[Giotto y Midorima - Pasado] Rescate a la luz de la luna.

El joven músico era reacio a tener misiones con alguien tan incompetente como el peliverde, pero cuando una orden venía directamente de los altos cargos del Cipher Pol había que acatarla si o si, a menos que no se tuviera miedo a cumplir las consecuencias, las cuales no era muy misericordiosas.

Su empresa le llevaba al paraíso, concretamente a la isla de Eggrain, un vasto lugar gobernado por la revolución y que, según decían sus informes, todo animal salvaje que había allí tenía instinto homicida. Pocos eran los hombres que sobrevivían más de una semana si no tenían entrenamiento en batalla. Como era costumbre, el barco lo dejó a pocas leguas marinas de la isla en línea recta.

—¿Preparado, Shintaro? —le preguntó.

Giotto iba vestido con un traje verde de tres piezas con protecciones de cuero. No llevaba armas, pero si un poncho verde con el que tapar su rostro. En su cinturón tenía una diminuta bolsita con tabaco de liar y un den den mushi que le habían confiado como cargo superior.

Una vez su compañero le dio el visto bueno utilizó su geppou para desplazarse a toda velocidad hacia la isla. Apenas tardo unos pocos minutos y al llegar solo estaba la frondosidad de la selva. Allí podía oírse a animales moverse y luchar entre ellos, lobos aullando, zorros haciendo el sonido que hicieran y en la lejanía, un foco de luz que debía ser Disney.

—Recuerda —Llamó la atención de su compañero con un chasquido de dedos—. Mi nombre en esta misión es Gerald D. Pardié, ¿entendido? ¿Tú tienes algún nombre en clave o te sigo llamado Shintaro?

La vida era extraña, ¿no? Las casualidades existían y siempre estaba dispuesto a aceptarlas de una u otra forma, pero siempre se dejaba sorprender. Le tocaba una misión con un miembro de la Karasu, Giotto. No tenía muchos detalles de la misión, pero tenía claro una cosa, tratar de dar una buena impresión a su compañero. No había muchas razones, pero la principal es que solo quería tener mejor roce con ellos. No era el más hablador del grupo y siempre tendía a hacer las peores cosas en el peor momento y solo por ser impulsivo. Se conocía mejor que nadie y sabía que era algo casi… Natural en él, pero también debía confiar en que lo podía controlar. Mantener un perfil bajo y solo obedecer lo que le dijeran, opinar cosas prudentes y… Ya.

Salió de su habitación, acomodándose las gafas y la corbata. Esta vez, no iba con el traje completo, solo con una camisa blanca, corbata negra y pantalones del mismo color, sin la chaqueta. Caminó por los interiores del barco, su mano iba recorriendo la pared, esquivando las puertas o ventanas. Finalmente, luego de unos segundos, salió a la cubierta del navío, justo en el momento en que su compañero le hablaba. Solo asintió con la cabeza y ambos partieron, usando Geppou, directo a la isla. No tardaron mucho en llegar, pero la pregunta que le había hecho su compañero le pilló por sorpresa. ¿Nombre en clave? Sabía que era común que los del Cipher Pol lo usaran, peor él nunca había pensado en alguno, pero no tardó mucho en ingeniarse uno.

—John Cena —dijo con seguridad, pero había un asunto más importante qué debía saber, qué habían venido a hacer exactamente a la isla de Eggran —Pardié, ¿cuál es la misión? ¿Qué es lo que debemos hacer?

Su respuesta, al parecer, iba a tener que esperar. Dos gorilas habían salido de la selva y eran bastante grandes, más de lo que se podía esperar de uno normal. Medían cerca de seis metros de alto y tenían cara de pocos amigos. No había que ser un genio, los querían de cena, pero era raro que salieran tan rápido, aunque no los culpaba, seguramente, habían captado un nuevo olor y así habían llegado.

—Supongo que después me vas a tener que responder —dijo mientras se ponía en guardia.

El nombre que había elegido su compañero era extraño a la par que inusual. “John Cena”, repitió en su cabeza, realizando justo después un pequeño chascarrillo del que se rio. Solo él sabía lo que estaba pensando, pero le hubiera parecido desternillante que Shintaro hubiera decidido llamarse Juan Almuerza, pero estaban en una misión y había que mantenerse serio.

Antes de darle tiempo a responder dos gorilas aparecieron de la nada. Era bien sabido que el único animal tan loco como para acercarse al fuego era el ser humano, así que lanzó una pequeña llamarada a cada uno para hacerlos huir. No obstante, no funcionó. Los gorilas gigantes extinguieron las llamas con sus propias manos, así que la solución solo era una…

—Señor Cena —dijo con un tono de voz tranquilo e impasible—. Será mejor que nos vayamos de aquí sin armar mucho jaleo y partamos hacia Disn…

Algo le interrumpió. Un pájaro gigante agarró a los dos gorilas y se los llevo de allí. Eran unos pájaros enormes, jamás había visto una criatura tan inmensa. Boquiabierto miró a su compañero y le señaló con la mano el cúmulo de luces que era el asentamiento más grande de la isla que, si no le fallaba su percepción, estaba a unos diez minutos usando el geppou.

—La misión es simple, recolectar información sobre un posible ataque al reino vecino de Eggrain. Así como una lista con todos los revolucionarios que hay aquí. Así que te ruego que no metas la pata.

A algo menos de doscientos metros de la ciudad, poco antes de salir del bosque se paró.

—Continuemos a pie desde aquí, ¿te parece? —le preguntó.