Hitsugaya Toshiro
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Se estiró mientras miraba la gigantesca puerta que daba a la capital de Isla Dawn, el Reino de Goa. Había estado descansando en los alrededores del reino, pero nunca se había interesado en entrar, pero… Quizás era buena idea hacerlo antes de irse. Después de todo, no tenía mucha cosa mejor que hacer y era lo único que no había terminado de conocer. Se quedó de pie, de frente a la puerta. Se amarró bien la espada a su espalda y empezó a caminar. Si no armaba ningún lío, podría pasarlo bien… O eso esperaba. Sabía que era una posibilidad algo remota porque podía meterse en problemas con facilidad, pero confiaba en que no sería así. Suspiró con calma y empezó a avanzar, adentrándose en la gran ciudad del East Blue.
No pudo evitar sorprenderse con lo que veía. Enormes casas de piedra de varios pisos, lujosos edificios allá donde mirara, pero, sobre todo, la contraparte de lo que era las otras aldeas o pueblos. Sobre todo, con la Gray Terminal, era un mundo totalmente aparte y se notaba que cada uno de ellos se creía muy superior. Las calles estaban impecables y casi podía decir que relucían de lo limpian que estaban. El olor era totalmente diferente, algo pulcro, bien cuidado y hasta empalagoso, en cambio, su “patio trasero” era bueno… Un basurero. Se había quedado en el centro de una plaza, mirando todos esos lujosos detalles que no sabía si le terminaban de gustar o no. Él estaba muy acostumbrado a una vida más austera, su casa podía caer perfectamente en una de las que veía y sobraba espacio. ”Supongo que cada uno elije su vida o como gasta su fortuna” —pensó mientras avanzaba en la plaza.
—Solo debo llenar mi mochila con cosas e irme, no hacer nada más que eso —dijo en un susurró mientras buscaba con la mirada un lugar donde poder comprar algo. Aunque… ¿Podría comprar siquiera una cosa con lo caro que debería ser el estilo de vida en esta ciudad? Se sentó en una banca, buscando alguna solución. Se arrepentía de haber venido al Reino de Goa, pero… Ya era tarde para devolverse y le daba cierta flojera tener que recorrer un largo recorrido para llegar a la aldea de Villa Foosha.
—Bueno, algo se me irá a ocurrir, ¿no? —dijo mirando el cielo, estaba claramente en problemas y tenía hambre. Sintió como es que su estomago rugía, tenía que hacer algo y pronto.
No pudo evitar sorprenderse con lo que veía. Enormes casas de piedra de varios pisos, lujosos edificios allá donde mirara, pero, sobre todo, la contraparte de lo que era las otras aldeas o pueblos. Sobre todo, con la Gray Terminal, era un mundo totalmente aparte y se notaba que cada uno de ellos se creía muy superior. Las calles estaban impecables y casi podía decir que relucían de lo limpian que estaban. El olor era totalmente diferente, algo pulcro, bien cuidado y hasta empalagoso, en cambio, su “patio trasero” era bueno… Un basurero. Se había quedado en el centro de una plaza, mirando todos esos lujosos detalles que no sabía si le terminaban de gustar o no. Él estaba muy acostumbrado a una vida más austera, su casa podía caer perfectamente en una de las que veía y sobraba espacio. ”Supongo que cada uno elije su vida o como gasta su fortuna” —pensó mientras avanzaba en la plaza.
—Solo debo llenar mi mochila con cosas e irme, no hacer nada más que eso —dijo en un susurró mientras buscaba con la mirada un lugar donde poder comprar algo. Aunque… ¿Podría comprar siquiera una cosa con lo caro que debería ser el estilo de vida en esta ciudad? Se sentó en una banca, buscando alguna solución. Se arrepentía de haber venido al Reino de Goa, pero… Ya era tarde para devolverse y le daba cierta flojera tener que recorrer un largo recorrido para llegar a la aldea de Villa Foosha.
