Normas del capítulo:
Moderación
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
- Abi, Hazel y Kohaku:
- Abi, Hazel, cuando seguís los sonidos llegáis a la entrada de una terraza enorme, y digo la entrada porque se puede ver desde una ventana colindante. Los portones son de metal y están cerrados a cal y canto. Al otro lado podéis ver a Kohaku luchando contra lo que parece una réplica suya de arcilla y cerámica. Pero lo más inquietante de todo es la persona que está al lado, observando con un semblante sonriente. La primera princesa del reino de Sakura se encuentra ahí mismo.
No hay ventanas que den directamente a la terraza, aunque podríais intentar saltar desde una ventana, hay unos 5 metros hasta el borde de la terraza y la caída es… interesante como poco.
Por otro lado, Kohaku, notas una sensación húmeda y fría en la mejilla, el tacto, la densidad… no hay duda de que es sangre, pero no la tuya. Cuando detuviste el golpe la que estaba en la hoja de tu oponente de salpicó y, aunque puso fuerza en el tajo te da la sensación de que ese era su objetivo principal. De todas formas, al placarlo lo desequilibras durante un momento, la cerámica cruje con el choque y tu espada corta la mitad de su cabeza, dejando parte de la mandíbula y el cuello. El trozo que ha caído se estampa contra el suelo con un ruido húmedo. Aún con vida en su interior pone ambas armas ante las tuyas para frenar tu segundo ataque, pero estas se quiebran al recibir el golpe del metal. Ambas hojas de cerámica caen y se parten en pedazos. No intenta atacar, pero sigue en medio y se mueve para bloquear tu camino hacia quien parece ser la princesa. Esta está caminando discretamente hacia el borde de la terraza sin perderos de vista.
- Oh, parece que tenemos compañía querido, menos mal que me preparé por si aparecían entrometidos. - Lleva las manos al suelo y de debajo de algunas losas comienza a salir más arcilla, la cual empieza a formar dos figuras más, aunque todavía no tienen una forma clara.
- Roland:
- Aunque acojonado, cuando le preguntas por el paradero del pirata te responde con voz entrecortada mientras intenta evitar el chorro de orina.
- V-Verá, el problema es que nadie lo sabe, está en la montaña, eso fijo, sino no podría controlar a sus muñecos. Pero es la definición de diccionario de cauteloso y paranoico, por eso vino solo. - Al ver que alcanzas a llenar la petaca hace un gesto para intentar detenerte, pero se detiene al ver que sería algo estúpido. - P-pero le puedo asegurar dos cosas, la primera es que estoy seguro de que le está viendo, la segunda… que es el único que hay en la isla ahora, tienen planeado... - Su voz se corta al escuchar un ruido a su lado, como pasitos.
Su rostro y el de todos palidece al ver unos pequeños y adorables gnomos de jardín que caminan cada uno con una pequeña antorcha en la mano en dirección al aceite. Son una docena y si ya tenían miedo ahorra directamente cunde el pánico.
- ¡Ese loco nos piensa matar a todos! - Grita el que estaba hablando antes de salir corriendo por donde llegaste.
En cuanto al aceite, ves que es denso, pero fluye bien y no es pegajoso. Llenas la petaca, y ves un letrero al lado que advierte del peligro de dejar que entre en los orificios o heridas.
- Braud y Raion:
- No cuesta mucho levantar la góndola, es grande, pero sus componentes son ligeros, así que la fuerza de Braud es suficiente. En cuanto al sistema de enganche es bastante sencillo, por lo que Raion puede ver, es simplemente un marco en forma de gancho que tiene una serie de rodamientos, sólo hay que asegurarse que estos queden en contacto con el cable para que pueda ir bien. Es un sistema sencillo pensado para poder instalar y desinstalar con facilidad en caso de mantenimiento. Una vez hecho esto no os cuesta mucho volver a subir y, suponiendo que no pulséis más el botón rojo lográis poner el aparato en marcha.
La góndola os eleva a una velocidad razonable y algo estable a pesar de los vientos que la azotan. Dejáis abajo el blanco manto de la nieve para adentraros entre unas nubes por las que no podéis ver nada más que la nieve que se estrella contra el vidrio. Pasáis un par de minutos entre las nubes hasta que el vehículo emerge por encima. Debajo de vosotros hay un mar gris de nubes que serpentea entre las montañas descargando la ventisca. Ante vuestros ojos está la imponente figura de una de las extrañas montañas cilíndricas de Sakura. La punta de los torreones del antiguo castillo empieza a verse cuando algo más llama vuestra atención, alguien asoma por el borde de la montaña para ver quién viene. Seguro que no se esperaban visitas porque la forma de moverse y de actuar es la de alguien alterado. Según os acercáis escucháis varias voces que dicen algo de tratar de detener el sistema. Tras eso la góndola se detiene en seco, a pocos metros de la montaña, Raion podría llegar volando, pero Braud lo tendría más complicado, a lo mejor saltando, pero es arriesgado, los bordes de las montañas heladas tienden a ser traicioneros. El caso es que uno de ellos parece estar apuntando con lo que parece ser un cañón portátil al gancho de la góndola.
- Freites, Jace y Zira:
- ¿Sigiloso? - Deja salir una risita mientras Alpha se aproxima. - Nunca miraste arriba. - Deja esa respuesta en el aire. ¿Puede volar? O a lo mejor ha estado en el palo mayor todo este tiempo. Por ahora queda a la imaginación.
No parece estar tenso por la presencia de los hombres de Alpha, su semblante no ha cambiado mientras este les dice que no es una amenaza. Y, por lo general, se presenta bastante calmado y cooperativo. De momento no hace ningún gesto amenazador, ni siquiera duda en dar la mano Freites. Mientras vuestro barco da la vuelta acepta acceder a un lugar más privado con vosotros para hablar.
- Tranquilo. - Contesta en voz baja. - A mí también me la jugó, aunque confieso que estaba viendo de lo que erais capaces. Y, descuida, no escucharás una sola mentira salir de mis labios. - Te guiña el ojo con gesto de complicidad. Una vez dentro, si llegáis a una sala más acogedora hablará. - Mis médicos podrán tratarte Freites, pero antes tenemos que alejarnos de aquí y llegar con el resto de la flota. He visto que salieron a pedir refuerzos hace un rato, conozco la situación en el reino, tardarán en llegar, pero no era sensato quedarse dentro. Si tienen exploradores y nos ven juntos actuarán con más cautela… Pero qué modales los míos, soy Frenand de Grobbe, capitán de los piratas del ciclo. Tenemos algo de tiempo y seguro que vosotros tenéis preguntas… este es el momento.
Si seguís su barco os llevarán por donde habéis venido, pasando por las rocas que antes os cortaban el paso, han abierto un gran agujero por el cual no tenéis problemas en pasar.
- Bizvan y Liam:
- Bueno, con tantos factores a tener en cuenta… no te cuesta mucho distinguirlos. Es decir, las máscaras son realistas, pero no son perfectas. Para empezar notas que las cuatro personas tienen miedo y, aunque dos de ellas tienen un sentimiento de culpa que los delata, alguien con miedo y bajo la presión de ver que controlas esqueletos y eres capaz de cargarte a los guardias sin problemas, suda por mucho frío que haga, algo que no ves en la piel de los dobles. Con los sentidos mejorados puedes notar sutiles diferencias y fallos, como por ejemplo que la piel de los dobles es demasiado perfecta y con las indicaciones del mayordomo puedes notar que las personalidades no encajan con la personas a quienes tratan de suplantar.
El caso es que ambos impostores se dan cuenta de que su tapadera no durará mucho tiempo y sus expresiones los terminan de delatar. Una última mirada de complicidad lo confirma y uno de ellos trata de salir corriendo por la salida. Pero el otro no se queda quieto, saca una pistola de entre su ropa y se lanza a por tí con la intención de descargar el cargador entero a bocajarro.
