[Privado - RAL y Lilith] Intereses comunes

De alguna forma era capaz de sentir todas y cada una de ellas, individualmente y en conjunto, clavándose en mi piel como cuchillos al rojo vivo y dejando un escozor en mi alma que hacía que me sonrojase de vergüenza. Menos mal que nadie podía verlo a través de la máscara, pero puede que mi atuendo fuera la razón por la que llamase tanto la atención y atrajese tantas miradas en las calles de las Flores. Sin duda una gabardina negra y la camisa roja con corbata no era un atuendo común en este país, aunque pensé que en el puerto la variedad no me haría destacar. Durante el viaje pensé en la posibilidad de conseguir ropas del propio país, aunque el simple hecho de imaginarme vestida con unas telas tan ligeras no me hacía sentir cómoda.

Deambulé unos minutos entre las calles, siguiendo el crudo mapa que Rustal había dibujado en la servilleta de su restaurante favorito, aunque la tinta barata de su pluma se había corrido en algunas partes con las salpicaduras de café y los agujeros que la ceniza de su puro había dejado. Con estas indicaciones era imposible encontrar el piso franco... pero tal y como él había dicho "Bueno, si alguien lo encuentra no creerá que se trata de información secreta" para luego reír a carcajadas con su aliento de fumador.

Antes de que me diera cuenta los callejones se fueron haciendo cada vez más estrechos y oscuros, y las baldosas de las calles habían dado lugar a arena, y luego a barro estancado. Las fachadas de papel y madera se me hacían cada vez más monótonas y sucias, a la vez que las miradas se hacían más hostiles y los letreros en caracteres que no sabía leer cambiaban a tonos más apagados o colores algo amenazantes.

Por alguna razón supuse que me había metido en un barrio no muy decente, y que mi presencia no era bienvenida, puede que el macuto en el que llevase mis cosas fuera sospechoso, o incluso que mi máscara significara un mal augurio en la cultura de aquel país. Tendría que preguntar para averiguarlo, el caso era que no me atrevía a dirigir la palabra a ninguno de aquellos hombres con tan mala pinta, no sabía que era legal tatuarse "eso". Lo más seguro sería seguir mi camino sin cruzar miradas y salir de esos barrios antes de meterme en problemas y llamar la atención de La Botica. A nos ser que el tacaño de Rustal hubiese cogido un piso franco en este estercolero, si había hecho eso pensaba probar la munición de sal en él.

Por fin llegué a... la mancha de mostaza. En efecto en esta encrucijada no se distinguía la dirección que tenía que tomar, si es que estaba por el buen camino desde el principio. Aunque esa era la última de mis preocupaciones, alguien llevaba siguiéndome desde hace rato y yo, discretamente, llevé la mano a la empuñadura de Purgatio, que descansaba bajo la gabardina.

Hacía ya unos días que había atracado en el país de las flores. Su misión era clara y tras contratar a Morgoth para conseguir información sobre la banda que había tenido secuestrados a sus chicos. Pero no podía dejarle todo el trabajo a un completo desconocido, después de todo le gustaba hacer las cosas por si misma. Salió junto a León y Bianca para pasear por las calles, se notaba que los dos estaban terriblemente tensos, pero no podía ir ella sola. Necesitaba que aquellos dos la acompañasen por si podían reconocer a alguien. Sabía de sobra que los traumas serían tan profundos que aún tendrían sus caras grabadas en la memoria.

Allaidh también iba con ellos, el enorme lobo negro caminaba junto a su dueña meciendo su cola de un lado a otro de forma relajada. — Lo siento, siento tener que haceros esto, pero necesito que vuestra memoria trabaje para mi en esta ocasión — ambos muchachos agacharon al cabeza y asintieron para luego continuar el camino. Dejaron atrás las calles principales y se adentraron en las callejuelas de los barrios más bajos y pobres. Donde aquel tipo de gente solía encontrar a sus victimas y de donde las sacaban para hacer con ellos todo cuanto quisieran. El mundo de la prostitución estaba bastante podrido y en ocasiones ella misma se sorprendía de haber decidido entrar en el.

Sin embargo, su modo de ver las cosas y de actuar era diferente. Por eso sus negocios funcionaban tan bien, por eso sus chicas y sus chicos estaban completamente felices de trabajar con ella. Mientras paseaban algo llamo su atención, un hombre de apariencia bastante peculiar por decirlo de algún modo. Se encontraba persiguiendo a otra figura que parecía despreocupada. Cuando Lilith señaló al hombre Bianca se fijo algo más y entonces su rostro palideció. La madame no necesitó más indicadores que ese para saber que aquel hombre tenía algo que ver con toda aquella historia que sus protegidos habían vivido.

Una señal fue suficiente para que León se colocase detrás de él y para que Allaihd saltase por encima de él y se colocase justo entre el hombre sospechoso y la figura a la cual perseguía. — Disculpe caballero, creo que usted y yo tenemos asuntos que tratar ¿por que iba persiguiendo a este joven? ¿no cree que es una actitud un poco sospechosa? — la sonrisa en los labios de Lilith era una mezcla entre fingida y misteriosa, además que una especie de velo tapaba su rostro al más puro estilo de Arabasta, había tomado la decisión de que era mejor que no vieran demasiado bien su cara cuando iba a hacer depende que negocios. Bianca estaba nerviosa, detrás de la más joven intentando mantenerse serena, pero se notaba que estaba asustada.

De pronto escuché pasos y más voces delataron que nuevos individuos habían entrado en escena. Comencé a contar mentalmente los disparos que había traído y cual sería mi siguiente movimiento de estar amenazado por la espalda. Podría colocar el cañón bajo la gabardina, pero era mi favorita y no quería agujerearla... otra vez. Antes de tomar una acción precipitada una voz femenina tomó la palabra y, por sus palabras, pude entender que no se trataba de una amenaza. De momento.

Me giré lentamente y sin hacer movimientos bruscos para encontrar, justo detrás de mí, el enorme trasero de lo que deduje que era un perro gigante. Su peluda cola se movía de un lado a otro y de no ser por la máscara ya me hubiera hecho estornudar varias veces. Varias preguntas asaltaron mi cabeza, quedándome como un conejo ante la luz, congelada durante un segundo frente a una situación que no esperaba. Me incliné un par de pasos para ver a una chica joven de pelo violeta acompañada de otra de pelo moreno, cortando la retirada del sospechoso estaba un hombre joven, moreno y demasiado apuesto. Para terminar justo delante de mí estaba un gigantesco lobo que terminaba de rodear a la persona que deduje era la que me estaba siguiendo. Esta vestía unas ropas parecidas a las usuales en esta isla, algo más sucias, con las mangas recogidas en un nudo a la altura de los hombros, revelando un par de brazos entrenados. Su cabeza estaba rapada y en la mano derecha portaba un cuchillo largo similar al que se usaba para cortar pescado.

- ¡Mierda! - Maldijo entre dientes. - Esto era una trampa desde el principio, debí haber sospechado que alguien tan llamativo no era más que un cebo. - En su rostro se notaba que se encontraba amenazado, y su lenguaje corporal a la hora de empuñar el arma con ambas manos denotaba su nerviosismo ante la presencia de aquella gran bestia.

Supuse que me había metido en un asunto turbio que no tenía nada que ver ni conmigo ni con mi misión. De todas formas las personas que buscaba trataban precisamente con gente de los bajos fondos, un par de contactos y alguna "amable" pregunta me podían llevar hasta mi objetivo.

Di un par de pasos a un lado y rodeé al lobo desde una distancia nada invasiva, acercándome al extraño con paso lento. La poca luz que se colaba en el callejón ahora me quedaba de espaldas proyectando la penumbra que ensombrecía las facciones de la máscara que quedaban por debajo de la visera de mi gorro, contrastando con unos reflejos rojizos en las lentes de la máscara. Cada paso resonó por la tierra y el barro hasta quedar a la altura de ese hombre, lo encaré, dejando como único lado libre una pared de madera. Me crucé de brazos dejando uno de ellos sobre la empuñadura de mi arma y miré fijamente a aquel individuo a los ojos. Su rostro cambió de golpe ahora que me miraba a la cara a la vez que daba un paso sin mostrarme intimidada por su cuchillo. La verdad es que toda esta interacción me agotaba, tenía muchas preguntas en la mente, muchas cosas que decir, pero las palabras se quedaban atascadas en mi garganta y morían en un inaudible susurro que no escapaba de mi máscara. Por fin recordé uno de los consejos que Rustal me dio en su día "Pon a los malos en una situación que no terminen de entender y ellos solos te darán lo que quieren"

- ... Habla. - Una única orden, seca y sin emoción se escuchó. Una simple palabra que carecía de contexto, pero esperaba que su miedo hiciera el resto por mí.