—Bueno, algo se me irá a ocurrir, ¿no? —dijo mirando el cielo, estaba claramente en problemas y tenía hambre. Sintió como es que su estomago rugía, tenía que hacer algo y pronto.
Velkan Byrne
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Sus viajes le habían hecho llegar al East Blue. Había tomado la decisión de visitar ese mar para conocer otras gentes y otras culturas. Había tomado la resolución de descubrir otros modos de pensar... pero de momento todo lo que había visto le repugnaba. El reino de Goa no era más que una caricatura mucho más asquerosa de Hallstat. No era que simplemente hubiese una gran diferencia entre nobles y plebeyos, sino que directamente... los plebeyos vivía en la inmundicia. Aquel sitio le asqueaba totalmente. Le daba asco que por tener dinero y ser noble le hubiesen dejado entrar en la ciudad mientras fuera había personas teniendo que rebuscar entre la basura para conseguir comida. Aquel lugar estaba totalmente podrido.
- Por lo menos saben comer - murmuró para sí mismo en tono funesto.
Iba con su armadura negra completa, salvo por el cascos que lo llevaba colgando a la espalda junto con sus lanzas: una roja y la otra amarilla. Estaba comiendo unos chorizos envueltos en un pan de arroz bastante esponjoso. Era una mezcla perfecta: la grasa de la carne se mezclaba con la miga del pan, y cuanto más mordía más grasa manaba empapando el bocadillo, haciéndolo más jugoso y deseable. Además el chorizo era uno local, fuerte de sabor y de textura jugosa. No era como esos chorizos secos y poco sabrosos, este tenía la capacidad de hacerle salivar de placer desde el momento en que su lengua apenas rozaba la grasa. La pena es que con esa comida había casi finiquitado sus ahorros. El viaje había sido más caro de lo que había calculado, e iba a tener que sacarse algo de dinero para aprovisionar el barco antes de seguir su viaje.
Tras informarse un poco en el cuartel local de la Marina y mirar los tablones de anuncios había encontrado la forma perfecta de sacar dinero: tenía a dos criminales en la zona. Dos bandidos hermanos gemelos, líderes de una banda de salteadores de las montañas. Los hermanos Goketsu y Yonketsu. Ofrecían 8.000.000 de berries por cada uno, y además algunos de sus subordinados valían uno o dos millones cada uno. Se hizo con los carteles de se busca de los hermanos y sus cuatro hombres con recompensa y comenzó a recorrer la ciudad tratando de obtener información. Al cabo de unas horas no había sacado mucho en claro; esa gente no solía (por no decir que no habían pisado en su vida) entrar en la ciudad. Los únicos que le pudieron dar testimonios y decirle por qué zona actuaban eran sus víctimas. Estaba a punto de darse por rendido y salir directamente al bosque para buscarlos, cuando vio a un chico albino sentado en un banco en la calle. Por su aspecto no parecía un lugareño, o por lo menos no un noble de la ciudad. Era más probable que alguien como él hubiese estado por las montañas. Se acercó a él y se presentó, en tono amable.
- Buenos días. Mi nombre es Velkan y, si no te importa, quería hacerte unas preguntas. ¿Has visto a alguno de estos hombres? - le enseñó los carteles.
- Por lo menos saben comer - murmuró para sí mismo en tono funesto.
Iba con su armadura negra completa, salvo por el cascos que lo llevaba colgando a la espalda junto con sus lanzas: una roja y la otra amarilla. Estaba comiendo unos chorizos envueltos en un pan de arroz bastante esponjoso. Era una mezcla perfecta: la grasa de la carne se mezclaba con la miga del pan, y cuanto más mordía más grasa manaba empapando el bocadillo, haciéndolo más jugoso y deseable. Además el chorizo era uno local, fuerte de sabor y de textura jugosa. No era como esos chorizos secos y poco sabrosos, este tenía la capacidad de hacerle salivar de placer desde el momento en que su lengua apenas rozaba la grasa. La pena es que con esa comida había casi finiquitado sus ahorros. El viaje había sido más caro de lo que había calculado, e iba a tener que sacarse algo de dinero para aprovisionar el barco antes de seguir su viaje.
