Negocios, viajes y mucho frío. (Priv Ivan-Meneror)

Nuestras singladuras por los mares continuaban y esta vez habíamos acabado en una isla muy peculiar. Aquel sitio era conocido como el "País Futurista", donde sus ciudadanos conocían la tecnología mejor que muchos genios o científicos que hubiera podidido conocer en otras islas. Sin embargo el problema de aquella isla no eran sus gentes, ni su urbanismo, ni su celosidad con la tecnología, era simplemente que hacía un frío de narices. Por desgracia a mi me recordaba mucho al reino de Sakura, y como era obvio debido a todos los problemas que me había encontrado allí, no me gustaba pensar ni por un instante el el mismo frío que había en ambas islas. Por fortuna esta vez, al igual que antes, viajaba con Ivan en su "navío", dejándonos este en el puerto. Mi objetivo era expandir el negocio creando algún tipo de laboratorio de investigación o algo similar para beneficiar al a isla de Toussaint, y todo sea dicho...a La Corte. Por fortuna había solares vacíos y algún que otro negocio en venta. En lo referente a Ivan no sabía muy bien que podría hacer en esa isla, salvo claro está, que quiera imponer su dominio en la misma.

No le di demasiadas vueltas y me dispuse a caminar pueblo adentro para tratar de buscar alguna "inmobiliaria" , pues quería hacer una compra tranquila, calmada y legal. Aunque si obviamente Ivan tenía alguna idea que se cruzara con mis ojbetivos y me facilitara la adquisición de una fábrica no le diría que no. De todos modos ya tenía en mente alguna que otra cosa para llevar a cabo en aquel trozo de hielo al que llamaban isla.

-Bueno Ivan, parece que aquí estamos nuevamente. Espero que los solares o edificios estén a buen precio, no me apetecería tener que mancharme las manos aquí. ¿Vos venís conmigo o haréis algo por vuestra cuenta?, pues tengo pensado ir a la inmobiliaria de la plaza.-dije señalándole la propia plaza, la cual, se veía ya a lo lejos- Si no queréis venir os veré en la taberna que hay al otro lado de la plaza.

Desde el momento en que se acercaron a la fría isla había entrado en su forma completa. No le apetecía tener que ponerse un abrigo, estaba más cómodo con su ropa habitual. Así pues, para asombro de muchos de los lugareños, se paseaba por las calles solo con la gabardina sin abrochar, una camisa negra, pantalones oscuros y botas. ¿Por qué se había ido a Katakuri? Simple. En sus laboratorios tenía a gente trabajando, pero quería aumentar el equipo y la producción. De momento estaba pudiendo afrontar el aumento de la demanda causado al extenderse a más islas, pero eso era solo gracias a que tenía mucho stock y que para algunas estaba mandando droga adulterada. Necesitaba más gente en su equipo.

- Ve tú, Mene-boy, tengo otros asuntos que tratar. Y olvídate de la taberna, he reservado mesa en el Funky Cyborg, un restaurante de la ciudad. Está en la plaza del mercado. Nos vemos allí a las dos y media, sé puntual.

Michael le había hablado bien de ese restaurante y le había pedido el número de den den mushi del sitio. Una vez se separaron, se dirigió al lugar donde había concertado la cita de negocios. Había hablado con los encargados de su laboratorio pidiéndole que le pusiesen en contacto con colegas suyos y le habían referido a aquella isla, donde un compañero suyo de la universidad tenía un pequeño laboratorio farmacéutico. Le había pedido que le avisasen de que se pasaría con una oferta lucrativa y tras contactar y enterarse de dónde estaba, había puesto rumbo a la isla con Meneror. Y allí estaba, a la entrada del lugar. Dio dos golpes en la puerta, y un hombre corpulento con pinta de mono le abrió.

- ¿Qué quieres? ¿Nos traes nuestro pastel de plátano?

- Soy Ivan, vengo a ver al doc...

- ¡Doctoooor! ¡Traen nuestros pasteles! ¡HIHIHIHIHIHIHIHIIIII!

