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Brianna Byrne
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No estaba segura de cuando se había quedado dormida. Tan solo sabía que se había despertado en su cama unas horas después. Las pesadillas habían sido algo mas tenues en aquella ocasión, por lo que no se despertó chillando como acostumbraba. Tan solo algo sobresaltada. Con un tenue suspiro se levanto de la cama y fue en busca de algo fresquito que beber. Sus pasos fueron tranquilos, estaba un poco sobresaltada por los sueños, pero nada que ver con la noche anterior. No estaba aterrada y tampoco angustiada. Fue hasta la cocina del velero y tomo un poco de agua para beber despacio. Se asomó entonces a la cubierta para ver si Ivan aún seguía allí.
Al no verle supuso que había ido a descansar un poco. El sol estaba a punto de salir así que volvió a la cocina para preparar algo de desayunar. No es que fuera una maravillosa cocinera, pero al menos se defendía lo suficiente como para poder sobrevivir. Preparo algo para ella y para Ivan, esperaba que le gustasen los huevos revueltos y las tostadas, tampoco es que tuviera una gran variedad de ingredientes teniendo en cuenta que en alta mar era mejor no llevar cosas perecederas. La cocina pronto se lleno de un olor agradable que le hizo salivar y sentir cierto gusanillo en el estómago. Tenía hambre, era algo que no podía negar ahora que estaba sirviendo los platos.
Esperaba que Ivan no se despertara demasiado tarde, de lo contrarió se le quedarían fríos, pero tampoco iría a despertarlo. No le gustaba molestar a la gente y bastantes problemas le había traído ya al vampiro. Se sentó en la mesa con una taza de café y su plato de huevos con tostadas y fue comiendo despacio mientras leía una revista de medicina. Si, Brianna tenía una obsesión ligeramente preocupante con leer y estudiar. — Vaya, que interesante, han descubierto un nuevo tratamiento en base a la planta del café — murmuro aquello mientras daba un sorbo a su taza. No había revisado el rumbo del timón por que siendo sinceros no tenía ni idea de donde se dirigían exactamente así que esperaba que cuando Ivan se despertara se lo dijera para poder vigilar el rumbo cuando estuviera ella despierta.
Al no verle supuso que había ido a descansar un poco. El sol estaba a punto de salir así que volvió a la cocina para preparar algo de desayunar. No es que fuera una maravillosa cocinera, pero al menos se defendía lo suficiente como para poder sobrevivir. Preparo algo para ella y para Ivan, esperaba que le gustasen los huevos revueltos y las tostadas, tampoco es que tuviera una gran variedad de ingredientes teniendo en cuenta que en alta mar era mejor no llevar cosas perecederas. La cocina pronto se lleno de un olor agradable que le hizo salivar y sentir cierto gusanillo en el estómago. Tenía hambre, era algo que no podía negar ahora que estaba sirviendo los platos.
Esperaba que Ivan no se despertara demasiado tarde, de lo contrarió se le quedarían fríos, pero tampoco iría a despertarlo. No le gustaba molestar a la gente y bastantes problemas le había traído ya al vampiro. Se sentó en la mesa con una taza de café y su plato de huevos con tostadas y fue comiendo despacio mientras leía una revista de medicina. Si, Brianna tenía una obsesión ligeramente preocupante con leer y estudiar. — Vaya, que interesante, han descubierto un nuevo tratamiento en base a la planta del café — murmuro aquello mientras daba un sorbo a su taza. No había revisado el rumbo del timón por que siendo sinceros no tenía ni idea de donde se dirigían exactamente así que esperaba que cuando Ivan se despertara se lo dijera para poder vigilar el rumbo cuando estuviera ella despierta.
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No llegó a dormir demasiado. Una vez dejó a Brianna en su cama, algo que parecía que empezaba a ser una costumbre, empezó a abrir el resto de puertas buscando otro camarote donde echarse un rato. Encontró una pequeña estancia con un piano, un comedor y la cocina antes de atinar con el lugar, un camarote pequeño con una cama. Se quitó la chaqueta y se tiró en la cama a descansar. No logró entrar en un sueño profundo, sino en esta duermevela en la que uno es vagamente consciente de su entorno y despierta a ratos. Una vez se hizo totalmente de día y la luz del amanecer entró por el ojo de buey se despejó del todo, echando de menos su confortable submarino y su cómoda oscuridad. Mirando con una mezcla de rabia y frustración el rayo de luz que entraba por el cristal, echó mano de la mesilla de noche y cogió la sortija lunar, el pequeño anillo plateado que le protegía del astro rey. Se lo puso y se levantó, molesto.
Iba a dirigirse a entrenar a la cubierta, pero en el momento en que salió al pasillo, espada al hombro y vestido sólo con sus pantalones, el delicioso olor a huevos invadió su nariz y su estómago se quejó ruidosamente. Brianna ya estaba despierta, y preparando el desayuno al parecer. O por el ruido de platos, ya debía estar listo. Se acercó a la cocina, dejó la espada en el pasillo para no pegarle un susto y entró - Buenos días. He olido esa delicia, y si no venía de inmediato mi estómago no me lo hubiera perdonado - bromeó, sonriendo - No has dormido mucho. ¿Has vuelto a tener pesadillas? - tomó asiento junto a ella y empezó con el huevo mientras aún estaba caliente, disfrutando del sabor. Tras un par de paladas, se puso a untarse una tostada en mantequilla.
- Nuestro próximo destino será Lvneel, mi isla natal. Allí podremos reaprovisionarnos en mi baronía, y así de paso mi castellano me ve el pelo, para que no se crea que estoy muerto.
Comió tres tostadas con voracidad, se acabó su huevo y bajó todo con un vaso de agua. Lástima no tener zumo de naranja, hubiese sido un desayuno perfecto. Tras eso se levantó y le dijo - Voy a comprobar que vamos en el buen rumbo y de paso hacer mi ejercicios diurnos. Este cuerpazo no se va a mantener solo - sonrió, entre bromista y vanidoso. Tras eso se dirigió al pasillo, recogió su espada y salió a cubierta. Se lamentó de que no estuviese el día nublado, pero había nubes, así que aún tenía esperanzas. Observó el cielo, el movimiento de las nubes y prestó atención al viento - Esta tarde lloverá - dijo, con una sonrisa. Tras corregir el rumbo, para lo que no necesitó más que un vistazo al mapa y al sol para orientarse, dejó el timón atado y se dirigió a la parte larga de la cubierta. Había un nuevo movimiento que había estado pensando en sus días de enfermedad. Era hora de empezar a probarlo. Alzó la espada y comenzó a probar diferentes guardias, buscando la más cómoda para ejecutarlo.
Iba a dirigirse a entrenar a la cubierta, pero en el momento en que salió al pasillo, espada al hombro y vestido sólo con sus pantalones, el delicioso olor a huevos invadió su nariz y su estómago se quejó ruidosamente. Brianna ya estaba despierta, y preparando el desayuno al parecer. O por el ruido de platos, ya debía estar listo. Se acercó a la cocina, dejó la espada en el pasillo para no pegarle un susto y entró - Buenos días. He olido esa delicia, y si no venía de inmediato mi estómago no me lo hubiera perdonado - bromeó, sonriendo - No has dormido mucho. ¿Has vuelto a tener pesadillas? - tomó asiento junto a ella y empezó con el huevo mientras aún estaba caliente, disfrutando del sabor. Tras un par de paladas, se puso a untarse una tostada en mantequilla.
- Nuestro próximo destino será Lvneel, mi isla natal. Allí podremos reaprovisionarnos en mi baronía, y así de paso mi castellano me ve el pelo, para que no se crea que estoy muerto.
Comió tres tostadas con voracidad, se acabó su huevo y bajó todo con un vaso de agua. Lástima no tener zumo de naranja, hubiese sido un desayuno perfecto. Tras eso se levantó y le dijo - Voy a comprobar que vamos en el buen rumbo y de paso hacer mi ejercicios diurnos. Este cuerpazo no se va a mantener solo - sonrió, entre bromista y vanidoso. Tras eso se dirigió al pasillo, recogió su espada y salió a cubierta. Se lamentó de que no estuviese el día nublado, pero había nubes, así que aún tenía esperanzas. Observó el cielo, el movimiento de las nubes y prestó atención al viento - Esta tarde lloverá - dijo, con una sonrisa. Tras corregir el rumbo, para lo que no necesitó más que un vistazo al mapa y al sol para orientarse, dejó el timón atado y se dirigió a la parte larga de la cubierta. Había un nuevo movimiento que había estado pensando en sus días de enfermedad. Era hora de empezar a probarlo. Alzó la espada y comenzó a probar diferentes guardias, buscando la más cómoda para ejecutarlo.
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Estaba entretenida con sus cosas hasta que escucho la voz de Ivan mientras este se adentraba en la cocina. Al parecer el olor de los huevos lo habían atraído como la miel a las abejas. Sonriendo le señalo su plato de desayuno y dejando la revista en la mesa tomó una de las tostadas para untarse mantequilla y darle un par de mordisquitos. — Lamento no tener mucho más para desayunar y espero que te guste — la verdad es que le sorprendía la naturalidad con la que el vampiro iba semi desnudo por el barco. Intento no mirarlo demasiado para evitar avergonzarse así que volvió a centrar su vista en el desayuno mientras se lo terminaba. Sonrió bastante contenta al ver que estaba disfrutando del plato y que parecía contento con la comida. No es que fuera un desayuno maravilloso, pero al menos era nutritivo y serviría para llenar el estómago que era lo más importante.
Una vez que terminó recogió el plato de ambos — me parece perfecto, no tengo muchas provisiones en el barco, así que nos vendrá bien parar para comprar provisiones — dejo entonces que Ivan se marchara a revisar el rumbo y a entrenar. Después salió ella también a la cubierta con uno de sus libros para leer bajo el sol y un cuaderno de notas. La verdad es que le gustaba relajarse bajo el sol, era algo que siempre le había gustado y que la mantenía bastante calmada. Se tumbo en una pequeña hamaquita que tenía siempre por allí rondando y tras ponerse unas gafas de sol abrió el libro para empezar con su estudio.
Fue entonces cuando los movimientos de Ivan y los ruidos que hacía al mover la espada llamaron su atención. Dejo que sus ojitos se desviaran un poco del libro para ver los movimientos del albino. Era imposible despegar los ojos del cuerpo del vampiro, ver como sus músculos se movían tenían a Brianna fascinada. Como médico que era, había estudiado anatomía y la de su compañero de viajes era maravillosa. El movimiento que realizaban todos y cada uno de los músculos de su cuerpo llamaban la atención de la mujer que intentaba apartar los ojos sin conseguirlo realmente. La lectura había pasado a un segundo plano, por un momento se sintió un poco mal consigo misma, se estaba pasando de mirona.
Movió un poco la cabeza de un lado a otro intentando eliminar los pensamientos problemáticos que pudieran acudir a su mente. Fue entonces que volvió a mirar el libro y continuar con sus anotaciones. La verdad es que de vez en cuando, sus ojos volvían a escapar de las líneas del libro para admirar los movimientos del albino — estas forzando un poco la postura ¿no? — No pudo evitarlo, se le escapo aquel comentario cuando vio una de las posturas de Ivan, parecía que estaba demasiado tenso cuando la realizaba y no estaba segura de si lo hacía aposta o no. No es que ella tuviera amplios conocimientos dentro de lo que a entrenamiento se trataba y mucho menos sobre espadachines. Sin embargo, sus conocimientos como médico le indicaban cuando un músculo estaba siendo ejercitado de una manera completamente eficiente y cuando estaba siendo forzado de manera innecesaria lo que podría conllevar una lesión o alguna molestia a futuro.
Una vez que terminó recogió el plato de ambos — me parece perfecto, no tengo muchas provisiones en el barco, así que nos vendrá bien parar para comprar provisiones — dejo entonces que Ivan se marchara a revisar el rumbo y a entrenar. Después salió ella también a la cubierta con uno de sus libros para leer bajo el sol y un cuaderno de notas. La verdad es que le gustaba relajarse bajo el sol, era algo que siempre le había gustado y que la mantenía bastante calmada. Se tumbo en una pequeña hamaquita que tenía siempre por allí rondando y tras ponerse unas gafas de sol abrió el libro para empezar con su estudio.
Fue entonces cuando los movimientos de Ivan y los ruidos que hacía al mover la espada llamaron su atención. Dejo que sus ojitos se desviaran un poco del libro para ver los movimientos del albino. Era imposible despegar los ojos del cuerpo del vampiro, ver como sus músculos se movían tenían a Brianna fascinada. Como médico que era, había estudiado anatomía y la de su compañero de viajes era maravillosa. El movimiento que realizaban todos y cada uno de los músculos de su cuerpo llamaban la atención de la mujer que intentaba apartar los ojos sin conseguirlo realmente. La lectura había pasado a un segundo plano, por un momento se sintió un poco mal consigo misma, se estaba pasando de mirona.
Movió un poco la cabeza de un lado a otro intentando eliminar los pensamientos problemáticos que pudieran acudir a su mente. Fue entonces que volvió a mirar el libro y continuar con sus anotaciones. La verdad es que de vez en cuando, sus ojos volvían a escapar de las líneas del libro para admirar los movimientos del albino — estas forzando un poco la postura ¿no? — No pudo evitarlo, se le escapo aquel comentario cuando vio una de las posturas de Ivan, parecía que estaba demasiado tenso cuando la realizaba y no estaba segura de si lo hacía aposta o no. No es que ella tuviera amplios conocimientos dentro de lo que a entrenamiento se trataba y mucho menos sobre espadachines. Sin embargo, sus conocimientos como médico le indicaban cuando un músculo estaba siendo ejercitado de una manera completamente eficiente y cuando estaba siendo forzado de manera innecesaria lo que podría conllevar una lesión o alguna molestia a futuro.