Espera, acababa de ignorar a toda esa gente sólo por seguir mi trabajo. Luego tendría que disculparme, pero no quería interactuar demasiado, eran muchos y tendría que hablar con todos para ello. Tenía que pensar rápido como evitar una conversación prolongada.

Vale, si el primer sujeto le parecía sospechoso el segundo lo era aún más. ¿Llevaba una extraña mascara blanca? Ahora mismo no sabía si era amigo o enemigo pero parecía que no tenía intención de hacerles daño a ellos. Rodeo a Allaidh que no apartaba su mirada del tipo al que su dueña le mando retener y además tampoco escondía sus grandes colmillos. Unos dientes blancos y pulcros que relucían bajo la luz y que siendo sinceros a cualquiera debería darle un poco de miedo. Podrían partir fácilmente un hueso de un solo bocado.

Ante la acción del chico al que se suponía que habían salvado Lilith se preguntó si realmente lo habían salvado o si simplemente era uno más de aquel grupo de maleantes. Aunque desde luego su aspecto distaba mucho del que solían tener aquellos con los que se había cruzado o al menos de la descripción que León y Bianca le habían dado en su momento. Por ahora dejaría que fuera quien llevase la voz cantante aunque no le gustaba demasiado quedar en segundo plano. Ante aquella orden, el tipo arqueo una ceja, sabía que estaba rodeado pero aún así no parecía querer ceder ante la presión que estaban ejerciendo contra él.

Un movimiento de cabeza por parte de la mujer fue suficiente para que Allaidh golpease al individuo con una de sus patas y tirarlo al suelo. Colocó sus patas a cada lado de su cuerpo y comenzó a gruñir mostrando sus enormes colmillos. Ante la clara amenaza de ser devorado por aquel animal semi salvaje no pudo aguantar la presión y comenzó a quejarse mientras comenzaba a hablar diciendo que no le seguía por orden de nadie, que simplemente le pareció curioso y sería una buena adquisición para sus jefes. Eso era lo que Lilith quería oír — bueno, no es buena idea interrogarte más en la calle, así que nos vas a acompañar a casa — fue entonces que miro al hombre de la mascara.

Se preguntaba quien era y que hacía allí, pero mientras no fuera un problema le daba igual si quería o no ir con ellos. — Imagino que estas aquí por algún motivo, pero este individuo se va a venir conmigo, si quieres, puedes participar — evidentemente no iba a dejarlo ir. No iba a permitir que el hombre de la mascara le arrebatara a la primera persona que había logrado atrapar que tenía información relevante para ella. Era momento de comenzar a trazar las telarañas que la conducirían a desbaratar todos los planes de aquel grupo de necios maleantes.

Vale, esto empezaba a cansar. Si, el tipo ese estaba cantando, pero su información era ambigua y volvía a tener el culo de ese lobo en la cara. Y por muy peluda, mullida, suave y esponjosa que fuera su cola, la cual quería usar de almohada hasta que me quedase dormida, no podía evitar que me fastidiase el hecho de que este animal me estuviera dando todo el rato el trasero.

- E-Esto... - Comencé a balbucear en un tono casi inaudible, pero la chica del pelo violeta me interrumpió.

Desde luego no era buena idea seguir con el interrogatorio aquí fuera, atraeríamos miradas indeseadas o puede que más compañía que me hiciera sacar a pasear a la niña. Si iba a pasar unos días por aquí lo último que quería hacer era comenzar ganándome mala fama. Parecía que se iban a llevar a aquel sujeto, la única pista que tenía, y no sabía ni quienes eran, si eran de fiar o si todo esto era a una trampa. Dudé durante un momento antes de tomar mi decisión, miré durante un instante la servilleta que me hacía de mapa y opté por preguntar por direcciones ya que estaba. El destino quiso que en ese momento una racha de viento hiciera que el maltrecho trozo de papel saliera volando de entre mis dedos, acabando en un charco de barro.

Suspiré y opté por seguirlos, no parecían enemigos, pero para lo que había venido a hacer aquí tendría que liarme a tiros tarde o temprano, mejor hacer amigos que pudieran cubrirme las espaldas.

El hombre que habían tomado de prisionero caminaba entre el joven que iba delante y el lobo que de vez en cuando amenazaba con algún gruñido poniendo el hocico demasiado cerca como para que se sintiera cómodo. Al frente iban las dos chicas, parecía que la del pelo violeta sabía moverse por estas calles y dado su aspecto me parecía tan fascinante como preocupante. Quería presentarme aunque caminar al lado con tantas confianzas me parecía un descaro por parte de alguien a quien ni siquiera conocían la cara. Tampoco quería que siguiera este silencio tenso que nos acompañaba, aunque agradecía que no me estuvieran haciendo hablar demasiado, de todas formas hacer alguna pregunta formal no estaría de más. Pero estaba en un sitio desconocido y peligroso, estaba claro que estas personas no eran precisamente ciudadanos normales y comenzar haciendo demasiadas preguntas podría buscarme problemas. Decidí ser prudente, si alguien tenía que romper el hielo deberían ser ellos, dado que tenían la ventaja.

Por ahora caminaría al lado del lobo, no parecía importarle mi presencia y cada vez me atraía más la idea de acercarme a ese pelo esponjoso. Seguro que era muy suave, apostaría a que podría hundir el brazo entero en esa melena hasta llegar a tocar la piel, podría hundir la cara entera o incluso dormirme encima. Que envidia me daba la gente que tenía animales, a mí en casa nunca me dejaron tener ni un periquito, aunque esperaba que no se notase a través de la máscara.

Parecía que Allaidh estaba tranquilo al lado de aquel muchacho de la mascara, aunque a ella le resultaba de lo mas inquietante o curioso. Pero en aquel momento tenían que asegurarse de llegar al lugar donde pudieran interrogar a su prisionero. Entendía que el enmascarado decidiera seguirlos, sobretodo teniendo en cuenta que aquel hombre había intentado secuestrarlo o al menos hacerle algo en mitad de un callejón. No tuvieron que caminar demasiado hasta llegar a una hermosa casa, bastante grande y agradable, hogareña incluso. Era el centro de operaciones de la mujer en aquella isla.

Antes de entrar la mujer miro a su nuevo acompañante — veamos, ¿cómo te llamas? y lo realmente importante ¿que te trae al país de las flores? siento ser tan agresiva con las preguntas, pero en estos tiempos que corren una no puede fiarse de nadie ¿no crees? — le dedico una sonrisilla mientras esperaba una respuesta. Mientras la madame y el invitado inesperado se quedaban justo frente a la puerta de la casa, Allaidh y León se encargaron de meter al hombre en casa y llevarlo hasta una de las habitaciones. La habitación que por ahora serviría como sala de interrogatorios.

Bianca por su parte fue a asegurarse de que todo estaba bien preparado para cuando su señora quisiera empezar a hacerle preguntas a aquel hombre. Además de eso, fue a prepararse un té, necesitaba relajarse, estar de nuevo frente a ese hombre la había hecho sentir tremendamente incomoda. Los recuerdos de la vida que había tenido que sufrir antes de conocer a Lilith no eran en absoluto agradables y el ver la cara de ese degenerado y escuchar su voz tan solo había servido para que esas vivencias acudieran a su mente raudas y veloces para molestarla.

Sin embargo, sabía que su señora se encargaría de hacerles pagar todo cuanto habían hecho. Lilith era una mujer de palabra y dentro de lo que cabe, era una buena mujer. Puede que algunos de sus métodos no fueran los más correctos ante los ojos de la justicia o la ley, pero en ocasiones, cuando la ley no es capaz de hacerse valer, era momento de que otros lo hicieran. Y sus chicos habían pasado demasiado tiempo sin justicia y era hora de hacerles sentir mejor. Se encargaría de que tanto León como Bianca pudieran vivir tranquilos a partir de ahora y si para eso tenía que destruir a todos y cada uno de los señores que reinaban en el bajo mundo del país de las flores, lo haría, lo haría y tomaría su lugar.