- No te preocupes, ha quedado aparcado:
- La armadura termina de descargar su golpe y una de las paredes que contenían la sustancia negra se desploma, vertiendo parte de su contenido. Es denso, pero se va extendiendo poco a poco por la sala, no parece precisamente caliente, pero si lo usan para amenazar a alguien con meterlo ahí será por algo. Ashlyn está “a salvo” en lo alto, manteniendo a la princesa del piano a raya.
En cuanto a la armadura, esta se ve envuelta en la sustancia extraña, lo cual parece que está dificultando sus movimientos. Omega, el escudo te golpea de plano, que no es el peor de los casos, quitándote el aliento con el impacto. Tanto John como tú ahora estáis en la zona más baja y esa sustancia negra se acerca poco a poco, no sé si queréis saber lo que ocurrirá si llega a vosotros.
- ¡Idiota! ¿Es que acaso no ves que ella es la impostora? - Dice la princesa que estaba enjaulada, señalando a la que está con Ashlyn. - Sólo mira lo que está haciendo.
En efecto la princesa del piano ha sacado una pistola, como si no le importase que le disparen y ha disparado a una de las antorchas que iluminan la estancia, la bala golpea su pedestal y esta se balancea lentamente hasta que comienza a caer hacia la sustancia negra.
- ¡Tenemos que salir de aquí ahora! - La verdad es que tanto sus palabras como su presencia indican que siente terror y no tiene intenciones hostiles.
Freites D. Alpha
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-Frenad… es un bueno nombre. – Los piratas del ciclo resulto ser un nombre bastante interesante para el pequeño capitán. En medio de sus pensamientos trataba de recordar si en la larga lista de pirata que tiene por cazar habría un capitán con aquel nombre, pero el resultado sería el mismo, era primera vez que Alpha escuchaba ese nombre.
Mucho no se podía hacer en esa situación. Seguir a Frenad hasta un lugar más cómodo para poder platicar y, poder aclarar un poco las dudas que el pequeño capitán pirata tenia era lo mejor que podía ocurrir. Al terminar de escuchar aquellas palabras y una dar a todos los presentes la oportunidad, el den den mushi del pequeño pirata comenzaría a sonar. Alpha levanto la ceja. Incuso Zira y Jace lo sabían, aquel den den mushi que sostenía el capitán en su kimono era una línea directa con el Erebus, aquel imponente barco base que era gobernado por los Big Brother Kaizokudan y los Jigoku no Kaizoku.
-Disculpa un momento Frenad. Solo me tomara unos segundos. – Alpha no salio de la habitación, frente de todos atendería la llamada. Era una clara señal de que él no tenía nada que ocultar. - ¿Qué ocurre, Albert?
- Hermano mayor, tenemos buenas noticias. – La expresión del mushi que reflejaba los gestos de Albert tenía una sonrisa de oreja a oreja. Era extraño que el lancero demostrara su felicidad. – El Capitan de los Jigoku no Kaizko, Moja, Nos ha entregado el dominio del Erebus y de toda la flota.
-¿Estás seguro de lo que estás diciendo?
- Sí, hermano.
- ¡Zehahahahahahahahahaha! – Una carcajada al Aire, aquel momento era uno de los más felices de su vida hasta ahora. El pequeño no tendría claro el por qué Moja los había abandonado, pero sin duda alguna sus razones tendrá.
¿Y si algún día vuelve? Pues claramente será bienvenido. A la familia nunca se le da la espalda.
- Al terminar aquí regresare a casa. Te encargo los preparativos para todo. – Alpha colgó. Luego observaría Frenad a los ojos y, con un mejor ánimo. Comenzaría a platicar con él. – Ya tengo muchas más razones para beber y celebrar, Frenad. Bueno, solo tengo unas pocas dudas. Pero antes, seré honesto contigo. Vine a Sakura a sacar lo mejor de lo que está ocurriendo aquí. Uno puede aprovecharse mucho de situaciones como esta por… cuestiones del oficio. Un rey pidiendo ayuda y, por cuestión de lógica, en esta isla debe haber todo tipo de facciones. – Un momento de pausa para dar un trago al Sake. – Solo tengo tres preguntas ¿Quién es Lady Payne? ¿Qué propósito tiene? Y por último ¿Qué beneficio saca con el asedio contra esta isla?
Mucho no se podía hacer en esa situación. Seguir a Frenad hasta un lugar más cómodo para poder platicar y, poder aclarar un poco las dudas que el pequeño capitán pirata tenia era lo mejor que podía ocurrir. Al terminar de escuchar aquellas palabras y una dar a todos los presentes la oportunidad, el den den mushi del pequeño pirata comenzaría a sonar. Alpha levanto la ceja. Incuso Zira y Jace lo sabían, aquel den den mushi que sostenía el capitán en su kimono era una línea directa con el Erebus, aquel imponente barco base que era gobernado por los Big Brother Kaizokudan y los Jigoku no Kaizoku.
-Disculpa un momento Frenad. Solo me tomara unos segundos. – Alpha no salio de la habitación, frente de todos atendería la llamada. Era una clara señal de que él no tenía nada que ocultar. - ¿Qué ocurre, Albert?
- Hermano mayor, tenemos buenas noticias. – La expresión del mushi que reflejaba los gestos de Albert tenía una sonrisa de oreja a oreja. Era extraño que el lancero demostrara su felicidad. – El Capitan de los Jigoku no Kaizko, Moja, Nos ha entregado el dominio del Erebus y de toda la flota.
-¿Estás seguro de lo que estás diciendo?
- Sí, hermano.
- ¡Zehahahahahahahahahaha! – Una carcajada al Aire, aquel momento era uno de los más felices de su vida hasta ahora. El pequeño no tendría claro el por qué Moja los había abandonado, pero sin duda alguna sus razones tendrá.
¿Y si algún día vuelve? Pues claramente será bienvenido. A la familia nunca se le da la espalda.
- Al terminar aquí regresare a casa. Te encargo los preparativos para todo. – Alpha colgó. Luego observaría Frenad a los ojos y, con un mejor ánimo. Comenzaría a platicar con él. – Ya tengo muchas más razones para beber y celebrar, Frenad. Bueno, solo tengo unas pocas dudas. Pero antes, seré honesto contigo. Vine a Sakura a sacar lo mejor de lo que está ocurriendo aquí. Uno puede aprovecharse mucho de situaciones como esta por… cuestiones del oficio. Un rey pidiendo ayuda y, por cuestión de lógica, en esta isla debe haber todo tipo de facciones. – Un momento de pausa para dar un trago al Sake. – Solo tengo tres preguntas ¿Quién es Lady Payne? ¿Qué propósito tiene? Y por último ¿Qué beneficio saca con el asedio contra esta isla?
- Resumen:
- - Seguir a Frenad
- Estar feliz pro recibir el Erebus.
- Hacer preguntas.
Kohaku Sato
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«Tenía que ocurrirme tan pronto», fue lo primero que pensó Kohaku al notar como una sustancia espesa y pegajosa caía sobre su rostro, haciendo que su visión se tornara de un color vino tinto. Pudo continuar su ataque sin perder la consciencia, pero una vez se separó de su contrincante comenzó a sentir pequeños escalofríos que le recorrieron todo el cuerpo.
Se quedo paralizado, con las piernas semiflexionadas y la mirada perdida. En su mente evocó recuerdos de un pasado que quería olvidar a toda costa, pero que por mucho que lo intentaba no era capaz de hacerlo. Los gritos de aquellos que fueron sus amigos, sus gemidos de dolor pidiendo auxilio… La sonrisa del hombre que le arrebató todo. Todo había vuelto en un instante. Y de pronto, de lo más profundo de su interior, emergió de manera descontrolada, en un radio de apenas dieciocho metros, toda su voluntad, que parecía estar despertando después de un largo letargo.
