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Ivan Markov
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- No voy a darte toda esa información, porque esta es tu prueba - contestó Albert - Sólo voy a darte una pista. He visto que no eres del tipo ágil, sino robusto y capaz de encajar golpes. Pues ten cuidado con la espada de Gyert - cuando lo dice, está muy serio. Luego mete la mano en el bolsillo y saca una insignia pequeña de color rojo - Con esto los guardias te dejarán en paz, es un permiso de tránsito. Ahora me marcho.
Tras eso se va saltando por los tejados. Después de un par de casas salta a la calle y lo pierdes de vista. Tú supongo que haces lo mismo y bajas. Aunque de camino al cuartel te frena una patrulla, si les enseñas la insignia que Albert te ha dado te dejan pasar sin problemas. Cuando llegas al edificio ves que hay dos guardias parados en la puerta. Te miran con atención, pero de momento no dicen nada. ¿Qué haces?
Tras eso se va saltando por los tejados. Después de un par de casas salta a la calle y lo pierdes de vista. Tú supongo que haces lo mismo y bajas. Aunque de camino al cuartel te frena una patrulla, si les enseñas la insignia que Albert te ha dado te dejan pasar sin problemas. Cuando llegas al edificio ves que hay dos guardias parados en la puerta. Te miran con atención, pero de momento no dicen nada. ¿Qué haces?
Freites D. Alpha
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¿Una prueba más? Sin problemas, Alpha se puso en marcha junto a su compañera Suzaku. El objetivo ahora se trataba de infiltrase en la edificación y encontrar al hombre llamado Gyert. A pesar de lo simple de la tarea, no quita que será de una gran dificultad, la seriedad de Albert era suficiente mensaje para él, no era alguien a quien subestimar.
Al encontrarse en la puerta, trato de distinguir todos los detalles de la edificación desde afuera, números de pisos, cantidad de ventanas, de que material estaba hecha. Pequeños detalles que para el serian clave. También se tomaría tiempo de detallar a todos los soldados que se encontraban en la puerta, sus armas, sus armaduras, todo lo que sirviera como un ayuda para triunfar le seria de utilidad.
-Vengo de parte de Albert Julius Solomon. Tengo que dar un mensaje al Señor Gyert. – Decía mientras mostraba el símbolo que le habían entregado por Albert, sonreía con amabilidad.
Al encontrarse en la puerta, trato de distinguir todos los detalles de la edificación desde afuera, números de pisos, cantidad de ventanas, de que material estaba hecha. Pequeños detalles que para el serian clave. También se tomaría tiempo de detallar a todos los soldados que se encontraban en la puerta, sus armas, sus armaduras, todo lo que sirviera como un ayuda para triunfar le seria de utilidad.
-Vengo de parte de Albert Julius Solomon. Tengo que dar un mensaje al Señor Gyert. – Decía mientras mostraba el símbolo que le habían entregado por Albert, sonreía con amabilidad.
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Los soldados te miran, ven la insignia y se miran entre sí. Parecen confusos. Uno murmura al otro algo al oído, el otro se encoge de hombros y dice - Va, avísale. Mientras no entre no va contra las normas - y tras eso, el primero entra en el cuartel. Si preguntas al otro qué pasa, te contestará que ha ido a buscar a Gyert. Tras un momento vuelve a salir, acompañado de un hombre rubio de ojos color sangre, con una armadura dorada y una espada al cinto con una lujosa vaina y gemas en la guarda. Es más alto que tú (aunque eso no es difícil) y lleva una capa de piel de oso. Tiene un porte noble y majestuoso.
- ¿Quién eres tú? No te reconozco. No eres del ejército. Habla rápido.
Su tono es altivo y severo, aunque no malhumorado. Inspira carisma y un aura de mando, y pese que sus palabras son de todo menos diplomáticas, sientes cierto respeto instintivamente hacia Gyert.
- ¿Quién eres tú? No te reconozco. No eres del ejército. Habla rápido.
Su tono es altivo y severo, aunque no malhumorado. Inspira carisma y un aura de mando, y pese que sus palabras son de todo menos diplomáticas, sientes cierto respeto instintivamente hacia Gyert.
Freites D. Alpha
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La primera sensación que obtuvo el pequeño al ver a Gyert, fue la de un profundo respeto. Aquel gigante era alguien imponente, de expresión seria, y una voz claramente destinada a dar instrucciones. Su armadura dorada y su capa de piel de oso le daba contraste a todo lo demás, sin lugar a dudas, este hombre es la versión contraria del pequeño. Seguramente a este hombre le gustaba representar el honor y la justicia, en cambio a Alpha… se le daba bien representar el caos y el miedo.
- Saludos - dijo mientras inclinaba la cabeza para saludar - Soy Alpha, y he venido darle el siguiente mensaje. –
El pequeño carraspeo un poco la garganta y simplemente se dispuso a platicar con una amable y cálida sonrisa, a pesar de ser opuestos, tenía el presentimiento que podría llegar a simpatizar con el caballero.
- Albert me ha dejado pedir una recompensa por haberle ayudado a masacrar a los enemigos que llegaban por el lago. Le he pedido un duelo contra el más fuerte de esta ciudad, y muy a regañadientes he de mencionar, me ha dicho que es usted ¡Oh! Casi lo olvido, este es el mensaje de Albert: Acepta su reto, no te arrepentirás.
Veamos cómo reacciona el gigantón ¡VAMOS NARRADOR!
- Saludos - dijo mientras inclinaba la cabeza para saludar - Soy Alpha, y he venido darle el siguiente mensaje. –
El pequeño carraspeo un poco la garganta y simplemente se dispuso a platicar con una amable y cálida sonrisa, a pesar de ser opuestos, tenía el presentimiento que podría llegar a simpatizar con el caballero.
- Albert me ha dejado pedir una recompensa por haberle ayudado a masacrar a los enemigos que llegaban por el lago. Le he pedido un duelo contra el más fuerte de esta ciudad, y muy a regañadientes he de mencionar, me ha dicho que es usted ¡Oh! Casi lo olvido, este es el mensaje de Albert: Acepta su reto, no te arrepentirás.
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Al escuchar tus palabras frunce el ceño y te dirige una mirada desdeñosa y despectiva. No parece que crea que seas alguien a su altura. Se lleva las manos a los hombros y desengancha la capa de la armadura, dejándola caer al suelo. Tras eso echa mano a la espada y la desenvaina:
- Vas a recibir un castigo por tu insolencia, soldado. Estamos en guerra y vienes a hacerme perder el tiempo desafiándome. Está bien. Tienes una última oportunidad para retirarte.
Espera un momento en silencio, con el arma lista. Ahora puedes contemplar su espada y ves que su hoja es de color azul metalizado. Brilla y destella bajo la luz del atardecer, y como herrero que eres te das cuenta de que es el mismo metal que has robado a los pobres mineros. En caso de que decidas retirarte, envainará, te mirará con decepción y volverá al interior del cuartel con su capa sin decir nada. Sin embargo creo que ambos sabemos que no eres muy amigo de huir de los desafíos. Así que si decides (o más bien en cuanto lo hagas) enfrentarte a él, soltará un bufido.
- Sea pues.
Empuñando su arma a dos manos, te lanza un único corte descendente. La hoja brilla con un color azul similar al de la propia arma. Si logra alcanzarte, la herida y el cuerpo alrededor comenzará a congelarse.
PD: Es una técnica de espadachín. Alpha no sabe esto, pero si intenta bloquearla, evitará el bloqueo y el golpe seguirá su camino.
- Vas a recibir un castigo por tu insolencia, soldado. Estamos en guerra y vienes a hacerme perder el tiempo desafiándome. Está bien. Tienes una última oportunidad para retirarte.
Espera un momento en silencio, con el arma lista. Ahora puedes contemplar su espada y ves que su hoja es de color azul metalizado. Brilla y destella bajo la luz del atardecer, y como herrero que eres te das cuenta de que es el mismo metal que has robado a los pobres mineros. En caso de que decidas retirarte, envainará, te mirará con decepción y volverá al interior del cuartel con su capa sin decir nada. Sin embargo creo que ambos sabemos que no eres muy amigo de huir de los desafíos. Así que si decides (o más bien en cuanto lo hagas) enfrentarte a él, soltará un bufido.
- Sea pues.
Empuñando su arma a dos manos, te lanza un único corte descendente. La hoja brilla con un color azul similar al de la propia arma. Si logra alcanzarte, la herida y el cuerpo alrededor comenzará a congelarse.
PD: Es una técnica de espadachín. Alpha no sabe esto, pero si intenta bloquearla, evitará el bloqueo y el golpe seguirá su camino.
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“Maravillosa… es una espada totalmente maravillosa”
Al escuchar las palabras de aquel enorme hombre, no pudo evitar sonreír ¿El recibir un castigo? ¿Acaso realmente alguien cree que existe castigo humano capaz de hacer sentir algo a este joven? Personalmente no lo creo. Ya fue suficiente tortura y castigo para sí mismo, haber sido el causante de la masacre de la legenda, aquel suceso que el vivió junto a su madre, donde les toco arrebatarle la vida a todos sus seres queridos.
Pero… eso es historia para otro día. (Para más información, leer mi siguiente diario)
El pelilargo dio un salto bajando del ave. Le indico que retrocediera una distancia prudencial. Alpha se quedó mirando fijamente Gyert, pero esta vez con una mirada desafiante, llena de vida y mucho valor.
-No soy de los que huyen… señor Gyert.
Con martillo en mano, canalizo su habilidad lográndolo encender en llamas al igual que su cabello. Estaba a máximo poder ya, trecientos grados de puro y absoluto calor. Su llameante cabello se dejaba llevar por el viento. El corazón del pirata latía tan fuerte, que podía sentir como el sonido sonaba en su cabeza. Ambos se quedaron en silencio. En posición. Hasta que su bufido fue la señal que inicio la batalla.
El pirata se lanzó a gran velocidad ante si enorme contrincante, no perdería detalle alguno de esta pelea. Como al igual que fue con Albert, trataría de alimentarse de los movimientos de su oponente para poder imitar sus técnicas o asimilarlas a una versión propia de él.
Pero en este caso, el estilo de pelea del caballero dorado al parecer iba más con el herrero.
El joven piso con fuerza al final de su carga, acompaño la abanicada de su martillo con todo el peso de su cuerpo. La manera la cual el pretendía “bloquear” el golpe era golpeando con toda sus fuerzas al gigantón, justo en su costado, con un martillo encendido en llamas a la máxima temperatura disponible por Alpha. El pequeño apretaría la mandibula con fuerza y para sí mismo gritaría un profundo ¡Aguanta! Ya que existen tres posibilidades: golpeo primero que él, se golpearon al mismo tiempo, o le golpearon a él.
Y bien mi amigo narrador, cuéntanos a todo que ocurrió.
