Movimientos en las sobras [Moderado nivel 3 Meneror]

El olor de los arenques frescos casi te echa atrás, pero en un momento en que tu culo vale más que tu olfato eliges salvar el más importante. Desde ahí te notas algo constreñido, y los pescados tienen un tacto gelatinoso bastante desagradable, pero por lo menos tienes un pequeño hueco que te permite mirar hasta que finalmente todo vuelve a una relativa calma, apagando incluso los faroles y escuchas al menos cómo seis personas bajan hasta el muelle, aunque eso no te dice mucho dado que no sabes cuánta gente hay allí, pero sabes que hay seis menos que al principio. De todos modos no te confíes demasiado.

Pasado un rato, más cuando no puedes soportar el olor que cuando la cosa parece ir mejor, sales y te dispones a bajar. Pero hay un problema: Estás empapado, es muy probable que se den cuenta de que estás ahí si no te das mucha prisa y tienes tiento sobrenatural. Sin embargo... ¿Y si bajas?

De hacerlo, te encontrarás con una serie de cofres cerrados, todos rematados en metales nobles y un sinfín de barriles que a saber qué tienen. Ah, y lo más importante, hay un vigilante. Pero parece que duerme.

Parece que en general muy pocos cofres están cerrados: La mayoría puedes abrirlos sin mayores dificultades, y están llenos de monedas con algas; seguramente sacadas del fondo del mar recuperadas de naufragios. Sin embargo hay más oro del que puedes cargar, y un par de cofres parecen no levantarse por mucho que te esfuerzas. Los barriles, por su parte, están sellados, y abrirlos requeriría más esfuerzo del que puedes permitirte por cosa de ruidos y demás.

No obstante, cuando intentas registrar cuidadosamente a tu víctima... Cómo decirlo, eres menos cuidadoso de lo que crees, particularmente porque, a raíz de unas cosquillas un poco desafortunadas, despiertas a tu bella durmiente, que lo primero que hace es levantarse y tratar de agarrar su arma desde la espalda, listo para apuntarte.

Otra vez manchado de sangre. ¿De verdad no te has planteado nunca que esta vida no es tan tranquila como esperabas el día que te hiciste criminal? Espera. No. Esto es justo lo que estabas esperando, seguramente. Quizás con algo más de higiene, pero a grandes rasgos que un marine se desangre como un cerdo salpicando tu húmeda camisa robada era la consecuencia lógica debía ser lo que veías cuando proyectabas ese camino como señor del crimen.

- ¡Capitán, alguien ha tirado los arenques por el suelo! -escuchas gritar a un marine en la cubierta-. ¡Y sus pasos se dirigen a la bodega!

Por un momento se te corta la respiración. ¿Van a bajar? ¿Van a descubrirte? Si lo hacen te cogerán con las manos en la masa y, si te cogen... Podrías estar en un aprieto. Por suerte para ti, alguien habla desde lejos:

- ¿De verdad crees que tenemos tiempo para pensar en el pescado? ¡Han matado a tu compañero, recluta! ¡Quiero a ese cerdo infame ante mí cuanto antes, y revolveremos este puerto de ser necesario para encontrarlo si hace falta!

Parece que nadie va a seguir el rastro de salmuera hasta ti. Por ahora. Pero deberías empezar a pensar cuáles son tus opciones. ¿Tal vez pasar media noche en un cofre y salir cuando todos duerman? O podrías intentar escabullirte por el ojo de buey, aunque parece algo estrecho. O... Bueno, tú sabrás.

Todos se abren con relativa facilidad, teniendo en cuenta que son barriles. Bueno, en realidad vas abriendo uno de cada sección porque te imaginas lo que hay, pero agua, víveres, ron y pólvora son los cuatro contenidos principales de los barriles. En cualquier caso parece que puedes hacer tus fuegos artificiales, y con ayuda de una tela que utilizas como mecha consigues incendiar la bodega... Pobrecitos todos. Como una chispa alcance el ron...

Pero tú te largas por la oquedad, saltando al mar nocturno dándote cuenta, desde un primer momento, de que no ha sido una gran idea. Durante los primeros segundos tiritas y caes hacia el fondo con tu saco de monedas, pero casi de casualidad consigues salir a flote y encaramarte a los maderos del muelle, pero no tienes tiempo que perder: Se han encendido las luces del barco, y antes de que te des cuenta un cadete parece que sale corriendo hacia el pueblo, quién sabe dónde. Menuda nochecita, y eso que aún no son ni las diez y media.

Bingo, parecía que mi ardid tomaba efecto al  final. No diría que iba a llorar de la alegría pero bien podría haber sido tras tantos embates de la marea para conseguir aquel maldito oro. Por lo menos ese barco se iría al infierno con todo su contenido dentro. Por lo menos había logrado sacar una pequeña porción del pastel y en parte estaba algo contento por ello. Cuando me tiré al agua desperté de mis propios pensamientos.

