John Wayne
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Akuma no mi
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Miraba con curiosidad las paredes de la cueva, extrañado. De golpe, oyó una voz que sin duda no esperaba oír. Un niño estaba repartiendo linternas entre los presentes, diciendo que iba a derrotar a los malos. John cogió la que le tendía y luego lo observó, viendo como se adentraba en la cueva. El vaquero suspiró y, cuando pasó a su lado, intentó agarrar su cabeza con la mano metálica para evitar que caminase demasiado hacia el interior. Aquello era demasiado arriesgado. El niño era una pieza importante para los intereses de la persona que había contactado con ellos, sin duda, por lo que al estar allí no solo creaba ese peligro sino que también se convertía en una posible molestia.
—¿Qué hacemos con este? —preguntaría a todos, mirando concretamente a Ash —. Como se piensen que lo hemos secuestrado va a suponer un problema importante. Y si además tenemos que cuidar de él ahí dentro podría disminuir nuestras posibilidades de éxito.
Proteger a un niño no estaba en el contrato, y no quería tener que hacerlo, mucho menos obligado. Es decir, si el niño entraba con ellos tendrían que protegerlo si o si, pues su seguridad era importante. Pero tener que hacerlo le provocaba más dolores de cabeza que otra cosa. Esperó a que se decidiesen los demás y simplemente iría según su plan. Si ellos querían arriesgarse a proteger al niño, no le quedaría otra que acceder y seguir hacia el interior.
—Ah, gracias por las linternas, pequeñajo —añadió.
—¿Qué hacemos con este? —preguntaría a todos, mirando concretamente a Ash —. Como se piensen que lo hemos secuestrado va a suponer un problema importante. Y si además tenemos que cuidar de él ahí dentro podría disminuir nuestras posibilidades de éxito.
Proteger a un niño no estaba en el contrato, y no quería tener que hacerlo, mucho menos obligado. Es decir, si el niño entraba con ellos tendrían que protegerlo si o si, pues su seguridad era importante. Pero tener que hacerlo le provocaba más dolores de cabeza que otra cosa. Esperó a que se decidiesen los demás y simplemente iría según su plan. Si ellos querían arriesgarse a proteger al niño, no le quedaría otra que acceder y seguir hacia el interior.
—Ah, gracias por las linternas, pequeñajo —añadió.
- Resumen:
- Intentar parar al niño y a ver que hasemo nos matamo o que hasemo
Kohaku Sato
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Akuma no mi
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Kohaku miró con cierta indiferencia a Hazel, sonriendo justo después con falsos aires de superioridad.
—Aún te queda mucho mundo por ver —le dijo, enfundando su espada y volviéndose a sentar—. Hay rincones en el mundo, cuyos animales son seres aún más salvajes que ese y con peor aspecto. Seres que parecen de un mundo que no es este —le dijo, pensando en las viejas leyendas de los viajeros que pasaban por su isla natal, así como en las vivencias en la isla de entrenamiento del gremio familiar—. Pero la bestia que hemos visto es otra cosa —culminó, poniendo la vista de nuevo en el horizonte de su retaguardia—. Y te rogaría que no elevaras la voz. Me irrita mucho el jaleo innecesario, y me recuerdas a Roland —bromeó entre verdades, guiñándole un ojo justo después, con total seriedad.
De pronto, como si de una historia de terror narrada en una hoguera durante la noche de los muertos, un grito ahogado se escuchó tras ellos. Y cuando quiso darse cuenta, las piernas de Hazel estaban sobre su espalda lanzándolo del trineo, a una velocidad que apenas pudo reaccionar. Salió rodando por la nieve durante unos metros, hasta que un árbol frenó su caída, haciendo que con el coche cayera más nieve sobre su cabeza.
—No sé quien me cae peor… Si la enana o si el gordo —comentó en voz baja, levantándose y contemplando como el trineo se encontraba volcado a unos tres o cuatro metros de allí.
Abigail se encontraba frente a él, rodeada de algunos hombres, y armada hasta los dientes. Como de costumbre, se pudo a dar órdenes. «¿Quién la ha puesto al mando?», se preguntó de nuevo.
Kohaku estaba enfadado, podía verse en su rostro, y eso no era buena idea. Su armadura le había amortiguado la caída, así que desenfundó a golondrina y se preparó para usar su destello divino una vez Abigail realizara su ataque. Una pequeña cantidad de electricidad comenzó a rodear su tren inferior, haciendo que pudiera verse una luz a su alrededor. Tras eso, se abalanzaría sobre el conejo mutante, aferrándose a la empuñadura de su espada con ambas manos para otorgarle más fuerza a su corte, y tratar de aprovechar el impulso para cortarlo por la mitad y acabar con él.
—Aún te queda mucho mundo por ver —le dijo, enfundando su espada y volviéndose a sentar—. Hay rincones en el mundo, cuyos animales son seres aún más salvajes que ese y con peor aspecto. Seres que parecen de un mundo que no es este —le dijo, pensando en las viejas leyendas de los viajeros que pasaban por su isla natal, así como en las vivencias en la isla de entrenamiento del gremio familiar—. Pero la bestia que hemos visto es otra cosa —culminó, poniendo la vista de nuevo en el horizonte de su retaguardia—. Y te rogaría que no elevaras la voz. Me irrita mucho el jaleo innecesario, y me recuerdas a Roland —bromeó entre verdades, guiñándole un ojo justo después, con total seriedad.
De pronto, como si de una historia de terror narrada en una hoguera durante la noche de los muertos, un grito ahogado se escuchó tras ellos. Y cuando quiso darse cuenta, las piernas de Hazel estaban sobre su espalda lanzándolo del trineo, a una velocidad que apenas pudo reaccionar. Salió rodando por la nieve durante unos metros, hasta que un árbol frenó su caída, haciendo que con el coche cayera más nieve sobre su cabeza.
—No sé quien me cae peor… Si la enana o si el gordo —comentó en voz baja, levantándose y contemplando como el trineo se encontraba volcado a unos tres o cuatro metros de allí.
Abigail se encontraba frente a él, rodeada de algunos hombres, y armada hasta los dientes. Como de costumbre, se pudo a dar órdenes. «¿Quién la ha puesto al mando?», se preguntó de nuevo.
Kohaku estaba enfadado, podía verse en su rostro, y eso no era buena idea. Su armadura le había amortiguado la caída, así que desenfundó a golondrina y se preparó para usar su destello divino una vez Abigail realizara su ataque. Una pequeña cantidad de electricidad comenzó a rodear su tren inferior, haciendo que pudiera verse una luz a su alrededor. Tras eso, se abalanzaría sobre el conejo mutante, aferrándose a la empuñadura de su espada con ambas manos para otorgarle más fuerza a su corte, y tratar de aprovechar el impulso para cortarlo por la mitad y acabar con él.
- Resumen:
- Hablar con mis panas + enfadarse + creer que lo han tirado del trineo + tratar de cortar por la mitad al conejo mutante.
Raion
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Akuma no mi
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Aquello era muy extraño. Los conejos gigantes parecían estar vigilándoles por algún motivo, pero huyeron ante la proximidad de la ventisca. El león estaba mosqueado, pues aquellos animales no podían estar comportándose de esa forma si no había alguien detrás, utilizándolos para sus propósitos. No era un comportamiento normal en un animal. Sin embargo no consiguió ver a nadie.
El sendero era estrecho, difícil de recorrer y más aún de encontrar, por lo que no era complicado imaginarse por qué era tan poco conocido. Sin embargo estaba bastante cubierto de las inclemencias del clima, lo que les permitió avanzar con cierta rapidez. De repente aquel olor volvió, en una intensidad mucho mayor a la que habían detectado antes.
Rápidamente el león miró a todos lados, tratando de identificar la fuente de aquel aroma, hasta que vio algo moviéndose a gran velocidad por la cornisa sobre sus cabezas. Iba saltando tan rápido que resultaba imposible distinguir qué era, pero sí que quedaba claro que no se trataba de un ser humano. En su movimiento provocó que una enorme cantidad de nieve cayera sobre ellos, aprovechando el momento para tratar de escapar.
No obstante el mink no iba a permitirlo. Con sus instintos de cazador a flor de piel, dejó que su cuerpo perdiera su corporeidad y se convirtiera en aire de forma que la nieve pasara a su través y se lanzó tras el ser a una velocidad tal que con toda seguridad no tardaría en alcanzarlo. Intentaría adelantarlo y materializarse de nuevo ante él, deteniendo su avance.
El sendero era estrecho, difícil de recorrer y más aún de encontrar, por lo que no era complicado imaginarse por qué era tan poco conocido. Sin embargo estaba bastante cubierto de las inclemencias del clima, lo que les permitió avanzar con cierta rapidez. De repente aquel olor volvió, en una intensidad mucho mayor a la que habían detectado antes.
Rápidamente el león miró a todos lados, tratando de identificar la fuente de aquel aroma, hasta que vio algo moviéndose a gran velocidad por la cornisa sobre sus cabezas. Iba saltando tan rápido que resultaba imposible distinguir qué era, pero sí que quedaba claro que no se trataba de un ser humano. En su movimiento provocó que una enorme cantidad de nieve cayera sobre ellos, aprovechando el momento para tratar de escapar.
No obstante el mink no iba a permitirlo. Con sus instintos de cazador a flor de piel, dejó que su cuerpo perdiera su corporeidad y se convirtiera en aire de forma que la nieve pasara a su través y se lanzó tras el ser a una velocidad tal que con toda seguridad no tardaría en alcanzarlo. Intentaría adelantarlo y materializarse de nuevo ante él, deteniendo su avance.
- Resumen:
- Pasar a forma elementar y lanzarme a velocidad máxima hacia lo que nos acecha con intención de cortarle la huida.
Arik Landvik
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Frunció el ceño por un instante, devolviéndole la mirada al negro albino desafiante... pero entonces sonrió y se apartó unos pasos de la jaula, observando a los presos con una mirada no muy diferente a la de un lobo que acecha a las gallinas en el corral. Illje se acercó y comenzó a amenazar al hombre con la espada. No funcionaría. No era suficiente con intimidarles porque no funcionaría. No, había que quebrar su voluntad. Había que hacer que sus espíritus zozobrasen y se hundiesen. Hacía falta una tormenta capaz de quebrar su resistencia. Claude había decidido volver a dar órdenes como si fuese el capitán, pero no le obedecía a él. Obedecía a Elina, y ella aún no se había pronunciado. La miró interrogativamente, pero su prima parecía sumida en sus propios pensamientos. Se encogió de hombros. El plan de Claude era tan bueno como cualquier otro si añadía su propio elemento.
- Te seguiré el juego por ahora, pero recuerda que eres solo un tripulante. Deja de comportarte como el capitán - le susurró al oído, en tono suave y venenoso.
Se apartó del andrógino pirata y volvió a mirar hacia los presos. Entonces empezó a cantar. Tanto su voz como la melodía no era muy diferente de una nana, pero al mismo tiempo era muy diferente. Algo en el tono, en la forma de entonar, parecía cambiar totalmente la canción. Sus palabras acariciaron a los oyentes, no como una confortable canción de cuna calmándoles, no con las cálidas y amorosas manos de una madre, sino con las gélidas y fuertes manos de la muerte. Comenzó a caminar dando vueltas en torno a la jaula tranquilamente, sin quitarles los ojos a sus presas de encima. Las notas y las palabras resonaban como con vida propia, y parecían resonar y permanecer en el ambiente aún cuando el sonido ya se había extinguido. Arik puso toda su voluntad, toda su sed de sangre y todo su odio en intenta llegar a sus almas y quebrarlas. Romper su fortaleza y resistencia hasta dejarlos aterrados y temblorosos como niños pequeños.
Observó que Elina se acercaba a la jaula. El negro no podría mantener la atención sobre él y ella a la vez, así que prestó atención a cómo se desenvolvía la atención. En cuanto un destello comenzó a surgir de ella cerró los ojos y desvió ligeramente el rostro sin dejar de cantar... y entonces los abrió y, finalizando su siniestra nana, apuntó al albino más cercano y disparó.
- Te seguiré el juego por ahora, pero recuerda que eres solo un tripulante. Deja de comportarte como el capitán - le susurró al oído, en tono suave y venenoso.
Se apartó del andrógino pirata y volvió a mirar hacia los presos. Entonces empezó a cantar. Tanto su voz como la melodía no era muy diferente de una nana, pero al mismo tiempo era muy diferente. Algo en el tono, en la forma de entonar, parecía cambiar totalmente la canción. Sus palabras acariciaron a los oyentes, no como una confortable canción de cuna calmándoles, no con las cálidas y amorosas manos de una madre, sino con las gélidas y fuertes manos de la muerte. Comenzó a caminar dando vueltas en torno a la jaula tranquilamente, sin quitarles los ojos a sus presas de encima. Las notas y las palabras resonaban como con vida propia, y parecían resonar y permanecer en el ambiente aún cuando el sonido ya se había extinguido. Arik puso toda su voluntad, toda su sed de sangre y todo su odio en intenta llegar a sus almas y quebrarlas. Romper su fortaleza y resistencia hasta dejarlos aterrados y temblorosos como niños pequeños.
- música:
Observó que Elina se acercaba a la jaula. El negro no podría mantener la atención sobre él y ella a la vez, así que prestó atención a cómo se desenvolvía la atención. En cuanto un destello comenzó a surgir de ella cerró los ojos y desvió ligeramente el rostro sin dejar de cantar... y entonces los abrió y, finalizando su siniestra nana, apuntó al albino más cercano y disparó.
- resumen:
- Le doy un toque a Claude, me pongo a cantar e intento aprovechar la distracción de Elina para ejecutar a alguno de ellos y empeorar sus nervios.
Música del vacío I
Categoría: Especial
Descripción: Arik ha estudiado qué tipos de sonidos, formas de aplicar la música y afinaciones concretas de los instrumentos causan inquietud, desazón y miedo en las personas. A efectos prácticos puede hacer que sus canciones, ajustando esas modificaciones, hagan sentirse verdaderamente incómodas a las personas sin perder la belleza de la composición. Puede hacerles sentir miedo, desazón, desesperanza, estrés o si logra una acumulación suficiente de tensión y con ayudas externas, pánico. Los efectos son escénicos y a interpretar por los Pjs.
Omega
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El interior estaba oscuro como boca de lobo. Por suerte, eso no era problema para Omega, que ya estaba preparado para esa clase de situaciones. Echó mano de su bolsillo y sacó un estuche con unas jeringuillas cargadas con un líquido blanco. Se buscó la arteria carótida y se inyectó la sustancia. Poco a poco sus ojos comenzaron a adaptarse a la oscuridad de la cueva... es decir, hasta que alguien encendió de repente una luz eléctrica, cegándole. ¿Pero qué diablos? ¿Quién había sido? Apartó el rostro de la luz conteniendo un taco y empezó a mirar poco a poco mientras sus ojos se adaptaban. Era... ¿un niño? Peor. ¡Era el príncipe! ¡¿Cómo se les había colado sin que lo vieran?!
- ¡Es el príncipe! No podemos dejarlo aquí. Como algo le pase, el rey nos hará colgar a los cuatro. Acompáñame John, este se viene al tanque.
En caso de que el niño se le hubiese escabullido a John, le cortaría el paso y le ayudaría a agarrarlo. Entonces caminó hasta la entrada de la cueva y gritó:
- ¡Agentes, salid maldita sea!
La escotilla del OST se abrió y asomó Ray. Al ver la mirada de ira de su superior, por un momento vaciló e hizo el amago de volver a meterse y cerrar. Sin embargo debió pensarlo dos veces y darse cuenta de que era la peor idea posible. Finalmente salió de un salto para reunirse con Omega.
- Este es el príncipe del reino. Se ha colado con nosotros, no tengo ni idea de cómo. Metedlo en el tanque y custodiadlo SIN QUITARLE UN OJO DE ENCIMA. Como se escape y acabe en manos del enemigo, nos la cargamos.
Volvió al interior de la cueva una vez le entregaron el niño a Ray y les tendió a sus compañeros una jeringuilla a cada uno.
- Será mejor que no usemos linternas, con ellas nos verán venir. Usad esto. Os permitirá ver en la oscuridad como si fuera de día.