Al escuchar las palabras de aquel enorme hombre, no pudo evitar sonreír ¿El recibir un castigo? ¿Acaso realmente alguien cree que existe castigo humano capaz de hacer sentir algo a este joven? Personalmente no lo creo. Ya fue suficiente tortura y castigo para sí mismo, haber sido el causante de la masacre de la legenda, aquel suceso que el vivió junto a su madre, donde les toco arrebatarle la vida a todos sus seres queridos.
Pero… eso es historia para otro día. (Para más información, leer mi siguiente diario)
El pelilargo dio un salto bajando del ave. Le indico que retrocediera una distancia prudencial. Alpha se quedó mirando fijamente Gyert, pero esta vez con una mirada desafiante, llena de vida y mucho valor.
-No soy de los que huyen… señor Gyert.
Con martillo en mano, canalizo su habilidad lográndolo encender en llamas al igual que su cabello. Estaba a máximo poder ya, trecientos grados de puro y absoluto calor. Su llameante cabello se dejaba llevar por el viento. El corazón del pirata latía tan fuerte, que podía sentir como el sonido sonaba en su cabeza. Ambos se quedaron en silencio. En posición. Hasta que su bufido fue la señal que inicio la batalla.
El pirata se lanzó a gran velocidad ante si enorme contrincante, no perdería detalle alguno de esta pelea. Como al igual que fue con Albert, trataría de alimentarse de los movimientos de su oponente para poder imitar sus técnicas o asimilarlas a una versión propia de él.
Pero en este caso, el estilo de pelea del caballero dorado al parecer iba más con el herrero.
El joven piso con fuerza al final de su carga, acompaño la abanicada de su martillo con todo el peso de su cuerpo. La manera la cual el pretendía “bloquear” el golpe era golpeando con toda sus fuerzas al gigantón, justo en su costado, con un martillo encendido en llamas a la máxima temperatura disponible por Alpha. El pequeño apretaría la mandibula con fuerza y para sí mismo gritaría un profundo ¡Aguanta! Ya que existen tres posibilidades: golpeo primero que él, se golpearon al mismo tiempo, o le golpearon a él.
Y bien mi amigo narrador, cuéntanos a todo que ocurrió.
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Te lanzas con tu martillo contra su torso con todas sus fuerzas, pero hay algo con lo que no has contado: lleva armadura. No ha sido tu plan más brillante. La maza rebota contra el metal con un sonido metálico, aunque como parte positiva para ti logras que Gyert se desequilibre y su espada no te da de lleno. De todos modos te hace una fea herida, un corte que te va desde el hombro derecho al costado izquierdo. Notas frío alrededor de la herida, y una nube de vapor surge desde esta. No se ha congelado por el poder de tu akuma, pero los repentinos cambios de temperatura te causan un gran dolor en la zona.
- Eso no será suficiente... - gruñe Gyert, empuñando su espada.
Retrocede y aprovechando el rango de su arma al máximo te lanza una sucesión de tres estocadas hacia el torso. No son muy fuertes, pero sí muy rápidos, y aunque probablemente no te causen una herida severa, ya tienes unas cuantas encima.
- Eso no será suficiente... - gruñe Gyert, empuñando su espada.
Retrocede y aprovechando el rango de su arma al máximo te lanza una sucesión de tres estocadas hacia el torso. No son muy fuertes, pero sí muy rápidos, y aunque probablemente no te causen una herida severa, ya tienes unas cuantas encima.
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-¡Hupmmmm! - se tragó un impacto casi de lleno, tal vez no fue la acción más inteligente, ni la correcta, pero al menos pudo evitar recibir daños letales. Pero no nos dejemos llevar por su resistencia, esa herida era bastante horrorosa.
Pero incluso en un momento tan crítico, el no dejaba de sonreír. Incluso cuando la muerte esta al asecho, buscando su alma, darle descanso eterno, un descanso después de tanto luchar, tanto dolor de su pasado, podía sentir como la misma parca le susurraba al oído que era momento de descansar, que era momento de tener una muerte digna, era momento de cerrar los ojos para siempre y pasar al siguiente plano.
La muerte… quería obtener a Freites D. Irkenox Alpha, el último de los herreros de lo imposible.
“¿Esto es todo Alpha?” se preguntaba a sí mismo mientras el primer estoque le daba en el abdomen “¿Esto es todo lo que tienes?” el segundo corte fue en su costado izquierdo, estaba casi en su límite. El martillo se safari de sus manos cayendo en el suelo “¡VAMOS, REACCIONA! Has aguantado tanto y has llegado tan lejos, ¡NO TE RINDAS!” la última estocada venía a por su corazón ¿sería el fin? Pues me gustaría decirles que sí, pero lastimosamente no.
Intento esquivar de manera desesperada. Su voluntad de no morir hizo reaccionar su cuerpo dando un giro de trecientos sesenta grados, mientras sujetaba la cadena atada al martillo. Canalizo su poder de akuma en la cadena encendiéndola en llamas y con la misma fuerza del giro, abanico con fuerza la cadena para golpear con el martillo justo en la cabeza del gigantón, el golpe seria lanzado de arriba hacia abajo. Buscaba no solo golpear, también amarrarle entre las cadenas. Si lo lograba, canalizaría todo su poder de de su fruta a través del contacto de los metales para que su armadura se encendiese en llamas.
Cuéntame narrador ¿Que ocurrirá entonces?.
Pero incluso en un momento tan crítico, el no dejaba de sonreír. Incluso cuando la muerte esta al asecho, buscando su alma, darle descanso eterno, un descanso después de tanto luchar, tanto dolor de su pasado, podía sentir como la misma parca le susurraba al oído que era momento de descansar, que era momento de tener una muerte digna, era momento de cerrar los ojos para siempre y pasar al siguiente plano.
La muerte… quería obtener a Freites D. Irkenox Alpha, el último de los herreros de lo imposible.
“¿Esto es todo Alpha?” se preguntaba a sí mismo mientras el primer estoque le daba en el abdomen “¿Esto es todo lo que tienes?” el segundo corte fue en su costado izquierdo, estaba casi en su límite. El martillo se safari de sus manos cayendo en el suelo “¡VAMOS, REACCIONA! Has aguantado tanto y has llegado tan lejos, ¡NO TE RINDAS!” la última estocada venía a por su corazón ¿sería el fin? Pues me gustaría decirles que sí, pero lastimosamente no.
Intento esquivar de manera desesperada. Su voluntad de no morir hizo reaccionar su cuerpo dando un giro de trecientos sesenta grados, mientras sujetaba la cadena atada al martillo. Canalizo su poder de akuma en la cadena encendiéndola en llamas y con la misma fuerza del giro, abanico con fuerza la cadena para golpear con el martillo justo en la cabeza del gigantón, el golpe seria lanzado de arriba hacia abajo. Buscaba no solo golpear, también amarrarle entre las cadenas. Si lo lograba, canalizaría todo su poder de de su fruta a través del contacto de los metales para que su armadura se encendiese en llamas.
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En tu delirio de muerte has creído viable quemar la armadura. El detalle en que no has reparado es que eso no es viable sin entrenarlo. De todos modos, tu voluntad para no morir impregna el arma. Estás totalmente determinado a ganar y salir victorioso, y tu deseo se manifiesta en el arma, que destella por un momento. Gyert intenta desviar el martillo con su espada, pero la fuerza del golpe resulta ser mucho mayor a lo que esperaba, arrancándole el arma de las manos y golpéandole de lleno en la cabeza. Cae al suelo con la cabeza empapada en sangre y murmura algo antes de perder el sentido.
- ¿Cómo puede... este renacuajo tenerlo...?
- ¡Capitán!
Los soldados se acercan preocupados con intención de agarrar a Gyert y llevárselo al interior del cuartel. Uno de ellos recoge la espada, mientras que el otro lo agarra por los brazos. ¿Impedirás que se lo lleven o le dejarás marchar?
- ¿Cómo puede... este renacuajo tenerlo...?
- ¡Capitán!
Los soldados se acercan preocupados con intención de agarrar a Gyert y llevárselo al interior del cuartel. Uno de ellos recoge la espada, mientras que el otro lo agarra por los brazos. ¿Impedirás que se lo lleven o le dejarás marchar?
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Alpha pudo sentir que el golpe era algo mas aya de lo que su propia fuerza dictaba, era algo que no era la primera vez que sentía. ya le había ocurrido antes.
“Lysbeth… maestra… aún tengo tanto que aprender”
Tomo la espada que tenia colgada en su espalda, enciendo en llamas y el acero de ella. Apunto directamente a la cabeza de aquel soldado y la lanzo con tal fuerza, que el sonido que genero su brazo al abanicar fue realmente notorio, como un fuerte resoplido.
Si este le daba, le señalaría a su super ave para que esta recogiera el arma y la tuviera en su pico. Ella obedecería y permanecería en alerta en caso de que algo fuera de lo común ocurriera.
pero seamos honestos, esto ya es bastante fuera de lo común.
A continuación, el joven dio un jalón a la cadena atrapando el martillo entre sus manos. Se lanzó una vez más al ataque. Pero esta vez, contra el joven que estaba intentando llevarse a caballero de dorada armadura. Sería un ataque velos, rápido y fuerte, justo en su cabeza. De lograrlo, su siguiente acción seria colocarse justo al lado de nuestro dorado amigo. Sacaría la pistola de su cinto. Lo sujetaría en la abertura que siempre tiene las armaduras en la parte del cuello. Golpeándolo para despertarlo, si esta reaccionaba. Se encontraría a un Alpha con un rostro envuelto en sombras y un par de esféricos blancos en lugar de ojos. Apuntándole junto en la frente. Transmitiendo enojo, furia, insatisfacción.
- Esto es lo que ocurre, cuando sirves a un señor patético que solo se oculta en las murallas de su fortaleza, Señor Gyert. Y si te preguntas el ¿porque tengo “aquello”? déjame decirle que yo he nacido para ser un rey. – El joven amable se había ido, para convertirse nuevamente en el señor de la guerra – Y usted… no sirve a un rey… sirve a alguien patético que ve a sus soldados morir sin hacer nada, no comparte su dolor, su lucha. Para ser honesto, no diferencio entre su señor y el que está asediando la muralla, ambos actúan de la misma manera. Esperando que los demás hagan el trabajo sucio mientras ellos están sentados, sin hacer nada, llevándose toda la gloria. – Alpha dio un último suspiro de desaprobación, para luego realizar la pregunta que decidirá todo. – Ayúdame a devolverle la gloria a Auria señor Gyert… no, hoja gélida.
Lo que ocurrirá, depende de ti narrador. Pero ten en mente esto: Si el dice que no, disparara. Tomará su insignia,
Suzaku le entregaría el arma, el tomara la funda del cadáver y se dirigirá cabalgando a la plaza mientras utiliza lo que le queda de vendajes para sellar las heridas.