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- Sí, tienes razón - bajó la espada y adoptó una diferente - Estoy probando nuevas posturas, intento desarrollar un nuevo golpe - Estando la morena delante, no pudo evitar querer lucirse, y comenzó a intercalar los cambios de guardia con giros de la espada sobre su mano. Tras un rato buscando la pose inicial adecuada, comenzó a ensayar el movimiento: la idea era realizar tres cortes consecutivos, pero todos partiendo desde una distancia de unos metros de su enemigo. No pretendía cortar desde lejos, sino comenzar cada golpe cortando la distancia con un veloz movimiento y terminarlo volviendo a la posición inicial. Para ello tenía que pasar por varias fases en su entrenamiento: encontrar la postura y movimientos más eficientes para llevar a cabo la técnica, entrenar el juego de pies hasta que fuese capaz de acelerar al instante tanto como pretendía y luego repetir la técnica hasta aprenderla por pura memoria muscular.
Pasó la mañana entrenando los movimientos. No encontró aún, como era evidente, las maneras más apropiadas de llevar a cabo el movimiento. Que Brianna estuviese delante no ayudaba, porque a ratos estaba más pendiente de mirarla discretamente y de ver si le prestaba atención. Ver que así era le puso muy contento. De todos modos se dio por satisfecho con sus progresos. Una vez terminó, llenó un cubo grande de agua de mar usando una cuerda y lo subió a cubierta. Junto con una esponja se limpió el sudor y refrescó un poco. Que no tuviesen ducha no era excusa para no mantener la higiene.
Hacia la tarde, después de comer y echarse una siesta para recuperarse un poco del escaso descanso que había tenido, se levantó de un salto de su lecho. Le apetecía estar un rato con Brianna, hacía tiempo que no viajaba con compañía y quería aprovecharlo. Pero primero salió a cubierta y comprobó el rumbo que llevaban. Siendo previsor, ajustó las velas y las recogió un poco para evitar que pudieran ser dañadas si el viento era muy fuerte. El sol ya se había ocultado tras las nubes, aunque la única concesión de Ivan a la bajada de las temperaturas era una camisa blanca. Tras poner todo en orden en cubierta, bajó por las escaleras y siguió el olor de la chica, ese hermoso aroma a flores. Llegó frente a una de las puertas, no recordaba cuál era, y petó dos veces.
- ¿Puedo pasar? - una vez recibiera permiso entraría. Con una sonrisa, le preguntó - ¿Qué haces? - había traído consigo una baraja de cartas por si a ella le apetecía jugar.
Pasó la mañana entrenando los movimientos. No encontró aún, como era evidente, las maneras más apropiadas de llevar a cabo el movimiento. Que Brianna estuviese delante no ayudaba, porque a ratos estaba más pendiente de mirarla discretamente y de ver si le prestaba atención. Ver que así era le puso muy contento. De todos modos se dio por satisfecho con sus progresos. Una vez terminó, llenó un cubo grande de agua de mar usando una cuerda y lo subió a cubierta. Junto con una esponja se limpió el sudor y refrescó un poco. Que no tuviesen ducha no era excusa para no mantener la higiene.
Hacia la tarde, después de comer y echarse una siesta para recuperarse un poco del escaso descanso que había tenido, se levantó de un salto de su lecho. Le apetecía estar un rato con Brianna, hacía tiempo que no viajaba con compañía y quería aprovecharlo. Pero primero salió a cubierta y comprobó el rumbo que llevaban. Siendo previsor, ajustó las velas y las recogió un poco para evitar que pudieran ser dañadas si el viento era muy fuerte. El sol ya se había ocultado tras las nubes, aunque la única concesión de Ivan a la bajada de las temperaturas era una camisa blanca. Tras poner todo en orden en cubierta, bajó por las escaleras y siguió el olor de la chica, ese hermoso aroma a flores. Llegó frente a una de las puertas, no recordaba cuál era, y petó dos veces.
- ¿Puedo pasar? - una vez recibiera permiso entraría. Con una sonrisa, le preguntó - ¿Qué haces? - había traído consigo una baraja de cartas por si a ella le apetecía jugar.
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Realmente no podía evitar que alguna vez se le fueran completamente los ojos y volvieran a fijarse en Ivan y en sus movimientos. Eso de alguna forma la avergonzaba ¿desde cuando se había convertido en una mirona? Sin embargo era fascinante ver la capacidad del cuerpo del albino, era realmente rápido y sus movimientos eran certeros y bastante precisos. Iba tomando algunos apuntes sobre lo que estaba leyendo y en otros momentos se sorprendía a si misma tomando apuntes de los movimientos del vampiro y de los progresos que había visto respecto a su velocidad y a sus estocadas. Cuando terminó de entrenar tuvo que morderse el labio inferior al ver como se iba limpiando el cuerpo con el agua del mar.
Quien fuera ese agua para poder pasearse por esos músculos. Ante aquel pensamiento Brianna se sonrojo con violencia y se levanto de la hamaca como un resorte. — Tengo..tengo que hacer algunas cosas, luego nos vemos — bajo de cubierta tan rápido que realmente parecía que nunca había estado allí. Fue a la cocina primero para hacerse un sándwich y después se metió en el laboratorio. Necesitaba centrarse y dejar de pensar en esos músculos moviéndose. Pensar en Ivan la distraía y necesitaba concentrarse para poder seguir con sus investigaciones. Tras meditar por un momento logro encontrar el punto exacto que quería probar con aquella hierba nueva que había comprado en una de las islas que visitó antes de encontrarse con el albino.
La saco del recipiente donde la tenía guardada y comenzó a dividirla en diferentes dosis para poder experimentar con ella de diferentes formas. Sumergiéndola en varios líquidos, pulverizando la, quemando la, en definitiva, usando diferentes estímulos en la planta que pudieran activar reacciones con las que crear algún medicamento o algo por el estilo. No sabía cuanto tiempo había pasado, cuando se enfrascaba en una investigación casi siempre se olvidaba del mundo. Pero dos golpes en la puerta la sacaron completamente de sus pensamientos, — si, adelante, pasa Ivan — le sonrió cuando le vio entrar — pues estaba investigando una planta, pero los procesos que vienen ahora necesitan al menos veinticuatro horas de reposo así que estaba a punto de recoger por hoy — la verdad es que en aquel momento fue cuando se dio cuenta de que casi había anochecido.
— Lo siento, te dije que luego te vería y me enfrasque tanto en esto que perdí la noción del tiempo, espero que no te hayas aburrido mucho — entendía que si fuera un barco más grande, había mas cosas para hacer y con las que entretenerse. Pero en aquel barquito las horas podían llegar a hacerse eternas. Por lo menos el albino parecía ser un hombre con recursos y que buscaba las formas de mantenerse activo. Se fijo en que llevaba algo en la mano y entonces sonrió al darse cuenta de que era — cartas, ¿has venido a pedirme una partida? — la verdad es que no sonaba del todo mal. Después de todo, ahora que tenía compañía podían pasar un buen rato los dos juntos.
Quien fuera ese agua para poder pasearse por esos músculos. Ante aquel pensamiento Brianna se sonrojo con violencia y se levanto de la hamaca como un resorte. — Tengo..tengo que hacer algunas cosas, luego nos vemos — bajo de cubierta tan rápido que realmente parecía que nunca había estado allí. Fue a la cocina primero para hacerse un sándwich y después se metió en el laboratorio. Necesitaba centrarse y dejar de pensar en esos músculos moviéndose. Pensar en Ivan la distraía y necesitaba concentrarse para poder seguir con sus investigaciones. Tras meditar por un momento logro encontrar el punto exacto que quería probar con aquella hierba nueva que había comprado en una de las islas que visitó antes de encontrarse con el albino.
La saco del recipiente donde la tenía guardada y comenzó a dividirla en diferentes dosis para poder experimentar con ella de diferentes formas. Sumergiéndola en varios líquidos, pulverizando la, quemando la, en definitiva, usando diferentes estímulos en la planta que pudieran activar reacciones con las que crear algún medicamento o algo por el estilo. No sabía cuanto tiempo había pasado, cuando se enfrascaba en una investigación casi siempre se olvidaba del mundo. Pero dos golpes en la puerta la sacaron completamente de sus pensamientos, — si, adelante, pasa Ivan — le sonrió cuando le vio entrar — pues estaba investigando una planta, pero los procesos que vienen ahora necesitan al menos veinticuatro horas de reposo así que estaba a punto de recoger por hoy — la verdad es que en aquel momento fue cuando se dio cuenta de que casi había anochecido.
— Lo siento, te dije que luego te vería y me enfrasque tanto en esto que perdí la noción del tiempo, espero que no te hayas aburrido mucho — entendía que si fuera un barco más grande, había mas cosas para hacer y con las que entretenerse. Pero en aquel barquito las horas podían llegar a hacerse eternas. Por lo menos el albino parecía ser un hombre con recursos y que buscaba las formas de mantenerse activo. Se fijo en que llevaba algo en la mano y entonces sonrió al darse cuenta de que era — cartas, ¿has venido a pedirme una partida? — la verdad es que no sonaba del todo mal. Después de todo, ahora que tenía compañía podían pasar un buen rato los dos juntos.
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- Ni te preocupes. Después de la nochecita que hemos tenido, me eché una siesta en condiciones y luego he estado preparando el barco y recogiendo las velas. Vamos a pasar por una pequeña tormenta, aunque no creo que haya ningún problema. Lloverá un poco y tal vez sople el viento, pero a la noche estará despejado - se acercó y sonrió al escuchar su pregunta. Sacó la baraja de la funda y empezó a mezclar las cartas - Se me ocurrió que podíamos echar una partida de póker y hacerlo interesante. En vez de jugarnos dinero, nos jugamos preguntas. El ganador puede preguntarle cosas al otro - se sentó a la mesa y puso la baraja encima, con una sonrisa traviesa - ¿Te apuntas?
Tenía mucha curiosidad sobre algunas cosas de ella, y le parecía una forma divertida de sacárselas. Quería saber más sobre ella. Además tenía toda la sana e inocente intención de intentar despertar el interés de ella. Se negaba a ser el único que había sido cautivado por el otro, y aunque sospechaba que como mínimo se había fijado en él, era hora de pasar al ataque. Se puso a repartir cartas con una sonrisa. Lo que probablemente ella no había visto era que, empleando su destreza manual, se había deslizado en la manga un as de picas y un nueve de diamantes.
- La apuesta mínima es una pregunta, obviamente.
Miró las suyas. Ocho de corazones y reina de diamantes. Una buena mano, más aún en conjunción con su pequeña sorpresita. A continuación, dirigiéndole una sonrisa pícara, dijo - Si todo está en orden, desvelo la primera tanda - comenzó a levantar y sacó un cinco de picas, una jota de tréboles y un cinco de diamantes. No tenía nada de momento... pero si la suerte le sonreía y movía bien las manos sin que ella se fijara, podía intercambiar el ocho por el nueve en caso de que viese posibilidad de escalera. Se puso a mover las dos cartas en sus manos, cambiándolas de posición y mirando a los ojos a Brianna con una sonrisa.
- ¿Subes o miras?
Tenía mucha curiosidad sobre algunas cosas de ella, y le parecía una forma divertida de sacárselas. Quería saber más sobre ella. Además tenía toda la sana e inocente intención de intentar despertar el interés de ella. Se negaba a ser el único que había sido cautivado por el otro, y aunque sospechaba que como mínimo se había fijado en él, era hora de pasar al ataque. Se puso a repartir cartas con una sonrisa. Lo que probablemente ella no había visto era que, empleando su destreza manual, se había deslizado en la manga un as de picas y un nueve de diamantes.
- La apuesta mínima es una pregunta, obviamente.
Miró las suyas. Ocho de corazones y reina de diamantes. Una buena mano, más aún en conjunción con su pequeña sorpresita. A continuación, dirigiéndole una sonrisa pícara, dijo - Si todo está en orden, desvelo la primera tanda - comenzó a levantar y sacó un cinco de picas, una jota de tréboles y un cinco de diamantes. No tenía nada de momento... pero si la suerte le sonreía y movía bien las manos sin que ella se fijara, podía intercambiar el ocho por el nueve en caso de que viese posibilidad de escalera. Se puso a mover las dos cartas en sus manos, cambiándolas de posición y mirando a los ojos a Brianna con una sonrisa.
- ¿Subes o miras?
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Bueno, al parecer el vampiro si que quería que jugaran a las cartas. Lo que no esperaba es que quisiera jugar al Poker y además apostarse preguntas. Aquella idea la hizo sonreír levemente y asintió, no podía ser tan horrible el responder algunas preguntas por el momento. Además, si alguna era demasiado incomoda, siempre podía negarse a responder y pedirle que hiciera otra. Se acomodo mientras Ivan comenzaba a repartir y a preparar la mesa. — Esta bien, puede ser divertido — era una buena forma de averiguar más sobre él y además de hacerlo entretenido.
Dejo que el vampiro repartiera, aunque por alguna razón la velocidad con la que lo hacía le resulto un poco sospechosa. Pero no quiso juzgarlo tan rápido así que prefirió guardar silencio. Tomo las cartas entre sus manos y las miro, nada mal, podía salir algo bueno de allí. Cuando destapo las primeras cartas de le mesa supo que al menos tenía una pareja. Además una pareja de Jotas, que si te pones a pensar, no estaba nada mal. Medito por un momento sobre su ultima pregunta, ¿estaba dispuesta a arriesgar algo más? No es que le diera miedo, pero ¿que más se podían apostar ahora que estaban apostando preguntas?
