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Claude von Appetit
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¡Ay! Primera vez en Isla vacaciones por primera vez, y ya puedo sentir el aroma de los mojitos. La primera isla del llamado "Paso de la justicia" siempre me había atraído, más por lo extraño de la situación que por sus estribaciones justicieras. ¿Dónde cabía la juerga como marine? Yo nunca había podido. Pero no importa, porque no guardo rencor. Guardarlo implicaría estar a su nivel, así que simplemente niego con la cabeza, pido un mojito nada más bajar del barco y mando a Diego a volar -y tal vez a robar algo- mientras recuerdo memorias tristes de infancia... En realidad, pienso en la cogorza que me voy a coger, pero sería muy gracioso recordar una infancia triste cuando fui bastante feliz. De hecho, dentro de lo que cabe soy un pirata atípico... Más o menos.
Pero aquí lo importante es lo importante: yo quiero oro, fama y poder; sobre todo fama, así que o hago algo para hacerme famoso o les recuerdo a todos por qué soy el Basilisco de Thesalia... Y, la verdad, no tengo muchas ganas de hacer nada. Busco la primera taberna y me pongo en la barra, pidiendo una jarra y gritando como un poseso:
- ¡Ni siquiera en Gray Rock olía tan mal! Y eso que apestaba a caca de marines. -Por un momento casi digo mierda, pero no se deben decir palabrotas delante de señoritas, y la tabernera es tan fea que seguro no tiene marido.
Pero aquí lo importante es lo importante: yo quiero oro, fama y poder; sobre todo fama, así que o hago algo para hacerme famoso o les recuerdo a todos por qué soy el Basilisco de Thesalia... Y, la verdad, no tengo muchas ganas de hacer nada. Busco la primera taberna y me pongo en la barra, pidiendo una jarra y gritando como un poseso:
- ¡Ni siquiera en Gray Rock olía tan mal! Y eso que apestaba a caca de marines. -Por un momento casi digo mierda, pero no se deben decir palabrotas delante de señoritas, y la tabernera es tan fea que seguro no tiene marido.
Eiji D. Fudo
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Eiji se encontraba dando un paseo de lo más interesante. Disfrutaba de las vistas de aquella isla: había decidido, poco a poco, entrenar su mantra en la isla vacaciones. Por supuesto, era irónico: pero así funcionaban las cosas en Wano. Donde uno descansaba, él se encontraba frunciendo el ceño y concentrándose para escuchar la voz de las cosas. Pero hubo una que le molestó. Una que reconocía, y no la presencia. El tono déspota y lleno de orgullo. Pasó la mano por su cara brevemente y se armó de paciencia. La verdad es que podría usar a aquel hombre para mejorar su dominio del mantra, pero también tenía que entender que era una locura el simple hecho de pedirle algo. Así que simplemente recurriría a acercarse a él como el fantasma que era. Sería un reencuentro interesante: Eiji D. Fudo, el fantasma de Wano con Claude von Appetit, un fantasma literal.
—Hola, Claude-san —le saludó mientras tendía la mano en alto.
Parecía estar alardeando como siempre. Ni siquiera en medio de una taberna se cortaba: la gente alrededor de él le miraban con desinterés. Algunos quizás ponían una oreja, pero no parecían estar escuchando. Por eso mismo el moreno se dedicó a pedir una jarra de hidromiel y disfrutar del ambiente. A lo mejor hasta algo interesante pasaba.
—Hola, Claude-san —le saludó mientras tendía la mano en alto.
Parecía estar alardeando como siempre. Ni siquiera en medio de una taberna se cortaba: la gente alrededor de él le miraban con desinterés. Algunos quizás ponían una oreja, pero no parecían estar escuchando. Por eso mismo el moreno se dedicó a pedir una jarra de hidromiel y disfrutar del ambiente. A lo mejor hasta algo interesante pasaba.
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No parece que nadie esté interesado en mí, aunque puede que sea normal. Nadie conoce fuera del East Blue las aventuras del Basilisco de Thesalia, pero muy pronto las van a conocer. Y si para ello debo montar una buena pelea de taberna, montaré una buena pelea de taberna. ¡Porque eso es lo que hacen los piratas!
Estoy a punto de lanzar una banqueta contra la cabeza de alguien cuando una voz me interrumpe. Es el sosainas de Eiji otra vez. No le basta con adueñarse de la mitad de MIS méritos por ayudar al sastre drogadicto, sino que también viene a arruinar mi diversión. Se va a enterar.
- ¿San? -pregunto, fingiendo irritación. En realidad todo lo que me provoca es desidia, aunque su notorio desinterés por mí me hace apreciarlo un poco-. ¡Es Claude-Sama para ti!
Y le lanzo la banqueta. No va con demasiada fuerza, pero sí la suficiente como para llegar hasta él, y me preparo mientras pegándole un puñetazo en la cara al tipo más cercano. Así con suerte se armará una buena y, mejor aún, cuando solo yo quede en pie todos sabrán quién ganó este combate.
Estoy a punto de lanzar una banqueta contra la cabeza de alguien cuando una voz me interrumpe. Es el sosainas de Eiji otra vez. No le basta con adueñarse de la mitad de MIS méritos por ayudar al sastre drogadicto, sino que también viene a arruinar mi diversión. Se va a enterar.
- ¿San? -pregunto, fingiendo irritación. En realidad todo lo que me provoca es desidia, aunque su notorio desinterés por mí me hace apreciarlo un poco-. ¡Es Claude-Sama para ti!
Y le lanzo la banqueta. No va con demasiada fuerza, pero sí la suficiente como para llegar hasta él, y me preparo mientras pegándole un puñetazo en la cara al tipo más cercano. Así con suerte se armará una buena y, mejor aún, cuando solo yo quede en pie todos sabrán quién ganó este combate.
Eiji D. Fudo
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¿Sama? Eso era algo que solo llamaba a Lilith, y por su apellido. Intentó no perder los estribos pero recordó que debía meditar. Por eso mismo puso los ojos en blanco mientras lo escuchaba y se dedicó a activar su mantra. Una pequeña premonición de medio segundo le indicó que Claude le tiraría un banco, por lo cual él aprovecharía para, con un ágil movimiento, ladearlo con un giro.
—No te recomiendo pegarme otra vez —le amenazó con el ceño fruncido y una expresión enfadada, enseñándole un colmillo.
En lo que se quitó el polvo del chaleco, pudo observar que todos comenzaban a pelear. Eiji se llevó las manos a la cara, arrastrándolas con mucha fuerza para bajar toda la piel que podía. Estaba muy decepcionado y no aguantaba la situación, por lo que, a pesar de no ser una persona fuerte, dirigió uno de sus dedos hacia la nuez del primero que le intentó pegar, dejando que se ahogase en el sitio. Agarró otra vez la jarra y procedió a darle un pequeño sorbo.
—No te recomiendo pegarme otra vez —le amenazó con el ceño fruncido y una expresión enfadada, enseñándole un colmillo.