En caso de que diga que sí, el pirata le exigirá al caballero una muestra de lealtad absoluta. Le pedirá que le sigan hasta la plaza mientras se cura con los vendajes.
Tu mandas, después de todo es nuestra historia.
“Lysbeth… maestra… aún tengo tanto que aprender”
Tomo la espada que tenia colgada en su espalda, enciendo en llamas y el acero de ella. Apunto directamente a la cabeza de aquel soldado y la lanzo con tal fuerza, que el sonido que genero su brazo al abanicar fue realmente notorio, como un fuerte resoplido.
Si este le daba, le señalaría a su super ave para que esta recogiera el arma y la tuviera en su pico. Ella obedecería y permanecería en alerta en caso de que algo fuera de lo común ocurriera.
pero seamos honestos, esto ya es bastante fuera de lo común.
A continuación, el joven dio un jalón a la cadena atrapando el martillo entre sus manos. Se lanzó una vez más al ataque. Pero esta vez, contra el joven que estaba intentando llevarse a caballero de dorada armadura. Sería un ataque velos, rápido y fuerte, justo en su cabeza. De lograrlo, su siguiente acción seria colocarse justo al lado de nuestro dorado amigo. Sacaría la pistola de su cinto. Lo sujetaría en la abertura que siempre tiene las armaduras en la parte del cuello. Golpeándolo para despertarlo, si esta reaccionaba. Se encontraría a un Alpha con un rostro envuelto en sombras y un par de esféricos blancos en lugar de ojos. Apuntándole junto en la frente. Transmitiendo enojo, furia, insatisfacción.
- Esto es lo que ocurre, cuando sirves a un señor patético que solo se oculta en las murallas de su fortaleza, Señor Gyert. Y si te preguntas el ¿porque tengo “aquello”? déjame decirle que yo he nacido para ser un rey. – El joven amable se había ido, para convertirse nuevamente en el señor de la guerra – Y usted… no sirve a un rey… sirve a alguien patético que ve a sus soldados morir sin hacer nada, no comparte su dolor, su lucha. Para ser honesto, no diferencio entre su señor y el que está asediando la muralla, ambos actúan de la misma manera. Esperando que los demás hagan el trabajo sucio mientras ellos están sentados, sin hacer nada, llevándose toda la gloria. – Alpha dio un último suspiro de desaprobación, para luego realizar la pregunta que decidirá todo. – Ayúdame a devolverle la gloria a Auria señor Gyert… no, hoja gélida.
Lo que ocurrirá, depende de ti narrador. Pero ten en mente esto: Si el dice que no, disparara. Tomará su insignia,
Suzaku le entregaría el arma, el tomara la funda del cadáver y se dirigirá cabalgando a la plaza mientras utiliza lo que le queda de vendajes para sellar las heridas.
En caso de que diga que sí, el pirata le exigirá al caballero una muestra de lealtad absoluta. Le pedirá que le sigan hasta la plaza mientras se cura con los vendajes.
Tu mandas, después de todo es nuestra historia.
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No te cuesta nada. No se esperaban un ataque tuyo, porque viendo la situación habían pensando que realmente era un duelo de honor. Pillas al primero totalmente por sorpresa y lo matas en el acto. El segundo alcanza a intentar gritar antes de morir:
- ¡A mí la...! - y entonces la maza destroza su cabeza.
Gyert te mira con determinación, o al menos toda la que puede alguien semiinconsciente al que acaban de sacudir en la cabeza con una maza. De hecho si no fuese porque finalmente te contesta, casi hubieras dicho que no te ha escuchado y que en realidad estaba inconsciente:
- Antes morir que ser un traidor. Nunca serviré a un perro extranjero. Mi señor es uno de los pocos aún leales a nuestra reina legítima. ¡Larga vida a Hallstat!
Dice sus palabras con esfuerzo, pero con un ardor loco y febril en la mirada, los ojos de un auténtico seguidor ferviente y leal. Entonces tu bala atraviesa su cráneo y la luz en él se extingue. Saqueas su cadáver y Suzaku recoge el arma, aunque escuchas como suelta un quejido cuando intenta cogerla por la hoja y la suelta al momento. Al instante siguiente la recoge por el mango, y os dirigís hacia la plaza. En el momento en que Albert te ve, se acerca con los ojos abiertos como platos:
- ¡La espada de Gyert...! Realmente lo has hecho - dice atónito - Aunque has acabado como unos zorros, por lo que veo. Toma esto, te lo has ganado - dice, tendiéndote una botella de cristal con un líquido azabache espeso - Es un tónico reconstituyente de nuestros alquimistas. No curará al momento tus heridas, pero dejarán de sangrar.
Si lo bebes descubrirás que sabe más horrible que una akuma no mi, es como intentar beber petróleo (quién sabe, tal vez hasta lo lleve), pero efectivamente dejas de sangrar. Tus heridas te seguirán doliendo, pero se empieza a formar costra en ellas muy rápido. Tras eso Albert te indica que le sigas, y te lleva junto a los hombres que ha reunido para ti. Estáis en una plazoleta a menos de medio centenar de metros del castillo. Te das cuenta al momento de que estos no son soldados regulares: salta a la vista que son todos mercenarios. Son gente recia, con armas diversas y ropas raídas y sucias con sangre seca. Al frente están dos personas que probablemente te suenen. La primera es una mujer de largas rastas negras que lleva una gran hoz consigo y varias cabezas colgando de su cinturón. A su lado hay un hombre corpulento y calvo con barba de candado, tan grande que casi parece un semigigante. Lleva consigo un cañón "portátil" de pequeño calibre a su espalda y en las manos una cadena con una bola con pinchos.
- Aquí están tus tropas, jefe. Hora de que plantees tu plan y des las órdenes.
- ¡A mí la...! - y entonces la maza destroza su cabeza.
Gyert te mira con determinación, o al menos toda la que puede alguien semiinconsciente al que acaban de sacudir en la cabeza con una maza. De hecho si no fuese porque finalmente te contesta, casi hubieras dicho que no te ha escuchado y que en realidad estaba inconsciente:
- Antes morir que ser un traidor. Nunca serviré a un perro extranjero. Mi señor es uno de los pocos aún leales a nuestra reina legítima. ¡Larga vida a Hallstat!
Dice sus palabras con esfuerzo, pero con un ardor loco y febril en la mirada, los ojos de un auténtico seguidor ferviente y leal. Entonces tu bala atraviesa su cráneo y la luz en él se extingue. Saqueas su cadáver y Suzaku recoge el arma, aunque escuchas como suelta un quejido cuando intenta cogerla por la hoja y la suelta al momento. Al instante siguiente la recoge por el mango, y os dirigís hacia la plaza. En el momento en que Albert te ve, se acerca con los ojos abiertos como platos:
- ¡La espada de Gyert...! Realmente lo has hecho - dice atónito - Aunque has acabado como unos zorros, por lo que veo. Toma esto, te lo has ganado - dice, tendiéndote una botella de cristal con un líquido azabache espeso - Es un tónico reconstituyente de nuestros alquimistas. No curará al momento tus heridas, pero dejarán de sangrar.
Si lo bebes descubrirás que sabe más horrible que una akuma no mi, es como intentar beber petróleo (quién sabe, tal vez hasta lo lleve), pero efectivamente dejas de sangrar. Tus heridas te seguirán doliendo, pero se empieza a formar costra en ellas muy rápido. Tras eso Albert te indica que le sigas, y te lleva junto a los hombres que ha reunido para ti. Estáis en una plazoleta a menos de medio centenar de metros del castillo. Te das cuenta al momento de que estos no son soldados regulares: salta a la vista que son todos mercenarios. Son gente recia, con armas diversas y ropas raídas y sucias con sangre seca. Al frente están dos personas que probablemente te suenen. La primera es una mujer de largas rastas negras que lleva una gran hoz consigo y varias cabezas colgando de su cinturón. A su lado hay un hombre corpulento y calvo con barba de candado, tan grande que casi parece un semigigante. Lleva consigo un cañón "portátil" de pequeño calibre a su espalda y en las manos una cadena con una bola con pinchos.
- Aquí están tus tropas, jefe. Hora de que plantees tu plan y des las órdenes.
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-Te dije que cumpliría…
Las palabras del pequeño pirata estaban llenas de satisfacción, todos sus esfuerzos estaban dando frutos. El pelilargo observo a Albert con amabilidad, cogiendo la botella que este le ofreció para comenzar a beber de ella, tenía un sabor de mil rallos.
-¡Puaj! Esto definitivamente es la peor cosa que he probado en mi vida. Pero la medicina amarga es la mejor de todas.
Unos momentos más tarde, el lancero habría cumplido su promesa, los soldados estaban listo para la batalla, incluso los campeones que el había ofrecido. Alpha no pudo evitar tener una sonrisa de oreja a oreja, estaba totalmente feliz, pero por un momento la felicidad se le apago, el ser llamado jefe era algo que no le disgustaba, pero tampoco podía estar de acuerdo.
-Alber… si recuerdas muy bien, he llegado hasta este punto simplemente valiéndome de mi fuerza y mi poder. Derrote a la hoja gélida como me pediste y te he traído la prueba, aquí veo un grupo de personas listas para la batalla, pero déjenme decirles algo.- Alpha detuvo sus palabras por un momento. Se quitó el poncho para luego entregarlo a Suzaku para que ella lo guardara en una de las maletas, ya le tocaría mandarlo a cocer después, ya que este tenía bastantes agujeros. Luego volvería a dirigirse a todos, mientras empuñada la espada del antiguo gran caballero.-No me digan jefe, ustedes no son ni más ni menos que yo. Pude ver con mis propios ojos como los soldados de ambas facciones tenían la mirada muerta, sin luz… sin reflejar nada. Aceptando ser simples peones de gobernantes patéticos que simplemente disfrutan de una gloria que no merecen. Tu lo sabes Albert y lo dije en nuestro primer encuentro, no serás mi súbdito, ni soldado, ni esclavo. Tanto tu como cada uno de los presentes son mis hermanos. Y mi deber como el hermano que esta a la cabeza, es velar por todos ustedes.
Alpha sonreía con simpatía para todos mientras daba sus palabras. Incluso se rio un poco de si mismo en este momento. Quería lucir como un “hermano mayor” pero no sabía si lo estaba logrando la verdad.
-Cada uno tiene sus propias razones para luchar y lograr algo con todo esto. Mis razones son unas pocas, entre ellas esta poder lograr levantar estas minas y darle un propósito verdadero a estas tierras bajo mi insignia. Sea cual sea las razones de cada uno serán respetadas y serán recompensados por ello. Pero… me gustaría saber las razones de los tres campeones en este momento. Mis hermanos Albert, Lara y Drukoff, seré muy honesto, pretendo vivir de la guerra y luchar hasta que la muerte me reclame. Sabiendo esto ustedes, quiero saber ¿Por qué están dispuesto a seguirme y que esperan de mí?
