[Masivo] Encuentro en Water Seven.

Nos encontramos en Water Seven, la isla donde se encuentran los mejores carpinteros del mundo, lugar de nacimiento del Oro de Roger, el barco del Rey de los piratas.

Participantes:
-Los Piratas del Doblón
-Kasan
-Crea-viudas


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Me encontraba en Water Seven en busca de algun piratilla de poca monta, ultimamente habian venido pocos o muy fuertes, con lo que ya se me estaba acabando el dinero y necesitaba cobrar una recompensa ya.

Me encontraba en Water Seven, me habían enviado en busca de unos planos de navío, en concreto los planos del navío de los Piratas del Doblón, no se porqué al Gobierno le podía interesar esos planos, supongo que sería para buscar un punto debil en su estructura donde poder atacar en caso de enfrentarse a ellos,

Me infilltré como un carpintero mas, comencé a hacer trabajo con la madera mientras trataba de averiguar donde podrían guardar los planos de los barcos.

Mientras trabajaba le prengunte a un carpintero que estaba trabajando a mi lado.- Oye, ¿tu sabes donde está el despacho del capatáz? Verás, soy nuevo y necesito hablar con el. - obviamente si le preguntaba direcamente por los planos sospecharía, y lo normal sería guardar esos planos en el despacho del capatáz.

Cuando me lo dijera iría hacía alli, me claria y los robaría.

El enorme tamaño del capitán había provocado lo que tanto temíamos, el barco, tras soportar durante tanto tiempo este peso se había hundido por la parte en la que se solía tumbar.

Por suerte nos encontrábamos no muy lejos de Water Seven, que según Aspros, que parecía ser el único que se enteraba de las cosas relevantes, se trataba de una isla especializada en la reparación de barcos. Afirmaba que eran muy buenos en su oficio, pero yo seguía si saber cómo iban a arreglar ese estropicio.

Amarramos el barco casi destrozado. No sabía quién iba a bajar para encargarse de encontrar a alguien que pudiera arreglar el barco, pero lo que estaba claro era que Dromp no podía quedarse en él.

-A ver, gigantón sal del barco y espera sentado a que volvamos, y sobre todo ni se te ocurra romper nada. Me voy a buscar a los carpinteros ¿Quién viene conmigo?

Iba andando por las calles, viendo a la gente que circulaba por ellas, no habia nada especial, asique me asomé por la barandilla del nivel superior, el que esta por encima de los muelles y demás.

Desde ahi pude contemplar las zonas donde reparaban los barcos, y pude ver a un gigante, era dificil no verlo, y especialmente peculiar, no es comun ver a un gigante por ahí, y más ese.

Me sonaba de haberlo visto en un cartel, pero de tan lejos no podia verificarlo, asique me dispuse a bajar al nivel inferior y verlo de cerca.

Aunque el enorme respeto que el capitán profesaba por el barco era indiscutible, también lo era el hecho de que su "grandiosidad" estaba dejando mella en él. Los largos viajes, las constantes fiestas y la actividad de Dromp, habían hecho que la embarcación se encontrara en un estado ruinoso, por lo que decidimos tomar cartas en el asunto e intervenir antes de que nos hundiésemos en el fondo del mar.

De todos era bien sabido que si cualquier navegante quería reparar, conseguir o incluso desechar un navío, debía dirigirse sin dudarlo a Water Seven, la cuna de los mejores carpinteros que se podían encontrar en todo el Grand Line. Y era allí donde nos dirigíamos en aquellos instantes, aprovechando la poca distancia que nos separaba de ella.

Tardamos unas cuantas horas en llegar, las cuales Elizabeth no dudó en emplear para amonestar a Dromp sobre el deplorable estado del navío y de su irresponsable actitud hacia este. Tocamos tierra en la isla de chatarra, uno de los flancos de entrada de la isla que no era transitado normalmente por los ciudadanos, lo cual nos permitiría desembarcar sin causar ningún revuelo. Tras amarrar el barco, Eli bajó de él para emprender la búsqueda de alguien que consiguiera reparar la perla errante...

"A ver, gigantón sal del barco y espera sentado a que volvamos, y sobre todo ni se te ocurra romper nada. Me voy a buscar a los carpinteros ¿Quién viene conmigo?"

Las palabras de Elizabeth no causaron una gran conmoción entre los de la tripulación, pues parecía ser que en general no habían ánimos de adentrarse en la gran ciudad y caminar hasta encontrar alguna solución. Dromp, por su parte, comenzó a incorporarse de forma perezosa y pausada, se inclinó y saltó hacia tierra firme, en la cual volvió a tumbarse. Tras recomponerme del tambaleo que la anterior acción del capitán había ocasionado, me acerqué a uno de los laterales del barco y salté para situarme frente a Elizabeth.

-Yo iré contigo- dije- Estamos rodeados por una gran cantidad de desechos de antiguas embarcaciones, por lo que puedes entretenerte fácilmente- añadí mirando al capitán.

Tras unos segundos a la espera de que alguno más de la banda se sumara a nosotros, comenzamos a caminar hacia las puertas de la ciudad...

Mi barco... mi precioso barco destrozado por mi, destrozado por mi pero con amor.
Elizabeth propuso ir a Water Seven y con la poca vida que le quedaba a mi navío pudimos llegar. La segunda al mando me dijo que me quedara en el barco, últimamente había sido muy holgazán y quería moverme un poco, también hacía tiempo que no comía.



Cuando el joven de tez pálida y aquella gran pirata se bajaron del barco les dije: -Eh rufianes atolondrados, ¡no atreveros a iros sin mi!
Dicho esto me bajé del barco y empecé a andar junto a ellos, con mi espada al cinturón pero sin mi sombrero de capitán.

