mderado nivel 3 Junio

Te encuentras en Hallstat, un comerciante de bienes generales te ha ofrecido una bonita suma para que encuentres un fabricante de armas y armaduras que se dice esta residiendo en Hallstat, no tienes muchas pistas aparte de que ese señor es muy alto y que le acompaña un peculiar animal de color rosa.

Partes desde el muelle de la parte antigua de la ciudad, por lo que conoces de esta, sufrio una gran guerra contra el gobierno mundial cuando el rey loco Derian Markov creo una revolución industrial y un enorme ejercito de no muertos.

Tienes la capitanía del puerto a unos cien metros a la izquierda y callejuelas de puerto se extienden en tus doce, al frente hay almacenes y alguna taberna, La sirena ruborizada, El esturión derrochon, por citar los mas cercanos, Transportistas y marineros cargan y descargan bienes de diversos barcos, aquí aparte de trabajadores y camareros, no hay populacho. Pero puede ser una buena zona para indagar y buscar pistas.

Era la primera vez que Junio visitaba Hallstat, una de las islas con mas extensión de todo el North Blue. Por lo que había podido leer acerca de la isla en su juventud, se trataba de un territorio gobernado por una burguesía que acaparaba todo el poder en el lugar. Si había algo que repugnara al grandullón tanto como el Gobierno Mundial, eran los reyes déspotas que conducían a la población al sufrimiento para su propio provecho.

Un comerciante le había ofrecido una buena recompensa por encontrar a un fabricante de armas que se alojaba en aquella isla, no era un trabajo que apasionara a Junio, pero un poco de dinero no le vendría mal, y así aprovecharía para investigar un poco sobre aquel lugar.

Cerca del puerto, donde se encontraba el cadete revolucionario, se extendían unas estrechas calles donde parecía haber alguna taberna, probablemente el mejor lugar donde sacar algo de información, pues los camareros estaban acostumbrados a escuchar todo tipo de disparates y habladurías. Tal vez sabrían algo acerca de aquel señor de importante altura, al que acompañaba un peculiar animal de color rosa.

Sin perder el tiempo, se adentró en las callejuelas. Pronto encontró una taberna, "El esturión derrochón" rezaba el cartel de la entrada. Se adentró y se dirigió a la barra.

Tras pedir una cerveza y prender un enorme puro, intentó intercambiar unas palabras con el camarero:

—Oe, amigo, estoy buscando a un fabricante de armamento, un hombre alto que suele ir acompañado de una mascota rosa. ¿Sabes algo?—

El hombre en el bar te mira de arriba a abajo, parece un chico joven de veinte primaveras como poco. Con gesto adusto te dice

-Lo lamento señor, pero si tuviera que recordar a cada cliente que pasa por estas mesas, créame que no trabajaría aquí. Sin embargo si usted busca fabricantes de armas le recomiendo que pruebe en la zona oeste del muelle, muchos armadores tienen alli sus talleres, los barcos necesitan reparaciones y no solo de madera, tal vez ellos sean capaces de decirle algo, tienen su propio gremio y todo, alli tal vez encuentre alguien que le ayude con su problema. ¿Puedo tomarle nota?-

Con gracia y salero saca una pequeña libreta para apuntar lo que deseas tomar, tal vez sepa algo mas, tal vez solo quiera que consumas, pero si tienes hambre el sitio es decente y elegante y no tiene malos precios tampoco.

Aquel camarero no había aportado demasiada información que pudiera ayudar a Junio, aunque tal vez supiera algo más y no quisiera hablar, ya fuera por prudencia o porque hablar demasiado podía traerle problemas.

Fuera como fuera, el grandullón estaba hambriento y no parecía mal sitio para comer algo:
— Tráeme algo de comer y una jarra de cerveza. Todo me gusta, aceptaré tus recomendaciones encantado— Contestó el cadete revolucionario mientas expulsaba el humo de su puro hacia el techo para no echárselo al camarero en la cara.
— Ah, si intentas hacer memoria sobre lo que te pregunté, te estaría muy agradecido. Y no me refiero sólo de palabra. No creo que tengas muchos clientes que suelan ir acompañados de una mascota rosa.— Comentó el grandullón mientras enseñaba una bolsita llena de oro.