Esta casa era... demasiado buena para mi, sospechaba que la madera de la puerta del jardín costaba más que todo lo que llevaba encima. La verdad es que la visión de aquella arquitectura me había distraído lo suficiente como para no fijarme en que el lobo y todos menos la chica de cabellos violetas habían entrado en la casa. Esta se había quedado en la puerta y había escuchado sus preguntas casi de casualidad. Durante unos segundos eternos cavilé las posibilidades y las respuestas, darle mucha información, poca, la suficiente, medir la cantidad que contentase a la anfitriona era una tarea delicada.

- ... Puedes llamarme Ral. - Contesté a través del mecánico filtro de voz. - No puedo decir... que sea a él a quien busco. - Otro corto silencio mientras medía mis palabras. - Pero puede llevarme hasta quienes busco.

No podía decirles de momento a quienes buscaba, no conocía quienes eran estas personas, si eran mi objetivo o aliados suyos me estaría metiendo voluntariamente en la boca del lobo. De todas formas parecía ser que mi respuesta había sido satisfactoria, con un educado gesto me invitó a pasar.

Caminé por las losas de piedra del jardín hasta llegar a la entrada de la casa. Casi se me olvidó una de las costumbres de este país que me pudo haber ganado más de una mala mirada, por un momento casi entro en la casa con las botas llenas de tierra y barro. Las dejé en el recibidor, junto a las del resto de residentes y el... invitado. Tras eso esperé a que mi anfitriona llegase y me indicase a dónde dirigirme.

- Trabajo para O.I. Trust, una compañía de mercenarios de Ravene, me han contratado para que busque información del paradero de ciertas personas. - Comenté mientras ella se descalzaba, tomé aire, demasiadas palabras en una sola frase, demasiada interacción en muy poco tiempo. - Vuestra cara y nombres no aparecían en los informes, por lo que puedo suponer que no tenéis nada que ver con ellos. Pero espero que comprendas que no puedo facilitar más información si no se con quien trato. - Estaba sudando por dentro de la máscara, estaba gastando palabras en dos minutos para dos semanas. Pero todo fuera por mantener la fachada.

Sólo esperaba que aquel sujeto cantase rápido y pudiera ponerme manos a la obra, y que no tuviese que salir a tiros de esta casa tan bien amueblada. En serio, no quería tener que dañar esta madera.

Así que se llamaba o mejor dicho le llamaban Ral y era un mercenario en busca de cazar a unas presas que le habían mandado capturar. Maravilloso, parece que últimamente la madame tenía suerte con la gente que se encontraba, aunque aún no podía terminar de fiarse de aquel chico ni de Morgoth, después de todo las cosas no son siempre como parecen y es mejor tener un poquito de cuidado con las alianzas. Eso no significa que no se pueda hacer tratos con algunas personas aunque no termines de confiar en ellas, mientras el resultado sea optimo para ambas partes no tendría por que haber problemas.

— Perfecto, verás Ral, nosotros no somos del país de las flores, hemos venido igual que tú buscando a algunas personas, en nuestro caso son gente que se dedica a la explotación sexual y al contrabando de personas — en su caso no tenía problemas en decirle a lo que había venido. En ocasiones que se corriera un rumor hacía que salieran los animalitos de sus escondrijos intentando averiguar quienes los perseguían y eso agilizaba bastante la búsqueda y la captura de los mismos.

— Es algo así como una redencilla personal que tenemos que solucionar nosotros mismos, tal vez podamos ayudarte si tu nos ayudas ¿que te parece? — le llevo hasta la habitación donde habían dejado al hombre que habían capturado. Bianca había decidido quedarse fuera, no quería seguir viendo el rostro de aquel hombre por más tiempo y León se había quedado dentro con Allaidh para vigilar mientras Lilith llegaba. Cuando la mujer llego a la habitación lo miro de forma intensa y el hombre sintió un profundo escalofrió al ver el rostro de aquella mujer. Se notaba que las cosas con ella no eran simples juegos y que no escaparía de allí de ninguna forma posible.

— Espero que estés cómodo querido, vas a pasar mucho tiempo aquí si no me dices lo que quiero saber ¿Ren Momotsuki es tu jefe? — al escuchar aquel nombre el guardaespaldas de la mujer apretó los puños. El hombre no abrió la boca excepto para escupir a los pies de la madame. Lilith se echo un poquito hacía atrás y entonces una señal hizo que Allaidh clavara sus enormes colmillos en la pierna de aquel hombre atravesando carne y hueso de un lado a otro aunque sin arrancar la carne. Un grito desgarrador lleno la habitación — te lo preguntare una vez más ¿Ren Momotsuki es tu jefe? no me obligues a convertirte en comida de lobo lentamente, créeme, es una sensación terrible ser devorado vivo — ante el miedo a un nuevo mordisco chillo varias veces que si, que Ren era su jefe a lo que Lilith sonrió. Había encontrado a la gallina de los huevos de oro y le haría cantar hasta el amanecer.

La parte de la explotación sexual, por muy desagradable que me pareciera, no era de mi interés. Lo del tráfico de personas en cambio, me hacía pensar que había tenido la suerte de cruzarme con las personas indicadas, mi misión al fin y al cabo era cortar el suministro de sujetos de pruebas, y esa era una posible fuente de personas para realizar los experimentos. Tras explicarme su situación me había propuesto una colaboración temporal, era una pista prometedora, no perdería el tiempo ayudándolos.

Asentí con la cabeza en gesto de aprobación, siempre y cuando no me pidieran hacer nada fuera de mis capacidades no tendría problema en ayudarlos. Me dejé guiar a la habitación y entré en esta. Fui testigo del interrogatorio, de como aquel enorme lobo obedecía las órdenes de sus amos hasta el punto de poder torturar a una persona con precisión. Un mordisco laceró carne y fracturó hueso, si sobrevivía a las heridas y la infección tendría suerte si simplemente tenía que caminar con una muleta el resto de su vida. De todas formas Ren Momostuki no formaba parte de la lista, por lo que sería parte de la trama de explotación sexual, de todas formas si ambas cosas estaban conectadas directamente, no me importaba gastar un par de cartuchos más en erradicar un sitio como ese.

Me acerqué a aquel hombre y me agaché a su lado, mirando directamente a sus ojos llorosos a través de las lentes de mi máscara. Viendo su rostro sabía de sobra que ya estaba motivado para hablar, pero estas personas siempre eran controladas o por la avaricia o por el miedo, dependiendo de su rango en la escala en la que trabajasen. Si se había mostrado desafiante era porque sabía que ese tal Ren podía matarlo si abría la boca, pero morir devorado era otro historia, además muchos hombres cambian de opinión cuando miran a la muerte a los ojos.

- Ya nos has dicho quien, ahora dinos donde. - Olfateé un momento el aire, hice una pausa necesaria para que supiera que estaba maquinando, que iba en serio, para que mis palabras colasen en lo más hondo de su asustada alma. - He hecho esto varias veces, no sé a ellos, pero a mí no me importa mancharme las manos con tu propia mierda para restregarla por tu cara y la herida que te acaba de hacer este buen chico. - Hice otra pausa y me ajusté el guante de la mano derecha. - Créeme que morir devorado da miedo, pero notar la muerte cada vez más cerca a medida que tu cuerpo se pudre por dentro... es una realidad horrible que han experimentado más personas de las que jamás podrás contar.

La sala se llenó con mis palabras, una amenaza sin tono, sin emoción, y aun así, una amenaza tan real como el lobo que estaba comiendo su pierna. Si no cantaba pensaba meter la mano en sus sucios calzones y restregar lo que encontrase por sus heridas abiertas. La suciedad y la humillación se unirían a la posibilidad cada vez más cercana de una muerte horrible, la presión de las mandíbulas del lobo y la escena de mi guante profanando cada poro de su cuerpo deberían de ser motivos suficientes para que hablara.

- Así que... dinos la dirección que queremos saber. - Dije a la vez que sacaba del bolsillo de la camisa una libreta y una pluma. - Ah, y si piensas en engañarnos... - Acerqué mi rostro al suyo. - Pienso asegurarme personalmente que me supliques que deje que el lobo te coma.

Obviamente no conocía un método de tortura capaz de hacer que alguien escogiese un destino tan horrible, pero Rustal había hablado de vez en cuando de algunos que aseguraba que eran efectivos. Con este tipo de personas podía comprobar si eso era cierto o no.

