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Simo Baker
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Akuma no mi
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Siguiendo a la chica terminamos llegando a una pequeña sala donde se había detenido al fin, aunque no estaba sola. Oculto entre la densa oscuridad había algo más, un ser etéreo de ojos rojos y presencia temible. Una gota de sudor frío resbaló por mi frente ante aquella aura, pero pareció que dicho enemigo también se vio intimidado por nosotros, pues al instante de vernos gruñó y retrocedió. -El gobierno caerá-, sonó una voz tétrica y amenazadora mientras aquello desaparecía. No me dio tiempo a decir nada antes de que el gigante sucumbiese a la provocación y saliera corriendo escaleras arriba para seguir a su nuevo rival. “Al menos estaré un rato sin tener que aguantar su estupidez”, me dije a mi mismo sin intentar seguirlo. –Bucharatti, por favor ¿puedes seguirlo para evitar que se mate o se pierda?-, pregunté al de las cremalleras. No quería tener que aguantarlo, pero tampoco quería perder a un aliado tan fácilmente.
Con la luz ya de vuelta centré mi mirada en la chica que habíamos estado siguiendo. Por primera vez en ese día iba a tomarme las cosas un poco con calma y seguir el consejo del coloso. No había motivo para disparar sin saber quién era, quizá era una aliada o había sido engañada. Además, según parecía había estado siguiendo a la monstruosidad para enfrentarse a ella, lo cual hablaba en su favor. Y como siempre que dudaba, ¡sorpresa! La chica era una puñetera loca sanguinaria que se lanzó con furia en dirección a Braudbrüthgael para cortarle el paso y amenazarle. Me reí al ver que hablaba igual que el estúpido gigante, pero no por ello dudé de poner su entrecejo en mi mira. –Quita ese cacharro del cuello de mi compañero ya-, dije con tono serio. –No sé cómo te habrán comido la cabeza pero los de la revolución nunca podrán con los cuerpos del gobierno-, continué intentando que perdiera el foco de atención sobre el gigante para que pudiera librarse. Seguí avanzando lentamente hacia ella con mi haki activado y los brazos endurecidos con mi tekkai para que de tener que comenzar a disparar rápido no me afectara el retroceso. Era su última oportunidad de entrar en razón o encontraría la muerte joven. Por cómo se había movido parecía un rival respetable, pero no tenía pinta de ser inmune a las balas. Si intentaba algo extraño dispararía sin dudar a su cabeza.
Con la luz ya de vuelta centré mi mirada en la chica que habíamos estado siguiendo. Por primera vez en ese día iba a tomarme las cosas un poco con calma y seguir el consejo del coloso. No había motivo para disparar sin saber quién era, quizá era una aliada o había sido engañada. Además, según parecía había estado siguiendo a la monstruosidad para enfrentarse a ella, lo cual hablaba en su favor. Y como siempre que dudaba, ¡sorpresa! La chica era una puñetera loca sanguinaria que se lanzó con furia en dirección a Braudbrüthgael para cortarle el paso y amenazarle. Me reí al ver que hablaba igual que el estúpido gigante, pero no por ello dudé de poner su entrecejo en mi mira. –Quita ese cacharro del cuello de mi compañero ya-, dije con tono serio. –No sé cómo te habrán comido la cabeza pero los de la revolución nunca podrán con los cuerpos del gobierno-, continué intentando que perdiera el foco de atención sobre el gigante para que pudiera librarse. Seguí avanzando lentamente hacia ella con mi haki activado y los brazos endurecidos con mi tekkai para que de tener que comenzar a disparar rápido no me afectara el retroceso. Era su última oportunidad de entrar en razón o encontraría la muerte joven. Por cómo se había movido parecía un rival respetable, pero no tenía pinta de ser inmune a las balas. Si intentaba algo extraño dispararía sin dudar a su cabeza.
Osuka Sumisu
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Akuma no mi
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Se sentía aliviado al notar la presencia de sus viejas amigas; las piedras. La estrucutra, demostró no solo ser de metal, sino de hormigón. Al menos en aquel piso. Ahora al menos podría combatir contra Krauser en condiciones, si es que llegaba a él algún momento. Estaba más lejos de lo que esperaba.
Por otra parte, sabiendo la estructura del piso, podría mandarlo a hacer puñetas, pero eso podría poner en peligro a todos los que había en aquel piso, sobre todo aliados, y posiblemente a los del resto de los pisos.
Se cuestionó la pregunta del muchacho albino, y para que engañarnos, ni había notado que estaba allí. Estaba tan centrado en partirle la boca a Krauser que su propio subconcientre había decidido ignorar a aquel chaval. Y sin ofender, le daba un poco de mal rollo. El chico era siniestro pese a su tamaño.
Noto un ligero temblor y entonces comprendió porque había visto aquella sombra correr antes. Pues una manada de una especie de hibrido de tiburón y bovino corrían en estampida a por ellos. Se percató de la grieta que se había producido en la pared, de la cual salía un poco de niebla y miro a Valar.
- Creo que tengo una idea de cómo vamos a pasar, pero creo no te va a gustar –lo agarro como un saco de patatas sin previo aviso y se lo puso bajo el brazo -. ¡Allá vamos!
Cargo contra la pared, que por los poderes de su akuma, ofreció poca resistencia y lejos de quedarse destruida, le empezó a seguir a la vez que seguía atravesando paredes de hormigón armado. Era como una ola de piedra y trozo de metal tratando de llegar a una costa que nuca llegaba y se hacía más grande a cada muro que caía.
El oficial se estaba acercando al pelirrojo y más importante, a su antiguo jefe. Para saldar cuentas de una vez.
Por otra parte, sabiendo la estructura del piso, podría mandarlo a hacer puñetas, pero eso podría poner en peligro a todos los que había en aquel piso, sobre todo aliados, y posiblemente a los del resto de los pisos.
Se cuestionó la pregunta del muchacho albino, y para que engañarnos, ni había notado que estaba allí. Estaba tan centrado en partirle la boca a Krauser que su propio subconcientre había decidido ignorar a aquel chaval. Y sin ofender, le daba un poco de mal rollo. El chico era siniestro pese a su tamaño.
Noto un ligero temblor y entonces comprendió porque había visto aquella sombra correr antes. Pues una manada de una especie de hibrido de tiburón y bovino corrían en estampida a por ellos. Se percató de la grieta que se había producido en la pared, de la cual salía un poco de niebla y miro a Valar.
- Creo que tengo una idea de cómo vamos a pasar, pero creo no te va a gustar –lo agarro como un saco de patatas sin previo aviso y se lo puso bajo el brazo -. ¡Allá vamos!
Cargo contra la pared, que por los poderes de su akuma, ofreció poca resistencia y lejos de quedarse destruida, le empezó a seguir a la vez que seguía atravesando paredes de hormigón armado. Era como una ola de piedra y trozo de metal tratando de llegar a una costa que nuca llegaba y se hacía más grande a cada muro que caía.
El oficial se estaba acercando al pelirrojo y más importante, a su antiguo jefe. Para saldar cuentas de una vez.
Steve
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Akuma no mi
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Mientras me frotaba la frente, y musitaba como debería estar más atento a mi alrededor, la gente estaba haciendo cosas de sobrevivir, como respirar o defenderse de las sombras que nos rodeaban y empezaban a atacarnos. Durante un momento sopesé la idea de proteger el paquete con mi propio cuerpo, pero no fue necesario ya que el amable señor que se había convertido en un pollo o algo así, nos había agarrado a dos, para protegernos de los proyectiles que venían.
Miré hacia arriba y rápidamente solté un gracias que no se si llegó a oírse, y que después nos dejó a ambos casi en el suelo. No era un caída peligrosa, pero casi me voy de bruces, de nuevo, preguntándome que debía hacer, no sabía pelear, pero siempre llevaba un arma en la bolsa y pegar un tiro lo podía hacer cualquiera. Por suerte para mi, no necesite pensar mucho, pues cuando llegué al suelo la chica morena me tiró del brazo, que me dijo que tenía que ir con ella. No tardé mucho en decidir si era una buena idea, que lo era dado que había dicho que me protegería hacía un rato, pues tiró fuerte, moviéndome bastante fácil.
Cuando liberó la presa y me dijo que me subiera sobre el señor sobredimensionado, hice caso como si fuera un militar de rango superior. Al igual que la primera vez que los vi, atravesamos el muro, y el hombre grande se defendió de los proyectiles que habían aparecido. Baje del señor, esperando que no fuera mucha molestia y oí a la chica cuando me dijo que debía estar con ella. Posiblemente fuera una molestia, pero era mucho mejor que estar dando vueltas y corriendo por el campo de batalla mientras ellos peleaban, así que simplemente asentí y la seguí de cerca, estando, por una vez, atento a lo que pasaba a mi alrededor, esperando para poder esquivar si era necesario.
Lance Kashan
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Akuma no mi
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De pronto, me desperté en mitad de una sala gigantesca. Bueno, quizás despertarse no es la palabra más correcta, pero la situación compartía una gran cantidad de matices: me sentía desubicado, cansado y pesimista. En ningún momento había alcanzado a cerrar los ojos más que para parpadear, y todo el camino lo había recorrido por mi propio pie y consciencia, pero a efectos mentales los hechos eran muy distintos. O no eran, ya que directamente se difuminaban y recordaba a un Lance que no era yo. Uno feliz, rebosante de energía y hasta carisma, que trataba de hacer amistades o al menos mantener una charla, dispuesto a seguir sus deseos y tratar de cumplirlos sobre el resto de cosas. Ugh. Qué asco. Lo mismo incluso podía haberme desvelado y dado fe al mundo de que, bajo la máscara de Kirin, me encontraba yo, sano y salvo, huyendo de tanta gente como lo estaba haciendo a diario, y la idea de convertirme en la meta de ese grupo de personas no me hacía especial ilusión a decir verdad. Si había escapado en su momento no era para destrozar todos mis esfuerzos en un ataque de optimismo tonto como el que acababa de sufrir, si todo aquello había sido cierto.