No es como si pudiera subir la apuesta monetaria, esto era algo más delicado. — Que te parece si, además de la pregunta, quien pierda esta mano, tiene que contarle al otro una vivencia de su pasado, no tiene por que ser mala, ni tampoco buena, lo que el otro quiera contar — era su manera de subir la apuesta. Quien ganase aquella mano, tenía derecho a hacer una pregunta y además de averiguar un suceso de la vida del contrario. — Si te atreves claro, si te da miedito, podemos dejarlo solo en la pregunta — ya que el vampiro se ponía un poco chulito, ella también podía hacerlo.
Espero entonces que respondiera y ver si levantaba las otras cartas para ver como acababa aquella historia. La verdad es que aquella partida podía resultar realmente interesante. Aunque no estaba del todo segura de querer responder demasiadas preguntas o de querer contar demasiadas cosas, pero por el momento, podía resultar un juego divertido. Mientras pudiera controlar sus repuestas y sobretodo lo que pudiera o no contar, todo estaría bien. En el momento en que pudiera sentirse un poco incomoda, simplemente le pediría parar por aquel momento. Por el momento el albino había sido agradable con ella y no creía que quisiera molestarla, por eso había accedido a ese tipo de juego con él.
Dejo que el vampiro repartiera, aunque por alguna razón la velocidad con la que lo hacía le resulto un poco sospechosa. Pero no quiso juzgarlo tan rápido así que prefirió guardar silencio. Tomo las cartas entre sus manos y las miro, nada mal, podía salir algo bueno de allí. Cuando destapo las primeras cartas de le mesa supo que al menos tenía una pareja. Además una pareja de Jotas, que si te pones a pensar, no estaba nada mal. Medito por un momento sobre su ultima pregunta, ¿estaba dispuesta a arriesgar algo más? No es que le diera miedo, pero ¿que más se podían apostar ahora que estaban apostando preguntas?
No es como si pudiera subir la apuesta monetaria, esto era algo más delicado. — Que te parece si, además de la pregunta, quien pierda esta mano, tiene que contarle al otro una vivencia de su pasado, no tiene por que ser mala, ni tampoco buena, lo que el otro quiera contar — era su manera de subir la apuesta. Quien ganase aquella mano, tenía derecho a hacer una pregunta y además de averiguar un suceso de la vida del contrario. — Si te atreves claro, si te da miedito, podemos dejarlo solo en la pregunta — ya que el vampiro se ponía un poco chulito, ella también podía hacerlo.
Espero entonces que respondiera y ver si levantaba las otras cartas para ver como acababa aquella historia. La verdad es que aquella partida podía resultar realmente interesante. Aunque no estaba del todo segura de querer responder demasiadas preguntas o de querer contar demasiadas cosas, pero por el momento, podía resultar un juego divertido. Mientras pudiera controlar sus repuestas y sobretodo lo que pudiera o no contar, todo estaría bien. En el momento en que pudiera sentirse un poco incomoda, simplemente le pediría parar por aquel momento. Por el momento el albino había sido agradable con ella y no creía que quisiera molestarla, por eso había accedido a ese tipo de juego con él.
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- Me parece correcto - dijo con una sonrisa traviesa. Levantó la siguiente carta destapado un rey de corazones. Era perfecto; si salía un diez podía cambiar el ocho por el as que tenía bajo la manga y hacer escalera real. Sólo necesitaba un poco de suerte. No dejando traslucir sus emociones, levantó la última carta: ocho de tréboles. Eso desmontaba su escalera totalmente y dejaba su mano reducida a una pareja de ochos, que junto con la pareja de cincos que había en mesa hacían una doble pareja. Parecía que iba a tener que guardarse su as para las siguientes rondas... pero eso estaba bien. Tenía posibilidades de ganar igual, y si perdía, qué le iba a hacer.
- Doble pareja
Mostró sus cartas con una sonrisa y movió las cejas esperando a que ella destapara las suyas. Otra doble pareja, pero de mayor valor. Le había vencido. Suspiró y se encogió de hombros: esas cosas pasaban. Ahora le tocaba pensar una vivencia que contarle. Se puso a darle vueltas a la cabeza, pero todo lo que se le ocurría en el momento eran cosas inapropiadas: sus "aventuras" por el pueblo del castillo, la vez que tuvo que huir de la casa de un comerciante saltando por la ventana en pelotas... no creía que la mejor manera de gustarle a Brianna fuera contarle lo que había hecho con otras mujeres. Entonces recordó sus escapadas en barco; eso podía servirle.
- Cuando vivía en Lvneel, solía escapar por al atardecer del castillo y coger mi velero. Navegaba hasta que era de noche y me había alejado de las luces de la isla, y entonces me tiraba en mitad de la cubierta a ver las estrellas.
Recordaba aquellos episodios con mucho cariño. El cielo era mucho más bello en la oscuridad del mar que en tierra, pues en los sitios con mucha población la luz impedía ver bien las estrellas. No es que en Lvneel fuese un fenómeno muy fuerte, pero no había mejor lugar que el mar abierto en una noche despejada. Volviendo a la realidad, se cruzó de brazos e hizo un teatral gesto de pesar:
- Derrotado me hallo. Pues nada, puedes hacerme una pregunta. Prometo ser sincero... más o menos - sonrió burlonamente.
- Doble pareja
Mostró sus cartas con una sonrisa y movió las cejas esperando a que ella destapara las suyas. Otra doble pareja, pero de mayor valor. Le había vencido. Suspiró y se encogió de hombros: esas cosas pasaban. Ahora le tocaba pensar una vivencia que contarle. Se puso a darle vueltas a la cabeza, pero todo lo que se le ocurría en el momento eran cosas inapropiadas: sus "aventuras" por el pueblo del castillo, la vez que tuvo que huir de la casa de un comerciante saltando por la ventana en pelotas... no creía que la mejor manera de gustarle a Brianna fuera contarle lo que había hecho con otras mujeres. Entonces recordó sus escapadas en barco; eso podía servirle.
- Cuando vivía en Lvneel, solía escapar por al atardecer del castillo y coger mi velero. Navegaba hasta que era de noche y me había alejado de las luces de la isla, y entonces me tiraba en mitad de la cubierta a ver las estrellas.
Recordaba aquellos episodios con mucho cariño. El cielo era mucho más bello en la oscuridad del mar que en tierra, pues en los sitios con mucha población la luz impedía ver bien las estrellas. No es que en Lvneel fuese un fenómeno muy fuerte, pero no había mejor lugar que el mar abierto en una noche despejada. Volviendo a la realidad, se cruzó de brazos e hizo un teatral gesto de pesar:
- Derrotado me hallo. Pues nada, puedes hacerme una pregunta. Prometo ser sincero... más o menos - sonrió burlonamente.
Brianna Byrne
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Sonrió completamente feliz al ver que él tenía la misma jugada que ella. Pero que además, ella le había superado, pues su pareja era de mayor valor y por lo tanto ella ganaba aquella ronda. Al parecer las cartas le estaban siendo propicias y la suerte estaba de su parte. Aunque comenzar ganando no solía dar buenos resultados así que tampoco quería ilusionarse demasiado. Pensó en la pregunta que podría hacerle al albino mientras escuchaba la anécdota que le estaba contando. La sonrisa en sus labios se ensancho un poco más mientras iba recogiendo las cartas de la mesa.
— Tiene que ser un espectaculo maravilloso, la verdad es que me gusta mirar las estrellas, aunque casi nunca lo hago, paso más tiempo distraída con libros — debía ser sincera. Era complicado hacer que Brianna sacara la naricita de los libros y en ocasiones eso hacía que se perdiera algunas cosas de la vida. Mientras recogía y barajaba las cartas, pensó en la pregunta y después sonrió. — ¿Me dejas ver tus colmillos? tengo cierta curiosidad por tu forma vampirica — no podía negarlo, como médico que era le gustaba investigar las cosas que desconocía y el funcionamiento anatómico de un vampiro era desde luego curioso.
Una vez que tuvo lista la baraja repartió dos cartas para él y dos para ella y después colocó las otras cinco boca abajo. — Bien, la misma apuesta que antes ¿o quieres subir? — le miro con una sonrisita mientras miraba sus cartas. En aquella ocasión tenía una Jota de picas y un diez de diamantes. Dejo que él mirase las cartas que tenía entre las manos antes de levantar las primeras tres que se encontraban en la mesa. Seis de diamantes, Seis de corazones y una Jota de diamantes, realmente parecía que las cartas estaban siendo ligeramente benevolentes con ella aquella noche.
Aunque aún no podía estar a salvo, faltaba ver que tenía el vampiro y que sacaban en las dos que quedaban boca abajo. Realmente las cosas podían cambiar de un momento a otro y aunque esperaba que aquella tirada fuera propicia también para ella, en un juego de azar todo era posible. Los ojos de la doctora miraban con cierta intensidad al vampiro, se notaba que se estaba concentrando y que le estaba gustando bastante aquel juego, aquel momento entre los dos que se había convertido en algo intimo y bastante divertido.
— Tiene que ser un espectaculo maravilloso, la verdad es que me gusta mirar las estrellas, aunque casi nunca lo hago, paso más tiempo distraída con libros — debía ser sincera. Era complicado hacer que Brianna sacara la naricita de los libros y en ocasiones eso hacía que se perdiera algunas cosas de la vida. Mientras recogía y barajaba las cartas, pensó en la pregunta y después sonrió. — ¿Me dejas ver tus colmillos? tengo cierta curiosidad por tu forma vampirica — no podía negarlo, como médico que era le gustaba investigar las cosas que desconocía y el funcionamiento anatómico de un vampiro era desde luego curioso.
Una vez que tuvo lista la baraja repartió dos cartas para él y dos para ella y después colocó las otras cinco boca abajo. — Bien, la misma apuesta que antes ¿o quieres subir? — le miro con una sonrisita mientras miraba sus cartas. En aquella ocasión tenía una Jota de picas y un diez de diamantes. Dejo que él mirase las cartas que tenía entre las manos antes de levantar las primeras tres que se encontraban en la mesa. Seis de diamantes, Seis de corazones y una Jota de diamantes, realmente parecía que las cartas estaban siendo ligeramente benevolentes con ella aquella noche.
Aunque aún no podía estar a salvo, faltaba ver que tenía el vampiro y que sacaban en las dos que quedaban boca abajo. Realmente las cosas podían cambiar de un momento a otro y aunque esperaba que aquella tirada fuera propicia también para ella, en un juego de azar todo era posible. Los ojos de la doctora miraban con cierta intensidad al vampiro, se notaba que se estaba concentrando y que le estaba gustando bastante aquel juego, aquel momento entre los dos que se había convertido en algo intimo y bastante divertido.
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La pregunta lo sorprendió enormemente, en cierto modo incluso le resultó divertido. A decir verdad hubiese aceptado a eso sin que se lo pidiera por haberle ganado una mano, pero había algo de interesante en que así hubiera sido. Miró directamente a los ojos de Brianna, esgrimiendo su mejor sonrisa y con una mirada pícara - Por supuesto. Puedes estudiar mi cuerpo todo lo que quieras. La anatomía vampírica es bastante curiosa... aunque muy parecida a la humana en lo fundamental, claro - En parte le costó horrores no hacer alguna broma al respecto, pero teniendo claro sus metas supo contenerse. En su lugar habló con aparente seriedad, como quien explica algo extraño, pero con una chispa de emoción e interés en su mirada. Si bien sus palabras podían dejar lugar a confusión y a pensar que había una proposición detrás, su tono parecía normal contrastando con ello, dejándola caer de una manera algo más sutil.
La siguiente mano fue curiosa. Sacó un nueve de picas y un dos de corazones, nada que dejase caer que pudiera esperar una jugada con las cartas que había en juego. Pero aún tenía un truco en la manga. Y con una serie de gestos cuidadosos y casuales, hizo asomar su nueve de diamantes por la manga, asegurándose de que ella no lo veía - Creo que subiré la apuesta a dos preguntas - dijo, con una sonrisa. Acto seguido alargó la mano para destapar las dos últimas cartas, y aprovechando el momento en que Brianna bajase la mirada hacia las cartas, dejaría deslizar el dos de corazones en su manga y sacaría con los dedos el nueve de diamantes.
- Interesante, un trío en mesa - dijo al ver las cartas reveladas. Eran el seis y el cinco de tréboles. Eso le daba un full, aunque no le gustaba demasiado verlo. Si Brianna tenía el cuarto seis haría un poker. Pero ahora ya estaban las jugadas hechas y era el momento de poner las cartas sobre la mesa. Con una sonrisa, reveló su pareja de nueves y declaró - Full - Pobre de él. Lo que no se esperaba era que también tenía un full, pero de valor superior. La sonrisa se le congeló en los labios, pero tras un momento soltó una risa y se encogió de hombros.
- Hoy las cartas no se están portando bien conmigo. Puedes hacerme dos preguntas. Te permito guardarte una si quieres... pero sólo una.
La siguiente mano fue curiosa. Sacó un nueve de picas y un dos de corazones, nada que dejase caer que pudiera esperar una jugada con las cartas que había en juego. Pero aún tenía un truco en la manga. Y con una serie de gestos cuidadosos y casuales, hizo asomar su nueve de diamantes por la manga, asegurándose de que ella no lo veía - Creo que subiré la apuesta a dos preguntas - dijo, con una sonrisa. Acto seguido alargó la mano para destapar las dos últimas cartas, y aprovechando el momento en que Brianna bajase la mirada hacia las cartas, dejaría deslizar el dos de corazones en su manga y sacaría con los dedos el nueve de diamantes.