Aquel chico parecía que tenía claro lo que quería y que era capaz de usar todos los métodos necesarios para conseguirlo. Una sonrisa pequeña pero satisfecha asomo en los labios de la mujer cuando comprobó que su nuevo amigo hacía cantar como un pajarito al invitado estrella de aquella velada. Ahora tenían una dirección y más les valía no haberles mentido o realmente iba a tener un serio problema con ellos. Bianca que se había quedado fuera de todo aquello dio dos toques en la puerta para asegurarse de que todo iba bien.

— Tranquila querida, esta todo bien — Lilith miro a León y este golpeo en la nuca al invitado para dejarlo inconsciente. No quería que les diera problemas mientras ellos iban a investigar aquella dirección que les había dado. Esperaba que por su lado Morgoth estuviera haciendo bien su trabajo, aquello estaba siendo realmente divertido para ella, una cacería digna de cualquier animal salvaje tras su presa. — Bianca, te quedaras vigilando a nuestro amigo mientras nosotros vamos a investigar, si se pasa de listo, sabes lo que hacer — la mujer solo tuvo que asentir mientras ella se disponía a salir con León, Allaidh y Ral.

Una vez fuera de la casa la madame subió sobre el lobo mientras ponían rumbo hacía la dirección que habían obtenido. No conocía el país de las flores a la perfección, pero tampoco podía ser tan complicado, si no conseguían encontrarlo a su manera, mandaría a León a preguntar. Nadie solía resistirse a la cara bonita de su guardaespaldas cuando preguntaba algo, teniendo en cuenta que cuando sonreía parecía completamente inocente de cualquier cosa. Por su parte, si fuera sola, cualquiera le echaría una mano, no obstante presentarse sobre un lobo de cuatro metros solía provocar que la gente se alejara un poco de ella por miedo al animal.

Tras dar un par de vueltas consiguieron encontrar la dirección, tal y como esperaba el lugar se encontraba en el peor barrio de toda la ciudad. Donde la decadencia se hacía presente y las calles parecían mas un estercolero. Un trozo sin ley donde el mas fuerte es quien manda y quien dirige todo a su alrededor. Lilith conocía bien aquel tipo de lugar, estaba acostumbrada a tener que lidiar con ese tipo de gente y no tenía miedo a hacerlo. — ¿Que os parece si entramos por las buenas? podemos engañarles queriendo hacer un trato con ellos, después de todo, ¿les gusta vender gente no? una vez dentro podemos...hacer un poco de ruido — la sonrisa en los labios de la mujer se volvió un poco mas misteriosa, juguetona, siniestra incluso mientras esperaba una respuesta.

Genial, teníamos la pista y la dirección, ahora sólo teníamos que esperar a orientarnos. Dejamos a aquel desgraciado bien vigilado en la casa, con la chica que había salido antes de la sala. No sabía si era de fiar dejar a alguien así como guardia de un delincuente desesperado, pero con la pierna en ese estado no iría muy lejos. Salimos de la casa y nos encaminamos a las calles en busca de aquel local que buscábamos.

Tenía que admitir que tener a alguien con una cara bonita en nuestro equipo jugaba a nuestro favor. Los ciudadanos se alejaban del camino del gran lobo (no entendía por qué con lo suave que debía ser su pelo) y no dejaban de dedicarme miradas de desconfianza. Los murmullos y los comentarios por lo bajo nos rodeaban y nos seguían como las moscas, no éramos precisamente un grupo discreto. Aunque la historia era lo contrario con el tal León, la información llegaba a su cara bonita y a sus preguntas educadas, nadie sospechaba incluso cuando preguntaba sobre negocios sórdidos y gente sospechosa.

Cuando por fin nos tuvimos una idea más o menos clara de la dirección nos encaminamos al lugar que, sinceramente, a ninguno terminó de sorprender. Si la zona donde deambulaba antes se podían considerar barrios bajos esto era peor. Aquel sitio tenía crimen escrito en las paredes y los letreros de cada local, y no tenía ni idea de la lengua de la zona. Si las miradas que recibíamos antes eran de desconfianza estas directamente eran hostiles, tenía la sensación que, de no ser por estar en un grupo, alguno de ellos se lanzaría con un cuchillo a por mi cuello. Este ambiente me ponía de los nervios, un sitio donde la tensión hacía que tuviese las ganas de llevar la mano a mi arma, pero todavía no podía darme el lujo de aparecer tan alterada. Necesitaba mantener una fachada serena y un semblante imperturbable. Asentí ante la propuesta de Lilith, desde luego era mejor aparecer como alguien que quería negocios antes que como unos descerebrados que quieren volar todo el barrio por los aires.

Por fin llegamos a la dirección acordada, la definición de manual de una casa de juegos estilo Edo, algo más grande y conectada a un edificio más grande, de varios pisos. La entrada por la zona de juegos no estaba vigilada, aunque la entrada al anexo que parecía más lujoso tenía un par de porteros. Ambos llevaban espadas a la cintura, con las mangas del uniforme arremangadas mostrando sus músculos y una mirada hostil en el rostro. Caminé al lado del lobo, a la distancia adecuada para que Lilith pudiera escuchar mi voz, pero lo suficientemente lejos para que los porteros no escuchasen hasta que estuviéramos cerca.

- No soy... bueno con las palabras, si preguntan soy un guardaespaldas. - Hice una pausa para asegurarme de que nadie nos seguía, aunque en este tipo de calles lo normal es que tiviéramos a alguien tras nosotros nada más entrar. - Confío en que te encargues de las "negociaciones".

Podía comprender sus palabras, había notado que no se le daba demasiado bien hablar y bueno, teniendo en cuenta esa especie de voz robótica no es que fuera muy agradable escucharle la verdad. Aunque como Lilith era una señorita bien educada no se lo diría. No le gustaría ofender a su nuevo "amigo" — claro, será un placer llevar la voz cantante en esta historia — Lilith le indico a Allaidh que fuera hasta la puerta donde se encontraban los porteros, ella era una noble de Arabasta no tenía por que entrar a un cuchitril de juegos y fulanas cualquiera. Como era de esperar los porteros no tardaron en cuadrarse y mirarlos con un rostro amenazante.

— Lilith Blair, noble de Arabasta, me han dicho que en este lugar puedo encontrar "mercancía" de calidad, ¿es eso cierto o me han mentido descaradamente? — la mujer sonrió de forma relajada bajo el velo. Los porteros se miraron uno al otro y uno de ellos les indico que esperasen un momento. Entró y tras unos eternos cinco minutos salió nuevamente para permitirles la entrada. Estaba segura que si el guardia había dado su descripción no era necesario mucho más para que los dejaran pasar. Una vez dentro del edificio se podían ver unas luces mucho mas tenues y cuidadas que en el local que se encontraba al lado.

Le indicaron a la mujer que el hombre del final era quien buscaba y ella por su parte tras dejar a Allaidh fuera para que no fuera una molestia en el interior de aquel lugar fue junto a León y su guardaespaldas hasta colocarse justo frente al hombre que le habían indicado. Estaba rodeado de unas cuatro o cinco chicas, se notaba que ninguna de las presentes estaba conforme con el lugar en el que se encontraban, pero no les quedaba más remedio que aceptar el destino que la vida les había puesto por delante. De lo contrario se veían expuestas a una muerte segura y ninguna tenía la valentía de decidir morir o probar a escapar.

— ¿Qué hace una mocosa como tú en un lugar como este? ¿quieres unirte a mis chicas? — una asquerosa risilla sonó por parte de aquel individuo. León estuvo a punto de estampar su puño en la cara de aquel tipo, pero Lilith lo detuvo levantando una de sus manos — ya le gustaría a un antro como este contar con una mujer como yo, pero mucho me temo que no me llegas a la suela de los talones querido, dime ¿donde esta el jefe de verdad? dudo mucho que un piltrafa como tú sea quien maneja esto. Vine a hablar con alguien que pueda proporcionarme esclavos de calidad, no con un putero cualquiera — las palabras de Lilith resonaron fuerte en los oídos de aquel hombre que se levantó con intención de golpearla.

Antes de que pudiera hacerlo la mano de León interceptó el puño y apretó con fuerza obligando al mono de feria a sentarse. Unos ligeros aplausos salieron de un sofá en penumbra y tras ellos una voz que te hacía helar la sangre — nada mal querida, parece que tenemos alguien interesante aquí ¿dime, en que puede servirte el humilde dueño de este local? — ante aquella pregunta, Lilith se giro hacía el sofá dispuesta a acercarse hasta él, había encontrado al hombre adecuado.