De todas formas, una vez que comenzaba a recordar lo que había estado pasando, siempre terminaba igual: un grito. De una voz que me resultaba familiar, pero a la vez completamente desconocida, y esa sensación me incomodaba más que el mero hecho de estar perdido en una zona a la que no sabía cómo había llegado, ni el por qué, ni el dónde, ni el cuá--- Creo que se entiende el punto. Quizás había sido Kirtash con su poder, aunque ahora que me fijaba mi querido jefe había desaparecido y no parecía haber indicios de que lo fuera a encontrar pronto. Y, si miraba alrededor, el escenario no mejoraba para nada. Dragones, pájaros y seres gigantescos de niebla se estaban peleando a una distancia prudencial, y creo que quien quisiera unirse a ese club de la lucha tan particular no debía de estar en sus cabales. A decir verdad, tampoco era necesario irse tan lejos para preocuparse, ya que solo hacía falta mirar a unos metros de distancia, contra una pared, para encontrar a Katharina comenzando una pelea con una persona bastante alta, al menos en la comparación a mí, y equipada a más no poder.
Ya había peleado codo con codo con Katharina, si se le podía llamar de tal forma, así que no iba a plantearme siquiera la posibilidad de unirme a ayudarla. Las cotas de poder que ella alcanzaba estaban muy alejadas de lo que yo podía hacer y, si ni ella misma era capaz de vencer a aquel enemigo, yo solamente iba a estorbar o servir de rehén, aunque dudo mucho que se preocupase por mí lo suficiente para considerarme alguien a quien cuidar. Mi trabajo ahora mismo, llamado de una forma muy optimista, era pasearme por el lugar tratando de esquivar cualquier tipo de enfrentamiento en el que no tuviera todas las de ganar, y encontrar algo útil, ya fuera información, algún objeto o, quién sabe, un aliado.
De todas formas, una vez que comenzaba a recordar lo que había estado pasando, siempre terminaba igual: un grito. De una voz que me resultaba familiar, pero a la vez completamente desconocida, y esa sensación me incomodaba más que el mero hecho de estar perdido en una zona a la que no sabía cómo había llegado, ni el por qué, ni el dónde, ni el cuá--- Creo que se entiende el punto. Quizás había sido Kirtash con su poder, aunque ahora que me fijaba mi querido jefe había desaparecido y no parecía haber indicios de que lo fuera a encontrar pronto. Y, si miraba alrededor, el escenario no mejoraba para nada. Dragones, pájaros y seres gigantescos de niebla se estaban peleando a una distancia prudencial, y creo que quien quisiera unirse a ese club de la lucha tan particular no debía de estar en sus cabales. A decir verdad, tampoco era necesario irse tan lejos para preocuparse, ya que solo hacía falta mirar a unos metros de distancia, contra una pared, para encontrar a Katharina comenzando una pelea con una persona bastante alta, al menos en la comparación a mí, y equipada a más no poder.
Ya había peleado codo con codo con Katharina, si se le podía llamar de tal forma, así que no iba a plantearme siquiera la posibilidad de unirme a ayudarla. Las cotas de poder que ella alcanzaba estaban muy alejadas de lo que yo podía hacer y, si ni ella misma era capaz de vencer a aquel enemigo, yo solamente iba a estorbar o servir de rehén, aunque dudo mucho que se preocupase por mí lo suficiente para considerarme alguien a quien cuidar. Mi trabajo ahora mismo, llamado de una forma muy optimista, era pasearme por el lugar tratando de esquivar cualquier tipo de enfrentamiento en el que no tuviera todas las de ganar, y encontrar algo útil, ya fuera información, algún objeto o, quién sabe, un aliado.
Valar Morghul
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Akuma no mi
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El enorme revolucionario demostraba un potencial físico que, en esos momentos, para mi era algo inalcanzable. De ser una persona normal, en esos momentos estaría aterrorizado y rogando irme a casa para esconderme bajo las faldas de mi madre, huyendo de aquellos monstruos capaces de destrozar todo con la simple fuerza de sus puños.
Pero yo no era normal y en aquella situación, que se había empeorado con la llegada de unos híbridos de búfalos y tiburones, continuaba manteniendo mi apariencia despreocupada y alegre, demostrando que algo andaba mal dentro de mi albina cabeza.
-¿Cómo llamarías a esas cosas?...¿Tifalos?...¿Bufarones? -pregunté con un tono despreocupado y burlón a Osuka, apuntando con mi 9mm a la pecera del híbrido que iba en cabeza de la manada, abstrayéndome en lo peculiar de su aspecto, divagando en la procedencia de tan extrañas criaturas y no atendiendo a lo que me estaba comentando el poderoso revolucionario.
Instantes después, sin saber muy bien que había pasado y recordando sólo un fuerte tirón, me encontraba viajando entre trozos de hormigón y acero, bajo el brazo del enorme Osuka. En mi posición únicamente me quedaba acomodarme un poco y disfrutar del curioso paseo que me estaba dando el revolucionario. Aunque, si tenía que sacar algo malo de aquello, era que las vistas no eran muy diversas y al final resultaban bastante monótonas.
Estaba claro que si los bufarones, o lo que fuesen esas criaturas, hubiesen sabido contra que tipo de monstruo cargaban... se habrían tirado al vacío directamente para no molestarle.
Pero yo no era normal y en aquella situación, que se había empeorado con la llegada de unos híbridos de búfalos y tiburones, continuaba manteniendo mi apariencia despreocupada y alegre, demostrando que algo andaba mal dentro de mi albina cabeza.
-¿Cómo llamarías a esas cosas?...¿Tifalos?...¿Bufarones? -pregunté con un tono despreocupado y burlón a Osuka, apuntando con mi 9mm a la pecera del híbrido que iba en cabeza de la manada, abstrayéndome en lo peculiar de su aspecto, divagando en la procedencia de tan extrañas criaturas y no atendiendo a lo que me estaba comentando el poderoso revolucionario.
Instantes después, sin saber muy bien que había pasado y recordando sólo un fuerte tirón, me encontraba viajando entre trozos de hormigón y acero, bajo el brazo del enorme Osuka. En mi posición únicamente me quedaba acomodarme un poco y disfrutar del curioso paseo que me estaba dando el revolucionario. Aunque, si tenía que sacar algo malo de aquello, era que las vistas no eran muy diversas y al final resultaban bastante monótonas.
Estaba claro que si los bufarones, o lo que fuesen esas criaturas, hubiesen sabido contra que tipo de monstruo cargaban... se habrían tirado al vacío directamente para no molestarle.
Tenebrex
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Akuma no mi
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Edward se había exigido demasiado, sobre todo teniendo en cuenta el esputo con sangre... Bueno, y el maldito ratón corría lo más grande, no era culpa suya. Cuando miró por encima del muro, pudo ver a su jefe con el recién conocido peliblanco a un lado y, corriendo hacia ellos, una gran manada de animales bastante extraños.
En ese momento se dio cuenta de que la chica debía haber pasado un mal trago en la carrera y la miró con cierta ternura. —Perdón, espero no haberte hecho daño.
El joven de ojos dorados pensó que podía hacer algo para que los animales se detuvieran y proteger a Osu y Valar, pero al ver que el primero parecía tener un plan, escuchó a Julianna y asintió. —¡¡Osu, nosotros subimos!! Y lo tuyo es muy buena idea, veamos qué hay. —dijo mientras la ayudaba a subirse a su espalda y, con muchísima más delicadeza que antes, comenzó a propulsarse convirtiendo sus piernas en cohetes, subiendo sin la necesidad de agarrarse a las escaleras.
En ese momento se dio cuenta de que la chica debía haber pasado un mal trago en la carrera y la miró con cierta ternura. —Perdón, espero no haberte hecho daño.
El joven de ojos dorados pensó que podía hacer algo para que los animales se detuvieran y proteger a Osu y Valar, pero al ver que el primero parecía tener un plan, escuchó a Julianna y asintió. —¡¡Osu, nosotros subimos!! Y lo tuyo es muy buena idea, veamos qué hay. —dijo mientras la ayudaba a subirse a su espalda y, con muchísima más delicadeza que antes, comenzó a propulsarse convirtiendo sus piernas en cohetes, subiendo sin la necesidad de agarrarse a las escaleras.
- Osu lee:
Tobías Thorn
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Akuma no mi
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Mi vistazo no sirvió para más que para perder el tiempo, al igual que la espera para que mi nakama echase un vistazo a los zapatos, ya que tras su mutismo inicial solo le limitó a proseguir hacia delante y cuando me dispuse a preguntarle por el tema, así como para pedírselos de vuelta, nos vimos rodeados de un montón de tipos armados.
Tras tanto enigma absurdo era casi irreal encontrarse en una situación así, pero tras los últimos acontecimientos quedaba claro que esta cruenta, y al mismo tiempo estúpida, lucha llegaba a su clímax final. No había cabida para la duda o para las medias tintas llegados a este punto, por lo que no dudé en lanzarme al frente mientras generaba y endurecía dos hojas de sirope que salían de mis antebrazos.