*Tal vez eso lo haga hablar, sino tendré que acercarme hasta esos talleres de los que habla*. Reflexionaba Junio mientras apuraba el cigarro. *Aunque tal vez haya algún trabajador de los astilleros comiendo aquí a quien le pueda preguntar*

El mozo te deja con tu bolsita de oro y desaparece en la cocina. Al rato ves que te trae lo que has pedido, tu cerveza envuelta con una servilleta para absorber la humedad, ademas tienes un plato de costillas con panceta.

Comienzas a comer tranquilamente esperando que el camarero te diga algo, sin embargo no parece arrimarse para nada, sin embargo cuando bebes tu cerveza te das cuenta que hay algo escrito en el papel, imposible de ver desde fuera de la jarra.

Es una dirección llamada, doce rué del langostino. Parece ser que el camarero te esta enviando a una dirección desconocida, aunque es cosa tuya decidir si iras, tal vez sea una trampa, tal vez sea un informador o incluso sea lo que estas buscando.

Tan solo te queda pagar y decidir que hacer.

No tenía pinta de que ese camarero manejara demasiada información finalmente. Al menos la comida tenía una pinta excelente, eso consolaba al glotón de Junio, que aguardaba ansioso por ella.

Finalmente le sirvió la cerveza, envuelta en un papel, y un gran plato de costilla con panceta:

—Ésto tiene una pinta maravillosa—  Exclamó el grandullón, prácticamente al aire, pues el camarero ya estaba a otra cosa.

Se abalanzó sobre la comida como un simio hambriento sobre una enorme y brillante banana. Durante un rato no levantó la mirada del plato, hasta que aquellas costillas ya estaban prácticamente peladas y la panceta ya había pasado a mejor vida. Fue entonces cuando agarró la helada jarra de cerveza y la volcó sobre su gaznate, sacudió el vaso para dejar caer las últimas gotas, en ese momento observó que parecía poner algo en el papel. *Qué demonios...*

Despegó el humedecido papel con cuidado, y trató de leer lo que ponía. El agua había hecho que la tinta estuviera difusa y no era fácil descifrar el texto. Finalmente pudo leerlo, parecía una dirección, doce rue del langostino.

Con una sonrisa en la boca gritó al camarero, que se encontraba en la otra punta de la barra:

—Gracias amigo! Quédate con el cambio— Seguidamente arrojó la bolsa con el oro sobre la barra y salió de la taberna corriendo, para dirigirse hacia aquel lugar.

Sales corriendo buscando la calle, sin embargo en poco tiempo te das cuenta de que no sabes donde demonios estas, por fortuna par ti estas en una calle bastante principal y hay algunas abuelas verduleando en las puertas, charlando tranquilamente bajo la sombra de los arboles. Te acercas a preguntarles amablemente por la dirección, las mujeres te miran y sonríen.

-¡Oh que buen mozo! hace mucho que no tenemos alguien así por el barrio. ¿De donde eres? ¿Quieres pasar a tomar una tacita de café?

La mujer es bastante insistente, esta haciendo mencion incluso de casi arrastrarte a su casa.

Por otra parte la amiga de la señora, esta pensativa, y amablemente te comenta.

-Ah, si debes ser un amigo señor Miles, ese animal rosado es adorable, siempre nos trae tacos cuando viene. Su casa esta a dos manzanas de aqui, la reconoeras enseguida es la unica que tiene una puerta de metal azul con cristal. Sigue recto y luego ve a la derecha en la segunda calle.

-Ahy, Irma, ahora no querrá quedarse a tomar el café, se le ve un chico con prisa.

La abuelita parece decepcionada al ver que te vas a marchar, tal vez podrías quedarte a tomar café con ellas, antes de ir al piso.

Vaya, aquellas callejuelas parecían todas iguales para el despistado Junio. había salido con mucha determinación en busca de la dirección que le había facilitado el camarero de aquella taberna, pero para su desgracia, no tardo demasiado en perderse.

Durante unos minutos dio varias vueltas por las calles, sin demasiado sentido, tratando de situarse, pero parecía una tarea imposible. Ésto empezaba a resultarle realmente frustrante; *Maldita sea... Donde demonios estará éste lugar.*

Por suerte para el semigigante, parecía encontrarse en una calle bastante principal, con lo que había gente por la misma. Finalmente avistó a unas señoras que charlaban a la sombra, con lo que decidió acercarse a preguntar por la dirección del papel: -Disculpen señoras, ¿sabrían decirme dónde queda este sitio?-