Lo que no les comentó, aunque tal vez lo habían visto ya en él, era que durante la duración de la droga sus ojos parecerían los de un búho. Incluido en lo abiertos que los tendrían. Una vez estuvieran listos, echaría a andar cueva adelante con el fusil listo en modo automático.
- ¡Es el príncipe! No podemos dejarlo aquí. Como algo le pase, el rey nos hará colgar a los cuatro. Acompáñame John, este se viene al tanque.
En caso de que el niño se le hubiese escabullido a John, le cortaría el paso y le ayudaría a agarrarlo. Entonces caminó hasta la entrada de la cueva y gritó:
- ¡Agentes, salid maldita sea!
La escotilla del OST se abrió y asomó Ray. Al ver la mirada de ira de su superior, por un momento vaciló e hizo el amago de volver a meterse y cerrar. Sin embargo debió pensarlo dos veces y darse cuenta de que era la peor idea posible. Finalmente salió de un salto para reunirse con Omega.
- Este es el príncipe del reino. Se ha colado con nosotros, no tengo ni idea de cómo. Metedlo en el tanque y custodiadlo SIN QUITARLE UN OJO DE ENCIMA. Como se escape y acabe en manos del enemigo, nos la cargamos.
Volvió al interior de la cueva una vez le entregaron el niño a Ray y les tendió a sus compañeros una jeringuilla a cada uno.
- Será mejor que no usemos linternas, con ellas nos verán venir. Usad esto. Os permitirá ver en la oscuridad como si fuera de día.
Lo que no les comentó, aunque tal vez lo habían visto ya en él, era que durante la duración de la droga sus ojos parecerían los de un búho. Incluido en lo abiertos que los tendrían. Una vez estuvieran listos, echaría a andar cueva adelante con el fusil listo en modo automático.
- resumen:
- Me chuto una de mojo de moucho y el puto niño me deslumbra. Ayudo a John a intentar capturarlo y ofrezco entregarlo a mis subordinados para que lo custodien, y tras eso les doy a Ash y a John jeringuillas para que también puedan ver en la oscuridad y seguimos andando hacia el interior de la cueva.
Mojo de moucho: Quien se inyecte esta droga de dudosos contenidos podrá ver en la oscuridad el resto del rol. Sin embargo se le pondrán los ojos como los de un búho.
Ashlyn Blake
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Había entrado en la cueva y eso estaba oscuro como la madre que lo parió. No veía nada en absoluto y encima no había traído linterna. De repente la voz de un niño asomo en la oscuridad y cargado con linternas le fue entregando una a cada uno de los allí presentes. Joh fue el primero que agarró al mocoso mientras que Ash simplemente se frotaba la sien mirando aquella escena. ¿Cómo demonios se había colado aquel niño en sus bolsas? Desde luego tenian que empezar a tener más cuidado con las cosas que llevaban y las que no.
— Mira mocoso, no puedes venir con nosotros, es peligroso y paso de que papaíto me haga colgar de los pulgares solamente por qué quieres jugar — escupió al suelo un poco molesta mientras dejaba que Omega se lo llevase al tanque. Cuando vinieron se chuto la cosa esa que le había dado el albino y pudiendo ver en la oscuridad se adentro cada ves más en la cueva intentando guardar silencio para que nadie pudiera escucharlos, si es que había alguien allí dentro.
Iba preparada por si en cualquier momento tenía que desenfundar su arma y disparar o si tenía que usar sus poderes para algo. Las cosas estaban un poco tensas y la albina sabía que tenían los pelos de punta. Algo olía raro allí dentro y sinceramente esperaba encontrar algo ya o se iba a volver loca. Ese tipo de ambientes servían únicamente para ponerles los pelos de punta y para que estuvieran nerviosos y demasiado alterados. Ash odiaba tener que esperar así que si tenía que salir algo que lo huciera de una puta vez.
— Mira mocoso, no puedes venir con nosotros, es peligroso y paso de que papaíto me haga colgar de los pulgares solamente por qué quieres jugar — escupió al suelo un poco molesta mientras dejaba que Omega se lo llevase al tanque. Cuando vinieron se chuto la cosa esa que le había dado el albino y pudiendo ver en la oscuridad se adentro cada ves más en la cueva intentando guardar silencio para que nadie pudiera escucharlos, si es que había alguien allí dentro.
Iba preparada por si en cualquier momento tenía que desenfundar su arma y disparar o si tenía que usar sus poderes para algo. Las cosas estaban un poco tensas y la albina sabía que tenían los pelos de punta. Algo olía raro allí dentro y sinceramente esperaba encontrar algo ya o se iba a volver loca. Ese tipo de ambientes servían únicamente para ponerles los pelos de punta y para que estuvieran nerviosos y demasiado alterados. Ash odiaba tener que esperar así que si tenía que salir algo que lo huciera de una puta vez.
- Resumen:
- Ash se queja del niño deja que lo lleven al tanque se chuta esa cosa para ver en la oscuridad y sigue adentrándose en la cueva
Elina Landvik
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Ese jodido bicho ya no sería un problema para nadie. Simplemente se sacudió un poco la sangre de la cara y del cuerpo, no le molestaba aquel líquido, estaba acostumbrada a sentirlo sobre su piel así que no era algo que realmente fuera molesto o asqueroso para ella. Por un momento se quedó pensativa, los albinos no parecían querer hablar y tener entre ellos a esa gentuza ya no le estaba resultando divertido en absoluto. No parecía que les fueran a servir de mucho y la verdad no le apetecía cargar con inútiles simplemente por gusto.
Hubiese sido divertido que terminasen trabajando juntos o algo así pero parece que las cosas no saldría de ese modo. Ni si quiera escucho las palabras de Claude pero la voz de su primo cantando la devolvió a la realidad. Pestañeo un par de veces y se acercó a la jaula lentamente mientras sus ojos se clavaban en aquella maldita vieja. Su cuerpo brillo de forma realmente intensa cuando estuvo muy cerca de la jaula para cegarlos o intentar que alejasen la vista de su cuerpo. Abriría la jaula y únicamente sacaría a la abuela que parecía ser quien tenía la voz cantante en aquel extraño grupito.
— Como no queréis hablar no me servís para nada, no me interesa la gente que intenta matarme — sujetaba con fuerza a la abuela doblando sus brazos hacia atrás de una forma que debía resultarle realmente dolorosa. Además de eso sacó uno de sus cuchillos de entre su ropa y comenzaría a cortarle la cara con fuerza dejando una herida clara en su mejilla y bajando hasta su cuello presionando allí la hoja con dureza y firmeza. — Tenéis tres segundos para empezar a cantar o le cortó el puto cuello, uno…dos… — según pasaban los segundos Elina presionaría más la hoja haciendo que nuevamente sangrase. Si llegaba al tres y no habían empezado a hablar, le cortaría el cuello sin dudarlo un solo momento y dejaría que la maldita abuela de desangrarse en el suelo y pasaría al siguiente.
Hubiese sido divertido que terminasen trabajando juntos o algo así pero parece que las cosas no saldría de ese modo. Ni si quiera escucho las palabras de Claude pero la voz de su primo cantando la devolvió a la realidad. Pestañeo un par de veces y se acercó a la jaula lentamente mientras sus ojos se clavaban en aquella maldita vieja. Su cuerpo brillo de forma realmente intensa cuando estuvo muy cerca de la jaula para cegarlos o intentar que alejasen la vista de su cuerpo. Abriría la jaula y únicamente sacaría a la abuela que parecía ser quien tenía la voz cantante en aquel extraño grupito.
— Como no queréis hablar no me servís para nada, no me interesa la gente que intenta matarme — sujetaba con fuerza a la abuela doblando sus brazos hacia atrás de una forma que debía resultarle realmente dolorosa. Además de eso sacó uno de sus cuchillos de entre su ropa y comenzaría a cortarle la cara con fuerza dejando una herida clara en su mejilla y bajando hasta su cuello presionando allí la hoja con dureza y firmeza. — Tenéis tres segundos para empezar a cantar o le cortó el puto cuello, uno…dos… — según pasaban los segundos Elina presionaría más la hoja haciendo que nuevamente sangrase. Si llegaba al tres y no habían empezado a hablar, le cortaría el cuello sin dudarlo un solo momento y dejaría que la maldita abuela de desangrarse en el suelo y pasaría al siguiente.
- Resumen:
- los ciega para sacar a la abuela de la jaula y sostenerla con fuerza para comenzar la tortura si en tres segundos no hablan la mata y pasa al siguiente
Normas del capítulo:
Moderación
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
- ”Abby, Hazel y Kohaku”:
- El disparo de Aby atraviesa la pierna del mutante, dejando un gujero que parece no entorpecer sus movimientos. Kohaku se lanza y su espada se hunde en la carne de su cuerpo cortando varias costillas y tripas, el olor a podrido llega a tu nariz, y de sus heridas te das cuenta de que emerge un extraño polvo blanquecino. De todas formas no parece que se queje precisamente por las heridas, no hasta que llega el fuego.
Por instinto la bestia trata de bloquear con su gran brazo el chorro de fuego y, aunque este parece no hacer mucho daño a su carne, un agudo chillido sale de sus fauces. Comienza a revolverse y agitarse violentamente, más cuando las llamas se extienden por su pelaje y se acercan a los crecimientos bulbosos y a la cara donde están los zarcillos. Estos emergen de su boca, casi dislocando lo que queda de su mandíbula, agitándose como pálidas ramas carnosas y dando latigazos hacia todas partes.
Tras varios segundos de gritos y caos se da la vuelta y comienza a correr camino a los árboles, tambaleándose de forma mucho más torpe de lo que se movía antes. Se golpea contra estos y se revuelve sin poder apagar las llamas con éxito. Si no lo perseguís se perderá entre la maleza, pero parece que no quiera volver a por más, así que si decidís seguir podríais llegar a la entrada que os marcaron en el mapa.
Por cierto, escucháis una serie de explosiones ladera arriba y si alguien mira en esa dirección y tiene buena vista podrá distinguir como parte de la nieve se empieza a mover hacia abajo.
- ”Roland”:
- En efecto Roland, lo pillas, aplastas su cabeza y la mitad superior de su cuerpo como una ciruela pasa, dejándola hecha un amasijo de un color rojizo intenso, varios trozos salen despedidos, incluso algunos te manchan. Pero no te quedas a mirarlo y das la vuelta inmediatamente.
Los misiles vuelan y los árboles se agitan y caen ante las explosiones, de entre la nieve y las deflagraciones una figura sale volando, idéntica a la anterior, aunque parece que ha evitado lo peor de las explosiones por sus reflejos. Te apunta con el arco, pero algo hace que su cabeza gire hacia arriba. Al principio es un rumor casi inaudible, pero al fijarte en esa dirección puedes ver como, en lo alto de la montaña una parte de la nieve se está agrietando hacia abajo.
El misterioso arquero deja de apuntarte y salta de nuevo para intentar escapar y ocultarse de nuevo entre los árboles… o ponerse en un lugar seguro.
- ”Braud y Raion”:
- Tanto por la bola de Braud, como por la persecución de Raion os dais cuenta de una cosa, lo que estáis persiguiendo es muy rápido, no tanto com para perder de vista a Raion, pero sí lo suficiente como para que este no acorte distancias según se aleja y para evitar con relativa facilidad el ataque de Braud.
La nieve cae a vuestras espaldas, dejando un montón que os hubiera enterrado sin duda alguna. Lo dejáis atrás en persecución de la criatura hasta que el desfiladero se ensancha en lo que parece ser una plaza natural con casi treinta metros de diámetro. El primero en llegar es Raion, aunque Braud, de haber perseguido no tarda mucho. En el centro se encuentra vuestro atacante, una extraña criatura con aspecto de lobo, de cuatro metros de altura y cuya piel está cubierta de espinosas escamas en vez de pelo. La criatura aulla cuando llegáis, sin quitaros el ojo de encima. Tras eso se lanza a por Braud a una velocidad impresionante, moviéndose en zig zag para tratar de que lo perdáis de vista y atacar desde un ángulo inesperado. Pasa al lado de Raion, ignorándolo totalmente para descargar un zarpazo con sus garras sobre Braud.
- ”Las niñeras”:
- Bueno, el príncipe prácticamente se queja y patalea mientras lo lleváis al OST. Parece estar determinado en ir a donde sea, pero sería una carga.
- P-pero yo quiero ir. - Dice mientras entra en el tanque. - Quiero ir a encontrar a mi hermana.
En fin, os replanteeis vuestra decisión de dejarlo o no seguís adelante por la cueva. Al poco de avanzar la temperatura se vuelve algo más tolerable, y un olor a humedad llena vuestras fosas nasales. Podéis ver bien con las jeringuillas de Omega, aunque con las linternas lográis el mismo efecto si las estáis usando. De pronto podéis ver una tenue luz al final.
El pasillo termina, adentrándose en una enorme cámara bajo la montaña, del suelo a unos quince metros de bajada por escalera, al punto más alto del techo hay unos cincuenta o sesenta metros. Parece una sala natural, con grandes estalactitas que bajan del techo y un suelo que parece más una laguna subterránea o un suelo encharcado, desde ahí no lo podéis ver bien. Dentro de esta sala se esparcen una serie de estructuras construidas por la mano del hombre, una serie de torres, como fortificaciones antiguas talladas en la pared de piedra y acabadas con adoquines salen de las paredes, conectadas a veces por pasarelas naturales y otras por puentes colgantes en bastante mejor estado de lo que cabría esperar. En el centro se alza una pequeña ciudadela tallada sobre un pilar natural que emerge del suelo hasta acabar fundiéndose con el techo. Toda la sala parece tenuemente iluminada, bien sea por antorchas bastante esparcidas o por algo más curioso, de las rocas salen una especie de hongos luminiscentes que alumbran las partes más húmedas de la estancia.
Delante tenéis una escalera de piedra, bien podéis subir e ir por el camino de las fortificaciones o bien podéis bajar, parece que abajo hay una estructura de madera que recuerda a un embarcadero.
- ”Bizvan y Liam”:
- El oso os mira y durante unos segundos de tensión un silencio sepulcral os rodea, sólo roto por el aullido del viento. De pronto el oso devuelve el saludo a Bizvan y coge su pico por la parte metálica, acercando el mango a la cabeza de Liam.
Liam, notas un golpecito en la cabeza y la madera te presiona para que te inclines, saludando como lo ha hecho Bizvan. El oso gruñe levemente y hace una serie de gestos a Bizvan que casi se podría traducir por “enséñale modales a este joven”. Tras eso asiente a lo que dijiste de las princesas y hace un gesto para que lo sigáis.
Su paso no es precisamente rápido, aunque teniendo en cuenta lo abrupto que es el terreno va a buen ritmo y parece conocer cada piedra del camino como la palma de su mano. Camináis durante unos pocos minutos más hasta desviaros por un sendero que os muestra, oculto entre matorrales bajos cubiertos de nieve. No muy lejos podéis ver una entrada a la montaña, es una cavidad natural escondida entre la maleza.
El oso se despide de vosotros una vez llegáis a ese punto, volviendo a su ruta habitual. la entrada parece que continúa en un pasillo recto y, lo más curioso, está iluminada con antorchas. Dentro de ella no hace tanto frío, estando resguardada del viento, pero notáis un potente olor a humedad. Si os adentráis mucho el pasillo continuará hasta una bifurcación , la de la derecha sube por unas escaleras, mientras que la de la izquierda tiene una ligera pendiente que baja, el olor a humedad es más fuerte en esa dirección.
- ”Freites, Zira y Jace”:
- Zira, derribas la puerta y sorprendes a quien estaba dentro. Tiene las mismas pintas que aquellos que os han asaltado antes, debe de haber estado escondido en el agua hasta que ha podido colarse en el barco, pues parece empapado. Ha desordenado todo, buscando algo que desconoces. Le haces un corte no muy profundo en el pecho, y este retrocede por reflejo hasta golpear la mesa. Mira a un lado y a otro y saca un tanto como los demás, salvo que este no es negro. Mira por el ojo de buey durante un momento y ve el barco que se aproxima, puedes distinguir una sonrisa bajo la máscara.
- Ya no hace falta que busque un den den mushi para llamar a nadie, en cuanto ellos se enteren se encargarán de vosotros. - Dicho esto se lanza a apuñalarte el corazón.
