En busca del trofeo robado [Libre]

Era una apacible tarde en la ciudad de Slav Schatch. Los habitantes caminaban despreocupadamente por la calle mientras charlaban alegremente. El murmullo era tal que tenías que elevar la voz para hacerte oír a un metro de distancia. En la plaza grande, un gran grupo de personas se arremolinaban alrededor de un escenario que destacaba entre la multitud por su gran altura.

- ¡Asomen sus cabezas señoras y señores! ¡Estamos aquí en el vigésimo primer campeonato anual de baile tradicional Diamurd! - gritaba a través de un megáfono un llamativo hombre ataviado con pantalones rosas, una chaqueta verde y un pañuelo en el cuello a juego con el pantalón.

- ¡Estas 8 valientes parejas - comentaba mientras señalaba detrás suyo a los participantes - van a competir para ver quienes realizan los mejores pasos clásicos de la cultura de nuestra isla! ¡Arriba Diamurd!

El público gritaba entusiasmado. De fondo sonaba música tocada por una orquesta en un escenario más pequeño al lado del principal. Roland, el mink, se encontraba entre la muchedumbre observando el espectáculo mientras se comía una deliciosa magdalena rellena de chocolate. El presentador seguía hablando mientras la gente escuchaba emocionada y respondía con gritos y aplausos a sus "¡Arriba Diamurd!".

- ¡La pareja ganadora conseguirá tener entre sus manos el Trofeo de Baile Diamurd que se ha trasmitido de generación en generación durante tantos años!

Dos hombres subían al escenario un trofeo del tamaño de un niño de 7 años con forma de copa, dorado en su mayoría y con toques plateados. Lo dejaron encima del escenario y la multitud volvió a hacer un vitoreo. Sin duda se trataba de una tradición bien acogida por el pueblo.

Una vez terminó de hablar el presentador, bajó del escenario y los músicos se pusieron manos a la obra. Los bailarines no tardaron mucho en empezar a bailar y a demostrar sus habilidades.


Cuando habían pasado varios minutos un fuerte estallido resonó por toda la plaza. Llamas y humo asomaban por un edifico cercano y el público, que antes gritaba con euforia, ahora lo hacían con miedo. Empezaron a correr en todas direcciones, empujando, chocando con otros y pisando a algún que otro pobre desgraciado. Roland intentaba moverse a través de los pueblerinos despavoridos para acercarse al edificio e intentar comprender qué había pasado cuando escuchó la voz del presentador que había subido al escenario:

- ¡EL TROFEO! ¡EL TROFEO HA SIDO ROBADO! ¡POR FAVOR, DEVUÉLVANLO! ¡LE SERÁN ENTREGADOS TRES MILLONES DE BERRIES A QUIEN LO TRAIGA DE VUELTA!

Roland se percató de que, aún en la confusión de la multitud, algunas personas se lanzaban miradas como si estuvieran diciendo "3 millones, ¿lo buscamos?" y supo que tenía trabajo por delante.

- Mierda. Altercado público y sustracción de bienes. Adiós vacaciones relajantes - dijo mientras tiraba al suelo la magdalena y se acercaba al edifico a buscar pistas.

Mucha gente se sorprendió cuando vio un paquete de palomitas andando solo, correteando por los asientos del publico, saltando los escalones que subían a la últimos puestos de arriba del todo, donde le paquete de palomitas subió de un salto hasta uno de los asientos y se quedo allí quieto, hasta que se asomo Greed desde el borde y se metió dentro directamente de las palomitas.

-Buscaba cobre...¡y encontré oro!

Greed se había perdido intentando reencontrarse con su rescatador, pero finalmente este no había aparecido, por lo que Greed había bagado sin rumbo, buscando, pero sin éxito alguno. En vez de eso, encontró un cartel donde anunciaban el cartel del campeonato anual de baile tradicional Diamurd en... introdúzcase nombre de una ciudad impronunciable... Y greed se dijo a si mismo.
"¿Y por que no? ¿que es lo peor que puede pasar? ¿que me aplasten, me capturen, me torturen me pongan vestiditos, me vendan como mercancía... eso me lo hacen en todas partes""

Asi que fue, tal vez no vio lo peor que podia pasarle, pero lo mejor que pudo pasarle, fue descubrir esas "enormes bañeras de cotufas" que los humanos llamaban palomitas, maís inflado o otros nombres mas raros si caben.
Desde dentro de las caja, Tenia perfecta visión del baile, solo tenia que mover la mano a coger enormes cantidades de comida y disfrutarlo.

Pero cuando ocurrió lo peor, tras la primera explosión, Greed reboto dentro del paquete de cotufas y se introdujo en sus profundidades, y dos curiosos agujeros aparecieron de repente en la caja.

-tranquilo... ¡QUE NO CUNDA EL PÁNICO! no vienen a por ti... solo quieren el trofeo... mejor saquemos las patas y huyamos de aquí...

Y así a la caja le salieron dos patitas y empezó a andar tambaleante entre el gentío que corría en todas direcciones hasta que... como si alguien le hubiera picado como una aguja Greed salio catapultado de su cajita rodeado de palomitas.

-¡TRES MILLONES DE BERRIES! Con... con eso... podría...comprar 400 cajas de palomitas... ¡NO! podría pagarme la carrera de medicina!

Greed estaba nervioso, le emocionaba mucho el dinero, pero... era cobarde por naturaleza, no podía perseguir a los ladrones, y mucho menos enfrentarlos... necesitaba un medio de transporte, que investigara, luchara y esquivara por el... ¿Pero a quien podría utilizar? ¡Digo! ¿con quien se podría aliar?

Habían pasado días desde mi llegada a la isla y todos no hacían más que hablar de aquel dichoso concurso popular. La verdad es que me interesaba más bien poco y tampoco me había molestado en conocer mucho los detalles. Lo único que me motivaba en aquel momento es que habría mucha gente ocupada mirando el evento...y muchas casas vacías listas para ser desvalijadas.

Me encontraba en uno de los callejones con salida a la plaza donde estaba todo el pueblo reunido. Llevaba puesto mi  atuendo de "aventura"el cual tenía un pequeño arsenal atado a su cinturón.Dicho arsenal se componía de una pequeña cajita de cuero con dos granadas de pólvora,varios cinturones con balas ,dos pistolas de chispa (una  a cada lado de la cadera) y un gran bazoka  atado con una correa de cuero a la espalda.

Me apoyé por unos segundos contra la esquina de uno de los edificios a la salida del callejón donde me encontraba. Tenía vistas a la plaza y al pregonero que hablaba sin parar. Rodé los ojos ante tanto bla bla y volví a meterme en el callejón. Quité con ayuda de mis dedos una pequeña bala del cinturón de cadera y la puse sobre una caja que había allí tirada. Abrí su parte trasera y quité la pólvora de su interior amontonándola  con los dedos en el centro de la caja.

El pregonero seguía charlando, y en ese instante, se había puesto como loco debido a que habían robado el trofeo de aquel concurso. No le di demasiada importancia hasta que dijo que pagarían tres millones al que lo encontrara. Giré rápidamente la cabeza hacia la plaza con los ojos abiertos como platos.