En lo que se quitó el polvo del chaleco, pudo observar que todos comenzaban a pelear. Eiji se llevó las manos a la cara, arrastrándolas con mucha fuerza para bajar toda la piel que podía. Estaba muy decepcionado y no aguantaba la situación, por lo que, a pesar de no ser una persona fuerte, dirigió uno de sus dedos hacia la nuez del primero que le intentó pegar, dejando que se ahogase en el sitio. Agarró otra vez la jarra y procedió a darle un pequeño sorbo.
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Perfecto, todo ha salido a pedir de boca, aunque Eiji acaba de amenazarme. ¿De verdad se cree que voy a dejarme amedrentar por un rarito como él? Lo lleva claro, y mientras todos pelean yo voy evadiendo poco a poco a cada idiota que intenta dedicarme un golpetazo, aunque me acaban rodeando entre tres y la situación se vuelve muy incómoda.
- Chicos, chicos. Tres contra uno es de gallinas, y si vosotros vais a ser gallinas...
Transformo mi pierna al instante, y desgarro el cuello de uno de una patada con mis afiladas zarpas de ave.
- Yo soy el gallo.
Vuelvo a mi forma humana y subo a la barra, pegándole una patada en la cara a otro de ellos. Pero el que verdaderamente me importa es el tipo de Wano, y corro hacia él hasta ponerme justo a su altura y me abalanzo con ambas piernas intentando que mis botas impacten directas contra su cara, mandándolo a volar bien lejos, si es posible, y pelear así en una zona menos concurrida.
- Chicos, chicos. Tres contra uno es de gallinas, y si vosotros vais a ser gallinas...
Transformo mi pierna al instante, y desgarro el cuello de uno de una patada con mis afiladas zarpas de ave.
- Yo soy el gallo.
Vuelvo a mi forma humana y subo a la barra, pegándole una patada en la cara a otro de ellos. Pero el que verdaderamente me importa es el tipo de Wano, y corro hacia él hasta ponerme justo a su altura y me abalanzo con ambas piernas intentando que mis botas impacten directas contra su cara, mandándolo a volar bien lejos, si es posible, y pelear así en una zona menos concurrida.
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¿Acababa de transformar su pierna en una especie de zarpa? Era algo muy extraño. Pero sabía que quizás era algo relacionado con una fruta del diablo: había visto algunas así en Wano, pero no con forma de ave. Le siguió con la mirada mientras despachaba los que se encontraban con él: parecían querer ir más a por el Claude que a por Eiji, al fin y al cabo se encontraba tranquilamente bebiendo hidromiel tras haberle partido la nuez a un tío. Lamentablemente, tuvo que apartar la jarra y cruzar sus brazos para bloquear los dos pies a la vez. Le lanzó varios metros hacia atrás por lo que aprovechó para reincorporarse y apuntar con una pistola al usuario de zoan.
—Claude, te recomiendo parar —le amenazó mientras activaba su mantra.
Pero tuvo que adelantarse hacia él, no por algo en especial: estaban haciendo un corral de personas ante ellos, rodeándolos y amenazándolos con los puños en alto. Elevó la pistola y le voló la cabeza a uno, colocándose espalda con espalda con el pelirrojo y empezando una matanza. Después ya tendría tiempo de pegarle un tiro entre ceja y ceja. Ahora lo necesitaba.
—Claude, te recomiendo parar —le amenazó mientras activaba su mantra.
Pero tuvo que adelantarse hacia él, no por algo en especial: estaban haciendo un corral de personas ante ellos, rodeándolos y amenazándolos con los puños en alto. Elevó la pistola y le voló la cabeza a uno, colocándose espalda con espalda con el pelirrojo y empezando una matanza. Después ya tendría tiempo de pegarle un tiro entre ceja y ceja. Ahora lo necesitaba.
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- ¿De verdad esa te parece forma de responder a una amistosa invitación de baile? -pregunto, mientras saco mi ballesta y le apunto de vuelta.
Sin embargo, muy pronto un tipo se acerca demasiado y Eiji le revienta la cabeza. Yo hago lo propio desenvainando el cuchillo en un suave movimiento que se posa en el cuello de otro, haciéndole una ligera herida y disuadiéndolo de avanzar. Sin embargo, un tercero intenta atacarme mientras mantengo a Eiji y al otro a raya, así que le doy un cabezazo al tiempo que mi boca se transforma en un pico, cortándole la mejilla y haciéndole caer al suelo por el dolor.
- Igual me he pasado, ¿no? -pregunto, una vez me fijo en el lío en el que nos he metido. Por lo menos, esta vez sí que se van a acordar de mí.
Eiji y yo tenemos una cuenta pendiente desde que nos cruzamos en el East Blue, y esta vez no pienso dejar que se vaya sin su castigo, así que guardo las armas y me dispongo a pelear. Sin embargo, me agarran entre cinco y empiezan a darme de golpes. Parece que aquí termina la historia del Basilisco de Thesalia, pero en ese momento... Me dan una hostia en toda la cara que me dejan tonto unos segundos. Definitivamente, aquí termina todo.
Sin embargo, muy pronto un tipo se acerca demasiado y Eiji le revienta la cabeza. Yo hago lo propio desenvainando el cuchillo en un suave movimiento que se posa en el cuello de otro, haciéndole una ligera herida y disuadiéndolo de avanzar. Sin embargo, un tercero intenta atacarme mientras mantengo a Eiji y al otro a raya, así que le doy un cabezazo al tiempo que mi boca se transforma en un pico, cortándole la mejilla y haciéndole caer al suelo por el dolor.
- Igual me he pasado, ¿no? -pregunto, una vez me fijo en el lío en el que nos he metido. Por lo menos, esta vez sí que se van a acordar de mí.
Eiji y yo tenemos una cuenta pendiente desde que nos cruzamos en el East Blue, y esta vez no pienso dejar que se vaya sin su castigo, así que guardo las armas y me dispongo a pelear. Sin embargo, me agarran entre cinco y empiezan a darme de golpes. Parece que aquí termina la historia del Basilisco de Thesalia, pero en ese momento... Me dan una hostia en toda la cara que me dejan tonto unos segundos. Definitivamente, aquí termina todo.
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—Sí, te has pasado. No, esto no es un baile —exclamó mientras esquivaba con algo de dificultad un botellazo.
Eran demasiados y demasiado cerca. Eiji no podía evitar la situación sin recibir daños. Empujones, arañazos, puñetazos y patadas. Botellas, tomates y verduras. Laúdes y guitarras, tambores y cizallas. Le estaban tirando de todo, era doloroso y supuso que debía depender del pelirrojo. Pero estaba rodeado y agarrado. Y empezaban a agarrarle a él. ¿Era este el fin de los dos? Pensó mientras maldecía de mil formas distintas la existencia de Claude. Él solo quería tomar una jarra de hidromiel, no morir por las fantasmadas de otro.