Después de escuchar las palabras de sus campeones (si es que estos quería hablar) comenzaría a dar su plan.
-El plan es simple mis hermanos. Tomamos la cabeza del señor de este castillo, respondemos al asedio y de ser posible, capturen a los campeones enemigos con vida. Yo me encargare de reclutarlos, y de no unirse… pues le pasaran lo mismo que al antiguo dueño de esta espada. Una cosa más ¿Albert cuál es la situación de la prisión de este lugar?
Las palabras del pequeño pirata estaban llenas de satisfacción, todos sus esfuerzos estaban dando frutos. El pelilargo observo a Albert con amabilidad, cogiendo la botella que este le ofreció para comenzar a beber de ella, tenía un sabor de mil rallos.
-¡Puaj! Esto definitivamente es la peor cosa que he probado en mi vida. Pero la medicina amarga es la mejor de todas.
Unos momentos más tarde, el lancero habría cumplido su promesa, los soldados estaban listo para la batalla, incluso los campeones que el había ofrecido. Alpha no pudo evitar tener una sonrisa de oreja a oreja, estaba totalmente feliz, pero por un momento la felicidad se le apago, el ser llamado jefe era algo que no le disgustaba, pero tampoco podía estar de acuerdo.
-Alber… si recuerdas muy bien, he llegado hasta este punto simplemente valiéndome de mi fuerza y mi poder. Derrote a la hoja gélida como me pediste y te he traído la prueba, aquí veo un grupo de personas listas para la batalla, pero déjenme decirles algo.- Alpha detuvo sus palabras por un momento. Se quitó el poncho para luego entregarlo a Suzaku para que ella lo guardara en una de las maletas, ya le tocaría mandarlo a cocer después, ya que este tenía bastantes agujeros. Luego volvería a dirigirse a todos, mientras empuñada la espada del antiguo gran caballero.-No me digan jefe, ustedes no son ni más ni menos que yo. Pude ver con mis propios ojos como los soldados de ambas facciones tenían la mirada muerta, sin luz… sin reflejar nada. Aceptando ser simples peones de gobernantes patéticos que simplemente disfrutan de una gloria que no merecen. Tu lo sabes Albert y lo dije en nuestro primer encuentro, no serás mi súbdito, ni soldado, ni esclavo. Tanto tu como cada uno de los presentes son mis hermanos. Y mi deber como el hermano que esta a la cabeza, es velar por todos ustedes.
Alpha sonreía con simpatía para todos mientras daba sus palabras. Incluso se rio un poco de si mismo en este momento. Quería lucir como un “hermano mayor” pero no sabía si lo estaba logrando la verdad.
-Cada uno tiene sus propias razones para luchar y lograr algo con todo esto. Mis razones son unas pocas, entre ellas esta poder lograr levantar estas minas y darle un propósito verdadero a estas tierras bajo mi insignia. Sea cual sea las razones de cada uno serán respetadas y serán recompensados por ello. Pero… me gustaría saber las razones de los tres campeones en este momento. Mis hermanos Albert, Lara y Drukoff, seré muy honesto, pretendo vivir de la guerra y luchar hasta que la muerte me reclame. Sabiendo esto ustedes, quiero saber ¿Por qué están dispuesto a seguirme y que esperan de mí?
Después de escuchar las palabras de sus campeones (si es que estos quería hablar) comenzaría a dar su plan.
-El plan es simple mis hermanos. Tomamos la cabeza del señor de este castillo, respondemos al asedio y de ser posible, capturen a los campeones enemigos con vida. Yo me encargare de reclutarlos, y de no unirse… pues le pasaran lo mismo que al antiguo dueño de esta espada. Una cosa más ¿Albert cuál es la situación de la prisión de este lugar?
Ivan Markov
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Drukoff se encoge de hombros ante tu pregunta, y habla con un fuerte acento marcando muchos las erres - Yo solo quiero destrozar enemigos y obtener botín. Con quién luchar es irrelevante, yo voy del lado del que vayan mis dos compañeros - mira hacia Lara y Albert al decir eso último. Lara es la siguiente en responder - No tengo mucho más que decir que el grandullón. Pretendo quedarme con las cabezas de enemigos poderosos a los que derrote. Hablando de eso, me temo que no pienso cumplir tu petición: si derroto a un campeón y es fuerte, tomaré su cabeza como trofeo - dice vehementemente. No parece que vaya a cambiar su opinión. Por último, Albert sonríe - Solo quiero la guerra. He nacido para empuñar a una lanza y derribar enemigos. Es todo lo que sé hacer y se me da realmente bien. Has ofrecido algo más interesante que seguir atrapado en un aburrido asedio matando a los idiotas que intentaban llegar al puerto: nos has dado la posibilidad de iniciar al fin la batalla. Eso es todo lo que necesitaba.
Después te indica que no hay como tal una prisión, pero que las mazmorras del castillo se usan para mantener a los prisioneros condenados encerrados. Hay celdas en los cuarteles también, pero probablemente ni estén siendo usadas ahora, porque en esas normalmente solo meten a borrachos y gente que altere el orden. Si buscas liberar presos para ofrecerles unírsete, es probable que el castillo sea tu mejor opción, aunque Albert te aclara que probablemente no haya mucha gente disponible y no hay certeza de que sean luchadores.
Tras eso, los hombres empiezan a impacientarse y marcháis al castillo. Tal vez tuvieras algún plan, pero los soldados se han tomado con bastante literalidad lo de que no eres su jefe y toman la iniciativa. No lo hacen mal de todos modos. Se acercan a las murallas parapetándose en carros, cajas y esquinas de edificios, y antes de que los defensores de la puerta se den cuenta, una lluvia de balas y virotes de ballesta cae sobre ellos, aniquilándolos. Uno sobrevive malherido, pero una lanza de Albert le atraviesa el torso y lo deja empalado contra la pared. Tras eso Drukoff se adelanta sacando el cañón y dispara contra la puerta, reventándola y abriéndoos paso. Los mercenarios entran en tropel en el patio del castillo atacando y matando a todo el que topan por su paso, pillándolos con la guardia baja o aún en proceso de buscar sus armas. Nadie se esperaba un ataque aquí. Es normal, los enemigos primero tendrían que atravesar las murallas exteriores y atravesar toda la ciudad. ¿Quién se había imaginado que los enemigos estaban ya dentro?
Puedes ver al otro lado del patio la puerta de acceso al castillo. Está cerrada, pero con tu fuerza no te debería costar forzarla o romperla. Puedes ir ahí o ayudar a los mercenarios a acabar con los diezmados defensores.
Después te indica que no hay como tal una prisión, pero que las mazmorras del castillo se usan para mantener a los prisioneros condenados encerrados. Hay celdas en los cuarteles también, pero probablemente ni estén siendo usadas ahora, porque en esas normalmente solo meten a borrachos y gente que altere el orden. Si buscas liberar presos para ofrecerles unírsete, es probable que el castillo sea tu mejor opción, aunque Albert te aclara que probablemente no haya mucha gente disponible y no hay certeza de que sean luchadores.
Tras eso, los hombres empiezan a impacientarse y marcháis al castillo. Tal vez tuvieras algún plan, pero los soldados se han tomado con bastante literalidad lo de que no eres su jefe y toman la iniciativa. No lo hacen mal de todos modos. Se acercan a las murallas parapetándose en carros, cajas y esquinas de edificios, y antes de que los defensores de la puerta se den cuenta, una lluvia de balas y virotes de ballesta cae sobre ellos, aniquilándolos. Uno sobrevive malherido, pero una lanza de Albert le atraviesa el torso y lo deja empalado contra la pared. Tras eso Drukoff se adelanta sacando el cañón y dispara contra la puerta, reventándola y abriéndoos paso. Los mercenarios entran en tropel en el patio del castillo atacando y matando a todo el que topan por su paso, pillándolos con la guardia baja o aún en proceso de buscar sus armas. Nadie se esperaba un ataque aquí. Es normal, los enemigos primero tendrían que atravesar las murallas exteriores y atravesar toda la ciudad. ¿Quién se había imaginado que los enemigos estaban ya dentro?
Puedes ver al otro lado del patio la puerta de acceso al castillo. Está cerrada, pero con tu fuerza no te debería costar forzarla o romperla. Puedes ir ahí o ayudar a los mercenarios a acabar con los diezmados defensores.
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Las respuestas de sus hermanos fueron más que satisfactorias para el pequeño pirata. Hablaban con el corazón y eso era algo extraño con que toparse todo el día. Mientras el pelilargo escuchaba las palabras de cada uno, poniendo totalmente atención, trataría de buscar una respuesta para cada una de aquellas afirmaciones que daba cada uno. Luego de que terminaran de hablar, la respuesta vendría de su boca.
Para Drukoff: - Entiendo perfectamente tus intenciones mi gran hermano. Te prometo un botín digno no solo en esta batalla, también en las venideras. Los futuros combates serán fuertes Drukoff, pero antes de pensar en eso superemos este primero.
Para Lara: - Entiendo Perfectamente tus necesidades hermana, y no pretendo quitarte el placer de luchar con un enemigo poderoso y tomar tu premio ¿pero qué tal si cambiamos la perspectiva de mi petición? Puedes matar a cualquiera campeón con quien te enfrentes en batalla, pero me gustaría que evitaras luchar con una chica de cabellera negra, rapada por los costados y con una cicatriz en la cara, porta una glaive, ella me ha llamado mucho la atención. Del resto… disfruta de la cacería.
Para Albert: - Zehahaha… tú y yo somos más parecidos de lo que pensaba Albert. Estoy más que feliz sabiendo que el destino nos ha cruzado. Lucharemos en mil y un batallas y te alegrara saber que no solo serán en esta isla, viajaremos y conquistaremos todo el mundo.
-Yo… soy Freites D. Irkenox Alpha, herrero de lo imposible. Acusado de ser pirata por simplemente matar a otros piratas “sin permiso”. –Recordar como él se metió en este mundo le causaba bastante gracia, el pequeño embozo una sonrisa al recordar ese hecho.[/i ]- Señores y señorita, desde hoy y siempre seremos conocidos como los Warsong, hagamos que nuestra primera cruzada sea inolvidable.
Momentos más tarde.
El ataque sorpresa fue ejecutado con bastante velocidad y sin que nadie se lo esperara. Alpha simplemente dijo lo que tenía que decir, y a decir verdad no se necesita un plan súper organizado para atacar a un Castillo que no esperaba para nada estar en una situación como esta. El pánico y la desinformación era lo único que podía notarse por parte de ellos. El olor a muerte ya estaba comenzando a llegar a la nariz del pequeño, eso le gustaba, era una buena señal.
-Suzaku… busca en los cadáveres cosas útiles para mí y mantente al marguen, aun no estas lista para luchar., y no bajes la guardia.
