Isak Heinikken
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Akuma no mi
Varios
El frío de aquella isla era realmente insoportable. La nieve complicaba los pasos del revolucionario, haciendo que el camino se volviera un auténtico agobio. Isak se había vestido con un abrigo de pelo, botas gruesas y encima del gorro negro llevaba unas orejeras. A pesar de sus intentos por no congelarse seguía temblando cómo si no hubiera un mañana. Debido a eso había dejado a Dahlia en el barco, esperando que de esa forma ni enfermara. Aparte no tenían demasiada ropa ni estaban preparados para el clima por lo que era peligroso para la niña.
Tras muchos esfuerzos consiguió llegar a Cocoa Weed, uno de los pueblos de aquella región. Esperaba poder tomar una taza de chocolate caliente, a fin de cuentas el lugar se llamaba "semilla de cacao", ¿no? Algo deberían de tener. De todas formas no estaba muy convencido pues sería extraño que crecieran árboles como aquellos entre la nieve. Tampoco era un experto en la materia, era su impresión, aunque si tenían lo que buscaba tampoco le importaría tanto la procedencia del topónimo.
Veía a algunos lugareños por las calles ir de un lado a otro. Era normal, a fin de cuentas era pleno día y tendrían que trabajar. Le alegraba ver algo de vida pues en el camino parecía estar todo deshabitado, aunque se debería a la gruesa capa de nieve que se formó sobre el suelo. En algunas zonas hasta le llegaba a la rodilla.
Caminó por el pueblo hasta localizar una taberna y sin pensárselo dos veces entró en el local. Lo primero que hizo fue quitarse los guantes para permitir que el acogedor calor le diese algo de tranquilidad. Se acercó a la barra, sonriendo ampliamente a la mujer que atendía para pedir algo.
- Disculpe, ¿me podría poner un té rojo? - Tan pronto como dijo eso se quedó en silencio, pensando detenidamente en lo que acababa de decir. ¿No iba a pedir un chocolate calentito? El frío le había congelado las ideas y al final acabó por equivocarse. No le importó demasiado, ¡el té también estaba caliente!
Acto seguido tomó asiento en una de las mesas para esperar su pedido. Allí había más personas, aunque no se fijó demasiado en ellas. Solamente era capaz de pensar en beber algo que le diese un poco de calor. Se frotó las manos y según su cuerpo se fue acostumbrando al interior comenzó a quitarse las orejeras, el gorro y el abrigo. Más tarde buscaría suministros para el barco y así seguir con el viaje, pero cada cosa en su momento.
Tras muchos esfuerzos consiguió llegar a Cocoa Weed, uno de los pueblos de aquella región. Esperaba poder tomar una taza de chocolate caliente, a fin de cuentas el lugar se llamaba "semilla de cacao", ¿no? Algo deberían de tener. De todas formas no estaba muy convencido pues sería extraño que crecieran árboles como aquellos entre la nieve. Tampoco era un experto en la materia, era su impresión, aunque si tenían lo que buscaba tampoco le importaría tanto la procedencia del topónimo.
Veía a algunos lugareños por las calles ir de un lado a otro. Era normal, a fin de cuentas era pleno día y tendrían que trabajar. Le alegraba ver algo de vida pues en el camino parecía estar todo deshabitado, aunque se debería a la gruesa capa de nieve que se formó sobre el suelo. En algunas zonas hasta le llegaba a la rodilla.
Caminó por el pueblo hasta localizar una taberna y sin pensárselo dos veces entró en el local. Lo primero que hizo fue quitarse los guantes para permitir que el acogedor calor le diese algo de tranquilidad. Se acercó a la barra, sonriendo ampliamente a la mujer que atendía para pedir algo.
- Disculpe, ¿me podría poner un té rojo? - Tan pronto como dijo eso se quedó en silencio, pensando detenidamente en lo que acababa de decir. ¿No iba a pedir un chocolate calentito? El frío le había congelado las ideas y al final acabó por equivocarse. No le importó demasiado, ¡el té también estaba caliente!
Acto seguido tomó asiento en una de las mesas para esperar su pedido. Allí había más personas, aunque no se fijó demasiado en ellas. Solamente era capaz de pensar en beber algo que le diese un poco de calor. Se frotó las manos y según su cuerpo se fue acostumbrando al interior comenzó a quitarse las orejeras, el gorro y el abrigo. Más tarde buscaría suministros para el barco y así seguir con el viaje, pero cada cosa en su momento.