Sin embargo... No estaba toda la esperanza perdida. Un chaval de dieciocho años salió de entre las mesas para soltar dos puñetazos que lanzaron volando hacia una pared a las víctimas. El chico, con movimientos ágiles, logró reducir a la mitad los presentes no sin después morir entre terribles sufrimientos. Le dieron tal patada en sus partes que perdió la consciencia y se desnucó. Sin embargo Eiji aprovechó aquello para pegar dos disparos. El primero impactó en la frente de uno de los que agarraban a Claude, el segundo, compensando con su brazo el retroceso, atravesó el corazón de otro.
Eran demasiados y demasiado cerca. Eiji no podía evitar la situación sin recibir daños. Empujones, arañazos, puñetazos y patadas. Botellas, tomates y verduras. Laúdes y guitarras, tambores y cizallas. Le estaban tirando de todo, era doloroso y supuso que debía depender del pelirrojo. Pero estaba rodeado y agarrado. Y empezaban a agarrarle a él. ¿Era este el fin de los dos? Pensó mientras maldecía de mil formas distintas la existencia de Claude. Él solo quería tomar una jarra de hidromiel, no morir por las fantasmadas de otro.
Sin embargo... No estaba toda la esperanza perdida. Un chaval de dieciocho años salió de entre las mesas para soltar dos puñetazos que lanzaron volando hacia una pared a las víctimas. El chico, con movimientos ágiles, logró reducir a la mitad los presentes no sin después morir entre terribles sufrimientos. Le dieron tal patada en sus partes que perdió la consciencia y se desnucó. Sin embargo Eiji aprovechó aquello para pegar dos disparos. El primero impactó en la frente de uno de los que agarraban a Claude, el segundo, compensando con su brazo el retroceso, atravesó el corazón de otro.
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Espera un momento. Esto duele, pero no duele tanto como cabría esperar. Es decir, me están dando de hostias en el carnet de identidad, pero se nota de una forma distinta. ¿Me he muerto ya? No, espera, es un poco diferente. No es como si ya hubiese muerto alguna vez, pero desde luego una vez tuve una resaca que fue peor que estarlo. Lo que sucede ahora... Espera, ¿oigo un "plonk"? Sí, oigo un "plonk". Es como si una especie de preservativo acolchado recubriese mi cuerpo, como si la vaina de una judía me protegiese de la paliza, como si dijese "no homo" antes de... Mira, ¿sabes qué? Que paso. No pienso jugar más a este juego. El caso es que miro mis manos y hay como un brillo negro momentáneo, pero no me da tiempo a comprobar qué demonios es; lo único que tengo claro es que no parecen moretones, y me levanto con cierta dificultad mientras empiezo a recibir más palos que una piñata, y ahora sí que duelen de verdad.
Pero me levanto, y desenvaino el cuchillo para cortar el cuello de todos los que están a mi alrededor. ¡Pum! De un tajo siete, o tal vez ocho; no importa, lo que me cuenta es que hay una ventana de aire y sangre a mi alrededor en lo que el tumulto empieza a volverse contra ellos... Menos mal que estas cosas tienden al caos, pero yo necesito alejarme y, con un ligero empujón, intento cargarme a Eiji al hombro mientras salgo corriendo del local. Ya habrá tiempo para pelear, pero debemos huir para poder luchar.
Pero me levanto, y desenvaino el cuchillo para cortar el cuello de todos los que están a mi alrededor. ¡Pum! De un tajo siete, o tal vez ocho; no importa, lo que me cuenta es que hay una ventana de aire y sangre a mi alrededor en lo que el tumulto empieza a volverse contra ellos... Menos mal que estas cosas tienden al caos, pero yo necesito alejarme y, con un ligero empujón, intento cargarme a Eiji al hombro mientras salgo corriendo del local. Ya habrá tiempo para pelear, pero debemos huir para poder luchar.
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No sabía cómo ni por qué pero se encontraba encima de Claude, escapando hacia algún lado. Se limitó a gruñir por lo bajo y dejarse llevar; al fin y al cabo, estaba algo debilitado. Podría haberle reventado la cabeza en ese momento pero se habían ayudado mutuamente y tenía que aceptarlo de alguna forma. Parecía correr bastante rápido, no mucho más que una persona normal pero sí era veloz. Por lo que mantuvo un silencio de lo más incómodo mientras era llevado hacia un lugar que no creía posible. ¿Aquello era un descampado? O más bien dicho, un lugar en el que los jóvenes frecuentaban para beber licor.
—Claude, bájame —le ordenó mientras fruncía el ceño, empezaba a estar incómodo—. ¿Qué quieres?
Era un personaje de lo más pintoresco. Se metía en problemas y pasaban cosas raras pero por lo menos salían bien. Tampoco se podía quejar, aquello servía para aumentar el alcance de su mantra y la forma en la que podía predecir, dándole un poco más de margen para hacerlo.
—Claude, bájame —le ordenó mientras fruncía el ceño, empezaba a estar incómodo—. ¿Qué quieres?
Era un personaje de lo más pintoresco. Se metía en problemas y pasaban cosas raras pero por lo menos salían bien. Tampoco se podía quejar, aquello servía para aumentar el alcance de su mantra y la forma en la que podía predecir, dándole un poco más de margen para hacerlo.
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Se me va un poco la mano y puede que me aleje demasiado, pero por lo menos estamos a salvo. En medio de la carrerita me he traído al memo este hasta un descampado, a unos cincuenta metros de la taberna. Han intentado seguirme, claro, pero no hay nadie que pueda medirse conmigo en una carrera, y aunque ahora el tumulto parece haberse extendido a las calles -y puedo oír cómo linchan a un pobre pelirrojo- no parece que esté en condiciones de frenarlos todavía. Ya cuando se cansen...
- ¿Yo? -pregunto-. ¿Que qué quiero yo? Bueno, pues lo primero estaría bien que no me fueses persiguiendo de aquí para allá como si fueses mi admirador. Al menos mientras tengas esa cara de botijo con perilla. ¡Me da escalofríos!
De pronto, caigo sobre una rodilla. No me había dado cuenta por la tensión, pero todo el cuerpo me duele, y siento que debería estar muerto. No consigo olvidar el extraño recubrimiento negro que me ha protegido, y miro al delincuente. ¿Será alguna clase de fruta del diablo?
- Tú... ¿Eres usuario? -pregunto, levantándome mientras desenvaino el cuchillo-. ¿Por qué me has protegido, si me odias?
Encaro al hombre generador de armaduras, dispuesto a pegarle la paliza de su vida si no me da una respuesta.
- ¿Yo? -pregunto-. ¿Que qué quiero yo? Bueno, pues lo primero estaría bien que no me fueses persiguiendo de aquí para allá como si fueses mi admirador. Al menos mientras tengas esa cara de botijo con perilla. ¡Me da escalofríos!
De pronto, caigo sobre una rodilla. No me había dado cuenta por la tensión, pero todo el cuerpo me duele, y siento que debería estar muerto. No consigo olvidar el extraño recubrimiento negro que me ha protegido, y miro al delincuente. ¿Será alguna clase de fruta del diablo?
- Tú... ¿Eres usuario? -pregunto, levantándome mientras desenvaino el cuchillo-. ¿Por qué me has protegido, si me odias?