Tras informarse un poco en el cuartel local de la Marina y mirar los tablones de anuncios había encontrado la forma perfecta de sacar dinero: tenía a dos criminales en la zona. Dos bandidos hermanos gemelos, líderes de una banda de salteadores de las montañas. Los hermanos Goketsu y Yonketsu. Ofrecían 8.000.000 de berries por cada uno, y además algunos de sus subordinados valían uno o dos millones cada uno. Se hizo con los carteles de se busca de los hermanos y sus cuatro hombres con recompensa y comenzó a recorrer la ciudad tratando de obtener información. Al cabo de unas horas no había sacado mucho en claro; esa gente no solía (por no decir que no habían pisado en su vida) entrar en la ciudad. Los únicos que le pudieron dar testimonios y decirle por qué zona actuaban eran sus víctimas. Estaba a punto de darse por rendido y salir directamente al bosque para buscarlos, cuando vio a un chico albino sentado en un banco en la calle. Por su aspecto no parecía un lugareño, o por lo menos no un noble de la ciudad. Era más probable que alguien como él hubiese estado por las montañas. Se acercó a él y se presentó, en tono amable.
- Buenos días. Mi nombre es Velkan y, si no te importa, quería hacerte unas preguntas. ¿Has visto a alguno de estos hombres? - le enseñó los carteles.
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—Joder, esta ciudad no puede ser más aburrida —comentó con desgana.
La gente que pasaba por ahí poco y nada reparaba en él. Salvo alguno que otro que le miraba con cierta extrañeza, pero los ignoraba a todos ellos y solo seguía pensando en cómo lo podría hacer para comer algo, porque de verdad estaba muy hambriento. Tenía que pensar en alguna solución y esperaba que fuera a corto plazo. ¿Qué podía hacer? No tenía ningún miserable berrie en sus bolsillos. Suspiró con desgana y, todo indicaba una cosa, tendría que devolverse a villa Foosha e intentar probar suerte allá que alguien de buena fe le diera un poco de comida. No lo quería hacer, pero quizás era la única opción. Se quedó en silencio, mirando al cielo. Estaba soleado y despejado, ninguna nube se asomaba cerca. El clima estaba fresco y era agradable, más aún si le sumaba la sombra del árbol donde estaba cerca aquella banca.
Bajó su mirada y notó algo extraño. Alguien que claramente no era del lugar. ¿Quién en estos tiempos usaba una armadura? Era lo principal en lo que se fijó, bueno en eso y en sus lanzas. ¿Acaso era un caballero de esos antiguos? Aunque había otro asunto que le llamó más la atención. Caminaba hacía él. Podía ver su rostro, pero no le sonaba familiar. Mientras se acercaba iba notando más detalles peculiares como sus ojos violetas. Su pelo era… ¿Largo? Parecía serlo, no estaba del todo seguro. Se plantó frente a él y lo mostró dos carteles de Wanted y le preguntó si los había visto. ”Oh, verdad.” —pensó mientras recordaba que, por esos azares del destino, había decidido ser un cazador de recompensas. ¿Por qué? Porque no le gustaba la idea de ser alguien buscado y tener que vivir siempre por encima del hombro a ver si alguien lo estaba siguiendo. Tampoco no estaba muy de acuerdo con las ideas de ser revolucionario y ser marine significaba seguir órdenes… Algo que se le daba muy, muy mal. Y bueno, no tenía evidencias, pero tampoco muchas dudas, de que el Gobierno Mundial era quien estaba detrás de que sus padres no hubieran vuelto hace tiempo.
