáquenlo aun si es necesario que lo hagan cargando o arrastrando. Ah, y que alguno vea si hay ropas o algo que se pueda poner una vez fuera de los baños. –los esqueletos asintieron e ingresaron en el baño. No debería haber problemas con el efecto del vapor con ellos, de hecho hubiese sido bastante sencillo sacar a Tobi de no haberme olvidado de ellos.- Eso de las responsabilidades no va bien conmigo.
Miré como se desarrollaban las cosas por parte de los marines, no me apetecía acercarme a saludar en las condiciones que me encontraba, sería difícil explicar a se debía mi actitud relaja, y en el peor de lo casos podrían llegar a pensar que me encontraba bajo el efecto de alguna droga recreativa
* Lo mejor es esperar un poco antes de hacer algo. *con esa idea en mente tomé uno de mis cigarrillos y tras prenderlo procedí a fumar mientras esperaba a que el hombre saliera del baño. ¿Por qué sacarlo? No podía dejar pasar a alguien que parecía necesitar ayuda, esos baños eran malévolos y no me permitiría dejar a alguien a su suerte en ese sitio.
Dejando eso de lado, Tobi y yo conseguimos salir del cuarto de baño, me gustaría decir que respiré con relajación al notar que no había más aromas extraños, pero desde que había entrado en ese lugar me sentía relajado, no podía decir que sintiera peligro en se lugar o malestar, pero una parte de mi aún era lo suficientemente consiente para llegar a la conclusión de no querer salir de ahí en caso de permanecer más tiempo dentro.
Parecía que más personas habían llegado a la sala y por suerte la mayoría llevaba uniforme marine. De entre todos ellos, cinco figuras llamaron mi atención; eran mis esqueletos, aunque parecían haber sufrido daños considerables por balas. De no ser por ver las torretas disparando contra una compuerta, habría pensado que estos chicos se habían metido en una pelea, ahora solo podía imaginarlos caminando frente a las balas o recibiendo los disparos de rebote mientras avanzaban hasta aquí.
Coloqué a Tobi en el suelo de manera gentil, su estado era más complicado que el mío. No sabía a qué se podría deber, pero tenía la esperanza que el aire limpio nos ayudara a recobrar la compostura.
Me apoyé sobre la pared, no me sentía mal en ningún sentido, pero esperaba poder dejar atrás esa sensación, bien se dice que estar bastante relajado nunca es bueno. La analogía de la rana que permanece dentro de la olla de agua sin percatarse del incremento de la temperatura, ¿sería correcto compararlo con eso?
Dejé escapar un largo suspiro, para después hacer una seña a mis pequeños para que se acercaran.
- Hay un hombre ahí dentro tomando un baño. Sáquenlo aun si es necesario que lo hagan cargando o arrastrando. Ah, y que alguno vea si hay ropas o algo que se pueda poner una vez fuera de los baños. –los esqueletos asintieron e ingresaron en el baño. No debería haber problemas con el efecto del vapor con ellos, de hecho hubiese sido bastante sencillo sacar a Tobi de no haberme olvidado de ellos.- Eso de las responsabilidades no va bien conmigo.
Miré como se desarrollaban las cosas por parte de los marines, no me apetecía acercarme a saludar en las condiciones que me encontraba, sería difícil explicar a se debía mi actitud relaja, y en el peor de lo casos podrían llegar a pensar que me encontraba bajo el efecto de alguna droga recreativa
* Lo mejor es esperar un poco antes de hacer algo. *con esa idea en mente tomé uno de mis cigarrillos y tras prenderlo procedí a fumar mientras esperaba a que el hombre saliera del baño. ¿Por qué sacarlo? No podía dejar pasar a alguien que parecía necesitar ayuda, esos baños eran malévolos y no me permitiría dejar a alguien a su suerte en ese sitio.
- Resumen :
- Salir del baño.
Dejar a Tobi en el piso.
Indicarle a mis esqueletos que saquen al hombre de los baños (incluso si hay que cargarlo o arrástralo)
Fumar un cigarrillo mientras espero la disipación de los efectos del vapor.
Aquello era tan innecesario como esperado: El dragón azul no era una referencia a su fruta del diablo, sino al desmesurado miembro del que el pirata hacía gala por algún motivo que no se atrevía a adivinar. Primero llegaron sus pantalones, unos holgados bombachos con velcro abierto volando a gran velocidad. Luego, como una enorme bestia alzándose, la gran sierpe saludó mientras una serie de chiribitas rodeaban a Dexter Black. El qué estaba sucediendo en esa sala, por qué un comodoro hacía mímica y un mapache cantaba lo que parecía ser la versión muda de "Yogures Muy Caducados de Arabasta", era algo que lo atormentaría en futuras ocasiones, aunque afortunadamente para él lo dantesco de la situación impedía que se lo tomase en serio por completo. Lo que sí tomó en serio fue cuando una señal de tráfico reventó su cabeza en mil pedazos.
-¿Sabes lo molesto que resulta eso, media mierda? -Preguntó, dándose la vuelta mientras el hielo iba reformando poco a poco sus rasgos- ¿Sabes que no me puedes hacer daño, solo enfadarme más, tontopolla?
Caminó hacia el mocoso, buscando entre sus bolsillos algo que tuviese a mano para hacer frente al retrasado que había "atentado contra su vida" y, más importante todavía, le había quitado la oportunidad de ver a Galhard en acción. Aquel día estaba teniendo que disciplinar a demasiada gente, y la vena de su frente empezaba a hincharse peligrosamente.
-Ahora mismo vas a pelear con este chico, imbécil -le espetó al tiempo que su mano desnuda salía del bolsillo buscándole la cara. No era tan experto en bofetadas como Arthur, pero esperaba que la técnica no fuese tan diferente-. Y si sobrevives, te espera una buena temporada limpiando letrinas en un cuartel marine, porque os quiero a ti y a tu panda de colgaos en mi equipo.
Dicho eso volvió a darse la vuelta, buscando una forma de llegar hasta el lugar donde el dragón acababa de enseñar la minga.
-¿Sabes lo molesto que resulta eso, media mierda? -Preguntó, dándose la vuelta mientras el hielo iba reformando poco a poco sus rasgos- ¿Sabes que no me puedes hacer daño, solo enfadarme más, tontopolla?
Caminó hacia el mocoso, buscando entre sus bolsillos algo que tuviese a mano para hacer frente al retrasado que había "atentado contra su vida" y, más importante todavía, le había quitado la oportunidad de ver a Galhard en acción. Aquel día estaba teniendo que disciplinar a demasiada gente, y la vena de su frente empezaba a hincharse peligrosamente.
-Ahora mismo vas a pelear con este chico, imbécil -le espetó al tiempo que su mano desnuda salía del bolsillo buscándole la cara. No era tan experto en bofetadas como Arthur, pero esperaba que la técnica no fuese tan diferente-. Y si sobrevives, te espera una buena temporada limpiando letrinas en un cuartel marine, porque os quiero a ti y a tu panda de colgaos en mi equipo.
Dicho eso volvió a darse la vuelta, buscando una forma de llegar hasta el lugar donde el dragón acababa de enseñar la minga.
Yarmin Prince
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¡Pero será hijo de puta! ¿Cómo se atrevía a darme un cabezazo? De no haber sido por mi Haki de observación me habría llevado un buen coscorrón, pero aun así tuve que alejarme de él para evitar que me dejase tonto. Y tras eso agujeros por todo el suelo, qué bien, lo suficientemente grandes para tragarnos y lo suficientemente lentos como para poder evitarlos, pero lo bastante molestos como para dar a Falafel un chance de escapar... Que aprovechó. ¿Cómo había evitado mi ataque? Me sentía bastante molesto, además de confuso, hasta que me di cuenta de que, por fin, éramos libres para salvar el mundo. ¿Éramos? ¿Salvar el mundo? ¿De verdad esas eran las palabras que mi mente tenía a bien utilizar? YO iba a salvar el mundo POR MIS PROPIOS INTERESES. Y nada más.
-En fin, algo me dice que deberíamos ir hacia allí -comenté, señalando la ruta que todavía estaba pendiente de recorrer. Incluso desde nuestra posición podía verse con claridad que el camino se bifurcaba-. De hecho, Arribor ha ido también por ese camino, creo.
Comencé a avanzar hacia la bifurcación, y con una simple mirada tuve claro hacia dónde quería ir: Uno de los caminos iba hacia arriba, podía ver las escaleras desde el pasillo, mientras que la estancia a mi izquierda parecía mantenerse en el mismo piso -tal vez incluso se tratase de un descenso que, la verdad, no me iba a molestar en descubrir- y, bueno, la decisión estaba tomada. Seguí el camino por mi diestra, esperando no encontrar nada estúpidamente peligroso además del tuerto.
-En fin, algo me dice que deberíamos ir hacia allí -comenté, señalando la ruta que todavía estaba pendiente de recorrer. Incluso desde nuestra posición podía verse con claridad que el camino se bifurcaba-. De hecho, Arribor ha ido también por ese camino, creo.
Comencé a avanzar hacia la bifurcación, y con una simple mirada tuve claro hacia dónde quería ir: Uno de los caminos iba hacia arriba, podía ver las escaleras desde el pasillo, mientras que la estancia a mi izquierda parecía mantenerse en el mismo piso -tal vez incluso se tratase de un descenso que, la verdad, no me iba a molestar en descubrir- y, bueno, la decisión estaba tomada. Seguí el camino por mi diestra, esperando no encontrar nada estúpidamente peligroso además del tuerto.
Dexter Black
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A decir verdad, no esperaba que una banda de asesinos sociópatas fuese a decirle que las once de la noche estaban dentro de un horario infantil. Incluso el sencillo hecho de plantear una batalla contrarreloj para salvar al mundo en una torre llena de trampas mortales y Midorima descartaba que la valoración por edades fuese a dar menos que un más dieciocho si cualquier guionista se plantease, aun por un instante, escribir la historia para venderla al teatro o al cine. Pero le habían dejado paso libre, así que en lugar de quejarse se puso los pantalones, saludó con la mano al almirante Koneko mientras su cabeza estallaba en mil pedazos y se vistió antes de entrar en el espacio destinado a las escaleras.
