Julianna vs. La niña rata.

Algo extraño estaba sucediendo. Subían y subían, pero no llegaban a ningún lado. Y de repente, ella estaba cayendo. El corazón le dio un vuelco, pero más pronto que tarde llegó al suelo y cayó sobre su propio trasero. Dejó escapar un pequeño lamento de dolor, pero enseguida se levantó mientras se lo frotaba y miraba alrededor. ¿Dónde estaba Edward? ¿Él no había caído? ¿Qué acababa de pasar?

En lugar de Edward, había un ratón. Un ratón... que poco a poco fue tomando forma humana. Jul se quedó ahí, mirándola con el asombro pintado en la mirada. O, bueno, al menos hasta que escuchó lo que decía. En ese momento, su mirada se ensombreció. Ahora mismo, esa chica era su enemiga y quería matarla. Tenía que encontrar la manera de evadirla y llegar hasta Edward. Era muy probable que él también estuviera en problemas. Algo titubeante, se quitó el bolso y agarró su espada. Primero con ambas manos, luego en una posición más profesional. Miró a su contrincante a los ojos mientras recordaba las pocas lecciones de combate que había tenido. No bastaba con evitarla... lo sabía. Iba a tener que dejarla inconsciente o matarla para poder pasar. Esa persona defendía una construcción que mataría a miles de personas y Jul... Jul no podía consentir eso. Pero tampoco tenía muy claro cómo comenzar, así que se limitó a asentir y responder:

- No pasa nada, adelante. Podemos hacer esto.

No estaba segura de si se lo decía a su enemiga o a ella misma, pero oír esas palabras en voz alta le llenó de serenidad... y le ayudó a ponerse en guardia, a la espera de lo que iba a venir.

La joven niña rata te mira, como si hubiera estado esperando una ofensiva por tu parte. La situación es tensa, pasan unos segundos y nadie se mueve. ¿Por qué ninguna se mueve?

Después de suspirar, la hibridación entre una humana y un ratón de alcantarilla comienza a correr hacia ti sobre sus cuatro patas. Da un salto lateral y luego vuelve a impulsarse hacia tu costado, pero desde el aire. ¿Cómo habrá hecho eso? Está cerca de ti e intenta apartar tu espada con un golpe en la parte plana de la hoja, mientras que con la otra mano, puesta en forma de garra, apunta a tu cara con la intención de arañarte.

No pensaba moverse primero. Si ella no le atacaba, no habría combate y se limitaría a encontrar otro camino. Pero mientras estaba debatiéndose entre quedarse o marcharse, ella se puso en camino. Corría a cuatro patas y saltó en el aire de un modo muy extraño. Trató de apartar su espada con la mano... pero en lugar de recular, empujó la hoja contra su piel, corrigiendo la trayectoria de modo que le cortara limpiamente por la muñeca y, si había calculado bien, una vena.

Alzó el otro brazo para protegerse del arañazo, esperando que la tela de su vestido menguara el golpe. Al fin y al cabo, era de buena calidad.

La tenía tan cerca... podía mirarle a los ojos. Esa chica quería matarle. A Jul le iba el corazón a mil, pero no dejó que eso le frenara. Correspondería justamente y haría todo lo que podía para continuar adelante. Había sobrevivido a tanto que estaba convencida de que no podía matarla otra persona. Si algún día se moría sería porque su cuerpo decidía detenerse y no porque nadie le impusiera esa decisión.

cositas:

Tu arma incide en su muñeca, parece que está a punto de atravesarle las venas cuando se torna de negro, haciendo que tu ataque simplemente le haya hecho un corte superficial. La garra choca contra tu brazo, rompiendo la tela y haciéndote un rasguño muy feo. La sangre sale por tu antebrazo, y la incisión en él ha sido de unos dos centímetros.

—¡Vaya! —comenta sorprendida, mientras mueve los dientes como un roedor, emitiendo un sonido desquiciante—. Es la primera vez que me hacen una herida como esta. ¡Eres una persona muy curiosa!

Dicho aquello se vuelve a abalanzar sobre ti, ésta vez sus movimientos son distintos. En cuanto está frente a ti lanza un primer golpe hacia tu rostro con su diestra, mientras que con la zurda apunta a tu estómago. Tras eso, agarra su mano derecha con la izquierda y te intenta golpear con el codo en la cara, seguido de un rodillazo. Tras eso, acertara o no, daría un salto hacia atrás y luego hacia arriba, quedándose a un metro de altura sobre el aire.

Julianna vio como su golpe daba en el blanco, pero fallaba su propósito. La muñeca de la mujer se volvió negra, haciendo que la pequeña diera un paso hacia atrás para volver a ponerse en guardia. Le sangraba el antebrazo, pero un vistazo le tranquilizó: no era ningún punto vital y mientras consiguiera frenar la hemorragia su brazo curaría sin problemas. Pensó en hacerse un torniquete, pero su adversaria no le dio tiempo.

Se lanzó hacia ella y Jul brincó a su vez a un lado, algo sobresaltada. Esquivó así el primer puñetazo a la cara e interpuso la espada justo a tiempo de evitar el golpe en el estómago. No podía perder de vista esas garras. Se echó al suelo para evitar el codazo, pero ahí sentada no tenía forma de escapar. Trató de frenar el rodillazo con la mano, esperando que el golpe no fuera tan duro. Sin embargo, le dolió igual y tosió antes de levantarse.

Sin pararse a pensar, corrió detrás de su adversaria, midiéndola con la mirada para averiguar el punto óptimo en el que asestar su golpe. No podía dejar que el combate se alargase. Lanzó una oración silenciosa a un dios desconocido y concentrándose para recordar una lección aprendida hacía tiempo, conjuró toda su voluntad en la punta de su espada. A toda velocidad, saltó en el aire con ella y aunque no alcanzaba tanta altura, su espada era lo suficientemente larga para colarse en su aorta por ella. Solo necesitaba un pequeño corte y la vida de la joven habría terminado. Aguardó el resultado, curiosa y emocionada.

Cosicas: