La gran noche [Capítulo]

—Muy bonito el juego de luces, pero otras veces te he visto hacerlo mejor —comentaba Zane al yonkou, sin hacer mucho caso a lo que el envejecido revolucionario estaba diciendo. Esa no era la primera vez que el dragón le dejaba sin jugar. Enfundó sus espadas y lentamente iba descendiendo sobre el suelo hasta recobrar su forma humana. Las plumas de su cuerpo, como si de un manto de llamas se tratase, fue desapareciendo hasta que el último resquicio de ellas estuvo en centro de su pecho durante menos de un segundo—. Pues parece que hemos salvado el día —el pelirrojo se acercó a Marc y agarró la espada de Krauser—. Y yo me he agenciado un nuevo juguetito.

Se encontraba elevando su nuevo espadón, observando las mellas de la hoja debido a un cuidado pésimo, cuando un enmascarado aparecido de la nada comenzó a hablar. Su discurso tenía un ligero sentimiento, pero no dejaba de ser otro hombre que quería obtener poder diciendo lo que la gente quería oír. Escuchó atentamente hasta que luego intervino el almirante Naion, seguido del borracho de su compañero, y de un árbol con capa. Sabía que no era lo ideal meterse en esa conversación. Él no era un marine, ni nadie del gobierno mundial, así que le daba igual. No obstante, las palabras de Dexter parecieron destensar durante unos segundos la situación, aunque él estuvo más atento a Osuka.

—No me digas esas cosas, que me haces parecer un héroe o algo así —le dijo a Osuka, guiñándole un ojo—. Y respecto a las deudas…, creo que voy a necesitar tus habilidades como herrero más dentro de poco.

Para el pelirrojo todo el trabajo estaba hecho. Ahora quedaba volver al barco, poner rumbo al nuevo mundo y pillarse una buena cogorza mientras comía queso y chocolate.

—Therax, ve con Luka y recoge a los rezagados que se han perdido por la aguja —ordenó a su tercero de abordo—. Yo me llevo al resto al barco y lo pondré en marcha para irnos a nuestro hogar.

No obstante, los dos miembros más revoltosos de su banda tenían otros planes para él. El discurso que había recitado el enmascarado había calado en los huesos de los dos, pues su odio hacia el gobierno mundial superaba cualquier cosa. ¿Lo peor? Era que no le extrañaba lo más mínimo que así fuera. Ambos siempre estaban buscando la más mínima excusa para declarar guerra abierta a la marina o a las distintas agencias del gobierno mundial y, pese a que eso no le molestaba, siempre solían hacerlo sobre unos pretextos que, desde el punto de vista del pelirrojo, no eran sólidos. Pasó la mano por su nuca y desvió su mirada hacia la bruja y el gyojin.

—Cuantas veces os lo voy a decir —alzó la voz por encima de todos, mientras los cimientos de la aguja temblaban—. Yo soy un pirata. Ni un revolucionario, ni un libertador del pueblo que lucha por la libertad del individuo, ni tan siquiera un pirata hippie escandaloso. ¿Qué a veces me alío con otra gente para salvar el mundo? Sí, porque yo formo parte del mundo. ¿Lo de hoy? No iba a dejar que un chalao tenga en su poder un arma capaz de destruir alguna de nuestras islas a distancia, ¿estamos locos?

Katharina había sido políticamente correcta a la hora de expresar su deseo de volverse el enemigo número uno del gobierno mundial desde que la conoció hacía ya muchos años, pero con Luka fue distinto, sus palabras se clavaron sobre el corazón del pirata de cabellos rojizos hasta el punto de sentirse tan dolido como enfadado

—No habéis aprendido nada de todo esto, ¿verdad? —los ojos de Zane estaban cristalinos y el suelo bajo sus pies comenzó a temblar con más fuerza, sintiéndose su voluntad destructiva en el lugar, pero sin enfocarla sobre nada en concreto—. ¿Qué diferencia hay entre ese señor de Viktor Elric? Dos criminales enmascarados, de cuyo pasado solo sabemos lo que ellos nos cuentan, y que buscan que otros sean los que libren sus batallas. Si queréis iros con él… —Quiso callarse en ese preciso instante, viéndose obligado a carraspear su garganta para que su voz no sonara temblorosa—. Marchaos. Sois libres de hacerlo, pero luego no vengáis llorándome porque queréis volver a la banda. Si os vais es una traición directa con la banda. Como capitán estoy en la obligación de protegerlos a todos, y estoy cansado de que pongáis en peligro a los demás por vuestra imprudencia. ¿Qué entiendo vuestra postura? Sí, al menos intento hacerlo. Pero no puedo creer que seáis tan influenciables. La piratería va más allá de guerras absurdas entre dos bandos. La piratería es libertad, es aceptar a los de un bando y a los del otro. ¿Qué soy el que más sangre marines y agentes del gobierno ha derramado de los presentes? Sí, pero siempre en defensa propia y en la de mi gente. ¿Qué queréis suicidaros por una isla que se cae a pedazos de un mar menor como el paraíso? Hacedlo. Pero dudo que entre los dos podáis derrotar al rubio o al árbol sin mí.

Y Zane dejó de propagar su voluntad de golpe. Su gesto estaba entristecido como ningún otro. Lo primero que se le vino a la cabeza fue en cortarle la cabeza al causante de todo aquello, ya que muerto el perro se acabó la rabia.  

—Yo me marcho. Haré escala en Momoiro durante un par de días y si no volvéis para ese entonces ya tengo vuestra respuesta —hizo una pausa—. Lo quiera o no reconocer el gobierno mundial o la gente del nuevo mundo soy el nuevo yonkou que surca los mares de la segunda parte del grand line, aunque no tenga una corona que lo demuestre, y tengo otras cosas de las que preocuparme que una isla en mitad del paraíso.

Dicho aquello miró a Therax, Marc y, por último, a Spanner, para luego transformarse en su suzaku completo y marcharse de allí con los que se suban sobre su lomo.

Nailah estaba muy confusa sobre qué hacer. El paquete había sido entregado y ahora todo era una batalla campal. La pirata no entendía nada y encima tenía que proteger al repartidor. Volver hacia abajo, junto con Zane y sus compañeros no era una solución, pues estaban en lo más alto de la Aguja y, por raro que pareciera, Nailah apreciaba su vida lo suficiente como para lanzarse al vacío y morir.