Rápidamente busqué a los tipos que estuviesen armados con pistolas, trabucos o cualquier otra arma de fuego y me lancé a por ellos con toda la velocidad que me proporcionaba mi Kempo Tempestad. Antes siquiera de que pudiesen lanzar la primera andanada de disparos ya me encontraba entre ellos, segando con mis armas de sirope cada articulación con la que me cruzaba. No había necesidad de matar a ninguno que no ocasionase un peligro inminente, por lo que me centré en incapacitar a la mayoría en el menor tiempo posible.
Gracias a mi condición de logia cualquiera que consiguiese acercarse lo suficiente como para atacarme no consiguió herirme, por lo que cuando se percataron de mi inmunidad comenzaron a rodearme, haciendo un círculo casi perfecto del que era el centro. Podía leer en sus rastros como la desesperación por detenerme comenzaba a calarles, por lo que decidí hacerles un favor y acabar con la mayoría en el menor tiempo posible.
-Me gusta vuestra atención... Pero tenemos prisa - dije justo antes de generar un montón de sirope más que llevé hacia las cuchillas que había creado, consiguiendo así que estas alcanzasen en torno a los tres metros en un santiamén. -Así que huid o morid - sentencié mientras giraba sobre mí mismo al tiempo que me agachaba, por lo que no tardaron en resonar varios gritos de dolor que inundaron la sala cuando los revolucionarios se vieron malheridos al mismo tiempo que otros tantos hacían caso a mis palabras y buscaban huir entra la miríada de ataques que estaban recibiendo.
Una vez despachados seguiría mi avance junto a Bizvan... Si es que nos dejaban.
Tras tanto enigma absurdo era casi irreal encontrarse en una situación así, pero tras los últimos acontecimientos quedaba claro que esta cruenta, y al mismo tiempo estúpida, lucha llegaba a su clímax final. No había cabida para la duda o para las medias tintas llegados a este punto, por lo que no dudé en lanzarme al frente mientras generaba y endurecía dos hojas de sirope que salían de mis antebrazos.
Rápidamente busqué a los tipos que estuviesen armados con pistolas, trabucos o cualquier otra arma de fuego y me lancé a por ellos con toda la velocidad que me proporcionaba mi Kempo Tempestad. Antes siquiera de que pudiesen lanzar la primera andanada de disparos ya me encontraba entre ellos, segando con mis armas de sirope cada articulación con la que me cruzaba. No había necesidad de matar a ninguno que no ocasionase un peligro inminente, por lo que me centré en incapacitar a la mayoría en el menor tiempo posible.
Gracias a mi condición de logia cualquiera que consiguiese acercarse lo suficiente como para atacarme no consiguió herirme, por lo que cuando se percataron de mi inmunidad comenzaron a rodearme, haciendo un círculo casi perfecto del que era el centro. Podía leer en sus rastros como la desesperación por detenerme comenzaba a calarles, por lo que decidí hacerles un favor y acabar con la mayoría en el menor tiempo posible.
-Me gusta vuestra atención... Pero tenemos prisa - dije justo antes de generar un montón de sirope más que llevé hacia las cuchillas que había creado, consiguiendo así que estas alcanzasen en torno a los tres metros en un santiamén. -Así que huid o morid - sentencié mientras giraba sobre mí mismo al tiempo que me agachaba, por lo que no tardaron en resonar varios gritos de dolor que inundaron la sala cuando los revolucionarios se vieron malheridos al mismo tiempo que otros tantos hacían caso a mis palabras y buscaban huir entra la miríada de ataques que estaban recibiendo.
Una vez despachados seguiría mi avance junto a Bizvan... Si es que nos dejaban.
- Resumen:
- Matar e incapacitar revos para poder proseguir cuanto antes.
Una enorme y abotargada figura sobrevuela la aguja, dando vueltas alrededor de los anillos y lanzándose en picado contra el suelo de vez en cuando, mientras un enorme coloso de niebla lanza tajos a diestro y siniestro, auspiciado por una terrorífica presencia: Krauser ha aparecido, y la fuerza de su presencia se extiende por todas partes mientras se escucha el crujir del metal por todas partes. Algo está sucediendo.
Tras unos instantes de incertidumbre una horda de bestias de más de cuatro metros empieza a surgir de los límites de la aguja, escalando por el exterior ya derruido, y avanzan como una manada destruyendo cada muro que se interpone en su camino. Poco a poco van aniquilando la resistencia que les hace frente y se van acercando al centro, hasta que doce personas bajan descolgadas por un riel, desde el anillo superior, presentándoles batalla.
Los rugidos de dolor, los gañidos y el silbido de las espadas se escuchan por doquier. Las explosiones y los disparos, del mismo modo, empapan la atmósfera, que apesta a sudor y sangre. Y entonces, la música empieza a surgir de la aguja:
Queda poco tiempo.
A partir de ahora se moderará los jueves, por lo que no se puede postear los jueves a partir de las 18:00 horas en el tema principal. Los combates se moderarán cada 24-48 horas, y no están sujetos a esta restricción.
Tras unos instantes de incertidumbre una horda de bestias de más de cuatro metros empieza a surgir de los límites de la aguja, escalando por el exterior ya derruido, y avanzan como una manada destruyendo cada muro que se interpone en su camino. Poco a poco van aniquilando la resistencia que les hace frente y se van acercando al centro, hasta que doce personas bajan descolgadas por un riel, desde el anillo superior, presentándoles batalla.
Los rugidos de dolor, los gañidos y el silbido de las espadas se escuchan por doquier. Las explosiones y los disparos, del mismo modo, empapan la atmósfera, que apesta a sudor y sangre. Y entonces, la música empieza a surgir de la aguja:
Queda poco tiempo.
- 4-$42-Los llaneros libertarios:
- –En tiempos ancestrales –responde uno, el joven al que liberó Giotto en origen– nuestro pueblo vivía de lo que la naturaleza nos daba, y así fue durante muchas eras. Y entonces vinieron las guerras. Humanos llegando hasta nosotros, gentes codiciosas que solo querían adueñarse de nuestras tierras, de lo que durante generaciones nos habíamos ganado palmo a palmo… No lo podíamos consentir. Luchamos, armados con herramientas de caza y armaduras de cuero, apenas acolches contra algunos golpes. Nuestra isla, dijeron, era un punto geoestratégico o algo así, un lugar único que necesitaban, una razón para masacrarnos. Pero en lugar de eso nos encerraron, dejándonos según ellos allí para ver el fin de todo lo que conocíamos, desde dentro. Pero eso se ha acabado.
Según dice eso se va acercando hacia un punto de la sala, desde la que entra luz de luna, y la contempla con una sonrisa siniestra… Su cuerpo va creciendo. Y os mira.
–Gracias, ahora nos cobraremos nuestra venganza.
Uno a uno todos se van aproximando a la luz de la luna y mutando en bestiales engendros que salen del lugar aprisa. Mientras tanto, vuestra exploración concluye con una inspección bastante escrupulosa de la sala: Hay un panel de interruptores escondido tras un pladur caído, y restos de una batalla bajo un falso techo quebrado. Uno de los diales pone “General”.
- Hamlet:
- La niña te mira con una expresión que solo puedes definir como curiosidad. Al final, como protestando, te dice:
- Pero mis perros están aquí. No puedo dejarles. Si se portan mal soy yo quien ha de castigarles.
No te cuesta mucho entender que se refiere a los tres hombres que están luchando contra tus compañeros de aventura. Sin embargo, antes de que puedas hacer nada, tira su peluche al suelo y lo aplasta. Comienza a crecer y a montarse solo, con la niña subiendo montada en sus hombros y riendo todo el rato. Es un enorme oso metálico, te saca cabeza y media… y trata de pegarte un puñetazo en el rostro.
https://www.onepiece-definitiverol.com/t22665-hamlet-vs-el-oso#219135
- Alviss, Luka, NOX y Vile:
- Luka, vas reuniendo lo que puedes en la esfera de agua, y más o menos limpias la zona de la sustancia, reuniéndola en un punto, aunque por alguna razón no puedes comprimirla demasiado, bien sea porque se resiste, bien porque posee una naturaleza que no comprendes. En cuanto a tus piernas notas como el dolor se va extendiendo lentamente, a partir de las manchas puedes ver como van saliendo venas que ascienden lentamente. Por ahora están a la altura de tus gemelos.
El disparo logra desviar el cuchillo y la onda cortante de Vile viaja junto con la de Nox formando una cruz hasta vuestro enemigo, pero hay algo raro. Como la anterior vez, parece haber dado a una copia de miasma, pero esta vez se escucha un "Clank" metálico. Una espada incandescente emerge de la silueta del enmascarado. Ahora tenéis delante una mujer, joven, de tez pálida y pelo blanco, la cual viste con ropas hechas de cuero.
- Nada mal, aunque creo que deberías ir a por vuestro compañero el pez, creo que está en problemas. - Tras eso unos filos similares a los de sus espada surgen en el aire y salen volando uno hacia cada uno de vosotros, mientras que ella lanza un tajo vertical en dirección a Vile.
Mientras tanto, al otro lado del muro de chocolate... Luka, escuchas algo detrás de ti, como el leve roce de una tela. Cuando te das la vuelta, ves al mismo sujeto de antes.
- Veo que te has infectado, si te relajas haré que sea indoloro, aunque si te mueves mucho sólo harás que se extienda más rápido y eso va a doler... tu decides. - Por lo demás no parece hacer nada, se ha quedado ahí, mirándote.
