Piratas y trapos sucios...[Priv. Moja y Freites]

-¡TE TENGO!

Con lo que le quedaba de fuerzas, Alpha utilizo su habilidad a través de su martillo para encender este en llamas. Estaba a tope de su temperatura, dio un gran salto y para luego darle un martillazo a su oponente en el pecho, a la altura de su corazón. Podía escuchar como el cerne de su enemigo se fundía al mismo tiempo que este gritaba de dolor. Lo fundió tanto que atravesó tanto el hueso como los músculos hasta llegar al corazón, el cual también fue fundido.

- Muere con gloria… muere con la gloria de saber que Freites D. Alpha ha sido quien se ha llevado tu vida. Viejo pirata.

Este se dejó caer en el suelo, cansado, respirando profundamente para mantenerse consiente. Observo como el cuerpo del hombre caía muerto delante de él, estaba preocupado un poco, pues no puso cuidado si el impacto del martillazo había afectado a su nuevo camarada o si el calor del golpe le abría llegado al estar en contacto con él.

-Lo siento Moja… me deje llevar ¿te he dado?

Al ver a Freites abalanzarse sobre el capitán pirata, rápidamente extraje mi daga, la cual estaba incrustada en su cuerpo. Aquello fue un espectáculo para la vista, eso sí un tanto grotesco. Mi compañero en esta aventura había quemado el cuerpo de pirata hasta llegar a su corazón. Algo por lo que me dieron ganas de potar realmente. No estaba acostumbrado a ver ese tipo de cosas. Pero estaba claro que era el o nosotros, y en esta ocasión murió el.

Me dolía bastante el brazo de la caída, así que me senté en el suelo apoyando la espalda en la pared. Aquella pelea había llegado a ponerme en mi límite, lo que me recordó gratamente la pelea en la que luche codo con codo con la gran pirata Khatarina. En aquella ocasión salí mejor parado, pues solo había sufrido unos rasguños leves. Poco a poco fui calmando mi respiración, que se había disparado en los últimos momentos de la pelea. Una vez calmado saqué un den den mushi que tenía guardado y llamé a Clark para que viniera a ayudarnos. Tras unos segundos de conversación con el, me dirigí hacia Freites.

-No peleas mal Freites guau- le dije al pelilargo, -Un poco sanguinario para mi gusto, pero me gusta guau-

-Cuando vives de la guerra, aprender a luchar es lo único que te mantiene vivo, sin importar el medio o el recurso… así somos los piratas de mi tipo.

El pequeño dio un gran silbido. Acto seguido, llegaría Suzaku a toda velocidad, entregándole vendajes para que este pudiera tratar sus heridas y parar el sangrado. Poco a poco, el mismo comenzó a tratar sus heridas como podía, sellándolas todas, que las heridas infectadas no era algo que a él le molestase, de todas formas, todo eso se muere con unos cuantos cientos de grados de calor.

-Los piratas como yo, vivimos de la guerra, la gloria y la conquista. Nos alimentamos de la batalla y llenamos nuestro corazón con los gritos de nuestros hermanos al saber que vamos hacia la batalla… hacia la muerte, hacia el camino de la conquista. Tal vez suene un poco trillado, pero yo vivo de esa manera. Vivo con gloria y algún día espero vivir con honor.

-Cada uno vive como quiere, eso no te lo voy a discutir guau- le contesté a Freites.

Clark no tardó más de quince minutos en llegar con cinco muchachos. Salí como pude de aquella casa y el médico me atendió rápidamente. Por suerte mis heridas no habían sido graves, solo tenía un par de moratones por el cuerpo y una leve luxación del codo, que no tardaría en sanar más de una semana. Una vez hubo terminado nos repartimos a buscar el tesoro.

-Clark llévate a dos contigo y busca a el tesoro, otros dos que aten y amordacen a los que quedan con vida y el último que venga Freites y conmigo que también vamos a buscar el tesoro guau- empecé a repartir a la gente para acabar rápido, no quería contratiempos. –Clark avísame si encuentras algo guau- le dije antes de que se fuera, -Bueno Freites ¿me acompañas a buscar nuestro regalo por acabar con esta gente? guau- le pregunté al pelilargo.