- Interesante, un trío en mesa - dijo al ver las cartas reveladas. Eran el seis y el cinco de tréboles. Eso le daba un full, aunque no le gustaba demasiado verlo. Si Brianna tenía el cuarto seis haría un poker. Pero ahora ya estaban las jugadas hechas y era el momento de poner las cartas sobre la mesa. Con una sonrisa, reveló su pareja de nueves y declaró - Full - Pobre de él. Lo que no se esperaba era que también tenía un full, pero de valor superior. La sonrisa se le congeló en los labios, pero tras un momento soltó una risa y se encogió de hombros.
- Hoy las cartas no se están portando bien conmigo. Puedes hacerme dos preguntas. Te permito guardarte una si quieres... pero sólo una.
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Al parecer había vuelto a ganar, no esperaba tener dos victorias seguidas de aquella manera. Pero la verdad es que estaba contenta, sonriendo pensó en que podría preguntarle ahora a Ivan. Era un poco complicado pensar en preguntas para alguien a quien no conocías realmente bien, así que tiraría de preguntas tópicas. — Bueno, aparte de enfrentarte a matones y rescatar damiselas en apuros ¿que sueles hacer? — quería saber a que se dedicaba exactamente. Después de todo no sabía nada de él y aunque la había ayudado estaba bien saber un poco más de la persona con la que estaba viajando en aquellos momentos.
— Y la segunda pregunta... ¿tus poderes de vampiro vienen de una Akuma no mi? — tenia cierta curiosidad. Ella era una usuaria de Akuma no Mi, no por gusto, si no por que la habían obligado a consumirla. Conocer a alguien que también poseía una akuma le podría venir bien para entender algunas cosas sobre las mismas. Parecía que aquellas frutas tenían muchos poderes ocultos que le eran totalmente desconocidos. Tampoco quería hacerle preguntas demasiado personales en aquel momento, además, tampoco se le ocurría ninguna que pudiera hacerle sin resultar extraño.
Por el momento aquellas preguntas le resultaban aceptables y no demasiado comprometidas. Miro con atención las cartas mientras Ivan las iba barajando, ahora le tocaba a él repartir y Brianna tenía la extraña sensación de que aunque estaba ganando, el vampiro estaba haciendo ciertas trampas. Los ojos de la muchacha no perdieron de vista las cartas en ningún momento y de paso, iba contando las que pasaban y las que volvían. Gracias a su memoria no tendría problema alguna en contar las cartas y averiguar si faltaba alguna. Por el momento simplemente fingiría que estaba cotilleando y esperando sus respuestas.
Ivan despertaba cierta curiosidad en la doctora, no solamente medicamente hablando ya que era vampiro. Si no por que le parecía un hombre curioso, su personalidad le llamaba bastante la atención. Al mismo tiempo tenía cierto miedo por saber el tipo de persona que era, tenía la sensación de que era una buena persona. Pero esa sensación en ocasiones le había fallado y temía que pudiera ser alguien peligroso. No se había puesto a pensarlo hasta aquel momento y en cierta forma ahora tenía un poco de miedo por conocer más sobre la persona que la acompañaba. Realmente esperaba que aquel chico fuera una buena persona, pero algo le decía que aquel hombre tenía muchas sombras y que debía ir descubriendolas poco a poco para decidir si quería o no aceptarlas.
— Y la segunda pregunta... ¿tus poderes de vampiro vienen de una Akuma no mi? — tenia cierta curiosidad. Ella era una usuaria de Akuma no Mi, no por gusto, si no por que la habían obligado a consumirla. Conocer a alguien que también poseía una akuma le podría venir bien para entender algunas cosas sobre las mismas. Parecía que aquellas frutas tenían muchos poderes ocultos que le eran totalmente desconocidos. Tampoco quería hacerle preguntas demasiado personales en aquel momento, además, tampoco se le ocurría ninguna que pudiera hacerle sin resultar extraño.
Por el momento aquellas preguntas le resultaban aceptables y no demasiado comprometidas. Miro con atención las cartas mientras Ivan las iba barajando, ahora le tocaba a él repartir y Brianna tenía la extraña sensación de que aunque estaba ganando, el vampiro estaba haciendo ciertas trampas. Los ojos de la muchacha no perdieron de vista las cartas en ningún momento y de paso, iba contando las que pasaban y las que volvían. Gracias a su memoria no tendría problema alguna en contar las cartas y averiguar si faltaba alguna. Por el momento simplemente fingiría que estaba cotilleando y esperando sus respuestas.
Ivan despertaba cierta curiosidad en la doctora, no solamente medicamente hablando ya que era vampiro. Si no por que le parecía un hombre curioso, su personalidad le llamaba bastante la atención. Al mismo tiempo tenía cierto miedo por saber el tipo de persona que era, tenía la sensación de que era una buena persona. Pero esa sensación en ocasiones le había fallado y temía que pudiera ser alguien peligroso. No se había puesto a pensarlo hasta aquel momento y en cierta forma ahora tenía un poco de miedo por conocer más sobre la persona que la acompañaba. Realmente esperaba que aquel chico fuera una buena persona, pero algo le decía que aquel hombre tenía muchas sombras y que debía ir descubriendolas poco a poco para decidir si quería o no aceptarlas.
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Se cruzó de brazos al escuchar las preguntas. ¿Le había dicho ya que era pirata? Esperaba que no se asustara mucho cuando se lo contara. La mayor parte de la gente tenía tener muchos prejuicios y pensar que iba a robarles y destriparlos sólo por serlo. ¿Por qué no entendían que no todos le interesaban como presa? - Por contestar a la menos personal primero, sí. Soy el usuario de la zoan mitológica de vampiro. Esos seres no existen - dijo, encogiéndose de brazos - Salvo por mí mismo, claro, y por los que yo cree, pero esos dependen de mi akuma no mi - cogió las cartas y se puso a barajar y repartir. Esta vez un diez de picas y un as de corazones. Podía intentar sacarse de la manga su as y formar una pareja, pero primero vería el resto de cartas antes de arriesgarse de esa manera.
- Sobre lo otro... soy pirata - no había motivos para ocultarlo - Me dedico a surcar los mares con mi tripulación, enseñarle el dedo corazón a la Marina y hacer que los bolsillos de los comerciantes ricos estén algo más vacíos. Y de vez en cuando hago trabajillos para quien pueda pagarlos: la Revolución, algún país o comerciantes. Hace unos meses cacé un bicho enorme en el West Blue que estaba aterrorizando a una tribu - se encogió de hombros - simplemente viajo por los mares y me gano la vida con mi espada. Ah, eso sí, si todo va bien, pronto seré el señor de una isla. Aunque eso es otra historia. ¿Te sirve esta respuesta?
Barajó de nuevo las cartas y desveló las tres primeras: un ocho y un dos de tréboles y un cuatro de picas. No sólo no le servía, sino que no le gustaba. Había peligro de color y peligro de escalera. Estaba visto que las cartas no querían portarse bien con él aquel día. Pensó cuidadosamente en sus siguientes pasos y dijo - Por mi parte, una pregunta... salvo que quieras subir - sonrió y esperó a la pregunta. Tras eso, una vez ella hubiera contestado, desveló las dos últimas cartas: un ocho de corazones y un diez de tréboles. Chasqueó la lengua y desveló su mano. Otra vez, qué pesadez de partida.
- Doble pareja de nuevo. ¿Tú qué tienes?
- Sobre lo otro... soy pirata - no había motivos para ocultarlo - Me dedico a surcar los mares con mi tripulación, enseñarle el dedo corazón a la Marina y hacer que los bolsillos de los comerciantes ricos estén algo más vacíos. Y de vez en cuando hago trabajillos para quien pueda pagarlos: la Revolución, algún país o comerciantes. Hace unos meses cacé un bicho enorme en el West Blue que estaba aterrorizando a una tribu - se encogió de hombros - simplemente viajo por los mares y me gano la vida con mi espada. Ah, eso sí, si todo va bien, pronto seré el señor de una isla. Aunque eso es otra historia. ¿Te sirve esta respuesta?
Barajó de nuevo las cartas y desveló las tres primeras: un ocho y un dos de tréboles y un cuatro de picas. No sólo no le servía, sino que no le gustaba. Había peligro de color y peligro de escalera. Estaba visto que las cartas no querían portarse bien con él aquel día. Pensó cuidadosamente en sus siguientes pasos y dijo - Por mi parte, una pregunta... salvo que quieras subir - sonrió y esperó a la pregunta. Tras eso, una vez ella hubiera contestado, desveló las dos últimas cartas: un ocho de corazones y un diez de tréboles. Chasqueó la lengua y desveló su mano. Otra vez, qué pesadez de partida.
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Por el momento la partida estaba siendo interesante y divertida. Debía admitir que la idea de jugar a las cartas había sido totalmente acertada. También estaba descubriendo algunas cosas más sobre su nuevo acompañante y cabe destacar que cada vez le caía mejor. Estaba un poco distraída mientras escuchaba la historia sobre su vampirismo. Ella tenía claro que los vampiros como tal no existían, pero saber que tenía que ver con una akuma no mi le desvelo bastantes cosas. La idea de poder investigar su transformación realmente le encantaba. Podía descubrir muchas cosas nuevas, al menos sabía que tenían una gran regeneración y si podía hacer un fármaco que pudiera aprovechar dicha propiedad re generativa sería bastante interesante.
En el momento en que escucho la palabra pirata, Brianna abrió los ojos con cierto temor y se quedo paralizada por un momento. Le miro intentando procesar la información que le estaba llegando en aquel momento. Aquel hombre ¿era un pirata? dejo las cartas sobre el suelo mientras comenzaba a sentir su corazón latir a una gran velocidad. Se levanto de donde estaba sentada y no sabía como comportarse en aquel momento — ¿pirata? ¿has dicho pirata? — se notaba que no estaba bien al saber aquello. Su cuerpito empezó a temblar suavemente, por su cabeza comenzaron a pasar imágenes de todo lo que había pasado mientras estuvo retenida con la banda de aquellos maleantes.
Los abusos, los golpes, los gritos, las torturas. — Voy a la cocina — en aquel momento necesitaba alejarse de él. Estaba muy confundida, había sido bueno con ella, ¿la había salvado no? Pero la idea de que lo hubiese echo solo para aprovecharse de ella la atormentaba. Salió del laboratorio sin darle mucho tiempo a decir nada y fue corriendo hasta la cocina. Necesitaba relajarse, tomo un bote de hierbas de la cocina y las echo en una taza de agua caliente. Era un remedio que había creado hace tiempo para sus ataques de ansiedad. Ahora mismo le estaba pasando de todo por la cabeza y no sabía si echar al vampiro del barco, si darle un golpe y dejarlo atado o si podía seguir viajando con él como si nada.
La partida y el buen momento que estaban viviendo hasta ese entonces se vio completamente opacado por la noticia de que era un pirata. Su mente y su corazón intentaban ponerse de acuerdo entre todos los sentimientos que la estaban abordando en aquel instante. pero parecía que ninguno terminaba de ser totalmente claro y eso la estaba poniendo realmente nerviosa. No sabía gestionar bien sus nervios y necesitaba que aquellas hierbas comenzaran a hacer efecto o se volvería loca. Comenzó a dar sorbitos mientras su cuerpo seguía temblando ligeramente y ella respiraba hondo intentando calmarse de la mejor forma posible y cuanto antes.
En el momento en que escucho la palabra pirata, Brianna abrió los ojos con cierto temor y se quedo paralizada por un momento. Le miro intentando procesar la información que le estaba llegando en aquel momento. Aquel hombre ¿era un pirata? dejo las cartas sobre el suelo mientras comenzaba a sentir su corazón latir a una gran velocidad. Se levanto de donde estaba sentada y no sabía como comportarse en aquel momento — ¿pirata? ¿has dicho pirata? — se notaba que no estaba bien al saber aquello. Su cuerpito empezó a temblar suavemente, por su cabeza comenzaron a pasar imágenes de todo lo que había pasado mientras estuvo retenida con la banda de aquellos maleantes.
Los abusos, los golpes, los gritos, las torturas. — Voy a la cocina — en aquel momento necesitaba alejarse de él. Estaba muy confundida, había sido bueno con ella, ¿la había salvado no? Pero la idea de que lo hubiese echo solo para aprovecharse de ella la atormentaba. Salió del laboratorio sin darle mucho tiempo a decir nada y fue corriendo hasta la cocina. Necesitaba relajarse, tomo un bote de hierbas de la cocina y las echo en una taza de agua caliente. Era un remedio que había creado hace tiempo para sus ataques de ansiedad. Ahora mismo le estaba pasando de todo por la cabeza y no sabía si echar al vampiro del barco, si darle un golpe y dejarlo atado o si podía seguir viajando con él como si nada.
La partida y el buen momento que estaban viviendo hasta ese entonces se vio completamente opacado por la noticia de que era un pirata. Su mente y su corazón intentaban ponerse de acuerdo entre todos los sentimientos que la estaban abordando en aquel instante. pero parecía que ninguno terminaba de ser totalmente claro y eso la estaba poniendo realmente nerviosa. No sabía gestionar bien sus nervios y necesitaba que aquellas hierbas comenzaran a hacer efecto o se volvería loca. Comenzó a dar sorbitos mientras su cuerpo seguía temblando ligeramente y ella respiraba hondo intentando calmarse de la mejor forma posible y cuanto antes.
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Se quedó paralizado cuando la vio tensarse, excusarse e irse. ¿Por qué reaccionaba así? Por un momento no supo que hacer. Estaba simplemente en shock. Miró las cartas y sin ganas de recogerlas, las dejó caer sobre la mesa. Se sacó las que tenía ocultas en la manga y las dejó encima de la baraja. Luego respiró hondo y sacudió la cabeza. Podía percibir el aroma a miedo y ansiedad que había dejado Brianna antes de irse. "¿Es porque soy pirata?" Podía entender que hubiese gente que les tuviera miedo, pero... eso era de presas. Sólo quien no tenía fuerzas para defenderse tenía algo que temer. Como una chica sin entrenamiento de combate, cayó en la cuenta. Pero, ¿no le había demostrado que era de fiar y se había preocupado por ella? Una tristeza invadió su corazón, atenazándole con fuerza. ¿Ni siquiera podía ganarse la confianza de una chica? A pesar de que había dejado atrás su castillo sin dudar para sacarla del peligro. Apoyó los brazos en la mesa y dejó caer la frente sobre estos, supirando profundamente.