Jace, por el catalejo puedes distinguir, en efecto una bandera negra, esta posee en vez de calavera un extraño glifo parecido a tres espirales contenidas en un círculo. Se acercan lentamente y no parecen estar alterados o que se estén preparando para el combate. Entre tanto te da tiempo a leer un poco más las cadenas se pueden quitar mediante una trampilla oculta bajo la nieve al lado de cada extremo, pero eso poco importa ahora que tu capitán está calentando las cadenas al rojo vivo y uno de los extremos acaba estirándose y cediendo al peso para caer al mar. Lees también notas sobre estar atento y hacer revisiones regulares para evitar que ningún infiltrado filtre los planes de defensa.
Freites, calientas el metal y este cede. Logras, mientras el navío se acerca lentamente, fundir uno de los grandes eslabones lo suficiente para que se parta la cadena. Una nube de vapor emerge de pronto del agua, cubriéndote por completo a ti y a la mitad del barco. Mientras tanto el barco misterioso llega, los tambores se paran antes de llegar a las rocas y sueltan el ancla. Un hombre asoma por la borda, grande, musculoso, viste pieles y una capa con un hacha y un escudo a la espalda, así como el brazo derecho vendado. Os mira con los ojos entrecerrados, con cara de pocos amigos, se lleva la mano bajo una de las pieles y tras unos segundos se tenso silencio… saca unas gafas.
- Oh. Me dijeron que enviaron agentes a encargarse de las defensas de la isla, debéis de ser vosotros. - Dice con un tono bastante más relajado y casual de lo que cabe esperar. - Parece que habéis tenido una batalla dura ¿Necesitáis ayuda?
Ahora que lo véis de cerca el navío es enorme, medirá más de ciento cincuenta metros de eslora y hay unos quince metros de altura desde la cubierta desde la que os habla ese hombre hasta la superficie del mar. Por lo demás parece un navío al estilo de elbaf a escala humana.
- Pelirots:
- Pues vayamos por orden de posteo. En primer lugar, pido disculpas porque en la anterior moderación se me pasó una cosa. Arik abrió fuego y uno de los albinos cayó abatido, aunque ese hecho no pareció preocupar en absoluto al resto de prisioneros.
Del mismo modo, el negro albino tampoco se ve intimidado cuando la espada de Ilje acaricia su cuerpo. Es más, con la jaula quieta, el resto de integrantes de la blanca tropa se dispone a su lado junto a la entrada de la prisión a modo de muralla que protege a la anciana.
La música de Arik suena y podéis ver cómo los rostros de la mayoría pierden su imperturbable semblante para dejar cierto lugar al miedo. Otro de ellos ha caído, por cierto. Aun así, no se mueven. En cuanto a Elina, brilla con fuerza y su resplandor les ciega a todos. Por desgracia, todos se disponen en una hilera difícil de atravesar sin entrar en contacto con alguno de ellos para alcanzar a la anciana.
Efectivamente, cuando la capitana intenta sacar a la mujer de la cárcel para amenazar al resto el negro reacciona, aferrando su muñeca y lanzándose hacia delante para golpear su abdomen con el hombro. Una vez fuera, el resto de miembros del pintoresco grupo abandona la cárcel y se disponen junto a su compañero. Aún están cerrados, pero no dejan hueco entre unos y otros. Entretanto, la señora saca un instrumento metálico y comienza a golpear los barrotes repetidamente.- Nota para el futuro:
- No es un tirón de orejas, pero en el futuro intentad no asumir de entrada las consecuencias, éxitos o fracasos, de vuestros planes e intenciones.
- Thyra:
- Las dagas vuelan, cogiendo por sorpresa a dos de los tres conejos que quedan en pie. Estos caen inertes al suelo cuando los cuchillos perforan sus nucas, quedando clavados mientras el olor a quemado inunda levemente el ambiente.
El único que queda con vida grita preso de la furia, volviéndose hacia ti y mostrándote sus garras en actitud amenazante. Sin emitir un solo sonido más se abalanza sobre ti, pretendiendo aplastarte para, justo después, clavar sus garras en tu costado si no se lo impides.
Hagas lo que hagas, el líder de los merodeadores saltará para intentar ir en tu ayuda. En pleno vuelo arrojará varios cuchillos hacia el conejo, el cual notará cómo se clavan en su espalda. Quizás eso te sirva para poder apartarte de su trayectoria y contraatacar, aunque deberías tener cuidado. Parece un ataque de lo más peligroso.
Abigail Mjöllnir
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El disparo de Más Allá fue la prueba que necesitaba para saber que los ataques físicos corrientes no iban a hacer nada. Sin embargo, el fuego demostró ser bastante más que efectivo. La bestia chilló y empezó a revolverse. ¿Esos zarcillos y bulbos estaban moviéndose solos? eso debía ser lo que estaba controlando al lapahn muerto. Abi estaba dispuesta a perseguirlo, pero entonces escuchó varias explosiones. ¿Pero no decía Roland que había estado en islas similares? ¿entonces por qué demonios hacía estallar la nieve?
—Ese imbécil... —murmuró. Conociendo la isla de Drum, no le resultaba difícil creer lo que estaba empezando a ver. Usando su agudizada visión observó la montaña, más o menos en la misma dirección en la que había oído esas explosiones. La nieve estaba... Vale, podrían tener problemas serios y tenían que darse mucha prisa. En el peor de los casos podrían palmarla.
—Ese irresponsable ha debido usar los misiles de su moto... no sé cuanta nieve se ha desprendido, pero será difícil sobrevivir a un alud y más difícil será encontrar la entrada a la mina si queda enterrada. Su fama no vale de nada si nos mata a todos, nos vende en cada trabajo o nos arruina los planes, y por eso no quiero trabajar con él —explicó, sin olvidar lo que había dicho antes. Abi no estaba muy contenta por tener que usar más de sus poderes demoníacos, pero correr a pie por la nieve no sería la opción más recomendable, al menos para ella.
—De nuevo, si quieres entrar en mi dimensión eres bienvenido —ofreció de nuevo mientras su cuerpo se transformaba rápidamente. Transformó la mitad inferior de su cuerpo en "fortaleza móvil", convirtiendo ambas piernas en orugas de tanque que no tendrían ningún problema para desplazarse por la nieve o la montaña. Dejó unos segundos para que Kohaku tomara una decisión y que se metiera si quería (en ese caso aparecería en la misma sala que Hazel y los habitantes que habían ido a ayudarla) y, entonces, cerraría la fortaleza a cal y canto.
—Queda prohibido abrir ninguna ventana o puerta al exterior hasta nuevo aviso —la voz venía, esta vez, de la manifestación interna de la beata, que se había formado en la estancia donde estaba Hazel —. Unas explosiones han hecho que se desprenda parte de la nieve de la montaña. No sé el alcance del alud ni me interesa averiguarlo, tenéis prohibido salir o asomaros fuera hasta que lleguemos a la mina —dijo. No pensó que fuera necesario especificar que eso, además, incluía a la propia Hazel y Kohaku si es que decidía entrar.
Una vez lo tuvieran todo aclarado solo quedaba una cosa más por hacer.
—Hazel, ¿estás bien? —preguntó primero, sabiendo que había necesitado atención médica —, ¿me prestas el mapa un momento? creo que lo he memorizado pero no quiero jugármela —diría la copia mientras la real se ponía en marcha, acelerando a la máxima velocidad que era capaz de alcanzar.
Así, avanzaría a toda velocidad siguiendo la ruta que les había marcado Theresa para llegar a la mina lo antes posible, antes de que la nieve acabara tapando la entrada. Como cartógrafa no le costaba trabajo memorizarse un mapa y solo por si acaso tenía a su copia interna transmitiendo direcciones desde el mismo mapa. Aún quería preguntarle a Kohaku si había visto algo extraño -más aún- cuando atacó al lapahn de cerca, pero primero tenían que ponerse a salvo.
Solo esperaba que la nieve se detuviera antes de llegar a ningún pueblo del país.
—Ese imbécil... —murmuró. Conociendo la isla de Drum, no le resultaba difícil creer lo que estaba empezando a ver. Usando su agudizada visión observó la montaña, más o menos en la misma dirección en la que había oído esas explosiones. La nieve estaba... Vale, podrían tener problemas serios y tenían que darse mucha prisa. En el peor de los casos podrían palmarla.
—Ese irresponsable ha debido usar los misiles de su moto... no sé cuanta nieve se ha desprendido, pero será difícil sobrevivir a un alud y más difícil será encontrar la entrada a la mina si queda enterrada. Su fama no vale de nada si nos mata a todos, nos vende en cada trabajo o nos arruina los planes, y por eso no quiero trabajar con él —explicó, sin olvidar lo que había dicho antes. Abi no estaba muy contenta por tener que usar más de sus poderes demoníacos, pero correr a pie por la nieve no sería la opción más recomendable, al menos para ella.
—De nuevo, si quieres entrar en mi dimensión eres bienvenido —ofreció de nuevo mientras su cuerpo se transformaba rápidamente. Transformó la mitad inferior de su cuerpo en "fortaleza móvil", convirtiendo ambas piernas en orugas de tanque que no tendrían ningún problema para desplazarse por la nieve o la montaña. Dejó unos segundos para que Kohaku tomara una decisión y que se metiera si quería (en ese caso aparecería en la misma sala que Hazel y los habitantes que habían ido a ayudarla) y, entonces, cerraría la fortaleza a cal y canto.
—Queda prohibido abrir ninguna ventana o puerta al exterior hasta nuevo aviso —la voz venía, esta vez, de la manifestación interna de la beata, que se había formado en la estancia donde estaba Hazel —. Unas explosiones han hecho que se desprenda parte de la nieve de la montaña. No sé el alcance del alud ni me interesa averiguarlo, tenéis prohibido salir o asomaros fuera hasta que lleguemos a la mina —dijo. No pensó que fuera necesario especificar que eso, además, incluía a la propia Hazel y Kohaku si es que decidía entrar.
Una vez lo tuvieran todo aclarado solo quedaba una cosa más por hacer.
—Hazel, ¿estás bien? —preguntó primero, sabiendo que había necesitado atención médica —, ¿me prestas el mapa un momento? creo que lo he memorizado pero no quiero jugármela —diría la copia mientras la real se ponía en marcha, acelerando a la máxima velocidad que era capaz de alcanzar.
Así, avanzaría a toda velocidad siguiendo la ruta que les había marcado Theresa para llegar a la mina lo antes posible, antes de que la nieve acabara tapando la entrada. Como cartógrafa no le costaba trabajo memorizarse un mapa y solo por si acaso tenía a su copia interna transmitiendo direcciones desde el mismo mapa. Aún quería preguntarle a Kohaku si había visto algo extraño -más aún- cuando atacó al lapahn de cerca, pero primero tenían que ponerse a salvo.
Solo esperaba que la nieve se detuviera antes de llegar a ningún pueblo del país.
- resumen:
Pues aquí no hace mucho. Observa la reacción al Lapahn (acaba dejando que se vaya, las explosiones la distraen), le echa la culpa del alud a Roland porque es el único que usa explosiones de los que sabe que están en la isla, le da la oportunidad a Kohaku de resguardarse en la fortaleza y, haga lo que haga, transforma sus piernas en orugas de tanque (Nivel 50 de Akuma. No aumenta su rango de velocidad pero sí es una forma de moverse más rápida, eficiente y menos cansada que correr en la nieve) y sale cagando ostias hacia la mina para no comerse el alud cuando llegue y para asegurarse de que llega antes de que la nieve tape la entrada.
Roland von Klauswitz
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-¡Ja! ¡Corre, hijo de puta, corre! ¡Hohohohohohoho! -bramó Roland desde su rugiente motocicleta, contemplando como la montaña entera se deslavazaba y toneladas de nieve se desprendían como el maquillaje barato de una ramera en un día de lluvia.
Cómo echaba de menos los aludes. Aún recordaba sus días de juventud, con cuarenta tiernos años, cuando hacía carreras bajando por la ola de nieve de una avalancha subido en un barril de propano en combustión. Más de una vez le había tocado escarbar para salir de una tumba de nieve, e incluso pelear contra esos odiosos bichos enormes de aletas serradas y picos dentados que acechaban a sus presas en las montañas. Pero bueno, no se podía hacer nada con los pingüinos. Esos cabrones no aprendían.
Contento por haberse librado del problema, dio por terminada la primera ronda. Cazadores: 1 - Piratas: 0. Aunque en realidad él había hecho todo el trabajo mientras los demás estaban a saber dónde. Lo único malo era que no tenía mucho que entregar. El cuerpo del pobre diablo al que había arrollado con Rudolf había quedado irreconocible, con su cara convertida en pulpa pringosa esparcida con la nieve. Dudaba que pudiese sacar un buen precio por los trocitos de carne adheridos a la rueda delantera. En cuanto al segundo, seguro que era todo un coñazo ponerse a buscar su cuerpo por la nieve cuando el alud lo engullese. Tendría que cortarse un poco con el próximo si quería llevar a los marines algo por lo que pudieran pagarle.
Cambió el color de los faros y una luz amarilla mucho menos intimidante sustituyó a los haces rojos. Rudolf estaba calmado ahora, igual que Roland, a quien vengarse de un adversario le producía una descarga de adrenalina seguida por una relajación casi sexual. Lo siguiente era encontrar esas minas. Bien pensado, a lo mejor la nieve se las tragaba. Tendría que darse prisa, echar una carrera contrarreloj para adelantar a la avalancha.
Con los faros a la máxima potencia, barrió los alrededores en busca de la monja tetuda y sus grandes y poco femeninas habilidades para orientarse. Le habría gustado adelantarse, pero realmente no tenía ni puta idea de a dónde estaba yendo. Y con la montaña cayéndose a cachos no iba a dar con esos túneles en la vida. En cambio, esa tipa sabía a dónde iba. Lle convenía seguirla de cerca, desde luego. No perdería de vista -otra vez- ese contoneante y beato trasero. Aunque para eso tendría que encontrarlo primero.
Cómo echaba de menos los aludes. Aún recordaba sus días de juventud, con cuarenta tiernos años, cuando hacía carreras bajando por la ola de nieve de una avalancha subido en un barril de propano en combustión. Más de una vez le había tocado escarbar para salir de una tumba de nieve, e incluso pelear contra esos odiosos bichos enormes de aletas serradas y picos dentados que acechaban a sus presas en las montañas. Pero bueno, no se podía hacer nada con los pingüinos. Esos cabrones no aprendían.
Contento por haberse librado del problema, dio por terminada la primera ronda. Cazadores: 1 - Piratas: 0. Aunque en realidad él había hecho todo el trabajo mientras los demás estaban a saber dónde. Lo único malo era que no tenía mucho que entregar. El cuerpo del pobre diablo al que había arrollado con Rudolf había quedado irreconocible, con su cara convertida en pulpa pringosa esparcida con la nieve. Dudaba que pudiese sacar un buen precio por los trocitos de carne adheridos a la rueda delantera. En cuanto al segundo, seguro que era todo un coñazo ponerse a buscar su cuerpo por la nieve cuando el alud lo engullese. Tendría que cortarse un poco con el próximo si quería llevar a los marines algo por lo que pudieran pagarle.
Cambió el color de los faros y una luz amarilla mucho menos intimidante sustituyó a los haces rojos. Rudolf estaba calmado ahora, igual que Roland, a quien vengarse de un adversario le producía una descarga de adrenalina seguida por una relajación casi sexual. Lo siguiente era encontrar esas minas. Bien pensado, a lo mejor la nieve se las tragaba. Tendría que darse prisa, echar una carrera contrarreloj para adelantar a la avalancha.
Con los faros a la máxima potencia, barrió los alrededores en busca de la monja tetuda y sus grandes y poco femeninas habilidades para orientarse. Le habría gustado adelantarse, pero realmente no tenía ni puta idea de a dónde estaba yendo. Y con la montaña cayéndose a cachos no iba a dar con esos túneles en la vida. En cambio, esa tipa sabía a dónde iba. Lle convenía seguirla de cerca, desde luego. No perdería de vista -otra vez- ese contoneante y beato trasero. Aunque para eso tendría que encontrarlo primero.