-Para ser Marines, sois un poco indisciplinados, ¿No te parece? -Preguntó el dragón al muchacho rubio que había pasado junto a Zuko y él-. En ninguna batalla se debe dejar un hombre atrás. Y ahora, da un par de pasos atrás, por favor.
Su mano escamó azul mientras los dedos se tornaban garras, y la zarpa de dragón se posó sobre el cristal, con relativamente bastante fuerza -la necesaria para romper un cristal blindado ordinario-. Si lograba hundir la uña dura como el diamante en él, trazaría un amplio círculo que pudiese atravesar cualquiera que llegara después, más o menos con su brazo como compás. Unave hecho eso, y si no reventaba todavía por la acumulación de presión en los bordes, golpearía con un severo puñetazo el cristal. Podía hacer frente a casi cualquier trampa que aquella aguja impusiese, así que lo hizo con relativa confianza aunque, por supuesto, trató de vislumbrar el futuro inmediato.
-A ver si así podemos seguir avanzando todos juntos. ¿Cómo te llamas, por cierto?
-Para ser Marines, sois un poco indisciplinados, ¿No te parece? -Preguntó el dragón al muchacho rubio que había pasado junto a Zuko y él-. En ninguna batalla se debe dejar un hombre atrás. Y ahora, da un par de pasos atrás, por favor.
Su mano escamó azul mientras los dedos se tornaban garras, y la zarpa de dragón se posó sobre el cristal, con relativamente bastante fuerza -la necesaria para romper un cristal blindado ordinario-. Si lograba hundir la uña dura como el diamante en él, trazaría un amplio círculo que pudiese atravesar cualquiera que llegara después, más o menos con su brazo como compás. Unave hecho eso, y si no reventaba todavía por la acumulación de presión en los bordes, golpearía con un severo puñetazo el cristal. Podía hacer frente a casi cualquier trampa que aquella aguja impusiese, así que lo hizo con relativa confianza aunque, por supuesto, trató de vislumbrar el futuro inmediato.
-A ver si así podemos seguir avanzando todos juntos. ¿Cómo te llamas, por cierto?
Nailah
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Nailah intentaba avanzar con dificultad, pese al resbaladizo suelo, aunque Marc la había parado a tiempo. Este se había empeñado llevarla a hombros por seguridad y, aunque ella creía que aquello era una pérdida de tiempo decidió hacerle caso a su buen amigo el bonachón. Se acercó hasta sus manos, apoyando un pie en estas y subió de un salto hasta sus hombros. La verdad es que le resultaba cómodo ir así después de tanto vapuleo por parte de unas fanáticas locas del chico castor y otros grupos.
De repente, unas campanadas suenan para dar paso a una extraña voz que resuena por todo el lugar. La pirata frunció el ceño ante lo que decían. Ella siempre había sido un poco anárquica respecto al orden y el gobierno, pero la manera que estaban utilizando aquellos desconocidos resultaba horrible incluso para ella. Había gente inocente muriendo por una causa perdida, si querían combatir al gobierno no podían crear estructuras así que arrebataban la vida a personas ajenas a la causa.
Nailah no coincidía con los principios de aquel mensaje, de hecho creía que quién fuera que dijera eso estaba loco. ¿Viejos dioses? La espadachina se llevó la mano al entrecejo suspirando pesadamente hasta que el topetazo que suena le dio un leve susto. Un silencio incómodo se cernió sobre ellos, hasta que finalmente llegaron a la cima de la sala y, cuando Nailah bajó de un salto de Marc leyó el cartel.
-Lo sabía, hemos perdido el tiempo para nada - comentó malhumorada - Aun así agradezco tu gesto Marc - le sonrió -. En fin, sigamos a Scarlet, no me gusta que la hayamos perdido de vista - Tras eso se fijó en como avanzaba Therax de primero, pasando de largo incluso de la chica que se encontraba en una situación un tanto extraña -. Vaya prisas está hecho - musitó.
Se acercó a Spanner, que estaba al lado de la cama y se fijó tanto en la agente como en la mujer que estaba tumbada en la cama. Arqueó las cejas y se cruzó de brazos. Vaya con la señorita del gobierno, pensó Nailah, va a saco.
-Eh, si a mi me joden el polvo del apocalipsis aquí no folla nadie.
Tras aquel comentario vino un recuerdo fugaz del almirante que enseguida se desvaneció, palpó su cartera para ver si la seguía teniendo y, tras eso, se acercó hasta Scarlet e intentaría cogerla del brazo para sacarla de la cama, debían continuar y Nailah sabía que no era muy normal encontrarse una cama en un sitio como este, tenía que ser un truco.
De repente, unas campanadas suenan para dar paso a una extraña voz que resuena por todo el lugar. La pirata frunció el ceño ante lo que decían. Ella siempre había sido un poco anárquica respecto al orden y el gobierno, pero la manera que estaban utilizando aquellos desconocidos resultaba horrible incluso para ella. Había gente inocente muriendo por una causa perdida, si querían combatir al gobierno no podían crear estructuras así que arrebataban la vida a personas ajenas a la causa.
Nailah no coincidía con los principios de aquel mensaje, de hecho creía que quién fuera que dijera eso estaba loco. ¿Viejos dioses? La espadachina se llevó la mano al entrecejo suspirando pesadamente hasta que el topetazo que suena le dio un leve susto. Un silencio incómodo se cernió sobre ellos, hasta que finalmente llegaron a la cima de la sala y, cuando Nailah bajó de un salto de Marc leyó el cartel.
-Lo sabía, hemos perdido el tiempo para nada - comentó malhumorada - Aun así agradezco tu gesto Marc - le sonrió -. En fin, sigamos a Scarlet, no me gusta que la hayamos perdido de vista - Tras eso se fijó en como avanzaba Therax de primero, pasando de largo incluso de la chica que se encontraba en una situación un tanto extraña -. Vaya prisas está hecho - musitó.
Se acercó a Spanner, que estaba al lado de la cama y se fijó tanto en la agente como en la mujer que estaba tumbada en la cama. Arqueó las cejas y se cruzó de brazos. Vaya con la señorita del gobierno, pensó Nailah, va a saco.
-Eh, si a mi me joden el polvo del apocalipsis aquí no folla nadie.
Tras aquel comentario vino un recuerdo fugaz del almirante que enseguida se desvaneció, palpó su cartera para ver si la seguía teniendo y, tras eso, se acercó hasta Scarlet e intentaría cogerla del brazo para sacarla de la cama, debían continuar y Nailah sabía que no era muy normal encontrarse una cama en un sitio como este, tenía que ser un truco.
Taylor Fitzgerald
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Finalmente, en cuanto la luz volvió acabó soltando a Dretch. La autómata se colocó bien a la espalda la metralleta que llevaba. No era cómoda, era más grande que ella y pesaba un poco, pero nada que le supusiera un problema. También quería comprobar si funcionaría correctamente, esperaba que sí ya que si no estaría decepcionada con la tecnología que poseía la aguja. Continuó avanzando junto con sus compañeros hasta que llegaron a una extraña sala con dos bifurcaciones. Una puerta rodeada de torretas y un pasillo, que por su captación de olores, desprendía un aroma muy dulce, aunque en la entrada había una especie de esqueletos.
Taylor se mantuvo al margen mientras sus compañeros trataban de encargarse de las torretas que protegían una de las puertas. Seguramente ellos entre tanto ruido no eran capaces de captar una melodía que provenía de aquel pasillo. Taylor quería seguir investigando y, mientras la puerta estaba cerrada podía escaquearse un rato. Dretch había ordenado varias cosas y Kenzo se había encargado de ello, resultaba relevante su presencia en ese momento así que se quedó a una distancia prudencial de los esqueletos.
Una serie de campanadas sonaron por toda la aguja y dieron paso a una voz tétrica. La autómata estaba flipando ante aquel discurso, sabía que algunos humanos estaban locos, pero esto resultaba monstruoso. Quien fuera que ideó un plan así o estaba enfermo o bajo el efecto de alguna sustancia de dudosa legalidad. Aquel discurso cuyo mensaje era terminar con el gobierno le preocupó, los revolucionarios parecían hacer todo lo que fuera posible con tal de conseguir su objetivo. Si se encontraba alguno, no negociaría con ellos, merecían ser castigados por las barbaridades que estaban cometiendo.
La autómata miró a los esqueletos y decidió soltar su metralleta para colocarla correctamente en el suelo, iba a apuntar a los esqueletos, pero a lo lejos había un hombre carretando a otro, por un momento pensó en disparar pero no lo hizo. Avanzaría por el pasillo rosa, tratando de seguir el dulce olor junto con la melodía. Solo sería un momento y regresaría junto con sus compañeros y su metralleta.
Taylor se mantuvo al margen mientras sus compañeros trataban de encargarse de las torretas que protegían una de las puertas. Seguramente ellos entre tanto ruido no eran capaces de captar una melodía que provenía de aquel pasillo. Taylor quería seguir investigando y, mientras la puerta estaba cerrada podía escaquearse un rato. Dretch había ordenado varias cosas y Kenzo se había encargado de ello, resultaba relevante su presencia en ese momento así que se quedó a una distancia prudencial de los esqueletos.
Una serie de campanadas sonaron por toda la aguja y dieron paso a una voz tétrica. La autómata estaba flipando ante aquel discurso, sabía que algunos humanos estaban locos, pero esto resultaba monstruoso. Quien fuera que ideó un plan así o estaba enfermo o bajo el efecto de alguna sustancia de dudosa legalidad. Aquel discurso cuyo mensaje era terminar con el gobierno le preocupó, los revolucionarios parecían hacer todo lo que fuera posible con tal de conseguir su objetivo. Si se encontraba alguno, no negociaría con ellos, merecían ser castigados por las barbaridades que estaban cometiendo.
La autómata miró a los esqueletos y decidió soltar su metralleta para colocarla correctamente en el suelo, iba a apuntar a los esqueletos, pero a lo lejos había un hombre carretando a otro, por un momento pensó en disparar pero no lo hizo. Avanzaría por el pasillo rosa, tratando de seguir el dulce olor junto con la melodía. Solo sería un momento y regresaría junto con sus compañeros y su metralleta.