-¿Tres millones por un trofeo? Pensé para mi mientras me venía una idea a la cabeza.

Rápidamente volví hacia el montoncito de pólvora que había dejado sobre aquella caja, acerqué la nariz y lo aspiré profundamente mientras sentía un fuerte mareo seguido de algunos estornudos que crearon un nubarrón negro. Tras eso me sacudí la polvareda que que había quedado encima mía por los estornudos y miré hacia la salida del callejón.

-¡Ya estoy lista!-Grité en mitad del callejón con las manos en la cintura mientras los segundos pasaban y me daba cuenta de un detalle- Si, estoy hablando sola de nuevo.

Salí del callejón para llegar a la plaza y mezclarme con la multitud mientras esta, como buenas aves de rapiña, ya estaban deseosos de encontrar aquel trofeo. ¿Y quién no?

Atuendo Aventura:

Estaba cansada de toda la mierda del mundo, de su gente y sus problemas. ¿Cómo no estarlo con lo último que había pasado? Se sentía traicionada por la persona en la que había depositado su confianza. Había empuñado su arma en su nombre, arriesgado su vida incontables veces y mucho más sólo para ser traicionada. Así lo sentía. ¿Para qué seguir luchando? En la última batalla vio la diferencia de fuerza entre ella y los verdaderos monstruos del Nuevo Mundo. Ah, sí. Algo le había hecho desviarse hacia una isla ubicada en el West Blue, o mejor dicho alguien. Supuestamente, un traficante le vendería algo de polvo mágico, un ingrediente importantísimo para la ejecución de un complicado hechizo. Como sea, se reuniría con su contacto dentro de un par de días y volvería al Nuevo Mundo.

Katharina vestía un engorroso kimono negro de anchas y largas mangas, cuyo complejo diseño estaba compuesto por flores y mariposas de diferentes colores. La faja que sostenía el vestido tenía líneas doradas y rojas, además de una pieza metálica que le daba un toque elegante. Una gruesa bufanda de piel de oso blanco protegía su cuello, aunque a saber de qué. A la bruja no le afectaba el frío. Para rematar, Katharina calzaba dos tacos negros y resplandecientes que, seguramente, alcanzaban la cifra de 5 millones de berries. Gracias a la transmutación podía acceder a una infinidad de vestimentas sin pagar una sola moneda.

Caminaba por la avenida principal cuando a lo lejos divisó a un grupo de personas reunidas en torno a un escenario. La bruja, motivada por la curiosidad, cambió de dirección y caminó lentamente hacia la muchedumbre. Se abrió paso entre la gente, sin pasar a llevar a nadie. Sobre el escenario había gente bailando alegremente, disfrutando la música y… compitiendo. Si aquello era una competencia de baile, pues era lamentable. ¿Dónde estaban los movimientos elegantes, seductores y apasionados del bailarín? Incluso Katharina, con su gélido corazón, sería capaz de encender los espíritus de los espectadores. Si hubiera sido más imprudente, más atrevida, habría saltado al escenario y les hubiera enseñado cómo bailar.

—No puedo creer que la gente se emocione por algo tan deprimente como esto… —susurró para sí misma, creyendo que nadie le había escuchado, pero una mujer de avanzada edad sí que lo hizo.

—Ay, esta juventud de hoy… ¡No tienen idea de lo que es la cultura! —resopló la vieja y se alejó, apartando a la gente con su gastado paraguas.

Su madre le había enseñado a ser respetuosa con la gente mayor, pero esa anciana se merecía un puñetazo en la boca por despreciar a la juventud. Como sea, la bruja estuvo a punto de largarse de ese lugar cuando la competencia finalizó. ¿Eso era todo? ¿No habría un enfrentamiento individual en el que disputar el primer lugar? ¿Simplemente sería una coreografía tan mala como aburrida…? Decepcionada, y con mucha hambre, se dio la media vuelta y caminó hacia el lado contrario del escenario.

Un fuerte estallido, acompañado de humo y llamas, llamó la atención de Katharina. Enseguida, el hombre que había anunciado la competencia declaraba que alguien había robado el Trofeo de Baile Diamurd. Prometió 3 millones de berries a quien devolviera el preciado objeto. La bruja no tenía nada que hacer por el momento, así que buscar al ladrón y conseguir esos tres millones era un buen panorama. Lo primero que haría, sería buscar pistas en el edificio destrozado.

Yo había llegado a la isla una hora antes de todos los eventos efectuados en la introducción del rol, era la primera vez que la había visto en toda mi vida y en principio me había parecido una isla normal y corriente, bueno, al menos hasta que até mi barca de vela en el astillero, allí fue cuando pude distinguir entre la multitud una chavala cuya edad era similar a la mía y cuya belleza era apreciada por mí, enseguida me dirigí a ella y traté de captar su atención aunque... ¡Vaya! Ella había decidido mantener una conversación conmigo antes siquiera de que yo abriese la boca, era mi día de suerte.

Ella era una chica de cabellos largos y rubios como el oro que le llegaban a la altura de la cintura, su piel era de un blanco pálido, como si jamás le hubiese dado el Sol, su pecho era de tamaño considerable pero no exagerado así como también poseía un trasero firme que no tenía nada que envidiar a la delantera, era de una estatura de metro sesenta y era poseedora de una complexión normal, labios carnosos, ojos azul cielo, y vestía con un vestido blanco y de flores amarillas con un pequeño escote, llevaba unas chanclas blancas.

Yo iba vestido con ropa de civil, o al menos así me quería parecer a mí ya que la elegancia de estas prendas distaba mucho de lo que solías ver por la calle. Después de una breve conversación en la que ella me habló acerca de la isla y del gran evento que se celebraría hoy en ella, nos dirigimos a una taberna y ella me confesó que me había hablado porque encontraba exóticos y atractivos a los extranjeros como yo. Tuve que reprimir en varias ocasiones mi mirada hacia su turgente busto, por dios, encima de que ella iba a pagar mi bebida no quería ser descortés, aunque a veces se me escapó alguna vista ante la que ella no pareció poner impedimento.

Ropa de Civil:

Los minutos pasaron, y entre conversaciones que realmente no me importaban una bazofia y pintas de cerveza que cada vez me iban poniendo más contento terminé así...

Vergüenza Ajena:

Así es, había participado en aquel evento y lo había hecho junto con aquella chica, yo ni siquiera sabía cómo había llegado hasta allí, y por más que intentase echar la mente atrás lo único que encontraba eran recuerdos difusos. Me sorprendí bailando como uno de ellos sin siquiera saber la coreografía y me descubrí a mí mismo divertido por aquello, pero todos sabemos que lo bueno no dura para siempre... La explosión provocó que entre el público se formara un gran revuelto, incluyendo la chica, corrió y huyó del lugar antes si quiera de despedirse de mí. No había escuchado ni si quiera la explosión, lo único que había notado era que todo el mundo había comenzado a huir de aquel lugar, era tal el pedo que llevaba que lo único que pude escuchar fue "3 millones de berries" y "estatua".