Lo único que sacaba en claro de toda esta guerra innecesaria es que no se volvería a fiar de ningún revolucionario por mucha ayuda que pidiese. Todo era culpa de ellos y su nuevo gobierno. No, para Nailah no eran más que criminales buscando ser especiales. Tras eso se dio la vuelta, y su Den Den Mushi comenzó a sonar. Solo llegó a escuchar un poco, pero la voz no le sonaba en absoluto. ¿Quién era ese colgado?

En cuanto la señal se cortó agitó el Den Den Mushi varias veces. Ya nadie hablaba y cuando intentó contactar con Zane, tampoco funcionaba. Si no lograban encontrarla, se quedarían solos en lo alto de la torre y la caída no es que fuera muy pequeña. Aunque cayera hacia el mar, el impacto y la caída de los objetos podrían llegar a matarla así que no tenía más opción que esperar.

-Vendrán a por nosotros -dijo con una voz temblorosa, mientras se asomaba hacia el borde de la Aguja-. Confío en que aparezcan, pueden volar aunque seguramente estén ocupados luchando ahí abajo, pero pronto aparecerán.

Tenía las esperanzas de que aparecieran rápidamente y, en caso de ser así, se iría con ellos en compañía del repartidor. Después de haber intentado protegerlo durante todo el trayecto estaría feo abandonarlo a su suerte en lo alto de la torre.

Por supuesto, la idea de esperar fue replanteada a lo largo del eterno minuto que Kaito pasó contemplando el caos alrededor de la torre. Aunque la idea de esperar a que la estructura precipitase para saltar no era mala, al menos no del todo, todo parecía indicar a que esta soportaría más de lo esperado. Aquello abría la puerta a nuevos planes, aunque por desgracia ninguno de ellos le llevaría a obtener las respuestas que tanto ansiaba.

Aquel día parecía que iba a terminar sin saber quién era, con total seguridad, el responsable de todo aquello. Y aunque las sospechas que tenía las creía bien infundadas, deseaba la confirmación.

—Fijo que encuentro algún grupo de evacuación… —se dijo, empujándose a sí mismo a creer que aún habría algún personal responsable del caído Jinete intentando huir por su vida.

Bajando por el lateral de la torre usando sus miembros repletos de ventosas, Kaito corrió como un buen ninja marino buscando, cómo no, sobrevivir otro día más. Se llevaba muchas cosas de aquella horrible experiencia, pero no dudaría en sacar aún más tajada si se le planteaba la oportunidad, especialmente si aquello conllevaba obtener sus tan ansiadas respuestas.

Usando la lengua de mar que llevaba encima y su control del mar, el ningyo se marcharía bastante lejos de la torre surfeando sigilosamente entre los cuerpos y los escombros de una guerra en la que, desgraciadamente, poco había tenido que ver.

"Al menos el mar está a salvo", se dijo, intentando quitarse aquel sabor agridulce que empapaba su alma con más fiereza que la sangre y la pólvora disueltas en las aguas.

Resumen:

Taylor esbozó una sonrisa al escuchar el perdón de su superior. No sabía si era algo sincero o si simplemente lo decía para cumplir con los estándares de empatía humana. Fuere lo que fuese, ella lo había aceptado y no echaría nada más en cara. Las disparidades se habían solucionado fácilmente, pero a saber por cuanto tiempo. Con todos los problemas solucionados, Taylor se cruzó de brazos, mirando todo a su alrededor.

-No, aun no tengo propulsores implantados y desearía tenerlos en estos momentos para huir de aquí - se giró y se acercó a su compañero-, tu puedes volar, ¿no?

Volar más o menos. La agente sabía que los agentes poseían técnicas especiales que permitían moverse con gran velocidad o avanzar mediante saltos. A Taylor le hubiera gustado poseer una de esas técnicas, pero su cuerpo dependía de la voluntad y no tenía la capacidad física para entrenar algo así.

Se puso por detrás del agente, con una sonrisa en la boca y entrelazó sus brazos por el cuello de este. Le sacaba unos cinco centímetros y quizá pesara demasiado para él, pero para estar hecha de metal era bastante liviana.

-Te creía más fuerte - comentó de manera jocosa.

Tras eso, ambos despegaron con la intención de llegar al barco más próximo y escapar de la Aguja. Taylor echó una última mirada hacia atrás, para ver si veía a Giotto, pero lo único que su vista apreciaba era gente huyendo, temerosa de sus vidas. La muchacha miró de nuevo al frente, si bien estaba contenta por que el mundo seguía en buen estado y la torre se había detenido, una batalla en su interior le angustiaba y es que cuando llegara al laboratorio de Kern, no sabía a lo que se enfrentaría.

Se quedó obnubilado observando todo lo que estaba ocurriendo en la cima de la aguja. Brownie derrotado. Un grupo de gente discutiendo a voces sobre asuntos que no le importaban. Suspiró y dio media vuelta. Se dejó caer al borde de la aguja, para un segundo más tarde comenzar a usar su geppou. Continuó descendiendo hasta que un cuerpo escombro con una metralleta en la espalda empezó a caer a su lado. Por las pintas que tenía parecía un vulgar revolucionario, pero reconocía esa cara de haber estado en alguna misión antaño.  Se aproximó hacia él y lo agarró. Tenía el cuerpo magullado e hinchado, incluso se hubiera atrevido a decir que tenía los huesos rotos.

—Parece que respira —comentó en voz alta—. Habrá que ayudarle…

Agarrando por el pie a aquel sujeto, continuó descendiendo hasta encontrar a Taylor y Dretch, gracias a la percepción aumentada que le proporcionaba su propio mantra. No dijo nada al verlos, simplemente comprobó que estaban bien y aumentó la velocidad para alejarse de ellos y llegar al barco primero. Allí dejó el cuerpo de aquel individuo cuyo nombre no recordaba sobre la cubierta y se alejó hasta situarse en la proa del barco. Allí esperó a que todos estuvieran listos para marchar. Le pareció ver a Shintaro entre la multitud y en su puño se encendió una llama negra, casi por instinto. Cuando reaccionó la apagó de forma inmediata.

“¿Qué diantres me está ocurriendo?” —se preguntó a sí mismo.

Hacía años que en su interior yacía una oscuridad que siempre había mantenido a raya, pero esa noche no había sido capaz de contenerla y había arrebatado más de una vida, y no había sentido remordimiento alguno por ello. Su cabeza estaba hecha un completo lío. Confiaba en Dretch y se sentía traicionado. ¿Qué debía hacer? Eso era algo que debía tratar su psicóloga, la doctora Daisy MacCronwell.

Y pensativo, mirando al horizonte mientras se fumaba un cigarrillo, el barco empezó a encender los motores, seguramente, de camino a la base más cercana.

