¡Comienza el de menor nivel!
- Descripción aproximada del estadio:
- Estáis en un estadio muy amplio, de unos 120 metros de largo y 90 de ancho, rodeado completamente de agua que de vez en cuando sube su nivel inundando el campo durante un instante, quedándo cinco plataformas, una en cada esquina y otra en el centro, de dos metros de diámetro cada una. (Una vez cada tres turnos el agua sube e inunda el campo, volviendo a su estado inicial una vez ha finalizado el turno).
Hayden Ashworth
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¿Cual era su suerte? Se apuntó expresamente para tener una revancha contra Therax y le toca luchar contra el pelirrojo en persona. Claro, contra él también quería luchar, pero era pronto. Demasiado pronto. Suspiró. No le quedaba otra, pues, que darlo todo y demostrarle al espadachín que un dragón nunca se rinde. El duro material del que estaba hecho el estadio sonaba bajo sus pies. Estaba rodeado de agua, por lo que debería estar también atento a esta y no caer. En aquella instancia no llevaba puesto el uniforme, pues no estaba de servicio. Iba vestido con su gi de combate rojo y negro. Estiró los brazos, expectante.
El público parecía expectante también. Algunos soltaron sonidos de sorpresa cuando Zuko, en sus estiramentos, dejaba salir pequeñas bocanadas de fuego. Aunque sabía de sobra que durante el combate, el fuego no le iba a servir de forma ofensiva. Igual que él mismo, Zane debía ser inmune al fuego, siendo usuario de una zoan mitológica de tal calibre como lo era la suya. Su mente volvió atrás, a las enseñanzas su tío Iroh y el sacerdote del sol. Serenidad y orgullo eran los sentimientos que llevaban a un dragón a lo más alto, y aquello era lo que tenía que hacer.
Zane era uno de sus rivales, un amigo a puerta cerrada y enemigo a puerta abierta. Un samurai con el que se había aliado, un hombre de honor con el que sabía que podía contar si llegase a pasar algo inesperado. Un hombre con el que había compartido la victoria contra un poderoso enemigo. Sin embargo, en aquel instante, Zane era un muro. Un muro a superar para poder llegar a lo más alto.
Los vitores y aplausos del público le anunciaron a Zuko la llegada de su contrincante.
El público parecía expectante también. Algunos soltaron sonidos de sorpresa cuando Zuko, en sus estiramentos, dejaba salir pequeñas bocanadas de fuego. Aunque sabía de sobra que durante el combate, el fuego no le iba a servir de forma ofensiva. Igual que él mismo, Zane debía ser inmune al fuego, siendo usuario de una zoan mitológica de tal calibre como lo era la suya. Su mente volvió atrás, a las enseñanzas su tío Iroh y el sacerdote del sol. Serenidad y orgullo eran los sentimientos que llevaban a un dragón a lo más alto, y aquello era lo que tenía que hacer.
Zane era uno de sus rivales, un amigo a puerta cerrada y enemigo a puerta abierta. Un samurai con el que se había aliado, un hombre de honor con el que sabía que podía contar si llegase a pasar algo inesperado. Un hombre con el que había compartido la victoria contra un poderoso enemigo. Sin embargo, en aquel instante, Zane era un muro. Un muro a superar para poder llegar a lo más alto.
Los vitores y aplausos del público le anunciaron a Zuko la llegada de su contrincante.
Al fin había llegado el día del torneo. Llevaba dos semanas hablando única y expresamente del dichoso acontecimiento, haciendo que más de algún miembro de su banda le considerara un cansino. No había muchas banderas conocidas en los barcos que estaban en el puerto de la isla, pero eso no implicaba que los participantes fueran a ser débiles. Siguiendo las instrucciones de la carta, se dirigió junto a Therax a la plazoleta de la isla, donde le aguardaba un trono con su nombre, y allí había muchas personas que conocía, al menos de vista. Le resultaba extraño no ver a Arribor en un lugar como aquel. Hubiera sido un combate curioso. Una vez distribuyeron los combates, pudo ver que su contrincante era Zuko. “Así que contra él…”, fue lo único que pensó, mostrando una sonrisa de oreja a oreja de la emoción. Tenía muchas ganas de combatir con él desde hacía años, pero nunca había tenido la oportunidad de hacerlo. Una vez le dijeron cuál era el estadio en el que le tocaba combatir, se despidió de Therax, deseándole suerte, y se marchó de allí volando.
“Veamos…, ¿dónde se encuentra la sala del comentarista?”
Fue fácil dar con ella, pues estaba en el nivel medio del estadio en uno de los laterales. Allí había un hombre, arreglando un micrófono y asegurándose de que funcionara.
—¿Se puede? —preguntó Zane.
—Creo que su combate es más abajo, señor D. Kenshin —le respondió.
—Antes de anunciar mi entrada…, ¿podrías ponerme esta canción? —Zane le entregó una canción grabada en un den den mushi.
—Por un módico precio podría hacerse, sí.
—Eso mismo pensaba yo —El pirata sacó de su bolsillo un fajo de billetes y se lo lanzó al hombre—. ¿Será suficiente?
—De sobra.
—Pues ya sabes.
La hora del combate llego, y Zane aguardaba en la entrada con sus armas y ropajes más bellos. Para esa ocasión había decidido usar su atuendo de combate wanense, con su haori de color celeste. Tenía su tanto escondido en la parte trasera de su cinturón, y a un lado llevaba a Izanami y la novena hoja fiordiana que le había regalado Dexter. Y fue en ese momento, cuando la canción comenzó a sonar.
Al ritmo de la melodía, el pirata comenzó a danzar alrededor de la pista, usando su instinto de gañán de discoteca para encontrar el rincón donde se situaban el mayor número de mujeres. Mecía las caderas de forma sensual, bailando una espedie de denbow, mientras lanzaba un beso tras otro. Luego sonrió, y su sonrisa pareció iluminar todo el estadio. Cuando el fragmento de la canción iba llegando a su final, el pelirrojo dio un salto y se colocó frente a Zuko, situándose a unos tres metros de él.
—¿Preparado? —le preguntó, mientras se quitaba la parte superior de su atuendo, lanzándolo al aire, y después desenfundó sus dos katanas—. ¡Adelante!
Y los tablones del suelo comenzaron a temblar de la presión que estaba ejerciendo el pirata, mientras se impulsaba para embestir al marine con su zurda para medir la fuerza.
“Veamos…, ¿dónde se encuentra la sala del comentarista?”
Fue fácil dar con ella, pues estaba en el nivel medio del estadio en uno de los laterales. Allí había un hombre, arreglando un micrófono y asegurándose de que funcionara.
—¿Se puede? —preguntó Zane.
—Creo que su combate es más abajo, señor D. Kenshin —le respondió.
—Antes de anunciar mi entrada…, ¿podrías ponerme esta canción? —Zane le entregó una canción grabada en un den den mushi.
—Por un módico precio podría hacerse, sí.
—Eso mismo pensaba yo —El pirata sacó de su bolsillo un fajo de billetes y se lo lanzó al hombre—. ¿Será suficiente?
—De sobra.
—Pues ya sabes.
La hora del combate llego, y Zane aguardaba en la entrada con sus armas y ropajes más bellos. Para esa ocasión había decidido usar su atuendo de combate wanense, con su haori de color celeste. Tenía su tanto escondido en la parte trasera de su cinturón, y a un lado llevaba a Izanami y la novena hoja fiordiana que le había regalado Dexter. Y fue en ese momento, cuando la canción comenzó a sonar.
Al ritmo de la melodía, el pirata comenzó a danzar alrededor de la pista, usando su instinto de gañán de discoteca para encontrar el rincón donde se situaban el mayor número de mujeres. Mecía las caderas de forma sensual, bailando una espedie de denbow, mientras lanzaba un beso tras otro. Luego sonrió, y su sonrisa pareció iluminar todo el estadio. Cuando el fragmento de la canción iba llegando a su final, el pelirrojo dio un salto y se colocó frente a Zuko, situándose a unos tres metros de él.
—¿Preparado? —le preguntó, mientras se quitaba la parte superior de su atuendo, lanzándolo al aire, y después desenfundó sus dos katanas—. ¡Adelante!
Y los tablones del suelo comenzaron a temblar de la presión que estaba ejerciendo el pirata, mientras se impulsaba para embestir al marine con su zurda para medir la fuerza.
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Y llegó Zane. Como siempre lo hizo con fanfarria. Sonaba incluso música, cosa que hizo preguntarse a Zuko como demonios hizo para que pusiesen ese tema. Bailaba y lanzaba besos a las mujeres del público mientras el dragón se limitaba a observar con los brazos cruzados. Cuando la música hubo parado y Zane seguía con su espectáculo flamígero, el comentarista parecía hacer las presentaciones de los contrincantes. Dejó escapar varios chistes y juegos de palabra con el fuego y el calor, cosa que hizo al vicealmirante negar con la cabeza en negación. Se colocó en posición de combate, manteniendo las palmas abiertas pero los dedos flexionados, en la postura del tigre. El pelirrojo le preguntó si estaba preparado, a lo que Zuko respondió asintiendo con la cabeza y una sonrisa. El pirata se quitó la camiseta, lo cual el marine sabía que eso significaba que pretendía tomarle en serio. Aquello le aliviaba.
Y Zane se impulsó en cuanto el comentarista dio por empezado el combate. La plataforma tembló y el agua de su alrededor pareció inquietarse ligeramente. Era veloz, pero Zuko pudo reaccionar a tiempo. Movió un pie hacia atrás para colocarse en una postura que le permitiría mantenerse en el sitio y no ser movido con exceso por un fuerte golpe.
—¡Tekkai! —dijo colocando la mano en medio.