- ¿Y yo ahora qué hago?
Le costaba entender por lo que estaba pasando o cómo hacerla sentirse mejor. Él nunca había estado en una situación similar en que se sintiera indefenso... ¿verdad? Intentó hacer memoria y buscar algún recuerdo que le hiciera entender por lo que pasaba ella. Recordó cuando, enfrentando a Ryan, todas sus estrategias habían fallado y finalmente él le tuvo atrapado y sin escapatoria. En ese momento se había sentido totalmente atrapado y había llegado a creer que iba a morir por un momento. Si no hubiese contado con la ventaja de la bala de kairoseki, así hubiera sido. ¿Y qué le hubiera hecho sentirse más seguro en ese momento? "Seguramente, que Ryan hubiese tenido una estaca en el corazón que lo dejase quietito." Pero una estaca era algo demasiado drástico. Podía darle una cuerda, pero eso sería jugar sucio. Podía reventarla sin problemas a pura fuerza. Pero eso Brianna no lo sabía... y no lo haría porque realmente no quería hacerle daño.
Tomó una resolución. Se dirigió a cubierta, cogió un cabo y bajó de nuevo. Siguió el aroma de ella hasta la cocina, donde la encontró temblando, agarrada a una infusión como si fuera lo único que la mantuviera en el mundo. La imagen hizo que el alma se le hiciera trizas... verla tan mal le resultaba, ¿desagradable? ¿triste? No hubiera sabido definirlo. No solía sentir cosas así por nadie. Dejó la cuerda sobre la encimera y dejó caer su chaqueta al suelo. Acto seguido se sacó las dagas ocultas de las mangas y las soltó también. Sacó otras dos de las botas y las dejo en el suelo con las otras. Por último se sacó del cinturón sus dos pistolas y los cargadoras, las soltó y cogió la cuerda, tendiéndosela a Brianna.
- Ahora estoy totalmente desarmado. Átame. Si es la única manera de que te fíes de mí, que así sea. Cuando lleguemos al próximo puerto, si aún no te fías de mí, me marcharé. O bueno, si tanto nos odias, supongo que me entregarás a la Marina, pero te agradecería que no hicieras eso.
- ¿Y yo ahora qué hago?
Le costaba entender por lo que estaba pasando o cómo hacerla sentirse mejor. Él nunca había estado en una situación similar en que se sintiera indefenso... ¿verdad? Intentó hacer memoria y buscar algún recuerdo que le hiciera entender por lo que pasaba ella. Recordó cuando, enfrentando a Ryan, todas sus estrategias habían fallado y finalmente él le tuvo atrapado y sin escapatoria. En ese momento se había sentido totalmente atrapado y había llegado a creer que iba a morir por un momento. Si no hubiese contado con la ventaja de la bala de kairoseki, así hubiera sido. ¿Y qué le hubiera hecho sentirse más seguro en ese momento? "Seguramente, que Ryan hubiese tenido una estaca en el corazón que lo dejase quietito." Pero una estaca era algo demasiado drástico. Podía darle una cuerda, pero eso sería jugar sucio. Podía reventarla sin problemas a pura fuerza. Pero eso Brianna no lo sabía... y no lo haría porque realmente no quería hacerle daño.
Tomó una resolución. Se dirigió a cubierta, cogió un cabo y bajó de nuevo. Siguió el aroma de ella hasta la cocina, donde la encontró temblando, agarrada a una infusión como si fuera lo único que la mantuviera en el mundo. La imagen hizo que el alma se le hiciera trizas... verla tan mal le resultaba, ¿desagradable? ¿triste? No hubiera sabido definirlo. No solía sentir cosas así por nadie. Dejó la cuerda sobre la encimera y dejó caer su chaqueta al suelo. Acto seguido se sacó las dagas ocultas de las mangas y las soltó también. Sacó otras dos de las botas y las dejo en el suelo con las otras. Por último se sacó del cinturón sus dos pistolas y los cargadoras, las soltó y cogió la cuerda, tendiéndosela a Brianna.
- Ahora estoy totalmente desarmado. Átame. Si es la única manera de que te fíes de mí, que así sea. Cuando lleguemos al próximo puerto, si aún no te fías de mí, me marcharé. O bueno, si tanto nos odias, supongo que me entregarás a la Marina, pero te agradecería que no hicieras eso.
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Estaba nerviosa, no podía negar lo que estaba más que claro. Tenía miedo, miedo de que aquel hombre fuera a hacerle daño o que quisiera algo de ella. Pero Ivan realmente parecía un buen hombre, la había salvado, la había ayudado y no tenía por que hacerle nada malo. Sin embargo había vivido tantos horrores rodeada de piratas que le costaba poder confiar en él. En general le costaría confiar en cualquiera que fuera un pirata, después de todo, ¿realmente podías confiar en alguien que se dedicaba a la piratería? Mientras pensaba en eso seguía allí sentada mientras tenía su infusión entre las manos.
Intentaba relajarse, quería sentirse más tranquila, olvidar que Ivan era pirata. Ojala nunca hubiese realizado aquella pregunta, ojala no supiera ahora mismo que el vampiro era un pirata. Fue entonces cuando le escucho llegar, le miro intentando dejar de temblar, pero era demasiado difícil en ese momento. Vio como se quitaba la chaqueta, como se quitaba las dagas, como eliminaba cualquier amenaza que pudiera tener entre su ropa y le entregaba una cuerda. Le estaba proponiendo que le atase, que con tal de que ella se sintiera cómoda y segura podía atarle.
Brianna negó, no, no podía hacer algo así. Dejo la infusión en la mesa, se levanto y se acerco un paso al vampiro. Aquel hombre la había abrazado de noche mientras ella temblaba de miedo por sus pesadillas. Aquel hombre la había salvado en Hallstat, la estaba llevando a un lugar seguro, estaba cuidando de ella. ¿Realmente tenía derecho a dudar de él? Brianna suspiro levemente y con su mano le quito la cuerda para dejarla sobre la mesa. Tomo la mano del vampiro y le miro a los ojos de forma fija e intensa. — Yo, se que no vas a hacerme daño, lo siento...no tuve buenas experiencias con los piratas — aún ahora le costaba decir aquella palabra.
Respiro hondo un par de veces, se iba calmando poco a poco, por alguna razón la presencia de Ivan la tranquilizaba. — De verdad que lo siento, no quise actuar así, después de todo lo que me has ayudado — ahora se sentía un poco mal consigo misma, pero no podía negar lo que le había hecho sentir aquel descubrimiento. Se acerco un poco más a él intentando demostrarle que no le tenía miedo, que realmente confiaba en él. Después de todo, si hubiese querido hacerle daño ya lo habría hecho, había tenido un sin fin de oportunidades y en cambio, aquel hombre solo la había cuidado y la había tratado con dulzura.
Intentaba relajarse, quería sentirse más tranquila, olvidar que Ivan era pirata. Ojala nunca hubiese realizado aquella pregunta, ojala no supiera ahora mismo que el vampiro era un pirata. Fue entonces cuando le escucho llegar, le miro intentando dejar de temblar, pero era demasiado difícil en ese momento. Vio como se quitaba la chaqueta, como se quitaba las dagas, como eliminaba cualquier amenaza que pudiera tener entre su ropa y le entregaba una cuerda. Le estaba proponiendo que le atase, que con tal de que ella se sintiera cómoda y segura podía atarle.
Brianna negó, no, no podía hacer algo así. Dejo la infusión en la mesa, se levanto y se acerco un paso al vampiro. Aquel hombre la había abrazado de noche mientras ella temblaba de miedo por sus pesadillas. Aquel hombre la había salvado en Hallstat, la estaba llevando a un lugar seguro, estaba cuidando de ella. ¿Realmente tenía derecho a dudar de él? Brianna suspiro levemente y con su mano le quito la cuerda para dejarla sobre la mesa. Tomo la mano del vampiro y le miro a los ojos de forma fija e intensa. — Yo, se que no vas a hacerme daño, lo siento...no tuve buenas experiencias con los piratas — aún ahora le costaba decir aquella palabra.
Respiro hondo un par de veces, se iba calmando poco a poco, por alguna razón la presencia de Ivan la tranquilizaba. — De verdad que lo siento, no quise actuar así, después de todo lo que me has ayudado — ahora se sentía un poco mal consigo misma, pero no podía negar lo que le había hecho sentir aquel descubrimiento. Se acerco un poco más a él intentando demostrarle que no le tenía miedo, que realmente confiaba en él. Después de todo, si hubiese querido hacerle daño ya lo habría hecho, había tenido un sin fin de oportunidades y en cambio, aquel hombre solo la había cuidado y la había tratado con dulzura.
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Se entristeció al verla. Podía oler, con tanta claridad como la veía a ella, la ansiedad y el miedo que destilaba. Y aún así se esforzaba por fiarse de él, por explicarse a sí misma que podía bajar la guardia. Era... triste, no encontraba otra manera de describirlo. Jamás había pensado en las consecuencias de autodenominarse pirata. O mejor dicho, no le habían importado hasta aquel momento. ¿Desde cuándo le importaba lo que pensara el resto? Pero una vez más, como las anteriores, se dio cuenta de que la opinión de Brianna sí le importaba. Sintió un cosquilleo cuando le tomó la mano y el olor floral a lilas y grosellas invadió su nariz. Apretó suavemente su mano para intentar calmarla y transmitirle que todo iba a estar bien. Le acarició suavemente el dorso de la mano con el dedo y dijo:
- No sé qué te han hecho esos piratas para que sufrieras tanto, pero yo no te haré daño.
No entendía el motivo por el que le importaba tanto aquella mujer. Bueno, eso no era cierto, no del todo al menos. Lo adivinaba y sospechaba. Estaba redescubriéndose a sí mismo a su lado. Aprendiendo cosas que siempre habían estado ahí pero que había desconocido o ignorado. Reencontrando su amor por la música. Le estaba permitiendo cambiar y evolucionar a mejor, y quería devolverle de alguna manera todo lo que le estaba dando. La miró a los ojos con una mezcla de cariño y preocupación, preguntándose cuál sería la mejor manera de calmarla. Y al hacerlo, se quedó prendado de esos abismos violáceos, tal y como había ocurrido en el castillo.
- Yo te cuidaré y haré que te olvides del dolor que cargas contigo. No soporto ver la tristeza en tus ojos.
Apenas pensó en lo que estaba diciendo. ¿Había sido su vena de escritor la que había hablado? ¿Le había salido del corazón? ¿Ambas? No le importó realmente. La atrajo hacia sí y la envolvió entre sus brazos, apretándola con suavidad para intentar confortarla. Sentir de nuevo su aroma, más aún sabiendo cómo sabía su sangre, debería haber despertado su sed. Debería. Pero se impuso por encima de eso otra sensación: su corazón empezó a latir con fuerza, y una dulce calidez le recorrió al notarla tan cerca de él. Al principio dudando, pero luego con decisión, enterró los dedos entre su suave melena y le acarició la nuca y el cuello.
- No sé qué te han hecho esos piratas para que sufrieras tanto, pero yo no te haré daño.
No entendía el motivo por el que le importaba tanto aquella mujer. Bueno, eso no era cierto, no del todo al menos. Lo adivinaba y sospechaba. Estaba redescubriéndose a sí mismo a su lado. Aprendiendo cosas que siempre habían estado ahí pero que había desconocido o ignorado. Reencontrando su amor por la música. Le estaba permitiendo cambiar y evolucionar a mejor, y quería devolverle de alguna manera todo lo que le estaba dando. La miró a los ojos con una mezcla de cariño y preocupación, preguntándose cuál sería la mejor manera de calmarla. Y al hacerlo, se quedó prendado de esos abismos violáceos, tal y como había ocurrido en el castillo.
- Yo te cuidaré y haré que te olvides del dolor que cargas contigo. No soporto ver la tristeza en tus ojos.
Apenas pensó en lo que estaba diciendo. ¿Había sido su vena de escritor la que había hablado? ¿Le había salido del corazón? ¿Ambas? No le importó realmente. La atrajo hacia sí y la envolvió entre sus brazos, apretándola con suavidad para intentar confortarla. Sentir de nuevo su aroma, más aún sabiendo cómo sabía su sangre, debería haber despertado su sed. Debería. Pero se impuso por encima de eso otra sensación: su corazón empezó a latir con fuerza, y una dulce calidez le recorrió al notarla tan cerca de él. Al principio dudando, pero luego con decisión, enterró los dedos entre su suave melena y le acarició la nuca y el cuello.
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Estaba un poco más tranquila, poco a poco la respiración pausada y calmada que estaba realizando la conseguían calmar. Igualmente la presencia del vampiro más que asustarla conseguían calmarla bastante. Un leve suspiro salió de sus labios Las palabras del vampiro la tranquilizaban, se sentía bastante mejor. Le sonrió de forma leve mientras su cuerpo poco a poco dejaba de temblar — lo se, se que no me harás daño, es solo que me puse nerviosa al saber que eres un pirata — les tenía miedo, eso era algo que no podía negar ni ocultar. Se notaba bastante por como se había puesto a temblar al descubrirlo, sus experiencias con esos hombres la habían llevado a temer incluso el nombre con el cual los denominaban.