—Pues no personalmente —dijo con tranquilidad mientras se levantaba —. Aunque los habitantes de la Gray Terminal y de la villa Foosha, dicen que ellos tienen una especie de base en las profundidades del bosque. Es todo lo que sé —comentó, tratando de no desviar la mirada a los chorizos envueltos en pan. El aroma que desprendían era delicioso, era difícil, pero intentaba disimular que sus ojos estaban fijos en los violáceos de Velkan —. Si quieres, te puedo ayudar y repartir parte del botín. Soy Toshiro Hitsugaya, un cazador de recompensas. Me da igual cuanto me toque, pero quiero una parte.
Supuso que preguntar en la ciudad era un caso perdido, esa gente se notaba que nunca había pisado fuera de las comodidades de su pequeña burbuja. Aunque quizás se estaba adelantando mucho a los hechos y ni siquiera consideraba la respuesta del lancero, pero seguro que decía que sí. Aparte, si lo pensaba bien, si los capturaban, tendría dinero para comer lo suficiente por un par de meses. Afirmó bien su espada a su espalda y empezó a caminar. No tenía idea si Velkan trabajaba en equipos o no, pero si iba, por lo poco que sabía de los carteles que había visto, por dos sujetos y un par de subordinados, quizás si necesitaba ayuda. Si sumaba rápidamente el monto subía a los casi veinte millones de berries.
—Aunque claro, tú eres quien decide si quiere mi ayuda o no. Aceptaré lo que me digas, pero creo que puedo serte de ayuda —dijo mientras se detenía y miraba los chorizos, ¡No, joder! A él, a él… En parte. Finalmente, su estómago le jugó una muy mala pasada y sonó con fuerza, pero el peliblanco hizo como si no hubiera pasado nada. Si él decía que si a su propuesta, seguiría su camino para salir de la ciudad. Si no… Pues nada, aceptaría su destino y tendría que pensar que hacer para saciar su hambre.
La gente que pasaba por ahí poco y nada reparaba en él. Salvo alguno que otro que le miraba con cierta extrañeza, pero los ignoraba a todos ellos y solo seguía pensando en cómo lo podría hacer para comer algo, porque de verdad estaba muy hambriento. Tenía que pensar en alguna solución y esperaba que fuera a corto plazo. ¿Qué podía hacer? No tenía ningún miserable berrie en sus bolsillos. Suspiró con desgana y, todo indicaba una cosa, tendría que devolverse a villa Foosha e intentar probar suerte allá que alguien de buena fe le diera un poco de comida. No lo quería hacer, pero quizás era la única opción. Se quedó en silencio, mirando al cielo. Estaba soleado y despejado, ninguna nube se asomaba cerca. El clima estaba fresco y era agradable, más aún si le sumaba la sombra del árbol donde estaba cerca aquella banca.
Bajó su mirada y notó algo extraño. Alguien que claramente no era del lugar. ¿Quién en estos tiempos usaba una armadura? Era lo principal en lo que se fijó, bueno en eso y en sus lanzas. ¿Acaso era un caballero de esos antiguos? Aunque había otro asunto que le llamó más la atención. Caminaba hacía él. Podía ver su rostro, pero no le sonaba familiar. Mientras se acercaba iba notando más detalles peculiares como sus ojos violetas. Su pelo era… ¿Largo? Parecía serlo, no estaba del todo seguro. Se plantó frente a él y lo mostró dos carteles de Wanted y le preguntó si los había visto. ”Oh, verdad.” —pensó mientras recordaba que, por esos azares del destino, había decidido ser un cazador de recompensas. ¿Por qué? Porque no le gustaba la idea de ser alguien buscado y tener que vivir siempre por encima del hombro a ver si alguien lo estaba siguiendo. Tampoco no estaba muy de acuerdo con las ideas de ser revolucionario y ser marine significaba seguir órdenes… Algo que se le daba muy, muy mal. Y bueno, no tenía evidencias, pero tampoco muchas dudas, de que el Gobierno Mundial era quien estaba detrás de que sus padres no hubieran vuelto hace tiempo.
