¡Bienvenida a la TIA! [Moderado de NIvel 3 Rayne CP]

Muchos piensan que el CP8 está lleno de pargüelas demasiado inútiles como para ascender a niveles "mayores" del CP, pero lo cierto es que tanto este nivel como los otros se reparten los distintos aspectos burocráticos que mantienen al Gobierno Mundial con vida. En cierta manera cada una de las agencias son como los órganos de un cuerpo humano, cada una encargandose de una función específica y funcionando en sincronía para llevar a la Nación de Naciones a su súmun. Hoy te encuentras en la T.I.A, responsable del Tráfico Ilegal de Alimentos, que, por supuesto, constituye uno de los puestos más importantes del sistema gastrointestinal.


El director de esta subsección es Pogo Jhones, alias "Agente Buffet", un cincuentón de seiscientos kilos que pese a su aberrante tamaño no es otra cosa que un humano mórbidamente obeso. Sentado en la silla de su despacho tiene aquí y allá "muestras" de los distintos negocios de comida basura que pueblan los blues, el GL y el Nuevo mundo, y da buena cuenta de ellas hundiendo sus grasosas y rechonchas manos en los envoltorios que prácticamente ni se preocupa de quitar mientras se atiborra. Hace ya un buen rato que te ha llamado a su oficina, y tras gritar desde su mesa apenas visible entre su desparramada mole y los restos de vieja y nueva comida debería ya haberte dicho algo, ¿no? Por un momento te parece que ha parado de comer, y de hecho el siguiente momento casi parece que no respira. ¿Estará muerto? Desde luego debería estarlo con su estilo de vida. De pronto suspira, y exhala con su horrible aliento una mezcla de alivio y cansancio.

—Qué bajada de azúcar...—dice, como si el mero acto de haberte hecho pasar a su despacho hubiera sido una empresa titánica—. Agente Mortadelo, explíquele las...—añade, metiéndose una hamburguesa doble entera en la boca—. Las.

—¡Será un placer! —dice la papelera.

Levantándose con su disfraz, y tirando consigo a su alrededor todo lo que había en el contenedor que ya era demasiado pequeño para la tarea de compaginar con el apetito de Pogo, surge el agente. Es delgado, ínfimo en comparación con el cerdaco de nariz chata que tiene al lado. Con su curva nariz aguileña se inclina hacia a ti, un poco quizás demasiado cerca, y te tiende un informe con alguna que otra mancha de salsa ranchera y ketchup.

—Hemos detectado una irregularidad en el tráfico de alimentos nacional de la isla de Dark Dome; y como agente nativa de la isla hemos considerado que podría interesarle la misión para añadir a su currículum—dice, vendiendo aquello como si las órdenes no fueran de más arriba—. La T.I.A. tiene un seguro dental estupendo, por no hablar del mejor equipo cardiológico de todo el gobierno mundial. ¿Verdad, señor Jhones?

—Sí. Llevo ya cuatro corazones. Y aquí estoy... fuerte... como...—vuelve a su pitanza.

—¿Y bien, qué me dice? Los detalles están en el informe.

Notas:

Me encontraba preparándome delante del espejo; tenía una misión importante encargada desde arriba. Mientras me pasaba el peine por el cabello para dejármelo bien liso, recordé la dirección y a dónde debía ir. Eran las oficinas de la T.I.A, y aunque tuviesen unas siglas algo estúpidas, significaban Tráfigo Ilegal de Alimentos. No era una novedad de que hubiese irregularidades en Dark Dome, y ya había tratado como detective más de una. Acabé de colocarme la chaqueta del traje y empecé a calzarme los zapatos, vigilando que las medias no se me arrugasen. Sabía que tenía que darme prisa o daría mala imagen, y no era para nada una buena idea mostrarse irrespetuosa ante una de las instituciones del cipher pool. Cogí las llaves y cerré detrás de mí, asegurándome de que llevase los mitones de Kairoseki y un paquete de tabaco. Una vez bajé las escaleras me llevé la mano al mentón y después chasqueé los dedos, recordando cómo se iba hasta el dificio.


Me hicieron pasar y allí me reuní con quien tenía que conocer. Tras hablar un rato me cedió unos papeles que me paré detenidamente para leerlos. "¿Pero qué coño es esto? Está hasta manchado, blergh.", pensé, mientras observaba el informe. Al parecer iba más o menos de lo mismo que ya me habían encomendado mis superiores. Me podría infiltrar en algún lado y encontrar de alguna forma la solución a todo esto si la persona que me supervisaría no fuese un incompetente como estos. Me tomé mi tiempo para repasar una vez más los papeles y después los dejé sobre la mesa, con cuidado de no mancharme el dedo con algo de lo que estaba impregnado ahí.

—Ya accedí a llevar una supervisora conmigo, la agente Quesadilla. Así que partiré cuando ustedes lo necesiten. —Les dije haciendo una pequeña referencia.