- Resumen:
- Buscar al grupo de Abi y seguirlo hasta las minas.
Bizvan
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No había mucho que se pudiera hacer ante esta situación. Los dos marines se encontraban bajo la mira del enorme, quien no cambió su semblante ante lo mencionado por los marines. Había una pequeña posibilidad de que al tratarse de un animal cubierto de pelo resultará más complicado detectar un cambio en su expresión, aunque de ser así, Bizvan consideraba podría detectar con un poco de más de facilidad un cambio así, debido a su constante interacción con Madre, quien era un lobo humanoide. Aunque no había forma de asegurar nada, pues un lobo y un oso presentaban diferencias bastantes notorias en sus rostros.
Un sentimiento de tranquilidad recorrió el cuerpo de Bizvan al ver al oso regresar el saludo. Al menos ahora sabían que este era todo un caballero.
Antes de hacer o decir cualquier otra cosa, el oso se aseguro de que Liam realizara un saludo apropiado, para después hacer señas indicando al moreno que debía enseñar modales a su joven compañero.
- Estoy seguro que a partir de hoy no olvidará saludar. -comentó Bizvan mientras sonreía con tranquilidad.
Ahora que la identidad de Teddy había sido confirmada, solo quedaba seguirlo, pues no había señal de que el enorme oso fuese capaz de hablar o siquiera se viera intención parte de este por hacerlo. Cosa lamentable, ya que Bizvan quería saber como dos princesas conocían a un personaje tan peculiar como este. Con algo de suerte podría preguntar a las chicas si todo salía bien.
Teddy no se detuvo ni un segundo, su avance no era precisamente rápido, sin embargo no aminoró la marcha ni un segundo ante el terreno o clima. Esto permitió que el marine utilizara al oso como rompevientos, dejando que la mayor parte de su concentración se enfocara en caer por alguna piedra o zona más resbaladiza de lo normal.
Al cabo de unos minutos, Teddy los guió hasta lo que parecía ser una entrada oculta. No parecía ser artificial, no obstante al mirar en el interior era posible apreciar un pasillo recto iluminado por antorchas.
Parecía que el oso cumplía con su objetivo, ya que tras guiar a los dos hombres a ese sitio se despido.
- Agradecemos su ayuda señor Teddy. -de nuevo Bizvan se inclinó para despedirse del oso, quien comenzaba a marcharse.- Parece que al final no todo será producto de la mente de una niñas. -mencionó el marine al mismo tiempo que se adentraba en el pasillo.
El ambiente dentro del pasillo era menos frío que en el exterior, cosa grata para el moreno.
Más temprano que tarde, ocurrió algo bastante habitual. El camino se dividía en una opción ascendente y una descendente. Si había algo que destacar de alguna de las rutas, era el mayor aroma a humedad que provenía del camino descendente.
- Hay dos rutas. Lo normal sería dividirnos, pero ante la poca información que poseemos de este sitio no considero prudente separarnos. Claro que solo es mi opinión. Así que dime compañero, tú que opinas, ¿continuamos juntos o tomamos caminos diferentes?
No había forma de saber qué camino podría ser el correcto, por ello Bizvan dejaría que Liam tomara la decisión de qué ruta tomar. Independientemente si él optaba por ir solo o juntos.
Si Liam decidia ir solo, Bizvan tomaría la ruta opuesta a su compañero.
Si Liam se niega por una u otra razón a tomar una decisión, Bizvan optaria por subir y ver qué ocurre.
Un sentimiento de tranquilidad recorrió el cuerpo de Bizvan al ver al oso regresar el saludo. Al menos ahora sabían que este era todo un caballero.
Antes de hacer o decir cualquier otra cosa, el oso se aseguro de que Liam realizara un saludo apropiado, para después hacer señas indicando al moreno que debía enseñar modales a su joven compañero.
- Estoy seguro que a partir de hoy no olvidará saludar. -comentó Bizvan mientras sonreía con tranquilidad.
Ahora que la identidad de Teddy había sido confirmada, solo quedaba seguirlo, pues no había señal de que el enorme oso fuese capaz de hablar o siquiera se viera intención parte de este por hacerlo. Cosa lamentable, ya que Bizvan quería saber como dos princesas conocían a un personaje tan peculiar como este. Con algo de suerte podría preguntar a las chicas si todo salía bien.
Teddy no se detuvo ni un segundo, su avance no era precisamente rápido, sin embargo no aminoró la marcha ni un segundo ante el terreno o clima. Esto permitió que el marine utilizara al oso como rompevientos, dejando que la mayor parte de su concentración se enfocara en caer por alguna piedra o zona más resbaladiza de lo normal.
Al cabo de unos minutos, Teddy los guió hasta lo que parecía ser una entrada oculta. No parecía ser artificial, no obstante al mirar en el interior era posible apreciar un pasillo recto iluminado por antorchas.
Parecía que el oso cumplía con su objetivo, ya que tras guiar a los dos hombres a ese sitio se despido.
- Agradecemos su ayuda señor Teddy. -de nuevo Bizvan se inclinó para despedirse del oso, quien comenzaba a marcharse.- Parece que al final no todo será producto de la mente de una niñas. -mencionó el marine al mismo tiempo que se adentraba en el pasillo.
El ambiente dentro del pasillo era menos frío que en el exterior, cosa grata para el moreno.
Más temprano que tarde, ocurrió algo bastante habitual. El camino se dividía en una opción ascendente y una descendente. Si había algo que destacar de alguna de las rutas, era el mayor aroma a humedad que provenía del camino descendente.
- Hay dos rutas. Lo normal sería dividirnos, pero ante la poca información que poseemos de este sitio no considero prudente separarnos. Claro que solo es mi opinión. Así que dime compañero, tú que opinas, ¿continuamos juntos o tomamos caminos diferentes?
No había forma de saber qué camino podría ser el correcto, por ello Bizvan dejaría que Liam tomara la decisión de qué ruta tomar. Independientemente si él optaba por ir solo o juntos.
Si Liam decidia ir solo, Bizvan tomaría la ruta opuesta a su compañero.
Si Liam se niega por una u otra razón a tomar una decisión, Bizvan optaria por subir y ver qué ocurre.
- Resumen:
- Seguir a Teddy.
Preguntar a Liam si quiere continuar en grupo o prefiere separarse.
Esperar a que Liam decida qué ruta tomar, y en caso de que este no se decida, Bizvan tomará el camino de la derecha.
Freites D. Alpha
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Ok, recapitulemos durante un momento. El señor de la guerra y herrero favorito de todos, se adentró en la isla de Sakura con la intención de responder una llamada de auxilio por parte de la realeza. Obviamente el pretendía sacar un cacho bueno de lo que fuera que trajese esta situación pero, esto solo ha traído problemas.
Comenzando por el hecho de que la milicia se ha mostrado con la negativa desde un comienzo. No se les puede culpar. Ellos están totalmente en todo lo correcto. Responder de manera hostil contra unas personas que de buenas a primera y obviamente sin nada que ocultar, afirmando ser piratas, está bien. De hecho me gustaría afirmar que han sido una de las mejores milicias con la que el pequeño se ha topado hasta ahora. Pero, de nuevo ¿Si en un principio sabían que Alpha era el pirata que caza piratas, porque le tenéis que tocar los cojones? ¿Acaso él vino con la intención de matarlos o algo así? ¿Qué coño ganan con eso? ¡Me cago en la…!
Pero a pesar de todo, no se ha de negar que estamos disfrutando de una historia fantástica como lo puede llegar a ser esta. Ninjas en la nieve, explosiones, una loli con problemas mentales, un pirata que parece mas un shinobi que bucanero y, un enano con problemas de control de ira que se la quiere follar a todas. ¿Acaso se puede pedir algo mejor que esto? Aunque de hecho, sí que se puede pedir algo mejor. De hecho, Alpha dentro de sí lo ha pedido, y se lo han dado.
Aquella enorme cadena cedió y la enorme cantidad de vapor que salió posteriormente a esto era lo suficiente como para cubrir la mitad del barco. Suzaku se mostraba un poco confundida por un momento, cosa que llamo la atención del pequeño pirata. Aprovecharía la oportunidad para sacar de entre las alforjas de su compañera uno de los objetos que obtuvo al partirle la cara a una revolucionaria problemática.
Y ese objeto, es una máscara que a Alpha le gusta llamar Privacy.
Alpha se colocó la máscara, Luego escucho las palabras de aquel hombre y, justo allí, con la mente fría, se dio cuenta de la situación en la cual se encontraba. Claramente Aquellos ninjas los habían confundido con estos Vikingos que acababan de llegar. Porque claramente no solo su barco poseía esa temática, también las vestimentas que traía aquel hombre daban indicios de eso.
Pero ahora la situación se ponía más divertida, ya que ahora eran ellos los que estaban confundiendo a la tripulación del hermano mayor con el grupo de hacerse cargo de la defensa. Y lo más inteligente en esta situación era seguir la corriente como si nada estuviera pasando. Y jugar a ser unos piratas a las órdenes de Lady Payne, quien fuera que fuese.
- Todo esta bajo control – Dijo el joven Alpha. – De momento el camino ha sido bloqueado por las rocas, por culpa de una explosión causada por la milicia. Deberán buscar otra ruta. Nosotros seguiremos de largo y trataremos de deshacernos de toda la defensa desde el interior.
El pequeño pirata cabalgo sobre Suzaku y se mostró fuera del vapor. Cubierto por la máscara y montando tranquilamente a su súper ave. Era lógico, si intentaba saltar a dentro del barco en el interior de la neblina, era una posibilidad que este fallase y chocara contra la madera por culpa de hacer un mal cálculo. Además, fuera sido muy sospechoso hablar sin mostrarse.
Alpha dentro de aquella mascara se encontraba sonriendo, disfrutando de la situación. La plumifera de un salto ingreso a la parte de atrás del barco y desde esa posición dio una simple orden.
-¡El obstáculo ya fue retirado! ¡Debemos seguir adelante!
Era momento de seguir adelante. Pronto le sacarla información a los “huéspedes” que tenemos dentro del barco.
Comenzando por el hecho de que la milicia se ha mostrado con la negativa desde un comienzo. No se les puede culpar. Ellos están totalmente en todo lo correcto. Responder de manera hostil contra unas personas que de buenas a primera y obviamente sin nada que ocultar, afirmando ser piratas, está bien. De hecho me gustaría afirmar que han sido una de las mejores milicias con la que el pequeño se ha topado hasta ahora. Pero, de nuevo ¿Si en un principio sabían que Alpha era el pirata que caza piratas, porque le tenéis que tocar los cojones? ¿Acaso él vino con la intención de matarlos o algo así? ¿Qué coño ganan con eso? ¡Me cago en la…!
Pero a pesar de todo, no se ha de negar que estamos disfrutando de una historia fantástica como lo puede llegar a ser esta. Ninjas en la nieve, explosiones, una loli con problemas mentales, un pirata que parece mas un shinobi que bucanero y, un enano con problemas de control de ira que se la quiere follar a todas. ¿Acaso se puede pedir algo mejor que esto? Aunque de hecho, sí que se puede pedir algo mejor. De hecho, Alpha dentro de sí lo ha pedido, y se lo han dado.
Aquella enorme cadena cedió y la enorme cantidad de vapor que salió posteriormente a esto era lo suficiente como para cubrir la mitad del barco. Suzaku se mostraba un poco confundida por un momento, cosa que llamo la atención del pequeño pirata. Aprovecharía la oportunidad para sacar de entre las alforjas de su compañera uno de los objetos que obtuvo al partirle la cara a una revolucionaria problemática.
Y ese objeto, es una máscara que a Alpha le gusta llamar Privacy.
Alpha se colocó la máscara, Luego escucho las palabras de aquel hombre y, justo allí, con la mente fría, se dio cuenta de la situación en la cual se encontraba. Claramente Aquellos ninjas los habían confundido con estos Vikingos que acababan de llegar. Porque claramente no solo su barco poseía esa temática, también las vestimentas que traía aquel hombre daban indicios de eso.
Pero ahora la situación se ponía más divertida, ya que ahora eran ellos los que estaban confundiendo a la tripulación del hermano mayor con el grupo de hacerse cargo de la defensa. Y lo más inteligente en esta situación era seguir la corriente como si nada estuviera pasando. Y jugar a ser unos piratas a las órdenes de Lady Payne, quien fuera que fuese.
- Todo esta bajo control – Dijo el joven Alpha. – De momento el camino ha sido bloqueado por las rocas, por culpa de una explosión causada por la milicia. Deberán buscar otra ruta. Nosotros seguiremos de largo y trataremos de deshacernos de toda la defensa desde el interior.
El pequeño pirata cabalgo sobre Suzaku y se mostró fuera del vapor. Cubierto por la máscara y montando tranquilamente a su súper ave. Era lógico, si intentaba saltar a dentro del barco en el interior de la neblina, era una posibilidad que este fallase y chocara contra la madera por culpa de hacer un mal cálculo. Además, fuera sido muy sospechoso hablar sin mostrarse.
Alpha dentro de aquella mascara se encontraba sonriendo, disfrutando de la situación. La plumifera de un salto ingreso a la parte de atrás del barco y desde esa posición dio una simple orden.
-¡El obstáculo ya fue retirado! ¡Debemos seguir adelante!
Era momento de seguir adelante. Pronto le sacarla información a los “huéspedes” que tenemos dentro del barco.
- Resumen:
- - Ponerme la mascara
- Decir al señor que todo estaba bien.
- Saltar a la parte de atrás del barco para no pegarme como un idiota en la parte del frente que estaba cubierta por vapor.
- Indicar que sigamos adelante.
Claude von Appetit
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Arik se acerca sinuosamente a mi oído con el sigilo que caracteriza al más discreto de los hombres orquesta. Susurra unas palabras mientras mantengo mis brazos cruzados y mi expresión de tío duro, por lo que ni siquiera reacciono al escucharlas hasta que termina de pasar por mi lado. Mis ojos se desvían de la jaula hacia él, frunciendo aún más si cabe el ceño. ¿Cómo se atreve? El mismo hombre que me dejó tirado en medio de una masacre para ver películas raras en una habitación del pánico. Tengo que decirle algo que le deje claro quién manda.
- Quien lo dice lo es. -Así aprenderá.
Illje por su parte trata de verse amenazante frente a la jaula, aunque con la nariz roja y esas orejitas no le sale bien del todo. Eso y que esta gente, que parecen hombres de cultura, seguro que saben que es una sirena de tierra. Y claro, nadie tiene miedo a las sirenas de tierra. Tendría que decirle que cante, a ver si es capaz de atraerlos para que caigan en alguna trampa. ¿Aunque habrá heredado Illje todas esas habilidades? Porque si no recuerdo mal, solo su abuela era cien por cien sirena de tierra. Ella es un mestizo, aunque no termino de entender por qué Elina y Aria, que son sus hermanas, no las poseen. Habrán desarrollado otras partes de conejo, supongo. Aunque a Elina la he visto y no parece que tenga patitas de liebre ni pompón, así que no sé...
Hablando de Elina, pese a haberse autoproclamado capitana en contra de la voluntad de todo el mundo obedece mis cautas indicaciones. Aunque no las ejecuta bien, eso seguro, porque cuando abre la puerta el negro la golpea. Si somos justos no todo es culpa suya, ya que yo he dicho en voz alta nuestro plan y eso ha podido alertarlos. Sin embargo, no creo que a Elina le siente bien que semejante imbécil la golpee, mucho menos en medio de una negociación -aunque fuese una negociación agresiva-.
- ¡De qué vas, pedazo de mierda! -le grito, acercándome hasta la jaula todo lo que puedo. Espero que mientras yo me encargo de esto lo acuchillen o algo-. ¿Quién te crees que eres para intentar convertir a mis tripulantes en pasto de tu estúpido rancho? Y encima ahora nos pegas. -Pego una patada en la jaula, poniendo Habuso para poder golpear con fuerza y que vibre-. Como des un paso hacia ella te voy a dar tal hostia que te van a salir los dientes gritando "hijo de puta el último". Vas a decirnos ya lo que queremos o rodamos a toda tu panda de frikis de aquí al mar. ¡Elina, ciégalos!