Antes de que pudiese darse cuenta, el tipo lo había metido dentro de un tirón y cerrado la puerta. ¿De dónde había salido esa criatura? ¿Usuario de zoan? ¿Experimento científico? ¿Un mink más humano de la cuenta? Aquel lugar era extraño de verdad. Había oído que en Karakuri había muchos bichos raros, cosas salidas de los experimentos, animales medio máquina y otras cosas más raras. Sin embargo le extrañaba que pareciendo medio mono no tuviese mejor olfato, o se hubiese dado cuenta de que no llevaba ningún pastel de... oh, espera, sí que tenía. O más bien una botella de licor de plátano. Era una elección extraña y normalmente prefería whisky, pero le había entrado curiosidad y ganas de probar algo nuevo.

Ivan parecía que tenía trabajo que hacer, así que no era mi deseo molestale con mis asuntos. Me despedí de él cordialmente, haciendo caso a su propuesta de ir a aquel restaurante a la cual yo asentí con la cabeza sin problema ninguno. Así que me dirigí a la inmobiliaria, y vaya vaya para la sorpresa de otros, se llamaba inmobiliaria, si, pero así es como llamábamos a la oficina del "Prestamista". El Sr Williamson era uno de los prestamistas "mayores" de todo el submundo, y operaba desde un negocio encubierto como inmobiliaria. No estaba mal pensado la verdad, sobre todo si te encargas de mover dinero de un lugar para otro y comprar inmuebles. Yo conocía al viejo Will desde hace años, pues me hizo unos "prestamos" cuando más los necesitaba, y siempre se los devolvía con bastantes intereses y propinas. Así que entré en el local, y allí estaba ,tras el mostrador. Era un viejo arrugado, de nariz aguileñña, gafas minúsculas, calvo y traje gris de corbata. Nada más verme esbozó una leve sonrisa.

-¡Biancho, amico, doniato!-dijo mientras se acercaba a mi y me daba un abrazo a la par que yo le prespondía- Prego, amigo, prego.

-¿Como tu por aquí? ¿Necesitas dinero?¿ Todavía te persiguen los Mascarpone?-dijo el anciano invitándome a pasar detrás del mostrador- Pasa, pasa, vamos a la trastienda, tenemos mucho de que hablar.

Y tanto que teníamos. Así que con un té recien servido Will y yo comenzamos a charlar y a ponernos al día sobre estos últimos cinco años. Will no era hombre de pocas palabras pues le gustaba hablar mucho. Cuando acabé de explicarle todo puso una mueca con cierta preocupación.

-¿Un markov eh?, veo que sigues apostando duro Bianco. Esos cabrones tienen una fama que deja por los suelos las de los peores matarifes...así que te felicito por que los tengas de amigos...aunque sean peligrosos- dijo levantando la taza de café en señal de triunfo- Y bien ¿En que puedo ayudarte?

-Lo de siempre Will, negocios. Visto he que tenéis varios solares vacíos al igual que algunos locales Me interesaría poder levantar mi propio laboratorio aquí. Esta al fin y al cabo es la isla de la tecnología, y tener un laboratorio considérolo práctico. Estoy dispuesto a desembolsar 2 millones, no más. Y he venido a veros para que me déis una oferta y un local en condiciones, pues...¿Seguís controlando el mercado del inmueble por aqui verdad? No me gusta viajar en balde, aunque sea para ver a un viejo amigo

El anciano asintió con la cabeza mientras se acababa el té.

-Por supuesto tengo un almacén, no muy antiguo y que con una capita de pintura quedará muy bien. Podría ponerte a funcionar un laboratorio, contratarte a algunos parados dedicados a la ciencia, obreros y vigilarte el negocio yo mismo. Sabes que esto último es de obligado cumplimiento, esto no es Toussaint, es mi territorio. Así que dos millones has traído, dos millones me llevo entonces.

-Sea, pero no os deis tantas ínfulas Will, como bien dijisteis, un Markov me ayuda, y está interesado en marcar su territorio. Así que yo sería más modesto si no queréis perder por todo lo que habéis peleado estos años. No es una amenaza, pero imagino que ya sabes lo que le pasó a Tuccio en la isla industrial...