Luego vino la más absoluta calma, que fue interrumpida por la respiración agitada del propio cazador, cuyos ojos ambarinos parecían tener luz propia. Gritó con rabia y dejándose llevar por sus instintos se abalanzó sobre la cerámica que tenía frente a él.
Sus movimientos eran más rápidos, mientras que su fuerza parecía haber aumentado también. Estando frente a la cerámica, trazaría un doble ataque en cruz con todas sus fuerzas, creando una doble onda cortante en forma de equis para luego impulsarse hacia la princesa y tratar de cortarle la cabeza en dos.
Se quedo paralizado, con las piernas semiflexionadas y la mirada perdida. En su mente evocó recuerdos de un pasado que quería olvidar a toda costa, pero que por mucho que lo intentaba no era capaz de hacerlo. Los gritos de aquellos que fueron sus amigos, sus gemidos de dolor pidiendo auxilio… La sonrisa del hombre que le arrebató todo. Todo había vuelto en un instante. Y de pronto, de lo más profundo de su interior, emergió de manera descontrolada, en un radio de apenas dieciocho metros, toda su voluntad, que parecía estar despertando después de un largo letargo.
Luego vino la más absoluta calma, que fue interrumpida por la respiración agitada del propio cazador, cuyos ojos ambarinos parecían tener luz propia. Gritó con rabia y dejándose llevar por sus instintos se abalanzó sobre la cerámica que tenía frente a él.
Sus movimientos eran más rápidos, mientras que su fuerza parecía haber aumentado también. Estando frente a la cerámica, trazaría un doble ataque en cruz con todas sus fuerzas, creando una doble onda cortante en forma de equis para luego impulsarse hacia la princesa y tratar de cortarle la cabeza en dos.
- Resumen:
- Notar sangre + volverse loco + expulsar haki del rey descontrolado (nivel despertado) + atacar + aumento en 1 rango fuerza y velocidad (frenesí de batalla)
Abigail Mjöllnir
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Por el momento el único dato que tenía era la presencia de Kohaku, una copia suya y, además, aparentemente Theresa estaba allí también. Sabiendo que la única persona real de la montaña tenía el poder de crear casi cualquier cosa con cerámica prefirió pensar que existía la posibilidad de que estuviera usando ese poder para suplantar el rostro de la princesa. No sabía cómo se iba a tomar el espadachín la intromisión pero... Abigail no estaba allí para un concurso, estaba allí para trabajar y solucionar problemas.
—El salto es de unos cinco metros... mejor no jugársela —dijo. Además, en el aire serían vulnerables a un ataque de aquella mujer. Si tuviera todas las respuestas que necesitaba se habría limitado a pegarle un tiro desde la ventana pero no, ese encargo necesitaba algo más que violencia para solucionarse.
Casi habían llegado, pero había un obstáculo más frente a ellas, un portón metálico cerrado. Ahora, ¿cómo podría atravesarlo? Mientras pensaba cómo podría irrumpir escuchó el grito de Kohaku. Espera... ¿no había dicho antes que se descontrolaba si veía sangre? Ahora sí debía entrar, no tanto para atrapar a la supuesta princesa, sino para impedir que Kohaku la matara sin querer y se quedaran sin absolutamente nada de información.
Deshizo algunos de sus pasos, quedándose a una distancia prudencial de la puerta para evitar que la explosión la alcanzara.
—Quedáos detrás de mí un momento, no queréis estar cerca —avisó tanto a Hazel como a la criatura seta para, acto seguido, extender el brazo derecho apuntando a la puerta y, para ser más exactos, apuntaba al centro, donde debería estar la parte del "cerrojo".
—El revólver de los Seis caminos, por favor —anunció a sus habitantes, que rápidamente buscaron el revólver en la armería. Además, el resto se preparó para pelear tanto con las pistolas como con el rifle Más Allá y el lanzallamas Purificador.
—Y quiero que uno de vosotros vaya donde guardamos el oro y los trineos. Comprobad que no nos hayan dado cerámica en lugar de oro —dijo para sus habitantes. Ante aquella orden, uno de ellos fue hacia esa sala armado con los diales de agua, quizá mojándolos podría averiguar si era oro de verdad o no. O tirando alguna pieza al suelo para ver si se rompía.
—¡Knock knock Theresa! —exclamó. Probablemente nadie seguiría la broma por un motivo u otro, pero eso no era ningún problema.
Uno de sus habitantes disparó el revólver desde la sala que conectaba con su mano extendida. Una pequeña ventana se abrió en su palma y de ésta salieron dos proyectiles explosivos que impactarían contra la puerta metálica. Esperaba que eso fuera suficiente para reventarla, abrirla o lo que fuera.
—Es...plosión —acabó el chiste como si alguien le hubiera respondido "¿quién es?".
—Es así como funciona, ¿no?
Si la puerta se abría pasarían dentro. Si no se abría pues... tocaba pasar a medidas incluso más cafres.
—El salto es de unos cinco metros... mejor no jugársela —dijo. Además, en el aire serían vulnerables a un ataque de aquella mujer. Si tuviera todas las respuestas que necesitaba se habría limitado a pegarle un tiro desde la ventana pero no, ese encargo necesitaba algo más que violencia para solucionarse.
Casi habían llegado, pero había un obstáculo más frente a ellas, un portón metálico cerrado. Ahora, ¿cómo podría atravesarlo? Mientras pensaba cómo podría irrumpir escuchó el grito de Kohaku. Espera... ¿no había dicho antes que se descontrolaba si veía sangre? Ahora sí debía entrar, no tanto para atrapar a la supuesta princesa, sino para impedir que Kohaku la matara sin querer y se quedaran sin absolutamente nada de información.
Deshizo algunos de sus pasos, quedándose a una distancia prudencial de la puerta para evitar que la explosión la alcanzara.
—Quedáos detrás de mí un momento, no queréis estar cerca —avisó tanto a Hazel como a la criatura seta para, acto seguido, extender el brazo derecho apuntando a la puerta y, para ser más exactos, apuntaba al centro, donde debería estar la parte del "cerrojo".
—El revólver de los Seis caminos, por favor —anunció a sus habitantes, que rápidamente buscaron el revólver en la armería. Además, el resto se preparó para pelear tanto con las pistolas como con el rifle Más Allá y el lanzallamas Purificador.
—Y quiero que uno de vosotros vaya donde guardamos el oro y los trineos. Comprobad que no nos hayan dado cerámica en lugar de oro —dijo para sus habitantes. Ante aquella orden, uno de ellos fue hacia esa sala armado con los diales de agua, quizá mojándolos podría averiguar si era oro de verdad o no. O tirando alguna pieza al suelo para ver si se rompía.
—¡Knock knock Theresa! —exclamó. Probablemente nadie seguiría la broma por un motivo u otro, pero eso no era ningún problema.
Uno de sus habitantes disparó el revólver desde la sala que conectaba con su mano extendida. Una pequeña ventana se abrió en su palma y de ésta salieron dos proyectiles explosivos que impactarían contra la puerta metálica. Esperaba que eso fuera suficiente para reventarla, abrirla o lo que fuera.
—Es...plosión —acabó el chiste como si alguien le hubiera respondido "¿quién es?".
—Es así como funciona, ¿no?
Si la puerta se abría pasarían dentro. Si no se abría pues... tocaba pasar a medidas incluso más cafres.
- resumen:
Avisar a Hazel y a Setamon para que se queden detrás de Abi.
Intenta hacer explotar la puerta reventando la parte donde debería estar el mecanismo. Dos veces. De paso ordena que comprueben el oro que les dieron porsiaca.
Hace un chiste malísimo mientras intenta volar la puerta.