Yo no era bueno con las palabras, pero estaba claro que ella tenía un don con ellas. Podía reconocer a alguien que había cultivado sus maneras durante años y estaba acostumbrada a tratar problemas antes por la labia que por la fuerza. Tras unas palabras los guardias nos abrieron paso al interior del edificio.

Unas paredes oscuras combinadas con una iluminación que mantenía las estancias en poco más que una penumbra a parte de las zonas de interés. Puertas que daban a salas misteriosas, seguramente para mantener la privacidad de sus clientes, contener la mercancía o ambas. Los adornos eran principalmente telas colgantes que asemejaban a la seda teñida de tonos rojizos y dorados, formando velos que separaban y definían la mayoría de espacios donde no habían podido hacer una pared. Esta era la definición de manual de un local donde vienen personas poco respetables a hacer negocios con menos moralidad que llevar una escopeta debajo de la gabardina, así que si ocurría algo tenía la conciencia tranquila.

Por fin llegamos a una sala donde nos esperaba posiblemente el tipo más bocazas de la isla. ¿A quien se le ocurría tratar a un cliente con tanto dinero como un noble como mercancía? Incluso si se trataba de una broma debía de saber que podía acabar tan bien parado. Al ver la situación y el estado de las mujeres que lo rodeaban aferré la empuñadura de mi arma con tanta fuerza que el cuero chirrió bajo la gabardina, verlas así y que este hombre las tratase de esta manera estaba consumiendo todo mi temple para no pegarle un tiro entre ceja y ceja. Pero las palabras de Lilith resultaron más afiladas que un cuchillo entre las costillas de ese desgraciado y la situación amenazó con escalar hasta el punto en que mi intervención fuera necesaria.

De todas formas, una vez mis ojos se hicieron a la luz pude darme cuenta de que, para empezar la sala era bastante más amplia de lo que parecía, las cortinas habían engañado a mi percepción, y además de eso que había unos ocho guardias apoyados en las paredes atentos a cada movimiento. Lo sospechoso era que, a pesar de los gritos de su jefe no estaban moviendo un dedo. Eso significaba que...

Supuse que ese era justo a quien buscábamos y este pelele no era más que un cebo. Ren Momotsuki, o quien supuse que respondía a ese nombre estaba en un sofá, siendo testigo desde la oscuridad de los acontecimientos, poniendo a prueba seguramente si un cliente merecía la pena su atención. Había algo en la mirada y en la voz de ese individuo que me impulsaba a querer pegarle un tiro, más incluso que con el anterior gusano. Pero había venido a por lo que había venido, un tiroteo nos haría perder información valiosa. Una vez aquel chico que respondía por el nombre de León soltó al sustituto di un par de pasos a su lado y susurré para que sólo él me escuchase.

- Cuento al menos ocho guardias, no veo armas de fuego, es posible que haya más en otras salas por si sin necesarios.

Sabía como debía tratar a ese tipo de gente, llevaba haciéndolo desde que había entrado en el bajo mundo en busca de entretenimiento. Al principio había sido por curiosear el tipo de negocios que podían llevarse en aquel lugar, sin embargo, rápidamente la cosa había escalado y ahora buscaba ganarse un puesto realmente peligroso en aquel mundo para mantener a sus chicas a salvo y no solo a sus chicas si no a todas aquellas que estaban siendo obligadas a vivir en un mundo en el cual no querían. La prostitución como cualquier otro trabajo no podía ser una obligación y eso era algo que Lilith tenía más que claro, quien se quedaba era por que quería no por que eran obligadas ni mucho menos.

León asintió ante las palabras de Ral y apunto una cosa más, sobre ellos había unas repisas done había dos guardias mas, listos para lanzarse sobre ellos si hacían algún movimiento sospechoso. Lilith por su parte se planto delante de aquel tipo y sonrió levemente mientras hacía un gesto para sentarse. El hombre le indico de buena gana que podía hacerlo y la joven tomó asiento en el sofá justo delante del dueño de aquel antro. — Me han dicho que en este lugar se me podrían proporcionar esclavos interesantes, exóticos incluso, ¿es eso cierto? — sus palabras sonaban completamente seguras, no titubeo ni un solo momento ni se mostró insegura.

El hombre asintió con tranquilidad a sus palabras — así es, contamos con jóvenes de muchas islas, no solo del país de las flores, tenemos criaturas hermosas como sirenas y otro tipo de razas que hemos ido adquiriendo a nuestro catalogo, ¿le interesa algo en especial a la señorita? — era una buena información, no solamente traficaban con gente de la isla si no que se encargaban de importarla de otros lados para ampliar su mercado. La pregunta real ahora era si ellos se encargaban de capturarlos a todos o si aquella red de secuestros y esclavitud era más grande de lo que se imaginaban en un principio.

— Me gustaría comprobar la mercancía, no suelo comprar nada que no haya visto primero ¿podría ver un ejemplar de cada especie que tenga y de cada isla? hombre y mujer, por favor — era terrible tener que hablar de ese modo de la gente, como si fueran ganado. Como si estuvieran comprando unas vacas o unas cabras cuando en realidad estaban hablando de personas, de seres humanos que habían sido obligados a una vida de esclavitud y maltrato. Por un lado sentía completa aversión al modo en que esa gente los trataba, por otro lado el mundo era cruel y sabía que acabar con todo aquello era una completa locura, sobretodo cuando había tanta gente a vender y tanta gente a comprar.

El hombre sin dudar asintió y tras hacer un gesto a uno de los guardias que custodiaba una puerta se levanto y les indico que le siguieran, suponía que la exhibición sería en otra sala. No dudo en levantarse y seguirlo, tenían que continuar con aquel paripe para conseguir toda la información necesaria y de paso ver si era posible acabar con aquella red dentro del país de las flores y liberar a los esclavos, aunque por supuesto Lilith buscaría quedárselos a todos a su manera, pero ya vería como podría hacerlo, siempre sutil y con un plan preparado y bien formado.

Como animales, sera una actuación espléndida, pero trataban a esa gente como animales, objetos o incluso piezas de colección en una exposición que pudiera llevarse el mejor postor. Estaba impaciente por empezar echar abajo este lugar, destrozarlo todo de arriba a abajo y liberar a las personas que tenían atrapadas. Pero no podía hacerlo, todavía no, y agradecía que tuviera una máscara para que no se viera la expresión de genuino asco con la que miraba ahora mismo a aquel tipo, sin mencionar al gusano de antes.

Lilith solicitó ver los ejemplares, uno de cada parecía ser. Estaba tanteando el negocio, si sabíamos lo que tenían podríamos hacernos una idea de todo lo que se extendían los tentáculos de esta empresa. Cuanto más mostrasen más dinero movería este local... y mayor sería la seguridad que nos encontrásemos, aunque si atacábamos por sorpresa era posible que lográsemos hacer daño suficiente como para que el rey rindiera el castillo.

Entramos a un largo pasillo, iluminado desde vitrinas que había a los lados, flanqueadas ambas por cortinas recogidas desde abajo. Al otro lado de cada vidrio había una persona, expuesta en una sala pequeña negra con un foco que las iluminaba sin nada más que un taburete para sentarse y unos harapos para cubrirse. Desde luego se notaba que todas aquellas personas tenían procedencias diferentes, pero todos ellos eran humanos normales y corrientes. Hombres a la derecha, mujeres a la izquierda, ninguno de ellos tenía un aspecto precisamente alegre, mostrando una mueca de temor por la posibilidad de que alguien los comprase o un brillo de esperanza por el pensamiento de que pudieran sacarlos de ahí.

- No creo que usted esté interesada en ninguno de ellos, son sujetos de lo más... comunes. Las verdaderas joyas están aquí. - Hizo un gesto con la mano para que accediéramos a otra sala cubierta por más cortinas.

No había dicho nada, pero cuando salió un par de guardias salieron de la sala anterior y nos siguieron sin quitarnos los ojos de encima. Otros dos estaban flanqueando la entrada de la sala a la que íbamos a entrar. Con un gesto de su jefe relajaron la guardia y dejaron paso.