El miasma empieza a cubrir el suelo al lado de las paredes del fortín de chocolate, las cuales se derrumban por momentos.
https://www.onepiece-definitiverol.com/t22668-luka-nox-vile-y-alviss-vs-la-espadachina-albina-y-el-enmascarado-oscuro#219139
- Marc, Nailah, Mist y Steve:
- Marc, logras repeler un shuriken con éxito, pero todos ven como otro te da en el hombro deándotelo herido de la explosión.
Vais a decidir la dirección en la que ir, pero algo os detiene, una serie de voces os llaman la atención y una fuerza extraña tira de Spanner hacia donde está el resto. Cuando llegáis podéis ver tres figuras humanas en la niebla. Son tres hombres, altos, hermosos como una estatua, con músculos marcados y diríais que aceitados. Visten lo que parecen unas ropas tribales.
De pronto unas paredes emergen del suelo, separando al grupo en tres. Uno, el cual parece tener la mano extendida hacia Mist, se queda con él, de facciones marcadas, rostro serio y cabellos cortos y rubios. Nailah, tu te quedas con Steve y uno de los hombres, tiene el cabello blanco y rizado, lo cual contrasta con su tez morena. Por último Marc, tu te enfrentas al último, el de rasgos más bellos y seductores, con una melena ondulada de todos morado oscuro.
https://www.onepiece-definitiverol.com/t22671-marc-vs-los-hombres-de-la-limpieza-1#219144
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- Dretch, Taylor, Bizvan y Tobias:
- El revolucionario, derrotado, os mira con miedo. Parece que está acojonado, a unos niveles increíbles. Sin embargo, pone rostro de duda cuando oye vuestra pregunta.
—¿Qué? ¡No estamos con estos locos! ¡La revolución no está con estos locos! ¡Os atacamos porque sois del gobierno y no queriamos que nos atacaráis primero! ¡No sabemos parar la aguja!
—Lamentable —dice una voz seguida de unos sonoros pasos. De entre los cadáveres, caminando sobre ellos, llega hasta vosotros una figura vestida de blanco. Tras él lo siguen otras cuatro personas vestidas con traje elegante.
https://vignette.wikia.nocookie.net/finalfantasy/images/0/06/Turks.JPG/revision/latest?cb=20080313082606
El hombre apunta al revolucionario moribundo con su escopeta y antes de que podáis decir nada, dispara, sacándolo de su aparente miseria. Después se apoya el arma en el hombro y os observa.
—Uno ya no puede fiarse de buenos hombres en la revolución. Ni siquiera eran capaces de ver el bien que puede llegar a hacer este maravilloso instrumento... Por mucho que lo intentéis este monumento es... —Estira los brazos y mira al cielo—... inevitable. Chicos... Entretenedlos, no pueden llegar hasta Brownie.
Y los hombres vestidos de negro dan un paso hasta vosotros. El moreno y el pelirrojo se acercan peligrosamente a Dretch y Taylor, mientras que los otros dos se acercan a Bizvan y Tobias, sacando sus armas.
https://www.onepiece-definitiverol.com/t22669-dretch-y-taylor-vs-rude-y-reno#219141
https://www.onepiece-definitiverol.com/t22670-bizvan-y-tobias-vs-elena-y-tseng#219142
- Kodama:
- Sea como sea, nadie te responde. Parece que la voz está jugando contigo de muy mala manera. Por suerte, en un momento de paz que no te incomoda, puedes ascender por las escaleras hasta el quinto piso. Un aire fresco te rodea y, a tu alrededor no hay nada. Puedes ver el cielo nocturno estrellado y anillos que siguen ascendiendo en la torre. Si miras hacia arriba puedes ver a dos personas volar que parecen ser atacadas por bolas de goma, pero cerca de ti no hay nadie. Si sigues avanzando, el suelo comienza a temblar y a los alrededor surgen muros de plantas que te impiden el paso. En uno de esos muros está subido un muchacho, que por su aspecto, parece ser bastante joven y demacrado debido a las cicatrices de su rostro. Te señala, esbozando una sonrisa y da un salto en el aire a medida que los muros de plantas comienzan a comprimirse para intentar apresarte.
https://www.onepiece-definitiverol.com/t22666-kodama-vs-el-hombre-que-susurraba-a-los-robles#219136
- 4-$13-Liv, Simo y Braud:
- Parece que los ánimos se han caldeado un poco y, por más que os gustaría separaros, debéis permanecer juntos para resolver vuestras diferencias ya que solo tenéis un único camino disponible. Por algún motivo, una voz resuena a vuestro alrededor y en vuestras cabezas. Se ríe de manera feliz, pero con cierto deje de burla.
-Los necios se matan entre ellos.
Es la misma voz que antes y parece que lo único que quiere es veros pelear entre vosotros, aunque seguramente no lo consiga si os ponéis de acuerdo. Quién sabe. La cosa es que si avanzáis llegaréis hasta una sala amplia y totalmente vacía. El suelo está lleno de agua que os llegaría por los tobillos y, en cuestión de segundos, una explosión derriba un muro de la Aguja. Un montón de revolucionarios y os superan en número con creces, os rodean y dejan a la vista una escaleras de caracol, que por la brisa que entra, da al aire libre el siguiente piso.
[Podéis realizar acciones cerradas al grupo de revolucionarios]
- Brynn y Scarlett:
- Steve parece haber desaparecido sin dejar rastro. Por otro lado lográis esquivar los disparos sin problemas y, entre los dos derrotar a 6 de las sombras. Cuando las veis más de cerca comporbáis que hay algo raro, son personas o, bueno, parecen. Sus cuerpos están marchitos y secos, casi como una momia, de la nuca y, en ocasiones, de una cuenca ocular o fosa nasal les sale una larga y protuberante seta.
Escucháis un lento y casi sarcástico aplauso en la distancia. Entre la niebla emerge una persona, por las pintas diríais que es la que está tras esto. Viste unas ropas... que parecen más bien confeccionadas con vegetales y hongos. Es un hombre de mediana edad y cabellos oscuros y lisos.
- Veo que podéis hacer frente a mis marionetas pero... hasta aquí habéis llegado, no puedo permitir que paséis de este punto.
https://www.onepiece-definitiverol.com/t22674-brynn-y-scarlett-vs-el-druida-de-las-esporas#219147
- Zane, Zuko, Death y Osu.:
- 5 Maki y Annie:
- Annie había resultado ser una compañera muy mala, sin embargo, el karma siempre llega a las personas así, y cuando estaba a punto de alcanzar el anillo superior cerca de una treintena de pelotas de tenis se aproximaban hacia ella a gran velocidad con la intención de golpearla. Pero eso no era lo peor, sino que un hombre armado con un rifle le apuntaba directamente desde arriba. No disparó una bala, sino una red que se abrió hasta abarcar cinco metros.
—Lo siento gatita voladora, pero no puedo dejar que sigas tu camino como exploradora. No por odio, ni por rencor, es porque es mi única obligación.
Tras eso, parece que está cagando de nuevo su rifle, pero esta vez se abalanza sobre ti a gran velocidad.
Maki, tú pequeño amigo al verte huye, o eso es lo que piensas. No obstante, no tardas mucho en darte cuenta que no es de ti de quien quería escapar, sino de una persona que ha aparecido justo detrás sin que te des cuenta. Es alto, moreno y con pintas de ser un truhan. Al ver el vehículo tirado en el suelo, saca una especie de cuchillo con una bomba en el mango y lo lanza hacia el depósito de combustible con intención de hacerlo explotar. Además, otro cuchillo se dirige hacia a ti.
Combate 1: https://www.onepiece-definitiverol.com/t22679-annie-vs-n-5#219163
Combate 2: https://www.onepiece-definitiverol.com/t22680-maki-vs-n3#219164
- 5 Tenebrex y Hulia:
- Comenzáis a subir por la escalera, pero esta parece no tener fin. Seguís subiendo y subiendo y entonces os dais cuenta de una cosa, estáis atravesando una especie de puerta que os lleva de nuevo a la base de la escalera. Entonces, se abre un portón a los pies de Julianna y cae durante unos metros hasta tocar suelo. Está duro, y se hace un pequeño cardenal en el trasero. A su alrededor no hay nadie, pero ves a un pequeño ratón que va tomando forma humana.
—¡Hola! —te dice—. No me hace gracia tener que matar a una niña pequeña, pero no me queda más remedio. ¿Quieres comenzar?
Tenebrex, a tus pies también se abre un portal, pero tu caes en mitad de una contienda entre revolucionarios y agentes del gobierno, pero frente a ti ves a un individuo que te mira y sonríe. Tras eso, gira sus manos y aparece otro agujero bajo tus pies, pero esta vez caes frente a ese sujeto y te intenta golpear en toda la cara, pero no es un ataque normal, sino que cuando lo hace sale de su mano surge una onda de aire muy poderosa.
Combate 1: https://www.onepiece-definitiverol.com/t22664-edward-vs-lucio-deer#219133
Combate 2: https://www.onepiece-definitiverol.com/t22663-julianna-vs-la-nina-rata#219132
- Osuka y Valar:
- Osuka, consigues avanzar entre los muros y hasta llegar al centro de una espesa niebla. Allí escuchas una voz conocida, es amenazante, pero no consigues saber realmente que dice. De pronto, Krauser aparece ante ti. Su presencia es fuerte, tanto que te paraliza durante un segundo en el que aprovecha para lanzarte un shuriken de energía a gran velocidad.
Entonces, una fuerte corriente de aire se lleva volando a Valar de allí, cayendo a varios metros. Allí, entonces, puede vislumbrar a un gyojin que te mira. A su alrededor hay como una veintena de gotas de agua que toman forma de aguja y salen despedidas hacia ti.