Roland von Klauswitz
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A Roland empezaba a acabársele la paciencia. Esos mineros acojonados no daban ninguna información útil. Solo le decían que había un único pirata y que estaba en algún lugar de la montaña. Como si no fuese grande la puta montaña. ¿Es que no podían decirle lo que quería saber? ¿Tan difícil era? Esos pringados insistían en cabrearle por algún motivo, estaba claro. Tendría que apretarles un poco más las tuercas. Tal vez metiendo a uno en el aceite y sacando el mechero.
Se guardó la herramienta y se acercó al grupo de trabajadores, dispuesto a ponerles las cosas difíciles. Vio cómo palidecían ante su presencia. Eso le gustó. Sin embargo, echaron a correr. Los muy mamones... ¿Le iban a hacer correr tras ellos? Sería tan coñazo como perseguir topillos por la nieve. A lo mejor si le pegaba un tiro a uno se estaban quietos todos. Sin embargo, no huían de él. O no solo de él, al menos. Roland se dio la vuelta y vio a una pandilla de enanos con antorchas aproximarse a la charca de brea. "¿Quiénes eran esos capullos?" pensó. Se lo preguntaría.
-¿Quiénes sois, capullos? -bramó-. Bah, a la mierda.
Estaba cansado de hablar con tantos extraños. Ya tenía el nombre del pirata que buscaba, y con eso era suficiente.
Por arte de magia, literalmente, sacó de su manga una pequeña tableta. Encenderla le llevó un rato, porque tenía los dedos muy gordos y poca práctica usando ese trasto. Normalmente solo lo usaba para espiar a alguna maciza que recordaba de Ártica. Escribir el nombre del pirata correctamente le llevó cinco intentos, pero por algo la magia era magia. Cuando lo consiguió, la lista de Santa le mostró una larga lista de acciones llevadas a cabo por ese tipo desde la última Navidad. A lo mejor ese poder era útil por una vez.
Pasó rápidamente hacia las últimas. Echó un vistazo a lo que había estado haciendo los últimos días, sobre todo en busca de algo como "Se escondió aquí o allá". Así se ahorraría tener que buscarlo por todas partes. Y a lo mejor hasta averiguaba su plan. La monja estaría encantada. Tanto que igual hasta se dejaba hacer. Roland se subió a Rudolf dispuesto a buscar el lugar que le indicara la lista o a seguir su camino sin más en busca de su presa. En cuanto a los enanos pirómanos...
-Eh, duendecillo, dame fuego, ¿quieres?
Y se marchó. Si querían pegarle fuego a toda la mina, allá ellos.
Se guardó la herramienta y se acercó al grupo de trabajadores, dispuesto a ponerles las cosas difíciles. Vio cómo palidecían ante su presencia. Eso le gustó. Sin embargo, echaron a correr. Los muy mamones... ¿Le iban a hacer correr tras ellos? Sería tan coñazo como perseguir topillos por la nieve. A lo mejor si le pegaba un tiro a uno se estaban quietos todos. Sin embargo, no huían de él. O no solo de él, al menos. Roland se dio la vuelta y vio a una pandilla de enanos con antorchas aproximarse a la charca de brea. "¿Quiénes eran esos capullos?" pensó. Se lo preguntaría.
-¿Quiénes sois, capullos? -bramó-. Bah, a la mierda.
Estaba cansado de hablar con tantos extraños. Ya tenía el nombre del pirata que buscaba, y con eso era suficiente.
Por arte de magia, literalmente, sacó de su manga una pequeña tableta. Encenderla le llevó un rato, porque tenía los dedos muy gordos y poca práctica usando ese trasto. Normalmente solo lo usaba para espiar a alguna maciza que recordaba de Ártica. Escribir el nombre del pirata correctamente le llevó cinco intentos, pero por algo la magia era magia. Cuando lo consiguió, la lista de Santa le mostró una larga lista de acciones llevadas a cabo por ese tipo desde la última Navidad. A lo mejor ese poder era útil por una vez.
Pasó rápidamente hacia las últimas. Echó un vistazo a lo que había estado haciendo los últimos días, sobre todo en busca de algo como "Se escondió aquí o allá". Así se ahorraría tener que buscarlo por todas partes. Y a lo mejor hasta averiguaba su plan. La monja estaría encantada. Tanto que igual hasta se dejaba hacer. Roland se subió a Rudolf dispuesto a buscar el lugar que le indicara la lista o a seguir su camino sin más en busca de su presa. En cuanto a los enanos pirómanos...
-Eh, duendecillo, dame fuego, ¿quieres?
Y se marchó. Si querían pegarle fuego a toda la mina, allá ellos.
- Resumen:
- Roland ignora a los enanos y busca a Charles con su lista mágica. De paso mira también sus últimas acciones para ver si averigua algo chulo.
Santa Santa no mi - Nivel 30: Al igual que Santa, puede sacarse de la manga la lista de buenos y malos, la cual viene integrada en una pequeña tablet. En ella pueden aparecer los nombres de todas las personas del mundo; los que han sido buenos están escritos en verde y los que han sido malos, en rojo. Roland puede buscar el nombre que desee y ver sus acciones en el último año.
Raion
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Con Braud levantando la góndola sobre sus hombros, Raion logró hacer un apaño para volver a engancharla sin perder demasiado tiempo. Gracias a eso ambos pudieron volver al interior de la misma y, ahora sí, iniciar el ascenso. Este fue más cómodo de lo que el mink esperaba, pues pese a los vientos que lo azotaban el vehículo se mantuvo estable y avanzando a una velocidad uniforme y más que aceptable sin dar en ningún momento la más mínima sensación de inseguridad. Se notaba que quien la hubiera construido lo había hecho teniendo en cuenta a la perfección el tipo de clima de aquella isla y las fuerzas que la góndola iba a tener que soportar. Resultaba un trabajo francamente admirable.
Llegado un punto atravesaron las nubes, quedando por encima de las mismas y libres de la ventisca que en aquellos momentos desataba sus inclemencias sobre las faldas de las montañas. Al frente, de hecho, comenzó a verse la silueta de la más grande entre las montañas cilíndricas, en cuya cima se encontraba el antiguo castillo real, ahora abandonado. El lugar donde, supuestamente, habían formado su base los asaltantes de aquel país. Aquellas personas responsables de los ataques sufridos por el mismo, de la situación de caos que reinaba en Drum aquellos días y de la construcción de esa extraña bestia de cerámica con cámaras en lugar de ojos cuya función no terminaba de comprender el león.
Cuando ya estaban razonablemente cerca el cazarrecompensas pudo ver la figura de un hombre y, ayudado, por su dominio de las corrientes de aire, escuchar a lo lejos varias voces. Intentó entender lo que decían para averiguar si se trataba de amigos o enemigos y, en caso de que se tratara de esta última opción, enterarse de qué se proponían. Parecían querer detener el sistema, cosa que lograron con inusitada rapidez. Acto seguido un tipo comenzó a apuntar hacia el gancho de la góndola con un extraño cañón. El león consciente del peligro que aquello suponía, se dispuso a hacer algo. Sabía que era el único de los dos que podía llegar con facilidad a la cima desde allí y que Braud se encontraba desprotegido en esa situación, por lo que era su trabajo resolverla. Así que rápidamente apuntó y lanzó dos poderosas ráfagas de viento cortante hacia el cañón y su portador para impedir el disparo, y acto seguido se lanzó a toda velocidad hacia la cima de la montaña en su forma elemental.
Si su viento había logrado detener al tirador se dirigiría a los mandos de la góndola para ponerla nuevamente en marcha y permitir el desembarco de Braud, y si no lo había hecho lo enfrentaría, dispuesto a impedir que hiciera que su amigo se despeñara desde aquella altura.