—Pues no personalmente —dijo con tranquilidad mientras se levantaba —. Aunque los habitantes de la Gray Terminal y de la villa Foosha, dicen que ellos tienen una especie de base en las profundidades del bosque. Es todo lo que sé —comentó, tratando de no desviar la mirada a los chorizos envueltos en pan. El aroma que desprendían era delicioso, era difícil, pero intentaba disimular que sus ojos estaban fijos en los violáceos de Velkan —. Si quieres, te puedo ayudar y repartir parte del botín. Soy Toshiro Hitsugaya, un cazador de recompensas. Me da igual cuanto me toque, pero quiero una parte.
Supuso que preguntar en la ciudad era un caso perdido, esa gente se notaba que nunca había pisado fuera de las comodidades de su pequeña burbuja. Aunque quizás se estaba adelantando mucho a los hechos y ni siquiera consideraba la respuesta del lancero, pero seguro que decía que sí. Aparte, si lo pensaba bien, si los capturaban, tendría dinero para comer lo suficiente por un par de meses. Afirmó bien su espada a su espalda y empezó a caminar. No tenía idea si Velkan trabajaba en equipos o no, pero si iba, por lo poco que sabía de los carteles que había visto, por dos sujetos y un par de subordinados, quizás si necesitaba ayuda. Si sumaba rápidamente el monto subía a los casi veinte millones de berries.
—Aunque claro, tú eres quien decide si quiere mi ayuda o no. Aceptaré lo que me digas, pero creo que puedo serte de ayuda —dijo mientras se detenía y miraba los chorizos, ¡No, joder! A él, a él… En parte. Finalmente, su estómago le jugó una muy mala pasada y sonó con fuerza, pero el peliblanco hizo como si no hubiera pasado nada. Si él decía que si a su propuesta, seguiría su camino para salir de la ciudad. Si no… Pues nada, aceptaría su destino y tendría que pensar que hacer para saciar su hambre.
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Parecía que la suerte le sonreía. El chico, Toshiro, era al parecer cazador de recompensas como él, y tenía una idea más aproximada que él de dónde podían conseguir información. Sonrió al escucharle, contento. Un poco de ayuda le vendría perfecta. Por mucho que confiase en sus habilidades y su akuma no mi, no era idiota. Había estado en la guerra y sabía que un guerrero veterano que se lanzaba al azar sin apoyo podía morir tan fácilmente como un recluta sin experiencia. Trabajar en equipo era básico para salir adelante.
- ¡Excelente! Será un placer trabajar contigo, Toshiro - le tendió la mano para estrechársela.
Entonces se fijó en que miraba a sus chorizos y escuchó a su estómago traicionarle. Parecía que el pobre chico tenía bastante hambre. ¿Estaría presentándose porque estaba como él, sin un duro y necesitaba dinero? Probablemente fuese algo así. Sonrió y le tendió uno de los chorizos. Un guerrero con el estómago vacío no servía de mucho, y si iba a ser su compañero en aquella tarea, sería mejor que estuviera preparado.
- Toma, creo que lo necesitas más que yo.
Tras eso puso rumbo hacia una de las salidas de la ciudad. Dejar atrás toda la pompa y la hipocresía de Goa fue un alivio para el caballero. Aun cuando al salir por la muralla el paisaje de la Gray Terminal no era precisamente halagüeño, era mucho mejor que seguir rodeado de esa escoria. Y aunque ni el olor ni la visión del basurero eran agradables, al menos la verde montaña que había de fondo hacía el paisaje algo menos feo.
- Es la primera vez que estoy por aquí. ¿Tú por dónde empezarías a preguntar? Es probable que en Gray Terminal tengan gente... supongo, vaya. Por mi experiencia, los bandidos suelen tener apoyos entre los marginados. Podríamos obtener información, pero también ponerlos sobre aviso sin querer. ¿Crees que sería mejor idea ir a esa aldea que decías?
