Moderado nivel 3 osten y kristoph

Kristoph entró a la librería junto a Osten, comenzaron a buscar sobre trucos de psicología, escalofríos... nada.

- Aquí no hay nada que se parezca a lo que buscamos, de hecho, ni siquiera sabemos qué estamos buscando, yo me voy de aquí ya. - Estaba ofuscado y cansado de una búsqueda infructuosa, el simple hecho de pensar en abrir otro libro le provocaba escalofríos.

Cuando estaban a punto de darse por vencidos, un mendigo se les acercó, desprendía un tufo considerable e iba envuelto en harapos.

- Oh, nobles señores por unas monedas iluminare vuestras mas oscuras dudas, yo tengo la llave del conocimiento que buscáis, ¿Pero, estaréis preparados? - El mendigo extendió su mano, como esperando dinero.

- Que estemos preparados o no, no es tu problema ¿Quieres berries? Pues toma berries. - Dijo Kristoph extendiendo en su mano unas cuantas monedas.

El mendigo soltó un palabrerío con cara de circunstancia, finalmente les contó algo de un tal Haki del Rey, Kristoph pensó que se lo estaba inventando, pero después de pasar tanto tiempo en la librería, qué más daba un poco más buscando todo lo que tenga que ver con ese tal Haki del Rey.

Haki del Rey. Aquello le sonaba mucho a Osten, estaba seguro de haber oído hablar de él. Desde luego, si aquello era cierto y lo que había sentido era eso, era tan poderoso como describían las historias. Hasta ahora estaba seguro de que exageraban, pero desde luego si era cierto, las historias se quedaban cortas y no le extrañaría que personas de voluntad débil se desmayasen ante la presencia de esas personas que lo poseían.

Se quedó un momento pensativo y, tras un rato, echó a andar al despacho de Epico. Necesitaba saber si poseía aquel poder, y necesitaba alguien que, en el caso de poseerlo, lo entrenase o le ayudase a despertarlo.

—Kris, si eso era el Haki del Rey, necesito alcanzar ese grado de poder —le dijo mientras andaba a zancadas enormes.

Se pararon frente a la puerta del detective, resollando. Miraron la puerta y cuando Kristoph fue a llamar, Osten le detuvo.

—¿Qué vamos a hacer si nos dice que no tenemos el poder para despertarlo? Lo necesitamos si alguna vez nos enfrentamos a los grandes criminales de este mundo.

Acabáis en la puerta del detective, emocionados y sin aliento a causa de la carrera, cuando os ponéis a despotricar en medio del pasillo y vuestras voces reverberan por la casa.

La puerta se abre y os recibe el artesano con el arma terminada.

-Vaya, vaya, vaya. Así que habéis averiguado el truco. Pasad, hablaremos dentro.-

Amablemente os indica que os sentéis en el sofá que tiene en la sala.

-Mirad chicos, sinceramente estáis muy verdes como para dominar lo que los viejos llamamos haki, sin embargo... Puedo ayudaros a que sepáis de que va el asunto, sentirlo y aprender con cual estáis mas familiarizados. Sin embargo... tendréis que darme una razón, solo una razón que me satisfaga, para que os enseñe. Si no queréis... Podéis coger vuestra espada este papel donde he escrito una dirección y una fecha para un encuentro, se lo dais a vuestro contratante, esto con la espada como muestra tendría que ser suficiente para cumplir vuestro encargo. ¿Entonces, que decidís?-

Os mira con un rostro estricto esperando una respuesta.

-Vaya, vaya, vaya. Así que habéis averiguado el truco. Pasad, hablaremos dentro. - Epico no parecía sorprendido en absoluto. Entraron y se sentaron donde el artesano les indicó.

Kristoph estaba anonadado con la espada que Fluffle había creado, estaba perfectamente equlibrada y parecía capaz de partir en mitad hasta la más dura piedra.