El clima era bueno, el cielo estaba despejado y los niños jugaban tranquilos por la calle, mis pasos tambaleantes hacían temblar levemente el suelo y mi sola presencia aterraba a más de alguno, tal vez fuera mi gran tamaño o tal vez fueran los carteles de Wanted que habían colgados por las paredes. Pero hoy estaba feliz, de vez en cuando sonreía y miraba a mis compañeros, en el fondo estaba contento por haber conocido a esos corsarios sin alma. Sinceramente, Elizabeth si que parecía una verdadera pirata, con esas pintas que tenía y su voz potente y desgarradora a la par que dulce eran de auténtico pirata. En cambio del chico de pelo cuyo nombre no recuerdo no parecía un pirata, casi ni me acordaba de su voz... pero hay gente que las matan callando. Y yo estaba seguro que el chico de pelo negro y piel blanca era un gran filibustero sanguinario, al igual que todos.
También hay que decir que me sentía muy a gusto en ese lugar, paseando entre las calles con sus enromes edificios que me llegaban por el hombro la mayoría. Mientras deambulaba también me gustaba ver el reflejo de mi cara en los grandes ríos que componían la ciudad... si alguna vez me retirara de la pirateria me gustaría terminar mis días en esta isla.

Uno de los carpinteros me señaló el camino, le di las gracias y me dirigí alli, una vez en la puerta intenté abrirla, pero estaba cerrada, necesitaba abrirla rapidamente y sin levantar sospechas.

Le dí un leve golpe a la cerradura y esta se abrió, entre rapidamente y comencé a rebuscar los planos del navió de los Piratas del Doblón, tras varios minutos no tuve exito en mi busqueda, lo unico que se me ocurría para conseguirlos era preguntarle directamente al propio capatáz.

Cuando me disponía a salir escuché unos pasos que se acercaban al despacho y unas voces, rapidamente me oculté debajo la mesa de despacho que había alli, aquellas personas entraron y coomenzaron a hablar sobre unos planos especiales, por lo visto había un compartimento secreto bajo la alfombra que llevaba a una sala donde escondían los planos de los navíos mas peculiares.

Salieron del despacho dejandome dentro con aquel tesoro tan interesante alli escondido, pronto me haría con los planos.

No sabía muy bien hacia dónde nos dirigíamos. Aquel lugar estaba repleto de carpinteros reparando barcos, pero todos parecían tener las manos ocupadas ¿Dónde narices se podía encontrar un grupo de carpinteros libres por allí? Aspros era un chico bastante responsable, así que pensé que sería mejor se encargara él de encontrarlos. A mí solo me apetecía meterme en una taberna y beber hasta no poder más.

-Oye huesitos, vamos a separarnos para abarcar más isla y ver si encontramos algunos carpinteros. Tú ve por la izquierda y el capitán y yo por la derecha ¿Vale? Venga hasta luego -dije haciendo que una planta emergiera del suelo y me elevara hasta el hombro del gigante.

Me puse en pie como pude hasta acercarme a la oreja de Dromp para asegurarme de que tan solo me oía él. -Y mientras nadie nos ve podemos ir a la taberna más carcana -le susurré con una sonrisa de cómplice.

Cuando pensaba que Eli y yo seríamos los únicos en adentrarnos en Water Seven, la voz de Dromp resonó por todo el lugar:

"Eh rufianes atolondrados, ¡no atreveros a iros sin mi!"-dijo mientras nos alcanzaba sin apenas dar dos pasos."

A pesar de lucir la imagen de una gran metrópoli enormemente transitada, famosa por su constante actividad y por su tren intermarítimo, la isla se encontraba en un estado muy tranquilo, en el que los niños jugaban despreocupados por las calles y la gente paseaba por los diferentes comercios con los que la ciudad contaba...o eso parecía. La inmediata presencia de Dromp hizo que la sosegada jornada de los ciudadanos se deshiciera completamente.

Tras un rato deambulando, llegamos a la zona donde se reparaban los barcos. Todos y cada uno de los carpinteros que nuestra vista lograba alcanzar estaban ocupados en la creación y reparación de otros navíos, por lo que nuestros planes se verían ligeramente retrasados.

"Oye huesitos, vamos a separarnos para abarcar más isla y ver si encontramos algunos carpinteros. Tú ve por la izquierda y el capitán y yo por la derecha ¿Vale? Venga hasta luego"

¿El capitan y la segunda al mando buscando juntos algo? Me permitía a mi mismo el lujo de dudarlo, y más si sabía que lo único que buscaban era una taberna en la que llenar sus cuerpos de alcohol.

-Me parece que la taberna más cercana está hacia la izquierda-dije mientras cerraba los ojos y esbozaba una ligera sonrisa en mi cara.

No me importaba que ambos se escabulleran de sus obligaciones, es más, lo prefería, pues la presencia de Dromp dificultaría en gran medida las cosas. Caminé hacia una nueva calle de embarcaderos, los cuales también se encontraban rebosantes de trabajadores ocupados. Los sonidos de los martillos golpeando la madera y de la maquinaria pesada no dejaban oír el ruido del exterior, mientras que el rebosante humo que salía de los hornos hacía que te lloraran levemente los ojos.

-Vaya, voy a tener que descentrar a alguna persona de su trabajo-pensé, entrando dentro de uno de los muelles y aproximándome a la persona mas cercana a la entrada- disculpe, puede reparar mi barco.

-No, estamos demasiado ocupados- dijo el trabajador sin ni siquiera mirarme- usted debe esperar por lo menos unas semanas.

-No le he preguntado- le cogí del hombro de forma amigable y le giré hacia mi- vas a reparar mi barco.

Ante la situación, otro de los trabajadores se aproximó hacia nosotros con la intención de separarme de su compañero.

-Tú, chaval, te ha dicho que...

Antes de que pudiera acabar le había apartado de mi propinándole una fuerte patada en el vientre, haciendo que retrocediera y cayera a unos pocos metros. Acto seguido, volví a mirar al interrogado, el cual temblaba como un flan.

-Como iba diciendo, mi barco necesita ser reparado, pues en su actual estado no puede ser utilizado para navegar.

- S-si señor, ahora hablo con el capataz.

Le solté y salió corriendo hacia un humilde despacho que se encontraba al fondo de la estancia. A los pocos segundos, salió el carpintero acompañado por un hombre de dimensiones considerables y con cara de malas pulgas, que parecía ser el que manejaba el cotarro. Se aproximó hacia a mí y me miró con una seriedad tan profunda como el mar, acompañando dicha expresión con unas toscas palabras:

-Tú barco no va a ser reparado por ninguno de mis hombres.