Williamson se quedó pensativo y con cierta preocupación por mis palabras, pues había recibido noticia del a escabechina de Ivan allí. Así que tras unos segundos de meditación me dijo:

-Un millón y a cambio que ese Markov no toque mis negocios, me da igual si conquista la isla. Trabajaré para él como trabajo para el jefe local. Soy perro viejo y he aprendido a no sublevarme contra quién no puedo. En cuanto a lo tuyo, la fábrica estará lista en un mes. Pásate por aquí para verla. Si quieres.

Con una mueca de aprobación saqué de debajo de mi abrigo un pequeño maletín. Lo abrí y puse un millón en fajos sobre la mesa. A ese millón le añadí 250.000 berries más.

-Por tu buen entendimiento Will, por los viejos tiempos.-dije con una leve sonrisa.

-Benuto, acordato- dijo dándome la mano y respondiéndole yo de igual forma.

Tras eso salí de la "inmobiliaria", pues ya era hora de ir al restaurante junto a Ivan.

Siguió al hombre mono al interior, encontrándose con una sala de espera pequeña. Había una máquina de café, otra de agua, un montón de sillas y una mesa de recepción en la que en ese momento no había nadie. En la pared contraria a la puerta había unos baños en el lado derecho y una puerta en el izquierdo en que ponía "solo empleados". El mono le guió hacia ahí tirando de su chaqueta, haciéndole entrar en un laboratorio pequeño, atestado de cosas, sucio y lleno de aparatos tecnológicos que Ivan no comprendía, tubos de ensayo y otras cosas. Equipo de laboratorio en general. En medio de todo ese caos estaba un hombre con bata de laboratorio sentado en una silla, observando con mucha atención una bola de cristal donde se entremezclaban y bullían al menos cinco compuestos diferentes, de aspecto líquido pero con diferentes colores y viscosidad.

- ¿Es usted el doctor Gudol?

- Sí, sí. Deja los pasteles en la mesa.

Le pasó la botella de licor de plátano al hombre mono, que la miró con extrañeza y la olfateó. Debió complacerle, porque la abrió y empezó a beber de estar con una sonrisa de felicidad. Solo por ayudar a un compañero borracho, dar la botella había merecido la pena. Por eso y por evitar un ataque de furia simiesca cuando dijera que no había pastel ninguno.

- No vengo a traer pasteles. Soy Ivan Markov.

- Oh, ya - el hombre al fin se giró hacia él - Es por la oferta de trabajo, ¿verdad? Lamento que haya venido de tan lejos para nada. Envié esta mañana una respuesta. No estoy interesado en dejar mi laboratorio y mi investigación.

- [i]Entonces pagaré el traslado de tu equipo a Dark Dome. Tendrás un laboratorio más grande y podrás seguir investigando... lo que sea que hagas, siempre y cuando trabajes en mi empresa y la sigas en tus ratos libres. Tendrás un sueldo mensual más que aceptable.

El doctor lo miró por primera vez con verdadera atención. Abrió un par de veces la boca, confuso. Finalmente preguntó:

- ¿Es una broma?

- No, amigo - contestó Ivan sonriendo - Soy un hombre generoso con mi gente siempre y cuando cumplan. El traslado de todo tu equipo correrá de mi bolsillo, por descontado.

- ¿Dónde tengo que firmar?

Unos minutos después salía ya del laboratorio camino al restaurante. Al llegar a la plaza principal, hizo un gesto a Meneror. Hacía un viento frío de mil demonios, aunque una vez pasó a su forma híbrida se volvió mucho más soportable. Entraron juntos en el Funky Cyborg, un local de aspecto futurista con un grupo de robots músicos tocando funk de fondo. Un camarero les guió a su mesa en un segundo piso, donde ya les esperaba una botella de un excelente licor suave local, el Oilcohol. Era de color negro, ligeramente aceitoso y sabía de manera similar a un vino muy suave, con matices dulces y picantes.