No sabía que Elina tenía poderes de linterna, pero desde luego resulta maravilloso haberme dado cuenta de que podemos aprovecharlo en nuestro beneficio. Si así la chica los ciega podemos aprovechar la distracción para empujarlos de vuelta hacia la celda y tirarlos al agua. Seguro que no les sienta bien el exceso de luz, y además que los ahoguemos despierta un poco su sensibilidad. Aunque espero que hablen antes, porque muertos no nos valen de nada.
- Quien lo dice lo es. -Así aprenderá.
Illje por su parte trata de verse amenazante frente a la jaula, aunque con la nariz roja y esas orejitas no le sale bien del todo. Eso y que esta gente, que parecen hombres de cultura, seguro que saben que es una sirena de tierra. Y claro, nadie tiene miedo a las sirenas de tierra. Tendría que decirle que cante, a ver si es capaz de atraerlos para que caigan en alguna trampa. ¿Aunque habrá heredado Illje todas esas habilidades? Porque si no recuerdo mal, solo su abuela era cien por cien sirena de tierra. Ella es un mestizo, aunque no termino de entender por qué Elina y Aria, que son sus hermanas, no las poseen. Habrán desarrollado otras partes de conejo, supongo. Aunque a Elina la he visto y no parece que tenga patitas de liebre ni pompón, así que no sé...
Hablando de Elina, pese a haberse autoproclamado capitana en contra de la voluntad de todo el mundo obedece mis cautas indicaciones. Aunque no las ejecuta bien, eso seguro, porque cuando abre la puerta el negro la golpea. Si somos justos no todo es culpa suya, ya que yo he dicho en voz alta nuestro plan y eso ha podido alertarlos. Sin embargo, no creo que a Elina le siente bien que semejante imbécil la golpee, mucho menos en medio de una negociación -aunque fuese una negociación agresiva-.
- ¡De qué vas, pedazo de mierda! -le grito, acercándome hasta la jaula todo lo que puedo. Espero que mientras yo me encargo de esto lo acuchillen o algo-. ¿Quién te crees que eres para intentar convertir a mis tripulantes en pasto de tu estúpido rancho? Y encima ahora nos pegas. -Pego una patada en la jaula, poniendo Habuso para poder golpear con fuerza y que vibre-. Como des un paso hacia ella te voy a dar tal hostia que te van a salir los dientes gritando "hijo de puta el último". Vas a decirnos ya lo que queremos o rodamos a toda tu panda de frikis de aquí al mar. ¡Elina, ciégalos!
No sabía que Elina tenía poderes de linterna, pero desde luego resulta maravilloso haberme dado cuenta de que podemos aprovecharlo en nuestro beneficio. Si así la chica los ciega podemos aprovechar la distracción para empujarlos de vuelta hacia la celda y tirarlos al agua. Seguro que no les sienta bien el exceso de luz, y además que los ahoguemos despierta un poco su sensibilidad. Aunque espero que hablen antes, porque muertos no nos valen de nada.
- Resumen:
- Hacerme el gallito
Los hombrecillos de Abby salieron, sujetándola a tiempo para que no mordiera la nieve al caerse de boca. No hacía falta ser un genio para entender que tener una rama, por pequeña o no que fuera la profundidad de esta, no era bueno, así que se limitaron a asentir y llevarla al interior de la capilla de Abby. Aunque esos bancos de madera no servirían mucho para trabajar y la luz tampoco era la mejor con tanta vidriera de color. ¿Si quiera había algún lugar por el que se pudiera filtrar la luz? Al menos los subordinados de la cazadora habían sido avispados y una de las chicas más jóvenes ya llegaba empujando una camilla con lo que parecía un botiquín de primeros auxilios mejor preparado que el pequeño que había pedido ella prestado.
—Vale, gracias. —La voz de la malencarada mujer resonó secamente por la habitación. En su defensa, tenía motivos para estar de mal humor y, por suerte, ninguno de los tres que se quedaron con ella se quejaron por ello. La ayudaron a acercarse a la camilla. De hecho, No iba a tumbarse en ella, le serviría de apoyo a su pierna solo mientras ella se quedaba sentada en el borde del reposa espaldas del banco más cercano, atendiendo su propia herida. O eso pretendía, pero…—. Mierda. Bueno, desventajas de no ser contorsionista, supongo. —Sus ojos, tras un momento de farfullar y morderse con nerviosismo el pulgar, se fijaron en la muchacha—. Voy a necesitar tu ayuda —dijo de forma tajante. No era una petición, no. Era una orden—. Necesito que uses esas tijeras para cortar el pantalón en la zona de la herida. No cortes todo, solo un rectángulo, luego de quitar la tela… Necesito dos torniquetes, por si acaso—. Ordenó. Lo básico lo sabía, lo difícil sería llevarlo a la práctica. Tenía un palo clavado en la pierna. Si lo sacaban sin más lo mismo su sangre acababa saliendo como la espuma de una botella de champán y no iba a quedarse en cama o fuera de combate por algo así, así que tenían que aminorar o detener el flujo sanguíneo, al menos mientras veían los daños, limpiaban, desinfectaban y cosían la herida. Y… Desde luego iba a necesitar algo con lo que tapar el corte cuando acabasen, además de vendas.
Obviamente, ese tipo de operación no era algo que fuera a acabar en cinco minutos y, aunque la chica podía soportar bien los pinchazos y los cortecitos… Como no tuvieran algún tipo de anestesia local iba a ver las estrellas. Al menos no se desmayaría como el pollito, o eso esperaba. «Solo faltaría, para que pudiera burlarse de mí la próxima vez que nos viéramos». Pensó.
—Traedme algo que morder también, más os vale tener cuidado al limpiar —terminó de mandar, dejando que se ocuparan del resto los demás mientras ella se agarraba a lo que podía. La tela en su boca era apretada con fuerza y sus uñas se clavaban con tal fuerza en el banco y la camilla que seguramente si tuviera algo más de fuerza acabaría por agujerearlos de verdad. Mientras tanto, afuera parecía que se estaba perdiendo toda la diversión, o eso le pareció cuando la copia de Abby apareció en el cuarto de la nada. No se fijó mucho en si había entrado también Kohaku—. Claro… —Hizo una mueca de molestia, apretando los dientes. «Joder, como duele»—. Ya sabes, se me clavó una astillita del tamaño de mi antebrazo, aunque bastante más fina. Ya la hemos sacado, queda coser… gh…—Se quejó, conteniendo el aliento. ¿Estaría feo de su parte decir que se cagaba en dios, en su puta madre y en toda la panda de desgraciados que iban con ella en ese momento? Seguramente, así que se lo cayó, mordiéndose el labio—¬. Cógelo, lo guarde dentro de mi escote, solo tienes que meter la mano por el cuello de mi jersey —indicó—. Lo haría yo, pero ando con las manos un poco… Ocupadas. —Tras decir eso, sacaría pecho, encorvando la espalda y echando la cabeza hacia atrás, para facilitarle el acceso. Una vez cogiera el mapa, le tocaba a ella preguntar cosas.
—Por cierto, ¿vosotros estáis bie...? Espera. Espera, espera, espera. ¿Cómo que avalancha? ¿Y por qué cojones el gilipollas, gordinflón ese ha provocado un puto alud sabiendo que tenemos que entrar bajo la montaña? A una mina. ¿Qué coño? —Sus improperios siguieron un poco más antes de suspirar, resignada—. Como sea… ¿Y sobre el conejito?
Espero a que le contaran como había quedado todo, la huida del animal, que seguramente el bicho llevara tiempo muerto —como pensaban— y que eran esas plantas las que lo controlaban, porque se habían movido intentando alejarse del fuego.
—Maravilloso… Espera, entonces… ¿Los bichos muertos esos no se convertirán en el mismo tipo de monstruo si le han metido una «semilla» o algo por el estilo? ¿Afectará también a humanos? No sé si quieres quedarte a vivir aquí si es ese el caso, rubita —comentó, haciendo referencia a la petición de Abby a la princesita.
En lo que durara lo que quedaba de conversación, o de camino al menos, tan solo le quedaría que terminaran de currarle la pierna, suturar con hilo, calor, o ambas, vendar y bueno, si Abby le podía dejar otro pantalón no estaría mal. Sino, hacer un apaño para que no se enfriara la herida tendría que bastar.
—Vale, gracias. —La voz de la malencarada mujer resonó secamente por la habitación. En su defensa, tenía motivos para estar de mal humor y, por suerte, ninguno de los tres que se quedaron con ella se quejaron por ello. La ayudaron a acercarse a la camilla. De hecho, No iba a tumbarse en ella, le serviría de apoyo a su pierna solo mientras ella se quedaba sentada en el borde del reposa espaldas del banco más cercano, atendiendo su propia herida. O eso pretendía, pero…—. Mierda. Bueno, desventajas de no ser contorsionista, supongo. —Sus ojos, tras un momento de farfullar y morderse con nerviosismo el pulgar, se fijaron en la muchacha—. Voy a necesitar tu ayuda —dijo de forma tajante. No era una petición, no. Era una orden—. Necesito que uses esas tijeras para cortar el pantalón en la zona de la herida. No cortes todo, solo un rectángulo, luego de quitar la tela… Necesito dos torniquetes, por si acaso—. Ordenó. Lo básico lo sabía, lo difícil sería llevarlo a la práctica. Tenía un palo clavado en la pierna. Si lo sacaban sin más lo mismo su sangre acababa saliendo como la espuma de una botella de champán y no iba a quedarse en cama o fuera de combate por algo así, así que tenían que aminorar o detener el flujo sanguíneo, al menos mientras veían los daños, limpiaban, desinfectaban y cosían la herida. Y… Desde luego iba a necesitar algo con lo que tapar el corte cuando acabasen, además de vendas.
Obviamente, ese tipo de operación no era algo que fuera a acabar en cinco minutos y, aunque la chica podía soportar bien los pinchazos y los cortecitos… Como no tuvieran algún tipo de anestesia local iba a ver las estrellas. Al menos no se desmayaría como el pollito, o eso esperaba. «Solo faltaría, para que pudiera burlarse de mí la próxima vez que nos viéramos». Pensó.
—Traedme algo que morder también, más os vale tener cuidado al limpiar —terminó de mandar, dejando que se ocuparan del resto los demás mientras ella se agarraba a lo que podía. La tela en su boca era apretada con fuerza y sus uñas se clavaban con tal fuerza en el banco y la camilla que seguramente si tuviera algo más de fuerza acabaría por agujerearlos de verdad. Mientras tanto, afuera parecía que se estaba perdiendo toda la diversión, o eso le pareció cuando la copia de Abby apareció en el cuarto de la nada. No se fijó mucho en si había entrado también Kohaku—. Claro… —Hizo una mueca de molestia, apretando los dientes. «Joder, como duele»—. Ya sabes, se me clavó una astillita del tamaño de mi antebrazo, aunque bastante más fina. Ya la hemos sacado, queda coser… gh…—Se quejó, conteniendo el aliento. ¿Estaría feo de su parte decir que se cagaba en dios, en su puta madre y en toda la panda de desgraciados que iban con ella en ese momento? Seguramente, así que se lo cayó, mordiéndose el labio—¬. Cógelo, lo guarde dentro de mi escote, solo tienes que meter la mano por el cuello de mi jersey —indicó—. Lo haría yo, pero ando con las manos un poco… Ocupadas. —Tras decir eso, sacaría pecho, encorvando la espalda y echando la cabeza hacia atrás, para facilitarle el acceso. Una vez cogiera el mapa, le tocaba a ella preguntar cosas.
—Por cierto, ¿vosotros estáis bie...? Espera. Espera, espera, espera. ¿Cómo que avalancha? ¿Y por qué cojones el gilipollas, gordinflón ese ha provocado un puto alud sabiendo que tenemos que entrar bajo la montaña? A una mina. ¿Qué coño? —Sus improperios siguieron un poco más antes de suspirar, resignada—. Como sea… ¿Y sobre el conejito?
Espero a que le contaran como había quedado todo, la huida del animal, que seguramente el bicho llevara tiempo muerto —como pensaban— y que eran esas plantas las que lo controlaban, porque se habían movido intentando alejarse del fuego.
—Maravilloso… Espera, entonces… ¿Los bichos muertos esos no se convertirán en el mismo tipo de monstruo si le han metido una «semilla» o algo por el estilo? ¿Afectará también a humanos? No sé si quieres quedarte a vivir aquí si es ese el caso, rubita —comentó, haciendo referencia a la petición de Abby a la princesita.
En lo que durara lo que quedaba de conversación, o de camino al menos, tan solo le quedaría que terminaran de currarle la pierna, suturar con hilo, calor, o ambas, vendar y bueno, si Abby le podía dejar otro pantalón no estaría mal. Sino, hacer un apaño para que no se enfriara la herida tendría que bastar.
- Resumen:
- • Entrar dentro de Abby.
• Ser atendida por los minioms de Abby, darles instrucciones básicas para que la ayudasen a sacar la rama, limpiar, coser y vendar.
•Hablar con la manifestación de Abby, dejar que tome el mapa de su busto -dónde lo había puesto a buen recaudo- y de paso preguntar que había pasado.
• Quejarse y poner a parir a Roland, comentar lo del apocalipsis zombie que se les venía encima.
• Terminar de curarse y -si la caza le deja un par de pantalones- cambiarse de ropa entre que llegan y no a la mina.
Kohaku Sato
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La afilada hoja de golondrina traspasó parte del cuerpo del conejo, cortándole buena parte de su costillar, así como hondando en sus vísceras. Al hacerlo, las fosas nasales del moreno engulleron un pestilente hedor que casi le hace vomitar, mas no pudo evitar soltar una arcada al recular. Tras hacerlo, miró el rostro del conejo mutante, o más bien lo que quedaba de él, y no pudo evitar sentir un miedo atroz. «¿Quién diantres le había hecho eso a tan noble animal?», se preguntó el cazador.
Se aferró con fuerza al mango de su espada, inclinando las piernas y viendo como el fuego atroz que le había lanzado Abigail comenzaba a quemar lo que antes había sido un precioso pelaje níveo, haciendo que su rostro se convirtiera en uno más tenebroso. Ante eso, nuevamente lanzó una onda cortante hacia su cuello, esperando que separando la cabeza del cuerpo acabara su agonía. Entonces, varios disparos y explosiones, y en esa dirección un trineo volador.
—Este tío es imbécil —comentó en voz baja, observando como se cernían sobre ellos una cantidad ingente de nieve en forma de ola—. Señorita Mijonier —dijo, pronunciando su apellido como pudo—. Acepto su prematura invitación a adentrarme en su interior —le dijo, entrando en su cuerpo.
Fue una sensación extraña, como una caída agónica que tan solo duró un momento, que le aceleró el corazón y le cortó la respiración de la misma manera. Y cuando quiso darse cuenta, estaba en una habitación muy bien iluminada, con una colorida vidriera con la que podía ver el exterior. Allí se encontraba Hazel, siendo curada por los hombres que vivía en dentro de la cazadora, y la propia Abigail. Por prudencia no se acercó a la joven cazadora, ya que si había mucha sangre corría peligro de perder el control y atacar a todo el mundo. Es por ello que se quedó junto a la doble de Abby.
—¿La decoración viene así de serie o puedes manipularla a tú placer? —le preguntó, enfundando su espada y caminando lentamente por la estancia, observándolo todo. Pero su atención, como era normal, estaba puesta en Hazel, así que se quedó callado mirando por el amplio ventanal.
Cerca había una silla, sin embargo, su tamaño era demasiado pequeño para un culo como el de Kohaku, así que se sentó sobre el suelo, cruzándose de piernas y suspirando. Su enfado se había disipado tan rápido como llegó. Volvía a sentirse calmado, aunque en su interior guardaba unas ganas fervientes de decirle a Roland porque no era una buena idea lanzar bombas en una isla nevada…
Se aferró con fuerza al mango de su espada, inclinando las piernas y viendo como el fuego atroz que le había lanzado Abigail comenzaba a quemar lo que antes había sido un precioso pelaje níveo, haciendo que su rostro se convirtiera en uno más tenebroso. Ante eso, nuevamente lanzó una onda cortante hacia su cuello, esperando que separando la cabeza del cuerpo acabara su agonía. Entonces, varios disparos y explosiones, y en esa dirección un trineo volador.