Miré hacia arriba en un vano intento para mirarle a los ojos, más lo único que pude ver fueron dos enormes arrugas que se extendían a lo largo de su cara, a modo de enfado.

-Vaya, en esta lugar tenéis un problema diferenciando frases interrogativas y afirmativas.

Giré rápidamente hacia un lado y le golpeé con fuerza la rodilla izquierda para desequilibrarlo y así agarrar su cabeza y empujarla contra el suelo. Después, me senté sobre él y miré al trabajador de nuevo.

-Bueno, el capataz ya no es un problema.

-...- parecía que a aquel hombre le iba a dar un ataque al corazón de lo conmocionado que se encontraba- S-sin los planos de su barco no podemos iniciar la reparación.

-Es la Perla Errante.

Sus ojos se abrieron como platos al escuchar dicho nombre. Al igual que él, el resto de los trabajadores centraron su atención en la conversación, llegando incluso a dejar caer sus herramientas al suelo de la impresión.

"¡Ese es el barco de aquel gigante!"-gritó uno de los carpinteros del lugar-"¡No debemos enojarlo, si no su furia podría destruir todo el embarcadero!"

"¡Se rumorea que ha sido avistado en la isla!"-continuó otro de los trabajadores- "Seguro que este joven es uno de sus tripulantes"

Tras aquellas palabras, todo fue sumido en un caos. Algunos salían corriendo del muelle, en busca de un lugar seguro en el que refugiarse, mientras que otros usaban sus caracolófonos para contactar con la marina. Por mi parte, me levanté del capataz y salí tranquilamente por la gran puerta, para dirigirme a algún otro lugar más tranquilo en el que despejarme y evadirme de aquel escándalo sin sentido.

A Elizabeth se le ocurrió una fantástica idea... y yo la apoyaba claro está, el muchacho huesudo parecía muy responsable.
Pero lo que más me sorprendió fue la reacción del susodicho: ''-Me parece que la taberna más cercana está hacia la izquierda''
Bueno, pues si todos estaban de acuerdo no habría problema alguno, así que Eli y yo nos dispusimos a ir a una taberna para bebernos todo lo que tengan.

Cansados ya de buscar taberna nos paramos en una calle un tanto estrecha para mi.
-¡RAAARGH! Ya nos hemos vuelto a perder
Dicho esto alcé el puño y le propiné al edificio de mi derecha un golpe tan potente que no solo lo derribé, sino que también lo mandé volando hasta la otra punta de la isla. [AMF]
La gente empezó a gritar, si no lo estaban haciendo ya de antes, y empezaron a gritar mi nombre.

-¡ES MAREA DROMP! ¡Viene a conquistar esta isla con su tripulación, ESTAMOS PERDIDOS!

-Lo siento Elizabeth, me da que va a empezar la fiesta.También suponía que toda mi tripulación, incluyendo al chico de pelo largo habían visto al edificio volador.

Parecía que Aspros nos leyó el pensamiento, antes de que pudiéramos escaquearnos nos dijo dónde podíamos encontrar la taberna más cercana. Parecía que no le importara desprenderse de nosotros, de hecho, parecía encantado. Maldito huesudo, y que fuéramos una molestia.

Nos dirigimos hacia la dirección que nos había indicado Aspros, pero nuestro sentido de la orientación no era muy bueno que digamos, y pronto acabamos en mitad de la isla y sin avistar una mísera taberna.

De repente, el capitán alzó su puño y en un abrir y cerrar de ojos un edificio estaba surcando los cielos, con el consecuente alboroto de los ciudadanos que huían despavoridos par salvar sus miserables vidas.

-¿¡Pero qué cojones...!? -le grité al capitán tras haber lanzado el edificio por los aires. -Vamos a ver, a mí también me encanta provocar el caos pero ¿¡Me puedes decir cómo vamos a salir de aquí con el barco destrozado!?

El daño ya estaba hecho, lo debíamos procurar ahora era aprovecharnos de la confusión y del temor para que nos lo reparasen lo antes posible. -Vamos gigante, tenemos que encontrar a todos los carpinteros que podamos y obligarles a reparar el barco antes de que la cosa se ponga fea.

De mis manos hice que aparecieran unas resistentes lianas, y aún desde los hombros del capitán hice que agarraran un grupo de carpinteros que estaban por el lugar, tal vez buscando piezas, o dirigiéndose a su lugar de trabajo. Los levanté hasta tenerlos en frente y comencé a contar para mis adentros. Uno, dos, tres, cuatro. Bueno, por algo se empezaba.

-Venga gigante, hacia el embarcadero. Y vosotros -dije mirando a los carpinteros. -Más os vale repararnos el barco lo antes posible cuando lleguemos si no queréis que estas plantas os empalen por diferentes lados lentamente.

Mientras el gigante caminaba, o más bien arrasaba, iba recolectando carpinteros. Cuantos más fueran más rápido trabajarían.

Las calles ya no eran tan tranquilas desde el alboroto producido en el dique 3. Me encontraba bastante alejado de aquel lugar, con la intención de encontrar comercios en los que obtener algún tipo de objeto que pudiera ayudarnos a lo largo de nuestra travesía. El mercado de la ciudad poseía una extensa gama de tiendas en las que podrías encontrar lo que siempre habías soñado, desde hortalizas hasta armas letales, eso sí, a precios escandalosamente elevados. Mientras caminaba por una de las aceras, alerta para no caer en uno de los miles de canales que atravesaban la ciudad, vi como una enorme sombra sobrevolaba mi posición y seguía avanzando con energía. Alcé mi vista y con sorpresa pude ver que se trataba de un edificio el que producía aquella oscuridad momentánea.

-Dromp...-concluí al percibir en la cara izquierda del edificio un agujero con forma de puño gigante.