"¡Maldita sea  está helada!" Pensé mientras me hundía en el fondo a pesar de dar brazadas hacia arriba. Finalmente logré salir a la superficie y agarrarme al saliente de las maderas del muelle. Pronto empezarían los fuegos artificiales y no quería estar cerca cuando eso ocurriera. El reguero de pólvora no era demasiado largo así que eso explotaría en cualquier momento.

Mientras intentaba quitarme toda el agua que podía del mis ropas retorciéndolas pude ver que las luces del barco comenzaron a encenderse de golpe. Parecía que había sido dada la alarma general.

Cuando me disponía a abandonar la escena pude ver a un cadete corriendo como alma que lleva el diablo hacia el pueblo. Seguramente iba a avisar a los aldeanos o, lo más probable, a su superior. La verdad es que tenía curiosidad por saber quién era dicho superior, y tampoco perdía nada en seguir a aquel recluta a una distancia prudente aprovechando la oscuridad de la noche..total ¿solo eran las diez y media no?. Así que comencé a seguirlo, pero antes quité las monedas que había robado y las junté todas envolviéndolas en un trozo de tela que había por allí entre las cajas de descarga del muelle, con el objetivo, de que mi "tesoro" estuviera seguro. Además, si me pillan siempre es mejor no dar alicientes de que eres un ladrón. Escondí las monedas y procedí al seguimiento.

La pólvora tarda poco en estallar mientras sigues al muchacho, que se gira con el sonido de la explosión y te ve claramente: Vestido de marine, ensangrentado, empapado, con un garfio en lugar de mano... Hace un gesto de horror y empieza a correr más deprisa todavía. Podrías seguirlo, pero eso supondría tomar más riesgos. Podrías dispararle, pero la pólvora de tus balas seguramente esté empapada. Qué desastre. Tal vez solo te quede huir, robar unas ropas limpias y... Espera, ¿No es la sombra de antes?

Cuando miras hacia ella vuelve a desvanecerse entre los callejones. Es como si siguiera todos tus movimientos, pero hasta ahora no ha intentado hacerte nada. Si lo persigues tal vez entiendas qué hace, o te aboques a tu perdición. Quién sabe.

Persigues a la sombra durante un rato por las enrevesadas callejuelas de la villa, sufriendo el frío de tus ropas empapadas pero poco a poco entrando en calor con la carrera intensa. Pasado un tiempo, y aún sin ser capaz de alcanzarla, empiezas a escuchar voces de alarma... Debes estar cerca de alguna plaza principal, aunque por otro lado también es normal que después de que un barco marine sufra un atentado haya ciertas inquietudes.

En cualquier caso en un momento pierdes de vista a tu sombra, que parece desvanecerse en la oscuridad justo antes de que te encuentres de pleno en una plaza... No muy acogedora. Los edificios están apiñados y desvencijados, hay varias plantas por cada uno y lo único que tienes por delante es una puerta roja y un par de recodos, donde duermen un número indeterminado de mendigos. Si miras hacia arriba, además podrás darte cuenta de que hay bastantes tendederos por los que podrías escalar, aunque... ¿Por qué ibas a hacer eso?

La puerta se abre, renqueante, pero aunque escuchas el rezongar de los mendigos ante el ruido no parece que haya nadie realmente molesto por tu presencia, o que siquiera se haya percatado de ella. Frente a ti se encuentra una mujer envuelta en una capa de color blanco níveo, que se retira para dar paso a un ostentoso vestido color escarlata intenso. Parece ignorarte y se marcha hacia adelante en un largo pasillo. Si la sigues llegarás hasta un salón donde, reclinado sobre un chester, un hombre de gran tamaño y bastante orondo que bebe de un vaso de vodka como si se tratase de un pequeño abrevadero. Cuando llegas, mira hacia ti con cierto desprecio.

- ¿Este? ¡Este no es il bianco! ¡Me dijiste que lo habías encontrado!

- Lo siento, señor, pensé que podría ser.

La mujer, rubia y de gran altura, parece completamente subordinada a su jefe. Tiene maneras educadas y se mueve con cierta gracia, pero tiene pinta de pocas luces, y las que tiene parecen fundidas.

- En fin... Chico, ya que estás aquí. ¿Podrías hacerme un favor? -te sonríe enseñando los dientes mientras sus labios se curvan en una perturbadora sonrisa felina.

La puerta se abrió ante mis narices, y debo decir que aquella mujer despertó mi curiosidad por sus vestimentas.Me dispuse a saludarla pero mis palabras caerían en saco roto al ver como aquella mujer me ignoraba y comenzaba a caminar por el pasillo de la casa, alentándome a seguirla. La verdad es que no sabía que hacer debido a que la situación me echaba un poco para atrás, pero era descubrir quién era esa extraña persona o chupar más frío que un calipo. Así que sin decir nada más entré en la casa cerrando la puerta tras de mi y me dirigí al fondo del pasillo.