Me bajé del escenario como pude, aunque lo hice manteniendo la coreografía que tan solo parecía hacer yo, no fui consciente del ridículo que estaba haciendo aunque, por suerte, pude escuchar de un ciudadano el mensaje de que la recompensa por recuperar la estatua perdida era de 3 millones de berries. No sabía ni qué estatua era, ni el color, ni el material ni nada, pero me alejé andando torcido de aquel lugar y fui a buscar mis prendas al puerto mientras farfullaba las siguientes palabras.

- Eshos tré mishones dederrih van a seh páh mí... ¡Hip!

Escuché el bullicio a lo lejos, mientras llegaba del «Nuevo Mundo». Había salido en busca de una aventura, pero debía empezar desde los confines de los pioneros, no podía iniciar una historia sin conocer el trasfondo de cada uno de los motivos de los aventureros, que empedernidos buscaban el «One Piece» y soñaban con grandes montañas de tesoros, haciéndose el «terror de los mares» o los más ricos en todos los «grandes azules».

Junto a un barco civil del gobierno, donde había sido aceptado sin dar información alguna sobre mis intereses; se trataba de uno de los barcos que eran enviados a los «azules», en retorno, con la excusa de proteger a los civiles de las guerras en las islas que estaban expuestas y pertenecían a los dominios del Gobierno Mundial. Arribé en las costas de una isla de nombre raro, parecía un mote inventado por un navegante ebrio, que habría pasado y apodado la isla, dotándola de un nombre propio..., pero creo que su pronunciación no fue la mejor.

Las personas, alborotadas, salían del centro de la ciudad, donde al parecer habían montado un tarantín. Se podía divisar desde la entrada de la ciudad una especie de tarima, con telón y luces, sin embargo, no era nada muy claro, el desorden de las personas, corriendo con fervor y algunas temerosas, no dejaban una imagen concreta de lo que pasaba; me adentré a la ciudad, mientras las personas venían hacia mi dirección, yo iba en contraflujo. Los demás pasajeros decidieron no bajar de la embarcación, con solo ver la marea de personas consternadas, corriendo sin sentido alguno. Todos tomaron sus precauciones, pero para mí, la precaución fue ir a ver qué pasaba, no podía quedarme intrigado sin saber lo que sucedía en la isla, al fin y al cabo, era ahí donde mi destino deparaba.

Por mi tamaño de «kobito», nadie se dio cuenta cuando dejé la embarcación, así como nadie se daba cuenta de mi pasar entre la multitud, mi cuerpo parecía esconderse accidentalmente. Encontré a un guardia de la ciudad, no era un Marine, este parecía un poco más informal, vestía un uniforme distinto al corriente. Convirtiéndome en nieve, subí por su cuerpo, hasta llegar a reformar mi cuerpo en su hombro, acompañado de una brisa gélida que dejaba una sensación de frío alrededor de todo su cuerpo.

- ¡Eh! No te vayas a asustar, pero necesito saber qué pasa, por dónde puedo ir al cen...-El guardia reaccionaría de inmediato al sentir el frío bajando desde su hombro izquierdo. Viró la mirada hacia mí, con una cara de extrañado-.

- ¿¡QUÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ!? Tú-ú, ¿q-ué eres? Por-por-or favor, no me hagas nada. Yo solo cuido la ciudad-d.-Dijo el guardia, con pavor y asombro, al verme que aunque estuviese parado en su hombro, no era más que la palma de su mano-.

- Bah, hombre, escucha... Yo solo quiero que me digas cómo ir al centro, deja tanto albo...-Otra vez interrumpido por la respuesta del guardia, no alcanzó a terminar la pregunta-.

- Oo-o-oye, que no sé nada, n-o-no me hagas nada-a...-El guardia caería desmayado en medio del caos; al parecer, el asombro y el miedo por ver algo diferente le había comido con ansias-.

- Dios, ¿por qué todos son tan raros?-Platicando conmigo mismo, seguí mi camino-.

Con el paso del tiempo, pasando por las calles, escucharía uno que otro rumor que murmullaba la gente. Al parecer, un trofeo muy valioso se había perdido durante la celebración de una festividad tradicional de la isla, pero nadie había podido presenciar lo que sucedió.

Yo, por mi parte, seguía caminando, tratando de llegar hasta el centro de la ciudad, donde estaba montada aquella aparatosa estructura que se veía desde el entrar a la isla. Víctima de mi falta de orientación y la mala guía que tenía de la isla, di vueltas y vueltas durante una hora, pasando por la misma redoma alrededor de 4 veces, solo que en distintas direcciones; al principio iba al norte, luego me dirigí al sur, cambié de sentido al noroeste, pero al final, terminé llenendo al sureste. Caminaba de esquina a esquina, recorriendo toda la ciudad, aún sin llegar al centro.

...

Después del tour gratuito que me regalé por la isla -No me perdí, eso ha sido intencional (?)-, llegué a mi destino. Al cabo de 1 hora y 23 minutos, me encontré en el centro de la ciudad, en la plaza donde estaba montado todo el aparatejo; junto a la atracción central, estaba un grupo de personas, que al parecer eran los coordinadores del evento y alguno que otro curioso. Me acerqué para escuchar la historia completa de lo que había sucedido, otra versión más para ser comparada con todos los rumores. Concordaba con todo lo que decían en la ciudad.

Mi estómago empezaba a gruñir y el hambre decía presente, mi atención no era la misma con un estómago vacío, por eso, retorné por donde vine, que durante el transcurso del día había visto un restaurant de carne. Como costumbre, di otro «tour gratruito» -si me hubiese perdido nuevamente, lo diría (?)-, justo hasta llegar al restaurant, donde pasaría el resto del día comiendo a placer.

A medida que Roland se iba acercando al edificio en llamas, la gente de su alrededor parecía disminuir, y el edifico más que estar en llamas, estaba humeando. No parecía que la explosión hubiese provocado víctimas mortales, lo cuál agradecía el agente, no por que las personas estuvieran sanas sino por disminuir su trabajo.

Cuando se encontraba a diez metros del lugar, donde ya apenas quedaban personas, se encontró a dos marines que se estaban acercando a la escena. Roland se adelantó a ellos y situándose enfrente de ellos los detuvo con un gesto.

- ¿Qué quieres? ¿No ves que tenemos prisa? - inquirió el de la izquierda.

- Charlie, tranquilízate, recuerda que el piscólogo te dijo que controlaras tu ira - le dijo a su compañero y se giró hacia Roland -. Disculpe pero ha habido una explosión ilegal y tenemos que ocuparnos del asunto. Cualquier queja diríjase a la base de la marina.

- De eso quería hablarles, cadetes. Soy el agente Roland Oppenheimer, del Cipher Pol - les dije mientras sacaba mi placa del bolsillo -. No es que sea de mi agrado, pero serán lo suficientemente inteligentes para entender que esta clase de situaciones recaen sobre mi jurisdicción, ¿verdad?