Combate Osuka: https://www.onepiece-definitiverol.com/t22675-la-alianza-tribando-vs-krauser#219148
Combate Valar: https://www.onepiece-definitiverol.com/t22662-valar-vs-ralav#219131
- Lance:
- Lance, mientras observas impotente como Katharina combate, notas una sombra que se cierne sobre ti. Al girarte no ves nada, y cuando vuelves a mirar al frente te topas con una mujer de cabellos blancos.
—¿En serio me han enviado contra un criajo como tú? —se pregunta en voz alta, tratando de darte un puñetazo que te atraviesa—. Vaya… —comenta, sin sacar la mano de tu cuerpo. Tu electricidad no parece afectarle. ¿Qué haces?
COMBATE: https://www.onepiece-definitiverol.com/t22667-lance-vs-tanya-cross#219138
- Yarmin, Ellanora, y Arribor:
- Avanzáis entre la niebla, palpando lo que parece tenerse en pie y evadiendo los trozos de suelo que pan desplomándose. Por fin parecéis llegar a un punto más estable y notáis algo familiar, la luz de la luna.
Por fin podéis ver el cielo al llegar a la quinta planta, pero hay algo raro. hay paredes metálicas más cercanas de lo que recordabais y... Arribor, no es Yarmin a quien estás agarrando, sino a lo que parece ser un montón de manteca de cacahuete del tamaño de una persona con una sonrisa de idiota en la cara.
Ellanora, estás tomando de la mano a un tipo vestido con una túnica negra, ropajes oscuros y una máscara de pájaro similar a los famosos médicos de la peste de hace siglos.
Yarmin, tienes en frente una máquina de café de dos metros de altura. Le salen brazos y piernas metálicas que parecen hechas de tubos. Mientras dice "Beep Boop Destruir humano"
https://www.onepiece-definitiverol.com/t22676-arribor-vs-mr-ticles#219149
https://www.onepiece-definitiverol.com/t22677-yarmin-vs-la-maquina-de-cafe-de-la-perdicion#219150
https://www.onepiece-definitiverol.com/t22678-ellanora-vs-el-doctor#219151
A partir de ahora se moderará los jueves, por lo que no se puede postear los jueves a partir de las 18:00 horas en el tema principal. Los combates se moderarán cada 24-48 horas, y no están sujetos a esta restricción.
- Mapas:
Todo había sucedido de un modo muy rápido y, por qué no, turbulento. Una densa niebla se había apoderado de todo y de todos, obligando al rubio a encorvarse y respirar agitadamente en un vano intento por obtener el aire que le negaban. Al mismo tiempo, una voz colérica acompañaba a los sonidos de destrucción que resonaban por doquier. Tan rápido como había llegado, Krauser había abandonado el lugar para revelar una Aguja completamente desnuda, luciendo su esqueleto metálico con igual arrogancia que hasta el momento.
La voz triunfante que había sonado a continuación aún resonaba en la mente de Therax cuando, siguiendo al grupo, había ascendido por la escalera que conducía a un piso superior. Las sombras acechaban allí, pero un razonamiento en voz alta de Spanner resultaba bastante más atractivo que las mismas y, a la luz de las conclusiones alcanzadas por el subcapitán, se había puesto en marcha para ayudar en la medida de lo posible a Zane y los demás.
Por su parte, el rubio había optado por encaramarse a los muros y hacer uso de su viento para ir de uno en otro. Los demás habían optado por la intangibilidad del pelimorado para atravesar las paredes y alcanzar su destino. Habían conseguido solventar los escasos problemas que les habían tratado de bloquear el camino, pero finalmente habían llegado junto a los demás.
Y allí se encontraba, aún sobre uno de los muros y con cinco centímetros de Yuki-onna fuera de su vaina, tratando de decidir cuál debía ser su primer paso. El resto de los Arashi habían sido aislados, mientras que Zane continuaba combatiendo contra Krauser. ¿Y si proseguía con el camino que debía llevarle hasta la destrucción del Jinete? una sonrisa iluminó brevemete su rostro.
La voz triunfante que había sonado a continuación aún resonaba en la mente de Therax cuando, siguiendo al grupo, había ascendido por la escalera que conducía a un piso superior. Las sombras acechaban allí, pero un razonamiento en voz alta de Spanner resultaba bastante más atractivo que las mismas y, a la luz de las conclusiones alcanzadas por el subcapitán, se había puesto en marcha para ayudar en la medida de lo posible a Zane y los demás.
Por su parte, el rubio había optado por encaramarse a los muros y hacer uso de su viento para ir de uno en otro. Los demás habían optado por la intangibilidad del pelimorado para atravesar las paredes y alcanzar su destino. Habían conseguido solventar los escasos problemas que les habían tratado de bloquear el camino, pero finalmente habían llegado junto a los demás.
Y allí se encontraba, aún sobre uno de los muros y con cinco centímetros de Yuki-onna fuera de su vaina, tratando de decidir cuál debía ser su primer paso. El resto de los Arashi habían sido aislados, mientras que Zane continuaba combatiendo contra Krauser. ¿Y si proseguía con el camino que debía llevarle hasta la destrucción del Jinete? una sonrisa iluminó brevemete su rostro.
Las palabras vertidas por las voces, desconocidas para mí, habían logrado calar en mi interior. El silencio se había apoderado de cada rincón de mi ser, mientras un mar de dudas golpeaba mis sienes sin misericordia. ¿Quién era el causante final de todo aquello? ¿Cómo podía alguien llegar a generar y sentir tanto odio al mismo tiempo?
Una tímida sonrisa fue mi única respuesta cuando Ellie hizo su intento por animarme, siendo ésta acompañada por el último acceso de tos sanguinolenta. Que no fuese mía -al menos eso pensaba yo- era consuelo, aunque más que insuficiente dadas las circunstancias.
No obstante, mi atención volvió a lo que tenía frente a mí cuando la puerta del ascensor se abrió. Destrucción, tuberías, cables y, lo que peores consecuencias auguraba, bestias dismórficas con insaciables ganas de venganza. La mink había propuesto un sinfín de alternativas de cara a decidir nuestro próximo paso, pero habían quedado completamente eclipsadas por el efecto que la libertad había tenido sobre las criaturas.
En lugar de eso, un examen del lugar se había mostrado bastante revelador. Tras desplazar y arrastrar escombros hasta que la suciedad hubo cubierto por completo mis manos, di con un panel de control que parecía estar operativo. Uno de las pocas etiquetas que aún podían leerse rezaba "general" y, a la luz de las vías de actuación de las que estábamos haciendo uso hasta el momento, no me lo pensé.
-Voy a accionar esto, ¿vale? -dije lo suficientemente alto como para que Giotto y Ellie pudieran oírme. Si nadie hacía nada por evitarlo, haría aquello que había avisado.
Una tímida sonrisa fue mi única respuesta cuando Ellie hizo su intento por animarme, siendo ésta acompañada por el último acceso de tos sanguinolenta. Que no fuese mía -al menos eso pensaba yo- era consuelo, aunque más que insuficiente dadas las circunstancias.
No obstante, mi atención volvió a lo que tenía frente a mí cuando la puerta del ascensor se abrió. Destrucción, tuberías, cables y, lo que peores consecuencias auguraba, bestias dismórficas con insaciables ganas de venganza. La mink había propuesto un sinfín de alternativas de cara a decidir nuestro próximo paso, pero habían quedado completamente eclipsadas por el efecto que la libertad había tenido sobre las criaturas.
En lugar de eso, un examen del lugar se había mostrado bastante revelador. Tras desplazar y arrastrar escombros hasta que la suciedad hubo cubierto por completo mis manos, di con un panel de control que parecía estar operativo. Uno de las pocas etiquetas que aún podían leerse rezaba "general" y, a la luz de las vías de actuación de las que estábamos haciendo uso hasta el momento, no me lo pensé.
-Voy a accionar esto, ¿vale? -dije lo suficientemente alto como para que Giotto y Ellie pudieran oírme. Si nadie hacía nada por evitarlo, haría aquello que había avisado.
Ellie
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La mink escuchó atentamente lo que aquellos seres contaban. Habían sido uno de los tantos pueblos oprimidos a manos de los humanos, codiciosos y malvados a partes iguales, y tras ello, y haciendo gala de su enorme maldad, les habían encadenado para que, según ellos, viesen el fin de su tierra. La joven agente por poco empieza a llorar, pero mostrando una gran fortaleza, aguantó.
Sin embargo, los seres hablaron de venganza, y tras ello se acercaron hacia la luz que la luna proyectaba en una parte de la sala en la que estaban. Y mutaron. Si ya de por sí tenían aspecto feroz, su mutación hacía que fuesen aún más temibles. La loba pensó en pararlos, pero sabía que no podría. Nada mueve más que la venganza, y aquellos seres estaban repleta de ella.
Apretó el puño y golpeó el aire, yéndose hasta un rincón de la sala mientras Giotto y Iulio inspeccionaban el lugar. Sacó las pocas lágrimas que sus ojos dejaron salir, y tras ello se las secó, tocando utensilios rotos del suelo. Al fin y al cabo, debía parecer que estaba intentando inspeccionar algo. Una vez Iulio habló, la agente se acercó hasta él, estornudando falsamente un par de veces y llevándose las patas hasta los mofletes, de donde aún le caía alguna lágrima.
- Por mí vale, a ver si explota algo y nos podemos ir de aquí. Odio el polvo.