Alpha se propuso a desenvainar su nueva espada y probarla. Unos soldados se acercarían a él, pero el pirata ya había tomado la iniciativa antes que ellos. Atravesando con fuerza el pecho de uno y cortando la cabeza del otro. Luego de eso saco el revolver que él tenía en la cintura apuntando a la cabeza de otros tres sujetos que no se encontraban muy lejos y disparándoles, observándoles morir. Luego de eso observo la puerta del castillo, sonriendo.
-Drukoff, vuela esa puerta en pedazos. Albert, todo aquel enemigo que se encuentre del otro lado de esa entrada se muere. Luego avanzamos todos juntos.
Atacando rápido y veloz sin darle oportunidad al enemigo de reaccionar, buscando al señor de esta tierra para matarlo de una vez por todas. Una vez rota esa puerta y despejada esa zona, el resto debería ser mas sencillo.
Pero uno nunca sabe.
Para Drukoff: - Entiendo perfectamente tus intenciones mi gran hermano. Te prometo un botín digno no solo en esta batalla, también en las venideras. Los futuros combates serán fuertes Drukoff, pero antes de pensar en eso superemos este primero.
Para Lara: - Entiendo Perfectamente tus necesidades hermana, y no pretendo quitarte el placer de luchar con un enemigo poderoso y tomar tu premio ¿pero qué tal si cambiamos la perspectiva de mi petición? Puedes matar a cualquiera campeón con quien te enfrentes en batalla, pero me gustaría que evitaras luchar con una chica de cabellera negra, rapada por los costados y con una cicatriz en la cara, porta una glaive, ella me ha llamado mucho la atención. Del resto… disfruta de la cacería.
Para Albert: - Zehahaha… tú y yo somos más parecidos de lo que pensaba Albert. Estoy más que feliz sabiendo que el destino nos ha cruzado. Lucharemos en mil y un batallas y te alegrara saber que no solo serán en esta isla, viajaremos y conquistaremos todo el mundo.
-Yo… soy Freites D. Irkenox Alpha, herrero de lo imposible. Acusado de ser pirata por simplemente matar a otros piratas “sin permiso”. –Recordar como él se metió en este mundo le causaba bastante gracia, el pequeño embozo una sonrisa al recordar ese hecho.[/i ]- Señores y señorita, desde hoy y siempre seremos conocidos como los Warsong, hagamos que nuestra primera cruzada sea inolvidable.
Momentos más tarde.
El ataque sorpresa fue ejecutado con bastante velocidad y sin que nadie se lo esperara. Alpha simplemente dijo lo que tenía que decir, y a decir verdad no se necesita un plan súper organizado para atacar a un Castillo que no esperaba para nada estar en una situación como esta. El pánico y la desinformación era lo único que podía notarse por parte de ellos. El olor a muerte ya estaba comenzando a llegar a la nariz del pequeño, eso le gustaba, era una buena señal.
-Suzaku… busca en los cadáveres cosas útiles para mí y mantente al marguen, aun no estas lista para luchar., y no bajes la guardia.
Alpha se propuso a desenvainar su nueva espada y probarla. Unos soldados se acercarían a él, pero el pirata ya había tomado la iniciativa antes que ellos. Atravesando con fuerza el pecho de uno y cortando la cabeza del otro. Luego de eso saco el revolver que él tenía en la cintura apuntando a la cabeza de otros tres sujetos que no se encontraban muy lejos y disparándoles, observándoles morir. Luego de eso observo la puerta del castillo, sonriendo.
-Drukoff, vuela esa puerta en pedazos. Albert, todo aquel enemigo que se encuentre del otro lado de esa entrada se muere. Luego avanzamos todos juntos.
Atacando rápido y veloz sin darle oportunidad al enemigo de reaccionar, buscando al señor de esta tierra para matarlo de una vez por todas. Una vez rota esa puerta y despejada esa zona, el resto debería ser mas sencillo.
Pero uno nunca sabe.
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Con tu ayuda limpiar el patio es sencillo. Aunque los soldados se resisten con fiereza, han sido tomados totalmente por sorpresa. La mayoría mueren antes siquiera de poder tomar sus armas. Por tu parte consigues la oportunidad de probar la espada de Gyert y llegas a la conclusión tras ver las heridas de tus enemigos congelarse de que el metal lleva glacitita. Como herrero sabes que cuanto más pura es más congela pero más difícil es hacer una aleación dura. Dado que esta espada es bastante buena y corta que da gusto, llegas a la conclusión de que debe ser acero gélido, una aleación de hierro y glacitita con predominancia del primero.
- ¡Ja! ¡Eso está hecho!
Drukoff se acerca a la puerta y ni siquiera se molesta en recargar el cañón. Hace girar su cadena y estrella la enorme bola de metal contra la madera, reduciéndola a astillas. En el interior os encontráis un pequeño grupo de guardias bien preparados pero que caen con facilidad por vuestra habilidad y superior número. Así pues, después de que Lara "pregunte amablemente" a un enemigo capturado por la localización del señor de Auria, os dirigís a la sala de audiencias entrando como una exhalación. En esta se encuentran cuatro personas: dos guardias que se adelantan con las espadas listas y los escudos en alto, y tras ellos una mujer con una armadura completa y un hombre anciano con ropajes purpúreas. Están al lado de una mesa donde hay un mapa de la ciudad y diferentes figuras representando a las fuerzas de ambos ejércitos. Tras miraros a todos, el anciano suspira.
- Gyert muerto... sabía que no debía haber confiado en mercenarios. Te lo dije, Reslynd - suelta a la caballera - En cuanto vieran la situación perdida y les ofrecieran un trato mejor, nos traicionarían. Y así ha ocurrido - os mira alternativamente a ti y a Albert - Entonces, ¿qué va a ser? ¿Qué ha ordenado esa víbora de Lars? Supongo que ha pedido mi cabeza a cambio de llenar vuestros bolsillos de oro ¿O me prefiere vivo?
- ¡Ja! ¡Eso está hecho!
Drukoff se acerca a la puerta y ni siquiera se molesta en recargar el cañón. Hace girar su cadena y estrella la enorme bola de metal contra la madera, reduciéndola a astillas. En el interior os encontráis un pequeño grupo de guardias bien preparados pero que caen con facilidad por vuestra habilidad y superior número. Así pues, después de que Lara "pregunte amablemente" a un enemigo capturado por la localización del señor de Auria, os dirigís a la sala de audiencias entrando como una exhalación. En esta se encuentran cuatro personas: dos guardias que se adelantan con las espadas listas y los escudos en alto, y tras ellos una mujer con una armadura completa y un hombre anciano con ropajes purpúreas. Están al lado de una mesa donde hay un mapa de la ciudad y diferentes figuras representando a las fuerzas de ambos ejércitos. Tras miraros a todos, el anciano suspira.
- Gyert muerto... sabía que no debía haber confiado en mercenarios. Te lo dije, Reslynd - suelta a la caballera - En cuanto vieran la situación perdida y les ofrecieran un trato mejor, nos traicionarían. Y así ha ocurrido - os mira alternativamente a ti y a Albert - Entonces, ¿qué va a ser? ¿Qué ha ordenado esa víbora de Lars? Supongo que ha pedido mi cabeza a cambio de llenar vuestros bolsillos de oro ¿O me prefiere vivo?
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“Al fin te encontré”
Después de tanto luchar y esfuerzo, alfin habría logrado llegar con su objetivo número uno: el señor de Auria. Estaba totalmente indefenso, rodeado por los Warsong. Alpha... no podía dejar de sonreír.
- Suzaku… el rifle.- La súper ave se acercaba lentamente, ya le preguntaría más adelante que habría encontrado de utilidad en los cuerpos de los soldados que alcanzo a saquear. Ella busco con su pico dentro de una de sus mochilas y le dio el rifle al pequeño herrero en la mano. Alpha después de eso enfundo la espada y la se la entregó a su fiel compañera, mientras comenzaba a avanzar, le dio una señal a Albert para que le siguiera a su lado. –Lara… Drukoff…- El esperaba que ellos entendieran el mensaje con tan solo decir sus nombres. Quería que hicieran pedazos a aquellos dos soldados en caso de que trataran de interferir con la marcha del lancero y el herrero. - ¿Ordenes de Lars? Según yo ese viejo cobarde no hace más que ocultarse atrás de sus soldados, llevándose toda la gloria mientras los demás mueren como simples peones en un campo un tablero de ajedrez.
El pequeño se detuvo justo al frente del anciano, mirándole fijamente a los ojos del anciano, con una enorme tranquilidad y una sonrisa amable – Gyert resulto ser un soldado magnifico un soldado magnifico y mi más grande desafío hasta ahora. Resulto ser leal a usted hasta el final, lástima que no acepto mi oferta de unirse a mí una vez lo derroté… es una lástima que me haya tocado a mí apagar su luz. – El pelilargo se dispuso a apuntar directamente a la cabeza del señor de Auria con el rifle. En caso de que la otra caballera tratara de interferir, no le impediría a Albert interceptarla, pero si le daría una indicación – La quiero viva. – Luego de dar aquella indicación (en caso de que ella estuviera dispuesta a defender a su señor).
- Yo simplemente soy alguien que tiene una visión de un reino de un reino donde yo y mis hermanos podamos vivir y disfrutar de la guerra más fantástica de todas. Deseo con todo mi corazón poder estar en primera fila con ellos y compartiendo la gloria que todos merecemos, como uno. Los Warsong… conquistaremos todo lo que se nos antoje hasta que la vida sea arrebatada de nuestros cuerpos. Y no, no tema. No tengo para nada la intención de generar una guerra en contra de hallstat ¿y quiere saber por qué no lo haré? Por qué sería un desperdicio luchar contra altos cargos ¡Basuras! Que no darían la cara ni por su gente ni sus soldados, lo mejor de lo mejor se encuentra en Auria. Ahora que gran parte de esas futuras promesas destinadas a conquistar y ser grandes están conmigo. Solo le quedan al resto dos cosas: o se unen… o se mueren. Además, después de que usted caiga, Lars será el siguiente. Yo mismo me encargare de mandar al mismísimo infierno ese asedio que está a las afueras ¡de mi ciudad y de mis tierras! ¿Unas últimas palabras?
Fuese cual fuesen las últimas palabras del hombre, Alpha dispararía sin dudarlo mandándolo al otro mundo sintiendo una enorme satisfacción. Luego de pedir un estado actual del asedio. Preguntaría a la guerrera. - ¿Y tú que vas a hacer? ¿Mueres junto a tu señor o vives para formar parte de mi clan?
Después de tanto luchar y esfuerzo, alfin habría logrado llegar con su objetivo número uno: el señor de Auria. Estaba totalmente indefenso, rodeado por los Warsong. Alpha... no podía dejar de sonreír.