Estaba bastante contento con el negocio que había cerrado. Era algo propio y sin nadie por el medio quitándome el beneficio, así que a pesar de perder unos millones estaba seguro de que aquel laboratorio iba a funcionar a las mil maravillas. Si Will cumplía con su parte no habría problema alguno, al fin y al cabo, lo conocía demasiado bien de mi época con Salieri. Puede que Will fuera muy avaro pero siempre cumplía y respetaba los negocios que hacía con otras familias.

Tras reunirme con Ivan entré en el restaurante junto a el. La verdad sabía que es isla era tecnológicamente hablando algo muy avanzado, pero nunca me imaginé que un restaurante fuera así de peculiar. Así que tras sorprenderme un poco tomé asiento mientras veía como ya nos habían dejado el licor sobre la mesa. Sabía distinguir una buena bebida cuando la veía, olía o saboreaba ¿irónico no?.

Me serví un poco en mi copa y puse la botella haciendo el amago de servir a Ivan.

-¿Gusta?- dije antes de echar el líquido en su copa.

Tras eso encendería otro habano, el cuarto del día antes de exhalar un poco de humo del último que me había tomado. Tras contemplar la sala, en aquel segundo piso, me dirigí a Ivan.

-Espero que vuestros asuntos hayan llegado a buen puerto Sr Ivan. -dije agarrando el habano con la mano mientras sacaba humo por la nariz.

Se sentó a la mesa y acercó la copa a Meneror para que le sirviera. Entonces dio un trago y degustó el licor. No estaba mal, compraría unas cuantas botellas antes de irse de la isla. Dejó la copa de nuevo en la mesa y cogió la carta mientras escuchaba a su compañero de negocios.

- Ha estado bien, sí. He logrado conseguir más personal de laboratorio. Dado que nos hemos expandido a nuevos mercados hará falta incrementar los factores de producción. La materia prima y el capital de trabajo los tengo controlados, ya di órdenes al laboratorio de que ampliasen el tamaño y comprasen más material. Sin embargo encontrar personal especializado era la parte complicada. Espero que con esto quede arreglado.

De primero le llamó la atención una ensalada templada de pez de dos colas con unos frutos silvestres locales. No tenía mala pinta. El pez de dos colas era una especie pequeña, de entre quince y veinte centímetros, con carne roja y un sabor vivo e intenso. Solía usarse para aperitivos y primeros platos, y en raras ocasiones como parte de un plato principal. Solo se le encontraba en Grand Line y en corrientes frías muy concretas, así que era un pez apreciado y difícil de encontrar. El plato era bastante caro, pero merecía la pena, así que decidió que eso sería lo que pediría.

- Dime, me comentaste que planeabas levantar una fábrica de armas en Toussaint. ¿Estarías interesado en un pequeño negocio? Voy a necesitar armamento militar en un futuro y estaré dispuesto a pagarlo muy bien. Concretamente quiero baterías de artillería naval. No cañones o bombardas, eso puedo conseguirlo en cualquier lado. Quiero morteros y cañones de tiro parabólico modernos. De obús, no de bola. ¿Crees que tu fábrica podría proveerme?

Iba necesitarlos para la guerra contra Émile. Pretendía montarlos sobre la cubierta del Horror Circus con permiso de Kath y usarlos para bombardear las puertas de los Siete Infiernos cuando comenzasen el asalto. Tenían reunidos un buen número de aliados para la futura guerra, pero necesitarían armas de gran potencia si querían asaltar una base tan bien fortificada. Había tenido ocasión de observar en persona las cuatro puertas navales de los Siete Infiernos y los poderosos cañones de la costa. No era un sitio donde fuese moco de pavo entrar.

- Como dije, pagaré generosamente siempre y cuando se me de lo que quiero y sea de buena calidad. En principio necesitaré suficientes para llenar la cubierta de un gran navío, pero si tu fábrica es lo bastante grande, quiero todos los que puedas fabricarme.