Tras las cortinas había una sala más iluminada, circular como la otra, pero con unas vitrinas más grandes y unas salas con mayor elaboración, simulando diferentes estilos de interiorismo, coincidiendo cada uno con la procedencia y naturaleza del individuo que había en cada una de esas lujosas celdas. Me mordí la lengua para no soltar una blasfemia, lo tenía a tiro, pero no podía sacar el arma, aún no.

Ella sabía perfectamente como moverse en aquel tipo de ambiente, después de todo había absorbido locales así para anexionarlos a su negocio. Por supuesto el trato hacía los allí presentes cambiaba completamente y aquel que deseaba marcharse era libre de hacerlo sin ningún tipo de represalia por parte de la mujer de violáceos cabellos. Sabía que no era una vida sencilla, para ella tampoco era sencillo mantener todo aquello aflote y al mismo tiempo ampliar cada vez más el negocio. Había locales que no eran más que un prostíbulo pequeño, era sencillo de manejar, pero esto, esto era otra liga.

Puede que con Akane y su negocio hicieran algo realmente bueno, destruyeron a esa bruja y se quedaron con su local para convertirlo en una base de operaciones en Arabasta donde manejaban todo lo que ocurría en el resto. Pero esto era una completa locura, era una red completa de explotación y esclavitud. Había hombres y mujeres de casi todas las islas de los blues, parte del paraíso, pero aún necesitaba ver a las especies exóticas para saber de que magnitud estaban hablando. Pero tenía la impresión de que los hilos de aquel titiritero eran demasiado largos.

Cuando encuentras a alguien así, sabes que vas a tener que ir cortando el hilo de cada uno de sus dedos antes de poder acabar con todo cuanto maneja. Pero Lilith no tenía prisa, tenía tiempo suficiente y una determinación capaz de quebrantar cualquier muro. Siguió al hombre hasta que llegaron a otra sala, igual a la anterior pero más cuidada, los cristales dejaban ver diferentes esclavos, en esta ocasión ninguno era humano. Podían verse Shandians, tritones, gigantes, gyojis, minks, tenían una amplia colección. El hombre le hizo un gesto a la mujer mientras sonreía socarronamente para que disfrutase del espectáculo.

Lilith entró en la sala y se paseo tranquilamente admirando el escaparate, por dentro ardía en deseos de sacarlos de allí, pero no podía hacerlo, no ahora. Sabía que León en aquel momento rugía por dentro y que si fuera por el los mataría a todos en aquel mismo momento. Pero también sabía que no era el momento oportuno. — Son unos bellos ejemplares, desde luego realmente interesante siempre quise un mink o un tritón, ahora me habéis hecho dudar — dejo salir una leve risilla como si fuera realmente una noble caprichosa en busca de un juguete nuevo del cual disfrutar hasta aburrirse. Pensó que podría llevarse a uno de ellos para sacarle información del funcionamiento interno de aquel antro. No había nadie mejor que sus habitantes para saber como funcionaba todo allí, pero ¿a cual? tenía que elegir bien, alguno que demostrase ser avispado y eso es lo que estaba buscando mientras recorría la habitación.

Esta sala tenía de todo, desde gigantes a sirenas, pasando por personas animales, mink creía que se llamaban. Todos ellos en cada una de sus celdas, algunos intentaban no hacer contacto visual otros como la giganta nos dedicaban miradas de genuino asco. No los culpaba, para ellos eramos la misma escoria que los había metido en esta vida, aquellos que mantenían a flote este tipo de negocios manteniéndolos con las ventas que conseguían. Desde luego la actuación de Lillith ayudaba a mantener esa fachada, pero hacía que me preguntase si de verdad estaba actuando, era demasiado convincente como para creer que estaba tratando de echar abajo este local. Desde el primer momento me pareció una persona sospechosa, pero mi objetivo era este sitio, no ella.

Desde el momento que crucé miradas con aquella giganta me percaté de que era la clave para desmantelar este sitio por dentro, obviamente ahora estaba encadenada, sin posibilidad de escapar, pero una vez que sus ataduras desaparecieran el caos que podría desatar sería una oportunidad de oro. Había otra sala que me había llamado la atención, un mink de pelo atigrado aunque con facciones más similares a las de un lince nos miraba con interés, con una mezcla entre curiosidad y esperanza en sus ojos. Lo más seguro es que estuviera pensando en usarnos para salir de aquel sitio en cuanto lo sacásemos de este local. Una feliz coincidencia.

Por ahora Lillith parecía estar inmersa en una conversación con el dueño y su guardaespaldas mantenía la compostura para no perder los nervios. Si queríamos hacer un movimiento tendría que comenzar a preparar el terreno mientras ella lo entretenía, era posible que sacase a uno de los ejemplares para que lo viera de cerca. Me di la vuelta y me acerqué a uno de los guardias, con paso tranquilo pero silencioso, pareció alterarle el hecho de que fuera el foco de mi atención, llevando discretamente la mano al arma. Un silencio tenso se hizo entre ambos mientras le sostenía la mirada y me preparaba para decir unas palabras nada fáciles de decir a un extraño.

- El baño. - Dije con el tono más bajo que la máscara me permitía, casi un susurro.

- ¿Perdón? - Su rostro cambió de tensión a confusión a la vez que acercaba la oreja.

- He tomado demasiado café ¿Puede indicarme dónde está el baño? - Repetí con un tono más alto, pero no lo suficiente como para interrumpir la conversación que tenía lugar a mis espaldas. El guardia intercambió una mirada con su compañero y asintieron.

- Está bien, pero por motivos de seguridad tenemos que acompañarte.

Y tal y como dijo ambos me escoltaron por una puerta oculta en la penumbra a uno de los lados, sin despegarse de mí y manteniendo un ojo atento a todos y cada uno de mis movimientos. Recorrimos un pasillo mucho más normal que el resto del local, una parte funcional sin intención de impresionar a nadie. Nos paremos delante de las dos puertas de los aseos y uno de ellos me hizo una señal para entrar. Ante su atónita mirada entré en el baño de señoras sin darme cuenta, por la costumbre.

Se notaba a leguas que la mayoría de los pobres expuestos estaba deseando salir de allí. Tenía que encontrar alguno que fuera lo suficientemente listo como para saber que era mejor no escapar una vez saliera, no quería que le hicieran daño. Vio entonces al Mink de pelo atigrado, parecía una mezcla entre tigre y lince y la verdad es que no pudo evitar sentir cierta curiosidad por aquel en especial. Se quedo quieta mirando al hombre a través de la cristalera mientras este se pegaba un poco más al cristal mientras la miraba. Parecía que le suplicaba con los ojos que lo sacara de allí.

Realmente se preguntaba como de mal podían llegar a tratar a aquellas personas para que mostrasen aquella mirada en sus ojos. — ¿Es una mezcla? me resulta realmente curioso, debo decir que es un ejemplar hermoso  — el dueño del local sonrió ante su pregunta y se acerco un poco a la señorita para hablar con ella sobre aquel especimen. Al parecer era un mink lince y por eso poseía un rostro con unas facciones algo más delicadas y esas orejas tan puntiagudas. Su pelaje era similar al de los tigres pero con algunas diferencias y se las hizo saber mientras la mujer asentía complacida con la explicación.

— ¿Es dócil o puede llegar a ser peligroso? — era algo que debía saber para pedirle que lo sacara de aquel lugar. Tenía que seguir con aquella pantomima, tenía que mantenerlo entretenido mientras sus chicos se dedicaban a espiar todo el lugar. León desde aquella habitación y Ral a saber donde estaba. Se imaginaba que había aprovechado que ella lo distraía para ir a ver otro lugar, solo esperaba que no pensara en desaparecer por que entonces las cosas no saldrían tan bien como deberían. El tipo le dijo que a veces era algo arisco, pero que en general era un hombre tranquilo, habían tenido que castigarle muchas veces por que cuando vino era bastante salvaje.

La idea de que sufriera maltrato no el gustaba en absoluto — ¿podéis sacarlo? me gustaría verlo más de cerca — el dueño no dudo un instante y asintió haciendo que dos hombres abrieran la cristalera y sacaran al mink con cadenas en manos, pies y cuello para impedir que pudiera moverse demasiado. Tapado únicamente con unas telas que cubrían sus vergüenzas allí estaba imponente aquel hombre. Lilith se acerco un poco a él para admirarlo y llevo una de sus manos a uno de sus brazos para dejar allí una caricia. El esclavo emitió un ruidillo entre asustado y placentero al sentir una caricia en vez de un golpe y Lilith sonrió — me gusta, ¿que precio tiene? — espero que el tipo le dijera el precio mientras Lilith seguía inspeccionando al esclavo como haría cualquier comprador realmente interesado en comprar un esclavo.