Las cosas en el escenario se descontrolaron rápidamente. Marc apenas fue consciente de todos los acontecimientos que se sucedieron en escasos segundos. Tan solo cuando Brownie cayó derrotado, aparentemente por una combinación de los ataques de su capitán, Luka, Therax, Dexter Black y un extraño hombre gato que había aparecido en el aire, el grandullón se dio cuenta de lo que había ocurrido.

En ese momento todo empezó a desmoronarse. La situación, aún habiéndose resuelto el problema, empeoraba por momentos, pues en mitad del caos el hombre-gato, ya en forma humana, hizo una sorprendente declaración. Oculto tras su máscara con forma de serpiente y con una voz que inspiraba temor anunció que era realmente un agente del Gobierno Mundial. Achacó a este su incapacidad para hacer el bien y mantener la paz y dimitió, declarando así mismo la independencia de Water Seven.

A raíz de su intervención todo el mundo pareció enloquecer. Los dos almirantes presentes se opusieron a él, aunque se impuso el criterio del hombre árbol de evitar más enfrentamientos por aquel día y nadie atacó al rebelde. Nadie salvo otro oficial de la marina, que le asestó una sonora bofetada mientras pedía permiso a sus superiores para retarle.

Por su parte tanto Luka como una recién llegada Katharina expresaron su acuerdo con el enmascarado y su ferviente deseo de ayudarle, el primero de forma mucho más vehemente que la segunda. Tanto fue así que Zane, dolido y enfadado, así como receloso de exponer a tal peligro a sus amigos, decidió abandonar el lugar lanzando un ultimátum a sus dos entusiastas nakamas.

Marc se montó en el lomo de su capitán, disculpándose por si su peso resultaba excesivo para el suzaku, y diciéndole:

- Entiendo tu enfado, Zane. Sé que no quieres exponernos innecesariamente a un peligro tan grande como ese, pero también entiendo a Luka y Katharina. Es cierto que como piratas no estamos comprometidos con ningún bando, pero personalmente me gustaría poder ayudar a hacer del mundo un lugar mejor. Comprendo perfectamente que no puedes tolerar la insubordinación, pero no dejes que tu orgullo te ciegue, capitán. Luka no pretendía desacreditarte, simplemente quiere luchar por lo que cree que es justo.

Hizo una pequeña pausa. No estaba totalmente de acuerdo con el enmascarado, aunque debía reconocer que tenía razón en buena parte de lo que había dicho. Y Luka... era uno de sus mejores amigos, no podían abandonarle a su suerte y echarle de la banda si decidía luchar.

- Yo te seguiré allá donde vayas, capitán, pero creo que no deberías ser tan duro con Luka. Sus intenciones son buenas, y su corazón también, aunque sus formas no sean las adecuadas. Por mi parte, tome la decisión que tome seguirá siendo mi nakama y mi amigo, y si acude en defensa del enmascarado y eso le pone en peligro me sentiré obligado a acudir en su ayuda. Imagino que a ti te pasará lo mismo, aunque ahora estés dolido con él.

Y dicho esto abandonaría el lugar a lomos de la enorme ave en la que se había convertido su capitán.

Resumen:

El origen de los gritos parecía ser una joven que, arrinconada contra una pared, trataba de conseguir ayuda. Su asaltante era ni más ni menos que un marine, sargento como él. El brazos largos ardía de ira. ¿Qué hacía alguien que debía defender a los débiles y los inocentes aprovechándose de su cargo de esa forma? No podía haber nada más odioso.

De repente, cuando se disponía a atacar a su homónimo, el edificio entero tembló con gran violencia y comenzó a desmoronarse. Sin tiempo para meterse en un combate directo, el espadachín decidió solucionar las cosas por la vía rápida. Apuntando con una mano al marine y con otra a la mujer disparó sendas telarañas que se enroscarían en torno a cada uno de ellos, impidiéndoles moverse. Dada la dureza de estas parecía harto improbable que ninguno de ellos pudiese liberarse, así que su siguiente paso sería dejar que su cuerpo mutase. Cuando hubiera adoptado el aspecto de una gigantesca araña negra correría hacia ellos y los agarraría para después buscar la forma más sencilla de abandonar la Gran Aguja.

Su objetivo sería llegar a alguno de los barcos del Gobierno Mundial antes de que el edificio colapsara. Para ello aprovecharía su capacidad para caminar por terrenos incluso verticales para descender por la estructura de la torre hasta la base y poder embarcar cuanto antes.

Una vez en un barco entregaría al indigno sargento y le exhortaría a explicarse y tratar de defender sus despreciables actos. Liberaría a la mujer, ofreciéndole de parte del Gobierno Mundial un pasaje seguro a alguna isla cercana habitada.

Resumen:

El discurso de Luka le pareció correcto, mas no perfecto. Tenía razón al decir que había que cambiar un mundo corrompido, podrido por quienes luchaban bajo el estandarte de la justicia y la paz. Sin embargo, se equivocaba al decir que Katharina seguiría al enmascarado. No, jamás seguiría a un hombre que había vivido en las sombras, asesinando indiscriminadamente a revolucionarios y criminales por igual. Le daba igual que ahora intentara luchar contra el Gobierno Mundial, o hacer del mundo un mejor lugar. Tampoco se sumaría a su discurso, pues Katharina tenía sus propias razones para desatar el caos en el mundo, unas mucho más personales. La bruja sufrió en carne propia el peso de la ley y lo duro que el Gobierno podía ser con aquellos que decidieran seguir su propio camino. Y ello trajo consecuencias. La herida que había dejado la pérdida de su hermana menor, la única luz que tenía en el mundo, aún no terminaba de cerrar y tenía miedo de que jamás lo haría.

 Frunció el ceño al escuchar la respuesta del pelirrojo y, en cierta forma, se sintió traicionada. Últimamente la gente decía una cosa, pero sus acciones reflejaban otra. Katharina no podía entender al Almirante ni a su capitán. No podía entender a nadie. El saco de hielo, como lo había llamado Luka, decía luchar por la justicia, pero si para ello debía sacrificar una ciudad completa, pues no tenía sentido. El pelirrojo, por su parte, abogaba por la protección de su gente, pero ¿acaso él no los había arrastrado a una guerra? No podía creer las palabras que salían de la boca de Zane. Si hubiese sido una mujer sensible, habría llorado. Se sentía… dolida, y una estúpida por haber confiado en ese hombre.