La pregunta no pareció surtir demasiado efecto, al menos por una de las señoras, que lejos de prestar atención a lo que le estaba preguntando, empezó a preguntarme por mi procedencia mientras trataba de que la acompañara a su casa a tomar un café. Amablemente Morgue le dio largas, hasta que finalmente la otra señora se pronunció:-Ah, si debes ser un amigo señor Miles, ese animal rosado es adorable, siempre nos trae tacos cuando viene. Su casa esta a dos manzanas de aqui, la reconoeras enseguida es la unica que tiene una puerta de metal azul con cristal. Sigue recto y luego ve a la derecha en la segunda calle.-

*No creo que haya mucha gente con una mascota rosa por aquí, debe ser el hombre al que busco*. Pensó Junio, convencido de que lo enviaban al lugar que buscaba. La intención del grandullón era dirigirse hacía la dirección indicada sin perder el tiempo, pero la insistencia y la clara decepción de la primera señora con invitarlo a un café, terminó por ablandar el corazón del revolucionario: -Está bien, supongo que tengo tiempo para tomar un café rápido. Al fin y al cabo, sin su ayuda no hubiera encontrado el sitio que andaba buscando.- Dijo Junio en tono amable, mientras sonreía a las entrañables abuelas.

Te tomas un tiempo para complacer a las señoras ya mayores, el café con pastas que te ofrecen es realmente bueno, echo con cariño a fuego lento en una vieja cafetera de metal, las mujeres te cuentan los clásicos cotilleos de barrio, la Mary, la Pascuala, la nieta de María, el hijo de la Pastori que empezó en el negocio familiar. Nada de gran importancia o relevancia, lo que si sacas un poco en claro es que después de la guerra a causa del rey loco Deriam Markov las cosas han ido mejorando, apenas se ven ya no muertos por las calles pero en las alcantarillas suelen rondar ghouls y otras abominaciones.

Finalmente te despides de las señoras que te dan dos bollos recién hechos para el camino.

-Guarda uno, te ayudara cuando vayas a ver al señor Miles-

La voz de la anciana es dulce y el bollo envuelto en un papel de aluminio esta calentito al tacto. Pones rumbo a la casa siguiendo las indicaciones de las ancianas, sorprendentemente son muy precisas y acabas en un edificio antiguo con puerta de metal, en su fachada hay un cartel que pone Investigador privado. Según las mujeres es allí. La puerta esta abierta y es mas grande que las normales, parece hecha a posta para personas de unos cuatro metros de altura máximo. El interior no es tan espacioso pero podrías moverte con cuidado para no golpearte la cabeza.

Finalmente llegas a la puerta donde crees que esta tu hombre,puedes ver las siluetas del interior de la habitación a través del cristal translucido de la puerta. Por cierto es el despacho del investigador privado, en su interior distingues a un hombre que se mueve por la habitación.

Ese café y esas pastas estaban realmente exquisitas, al final había valido la pena aceptar la invitación de las amigables ancianas. Aunque por otra parte, Junio tenía la cabeza como un bombo de escuchar hablar sobre todo tipo de cotilleos, solamente lo relacionado con el famoso Rey Loco tenía cierto interés, debía haber sido todo un despreciable personaje aquel hombre.

Tras la agradable merienda, las señoras ofrecieron al semigigante dos bollos para el camino, a lo que añadieron la recomendación de que guardara uno para  "el señor Miles". Ese tal Miles debía ser el famoso comerciante.

Sin perder demasiado tiempo, Junio se guardó los dos bollos en el bolsillo y al fin se dirigió a la dirección indicada. No tardó mucho en llegar a aquel lugar, recorrió un par de calles y en apenas unos minutos se plantó en la casa; *Al fin... Empezaba a pensar que nunca encontraría este lugar.*

Se trataba de una casa de proporciones considerables, con una enorme puerta de entrada, que curiosamente estaba abierta. Sin pensarlo demasiado, Morgue se introdujo en la casa. El techo no era tan alto como lo que podía parecer viendo la puerta de la entrada, aun así permitía al semigigante moverse con cierta soltura si tenía cuidado esquivando lamparas y demás obstáculos. Era un lugar bonito, con unos muebles que parecían indicar un cierto nivel económico por parte del propietario.