Encaro al hombre generador de armaduras, dispuesto a pegarle la paliza de su vida si no me da una respuesta.
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Se retiraron lo suficiente como para estar seguros. La verdad es que cargaba con él y encima superaba en carrera a los que les perseguían. El chico parecía hábil, pero la boca le perdía por todos los lados. Aquello lo hacía débil, ya que en un lío más grande podría morir. Si el chaval no les hubiesen ayudado ahora a lo mejor estarían sin ropa y en un callejón tirados. O peor aún: muertos.
—Suelo proteger al débil. Y sí, soy usuario de fruta del diablo. Pero no veo la necesidad de usarla —le explicó mirándole aún de brazos cruzados.
¿Pero este tío quién se creía? ¿Armadura? Quizás había despertado el busoshoku. Pero no era de la incumbencia del criminal. Sin embargo, algo parecía interesarle de él. A pesar de haber recibido una paliza que habría dejado baldado a una persona normal, seguía de pie y con ganas de pelea. Frunció el ceño y le acercó la mano, arrepintiéndose mucho de lo que iba a decir.
—Excelente trabajo —le felicitó, sin ninguna expresión en el rostro.
Pero no duró demasiado la oferta de intercambiar un apretón de manos: empezaron a estallar fuegos artificiales y a sonar megáfonos por todos los lados. ¿Estaban en medio de una feria? Interesante. Con la prisa no se había dado cuenta, por lo que quizás podrían sacar algo bueno de aquella experiencia y divertirse un poco.
—Suelo proteger al débil. Y sí, soy usuario de fruta del diablo. Pero no veo la necesidad de usarla —le explicó mirándole aún de brazos cruzados.
¿Pero este tío quién se creía? ¿Armadura? Quizás había despertado el busoshoku. Pero no era de la incumbencia del criminal. Sin embargo, algo parecía interesarle de él. A pesar de haber recibido una paliza que habría dejado baldado a una persona normal, seguía de pie y con ganas de pelea. Frunció el ceño y le acercó la mano, arrepintiéndose mucho de lo que iba a decir.
—Excelente trabajo —le felicitó, sin ninguna expresión en el rostro.
Pero no duró demasiado la oferta de intercambiar un apretón de manos: empezaron a estallar fuegos artificiales y a sonar megáfonos por todos los lados. ¿Estaban en medio de una feria? Interesante. Con la prisa no se había dado cuenta, por lo que quizás podrían sacar algo bueno de aquella experiencia y divertirse un poco.
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Así que eso es, ¿no? Una fruta del diablo que genera armaduras... No, espera, acaba de decir que no la ha utilizado. ¿Está intentando que le agradezca algo que no ha hecho? Es más, ¿acaba de llamarme débil? Yo a este pavo me lo meriendo. Si es que es un puto subnormal, yo...
Me distraigo. Hay fuegos artificiales; es un lugar bonito, pero ni todo el romanticismo del mundo puede hacerme olvidar que si no fuese por su culpa todo cuando nos conocimos salió mal. Es más, a estas alturas ya estoy seguro de que fue Eiji quien drogó al pobre muchacho mientras yo trabajaba. Y encima tuvo las narices de robarse mi fama. ¡Mi fama! ¡El muy cretino tiene mucha cara para venir ahora a ponerse así de gallito! Me lo cargo. Yo es que me lo cargo.
Guardo el cuchillo. Antes de que los altavoces de megafonía anuncien quién se ha llevado un perrito piloto, lanzo una patada con todas mis fuerzas contra su cara. No sé cómo, porque parece estar mínimamente por encima de mí, pero voy a hacer que se coma el bordillo en cuanto menos se lo espere.
- ¡Eres un hijo de puta! -le grito, mientras mi pierna se va levantando, y en medio de la furia veo el mismo brillo negruzco, que se desvanece al instante.
¿Lo estoy haciendo yo?
Me distraigo. Hay fuegos artificiales; es un lugar bonito, pero ni todo el romanticismo del mundo puede hacerme olvidar que si no fuese por su culpa todo cuando nos conocimos salió mal. Es más, a estas alturas ya estoy seguro de que fue Eiji quien drogó al pobre muchacho mientras yo trabajaba. Y encima tuvo las narices de robarse mi fama. ¡Mi fama! ¡El muy cretino tiene mucha cara para venir ahora a ponerse así de gallito! Me lo cargo. Yo es que me lo cargo.
Guardo el cuchillo. Antes de que los altavoces de megafonía anuncien quién se ha llevado un perrito piloto, lanzo una patada con todas mis fuerzas contra su cara. No sé cómo, porque parece estar mínimamente por encima de mí, pero voy a hacer que se coma el bordillo en cuanto menos se lo espere.
- ¡Eres un hijo de puta! -le grito, mientras mi pierna se va levantando, y en medio de la furia veo el mismo brillo negruzco, que se desvanece al instante.
¿Lo estoy haciendo yo?
Eiji D. Fudo
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No pareció obtener una respuesta directa, pero es que le daba directamente igual. Bajó la mano soltando un pequeño gruñido y se llevó los brazos al torso, cruzándolos. Lamentablemente, otra vez el chico parecía hacer lo mismo de siempre. Echó hacia atrás la parte superior de su cuerpo, aún usando el mantra. Pero le rozó la barbilla, haciendo que cayese hacia atrás. Se levantó rascándosela y le dedicó una mirada de lo más amenazante.
—Eso se llama haki de armadura, en Wano le solemos llamar busoshoku —le interrumpió mientras llevaba la mano a su frente, algo cansado por concentrarse sin parar.
Movió las manos en círculo y lanzó un ataque hacia su pecho, intentándole clavar la palma en la unión superior de la caja torácica. Eiji se había cansado y era hora de que cantara el gallo. No podía salirse con la suya, alguien le tenía que enseñar una lección. O no. Lo único que quería ahora mismo era partirle la boca a aquel hombre. Había tenido demasiada paciencia ya en dos islas y no iba a tolerar ni una fantasmada más.
—Eso se llama haki de armadura, en Wano le solemos llamar busoshoku —le interrumpió mientras llevaba la mano a su frente, algo cansado por concentrarse sin parar.
Movió las manos en círculo y lanzó un ataque hacia su pecho, intentándole clavar la palma en la unión superior de la caja torácica. Eiji se había cansado y era hora de que cantara el gallo. No podía salirse con la suya, alguien le tenía que enseñar una lección. O no. Lo único que quería ahora mismo era partirle la boca a aquel hombre. Había tenido demasiada paciencia ya en dos islas y no iba a tolerar ni una fantasmada más.
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Consigo hacerle retroceder, pero el tipo ni siquiera reacciona un mínimo. Sigue con la misma cara de esparto que parece llevar siempre. En una especie de rictus insulso, Eiji se levanta tras explicarme lo que me está sucediendo, pero me quedo como estaba. ¿jaqué? Jaqui, o algo así. Una fantasmada de las suyas, seguramente, aunque por lo menos hay que reconocerle el mérito que tiene inventarse palabras tan deprisa.