La hoja de su katana chocó contra el dorso de su mano, endurecido como el acero. El viento resultante del choque movió su pelo. Sabía que aquel golpe había sido contenido y que si hubiese querido, el ataque de Zane podría haber ignorado el tekkai sin esfuerzo. El primer golpe de Zuko sería sencillo, pero veloz, aprovechando su agilidad y coordinación. Empujó hacia un lado la katana, con la intención de dejar el pecho del pirata al descubierto aunque fuese solo durante medio segundo. De conseguirlo, dirigiría tres rápidos golpes con ambos puños, uno en cada pectoral y el tercero, con el puño derecho, en el propio estómago. El público parecía expectante, y aquello acababa de empezar. De momento era un combate cercano pero, conociendo el estilo de combate de ambos, aquello no tardaría en espaciarse.
Y Zane se impulsó en cuanto el comentarista dio por empezado el combate. La plataforma tembló y el agua de su alrededor pareció inquietarse ligeramente. Era veloz, pero Zuko pudo reaccionar a tiempo. Movió un pie hacia atrás para colocarse en una postura que le permitiría mantenerse en el sitio y no ser movido con exceso por un fuerte golpe.
—¡Tekkai! —dijo colocando la mano en medio.
La hoja de su katana chocó contra el dorso de su mano, endurecido como el acero. El viento resultante del choque movió su pelo. Sabía que aquel golpe había sido contenido y que si hubiese querido, el ataque de Zane podría haber ignorado el tekkai sin esfuerzo. El primer golpe de Zuko sería sencillo, pero veloz, aprovechando su agilidad y coordinación. Empujó hacia un lado la katana, con la intención de dejar el pecho del pirata al descubierto aunque fuese solo durante medio segundo. De conseguirlo, dirigiría tres rápidos golpes con ambos puños, uno en cada pectoral y el tercero, con el puño derecho, en el propio estómago. El público parecía expectante, y aquello acababa de empezar. De momento era un combate cercano pero, conociendo el estilo de combate de ambos, aquello no tardaría en espaciarse.
El cortante filo de izanami chocó contra la mano del marine emitiendo un leve sonido metálico, parecido al del badajo de una campana de mano al chocar contra su fría pared de bronce. La potencia del choque de ambos guerreros provocó una corriente de aire que se expandió por todo el estadio, haciendo que el cuerpo entero del espadachín temblara. Sus bellos se erizaron de la emoción y en rostro podía vislumbrarse una sonrisa de oreja a oreja, mientras su contrincante con un rápido y ágil movimiento echaba a un lado su espada y aprovechaba un hueco en su defensa.
Inmediatamente, y sin perder ni una milésima de segundo en ello, el pelirrojo aprovechó para dejar caer su peso sobre su pie izquierdo y dar un giro de noventa grados hacia su derecha, esquivando el primer golpe de la diestra de su oponente. Del mismo modo, aprovechando que su novela hoja fiordiana estaba libre, cerró el brazo, elevando su codo y flexionándolo noventa grados para parar el segundo golpe y dando un gran salto hacia atrás y esquivando parcialmente el tercero, que tuvo la fortuna de golpearle en el protector de placas de su brazo, mitigando así el contundente ataque.
—Has mejorado, Zuko —le dijo—. Ya no eres el mismo que me ayudo a derrotar a Krauser.
El brazo del pirata se había dormido durante un instante por el ataque que había recibido. Sus movimientos eran ágiles, veloces y contundentes, una combinación de factores que bien aprovechados podía ponerle en un aprieto. Aquello acababa de comenzar, y Zane sentía que le hervía la sangre. Respiró hondo y se envolvió en fuego, haciendo que en su espalda emergieran dos poderosas alas de plumaje carmesí con destellos dorados.
—Therax tenía razón sobre ti —dijo, sin dar más explicaciones, mientras hacía girar el acero que sea ferraba su mano derecha, colocando la hoja de la espada paralela a su brazo.
Agitando sus alas, en menos de lo que dura un parpadeo, el suzaku se abalanzó sobre Zuko, propinándole una rápida combinación de golpes con sus katanas. El primero sería un ataque directo con su zurda, que trazaría una diagonal descendente a la altura de su pecho, buscando causarle un feo corte, mientras que, con su diestra, buscaría realizar una diagonal ascendente que de la fuerza se convertiría en una senda onda cortante que levantaría la madera del campo de batalla si llegara a rozarlo.
Inmediatamente, y sin perder ni una milésima de segundo en ello, el pelirrojo aprovechó para dejar caer su peso sobre su pie izquierdo y dar un giro de noventa grados hacia su derecha, esquivando el primer golpe de la diestra de su oponente. Del mismo modo, aprovechando que su novela hoja fiordiana estaba libre, cerró el brazo, elevando su codo y flexionándolo noventa grados para parar el segundo golpe y dando un gran salto hacia atrás y esquivando parcialmente el tercero, que tuvo la fortuna de golpearle en el protector de placas de su brazo, mitigando así el contundente ataque.
—Has mejorado, Zuko —le dijo—. Ya no eres el mismo que me ayudo a derrotar a Krauser.
El brazo del pirata se había dormido durante un instante por el ataque que había recibido. Sus movimientos eran ágiles, veloces y contundentes, una combinación de factores que bien aprovechados podía ponerle en un aprieto. Aquello acababa de comenzar, y Zane sentía que le hervía la sangre. Respiró hondo y se envolvió en fuego, haciendo que en su espalda emergieran dos poderosas alas de plumaje carmesí con destellos dorados.
—Therax tenía razón sobre ti —dijo, sin dar más explicaciones, mientras hacía girar el acero que sea ferraba su mano derecha, colocando la hoja de la espada paralela a su brazo.
Agitando sus alas, en menos de lo que dura un parpadeo, el suzaku se abalanzó sobre Zuko, propinándole una rápida combinación de golpes con sus katanas. El primero sería un ataque directo con su zurda, que trazaría una diagonal descendente a la altura de su pecho, buscando causarle un feo corte, mientras que, con su diestra, buscaría realizar una diagonal ascendente que de la fuerza se convertiría en una senda onda cortante que levantaría la madera del campo de batalla si llegara a rozarlo.
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El pirata esquivó y reflejó los golpes con rapidez y elegancia. Zuko se reafirmó en su posición de defensa, listo para un bloqueo, esquiva o contraataque, todo dependiese de lo que viese al pirata hacer. Lo primero que hizo, que el marine observó en una postura impasible, fue envolverse en fuego. El marine se sintió orgulloso, viendo como Zane empezaba a sacar la artillería pesada. A su espalda crecieron enormes alas doradas que brillaban como el sol, símbolo de la criatura mítica que era. Zuko frunció el ceño y reafirmó aún más su postura, apretando los puños con determinación y orgullo.
—Therax tenía razón sobre ti —oyó decir al pirata.
—Espera, ¿qué? —dijo justo antes de que empezara el ataque del pirata.
Zuko saltó hacia atrás, propulsándose con fuego expulsado por las palmas de las manos y los pies. La espada rozó su torso, cortando su camisa y dejando un corte diagonal superficial que, de no haberse movido, habría sido mucho más feo. El marine, cuyos ojos se habían acostumbrado a la velocidad, vio como ya empezaba a mover la otra espada de abajo a arriba. Utilizando el mismo fuego con el que se propulsó, se movió a la derecha justo a tiempo para esquivar aquel ataque que despidió una potente onda cortante que levantó el suelo de madera. El marine aprovechó el movimiento para hacer su contraataque, girando sobre si mismo a la par que levantaba la pierna y su cuerpo se veía rodeado de llamas. El talón del marine fue directo a impactar en una patada a la cara recién desprotegida del pirata y, en el momento en que le diese, Zuko ya habría cambiado a forma híbrida, igualando como podía el respeto que el pirata sentía con él.
Impactase o no, el agua bajo ellos empezaría a subir, haciendo flotar justamente la plataforma bajo ellos, que flotaba intranquila en el agua perturbada por el ataque de Zane.
—Therax tenía razón sobre ti —oyó decir al pirata.
—Espera, ¿qué? —dijo justo antes de que empezara el ataque del pirata.
Zuko saltó hacia atrás, propulsándose con fuego expulsado por las palmas de las manos y los pies. La espada rozó su torso, cortando su camisa y dejando un corte diagonal superficial que, de no haberse movido, habría sido mucho más feo. El marine, cuyos ojos se habían acostumbrado a la velocidad, vio como ya empezaba a mover la otra espada de abajo a arriba. Utilizando el mismo fuego con el que se propulsó, se movió a la derecha justo a tiempo para esquivar aquel ataque que despidió una potente onda cortante que levantó el suelo de madera. El marine aprovechó el movimiento para hacer su contraataque, girando sobre si mismo a la par que levantaba la pierna y su cuerpo se veía rodeado de llamas. El talón del marine fue directo a impactar en una patada a la cara recién desprotegida del pirata y, en el momento en que le diese, Zuko ya habría cambiado a forma híbrida, igualando como podía el respeto que el pirata sentía con él.
Impactase o no, el agua bajo ellos empezaría a subir, haciendo flotar justamente la plataforma bajo ellos, que flotaba intranquila en el agua perturbada por el ataque de Zane.
Una fuerte llamarada apareció frente al espadachín, impidiéndole ver durante un breve instante lo que tenía en frente. ¿En serio Zuko había usado fuego contra él? Era algo que le había dejado un poco perplejo, dado que el marine sabía que compartían el dominio del mismo elemento, así como si inmunidad. En algunas partes del mundo se decía que había gente que tenía un fuego tan poderoso capaz de hacer daño a aquellos que eran inmunes, pero seguramente fuera un mito de tantos que contaban para causar el terror.