—Este tío es imbécil —comentó en voz baja, observando como se cernían sobre ellos una cantidad ingente de nieve en forma de ola—. Señorita Mijonier —dijo, pronunciando su apellido como pudo—. Acepto su prematura invitación a adentrarme en su interior —le dijo, entrando en su cuerpo.
Fue una sensación extraña, como una caída agónica que tan solo duró un momento, que le aceleró el corazón y le cortó la respiración de la misma manera. Y cuando quiso darse cuenta, estaba en una habitación muy bien iluminada, con una colorida vidriera con la que podía ver el exterior. Allí se encontraba Hazel, siendo curada por los hombres que vivía en dentro de la cazadora, y la propia Abigail. Por prudencia no se acercó a la joven cazadora, ya que si había mucha sangre corría peligro de perder el control y atacar a todo el mundo. Es por ello que se quedó junto a la doble de Abby.
—¿La decoración viene así de serie o puedes manipularla a tú placer? —le preguntó, enfundando su espada y caminando lentamente por la estancia, observándolo todo. Pero su atención, como era normal, estaba puesta en Hazel, así que se quedó callado mirando por el amplio ventanal.
Cerca había una silla, sin embargo, su tamaño era demasiado pequeño para un culo como el de Kohaku, así que se sentó sobre el suelo, cruzándose de piernas y suspirando. Su enfado se había disipado tan rápido como llegó. Volvía a sentirse calmado, aunque en su interior guardaba unas ganas fervientes de decirle a Roland porque no era una buena idea lanzar bombas en una isla nevada…
- Resumen:
- Tratar de acabar con la agonia del conejo + entrar en Abby +hablar
Ryuichi Ichiban
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Todo temblaba y el corazón de Braud empezó a latir con fuerza mientras perseguía al monstruo. Había algo mágico en el acto de combatir con animales, a diferencia de los humanos. En sus travesías y combates, el gigante había llegado a una concreta conclusión: Los humanos mienten. Rara es la vez que un combatiente mantiene una actitud honorable respecto al combate. Pocas eran las personas que, como Braud, amaban luchar. La mayoría mentían, recurrían a trucos y mentiras para vencer gastando la menor energía posible. Otros rehuían la batalla, escapaban de ella...
Las bestias tenían cierta sinceridad. Su instinto de supervivencia hacia que luchasen con uñas y dientes con un único propósito: ganar. Eso le gustaba a Braud. Oyó la enorme cantidad de nieve asentarse a su espalda. Llegaron entonces a lo que parecía una especie de área natural, amplia y grande. Perfecta para combatir, casi como el escenario de un torneo de lucha. La sonrisa de Braud se ensanchó en su rostro. La criatura parecía ser un lobo, pero su piel estaba cubierta de aparentes duras espinas escamosas. El gigante apretó los puños.
—A ver cuanto tardo en romperte...
La criatura se movió a una velocidad increíble, levantando la nieve a su paso. El ogro arqueó la espalda, llevando el puño hacia atrás. Entonces, con un grito de guerra, dio un fuerte golpe en el suelo, haciéndolo temblar y levantando una espesa nube de nieve a su alrededor. Así había mermado durante unos segundos su visión a largas distancias, pero no era eso lo que necesitaba. La nieve en el aire se movería al ocupar la bestia su espacio, delatando así no solo su posición, sino la dirección en la que vendría.
En cuanto lo detectó, miró hacia esa dirección. Colocó su brazo en medio, cubierto de aquella extraña habilidad que había empezado a usar desde que luchó contra Bernard. Había notado que aquello endurecía su piel, aunque solo fuese durante unos instantes. Pudo notar las garras clavándose en su carne, pero esperaba que el daño hubiese sido mitigado con aquello. Entonces, antes de que la criatura apartase su garra, dirigiría con la otra mano un puñetazo con todas sus fuerzas directo a su hocico, aprovechando ahora la tan corta distancia que los separaba.
Las bestias tenían cierta sinceridad. Su instinto de supervivencia hacia que luchasen con uñas y dientes con un único propósito: ganar. Eso le gustaba a Braud. Oyó la enorme cantidad de nieve asentarse a su espalda. Llegaron entonces a lo que parecía una especie de área natural, amplia y grande. Perfecta para combatir, casi como el escenario de un torneo de lucha. La sonrisa de Braud se ensanchó en su rostro. La criatura parecía ser un lobo, pero su piel estaba cubierta de aparentes duras espinas escamosas. El gigante apretó los puños.
—A ver cuanto tardo en romperte...
La criatura se movió a una velocidad increíble, levantando la nieve a su paso. El ogro arqueó la espalda, llevando el puño hacia atrás. Entonces, con un grito de guerra, dio un fuerte golpe en el suelo, haciéndolo temblar y levantando una espesa nube de nieve a su alrededor. Así había mermado durante unos segundos su visión a largas distancias, pero no era eso lo que necesitaba. La nieve en el aire se movería al ocupar la bestia su espacio, delatando así no solo su posición, sino la dirección en la que vendría.
En cuanto lo detectó, miró hacia esa dirección. Colocó su brazo en medio, cubierto de aquella extraña habilidad que había empezado a usar desde que luchó contra Bernard. Había notado que aquello endurecía su piel, aunque solo fuese durante unos instantes. Pudo notar las garras clavándose en su carne, pero esperaba que el daño hubiese sido mitigado con aquello. Entonces, antes de que la criatura apartase su garra, dirigiría con la otra mano un puñetazo con todas sus fuerzas directo a su hocico, aprovechando ahora la tan corta distancia que los separaba.
- Resumen:
- Levanto un muro de nieve de un golpe en el suelo para detectar desde que posición me atacará, bloquear su ataque con haki (Nivel 2) y dirigir un hostiaso a su hosico
Raion
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La criatura era increíblemente veloz, tanto como para no permitir que el león, incluso desplazándose a la máxima velocidad a la que su forma elemental le permitía hacerlo, le alcanzase. O al menos no lo permitía en la distancia que recorrieron hasta llegar a una especie de claro de notable tamaño. En ella el animal se detuvo y mostró su aspecto, el de un enorme lobo cuya altura en la cruz era casi el doble de la del propio mink. Su piel estaba cubierta de unas extrañas escamas que parecían bastante afiladas, lo que le daba un aspecto notablemente amenazador.
El león no pudo sino acordarse de la descripción dada por Abby en base a los datos obtenidos en el pueblo. Aquella bestia era, sin ninguna duda posible, la montura de uno de los asaltantes que buscaban, lo que quería decir que estaban en el buen camino. No obstante para poder continuar primero debían derrotar al animal, lo que por el aspecto del mismo no parecía que fuera a resultar precisamente sencillo.
De hecho, apenas se hubo incorporado Braud, la bestia comenzó a moverse en zig zag a una velocidad endiablada. Por suerte el mink poseía un gran sentido de la velocidad, lo que sumado a su habilidad para manipular los olores existentes en el aire para seguir su fuente sin duda le permitiría conocer la posición de su enemigo en todo momento.
Así, cuando el animal pasara junto a él buscando atacar a Braud el felino trazaría un arco en horizontal con su arma, imbuida en el poder de su voluntad, que buscaría las patas traseras del lobo. Sumando su fuerza con el poder del Haki y la propia velocidad que la fiera llevaba en su envite contra el grandullón, lo más probable parecía que consiguiera segarlas, privando a la bestia de su mejor arma, su movilidad.
El león no pudo sino acordarse de la descripción dada por Abby en base a los datos obtenidos en el pueblo. Aquella bestia era, sin ninguna duda posible, la montura de uno de los asaltantes que buscaban, lo que quería decir que estaban en el buen camino. No obstante para poder continuar primero debían derrotar al animal, lo que por el aspecto del mismo no parecía que fuera a resultar precisamente sencillo.
De hecho, apenas se hubo incorporado Braud, la bestia comenzó a moverse en zig zag a una velocidad endiablada. Por suerte el mink poseía un gran sentido de la velocidad, lo que sumado a su habilidad para manipular los olores existentes en el aire para seguir su fuente sin duda le permitiría conocer la posición de su enemigo en todo momento.
Así, cuando el animal pasara junto a él buscando atacar a Braud el felino trazaría un arco en horizontal con su arma, imbuida en el poder de su voluntad, que buscaría las patas traseras del lobo. Sumando su fuerza con el poder del Haki y la propia velocidad que la fiera llevaba en su envite contra el grandullón, lo más probable parecía que consiguiera segarlas, privando a la bestia de su mejor arma, su movilidad.
- Resumen:
- Aprovechando su sentido de la velocidad y su capacidad para seguir los rastros olfativos debido a su akuma y su condición de cazador, tratar de sacar partido del momento en que el lobo pasa a mi lado para, utilizando mi arma imbuida en Haki Armadura, segar sus patas traseras de cuajo.
John Wayne
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Por suerte consiguieron que el niño se quedase tranquilo y a salvo alejado de todo el peligro. O al menos eso creían. Mientras John no tuviese que verlo, no sería su problema. Gracias a la linterna no le costó ver en la oscuridad de la cueva. Lo cual agradecía pues no le gustaba perder de vista a sus compañeros, era muy importante para cualquier posible estrategia el saber sus posiciones en todo momento. Lo malo de las cuevas en ambientes invernales como aquel era que en su interior hacía mucho más frío, pues el sol no alcanzaba sus paredes. A menos que fuese una cueva volcánica, claro.
Llegaron a lo que parecía ser una sala natural. Enorme y ancha. El techo había sido decorado naturalmente por estalactitas mientras que el suelo parecía cubierto de una fría capa de agua... O eso o las apariencias engañaban y eso era mucho más profundo de lo que parecía. Había torres, claramente construidas por personas, conectadas entre si por puentes colgantes. John dio una calada al puro y, finalmente, lo tiró al suelo para apagarlo con el pie. Tal vez lo mejor era no seguir fumando en un sitio así.
Parecía haber dos caminos posibles para llegar a aquella extraña ciudadela en el centro. El vaquero se preguntó que había llevado a esas personas a... vivir bajo tierra. Se suponía que los seres vivos buscaban siempre la calidez del sol. Aquello era extraño. Finalmente, se dirigió a subir por las fortificaciones. Parecía el camino más seguro.
—Creo que será mejor por arriba, así podemos tener cierta visión de la sala mientras avanzamos. ¿Os parece bien?
Entonces, si aceptaban, empezaría a subir.
Llegaron a lo que parecía ser una sala natural. Enorme y ancha. El techo había sido decorado naturalmente por estalactitas mientras que el suelo parecía cubierto de una fría capa de agua... O eso o las apariencias engañaban y eso era mucho más profundo de lo que parecía. Había torres, claramente construidas por personas, conectadas entre si por puentes colgantes. John dio una calada al puro y, finalmente, lo tiró al suelo para apagarlo con el pie. Tal vez lo mejor era no seguir fumando en un sitio así.
Parecía haber dos caminos posibles para llegar a aquella extraña ciudadela en el centro. El vaquero se preguntó que había llevado a esas personas a... vivir bajo tierra. Se suponía que los seres vivos buscaban siempre la calidez del sol. Aquello era extraño. Finalmente, se dirigió a subir por las fortificaciones. Parecía el camino más seguro.
—Creo que será mejor por arriba, así podemos tener cierta visión de la sala mientras avanzamos. ¿Os parece bien?
Entonces, si aceptaban, empezaría a subir.
- Resumen:
- Avanzar por la cueva y subir, si los demás quieren subir
Zira
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Zira había entrado con agresividad al camarote, bueno, ¿Cuándo no? Estaba dispuesta a defender el barco y sobre todo el espacio del capitán, ella no iba a permitir que se infiltrara alguien y saliera ileso. En cuanto vio a aquel tipo se lanzó al ataque, reconoció sus vestimentas, fue de las principales razones por las que atacó, con fuerza le lanzó un corte diagonal con su espada, provocándole un corte en en el pecho, aunque este no era muy profundo, tal vez si hubiera usado las dos manos hubiera hecho más daño.
En cuanto él retrocedió, ella se le quedó mirando se posicionó de frente con su izquierda baja y su diestra levantada empuñando la espada con la que le apuntaba. –Maldita basura, te metiste en el barco equivocado. –Estaba molesta en ese momento, por lo que no haría uso de sus juegos habituales, se enfocaría en terminar con él cuanto antes, el capitán los quería vivos, y los demás no aparentaban estar muy sanos, en cambio este sí, si no lo lastimaba mucho podría servir.
¿Buscaba un den den mushi? ¿A quién planeaba llamar? Zira miró por el ojo de buey también, notando aquel gran barco, chasqueó la lengua molesta, fue entonces que su oponente ya había sacado su arma, iba a atacarla, pero ella estaba confiada de que podría vencerlo sin mucho problema. El anterior fue fácil de abatir y este no tenía pinta de ser mejor, la mujer lanzó su espada hacia atrás, prefería no usarla, para esta situación venía mejor la otra.
Sacando rápidamente su espada de bambú reaccionó al ataque de su enemigo, venía con todo a apuñalarla, ella solo debía ser más rápida. Le lanzó el kunai en dirección al muslo derecho, quería detener su avance, tras eso tomó con ambas manos la espada de bambú y atacó con fuerza a su cabeza, a ver si esto lo noqueaba.
En cuanto él retrocedió, ella se le quedó mirando se posicionó de frente con su izquierda baja y su diestra levantada empuñando la espada con la que le apuntaba. –Maldita basura, te metiste en el barco equivocado. –Estaba molesta en ese momento, por lo que no haría uso de sus juegos habituales, se enfocaría en terminar con él cuanto antes, el capitán los quería vivos, y los demás no aparentaban estar muy sanos, en cambio este sí, si no lo lastimaba mucho podría servir.
¿Buscaba un den den mushi? ¿A quién planeaba llamar? Zira miró por el ojo de buey también, notando aquel gran barco, chasqueó la lengua molesta, fue entonces que su oponente ya había sacado su arma, iba a atacarla, pero ella estaba confiada de que podría vencerlo sin mucho problema. El anterior fue fácil de abatir y este no tenía pinta de ser mejor, la mujer lanzó su espada hacia atrás, prefería no usarla, para esta situación venía mejor la otra.
Sacando rápidamente su espada de bambú reaccionó al ataque de su enemigo, venía con todo a apuñalarla, ella solo debía ser más rápida. Le lanzó el kunai en dirección al muslo derecho, quería detener su avance, tras eso tomó con ambas manos la espada de bambú y atacó con fuerza a su cabeza, a ver si esto lo noqueaba.
- Resumen:
- -Amenaza al infiltrado.
-Nota el barco a través del ojo de buey.
-Le lanza un kunai a la pierna para detener su avance.
-Ataca con su espada de bambú a la cabeza para noquearlo.
Arik Landvik
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Uno menos. Visto que las negociaciones habían fallado y aquello iba a degenerar muy rápido en una pelea, iba siendo hora de prepararse. Rodeó la jaula para apartarse de la puerta y quedar algo alejado, tras lo que abrió el tambor del revólver sin dejar de cantar. Comprobó cuáles huecos tenían bala y las tapó con el dedo antes de voltear el revólver para dejar caer los casquillos. Tras eso recargó, cerró el tambor y amartilló el arma. Hablando de lo cuál, no era el único amartillando cosas... aunque en el caso de la vieja, había escogido la jaula. Probablemente lo que hacía era peligroso para ellos. Es decir, eso o se había vuelto majara y esperaba detener su canción haciendo ruido. Dado que podía seguir elevando la potencia de su voz para hacerse oír, de poco le iba a servir. Interrumpió su canción y habló a Elina:
- ¡Capitana! ¿arrasa con lo que veas?
Al escuchar su respuesta, sonrió salvajemente. Lo sentía por la vieja. Bueno, en realidad no. Simplemente le interesaba lo que podría haber dicho sometida a tortura o tras una coacción. Pero ya habían perdido bastante tiempo en esa gente. Acababan antes matándolos a todos, investigando sus restos para ver si quedaba alguna pista de quiénes eran y poniéndose rumbo a algún lugar donde hubiera botín. Además en aquella cueva hacía frío. Prefería irse a saquear a algún lado donde hubiese chimeneas. Se plantó frente a la vieja y le dedicó una sonrisa, levantando el revólver. Colocó la mano izquierda sobre el martillo y dijo:
- No es nada personal.
