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Una de dragones y princesas [Privado-Tea] Empty Una de dragones y princesas [Privado-Tea] {Dom 27 Sep 2020 - 1:28}

Haciendo memoria, Dexter estaba seguro de que nunca había hecho un viaje tan largo de esa forma. Era cierto que había volado entre mares, también que había llevado gente con él, pero normalmente adoptaba su forma completa en cuanto era seguro hacerlo, o llevaba a su acompañante montado sobre el lomo. ¿Pero fundidos en un abrazo durante todo el vuelo? Nunca lo había hecho, y eso había supuesto que durante parte de los cien kilómetros -que se había asegurado de recorrer despacio, para evitar complicaciones al corazón de Tea- hubiese tenido que volar boca arriba, viendo el mundo al revés. En cierto modo era más bello ver a la mujer bajo el cielo estrellado, aunque su cuerpo reflejado en medio de las aguas prístinas de Fiordia no era una visión que descartase.

Disfrutaba tanto el vuelo que casi rogó que no acabara nunca. El viento en su cara, el mar bajo sus alas y Tea recogida entre sus brazos. No había nada que pudiese mejorarlo, pero aterrizó en el muelle como si acabase de atracar en un lugar desconocido. Y, en cierto modo, casi lo era. Estaban pisando una larga pista adoquinada en lo que antes se llamaba "Jasmina", una aberrante nave en la que no quería saber cuántos fondos había malgastado el Gobierno Mundial, aunque le había gracia tasarla de vez en cuando a la luz de según que costes iba conociendo. La cuestión era que, en medio de la oscuridad y tras tanto tiempo sin pisar aquella zona, casi había cobrado un encanto mágico.

- Aquí nadie te mira con pena, ni con odio... -le dijo-. Para bien o para mal, aquí nadie te conoce. Y en el lugar al que vamos solo existen dos personas.

El Ojo había sido la primera isla en la que Dexter había izado su bandera. Había sido tras la caza de Zero, cuando Byakuro aún vivía, y había reclamado el trono de un yermo. Podía contar todavía cada moneda que había invertido en animales, instalaciones, plantas y un sinfín de servicios para convertirla en la isla más floreciente del Nuevo Mundo. En cierto modo, lo había conseguido, y era su orgullo secreto. Por eso a veces aún le dolía haber cedido la potestad del lugar a Berthil, pero lo había hecho por una buena causa. También había llevado a Tea hasta allí por una razón.

Tras asegurarse de que ella era capaz de caminar avanzó de cara a la ciudad. Estaba perfectamente estructurada según un plano ortogonal, cuidadosamente meditada para crear una malla organizada y optimizada. Todo era hermoso, regular, similar pero diferente, bien iluminado... Un pequeño pedazo de paraíso en la Tierra, un espacio que siempre le había hecho sentir lo que de pronto había nacido a causa de la albina.

- A veces deseo que el mundo se parezca un poco más a esto, ¿sabes? -la guio hacia el sur. Tendría que hacerla volar para acceder al Colmillo, pero por el momento, ¿qué había de malo en pasear?-. Seguro, tranquilo, un buen lugar para vivir. El mejor lugar para vivir.

Tea era algo similar. En cierto modo le hacía sentir vivo, y eso era algo que había olvidado, o ignorado, durante demasiado tiempo. Era peligroso sentirse así, y lo sabía, pero se merecía disfrutar por el tiempo que le quedase. O, por lo menos, acercarse todo lo que pudiese a la felicidad.

- La verdad es que me hace un poco de ilusión enseñarte todo esto. -Era cierto. De hecho, estaba conteniéndose para no señalar zonas de la isla o edificios concretos-. Sobre todo, mi casa.

Sí que señaló en ese momento a la gran montaña que se fundía con el mar. Se trataba del mayor edificio de toda la isla, horadado en una montaña de casi seiscientos metros, exclusivamente dedicado a la vivienda y aposentos del dragón. Cierto era que muchas galerías aún estaban pendientes de ampliarse y otras estaban lejos de ser utilizables todavía, pero los siete grandes niveles eran funcionales, y el más importante, el último, era simplemente hermoso.

- ¿Alguna vez te han hablado de los dragones? Son bestias terribles que secuestran princesas. -La alzó, desplegando sus alas de nuevo. Esa vez, la raptó hasta la puerta de su hogar-. Bienvenida a mi cueva.

Dos enormes dragones tallados recibían en la entrada, y un ascensor los esperaba. Normalmente él bajaba por las escaleras, pero en esa ocasión optó por tomar el ascensor.

- Espero que te guste.
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