—Por acciones de terceros terminé en la banda, y desde entonces no he hecho más que seguir tus órdenes, Zane. He dejado mi crueldad a un lado en cada oportunidad sólo por ti y los demás —comenzó a decir. Los ojos de Katharina expresaban rabia y decepción—. ¿Y qué he recibido a cambio? Absolutamente nada. No me digas que entiendes mi postura y la de Luka, de hecho, ni siquiera creo que puedas ponerte en nuestro lugar. —Las palabras empezaron a salir por sí solas y la racionalidad había quedado a un lado. Ahora era sólo el dolor y la decepción hablando—. Cuando me pediste que no atacara a marines ni agentes gubernamentales por haber formado una alianza temporal con el Gobierno Mundial, acepté. Una vez más seguí tus órdenes.

 De pronto, decenas de recuerdos acudieron a su mente. Se vio a sí misma compitiendo con el pelirrojo por ver quién podía comer más patatas fritas. Recordó las innumerables veces que se metió en líos por culpa del borracho de su capitán. Los recuerdos aparecieron como navajas que rasgaron la dura coraza que se había esforzado tanto en mantener, pero ya no más. Se detuvo antes de continuar con su discurso, pues tenía miedo de las palabras que estaban a punto de salir de su boca. Sin embargo, el enojo le hizo continuar.

—El que no ha aprendido nada eres tú, Zane. Sólo te preocupas de tu grandeza y de ser reconocido por un mundo que nos desprecia por ser lo que somos. Tú, que tienes la fuerza para cambiar el curso de la historia, simplemente decides la pasividad —sentenció Katharina con el rostro arrugado y una lágrima asomándose por su ojo—. El hombre que he estado siguiendo hasta ahora ya no existe. Has mostrado lo que de verdad eres: un pirata egoísta. Te pedí que tuvieras en cuenta mis sentimientos, y los pisoteaste. La decisión que estoy a punto de tomar no la provoqué yo ni mi desprecio hacia el Gobierno Mundial. Has sido tú, Zane. Tú has provocado esto, no yo. Jamás seguiré a un hombre que lo único que le interesa es demostrar que la tiene más grande que todos aquí.

 Sus palabras le dolieron incluso más que las de su capitán. No, su excapitán. No quería abandonar la banda ni dejar de tener aventuras con Therax, Marc y Luka. No quería abandonar a Nailah. Sin embargo, el camino que debía recorrer era muy diferente al de los Arashi. Ellos eran piratas. Jamás entenderían en serio lo de hacer del mundo un mejor lugar para todos, donde absolutamente cada una de las personas, sin importar su raza o género, pudieran disfrutar de la libertad sin necesidad de imponerse ante los demás. Zane sólo hablaba de ello porque era fuerte. Hasta ahora había sido un buen sueño, una distracción entretenida, un desvío. Había olvidado temporalmente su verdadero propósito, pero finalmente lo había recordado.

—Y me ofende que creas que me suicidaré por un trozo de tierra que sólo al Gobierno Mundial y a este imbécil les importa. —Hizo una leve pausa y entonces agregó:— Felicidades, has logrado lo que siempre has deseado.

 No quería luchar, además, sabía que no era rival para ninguno de los Almirantes. Sin embargo, sabía muy bien que la verdadera razón era que no tenía las ganas de siquiera alzar su arma. Al darle la espalda a Zane y a sus compañeros, una parte muy importante de ella quedó atrás. Algo se había roto dentro de ella, algo que jamás podría recuperar. Entonces, caminó hacia el gyojin.

—Por favor, Luka, no tomes el camino que he decidido tomar —le susurró, tomándole con delicadeza el brazo—. Zane y los demás te necesitan más a ti que a mí. No te preocupes por nada, pues yo lucharé por ambos. No sacrifiques tu vida peleando contra ese imbécil. Aún tienes muchas más aventuras por vivir, vamos. Vete de aquí con los demás.

 Dicho lo dicho, la bruja cerró los ojos y soltó el suspiro más largo que jamás había soltado, reprimiendo las ganas de llorar. Manipuló el viento a su alrededor y entonces sus pies se despegaron del suelo. Finalmente, emprendió el vuelo lejos, muy lejos de la aguja y sus problemas. Estaría fuera por un tiempo. La próxima vez que el mundo volviera a saber algo de Katharina von Steinhell, sería en el inicio del fin.

Resumen (Leer Arashi):

El tiburón sacó los dientes mientras miraba con semblante serio a Zane. No se podía creer que su capitán, aquél que egoistamente le había metido en distintas situaciones de vida a muerte solo por ganar renombre y conseguir su sueño de ser Yonkou, le dijera algo como aquello. Y menos que se escudarse en proteger a los demás. ¿Acaso tenían que ir todos? Luka solo le había avisado de sus planes, en ningún momento había obligado, ni siquiera mencionado, que el resto de los Arashi le acompañasen.

Apretó el puño con ira, y esperó a que Katharina se desfogara. Le chocó que aquel día, por primera vez, estuviese de acuerdo en algo con la bruja. ¡Y en más de una ocasión! Pero más aún le sorprendió lo que la ex-Arashi hizo antes de marcharse. Le recomendó permanecer en la banda. "Te necesitan" se limitó a decir.

-No lo creo - respondió el gyojin, sin inmutarse-. He vivido lo suficiente para saber cuando alguien se ciega de ego y se cree que no necesita a nadie a su lado. Y Zane es el ejemplo ahora mismo. Cuidate, bruja. Es una lástima que te marches ahora que parecíamos pensar igual.

Y Katharina se marchó, haciendo eso que tan bien se le daba hacer y que tantos dolores de cabeza daba a sus oponentes. Lo que ella llamaba magia.

El habitante del mar se acercó al suzaku, no sin antes pensar en lo que estaba a punto de decir. Aunque bien era cierto que no solía hacerlo, aquella situación lo requería. En cualquier otra se hubiera liado a golpes hasta acabar exhausto o muerto. Pero aquellos, pese a las diferencias del momento, eran sus amigos. Y no debía olvidarlo.

-Zane -musitó-, desde hoy, dejo de obedecer tus órdenes, de ir a donde tú vayas, y de tener relación alguna contigo. He sido tu fiel escudo, pero hoy digo basta. Prefiero marcharme antes de que me consideres un traidor. Adiós.

El tiburón se dirigió entonces a Marc, a quien dio un gran abrazo.

-Nos volveremos a ver, grandullón. Cuidate.

Y finalmente, se acercó al rubio, a quien le tendió la mano, dándole un pequeño papel, a la par que, de un pequeño tirón, le acercaba para abrazarle.

-Cuidate, y cuida ese trozo de papel. Si muero serás el primero en saberlo, pero sino, espero que algún día me visites - finalizó, agitandole la nuca y despeinando sus siempre cuidados mechones rubios-

La vida del gyojin estaba a punto de cambiar. ¿Para bien? Quién sabe.