-Parece que ambos hemos llegado a buen puerto con nuestros negocios en esta isla, pues yo he logrado un buen trato también. Y tranquilo, no interfiere en absoluto para con vuestros planes, esta isla no me interesa en absoluto

Por mi parte pedí un chuletón a las finas hierbas. Era algo sencillo, caro y que estaba buenísimo. La verdad es que el plato se hizo bastante rápido y me lo entregaron con una perfecta presentación. Cuando me disponía a cortar el primer trozo escuché la propuesta de Ivan. La verdad es que me tentaba mucho, pero hacer morteros era algo mayor para mi en estos momento. Si bien se hacen igual que los cañones, estos requieren menos tiempo en su "fabricación", pero suponía que si traía le metal de las acerías y lo preparaba en Toussaint...creo que la cosa podría salir adelante. Así que me quedé mirándole meditando su propuesta.

-Puedo proveeros de dichas baterías, sin embargo, la si oriento toda la producción de las fundiciones a crear solamente obuses desatendería mis contratos con la propia Toussaint y otras islas a las que les vendo parte de excedente...pero podre hacerlo. Puedo teneros listas digamos... sesenta baterías en un mes, el doble si esperáis dos. Con eso cubriríais un buque de tamaño considerable en su cubierta. En cuanto al precio, supongo que si, seréis generoso por ello. Si requerís de más baterías, daré la orden para que fabriquen todavía más.

Saqué una pequeña libreta del bolsillo de mi abrigo, tras eso comencé a anotar varias cosas con una pequeña pluma estilográfica.

- Me encargaré de que empiecen hoy mismo si llegamos a buen puerto y aceptáis el plazo que os he dado.

Parecía que Meneror no se imaginaba del todo lo que le estaba pidiendo. Para meter sesenta en un barco tenían que ser de tamaño reducido. Él no quería baterías de tamaño pequeño, las necesitaba con el suficiente alcance como para bombardear las costas de los Siete Infiernos sin exponerse demasiado a la artillería enemiga. Con artillería de corto alcance antes de que estuviesen a rango los cañones de Émile los mandarían al fondo del mar. Sin embargo no tenía que explicarle todo eso a Meneror, no era asunto del mafioso para qué quería los cañones. Terminó de revisar la carta antes de contestarle, eligiendo como segundo plato unas chuletillas de cabra.

- Tomaré la ensalada de pez de dos colas y las chuletillas de cabra.

Mientras esperaba a que su comida llegase, entrecruzó los dedos y pensó en cómo plantearle el problema a Meneror. Frunció ligeramente el ceño y bebió un trago de Oilcohol.

- Creo que no has entendido lo que te estoy pidiendo. ¿Sesenta en un gran navío? Para eso tendrían que ser baterías de pequeño tamaño. No, yo necesito baterías de gran alcance, con la potencia como para bombardear la costa desde varios kilómetros de distancia y para destruir fortificaciones terrestres y defensas navales. Sé que no es algo que podáis tener en un mes, porque seguramente necesitaréis preparación. Pero las quiero y las pagaré bien. Hablamos de que necesito al menos diez, más si es posible.

No tenía claro si Meneror de todos modos entendía mucho de producción industrial. Si, como le había dicho, aún acababa de instalar su nueva fábrica, ¿realmente era capaz de producir sesenta piezas de artillería? Para eso necesitaría tener ya la fábrica adaptada para producir ese tipo de piezas en serie, modelos previos diseñados por un ingeniero y suficiente espacio para dirigir la producción. Él no era ingeniero ni un hombre de negocios experto, pero llevaba el suficiente tiempo llevando una fábrica y un laboratorio en Dark Dome como para saber que esas cosas solían ser más complejas. Entre que ordenaba a los modistas preparar un nuevo diseño y la fábrica sacaba la primera tanda pasaban unas semanas, y eso hablando de ropa.

- Soy consciente de que con un proyecto como el que pido no podréis tardar solo un mes, pero esperaré. Eso sí, que sepas que pido lo mejor de lo mejor. No quiero que me des cañones cualquiera. Quiero que sea artillería naval de primera. ¿Estará tu fábrica a la altura?