Sin embargo, los seres hablaron de venganza, y tras ello se acercaron hacia la luz que la luna proyectaba en una parte de la sala en la que estaban. Y mutaron. Si ya de por sí tenían aspecto feroz, su mutación hacía que fuesen aún más temibles. La loba pensó en pararlos, pero sabía que no podría. Nada mueve más que la venganza, y aquellos seres estaban repleta de ella.
Apretó el puño y golpeó el aire, yéndose hasta un rincón de la sala mientras Giotto y Iulio inspeccionaban el lugar. Sacó las pocas lágrimas que sus ojos dejaron salir, y tras ello se las secó, tocando utensilios rotos del suelo. Al fin y al cabo, debía parecer que estaba intentando inspeccionar algo. Una vez Iulio habló, la agente se acercó hasta él, estornudando falsamente un par de veces y llevándose las patas hasta los mofletes, de donde aún le caía alguna lágrima.
- Por mí vale, a ver si explota algo y nos podemos ir de aquí. Odio el polvo.
Ryuichi Ichiban
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Bajó la vista al ver como un hacha apuntaba a su cuello desde lo bajo. Miró para ver al a muchacha que habían estado siguiendo levantando su arma, apenas llegando a su objetivo debido a la enorme diferencia de altura, pero con decisión y fuego en la mirada, así como en sus palabras. El gigante sonrió para después soltar una carcajada. Una mujer recia y luchadora, que no le tenía miedo a un gigante que medía más que el doble que ella. Su carcajada no era de burla, sino de pura alegría. Le encantaba conocer gente así.
—Me gustas, pequeña —dijo mirándola con una sonrisa—. Una mujer guerrera. Desde que dejé Leirngaf que no conocía a nadie así.
Tocó el agua fría con sus pies descalzos. Al resto de personas le llegaban a los tobillos, aunque a él no le llegaba a tanto, pues no llegaba a cubrir del todo sus pies. Entonces, una explosión rompió la pared y entraron en la sala un enorme número de personas que parecía querer luchar contra ellos. El gigante, contento porque iba a poder ver a la muchacha en acción, chocó los puños, poniéndose en posición.
—No termina de gustarme esto, pues... A penas es una lucha justa —sonrió mientras se veía en vuelto de su aura rojiza.
Saltó hacia delante y con un brazo barrió a tres hombres al mismo tiempo, lanzándolos lejos, a la par que uno de ellos intentaba golpearle en la pierna con una especie de vara de metal. Recibió el golpe en la espinilla, aunque no se movió, intentando mostrar que ni se inmutaba para intimidar a su enemigo, al cual cogió de la cabeza y lo lanzó al otro lado de la habitación. Sus puños volaban de un lado para el otro y cada revolucionario que llegaba hasta él salía volando por su gran fuerza. Cada golpe iba acompañado de un potente rugido. En cuanto todos estuvieran derribados por las fuerzas unidas del grupo, gritaría con una carcajada al aire para después subir corriendo por las escaleras en busca de un desafío mayor.
—Me gustas, pequeña —dijo mirándola con una sonrisa—. Una mujer guerrera. Desde que dejé Leirngaf que no conocía a nadie así.
Tocó el agua fría con sus pies descalzos. Al resto de personas le llegaban a los tobillos, aunque a él no le llegaba a tanto, pues no llegaba a cubrir del todo sus pies. Entonces, una explosión rompió la pared y entraron en la sala un enorme número de personas que parecía querer luchar contra ellos. El gigante, contento porque iba a poder ver a la muchacha en acción, chocó los puños, poniéndose en posición.
—No termina de gustarme esto, pues... A penas es una lucha justa —sonrió mientras se veía en vuelto de su aura rojiza.
Saltó hacia delante y con un brazo barrió a tres hombres al mismo tiempo, lanzándolos lejos, a la par que uno de ellos intentaba golpearle en la pierna con una especie de vara de metal. Recibió el golpe en la espinilla, aunque no se movió, intentando mostrar que ni se inmutaba para intimidar a su enemigo, al cual cogió de la cabeza y lo lanzó al otro lado de la habitación. Sus puños volaban de un lado para el otro y cada revolucionario que llegaba hasta él salía volando por su gran fuerza. Cada golpe iba acompañado de un potente rugido. En cuanto todos estuvieran derribados por las fuerzas unidas del grupo, gritaría con una carcajada al aire para después subir corriendo por las escaleras en busca de un desafío mayor.
Simo Baker
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Mi amenaza pareció caer en saco roto tras la contestación del gigante a la loca que quería matarlo. “¿Qué cojones?”, pensé. De verdad me estaba costando entender la mente de aquel gigante, pero era una buena forma de estudiar su raza. De tener que infiltrarme alguna vez en un grupo de gigantes ya tenía claro que lo que tenía que hacer era parecer ser estúpido y querer pegarme con todo. Sólo quedaba ver como respondía la enana agresiva, que era imprevisible a pesar de parecer tener un objetivo similar al nuestro.
En ese instante la pared lateral se rompió y comenzó a entrar un gran destacamento rebelde. –¡Decídete! ¿Estás contra el gobierno o contra la revolución?-, apresuré a la loca antes de que los enemigos se nos acercaran lo suficiente. –¡Bucharatti! ¡Intenta cubrir la espalda del grandullón que no le pillen desprotegido!-, ordené al de las cremalleras tomando por primera vez en serio mi posición de mando. No me gustaba tener que hacerlo, pero la situación requería de ello o iríamos como pollos sin cabeza contra un ejército organizado. -¡Shintaro! Tu…-, me dispuse a proseguir. “Mierda”, pensé al instante. No estaba. Ese maldito bastardo no estaba. Era mi misión vigilarlo y había fallado, seguro que eso me traía problemas. Bueno, al menos ahora estaba cien por cien seguro de que era un traidor, acabaría rindiendo cuentas contra el gobierno más adelante. Ahora había un batallón entero que despachar y una niña asesina de la que cuidarse, no podía despistarme.
El gigante estaba haciendo bien su función de primera línea, lo que me daba a mí la oportunidad de brillar como tirador. Endurecí mi brazo izquierdo con el tekkai para evitar el retroceso de la piumpiummuellemuelladora y comencé a tomar objetivos. El primero fue uno de los revolucionarios que el mercenario había lanzado al aire. “¡Bum a la cabeza!”, pensé al ver impactar la bala. El siguiente disparo pasó entre las piernas de mi compañero para terminar impactando en el vientre de un soldado que apenas empezaba a atravesar el hueco del muro. Hubo un tercero, un cuarto, un quinto… Todos disparos mortales, pero no eran suficiente. Por mucho que los cadáveres se acumularan a la entrada y el gigante lanzara por los aires a los que le llegaban, eran demasiados. Si queríamos seguir manteniendo fácil esa victoria, teníamos que evitar que se adentraran en exceso y nos rodearan, así que me vi obligado a combinar los disparos rápidos con golpes cuerpo a cuerpo. Quizá no era mi especialidad, pero con la nueva técnica que estaba desarrollando podía despachar rápidamente a esos rebeldes de pacotilla. Disparo a la rodilla de uno, soru para aparecer junto al compañero que se acercara a ayudarle y destrozarle la mandíbula de un golpe. No estaban preparados para hacer frente a las técnicas del rokushiki. Con la velocidad del soru y la agilidad del kami-e eran incapaces de tocarme, para ellos no era más que un surco en el agua del suelo que indicaba su muerte.
Acabada la tarea el gigante rugió emocionado, ante lo que no pude evitar dejar escapar una sonrisa. Habían sido muchos, pero duraron tanto como sus ánimos al ver que el gigante era inmune a sus ataques. No pude evitar pensar en los débiles reclutas que habían entrado en la torre con nosotros. ¿Habrían tenido un destino igual al de los rebeldes? Seguramente, pero al menos había sido luchando por el bien del mundo, no como las ratas que yacían a nuestros pies. –Sigamos para arriba, seguro que allí podemos seguir la fiesta-, dije mirando a Braudbrüthgael. –Y no nos olvidemos que aún hay algo que cazar-, continué girando mi vista hacia la chica con esperanza de que se decidiera a cazar al monstruo y no a nosotros.
En ese instante la pared lateral se rompió y comenzó a entrar un gran destacamento rebelde. –¡Decídete! ¿Estás contra el gobierno o contra la revolución?-, apresuré a la loca antes de que los enemigos se nos acercaran lo suficiente. –¡Bucharatti! ¡Intenta cubrir la espalda del grandullón que no le pillen desprotegido!-, ordené al de las cremalleras tomando por primera vez en serio mi posición de mando. No me gustaba tener que hacerlo, pero la situación requería de ello o iríamos como pollos sin cabeza contra un ejército organizado. -¡Shintaro! Tu…-, me dispuse a proseguir. “Mierda”, pensé al instante. No estaba. Ese maldito bastardo no estaba. Era mi misión vigilarlo y había fallado, seguro que eso me traía problemas. Bueno, al menos ahora estaba cien por cien seguro de que era un traidor, acabaría rindiendo cuentas contra el gobierno más adelante. Ahora había un batallón entero que despachar y una niña asesina de la que cuidarse, no podía despistarme.