Lo que sin embargo resulta más molesto es que me interrumpa. ¿Pero por qué demonios tiene que interrumpirme? Parece que no tiene ni puta idea de cómo funcionan las cosas, más cuando me golpea el hombro con esa palma. No se la ha lavado antes, seguro, y este hombre tiene pinta de no lavárselas ni con agua después de mear.
- ¿Te crees que eso me duele? -pregunto, socarrón, avanzando hacia él de vuelta-. ¡Me han recorrido el cuerpo con filos, y me han apuñalado miles de veces!
Sí que me duele, sí, pero no pienso dejar que lo sepa, y sin dudarlo me quito la camiseta para dejar ver mi torso desnudo.
- ¡Yo enseñé a desnudarse a Zane D. Kenshin! -grito, en un alarde, mientras mi pecho comienza a inflarse como el de un gallo-. Y de esta paliza no te vas a olvidar en tu vida.
Fijo la vista en su mandíbula, y comienzo a calcular. Estiro un poco las piernas y, evitando mover el hombro derecho, elevo el pie hasta intentar encajarle una patada en la cara que lo deje más tonto de lo que ya es, tratando de reactivar esa extraña energía que me ha cubierto hace nada.
- ¡Dale negro! -grito, intentando encenderla a gritos. Igual funciona.
Lo que sin embargo resulta más molesto es que me interrumpa. ¿Pero por qué demonios tiene que interrumpirme? Parece que no tiene ni puta idea de cómo funcionan las cosas, más cuando me golpea el hombro con esa palma. No se la ha lavado antes, seguro, y este hombre tiene pinta de no lavárselas ni con agua después de mear.
- ¿Te crees que eso me duele? -pregunto, socarrón, avanzando hacia él de vuelta-. ¡Me han recorrido el cuerpo con filos, y me han apuñalado miles de veces!
Sí que me duele, sí, pero no pienso dejar que lo sepa, y sin dudarlo me quito la camiseta para dejar ver mi torso desnudo.
- ¡Yo enseñé a desnudarse a Zane D. Kenshin! -grito, en un alarde, mientras mi pecho comienza a inflarse como el de un gallo-. Y de esta paliza no te vas a olvidar en tu vida.
Fijo la vista en su mandíbula, y comienzo a calcular. Estiro un poco las piernas y, evitando mover el hombro derecho, elevo el pie hasta intentar encajarle una patada en la cara que lo deje más tonto de lo que ya es, tratando de reactivar esa extraña energía que me ha cubierto hace nada.
- ¡Dale negro! -grito, intentando encenderla a gritos. Igual funciona.
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Su nivel de fantasmeo había llegado hasta el nivel de nombrar a un Yonkou en una de sus hazañas. Escupió al suelo algo resentido y se colocó en posición de combate, elevando la postura de sus brazos y procediendo a bloquear parcialmente la patada que iba dirigida hacia su cabeza. Le costó demasiado, de hecho. Tenía bastante fuerza en el tren inferior, por lo que sus brazos cedieron y recibió el golpe, reducido, pero íntegro. Se mantuvo firme y lo miró fijamente.
—Eres hábil, lo admito —le felicitó mientras limpiaba un hilillo de sangre de su boca.
Pero la cosa no iba a acabar ahí, obviamente que no. Tocaba recurrir a lo más cerdo que podía hacer: desenfundar la pistola y apuntar hacia una de sus piernas para inhabilitarla. Le iba a soltar un tiro para perforar parte de su muslo y limitar los movimientos. Solía usar bastante las patadas para luchar, por lo que era hora de ir a palabras mayores. No era peor por usar una pistola: simplemente más inteligente.
—Eres hábil, lo admito —le felicitó mientras limpiaba un hilillo de sangre de su boca.
Pero la cosa no iba a acabar ahí, obviamente que no. Tocaba recurrir a lo más cerdo que podía hacer: desenfundar la pistola y apuntar hacia una de sus piernas para inhabilitarla. Le iba a soltar un tiro para perforar parte de su muslo y limitar los movimientos. Solía usar bastante las patadas para luchar, por lo que era hora de ir a palabras mayores. No era peor por usar una pistola: simplemente más inteligente.
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Lo reconozco, que te peguen un tiro en la pierna es doloroso. De hecho, no puedo disimular que me ha hecho daño y de pura casualidad soy capaz de evitar que mi muslo sea atravesado, pero a cambio me han abierto un nuevo agujero en el culo. Dos, si tenemos en cuenta que ha salido. Duele, sangra y la verdad es que quema bastante. Ahora sí que me ha cabreado, y aunque no puedo apoyar bien la pierna debido al dolor, me concentro en lo que más quiero en estos momentos: Abrirle la cabeza a este hijo de puta.
- Está bien, lo haremos a tu modo.
Aun cojo, soy más rápido. Solo necesitaría impulsarme con la pierna sana, sacar la ballesta para apuntarle al ojo y atravesar su gaznate con el cuchillo, pero entonces me doy cuenta de lo que está sucediendo: ¿voy a matar a una persona solo por pegarme un tiro? Por supuestísimo que sí.
Agacho ambas piernas, apoyando gran parte del peso en la izquierda, y me impulso contra él solo concentrado en su yugular. No uso la ballesta, tan solo busco con una mano su pecho para desequilibrarlo, mientras con la otra atravieso su cuello hasta la cervical. Lo voy a matar, es lo único en lo que pienso, y luego me curaré la herida. Pero primero cargármelo... Espera, ¿es ese brillo otra vez?
Aparto el cuchillo del camino y en lugar de tratar de empujarlo lo utilizo para equilibrarme. Me aposento, me cuadro frente a él y le hablo, emocionado.
- ¡Cuando solo pienso en matarte mi arma brilla! ¡Es increíble! -le explico-. ¡Al final que seas un gilipollas vale de algo!
- Está bien, lo haremos a tu modo.
Aun cojo, soy más rápido. Solo necesitaría impulsarme con la pierna sana, sacar la ballesta para apuntarle al ojo y atravesar su gaznate con el cuchillo, pero entonces me doy cuenta de lo que está sucediendo: ¿voy a matar a una persona solo por pegarme un tiro? Por supuestísimo que sí.
Agacho ambas piernas, apoyando gran parte del peso en la izquierda, y me impulso contra él solo concentrado en su yugular. No uso la ballesta, tan solo busco con una mano su pecho para desequilibrarlo, mientras con la otra atravieso su cuello hasta la cervical. Lo voy a matar, es lo único en lo que pienso, y luego me curaré la herida. Pero primero cargármelo... Espera, ¿es ese brillo otra vez?
Aparto el cuchillo del camino y en lugar de tratar de empujarlo lo utilizo para equilibrarme. Me aposento, me cuadro frente a él y le hablo, emocionado.
- ¡Cuando solo pienso en matarte mi arma brilla! ¡Es increíble! -le explico-. ¡Al final que seas un gilipollas vale de algo!