Sin embargo, Ivan era otra cosa. Estaba hecho de otra pasta o al menos eso era lo que le parecía a la doctora. Le sonrió levemente intentando que las cosas se calmaran en su interior, que su cabeza y su corazón dejaran de volverse locos en su interior. Fue entonces que sintió como la tomaba entre sus brazos y la pegaba contra su cuerpo. Al sentir su aroma invadir sus fosas nasales sintió algo en el pecho que no sabía como definir. Aquel sentimiento que hacía que su corazón saliera con fuerza y que sintiera un pequeño nudo en el estómago.
No pudo evitarlo, Brianna se acurruco contra su pecho cerrando los ojos demostrando completa confianza en él. Dejo que sus brazos le rodearan y disfruto de los mimos y caricias de Ivan. Como jugaba con su pelo, como la mantenía apretada contra él y como su calor la invadía de aquella forma tan maravillosa. Al no tener la chaqueta ni las armas encima, era bastante más cómodo el poder abrazarle. No obstante no podía olvidar la noche en que Ivan la abrazo sin camisa, aunque estaba distraída con sus pesadillas, había podido sentir su calor y su presencia. Aquella presencia que le ayudaba tanto y que la calmaba, que la hacía sentir completamente segura y protegida.
Al igual que escuchar aquellas dulces palabras saliendo de sus labios. Esas tiernas palabras que le prometían protección y que le juraban que eliminarían la tristeza de sus ojos. — Gracias por todo Ivan, espero que no estés molesto conmigo — ahora le preocupaba que el vampiro pudiera estar molesto con ella. Después de todo le había traído incluso una cuerda para que le atase, le había tenido que hacer sentir fatal, igual que se sentía ahora ella.
Sin embargo, Ivan era otra cosa. Estaba hecho de otra pasta o al menos eso era lo que le parecía a la doctora. Le sonrió levemente intentando que las cosas se calmaran en su interior, que su cabeza y su corazón dejaran de volverse locos en su interior. Fue entonces que sintió como la tomaba entre sus brazos y la pegaba contra su cuerpo. Al sentir su aroma invadir sus fosas nasales sintió algo en el pecho que no sabía como definir. Aquel sentimiento que hacía que su corazón saliera con fuerza y que sintiera un pequeño nudo en el estómago.
No pudo evitarlo, Brianna se acurruco contra su pecho cerrando los ojos demostrando completa confianza en él. Dejo que sus brazos le rodearan y disfruto de los mimos y caricias de Ivan. Como jugaba con su pelo, como la mantenía apretada contra él y como su calor la invadía de aquella forma tan maravillosa. Al no tener la chaqueta ni las armas encima, era bastante más cómodo el poder abrazarle. No obstante no podía olvidar la noche en que Ivan la abrazo sin camisa, aunque estaba distraída con sus pesadillas, había podido sentir su calor y su presencia. Aquella presencia que le ayudaba tanto y que la calmaba, que la hacía sentir completamente segura y protegida.
Al igual que escuchar aquellas dulces palabras saliendo de sus labios. Esas tiernas palabras que le prometían protección y que le juraban que eliminarían la tristeza de sus ojos. — Gracias por todo Ivan, espero que no estés molesto conmigo — ahora le preocupaba que el vampiro pudiera estar molesto con ella. Después de todo le había traído incluso una cuerda para que le atase, le había tenido que hacer sentir fatal, igual que se sentía ahora ella.
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Se sintió aliviado cuando ella no le rechazó y se acurrucó contra su pecho. Sentirse aliviado porque la opinión de alguien de sus actos fuese positiva también lo tomó por sorpresa, aunque empezaba a comprender que con ella todo era diferente. Él era diferente a su lado. Sonrió y se quedó a su lado un rato, acariciándola para calmarla y disfrutando de su presencia. La miró y dudo por un momento si hacerlo, pero finalmente le dio un suave beso en la cabeza.
- No lo estoy - le dijo suavemente, casi en un susurro - y me alegro de que confíes en mí.
El tiempo lentamente en el barco. En su camino se detuvieron en Lvneel durante un día, en su baronía. En su ausencia todo había seguido funcionando, tanto que se sentía desconectado de aquel lugar. Aprovecharon para reaprovisionar el barco gratis con la excusa de que era el barón, y habló con su castellano para saber qué novedades había de la baronía y el castillo. A diferencia de en Hallstat, aún vivía gente en él, así que no estaba abandonado. Sus criados no lo habían abandonado aún. Pero a diferencia del castillo de Markovia, no sentía una gran conexión emocional con su hogar, a pesar de que era el sitio donde había pasado su infancia y buena parte de su adolescencia. Decidió recoger los papeles de propiedad de la baronía y el título de barón para llevárselos consigo. Tal vez vendiera en Grand Line a algún ricachón con ganas de volverse noble el título y el castillo por un precio exagerado.
En el barco se estableció una rutina. Ivan aprovechaba desde que despertaba la mañana y a veces de la tarde para entrenar su nueva técnica. Poco a poco fue avanzando, diseñando los pasos necesarios y entrenándolos por pura repetición para mejorar sus tiempos. Hacían las comidas juntos, turnándose para prepararlas, y luego a la tarde cuando Brianna quedaba libre, conversaban de diferentes temas, se contaban anécdotas o jugaban a las cartas. Por desgracia para él, su suerte no mejoró y siguió perdiendo la mayor parte de partidas. La mayor parte de las veces hasta era legal y no hacía trampas... pero a veces se cansaba de perder. Luego al anochecer Ivan se quedaba en la borda, disfrutando de la noche y asegurándose de que el barco no se desviaba de su rumbo. Muchas veces quedaba hasta tarde mirando las estrellas y pensando ideas para sus novelas.
Era una de esas noches. Llevaban ya dos semanas juntos navegando. Giró el timón unos grados, comprobando con el astrolabio su posición. La luz de la luna llena teñía el mar frente a él de plata y azul. A pesar de las horas que eran, no dejaba el timón. Al fin y al cabo él no se cansaba, además de que estaba más despejado cuando caía el sol. Notó a Brianna acercándose por el sonido de sus pasos sobre la madera - Buenas noches - dijo sin girarse pero en tono amigable, terminando de comprobar la posición de las estrellas y guardando el instrumento - ¿No podías dormir?
- No lo estoy - le dijo suavemente, casi en un susurro - y me alegro de que confíes en mí.
El tiempo lentamente en el barco. En su camino se detuvieron en Lvneel durante un día, en su baronía. En su ausencia todo había seguido funcionando, tanto que se sentía desconectado de aquel lugar. Aprovecharon para reaprovisionar el barco gratis con la excusa de que era el barón, y habló con su castellano para saber qué novedades había de la baronía y el castillo. A diferencia de en Hallstat, aún vivía gente en él, así que no estaba abandonado. Sus criados no lo habían abandonado aún. Pero a diferencia del castillo de Markovia, no sentía una gran conexión emocional con su hogar, a pesar de que era el sitio donde había pasado su infancia y buena parte de su adolescencia. Decidió recoger los papeles de propiedad de la baronía y el título de barón para llevárselos consigo. Tal vez vendiera en Grand Line a algún ricachón con ganas de volverse noble el título y el castillo por un precio exagerado.
En el barco se estableció una rutina. Ivan aprovechaba desde que despertaba la mañana y a veces de la tarde para entrenar su nueva técnica. Poco a poco fue avanzando, diseñando los pasos necesarios y entrenándolos por pura repetición para mejorar sus tiempos. Hacían las comidas juntos, turnándose para prepararlas, y luego a la tarde cuando Brianna quedaba libre, conversaban de diferentes temas, se contaban anécdotas o jugaban a las cartas. Por desgracia para él, su suerte no mejoró y siguió perdiendo la mayor parte de partidas. La mayor parte de las veces hasta era legal y no hacía trampas... pero a veces se cansaba de perder. Luego al anochecer Ivan se quedaba en la borda, disfrutando de la noche y asegurándose de que el barco no se desviaba de su rumbo. Muchas veces quedaba hasta tarde mirando las estrellas y pensando ideas para sus novelas.
Era una de esas noches. Llevaban ya dos semanas juntos navegando. Giró el timón unos grados, comprobando con el astrolabio su posición. La luz de la luna llena teñía el mar frente a él de plata y azul. A pesar de las horas que eran, no dejaba el timón. Al fin y al cabo él no se cansaba, además de que estaba más despejado cuando caía el sol. Notó a Brianna acercándose por el sonido de sus pasos sobre la madera - Buenas noches - dijo sin girarse pero en tono amigable, terminando de comprobar la posición de las estrellas y guardando el instrumento - ¿No podías dormir?
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Llevaban ya unas semanas navegando juntos. Había conseguido confiar totalmente en el vampiro y la verdad es que se sentía bien sabiendo que no estaba enfadado con ella tras lo ocurrido en aquella noche en la que se mostró tan asustada al saber que era pirata. La verdad es que no tenía sueño, no podía dormir aquella noche así que decidió levantarse. Busco a Ivan por el barco, pero no lo encontró dentro. Fue a la cocina entones para hacer un par de tazas de chocolate caliente y salió a la cubierta con una manta para ver si el vampiro se encontraba en aquella zona.
Al ver que se encontraba allí sonrió de forma dulce y cariñosa. Pensaba acercarse lentamente pero Ivan tenía buenos reflejos y un gran oído así que no pudo hacer mucho para evitarlo. — No, la verdad es que no puedo dormir, así que pensé en que tal vez podríamos tomar un chocolate caliente juntos — se sentó en la barandilla con la manta puesta y las dos tazas en las manos. Le hizo una seña para que se sentara a su lado, si lo hacía le daría una taza para que pudieran disfrutar de aquel delicioso manjar lo dos juntos. También pasaría un poco de manta por sus hombros para pegarse un poquito más a él.
Realmente disfrutaba mucho estando a su lado, la compañía del vampiro era algo que la tranquilizaba muchísimo. — ¿Sueles estar mucho aquí arriba de noche verdad?, ¿que sueles hacer aquí arriba a estas horas? — tenia cierta curiosidad mientras le daba un sorbo a su chocolate. El calorcito lleno su cuerpo mientras sus ojos revisaban el barco y después subían para admirar las estrellas. Siempre le habían parecido hermosas, — cuando estuve encerrada, las estrellas eran lo único que realmente me hacía sentir mejor — pues sabía que en cierta manera, aquel cielo estrellado la unía a su familia.
No obstante, su familia no la extrañaba tanto como ella los había extrañado a ellos. Suspiro de forma pesada y con cierta pena mientras agachaba un poco la mirada. Recordar aquello no le hacía demasiada gracia, le hacía daño pero la verdad es que cuando estaba con Ivan se sentía cómoda y segura para hablar de cualquier cosa. Aunque en ocasiones hablar de esas cosas la hacía sentir un nudo en el estómago. Pero por el momento, se tranquilizaría un poco y se acurrucaría junto al vampiro y sus ricos chocolates mientras admiraba el precioso cielo estrellado que tenían sobre ellos.
Al ver que se encontraba allí sonrió de forma dulce y cariñosa. Pensaba acercarse lentamente pero Ivan tenía buenos reflejos y un gran oído así que no pudo hacer mucho para evitarlo. — No, la verdad es que no puedo dormir, así que pensé en que tal vez podríamos tomar un chocolate caliente juntos — se sentó en la barandilla con la manta puesta y las dos tazas en las manos. Le hizo una seña para que se sentara a su lado, si lo hacía le daría una taza para que pudieran disfrutar de aquel delicioso manjar lo dos juntos. También pasaría un poco de manta por sus hombros para pegarse un poquito más a él.
Realmente disfrutaba mucho estando a su lado, la compañía del vampiro era algo que la tranquilizaba muchísimo. — ¿Sueles estar mucho aquí arriba de noche verdad?, ¿que sueles hacer aquí arriba a estas horas? — tenia cierta curiosidad mientras le daba un sorbo a su chocolate. El calorcito lleno su cuerpo mientras sus ojos revisaban el barco y después subían para admirar las estrellas. Siempre le habían parecido hermosas, — cuando estuve encerrada, las estrellas eran lo único que realmente me hacía sentir mejor — pues sabía que en cierta manera, aquel cielo estrellado la unía a su familia.
No obstante, su familia no la extrañaba tanto como ella los había extrañado a ellos. Suspiro de forma pesada y con cierta pena mientras agachaba un poco la mirada. Recordar aquello no le hacía demasiada gracia, le hacía daño pero la verdad es que cuando estaba con Ivan se sentía cómoda y segura para hablar de cualquier cosa. Aunque en ocasiones hablar de esas cosas la hacía sentir un nudo en el estómago. Pero por el momento, se tranquilizaría un poco y se acurrucaría junto al vampiro y sus ricos chocolates mientras admiraba el precioso cielo estrellado que tenían sobre ellos.
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Sonrió al escuchar su proposición. Cogió el cabo que usaba para asegurar la posición del timón y ató un extremo en este y el otro a la barandilla que daba a la cubierta. Tras asegurarse de que quedaba firmemente ajustado, se acercó a Brianna con una sonrisa y se sentó a su lado. También aprovechó la excusa de la manta para pegarse a ella. No necesitaba cubrirse realmente, el frío no le molestaba, pero no podía dejar pasar la oportunidad. Dio un trago al chocolate y amplió su sonrisa, relajado y feliz. Hacía tiempo que no tenía una vida tan... normal. Llevar una rutina tranquila, compartir las comidas, jugar. Tal vez no le vendría mal un descanso así de vez en cuando. Tal vez, y solo tal vez, una vida tranquila sin aventuras ni peligros no fuese tan terrible.
- Ver las estrellas, disfrutar de la noche, estirar las piernas... un poco de todo. Siempre me ha gustado más la noche que el día. Además, soy un vampiro, ¿recuerdas? - le enseñó el anillo plateado que llevaba en la mano derecha - Este anillo impide que el sol me haga daño, pero sigue sin ser agradable.