Llegado un punto atravesaron las nubes, quedando por encima de las mismas y libres de la ventisca que en aquellos momentos desataba sus inclemencias sobre las faldas de las montañas. Al frente, de hecho, comenzó a verse la silueta de la más grande entre las montañas cilíndricas, en cuya cima se encontraba el antiguo castillo real, ahora abandonado. El lugar donde, supuestamente, habían formado su base los asaltantes de aquel país. Aquellas personas responsables de los ataques sufridos por el mismo, de la situación de caos que reinaba en Drum aquellos días y de la construcción de esa extraña bestia de cerámica con cámaras en lugar de ojos cuya función no terminaba de comprender el león.
Cuando ya estaban razonablemente cerca el cazarrecompensas pudo ver la figura de un hombre y, ayudado, por su dominio de las corrientes de aire, escuchar a lo lejos varias voces. Intentó entender lo que decían para averiguar si se trataba de amigos o enemigos y, en caso de que se tratara de esta última opción, enterarse de qué se proponían. Parecían querer detener el sistema, cosa que lograron con inusitada rapidez. Acto seguido un tipo comenzó a apuntar hacia el gancho de la góndola con un extraño cañón. El león consciente del peligro que aquello suponía, se dispuso a hacer algo. Sabía que era el único de los dos que podía llegar con facilidad a la cima desde allí y que Braud se encontraba desprotegido en esa situación, por lo que era su trabajo resolverla. Así que rápidamente apuntó y lanzó dos poderosas ráfagas de viento cortante hacia el cañón y su portador para impedir el disparo, y acto seguido se lanzó a toda velocidad hacia la cima de la montaña en su forma elemental.
Si su viento había logrado detener al tirador se dirigiría a los mandos de la góndola para ponerla nuevamente en marcha y permitir el desembarco de Braud, y si no lo había hecho lo enfrentaría, dispuesto a impedir que hiciera que su amigo se despeñara desde aquella altura.
- Resumen:
- Tratar de escuchar mejor lo que dicen las voces manipulando el viento, intentar destruir el cañón y acabar con su portador y después dirigirse a la cima a rematar la faena o a poner en marcha la góndola de nuevo.
No habían terminado de recorrer el corredor cuando, en otra de las estancias, visible por la ventana, pudieron divisar a Kohaku peleando con algo que tenía una apariencia similar a la del cazador, misma armadura… Pero de color granate. Echando la vista atrás a la estalactita falsa, posiblemente fuera de arcilla. Y había otra persona más, con una capa quitada y un rostro familiar. Pero solo por lógica y con el tiempo que les había tomado llegar hasta ese lugar, no podía ser la misma persona. Menos con esa tormenta y algún que otro bicho zombie suelto. Lo que era seguro era que esa no debía ser la princesa, si le estaba copiando o no la cara a la de verdad era otro tema que no le incumbía ni le interesaba a la albina. Aunque, por otro lado, tenía cuentas pendientes relacionadas con esa persona si era responsable de lo del puto conejo.
Abi pareció pensar en lo mismo, o por lo menos barajó la idea de disparar a la figura desde la ventana quizás por como miraba por la ventana. Pero supuso que alguien tan buenaza no usaría esos medios. Y, si querían respuesta, ella tampoco para su pesar. Así, tras soltar un bufido se aseguró de seguir a la rubia apretando el paso hasta dar con su siguiente obstáculo. Una puerta que no tuvo tanta suerte como su objetivo principal. La caridad de Abi era nula cuando se trataba de cosas materiales. La beata avisó de sus intenciones a la albina y su mini seta para que quedaran detrás de ella pues iba a disparar.
—¿Quieres algo de empuje extra? La puerta debe ser vieja —comentó la albina, tomando dos de sus Katanas, una en cada mano. No era ambidiestra, así que no podría propiciar la misma potencia con ambos cortes al aire con la izquierda que con la derecha, de todos modos, esperaba que con la distancia dejada fuera suficiente. Al contrario de Abi que buscaba el centro, sus tajos irían a los flancos, buscando las bisagras, primero de un lado y luego del otro. Moviéndose para eso desde detrás de su compañera, primero al lado de la derecha y luego al de la izquierda. Después envainaría la espada de su siniestra y miraría a Abi con una sonrisa fiera. Sus ojos brillaban por la adrenalina del momento, aunque fuera poca.
—Sí, creo que era algo del estilo —comentó con camaradería a la rubia, poniéndose a su altura—. ¿Sabes? El chiste ha sido horrible, pero me ha gustado. No estás tan mal como pensaba cuando me dejó colgada el pajarraco —diría, una muestra de apreció en cierto modo. Hazel era alguien complicado después de todo así que viniendo de ella era mucho—. Pero dejemos la charla para luego…
Sus ojos escudriñaron entre el humo de la explosión, esperando que la puerta se abriera. Tal vez hubiera sido mejor probar primero a abrir la puerta, lo mismo ni estaba cerrada, o quizás ni había caído al suelo, pero de haber sido reventada por la explosión pronto se encontrarían con Kohaku y Theresa.
Abi pareció pensar en lo mismo, o por lo menos barajó la idea de disparar a la figura desde la ventana quizás por como miraba por la ventana. Pero supuso que alguien tan buenaza no usaría esos medios. Y, si querían respuesta, ella tampoco para su pesar. Así, tras soltar un bufido se aseguró de seguir a la rubia apretando el paso hasta dar con su siguiente obstáculo. Una puerta que no tuvo tanta suerte como su objetivo principal. La caridad de Abi era nula cuando se trataba de cosas materiales. La beata avisó de sus intenciones a la albina y su mini seta para que quedaran detrás de ella pues iba a disparar.
—¿Quieres algo de empuje extra? La puerta debe ser vieja —comentó la albina, tomando dos de sus Katanas, una en cada mano. No era ambidiestra, así que no podría propiciar la misma potencia con ambos cortes al aire con la izquierda que con la derecha, de todos modos, esperaba que con la distancia dejada fuera suficiente. Al contrario de Abi que buscaba el centro, sus tajos irían a los flancos, buscando las bisagras, primero de un lado y luego del otro. Moviéndose para eso desde detrás de su compañera, primero al lado de la derecha y luego al de la izquierda. Después envainaría la espada de su siniestra y miraría a Abi con una sonrisa fiera. Sus ojos brillaban por la adrenalina del momento, aunque fuera poca.
—Sí, creo que era algo del estilo —comentó con camaradería a la rubia, poniéndose a su altura—. ¿Sabes? El chiste ha sido horrible, pero me ha gustado. No estás tan mal como pensaba cuando me dejó colgada el pajarraco —diría, una muestra de apreció en cierto modo. Hazel era alguien complicado después de todo así que viniendo de ella era mucho—. Pero dejemos la charla para luego…
Sus ojos escudriñaron entre el humo de la explosión, esperando que la puerta se abriera. Tal vez hubiera sido mejor probar primero a abrir la puerta, lo mismo ni estaba cerrada, o quizás ni había caído al suelo, pero de haber sido reventada por la explosión pronto se encontrarían con Kohaku y Theresa.
- Resumen:
- Ir con Abi, quedarse por detrás de ella y la explosión, con la seta y lanzar cuatro ondas cortantes (dos a un lado y dos a otro) para intentar reventar las bisagras de las puertas ayudando a Abi, porque probar a abrir las puertas es muy aburrido.
Bizvan
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Identificar a los dobles salió bien para el marine. Uno podría pensar que estaba siendo un poco exagerado con todas las variantes utilizadas en su intento por determinar quienes eran los impostores, y probablemente esto mismo fue lo que provocó que los enemigos notaran de inmediato el instante en el cual fueron descubiertos.
Bizvan sabía que cometió un error al no mostrar la más mínima disimulación al buscar al impostor. Puede que si hubiera actuado de una manera más cuidadosa, hacerse cargo de los dobles no habría terminado de manera tan acelerada.