El fuego pasó por su rostro como una cálida brisa veraniega que no tardó en disiparse, dejando ver como el vicealmirante había adoptado la forma reptiliana que le otorgaba el poder de su fruta del diablo. Una serie de escamas recubrieron casi todo su cuerpo, cambiando si cuerpo a la combinación perfecta de un dragón humanoide, acrecentando su envergadura y, seguramente, por lo que había experimentado en un pasado con Dexter o Berthil, también su fuerza bruta. A la par que la pierna del marine se abalanzaba a su cara. Tenía poco tiempo para esquivar, así que llevo toda la fuerza de su armadura a la cara, bloqueando el ataque de su oponente y saliendo despedido varios metros hacia atrás, con un fuerte dolor en la boca. Un hilo de sangre empezó a recorrerle la barbilla por el golpe. Había dolido, y mucho. ¿Desde cuándo Zuko tenía tanta fuerza? Fue lo primero que pensó el pirata, mientras el negro metalizado que había recubierto su cara desparecía. Pese a todo estaba feliz. Si era capaz de dar tan semejante golpe no iba a contenerse, iba a ir con todo.
—Así que esas tenemos, ¿eh? —El cuerpo de Zane pareció durante un instante que estaba concentrando una gran cantidad de fuego, pero el nivel del agua que rodeaba el estadio comenzó a subir y cesó en su intento. “¿¡Qué coño!”, se dijo, mientras mecía con fuerza las alas de su espalda para aprovechar las corrientes de aire y suspenderse a varios metros de la piscina que en ese momento era la cancha del estadio. Pudo ver como cuatro plataformas de madera se erguían sobre el agua. No parecían muy resistentes, así que no iba a arriesgar a subirse a alguna.
Ya en el aire, debido al silencio que se pronunció al aparecer el agua, pudo escuchar como el público los estaban vitoreando a los dos. ¿Estaba siendo tan emocionante desde fuera como lo era para él? Seguramente sí. De pronto, alrededor del cuerpo del pirata comenzó a girar una fuerte cantidad de fuego, creando una vistosa columna que al desaparecer dejó ver su forma hibrida, un suzaku completamente humanoide de algo más de tres metros de altura. Sus manos se volvieron afiladas garras capaces de cortar cualquier cosa que quisiera. Su cuerpo se envolvió de un vasto plumaje rojizo con destellos dorados, tan cálido que podría resultar incómodo para alguien que no estuviera acostumbrado a sentir el ardor del mismo fuego. No obstante, aquella no era su forma híbrida normal, sino que había optado por usar algo más poderoso: su forma de combate. Aquí su musculatura era más pronunciada, haciendo que sus ataques fueran más letales y contundentes.
Y mientras el fuego aún estaba disipándose a su alrededor… volvió a la carga. Se impulsó con toda la fuerza que podía propinarle sus alas, aprovechando la distancia que le tenía separados, tanto en longitud como en altura. Su intención era buscar que el marine le bloquease, para así lanzarle una doble onda cortante de frente y hacerle heridas que, seguramente, tendría que curarle una vez le dieran la victoria. Sin embargo, en el caso de que las esquivara tenía otra idea en mente, y era aprovechar que es esquivado para girar sobre sí mismo, y comenzar a lanzar una lluvia de ondas cortantes a su alrededor impidiendo su avance mientras volvía a los cielos.
El fuego pasó por su rostro como una cálida brisa veraniega que no tardó en disiparse, dejando ver como el vicealmirante había adoptado la forma reptiliana que le otorgaba el poder de su fruta del diablo. Una serie de escamas recubrieron casi todo su cuerpo, cambiando si cuerpo a la combinación perfecta de un dragón humanoide, acrecentando su envergadura y, seguramente, por lo que había experimentado en un pasado con Dexter o Berthil, también su fuerza bruta. A la par que la pierna del marine se abalanzaba a su cara. Tenía poco tiempo para esquivar, así que llevo toda la fuerza de su armadura a la cara, bloqueando el ataque de su oponente y saliendo despedido varios metros hacia atrás, con un fuerte dolor en la boca. Un hilo de sangre empezó a recorrerle la barbilla por el golpe. Había dolido, y mucho. ¿Desde cuándo Zuko tenía tanta fuerza? Fue lo primero que pensó el pirata, mientras el negro metalizado que había recubierto su cara desparecía. Pese a todo estaba feliz. Si era capaz de dar tan semejante golpe no iba a contenerse, iba a ir con todo.
—Así que esas tenemos, ¿eh? —El cuerpo de Zane pareció durante un instante que estaba concentrando una gran cantidad de fuego, pero el nivel del agua que rodeaba el estadio comenzó a subir y cesó en su intento. “¿¡Qué coño!”, se dijo, mientras mecía con fuerza las alas de su espalda para aprovechar las corrientes de aire y suspenderse a varios metros de la piscina que en ese momento era la cancha del estadio. Pudo ver como cuatro plataformas de madera se erguían sobre el agua. No parecían muy resistentes, así que no iba a arriesgar a subirse a alguna.
Ya en el aire, debido al silencio que se pronunció al aparecer el agua, pudo escuchar como el público los estaban vitoreando a los dos. ¿Estaba siendo tan emocionante desde fuera como lo era para él? Seguramente sí. De pronto, alrededor del cuerpo del pirata comenzó a girar una fuerte cantidad de fuego, creando una vistosa columna que al desaparecer dejó ver su forma hibrida, un suzaku completamente humanoide de algo más de tres metros de altura. Sus manos se volvieron afiladas garras capaces de cortar cualquier cosa que quisiera. Su cuerpo se envolvió de un vasto plumaje rojizo con destellos dorados, tan cálido que podría resultar incómodo para alguien que no estuviera acostumbrado a sentir el ardor del mismo fuego. No obstante, aquella no era su forma híbrida normal, sino que había optado por usar algo más poderoso: su forma de combate. Aquí su musculatura era más pronunciada, haciendo que sus ataques fueran más letales y contundentes.
Y mientras el fuego aún estaba disipándose a su alrededor… volvió a la carga. Se impulsó con toda la fuerza que podía propinarle sus alas, aprovechando la distancia que le tenía separados, tanto en longitud como en altura. Su intención era buscar que el marine le bloquease, para así lanzarle una doble onda cortante de frente y hacerle heridas que, seguramente, tendría que curarle una vez le dieran la victoria. Sin embargo, en el caso de que las esquivara tenía otra idea en mente, y era aprovechar que es esquivado para girar sobre sí mismo, y comenzar a lanzar una lluvia de ondas cortantes a su alrededor impidiendo su avance mientras volvía a los cielos.
Hayden Ashworth
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Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Zuko saltó en cuanto su ataque hubo impactado y el nivel del agua empezó a subir. Se mantuvo en el aire, agitando las alas y propulsando fuego por sus pies para mantenerse en el mismo nivel al que estaba su contrincante, volando como él. Fue un momento de miradas y reflexión. Zuko pudo oír al público vitorear ambos nombres. O al menos un nombre que empezaba por zeta. Fue entonces cuando el pirata se transformó de nuevo que el dragón volvió a sentir el mismo orgullo: Lo estaba viendo como un igual. Sabía que no era lo mismo y que el pirata no lo sentiría como él, pero sintió que debía responder a ese gesto con algo simbólico de igual valor.
El vicealmirante se llevó la mano al pecho y se agarró la parte superior del gi. Aquello era algo que el pirata siempre hacía, algo que le había contado. Cuando su enemigo era poderoso, cuando era alguien a quien respetaba, se quitaba la camisa como señal de honor. De un tirón Zuko dejó su torso desnudo. El trozo de tela rojo y negro colgó de su mano. El público estalló en gritos de emoción, pues parecía que habían notado que aquello iba en serio. Abrió la mano y la tela cayó lentamente, empujada por el viento, hasta llegar al agua.
El pirata atacó de nuevo, volando hacia él. Zuko colocó ambos brazos frente a si mismo a la par que estos se teñían de un opaco color negro brillante. El dragón concentró su haki con fuerza, aumentando la resistencia de este en sus brazos, como había aprendido a hacer. Aquello le cansaba más en su uso del mismo, pero podía permitírselo para bloquear un ataque. Dos ondas cortantes fueron volando hacia él, con aspecto de tener una potencia considerable. Estas impactaron con sus brazos envueltos en haki y lo empujaron hacia atrás. Apretó los dientes, sintiendo como aquellas ondas cortaban parte de su carne. De no haber sido por el haki, seguramente, habría perdido los brazos y se habría llevado cortes bastante feos en el torso. Sin embargo, la adrenalina y resistencia de Zuko no le permitían que el dolor de los brazos le mermara, aunque era un corte más profundo que el de su pecho.
La potencia de las ondas cortantes le hizo moverse hacia atrás y empezar a caer hacia el agua. Se estabilizó en el aire y, propulsándose con fuego con una mano hacia un lado, consiguió cambiar su trayectoria y caer de pie en una de las plataformas. Respiró hondo. Su cuerpo empezó a emitir vapor conforme su temperatura aumentaba. La plataforma de madera empezó a arder, combustionada por las altas temperaturas del dragón. Como si de una lancha a motor se tratase, colocó ambas manos hacia atrás y levantó los talones, expulsando una gran cantidad de fuego a propulsión desde los cuatro puntos. La plataforma empezó a moverse por el agua a gran velocidad, levantando la misma tras de si como un fuerte torrente y espeso vapor que subía hacia arriba.
Llegó hasta la pared que rodeaba el estadio y saltó, empezando a correr por ella y rompiendo la plataforma tras de si. Cada paso que daba en la pared dejaba grietas debido al poder de sus patas y la velocidad que llevaba, aumentada por la técnica que estaba usando. Llegado un punto, simplemente saltó hacia arriba. La pared quedó resquebrajada y varios trozos de piedra cayeron al agua. Zuko empezó a ascender con el geppou, dirección a Zane, adquiriendo cada vez más velocidad, hasta el punto que para el público debía parecer un borrón naranja y rojo. Empezó a rebotar en el aire alrededor del pirata. Cada rebote impactaba y hacia temblar el ambiente, siendo cada uno más potente y veloz que el anterior.
—¡Geppou kenpo! ¡Yori hayaku naru!
En el último rebote, más fuerte que los anteriores, Zuko fue directo hacia Zane a una velocidad increíble, dispuesto a golpearle la cara con el puño cargado en haki.