- ¿Una razón para querer dominar el haki? Unos piratas, capitaneados por Czerwonak, atacaron nuestra isla cuando éramos unos críos, mataron a la familia de mi amigo Osten, acabaron con la vida del hijo de mi maestro y con la de montones de amigos míos. Pero si me preguntas por qué me hice cazarrecompensas, no fue sólo por vengarme de Czerwonak. Si puedo evitar que más masacres como aquella ocurran, lo haré aunque me vaya la vida en ello, domine el haki o no. Si me ayudas a dominar el haki, me estarás ayudando a evitar más muertes de inocentes. - Los ojos de Kristoph brillaban con decisión, en este punto en que se había sincerado con Epico, ya le daba igual que no aceptara enseñarle. Si Epico no lo aceptaba, aprendería a sentir el haki por su cuenta y con el tiempo lo acabaría dominando, estaba seguro de eso.

Se sentaron en el despacho de Epico, estaba muy emocionado. Ahora que sabía todo aquello no podía dejar pasar la oportunidad de aprender. Kristoph soltó un discurso de por qué quería el haki, Osten tenía sus propias razones.

—Mire, lo que ha dicho mi compañero lo comparto. Además si queremos atrapar a los criminales más poderosos necesitamos el haki como apoyo, no como arma principal. Yo sabía algo sobre él, pero lo único que sabía era que en momentos críticos te puede poner una armadura casi impenetrable —dijo con voz sombría. —Yo poseo ese poder, pero para derrotar a los más fuertes debo aprender sobre ello. Aunque no posea la capacidad de hacer nada más, tengo que saber cómo enfrentarlo.

Después de aquello se quedó callado, mirando fijamente a Epico, esperando que éste diera una respuesta a su súplica. A Osten se le habían taponado los oídos, y los ojos pensativos del detective atraían la mirada de Osten de forma tan potente que, aunque quería parpadear, no podía apartar la vista.

El tipo os mira con una sonrisa medio burlona.

-¿Habéis leído eso en un libro? En fin... Mirad el haki es sentir las voces que os rodean, todo tiene resonancia y poder, si conseguís escuchar esa fuerza podréis manejar lo que se llama haki, surge de las emociones, tanto positivas como negativas. Bien chicos intentare que podáis utilizar el haki, pero no penséis que sera fácil o rápido, intentaremos que tengáis unos buenos cimientos, el resto es cosa vuestra, ademas nada garantiza que podáis dominar los tres tipos de haki que existen y entre ellos las variantes disponibles. Pero intentarlo solo os costara tiempo y esfuerzo. De todas formas aquí tenéis el arma y una tarjeta con una fecha y una localización para que se reúna conmigo. Ahora sentaros, y relajad el cuerpo, cerrad los ojos e intentad poner en blanco vuestras mentes, escuchad con el corazón y no con los oídos, intentad ver sin ojos.

Buscáis una luz, un destello en la oscuridad. Si lo encontráis estaréis un paso mas cerca de sentir lo que os rodea.-

El hombre se cruza de brazos mientras espera que le obedezcáis o que os marchéis con el encargo cumplido.

Kristoph cerró los ojos y buscó la luz de la que hablaba Epico ¿En qué pensaba ese hombre? ¿Cómo iba a ver una luz si tenía los ojos cerrados?

Comenzó a pensar en todo lo que Epico había dicho, si no conseguía utilizar el haki, al menos el encargo que les habían mandado lo terminarían con éxito. Aunque Kristoph dudaba que Osten se fuera de allí sin aprender a usar el haki.

Desvió de su mente aquellos pensamientos e intentó dejarla en blanco, simplemente no pensar en nada, estar sentado en la silla sin hacer nada más que estar relajado.

En lugar de la luz que Epico le había mencionado, comenzó a ver flashes de recuerdos, casi como si estuviera cayendo en un profundo sueño. Le costaba no sumergirse en cualquiera de aquellas imágenes y soñar, pero tenía que esforzarse por mantener la consciencia hasta sentir su entorno. Soltó un ronquido y se despertó con su propio sonido, sonrojado ante la mirada incrédula de Epico, volvió a cerrar los ojos.

Esta vez se centró en cómo se sentía, buscó el punto exacto de su cuerpo de donde venía la consciencia, el punto de donde fluía todo su ser, su mente se acalló. Comenzó a sentir su cuerpo más ligero cada vez, y entonces, con los ojos cerrados, vislumbró aquel destello de luz. Abrió los ojos al instante, emocionado y asustado a partes iguales.

- ¿Qué era eso? - Preguntó directamente a Epico dejando escapar toda su emoción en la pregunta.