Avancé en dirección contraria al vuelo del edificio para reencontrarme con mis camaradas y así tener más posibilidades de existo en la misión. Tras un rato corriendo, un fuerte eco recorrió todas y cada una de las calles de la gran metrópoli, haciéndose escuchar por toda la gente que en ella se encontraba:

"ALERTA, UNA BANDA DE PIRATAS SE HA ADENTRADO EN LA CIUDAD. QUE NO CUNDA EL PÁNICO, LA MARINA HARÁ TODO LO QUE ESTE EN SUS MANOS PARA APRESARLOS. FIN DEL COMUNICADO"

Se trataba del sistema de megáfonos instalados a lo largo de puntos estratégicos de la ciudad. Ya no cabía duda de que nuestra presencia era sabida por todos, por lo que no había necesidad de intentar pasar desapercibidos. Seguí corriendo en busca del reencuentro, aunque mi avance se veía entorpecido por la gente que corría de un lugar para otro sin control, presa del miedo. Llegué al lugar en el que el edificio fue arrancado de su base por un puñetazo, pero ni Dromp ni Eli se encontraban en él, tan solo un grupo de carpinteros agitados.

"¡Quiere que reparemos su barco, pero ni siquiera sabemos donde esta!"-gritaba un trabajador mientras se agarraba fuertemente la cabeza con las manos-"¡Si no lo hacemos rápido, volverán a por nosotros y...y..."

-Esta en la isla de chatarra- dije acercándome al chico.

Todos se sobresaltaron ante mi presencia, parecía ser que no se habían percatado de mi hasta aquel momento.

"TUUU"-gritaron todos al unísono- "EL DE ANTES"

Retrocedieron unos metros, mirándome con ojos repletos de desconfianza y miedo.

"¿En la isla de chatarra dices?"-una voz dijo a mis espaldas.

Cuando me giré pude ver que se trataba de aquel chico al que interrogué anteriormente y forcé a presentarme al capataz. No parecía asustado de mi, más bien todo lo contrario.

"Lo repararemos, pues"- hizo una señal a sus compañeros, a la cual todos respondieron con un movimiento de cabeza, aunque no sin antes dudarlo por unos instantes- "No se cuanto tiempo nos demoraremos, pero lo arreglaremos lo más rápido posible"

Acto seguido, todos los presentes se fueron corriendo en dirección a la Perla Errante. Aquel chico estaba lleno de fuerza y determinación...me recordó a como era antaño mi hermano mayor. Por mi parte, me dirigí hacia el embarcadero con la esperanza de encontrar a mis compañeros de alboroto...

"¡EH, TÚ!"

De nuevo una voz a mis espaldas, aunque sabía de sobras de quien se trataba. Al darme la vuelta mis sospechas fueron confirmadas: era aquel capataz bravucón, el cual sujetaba una enorme hacha con sus grandes manos y se encontraba acompañado por dos marines equipados con escopetas.

"No intentes huir"- dijo acompañando sus palabras con gesto burlón-"¡Pagaras por lo de antes!"

-...- aquel hombre no sabía cuando rendirse. Tal vez en había pensado que con la ayuda de dos marines podía reducir la abismal distancia que se encontraba entre nosotros, pero no podría imaginar lo equivocado que estaba.

Comencé a caminar hacia ellos tranquilamente, con los brazos cruzados y mis ojos fijos en el capataz. Este en respuesta, abrió más sus ojos y retrocedió unos pasos.

"N-no te la juegues conmigo muchacho"

Mi paso no se vio frenado por aquellas palabras, es más, parecía que era más firme y decidido que antes. Los marines por su parte levantaron sus armas y me fijaron con la intención de dispararme. Cuando ya me encontraba a una distancia muy reducida de ellos, me miró con rostro sereno y sentenció a modo de susurro:

"Tu vida acaba aq..."

Antes de que pudiera acabar la frase, esprinté hacia el marine que más cerca se encontraba de mi y aparté su arma hacia un lado golpeándolo con mi mano derecha. Mientras, con la izquierda agarré fuertemente su hombro y me propulsé para dar una vuelta sobre él y situarme a sus espaldas. La velocidad del movimiento no le posibilitó reaccionar, lo cual me permitió tirar de él y empujarlo hacia el canal situado a nuestro lado.

Ante la situación, el hombre cargado con su hacha la alzó y arremetió fuertemente contra mi, a lo cual respondí saltando hacia atrás. De esa forma, el hacha se quedo encajada en el suelo y él desprotegido ante mis movimientos. Me abalancé sobre él y le propiné una fuerte patada en la cara, estampándolo contra la pared más cercana y dejándole inconsciente. El otro marine, atónito, recuperó la compostura y comenzó a dispararme a destajo. Me oculté rápidamente tras el mastodonte para no ser alcanzado por las balas y esperar a mi oportunidad para atacar.

"¡SAL CON LAS MANOS DONDE PUEDA VERLAS!- gritó el marine mientras cesaba el tiroteo.

Aquella pausa pareció que se extendió durante horas, en las cuales se escuchaba la jadeante respiración del marine y el chapoteo de su compañero.

-Mis manos pueden estar en muchas partes...marine- sentencié mientras hice aparecer dos brazos esqueléticos junto al hacha. Seguido, la agarraron fuertemente y tiraron de ella, sacándola del suelo y lanzándola con fuerza contra el enemigo.

-¡QUE DIABLOS!- asustado ante la situación, el marine intentó comenzar a correr, pero en fue en vano, pues el hacha que se dirigía hacia él se hundió con fuerza en su pecho. De su boca ahora solo salían borbotones de sangre que teñían su uniforme de un color carmín intenso.

Cayó al suelo inmediatamente, produciendo un fuerte ruido con el que dio fin a su vida. El otro marine, mientras tanto, ya se había incorporado y me apuntaba con su arma, repleto de ira ante la muerte de su compañero. Sin pensarlo dos veces intentó dispararme, más fue inútil, pues su escopeta estaba mojada y la pólvora inutilizada. Me acerqué a él y agarré su cabeza con mis manos, para después girarla bruscamente y romperle el cuello.

-...-me quedé parado por unos momentos para observar los cuerpos que se encontraban tendidos en el suelo, y acto seguido continué andando hacia el embarcadero para reunirme con los piratas del Doblón.