Tras divagar durante unos instantes por aquel lugar, Junio observó unas puertas de cristal, en las que parecía haber varias personas dentro. La puerta parecía estar cerrada, con lo que el grandullón golpeó suavemente el cristal:
—¿Hola? Estoy buscando al señor Miles.— Dijo Junio, a la vez que comenzaba a abrir la puerta, sin esperar a que le contestaran desde el interior

Abres la puerta despacio, su interior es un calco perfecto de una película ochentera de detectives. Un coche en la pared un ficus en la esquina, un escritorio con sillón detrás de el al lado de una amplia ventana, una silla en frente de este un archivador, un sofá ajado y una puerta cerrada a tu izquierda, en frente tuyo se encuentra un hombre de gran estatura para la gente normal, aun siendo mas pequeño que tu se ve fuerte y musculado.

Te percatas de algo extraño, un pompón rosa pasa corriendo por entre tus pies, el olor del café recién preparado llena tus sentidos.

-Bienvenido señor. Por favor tome asiento, supongo que ha venido por algún caso ¿secuestro tal vez? puede tomar cafe si lo desea, Fluffle, trae una jarra de cerveza de la cocina por favor.-

La bola rosa hizo un saludo militar y salio trotando hacia la puerta cerrada para después volver con una jarra de cerveza de dos litros.

-Bien señor, soy Miles y este pequeño es Fluffle, dígame, ¿En que puedo ayudarle?

Al fin Junio había llegado al lugar indicado, y la bolita rosa parecía indicar que aquel era el hombre a quien buscaba. Sin embargo aquella especie de despacho no pegaba demasiado con un fabricante de armamento. De todas formas el grandullón tomó asiento en aquella habitación.

Las dudas de Morgue se disiparon cuando el personaje abrió la boca:
-Bienvenido señor. Por favor tome asiento, supongo que ha venido por algún caso ¿secuestro tal vez? puede tomar cafe si lo desea, Fluffle, trae una jarra de cerveza de la cocina por favor.-El curioso animal rosado salió rodando y al poco tiempo volvió con una enorme jarra de cerveza. Tras el breve receso, el supuesto detective continuó hablando:
-Bien señor, soy Miles y este pequeño es Fluffle, dígame, ¿En que puedo ayudarle?
-Encantado señor Miles, mi nombre es Junio. Aceptaría encantado ese café que me ofrece.-Antes de continuar, Morgue recordó que tenía en el bolsillo los suculentos bollos que las simpáticas ancianas le habían entregado. Echando la mano a la gabardina, sacó ambos dulces. comenzó a retirarles el papel y los depositó sobre la mesa:
-¿Le apetece?, tal vez al pequeño Fluffle le gusten.- Arrancó un pedazo de uno de los bollos y bajando el brazo se lo ofreció a la bola rosa. Posteriormente se volvió a acomodar en la silla:
-En fin, iré al grano. Verá, no vengo buscando sus servicios como detective. Estoy buscando a un fabricante de armamento,un amable joven me dijo que éste podía ser su domicilio. Aunque, la verdad, no tiene usted aspecto de dedicarse a fabricar armas.-

Sacando su bolsa de tabaco de la gabardina, el semigigante, comenzó a liarse un modesto puro:
-¿Le importa si fumo?- Le comentó al detective mientras terminaba de liar el cigarro.

-Déjeme que abra la ventana y fume usted a gusto-

El hombre abrió la ventana y te das cuenta de que la galleta que tenias ha desaparecido en la boca del peludo y rosado animal.

-Bien entonces usted esta buscando a mi pequeño compañero, aquí el chiquitín es quien puede fabricar espadas y cualquier cosa de metal que necesites. Viendo que le has traído un dulce, parece ser que no tendrá problemas en devolverte el favor, pídele lo que quieras que te haga.-

El hombre se sienta mientras abre un cajón y extiende varios planos de armas, desde armamento futurista hasta armas de la vieja usanza. Están muy detallados y son fácilmente identificables, cada parte esta totalmente acotada y despiezada, esta claro que no son dibujos de un aficionado.

Junio se encendió el cigarro tras esperar a que el señor Miles abriera la ventana. Dio una buena calada, sacudió la ceniza en un cenicero que había encima de la mesa y apoyo el cigarro en el mismo.

Al parecer, por las palabras del peculiar detective, no era el mismo quien fabricaba armamento, sino que lo hacia la simpática bolita rosa. Morgue se quedó sorprendido por las palabras que acababa de escuchar:

-¿Cómo? ¿Es él quien fabrica las armas?- Dijo dirigiendo su mirada hacia el animal. Preguntó, sin terminar de dar crédito a que aquella cosa pudiera fabricar complejo armamento.

Mientras tanto, el señor Miles, sacó una serie de detallados planos de distintos tipos de armas y armaduras. Parecían hechos con exquisita precisión, desde luego no parecían una burda estafa.