Acababa de darme cuenta nada más terminé mis asuntos y estaba lavándome las manos, había entrado en el baño de señoras sin darme cuenta. Me moría de la vergüenza, era una chica, pero el que pensaran que era una especie de pervertido que entraba en los baños de las mujeres hacía que me diese vueltas la cabeza. Una vez cerré el grifo y me sequé las manos con una tira de papel pude escuchar susurros al otro lado de la puerta, tal y como pensaba, uno de ellos decía que era un pervertido, aunque no me dirían nada por ir con un cliente VIP. El otro comentaba, con razón, que no me habían visto la cara y que era posible que fuera una mujer, ese era el más peligroso y el que más cerca sonaba de la puerta.

Abrí un poco la puerta, dejando un hueco de un par de centímetros que llamó su atención. Cuando miraron tomé carrerilla dentro del baño y lancé una patada voladora a la hoja de la puerta, esta se abrió de golpe, estampándose contra el primero de ellos y marcando su dura mollera en el otro lado de la madera. Antes de que el otro reaccionase me incorporé y descargué un poderoso golpe en su frente con la culata de mi arma. Hice una silenciosa pose de artista marcial, regodeándome de las dos bajas a la vez que sonreía por dentro de la máscara.

Miré a un lado y a otro del pasillo, no parecía que llamase la atención de nadie, pero no podía dejar los cuerpos aquí tirados. Como pude y, uno por uno, los metí en el baño, dejando uno de ellos dentro de una de las cabinas, el que me había llamado pervertido para ser más exactos. Registrando sus pertenencias encontré en uno de ellos un enorme llavero, seguramente para acceder a las celdas, así como los nombres de cada uno de los esclavos, apostaba a que la grande con "Brunhilde" escrito sería la de la giganta.

El pasillo de los baños se bifurcaba en otro curvo que, supuse, terminaba por el otro lado de la bifurcación, rodeando las celdas y la sala central. Me metí por uno de los lados al tiempo que otros guardias sacaban al mink y lo llevaban a la sala principal, por fortuna por el lado contrario al que yo estaba. Por fin encontré una gran puerta metálica por la que podía caber perfectamente... un gigante.

La mirada que me dirigió no fue precisamente amistosa, tenía la sensación de que, de no estar encadenada me aplastaría con un brazo. Pero esa mirada pasó de la furia a la curiosidad cuando empujé dentro de la sala el cuerpo del guardia que quedaba. Como no había encontrado las llaves de la cadena atada a su cuello decidí otra aproximación. Lancé el cuerpo inconsciente de aquel hombre encima de las cadenas y saqué la escopeta, cargada con la munición slug. Todos en la sala detrás de la vitrina estaban mirando a Lillith examinar al mink, así que nadie daría la alerta por ahora. Intercambié una mirada de complicidad con la giganta y esta pareció comprender la situación. Apoyó el brazo delante de mí para que no me vieran desde fuera y yo puse el cañón debajo del cuerpo de aquel guardia.

Un primer disparo, amortiguado por la gruesa vitrina y el cuerpo de aquel hombre, un segundo, un tercero y nadie pareció percatarse hasta que sonó "Clank". La cadena se quebró por los disparos y aquella enorme mujer pudo saborear un poco de libertad, moviendo su cuello y los hombros.

- Puedo sacarte de aquí, pero necesito que "hagas ruido". - Comenté mientras cargaba disparos normales en la escopeta.

Esperaba que su compañero de aventuras estuviera haciendo un buen trabajo por allí fuera, por que ahora las cosas se iban a poner un poco complicadas por allí. Sin embargo, algo hizo que todos girasen a ver a un lugar en particular, la giganta golpeo con fuerza el cristal, una vez fue suficiente como para resquebrajar aquel cristal, dos para reventarlo por completo. — Adelante León, es hora de jugar — su guardaespaldas asintió y realizando un movimiento rápido con su mano derecha hizo que el dueño de aquel antro quedara completamente atado con sus hilos. El girar alrededor del mink no había sido solamente para ver al esclavo.

Lilith no tardó en acercarse al tipo para quitarle las llaves y acercarse al esclavo para quitarle las cadenas — necesitaremos vuestra ayuda para sacar a todos los esclavos, seguramente para encontrar las celdas, ¿nos ayudaréis? — el mink no tardo en asentir y Lilith le dio el juego de llaves para que fuera en busca de sus aliados. Mientras tanto, la giganta había comenzado a repartir sopapos entre los guardias y a destrozar los cristales que mantenían presos a sus compañeros. León mantenía sujeto a aquel tipo con los hilos de una de sus manos mientras con la otra se hacía cargo de los que se acercaban a él.

La madame no iba a quedarse solo mirando, saco su látigo del interior del vestido, iba enrollado en su pierna derecha y una vez lo tuvo en su mano derecha comenzó a golpear a los guardias que iban llegando alertados por el ruido, de igual modo iba lanzando sus cuchillos con precisión casi milimétrica buscando acabar con todos los que pudieran antes de que la cosa se complicase demasiado. Rebusco con la mirada al tal Ral esperando que se uniera a la fiesta, por ahora tenían mucho que hacer y tampoco quería dejar solo al Mink liberando al resto de rehenes por si le pasaba cualquier cosa.

Una vez que lograron abrirle paso al esclavo Lilith miro a León y no hizo falta más, él se haría cargo del resto mientras Lilith corría para ir con el lince en busca del resto de esclavos, los que habían sido liberados y tenían forma de dar pelea no tardaron en unirse a los recién llegados para ser libres. Para ganarse su libertad y la del resto, aquel mundo era complicado y aunque Lilith pensaba quedarse con el local y con todos aquellos esclavos que quisieran quedarse a su lado, no le importaba demasiado tener que limpiar la sangre de las paredes. Era algo a lo que estaba bastante acostumbrada y más teniendo en cuenta que solía quedarse con los locales de otros mafiosos, le gustaba liberar a la gente oprimida y quedarse con aquellos que querían permanecer a su lado, que puede parecer mentira, pero solían ser bastantes.

3...2...1... y allá fue. No tardó ni diez segundos se su preciosa nueva libertad en cobrarse su venganza sobre los que la habían encerrado en este estercolero. Con dos golpes reventó la vitrina que la separaba de la sala principal, y una vez el caos fue sembrado se dedicó a liberar a los demás uno por uno mientras se encargaba de los guardias que trataban en vano de detener su enorme masa, ahora con unas cadenas como arma era más peligrosa de lo que había anticipado. Una vez el compañero de Lilith se encargó de asegurar al jefe salí de aquella sala saltando los vidrios rotos.

Caminé con tranquilidad y seguridad, siguiendo los pasos de la giganta y comprobando que todos los guardias de la sala no tardaban en caer, hasta que llegamos a la puerta. Toqué su tobillo para indicar que se detuviese ante las hojas de las puertas. Las abrí ligeramente para ver a un montón de guardias que se reagrupaban y comenzaban a organizarse, repartiendo fusiles entre ellos. Las órdenes que escuchaba eran de matar a todos los esclavos que salieran de sus celdas, si se organizaban en el pasillo no tardarían en formar una línea de tiro que no pudiésemos pasar. Cargué los últimos cartuchos slug que me quedaban y me retiré unos pasos. Disparé a las bisagras de la enorme puerta con los proyectiles sólidos hasta que las de una de las hojas cayeron al suelo. La giganta pareció entender lo que quería hacer, pues agarró la hoja de la puerta justo antes de que comenzase a caer al suelo, armándose con un improvisado escudo.

Teníamos que impedir que terminasen de organizarse, así que una vez armada la giganta comenzó a cargar con la puerta cubriendo de los disparos. Miré a Lilith, parecía que lo tenía todo controlado y había enviado al mink y a su compañero a liberar al resto. Por mi parte recargué el arma y me dispuse a seguir a la giganta.

- Será mejor que os apartéis de la entrada y permanezcáis detrás de nosotros. - Indiqué a todo aquel que quisiera seguirnos.