- Suzaku… el rifle.- La súper ave se acercaba lentamente, ya le preguntaría más adelante que habría encontrado de utilidad en los cuerpos de los soldados que alcanzo a saquear. Ella busco con su pico dentro de una de sus mochilas y le dio el rifle al pequeño herrero en la mano. Alpha después de eso enfundo la espada y la se la entregó a su fiel compañera, mientras comenzaba a avanzar, le dio una señal a Albert para que le siguiera a su lado. –Lara… Drukoff…- El esperaba que ellos entendieran el mensaje con tan solo decir sus nombres. Quería que hicieran pedazos a aquellos dos soldados en caso de que trataran de interferir con la marcha del lancero y el herrero. - ¿Ordenes de Lars? Según yo ese viejo cobarde no hace más que ocultarse atrás de sus soldados, llevándose toda la gloria mientras los demás mueren como simples peones en un campo un tablero de ajedrez.
El pequeño se detuvo justo al frente del anciano, mirándole fijamente a los ojos del anciano, con una enorme tranquilidad y una sonrisa amable – Gyert resulto ser un soldado magnifico un soldado magnifico y mi más grande desafío hasta ahora. Resulto ser leal a usted hasta el final, lástima que no acepto mi oferta de unirse a mí una vez lo derroté… es una lástima que me haya tocado a mí apagar su luz. – El pelilargo se dispuso a apuntar directamente a la cabeza del señor de Auria con el rifle. En caso de que la otra caballera tratara de interferir, no le impediría a Albert interceptarla, pero si le daría una indicación – La quiero viva. – Luego de dar aquella indicación (en caso de que ella estuviera dispuesta a defender a su señor).
- Yo simplemente soy alguien que tiene una visión de un reino de un reino donde yo y mis hermanos podamos vivir y disfrutar de la guerra más fantástica de todas. Deseo con todo mi corazón poder estar en primera fila con ellos y compartiendo la gloria que todos merecemos, como uno. Los Warsong… conquistaremos todo lo que se nos antoje hasta que la vida sea arrebatada de nuestros cuerpos. Y no, no tema. No tengo para nada la intención de generar una guerra en contra de hallstat ¿y quiere saber por qué no lo haré? Por qué sería un desperdicio luchar contra altos cargos ¡Basuras! Que no darían la cara ni por su gente ni sus soldados, lo mejor de lo mejor se encuentra en Auria. Ahora que gran parte de esas futuras promesas destinadas a conquistar y ser grandes están conmigo. Solo le quedan al resto dos cosas: o se unen… o se mueren. Además, después de que usted caiga, Lars será el siguiente. Yo mismo me encargare de mandar al mismísimo infierno ese asedio que está a las afueras ¡de mi ciudad y de mis tierras! ¿Unas últimas palabras?
Fuese cual fuesen las últimas palabras del hombre, Alpha dispararía sin dudarlo mandándolo al otro mundo sintiendo una enorme satisfacción. Luego de pedir un estado actual del asedio. Preguntaría a la guerrera. - ¿Y tú que vas a hacer? ¿Mueres junto a tu señor o vives para formar parte de mi clan?
- Nota:
- Si la guerrera se pone lo quita a atacarnos, ya decidiré yo que hacer en el siguiente post
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Los dos soldados son rápidamente avasallados por los mercenarios: uno recibe un golpe de Drukoff en la cara con la bola de acero que le destroza el cráneo. El segundo es eliminado por Lara en un veloz movimiento de su hoz, con la que le rebana la cabeza. En el momento en que esta cae al suelo, la mujer escupe a un lado y dice - Demasiado fácil. No es digno de que me quede con su cráneo. - Mientras tanto tú das tu discurso y te dispones a eliminar al viejo de un tiro, pero la guerrera se pone delante y extiende las manos. La bala rebota contra el aire justo delante de ella y cae al suelo. Hasta Albert parece impresionado, y Drukoff silba de admiración. Lara se relame y sonríe.
- Dad la orden, mi señor, y los mataré a todos - dijo la caballera.
- No. Esta ciudad está perdida. Sin Gyert ni campeones, la gente de Lars nos arrasará. Vámonos de aquí - a continuación te mira a ti - Felicidades, chico. Te has ganado tu premio. Pronto verás que es uno envenenado. Dices que Lars y yo somos cobardes que no luchamos, con lo que demuestras tu ignorancia. En mis días jóvenes te hubiese retado a duelo por tu insolencia y hecho tragar tus palabras, pero mi cuerpo ya no es lo que era. Un ignorante como tú no durará al mando - niega con la cabeza, parece más que esté diciendo una afirmación que intentando provocarte - dado que ni siquiera te has molestado en hacer los deberes y conocer a tus enemigos, niño. Lars es uno de los mayores guerreros de estas tierras, un caballero sin igual que marcha al frente de sus tropas siempre. Todo lo contrario a lo que has dicho. Pero probablemente cuando entren en la ciudad arrasando con todo, lo comprobarás tú mismo cuando te dé muerte.
Eichenhorn se quita un broche de oro del pecho con el símbolo de Auria y lo tira a tus pies. A continuación el anciano empieza a caminar tranquilamente hacia una ventana. Los mercenarios intentan atacar en tropel, tanto tus compañeros como los soldados rasos, pero Reslynd logra bloquear a todos a la vez usando su espada y esa barrera invisible. Te das cuenta entonces de que, si el conde le hubiese dado la orden, ninguno de vosotros hubiese sido rival para ella. ¿Por qué ha decidido rendirse y dejaros quedaros la ciudad, pues? En cuanto el anciano abre la ventana se sube a ella, Reslynd retrocede y se agarra a él. Al momento siguiente el conde Eichenhorn es un híbrido entre humano y pájaro negro que ha agarrado a la caballera y salido volando por los cielos. Un mercenario intenta dispararles al vuelo, pero no parece tener efecto. No sabes si ha errado el tiro o Reslynd ha vuelto a bloquearlo.
- ¿Victoria? - pregunta Albert, algo extrañado - En fin, por lo de pronto te ha dado su símbolo de poder. Felicidades, conde. ¿Qué hacemos ahora?
- Dad la orden, mi señor, y los mataré a todos - dijo la caballera.
- No. Esta ciudad está perdida. Sin Gyert ni campeones, la gente de Lars nos arrasará. Vámonos de aquí - a continuación te mira a ti - Felicidades, chico. Te has ganado tu premio. Pronto verás que es uno envenenado. Dices que Lars y yo somos cobardes que no luchamos, con lo que demuestras tu ignorancia. En mis días jóvenes te hubiese retado a duelo por tu insolencia y hecho tragar tus palabras, pero mi cuerpo ya no es lo que era. Un ignorante como tú no durará al mando - niega con la cabeza, parece más que esté diciendo una afirmación que intentando provocarte - dado que ni siquiera te has molestado en hacer los deberes y conocer a tus enemigos, niño. Lars es uno de los mayores guerreros de estas tierras, un caballero sin igual que marcha al frente de sus tropas siempre. Todo lo contrario a lo que has dicho. Pero probablemente cuando entren en la ciudad arrasando con todo, lo comprobarás tú mismo cuando te dé muerte.
Eichenhorn se quita un broche de oro del pecho con el símbolo de Auria y lo tira a tus pies. A continuación el anciano empieza a caminar tranquilamente hacia una ventana. Los mercenarios intentan atacar en tropel, tanto tus compañeros como los soldados rasos, pero Reslynd logra bloquear a todos a la vez usando su espada y esa barrera invisible. Te das cuenta entonces de que, si el conde le hubiese dado la orden, ninguno de vosotros hubiese sido rival para ella. ¿Por qué ha decidido rendirse y dejaros quedaros la ciudad, pues? En cuanto el anciano abre la ventana se sube a ella, Reslynd retrocede y se agarra a él. Al momento siguiente el conde Eichenhorn es un híbrido entre humano y pájaro negro que ha agarrado a la caballera y salido volando por los cielos. Un mercenario intenta dispararles al vuelo, pero no parece tener efecto. No sabes si ha errado el tiro o Reslynd ha vuelto a bloquearlo.
- ¿Victoria? - pregunta Albert, algo extrañado - En fin, por lo de pronto te ha dado su símbolo de poder. Felicidades, conde. ¿Qué hacemos ahora?
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-Ya lo veremos viejo…
El conde abandono el símbolo dorado arrojándolo en los pies del pirata, este se agacho y lo tomo. Luego de ver como este se marchaba junto a aquella caballera llena de poder y un gran potencial, no pudo evitar estar enojado, no pudo adquirir la cabeza de aquella persona que deseaba matar con toda sus fuerzas, él era su premio real, su tesoro único, su cabeza era parte importante de las historias que se narrarían como la primera gran cruzada del herrero de lo imposible. Pero ahora con su huida, las cosas han cambiado.
-¡MALDICION!- con una furia inimaginable rompió el rifle justo a la mitad usando su frente, este sin hizo añicos. Su cabello comenzaba a calentarse, estaba a punto de hacer una ignición cuando de pronto Suzaku le dio un picotazo en el hombro. Este se volteo y la miro con esa expresión llena de ira. Ella le miraba con tranquilidad, como si le tratase de decir con esos ojos “no es momento para rabietas”.
- Tienes razón… tienes totalmente la razón como siempre. –Dio un gran suspiro, bajándole a su mal humor. – La batalla aún no ha terminado. Albert, Drukoff y Lara, hoy daremos frente a ese asedio. – Se acercó a la mesa del antiguo señor de Auria, quería saber que tenía planeado este y como planeaba responder a los ataques contaste de sus enemigos. Toda clase de información le sería útil en este momento. – Hermanos, salgan de aquí y tráiganme un reporte general de la situación de la ciudad, quiero saberlo todo ¡ABSOLUTAMENTE TODO! Desde nuestra cantidad de recursos hasta nuestra cantidad total armas. Informen a todo soldado que el antiguo señor ya no está a la mando y en su lugar Freites D. Irkenox Alpha está tomando su lugar. Y quien no esté de acuerdo pues, ya saben qué hacer. El tiempo es dinero, caballeros y señorita ¡rápido!
Luego de sus indicaciones, la super ave le entregaría otro poncho de repuesto. Y justo por la zona del cuello, en el costado izquierdo colocaría el broche de oro, aquí nace el nuevo señor de Auria.
El conde abandono el símbolo dorado arrojándolo en los pies del pirata, este se agacho y lo tomo. Luego de ver como este se marchaba junto a aquella caballera llena de poder y un gran potencial, no pudo evitar estar enojado, no pudo adquirir la cabeza de aquella persona que deseaba matar con toda sus fuerzas, él era su premio real, su tesoro único, su cabeza era parte importante de las historias que se narrarían como la primera gran cruzada del herrero de lo imposible. Pero ahora con su huida, las cosas han cambiado.