Quizás la idea de tener sesenta obuses en un navío no había calado como esperaba. Bien podía hacer un fuego graneado que dejaría en pañales a un gran obús, pero si prefiere calidad a cantidad pues la tendría. ¿Importa el tamaño? Parecía que si.

-Bien Ivan, trataré de teneros entre diez y quince, pero como bien decís si lo que queréis es tamaño...tardaremos, pero los tendréis. Si os soy sincero prefiero un fuego graneado cruzado, pero si usted quiere obuses de cubierta, pues se los daré. En cuanto a la capacidad de mi fábrica en Toussaint, no deberíais preocuparos por ello, yo me encargaré de que las piezas sean llevadas a la isa y los obuses armados allí.

Tras decir aquello me llevé el habano a la boca, no sin antes dejar los cubiertos sobre el plato. No me apetecía comer más y ya era hora de irme del lugar. Había trabajo que hacer, y si quería ver ese dinero cuanto antes para "amueblar" la base pro así decirlo. Ahora mismo estaba más preocupado por ver el laboratorio en la isla armado y listo para producir mi propia droga y tener así un ingreso extra. Así que traté de despedirme de Ivan.

-Bien Ivan, en tal caso debo irme ya, pues debo hacer unas llamadas y prepararlo todo. Cuanto antes me ponga a la tarea antes tendréis vuestro armamento, y yo el pago "generoso" que digáis. De todas maneras, venido por la fábrica pasados tres meses, quizás podáis ver algunos obuses listos. Hasta más ver y un placer como siempre.

Dicho esto me levantaría de la silla, me daría la vuelta y me iría de restaurante con paso tranquilo. No pretendía molestar a Ivan con mi retirada, pero tampoco quería quedarme más de lo debido ya.

Un asunto menos. No le molestó que Meneror quisiera irse tan pronto, cosa suya si no quería disfrutar de las maravillas de aquel sitio. Por su parte había comenzado con la ensalada templada y estaba verdaderamente deliciosa. Bien condimentada y con ingredientes frescos. Se notaba que las verduras eran de huerta y el pescado había sido conservado en las mejores condiciones. Devoró su plato disfrutando de él y se despidió de Meneror con un gesto de la mano.

- Volveremos a vernos, Il Bianco. Recuerda, en unas semanas hacemos la visita a Yellow Spice. Ten todo listo y planeado.

Siguió dando buena cuenta de su comida, acabando antes de que llegase el segundo plato. Sin nada mejor que hacer, se acomodó en su silla y sacó las notas para su siguiente novela. Mientras las revisaba, sacó unos papeles en blanco y se puso a escribir el siguiente capítulo. pronto la entregaría a la editorial y completaría el siguiente tomo de la historia. Sin embargo con todo lo que le había pasado últimamente, sentía que la trama que hasta ahora había representado no iba con él. Necesitaba reescribirla y hacer algo nuevo. O mejor dicho, hacerla avanzar. Se había estancado en el amor prohibido entre Ethan y Ruby, pero sentía que ya había dicho todo lo que quería sobre esa pareja. Era hora de hacer que uno de los dos pasase página.

- Hace tiempo que debimos hacerlo nosotros - murmuró pasa sí - Y no nos habríamos hecho tanto daño.

Normalmente Ivan era la clase de persona que no se arrepentía de sus actos, sus decisiones o su pasado. Pero en ese caso comprendía que había cometido errores. Errores que estaba pagando en el presente y que habían afectado a sus planes actuales, a su situación general y a sus objetivos. Si no hubiese secuestrado a Iliana, ella nunca le habría matado y Émile no podría haberlos resucitado y tratado de esclavizarle. Tal vez el caso de Ethan y Ruby no fuese tan dramático, pero como pareja no se hacían bien. Era el momento de que uno de los dos diese el paso de acabar con ese error antes de que ambos salieran mal parados. De que descubriesen nuevas vidas y conociesen a otras personas. Cogió el bolígrafo y, con la música del local del fondo como inspiración, empezó a verter su imaginación y sus pensamientos en forma de tinta sobre el papel. Era hora de un capítulo diferente.