Con un gran impulso, el pirata se elevó y empezó a caminar por el aire a gran velocidad. Sus ojos lucían llorosos, y sentía que estaba dejando todo aquello que quería allí. Pero no podía hacer otra cosa. Se marcharía hasta el punto más cercano al mar, desde donde saltaría y proseguiría su viaje a nado. En su terreno.

cosas:

resumen:

Su gran plan, que durante tantas noches había madurado, comenzaba a dar sus frutos. Pese a que, por culpa del inhibidor de frecuencia de Black, pocas personas lo habían escuchado aún los acontecimientos ya se sucedían imparables. Todo el mundo tenía su opinión al respecto, y las grandes fuerzas del mundo se habían puesto en movimiento.

Sabía desde el principio que la posibilidad de un enfrentamiento directo con algún alto cargo de la marina no era nada desdeñable dada la importancia estratégica y logística de Water Seven para el Gobierno Mundial, pero la intervención del Almirante Mitoko lo evitó. El árbol, cansado de tanta confrontación, abogó por una pequeña tregua que permitiese al mundo recuperarse de las heridas abiertas aquel día. Su planteamiento era, por cierto, el más sensato a ojos de Thawne. Al menos mucho más que el de un enajenado Koneko o el beligerante Lion L. Kai, quien asestó al político una sonora bofetada que, sorprendentemente, no le provocó dolor físico. No obstante, la sensación de que el Vicealmirante le había faltado profundamente al respeto y había atentado contra su dignidad fue acuciante, hasta el punto de que el calvo tuvo que recurrir a todo su autocontrol para evitar responder de la forma más violenta imaginable. Apretó los puños, hirviendo de rabia, mientras centraba su mente en el objetivo de su plan, aquel que no debía perder de vista. Solo así fue capaz de contenerse y no asesinar en aquel instante al irrespetuoso militar al que, no obstante, fulminó con su más furibunda mirada.

Entre los piratas la disensión y la discordancia alcanzaron cotas completamente inesperadas, provocando incluso la ruptura de dos de los más poderosos miembros de los Arashi no Kyoudai con el resto de su banda. Dexter Black, por su parte, abandonó la Aguja tras lanzar su teléfono al agente y amenazar a ambos bandos sobre lo que podía llegar a ocurrir si se veía obligado a tomar partido en aquella disputa.

La suerte estaba echada. Las cartas estaban sobre la mesa y los jugadores comenzaban a ocupar sus posiciones sobre el tablero. El desenlace no tardaría en producirse, para bien o para mal. El enmascarado, mirando a los furibundos marines que tenía delante, declaró:

- Vuestra visión partidista del mundo os ciega, compañeros. Yo era como vosotros hasta hace unos meses, estaba plenamente convencido de que el Gobierno Mundial era la solución. Por desgracia, la historia nos ofrece innumerables ejemplos de que eso no es así, y el de hoy no es más que un grano más de arena en el inmenso desierto de su inutilidad. Un nuevo mundo es posible, y el derramamiento de sangre no tiene por qué ser necesario. El Régimen basado en la preeminencia de unas pocas familias, prorizando el confort de estos elegidos al de millones de seres humanos, ha durado demasiado. Es momento de que un nuevo orden surja en el mundo, la gente debe ver que existe una alternativa. Yo no soy Derian Markov, no estoy declarando la guerra al Gobierno Mundial. Simplemente me escindo de él en un intento de fundar una sociedad más justa, libre y pacífica. De vosotros depende aceptarlo o buscar su aniquilación, como siempre ha hecho el Gobierno Mundial con todo el que se ha salido de la norma. No os deseo mal alguno ni tengo nada contra vosotros. Eso si, creo firmemente en lo que hago, y si tratáis de destruir este nuevo mundo me defenderé hasta las últimas consecuencias. Y ahora lo siento, pero debo partir. La Ciudad Libre de Water Seven me espera, así como a todo el que desee vivir en libertad.

Y con estas palabras comenzaría a ascender en el aire por medio de su veloz Geppou. Water Seven sería su destino, aunque de camino se aseguraría de que el dial de grabación que había utilizado para inmortalizar su declaración llegase a la central de la prensa. Aquellos buitres, siempre deseosos de una buena noticia, no aguantarían las ganas de publicarlo al instante, por lo que todo el mundo se enteraría de la buena nueva. Water Seven se acababa de convertir en una chispa de esperanza para todo aquel que amase la libertad y que considerase que el Gobierno Mundial no cumplía adecuadamente con su cometido. Con esto, seguramente el apoyo militar, logístico y económico fluiría desde multitud de lugares, permitiendo que la ciudad pudiera soportar un posible ataque gubernamental con mayores garantías. Seguramente también despertaría múltiples antipatías, pero era un riesgo que estaba dispuesto a asumir. Desde aquel día todo el mundo conocería el nombre de Anders D Thawne.

Resumen:

Todo había sido difuso para Galhard, lo último que recordaba era su intento por llegar antes que el transformado Zay hacia donde sus compañeros se encontraban, después de ello solo recordaba un destello de luz.

"Debo haber tropezado y quedado atontado por la electricidad ¿Donde debe estar todo el mundo? ¿He caído del hielo?"

El recluta se llevaba una mano a la cabeza mientras miraba a su alrededor confundido, buscando a sus compañeros. El gran evento le había desgastado mentalmente, sumado al poco descanso que había tenido antes de ser enviado a la aguja hacía que le fuese costoso captar la totalidad de lo que ocurría a su alrededor.

"¿Son voces eso que se escucha por allí?"

Galhard decidió marchar con las energías que le quedaban hacía donde a juzgar por el ajetreo una gran multitud estaba reunida, aún así no llegaba a distinguir ninguna voz conocida ni entender nada de lo que estaban hablando.

-Necesito una buena cama...- Decía el marine en voz alta para acto seguido estornudar. seguía avanzando hacía donde parecía estar el tumulto, cruzando diversos pasillos hasta que algo le hizo detenerse en seco.

-Espera... Eso de ahí... ¿No es Zay?

El marine vio al desaliñado Mink que parecía haber vuelto a la normalidad, se encontraba en un estado lamentable, pedía auxilio mientras se arrastraba, todos los golpes y esa súbita transformación habían pasado factura al felino, tomó su espada con la mano izquierda, titubeó por un momento, era la ocasión perfecta pero no era la forma en la que quería ser recordado, tomó la hoja de su espada con la mano derecha y se acercó al felino, ofreciendo su espada como bastón al pirata.