El vicealmirante se llevó la mano al pecho y se agarró la parte superior del gi. Aquello era algo que el pirata siempre hacía, algo que le había contado. Cuando su enemigo era poderoso, cuando era alguien a quien respetaba, se quitaba la camisa como señal de honor. De un tirón Zuko dejó su torso desnudo. El trozo de tela rojo y negro colgó de su mano. El público estalló en gritos de emoción, pues parecía que habían notado que aquello iba en serio. Abrió la mano y la tela cayó lentamente, empujada por el viento, hasta llegar al agua.
El pirata atacó de nuevo, volando hacia él. Zuko colocó ambos brazos frente a si mismo a la par que estos se teñían de un opaco color negro brillante. El dragón concentró su haki con fuerza, aumentando la resistencia de este en sus brazos, como había aprendido a hacer. Aquello le cansaba más en su uso del mismo, pero podía permitírselo para bloquear un ataque. Dos ondas cortantes fueron volando hacia él, con aspecto de tener una potencia considerable. Estas impactaron con sus brazos envueltos en haki y lo empujaron hacia atrás. Apretó los dientes, sintiendo como aquellas ondas cortaban parte de su carne. De no haber sido por el haki, seguramente, habría perdido los brazos y se habría llevado cortes bastante feos en el torso. Sin embargo, la adrenalina y resistencia de Zuko no le permitían que el dolor de los brazos le mermara, aunque era un corte más profundo que el de su pecho.
La potencia de las ondas cortantes le hizo moverse hacia atrás y empezar a caer hacia el agua. Se estabilizó en el aire y, propulsándose con fuego con una mano hacia un lado, consiguió cambiar su trayectoria y caer de pie en una de las plataformas. Respiró hondo. Su cuerpo empezó a emitir vapor conforme su temperatura aumentaba. La plataforma de madera empezó a arder, combustionada por las altas temperaturas del dragón. Como si de una lancha a motor se tratase, colocó ambas manos hacia atrás y levantó los talones, expulsando una gran cantidad de fuego a propulsión desde los cuatro puntos. La plataforma empezó a moverse por el agua a gran velocidad, levantando la misma tras de si como un fuerte torrente y espeso vapor que subía hacia arriba.
Llegó hasta la pared que rodeaba el estadio y saltó, empezando a correr por ella y rompiendo la plataforma tras de si. Cada paso que daba en la pared dejaba grietas debido al poder de sus patas y la velocidad que llevaba, aumentada por la técnica que estaba usando. Llegado un punto, simplemente saltó hacia arriba. La pared quedó resquebrajada y varios trozos de piedra cayeron al agua. Zuko empezó a ascender con el geppou, dirección a Zane, adquiriendo cada vez más velocidad, hasta el punto que para el público debía parecer un borrón naranja y rojo. Empezó a rebotar en el aire alrededor del pirata. Cada rebote impactaba y hacia temblar el ambiente, siendo cada uno más potente y veloz que el anterior.
—¡Geppou kenpo! ¡Yori hayaku naru!
En el último rebote, más fuerte que los anteriores, Zuko fue directo hacia Zane a una velocidad increíble, dispuesto a golpearle la cara con el puño cargado en haki.
El vicealmirante manifestó su voluntad hecha armadura y bloqueó la poderosa envestida del espadachín, el cual retrocedió hasta casi llegar al agua, que lentamente comenzaba a reducir su nivel hasta volver a su estado inicial, dejando algunos charcos en el campo de batalla. El pelirrojo dudaba que su combate volviera a tener una fase terrena, puesto que la maniobrabilidad que le otorgaba estar en el aire le hacía mucho más imprevisible. Era un pájaro, y el cielo era su territorio. El dragón puede que volara, pero tal y como decían las leyendas: el lugar de los dragones eran las cuevas y los castillos.
Entretanto, Zuko comenzó a caminar por las paredes del estadio, dejando diminutos cráteres con la forma de su pisada cada vez que daba un paso. A medida que lo hacía su velocidad iba en aumento. ¿Qué estaría tramando? Seguramente pronto lo sabría, y así fue. El dragón dio un poderoso salto para aproximarse al pirata, quien no dudó en endurecer su propio cuerpo con haki de armadura, y con un ademán de su mano crear una barrera de haki para parar el ataque de Zuko. La barrera cayó al poco tiempo. Era un golpe poderoso, pero Zane estaba versado en el control de la materialización de su propia voluntad desde que era un críajo que iba de taberna en taberna buscando mujeres y jarana. Aunque si se paraba a pensarlo… aún era algo que hacía, pero menos de lo que la gente creía de él.
En fin. Aprovechando la escasa distancia que le separaba del marine, sin dudarlo ni un instante, el noble metal de las espadas del suzaku se tornaron de un negro metalizado muy intenso, capaz de cortar cualquier cosa que se proponga, y comenzó su ataque: usando la la novena hoja fiordiana trató de clavarla en el hombro izquierdo de su contrincante, para aprovechar su posible desplazamiento para esquivarlo y arremeter con izanami con un barrido horizontal en busca de cualquier punto de su cuerpo, independientemente del lugar donde la propinara. Aprovechando ese giro, aprovecharía que sus dos armas quedarían en una posición casi paralela, para trazar una doble y simultánea onda cortante a corta distancia, lo suficientemente poderosas como para dejarle en un estado lamentable.
“Es hora de ir al siguiente nivel”
Entretanto, Zuko comenzó a caminar por las paredes del estadio, dejando diminutos cráteres con la forma de su pisada cada vez que daba un paso. A medida que lo hacía su velocidad iba en aumento. ¿Qué estaría tramando? Seguramente pronto lo sabría, y así fue. El dragón dio un poderoso salto para aproximarse al pirata, quien no dudó en endurecer su propio cuerpo con haki de armadura, y con un ademán de su mano crear una barrera de haki para parar el ataque de Zuko. La barrera cayó al poco tiempo. Era un golpe poderoso, pero Zane estaba versado en el control de la materialización de su propia voluntad desde que era un críajo que iba de taberna en taberna buscando mujeres y jarana. Aunque si se paraba a pensarlo… aún era algo que hacía, pero menos de lo que la gente creía de él.
En fin. Aprovechando la escasa distancia que le separaba del marine, sin dudarlo ni un instante, el noble metal de las espadas del suzaku se tornaron de un negro metalizado muy intenso, capaz de cortar cualquier cosa que se proponga, y comenzó su ataque: usando la la novena hoja fiordiana trató de clavarla en el hombro izquierdo de su contrincante, para aprovechar su posible desplazamiento para esquivarlo y arremeter con izanami con un barrido horizontal en busca de cualquier punto de su cuerpo, independientemente del lugar donde la propinara. Aprovechando ese giro, aprovecharía que sus dos armas quedarían en una posición casi paralela, para trazar una doble y simultánea onda cortante a corta distancia, lo suficientemente poderosas como para dejarle en un estado lamentable.
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Una barrera se interpuso entre él y el pirata. El puñetazo del marine la echó abajo fácilmente, encontrándose enseguida con el contraataque directo del pirata. Era un sablazo directo hacia su hombro. ¿Algo tan nimio? No, no podía ser. ¿Tal vez era para inmovilizarle el brazo? No, muy probablemente le estuviera tanteando. Si lo esquivaba seguramente tendría preparado un ataque peor, al cual podría intentar reaccionar. Sin embargo, aquello lo alejaría de nuevo de Zane y no podía permitirse el alejarse. El pelirrojo tenía medios para combatir a distancia, Zuko necesitaba estar lo más cerca posible. No podía dejar escapar esa oportunidad única de hacer una presa al pirata.
Apagó la técnica que potenciaba su velocidad, haciendo que su cuerpo dejara de emitir vapor. En el último segundo, su hombro se vio envuelto en haki, aunque no le dio tiempo a endurecerlo de más. La hoja entró en su hombro y salió parcialmente por detrás. El dolor para él fue poco más que una punzada, aunque sabía que aquella sería una herida que requeriría tratamiento inmediato. La mano del dragón se movió rapidamente directa hacia la muñeca del Suzaku con la cual lo acababa de atacar. Su intención era aprisionarla bajo su garra, cerrando con gran fuerza.
Tras eso, pondría el pie izquierdo, que ahora era las garras de un dragón, y lo sujetaría al hombro del pirata con la misma fuerza, haciendo gala de una elasticidad que solo el rokushiki podía darle. El pie derecho se cerraría en su costado, buscando así apresar al ave flamígera aunque solo sea durante medio segundo. Su otra mano se cerró en un puño y la llevó hacia atrás.
—¡Te tengo! —Y entonces su pelo se volvió dorado.
Pudo escuchar su propio corazón latir. Latir de la emoción como no había latido nunca. Ese latido reverberó en su hombro. Tantos días encerrado en un despacho, rellenando papeles y preparando misiones. Cazando piratas, uno detrás de otro, cada uno más débil que el anterior. Había olvidado lo que era combatir. Había olvidado lo que era vivir.
Su puño se volvió negro. De su codo salieron a propulsión una cantidad ingesta de llamas que casi podían envolver un cuarto del estadio detrás de Zuko. Y, con una sonrisa y un brillo de felicidad en la mirada, dirigió el puño a la sien del pirata.
Apagó la técnica que potenciaba su velocidad, haciendo que su cuerpo dejara de emitir vapor. En el último segundo, su hombro se vio envuelto en haki, aunque no le dio tiempo a endurecerlo de más. La hoja entró en su hombro y salió parcialmente por detrás. El dolor para él fue poco más que una punzada, aunque sabía que aquella sería una herida que requeriría tratamiento inmediato. La mano del dragón se movió rapidamente directa hacia la muñeca del Suzaku con la cual lo acababa de atacar. Su intención era aprisionarla bajo su garra, cerrando con gran fuerza.