Su revólver cantó cinco veces seguidas, vaciando todo su letal contenido.
- ¡Capitana! ¿arrasa con lo que veas?
Al escuchar su respuesta, sonrió salvajemente. Lo sentía por la vieja. Bueno, en realidad no. Simplemente le interesaba lo que podría haber dicho sometida a tortura o tras una coacción. Pero ya habían perdido bastante tiempo en esa gente. Acababan antes matándolos a todos, investigando sus restos para ver si quedaba alguna pista de quiénes eran y poniéndose rumbo a algún lugar donde hubiera botín. Además en aquella cueva hacía frío. Prefería irse a saquear a algún lado donde hubiese chimeneas. Se plantó frente a la vieja y le dedicó una sonrisa, levantando el revólver. Colocó la mano izquierda sobre el martillo y dijo:
- No es nada personal.
Su revólver cantó cinco veces seguidas, vaciando todo su letal contenido.
- resumen:
- Recargo y le vacío el cargador encima a la vieja.
Omega
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Dio un ligero suspiro de alivio al notar la luz de la linterna apagarse. Llevaba todo el camino evitando el haz de luz o mirar directamente a John para no deslumbrarse. Es decir, llevar la inyección puesta no es que lo hiciera fotosensible, pero cuando tus pupilas estaban dilatadas para adaptarse a una situación de baja iluminación y te apuntan con un haz de luz a la cara, duele. Entonces llegaron al origen de la luminiscencia. Una cueva gigantesca, un lago, fortificaciones y una ciudadela entera. Eso sí que no se lo había esperado. Se agachó para evitar hacer más sombra de la debida y caminó con cuidado hasta una estalagmita tras la que se ocultó. Probablemente habría vigías. ¿Por qué si no poner torres en los extremos cuando ya tenía una fortaleza enorme en el pilar central?
- Probablemente esas fortificaciones sean puestos de guardia. Me parece bien empezar por ahí, pero debemos ser cuidadosos. Id adelantándoos y no hagáis ruido, yo os cubro - susurró.
Usar el francotirador alertaría a la cueva entera por el ruido. Sin embargo... se quitó la mochila y sacó su kit de herramientas, un par de piezas de recambio, su Enforcer y la mira telescópica acoplable. Entonces empezó a hacer un trabajo improvisado para adaptar los enganches de la mira a la pistola. Dado que su fusil no era uno de esos francotiradores monstruosos con miras del tamaño de botellas, era medianamente viable hacerlo, aunque quedaría algo aparatosa. Una vez montada la mira a la pistola, colocó el silenciador y asomó ligeramente desde su escondite. Usando la mira vigiló las torres y fortificaciones en busca de vigías. Iría anotando mentalmente las posiciones de los que viera, y si veía que había peligro de que alguno descubriera a sus compañeros, dispararía. Recogería sus cosas y poco a poco iría avanzando a medida Ash y John se fueran acercando a la primera fortificación, y si llegaban a ella sin problemas, se uniría a ellos de nuevo.
- Probablemente esas fortificaciones sean puestos de guardia. Me parece bien empezar por ahí, pero debemos ser cuidadosos. Id adelantándoos y no hagáis ruido, yo os cubro - susurró.
Usar el francotirador alertaría a la cueva entera por el ruido. Sin embargo... se quitó la mochila y sacó su kit de herramientas, un par de piezas de recambio, su Enforcer y la mira telescópica acoplable. Entonces empezó a hacer un trabajo improvisado para adaptar los enganches de la mira a la pistola. Dado que su fusil no era uno de esos francotiradores monstruosos con miras del tamaño de botellas, era medianamente viable hacerlo, aunque quedaría algo aparatosa. Una vez montada la mira a la pistola, colocó el silenciador y asomó ligeramente desde su escondite. Usando la mira vigiló las torres y fortificaciones en busca de vigías. Iría anotando mentalmente las posiciones de los que viera, y si veía que había peligro de que alguno descubriera a sus compañeros, dispararía. Recogería sus cosas y poco a poco iría avanzando a medida Ash y John se fueran acercando a la primera fortificación, y si llegaban a ella sin problemas, se uniría a ellos de nuevo.
- resumen:
- Uso mi kit de herramientas para acoplar la mira a mi pistola con silenciador, cubro a mis compañeros mientras avanzan y me voy dirigiendo en la retaguardia hacia la primera torre con ellos.
Jace eigner
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Ya habiendo pegado otra leída y el capitán estando a salvo en la embarcación, este empezaría su trabajo de remover esas cadenas sin dudarlo dos veces, por lo que yo observaría antes de que esto pasase la embarcación que nos pisaba los talones en cosa de segundos.
Serie entonces en donde vería después de un poco de tiempo, esperando el catalejo que habría pedido para ver la bandera del barco rival que se aproximaba a nosotros, que vería que en este caso al parecer venia tratarse de una banda de piratas, con un símbolo un tanto extraño para mí un simple ladrón que parecía haberse metido a hurtadillas donde no debía, después de todo parecía ser un gran barco el cual podría destrozarnos en altamar en cosa de segundos, por lo que por lo menos la piel de gallina tendría puesta en esos momentos al ver que el barco se nos acercaba lentamente cada vez más… Aunque por una extraña razón no estuviesen preparándose para la guerra.
El capitán se encontraría a punto de terminar de derretir las tan malditas cadenas por lo que una banda de gases de todo tipo estaría haciendo pantalla de humo en esos momentos, tiempo suficiente para que después de haber ojeado el barco en sí que aún estaba a la lejanía, me acercase al capitán unos segundos a comentarle un par de cosas.
-Se tratan de piratas los que vienen hacia aquí, por lo que vi con el catalejo, no se preparan para la batalla por lo que deben de venir confiados. - Así le diría como se veía la bandera de alguna forma, para ver si el capitán la reconocía de ante mano, luego de ello le comentaría –Iré a ver al veterano que mande encerraran adentro y haré oculten a los que están en el mástil por si las moscas… Ah y que no se te olvide las tropas del reino vienen ya con una derrota cercana de aquí, sus ordenes eran cerrar el perímetro, al parecer este tipo que tenemos es el familiar de un tal Aurelio Kord un buen pez gordo, ya veré que le saco. – Explicaría ajustándome la capucha y saliendo rápidamente intentando no llamar la atención en dirección hacia los interiores de la embarcación, demás serie suficiente tiempo para que no me viesen salir del lugar, dejándome vía libre de ir donde se encontraba encerrado este coronel, mientras sacaban a los ninjas obvio intentando que no los viesen, no sabíamos a quién teníamos delante.
Una vez dentro me dirigiría donde se encontraba atado y leería lo más probable tranquilamente la bitácora antes de entrar a ver a nuestro prisionero (No sin antes guardar la información en algún otro lugar de mas confianza), no creía nos atacasen en pleno canal, por lo que ahora solo quedaba que Alpha hablase dejándonos en buenos términos... Solo quedaba esperar lo mejor de esta aberrante situación.
Serie entonces en donde vería después de un poco de tiempo, esperando el catalejo que habría pedido para ver la bandera del barco rival que se aproximaba a nosotros, que vería que en este caso al parecer venia tratarse de una banda de piratas, con un símbolo un tanto extraño para mí un simple ladrón que parecía haberse metido a hurtadillas donde no debía, después de todo parecía ser un gran barco el cual podría destrozarnos en altamar en cosa de segundos, por lo que por lo menos la piel de gallina tendría puesta en esos momentos al ver que el barco se nos acercaba lentamente cada vez más… Aunque por una extraña razón no estuviesen preparándose para la guerra.
El capitán se encontraría a punto de terminar de derretir las tan malditas cadenas por lo que una banda de gases de todo tipo estaría haciendo pantalla de humo en esos momentos, tiempo suficiente para que después de haber ojeado el barco en sí que aún estaba a la lejanía, me acercase al capitán unos segundos a comentarle un par de cosas.
-Se tratan de piratas los que vienen hacia aquí, por lo que vi con el catalejo, no se preparan para la batalla por lo que deben de venir confiados. - Así le diría como se veía la bandera de alguna forma, para ver si el capitán la reconocía de ante mano, luego de ello le comentaría –Iré a ver al veterano que mande encerraran adentro y haré oculten a los que están en el mástil por si las moscas… Ah y que no se te olvide las tropas del reino vienen ya con una derrota cercana de aquí, sus ordenes eran cerrar el perímetro, al parecer este tipo que tenemos es el familiar de un tal Aurelio Kord un buen pez gordo, ya veré que le saco. – Explicaría ajustándome la capucha y saliendo rápidamente intentando no llamar la atención en dirección hacia los interiores de la embarcación, demás serie suficiente tiempo para que no me viesen salir del lugar, dejándome vía libre de ir donde se encontraba encerrado este coronel, mientras sacaban a los ninjas obvio intentando que no los viesen, no sabíamos a quién teníamos delante.
Una vez dentro me dirigiría donde se encontraba atado y leería lo más probable tranquilamente la bitácora antes de entrar a ver a nuestro prisionero (No sin antes guardar la información en algún otro lugar de mas confianza), no creía nos atacasen en pleno canal, por lo que ahora solo quedaba que Alpha hablase dejándonos en buenos términos... Solo quedaba esperar lo mejor de esta aberrante situación.
- Acciones:
- -Jace ve la bandera y aprovechando la pantalla de humo de alpha le dice lo que a encontrado
-Jace desaparece en cuanto la pantalla empiece a caer para no ser detectado
-Da la orden que oculten a los ninjas
-Se dirige a donde esta oculto el pez gordo
-Una vez ahí empieza a leer su nueva libreta anotando lo que haya captado
-Entro a ver a nuestro prisionero
Ashlyn Blake
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Dos caminos, ahora que habían llegado a esa especie de sala enorme tenían dos caminos por los cuales poder avanzar. Miro a los dos chicos y tras escuchar las palabras de John y Omega asintió. Era la mejor opción desde luego, la idea de meterse en un agujero oscuro otra vez bajando esas escaleras no le hacía ni pizca de gracia. Así que se preparo, colocó sus dos pistolas gemelas a mano por si necesitaba usarlas en algún momento y entonces subió las escaleras con John dispuesta a llegar a la zona más elevada.
Una vez allí investigaría lo que pudiese haber alrededor. No sabía si habría alguien o no allí, no escuchaba nada particular y tampoco habían visto nada que pudiera alertarles o que pudiera demostrarles que allí había alguien en aquel preciso instante. Aunque es posible que estuvieran escondidos a la espera de algún transeunte lo bastante estúpido como para entrar y provocar una emboscada. Miró por un momento las paredes, esperaba que no fueran de arcilla o al menos que no fueran la arcilla esa extraña de la que estaba fabricado aquel muñeco estúpido al que le habían dado la tarea de molestarlos.
— No veo a nadie por ahora, pero es extraño, es un lugar demasiado bien preparado como para estar abandonado — hablo bajito para que solamente el vaquero pudiera escucharla mientras continuaba con la investigación del lugar. Quería asegurarse de que no se le pasaba nada y mantenía sus cinco sentidos completamente en alerta por si tenía que defenderse, esquivar o cualquier tipo de locura semejante mientras estaban en aquel sitio. No sabía lo que les esperaba, pero desde luego era un buen momento para que algo divertido diera comienzo, tal vez descubrir algo entretenido o incluso encontrar a alguien con quien pasar un rato divertido entre balas y fogonazos.
Una vez allí investigaría lo que pudiese haber alrededor. No sabía si habría alguien o no allí, no escuchaba nada particular y tampoco habían visto nada que pudiera alertarles o que pudiera demostrarles que allí había alguien en aquel preciso instante. Aunque es posible que estuvieran escondidos a la espera de algún transeunte lo bastante estúpido como para entrar y provocar una emboscada. Miró por un momento las paredes, esperaba que no fueran de arcilla o al menos que no fueran la arcilla esa extraña de la que estaba fabricado aquel muñeco estúpido al que le habían dado la tarea de molestarlos.
— No veo a nadie por ahora, pero es extraño, es un lugar demasiado bien preparado como para estar abandonado — hablo bajito para que solamente el vaquero pudiera escucharla mientras continuaba con la investigación del lugar. Quería asegurarse de que no se le pasaba nada y mantenía sus cinco sentidos completamente en alerta por si tenía que defenderse, esquivar o cualquier tipo de locura semejante mientras estaban en aquel sitio. No sabía lo que les esperaba, pero desde luego era un buen momento para que algo divertido diera comienzo, tal vez descubrir algo entretenido o incluso encontrar a alguien con quien pasar un rato divertido entre balas y fogonazos.
- Resumen:
- Suben las escaleras y Ash se pone a investigar el lugar a ver si descubre algo interesante
Elina Landvik
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¿Le había dado un puñetazo en el estómago o un hombrazo? Curioso teniendo en cuenta que debería estar cegado, no debería tener capacidad alguna para apuntar de forma adecuada por mucho que la hubiera cogido de la muñeca y hubiese tirado de ella. Ella quien si puede ver debería ser capaz de esquivar perfectamente aquel golpe. Pero bueno, al parecer aquella cosa blancuzca la había golpeado y eso solo la ponía de peor humor. Habían logrado salir de la jaula y eso solo provoco que Elina apretara con fuerza sus puños. Iba a matarlos, a todos y cada uno de ellos, no le importaba nada más, iban a morir.
Ante las palabras de Arik, la pelirroja sonrió de medio lado — y generoso no seas — no había nada más que decir al respecto. Iban a morir y ella los iba a asesinar a todos y cada uno de ellos sin piedad alguna. Dejaría que su primo se hiciera cargo de la anciana que se había quedado metida en la jaula. Por su parte ella cargaría contra aquel desgraciado que la había golpeado en el estómago. Con una espada de luz en una mano y una de las suyas en la otra intentaría rebanar a ese maldito desgraciado para librarse de él de una vez por todas. Era un maldito grano en el culo y la pelirroja no quería volver a ver su careto.
La cosa era clara, ese tipejo y la maldita vieja eran los "líderes" de aquel grupito y si uno de los dos o los dos desaparecían el resto quedarían un poco huérfanos y tal vez decidieran hablar tras ver que no tenían piedad con sus líderes. Si no hablaban, entonces simplemente los mataría también. Le daba demasiada pereza continuar aguantando a toda esa gente cuando llevaba años peleando en el coliseo y había vivido demasiados combates como para permitirse caer en esa maldita cueva únicamente por el capricho de unos malditos albinos. Les habían llevado hasta una trama y ahora iban a morir, ellos habían intentado acabar con ella y su tripulación y no iba a permitir que algo así sucediera mientras ella estuviera en pie.
Ante las palabras de Arik, la pelirroja sonrió de medio lado — y generoso no seas — no había nada más que decir al respecto. Iban a morir y ella los iba a asesinar a todos y cada uno de ellos sin piedad alguna. Dejaría que su primo se hiciera cargo de la anciana que se había quedado metida en la jaula. Por su parte ella cargaría contra aquel desgraciado que la había golpeado en el estómago. Con una espada de luz en una mano y una de las suyas en la otra intentaría rebanar a ese maldito desgraciado para librarse de él de una vez por todas. Era un maldito grano en el culo y la pelirroja no quería volver a ver su careto.
La cosa era clara, ese tipejo y la maldita vieja eran los "líderes" de aquel grupito y si uno de los dos o los dos desaparecían el resto quedarían un poco huérfanos y tal vez decidieran hablar tras ver que no tenían piedad con sus líderes. Si no hablaban, entonces simplemente los mataría también. Le daba demasiada pereza continuar aguantando a toda esa gente cuando llevaba años peleando en el coliseo y había vivido demasiados combates como para permitirse caer en esa maldita cueva únicamente por el capricho de unos malditos albinos. Les habían llevado hasta una trama y ahora iban a morir, ellos habían intentado acabar con ella y su tripulación y no iba a permitir que algo así sucediera mientras ella estuviera en pie.
- Resumen:
- Se lanza contra el tipo que la ha golpeado en el estómago para intentar matarlo
Normas del capítulo:
Moderación
El viento aúlla por toda la isla, la tormenta termina de llegar y la ventisca cobra fuerza, la temperatura baja más aún hasta el punto de ser peligroso quedarse fuera durante mucho tiempo. La nieve y el viento dificultan la visibilidad a más de cincuenta metros. A salvo de la tormenta los habitantes miran desde la seguridad de sus casas un día más de ventisca, esperando que nadie se haya quedado a merced de los elementos.