- ¿Pero nos está llamando estúpidos? Me da igual que sea un agente del tres al cuarto, no tolero a los despreciables como tú - grita el marine llamado Charlie mientras se prepara para lanzar un puñetazo.

- ¡Para, por favor! ¡Prometiste no volver a incumplir órdenes! - le pedía su compañero mientras se interponía para detener su puñetazo.

- Hmpf, está bien, pero solo por esta vez. Váyase de una vez y haga su trabajo - le dijo Charlie al mink.

- Será un placer, pero antes les pediría que se quedasen vigilando para que ningún civil se inmiscuya. Y espero que sean tan amables de entregarme un Den Den Mushi para comunicarme con ustedes y sus superiores en caso de ser necesario - les pidió el mink con toda la amabilidad que pudo.

Charlie el cadete se mostraba reacio a obedecer las órdenes del agente, pero tras fijarse en la mirada suplicante de su compañero acabó cediendo. Le dio un Den Den Mushi con una gorra blanca y azul, y se quedó con su compañero montando guardia en la entrada del edificio. Por su parte, Roland se adentró y subió hasta el tercer piso, ya que parecía que la explosión procedía de allí.

El edifico estaba abandonado, y antiguamente debía de haber sido usado como oficinas. La primera y segunda planta se encontraban vacías e intactas, pero al subir a la tercera, se notaba una gran diferencia. Una parte de la planta no había sido afectada, pero la otra mitad estaba llena de columnas rotas, hormigón resquebrajado, alguna llama vacilante, y mucho humo. De entre la suciedad formada en el suelo, salían a relucir una huellas. Roland las siguió hasta una ventana que mostraba el techo de de un edificio contiguo al cuál se podía acceder saltando, y de esa forma se creaba un camino entre techos de casas y edificios.

El mink se asomó por la ventana y usando su visión genuina intentó buscar el indicio de alguna persona. A lo lejos, más allá de un kilómetro de distancia, vislumbró una pequeña sombra saltando entre tejado, y sin dudar ni un momento soltó por la ventana para seguirla.

-KIIIIAAAA!!!
Grito al esquivar el 4º pie del día, la gente no tenia respeto por el tamaño ínfimo de algunos de sus conciudadanos, habia demasiada gente, como no encontrara alguien aceptable enseguida seria pasto de zapatos, la gente estaba muy nerviosa y caminaba de un lado al otro sin saber que hacer, eso era un problema no planeado. Una caja de palomitas no podía defendedlo de ese ataque, pero por suerte eso daba igual, por que vio unos elegantes pero maltratados zapatos que iban andando en un tambaleante andar, alguien habia decidido abusar de la bebida.
-¿Ese... Esta borracho?
Greed miro hacia un lado y al otro, tras no ver ningún enemigo, inmediato a la vista, supo que era su oportunidad, solo esperaba que le funcionara, confiaba en su embriaguez para que su plan funcionara.
-CHANA CHANA CHANA CHANA ...¡Transformación!!-dijo saliendo de su escondite y corriendo hacia los pies del extraño borracho (kaworu) mientras en su imaginación se escuchaba una machacona y animada canción de héroe transformándose, antes de pirarse a los zapatos, o mejor dicho el hueco que hay de pantalón que permitía a Greed ascender con torpe, pero rápida habilidad por el pie de Kaworu, probablemente haciéndole cosquillas, que le harían poner poses raras y movimientos raros al ebrio, pero que no llamarían la atención, haya que salio del pantalón y ascendió por debajo de la camisa, hasta aparecer en el cuello de la camisa- ¡CHAN CHAN CHAN! ¡Es fuerte! ¡es poderoso! ...- y Finalmente de un salto se poso, en el cuero cabelludo de Kaworu- ¡Es el Gigant Greed de combate! ¡GENUINE FORM!
Greed finalmente dejo su comportamiento infantil para asomarse, por el flequillo del desconocido, tal vez tirando un pocop de su palo, ya que su tambaleo amenazaba con tirar de el.
-¡Hola! ¿Me escuchas? ¡Soy la voz de tu cabeza! ¿Quieres esos 3 millones ¿verdad? Junto a mi inteligencia, y mi tecnología superior... junto a tu fuerza bruta y tu... tu... apariencia humana... ¡He! casi me tiras! bueno ¿que me dices?

Greed no conocía a Kaworu... ¿Que le podía meter en problemas? No lo dudaba, pero los golpes se los llevaba él, no Greed, por otro lado, tenia todo lo que necesitaba, alguien sin cerebro, manejable, que luego no recordarse mucho de lo sucedido, y por supuesto que pensara que era un ser imaginario.

-Blip, blop, blip, activando escaner... gps... ¡Listos! ¡A buscar!

Aquí cada persona iba a los suyo y yo no iba a ser menos. ¿Me interesaba el dinero? Si, ¿iba a costar lograrlo? Si, ¿vale la pena intentarlo hasta que me canse o me aburra? Si. Tenía un debate interior y por suerte ya habían empezado algunas personas de la plaza a mover ficha para encontrar ese dinero, sin embargo, comenzaba a mostrarse un dualidad problemática a mi parecer.

"Vale....o puedo ir sola a por ese dinero, o presentarme a algún grupo de idiotas que tengan a bien hacer el trabajo por mi...."

Asomé la cabeza desde el callejón a la plaza y con paso tranquilo y las manos a mi espalda me dirigí a donde estaba el tumulto. No tardé en ver a gente de todos los tipos y calañas, pero había algunos que particularmente me llamaban mucho la atención: Un borracho que parecía que hablaba con alguien en el suelo..un mink que iba hacia el edificio en llamas, otro hombre y una chica que contemplaban la escena.

Me quedé mirando el edificio por unos minutos, como esperando que el trofeo apareciera por arte de magia. En los ojos se me dibujaron unas estrellitas. Me senté en mitad de la plaza contemplando el fuego mientras la gente buscaba como loca el trofeo. Mientras todo aquel revuelo sucedía lancé una pregunta al aire.

-¿Alguien sabe si van a hacer explotar algo más? Me he perdido el número principal- Dije sentada agarrándome las rodillas con las manos mientras contemplaba el edificio en llamas. Por unos instantes me olvidé de porque estaba allí.

"Yo vine aquí por algo...umm...tenía que ver con algo que brilla. Algo valioso....¿y que es valioso? Los explosivos....espera espera no eso no es. Algo que brilla y valioso....¡ah ya se!

Me levanté dando un brinco mientras gritaba.

-¡¡BERRIES!!

En ese momento los que estaban a mi alrededor buscando centraron sus ojos en mi, esperando haber encontrado dinero o algo. Me quedé mirándoles mientras una gotita de sudor caía por mi frente mientras intentaba mantener una sonrisa de disculpa.

-Nada nada falsa alarma, sigan buscando -dije haciendo un ademán con las manos para que continuaran buscando.