¿Correr? Ese no era mi estilo... ¿para qué correr cuando puedes ir andando tranquilamente por las calles viendo como mujeres con sus hijos van corriendo aterradas a sus casas? ¿Para qué correr cuando puedes ver a esas ratas marines dispuestas a darte caza... cuándo puedes ver ese color carmesí tan puro manchando el suelo y las paredes? No merecía la pena correr... era un gasto de energía innecesario, así que yo iba andando mientras Elizabeth, que estaba enfadada en mi hombro, iba recogiendo carpinteros.

De repente, cuando íbamos a girar la esquina para tomar la calle que llevaba al embarcadero nos tendieron una trampa. Un pelotón de la marina se había atrincherado en la avenida.

-Elizabeth, baja de mi hombro y tápate los oídos... estos miserables se van a enterar -Le susurré con cara de muy pocos amigos.

Cuando Eli bajó de mi hombro y se protegió los oídos alcé las manos en señal de entrega... pero esos corruptos ni me quisieron capturar. Toda la legión empezó a dispararme en el pecho y en la cabeza... yo no gritaba, ni me quejaba, simplemente dejaba que las balas atravesaran el pecho y que la sangre saliera disparada. No pude aguantar el dolor y caí de rodillas.
A saber cuantos cientos de proyectiles me impactaron tanto en torso como en la cabeza.

-¡Venga chicos! Ya casi hemos acabado con el gigante, ahora vamos a por la chica.

-Eh capullos de mierda... ¿cuándo me toca a mi? -Dije cabizbajo con una sonrisa mientras el sudor y la sangre bajaban lentamente por mi cabeza y yo me iba levantando poco a poco.

-¡EL GIGANTE! ¿¡CÓMO PUEDE SEGUIR VIVO!? ¡A que esperáis! ¡FUSILARLE!

Sin dejarles tiempo a reaccionar cargué mis pulmones de aire y empecé a gritar todo lo fuerte que podía.

-¡RAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGHH!

El tono al que llegué era tan potente que los marines tuvieron que tirar sus fusiles al suelo para taparse los oídos... a otros simplemente les explotó la cabeza. El suelo se empezó a agrietar y los edificios explotaban sin control.

-¡YAAAARGH! ¡CABRONES! -gritaba sin control alguno mientras me abalanzaba sobre los pocos marines que quedaban vivos.
Los supervivientes murieron aplastados a puñetazos, o simplemente chafados contra la pared por algún violento empujón... se lo tenían merecidos.

Gente corriendo aterrada, los marines tras nosotros.... La adrenalina se apropiaba poco a poco de mi cuerpo. Cada vez podía ver cómo más marines se enredaban en mis lianas para acabar viniendo a repararnos el barco.

De repente, unos marines comenzaron a disparar al capitán, el cual me mandó bajar de sus hombros y taparme los oídos. Me imaginé lo que pensaba hacer y no me bastaría con eso. Rápidamente bajé de sus hombros gracias a una rama me emergió del suelo y me agarró para llevarme a tierra firme. Una vez con los pies en la tierra, hice que una capa de dura corteza me recubriera la cabeza y sobre todo los oídos.

Segundos después, un sonido que percibí distorsionado hizo que los marines soltasen sus armas y quedasen indefensos. Pero al parecer al capitán no le bastaba con esto y aplastó a los que no habían sucumbido ante su potente grito. Si pensaban que iba a ser tan fácil vencer a un gigante con unos simples disparos a llevaban clara.

Unos pocos marines se habían librado del ataque del capitán y huían velozmente y con una mueca de terror en el rostro. Seguramente irían a pedir refuerzos, pero no se lo permitiría. Del suelo brotaron unas ramas que se dirigieron aún más veloces que los marines hacia sus corazones.

Tras haber vencido a esos inútiles volví a subir al hombro del capitán, aún con los carpinteros amarrados en las lianas provenientes de mis manos.

-¿A qué esperas para seguir caminando? -le pregunté al gigante sin poder contener una sonrisa maliciosa.

Mientras el capitán continuaba su camino hice que unas hojas se dirigieran hacia sus heridas provocadas por las balas, y una vez cubiertas de las hojas brotaron unas pequeñas ramas que penetraron en la herida para sacar las balas mientras la hoja hacía que perdiera menos sangre. Por suerte las heridas no eran graves y se podían tratar fácilmente y sin conocimientos sobre medicina.

¡RAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGHH!

Aquel fuerte estruendo, supuse provocado por el capitán, recorrió todas y cada una de las calles de los alredores, haciendo que hasta los cristales de las ventanas estallaran en mil pedazos. Eso, y los ruidos de disparos confirmaban la cercanía de mis compañeros a mi posición. Giré hacia la derecha y seguí todo recto, corriendo a través de las extensas calles de Water Seven para alcanzar el lugar en el que residía la acción.

Cuando llegué, vi las espaldas de mis camaradas, los cuales, tras haberse encargado de un grupo cuantioso de marines, proseguían su camino hacia el embarcadero. La escena desprendía un antinatural color carmesí, que teñía tanto las paredes de las casas como el agua que circulaba por los canales. Los cuerpos sin vida de los marines reposaban en todas partes, haciendo difícil incluso poder dilucidar el suelo.

"¿A qué esperas para seguir caminando?"- dijo Eli mientras sanaba lo que parecían ser heridas de bala, de las cuales brotaba sangre en cantidad como si se tratara de un gran barril de cerveza con agujeros.

-¡¡EH!!-grité para llamar su atención.

Dromp, como era de esperar no advirtió mi presencia, pero Eli, que se giró bruscamente hacía mi posición, me vio y me tendió una de las lianas que colgaban de los hombros del gigante.

"Sube huesitos"-dijo animada y llena de energía.

Parecía ser que la reciente actividad había hecho que se llenara de adrenalina y buscara más camorra de la que ya había recibido. Tras alcanzar el hombro del capitán, me senté y le hablé directamente al oído, asegurándome así de que en esa ocasión sí me escuchara:

-Habéis causado un gran revuelo tú y tu edificio volador.

Mi pecho sangraba en cantidad, y las balas que se habían quedado incrustadas en él salían lentamente.

-Arrgh señorita Jane, no preciso de la ayuda de nadie y eso lo deberías saber bien -dije con el ceño fruncido mientras las heridas eran tapadas con gruesas hojas que iba creando la segunda al mando.