Allí un hombre que me recordaba a Baco, quizás también a Pan debido a que estaba sentado junto a sus propios kilos mientras bebía vodka como un buen borracho. Sin embargo no me detuve demasiado en mirar la estancia ya que dijo unas palabras que no había escuchado en años, al menos, no de gente que siguiera viva.

Mi rostro se tornó serio, con cierto atisbo de preocupación. ¿Habría logrado el agua quitarme...?no no creo. Me acerqué a aquel hombre hasta estar a unos pasos de él y le respondí.

- No soy hombre de hacer favores...pero si queréis que hagamos algo vos y yo quizás sería mejor que os presentarais..y me dierais una buena razón como para seguiros el juego. No parecéis un muerto de hambre más como los de ahí afuera, y sin embargo me habéis llamado "Il Bianco". ¿Sois pirata?¿ Cazarrecompensas tal vez?- dije manteniento el tono antes de dirigirme a la muchacha.

-¿Habéis sido vos quién me ha estado acechando toda la noche?. -dije antes de llevar mi mano a mi bolsillo para sacar un puro, pero, este estaba empapado. Maldije mi suerte y volví a mirar al gordo lustroso.

- ¡Aquí no haces tú las preguntas, mocoso! -vocifera, levantando una de sus mórbidas manos-. ¡Llevo años persiguiendo a ese hijo de puta, y en cuanto lo encuentre...!

Aprieta el puño con tanta fuerza que casi notas el aire romperse, e incluso la señora se asusta por un instante. Mientras te vas fijando más y más en el lugar, se encuentra totalmente destartalado; tiene más pinta de piso franco que de vivienda, y ese olor dulzón que notas en el aire... Es como el lejano aroma de la podredumbre. Seguramente alguien haya muerto en este lugar, y es más que probable que todavía se encuentre en ese lugar.

- No lo entiendo, señor, nos habían comunicado que se trataba de él -se disculpa, una vez más, la mujer-. Pero podemos seguir buscando.

- Está bien. Pero ocúpate de este zoquete.

Por un segundo espera confirmación moviéndose lentamente hacia la pared, donde cuelga una suerte de daga. Tal vez tengas un momento para hablar antes de que la coja, o para adelantarte, o lo que sea...

La mujer llega hasta la daga sin apenas darse prisa, casi con parsimonia, con la vista mudando entre su jefe y tú. Mientras tanto el gordo se mantiene expectante ante tus palabras, pero no parece que logres atravesar la gran barrera de grasa y ablandar su corazón.

- Tengo asuntos pendientes con él -dice, secamente-. El muy mentecato cometió errores que ni siquiera su vida podrá saldar.

Parece que se fija en tu bolsa, aunque no dice nada al respecto y cuando asiente para la mujer, esta se lanza contra ti intentando clavarte la daga en el corazón. No parece particularmente fuerte, pero en el último momento finta y lanza la estocada contra tu costado.

Frenas el ataque de la mujer agarrándole la muñeca, pero eso no parece ser suficiente para detenerla. Tiene gran fuerza en las manos, y trata de empujarte con la que le queda libre para hacerte perder el equilibrio. Mientras tanto, el gordo observa cómodamente, divertido.

- ¿Pero no vas a poder con él? Si tengo que levantarme no será el único del que tenga que deshacerme hoy. ¡Mátalo ya, inútil!

Momentáneamente el grito de su jefe la hace mirar hacia él, pero en ese mismo instante se zafa de tu agarre y trata de, con tal vez demasiado ímpetu, cortarte la garganta.

La tiras al suelo del golpe, pero aunque sangra por la ceja sigue despierta. Trata de levantarse torpemente y el mafioso le da una patada en la cara, lanzándola a volar contra la pared sin siquiera levantarse.

- Sabía que tendría que encargarme yo, puta inútil -dice mientras saca una pistola. Ves que mientras se levanta apunta hacia ella y, si no haces nada, dispara.

Independientemente de lo que suceda aquí se acercará a ti y tratará de darte una bofetada que, si te da, te lanzará también contra la pared.

Logras desviar el disparo, que te roza débilmente el muslo haciéndote algo de sangre -pero nada que no arregle una tirita- y tu codo impacta en su cara, haciéndole retroceder un par de pasos. Sin embargo esto no parece hacer mucho más que cabrearlo, pues suelta la pistola y, con más ligereza de la que cabría esperar, agarra su sillón y lo lanza contra ti. Si llega a ella, deja un hueco en la pared con la fuerza del impacto, viéndose la habitación contigua, y se pone en guardia por si eso no te ha matado.

- Para no ser il bianco te comportas igual que esa escoria albina. Ojalá ardas como ella.