Estaba segura de que encontrar el trofeo no sería un desafío para alguien de su nivel, pero al menos le mantendría ocupada. Por lo visto, habría competencia y eso volvía las cosas un poco más… interesantes. Buscó con la mirada a cualquiera que pudiera parecer sospechoso, pero en vez de eso encontró a un mink. ¿Qué diablos hacía un puto mink en ese lugar? La bruja conocía Zou, había estado allí para ayudar a su gente por órdenes de su antiguo capitán. Esperaba no encontrarse con ningún otro parásito de la prehistoria. Como sea, el extranjero había optado por inspeccionar el edificio. ¿Qué esperaría encontrar allí? Katharina no imaginaba nada más que escombros y, en el mejor de los casos, un componente de la bomba.

Un grito llamó la atención de Katharina, volteando la mirada y encontrándose con una extravagante chica de largos cabellos azules. Llevaba dos coletas y un provocador atuendo que dejaba poco a la imaginación. A la bruja no le gustaba la gente escandalosa; entre menos atención, mejor. Si esa loca también estaba tras los tres millones, intentaría mantenerse alejada de ella. Katharina estaba consciente de que era una criminal famosa, pero esperaba que nadie reparase lo suficiente en ella como para darse cuenta de que había una recompensa de más de 500 millones por su cabeza. No quería tener que lidiar con la Marina ni cazadores esperanzados. Y algo le decía que, si se acercaba a esa chica, acabaría en problemas.

Dejaría que el mink jugase en el edificio destruido, ella se dedicaría a encontrar las respuestas que le acercarían al trofeo. Primero, no tenía idea de cómo mierda era; segundo, ¿por qué alguien intentaría robar algo así? ¿Acaso era un pesado objeto hecho de puro oro? Todas aquellas preguntas las resolvería una vez encontrase al organizador del evento, el mismo hombre que había anunciado la recompensa de tres millones de berries. El tipo no destacaba en nada, salvo por su prominente barriga de embarazada. Era calvo, feo y su nariz era casi tan grande como un buque de la Marina. Cuatro tipos armados con espadas le protegían de cualquiera que intentase acercársele. Normal, después de todo, el gran trofeo había sido robado y ahora necesitaba más protección que nunca.

—Quisiera hablar con el hombre que está a cargo —le comentó la bruja a uno de los guardaespaldas, un tipo de casi dos metros de alto y fornidos brazos. El tipo frunció el ceño y miró a su jefe en busca de una respuesta. Una vez el organizador dio el visto bueno, Katharina avanzó.

—¿Y bien? ¿Qué necesitas?

—Información sobre el trofeo robado —respondió la bruja sin ninguna expresión en su rostro, con su característica voz apagada y carente de emociones—. ¿Cómo es? ¿Por qué alguien querría robarlo? ¿En cuánto está evaluado?

—Woh, woh, son demasiadas preguntas, chica. No puedo decirte cuánto cuesta, pero digamos que lo suficiente para ofrecer tres millones por su recuperación. Es una estatuilla de una pareja bailando —contestó el jefe, intentando recordar cada detalle del objeto—. Bien podrían ser bandidos como un grupo de rebeldes que intenta jodernos la vida. No tengo idea de quién habrá robado el trofeo, señorita. Si no tienes más preguntas, será mejor que te largues. Por culpa de esto, tengo mucho trabajo por hacer…

El hombre se retiró acompañado de los cuatro guardaespaldas, dejando sola a Katharina. Ahora sí podría investigar el edificio destruido; quizás allí encontraría algo de interés.

A duras penas había conseguido bajar del escenario y me estaba dirigiendo hacia el embarcadero para cambiar mi vestimenta cuando sentí que algo se enganchaba a mi pierna y subía a través de ella, inmediatamente sentí una gran cantidad de manoseos provenientes de la criatura lo que desencadenaron en cosquillas, alcé la pierna por la que Greed estaba ascendiendo y la doblé colocándome a pata coja, una carcajada se escapó de mis labios, acción que pronto desencadenaría en una risa sonora que provocó que se escaparan mis lágrimas, entonces todas las miradas ignoraron al resto y se plasmaron en mí, llevé mis manos hacia dicha pierna y traté de rascarme la zona en la que yo sentía las cosquillas, pero estas ascendían y mis manos no eran precisas. Me tambaleé, perdí el equilibrio y salté varias veces, moví las manos con velocidad del frente hacia a atrás en un intento por... ¿Mantener el equilibrio o volar? Ya ni si quiera sabía qué demonios estaba haciendo, así que una vez que las cosquillas cesaron paré, un craso error, no había conseguido estabilizar mi cuerpo, me resbalé y caí de bruces al suelo, me partí el labio y me hice daño en el pómulo derecho, entonces toda aquella persona del pueblo que me estaba mirando desvió la vista, parecían quererme permitir ese tiempo de privacidad para que no fuese más patético.

Fui consciente de que había hecho el ridículo, pero no sabía cuánto, el efecto que el alcohol poseía sobre mí era demasiado potente, pero había que reconocer que aquella caída había conseguido hacerme salir un poco de aquel trance. Caminé hacia la dirección que había decidido tomar con anterioridad, sin embargo, esta vez mi camino fue acompañado por una voz que decía ser "mi conciencia". no la relacioné con las cosquillas, tampoco me pregunté cuánto tiempo llevaba allí, sabía que aquella no era la voz de mi conciencia, lo tenía muy claro, así que giré la cabeza esperando encontrarme con la criatura que se escondía en mi cabellera, acción que no sirvió para nada. Chasqueé la lengua con fiereza y llevé mi mano hacia mis cabellos, palpando estos hasta tocar el cuerpo de Greed, retiré la mano y continué caminando, no me importaba demasiado que aquella criatura estuviese allí, de hecho, me gustaba la compañía de alguien, odiaba en lo más profundo de mi alma la soledad.

- ¿Giant Greed de combate? ¿No eres muy pequeño para ser algo así, conciencia?

No esperé a su respuesta para volver a hablar, tampoco respondí a sus preguntas antes de hacer las mías.

- Seas mi conciencia o no, ten por seguro que esos tres millones de berries van a caer en mis manos, iremos hacia mi barca, tomaré mi equipo y comenzaremos la búsqueda.

Tampoco esperé su respuesta antes de acelerar el paso, quería llegar rápido al embarcadero para tomar mi equipo y comenzar la investigación con rapidez, al fin y al cabo no me gustaba estar vestido de aquella forma.

El sospechoso no parecía haberse dado cuenta de que un mink había seguido la misma ruta que él desde el edificio humeante. Roland, al darse cuenta de que era su mejor opción hasta el momento, no quería dejarle escapar, y corrió sobre tejas y azoteas para alcanzarlo. Un poco más allá de la mitad del trayecto para alcanzarle, el agente pudo distinguir nítidamente al sospechoso. se trataba de una persona tan alta como ancha, con forma de bola. Sus brazos eran como jamones y llevaba el rostro cubierto. Para sorpresa del agente, era más ágil de lo que parecía, a pesar de su tamaño. Llamarlo corpulento se quedaba corto. Era un persona realmente obesa. Su cuerpo, una esfera, acompañada de otra más pequeña encima conformando su cabeza, y sus extremidades parecían jamones de charcutería. Sus ceñidas ropas de color morado dejaban ver como rebotaba la grasa de su cuerpo, y todo su cuerpo se encontraba cubierto, salvo sus ojos y la zona del ombligo.