Espero que tengas una buena explicación para lo que ha ocurrido antes, de lo contrario zanjaremos eso en los cuarteles de la marina... Ah, al cuerno... Llevo el mismo tiempo que tu conociendo a Al y a juzgar por su personalidad se alegrará de que estés de una pieza así que poco importa realmente, usa mi espada como bastón, en otras condiciones cargaría contigo o te ofrecería mi hombro pero mi alergia a tu pelaje no va a dejar que pueda hacer eso y protegernos por si alguien se acerca, voy a asegurarme de llevarte ante los demás miembros de la brigada, además... Hiciste una promesa que debes cumplir, ahora con más ahínco sin cabe ¿Querías rehacer tu vida? Sería grosero acabarla ahora, así que más te vale no morirte antes de lograrlo y menos aún en mi presencia y sin disculparte adecuadamente con Al.

El marine se agachó acercando más el pomo de su espada a las zarpas de Zay, era una jugada arriesgada dar su única arma al felino si este resultaba transformarse en aquella forma nuevamente por no contar si algún extraño salía a su encuentro pero a estas alturas a Galhard poco le importaba todo, ya encontraría la forma de zafarse pensaba.

¿Crees que vas a poder avanzar con mi espada como bastón? Si mientras caminamos ves algún otro arma o palo que pueda ayudarte mejor que ese gastado sable mio avísame, hasta que no lleguemos donde están los otros estaré desarmado

Galhard se notaba algo incomodo, ayudar a un Mink le traía sentimientos encontrados pero las ordenes eran las ordenes y habían compartido campo de batalla, que menos pensaba Galhard que darle un mínimo de ayuda, aunque siendo realistas entre eso y nada no había mucha diferencia.

Resumensito:

Ambos hombres cayeron con un sonido sordo y de un par de raudos disparos sus vidas fueron arrebatadas, los sesos de sendos hombres quedaron desperdigados por el suelo. La estructura entonces comenzó a tambalearse, un zumbido previo a un gran silencio, luego un disparo en las cercanías retumbó. Para cuando quiso darse cuenta el rehén que llegaba consigo yacía en el suelo. Sin dudarlo, desplegó su mantra todo lo que pudo con la esperanza de localizar al responsable, tras fallar en su intento se acercó, arrodillándose ante el herido para comprobar que realmente estaba muerto.

-Mierda- gritaría con impotencia mientras tomaba el pulso del cuerpo -Sí, vámonos- respondería de forma algo más suave, pero sin poder ocultar su enfado con lo acontecido en la torre. Toda la información de la que él había dispuesto de la aguja se había desvanecido de un balazo -¿Consigues localizar al asesino?- preguntaría mientras se reincorporaba del suelo con la intención de seguir a su compañero y con la preocupación de recibir el disparo de un asesino fuera de sus sentidos.

Se maldijo una y otra vez para sus adentros, maldijo su avaricia y su forma de ser, nada se había ceñido al plan que tenía en mente, no había averiguado nada de su reunión con Viktor ni sus planes de futuro, Kaito había desaparecido justo cuando lo necesitaba para poder abandonar la estructura a manos del gyojin y no había conseguido ni controlar a Elliot ni encontrar a ninguno de los científicos o responsables de la instalación cuya inteligencia le habrían resultado vitales para eventos posteriores. Y por más vuelta que le diera, por más azares que hubieran acontecido esa noche, él era el principal responsable del estrepitoso fracaso. ¿Cómo un plan tan sencillo como infiltrarse en la torre y secuestrar a un par de grandes mentes había desembocado en aquel desastre?

En medio del caos, podía ver como todo el mundo se iba a pique, los discursos eran ensordecidos por los gritos, los temblores y las explosiones que acontecían a cada instante en el interior de la aguja. Ya no quedaba más que huir y dejar de perseguir quieras inalcanzables de para un joven que se quedaba petrificado por la presencia de un hombre, la diferencia que había entre el y las grandes figuras del mundo era algo apabullante y algo que sin duda volvería a rondarle durante muchos días en la cabeza.

Volviendo a la realidad, se asomó por el boquete que le había enseñado su compañero, unas pompas al igual que las que había visto en Grey Rock hicieron su aparición, si funcionaban igual de bien que los recubrimientos que los barcos de Shabondy sin duda sería su salvación o al menos una forma de llegar hasta alguna embarcación, y en el peor de los casos, siempre podía crear algo de chicle que le sirviera para salir del paso, una tela a modo de paracaídas o incluso un bote salvavidas servirían para aproximarse a alguna embarcación antes de que se deshicieran.

-Al parecer no nos queda más remedio, un digno final para una estrepitosa noche, si no salimos de esta, ha sido un placer conocerlo míster Elliot- diría antes de introducirse cuidadosamente en la burbuja.

Y al son del viento, sin un rumbo claro y con un futuro incierto, abandonó la torre, mientras el destino de esta y los que la habitaban se comenzaba a sellar en el fondo del mar.

Las suplicas del Mink parece ser que llegaron a alguien. Y ese era el recluta de la marina con el que peleó contra el tipo raro. Galhard ayudó al Mink a levantarse ofreciendo su espada como bastón. El mink la agarró como si estuviera al borde de un precipicio y se levantó como pudo. A pesar de su estado, Zay podía andar sin apoyo. Parecía que un tiempo tumbado mientras pedía ayuda le hizo recuperar algo de movilidad y ya podía andar sin apoyos. Galhard le pidió explicaciones sobre lo que había pasado unos momentos antes, lo del Sulong y porque les había atacado y todo eso. Ni el mismo guerrero mink lo sabía.

- Pues ni yo mismo lo se. Lo único que recuerdo es el mirar a la luna y después despertarme tirado en el suelo en un estado bastante malo, lleno de heridas por todo el cuerpo. -Tras una breve pausa para toser, prosiguió.- Se que me convertí en mi forma Sulong, pero por lo que parece perdí el control de mis sentidos e hice cosas que no debía haber hecho. Si solo lo hubiera podido controlar... Es un grandísimo poder que tenemos los Mink, pero que si no logras dominar puede llevarte incluso a la muerte. Galhard, he recuperado la cordura pero no se por cuanto tiempo y no se si volveré a convertirme en aquella bestia. Si vuelvo con vosotros, lo único que hare sera poneros en peligro y algun aprieto. Solo sería un estorbo más. Si me volviera a convertir en aquella cosa y no lograse controlarlo... podría ser el fin para mucha gente. -El mink paró de hablar unos instantes porque se puso a toser reiteradamente. Cuando la tos parece que se fue, volvio a hablar.- Y además no se si los demás me aceptaran después de lo que he hecho. El Sulong es el poder que siempre quise despertar, pero no quiero convertirme en eso para hacer daño a la gente que no se lo merece. ¡Quiero usarlo para salvar a la gente, no para matarla! Quizás con entrenamiento especial en la marina pueda logarlo. -Tras decir todo eso, el felino se paró un poco a descansar. Podía andar pero estaba cansado, demasiado. Lógicamente todas esas batallas le habían dejado hecho harapos y si ahora apareciera un enemigo, no sería más que una molestia para Galhard.