«Creo que me he pasado», se dijo el pelirrojo al ver el cuerpo del guitarrista de cuatro cuerdas en el suelo. Envainó sus espadas, bueno a Samidare, pues la que le entregó Dexter carecía de vaina, así que debía engancharla a su kaku obi de alguna manera, aunque no era difícil. Tras eso, caminó hacia sus compañeros volviendo a su forma humana, envuelto en una pequeña nube de fuego, y se topó con el mink, que le hablaba de forma extremadamente educada; algo que le resultó demasiado inusual.
—Está bien —le dijo Zane—. ¿Eres coach o algo así? —le preguntó, al escuchar su discurso motivacional que les estaba dando.
El acento de uno de los integrantes del grupo le recordaba demasiado a Manué, que esperaba que no estuviera haciendo de las suyas en el barco. ¿Estarían bien? Seguro que sí, al menos esperaba que el gobierno no hubiera intentado abordar su preciada fragata, la Kin no Otome. El pelirrojo agarró la pulsera de acceso V.I.P y la observó con detenimiento, tras eso, la guardó dentro de su haori y se dirigió a Luka.
—¿Ayudarme? ¿A mí? Yo creía que era amigo tuyo —le dijo al pez—. Tu eres el que se pone a hablar con gente rara después de tomarse un par de copas. Aunque también es probable que fuera Alviss, le encantan los gatos —dijo, dirigiéndose al rubio—. ¿Y vosotros dos qué? Que os veo muy callados.
Un rato después, cuatro campanadas rápidas sonaron, seguida de cuatro aún más fuertes que indicaban que eran las once de la noche. Todo se quedó en silencio, y el capitán pirata solo pudo preguntarse una cosa, ¿había un campanario en la aguja? Quiso compartir ese pensamiento con sus compañeros, pero, de pronto, una voz resonó en todo el lugar. El mensaje que recitó no era muy esperanzador, al menos para el gobierno mundial; sin contar que su tono de voz le era conocido. ¿De qué? Como para pararse a pensarlo en ese momento. Zane conocía a gente muy rara y no sería extraño que conociera a alguien que quisiera destruir el mundo.
El pelirrojo sacó el mapa y le volvió a echar un vistazo.
—Por allí —dijo, viendo de nuevo al gatete—. Por donde va el amigo de Luka.
El pelirrojo volvió a guardar el mapa. Su destino estaba tres salas más hacia adelante, donde había otra escalera la cual, con algo de suerte, conectaría con un piso superior. Su paso era ligero, su intención era sobrepasar rápidamente al mink amarillo, y así intentar que no le volviera a dar un discurso tan largo.
—Está bien —le dijo Zane—. ¿Eres coach o algo así? —le preguntó, al escuchar su discurso motivacional que les estaba dando.
El acento de uno de los integrantes del grupo le recordaba demasiado a Manué, que esperaba que no estuviera haciendo de las suyas en el barco. ¿Estarían bien? Seguro que sí, al menos esperaba que el gobierno no hubiera intentado abordar su preciada fragata, la Kin no Otome. El pelirrojo agarró la pulsera de acceso V.I.P y la observó con detenimiento, tras eso, la guardó dentro de su haori y se dirigió a Luka.
—¿Ayudarme? ¿A mí? Yo creía que era amigo tuyo —le dijo al pez—. Tu eres el que se pone a hablar con gente rara después de tomarse un par de copas. Aunque también es probable que fuera Alviss, le encantan los gatos —dijo, dirigiéndose al rubio—. ¿Y vosotros dos qué? Que os veo muy callados.
Un rato después, cuatro campanadas rápidas sonaron, seguida de cuatro aún más fuertes que indicaban que eran las once de la noche. Todo se quedó en silencio, y el capitán pirata solo pudo preguntarse una cosa, ¿había un campanario en la aguja? Quiso compartir ese pensamiento con sus compañeros, pero, de pronto, una voz resonó en todo el lugar. El mensaje que recitó no era muy esperanzador, al menos para el gobierno mundial; sin contar que su tono de voz le era conocido. ¿De qué? Como para pararse a pensarlo en ese momento. Zane conocía a gente muy rara y no sería extraño que conociera a alguien que quisiera destruir el mundo.
El pelirrojo sacó el mapa y le volvió a echar un vistazo.
—Por allí —dijo, viendo de nuevo al gatete—. Por donde va el amigo de Luka.
El pelirrojo volvió a guardar el mapa. Su destino estaba tres salas más hacia adelante, donde había otra escalera la cual, con algo de suerte, conectaría con un piso superior. Su paso era ligero, su intención era sobrepasar rápidamente al mink amarillo, y así intentar que no le volviera a dar un discurso tan largo.
- Resumen:
- Volver a la forma humana. Coger las pulseras VIP. Hablar con la gente y escuchar al tipo raro de la megafonía. Poner rumbo a la sala $10
Eric Zor-El
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—Quizá debería haber usado las dos manos… ¿usted qué opina Sargento Nakajima? —le preguntó a su compañero arácnido, mientras con llevaba con galantería la pipa a su boca, dando una gran calada que llevó a sus pulmones, haciendo salir después una buena bocanada de humo como cierto olor ajardinado. Las torretas dejaron de moverse durante un momento. Eso significaba que no eran indestructibles, así que la medición de poder del salvaje tuvo, de cierta forma, algo de efecto. El shandiano tenía métodos muy rudimentarios que pocos apreciaban, pero que tenían sentido de algún modo—. Sargento, intente cortar las torretas. Ese es un trabajo que solo usted puede hacer, después de eso…
Eric se calló de golpe. ¿Dónde estaba la mujer del pelo raro? La idea era que ella cogiera las armas de esa máquina y las usara contra la puerta. Cuando quiso darse cuenta estaba al otro lado de la sala, adentrándose en el pasillo que olía bien. Su primer instinto hubiera sido ir tras ella, pero no quería enfrentarse a los muertos, y mucho menos a esqueletos. ¿Quién en su sano juicio usaría esqueletos? Los huesos humanos debían estar bajo tierra, como mucho en el tipi del chamán para preparar rituales. Y entonces, unas campanadas resonaron en todo el lugar. Un hombre habló, y lo que dijo le hizo entender que tenían poco tiempo.
«Faʻaipoipo tagata o le sami lanumoana» —maldijo para sus adentros, acercándose a Dretch.
—¿Tú tienes algo en mente, búho de un solo ojo? —le preguntó—. Porque sino..., la única opción que me queda es hacer un agujero en la pared y continuar.
Eric se calló de golpe. ¿Dónde estaba la mujer del pelo raro? La idea era que ella cogiera las armas de esa máquina y las usara contra la puerta. Cuando quiso darse cuenta estaba al otro lado de la sala, adentrándose en el pasillo que olía bien. Su primer instinto hubiera sido ir tras ella, pero no quería enfrentarse a los muertos, y mucho menos a esqueletos. ¿Quién en su sano juicio usaría esqueletos? Los huesos humanos debían estar bajo tierra, como mucho en el tipi del chamán para preparar rituales. Y entonces, unas campanadas resonaron en todo el lugar. Un hombre habló, y lo que dijo le hizo entender que tenían poco tiempo.
«Faʻaipoipo tagata o le sami lanumoana» —maldijo para sus adentros, acercándose a Dretch.
—¿Tú tienes algo en mente, búho de un solo ojo? —le preguntó—. Porque sino..., la única opción que me queda es hacer un agujero en la pared y continuar.
- Resumen:
- Fumar, divagar y ordenar cosas
Julianna M. Shelley
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El baúl, como cabría esperar, estaba lleno de juguetes a juego con el tamaño de la habitación. Alguna niña gigante sería muy feliz ahí, pero no parecía existir ninguna. El silencio sobrecogedor de la sala se imponía, recordándolo. Jul se aupó para poder rebuscar bien por el baúl y al final encontró tres cosas que superaban en tamaño a la cerradura. No era un logro pequeño, así que se propuso sacarlos fuera para poder examinarlos bien.
La muñeca y el oso de peluche fueron relativamente fáciles. Pesaban, pero no más de lo que uno esperaría por su tamaño. Al fin y al cabo, los peluches siempre son ligeros y la muñeca era de trapo. El cubo de rubik, por otro lado... fue complejo. Al principio intentó tirar de él con una mano, pero no fue capaz de sacarlo. Lo hizo rodar hasta que chocó con la pared del baúl y apoyándose por fuera con los pies, utilizó ambas manos para agarrarlo e intentar levantarlo. Lo que funcionó... al principio. Un par de segundos después, tras un traspiés y un CATAPLOM que se debió oír por media sala, cubo y niña se hallaban en el suelo, fuera del baúl. Orgullosa de su victoria, Jul se levantó sonriente.
Agarró un escalpelo de su bolsito y con cuidado comenzó con la muñeca de trapo. Quería deshacerle las costuras para ver si contenía algo en su interior. Lo hizo despacio, porque si no había nada y le daba tiemp, volvería a coserla. Igual hubiera una niña giganta en otro piso y ella no era quién para deshacerle los juguetes. Repetiría la jugada con el osito de peluche, por supuesto. Había que ser aplicada.
En cuanto al cubo... una vez terminó con los otros juguetes se acercó y pensó seriamente cómo podía resolverlo. Era más alto que ella, así no podía mover sus lados. Tras pensarlo, lo empujó y apoyó en diagonal contra el baúl. Se sentó sobre la tapa y, desde arriba, fue dándole vueltas a los cubitos que lo formaban intentando resolverlo. Esperaba encontrar algo útil en alguno de los juguetes.
La muñeca y el oso de peluche fueron relativamente fáciles. Pesaban, pero no más de lo que uno esperaría por su tamaño. Al fin y al cabo, los peluches siempre son ligeros y la muñeca era de trapo. El cubo de rubik, por otro lado... fue complejo. Al principio intentó tirar de él con una mano, pero no fue capaz de sacarlo. Lo hizo rodar hasta que chocó con la pared del baúl y apoyándose por fuera con los pies, utilizó ambas manos para agarrarlo e intentar levantarlo. Lo que funcionó... al principio. Un par de segundos después, tras un traspiés y un CATAPLOM que se debió oír por media sala, cubo y niña se hallaban en el suelo, fuera del baúl. Orgullosa de su victoria, Jul se levantó sonriente.