Teníamos que reparar mi navío cuanto antes para irnos de ese apestoso lugar, así que era menester darnos prisa. En el camino se nos unió el muchacho de pelo negro.
-Habéis causado un gran revuelo tú y tu edificio volador.

-Si, si, todo lo que tu digas...niño -le dije con un tono muy borde. -Por cierto... ¿cómo te llamabas?

Me iba dirigiendo con paso firme al muelle en el que tenía mi nave amarrada... sentía una gran necesidad de volver a ponerme mi sombrero de capitán pirata.

A pesar de intentar ayudar al gigante con sus heridas, contestó de malas maneras rechazando mi ayuda, aunque eso era de suponer.

-Pues si tan macho eres carga tú solito con el dolor -dije sacando repentinamente las raíces de las heridas. Las balas ya habían sido extraídas, pero aquel acto haría que el capitán se retorciese de dolor, y la idea me gustaba.

Continué con la tarea de recolectar carpinteros a nuestro paso, hasta que finalmente nos aproximamos al barco. Aspros ya estaba allí y lo único que hizo fue pegarle la bronca al capitán por causar tal revuelo en la isla, aunque tampoco parecía estar pasándolo mal. Dromp contestó a su reprimenda de malas maneras, no parecía estar de humor, por el contrario yo lo estaba pasando como nunca.

Dromp continuó caminando hasta llegar al barco. En aquel momento solté a los carpinteros, teniendo cuidado para que no se escapasen, y les comencé a dar las órdenes.

-¡En el barco solo tenemos un jodido agujero, no quiero que construyáis un palacio dentro ni nada por el estilo, tan solo tapad el boquete lo más rápido que podáis si no queréis perder la vida ni que destruyamos esta apestosa ciudad, y si considero que alguien no trabaja todo lo rápido que podría que se vaya preparando para hacerle una visita a sus muertos, y que no le quepa duda de que partirá de la manera más dolorosa! ¡Qué cojones miráis, a trabajar! -dicho esto los carpinteros se pusieron manos a la obra sin rechistar y sin perder un segundo más. A este paso esperaba que terminaras antes de que los marines pudieran alcanzarnos.

"Si, si, todo lo que tu digas...niño. Por cierto... ¿cómo te llamabas?"

Dudaba en gran medida que alguno de mi banda recordara mi nombre, pero a mis ojos se trataba de un acuerdo sin palabras: ellos no recordaban mi nombre y a mi no me importaba cual fuera el suyo. Todos contentos. La pregunta del capitán quedó suspendida en el aire, pues mi atención fue inmediatamente captada por la gran cantidad de hombres que llevábamos arrastrando dentro de una red creada por Elizabeth. De aquella maraña de personas solo se podían escuchar quejidos y lamentos por lo que les pudiera ocurrir una vez que hubiesen realizado su cometido, aunque dicho albedrío quedaba eclipsado por la molesta sirena de emergencias de la isla, que no había dejado de sonar desde nuestra intromisión.

Tras una corta pero intensa caminata, Dromp llegó hasta el lugar en el que habíamos dejado el barco atracado horas atrás. Eli por su parte dejó caer de forma brusca el saco de hombres, lo liberó y les bombardeó con una constante ráfaga de órdenes:

"¡En el barco solo tenemos un jodido agujero, no quiero que construyáis un palacio dentro ni nada por el estilo, tan solo tapad el boquete lo más rápido que podáis si no queréis perder la vida ni que destruyamos esta apestosa ciudad, y si considero que alguien no trabaja todo lo rápido que podría que se vaya preparando para hacerle una visita a sus muertos, y que no le quepa duda de que partirá de la manera más dolorosa! ¡Qué cojones miráis, a trabajar!"

A mi entender era desconocida la causa, pero los carpinteros, nada más ser puestos en libertad, fueron corriendo hacia el deteriorado barco y se pusieron manos a la obra para arreglarlo: tal vez sus ganas de vivir superaban con creces el miedo que les pudiera inducir Elizabeth o el capitán. Los miembros restantes que se encontraban en el navío no se habían percatado de la presencia de los trabajadores, pues seguían profundamente dormidos desde que los tres partimos en busca de ayuda.

-Las reparaciones llevan su tiempo- dije mientras me giraba hacia Elizabeth- es de esperar que no lo logren antes de que la marina nos localice e intente eliminarnos.

Al acabar de hablar, miré hacia el interior de la ciudad. Una enorme nube de humo se expandía con fuerza por sus calles, convirtiéndose en un tatuaje muestra de nuestra actividad. La sirena seguía alertando la situación anómala, pero debido a la distancia a la que nos encontrábamos se había convertido en un leve susurro de anormalidad. De pronto, un grupo de sombras salió de la ciudad a gran velocidad, rumbo hacia nuestra posición. Mis camaradas, como era de esperar, no perdieron el tiempo y adoptaron posiciones ofensivas para estar preparados en el caso de que se tratara de marines...pero se equivocaban.

-...-cuando logré percibir de forma nítida las sombras, un sentimiento de sorpresa de abordó.

Se trataba de aquel pequeño grupo de carpinteros del muelle que había visitado con el fin de encontrar a alguien que reparara la Perla Errante. El pequeño conjunto se encontraba liderado por aquel chico que había tenido las suficientes agallas como para dirigirse al hombre que había pateado el trasero de su capataz.

-No son enemigos- señalicé mientras hacia que Eli bajara su daga- son más carpinteros.

Tras la espera de su llegada, se situaron ante nosotros, ocultando tras una expresión seria el miedo que recorría cada célula de sus cuerpos.

"Sentimos el retraso"- anunció el cabecilla, y acto seguido se unieron a sus compañeros para proseguir con la reparación.

Era increíble como el amor por su ciudad había hecho que estos hombres, a costa de sus vidas, acudieran a la cita que, supuse, no vendrían en pos de la longevidad.

Aspros tenía razón. Era casi imposible que aquellos carpinteros que había logrado traer hasta el barco lo repararan antes de que la marina diera con nosotros. Como último recurso tendríamos que hacer tiempo distrayéndolos hasta que los carpinteros terminaran su tarea.