El semigigante se quedó pensativo durante unos instantes y posteriormente se dirigió a su anfitrión:

-Verá, las armas no son para mí. Me envía un hombre que es quien está interesado en sus servicios. ¿Podría facilitarle su dirección?, o tal vez quieran acompañarme a conocerlo.- Junio se quedó pensativo durante un par de segundos, mientras se rascaba la cabeza.

Si su dirección no era conocida, tal vez fuera porque no querían que lo fuera, así que tal vez prefirieran acompañarlo a conocer al hombre.

-Umm, así que usted es solamente un intermediario. Vera esto no es un negocio poco lucrativo, la gente puede hacer cualquier cosa para conseguir armas del grado excepcional que hacemos. Por supuesto muchas organizaciones intentaran reclutarte, incluso eliminarte a causa del poder de las armas y artilugios que puedes fabricar. Tenemos que ser cuidadosos como entenderá. Le daré un lugar y una fecha, transmitirla a su empleador. Es un sitio neutral muy indicado para hacer negocios. Espero que así tenga cubierto su encargo, ademas le agradecería que mantuviera la localización de mi oficina en secreto, no sale lo que cuesta encontrar sitios adecuados a un buen precio.-

El hombre te ofrece una tarjeta tras escribir en ella, te la ofrece y cuando echas la mano en ella sientes un sudor frió recorrer tu cuerpo, te das cuenta de que una inmensa sed de sangre, un poder antiguo y maligno surge del hombre.

-Guarde el secreto o le encontrare, y no quiere saber que sucederá cuando eso ocurra.-

Mantienes tu mirada en ese hombre mientras tus ojos te engañan, su rostro pierde la piel, la sangre mana formando lineas de sangre, los ojos caen fuera de sus cuencas y su mandíbula se parte verticalmente para abrirse horizontalmente desvelando afilados colmillos. Un resplandor de luz blanca te ciega uno instante, todo ha pasado, el hombre esta bien y te ha entregado la tarjeta, la agobiante presión ha desaparecido, pero te ha quedado claro que ese hombre es muy peligroso, traicionarle no seria una buena idea.

-Por cierto tenga, esto es un regalo para usted y una muestra de nuestro trabajo para que se lo enseñe a su contratante.-

El hombre coloca ante ti un enorme martillo tan grande como el.

-Es una pena, pero armas de su tamaño son hechas por encargo, por ello esto es de lo poco que podría utilizar usted dada su envergadura. Quédeselo con total tranquilidad y considérelo un regalo, por las molestias causadas.

El tipo te tiende la mano en señal de amistad,

Las sospechas de Junio de que aquel hombre no quería que su oficina fuera demasiada conocida se confirmaron con las palabras que le dedicó. Sin embargo le ofreció concertar una cita con el hombre que lo había contratado para atender a sus peticiones. Morgue, como cabía esperar, acepto la oferta:

-Perfecto, le pasaré la cita. Gracias por su amabilidad.

Sin embargo, cuando el hombre extendió la mano para entregarle la tarjeta con la cita a Morgue, un terrible escalofrío recorrió su cuerpo. A pesar de su inofensivo aspecto hasta el momento, de pronto parecía haberse convertido en una especie de ser maligno sediento de sangre.

El grandullón, desconcertado, le mantuvo la mirada durante unos segundos. El rostro del señor Miles parecía comenzar a desfigurarse de una manera completamente salvaje, los ojos se le salían de las cuencas, la sangre brotaba por toda su cara. Morgue se frotó los ojos, y entonces todo aquello parecía haber quedado en una extraña alucinación. No obstante, aquel hombre guardaba un extraño secreto, sería mejor no hablar demás sobre ese lugar:

-No se preocupes señor Miles, su secreto esta a salvo conmigo.

Finalmente, antes de que Morgue abandonara el despacho, en todo un alarde de amabilidad, el detective le ofreció un enorme martillo como regalo:

-Vaya, es usted sumamente amable. Acepto el obsequio con total gratitud. Le pasare la cita a mi contacto. Gracias por todo señor Miles.

Tras estrecharle la mano y despedirse de la simpática bola rosa rascando su cabeza. El semigigante abandonó el lugar y cargando con su nuevo martillo, emprendió el camino hacia el puerto para contactar con su contratante; *Parece un buen martillo.* Pensaba Junio mientras balanceaba la pesada arma, para comprobar su peso y su estabilidad.