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El tiro acababa de impactar contra su muslo, pero aún tenía el aguante y la osadía de seguir peleando. Fue una marca que decidió ignorar, por lo que el rostro de Eiji dejó de ser inexpresivo. Ahora mezclaba un sentimiento de rabia incontenible, forzándose para que no pudiese verle tan cabreado. Agarró aire y se preparó para volver a esquivar las intenciones del pelirrojo, pero su mantra se lo dijo todo una vez más. Realmente no sabía qué hacer, por lo que se cubrió pero sintió algo recubrir parte de su pecho. Fue breve, pero lo notó como una sensación de calor invisible. Agitó la cabeza y volvió a la acción, donde se acababa de dar cuenta que Claude estaba colgado de su pecho. O más bien agarrado. Se separó con un empujón y enfundó la pistola, dedicándole una larga mirada.
—No... yo... —gruñió por lo bajo y se giró—. Has... ganado. Dejémoslo en eso.
Empezó a andar palpando su pecho. Realmente había sentido algo raro, y podía atribuirlo al momento en el que había perdido los estribos. Él era una persona seria y calmada, por lo que nunca había algo que lo pusiese realmente nervioso. Pero aquel hombre lo había hecho. Muy fuertemente, de hecho. Arrastró los dedos por su sien e intentó calmarse. Tenía el corazón a mil y algún que otro hueso roto, estaba muy seguro. Cuando volviese con Lilith, encima, le iba a echar la bronca. Pero no era su culpa de haber luchado contra semejante estúpido. ¿En serio seguía sin entender qué era el busoshoku?
—Voy a ir para la feria. A lo mejor saco algo.
—No... yo... —gruñió por lo bajo y se giró—. Has... ganado. Dejémoslo en eso.
Empezó a andar palpando su pecho. Realmente había sentido algo raro, y podía atribuirlo al momento en el que había perdido los estribos. Él era una persona seria y calmada, por lo que nunca había algo que lo pusiese realmente nervioso. Pero aquel hombre lo había hecho. Muy fuertemente, de hecho. Arrastró los dedos por su sien e intentó calmarse. Tenía el corazón a mil y algún que otro hueso roto, estaba muy seguro. Cuando volviese con Lilith, encima, le iba a echar la bronca. Pero no era su culpa de haber luchado contra semejante estúpido. ¿En serio seguía sin entender qué era el busoshoku?
—Voy a ir para la feria. A lo mejor saco algo.
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Durante un segundo parece que nuestras miradas se cruzan en medio de los fuegos, que nuestros pulsos se detienen, que el tiempo se detiene... No sé cómo describirlo, pero la manera más cercana a hacerlo es explicar el odio irracional que siento hacia este sujeto. Parece que es mutuo, pero hemos sabido aplacar nuestras diferencias de alguna forma. Además, ha reconocido mi superioridad, por lo que no puedo seguir dándole una paliza. Atacar a los débiles no deja de ser una cosa que me hace chasquear la lengua, y por mucho que haya usado una pistola... Un día lo mataré, sin duda, pero cuando sea capaz de pelear sin recurrir a esa clase de trucos baratos.
- Será mejor que te acompañe, porque teniendo en cuenta cómo la lías en cuanto me despisto...
Comienzo a avanzar a su lado, cojeando del lado derecho, y a ratos voy pensando en cómo me gustaría meterle a este imbécil un paraguas por el culo y abrirlo desde dentro. Es como una especie de interruptor, en el que casi siempre que me imagino golpeándolo hasta que sangre se enciende. No es tan brillante, ni veo que sea negro ya, pero sin embargo puedo sentir cómo algo me impide tocar la piel. ¿Tan fuerte es mi odio por él que he desarrollado una técnica única para hacerle frente? Tal vez si es así no debería dejarme llevar por ella, pero es que también me ha salvado la vida.
- Eiji, no sé si lo has pensado alguna vez -comento-, pero yo creo que deberías cambiar ese peinado de flipado, porque no te sienta nada bien.
- Será mejor que te acompañe, porque teniendo en cuenta cómo la lías en cuanto me despisto...
Comienzo a avanzar a su lado, cojeando del lado derecho, y a ratos voy pensando en cómo me gustaría meterle a este imbécil un paraguas por el culo y abrirlo desde dentro. Es como una especie de interruptor, en el que casi siempre que me imagino golpeándolo hasta que sangre se enciende. No es tan brillante, ni veo que sea negro ya, pero sin embargo puedo sentir cómo algo me impide tocar la piel. ¿Tan fuerte es mi odio por él que he desarrollado una técnica única para hacerle frente? Tal vez si es así no debería dejarme llevar por ella, pero es que también me ha salvado la vida.
- Eiji, no sé si lo has pensado alguna vez -comento-, pero yo creo que deberías cambiar ese peinado de flipado, porque no te sienta nada bien.
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Volvió a gruñir mientras hablaba. ¿Por qué lo hacía tanto? En ese mismo momento, el criminal deseaba arrancarse la piel de la cara o pegarse el tiro él mismo. Pero era una persona que sin una razón de peso no mataba, o por lo menos no a gente con cierto retraso. Quería ver qué hacía, quería ver cómo reaccionaba. Pero es que o tenía un grave problema o todo ese ego estaba cubierto por una máscara de inseguridad. Porque la verdad es que el chaval no era débil, ni mucho menos. Encima sin saber por qué, él se sentía igual. Lo odiaba, sí, pero algo raro pasaba con él. Había sentido lo mismo que había descrito el pelirrojo alrededor de él. Pero necesitaba ignorarlo y tirar hacia la feria.
—Creo que mi pelo está correcto. Por lo menos no voy con una melena hasta el trasero —le replicó con un tono bastante malsonante.
Se fijó en lo que parecía ser un lugar de tiro libre para ganar premios. El moreno sonrió brevemente y sacó cien berries, colocándolos para empezar a disparar. Afinó su puntería y apretó el gatillo, saliendo un balín hacia el lado contrario en el que apuntaba. Y él no fallaba tiros, o por lo menos no solía hacerlo. Así que muy seguramente el arma estaba amañada. Echó medio torso hacia delante y arrastró al hombre de la atracción, tirándolo en medio de la calle.
—¿Qué haces con los estafadores, Claude? —inquirió mientras se arremangaba aún más.
—Creo que mi pelo está correcto. Por lo menos no voy con una melena hasta el trasero —le replicó con un tono bastante malsonante.
Se fijó en lo que parecía ser un lugar de tiro libre para ganar premios. El moreno sonrió brevemente y sacó cien berries, colocándolos para empezar a disparar. Afinó su puntería y apretó el gatillo, saliendo un balín hacia el lado contrario en el que apuntaba. Y él no fallaba tiros, o por lo menos no solía hacerlo. Así que muy seguramente el arma estaba amañada. Echó medio torso hacia delante y arrastró al hombre de la atracción, tirándolo en medio de la calle.
—¿Qué haces con los estafadores, Claude? —inquirió mientras se arremangaba aún más.