Agarró un escalpelo de su bolsito y con cuidado comenzó con la muñeca de trapo. Quería deshacerle las costuras para ver si contenía algo en su interior. Lo hizo despacio, porque si no había nada y le daba tiemp, volvería a coserla. Igual hubiera una niña giganta en otro piso y ella no era quién para deshacerle los juguetes. Repetiría la jugada con el osito de peluche, por supuesto. Había que ser aplicada.
En cuanto al cubo... una vez terminó con los otros juguetes se acercó y pensó seriamente cómo podía resolverlo. Era más alto que ella, así no podía mover sus lados. Tras pensarlo, lo empujó y apoyó en diagonal contra el baúl. Se sentó sobre la tapa y, desde arriba, fue dándole vueltas a los cubitos que lo formaban intentando resolverlo. Esperaba encontrar algo útil en alguno de los juguetes.
Giotto Leblanc
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El rubio solo pudo mirar hacia el frente cuando escuchó un golpe. Un impacto seco resultó ser la caída de la señora. La primera en adelantarse fue la Mink, que golpeó con su lava el cristal para crear una abertura. Sin ganas de quemarse con un poquito de Magma, el rubio se acercó con cautela al cristal. No parecía muy resistente, así que, cargando su mano con haki de armadura, le propinó un poderoso golpe con la intención de romperlo y crear una mejor abertura.
La mujer continuaba como dios la trajo al mundo, aunque con muchas más arrugas que en aquel entonces, eso seguro, y él no podía mirarla. Eso hacía que no la pudiera ayudar, así que lo dejó todo en manos de la mink, y quizá en las del marine.
—Lo siento —dijo el agente, algo sonrojado.
Puso su mirada hacia el frente y vio una puerta. Usando su Soru se desplazó de forma casi instantánea hacia ella y la observó bien. Era de metal, y con suerte, según lo que había entendido en el mapa, los llevaría al núcleo central de aquella instalación; al menos eso era lo que esperaba. Fue entonces, cuando once tétricas campanadas silenciaron todo el lugar. No se escuchaba nada, solo el eco de cada una de ellas perdiéndose en el firmamento. Y entonces una sonora voz. Una que ya había escuchado antes, pero ¿dónde? Esa era la cuestión que le interesaba. Cuando cesó en su mensaje amenazador para el gobierno, el rubio intentó abrir la puerta de metal.
La mujer continuaba como dios la trajo al mundo, aunque con muchas más arrugas que en aquel entonces, eso seguro, y él no podía mirarla. Eso hacía que no la pudiera ayudar, así que lo dejó todo en manos de la mink, y quizá en las del marine.
—Lo siento —dijo el agente, algo sonrojado.
Puso su mirada hacia el frente y vio una puerta. Usando su Soru se desplazó de forma casi instantánea hacia ella y la observó bien. Era de metal, y con suerte, según lo que había entendido en el mapa, los llevaría al núcleo central de aquella instalación; al menos eso era lo que esperaba. Fue entonces, cuando once tétricas campanadas silenciaron todo el lugar. No se escuchaba nada, solo el eco de cada una de ellas perdiéndose en el firmamento. Y entonces una sonora voz. Una que ya había escuchado antes, pero ¿dónde? Esa era la cuestión que le interesaba. Cuando cesó en su mensaje amenazador para el gobierno, el rubio intentó abrir la puerta de metal.
- Resumen:
- Escuchar la caída y pasar un poco. Intentar romper el cristal, ir hacia la puerta de metal y escuchar el mensaje, para luego intentar abrir la puerta
Aki D. Arlia
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¿Que el cuarto piso era peligroso? Su primera reacción fue querer subir ahí arriba de todas formas. Venían a salvar el mundo, estaba claro que había riesgos de por medio. Sin embargo, cuando estaba a medio camino otro pensamiento cruzó su cabeza como un relámpago y sin decir ni mu retrocedió hasta el tercer piso. Zack, Kaito y Supaidaman caminaban por el pasillo.
Echó a andar tras ellos, acelerando lo justo para llegar a su altura y poder ponerle la mano en el hombro a Supaidaman. Tanto si se giraba como si no, sacaría un cuchillo y le amenazaría con él, antes de preguntarle con tranquilidad:
- ¿Cómo sabes que el cuarto piso es peligroso? ¿Qué o quién hay ahí y de dónde vienes tú?
No era que desconfiase de él, no exactamente. No parecía un enemigo y era cierto que les había salvado de la araña. Unos segundos más y ellos mismos le habrían puesto a dormir, pero aún así. De todas formas, no podía arriesgarse. Lo que había dicho implicaba que tenía información acerca de lo que les esperaba y no podían permitirse perder esa ventaja. Intentando despertar el deseo en él, lo justo para hacerle hablar, añadió con voz meliflua:
- No quiero hacer esto. un héroe como tú sabe que hay cosas que son necesarias por el bien de la justicia.
Echó a andar tras ellos, acelerando lo justo para llegar a su altura y poder ponerle la mano en el hombro a Supaidaman. Tanto si se giraba como si no, sacaría un cuchillo y le amenazaría con él, antes de preguntarle con tranquilidad:
- ¿Cómo sabes que el cuarto piso es peligroso? ¿Qué o quién hay ahí y de dónde vienes tú?
No era que desconfiase de él, no exactamente. No parecía un enemigo y era cierto que les había salvado de la araña. Unos segundos más y ellos mismos le habrían puesto a dormir, pero aún así. De todas formas, no podía arriesgarse. Lo que había dicho implicaba que tenía información acerca de lo que les esperaba y no podían permitirse perder esa ventaja. Intentando despertar el deseo en él, lo justo para hacerle hablar, añadió con voz meliflua:
- No quiero hacer esto. un héroe como tú sabe que hay cosas que son necesarias por el bien de la justicia.
Ryuichi Ichiban
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El gigante se hurgó la oreja con el dedo meñique y desinterés cuando sonaron las campanadas y aquella voz. ¿Qué coño le importaba a él toda esa mierda? Que le pongan delante un oponente fuerte y él ya era feliz. Joder, podría morir feliz en aquella aguja sin problema si fuese combatiendo. Lo cierto es que empezaba a aburrirse. Empezaba a ver al peliverde como un posible combatiente. Solo tendría que fingir que es parte de los que han puesto la aguja y así pelearía contra él. Era un plan perfecto, sin fisuras, y...
—¿Eh?
Miró al suelo. Un cúmulo de plantas con ojos se movía y los miraba. Era muy pequeño, como un animalito perdido. Braud se agachó lo suficiente para verlo y después intentaría cogerlo con ambas manos, con una delicadeza que el gigante no solía mostrar.
—¿Qué tenemos aquí? ¿Quieres ser mi amigo? —se lo pondría al hombro entonces—. Te voy a llamar Minos. ¿Te gusta Minos? ¿O tienes otro nombre? Venga, cuando salgamos de aquí te daré un abono que flipas, y te regaré con agua de manantial, para que crezcas sanote y fuertote, como yo —dijo marcando biceps.
—¿Eh?
Miró al suelo. Un cúmulo de plantas con ojos se movía y los miraba. Era muy pequeño, como un animalito perdido. Braud se agachó lo suficiente para verlo y después intentaría cogerlo con ambas manos, con una delicadeza que el gigante no solía mostrar.
—¿Qué tenemos aquí? ¿Quieres ser mi amigo? —se lo pondría al hombro entonces—. Te voy a llamar Minos. ¿Te gusta Minos? ¿O tienes otro nombre? Venga, cuando salgamos de aquí te daré un abono que flipas, y te regaré con agua de manantial, para que crezcas sanote y fuertote, como yo —dijo marcando biceps.
Ellanora Volkihar
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Claramente al viejo cantante no le había hecho gracia lo del beso. El agujero se abrió bajo los pies de Ellanora, que con velocidad clavó la espada en el suelo y la utilizó como agarre para no caer. Se quedó colgando unos instantes hasta que empezó a subir de nuevo, poniéndose de pie. El rubio había conseguido evitar la caída, por suerte. Miró a su alrededor. Adam estaba allí, Leonardo también... unos cuantos de sus hombres que empezó a contar.
—Dieciocho... Han caído dos.
Todos se reincorporaron entre quejidos de dolor por golpes al evitar los agujeros. La vampiresa suspiró y después miró al rubio cuando este indicó el camino por el cual seguir. Nora miró a los suyos y envainó su espada.
—Adam, Leonard, venid conmigo. Los demás... Quedaos por aquí, mirad si esos dos han sobrevivido y si podéis sacarlos de aquí. Nos veremos cuando salgamos, ¿de acuerdo?
Dicho aquello empezó a seguir al trajeado por su camino, seguida por los dos a los que había ordenado mantener cerca. Necesitaría la fuerza de Adam y la inteligencia de Leonardo, seguramente.
—Dieciocho... Han caído dos.
Todos se reincorporaron entre quejidos de dolor por golpes al evitar los agujeros. La vampiresa suspiró y después miró al rubio cuando este indicó el camino por el cual seguir. Nora miró a los suyos y envainó su espada.
—Adam, Leonard, venid conmigo. Los demás... Quedaos por aquí, mirad si esos dos han sobrevivido y si podéis sacarlos de aquí. Nos veremos cuando salgamos, ¿de acuerdo?
Dicho aquello empezó a seguir al trajeado por su camino, seguida por los dos a los que había ordenado mantener cerca. Necesitaría la fuerza de Adam y la inteligencia de Leonardo, seguramente.