Ambos hombres se miran al comunicarle tu elección. Pogo suelta un suspiro de alivio por no tener que abandonar su puesto, mas el Agente Mortadela aprieta los labios en una mueca de desagrado. ¡Él quería ir! Ya verás cuando se entere Filetón... Nah, no aparecerá. En fin.

—Nos vamos ahora mismo —dice una voz con ritmo sabrosón abriendo una puerta.

Te presento a la Agente Quesadilla, una despampanante mujer de piel de una bella tonalidad cobriza y exuberante pelo negro. Vestida con un traje a medida, aunque quizás se queda corto un par de tallas, te observa de arriba a abajo sosteniendo con las manos sus gafas de sol. Sonríe, pues le gusta lo que ve; hace tiempo que no trabaja con una muchachita con tanto potencial.

—Me he tomado la libertad de hacer las maletas —agrega, retrocediendo un paso y tomando una pesada maleta cuadrada que estaba aoculta al otro lado—. ¿Sabes de algún buen garito en la Isla de la Eterna Noche?

La aparentemente despreocupada agente te dejará proceder como bien necesites. Con dinero de sobra, prácticamente a expuertas, te proporcionará sin cuestionar aquello que le pidas. De hecho llega un momento en que te pregunta si tienes algún vicio, por si necesitas algo para "mantener el ritmo" en medio de la misión. ¿Pero qué clase de agente es esta buena moza? Si no fuera por el traje no lo parecería en absoluto. Y hablando del traje, no pasa mucho para que pase a llevar una ropa civil algo más reveladora de lo habitual. ¡Qué garbo! ¡Qué agusto se siente con su propio cuerpo!

Tienes libertad para narrar la llegada, y los contactos de la agente te permitirán disponer de cualquier material al servicio del gobierno que le solicites. Todo, de hecho, parece demasiado bonito para ser verdad... ¿no?

Entró la chica, y menudo pivón. Mientras se quitaba las gafas yo ya pensaba en quitarle el traje apretadito. Agité la cabeza intentando concentrarme y la escuché, extrañándome ligeramente con que ya había hecho las maletas. ¿Por qué sabía que la iba a elegir a ella, si ni siquiera estaba ahí? Mi mirada pícara pasó a una un poco más de desconfianza, pero si no se habían alterado los demás agentes, es que la conocían. Si preguntase en aquel momento si era de fiar, quizás hablarían mal de mí en el informe y pondrían que no cooperaba, y no quería eso para nada. Suspiré pesadamente y asentí con la cabeza, dirigiéndome hacia fuera para llevarla hasta el bar más cercano.

Por el camino parecía hacer muchas preguntas, recalcando varias veces que lo pagaba todo el gobierno. Lo ignoraba, lógicamente, ya que parecía ser una corrupta de cojones. Yo no iba a usar el dinero del gobierno para otra cosa que no fuesen gastos de la misión, y emborracharme o drogarme no iba a entrar en el plan. No me drogaba, y no bebía en misiones importantes como estas. Pensé que no sería demasiada buena idea llevarle la contraria al ser una superior mía, y saqué mi cartera, invitándole a una copa. Yo no pedí ninguna para mí ni tenía intención de hacerlo.

—Nee, Quesadilla-chan... ¿Cuál es el plan? —Le pregunté mirándola fijamente. No sabía lo que teníamos que hacer así que tendría que depender de ella.

Tras pedirse un cóctel "The Long long river", que es servido en un vaso de tubo como una pierna de largo, la agente te observa con una sonrisilla.

—No lo sé, Pipita —comenta, apodándote graciosamente—. Yo soy tu supervisora, y cómo tal no supervisaría mucho si tomara las decisiones. Estoy aquí para aconsejarte y guiarte, pero debes ser tú quien dé el primer paso y haga el camino. Luego, si hiciera falta, te empujaré para que evites cualquier posible escollo.

Tras aquello da un largo sorbito y agita la bebida con la pajita haciendo pivotar sobre su eje la sombrillita dorada que la acompaña. Tras tragar con una exhalación satisfecha te mira con una sonrisa amable.

—Pero como ya has cometido un error, voy a sacarte del aprieto... Y no lo contaré en el informe, porque este bar es territorio seguro—agrega, guiñándote un ojo—. Me llamo Lara, y lo primero que tenemos que hacer es definir qué tipo de relacción tendremos durante la misión.

Vaya, el tonito con el que lo ha dicho y el hecho de echarse un poco hacia delante debe significar algo, ¿no? O quizás simplemente quiere hacer una buena cohartada. En fin, la cosa es que, como ha dicho, accede a que tomes tú la iniciativa sobre cómo piensas que es mejor que se desarrollen las cosas. Los recursos desde luego, los tiene.

—Teóricamente las irregularidades en el tráfico de alimentos registrados se realizan los sábados, pero como los registros no disponen de una hora exacta es bastante probable que los barcos que pasan vengan de madrugada. Pero claro, lo primero es lo primero...—agrega, volviendo a beber lentamente.