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La verdad es que no le falta razón del todo. La melena no es el estilo más cómodo del mundo, pero protege de que vean la nuca y sepan qué hay en ella. Se disimula, claro, pero la única forma de que la cicatriz no se vea es dejándolo crecer. Y no es una cuestión exclusiva de que yo no pueda soportar esa herida, sino que mi vida entera depende de que nadie pueda ver eso. Cuando pienso en cómo me destrozaron... Espera, la cosa esta vuelve. ¿Pasa siempre que me cabreo?
Seguimos el camino en silencio, y aunque la cojera no termina mi culo deja de sangrar. El pantalón, roto y acartonado, huele ya un poco mal, pero ni de lejos como apestan algunas de las atracciones del sitio al que nos estamos acercando. Lo cierto es que entre la comida, la aglomeración, la gente corriendo, el quitamanchas, el aceite de motor... Este lugar apesta, aunque dudo que mucha gente pueda notarlo. Sin embargo, hay algunos puestecitos que ofrecen diversión. Eiji se fija, primero de todo, en el de tiro.
También es de mis favoritos, y de hecho pago dos pases para usar una escopeta con cada mano. Esto se hace por diversión, al fin y al cabo, y escucho que el delincuente me dice algo mientras yo disparo ambos, ganando tres premios en dos disparos.
- ¿Trucadas? -pregunto, riéndome-. Hay que ser subnormal para trucarlas tanto que des más premios de los que daría sin trucar.
Aunque sí es cierto que dada la precisión que ha demostrado Eiji es muy raro que falle. Como mínimo merece la pena investigarlo, y dejo mis escopetas en la barra. Mientras él mantiene al feriante agarrado, yo pego un tiro. Cuarto premio, pero no a donde yo apuntaba.
- Bueno, yo tiendo a ser civilizado -comento, agarrando una pequeña caja metálica al otro lado del mostrador. Aquí debe haber billetes-. Recupero mi dinero de la caja, se lo pongo en la mano a este caballero y me voy caminando.
A quinientos berries el tiro no debería haber mucho de nada, pero me encuentro con que tiene casi millón y medio. Bueno, algo es algo. Un día más de comer y dormir.
- ¿Vamos, Eiji? -pregunto-. ¡Ah! Y quiero mis peluches. Los más grandes.
Seguimos el camino en silencio, y aunque la cojera no termina mi culo deja de sangrar. El pantalón, roto y acartonado, huele ya un poco mal, pero ni de lejos como apestan algunas de las atracciones del sitio al que nos estamos acercando. Lo cierto es que entre la comida, la aglomeración, la gente corriendo, el quitamanchas, el aceite de motor... Este lugar apesta, aunque dudo que mucha gente pueda notarlo. Sin embargo, hay algunos puestecitos que ofrecen diversión. Eiji se fija, primero de todo, en el de tiro.
También es de mis favoritos, y de hecho pago dos pases para usar una escopeta con cada mano. Esto se hace por diversión, al fin y al cabo, y escucho que el delincuente me dice algo mientras yo disparo ambos, ganando tres premios en dos disparos.
- ¿Trucadas? -pregunto, riéndome-. Hay que ser subnormal para trucarlas tanto que des más premios de los que daría sin trucar.
Aunque sí es cierto que dada la precisión que ha demostrado Eiji es muy raro que falle. Como mínimo merece la pena investigarlo, y dejo mis escopetas en la barra. Mientras él mantiene al feriante agarrado, yo pego un tiro. Cuarto premio, pero no a donde yo apuntaba.
- Bueno, yo tiendo a ser civilizado -comento, agarrando una pequeña caja metálica al otro lado del mostrador. Aquí debe haber billetes-. Recupero mi dinero de la caja, se lo pongo en la mano a este caballero y me voy caminando.
A quinientos berries el tiro no debería haber mucho de nada, pero me encuentro con que tiene casi millón y medio. Bueno, algo es algo. Un día más de comer y dormir.
- ¿Vamos, Eiji? -pregunto-. ¡Ah! Y quiero mis peluches. Los más grandes.
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Definitivamente estaba trucada la atracción. No había ninguna forma posible para acertar, con dos escopetas a la vez, sin apuntar y siendo Claude. Ese hombre no sabía usar otra cosa que fuesen los pies por ahora, ¿iba a hacer eso con las manos? No. Por lo menos desbancó al estafador, claro. Aquello le molestó fuertemente al moreno, empezando a adoptar una postura más seria una vez más y escuchando todo. Cuando su compañero agarró el dinero, el hombre empezó a gritar nervioso.
—Necesito el dinero para pagar la operación de mi hija —exclamó mientras se ponía de rodillas—. Por favor, no me hagáis esto. Sé que ha estado mal pero por aquí hay gente de dinero. Os devolveré el vuestro, os lo prometo.
Mientras lo escuchaba, Eiji empezó a, con un movimiendo sutil, colocar el silenciador de su pistola. Lo echó hacia atrás del puesto y observó su sudor. La forma en la que arrastraba las palabras. Lo tendió en el suelo y apretó el gatillo en su frente. Era hora de acabar con la tontería: ningún estafador iba a salirse con la suya. Estaba ligeramente enfadado de haber perdido contra el pelirrojo y ya encontraría una revancha. ¿Qué le estaba pasando? Esa unión inusual, ese deseo de humillar al notas... No quería crear ningún vínculo con él. Ya aprovecharía otro momento para meterle una bala entre ceja y ceja, pero aquel momento podía esperar. Se dedicó a buscar otra atracción maldiciendo por dentro la suerte de Claude y acabó viendo una que no podría ganar con buena fortuna. Señaló una zona para pescar peces con redes y sacó tres de un solo movimiento, enorgulleciéndose al momento de tal hazaña.
—¿Qué te parece? ¿Crees que lo puedes hacer mejor? —le retó con un tono ligeramente burlón.
—Necesito el dinero para pagar la operación de mi hija —exclamó mientras se ponía de rodillas—. Por favor, no me hagáis esto. Sé que ha estado mal pero por aquí hay gente de dinero. Os devolveré el vuestro, os lo prometo.
Mientras lo escuchaba, Eiji empezó a, con un movimiendo sutil, colocar el silenciador de su pistola. Lo echó hacia atrás del puesto y observó su sudor. La forma en la que arrastraba las palabras. Lo tendió en el suelo y apretó el gatillo en su frente. Era hora de acabar con la tontería: ningún estafador iba a salirse con la suya. Estaba ligeramente enfadado de haber perdido contra el pelirrojo y ya encontraría una revancha. ¿Qué le estaba pasando? Esa unión inusual, ese deseo de humillar al notas... No quería crear ningún vínculo con él. Ya aprovecharía otro momento para meterle una bala entre ceja y ceja, pero aquel momento podía esperar. Se dedicó a buscar otra atracción maldiciendo por dentro la suerte de Claude y acabó viendo una que no podría ganar con buena fortuna. Señaló una zona para pescar peces con redes y sacó tres de un solo movimiento, enorgulleciéndose al momento de tal hazaña.
—¿Qué te parece? ¿Crees que lo puedes hacer mejor? —le retó con un tono ligeramente burlón.