No había nada que hacer ahora, el espadachín solo podía estar agradecido de que la situación no se hubiese tornado en una toma de rehenes o que el enemigo dirigiera sus ataques hacia los prisioneros y en su lugar uno decidiera intentar huir y el otro atacar al moreno.
Ante las acciones enemigas, los esqueletos reaccionaron tal y como habían practicado con Bizvan. Zero, Descarte, Lisa y Tristana se colocaron frente a los civiles con sus armas desenvainadas con clara intención de protegerlos. Por otra parte Antonio y Brian se desplazaron a los costados para tener una mejor visión del enemigo, para luego tomar posición de tiro con sus rifles y disparar contra el hombre que intentaba escapar.
Bizvan esbozó una ligera sonrisa al escuchar a sus pequeños, sin embargo las habilidades de estos aún no eran las suficientes para confiar en que serían capaz de acertar los disparos sin ayuda de la suerte.
Con una orden mental, el marine activó su brazalete para desplegar su armadura de color blanco puro, con un un zafiro incrustado en el pecho y una pequeña capa roja en el brazo derecho. La combinación de sus reflejos y el Kai deberían ser suficientes para permitirle activar la armadura antes de la ignición del arma, pero no había forma de garantizar esto. Si las balas impactaran en su cuerpo o en la armadura, no cambiaría su intención de activar el sistema de propulsión de la armadura.
Su plan era canalizar su energía para imbuir ambos puños en electricidad. Aprovechando el impulso y su fuerza, sujetará al hombre del arma del rostro, para luego descargar la electricidad de sus mano izquierda en el cuerpo de su enemigo en un intento por dejarlo inconsciente, más sin embargo no se detendría. Utilizando todos sus fuerzas y los impulsos de su armadura trataría de arrastrar al enemigo e intentar alcanzar al otro.
Si lograba alcanzarlo, utilizaría su otra mano para de igual forma darle una descarga eléctrica. Si ese no fuera el caso, lanzaría sus “dagas taser” para intentar dejarlo dormido.
Bizvan sabía que cometió un error al no mostrar la más mínima disimulación al buscar al impostor. Puede que si hubiera actuado de una manera más cuidadosa, hacerse cargo de los dobles no habría terminado de manera tan acelerada.
No había nada que hacer ahora, el espadachín solo podía estar agradecido de que la situación no se hubiese tornado en una toma de rehenes o que el enemigo dirigiera sus ataques hacia los prisioneros y en su lugar uno decidiera intentar huir y el otro atacar al moreno.
Ante las acciones enemigas, los esqueletos reaccionaron tal y como habían practicado con Bizvan. Zero, Descarte, Lisa y Tristana se colocaron frente a los civiles con sus armas desenvainadas con clara intención de protegerlos. Por otra parte Antonio y Brian se desplazaron a los costados para tener una mejor visión del enemigo, para luego tomar posición de tiro con sus rifles y disparar contra el hombre que intentaba escapar.
Bizvan esbozó una ligera sonrisa al escuchar a sus pequeños, sin embargo las habilidades de estos aún no eran las suficientes para confiar en que serían capaz de acertar los disparos sin ayuda de la suerte.
Con una orden mental, el marine activó su brazalete para desplegar su armadura de color blanco puro, con un un zafiro incrustado en el pecho y una pequeña capa roja en el brazo derecho. La combinación de sus reflejos y el Kai deberían ser suficientes para permitirle activar la armadura antes de la ignición del arma, pero no había forma de garantizar esto. Si las balas impactaran en su cuerpo o en la armadura, no cambiaría su intención de activar el sistema de propulsión de la armadura.
Su plan era canalizar su energía para imbuir ambos puños en electricidad. Aprovechando el impulso y su fuerza, sujetará al hombre del arma del rostro, para luego descargar la electricidad de sus mano izquierda en el cuerpo de su enemigo en un intento por dejarlo inconsciente, más sin embargo no se detendría. Utilizando todos sus fuerzas y los impulsos de su armadura trataría de arrastrar al enemigo e intentar alcanzar al otro.
Si lograba alcanzarlo, utilizaría su otra mano para de igual forma darle una descarga eléctrica. Si ese no fuera el caso, lanzaría sus “dagas taser” para intentar dejarlo dormido.
- Resumen:
- Segundo turno con mantra y Kai activado.
Activar su armadura de caballero sin nombre.
Utilizar el sistema de impulsos de la armadura contra los hombres.
Canalizar electricidad en ambas manos para intentar dejar inconsciente a los enemigos tocandolos o con sus dagas taser.- Usado:
- Nombre de la técnica: Dagas taser.
Naturaleza de la técnica: Elemental.
Descripción de la técnica: Puede generar dagas con su ámbito eléctrico y lanzarlas como una normal. Si la daga impacta en el enemigo, este recibirá una fuerte descarga que podía dejar inconsciente, paralizado o entumecido dependiendo de los niveles y resistencia que tenga. La potencia de la daga depende el nivel de control del ámbito.
Tiempo de canalización: Un segundo.
Zira
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Recién había vuelto al camarote en medio de la llamada del den den mushi, le costó un poco reintegrarse a la situación de allí, pero al parecer todo iba bien… y el condón humano dando pena como siempre. Se sentía algo preocupada por el capitán, pero por lo que estaba diciendo el tipo por el caracol, Alpha iba a ser atendido, era en parte un alivio, ese joven es la única persona viva por la que Zira siente algo de admiración. Fue entonces que se cortó la llamada del den den mushi, la pirata frunció el ceño confundida, pero de repente llegó la respuesta a su confusión, apareciendo aquel hombre que les estaba hablando. –¡¿Qué carajo?! –Se sorprendió un poco mucho, además apareció a su lado.
En otro caso habría sacado la espada, pero esta vez sabía que el hombre no tenía intenciones hostiles, o al menos eso parecía, se quedaría callada dejando hablar a su capitán. Pero luego cuando se puso a hablar Jace, digamos que le parecía algo tonto con su palabrería, aunque era más el mal humor porque se le escapó el viejo y el encapuchado se lo recordó. No tardó en darle un saque en la nuca con su palma. –Cierra tu bocaza, que no estamos en posición de hacernos los chulos, condón. –Y no se reservó lo que tenía dentro, se enfocaría en el rubio dejando de lado a Jace. –Le quité las armas a tus soldados muertos, ¿Las quieres de vuelta? –Le preguntaría con algo de seriedad mientras miraba de reojo el lugar donde masacró al último ninja. –Soy Zira por cierto. –Agregó de brazos cruzados para no decir mucho más.
Fue en ese momento que se enfocaría en la llamada de Albert al capitán, menuda noticia trajo el lancero, Zira no desaprovechó el momento para decirle unas palabras al den den mushi con el tono algo elevado. –Cuando volvamos te reto a otra pelea, grandote. –Le dijo con una sonrisa ligeramente maliciosa, tenía ganas de una revancha con ese tipo.
Luego se enfocó otra vez en Frenad, ¿Qué era el momento de hacerle preguntas? Zira tenía un par… y el capitán se las sacó de la boca, bueno, no quería perder su oportunidad de preguntarle algo. Se acercó un poco más a él. –Solo tengo una pregunta, es lo único que necesito que sea respondida para saber que clase de hombre eres. –Lo miró a los ojos desde su posición inferior brindada por su estatura. –¿Culos o tetas? –Y nada más, parecería una tontería pero Zira se mostraba muy seria.