SPOILER:

El agente empezó a coger velocidad para atrapar al sospechoso, pero este se percató de su perseguidor y aumentó su velocidad. Parecía increíble que una persona de ese tamaño se moviera tan rápido, pero no era rival para Roland. El mink continuaba persiguiéndolo hasta que encontró una oportunidad de usa el Soru entre los tejados. Gracias a esa técnica soobrehumana, no solo alcanzó al obeso hombre sino que se lanzó sobre él y lo derribó, inmovilizándolo en el acto.

- Quedas detenido como sospecho por delito de atentado público. No te muevas y todo será más fácil - dijo Roland con severidad.

- Tú nunca atrapar yo - dijo el hombre rechoncho con un exótico acento y con su único brazo libre tiró de un hilo que sobresalía de su traje. En un momento aparecieron en sus hombre unos propulsores que, al activarse, hicieron que el sospechoso saliera volando, dejando a Roland en tierra.

- Maldita sea. ¿Cuando se darán cuenta de que resistirse es inútil? - murmuró el mink.

Acto seguido Roland se elevó en el aire con otra técnica del Rokushiki, el Geppou, continuando la persecución. Parecía ser que esos propulsores eran el as en la manga del sospechoso, porque no eran precisamente prácticos. Hacían movimientos erráticos y no eran muy estables, pero al parecer el hombre obeso confiaba en esa baza, confianza que quedó destrozada cuando vio como el mink andaba por el aire en su dirección.

- ¡Te dije que te estuvieras quieto! - gritó el agente.

A la vez que gritaba lanzó una patada contra el propulsor izquierdo, provocando la caída del sospechoso. Se intentó mantener volando con un solo propulsor, pero al final acabó cayendo en la calle que se encontraba debajo suyo. A los pocos segundos Roland aterrizó al lado suyo, pero ya se había formado un círculo de curiosos observando cómo había caído la enorme masa de carne humana.

Greed estaba contento, por fin tenia alguien que utilizar de "maquina de guerra gigante" de momento por lo que su plan iba perfectamente cuadrado, o al menos eso creía hasta que... ¡PUUUMMM! el golpe fue muy sonado, tanto que hasta Greed pensaba que se había dado, pero le fue de poco, casi todo el golpe se lo comió Kaworu, aun así Greed sintió parte del dolor por empatía hacia los demás.
-¡HAY! que daño... ¡¿Que?! ¡NO! ¡MALO! ¡Chico malo! Te quedas sin postre esta noche... digo, sin alcohol...
Casi había conseguido golpearle con tanto tropiezo, y Greed no es que fuera muy bueno aguantando los golpes, de echo se consideraba un ser sensible que respetaba toda forma de vida, aunque nunca mas que la suya propia.

Tras conseguir que todo saliera como había previsto, se encontró con un gran "inconveniente", el robot se creía con derecho a tomar decisiones, Greed saco un abanico de papel y golpeo la cabeza del hombre con el para no causarle verdadero daño al reprenderlo. Llegados a este punto seguramente os preguntareis "¿De donde lo saco?" a lo que respondo "No entremos en tecnicismos sin importancia ahora"...
-¡NO! ¡MALO! ... si vas a buscar tu equipo los perdemos ¡Y adiós al dinero! ... ¡Venga! ¡Es un trabajo sencillo! ¡Hay que pillarlos! No estas en condiciones de ir a ninguna parte, si no los sigues, los perderás ¿Tanta falta te hace un equipo? ¡Con lo musculote que eres! Seguro que se echan a temblar en cuanto te ven.
Estaba claro que ir a puerto llevaría a una persona normal ya un tiempo considerable, no hablemos de un alcohólico que ademas tendría que volver del puerto, subir un edificio y ganar un combate, sin marearse demasiado, perder el sentido o dormirse.
Greed ladeo la mirada, como si quisiera dejar en claro su "decepción"

-¡¿Que me dices?! ¡Atraviesa esos guardias y sube como quien no le importa nada!!

Parecía que la cosa estaba calentita y por una vez que pensaba...si, hasta me extrañaba, decidí que la mejor opción no era quedarse mirando a los pájaros esperando que aquellos berries llegaran a mi por arte de magia. Si bien estaba interesada en que aquella fortuna llegara a mis manos ¿Porqué no dejar que la gente se mate entre ella y luego recoger el premio?....ah ya se, porque era super aburido.

Me puse a mirar como unos corrían para un lado y otros hacia otro, algunos iban hacia el edificio, otros hacían grupitos de "colaboradores".Sinceramente, no me iba a quedar quieta esperando la fiesta, así que busqué al más tarambana que hubiera por allí. Para mi fortuna pude ver a uno que parecía estar algo borracho,o no sé, pero hablaba solo...es de los míos.

Me acerqué a él con mi mejor sonrisa y buenas maneras.

-Hola chico guapo. ¿Estás buscando los berries también no?¿Puedo unirme contigo a la búsqueda? Aquí todos piensan que van a tener ese dinero, pero a mi me da igual la pasta en si...con un tercio me llega, el resto para ti ¿trato?-dije directa- No creo que muchos te ofrezcan este mismo trato tan generoso, pero si no me quieres en tu "team" lo entenderé.

Me di media vuelta y comencé a caminar para alejarme de ellos. Cruzaba los dedos para que aceptara pero me gustaba más hacerme la remolona mientras fingía mirar al resto de presentes en la plaza y cercanos al edificio como buscando acompañante.

Tenía toda la intención de recuperar la estatuilla dorada y ganar esos tres millones, los cuales ocuparía para volver al Nuevo Mundo. Tal vez, si sobraba algo, contrataría a un par de mercenarios. Bueno, tres millones no era demasiado dinero, pero era mejor que quedarse haciendo nada. Ahora mismo, en sus manos tenía todo lo necesario para recuperar el trofeo: información y habilidades sobrenaturales. Todos estaban concentrados en encontrar la estatuilla, por lo que nadie reparaba en Katharina. Pese a ser una de las criminales más buscadas del mundo entero, nadie pensaría que se encontraría en un lugar como ese, así que podría trabajar sin mayores problemas. Entonces, ¿qué decidiría? ¿Preguntarles a los espíritus quién había usurpado el premio? ¿O hacer las cosas más interesantes y hacer equipo con alguien? Ya había desechado a esa chica de largos cabellos celestes por su comportamiento extravagante y alocado.