No tardaron en adoptar otra estrategia, esta vez intentando flanquearla aprovechando el poco espacio que tenía para moverse. Uno de ellos corrió con un sable en la mano con intención de cortar sus tendones y evitar que avanzase, pero cuando asomó por un lado de la puerta el cañón de Purgatio lo saludó con un disparo en el pecho. Paso a paso nos acercábamos, y una vez escuché como la mayoría de cargadores caían al suelo me lancé manteniendo un perfil bajo con el suelo. Corrí por el pasillo y disparé para abrirme paso en medio de su línea, derribando a otro. Cargué rápidamente otro disparo y salté hacia atrás para poner algo de distancia a la vez que disparaba un tercer cartucho y me cubría tras un sillón. Ahora sólo quedaba esperar que los demás nos siguiesen aprovechando la confusión.

León se encargaba de apoyar a Ral en todo cuanto podía salvando a varios de los esclavos y evitando que sufrieran cualquier tipo de daños. Después de todo sabía que su señora querría tener a tantos de esos maravilloso individuos a su servicio como pudiera. Realmente aquel joven de mecánica voz tenía una buena capacidad de improvisación y la giganta había hecho buenas migas con él así que bueno, era digno de ver. Mientras tanto Lilith se encargaba de ir junto al mink a sacar al resto de esclavos usando las llaves del dueño del local, desde luego aquel lugar sería un buen sitio donde establecerse.

Aunque ella se encargaría de que aquel barrio dejase de parecer una pocilga, aquello tenía que cambiar y siendo Lilith como era no tardaría demasiado en poner aquel lugar en órbita. Los esclavos salían uno tras otro de sus celdas, seguían a sus libertadores para seguir sacando al resto hasta que una vez que estuvieran todos liberados pondrían rumbo hacía el exterior de aquel lugar. León aún llevaba consigo al líder de aquel grupo de desalmados, se lo llevaría como rehén, después de todo tenía mucha información que sonsacarle sobre sus negocios y el resto de locales que tuvieran abiertos.

Se haría con la red que aquel hombre había creado y la transformaría para hacerla suya. Lograron salir por una de las puertas laterales y aunque estaban fuera, ninguno de los presentes quería marcharse dejando atrás a las personas que los habían salvado. Lilith por su parte les agradeció con una sonrisa mientras esperaba que sus dos compañeros salieran. Miro a Allaidh que había acudido al lado de su dueña y esperaba con ansias a que alguno de esos desgraciados saliera, aún no había comido y tenía hambre. Uno de los guardias salió volando por la puerta, imagino que empujado por sus compañeros y el lobo lo pillo al aire para usarlo de comida.

— Parece que la cosa a terminado mejor de lo previsto — León salió con aquel tipo bien atado con sus hilos y cuando Allaidh termino de comer lo ató al lomo del lobo. Tendría que hablar con la gente allí presente y aprovecharía para quedarse con aquel maravilloso local. Hizo una llamada con su den den mushi esperando que los chicos que esperaban en el puerto, que habían llegado hace unos días en el barco que cargaba los frascos de cristal para las colonias se acercaran al lugar para hacerse con el control total de aquel lugar. Ahora, era propiedad de la madame, cuando estuvieran todos un poco más tranquilos hablaría con los esclavos.

No hizo falta luchar mucho más, por muy preparados que estuviesen los guardias no podían hacer nada para detener a un gigante armado y su arrolladora fuerza. Mucho menos cuando esta estaba cubierta de cualquiera que intentara detener sus pies por su punto ciego. La batalla no tardó en terminar con un claro bando vencedor, con los pocos oponentes que quedaban rindiéndose o huyendo por las calles para conservar la vida. Una vez se tranquilizaron las cosas me di la vuelta y pude ver el destrozo montado, la mayoría del local estaba destrozado, aunque la estructura se conservaba bien, pero lo importante era que los prisioneros estaban bien.

Fuera como fuera estaba claro que la red de tráfico de personas estaba completamente desarticulada. La botica se había quedado sin fuente para los experimentos y ahora el desarrollo de su producto quedaría paralizado hasta que encontrasen otro patrón. La misión podía considerarse un éxito, y todo gracias a la colaboración de la chica de cabellos violetas y sus acompañantes, recordaría sus nombres y rostros para poder tener futuras referencias en esta isla. Me daba en la nariz que no eran trigo limpio, pero eso era asunto de los marines, nosotros usábamos los recursos que fueran necesarios para acabar con males mayores.

- Parece que el objetivo ha sido neutralizado. - Dije guardando el arma, dirigiéndome a Lillith. - Ahora sólo queda encargarse de los liberados, puedo ponerme en contacto con unos conocidos que los pueden acoger y llevar a sus hogares... aunque puede que con algunos sea más difícil. - Comenté mirando a la giganta, la cual estaba sentada mirándonos.

Sin nada más que hacer sólo quedaba volver a Ravene para informar, aunque el barco no zarparía hasta el día siguiente por la tarde. Me negaba a deambular por las calles y acabar perdida de nuevo, así era como había llegado a esta situación, a saber en lo que me podía meter de repetirla.

- Parece ser que estaré por aquí un rato más ¿os importa si os acompaño en la cena? - Pregunté a la vez que me limpiaba el polvo y la suciedad de la gabardina. - Ah, cierto, casi se me olvida, necesito la dirección de una herboristería, hay una planta en concreto que necesito de esta isla.

Sin nada más urgente que hacer pasaría las siguientes horas en compañía de aquellas personas, compraría el extracto que necesitaba para una idea que se me había ocurrido, y regresaría a casa al día siguiente. Si en algún momento me necesitaban les dejaría el número de contacto de O.I. Trust, la empresa tapadera que llevaba Rusta.

Todo había terminado, los esclavos eran libres y aunque podrían macharse de allí sabían de sobra que necesitarían ayuda, era el momento de la madame de hacerse cargo de todos aquellos que quisieran quedarse y de todos los que quisieran marcharse. Miro a Ral y le sonrió levemente, en esta ocasión con una de esas sonrisas misteriosas y algo peligrosas que podrían resultar buenas o malas, así era Lilith. Era una persona complicada, peculiar y que tenía su propia forma de hacer las cosas. Se coloco en un lugar donde todos pudieran verla y se aclaro la garganta mientras sus chicos llegaban e iban entando en el local.

— Mi nombre es Lilith, se que habéis pasado por un terrible calvario y que muchos estaréis deseando salir de aquí, puedo ayudaros a volver a vuestros hogares y reencontraros con vuestras familias utilizando uno de mis barcos que ahora mismo esta atracado en el puerto — a muchos de ellos se les ilumino la cara en cuanto dijo aquello, otros simplemente miraron a otro lado, muchos de ellos estaban solos en el mundo y no tenían donde ir y eso la madame lo sabia. Por ese motivo para aquellas personas tenía otro plan diferente y se lo haría saber en este mismo momento.

— Sin embargo, se que algunos de vosotros no tendréis donde ir y por eso os ofrezco un trato — mientras hablaba sus chicos en el interior del local iban haciendo cambios y lo iban convirtiendo en uno de los locales de la madame, tendría una nueva base y un nuevo negocio del cual sacar beneficios. Al final, ir al país de las flores iba a salir realmente rentable para la joven. — Aquellos que no tengan un lugar al que ir o familia con la que volver, pueden quedarse conmigo y formar parte de mi familia, podréis dedicaros a lo que queráis dentro de mi empresa, jamás se os tratara mal ni se os obligara a hacer nada, se os dará una vida digna y un salario para vivir sin abusos ni maltratos — León asintió varias veces mientras su señora daba aquel discurso.

Le tapo la boca la tipo que llevaba consigo para que no fastidiara el momento, muchos asintieron contentos con la idea, una joven incluso pareció reconocer a León y animada con la idea de que todo le fuera igual de bien que a él se acerco y estrecho la mano de la madame. Lilith sonrió contenta y decidió que aquellos que quisieran marcharse irían al puerto junto a alguno de sus hombres para comenzar a llevarlos a cada uno a su respectiva isla, para los que quisieran quedarse con ella, haría una reunión multitudinaria en su casa donde hablaría con todos por la noche, antes dejaría que descansaran y recuperasen fuerzas. Mientras, ella se iría a cenar con Ral, después de todo se merecían un descanso.

Durante la cena Ral le dijo que necesitaba encontrar el extracto de una planta muy concreta, como él la había ayudado con su problema, ella decidió ayudarle con el suyo. Con ayuda de Bianca encontraron la planta y extrajeron aquel extracto para entregárselo en una elegante botellita. Así, no tenía que deberle ningún favor y todo el mundo estaba contento.