En otro caso habría sacado la espada, pero esta vez sabía que el hombre no tenía intenciones hostiles, o al menos eso parecía, se quedaría callada dejando hablar a su capitán. Pero luego cuando se puso a hablar Jace, digamos que le parecía algo tonto con su palabrería, aunque era más el mal humor porque se le escapó el viejo y el encapuchado se lo recordó. No tardó en darle un saque en la nuca con su palma. –Cierra tu bocaza, que no estamos en posición de hacernos los chulos, condón. –Y no se reservó lo que tenía dentro, se enfocaría en el rubio dejando de lado a Jace. –Le quité las armas a tus soldados muertos, ¿Las quieres de vuelta? –Le preguntaría con algo de seriedad mientras miraba de reojo el lugar donde masacró al último ninja. –Soy Zira por cierto. –Agregó de brazos cruzados para no decir mucho más.
Fue en ese momento que se enfocaría en la llamada de Albert al capitán, menuda noticia trajo el lancero, Zira no desaprovechó el momento para decirle unas palabras al den den mushi con el tono algo elevado. –Cuando volvamos te reto a otra pelea, grandote. –Le dijo con una sonrisa ligeramente maliciosa, tenía ganas de una revancha con ese tipo.
Luego se enfocó otra vez en Frenad, ¿Qué era el momento de hacerle preguntas? Zira tenía un par… y el capitán se las sacó de la boca, bueno, no quería perder su oportunidad de preguntarle algo. Se acercó un poco más a él. –Solo tengo una pregunta, es lo único que necesito que sea respondida para saber que clase de hombre eres. –Lo miró a los ojos desde su posición inferior brindada por su estatura. –¿Culos o tetas? –Y nada más, parecería una tontería pero Zira se mostraba muy seria.
- Resumen:
- -Se mantiene atenta a lo que se habla en el den den mushi.
-Se asusta un poco con la aparición de Frenad.
-Le dio un golpe a mano abierta en la nuca a Jace.
-Le preguntó a Frenad si quería las armas de sus hombres de vuelta.
-Lanzó unas palabras a Albert desde el den den mushi.
-Le hizo una única y simple pregunta a Frenad.
Jace eigner
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El hombre habría llegado a cubierta trayendo todo tipo de consecuencias y dudas, más un palmetazo me llegaría de Zira la cual aún tenía las hormonas desalineadas al parecer –Mierda Alpha controla a la tabla de planchar ¿Si? – expresaría continuando con lo que ya habría narrado con anterioridad hace un tiempo, para posicionarnos en los pasillos de la nave.
Sería entonces donde el tipejo me respondería con un “Nunca viste arriba” a mi pregunta, cosa que me pondría en duda de donde llego a este lugar más que nunca, después de todo no sabía sus habilidades y poder volar era algo que ya no se le hacía tan raro suponiendo que Alpha podía subir la temperatura del ambiente como lo hizo antes a voluntad, fuese como fuese, llegaríamos a una habitación para yo por mi parte proseguir con mis preguntas indiscretas al viejo que tenía delante mío, recibiendo por lo menos de parte de este una actitud positiva –Bueno espero sea así- Comentaría viendo que ahora llegaba el capitán mientras contestaba el denden –¿A pasado algo?- Diría viéndolo con una mirada de extrañado, después de todo ese denden mushi que yo supiera solo tenía el contacto de la base.
Sabría que eran buenas noticias en cuanto Alpha pego su buena carcajada.
- ¿Qué clase de chiste te contaron? – Expresaría sin entender del todo, porque por supuesto siempre mi persona fue mala recibiendo chistes. Sería entonces donde el viejo interrumpiría diciéndonos que hiciéramos todas las preguntas que quisiésemos cosa que aprovecharía para inmediatamente, ir al cabo suelto, dado que mi capitán ya iría preguntando sus dudas (al igual que zira haría sus estupideces).
Abriría los brazos e inhalaría para para luego exhalar y decir –Bueno mientras vamos a tu base me convendría saber ¿Con cuántos hombres contamos? ¿Hay algún inconveniente en esta invasión hasta el momento? Ah y quiero que digas de que eres capaz junto a tus mejores hombres… Después de todo si son tan fuertes como para invadir aquí supongo deben tener alguna habilidad que pueda ayudar con las nuestras… ¿No capitán? -
Haría hincapié mirando a nuestro líder el cual era dueño de una fruta del diablo, bastante poderosa, pero que también podía dañar a nuestros aliados, por lo que deberíamos saber dónde nos estábamos metiendo –Con respecto a esto estimo conveniente que, si nos muestras eso, digamos de, que somos capaces también. – Finalizaría sobre poniendo siempre mi verdadera cara la fría y calculadora.
Sería entonces donde el tipejo me respondería con un “Nunca viste arriba” a mi pregunta, cosa que me pondría en duda de donde llego a este lugar más que nunca, después de todo no sabía sus habilidades y poder volar era algo que ya no se le hacía tan raro suponiendo que Alpha podía subir la temperatura del ambiente como lo hizo antes a voluntad, fuese como fuese, llegaríamos a una habitación para yo por mi parte proseguir con mis preguntas indiscretas al viejo que tenía delante mío, recibiendo por lo menos de parte de este una actitud positiva –Bueno espero sea así- Comentaría viendo que ahora llegaba el capitán mientras contestaba el denden –¿A pasado algo?- Diría viéndolo con una mirada de extrañado, después de todo ese denden mushi que yo supiera solo tenía el contacto de la base.
Sabría que eran buenas noticias en cuanto Alpha pego su buena carcajada.
- ¿Qué clase de chiste te contaron? – Expresaría sin entender del todo, porque por supuesto siempre mi persona fue mala recibiendo chistes. Sería entonces donde el viejo interrumpiría diciéndonos que hiciéramos todas las preguntas que quisiésemos cosa que aprovecharía para inmediatamente, ir al cabo suelto, dado que mi capitán ya iría preguntando sus dudas (al igual que zira haría sus estupideces).
Abriría los brazos e inhalaría para para luego exhalar y decir –Bueno mientras vamos a tu base me convendría saber ¿Con cuántos hombres contamos? ¿Hay algún inconveniente en esta invasión hasta el momento? Ah y quiero que digas de que eres capaz junto a tus mejores hombres… Después de todo si son tan fuertes como para invadir aquí supongo deben tener alguna habilidad que pueda ayudar con las nuestras… ¿No capitán? -
Haría hincapié mirando a nuestro líder el cual era dueño de una fruta del diablo, bastante poderosa, pero que también podía dañar a nuestros aliados, por lo que deberíamos saber dónde nos estábamos metiendo –Con respecto a esto estimo conveniente que, si nos muestras eso, digamos de, que somos capaces también. – Finalizaría sobre poniendo siempre mi verdadera cara la fría y calculadora.
- Acciones:
- -Reaccionar (en cubierta aun) al ataque de zira
-En los pasillos adelántanos a zira y freites haria la pregunta de como llego y una vez adentro de la habitación sin que lleguen me respondería el viejo
- Una vez respondiendo llegaría freites respondiendo el mushi
-Y ahí me dedicaría a preguntar al viejo varias cosas.
Normas del capítulo:
Moderación
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
- Abi, Hazel y Kohaku:
- Con los esfuerzos conjuntos de ambas no os cuesta mucho echar la puerta abajo, era grande y pesada, pero vieja, así que a pesar de estar cerrada no ofrece mucha resistencia. Las hojas caen al suelo con un gran estruendo, levantando viento y polvo.
Kohaku, las ondas cortantes atraviesan a tu oponente, cortándolo en cuatro trozos, los cuales caen al suelo sin ofrecer resistencia. Ahora que está en cachos tan pequeños no parece que ninguno se mueva y no presenta una amenaza. Por otro lado, las puertas que tienes a las espaldas se desploman, revelando a Kohaku y a Hazel. Avanzas a toda velocidad a la princesa, la cual te mira con ojos sorprendidos un instante antes de que tu acero encuentre su carne. Se mueve, pero tus hojas le hacen un profundo corte en el cuello, el cual empieza a sangrar rápidamente.