Cuando mencionó su encierro le pasó el brazo por la espalda para confortarla. No había dejado de pensar en lo que le había revelado sobre sus experiencias con piratas, y preguntarse hasta qué punto él era diferente. En cierto modo había sido más cruel como cazador, y aún no había llevado a cabo grandes acciones como pirata. Su problema no venía de todos modos de eso, sino de lo que pudiera pensar Brianna si le acompañaba y acababa viendo lo que hacía su banda. ¿Les rechazaría a ver morir gente por su mano? Aún no le había visto combatir. Brianna suspiró, y percibió un cambio en ella. Estaba algo inquieta. La apretó suavemente contra él y dijo:
- ¿Alguna vez te han contado las historias de las estrellas? El cielo está lleno de ellas - sonrió y señaló a una constelación - ¿Sabes por qué Piscis son dos peces unidos? Es porque son una diosa y su hijo, atados por un hilo de plata para no perderse. Un día para huir de un monstruo, se lanzaron al mar y se convirtieron en peces, pero como la madre tenía miedo de separarse de su hijo y que se perdiera, creó el hilo para nunca separarse de él.
- Ver las estrellas, disfrutar de la noche, estirar las piernas... un poco de todo. Siempre me ha gustado más la noche que el día. Además, soy un vampiro, ¿recuerdas? - le enseñó el anillo plateado que llevaba en la mano derecha - Este anillo impide que el sol me haga daño, pero sigue sin ser agradable.
Cuando mencionó su encierro le pasó el brazo por la espalda para confortarla. No había dejado de pensar en lo que le había revelado sobre sus experiencias con piratas, y preguntarse hasta qué punto él era diferente. En cierto modo había sido más cruel como cazador, y aún no había llevado a cabo grandes acciones como pirata. Su problema no venía de todos modos de eso, sino de lo que pudiera pensar Brianna si le acompañaba y acababa viendo lo que hacía su banda. ¿Les rechazaría a ver morir gente por su mano? Aún no le había visto combatir. Brianna suspiró, y percibió un cambio en ella. Estaba algo inquieta. La apretó suavemente contra él y dijo:
- ¿Alguna vez te han contado las historias de las estrellas? El cielo está lleno de ellas - sonrió y señaló a una constelación - ¿Sabes por qué Piscis son dos peces unidos? Es porque son una diosa y su hijo, atados por un hilo de plata para no perderse. Un día para huir de un monstruo, se lanzaron al mar y se convirtieron en peces, pero como la madre tenía miedo de separarse de su hijo y que se perdiera, creó el hilo para nunca separarse de él.
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Junto al vampiro se sentía reconfortada. No podía negar lo que era más que evidente. Su presencia lograba que se calmase, que su mente dejara de pensar en todo lo malo que había vivido. Que permitiera a su cabeza descansar y sentirse relajada, pues sabía que Ivan la protegería. Era extraño teniendo en cuenta que era un pirata, pero le había demostrado que podía confiar en él y que no debía tenerle miedo. Se acurruco contra él mientras llevaba de nuevo la taza de chocolate a sus labios para darle un suave traguito disfrutando del calor y el sabor del mismo. Su mirada no se despegaba del cielo, pero miro de reojo por un momento al hombre a su lado y sonrió.
Cerró los ojos un momento y se apoyo contra él para luego abrirlos de nuevo y mirar donde Ivan señalaba. Sonrió imaginando en su mente la historia que el vampiro le estaba contando. Aquella madre y su hijo que escapaban y que para no perderse se habían unido con un hilo de plata que los mantendría unidos para siempre. — Es una bonita historia, pero no, la verdad es que aunque me gusten muchísimo las estrellas, nunca e estudiado nada sobre ellas — la idea de escuchar más historias así la animaban. Se notaba en la sonrisa que tenía ahora mismo y en el brillo que se había instalado en sus ojos.
Ahora quería saber más, le miro sin perder la sonrisa — ¿me cuentas más? me encantaría conocer las historias que esconden las estrellas — por un momento al ver a Ivan tan cerca de ella sintió su corazón acelerarse. Se sintió un poco avergonzada por que no se había dado cuenta hasta ahora de como de cerca estaban. Sus mejillas enrojecieron de forma leve y aparto la mirada para mirar a otra parte mientras se acomodaba de nuevo en la postura que tenían antes. Aunque no podía esconder los acelerados latidos de su corazón. Al menos intentaría que Ivan no viera lo avergonzada que estaba en aquel momento.
No se había dado cuenta del momento en que su relación se había vuelto tan cercana. Pero Brianna no podía dejar de pensar en que el vampiro era un hombre amable, cariñoso, que siempre se preocupaba por ella, protector y porque ocultarlo, condenadamente guapo. Pero era la primera vez que se sentía de aquella manera, nunca antes había tenido un sentimiento tan profundo hacía un hombre y no sabía del todo bien como interpretarlo. No es que no supiera que seguramente sentía atracción y tal vez algo más por el vampiro, lo sabía, pero estaba asustada, temía que él no sintiera lo mismo o que simplemente fuese mejor el olvidar aquel tema y no pensar más en algo que tal vez era imposible.
Cerró los ojos un momento y se apoyo contra él para luego abrirlos de nuevo y mirar donde Ivan señalaba. Sonrió imaginando en su mente la historia que el vampiro le estaba contando. Aquella madre y su hijo que escapaban y que para no perderse se habían unido con un hilo de plata que los mantendría unidos para siempre. — Es una bonita historia, pero no, la verdad es que aunque me gusten muchísimo las estrellas, nunca e estudiado nada sobre ellas — la idea de escuchar más historias así la animaban. Se notaba en la sonrisa que tenía ahora mismo y en el brillo que se había instalado en sus ojos.
Ahora quería saber más, le miro sin perder la sonrisa — ¿me cuentas más? me encantaría conocer las historias que esconden las estrellas — por un momento al ver a Ivan tan cerca de ella sintió su corazón acelerarse. Se sintió un poco avergonzada por que no se había dado cuenta hasta ahora de como de cerca estaban. Sus mejillas enrojecieron de forma leve y aparto la mirada para mirar a otra parte mientras se acomodaba de nuevo en la postura que tenían antes. Aunque no podía esconder los acelerados latidos de su corazón. Al menos intentaría que Ivan no viera lo avergonzada que estaba en aquel momento.
No se había dado cuenta del momento en que su relación se había vuelto tan cercana. Pero Brianna no podía dejar de pensar en que el vampiro era un hombre amable, cariñoso, que siempre se preocupaba por ella, protector y porque ocultarlo, condenadamente guapo. Pero era la primera vez que se sentía de aquella manera, nunca antes había tenido un sentimiento tan profundo hacía un hombre y no sabía del todo bien como interpretarlo. No es que no supiera que seguramente sentía atracción y tal vez algo más por el vampiro, lo sabía, pero estaba asustada, temía que él no sintiera lo mismo o que simplemente fuese mejor el olvidar aquel tema y no pensar más en algo que tal vez era imposible.
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Cuando sus ojos se encontraron sintió su corazón acelerarse, pero también pudo escuchar que pasaba lo mismo con el de ella. También percibió, a pesar de la oscuridad, sus mejillas enrojecer. Un súbito calor le recorrió, y por un momento pareció que volvían a estar en la misma situación que en el castillo. La mano de él le acarició suavemente el brazo y estaba a punto de bajar la cabeza hacia la suya cuando ella se apartó repentinamente, turbada. Ivan desvió la mirada y maldijo en silencio la oportunidad perdida. Tendría que haber sido más rápido. Podía oler claramente la confusión en ella, pero también su atracción. Quería abrazarla y besarla, corresponderla, pero... sabía que ella aún no tenía claro lo que sentía. ¿Realmente lo tenía él? Era fácil hacerse una idea sobre lo que los demás pensaban del resto oliendo sus reacciones, pero no podía percibir su propio olor. Negó para sí mismo con la cabeza y decidió continuar.
- Hay una historia que es de mis favoritas. Cuando la leí por primera vez era un crío y no me llamó mucho la atención, pero con el tiempo acabé apreciándola. Es la historia de la Luna y el Lobo - hizo una pausa y sonrió para sí mismo, recordando las noches en la cubierta de su viejo barco, leyendo historias a la luz de un candil y de las estrellas - Una vez nació un lobo que era diferente al resto de su manada. Era blanco como la nieve y mientras sus hermanos cazaban a la noche, a él le gustaba subir a la montaña a ver a la Luna. Era tan blanca como él, hermosa y su luz le permitía al lobo ver en la oscuridad. Con los años el lobo creció y se enamoró de la Luna. Le cantaba todas las noches y le pedía que bajase a visitarlo. La Luna sonreía al verle, pero no debía dejar su lugar en el cielo. Ella era el centro de la noche, su señora y reina, y las estrellas necesitaban su guía. A pesar de no recibir respuesta a su amor, el lobo siguió subiendo cada noche a la montaña fielmente, aullándole desde su roca... hasta que una noche no apareció. La Luna se asustó y se preocupó, y finalmente bajó a la tierra a buscarlo. Pero ya era tarde. El lobo se había hecho viejo y se había muerto. La Luna se arrepintió tanto de no haber tenido el valor para bajar antes, que decidió darle un regalo como pocos que alguien haya recibido. Cogió el cuerpo del lobo y lo subió al cielo, donde se convirtió en la constelación de Lupus. Cada mes visita a la Luna y están juntos durante tres noches, y durante esas la Luna es tan feliz que es cuando brilla con más fuerza. En cambio cuando se despide de su amado, empieza a perder fuerza y se pone triste, hasta que desaparece del cielo. Pero cuando ve que su lobo está emprendiendo el camino por el cielo a visitarla, vuelve a empezar a recuperar las fuerzas.
Sonrió pacíficamente mirando el cielo. Había tardado años en encontrarle su lado hermoso a la historia. En el pasado la había visto como una explicación a los ciclos lunares, pero había empezado a apreciarla en los últimos tiempos. En parte fue cuando empezó a escribir, al principio por la nostalgia de esos días en que salía a navegar, sin preocupaciones, al caer la noche. Se dio cuenta de repente de que estaba abrazándola. ¿En qué momento había vuelto a pasarle el brazo por los hombros? No lo sabía... pero se estaba bien. La miró a la cara y vio esos hermosos ojos violáceos, y el cielo nocturno reflejado en sus pupilas. Se quedó paralizado por un instante, embelesado como si la mirase por primera vez. Acercó sus labios lentamente a los suyos y susurró:
- He encontrado a mi Luna.
- Hay una historia que es de mis favoritas. Cuando la leí por primera vez era un crío y no me llamó mucho la atención, pero con el tiempo acabé apreciándola. Es la historia de la Luna y el Lobo - hizo una pausa y sonrió para sí mismo, recordando las noches en la cubierta de su viejo barco, leyendo historias a la luz de un candil y de las estrellas - Una vez nació un lobo que era diferente al resto de su manada. Era blanco como la nieve y mientras sus hermanos cazaban a la noche, a él le gustaba subir a la montaña a ver a la Luna. Era tan blanca como él, hermosa y su luz le permitía al lobo ver en la oscuridad. Con los años el lobo creció y se enamoró de la Luna. Le cantaba todas las noches y le pedía que bajase a visitarlo. La Luna sonreía al verle, pero no debía dejar su lugar en el cielo. Ella era el centro de la noche, su señora y reina, y las estrellas necesitaban su guía. A pesar de no recibir respuesta a su amor, el lobo siguió subiendo cada noche a la montaña fielmente, aullándole desde su roca... hasta que una noche no apareció. La Luna se asustó y se preocupó, y finalmente bajó a la tierra a buscarlo. Pero ya era tarde. El lobo se había hecho viejo y se había muerto. La Luna se arrepintió tanto de no haber tenido el valor para bajar antes, que decidió darle un regalo como pocos que alguien haya recibido. Cogió el cuerpo del lobo y lo subió al cielo, donde se convirtió en la constelación de Lupus. Cada mes visita a la Luna y están juntos durante tres noches, y durante esas la Luna es tan feliz que es cuando brilla con más fuerza. En cambio cuando se despide de su amado, empieza a perder fuerza y se pone triste, hasta que desaparece del cielo. Pero cuando ve que su lobo está emprendiendo el camino por el cielo a visitarla, vuelve a empezar a recuperar las fuerzas.
Sonrió pacíficamente mirando el cielo. Había tardado años en encontrarle su lado hermoso a la historia. En el pasado la había visto como una explicación a los ciclos lunares, pero había empezado a apreciarla en los últimos tiempos. En parte fue cuando empezó a escribir, al principio por la nostalgia de esos días en que salía a navegar, sin preocupaciones, al caer la noche. Se dio cuenta de repente de que estaba abrazándola. ¿En qué momento había vuelto a pasarle el brazo por los hombros? No lo sabía... pero se estaba bien. La miró a la cara y vio esos hermosos ojos violáceos, y el cielo nocturno reflejado en sus pupilas. Se quedó paralizado por un instante, embelesado como si la mirase por primera vez. Acercó sus labios lentamente a los suyos y susurró:
- He encontrado a mi Luna.
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Las palabras que salían de los labios del vampiro la hacían sonreír. Por un momento la historia le dio algo de pena, aquel lobo había sufrido en silencio el amor que tenía por la Luna. Bueno, no tan en silencio, después de todo iba a aullarle diariamente su amor a la luna. Sin embargo, esta no se atrevía a bajar a visitarle y al final el pobre lobo había muerto sin saber que la luna también correspondía en cierta forma el amor que tenía para ella. La voz de Ivan era como una nana para ella, era grave y dulce, al menos cuando le hablaba a ella, como le contaba las historias. Cerró los ojos mientras se acomodaba sobre el brazo del albino.