Dretch
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Pese a lo enérgico de su mandato y lo locuaz de sus palabras, el agente observó atónito como sus órdenes caían en saco roto. De hecho, no lo solo caían en saco roto, sino que estas eran reinterpretadas por cada uno de los presentes de tal forma que, en última instancia, no tuvieran nada que ver con la orden original. A fin de cuentas eran marines, la mayoría tenía la misma capacidad de análisis que una tilapia. Se giró hacia Taylor, la iniciada del CP7 y única persona en la que verdaderamente podía confiar que cumpliera sus órdenes. Al hacerlo, se percató de que esta se había dirigido hacia el corto pasillo de aroma perfumado y, como acto reflejo, su mano siniestra se estampó sobre su rostro propiciando que el eco de la bofetada resonara por toda la estancia.
Mientras el joven búho se tiraba de los pelos, Kenzo y Eric arremetieron contra las torretas que custodiaban las puertas y, aunque no resultaron gravemente dañadas, al menos consiguieron que estas quedaran temporalmente inutilizadas. No era lo que él había previsto, pero era más de lo que habría esperado conseguir mediante su plan. Tan solo les separaban algunos metros de los láseres de la puerta, la última de las barreras y la más compleja de eludir. Hacía apenas unos instantes que las telarañas de Kenzo habían sido literalmente obliteradas por las luces rojas en cuestión de segundos.
El agente cerró los ojos y, mientras que un maniático comenzaba a soltar toda una sarta de vilipendios contra el Gobierno Mundial, Dretch comenzó atesorar todo atisbo de valentía y coraje que era capaz de reunir en aquellos momentos de crisis y necesidad. Ni tan siquiera las plabras del salvaje hicieron mella en su henchido orgullo. Casi guiado por una mano invisible, el norteño comenzó a avanzar con paso firme y decidido, casi solemne, hasta la puerta. Sentía su paso lento, pesado, ruidoso. Hastiado, pues no había pensado que él mismo tuviese que poner en juego su propio pellejo para abrir una vulgar puerta ¿Podía haber algo más tedioso? Poco a poco, su inexorable destino se presentó ante él en forma de una red laser de inconmensurable poder. El norteño se preparó para lo peor y, arremangándose la manga del brazo derecho, el biónico, se dispuso a golpear repetidas veces la puerta y, tras un mal fingido aviso pidiendo permiso para entrar, buscó un picaporte o manilla y se dispuso a empujar/tirar de ella. No era la primera vez que tenía ese mismo problema al entrar en un restaurante ¿Funcionaria? Él no lo sabía, pero cualquier idiota que esperase no ser interrumpido empleando tan solo un cartel luminoso, merecía ser interrumpido.
- ¿Tienen un minuto para hablar de la palabra de nuestra señora la Ley? – preguntó, mientras que con su siniestra jugueteaba con la lista de reclutamiento robada al marine que los había asignado a primera línea. Esperaba haber interrumpido algo importante y que, en caso de que la puerta se abriera, el sistema de seguridad se desactivase mágicamente.
Mientras el joven búho se tiraba de los pelos, Kenzo y Eric arremetieron contra las torretas que custodiaban las puertas y, aunque no resultaron gravemente dañadas, al menos consiguieron que estas quedaran temporalmente inutilizadas. No era lo que él había previsto, pero era más de lo que habría esperado conseguir mediante su plan. Tan solo les separaban algunos metros de los láseres de la puerta, la última de las barreras y la más compleja de eludir. Hacía apenas unos instantes que las telarañas de Kenzo habían sido literalmente obliteradas por las luces rojas en cuestión de segundos.
El agente cerró los ojos y, mientras que un maniático comenzaba a soltar toda una sarta de vilipendios contra el Gobierno Mundial, Dretch comenzó atesorar todo atisbo de valentía y coraje que era capaz de reunir en aquellos momentos de crisis y necesidad. Ni tan siquiera las plabras del salvaje hicieron mella en su henchido orgullo. Casi guiado por una mano invisible, el norteño comenzó a avanzar con paso firme y decidido, casi solemne, hasta la puerta. Sentía su paso lento, pesado, ruidoso. Hastiado, pues no había pensado que él mismo tuviese que poner en juego su propio pellejo para abrir una vulgar puerta ¿Podía haber algo más tedioso? Poco a poco, su inexorable destino se presentó ante él en forma de una red laser de inconmensurable poder. El norteño se preparó para lo peor y, arremangándose la manga del brazo derecho, el biónico, se dispuso a golpear repetidas veces la puerta y, tras un mal fingido aviso pidiendo permiso para entrar, buscó un picaporte o manilla y se dispuso a empujar/tirar de ella. No era la primera vez que tenía ese mismo problema al entrar en un restaurante ¿Funcionaria? Él no lo sabía, pero cualquier idiota que esperase no ser interrumpido empleando tan solo un cartel luminoso, merecía ser interrumpido.
- ¿Tienen un minuto para hablar de la palabra de nuestra señora la Ley? – preguntó, mientras que con su siniestra jugueteaba con la lista de reclutamiento robada al marine que los había asignado a primera línea. Esperaba haber interrumpido algo importante y que, en caso de que la puerta se abriera, el sistema de seguridad se desactivase mágicamente.
Steve
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Había subido un buen tramo, cuando la marabunta de personas pasó, vociferando cosas que no llegué a comprender, tirando a todo aquel que estaba en el camino como si fueran una bola de bolos. La verdad es que habían sido bastante maleducados, aunque por suerte el paquete no había sufrido daños en la embestida. Suspiré mientras volvía a mirar la subida, para disponerme a subir con todos, de nuevo.
Cuando llegué arriba, vi el mensaje de mofa, al cual no le hice mucho caso, en un extraño caso de abstracción para intentar centrarme en lo peligroso de la situación, cosa que no duraría mucho porque en la siguiente esquina posiblemente hubiera un oso cocinándose un ceviche de tilapia o algo así. Seguí el único pasillo, que llevaba a una sala que, efectivamente, me distrajo completamente. Completamente blanca, decorada con labios por las paredes que se movían, haciendo gestos y muecas continuamente. Junto a esto, una cama gris donde se encontraba una mujer rubia haciendo poses. ¿Sería una gimnasta? Una vez conocí a una que se dedicaba a las acrobacias sexuales y parecía que ganaba bastante dinero como para permitirse una habitación con bocas en perpetuo movimiento.
La verdad es que no era una sala que pintara mucho en un arma de destrucción masiva, y las proposiciones que hacía me aclaraban más que posiblemente se dedicara a las acrobacias sexuales en sus ratos libres, proponiendo cosas mientras hacia otras poses más. Lo único que me salió decir, algo que no podía evitar por lo subido de tono, tanto de la señora como de la habitación.
- Señora, usted no tiene frio ¿no quiere una rebequita? Que se va a constipar. - dije tras acercarme un poco al grupo, viendo las pintas que llevaba, y que no tenía pinta de usar las sabanas, salvo que fuera para hacer más poses -
Cuando llegué arriba, vi el mensaje de mofa, al cual no le hice mucho caso, en un extraño caso de abstracción para intentar centrarme en lo peligroso de la situación, cosa que no duraría mucho porque en la siguiente esquina posiblemente hubiera un oso cocinándose un ceviche de tilapia o algo así. Seguí el único pasillo, que llevaba a una sala que, efectivamente, me distrajo completamente. Completamente blanca, decorada con labios por las paredes que se movían, haciendo gestos y muecas continuamente. Junto a esto, una cama gris donde se encontraba una mujer rubia haciendo poses. ¿Sería una gimnasta? Una vez conocí a una que se dedicaba a las acrobacias sexuales y parecía que ganaba bastante dinero como para permitirse una habitación con bocas en perpetuo movimiento.
La verdad es que no era una sala que pintara mucho en un arma de destrucción masiva, y las proposiciones que hacía me aclaraban más que posiblemente se dedicara a las acrobacias sexuales en sus ratos libres, proponiendo cosas mientras hacia otras poses más. Lo único que me salió decir, algo que no podía evitar por lo subido de tono, tanto de la señora como de la habitación.
- Señora, usted no tiene frio ¿no quiere una rebequita? Que se va a constipar. - dije tras acercarme un poco al grupo, viendo las pintas que llevaba, y que no tenía pinta de usar las sabanas, salvo que fuera para hacer más poses -
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Nada parecía útil para abrir la puerta. Edward, en un "alarde" de su falta de paciencia, miró a Osu. —La gente se está matando ahí afuera, no tenemos tiempo para esto, ¿no crees? —dijo mientras saltó del enorme cubo de juguete en el que se había sentado. Se acercó caminando a la puerta y cerró los ojos, recordando exactamente el diseño de su dron, en el que quería convertirse. Este era una esfera del tamaño de la palma de una mano, por lo que al transformarse en él cabría sin problema en la cerradura.
Por un segundo se estuvo quieto, tratando de decidir en qué vehículo de gran tamaño podía transformarse para romper la puerta. No era algo tan importante, saba igual lo que fuera mientras rompiera la puerta, pero por alguna razón a él le importaba (alguna razón que ni él sabía). —Bueno, no creo que tenga muchas oportunidades más de transformarme en un submarino, así que eso mismo valdrá. —murmuró, a la vez que se cubría de Haki.
Confiaba en que, con la transformación en un submarino acorazado, bien sólido y compacto, y con la ayuda del Haki, podría reventar la cerradura desde dentro y dejar un agujero lo suficientemente grande como para que todos los presentes pasaran por ella y pudieran avanzar. ¿Habría ya alguien en el cuarto piso? Había que aligerar el paso.
Si lograba abrir un camino, se volvería a su forma humana y, con un gesto metiendo prisa y señalando la dirección, alzaría la voz para llamarlos a todos. —¡Camino despejado! ¡Vamos, vamos!
Por un segundo se estuvo quieto, tratando de decidir en qué vehículo de gran tamaño podía transformarse para romper la puerta. No era algo tan importante, saba igual lo que fuera mientras rompiera la puerta, pero por alguna razón a él le importaba (alguna razón que ni él sabía). —Bueno, no creo que tenga muchas oportunidades más de transformarme en un submarino, así que eso mismo valdrá. —murmuró, a la vez que se cubría de Haki.
Confiaba en que, con la transformación en un submarino acorazado, bien sólido y compacto, y con la ayuda del Haki, podría reventar la cerradura desde dentro y dejar un agujero lo suficientemente grande como para que todos los presentes pasaran por ella y pudieran avanzar. ¿Habría ya alguien en el cuarto piso? Había que aligerar el paso.