El gigante estaba haciendo bien su función de primera línea, lo que me daba a mí la oportunidad de brillar como tirador. Endurecí mi brazo izquierdo con el tekkai para evitar el retroceso de la piumpiummuellemuelladora y comencé a tomar objetivos. El primero fue uno de los revolucionarios que el mercenario había lanzado al aire. “¡Bum a la cabeza!”, pensé al ver impactar la bala. El siguiente disparo pasó entre las piernas de mi compañero para terminar impactando en el vientre de un soldado que apenas empezaba a atravesar el hueco del muro. Hubo un tercero, un cuarto, un quinto… Todos disparos mortales, pero no eran suficiente. Por mucho que los cadáveres se acumularan a la entrada y el gigante lanzara por los aires a los que le llegaban, eran demasiados. Si queríamos seguir manteniendo fácil esa victoria, teníamos que evitar que se adentraran en exceso y nos rodearan, así que me vi obligado a combinar los disparos rápidos con golpes cuerpo a cuerpo. Quizá no era mi especialidad, pero con la nueva técnica que estaba desarrollando podía despachar rápidamente a esos rebeldes de pacotilla. Disparo a la rodilla de uno, soru para aparecer junto al compañero que se acercara a ayudarle y destrozarle la mandíbula de un golpe. No estaban preparados para hacer frente a las técnicas del rokushiki. Con la velocidad del soru y la agilidad del kami-e eran incapaces de tocarme, para ellos no era más que un surco en el agua del suelo que indicaba su muerte.
Acabada la tarea el gigante rugió emocionado, ante lo que no pude evitar dejar escapar una sonrisa. Habían sido muchos, pero duraron tanto como sus ánimos al ver que el gigante era inmune a sus ataques. No pude evitar pensar en los débiles reclutas que habían entrado en la torre con nosotros. ¿Habrían tenido un destino igual al de los rebeldes? Seguramente, pero al menos había sido luchando por el bien del mundo, no como las ratas que yacían a nuestros pies. –Sigamos para arriba, seguro que allí podemos seguir la fiesta-, dije mirando a Braudbrüthgael. –Y no nos olvidemos que aún hay algo que cazar-, continué girando mi vista hacia la chica con esperanza de que se decidiera a cazar al monstruo y no a nosotros.
Dexter Black
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Tardó un buen rato en vislumbrarlo todo, agradeciendo en su cabeza que Zane, Zuko y Osuka -a quienes a partir de ese momento llamaría "ZZ-Os"- estuviesen enfrentando en una bastante injusta y desigual pelea: Krauser estaba, en principio, muy lejos del nivel de cualquiera de ellos. Si no fuese porque hasta el momento él era el único que albergaba mínima idea de cómo enfrentarse no al enemigo, sino a su terrible arma, habría elegido luchar él mandando a otros en su lugar. Afortunadamente para el trío dinamita, Deathstroke estaba apoyándolos, lo que por otro lado era un poco extraño: Slade podría haber tomado su lugar, pero le faltaba iniciativa. Lo mismo que lo convertía en un ideal segundo de abordo -lealtad indudable y devoción por su capitán- hacía de él alguien poco confiable en según qué circunstancias. Pero si había algo de verdad poco confiable en aquel lugar era lo que acababa de ver ahí abajo.
-¿Una máquina de vapor? -Preguntó en voz alta, descolocado- ¡¿De verdad estáis usando el planeta de caldera?!
La energía geotérmica representaba varios problemas. El primero de ellos era que, sin calor, no funcionaba. En realidad ese problema se aplicaba a cualquier artilugio o invención con terminación "-térmico", excepto el chándal térmico. Otro un poco más preocupante era que, para abastecer de mucha energía necesitaba extraer la energía de muy hondo, o de un volcán... Fuentes inestables que podían significar el fin de la aguja si algo se descontrolaba. Y también estaba el tema de tener un circuito de generación alrededor o bajo la aguja. Sin entrar en las mil cosas que estaban mal de aquel desastre, estaba ante una chapuza: Lo habían hecho con prisa. "Muy agudo, ahora algo que no supieras".
Miró hacia arriba, a lo más alto. La aguja se extendía por decenas, cientos de metros, una distancia escasa para él pero terriblemente peligrosa teniendo en cuenta las armas que ya había observado. Sin apartar la vista de la parte superior cerró los ojos, y dejó a su cuerpo crecer sin límites.
Las escamas iban recubriéndolo mientras cada pliegue de su piel se estiraba, creciendo hasta tomar forma de una enorme bestia alada, estilizada y de larga cola. Su envergadura era solo imaginable mientras las alas recogidas se estiraban poco a poco, y al primer aleteo una nube gris comenzó a extenderse a su alrededor. La tormenta no se debía hacer esperar más.
Alzó el vuelo con elegancia y la nube siguió con él, creciendo más hasta cubrir como un techo negro la negra noche, solo atravesado por una columna de brillante fuego... Un faro de esperanza.
-Mucha suerte - les deseó para sus adentros, y con la misma facilidad con que su cuerpo se elevó comenzó a tomar altura mientras rayos azules empezaban a recorrer la cada vez más amplia superficie de la nube. Su cuerpo dibujaba círculos mientras se movía adelante y atrás, de un lado para otro, concentrando como si de una improvisada bobina se tratase electricidad bastante como para iluminar el mundo entero varias horas. Estaba claro que aquello era imposible sin morir en el proceso, pero aquel marco teórico involucraba un efecto que él conocía muy bien: Fuga electromagnética.
Si lograba lo que pretendía el flujo resultante perpendicular a su trayectoria no solo sería suficiente para provocar jaqueca a quienes se encontrasen cerca, sino que poco a poco, mientras la nube negra fraguaba en un torbellino azul tan brillante que dolía mirarlo, la electricidad comenzaría a escapar sin control, guiada por lo que ofreciese menor resistencia: Todo el metal de la estructura, las torretas, las armas de sus enemigos... Estaban mucho más cerca que los aliados del suelo, y en cualquier caso, como si de un lago la bestia se alzase, Dexter emergió de entre la electricidad con un rugido en la boca y una larga cola de rayo que le seguía.
Sabía que duraría poco. Por mucha que fuese y por mucho que la tratase de contener, la fuerza de la electricidad era incontenible. Según se salió de los anillos y fijó sus ojos en cada torreta o tirador comenzó a volar en vertical, dejando que la brillante energía que había reunido escapase hacia ellos. Con un poco de suerte aquella misión suicida saldría bien, y de hacerlo aterrizaría, ya humano, en lo más alto, para darse cuenta de una última cosa:
-¡Mierda! -Gritaría- Me olvidé del frío.
-¿Una máquina de vapor? -Preguntó en voz alta, descolocado- ¡¿De verdad estáis usando el planeta de caldera?!
La energía geotérmica representaba varios problemas. El primero de ellos era que, sin calor, no funcionaba. En realidad ese problema se aplicaba a cualquier artilugio o invención con terminación "-térmico", excepto el chándal térmico. Otro un poco más preocupante era que, para abastecer de mucha energía necesitaba extraer la energía de muy hondo, o de un volcán... Fuentes inestables que podían significar el fin de la aguja si algo se descontrolaba. Y también estaba el tema de tener un circuito de generación alrededor o bajo la aguja. Sin entrar en las mil cosas que estaban mal de aquel desastre, estaba ante una chapuza: Lo habían hecho con prisa. "Muy agudo, ahora algo que no supieras".
Miró hacia arriba, a lo más alto. La aguja se extendía por decenas, cientos de metros, una distancia escasa para él pero terriblemente peligrosa teniendo en cuenta las armas que ya había observado. Sin apartar la vista de la parte superior cerró los ojos, y dejó a su cuerpo crecer sin límites.
Las escamas iban recubriéndolo mientras cada pliegue de su piel se estiraba, creciendo hasta tomar forma de una enorme bestia alada, estilizada y de larga cola. Su envergadura era solo imaginable mientras las alas recogidas se estiraban poco a poco, y al primer aleteo una nube gris comenzó a extenderse a su alrededor. La tormenta no se debía hacer esperar más.
Alzó el vuelo con elegancia y la nube siguió con él, creciendo más hasta cubrir como un techo negro la negra noche, solo atravesado por una columna de brillante fuego... Un faro de esperanza.
-Mucha suerte - les deseó para sus adentros, y con la misma facilidad con que su cuerpo se elevó comenzó a tomar altura mientras rayos azules empezaban a recorrer la cada vez más amplia superficie de la nube. Su cuerpo dibujaba círculos mientras se movía adelante y atrás, de un lado para otro, concentrando como si de una improvisada bobina se tratase electricidad bastante como para iluminar el mundo entero varias horas. Estaba claro que aquello era imposible sin morir en el proceso, pero aquel marco teórico involucraba un efecto que él conocía muy bien: Fuga electromagnética.
Si lograba lo que pretendía el flujo resultante perpendicular a su trayectoria no solo sería suficiente para provocar jaqueca a quienes se encontrasen cerca, sino que poco a poco, mientras la nube negra fraguaba en un torbellino azul tan brillante que dolía mirarlo, la electricidad comenzaría a escapar sin control, guiada por lo que ofreciese menor resistencia: Todo el metal de la estructura, las torretas, las armas de sus enemigos... Estaban mucho más cerca que los aliados del suelo, y en cualquier caso, como si de un lago la bestia se alzase, Dexter emergió de entre la electricidad con un rugido en la boca y una larga cola de rayo que le seguía.
Sabía que duraría poco. Por mucha que fuese y por mucho que la tratase de contener, la fuerza de la electricidad era incontenible. Según se salió de los anillos y fijó sus ojos en cada torreta o tirador comenzó a volar en vertical, dejando que la brillante energía que había reunido escapase hacia ellos. Con un poco de suerte aquella misión suicida saldría bien, y de hacerlo aterrizaría, ya humano, en lo más alto, para darse cuenta de una última cosa:
-¡Mierda! -Gritaría- Me olvidé del frío.