Tras eso, pondría el pie izquierdo, que ahora era las garras de un dragón, y lo sujetaría al hombro del pirata con la misma fuerza, haciendo gala de una elasticidad que solo el rokushiki podía darle. El pie derecho se cerraría en su costado, buscando así apresar al ave flamígera aunque solo sea durante medio segundo. Su otra mano se cerró en un puño y la llevó hacia atrás.
—¡Te tengo! —Y entonces su pelo se volvió dorado.
Pudo escuchar su propio corazón latir. Latir de la emoción como no había latido nunca. Ese latido reverberó en su hombro. Tantos días encerrado en un despacho, rellenando papeles y preparando misiones. Cazando piratas, uno detrás de otro, cada uno más débil que el anterior. Había olvidado lo que era combatir. Había olvidado lo que era vivir.
Su puño se volvió negro. De su codo salieron a propulsión una cantidad ingesta de llamas que casi podían envolver un cuarto del estadio detrás de Zuko. Y, con una sonrisa y un brillo de felicidad en la mirada, dirigió el puño a la sien del pirata.
Pudo notar como su afilada arma adentraba con determinación en la gruesa capa de escamas que cubría el cuerpo de su contrincante, manchando la hoja de su honrosa sangre de guerrero de la paz, sintiendo como su tsuba chocaba contra el hombro. No obstante, cometió un error de novato que su padre le habría recriminado de haber estado vivo. Su atención se centró tanto en su primera estocada, que hizo que su segunda arremetida fuera tan previsible como ineficaz, y fuera parada por Zuko. Lo que debía haber sido el golpe final, el cual habría llevado el cuerpo del dragón directo hacia el suelo con un corte que habría tardado varios días en regenerarse, se convirtió en una leve brisa que emergió de su arma al ser agarrada por el dragón.
La sonrisa que había tenido dibujada el pirata en todo momento desapareció en el mismo instante en el que la garra inferior del pirata se cernió sobre él, apresándolo con tanta fuerza que sintió molestia. Si algo detestaba era tener a un hombre tan cerca como para poder sentir su aliento, aunque en este caso también sus uñas. Era una sensación desagradable, similar a la que sintió la última vez que uno de los okamas osó adentrarse en su habitación y acurrucarse contra él aprovechando una ligera borrachera. No obstante, la tensión del momento estaba sacando lo mejor que tenía el pirata, y el entro de su mundo en aquel momento era Zuko. Estaba siendo una batalla divertida pese a todo, pero, seguramente, la experiencia en ese tipo de situaciones estaba de su parte.
El tiempo parecía transcurrir de forma más pausada para el espadachín, que estaba centrando toda su atención en los movimientos del marine para predecir cuál sería su siguiente movimiento. Había una gran cantidad de posibilidades, pero solo una sería la correcta. La mezcla de rojo coral y escarlata que envolvía el cuerpo del marine se cambió por un dorado casi divino, cuya fuerza hacía que sus cabellos se elevaran hacia arriba, mientras que su cuerpo se había inclinado hacia atrás peligrosamente, mientras notaba como su voluntad iba centrándose en un único punto: su puño derecho.
Pero el suzaku ya había predicho lo que iba a ocurrir. Sabía a qué lugar de su cuerpo iba a atacar su oponente, y la sonrisa que lo solía distinguir cuando estaba teniendo una pelea emocionante volvió automáticamente, casi al mismo tiempo que su tren superior se tornaba de un negro metalizado tan brillante, que parecía que el mismo sol pudiera reflejarse en él. Un fuego tan intenso como el suyo los envolvió, y una armadura invisible sobresalió del cuerpo de Zane, un instante antes de recibir el ataque del marine y salir despedido hacia el suelo a gran velocidad. El impacto de su cuerpo contra el suelo creó un cráter en el estadio, que hizo callar a todo el estadio.
“Esta vez ha sido por poco” —se dijo el pirata, mientras la hipertrofia que le proporcionaba su forma de combate a sus músculos volvía a la normalidad a ras de suelo.
Se permitió el lujo de remolonear durante un segundo, en los que una gran nube de polvo estaba cubriendo el campo de batalla, y se levantó envuelto en un mar de llamas doradas que curaban su cuerpo y restablecía sus heridas. Su rival estaba elevándose sobre él, imponente como nunca lo había visto. Se crujió el cuello, hizo girar sus brazos y se impulsó hacia el cielo, adoptando una forma híbrida en la que sus rasgos humanos eran más pronunciados y estilizados.
—Voy a mostrarte algo que pocos han visto, y aquellos que lo han hecho quieren olvidar —dijo, colocándose en posición defensiva con la guardia alta y sus espadas en cruz sobre sus hombros, es decir, colocando las hojas de sus preciadas armas en el hombro contrario al de la mano con la que las estaba sujetando—. Mi modo paladín. Adelante Zuko, vuelve a atacarme con todo lo que tienes.
Y un aura de haki del rey excesivamente destructiva emergió del pirata directamente contra el marine. Ya no iba a contenerse, así que tenía que demostrarle de que pasta estaban hechos los piratas.
La sonrisa que había tenido dibujada el pirata en todo momento desapareció en el mismo instante en el que la garra inferior del pirata se cernió sobre él, apresándolo con tanta fuerza que sintió molestia. Si algo detestaba era tener a un hombre tan cerca como para poder sentir su aliento, aunque en este caso también sus uñas. Era una sensación desagradable, similar a la que sintió la última vez que uno de los okamas osó adentrarse en su habitación y acurrucarse contra él aprovechando una ligera borrachera. No obstante, la tensión del momento estaba sacando lo mejor que tenía el pirata, y el entro de su mundo en aquel momento era Zuko. Estaba siendo una batalla divertida pese a todo, pero, seguramente, la experiencia en ese tipo de situaciones estaba de su parte.
El tiempo parecía transcurrir de forma más pausada para el espadachín, que estaba centrando toda su atención en los movimientos del marine para predecir cuál sería su siguiente movimiento. Había una gran cantidad de posibilidades, pero solo una sería la correcta. La mezcla de rojo coral y escarlata que envolvía el cuerpo del marine se cambió por un dorado casi divino, cuya fuerza hacía que sus cabellos se elevaran hacia arriba, mientras que su cuerpo se había inclinado hacia atrás peligrosamente, mientras notaba como su voluntad iba centrándose en un único punto: su puño derecho.
Pero el suzaku ya había predicho lo que iba a ocurrir. Sabía a qué lugar de su cuerpo iba a atacar su oponente, y la sonrisa que lo solía distinguir cuando estaba teniendo una pelea emocionante volvió automáticamente, casi al mismo tiempo que su tren superior se tornaba de un negro metalizado tan brillante, que parecía que el mismo sol pudiera reflejarse en él. Un fuego tan intenso como el suyo los envolvió, y una armadura invisible sobresalió del cuerpo de Zane, un instante antes de recibir el ataque del marine y salir despedido hacia el suelo a gran velocidad. El impacto de su cuerpo contra el suelo creó un cráter en el estadio, que hizo callar a todo el estadio.
“Esta vez ha sido por poco” —se dijo el pirata, mientras la hipertrofia que le proporcionaba su forma de combate a sus músculos volvía a la normalidad a ras de suelo.
Se permitió el lujo de remolonear durante un segundo, en los que una gran nube de polvo estaba cubriendo el campo de batalla, y se levantó envuelto en un mar de llamas doradas que curaban su cuerpo y restablecía sus heridas. Su rival estaba elevándose sobre él, imponente como nunca lo había visto. Se crujió el cuello, hizo girar sus brazos y se impulsó hacia el cielo, adoptando una forma híbrida en la que sus rasgos humanos eran más pronunciados y estilizados.
—Voy a mostrarte algo que pocos han visto, y aquellos que lo han hecho quieren olvidar —dijo, colocándose en posición defensiva con la guardia alta y sus espadas en cruz sobre sus hombros, es decir, colocando las hojas de sus preciadas armas en el hombro contrario al de la mano con la que las estaba sujetando—. Mi modo paladín. Adelante Zuko, vuelve a atacarme con todo lo que tienes.
Y un aura de haki del rey excesivamente destructiva emergió del pirata directamente contra el marine. Ya no iba a contenerse, así que tenía que demostrarle de que pasta estaban hechos los piratas.
- Recordatorio para mi:
- Modo paladín: Rango 14 en fuerza – Rango 14 en resistencia – Rango 12 en Destreza – Rango 9 en velocidad – Rango 9 en agilidad.
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El golpe impactó y el arma salió de su hombro. El poco dolor que el dragón sentía lo ignoró. El escenario tembló cuando el cuerpo del Suzaku golpeó el suelo, levantando parte de la piedra de este. Zuko respiró con profundidad a la par que bajaba mientras el polvo levantado empezaba a desaparecer y el pirata se levantaba del suelo, haciendo gala de su nueva forma a la par que llamas doradas le curaban. Chasqueó la lengua. El corte de su torso ya se había cerrado por completo gracias a su naturaleza dracónica, pero no podía deshacerse de la herida del hombro tan fácilmente. Si Zane volvía a estar como cuando el combate comenzó... Aquello sería complicado.
Zuko escuchó las palabras de su contrincante. Palabras que le dieron emoción. ¿Le iba a enseñar algo que pocos habían visto y los que lo habían hecho deseaban no haberlo hecho? Entonces él sería la excepción. Pasase lo que pasase, jamás desearía que no hubiese ocurrido. Sintió la fuerte presencia de Zane pesando sobre sus hombros, igual que en la Aguja, pero aquella vez no fue igual de pesada. Aún así, era impresionante. El suelo se agrietó solo con su presencia y a punto estuvo Zuko de caer de rodillas, pero se negó.
—Entonces supongo que deberé pagarte con la misma moneda. Serás la primera persona en ver esto.