Si lograba abrir un camino, se volvería a su forma humana y, con un gesto metiendo prisa y señalando la dirección, alzaría la voz para llamarlos a todos. —¡Camino despejado! ¡Vamos, vamos!
Galhard
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El adolescente de extraño peinado recibió el sopapo de lleno en la cara, fuese cual fuese el resultado Galhard había perdido su oportunidad de lucirse, habría molestado al recluta de no quedar anonadado por la torta que su superior había ejecutado, viendo como estaban las cosas el joven pensó que otra obligación que tendría al acabar la misión sería aprender a dar tortas disciplinarias. Galhard suspiró a la vez que relajó los hombros y puso su mano en la espalda de Al.
-Y con ese tortón se va mi diversión... El próximo es mio Al, aún he de enseñaros a la brigada de lo que soy capaz, el chico tiene potencial, espero que la torta a tiempo que le has dado lo deje en su sitio
Se acercó hacia donde había arrojado la chaqueta estornudando nuevamente... y abrigándose con ella "He de dejarme de tonterías o pillaré la gripe".
-Y con ese tortón se va mi diversión... El próximo es mio Al, aún he de enseñaros a la brigada de lo que soy capaz, el chico tiene potencial, espero que la torta a tiempo que le has dado lo deje en su sitio
Se acercó hacia donde había arrojado la chaqueta estornudando nuevamente... y abrigándose con ella "He de dejarme de tonterías o pillaré la gripe".
Kenzo Nakajima
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El hecho de que los láseres carbonizasen sus telarañas sorprendió enormemente al espadachín, que creía que tan solo eran un sistema de localización. Sin embargo, la sorpresa dio paso a una ira feroz cuando una voz comenzó hablar a través lo que debía ser alguna clase de sistema de megafonía. ¿De verdad el bastardo que había colocado allí la Aguja, fuese quien fuese, creía que iba a salirse con la suya?
- No mientras yo viva, desgraciado. - Pensó para sí el Sargento. Al menos ahora ya no cabía ninguna duda del objetivo final de aquel lunático: destruir al Gobierno Mundial. Pues bien, los Justice Riders y el resto de fuerzas de la ley que habían acudido a aquel macabro lugar se encargarían de impedírselo.
La idea de Eric no le pareció en absoluto descabellada. Si el salvaje había logrado dañar los soportes de las torretas era lógico pensar que, debilitadas, pudiesen ser cortadas por alguien con su habilidad con la espada. Además, tal vez a la agente pelirrosa le vendrían bien más armas. Aunque parecía haber decidido alejarse e ir en sentido contrario... Pero bueno, de todos modos acabar de una vez por todas con las torretas en ningún caso sería malo para sus intereses, así que decidió ponerse manos a la obra.
En su forma humana contaba solo con dos brazos, pero no necesitaba más. Desenvainando a Kurai Noroi y Bottokatta, comenzó a caminar a paso lento hacia las torretas. El aire parecía abrirse a su paso, acompañando sus elegantes movimientos. En ese momento cambió de velocidad, empezando a correr. Dado que las peligrosas armas estaban temporalmente inutilizadas podía acercarse sin riesgo de recibir las gravísimas heridas que de otro modo podría sufrir. Cuando estuviese lo suficientemente cerca descargaría un preciso golpe con sus dos espadas, aprovechando los movimientos del aire a su favor y utilizando su destreza como espadachín para golpear en el punto más frágil del soporte. Seguramente el ataque de Eric habría dejado alguna zona concreta más dañada, y buscaría sacar ventaja de eso. Primero con la torreta más cercana y acto seguido con la segunda, el brazos largos se movería de forma rápida y letal. Si quería que él y sus compañeros siguiesen adelante y tuviesen la posibilidad de salvar el mundo debía cortar aquellas torretas. Estaba obligado a ello. Y no pensaba fallar.
- No mientras yo viva, desgraciado. - Pensó para sí el Sargento. Al menos ahora ya no cabía ninguna duda del objetivo final de aquel lunático: destruir al Gobierno Mundial. Pues bien, los Justice Riders y el resto de fuerzas de la ley que habían acudido a aquel macabro lugar se encargarían de impedírselo.
La idea de Eric no le pareció en absoluto descabellada. Si el salvaje había logrado dañar los soportes de las torretas era lógico pensar que, debilitadas, pudiesen ser cortadas por alguien con su habilidad con la espada. Además, tal vez a la agente pelirrosa le vendrían bien más armas. Aunque parecía haber decidido alejarse e ir en sentido contrario... Pero bueno, de todos modos acabar de una vez por todas con las torretas en ningún caso sería malo para sus intereses, así que decidió ponerse manos a la obra.
En su forma humana contaba solo con dos brazos, pero no necesitaba más. Desenvainando a Kurai Noroi y Bottokatta, comenzó a caminar a paso lento hacia las torretas. El aire parecía abrirse a su paso, acompañando sus elegantes movimientos. En ese momento cambió de velocidad, empezando a correr. Dado que las peligrosas armas estaban temporalmente inutilizadas podía acercarse sin riesgo de recibir las gravísimas heridas que de otro modo podría sufrir. Cuando estuviese lo suficientemente cerca descargaría un preciso golpe con sus dos espadas, aprovechando los movimientos del aire a su favor y utilizando su destreza como espadachín para golpear en el punto más frágil del soporte. Seguramente el ataque de Eric habría dejado alguna zona concreta más dañada, y buscaría sacar ventaja de eso. Primero con la torreta más cercana y acto seguido con la segunda, el brazos largos se movería de forma rápida y letal. Si quería que él y sus compañeros siguiesen adelante y tuviesen la posibilidad de salvar el mundo debía cortar aquellas torretas. Estaba obligado a ello. Y no pensaba fallar.
- Resumen:
- - Rabiar de ira al escuchar la voz de los altavoces.
- Mostrarse de acuerdo con el plan de Eric.
- Atacar a las torretas con todas sus ganas para intentar cortarlas (podría ser una situación propicia para despertar el Haki de Armadura si el moderador lo ve correcto o necesario para cortarlas).
- Cosas:
- - Kaze no Michinori: Se trata del Ámbito Racial de Kenzo. Pasivamente, el brazos largos es capaz de usar el viento para realizar técnicas elementales, dando además la sensación de que el aire se abre a su paso cuando camina (efecto meramente escénico). Activamente, es capaz de usar los movimientos del aire a su favor cuando ataca, lo que se traduce en un aumento del 150% (x2'5) a su Poder de Destrucción durante 2 turnos (por lo tanto mi Poder de Destrucción es Tier 3 x2'5).
- Tanto Bottokatta como Kurai Noroi son katanas de calidad Mítica, con dureza, tenacidad y resistencia a la corrosión de dicha categoría.
Marc Kiedis
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Tras subir llevando a hombros a Nailah y leer en el cartel que el tablero de ajedrez no significaba nada, Marc se sintió un poco decepcionado. ¿De verdad alguien se había tomado la molestia de colocar todo eso allí para reírse de quien pasase? Parecía demasiado esfuerzo solo para eso, pero en fin, ¿quién era él para juzgar a nadie?
Unas palabras comenzaron a sonar entonces, audibles aparentemente en todo el edificio. La maldad que había en ellas provocó un escalofrío al semigigante. Sí, era cierto que el Gobierno Mundial en muchas ocasiones no actuaba nada bien y que coartaba las libertades de las personas, por eso mismo había gente como ellos que decidía hacerse pirata para no ver su libre albedrío restringido, pero aquello era demasiado drástico. ¿Acaso le daban igual todas las personas que morirían como consecuencia de sus actos? Fuera como fuese alguien debía detener aquella locura.
Una vez en la siguiente sala el panorama era cuanto menos extraño. Al parecer una extraña contorsionista de aspecto ciertamente lascivo había logrado ¿seducir? ¿convencer? a la chica de las pistolas para que esta se quitase la ropa y se metiese en su cama. Therax, ignorando a ambas mujeres, pasó de largo, mientras que Spanner y Nailah decidieron impedirlo. ¿Estarían salvando a la agente del Gobierno de una muerte casi segura o simplemente consideraban prioritario su cometido actual a la diversión? La verdad era que no sabía decir muy bien de cuál de las dos opciones se trataba.
- ¡Therax, espera un momento! Si no Spanner y Nailah se quedarán atrás. - Avisó el grandullón a su nakama. Debían seguir avanzando, si, y cuanto más rápido mejor, pero lo mejor era hacerlo juntos, y si tenían que esperar unos segundos a sus dos amigos lo harían sin dudar. Y una vez acabasen retomarían la marcha como lo que eran, un equipo.
Unas palabras comenzaron a sonar entonces, audibles aparentemente en todo el edificio. La maldad que había en ellas provocó un escalofrío al semigigante. Sí, era cierto que el Gobierno Mundial en muchas ocasiones no actuaba nada bien y que coartaba las libertades de las personas, por eso mismo había gente como ellos que decidía hacerse pirata para no ver su libre albedrío restringido, pero aquello era demasiado drástico. ¿Acaso le daban igual todas las personas que morirían como consecuencia de sus actos? Fuera como fuese alguien debía detener aquella locura.
Una vez en la siguiente sala el panorama era cuanto menos extraño. Al parecer una extraña contorsionista de aspecto ciertamente lascivo había logrado ¿seducir? ¿convencer? a la chica de las pistolas para que esta se quitase la ropa y se metiese en su cama. Therax, ignorando a ambas mujeres, pasó de largo, mientras que Spanner y Nailah decidieron impedirlo. ¿Estarían salvando a la agente del Gobierno de una muerte casi segura o simplemente consideraban prioritario su cometido actual a la diversión? La verdad era que no sabía decir muy bien de cuál de las dos opciones se trataba.
- ¡Therax, espera un momento! Si no Spanner y Nailah se quedarán atrás. - Avisó el grandullón a su nakama. Debían seguir avanzando, si, y cuanto más rápido mejor, pero lo mejor era hacerlo juntos, y si tenían que esperar unos segundos a sus dos amigos lo harían sin dudar. Y una vez acabasen retomarían la marcha como lo que eran, un equipo.