La ciudad se había visto sumergida en el caos en un abrir y cerrar de ojos, la gente huía despavorida y se resguardaba con prisa en sus casas. Todo este follón se debía en gran parte al estúpido del capitán ¿A quién se le ocurre lanzar una casa volando y atacar por doquier a la gente con la que se cruzaba mientras teníamos el barco roto? No teníamos escapatoria, pero al menos tendríamos que intentarlo.

Cuando ya pensaba que los marines nos habían encontrado y me estaba dispuesta a atacar, las palabras de Aspros me hicieron ver que en efecto, se trataba de más carpinteros que o había hecho venir él, o habían venido por su cuenta para salvar a sus compañeros y su ciudad.

Mis esperanzas de poder escapar a salvo de aquel lugar iban en aumento, aunque no estaba claro del todo que pudieran reparar el barco tan rápido, aunque quién sabe, por algo se dice que son los de esta ciudad son los mejores carpinteros.

-¡Y tú! -le grité al capitán. -Ni se te ocurra a volverla a cagar de esta manera, gigante descerebrado. Como palmemos por tu culpa te haré resucitar para volverte a matar.

Intenté decir esto con la expresión más severa que pude, pero tal vez por los nervios, o porque realmente lo estaba pasando bien con los inútiles de mis compañeros, no puede evitar que una risotada se escapara de mis labios.

En un abrir y cerrar de ojos todos los carpinteros se pusieron a trabajar mientras Elizabeth les daba órdenes, también es menester decir que aquel chico no me había dicho su nombre aún.

-¡Y tú! -me gritó la señorita Evol muy enfadada. -Ni se te ocurra a volverla a cagar de esta manera, gigante descerebrado. Como palmemos por tu culpa te haré resucitar para volverte a matar.

Me enfadé muchísimo y desenvainé mi espada. -¡COMO OSAS GRITAR A TU CAPITÁN MALDITA RATA SUCIA! CREO QUE TE HE DEJADO LO SUFICIENTE PARA QUE CAPITANES POR MÍ -le grité muy furioso haciendo que los cristales de los edificios cercanos a nosotros explotaran.




Dicho esto me giré veloz y empecé a cargar mi espada de energía espiritual, mi cuerpo empezaba a emanar un aura extraña, de color azul verdoso, y en un instante empecé a lanzar ondas cortantes a todos los edificios que tenía enfrente, tumbando tres de ellos.
-¡Y AHORA TRABAJAD ESCORIA HUMANA! Si vienen los marines antes de que vosotros hayáis terminado os quitaré la piel y con eso me haré un jodido parche para mi bota, y luego os comeré... ¡VAMOS!
El miedo que infundí a esos carpinteros pareció surgir efecto, todos empezaron a trabajar mucho más rápido que antes.

"¡COMO OSAS GRITAR A TU CAPITÁN MALDITA RATA SUCIA! CREO QUE TE HE DEJADO LO SUFICIENTE PARA QUE CAPITANES POR MÍ"

Aquel ensordecedor grito hizo que las ventanas de los edificios de los alrededores se quebraran en mil pezados. Los carpinteros, a modo de acto reflejo, soltaron sus herramientas y se taparon los oidos para reducir el impacto acústico, con escasos resultados.

"Y como buen capitán hago lo que me da la gana"- continuó el capitán con un tono mucho más suave.

Tras aquellas palabras, Dromp comenzó a acumular energía, cuya representación física poseía una tonalidad azul verdosa un tanto antinatural. Acto seguido, proyecto con su españa dicha energía en forma de ondas cortantes que se dirigieron velozmente hacia la primera línea de edificios más cercana a nosotros, derribando tres con un solo movimiento. Los trabajadores, que permanecían inmoviles, cerraron sus ojos con fuerza para evitar aquella horrible visión de destrucción. La caida de los edificios provocó una fuerte oleada de polvo y escombros que se dirigía hacia nosotros. Dromp inhaló fuertemente aire, inchando de gran manera su pecho, para luego expulsar de forma brusca una corriente de viento que sofocó el fenómeno.

"¡Y AHORA TRABAJAD ESCORIA HUMANA! Si vienen los marines antes de que vosotros hayáis terminado os quitaré la piel y con eso me haré un jodido parche para mi bota, y luego os comeré... ¡VAMOS!"

El miedo inundaba sus cuerpos, por lo que no lo dudaron ni un segundo y reemprendieron su labor para acabarla lo antes posible. Les observé durante unos instantes y después dirigí mi mirada a Dromp, el cual miraba el cielo como si nada acabase de ocurrir.

-Dromp -pensé- tu impulsividad hará que nos descubran.

Dicho y hecho. En la lejanía, tras los escombros de los edificios, comenzaban a agruparse un conjunto de sombras cada vez mas cuantiosas, las cuales presumía que pertenecían a los marines.

-¿De verdad pensabas que podríamos irnos de aquí sin ser descubiertos estando con él?- dije a Elizabeth mientras señalaba a Dromp.

El capitán estaba fuera de control, y no se le ocurrió otra cosa que empezar a lanzar ondas cortantes a los edificios, por si fuera poco el jaleo que se había montado por su culpa.

-¡ME CAGO EN TU **** MADRE! ¡Esta es la última vez que haces una tontería semejante! ¡Y le vas a gritar a quien yo me sé **********!

Tras decir esto, unas de las lianas más gruesas y duras que podía crear se abrieron paso entre el asfalto para ascender por las piernas del capitán y rodearle por completo. Sabía que podría cortarlas en un principio, así que me aseguré de vigilar si intentaba cortarlas para que a pesar de ello se regeneraran y siguieran su camino. Lo siguiente que atraparía serían sus brazos para que no obstaculizara su avance, y finalmente, se meterían por la boca para que no pudiera pronunciar palabra.

Me había distraído por culpa del gigante y había descuidado nuestra misión principal, pero confiaba en que Aspros no les hubiera quitado ojo de encima. De todas maneras no creo que se hubieran atrevido a desobedecernos, cada vez estaban más asustados.

Entonces, una voz sonó a mi derecha -¿De verdad pensabas que podríamos irnos de aquí sin ser descubiertos estando con él? -dijo Aspros.