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- No has cogido mis peluches -recrimino a Eiji. Acaba de matar al feriante por trucar una escopeta, y lo cierto es que me incomoda un poco, pero técnicamente yo le lancé una banqueta a la cara "sin provocaciones". Bueno, su aparición era en sí misma una provocación, pero no soy el mismo que hace un par de horas. Me gusta pensar que darme cuenta de que tengo la armadura del enfado me ha hecho mejor como persona-. Pero mira, te perdono.
Sigo odiándolo profundamente, y de hecho cuando lo he visto matar a ese pobre hombre mi puño ha ennegrecido por completo. Todavía llevo la ley marine en mi mente, pero cierto es también que el tipo merecía una lección. No, definitivamente se ha pasado; tengo que pararle los pies. O al menos, la próxima vez intervenir.
Voy detrás de él preguntándome por qué demonios no estoy haciendo nada, pero trago duro y le sigo hasta un puesto de pesca de peces. Conozco el truco, redes finas que se rompen si haces un solo movimiento violento y, aunque soy muy hábil, no sé hasta qué punto podré aguantar si no arreglo las cosas con él.
- Eiji... -lo llamo.
Gire o no la cabeza intentaré darle un puñetazo en el pómulo, concentrando de nuevo todo el odio y furia por ese asesinato para que aparezca el recubrimiento ese.
- No puedes ir por ahí pegándole tiros a la gente porque sí -comento, mientras pesco unos cuantos peces-. Y... Cuatro. Soy el rey de la feria, beibi.
Sigo odiándolo profundamente, y de hecho cuando lo he visto matar a ese pobre hombre mi puño ha ennegrecido por completo. Todavía llevo la ley marine en mi mente, pero cierto es también que el tipo merecía una lección. No, definitivamente se ha pasado; tengo que pararle los pies. O al menos, la próxima vez intervenir.
Voy detrás de él preguntándome por qué demonios no estoy haciendo nada, pero trago duro y le sigo hasta un puesto de pesca de peces. Conozco el truco, redes finas que se rompen si haces un solo movimiento violento y, aunque soy muy hábil, no sé hasta qué punto podré aguantar si no arreglo las cosas con él.
- Eiji... -lo llamo.
Gire o no la cabeza intentaré darle un puñetazo en el pómulo, concentrando de nuevo todo el odio y furia por ese asesinato para que aparezca el recubrimiento ese.
- No puedes ir por ahí pegándole tiros a la gente porque sí -comento, mientras pesco unos cuantos peces-. Y... Cuatro. Soy el rey de la feria, beibi.
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―No me ha dado la gana coger tus peluches ―le contestó mal y tarde, tras mirar su red.
¿Y para qué necesitaba cogerlos? Que lo hubiese hecho él. Eiji no se ensuciaba las manos casi nunca, rompiendo el esquema con excepciones como la del estafador. La cosa fue que volvió a perder tras el juego de los peces. Apretó sus puños con fuerza e intentó respirar tranquilamente, pero volvió a ser atacado. Otra vez.
No sabía cómo ni por qué pero algo rodeó su pómulo, bloqueando el ataque del pelirrojo. Sentía el dolor, pero se mantuvo firme en el sitio. Quizás era la rabia de perder contra él, tenía que practicar aquello y poco a poco evolucionarlo. ¿Realmente era lo correcto? No lo sabía. Pero sabía que tenía que infundir un sentimiento a aquello y podía ver el patrón. Claude lo estaba haciendo cada vez que quería pegarle. Y él lo estaba haciendo cada vez que se sentía con rabia de aguantarle. Así que la relación era fructífera y no podía quejarse. Por eso seguiría aguantando, a pesar de que cada dos minutos intentase matarle. Sacó un pañuelo y se lo ofreció.
―Yo me limpiaría la herida. Por mucho que ganes en la feria no te servirá de nada si eso se te infecta ―le recomendó.
¿Y para qué necesitaba cogerlos? Que lo hubiese hecho él. Eiji no se ensuciaba las manos casi nunca, rompiendo el esquema con excepciones como la del estafador. La cosa fue que volvió a perder tras el juego de los peces. Apretó sus puños con fuerza e intentó respirar tranquilamente, pero volvió a ser atacado. Otra vez.
No sabía cómo ni por qué pero algo rodeó su pómulo, bloqueando el ataque del pelirrojo. Sentía el dolor, pero se mantuvo firme en el sitio. Quizás era la rabia de perder contra él, tenía que practicar aquello y poco a poco evolucionarlo. ¿Realmente era lo correcto? No lo sabía. Pero sabía que tenía que infundir un sentimiento a aquello y podía ver el patrón. Claude lo estaba haciendo cada vez que quería pegarle. Y él lo estaba haciendo cada vez que se sentía con rabia de aguantarle. Así que la relación era fructífera y no podía quejarse. Por eso seguiría aguantando, a pesar de que cada dos minutos intentase matarle. Sacó un pañuelo y se lo ofreció.
―Yo me limpiaría la herida. Por mucho que ganes en la feria no te servirá de nada si eso se te infecta ―le recomendó.
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- ¿Ves cómo cuando quieres puedes ser hasta agradable? -agradezco, mientras tomo el pañuelo. Luego tendré que ir a un médico a que me cosa el culo, pero no hay nada más importante en esta vida que ser educado con la gente que se porta bien contigo, y por eso me tomo la molestia de darle un consejo-: Si te sacas el palo del culo, te corres un par de juergas y dejas de ser tan hijo de puta, a lo mejor hasta eres feliz algún día.
Le sonrío, alzando un pulgar, y me marcho cojeando sin preocuparme demasiado de qué pueda hacer Eiji. Espero no volver a cruzarme con este imbécil nunca más. Pero tampoco puedo darle una lección si cuando le pego un puñetazo lo único que hace es tenderme un pañuelo de algodón de primerísima calidad. Tiene su corazoncito. Podrido y maltrecho, pero su corazoncito igualmente, así que por esta vez lo dejaré vivir.
Por mi parte voy a un médico a que me vende el culo y descanso por la noche, pero trato de concentrarme para hacer surgir esa suerte de armadura de alguna forma. Pero, antes de dormir, no funciona; a saber por qué.
En cualquier caso, mañana será otro día, así que me voy a dormir y trato de soñar con Eiji, a ver si levantándome de mal humor puedo controlar la cosa esta.
Le sonrío, alzando un pulgar, y me marcho cojeando sin preocuparme demasiado de qué pueda hacer Eiji. Espero no volver a cruzarme con este imbécil nunca más. Pero tampoco puedo darle una lección si cuando le pego un puñetazo lo único que hace es tenderme un pañuelo de algodón de primerísima calidad. Tiene su corazoncito. Podrido y maltrecho, pero su corazoncito igualmente, así que por esta vez lo dejaré vivir.
Por mi parte voy a un médico a que me vende el culo y descanso por la noche, pero trato de concentrarme para hacer surgir esa suerte de armadura de alguna forma. Pero, antes de dormir, no funciona; a saber por qué.
En cualquier caso, mañana será otro día, así que me voy a dormir y trato de soñar con Eiji, a ver si levantándome de mal humor puedo controlar la cosa esta.
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