- No tengo intención de morir aquí.- Le dijo a su acompañante cuando oyó las palabras de Galhard.

Resumen:

La mink cayó de rodillas al suelo, tosió y escupió sangre. Miró al horizonte sin tener claro qué había pasado. A su alrededor, rastros de sangre, lava y cosas quemadas. ¿Qué diablos había sido aquél poder? ¿De dónde diablos venía?

La loba intentó levantarse con todas sus fuerzas, consiguiéndolo tras varios intentos. Agarró el trozo de metal que quedaba de su rival , y caminó de manera lenta por la aguja, inestable y estrambótica hasta tal punto de hacer casi llorar a la agente.

Durante minutos deambuló por aquí y por allá, en busca de agentes que pudieran ayudarla, caminando tan erráticamente como el cansancio le dejaba. Hasta que, por fin, dio con una división en la lejanía. Intentó avanzar a mayor velocidad, y aunque su mente creía que lo estaba logrando, nada más lejos de la realidad. Un niño gateando quizá podría ir a la misma velocidad.

-Aquí la Agente Ellie -comentó, con cierta dificultad una vez llegó-. Solicito que se averigüe la identidad de este ser, y… Un médico. Un médico también.

Afortunadamente para la joven, los agentes ya estaban evacuando la peligrosa zona. Y, por suerte, Ellie llegó hasta ellos cinco minutos antes de desmayarse. El cansancio y sobreesfuerzo de aquel día había podido con las energías de la loba.

Uno de los miembros de la división la cogió y la llevó hasta el barco, desde el que se dirigirán a algún lugar fuera de aquella pesadilla.

resumen:

Parecía que aquella extraña sensación que le hacía ver alucinaciones por fin se había marchado. Los párpados aun estaban calientes, al igual que su frente, pero Brynn se creía capaz de distinguir lo real de lo imaginario en aquel momento. O eso creía.

El pirata había visto todo desde las alturas. Un gyojin y un gato entreteniendo a Brownie mientras Dexter acababa con él un único golpe. ¿Cómo de fuerte era aquel pirata?

Y entonces, en medio del caos, aquel gato hizo un llamamiento a todo el mundo. Una declaración de guerra indirectamente, o así lo entendió el negro.

-Se os amontonan los problemas -le diría a Scarlett-. Y este no es precisamente pequeño. Mira como está Al. Hablando de una buster call…

A Brynn poco le importaba aquello. O más bien nada. Quizá por una gran suma podría obtener información para aquél tipo. Cortar los suministros de los marines, o cualquier otra cosa que no implicase jugarse la vida por simple dinero o fama. Aquello no iba con él.

-Bueno… Pues esto se acaba. Dime dónde te dejo. Ha estado bien combatir juntos, pero todo tiene un final.

Una vez Scarlett le hubiese dicho donde quería finalizar si viaje, el pirata la dejaría y seguiría volando, intentando buscar un barco en concreto. Uno muy específico; El de Viktor, al cual llamaría, intentando establecer una nueva conexión a través del den den mushi que este le había tendido.

-Aquí Brynn. Tengo muchas cosas de las que hablar contigo, y estoy sobrevolando un montón de barcos. ¿Qué tal si nos vemos en el tuyo? - diría si es que había alguien al otro lado.

Sí Viktor accedía, sin rostro le propondría todo aquello que intento. Trabajar para él, suministrarle vino y, sobre todo, volver a su vida de criminal. Esa era su meta.

resumen:

El hombre de polvo estaba prácticamente acabado, sin embargo, logro contestar a mi pregunta. Su respuesta me dejó con otra pregunta, a quien se refería con los de Mariejoa, y cual era su culpa. Desde que estaba en el Gobierno, nunca me había preguntado por que hacer o por lo que luchaba, me solían dejar ir a mi gusto y con eso me bastaba, pero después de todo lo que había pasado aquel día no podía seguir con aquella venda en los ojos.

Cogí a aquel hombre por el cuello de la camisa y comencé a arrastrar el cuerpo. Mientras lo hice, pasé unas marcas a su cuerpo y las moví hasta las heridas que le había provocado, una vez ahí las torné de un color verde para que comenzasen a sanarle, aunque lo más seguro era que no las curasen por completo.

-Quiero que me expliques todo al completo, ¿Quiénes son esos “ellos” de Mariejoa de los que hablas? Y qué hicieron para ser necesario destruirlos. – le dije al hombre – antes un hombre metálico me lo iba a decir, pero justo en ese momento murió de alguna forma que desconozco.

Mientras le decía esto, iba avanzando hacia un lugar que me permitiese salir de aquel lugar. La aguja parecía más inestable que antes y prefería no estar ahí cuando esta cayese.

Todo se derrumbaba a su alrededor. Se puso de pie con la ayuda de Iulio, sintiéndose algo mejor aunque todavía dolorido por las heridas del combate. Fue entonces cuando llegó Eric, extrañamente jovial, preguntándole por su ojo y pidiéndole que se transformara y se marchara de allí. Estaba fumando de su pipa, lo cual hizo suspirar al dragón.

—¿Ya has vuelto a fumarte la primera hierba extraña que has encontrado por ahí?

Conocía demasiado bien al shandiano y, por tanto, estaba ya más que acostumbrado a los dolores de cabeza que el peliblanco podía llegar a causarle. Cogió aire y caminó hacia delante como pudo, intentando no caer ante su dolor y los temblores de la estructura. Cuando se hubo alejado lo suficiente del resto, empezó a cambiar. Su cuerpo se vio rodeado de llamas, las cuales aumentaron de tamaño hasta abarcar una superficie mayor. Cuando el fuego se disipó, allí había un dragón cuyas escamas de oro sucio brillaban. La bestia cuadrúpeda extendió sus alas para desperezarse, sintiendo un dolor del que no se quejó. Flexionó un poco las patas para agacharse, esperando a que sus subordinados subiesen a su lomo con el cuerpo de Krauser. En cuanto lo hicieron, el dragón dio un salto hacia delante, se subió al muro y saltó al vacío, agitando sus alas.