-¡MALDICION!- con una furia inimaginable rompió el rifle justo a la mitad usando su frente, este sin hizo añicos. Su cabello comenzaba a calentarse, estaba a punto de hacer una ignición cuando de pronto Suzaku le dio un picotazo en el hombro. Este se volteo y la miro con esa expresión llena de ira. Ella le miraba con tranquilidad, como si le tratase de decir con esos ojos “no es momento para rabietas”.
- Tienes razón… tienes totalmente la razón como siempre. –Dio un gran suspiro, bajándole a su mal humor. – La batalla aún no ha terminado. Albert, Drukoff y Lara, hoy daremos frente a ese asedio. – Se acercó a la mesa del antiguo señor de Auria, quería saber que tenía planeado este y como planeaba responder a los ataques contaste de sus enemigos. Toda clase de información le sería útil en este momento. – Hermanos, salgan de aquí y tráiganme un reporte general de la situación de la ciudad, quiero saberlo todo ¡ABSOLUTAMENTE TODO! Desde nuestra cantidad de recursos hasta nuestra cantidad total armas. Informen a todo soldado que el antiguo señor ya no está a la mando y en su lugar Freites D. Irkenox Alpha está tomando su lugar. Y quien no esté de acuerdo pues, ya saben qué hacer. El tiempo es dinero, caballeros y señorita ¡rápido!
Luego de sus indicaciones, la super ave le entregaría otro poncho de repuesto. Y justo por la zona del cuello, en el costado izquierdo colocaría el broche de oro, aquí nace el nuevo señor de Auria.
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Mientras tus hombres se van a enterarse de las cosas te quedas observando los mapas, figuras y diferentes informes que hay en la mesa, y te das cuenta de que en realidad ya tienes casi todos los datos que necesitas a tu alcance. Tenéis alrededor de mil hombres defendiendo la ciudad, de los que en torno a cincuenta son los mercenarios de Albert, trescientos cincuenta son la guardia de la ciudad (no estrictamente soldados de guerra, pero entrenados para luchar), trescientos son el ejército de Auria y un grupo de élite al que habéis masacrado sin darles opción ni de desenvainar componían los cincuenta hombres de la guardia personal del conde, la guarnición del castillo. Haberlos perdido es una pena, pero supongo que era necesario, ¿no? En fin, los otros aproximadamente trescientos cincuenta son levas de mineros y campesinos sin demasiada formación. En cuanto al armamento, es mayormente rudimentario. Principalmente lanzas y ballestas, aunque en la guardia y el ejército hay soldados con espadas o mazas. Además hay una división en el ejército de mosqueteros que portan fusiles de cerrojo, aunque por lo que ves de momento han estado reservándolos para el enfrentamiento final para reservar la escasa munición. Además de eso hay algunas balistas en las murallas y ollas con aceite hirviendo para responder a un posible ataque con ariete o escalas.
- Veo que estás ya poniéndote a trabajar - dice Albert, entrando en la habitación - Los chicos han estado también haciendo su parte. Algunos oficiales de noble cuna han objetado a tu ascenso, pero se quedaron extrañamente mudo en cuanto los pinchamos un poco con acero - dice con una sonrisa sanguinaria - Algo un poco más preocupante, parece ser que el viejo zorro estaba manteniéndonos el estado de las provisiones en secreto. Hay comida para unas pocas semanas, tres a lo sumo, y eso racionando. No te mentiré, la situación es bastante fea.
Se sienta encima de la mesa y apoya dos vasos de cristal que llena con una generosa cantidad de vino blanco de una botella.
- El viejo se reservaba algunos tesoros para él. Vino de English Garden, cosecha del año 3. Esta delicia vale su buen cuarto de millón de berries en el mercado.
PD: con respecto a las armas que recogió Suzaku, puedes elegirlas tú. Serán tres armas normales de calidad infrecuente sin habilidades especiales o raras.
- Veo que estás ya poniéndote a trabajar - dice Albert, entrando en la habitación - Los chicos han estado también haciendo su parte. Algunos oficiales de noble cuna han objetado a tu ascenso, pero se quedaron extrañamente mudo en cuanto los pinchamos un poco con acero - dice con una sonrisa sanguinaria - Algo un poco más preocupante, parece ser que el viejo zorro estaba manteniéndonos el estado de las provisiones en secreto. Hay comida para unas pocas semanas, tres a lo sumo, y eso racionando. No te mentiré, la situación es bastante fea.
Se sienta encima de la mesa y apoya dos vasos de cristal que llena con una generosa cantidad de vino blanco de una botella.
- El viejo se reservaba algunos tesoros para él. Vino de English Garden, cosecha del año 3. Esta delicia vale su buen cuarto de millón de berries en el mercado.
PD: con respecto a las armas que recogió Suzaku, puedes elegirlas tú. Serán tres armas normales de calidad infrecuente sin habilidades especiales o raras.
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-Tiene sentido que ocultara ese hecho ¿Qué crees que fuera ocurrido una vez que todo el mundo se enterara de ese hecho? Pánico… descontrol… ¿una posible rebelión? Ese viejo no era estúpido, pero desconoce el cómo alimentar el corazón de un guerrero. – dice mientras sigue revisando los papeles en búsqueda de información, revisando los objetos que Suzaku pudo encontrar y que fueran utilices para el pirata, estas resultaron ser tres pistola. – Buen trabajo poniendo las cosas en su lugar Albert. Ahora queda la parte difícil, el asedio. Y sin importar que, saldremos victoriosos.
Tomo una de las copas del vino blanco, levantándola para luego hacer un brindis – Por la guerra – sonreiría mientras daba un fondo blanco de aquella deliciosa bebida, definitivamente era de primera calidad. – La situación será la misma mientras no pongamos un fin a este asedio y demos una señal de que a toda esta isla de que con mi clan nadie se mete. Mientras ellos están en una posición ventajosa, donde cada soldado caído son dos que llegaran reforzándolos. No les cuesta nada seguir contratando mercenarios o simplemente mandar una carta a la ciudadela solicitando más soldados. Estando en una posición tan difícil ¿Qué lo mantenía en esta ciudad?
De nuevo se sumergió en sus pensamientos tratando de buscar una lógica a todo esto. Pero ya sería otro momento para pensar en eso, cuando la batalla terminara.- ¿Dónde están Lara y Drukoff? ¿Lograron averiguar algo? Además, necesito que me lleves a la herrería de este lugar, en la fragua se me dan mejor las ideas.- dicho eso, tomo el mapa de la ciudad, esperando que su campeón lo llevara al lugar deseado.
Tomo una de las copas del vino blanco, levantándola para luego hacer un brindis – Por la guerra – sonreiría mientras daba un fondo blanco de aquella deliciosa bebida, definitivamente era de primera calidad. – La situación será la misma mientras no pongamos un fin a este asedio y demos una señal de que a toda esta isla de que con mi clan nadie se mete. Mientras ellos están en una posición ventajosa, donde cada soldado caído son dos que llegaran reforzándolos. No les cuesta nada seguir contratando mercenarios o simplemente mandar una carta a la ciudadela solicitando más soldados. Estando en una posición tan difícil ¿Qué lo mantenía en esta ciudad?
De nuevo se sumergió en sus pensamientos tratando de buscar una lógica a todo esto. Pero ya sería otro momento para pensar en eso, cuando la batalla terminara.- ¿Dónde están Lara y Drukoff? ¿Lograron averiguar algo? Además, necesito que me lleves a la herrería de este lugar, en la fragua se me dan mejor las ideas.- dicho eso, tomo el mapa de la ciudad, esperando que su campeón lo llevara al lugar deseado.
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- ¿El honor, o alguna chorrada de esas? - pregunta Albert encogiéndose de hombros - En cualquier caso, sígueme. Hay una herrería en el interior del patio del castillo, junto a los establos. Probablemente del herrero del conde.
Por el camino te explica que Lara ha cogido a sus veinte mejores hombres y están asegurándose de limpiar los rangos del ejército de oficiales aún leales al conde. Mientras tanto Drukoff está avisando del cambio de poder en la ciudad y buscando la información que buscas sobre número de soldados, armas y demás. Una vez llegas a la herrería, Albert se marcha y te deja a tu aire. Puedes dedicar la próxima hora a lo que quieras. Tras esa hora, hayas tomado o no alguna decisión, llegará Albert:
- Alpha, ha llegado un mensajero del enemigo. Al parecer sus espías les han informado del cambio de líder y quieren negociar. ¿Querrás oír sus palabras?
Si aceptas, Albert hará entrar a un hombre vestido elegantemente con un traje rojo y un sombrero a juego. Lleva un estoque enjoyado al cinturón.
- Ser Lars, gran maestre de la Orden de las Hojas Palatinas se ha enterado del reciente cambio de poder y desea transmitir sus felicitaciones al nuevo conde de Auria. De la misma manera, le ofrece la posibilidad de arrodillarse frente a su señor, lord Anthony Reichkrieg, Protector del Reino y futuro rey de Hallstat. De hacerlo podrá conservar su nuevo título y tierras a cambio de un tributo bianual de soldados y metal, y gozará de su protección en calidad de vasallo.
Si intentas negociar, dirá que las condiciones son esas y no van a ser negociadas hasta que hinques la rodilla y rindas la ciudad. Si te niegas, que conociéndote estoy seguro de que lo harás, entonces el hombre añadirá:
- En ese caso ser Lars tiene una última oportunidad para usted de salir vivo y no extender este baño de sangre más. Un duelo de honor entre ambos líderes, usted y él. En caso de ganar, se le permitirá mantener Auria y ser Lars se compromete a retirar su ejército. Si ser Lars gana, ha prometido permitirle la gracia de elegir entre hincar la rodilla, conservando la ciudad, o renunciar a su título y marcharse de Auria, para nunca volver.
Por el camino te explica que Lara ha cogido a sus veinte mejores hombres y están asegurándose de limpiar los rangos del ejército de oficiales aún leales al conde. Mientras tanto Drukoff está avisando del cambio de poder en la ciudad y buscando la información que buscas sobre número de soldados, armas y demás. Una vez llegas a la herrería, Albert se marcha y te deja a tu aire. Puedes dedicar la próxima hora a lo que quieras. Tras esa hora, hayas tomado o no alguna decisión, llegará Albert:
- Alpha, ha llegado un mensajero del enemigo. Al parecer sus espías les han informado del cambio de líder y quieren negociar. ¿Querrás oír sus palabras?
Si aceptas, Albert hará entrar a un hombre vestido elegantemente con un traje rojo y un sombrero a juego. Lleva un estoque enjoyado al cinturón.
- Ser Lars, gran maestre de la Orden de las Hojas Palatinas se ha enterado del reciente cambio de poder y desea transmitir sus felicitaciones al nuevo conde de Auria. De la misma manera, le ofrece la posibilidad de arrodillarse frente a su señor, lord Anthony Reichkrieg, Protector del Reino y futuro rey de Hallstat. De hacerlo podrá conservar su nuevo título y tierras a cambio de un tributo bianual de soldados y metal, y gozará de su protección en calidad de vasallo.