 Justo antes de entrar al edificio para obtener algo más de información se fijó en que una extraña criatura era perseguida por una incluso más rara. ¿Qué mierda hacía un mink en Diamuird? Esa raza de “hombres peludos” provenía del Nuevo Mundo, un mar tan lejano que era casi imposible volver sin ayuda de un navegante experto. Ahora sí que las cosas se tornaban interesantes. Katharina, motivada por saber qué hacía ese mink en Diamuird, se unió a la persecución. Los movimientos del felino eran propios de alguien de su raza, aunque la técnica que ejecutó más bien parecía pertenecer a la del cuerpo de agentes del Gobierno Mundial. Al darse cuenta de que el mink era en realidad un miembro del Cipher Pol, Katharina frunció el ceño y se cruzó de brazos. Segundos después, le vio usar el Geppou, técnica que le permitía golpear el aire para moverse por este medio.

—Sus movimientos son toscos y lentos, así que no debe formar parte del CP9 ni mucho menos del CP0 —susurró la bruja sin ser consciente de que las palabras salían de su boca—. Ahora que ha capturado al sospechoso lo mejor será permanecer cerca de él, además quiero saber qué hace un mink aliado con el Gobierno Mundial.

 Escondida entre las sombras que se formaban tras una enorme pared, la bruja cambió de forma. Sus pálidos cabellos rosas ahora eran plateados como la luna, y su piel tomó un extraño tono rojizo forjado por las ardientes arenas de Ulthrum. Sus ojos eran grandes y profundos como el propio océano, y miraban con cautela a todo lo que se movía. Su busto decreció considerablemente, adoptando más bien una figura esbelta y poco pronunciada, aunque tan curvilínea como una guitarra. Lo mejor sería que nadie se enterara de que Katharina von Steinhell formaba parte de esa estúpida misión. La chica de piel rojiza llevaba un largo kimono de color negro y mangas increíblemente anchas, sujeto por una faja blanca.

 La bruja se abrió paso entre la muchedumbre y se colocó al lado del agente, mirándole de reojo. Aún no actuaría, sino más bien se dedicaría a observar sus movimientos. Si de verdad el mink era un agente del Gobierno Mundial, acabaría con él. Por otra parte, no hizo nada para impedir que el sospechoso comenzase a perderse entre la multitud. ¿Acaso el mink sacaría un as bajo la manga y conseguiría atraparle?

—Has hecho un buen trabajo persiguiendo a ese hombre. Eres hábil, pero si no haces algo terminará escapándose. Si quieres, puedo prestarte mi ayuda, aunque habrá que repartir esos tres millones de berries —le susurró al agente permaneciendo muy cerca de él.

Polimorfia:

Escuché cada una de las palabras que la pequeña criatura extraña que me hablaba pronunciaba por aquella pequeña boca, lo único que consiguieron fue arrancarme una carcajada. ¿Aquello era el efecto del alcohol, o era que la rubia maciza que me había encontrado antes me había ofrecido algo más que no sabía que estaba en la bebida? No alcanzaba a comprender la verdad ni tampoco sabía si esto realmente sería necesario, comprendía qué era lo que me jugaba, dinero, y a la hora de los juegos si había dinero de por medio yo siempre debía de tener todas las de ganar. Fueron sus palabras seguidas de mis pensamientos las que activaron una reacción en cadena que provocaron que se me encendiese una dorada llama en el interior de mí (metafóricamente hablando).

- ¡Iremos a tomar nuestro tesoro!-

Exclamé de tal forma que fue audible por toda la plaza.

- ¡Mío! ¡TODO ES MÍO!-

Volví a exclamar, lo que provocó que la vista de los guardias se centrase en mí, al parecer me habían visto como un posible sospechoso, dos de ellos comenzaron a acercarse hacia mí, precisamente aquellos dos que había señalado la criatura pequeña. Sonreí divertido por la situación, al parecer era mi destino quien quería acercarme al deseado dinero trayéndomelos directamente. Me crují los puños y me tambaleé con levedad, aún el alcohol me dominaba y aproveché aquella imagen de aparente debilidad por el estado que sufría para lanzarme directamente contra ellos y placarlos, provocando que ambos cayesen de espaldas. Sin meditar mucho más mis acciones continué corriendo hacia el frente, arrojando por el suelo a la multitud que osaba interponerse en mi camino, lo que atrajo demasiadas miradas.

- ¡Criatura! ¡Indica el camino, iremos corriendo! ¡ESE TESORO NOS PERTENECE!-

Grité a pleno pulmón.

- Porras, ¡qué escurridizo! - gritó Roland cuando el sospechoso salió corriendo.

El mink iba a moverse rápidamente tras él, pero una chica que no había visto en su vida le interrumpió ofreciéndole ayuda. Roland la escrutó de arriba a abajo con cara de pocos amigos y le dijo:

- No necesito tu ayuda, chiquilla.

En esta ocasión el mink no quiso sonar arrogante, pero era cierto que no pensaba que una muchacha de esa isla pudiera ayudarla a capturar a un criminal tan extraño como al que estaba persiguiendo. Además, se le daba mejor trabajar solo, ya que otra persona no haría más que estorbarle a la hora de trabajar.

Se alejó de la muchacha apartando bruscamente a las personas que se habían conglomerado en la calle para observar cómo huía el obeso enmascarado.

- ¡Apártense de mi camino! - les gritaba el agente a los pueblerinos - ¿Es que no ven que entorpecen mi trabajo?

Roland creía que la mejor forma de hacer amigos y de que aldeanos sencillos le hicieran caso era gritarles coléricamente y llamarles patanes e ineptos, de ahí su cara de confusión cuando todos se giraron hacia él y le empezaron a lanzar frutas y verduras a la cara, sobretodo tomates. Bueno, a la cara y a todo su cuerpo, en especial ciertas partes más específicas y dolorosas. La rabia del agente aumentaba por momentos, pero, por desgracia, no podía permitirse dañar a meros civiles, y como estos no ahora no le dejaban pasar para terminar su misión, buscó con la vista a la muchacha de antes y le gritó:

- Si consigues sacarme de esta situación la mitad de la recompensa es tuya. Pero hazlo YA.

Greed lanzo un largo y profundo suspiro, no le agradaba nada su nuevo he improvisado aliado... apestaba a alcohol, gritaba mucho, y ahora parecía no querer doblegarse ¿le habrá animado demasiado? tal vez seria mejor dejar claras las cosas desde ya, luego no quería confusiones de ningún tipo, así que fue directo al grano, daba igual como se expresara, total, lo tenia comiendo de su mano.

-He he... recuerda que vamos ha partes iguales... ¡tu consciencia necesita pagar el alquiler! ¿Sabes que las botas se alquilan a 50 beries? ¡50! ... casi prefiero vivir en una lata por 20, pero no vale la pena si luego apareces en un vertedero ...¡Necesito donde vivir!

Tras dejarlo claro, parecia que totdo volveria a su cause, pero aquel cuerpo empezo a hablar de incoherencias a las que no trato de dar sentido, era absurdo intentarlo siquiera, Greed le tiro del pelo para hacerse escuchar, lo necesitaba centrado y viviendo el momento, no en sus fantasías, y pensara en... Lo que fuera que pensara este tipo, con cara de estar hasta las tantas viendo vídeos de lolis por Internet, o del típico hombre que aparece en las noticias siendo arrestado por 5 marines lolis sin oponer resistencia alguna... ¡bueno! el caso es que le llamo la atención, pues necesitaba que le prestara mucha atención o no verían ni un misero berrie.