Uno de esos habitantes es el mismo Rey quien mira con preocupación en dirección a las montañas, siendo testigo de cómo los vientos y la nieve engullen las laderas acercándose rápidamente a la ciudad. Es un día difícil y el cansancio se refleja en su rostro ahora que los invitados han partido para ayudar al reino. Unos pasos a su espalda llaman su atención, Aurelio Kord, su fiel consejero se acerca y se pone a su lado.
- Su majestad, comprendo vuestra preocupación, pero ya no podemos hacer más que esperar. - Comenta su consejero con voz seria pero tranquila.
- Han sido días duros viejo amigo, eres una de las pocas personas ante las que me puedo mostrar cansado, uno de los pocos en los que verdaderamente puedo confiar. - Hace una pausa y toma aire, apartando la mirada de la ventana y mirando a los ojos a su viejo amigo. - ¿Cómo va la investigación sobre los infiltrados?
- Aquí no, mi señor. Las paredes tienen oídos. - Hace un gesto de complicidad y le indica uno de los pasillos. - Si me sigue le diré los detalles.
Ambos hombres se pierden en la penumbra de los solitarios pasillos de fría roca del palacio. Sus sombras danzantes son proyectadas por las antorchas contra el muro, en esa extraña danza, la sombra de Aurelio desenvaina la espada.
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
El viento aúlla por toda la isla, la tormenta termina de llegar y la ventisca cobra fuerza, la temperatura baja más aún hasta el punto de ser peligroso quedarse fuera durante mucho tiempo. La nieve y el viento dificultan la visibilidad a más de cincuenta metros. A salvo de la tormenta los habitantes miran desde la seguridad de sus casas un día más de ventisca, esperando que nadie se haya quedado a merced de los elementos.
Uno de esos habitantes es el mismo Rey quien mira con preocupación en dirección a las montañas, siendo testigo de cómo los vientos y la nieve engullen las laderas acercándose rápidamente a la ciudad. Es un día difícil y el cansancio se refleja en su rostro ahora que los invitados han partido para ayudar al reino. Unos pasos a su espalda llaman su atención, Aurelio Kord, su fiel consejero se acerca y se pone a su lado.
- Su majestad, comprendo vuestra preocupación, pero ya no podemos hacer más que esperar. - Comenta su consejero con voz seria pero tranquila.
- Han sido días duros viejo amigo, eres una de las pocas personas ante las que me puedo mostrar cansado, uno de los pocos en los que verdaderamente puedo confiar. - Hace una pausa y toma aire, apartando la mirada de la ventana y mirando a los ojos a su viejo amigo. - ¿Cómo va la investigación sobre los infiltrados?
- Aquí no, mi señor. Las paredes tienen oídos. - Hace un gesto de complicidad y le indica uno de los pasillos. - Si me sigue le diré los detalles.
Ambos hombres se pierden en la penumbra de los solitarios pasillos de fría roca del palacio. Sus sombras danzantes son proyectadas por las antorchas contra el muro, en esa extraña danza, la sombra de Aurelio desenvaina la espada.
- Roland, Kohaku, Aby y Hazel:
- Con medio cuello cortado y en llamas la bestia se pierde en el bosque dando tumbos y chillando. En la herida más reciente se nota como los zarcillos han arraigado por dentro de la carne, como unas pálidas raíces y esta se encuentra en un principio de descomposición. De todas formas poco tiempo tenéis para observarlo, el estruendo de la nieve cada vez es más cercano y un alud se aproxima hacia vosotros, dejándoos con poco tiempo para encontrar la cueva.
Roland, puedes ver desde las alturas la estela de nieve en polvo que levanta Aby con sus orugas mientras avanza por el difícil terreno, por lo que no tienes dificultades a la hora de acercarte a ellos. Además puedes ver que el alud que provocó el ruido de tus explosiones se está extendiendo por la ladera en su dirección.
Por fortuna la entrada no se encuentra muy lejos de donde estáis. A unos metros entre los árboles podéis distinguir entre el gris y el blanco una silueta geométrica, la entrada a las viejas minas que os habían indicado. Parece estar despejada en su mayoría y es lo suficientemente grande para que entréis sin problemas. Me imagino que está en vuestros mayores intereses entrar dentro.
Si os reunís y entráis escucharéis por encima de vuestras cabezas cómo el alud se aproxima con un estruendo ensordecedor hasta que cubre toda la zona donde antes estábais. La luz de fuera es tapada de forma abrupta y os deja en la relativa oscuridad de la mina. Cuando vuestros ojos se acostumbran, llevéis luz o no os daréis cuenta de que el interior no está del todo oscuro, sino iluminado de forma tenue a unos veinte metros de la entrada. La salida está cortada por la nieve, así que sólo os queda seguir al frente. Si avanzáis os daréis cuenta de una cosa, la temperatura dentro es llevadera, definitivamente no es calor, pero no es un frío invernal. El agua gotea a los lados de las paredes, formando charcos entre los maltrechos y oxidados raíles del suelo, pero lo más curioso es que no tardáis en encontrar la fuente de la luz, pequeñas setas azules plagan las zonas más húmedas, liberando una débil luz. Llegáis a una pequeña sala, en esta parece haber almacenado viejo equipo de minería abandonado, incluida una vagoneta, hay tres salidas, la del centro continúa con los raíles, la de la derecha tiene unas escaleras talladas en la piedra que suben, mientras que en la de la izquierda hay una ligera pendiente que baja, al fondo se ve más luz azulada.
- Braud y Raion:
- Cuando la bestia pasa al lado de Raion este descarga un golpe que choca contra la pata. Una vez tu arma llega te das cuenta de que sus escamas son excepcionalmente duras, logras quebrar unas cuantas y varias espinas salen disparadas hasta clavarse en la nieve. El golpe también parece haber doblado su pierna de una manera poco saludable, parece que has roto un hueso. De todas formas el monstruo no se queja en ningún momento. Notas que no huele como un lobo o cualquier animal conocido, tiene un olor extraño, familiar y húmedo pero que por ahora no logras identificar.
Braud, las garras te hacen una serie de cuatro cortes en el brazo, no muy profundos, pero sangrantes. Parecen más afiladas y duras que las de un animal corriente. Por otro lado cuando vas a asestar el golpe el lobo responde girando el cuello y poniendo la frente. Recibe el golpe de lleno con las duras escamas que lo protegen y notas como esas espinas se clavan en tu carne, de todas formas el impulso es suficiente para apartarlo. Con una de sus patas traseras da un salto para ganar distancia entre vosotros.
De todas formas una vez posa su pierna en el suelo algo ocurre, la pata herida comienza a volver a su posición natural, aunque, esta vez sin escamas. El lobo aulla una vez más antes de saltar varios metros en el aire y comenzar a girar a gran velocidad. Una lluvia de púas duras como el acero comienzan a salir disparadas en todas direcciones. Cuando cae al suelo se agazapa, poniendo sus patas y vientre a cubierto, parece estar cubriéndose con sus escamas de los ataques que puedan llegar y sus espinas se erizan, dificultando los ataques desde cerca sin riesgo a resultar herido.
- Omega te has quedado sin tanque:
- Según avanzáis, el primer puente colgante, seamos sinceros, da algo de cage. Hay una señora caída hasta lo que esperáis sean aguas profundas y la oscuridad hace que sean negras completamente. Los tablones crujen bajo vuestros pies, pero parece que aguantan bien… por lo menos hasta que Omega en la retaguardia pasa y no ocurre absolutamente nada.
No se ve ni un alma en las torres, a pesar de estar iluminadas, ni una presencia, por no sentir no sentís ni una mirada. Llegáis a la primera y no pasa absolutamente nada. Al investigarla no podéis encontrar indicios de que el lugar esté habitado, normalmente habría huellas, restos de comida incluso de una fogata. Polvo sobre polvo en muebles de madera vieja, está claro que en esas torres alguien vivió hace décadas, sino siglos. Lo que sí que llama la atención es que en las esquinas más húmedas crecen unas setas luminosas, algunas no llegan a un palmo y otras, normalmente fuera de las torres, son más grandes que cualquiera de vosotros. No hay rastro de arcilla ni nada por el estilo y lo único que reina en esa sala es el silencio y una falta de eventualidad casi… extraña.
Omega, mientras observas con la mirilla, especialmente cuando observas la ciudadela te parece que algo se mueve, ha sido rápido y sólo lo ha hecho en el instante en el que tu mirilla dejaba de mirarlo. Dentro de una de las ventanas, una figura rápida y misteriosa.
Justo en ese momento, cuando váis a adentraros en la segunda torre, las cuerdas del puente que conectaban con la primera son cortadas, cayendo este al vacío. No ha habido ningún destello, ni sonido, nada, sólo el silencio hasta que ha ocurrido eso, y parece que el eco de vuestros pasos es vuestro único acompañante. Pero ¿de verdad podéis fiaros de vuestros propios pies? Jhon, te tropiezas, pero lo que parece un traspié te ha parecido más bien una zancadilla. Ashlin tu puedes ver que la estalactita que está sobre su cabeza se está agrietando y está a punto de caer sobre su cabeza justo cuando tropieza.- Bienvenidos a la vieja ciudadela:
- Freites, Jace y Zira:
- Zira, el kuani se clava en su pierna, lo que lo hace trastabillar, pero te termina haciendo un tajo en el costado, no muy profundo, pero es mejor que reciba tratamiento. Tras eso le das en la cabeza y el golpe resuena con un chasquido seco.
- ¡Au! ¿Pero qué demonios? ¿Me estás subestimando? - Parece que el golpe no ha sido lo suficientemente fuerte para dejarlo en el suelo.
Esto parece enfurecerlo y ahora que está cerca de tí lanza una sucesión rápida de tres tajos, de todas formas parece que quiere extender la mano libre a una lámpara de aceite cercana.
Jace, la tripulación se afana por ocultar a los prisioneros, por lo menos para que no estén a la vista de ningún curioso. Han encerrado al veterano en un camarote y parece que todavía no ha despertado. Mientras lees puedes ver detalles de planes en caso de que alguien pase, una línea de explosivos puestos en la entrada de mar para emboscar a cualquiera que pase, de todas formas estos tienen que ser activados a mano por alguien con un detonador específico. Están pensados para retrasar un gran número de barcos, pero con la suficiente mala suerte podrían hundir el vuestro si uno de ellos resulta estar justo debajo vuestro. Las defensas por tierra consisten en una serie de emboscadas preparadas en un estilo de guerra asimétrica con el terreno a favor de los defensores, hay almacenes de munición ocultos en varios puntos marcados en un mapa bastante esquemático y anotaciones de varias líneas de retirada en caso de ser necesario. Por lo general las siguientes páginas son estrategias y procedimientos.
- Oh, bueno esto es un contratiempo. - Se gira para mirar a alguien en cubierta. - ¡Chicos sacad los picos y las palas, hora de ponerse a cavar! - Grita a la tripulación y las voces de varias docenas de hombres resuenan por el barco. - Vosotros seguid, si necesitáis ayuda avisadnos.
Entre tanto vuestro barco comienza a prepararse para zarpar de nuevo, lentamente y mientras varios hombres bajan del otro barco para ponerse sobre las piedras y empezar a apartarlas. Avanzáis a ritmo lento, el clima está empeorando por momentos y uno de los hombres de Freites llega para informarte. Al parecer el que parecía ser el más competente de los shinobis está convulsionando, una espuma negra sale de su boca y sus ojos están en blanco.
- Liam y Bizvan:
- Subís por las escaleras, los peldaños tallados en la piedra están desgastados y resbaladizos. La subida podríais decir que dura minutos en una sucesión zigzageante que os desorienta y sin más iluminación que unas pequeñas lámparas de aceite colocadas en huecos tallados en la piedra.
Cuando llegáis a lo alto de las escaleras os encontráis una sala con forma de U, estando vosotros en uno de los extremos. Las paredes están labradas y trabajadas, con algunas puertas de madera vieja, tres de ellas para ser más exactos. En la pared del frente una luz proyecta la sombra de dos personas, seguramente hombres, parecen estar firmes uno frente al otro, con lo que parecen ser lanzas. Por la esquina parece que podéis ver algo más, como un marco metálico en una de las paredes que sostiene unos barrotes, todavía no está a la vista pero no cabe duda de que se trata de una celda. Sean quienes sean los que están ahí, todavía parece que no se han percatado de vuestra presencia y… lo que es más curioso, no tienen presencia alguna.
- Nombre en japo de los pelirrojos:
- Muy intimidante, Claude, sí señor. Estoy seguro de que… Un momento, no, no funciona. La anciana ha alcanzado a golpear los barrotes en varias ocasiones, las suficientes como para que os deis cuenta de que no se ha vuelto loca ―no por eso, al menos―. Arik le ha vaciado todo el tambor del revólver encima a la pobre, por supuesto, y está muerta, pero esos toques se gozaban de una cadencia y tono que no podían ser aleatorios.
¡Elina! Si a Claude le da por usar su voluntad para valorar a tu oponente de gruesos labios ―y digo Claude porque me ha parecido ver que es el único que puede hacer uso de él a voluntad― e informarte al respecto, te dirá que ese señor no es un mequetrefe o uno de esos gladiadores que despellejabas sin piedad en el coliseo. Los demás son bastante más asequibles, pero algo me dice que el corpulento albino es capaz de daros serios problemas.
He pasado del tema de los barrotes a éste porque, como podréis imaginar, el no-negro interpone una mano sospechosamente reluciente en la trayectoria de tu espada de luz e, inmediatamente, como si fuese una respuesta a los toques de la ya fallecida anciana, un sonido similar llega hasta vosotros desde las grutas a las que se puede acceder desde la cueva, ésas por las que aparecieron los bichos enormes y metálicos. Lo que comienza como un rumor pronto se convierte en un auténtico coro de metal reverberando. Resultaría hasta bonito de no ser tan sobrecogedor ―al menos para mí―.
Sea como sea, los albinos pasan a la acción. El otro brazo del corpulento albino devora el aire que lo separa de tu cara, y tiene pinta de ir con bastante fuerza. Por otro lado, uno de los otros “peones” ―por llamarlos de algún modo― avanza hacia Arik con cierta duda y miedo en su semblante. Sin embargo, otro de ellos rebasa su posición y, sin apenas dudar, extrae un pequeño cuchillo de su túnica e intenta clavárselo en el cuello.
Si no recuerdo mal queda un último hombre de tez nívea, el cual encara a Claude y se cruza de brazos. Lo hace en una actitud ciertamente chulesca que no deja de chocar un poco con el comportamiento que han demostrado hasta el momento. Sea como sea, simplemente aprieta con fuerza sus bíceps, infla el pecho y se planta frente al gallo en modo “no te voy a dejar pasar”.
- Thyra:
- ¡Auch! Sales disparada y te estrellas con violencia contra el tronco de un árbol cercano. Incluso puedes notar un crujido para nada halagüeño, pero si por un casual decides levantarte y comprobar tu estado verás que, aun con considerable dolor, puedes seguir luchando. Bendito sea el líder de los merodeadores, que, si bien no es el mejor a la hora de tomar decisiones, se revela como un diestro luchador.
Tanto es así que se interpone entre la bestia y tú para proporcionarte los valiosos segundos que necesitas para recuperarte. Es en ese momento cuando el silencio pasa a reinar brevemente en la zona, roto sólo por el sonido de las ramas de los árboles al ser agitadas por el viento. Y entonces, un silbido. Un momentáneo sonido agudo y fugaz rasga el aire y provoca que las orejas del conejo se tensen. Éste ruge y, cómo no, se lanza de nuevo a la carga.
Independientemente de lo que hagas con la ofensiva, si has estado rápida y has mirado hacia arriba siguiendo el silbido, habrás podido apreciar cómo una sombra pasaba de un árbol a otro a una velocidad endiablada. Si nos paramos a pensarlo… ¿no es demasiada casualidad que una manada entera de esos bichos os haya emboscado en un lugar tan oportuno y, sorprendentemente, superándoos en número en la justa medida?
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