La marea de bestias se enfrenta con fiereza a las fuerzas de contención, que apenas sí pueden enfrentar a un ejército cuyas filas se engrosan segundo a segundo. Las torretas de defensa apuntan hacia abajo, tratando de frenar el avance de una masa terrible y provocando que muchos de los hombres-bestia se precipiten al vacío, provocando un sencillo ruido en el agua. Mientras tanto, el bombardeo continúa sobre la aguja, y algunos cañones defensivos comienzan a resentirse levemente, pero un pitido recorre la aguja al tiempo que se descarga una potente ráfaga de artillería sobre las tropas en el mar... Y mientras tanto, en medio de la refriega un tornado de llamas se alza, y una nube de tormenta aparece entre los anillos, tornándose azul segundo por segundo y extendiéndose por toda la aguja, apagando momentáneamente todo aparato electrónico, además de dejar un desagradable zumbido resonando en la aguja y fundiendo gran parte del armamento defensivo del jinete.
A partir de ahora se moderará los jueves, por lo que no se puede postear los jueves a partir de las 18:00 horas en el tema principal. Los combates se moderarán cada 24-48 horas, y no están sujetos a esta restricción.
- Ellie, Hulio y Giotto:
- Las luces sobre vuestras cabezas, el ascensor… Todo se apaga cuando bajáis el dial. Espero que no quedase nadie allí abajo, porque si se atasca ahora el ascensor… En cualquier caso, una vez la marea de bestias se va alejando de vuestra vista podéis daros cuenta de que los techos están bastante hechos polvo, e incluso hay lo que juraríais es una pared haciendo de rampa (bastante vertical, para qué negarlo) por la que podríais subir al siguiente piso. Allí, por lo que sea, se está liando parda. No obstante, vosotros podéis ingeniároslas si queréis para explorar algunas salas en los pisos inferiores. ¿Hace?
- Liv, Simo y Braud:
- La lucha encarnizada contra los revolucionarios resultó lo suficientemente sencilla como para que apenas encontraráis resistencia. Al libraros de ellos enseguida, el grito de la voz que os intentaba provocar denotaba que estaba molesto, muy molesto pues parecía soltar algunos insultos sobre sus pequeñas guarniciones de revolucionarios. Subís arriba, por unas escaleras de caracol en perfecto estado y lo suficientemente anchas para que quepa el gigante. Al llegar a una nueva planta, una ola de aire frío y gélido os golpea la cara, pero no parece haber nadie para habérosla lanzado. Tenéis dos vías, o continuar rectos por el pasillo, o tratar de encontrar una manera para poder seguir subiendo, ya que aunque estéis por fin fuera de la aguja, esta contiene varias plataformas más hacia lo alto y, si os fijáis, podéis ver a gente volando o incluso subiendo por rampas. Sin embargo, la voz no os deja en paz y a vuestro alrededor parece haber polvo, mucho polvo volando por el aire.
-Si seguís subiendo lo lamentaréis, no seréis más que pasto de la revolución.
- Dexter:
- Tu ataque logra deshabilitar o destruir de forma exitosa las defensas de la torre. Mandas una descarga residual por toda su estructura. Las luces se apagan y se encienden las de emergencia. Los focos de arriba titinean antes de apagarse y, por un momento se hace el silencio.
Aterrizas al borde de la azotea, estás en un lugar meramente funcional. Tienes varias estructuras que sobresalen a los lados, como edificios, algunos parecidos a cuarteles, otros como torres de control. Está todo bastante tranquilo salvo por voces confusas en la lejanía de lo que supones que es una multitud.
Entre los edificios hay "calles" aunque tienen verjas metálicas para evitar que nadie se acerque al borde. Por ahora nadie ha reparado en tu presencia en esa zona. Puede que quieras aprovechar la oscuridad temporal para infiltrarte o explorar la zona en busca de algo más delicado que pueda ayudar.
- Kaito:
- Cuanto más te acercas al centro, más densa es la niebla. Puedes acercarte al mismo centro de la aguja y no parece haber nada que hacer aquí. No ves una forma convencional de subir ni un mecanismo ni nada digno de mención. Aunque puedes escuchar algo entre la niebla. Una risa algo macabra.
Entonces puedes ver entre la niebla una figura. Y otra. Y otra más. Un total de trece figuras que se acercan lentamente hacia ti. Cuando se acercan lo suficiente para que veas como son, puedes ver como su carne es verde y podrida y desprenden un olor horroroso a putrefacción. Algunos tienen un ojo colgando, a otros les falta una mano... Vaya, parece que has entrado en una pelicula de terror de Serie B
Puedes hacer acciones cerradas a los zombis.
A partir de ahora se moderará los jueves, por lo que no se puede postear los jueves a partir de las 18:00 horas en el tema principal. Los combates se moderarán cada 24-48 horas, y no están sujetos a esta restricción.
- Mapas:
Giotto Leblanc
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La mente de Giotto se había ausentado durante un instante sin él darse cuenta. Observo a aquellas bestias elevarse sobre ellos, saltando y yendo hacia el piso superior a plantar cara a quienes les habían aprensado. Habían actuado como libertadores y eso le daba una satisfacción similar a un fuerte aplauso después de un solo de flauta en un concierto con la filarmónica de Water Seven, una de las mejores del mundo. Debatía sobre si era buena idea o no pulsar el dial, pero no se inmutó cuando lo hizo Iulio. No fue hasta que un zumbido azotó su cabeza que despertó, como un chispazo de electricidad que hizo que su sistema nervioso reaccionara y le devolviera al mundo real.
Al suceder eso todo estaba apagado, apenas había luz de no ser por la llama que había sobre su frente, la cual iluminaba todo lo que había a su alrededor. Miró al cielo de nuevo y todo estaba cubierto de nubes, relámpagos azulados tronaban en ellas y un tornado de fuego se había elevado hasta lo más alto. Clavó su mirada sobre Ellie y dio un paseo hasta poder mirar a los ojos también a Iulio.
—Creo que voy a subir —dijo—. Llevo mucho tiempo sin saber nada de Dretch y el resto de agentes, y creo que es hora de saber si están bien o no. Vosotros podéis hacer lo que queráis. Podéis venir conmigo o ir por vuestra cuenta. He visto vuestras habilidades de combate y sé que sois capaces de defenderos vosotros solos. Ellie, tú no seas tan confiada con la gente, ¿entendido? Lucha y sal viva de esta. Me caes bien, y creo que podemos llegar a ser grandes amigos. Y tú, Iulio… Se te ve buen tío, la verdad. Cuando salgamos de esta a ver si nos tomamos una copa de vino en la vinoteca de Marineford.
Dichas esas palabras, usando su geppou, se elevó en el cielo hasta obtener la altura suficiente como para vislumbrar todo el campo de batalla. Niebla y fuego, por un lado. Gritos de dolor, sangre y gente combatiendo por todos los rincones de la aguja. Usó su mantra intentando encontrar el lugar donde estaba su compañero Dretch, tratando de encontrar un atisbo de su presencia para saber si estaba vivo o no. De encontrarla iría hacia ella a gran velocidad. En caso de no encontrarla, optaría por buscar alguna escalera o algo para acceder al anillo superior de la aguja, para así seguir accediendo hasta el lugar donde, sería lo más lógico, que estuviesen los causantes de todo aquello.
«En una partida de ajedrez primero se mueven los peones» —se dijo, echando un ojo y contemplando de nuevo la niebla—. «Aunque, en ocasiones, es necesario que la reina, la pieza más versátil y letal de todas, entre en acción en primer lugar para proteger a su rey, que es la aguja»
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Al suceder eso todo estaba apagado, apenas había luz de no ser por la llama que había sobre su frente, la cual iluminaba todo lo que había a su alrededor. Miró al cielo de nuevo y todo estaba cubierto de nubes, relámpagos azulados tronaban en ellas y un tornado de fuego se había elevado hasta lo más alto. Clavó su mirada sobre Ellie y dio un paseo hasta poder mirar a los ojos también a Iulio.
—Creo que voy a subir —dijo—. Llevo mucho tiempo sin saber nada de Dretch y el resto de agentes, y creo que es hora de saber si están bien o no. Vosotros podéis hacer lo que queráis. Podéis venir conmigo o ir por vuestra cuenta. He visto vuestras habilidades de combate y sé que sois capaces de defenderos vosotros solos. Ellie, tú no seas tan confiada con la gente, ¿entendido? Lucha y sal viva de esta. Me caes bien, y creo que podemos llegar a ser grandes amigos. Y tú, Iulio… Se te ve buen tío, la verdad. Cuando salgamos de esta a ver si nos tomamos una copa de vino en la vinoteca de Marineford.
Dichas esas palabras, usando su geppou, se elevó en el cielo hasta obtener la altura suficiente como para vislumbrar todo el campo de batalla. Niebla y fuego, por un lado. Gritos de dolor, sangre y gente combatiendo por todos los rincones de la aguja. Usó su mantra intentando encontrar el lugar donde estaba su compañero Dretch, tratando de encontrar un atisbo de su presencia para saber si estaba vivo o no. De encontrarla iría hacia ella a gran velocidad. En caso de no encontrarla, optaría por buscar alguna escalera o algo para acceder al anillo superior de la aguja, para así seguir accediendo hasta el lugar donde, sería lo más lógico, que estuviesen los causantes de todo aquello.
«En una partida de ajedrez primero se mueven los peones» —se dijo, echando un ojo y contemplando de nuevo la niebla—. «Aunque, en ocasiones, es necesario que la reina, la pieza más versátil y letal de todas, entre en acción en primer lugar para proteger a su rey, que es la aguja»
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