Zuko se irguió y cerró los ojos. Se calmó. Iba a entrar en una forma que todavía estaba entrenando y perfeccionando, que no sabía muy bien cuanto podría durar en ella. Tan solo sabía que era lo único que tal vez podría darle la forma suficiente. Cogió mucho aire y expiró, dejando escapar una bocanada de aliento flamígero. A ese mismo tiempo, fuego pareció querer nacer en su pecho, pero se apagó enseguida. Volvió a hacerlo y esta vez el fuego de su pecho llegó más lejos, estando a punto de rodear su cuello. También salió fuego de sus muñecas y tobillos pero como antes, se apagó.
«Vamos, Zuko, vamos... Tú puedes....»
Volvió a respirar. Esta vez, el fuego que salió de su boca y en su cuerpo era azul. Entonces una enorme columna de fuego lo rodeó. El fuego giró a su alrededor como un tornado y, poco a poco, fue volviéndose azulado. La temperatura del lugar aumentó drasticamente, cosa que podría afectar ligeramente a la gente del público, pero la atención del dragón estaba centrada en el Suzaku. El fuego azul estalló hacia afuera en una onda y se extinguió, mostrando por primera vez al Rey de los Dragones.
Zuko se alzaba digno, casi el doble de su altura normal. Astas azuladas coronaban su cabeza como si de un rey se tratase. Su pelo era azul y bailaba como una llama embravecida. Sus alas habían desaparecido y, en su cuello, muñecas y tobillos, bailaban potentes llamas azules. La presencia del dragón también se expandió por el escenario, mucho menor que la de Zane pero más descontrolada. Pudo escuchar los gritos de algunos de los espectadores al ver como algunos otros se desmayaban.
El agua empezó a subir, como antes, pero esta vez estaba cada vez más cálida. Zuko alzó el vuelo con su geppou, pateando el aire. Cada golpe al aire, sin embargo, iba cargado con una fuerza descontrolada que hacia temblar el ambiente. Saltó hacia delante, directo hacia Zane, y en mitad del recorrido giró sobre si mismo.
—¡Rankyaku! ¡Kamaitachi!
Unas hojas cortantes de aire crecieron en sus brazos como guadañas. En cuanto llegó hasta Zane dirigió una serie de rápidos cortes, casi como si de un arma automática se tratase. El dragón sabía que Zane podría pararlos sin fallo, pero cuanto más continuado y frenético fuese su ataque, más podría intentar afectar a su concentración y buscar una apertura en su defensa.
Zuko escuchó las palabras de su contrincante. Palabras que le dieron emoción. ¿Le iba a enseñar algo que pocos habían visto y los que lo habían hecho deseaban no haberlo hecho? Entonces él sería la excepción. Pasase lo que pasase, jamás desearía que no hubiese ocurrido. Sintió la fuerte presencia de Zane pesando sobre sus hombros, igual que en la Aguja, pero aquella vez no fue igual de pesada. Aún así, era impresionante. El suelo se agrietó solo con su presencia y a punto estuvo Zuko de caer de rodillas, pero se negó.
—Entonces supongo que deberé pagarte con la misma moneda. Serás la primera persona en ver esto.
Zuko se irguió y cerró los ojos. Se calmó. Iba a entrar en una forma que todavía estaba entrenando y perfeccionando, que no sabía muy bien cuanto podría durar en ella. Tan solo sabía que era lo único que tal vez podría darle la forma suficiente. Cogió mucho aire y expiró, dejando escapar una bocanada de aliento flamígero. A ese mismo tiempo, fuego pareció querer nacer en su pecho, pero se apagó enseguida. Volvió a hacerlo y esta vez el fuego de su pecho llegó más lejos, estando a punto de rodear su cuello. También salió fuego de sus muñecas y tobillos pero como antes, se apagó.
«Vamos, Zuko, vamos... Tú puedes....»
Volvió a respirar. Esta vez, el fuego que salió de su boca y en su cuerpo era azul. Entonces una enorme columna de fuego lo rodeó. El fuego giró a su alrededor como un tornado y, poco a poco, fue volviéndose azulado. La temperatura del lugar aumentó drasticamente, cosa que podría afectar ligeramente a la gente del público, pero la atención del dragón estaba centrada en el Suzaku. El fuego azul estalló hacia afuera en una onda y se extinguió, mostrando por primera vez al Rey de los Dragones.
Zuko se alzaba digno, casi el doble de su altura normal. Astas azuladas coronaban su cabeza como si de un rey se tratase. Su pelo era azul y bailaba como una llama embravecida. Sus alas habían desaparecido y, en su cuello, muñecas y tobillos, bailaban potentes llamas azules. La presencia del dragón también se expandió por el escenario, mucho menor que la de Zane pero más descontrolada. Pudo escuchar los gritos de algunos de los espectadores al ver como algunos otros se desmayaban.
El agua empezó a subir, como antes, pero esta vez estaba cada vez más cálida. Zuko alzó el vuelo con su geppou, pateando el aire. Cada golpe al aire, sin embargo, iba cargado con una fuerza descontrolada que hacia temblar el ambiente. Saltó hacia delante, directo hacia Zane, y en mitad del recorrido giró sobre si mismo.
—¡Rankyaku! ¡Kamaitachi!
Unas hojas cortantes de aire crecieron en sus brazos como guadañas. En cuanto llegó hasta Zane dirigió una serie de rápidos cortes, casi como si de un arma automática se tratase. El dragón sabía que Zane podría pararlos sin fallo, pero cuanto más continuado y frenético fuese su ataque, más podría intentar afectar a su concentración y buscar una apertura en su defensa.
El fuego dorado que cubría con majestuosidad el cuerpo del suzaku había empezado a volatizarse después de sanar por completo sus heridas, mientras de su cuerpo continuaba emanando su firme voluntad de aquel combate sin cesar ni un instante. Ante su sorpresa, el dragón también lo estaba haciendo, de él emergió el poder que solo unos pocos guerreros son capaces de despertar y controlar, el poder de un verdadero rey. No obstante, su fluctuación no era uniforme, y entre el público hubo algunas personas que fueron capaces de aguantar dicho poder, y comenzaron a caer desmayadas.
—Está bien —le dijo Zane, cuyas espadas comenzaban a cubrirse de energía de color azulada muy brillante—. Demuéstrame lo que tienes.
Tardó algo más de lo esperado, pero cuando lo hizo su apariencia cambió radicalmente. Su tamaño y envergadura aumentaron hasta superar las suyas propias, envolviéndose en un fuego azul tan bello como el del cielo por la mañana, acrecentando la temperatura del estadio, llegando incluso a evaporar la superficie del agua que estaba bajo sus pies y que, nuevamente, había aumentado su nivel. Ya no tenía alas, pero, en cambio, su cuerpo se envolvió de unas escamas de un dorado cobrizo aún más brillante, como si se hubiera reforzado con un grueso baño de metal candente.
—Muy impresionante —le dijo el suzaku, agitando sus alas para elevarse—. Pero el cielo es para aquellos que tienen alas.
Y el suzaku comenzó a dar vueltas alrededor de Zuko, manteniendo una distancia de unos veinte metros, alcanzando cada vez más velocidad, mientras fijaba su vista de pájaro en él para estar atento a sus movimientos. El dragón era capaz de caminar por los cielos, pero había sido un error dejar las manos de lo que se había convertido en una batalla aérea en manos de una triste técnica gubernamental como era el geppou. De pronto, de sus manos comenzaron a emerger ondas cortantes.
“¿Mutoriu?”, pensó extrañado el pirata, pues tan solo había sido capaz de ver tal estilo de lucha en muy pocos esgrimistas, y todos con una gran habilidad con el sable. “¿Qué clase de sorpresas continuaba guardando el marine?”
Esquivó la primera a duras penas, cambiando el rumbo de su vuelo casi en el último momento. Zane viró sobre sí mismo, teniendo frente a él al marine, pero sin continuar de volar a su alrededor en distintas direcciones y defenderse de sus ondas usando sus espadas envueltas en energía. Eran ataques fuertes, pero no lo suficiente como para hacer mella en las armas de un espadachín experimentado y casi un maestro en ese tipo de ataques. Solamente debía golpearlas en el sitio justo para deshacerlas y que perdieran efectividad.
Una vez su oponente cesó en su intento de atacarle de esa forma, el pirata bajó la velocidad de su vuelo. “Ahora voy a enseñarte lo que es una verdadera onda cortante”, comentó para sus adentros, lanzando sobre Zuko una oleada de ondas cortantes repletas de energía que estallarían en el momento que fueran bloqueadas o dieran en su objetivo. Las ondas tendrías un grosor de veinte centímetros y una longitud de dos metros, lo suficiente como para poner en jaque al marine.
—Arashi… no Ken —comentó, sin dejar de propagar su férrea voluntad de ganar.
—Está bien —le dijo Zane, cuyas espadas comenzaban a cubrirse de energía de color azulada muy brillante—. Demuéstrame lo que tienes.
Tardó algo más de lo esperado, pero cuando lo hizo su apariencia cambió radicalmente. Su tamaño y envergadura aumentaron hasta superar las suyas propias, envolviéndose en un fuego azul tan bello como el del cielo por la mañana, acrecentando la temperatura del estadio, llegando incluso a evaporar la superficie del agua que estaba bajo sus pies y que, nuevamente, había aumentado su nivel. Ya no tenía alas, pero, en cambio, su cuerpo se envolvió de unas escamas de un dorado cobrizo aún más brillante, como si se hubiera reforzado con un grueso baño de metal candente.
—Muy impresionante —le dijo el suzaku, agitando sus alas para elevarse—. Pero el cielo es para aquellos que tienen alas.
Y el suzaku comenzó a dar vueltas alrededor de Zuko, manteniendo una distancia de unos veinte metros, alcanzando cada vez más velocidad, mientras fijaba su vista de pájaro en él para estar atento a sus movimientos. El dragón era capaz de caminar por los cielos, pero había sido un error dejar las manos de lo que se había convertido en una batalla aérea en manos de una triste técnica gubernamental como era el geppou. De pronto, de sus manos comenzaron a emerger ondas cortantes.