Si intentas negociar, dirá que las condiciones son esas y no van a ser negociadas hasta que hinques la rodilla y rindas la ciudad. Si te niegas, que conociéndote estoy seguro de que lo harás, entonces el hombre añadirá:
- En ese caso ser Lars tiene una última oportunidad para usted de salir vivo y no extender este baño de sangre más. Un duelo de honor entre ambos líderes, usted y él. En caso de ganar, se le permitirá mantener Auria y ser Lars se compromete a retirar su ejército. Si ser Lars gana, ha prometido permitirle la gracia de elegir entre hincar la rodilla, conservando la ciudad, o renunciar a su título y marcharse de Auria, para nunca volver.
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-Puede ser hermano - Respondió a Albert – Pero de igual manera no todos los guerreros se alimentan de lo mismo, míranos a nosotros por ejemplo, locos que nos emociona la guerra. – el pequeño le siguió el paso acompañado de su súper ave, hasta llegar a la fragua, donde planeaba mil y un maneras de lograr su cometido. Estrategia tras otra. Y mientras pensaba, el pequeño tomo las herramientas de lugar y se puso a fabricar dagas de con el material de hielo combinando los metales materiales de este lugar (Aclaro que tengo rango 5 en herrería, tu decidirás que tan bien lo logro y cuantas dagas logre fabricar)
Después de un rato y de mucho pensar, el herrero fue interrumpido por Albert, hablaba de un mensajero que quería negociar – ¡Que pase! – Después de escuchar las opciones disponibles, el pequeño aclara firmemente que no planea ceder ni servir ante nadie añadiendo - ¿Desde cuándo un pirata negocia por su territorio? – luego de escuchar la segunda opción, el pequeño sonriera de oreja a oreja. Aceptando el desafío con una ilusión y felicidad inimaginable. – ¡Acepto! Dígale a ser Lars de mi parte que lo espero en la entrada principal de la muralla en dos horas, además que me gustaría que todos los campeones de ambas bandos estén presentes, quiero que ambos estemos seguro que ninguno haremos algo fuera de lugar y estamos en igualdad de condiciones. ¿Algo más caballero? – Una vez dicho eso, se dirigiría a Albert – Llámalos, es momento.
Después de un rato y de mucho pensar, el herrero fue interrumpido por Albert, hablaba de un mensajero que quería negociar – ¡Que pase! – Después de escuchar las opciones disponibles, el pequeño aclara firmemente que no planea ceder ni servir ante nadie añadiendo - ¿Desde cuándo un pirata negocia por su territorio? – luego de escuchar la segunda opción, el pequeño sonriera de oreja a oreja. Aceptando el desafío con una ilusión y felicidad inimaginable. – ¡Acepto! Dígale a ser Lars de mi parte que lo espero en la entrada principal de la muralla en dos horas, además que me gustaría que todos los campeones de ambas bandos estén presentes, quiero que ambos estemos seguro que ninguno haremos algo fuera de lugar y estamos en igualdad de condiciones. ¿Algo más caballero? – Una vez dicho eso, se dirigiría a Albert – Llámalos, es momento.
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Logras forjar cuatro dagas de calidad infrecuente de acero gélido. Tiene dureza, tenacidad y atermia infrecuentes y su hoja tiene la cualidad de generar una ligera capa de escarcha cuando corta. Haces una última con más glacitita que hierro, haciendo que sea de acero glacial. Es menos resistente (su tenacidad es común en vez de infrecuente), pero el escarchamiento es mayor. Ah, y se me olvidaba, las tres pistolas que saqueaste de los cadáveres son de calidad infrecuente. Tienen un sistema que reduce el retroceso, permitiendo disparar más rondas seguidas sin perder mucha puntería. Tras eso partes hacia la puerta acompañado de tus campeones. Por el camino, Albert pregunta.
- Antes de que hagas esto, ¿cuáles son tus órdenes?
Una vez les hayas dicho lo que hacer, sales por el portón principal de la ciudad. Al otro lado está el ejército enemigo, con doce figuras adelantadas entre las que reconoces dos: el arquero que te encontraste ayer en el camino y la guerrera de la glaive. Estás algo cansado, por cierto: igual no ha sido la mejor idea. Ya es de noche y llevas todo el día de un lado para otro, has peleado para abrirte paso hasta el castillo y aún tienes heridas de las que recuperarte. Ni siquiera has cenado. ¿Seguro que no habría sido mejor idea pasarlo para mañana o dentro de un par de días? En cualquier caso, ya es tarde para retractarte. De detrás de las doce figuras llega un hombre alto de pelo rubio y gesto severo. Va con una armadura completa de color plateado y lleva un escudo del mismo color en la mano izquierda, redondo con hueco para apoyar un arma de asta, y una lanza en la diestra. Al cinturón lleva una espada de mano y media.
- El nuevo conde... - te evalúa de arriba abajo, y por un momento sientes como si estuviese "mirando tu interior" - Acabemos rápido. Te recomiendo que aceptes mi oferta y cuando te derrote hinques la rodilla. El orgullo no da de comer, y lord Anthony recompensa bien a los guerreros fuertes.
Tras eso un escudero le tiende su casco. Se lo coloca y se acerca hacia ti, deteniéndose a unos tres metros. Tras eso se cubre con el escudo y pone la lanza asomando por encima, preparado para espolearte si te acercas.
- Comencemos.
- Antes de que hagas esto, ¿cuáles son tus órdenes?
Una vez les hayas dicho lo que hacer, sales por el portón principal de la ciudad. Al otro lado está el ejército enemigo, con doce figuras adelantadas entre las que reconoces dos: el arquero que te encontraste ayer en el camino y la guerrera de la glaive. Estás algo cansado, por cierto: igual no ha sido la mejor idea. Ya es de noche y llevas todo el día de un lado para otro, has peleado para abrirte paso hasta el castillo y aún tienes heridas de las que recuperarte. Ni siquiera has cenado. ¿Seguro que no habría sido mejor idea pasarlo para mañana o dentro de un par de días? En cualquier caso, ya es tarde para retractarte. De detrás de las doce figuras llega un hombre alto de pelo rubio y gesto severo. Va con una armadura completa de color plateado y lleva un escudo del mismo color en la mano izquierda, redondo con hueco para apoyar un arma de asta, y una lanza en la diestra. Al cinturón lleva una espada de mano y media.
- El nuevo conde... - te evalúa de arriba abajo, y por un momento sientes como si estuviese "mirando tu interior" - Acabemos rápido. Te recomiendo que aceptes mi oferta y cuando te derrote hinques la rodilla. El orgullo no da de comer, y lord Anthony recompensa bien a los guerreros fuertes.
Tras eso un escudero le tiende su casco. Se lo coloca y se acerca hacia ti, deteniéndose a unos tres metros. Tras eso se cubre con el escudo y pone la lanza asomando por encima, preparado para espolearte si te acercas.
- Comencemos.
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-En caso de que yo sea derrotado tenlo en mente Albert. No planeo arrodillarme ante nadie, quiero que prepares a Lara y a Drukoff sobre aviso. Luchare sin importar el resultado y probablemente quede inconsciente, en el peor de los casos, quiero que me cojas y abandonemos Auria junto con los nuestros, esta no será nuestra última guerra, damas… estoy luchando en las peores condiciones de todas. Pero es porque así me gusta a mí, así me hago más fuerte.
Al llegar, pudo observar como todos los campeones de ambas facciones estaban presentes, era un escenario bastante magnifico a decir verdad. No quería esperar, no tenía tiempo para eso, quería que todo terminara cuanto antes y ponerse a pensar en las futuras cruzadas que le tocarían al ponerse en camino a alta mar. Solo una batalla más, solo una más y se terminaría todo esto.
-Agradezco el consejo Ser Lars, pero no creo a su señor le guste tener un pirata entre sus filas- ¿Martillo? Colgando en la espalda ¿Espada glacial? Desenfundada y lista para la batalla ¿Dagas de acero gelido? En los compartimentos ocultos de su poncho ¿Pistolas? dos en la cintura listas para ser utilizada y la otra en la mano ¿Suzaku? lista en cualquier momento para asistir al pequeño tomando su acostumbrada distancia. Y así fue como este comenzaría desde la distancia, disparando una ráfaga de tiros apuntando directamente en los orificios del casco.
Al llegar, pudo observar como todos los campeones de ambas facciones estaban presentes, era un escenario bastante magnifico a decir verdad. No quería esperar, no tenía tiempo para eso, quería que todo terminara cuanto antes y ponerse a pensar en las futuras cruzadas que le tocarían al ponerse en camino a alta mar. Solo una batalla más, solo una más y se terminaría todo esto.
-Agradezco el consejo Ser Lars, pero no creo a su señor le guste tener un pirata entre sus filas- ¿Martillo? Colgando en la espalda ¿Espada glacial? Desenfundada y lista para la batalla ¿Dagas de acero gelido? En los compartimentos ocultos de su poncho ¿Pistolas? dos en la cintura listas para ser utilizada y la otra en la mano ¿Suzaku? lista en cualquier momento para asistir al pequeño tomando su acostumbrada distancia. Y así fue como este comenzaría desde la distancia, disparando una ráfaga de tiros apuntando directamente en los orificios del casco.
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Lamento decirte que no tienes tanta puntería. Si quisieras ser tirador tal vez deberías entrenar más para ello. Lars sube el escudo y las balas rebotan en este y su casco. En algunas partes parece que abolla muy levemente su armadura. No parece que vayas a hacer mucho con una pistola de tan bajo calibre.
- ¿Eso es todo?
Lars carga hacia ti con una velocidad inesperada para alguien enfundado en una armadura completa. Entonces te lanza un fuerte escudazo directo a la cara, poniendo todo la inercia de la carga y el peso de su cuerpo en el golpe. Es lo bastante fuerte como para lanzarte para atrás, y probablemente aturdirte severamente Empiezas a dudar que hayas escogido a un rival de tu tamaño, y nuevamente... recuerda que sigues herido. Tu pierna aún te duele de la batalla con Gyert, y probablemente te cueste esquivar.
- ¿Eso es todo?
Lars carga hacia ti con una velocidad inesperada para alguien enfundado en una armadura completa. Entonces te lanza un fuerte escudazo directo a la cara, poniendo todo la inercia de la carga y el peso de su cuerpo en el golpe. Es lo bastante fuerte como para lanzarte para atrás, y probablemente aturdirte severamente Empiezas a dudar que hayas escogido a un rival de tu tamaño, y nuevamente... recuerda que sigues herido. Tu pierna aún te duele de la batalla con Gyert, y probablemente te cueste esquivar.
- stats de Lars:
- Fuerza - 7
Velocidad - 4
Destreza - 4
Resistencia - 3
Agilidad - 3
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