Cuando sus ojos se encontraron nuevamente no pudo hacer otra cosa más que mantener la mirada clavada en los ojos del vampiro. Se mordió levemente el labio inferior sintiendo como él se acercaba poco a poco hacía su rostro. Sus labios se rozaron de forma muy leve, las palabras que él entono después hicieron que el corazón de la mujer aleteara como un pajarito. — Entonces...tú eres mi lobo — aquel leve susurro salio de sus labios en el mismo momento en que cerro los ojos y espero a que sus labios se encontrasen en aquel beso que tanto habían deseado los dos darse.
¿Quién le diría que alguna vez terminaría enamorada de un pirata vampiro? Definitivamente aquello era una broma del destino. Pero tampoco se quejaba, la verdad es que le gustaba lo que estaba sintiendo por él. Dejo que una de sus manos subiera por el brazo de Ivan hasta llegar a su cuello y acariciarlo lentamente hasta su mejilla mientras continuaba besandole lentamente. Disfrutando del sabor de su boca, de su tacto, del calor que este emitía. Cualquiera que los viera podría decir que era un típico beso de película, los dos juntos bajo un manto de hermosas estrellas que les iluminaban en un momento tierno y lleno de sentimiento.
El corazón de Brianna no podía estar mas alterado, después de todo aquel era el primer beso que daba por gusto. Era la primera vez que realmente estaba besando a alguien por que quería. La hizo sentirse bien, sus mejillas enrojecidas, sus ojos cerrados, su corazón latiendo con fuerza mientras una dulce y vergonzosa sonrisa adornaba sus labios. Terminó por separarse lentamente de sus labios para abrir sus ojitos y mirarle sin saber del todo bien que podría decir en aquel momento. Había sido algo realmente especial para ella y esperaba que también para él, aunque algo le decía que él tenía más experiencia en todo aquello. Aún así, realmente quería que junto a ella fuera especial.
Cuando sus ojos se encontraron nuevamente no pudo hacer otra cosa más que mantener la mirada clavada en los ojos del vampiro. Se mordió levemente el labio inferior sintiendo como él se acercaba poco a poco hacía su rostro. Sus labios se rozaron de forma muy leve, las palabras que él entono después hicieron que el corazón de la mujer aleteara como un pajarito. — Entonces...tú eres mi lobo — aquel leve susurro salio de sus labios en el mismo momento en que cerro los ojos y espero a que sus labios se encontrasen en aquel beso que tanto habían deseado los dos darse.
¿Quién le diría que alguna vez terminaría enamorada de un pirata vampiro? Definitivamente aquello era una broma del destino. Pero tampoco se quejaba, la verdad es que le gustaba lo que estaba sintiendo por él. Dejo que una de sus manos subiera por el brazo de Ivan hasta llegar a su cuello y acariciarlo lentamente hasta su mejilla mientras continuaba besandole lentamente. Disfrutando del sabor de su boca, de su tacto, del calor que este emitía. Cualquiera que los viera podría decir que era un típico beso de película, los dos juntos bajo un manto de hermosas estrellas que les iluminaban en un momento tierno y lleno de sentimiento.
El corazón de Brianna no podía estar mas alterado, después de todo aquel era el primer beso que daba por gusto. Era la primera vez que realmente estaba besando a alguien por que quería. La hizo sentirse bien, sus mejillas enrojecidas, sus ojos cerrados, su corazón latiendo con fuerza mientras una dulce y vergonzosa sonrisa adornaba sus labios. Terminó por separarse lentamente de sus labios para abrir sus ojitos y mirarle sin saber del todo bien que podría decir en aquel momento. Había sido algo realmente especial para ella y esperaba que también para él, aunque algo le decía que él tenía más experiencia en todo aquello. Aún así, realmente quería que junto a ella fuera especial.
Ivan Markov
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Al ver que le aceptaba, al oír sus palabras, dejó de contener sus emociones e impulsos y la besó apasionadamente. Sus labios se encontraros, sedientos el uno del otro. Un cosquilleo lo recorrió al notar la mano de ella sobre su piel. Envolviéndola en sus brazos acarició su espalda y subió hasta su nuca, metiendo los dedos entre su suave melena y acariciándole la cabeza. Por primera vez en semanas se sintió liberado. Aún no se había dado cuenta de hasta qué punto, pero llevaba deseando aquello desde que casi se habían besado en el castillo. Normalmente no hubiese perdido el tiempo y esperado tanto tiempo. Pero ella no era una persona cualquiera con la que simplemente le interesara tener un rollo y luego olvidarse. Le costaba comprender lo que ocurría dentro de él, a pesar de que hubiese escrito tanto de ello en sus novelas. Más que no comprenderlo, le costaba asumirlo. Aunque ahora empezaba a entenderlo. Y el peso de tantos sentimientos amenazó con quebrarlo.
Cuando se separaron le sonrió y le acarició la mejilla tiernamente, cuando notó algo recorrer su rostro haciéndole cosquillas. ¿Un bicho? Se llevó la mano rápidamente, pero lo único que percibió fue humedad. ¿Estaba... llorando? Se frotó el ojo para secárselo, pero más lágrimas comenzaron a brotar de ambos. No entendía lo que estaba ocurriendo. Era un momento feliz, pero... se sentía a punto de desbordar. No sabía si era miedo, si era nostalgia o qué le ocurría. Rara vez había tenido que lidiar con sentimientos tan intensos. Hacía mucho de la última vez... y se había acostumbrado al confortable entumecimiento emocional. Era más fácil no sentir. Era más sencillo cuando no te sentías vinculado a otro. Sí, en parte era miedo lo que sentía. Pero era sobre todo el simple peso de las emociones sobre alguien que no había tenido que lidiar con algo tan intenso en muchos años.
- Lo siento - dijo apartándose rápidamente - Creo que se me ha metido algo en el ojo.
¿A quién quería engañar? Le había visto llorar. Iba a tener que dar una explicación mejor que esa. Se enfadó consigo mismo; no le gustaba mostrar sus vulnerabilidades de esa manera. Tenía una reputación y una imagen que dar al mundo. Y para eso nadie podía ver que podía llorar o sufrir como el resto. Pero... ¿realmente quería darle esa imagen a ella? Era evidente además que no había podido engañarla. Se secó de nuevo el rostro y se obligó a ejercer su férreo control para dejar de llorar.
- No he podido evitarlo - trató de sonar algo más seguro que antes, con cierto éxito - Demasiadas emociones en una noche - respiró hondo para calmarse, y la miró más relajado - Sé que esto puede haber sido raro, pero me ha pillado tan por sorpresa a mí como a ti. No estoy... del todo seguro de qué me ha pasado. He estado con mucha gente a lo largo de mi vida, pero rara vez ha sido importante. En cambio tú me importas, Brianna - su mirada fue intensa - Y no estoy acostumbrado a eso. ¿Lloraba de felicidad? Tal vez, no lo sé - decidió interrumpir su monólogo, confuso. A lo mejor ella sabía decirle algo que impusiera algo de orden en su cabeza.
Cuando se separaron le sonrió y le acarició la mejilla tiernamente, cuando notó algo recorrer su rostro haciéndole cosquillas. ¿Un bicho? Se llevó la mano rápidamente, pero lo único que percibió fue humedad. ¿Estaba... llorando? Se frotó el ojo para secárselo, pero más lágrimas comenzaron a brotar de ambos. No entendía lo que estaba ocurriendo. Era un momento feliz, pero... se sentía a punto de desbordar. No sabía si era miedo, si era nostalgia o qué le ocurría. Rara vez había tenido que lidiar con sentimientos tan intensos. Hacía mucho de la última vez... y se había acostumbrado al confortable entumecimiento emocional. Era más fácil no sentir. Era más sencillo cuando no te sentías vinculado a otro. Sí, en parte era miedo lo que sentía. Pero era sobre todo el simple peso de las emociones sobre alguien que no había tenido que lidiar con algo tan intenso en muchos años.
- Lo siento - dijo apartándose rápidamente - Creo que se me ha metido algo en el ojo.
¿A quién quería engañar? Le había visto llorar. Iba a tener que dar una explicación mejor que esa. Se enfadó consigo mismo; no le gustaba mostrar sus vulnerabilidades de esa manera. Tenía una reputación y una imagen que dar al mundo. Y para eso nadie podía ver que podía llorar o sufrir como el resto. Pero... ¿realmente quería darle esa imagen a ella? Era evidente además que no había podido engañarla. Se secó de nuevo el rostro y se obligó a ejercer su férreo control para dejar de llorar.
- No he podido evitarlo - trató de sonar algo más seguro que antes, con cierto éxito - Demasiadas emociones en una noche - respiró hondo para calmarse, y la miró más relajado - Sé que esto puede haber sido raro, pero me ha pillado tan por sorpresa a mí como a ti. No estoy... del todo seguro de qué me ha pasado. He estado con mucha gente a lo largo de mi vida, pero rara vez ha sido importante. En cambio tú me importas, Brianna - su mirada fue intensa - Y no estoy acostumbrado a eso. ¿Lloraba de felicidad? Tal vez, no lo sé - decidió interrumpir su monólogo, confuso. A lo mejor ella sabía decirle algo que impusiera algo de orden en su cabeza.
Brianna Byrne
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Los labios de Ivan sobre los suyos fueron cálidos, dulces, se besaron de forma suave, pero lentamente la pasión fue subiendo en ellos. Se notaba que hacía tiempo que querían aquello, que sus ojos se buscaban, que sus manos se anhelaban, que sus labios deseaban encontrarse en un suave roce donde se dieran a conocer. Que extraño le parecía todo a la doctora, aquella dulce caricia entre sus bocas le resultó de lo más embriagadora, dulce, tentadora, quería repetirlo. Quería volver a sentir los labios del vampiro contra los suyos. No era desagradable, no era tosco ni asqueroso, realmente estaba disfrutando de aquello como nunca lo había hecho.
Se separaron cuando la falta de aire o de experiencia por parte de la mujer hizo acto de presencia. La dulce caricia del vampiro la hizo sonreír y apoyar un poco más su mejilla contra la mano masculina. Había sentido la caricia de sus dedos en el pelo, en la nuca, había sido una sensación cálida y de lo más cariñosa. Había logrado que su cuerpo sintiera cierta calidez y una sensación que nunca había sentido hasta ese momento. Le miro con un brillo intenso y especial en los ojos, hasta que se asusto ligeramente al ver como el hombre frente a ella comenzaba a derramar lágrimas.
Antes de que pudiera decir nada, Ivan comenzó a soltar un montón de cosas mientras intentaba borrar esas lágrimas. Brianna por un momento permaneció en silenció. Le dejo excusarse hasta que al final, la verdad salió de sus labios, colocó una mano en su rostro y le hizo mirarla, se acerco nuevamente a él y poco a poco seco sus mejillas donde aún había rastro de sus lágrimas — es la primera vez que siento algo así Ivan, estoy emocionada, abrumada, asustada, pero muy feliz, por que estoy empezando a sentir esto por ti, gracias a ti — una sonrisa amable y llena de amor apareció en sus labios mientras se acercaba nuevamente para volver a posar sus labios sobre los de él.
— Puede que estés feliz o puede que te asuste volver a sentir, pero espero que estés dispuesto a correr el riesgo conmigo, por que yo no quiero dejar de sentirme así — tomó su mano y la colocó sobre su pecho, para que el vampiro pudiera notar su pulso acelerado. Mientras hacía esto, acariciaba con su mano libre una de las mejillas de su acompañante mientras sonreía — si yo voy a ser tu luna, yo quiero que tú seas mi lobo, pero yo no tengo miedo de bajar a encontrarme contigo — no estaba dispuesta a repetir los errores de aquella Luna de la historia, no esperaría a que su lobo no fuera a buscarla para poder corresponderle.
Se separaron cuando la falta de aire o de experiencia por parte de la mujer hizo acto de presencia. La dulce caricia del vampiro la hizo sonreír y apoyar un poco más su mejilla contra la mano masculina. Había sentido la caricia de sus dedos en el pelo, en la nuca, había sido una sensación cálida y de lo más cariñosa. Había logrado que su cuerpo sintiera cierta calidez y una sensación que nunca había sentido hasta ese momento. Le miro con un brillo intenso y especial en los ojos, hasta que se asusto ligeramente al ver como el hombre frente a ella comenzaba a derramar lágrimas.
Antes de que pudiera decir nada, Ivan comenzó a soltar un montón de cosas mientras intentaba borrar esas lágrimas. Brianna por un momento permaneció en silenció. Le dejo excusarse hasta que al final, la verdad salió de sus labios, colocó una mano en su rostro y le hizo mirarla, se acerco nuevamente a él y poco a poco seco sus mejillas donde aún había rastro de sus lágrimas — es la primera vez que siento algo así Ivan, estoy emocionada, abrumada, asustada, pero muy feliz, por que estoy empezando a sentir esto por ti, gracias a ti — una sonrisa amable y llena de amor apareció en sus labios mientras se acercaba nuevamente para volver a posar sus labios sobre los de él.
— Puede que estés feliz o puede que te asuste volver a sentir, pero espero que estés dispuesto a correr el riesgo conmigo, por que yo no quiero dejar de sentirme así — tomó su mano y la colocó sobre su pecho, para que el vampiro pudiera notar su pulso acelerado. Mientras hacía esto, acariciaba con su mano libre una de las mejillas de su acompañante mientras sonreía — si yo voy a ser tu luna, yo quiero que tú seas mi lobo, pero yo no tengo miedo de bajar a encontrarme contigo — no estaba dispuesta a repetir los errores de aquella Luna de la historia, no esperaría a que su lobo no fuera a buscarla para poder corresponderle.
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