“¿Mutoriu?”, pensó extrañado el pirata, pues tan solo había sido capaz de ver tal estilo de lucha en muy pocos esgrimistas, y todos con una gran habilidad con el sable. “¿Qué clase de sorpresas continuaba guardando el marine?”
Esquivó la primera a duras penas, cambiando el rumbo de su vuelo casi en el último momento. Zane viró sobre sí mismo, teniendo frente a él al marine, pero sin continuar de volar a su alrededor en distintas direcciones y defenderse de sus ondas usando sus espadas envueltas en energía. Eran ataques fuertes, pero no lo suficiente como para hacer mella en las armas de un espadachín experimentado y casi un maestro en ese tipo de ataques. Solamente debía golpearlas en el sitio justo para deshacerlas y que perdieran efectividad.
Una vez su oponente cesó en su intento de atacarle de esa forma, el pirata bajó la velocidad de su vuelo. “Ahora voy a enseñarte lo que es una verdadera onda cortante”, comentó para sus adentros, lanzando sobre Zuko una oleada de ondas cortantes repletas de energía que estallarían en el momento que fueran bloqueadas o dieran en su objetivo. Las ondas tendrías un grosor de veinte centímetros y una longitud de dos metros, lo suficiente como para poner en jaque al marine.
—Arashi… no Ken —comentó, sin dejar de propagar su férrea voluntad de ganar.
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Estaba empezando a invadirle una furia ciega. Cada golpe cortante del marine era bloqueado y cada uno de ellos aumentaba en él un descontrol bestial. Empezaba a ver al pelirrojo no como un contrincante, no como una persona con rasgos definidos, sino como una bestia detecta a su presa. Un borrón, un conjunto de formas, olores y sonidos. Los ojos del dragón empezaban a brillar como los de un depredador, casi como si no tuviera iris. Aquello era lo que temía que ocurriese si se transformaba en aquello, pues todavía no controlaba tal fuerza e inestabilidad. Pero Zane podría aguantarlo, o al menos eso esperaba.
Cuando hubo repelido los ataques de aquel kenpo, el pelirrojo pronunció unas palabras que el dragón no procesó, que no quería procesar. Entonces, empezó a lanzarle ondas cortantes. El dragón dejó escapar lo que parecía un rugido y colocó los brazos en cruz, cubriéndose de haki endurecido más allá de su límite. Fue entonces cuando empezó a recibir explosiones, una detrás de otra. Su cuerpo, insensible al dolor por su estado, era zarandeado por cada explosión. No terminaba una cuando la siguiente era detonada. Cada una de ellas alimentaba todavía más su furia. Cuando las explosiones terminaron a punto estuvo de caer, aturdido por cada uno de aquellos ataques, escondido entre el polvo y fuego restante.
Se equilibró. El fuego que expulsaban sus pies le permitían mantenerse en el aire. Un poderoso rugido rompió el silencio, a la par que de la boca de Zuko exhalaba hacia el cielo una poderosa llama, como si de un dragón enfurecido y descontrolado se tratase. Se inclinó hacia delante y empezó a volar a toda velocidad hacia Zane, con el puño en alto, dispuesto a dar otro puñetazo directo. Sin embargo, justo antes de alcanzar al pirata y evitando un posible ataque que diese, propulsaría fuego hacia abajo para cambiar su dirección y saltar por encima del pirata hasta colocarse tras él. De conseguirlo, cerraría con fuerza la mano en su nuca y lo empujaría hacia el suelo, ahora libre de agua porque había vuelto a bajar, para estampar su cara en él.
Cuando hubo repelido los ataques de aquel kenpo, el pelirrojo pronunció unas palabras que el dragón no procesó, que no quería procesar. Entonces, empezó a lanzarle ondas cortantes. El dragón dejó escapar lo que parecía un rugido y colocó los brazos en cruz, cubriéndose de haki endurecido más allá de su límite. Fue entonces cuando empezó a recibir explosiones, una detrás de otra. Su cuerpo, insensible al dolor por su estado, era zarandeado por cada explosión. No terminaba una cuando la siguiente era detonada. Cada una de ellas alimentaba todavía más su furia. Cuando las explosiones terminaron a punto estuvo de caer, aturdido por cada uno de aquellos ataques, escondido entre el polvo y fuego restante.
Se equilibró. El fuego que expulsaban sus pies le permitían mantenerse en el aire. Un poderoso rugido rompió el silencio, a la par que de la boca de Zuko exhalaba hacia el cielo una poderosa llama, como si de un dragón enfurecido y descontrolado se tratase. Se inclinó hacia delante y empezó a volar a toda velocidad hacia Zane, con el puño en alto, dispuesto a dar otro puñetazo directo. Sin embargo, justo antes de alcanzar al pirata y evitando un posible ataque que diese, propulsaría fuego hacia abajo para cambiar su dirección y saltar por encima del pirata hasta colocarse tras él. De conseguirlo, cerraría con fuerza la mano en su nuca y lo empujaría hacia el suelo, ahora libre de agua porque había vuelto a bajar, para estampar su cara en él.
En cuanto la última onda cortante de energía se deslizó de la hoja de una de sus preciadas katanas hasta el lugar donde estaba su rival, el pirata no tardó en elevarse sobre los cielos de nuevo, situándose sin quererlo en el centro neurálgico de aquel estadio. Seguramente no fuera así, pero Zane sentía que estaba siendo el centro de atención de todo el lugar, dado que el narcisismo que tenía en su interior no le hacía pensar otra cosa. Pero no se escuchaba nada, el público y el comentarista estaban en silencio, expectante a que la nube de… ¿polvo? Sí, había polvo y fuego.
“¿Habré acabado ya con él?”, discurrió el suzaku en lo más profundo de su mente, mientras aguardaba omnipotente a que su rival diera alguna señal de que podía continuar. “Espero no haberme pasado”, pensó.
No sabía cuántas ondas le había lanzado, ¿habrían sido diez? ¿O tal vez veinte? No se había detenido a contarlas, pero tenía las esperanzas de que aquello hubiera sido suficiente como para hacerle morder el polvo definitivamente. Y de pronto, rompiendo el absoluto silencio que envolvía el estadio, un rugido ensordecedor dejo ver que el dragón continuaba listo para el combate.
—¡Malditos lagartos con gigantismo!
¿Por qué cada vez que se enfrentaba a un dragón tenía que llegar a sus límites físicos para hacerle morder el polvo? ¿Qué tenía un dragón que no podía tener un suzaku? Y todos los combates que había tenido en el pasado contra dragones le hicieron enfadar, haciendo que de forma inconsciente su cuerpo se envolviera completamente en llamas. Entretanto, su contrincante se impulsó hacia él a gran velocidad, tensando su brazo para golpearle. Sin embargo, en el último momento se propulsó y cambió su trayectoria.
El suzaku era capaz de seguir los rápidos movimientos de su rival. Pese a tu tamaño era ágil, demasiado ágil para su gusto, ya que logró hacer una perfecta cabriola para colocarse a su espalda. En un instante, lanzó una mirada hacia atrás, y pudo ver por la postura de su rival que quería hacerle algo por detrás. ¿El qué? No llegar a descubrirlo. Es por ello, que hizo un violento giro hacia su izquierda para desviar el brazo de su oponente con su ala. La fuerza de su impulso haría que dejara su cuerpo descubierto, y con la novena hoja fiordiana trataría de encestarle de nuevo la herida del hombro, para aumenta su gravedad, mientras que con izanami endurecida lo máximo posible con su haki de armdura trazaría una vertical descendente con todas sus fuerzas, para que, además de un feo corte, creara una inmensa onda de corte que lo enviase hacia las gradas y así terminar el combate.
“¿Habré acabado ya con él?”, discurrió el suzaku en lo más profundo de su mente, mientras aguardaba omnipotente a que su rival diera alguna señal de que podía continuar. “Espero no haberme pasado”, pensó.
No sabía cuántas ondas le había lanzado, ¿habrían sido diez? ¿O tal vez veinte? No se había detenido a contarlas, pero tenía las esperanzas de que aquello hubiera sido suficiente como para hacerle morder el polvo definitivamente. Y de pronto, rompiendo el absoluto silencio que envolvía el estadio, un rugido ensordecedor dejo ver que el dragón continuaba listo para el combate.
—¡Malditos lagartos con gigantismo!
¿Por qué cada vez que se enfrentaba a un dragón tenía que llegar a sus límites físicos para hacerle morder el polvo? ¿Qué tenía un dragón que no podía tener un suzaku? Y todos los combates que había tenido en el pasado contra dragones le hicieron enfadar, haciendo que de forma inconsciente su cuerpo se envolviera completamente en llamas. Entretanto, su contrincante se impulsó hacia él a gran velocidad, tensando su brazo para golpearle. Sin embargo, en el último momento se propulsó y cambió su trayectoria.
El suzaku era capaz de seguir los rápidos movimientos de su rival. Pese a tu tamaño era ágil, demasiado ágil para su gusto, ya que logró hacer una perfecta cabriola para colocarse a su espalda. En un instante, lanzó una mirada hacia atrás, y pudo ver por la postura de su rival que quería hacerle algo por detrás. ¿El qué? No llegar a descubrirlo. Es por ello, que hizo un violento giro hacia su izquierda para desviar el brazo de su oponente con su ala. La fuerza de su impulso haría que dejara su cuerpo descubierto, y con la novena hoja fiordiana trataría de encestarle de nuevo la herida del hombro, para aumenta su gravedad, mientras que con izanami endurecida lo máximo posible con su haki de armdura trazaría una vertical descendente con todas sus fuerzas, para que, además de un feo corte, creara una inmensa onda de corte que lo enviase hacia las gradas y así terminar el combate.