-Recto... ¡ve recto! Y empuja todo lo que se te interponga.- Ya que por fin tenia un robot de combate ¡Era el momento de usarlo! pero estaba beodo, así que no podía ser muy escrupuloso con las ordenes, asi que le dio esa orden concisa y fácil de interpretar, mientras Greed activo sus pulseras de tecnología super avanzada y de ambas pulseras empezaron a salir lucecitas de colores.-¡Activando modo visión completa! ¡Soltando sondas de localización!

De ambas pulseras, salieron entonces dos pequeñas pelotitas, del tamaño de una canica, que recordaban a mini cabezas de Greed, de las cuales surgían de la copa del sombrero, unas hélices cual helicópteros y despegaron haciendo el mismo ruido que un mosquito cuando pasa cerca de tu oído, ambas volaron, alejándose hacia el edificio.
-Sondas espías enviadas! analizando datos...
Dijo centrándose entonces en la información que llegaba hasta sus pulseras, rápidamente llego la información, se trataba de un edificio muy alto... si, eso era todo de momento, pero tenia plena confianza en sus amigas, pero de momento no había mucho... poco a poco iria descubriendo mas, y pronto tendría la información de todo el edificio. Con esa información hayaria a los culpables ¡Y serian ricos!... bueno, eso si el borracho resistía el duro combate que estaban por tener.
-Vamos a tener que subir para arriba... ¿Podrá este cuerpo aguantar tal ascensión?... Es difícil decirlo... ¡Pero debo intentarlo! todo sea por MI dinero... ¡digo! Nuestro dinero

¡Había comenzado la fiesta al fin!. Parecía que la charla que intentaba tener con aquellos tipos acabó convirtiéndose en media plaza cargando contra aquel rechoncho sospechoso.  Varios ya habían intentado ir a por él pero este siempre se escapaba. Aprovechando la situación comencé a correr por la calle siguiendo a toda la manada de perseguidores: la mujer peliblanca, el borracho que hablaba solo ( a Greed) y el que desempeñaba algún tipo de trabajo entre griteríos a los pueblerinos.

Corrí y corrí intentando ver a aquel gordinflón que escapaba de todos y, a pesar de mis zancadas,  no pude avanzar demasiado debido a la aglomeración de curiosos aldeanos que, entre otras cosas, estaban lanzando tomates a uno de los tipos que intentaban dar caza al sospechoso. Me paré en seco al verme bloqueada por el gentío. Fruncí el ceño con ira y furiosa cólera mientras sacaba mi pistola  y disparaba al aire.

-¡Se aparten coño!- dije mientras los aldeanos se alejaban de mi y yo retomaba mi carrera. Me daba igual lo que pensaran, el camino estaba despejado, bingo.

Mientras corría y para evitar al resto de tipos que estaban de caza al igual que yo decidí acercarme a la pared de uno de los edificios de la calle. Salté sobre unos barriles que había al lado del tendal de una tienda, salté sobre este y chimpé hasta el tejado de la casa. Después di un largo suspiro.

-Aquí no habrá tráfico al menos- dije posando la vista  mientras se iba alejando la persecución. Comencé a correr nuevamente siguiendo al sospechoso pero a una distancia prudente...si lo cazaban por mi no me iba a quejar.

Se sintió ofendida cuando el hombre-gato rechazó tajantemente su ayuda, tratándola de chiquilla y dando a entender que no estaba a la altura de la situación. Fue un duro golpe al ego de Katharina, quien contuvo las ganas de darle una paliza. Ella había actuado de buena fe, en serio iba a ayudarle a atrapar al sospechoso y de paso espiar al mink para conseguir información, pero solo era un detalle. Al menos se sintió bien al ver que el hombre-gato no lo tenía fácil al intentar abrirse paso entre la muchedumbre, pidiendo a gritos que le dejasen hacer su trabajo. Oh, pero todo se transformó en una escena digna de grabar para siempre en su memoria cuando los ciudadanos comenzaron a lanzarle frutas.

El mink se volteó hacia la muchacha de cabellos plateados y ofreció la mitad de la recompensa si es que lograba sacarlo de esa situación. La bruja sonrió maliciosamente, le arrebató un tomate a un ciudadano y se lo lanzó al hombre-gato, apuntándole al rostro. ¿En serio creía que le ayudaría luego de rechazarla de esa forma tan… despectiva? Podría crear una prisión de hielo o roca en torno al posible ladrón, incluso podría dejarle inconsciente con su haki del rey, pero ¿qué sentido tenía? Era mucho más divertido ver como los planes del mink se frustraban gracias a la gente que debía proteger.

—Fu, fu, fu —rio la bruja, burlándose del mink—. Esta chiquilla no sigue las órdenes de nadie. ¿Piensas que te ayudaré luego de haberme ofendido?

Cogió otra fruta y se la volvió a lanzar al mink, esta vez apuntando a sus partes más valiosas. En serio disfrutaba la humillación que estaba sufriendo el hombre-gato, preguntándose qué haría para detener al ladrón. Un millón y medio de berries era una suma de dinero más que deseable, pero prefería quedarse de brazos cruzados viendo sufrir al mink.

—Sería una lástima que el sospechoso del robo escapase, ¿verdad? ¡Buena suerte con eso!

¿Pero quién se había creído esa chica que era? El mink no llegaba a entender por qué la gente se ofendía de esa manera, y ya empezaba a estar harto de las frutas y verduras, especialmente aquellas que iban dirigidas a su entrepierna.

- ¡Que os jodan a todos! - gritó Roland a los ciudadanos locales allí reunidos - Habéis intervenido en una operación del Gobierno: esto no quedará así.

Dicho eso, dio media vuelta, buscando otra ruta por la que pudiera buscar al misterioso hombre. Anduvo por las calles mientras hacía un intento vano de quitarse los restos de tomate de la ropa. Por culpa de los isleños había perdido el rastro del sospechoso, además de que aquella chiquilla le había hecho enervar aún más que el tumulto de personas descontentas con ingentes cantidades de comida.

Pasaron las horas y no encontró nada, ni una sola pista. Revisó de nuevo la escena del crimen, el edificio que había explotado y siguió el rastro hasta volver al mismo punto en el que perdió de vista al sospechoso, pero a partir de ahí no conseguía avanzar. Ese hombre era un experto, o en su defecto lo era algún compañero suyo, porque no podía trabajar solo. Cuando ya no había nada más que pudiera hacer, Roland decidió abandonar la isla. No le apetecía seguir allí, intentó hacer su trabajo mientras no estaba de guardia y aún así esos malagradecidos no le permitieron hacerlo debidamente, motivo por el que el sospechoso escapó. Se encontraba de un humor de perros, y prefería irse lo antes posible no fuera a pagar sus frustraciones con alguien. Eso sí, una cosa tenía clara: volvería, algún día, para poner las cosas en su sitio.