Freites D. Alpha
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Reino de Sakuras, querida flor cubierta de nieve. Maravillosa y llena de vida. ¿He dicho llena de vida? ¡Por supuesto! Incluso en un páramo helado como esta podemos encontrar no solo un sorprende y único castillo en la cima de una montaña. También podemos encontrar una gran cantidad de personas que viven su día a día con tranquilidad en el país de la nieve. También debemos destacar el hecho de que aquí podemos encontrar una única especie de conejos carnívoros, únicos en su tipo y maravilloso en combate. Conocidos también por moverse en manada.
Y hablando de manada, aquí es donde comienza la historia del pequeño pirata Alpha. Galopando sobre su fiel compañera de batalla, Suzaku. Tratando de avanzar con tranquilidad por el páramo helado, siendo observados por una manada de Lapahn. Ninguno de los enormes animales intentaban ni siquiera acercarse a intentar atacar al chiquillo ni a su ave. Puesto que alrededor. Ya que por cada paso que daba la súper plumífera, el hielo se derretía alrededor del dúo. Incluso la nieve que intentaba caer sobre él se evaporaba al instante.
- Pronto deberíamos llegar, Suzaku. – Ambos estaban tranquilos y pocos preocupados. Era normal, ya que incluso para aquellas criaturas era increíble y a la vez aterrador ver como un chiquillo y su mascota por cada milímetro que avanzaban la nueve se estaba derritiendo abriendo paso al pasto que estaba. Así que pronto terminarían de pasar, dejando aquella manada atrás.
Así era como llegaron ambos a Cocoa Weed. Un pueblito muy interesante y bonito. Entro en una taberna con mucha tranquilidad. El pequeño pirata de un salto bajo de la ave, rápidamente entrando a la taberna. Unos cuantos quedarían perplejos de como un chico con un kimono rojo y una ave entraban sin llevar abrigo alguno y no haber muerto en el intento. Todo el local estaba lleno, no había lugar alguno. Solo quedaba una silla en frente a la mesa de uno distinguido caballero que al parecer… ¿Estaba tomando él te? Así sin dudarlo mucho y con una actitud amable se acercó a aquel singular caballero para preguntar – Disculpe ¿Le molesta si lo acompaño? No queda lugar y no estaría mal comer acompañado.
Una vez más, al terminar de hablar, el sonrió.
Y hablando de manada, aquí es donde comienza la historia del pequeño pirata Alpha. Galopando sobre su fiel compañera de batalla, Suzaku. Tratando de avanzar con tranquilidad por el páramo helado, siendo observados por una manada de Lapahn. Ninguno de los enormes animales intentaban ni siquiera acercarse a intentar atacar al chiquillo ni a su ave. Puesto que alrededor. Ya que por cada paso que daba la súper plumífera, el hielo se derretía alrededor del dúo. Incluso la nieve que intentaba caer sobre él se evaporaba al instante.
- Pronto deberíamos llegar, Suzaku. – Ambos estaban tranquilos y pocos preocupados. Era normal, ya que incluso para aquellas criaturas era increíble y a la vez aterrador ver como un chiquillo y su mascota por cada milímetro que avanzaban la nueve se estaba derritiendo abriendo paso al pasto que estaba. Así que pronto terminarían de pasar, dejando aquella manada atrás.
Así era como llegaron ambos a Cocoa Weed. Un pueblito muy interesante y bonito. Entro en una taberna con mucha tranquilidad. El pequeño pirata de un salto bajo de la ave, rápidamente entrando a la taberna. Unos cuantos quedarían perplejos de como un chico con un kimono rojo y una ave entraban sin llevar abrigo alguno y no haber muerto en el intento. Todo el local estaba lleno, no había lugar alguno. Solo quedaba una silla en frente a la mesa de uno distinguido caballero que al parecer… ¿Estaba tomando él te? Así sin dudarlo mucho y con una actitud amable se acercó a aquel singular caballero para preguntar – Disculpe ¿Le molesta si lo acompaño? No queda lugar y no estaría mal comer acompañado.
Una vez más, al terminar de hablar, el sonrió.
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