Hayden Ashworth
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
No pudo conseguir lo que se proponía. Su brazo fue desviado con demasiada facilidad, cosa que no le hizo ninguna gracia. La espada de nuevo se clavó en su hombro, sin darle tiempo a protegerse aquella vez. Sin embargo, le dio tiempo a cubrirse con los brazos y su haki para resistir la onda cortante. Sin embargo, la fuerza de esta fue suficiente para mandarle volando hacia atrás, directo hacia las gradas. ¿Es que Zane se había vuelto loco? Allí estaban los civiles. No quería que aquello pasase de ser más que una pelea para un torneo. Logró desviar la onda hacia el suelo justo antes de llegar, salvando a los civiles de allí.
Jadeó del cansancio. Sus brazos sangraban con heridas profundas que no habrían sido tan graves sino hubiese gastado energía en desviar. Sus jadeos pronto se convirtieron en gruñidos. Fue volando directo hacia Zane, alzando el puño, dispuesto a dar un último puñetazo. Sin embargo, cada vez se sentía más débil. Se le nublaba la vista y su velocidad disminuía. Finalmente, el cansancio de aquella forma unido al dolor de las heridas de sus brazos, que bien estuvieron apunto de cercenarlos, terminaron con él.
Justo antes de llegar a Zane el puñetazo ya era débil. Ni siquiera le dio. Cayó al suelo, casi desmayado. Aquello era el fin del combate, supuso. Tampoco podía hacer mucho más. En el caso de que Zane se le acercara le diría, con un hilo de voz:
—Si vuelves a poner en peligro al público tendré que arrestarte...
Y se desmayó.
Jadeó del cansancio. Sus brazos sangraban con heridas profundas que no habrían sido tan graves sino hubiese gastado energía en desviar. Sus jadeos pronto se convirtieron en gruñidos. Fue volando directo hacia Zane, alzando el puño, dispuesto a dar un último puñetazo. Sin embargo, cada vez se sentía más débil. Se le nublaba la vista y su velocidad disminuía. Finalmente, el cansancio de aquella forma unido al dolor de las heridas de sus brazos, que bien estuvieron apunto de cercenarlos, terminaron con él.
Justo antes de llegar a Zane el puñetazo ya era débil. Ni siquiera le dio. Cayó al suelo, casi desmayado. Aquello era el fin del combate, supuso. Tampoco podía hacer mucho más. En el caso de que Zane se le acercara le diría, con un hilo de voz:
—Si vuelves a poner en peligro al público tendré que arrestarte...
Y se desmayó.
Abigail Mjöllnir
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
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Akuma no mi
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¡Buenas tardes! ¿A que no os esperábais que yo moderara un combate del torneo? Bueno, Zane sí, pero se ha entendido la idea. Soy vuestro amigo y vecino Abi y vuestro combate está en mis manos. Como es un combate así serio voy a dejar las coñas a un lado y me centraré en la valoración final del combate.
Os explico de forma breve cómo voy a moderar esto: El combate se valorará siguiendo un sistema de puntos en varios apartados de combate. Os comentaré cositas en cada apartado para justificar los puntos que os otorgue. Después, al final de lo que os tenga que decir, os dejaré el desglose de puntos y daré el ganador final.
Victoria Bélica: A ver, aquí no hay mucho que decir. Según vuestra propia narración ha ganado Zane D. Kenshin, por lo que Zane empieza con 5 puntos.
Originalidad y entorno: Aquí pinchais los dos. Las estrategias que ambos habéis utilizado son bastante estándar en un combate de estas características, aunque sí habéis usado fintas no ha sido nada tan "inesperado" ni especialmente creativo como para poder concederos nada aquí. Respecto al uso del entorno lo mismo, aunque entiendo que esto ha sido porque vuestras habilidades de Akuma se basan en el fuego y porque, bueno, sois usuarios de akuma. Ninguno de los dos obtiene puntos en este apartado.
Asumir daños: Este me ha costado un poco porque la diferencia de niveles y stats es simplemente abrumadora. Zuko ha asumido todos los daños habidos y por haber, justificado por una diferencia entre resistencia y fuerza bastante alta incluso tras las transformaciones. Zane en cambio no lo ha hecho salvo en un par de puntos del combate, y entiendo que es porque es resistente y su Haki de armadura está a un nivel altísimo. Tengo que concederle los 2 puntos a Zuko por su manera de asumir los daños ante un rival de tal calibre. No puedo darte ninguno, Zane.
Narración y estilo: Me gusta en especial una cosa de vuestra narración: las rayas largas de guión debidamente puntuadas. En cuanto al estilo no veo casi nada que pueda reseñar de forma negativa, ambos escribís en un estilo directo centrado en la acción que es acorde con el torneo. Estáis en un combate en una arena de coliseo, no hay lugar para muchas descripciones ambientales más allá de los efectos de inundación. Tenéis en cuenta prácticamente todo lo que postea el otro y la narración no se sale de los personajes. Dos puntos para los dos en este aspecto.
Pulcritud de escritura: Aquí voy a pararme un poquito. Sé que no soy el más apropiado para decir esto pero hay momentos en los que abusáis de la puntuación de forma que la lectura queda interrumpida por pausas más veces de las necesarias. Aparte de eso están los típicos patinazos que podrían solucionarse si leyerais el post despacito -en algunos casos con un corrector, como en palabras incorrectas "samurai" sin acentuar- un par de veces antes de enviarlo. Otro ejemplo sería el "Y los tablones del suelo [...], mientras" como inicio. Me gustaría daros puntos pero el máximo es 1, así que tengo que dejaros a los dos con 0.
Faltas: No hablo de faltas de ortografía, eso ya lo he comentado en el apartado de pulcritud. Este apartado es para faltas de rol, cosa que ninguno de los dos ha cometido, al menos bajo mi punto de vista. La superioridad onrol de Zane se debe principalmente a que la diferencia de niveles es de casi 40 y a la baja resistencia inicial de Zuko, no veo que haya hecho power rol. Tampoco hay metarrol y no veo acciones cerradas como tal, todo son condicionales que dejan lugar a acciones del otro o movimientos tras recibir un ataque o un bloqueo. En este apartado tenéis 0 puntos ¡Que suerte tenéis, porque cada falta os quitaría un punto!
Tras este tostón, el conteo final de puntos:
> Zuko: 4 puntos.
> Zane: 7 puntos.
El ganador del combate es Zane D. Kenshin
Me gustaría recordaros que tenéis derecho a una segunda moderación si consideráis que mi moderación no es acertada. En tal caso avisad lo antes posible para que alguno de mis compañeros se ponga con ello.
Os explico de forma breve cómo voy a moderar esto: El combate se valorará siguiendo un sistema de puntos en varios apartados de combate. Os comentaré cositas en cada apartado para justificar los puntos que os otorgue. Después, al final de lo que os tenga que decir, os dejaré el desglose de puntos y daré el ganador final.
Victoria Bélica: A ver, aquí no hay mucho que decir. Según vuestra propia narración ha ganado Zane D. Kenshin, por lo que Zane empieza con 5 puntos.
Originalidad y entorno: Aquí pinchais los dos. Las estrategias que ambos habéis utilizado son bastante estándar en un combate de estas características, aunque sí habéis usado fintas no ha sido nada tan "inesperado" ni especialmente creativo como para poder concederos nada aquí. Respecto al uso del entorno lo mismo, aunque entiendo que esto ha sido porque vuestras habilidades de Akuma se basan en el fuego y porque, bueno, sois usuarios de akuma. Ninguno de los dos obtiene puntos en este apartado.
Asumir daños: Este me ha costado un poco porque la diferencia de niveles y stats es simplemente abrumadora. Zuko ha asumido todos los daños habidos y por haber, justificado por una diferencia entre resistencia y fuerza bastante alta incluso tras las transformaciones. Zane en cambio no lo ha hecho salvo en un par de puntos del combate, y entiendo que es porque es resistente y su Haki de armadura está a un nivel altísimo. Tengo que concederle los 2 puntos a Zuko por su manera de asumir los daños ante un rival de tal calibre. No puedo darte ninguno, Zane.
Narración y estilo: Me gusta en especial una cosa de vuestra narración: las rayas largas de guión debidamente puntuadas. En cuanto al estilo no veo casi nada que pueda reseñar de forma negativa, ambos escribís en un estilo directo centrado en la acción que es acorde con el torneo. Estáis en un combate en una arena de coliseo, no hay lugar para muchas descripciones ambientales más allá de los efectos de inundación. Tenéis en cuenta prácticamente todo lo que postea el otro y la narración no se sale de los personajes. Dos puntos para los dos en este aspecto.
Pulcritud de escritura: Aquí voy a pararme un poquito. Sé que no soy el más apropiado para decir esto pero hay momentos en los que abusáis de la puntuación de forma que la lectura queda interrumpida por pausas más veces de las necesarias. Aparte de eso están los típicos patinazos que podrían solucionarse si leyerais el post despacito -en algunos casos con un corrector, como en palabras incorrectas "samurai" sin acentuar- un par de veces antes de enviarlo. Otro ejemplo sería el "Y los tablones del suelo [...], mientras" como inicio. Me gustaría daros puntos pero el máximo es 1, así que tengo que dejaros a los dos con 0.
Faltas: No hablo de faltas de ortografía, eso ya lo he comentado en el apartado de pulcritud. Este apartado es para faltas de rol, cosa que ninguno de los dos ha cometido, al menos bajo mi punto de vista. La superioridad onrol de Zane se debe principalmente a que la diferencia de niveles es de casi 40 y a la baja resistencia inicial de Zuko, no veo que haya hecho power rol. Tampoco hay metarrol y no veo acciones cerradas como tal, todo son condicionales que dejan lugar a acciones del otro o movimientos tras recibir un ataque o un bloqueo. En este apartado tenéis 0 puntos ¡Que suerte tenéis, porque cada falta os quitaría un punto!
Tras este tostón, el conteo final de puntos:
> Zuko: 4 puntos.
> Zane: 7 puntos.
El ganador del combate es Zane D. Kenshin
Me gustaría recordaros que tenéis derecho a una segunda moderación si consideráis que mi moderación no es acertada. En tal caso avisad lo antes posible para que alguno de mis compañeros se ponga con ello.
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