- Resumen:
- - Relleno puro y duro, sin conservantes ni colorantes.
Hamlet
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En un acto de tremenda obscenidad, aunque eficiente y genial, Black deshizo el cierre de su pantalón, mostrando a la pantalla su miembro viril, que tuve la suerte de no presenciar. Aquello debía de ser sin duda alguna magnífico, puesto que consiguió que la voz reaccionase y abriese paso para el batallón de marines y los piratas.
No obstante, la pantalla se cerró antes de que el segundo de a bordo de los Blue Rose y yo lográsemos pasar. No habíamos mostrado el debido tributo a la voz. Miré a Deathstroke con cierta expectativa. Aquello no podía estar pasando. Yo no era nadie talentoso. No cantaba bien, tampoco tenía material para dibujar y nada en general con lo que sorprender al juez tras el cristal. Maldije para mis adentros el haber sido una persona tan limitada. Tan inepta. La vergüenza de la flota, vaya.
Tan enfrascado estaba con esta situación que tardé en darme cuenta del doblar de campanas que se había apoderado de la torre. Si no había contado mal, once habían sonado. Una hora para la medianoche. El sonido precedió a otra voz, que no pude relacionar a la de la pantalla, que amenazaba con hacer temblar los pilares del mundo, mentando específicamente al Gobierno Mundial. Apreté los puños. Nada podía hacer contra eso atrapado en esa sala. Y, mientras más lo pensaba, más relacionaba al que estuviera detrás de esto con los revolucionarios. ¿En serio se trataba de Redfield?
Al acabar su populista discurso, la voz desapareció dejando un agudo sonido detrás de sí. Miré al comodoro Kasai, que se había dado la vuelta para comunicarse conmigo. Black estaba junto a él, tratando de abrir la pantalla a base de fuerza bruta. El líder de la flota había me había declarado oral y telepáticamente que tratase de alcanzarle, pero el Yonkou parecía empecinado en hacer esperar al comodoro.
Sea como fuere, le comuniqué verbalmente:
-¡Comodoro! No le haga caso y márchese. ¡El tiempo se nos acaba!
Y, mentalmente, le transmitiría:
"Comodoro Kasai. Aproveche el momento. Estamos separados, tal y como sugería. Ahora las fuerzas del Emperador se han dividido, y tendrán menos probabilidades de apuñalarnos por la espalda exitosamente. Yo no hubiera podido hacer mucho de su lado. Corra, comodoro, se lo ruego. DEBE llegar antes que los piratas a lo alto de esta torre. No espere por mí. Llévese al cadete y trate de convencer a Black. ¡Hay problemas mayores de los que preocuparse! Mi vida, comparada con estos, no es más que un grano de arena en una playa. Por favor, se lo suplico. No arriesgue el éxito de la misión y la salvación del mundo por mi culpa. No lo merezco. No podríamos perdonárnoslo".
A continuación miraría al Ju Senshi y le diría:
-Eh, pirata. Vamos a darle el espectáculo que merece a este público tan exigente. Tú y yo. Espero durarte lo suficiente como para impresionarles un poco.
Una vez dicho esto, cargaría mi puño con la energía que mis superiores solían llamar Haki y arremetería contra el subcapitán de los Blue Rose. Sabía que no tenía posibilidades, que sería buscar exactamente el mismo resultado que obtuve de mi confrontación con Arribor Neus. Pero había algo mayor que mi vida en juego.
Salté contra Deathstroke y eché mi puño hacia atrás. Pretendía fallar, o, al menos, que el pirata predijese el golpe. Seguro que era capaz de eso y más. Apreté los dientes y recé porque las represalias fueran menores que aquella otra vez.
No obstante, la pantalla se cerró antes de que el segundo de a bordo de los Blue Rose y yo lográsemos pasar. No habíamos mostrado el debido tributo a la voz. Miré a Deathstroke con cierta expectativa. Aquello no podía estar pasando. Yo no era nadie talentoso. No cantaba bien, tampoco tenía material para dibujar y nada en general con lo que sorprender al juez tras el cristal. Maldije para mis adentros el haber sido una persona tan limitada. Tan inepta. La vergüenza de la flota, vaya.
Tan enfrascado estaba con esta situación que tardé en darme cuenta del doblar de campanas que se había apoderado de la torre. Si no había contado mal, once habían sonado. Una hora para la medianoche. El sonido precedió a otra voz, que no pude relacionar a la de la pantalla, que amenazaba con hacer temblar los pilares del mundo, mentando específicamente al Gobierno Mundial. Apreté los puños. Nada podía hacer contra eso atrapado en esa sala. Y, mientras más lo pensaba, más relacionaba al que estuviera detrás de esto con los revolucionarios. ¿En serio se trataba de Redfield?
Al acabar su populista discurso, la voz desapareció dejando un agudo sonido detrás de sí. Miré al comodoro Kasai, que se había dado la vuelta para comunicarse conmigo. Black estaba junto a él, tratando de abrir la pantalla a base de fuerza bruta. El líder de la flota había me había declarado oral y telepáticamente que tratase de alcanzarle, pero el Yonkou parecía empecinado en hacer esperar al comodoro.
Sea como fuere, le comuniqué verbalmente:
-¡Comodoro! No le haga caso y márchese. ¡El tiempo se nos acaba!
Y, mentalmente, le transmitiría:
"Comodoro Kasai. Aproveche el momento. Estamos separados, tal y como sugería. Ahora las fuerzas del Emperador se han dividido, y tendrán menos probabilidades de apuñalarnos por la espalda exitosamente. Yo no hubiera podido hacer mucho de su lado. Corra, comodoro, se lo ruego. DEBE llegar antes que los piratas a lo alto de esta torre. No espere por mí. Llévese al cadete y trate de convencer a Black. ¡Hay problemas mayores de los que preocuparse! Mi vida, comparada con estos, no es más que un grano de arena en una playa. Por favor, se lo suplico. No arriesgue el éxito de la misión y la salvación del mundo por mi culpa. No lo merezco. No podríamos perdonárnoslo".
A continuación miraría al Ju Senshi y le diría:
-Eh, pirata. Vamos a darle el espectáculo que merece a este público tan exigente. Tú y yo. Espero durarte lo suficiente como para impresionarles un poco.
Una vez dicho esto, cargaría mi puño con la energía que mis superiores solían llamar Haki y arremetería contra el subcapitán de los Blue Rose. Sabía que no tenía posibilidades, que sería buscar exactamente el mismo resultado que obtuve de mi confrontación con Arribor Neus. Pero había algo mayor que mi vida en juego.
Salté contra Deathstroke y eché mi puño hacia atrás. Pretendía fallar, o, al menos, que el pirata predijese el golpe. Seguro que era capaz de eso y más. Apreté los dientes y recé porque las represalias fueran menores que aquella otra vez.
- Resumen (Importante Death y Zuko):
- Comunicarle a Zuko que se fuera y fingir una pelea con Deathstoke, a sabiendas de los posibles resultados.
- Cosas usadas:
- Fuerza 3, Resistencia 3, Agilidad 2, Velocidad 2, Supervivencia 1
Tier 2: Los golpes canalizados a través del Armamento aplican un 25% más de potencia al impacto. No se hace daño al golpear a no ser que lo frenen con un Haki (Armadura) de igual o superior nivel.
Armadura: Los usuarios con sintonía en armadura se caracterizan por su gran envergadura física y su poderío. Mientras permanecen imbuidos en Haki de armadura, sus impactos son el doble de potentes.
Rose D. Alviss
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- Nada como una buena amenaza de muerte para calmar el ambiente y darnos la victoria. - Comenté tras la rendición de los abecedarios. - Y encima con regalo incluido. - Refiriéndome a la pulsera V.I.P.
Tras la contiendo, el felino amarillo se despedía de nosotros con un discurso que intenta ser elocuente, pero en lo que a mí respecta, no lo consiguió. Para rematar, también se despidió del grupo de música, un felino curioso cuanto menos.
- Esos experimentos que te hicieron en el pasado te han hecho meya en tu cabeza mutada. - Comenté tras la chapa y mientras se alejaba. - Hablas demasiado formal para ser un gato y eso que el mayor tesoro son los amigos... confundes con nakamas y además está mal, el sueño de cualquier pirata es tener tanto dinero para poder beber, comer y follar toda la vida.
Las demás reacciones no se hicieron esperar, el pez nos llamó nenazas porque a su juicio necesitamos su ayuda; el capitán reaccionó de forma similar a mí, demasiado rimbombante el discursito.
- A mi no me mires Luka, ni se acercó a donde estaba.
- ¿Ah, pero nadie de vosotros le conocía? Yo no, que recuerde. Vale que considero a los gatos los putos amos porque son unos hijos de puta que se creen amos del mundo y por eso me caen bien. - Me paré a pensar unos segundos porque caí en el detalle del parecido con los creadores de la aguja. - Y sin querer destruirlo todo. Por eso, si sobrevivo a todo esto, poco probable conociéndote capitán, adoptaré un puma.
Tras nuestra charla post-fiesta/combate sin resaca empezaron a sonar unas campanas, aproximadamente unas diez que me provocaron dolor de cabeza. Tras su cese, una nueva voz declara la guerra al Gobierno Mundial y asegura que acabarán con ella, para rematar un sonido agudo que entró en lo más profundo de mi ser y que me sentó peor que las dichosas campanas.
- Joder. - Comenté tras suspirar. - Que poco originales, siempre intentado derrocar al gobierno de turno. ¿Para cuándo alguien que simplemente quiera ver arder el mundo?
Tras la contiendo, el felino amarillo se despedía de nosotros con un discurso que intenta ser elocuente, pero en lo que a mí respecta, no lo consiguió. Para rematar, también se despidió del grupo de música, un felino curioso cuanto menos.
- Esos experimentos que te hicieron en el pasado te han hecho meya en tu cabeza mutada. - Comenté tras la chapa y mientras se alejaba. - Hablas demasiado formal para ser un gato y eso que el mayor tesoro son los amigos... confundes con nakamas y además está mal, el sueño de cualquier pirata es tener tanto dinero para poder beber, comer y follar toda la vida.