Después entramos en la casa de la cual habían salido los piratas que nos encontramos antes. No tardamos en llegar hasta una habitación cerrada, le dije al tripulante que me acompañaba que la abriera. Este tomó carrerilla y de un empujón la tiró abajo. Lo felicité por su trabajo y entramos dentro. Y bingo habíamos dado con el tesoro de aquellos tipos, la habitación estaba repleta de monedas, debía de haber unos ciento cincuenta millones de berries. Se me puso una sonrisa de oreja a oreja, avisé a Clark por el den den mushi para viniera.

-Freites habíamos dicho la mitad para cada uno ¿no?- le solté al pirata.

-Vamos entonces…

Alpha le hizo una seña a su compañera para que comenzara a buscar el tesoro de junto con ello.
Buscaron por todos lados, el sótano, unas cuantas habitaciones hasta llegar a una que estaba cerrada. Luego de que la puerta fuera abierta, los ojos le brillaban tanto que parecía un niño en una dulcería, allí estaba su premio. Se lanzó a una de las pequeñas montañas de monedas que estaban en la habitación y comenzaría a nadar en ella.

-¡Si! Tesoro rico tesoro, tú me vas a pagar una cuantas guerras… ¡Mira Suzaku! ¡Dinero!

La súper ave sacudía sus alas con mucha felicidad. Mientras el pequeño imagina con mucha ilusión todo lo que podía hacer con esto, en el fondo sabía que tenía una deuda que pagar y con el dinero que le sobraba, podría hacer todo lo que quisiera.

- Pues lo hemos logrado Moja… Sabes… llegue a pensar que los piratas no tenían ningún tesoro, menos mal estuve equivocado. Y si… vamos mitad y mitad.

Mientras esperábamos algo se me pasó por la cabeza. Aquel tipo no vendría mal para la tripulación de Nassor. Lo miré de arriba abajo y sin pensarlo mucho me dirigí hacia él.

-Freites ya que estas solo, ¿te gustaría que pertenecer por un tiempo a los Jigoku no kaizoku? guau- le pregunté directamente, -me gusta tu forma de pelear y nos viene bien tener a gente fuerte, mi barco es bastante grande y entras de sobra tú y tu montura guau-

Espere una respuesta afirmativa de aquel hombre. Clark no tardó en llegar a aquella habitación, le indiqué que dividieran el botín en dos partes iguales. Si la respuesta fuera positiva y aceptara ir en mi barco, ordenaría que lo llevaran a este. Si no, diría que lo llevaran a donde el pirata indicara. Después de ello salimos de la casa y antes de abandonar el recinto se me ocurrió una idea. Ya que este era un lugar que había pasado por una reciente guerra civil, podríamos entregarles al capitán pirata muerto para que ellos pudieran recibir la recompensa de este. Y así liberar un poco sus penurias.

-Freites si no te parece mal nos llevaremos al capitán pirata al pueblo, para que esta gente puedan cobrar algo de su recompensa guau- le dije al pelilargo, acto seguido ordené a dos hombres que lo recogieran.

Llegamos al pueblo y entramos en la taberna donde había conseguido la información. Mis muchachos entregaron el cadáver al encargado del local y le dije que la recompensa de aquel tipo podría ayudarlos un poco.

-Con que los Jigoku no Kaizoku…

El joven se quedó pensando durante unos momentos, Observo durante unos segundos a su compañera, al parecer no le parecía incomoda la idea e incluso él sabía que navegar por uno tiempo con personas fuertes no la caería mal.

-Si tu capitán no tiene molestia en tener al “señor de la guerra” en sus filas, no me molestaría navegar bajo su nombre, al menos por ahora.

Escucho la idea de entregar el cadáver del capitán a los lugareños, al principio la idea no le gustó mucho. Pero dentro de sí sabía que llevarle la contraria a Moja no era una buena idea, así que acepto, pero no sin antes darle un mensaje a los aldeanos del pueblo para que lo divulgaran en todo el mundo.

-¡Yo! Freites D. Alpha, el señor de la guerra. He tomado la vida de Mike el Carnicero y quiero que todos los piratas del mundo escuchan la voz dando a conocer mi siguiente mensaje: Pronto su territorio será mi territorio.