- ¡Excelente! Será un placer trabajar contigo, Toshiro - le tendió la mano para estrechársela.
Entonces se fijó en que miraba a sus chorizos y escuchó a su estómago traicionarle. Parecía que el pobre chico tenía bastante hambre. ¿Estaría presentándose porque estaba como él, sin un duro y necesitaba dinero? Probablemente fuese algo así. Sonrió y le tendió uno de los chorizos. Un guerrero con el estómago vacío no servía de mucho, y si iba a ser su compañero en aquella tarea, sería mejor que estuviera preparado.
- Toma, creo que lo necesitas más que yo.
Tras eso puso rumbo hacia una de las salidas de la ciudad. Dejar atrás toda la pompa y la hipocresía de Goa fue un alivio para el caballero. Aun cuando al salir por la muralla el paisaje de la Gray Terminal no era precisamente halagüeño, era mucho mejor que seguir rodeado de esa escoria. Y aunque ni el olor ni la visión del basurero eran agradables, al menos la verde montaña que había de fondo hacía el paisaje algo menos feo.
- Es la primera vez que estoy por aquí. ¿Tú por dónde empezarías a preguntar? Es probable que en Gray Terminal tengan gente... supongo, vaya. Por mi experiencia, los bandidos suelen tener apoyos entre los marginados. Podríamos obtener información, pero también ponerlos sobre aviso sin querer. ¿Crees que sería mejor idea ir a esa aldea que decías?
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Sus ojos brillaron. Mucho. Volken, además de aceptar su ayuda, le estaba ofreciendo sus chorizos. Era una bendición del cielo, no, mejor, un regalo divino. ¿Quién diría que el lancero sería tan buena gente? Se había apresurado a juzgar, aunque tampoco diría que lo había hecho, a que el cazador fuera alguien de mala hostia. Escuchó las palabras del que sería ahora su compañero y se colocó a pensar, se notaba que, al parecer, tenía mucha más experiencia que él. Todo lo que decía tenía sentido, mientras meditaba agarró con una mano el chorizo y empezó a comer mientras caminaba, de vuelta, a la Gray Terminal. Preguntar en ese sector información sobre bandidos podía ser verdaderamente contraproducente si ellos tenían informantes ahí. La otra opción era caminar rumbo a la Villa Foosha e investigar por ese sendero.
ꟷPdhaksjdha ꟷcomentó mientras todavía estaba comiendo. Se dio un par de golpes en el pecho para terminar de tragar, porque el muy bruto se había echado todo en la boca y casi se ahogó con la comida. ꟷ. Primero, muchas gracias. Me has salvado la vida ꟷdijo ahora ya sin nada en la boca y respirando. Salir del Reino Goa fue casi un consuelo, no quería seguir en un lugar donde era juzgado con la mirada, además de que ver tanto lujo innecesario lo hacía sentir incómodo ꟷ Diría que correríamos mas suerte en la Gray Terminal. Aún cuando les digan algo acerca de nosotros, podría provocar que ellos nos vinieran a buscar ꟷcontinuó con cierta tranquilidad ꟷ. Lo cual, en ambos casos, nos vendría bien.
Le quedaba un chorizo, que intentó disfrutar más que el primero, pero entre el hedor y la peste, era un poco, bastante, complicado. Aunque no le quitaba el sabor delicioso de lo que estaba comiendo, Velkan parecía tener un buen gusto o buena suerte de encontrar un buen lugar con buena comida, o ambos. En cualquier caso, estaba más que agradecido de lo que le acababa de pasar. Caminaron por la Gray Terminal. Había muchas cosas ahí tiradas, toneladas y toneladas de basura. La metáfora perfecta entre la riqueza y pobreza separadas por un gigantesco muro. Dentro de este, los adinerados convivían y vivían sin complicaciones. Fuera de este… Era un mundo sin ley, donde el más fuerte o el más inteligente, terminaba por sobrevivir.