Las demás reacciones no se hicieron esperar, el pez nos llamó nenazas porque a su juicio necesitamos su ayuda; el capitán reaccionó de forma similar a mí, demasiado rimbombante el discursito.
- A mi no me mires Luka, ni se acercó a donde estaba.
- ¿Ah, pero nadie de vosotros le conocía? Yo no, que recuerde. Vale que considero a los gatos los putos amos porque son unos hijos de puta que se creen amos del mundo y por eso me caen bien. - Me paré a pensar unos segundos porque caí en el detalle del parecido con los creadores de la aguja. - Y sin querer destruirlo todo. Por eso, si sobrevivo a todo esto, poco probable conociéndote capitán, adoptaré un puma.
Tras nuestra charla post-fiesta/combate sin resaca empezaron a sonar unas campanas, aproximadamente unas diez que me provocaron dolor de cabeza. Tras su cese, una nueva voz declara la guerra al Gobierno Mundial y asegura que acabarán con ella, para rematar un sonido agudo que entró en lo más profundo de mi ser y que me sentó peor que las dichosas campanas.
- Joder. - Comenté tras suspirar. - Que poco originales, siempre intentado derrocar al gobierno de turno. ¿Para cuándo alguien que simplemente quiera ver arder el mundo?
- Resumen:
- Escuchar el discurso de Zay y opinar tanto sobre él como su chapa, es decir, relleno.
- Escuchar el discurso de Zay y opinar tanto sobre él como su chapa, es decir, relleno.
Vile Spectre
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Nada. No hubo palmaditas en la espalda ni vítores ni carcajadas. Lo que si hubo fue un resultado exitoso por parte del ataque del joven de Arabasta, que logró tumbar a aquel torbellino de llamas y senilidad. Vile sonrió triunfalmente y echó la vista atrás, contemplando como sus aliados también habían logrado que aquellos peligrosos ancianos se rindieran. Se permitió reírse por lo bajo, aunque ese lance hubiera sido más costoso de lo que se imaginó en un principio.
El gato de pelaje dorado -que no había distinguido la segunda intención de la ofensiva de Vile- decidió de forma muy acertada que allí sobraba y marchó por donde había venido, despidiéndose de los piratas de Kenshin, o, quizás, hablando solo una vez más. "Un problema menos", pensó el pelinegro.
Hablando de problemas, una voz se apoderó de la aguja y, tras unas terroríficas campanadas, dio un mensaje que le hubiera llegado a dar miedo si hubiera formado parte del Gobierno Mundial. Ahora todo encajaba mejor. Estaba medio borracho y aún grogui por el poder de aquella hermosa dama cuando le habían explicado todo, así que no lo logró entender demasiado bien.
Lo que pasó más tarde fue que aquel hijo de mala madre soltó su intercomunicador produciendo un horrible sonido que destrozó el refinado oído de Vile. Se frotó las orejas, furioso.
Observé al gyojin llevar consigo un par de pases, que seguramente nos abrirían el paso a una nueva habitación. A pesar de que el oído le pitaba, logró discernir a Kenshin refiríéndose a él y al enmascarado como callados, a lo que respondió, dando palmadas en la espalda de aquel tipo al que llamaban Nox:
-¿Yo? ¡Qué va! Solo este está callado. Yo me estaba deleitando por tener el trabajo bien hecho. Repartir eutanasias o lo que fuera esta excusa de pelea.
Terminaría siguiendo al aspirante a Emperador, y se dio cuenta de que una vez más se cruzarían con el gato amarillo, con lo que suspiró exasperado.
El gato de pelaje dorado -que no había distinguido la segunda intención de la ofensiva de Vile- decidió de forma muy acertada que allí sobraba y marchó por donde había venido, despidiéndose de los piratas de Kenshin, o, quizás, hablando solo una vez más. "Un problema menos", pensó el pelinegro.
Hablando de problemas, una voz se apoderó de la aguja y, tras unas terroríficas campanadas, dio un mensaje que le hubiera llegado a dar miedo si hubiera formado parte del Gobierno Mundial. Ahora todo encajaba mejor. Estaba medio borracho y aún grogui por el poder de aquella hermosa dama cuando le habían explicado todo, así que no lo logró entender demasiado bien.
Lo que pasó más tarde fue que aquel hijo de mala madre soltó su intercomunicador produciendo un horrible sonido que destrozó el refinado oído de Vile. Se frotó las orejas, furioso.
Observé al gyojin llevar consigo un par de pases, que seguramente nos abrirían el paso a una nueva habitación. A pesar de que el oído le pitaba, logró discernir a Kenshin refiríéndose a él y al enmascarado como callados, a lo que respondió, dando palmadas en la espalda de aquel tipo al que llamaban Nox:
-¿Yo? ¡Qué va! Solo este está callado. Yo me estaba deleitando por tener el trabajo bien hecho. Repartir eutanasias o lo que fuera esta excusa de pelea.
Terminaría siguiendo al aspirante a Emperador, y se dio cuenta de que una vez más se cruzarían con el gato amarillo, con lo que suspiró exasperado.
- Resumen:
- Relleno. Hablar con los Arashi.
Simo Baker
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-Oh mierda-, dije en tono bajo al ver que a pesar de hacer chispitas al empalmarlos, los cables no producían ninguno de los efectos esperados. Por un momento miré más profundamente el entramado. ¿Sería posible que nada de lo que hubiera aprendido en las prácticas de infiltración sirviera? De ser así, ¿cuál era el punto de haberlas hecho en un primer logar? Se suponía que sabía todo lo necesario para manejar un sistema de seguridad como ese pero… No había funcionado y no tenía tiempo para seguir trasteando; la música, que éramos incapaces de parar, había terminado de despertar a aquellos arbustos vivientes y estaban comenzando a moverse.
En apenas unos instantes sus raíces comenzaron a avanzar y acercarse a nosotros cubriendo el suelo. Tras una segunda vista lanzada mientras retrocedía noté algo raro, parecían cables. “¿Son robots?”, me pregunté a mí mismo. Parecían arbustos reales y por lo menos sus hojas lo eran, pero el hecho de que estuvieran vivos y esas extrañas “raíces” me hacían dudar. Seres vivos o maquinas no iba a dejar que me devoraran. En primer lugar tomé uno de los diales de agua y vertí un chorro junto a la zona de los cables pelados para crear un charco electrificado. Con lo juntos que estaban esos matojos, si eran robots susceptibles a electricidad acabarían todos fritos y desactivados. –Cuidado con el charco, está electrificado-, diría a mis compañeros para que no acabaran llevándose una descarga ellos también. Me preocupaba especialmente el gigante, ya que no solo iba desnudo, sino que además estaba prestando poca atención. Solo a un tipo como aquel se le ocurriría ponerse a intentar conseguir una mascota en una situación como esa. Al menos con eso distraería a los amenazantes arbustos lo suficiente para terminar de prepararme. Tras guardar el dial de agua para que comenzara a recargarse con la humedad del ambiente comencé a rociar pólvora de una de las balas rotas por el filo de mi hoja de cazador. No la iba a prender todavía, pero si de verdad esos bichos eran vegetales tener fuego a mano sería una buena idea. De llegar al caso de vernos atacados solo tendría que golpearla contra alguna superficie dura y las chispas producidas prenderían la pólvora.
-Deberíamos seguir avanzando cuanto antes-, dije andando hasta la posición de Midorima instándole a avanzar. Llevaba mucho cuidado con las raíces, no quería que me enredaran; de intentar atraparme comenzaría a avanzar con el geppou para no tener que tocar el suelo. -Te estoy preguntando esto mucho, pero ¿no puedes usar tu poder para abrir hueco entre los arbustos hasta la salida? Siguiendo en línea recta no nos puede quedar mucho-, continué diciendo a Bucharatti, que no paraba de negar con la cabeza, para intentar que nos ayudara a atajar.
En apenas unos instantes sus raíces comenzaron a avanzar y acercarse a nosotros cubriendo el suelo. Tras una segunda vista lanzada mientras retrocedía noté algo raro, parecían cables. “¿Son robots?”, me pregunté a mí mismo. Parecían arbustos reales y por lo menos sus hojas lo eran, pero el hecho de que estuvieran vivos y esas extrañas “raíces” me hacían dudar. Seres vivos o maquinas no iba a dejar que me devoraran. En primer lugar tomé uno de los diales de agua y vertí un chorro junto a la zona de los cables pelados para crear un charco electrificado. Con lo juntos que estaban esos matojos, si eran robots susceptibles a electricidad acabarían todos fritos y desactivados. –Cuidado con el charco, está electrificado-, diría a mis compañeros para que no acabaran llevándose una descarga ellos también. Me preocupaba especialmente el gigante, ya que no solo iba desnudo, sino que además estaba prestando poca atención. Solo a un tipo como aquel se le ocurriría ponerse a intentar conseguir una mascota en una situación como esa. Al menos con eso distraería a los amenazantes arbustos lo suficiente para terminar de prepararme. Tras guardar el dial de agua para que comenzara a recargarse con la humedad del ambiente comencé a rociar pólvora de una de las balas rotas por el filo de mi hoja de cazador. No la iba a prender todavía, pero si de verdad esos bichos eran vegetales tener fuego a mano sería una buena idea. De llegar al caso de vernos atacados solo tendría que golpearla contra alguna superficie dura y las chispas producidas prenderían la pólvora.
-Deberíamos seguir avanzando cuanto antes-, dije andando hasta la posición de Midorima instándole a avanzar. Llevaba mucho cuidado con las raíces, no quería que me enredaran; de intentar atraparme comenzaría a avanzar con el geppou para no tener que tocar el suelo. -Te estoy preguntando esto mucho, pero ¿no puedes usar tu poder para abrir hueco entre los arbustos hasta la salida? Siguiendo en línea recta no nos puede quedar mucho-, continué diciendo a Bucharatti, que no paraba de negar con la cabeza, para intentar que nos ayudara a atajar.
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