No entendía a lo que se refería hasta que me fijé en los marines que se aproximaban a nosotros. Hice que las plantas soltaran velozmente a Domp para que pudiera acabar con ellos. -Luego ya me seguirás gritando, ahora acaba con los marines antes de que nos alcancen.

Acto seguido me giré hacia los carpinteros -¿Y a vosotros cuánto os falta?

... y que la sal lama tus heridas.

Por fin, después de tres días sin salir de la bodega, sin comer, sin beber y sin dormir, escondida detrás de una pila de barriles de ron, había acabado mi última canción. Como siempre, mientras estaba sumida en mi inspiración, me convertía en una torbellino de emociones sin ningún control alguno. Cuando terminaba, una ola de energía contenida me recorría por dentro y mi cuerpo pedía acción.

Llena de orgullo, dejé la emborronada partitura sobre un barril y me estiré como una gata después de su siesta. Fue entonces, cuando comencé a escuchar los ruidos de martillos y serruchos trabajando, pero no les dí importancia.

Con paso firme, abandoné la bodega y me dirigí al camarote para guardar la ropa que siempre me ponía para componer; mi camisón andrajoso y lleno de manchas de tinta y mis calcetines a rallas de diferente color, cuanto antes los guardará donde nadie pudiera verlos, mejor.

Entré sigilosamente, ya que dentro había gente durmiendo, y me cambié en seguida ¡Qué bien sentaba ponerse las botas de nuevo! La falda, la camisa y el corsé llegaron después, y con ellos, la Arya de la inspiración se fue a dormir hasta que le tocará despertarse de nuevo.

El ruido ensordecedor que provenía del exterior y las ganas respirar aire puro hicieron que prácticamente volara hacia la cubierta. Algo me decía que iba a tener la acción que necesitaba...

¡RAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGHH!

Un horrible sonido me tiró de la cama, muy literalmente; ya que del susto salí del séptimo sueño a la velocidad de la luz y pegué un brinco cayendo al suelo. Maldita sea, estaba teniendo un sueño precioso, con una cocina de cristal donde las sartenes eran de oro y los cuchillos tenían diamantes incrustados.

Esa grito sonaba como la voz del capitán. También podría haber sido el sonido de una isla al partirse en dos o la señal del fin del mundo.

En la oscuridad del camarote distinguí la silueta de Erika, acostada y tapada hasta la nariz por las sabanas, pero por mucho que la zarandee no se movió. Lo mejor que podía hacer era dejarle dormir, si pasaba algo grave ya la despertaría después. A Arya que la jodieran.

Me vestí y salí a la cubierta. No vi a ninguno de mis compañeros. Ni siquiera al capitán, y mira que es difícil no ver al capitán.

-Esos hijos de puta se han ido a por diversión y me han dejado aquí -refunfuñe.

Di una vuelta por cubierta y entonces me topé con un desconocido. Era un hombre de unos veintimuchos o treinta y pocos años, vestido con un mono de trabajo algo desgastado y que llevaba una barba oscura de varios días sin afeitar. Estaba inclinado sobre la barandilla de barco y llevaba una caja metálica bastante grande. ¿un ladrón?

-¿Quién cojones eres tú?

El hombre dio un respingo al oírme y se dio la vuelta. En cuanto me vio abrió los ojos como platos y empezó a temblar como un flan.

-¡N-no me hagas daño, por favor! ¡Estoy trabajando muy duro, c-como la señorita ordenó! -dijo tartamudeando y haciendo aspavientos con las manos.

-¿Qué señorita ni qué aborto de kraken?

Antes de que el tipejo pudiera soltar otra chorrada, le derribe de un puñetazo. Se quedó tirado sobre los tablones, inconsciente y con un hilo de sangre cayéndole por la boca entreabierta. Entonces me pareció ver unas siluetas en tierra que podrían ser las de Elizabeth y Aspros.

-¡Eh, tíos! ¡Se nos está colando gentuza en el barco!

Al acercarme más pude ver donde estábamos y la mandíbula se me desencajó del susto. El barco estaba rodeados de tipos que no había visto en mi vida, el capitán se retorcía en el suelo, amordazado por unas plantas como si fuera una enorme morcilla gris y un poco más allá había una montaña de escombros de los que parecía que alguna vez fueron edificios.

-¡¿Alguien me va a explicar en que problema del copón nos hemos metido ahora!?

¡AH DIOS MÍO ODIO LAS PLANTAS!

Dicho esto noté como unas grandes ramas o lo que fueran me empezaban a momificar y yo, asustado y confuso, caí al suelo como un árbol talado.

¡KABOOM!

Entre la muchedumbre pude escuchar un golpe y una voz que a mi parecer era muy masculina para pertenecer a una mujer gritar... debería ser la cocinera. No le dije nada porque pude ver a un gran grupo de marines correr entre las ruinas.

-Luego ya me seguirás gritando, ahora acaba con los marines antes de que nos alcancen.

Y que se lo creía ella... a mi nadie me manda órdenes porque YO era el capitán.

-Señorita Jane, es poco apropiado que usted me ordene cosas... así que no le voy a obedecer como bien entenderá... y si no lo entiende me dará absolutamente lo mismo PORQUE AQUÍ MANDO YO.

Entonces sin mirar a nadie me giré veloz como el viento y atrapé con mi mano a Unity, que no paraba de gritar. Apretándola le grité: -¡PARA DE GRITAR Y PELEA!
Y realicé una acción que no esperaría ninguno de la banda, ni siquiera yo... bueno si soy sincero no se porque hice aquello.

La lancé volando hacia la guerrilla marine que corría hacia el muelle, a unos... 30 metros, tal vez alcanzaría los 130 kilómetros la hora, ya tenía que agarrar bien fuerte el hacha y bueno... lo más probable es que muriera de la manera más desagradable, pero por suerte y si mi puntería no fallaba iba a caer encima de unos 30 hombres corriendo, y sería rodeada por otros 20 que hacían guardia entre los escombros. Bueno, eso amortiguaría el golpe.

-¡VAMOS TODOS! A POR LAS RATAS MARINES O UNITY MORIRÁ