ꟷMira ꟷle dijo a Volken mientras le hacía un gesto con la cabeza apuntando a unos cuantos hombres reunidos en un mismo sitio ꟷ¿Nos arriesgamos? Como dije, si les avisan y vienen por nosotros, que diría es lo más seguro, nos vendría bastante bien ꟷcomentó mientras le dejaba la decisión a él. Notó las miradas curiosas de aquel grupo. Eran cinco personas. Todos hombres, sus rostros estaban demacrados por vivir una vida de miseria, sus ropas no corrían mejor suerte y notaba los agujeros en cada una de ellas. Algunos, por tener, no tenían ni sandalias o alguna clase de calzado ꟷ. El camino a Villa Foosha no es precisamente corto y podríamos demorarnos más en ir y volver. Diría que nuestra mejor opción es arriesgarnos un poco ꟷacotó. De todos modos, estaba con la guardia alta, no sería extraño pensar que ellos les intentarían robar las pocas cosas que tenían. Velkan, de los dos, se veía que era el más educado y quizás podía conversar mejor con ellos que el peliblanco.
ꟷPdhaksjdha ꟷcomentó mientras todavía estaba comiendo. Se dio un par de golpes en el pecho para terminar de tragar, porque el muy bruto se había echado todo en la boca y casi se ahogó con la comida. ꟷ. Primero, muchas gracias. Me has salvado la vida ꟷdijo ahora ya sin nada en la boca y respirando. Salir del Reino Goa fue casi un consuelo, no quería seguir en un lugar donde era juzgado con la mirada, además de que ver tanto lujo innecesario lo hacía sentir incómodo ꟷ Diría que correríamos mas suerte en la Gray Terminal. Aún cuando les digan algo acerca de nosotros, podría provocar que ellos nos vinieran a buscar ꟷcontinuó con cierta tranquilidad ꟷ. Lo cual, en ambos casos, nos vendría bien.
Le quedaba un chorizo, que intentó disfrutar más que el primero, pero entre el hedor y la peste, era un poco, bastante, complicado. Aunque no le quitaba el sabor delicioso de lo que estaba comiendo, Velkan parecía tener un buen gusto o buena suerte de encontrar un buen lugar con buena comida, o ambos. En cualquier caso, estaba más que agradecido de lo que le acababa de pasar. Caminaron por la Gray Terminal. Había muchas cosas ahí tiradas, toneladas y toneladas de basura. La metáfora perfecta entre la riqueza y pobreza separadas por un gigantesco muro. Dentro de este, los adinerados convivían y vivían sin complicaciones. Fuera de este… Era un mundo sin ley, donde el más fuerte o el más inteligente, terminaba por sobrevivir.
ꟷMira ꟷle dijo a Volken mientras le hacía un gesto con la cabeza apuntando a unos cuantos hombres reunidos en un mismo sitio ꟷ¿Nos arriesgamos? Como dije, si les avisan y vienen por nosotros, que diría es lo más seguro, nos vendría bastante bien ꟷcomentó mientras le dejaba la decisión a él. Notó las miradas curiosas de aquel grupo. Eran cinco personas. Todos hombres, sus rostros estaban demacrados por vivir una vida de miseria, sus ropas no corrían mejor suerte y notaba los agujeros en cada una de ellas. Algunos, por tener, no tenían ni sandalias o alguna clase de calzado ꟷ. El camino a Villa Foosha no es precisamente corto y podríamos demorarnos más en ir y volver. Diría que nuestra mejor opción es arriesgarnos un poco ꟷacotó. De todos modos, estaba con la guardia alta, no sería extraño pensar que ellos les intentarían robar las pocas cosas que tenían. Velkan, de los dos, se veía que era el más educado y quizás podía conversar mejor con ellos que el peliblanco.
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