La bestia volaba, aguantando su dolor gracias a su enorme resistencia. Daba vueltas alrededor de la aguja, buscando alguna presencia conocida, hasta que detectó la presencia de Wyrm en lo alto de la estructura, rodeada de monstruos cuyo poder conocía y otros todavía por conocer. Un leve gruñido salió de su garganta y alzó el vuelo, acercándose a aquel escenario donde había tenido lugar la batalla final y en la que, por lo visto, Dexter había vencido. El dragón aterrizó en el escenario y abrió las fauces, soltando un sonoro y poderoso rugido, tal vez buscando que todos los que estuviesen allí peleando por estupideces se callaran. Entonces, simplemente, agacharía la cabeza donde Wyrm para que este pudiera subir a su cuello.

En cuanto lo hubiese hecho volvería a alzar el vuelo y se dirigiría hacia los barcos, donde detectaba la presencia de Kenzo. Todo iba bien, parecía, por lo cual lo agradeció. Aterrizó en el barco y cuando todos hubiesen bajado volvería a su forma humana, cayendo al suelo por el cansancio de forma inmediata, mirando al cielo y agradeciendo que todo hubiese acabado bien.

Resumen - Atención gente del escenario:

Tras el espectáculo de luces, el ruido y todo lo demás dejaba bastante claro que esto se había acabado. Edward no dudó un segundo en coger su Den Den Mushi y hacer algunas llamadas.

—Retsu, ¿me oyes? ¿Está Miles contigo? Vale, pues es hora de desmontar el chiringuito, coged a todos los heridos y al resto de personal médico y avisadles de que aquí arriba se ha acabado todo, la aguja no durará mucho más. Nos vemos en la base, mucha suerte a los dos y tened cuidado.

Tras haber contactado con sus subordinados de la junta médica, era el turno de contactar con los recién llegados al comando que estaban a su cargo. En ese momento, Annie llegó y, tras escucharla con atención, Edward se transformó en un helicóptero, quedando el Den Den Mushi integrado en la cabina, pues seguiría usándolo. —¡¡Si alguien necesita trasporte, que venga corriendo!! —gritó, ofreciendo su ayuda a cualquiera que pudiera oírlo.

Una vez levantaron el vuelo, hizo la siguiente llamada. —Kalgara, ¿todo bien? Necesito que empecéis a evacuar el perímetro de inmediato, avisa a Zihark y que te ayude. Nosotros acabamos de dejar este... cacharro de una vez por todas, nos vemos en la base, suerte.

Él estaba siguiendo a Annie sin prestar atención. Cuando se quiso dar cuenta, se habían encontrado con un grupo de personas que al parecer eran familiares para los demás. Edward no se sentía cómodo entre desconocidos, así que agradeció que Osuka le diera una orden que cumplir.

—¡Perfecto! Quiero decir... Sí, señor. —si Osu pudiera verle la cara, estaría sonriendo, burlón. —Déjamelo a mí, me encargo de la llamada y también del papeleo cuando lleguemos. —Por tonto que pareciera, a Edward le hacía feliz ser de ayuda, incluso aunque fuera rellenando documentos. Dicho eso, se alejó un poco del grupo y, ignorando lo que estos hablaran, comentaría con el mando central lo que Osu había propuesto.

Resumen:

Todo a su alrededor era un caos. La aguja se derrumbaba y no hacían más que gritar y pelearse por un trozo de tierra que flotaba en medio del paraíso. La ansiedad de Spanner empezaba a hacerle mella, taladrando su cerebro. Cada pieza de información entraba como una bala, casi sin atención pero incrustándose en su mente. No solo eso, sino que aquel hombre había conseguido que Luka decidiese marcharse de la banda. El espadachín se mordió el labio, nervioso. No había congeniado mucho con el gyojin, pero si que era alguien de la banda a quien le tenía un profundo respeto. Alguien que por la aspereza de su piel de escualo, había sido tan discriminado y puesto de lado. Si alguien tenía motivos para odiar al Gobierno Mundial de esa manera, era él.

Sin embargo, Zane tenía razón. Aquella no era la lucha de los Arashi. Los piratas bajo la bandera de la tormenta combatían por su propia libertad, por sus derechos como hombres y mujeres libres. El espadachín se mantuvo totalmente en silencio, observando todo lo que a su alrededor ocurría. Hasta el punto que tan solo las palabras de Luka llegaban a sus oídos, casi apagando cualquier tipo de ruido externo. El Gyojin se acercó a ellos para despedirse y el espadachín levantó la mano, pero la bajó en cuanto vio que tan solo se dirigía a Zane, Marc y Therax. Tragó saliva, buscando no mostrar emoción alguna y observó como se marchaba, viéndolo por la que muy seguramente sería la última vez.

Zane se transformó en aquella majestuosa bestia alada y llameante. A la par que eso ocurría, una bestia escamada se posó y rugió. El espadachín no tardó más y se subió en su capitán, acomodándose en sus cálidas plumas, sin poder dejar de pensar en Luka tras el despegue.

buff... ¿Que demonios ha pasado? Menuda galleta me han dado.

Me desperté cuando mi pequeño y peludito compañero se lanzo a por mi y comenzó a estrujarme entre sus patitas.

-Ya esta, ya esta, yo también te he extrañado y por cierto nada de lametones, ya sabes que luego me llenas de babas.

Alzo la mirada hacia arriba cuando me doy cuenta de que alguien me levanta del suelo y me arrastra como si fuera un fardo de paja. Dexter se me lleva en volandas.

-Bueno parece ser que todo ha terminado.... Lance mi mochila de explosivos al suelo para aligerar peso, no creía que fuera a necesitar mas esos chismes de destrucción. Sin embargo si que mantuve las alforjas de Fluffle en donde tenia mis drogas y medicamentos. Por fortuna Fluffle aun conservaba atado a su lomo y semi escondido dentro de su pelaje al mozo con el que había combatido, tenia muchas ganas de poder interrogarlo sobre que narices había ocurrido allí.

-Gracias por el paseo Dexter, diría que formamos un buen equipo, pero mentiría, tu eres un equipo en ti mismo.

Rei un poco con el comentario.

- Sin embargo es bueno volver a verte, tal vez tendremos que dejar de hacerlo en estas circunstancias. Entonces ¿Que planes tienes para mi? ¿Me invitas a cenar o me acercas a casa?

Deje que el yonkuo decidiera que queria hacer conmigo, no tenia ninguna posibilidad de resistirme a su desmesurada potencia.