Se tambalea, las figuras que estaban emergiendo se detienen y se quedan quietas, por un momento el tiempo se congela. Todos podéis ver cómo la mitad de su rostro se desmorona en una cáscara, bajo este hay una persona completamente diferente, un hombre para ser más exactos. Su cara es de desesperación mientras la vida abandona su cuerpo, mientras que la otra mitad, la de la máscara posee una amplia sonrisa de euforia. Da un paso a un lado, luego a otro sin poder pronunciar palabra alguna. Tras eso tropieza con uno de los muretes que os separan de la caída y se precipita a la oscuridad del vacío.
Es en ese momento cuando, si alguien lleva un den den mushi, este empieza a sonar. Si contestais os informarán que se ha realizado una llamada desde palacio. Retirada de todos los efectivos inmediata. Se os darán las explicaciones pertinentes en la ciudad.
- Roland:
- Pues, por partes. El nombre de Charles Álgerie aparece en rojo, en muy rojo si es posible. De todas formas según ves en la lista comienza con alguna que otra suplantación de identidad y asesinato, nada del otro mundo. Las malas acciones están espaciadas por meses y, de hecho podrías decir por lo que pone en la lista que es alguien bastante educado y considerado durante amplios espacios de tiempo. De todas formas todo cambió hace unos meses, en el momento en el que ves “Afiliación a banda Pirata”. Es a partir de ese momento que puedes ver que los casos de secuestro, asesinato y suplantación se repiten hasta pocos días antes de que llegáseis, todo esto coronado con “Conspiración contra un país”. Las acciones más recientes que se consideran buenas o malas y que podrían delatar su posición son “Esconderse en las montañas y preparar trampas para curiosos” aparte de eso está destacado “Espionaje e investigación de individuos interesantes”. De todas formas, sea lo que sea lo que está haciendo ahora no parece que delate en tu lista su posición.
Pero vayamos a lo que nos importa. Si puedes ponerle turbo a la moto será mejor que lo hagas, por ahora la única salida que quedó es aquella por la que entraste. Y tras ver por el rabillo del ojo el fogonazo que ha pegado esa cosa al entrar en contacto con el fuego puedes esperar que la deflagración te alcance si no te das prisa.
A todo esto, si tienes un den den mushi, este empieza a sonar. Si contestas te informarán que se ha realizado una llamada desde palacio. Retirada de todos los efectivos inmediata. Se te dará las explicaciones pertinentes en la ciudad.
- Braud y Raion:
- La verdad es que la resistencia que Raion encuentra no es muy grande. Las ondas de viento dejan fuera de combate al hombre del cañón y el disparo sale en dirección al cielo, lejos de cualquier lugar que pueda presentar un peligro. Al llegar se pueden ver a media docena de personas con gruesos abrigos que impiden distinguir rasgos que identifiquen su banda. Están bastante alterados y las voces que le llegan al león dan a entender que, básicamente, no les habían dicho nada de que alguien así pudiera llegar. Otros dicen de recoger las cosas y largarse, y otros proponen que lo dejen todo ahí y escapen. No están precisamente organizados y entre unas cosas y otras nadie se interpone en el camino del cazarrecopensas para llegar a los paneles de mando. Estos son idénticos a los de la cabina, así que no te cuesta nada traer a Braud a una posición segura.
Pero ahora os encontráis ante algo inesperado. Parece que esas personas tenían montado un pequeño campamento en la cima, en el centro de este hay una gran máquina, la cual parece tener un montón de luces y teclas. Una pantalla que muestra un rostro familiar… el de Kohaku, cortando a alguien parecido a la princesa. Pero eso no es todo, el aparato está conectado a un generador de gasolina y posee una serie de antenas que están girando. Toda la parafernalia es bastante grande, por lo que se entiende que nadie la haya subido por los túneles y necesitasen el teleférico para llevarla hasta ahí. Una cosa está clara, esos individuos parecen haberse puesto de acuerdo en que tienen que escapar, quizás si os encargáis de lo que sea que está haciendo esa máquina no lleguéis a detenerlos a todos.
- Freites, Jace y Zira:
- Espera tranquilamente a que Alpha termine la llamada, ignorando educadamente el hecho de que haya pronunciado varias veces mal su nombre, cosa de la pronunciación, pensaría. Y tras eso llegó el aluvión de preguntas.
Eh eh eh… tranquilos. - Dice poniendo los brazos como intentando pararlas físicamente. - Muchas preguntas a la vez. Vamos de uno en uno si no os importa, sólo tengo una boca, pero tenemos tiempo. Lady Payne es nuestra señora de flota, aquella a quien hemos jurado lealtad. Es curioso, apareció un día y comenzó a hacer pruebas para reunir tripulaciones pirata. Todos pensarían que tantas tripulaciones se llevarían mal, pero posee un encanto y un carisma que nos ha unido bajo su bandera. Ella es miembro de una tripulación más grande todavía, los piratas Keppler, los cuales ahora están llevando una operación por varias islas importantes del mundo. Su objetivo final sólo lo conocen ellos, pero nos basta con la promesa de que, por lo menos, Sakura, será una isla para nosotros, sin la presión del gobierno. Como Jaya, pero sin tanto cretino. - Descansa un poco la voz y os deja un tiempo para que asimiléis la información. Tras eso se vuelve a Jace. - Puedo responder a eso joven, pero promero, lo vas a ver dentro de poco y segundo ¿Confiarías tu espalda a alguien que confiesa toda su capacidad al primero que pregunta? He estado en este mundo mucho tiempo, no me importa que aquellos con los que trabajo guarden secretos, todos tenemos. En cuanto a los inconvenientes… supongo que lo podéis comprobar, Sakura no es una nación muy grande, pero tienen un ejército organizado y cuentan con la ventaja del terreno. Además cuentan con el apoyo del gobierno, sus refuerzos han tardado poco en llegar y seguramente lleguen más. Si apresuramos una invasión no sólo sufriríamos bajas, sino que la isla pasaría de ser nuestra fortaleza a nuestra prisión. No subestimes el clima invernal… ni los culos.
- Bizvan y Liam:
- El hombre de la pistola esquiva tu mano y te dispara atravesando el pecho y mueres. No. Es un humano normal y corriente, la pistola es normal y corriente. Las balas se aplastan contra el metal y caen al suelo de forma inofensiva, el hombre mira atónito antes de que atenaces su cabeza con tu mano. La descarga basta para dejarlo inconsciente, pero no bastando con eso lo lanzas con todas tus fuerzas. Sale disparado como una bala de cañón y escuchas cómo sus vértebras se separan dentro de su cuello. El otro ha recibido un par de disparos y está tambaleándose, pero cuando parece que vuelve a levantarse el cadáver de su compañero choca contra él a una velocidad absurda. Decir que las escena es sangrienta es decir poco, no sabes dónde empieza uno y acaba otro, la caja torácica del que huía ha quedado reventada, algún que otro brazo o pierna han salido volando, sus entrañas se han desparramado y el pobre al que agarraste primero le cuelga la cabeza, estirada de forma antinatural con la piel a punto de romperse, por encima de los hombros. Huele a sangre y a carne quemada, quizás esto es lo que pasa cuando uno usa toda su fuerza contra humanos normales.
Los rehenes han pasado de mirarte como un salvador a verte con el más puro terror. Como un titán entre humanos que temen su ira, piensan seguramente en lo que hubiera pasado si te hubieses confundido. Alguno ha llegado a vomitar en el suelo, crees que algún otro ha llegado a mearse encima. El mayordomo te mira con desconfianza y la presencia cercana de los esqueletos no termina de calmarlos.
A todo esto, si tienes un den den mushi, este empieza a sonar. Si contestas te informarán que se ha realizado una llamada desde palacio. Retirada de todos los efectivos inmediata. Se te dará las explicaciones pertinentes en la ciudad.
- El trío de la ciudadela:
- La armadura termina de descargar su golpe y una de las paredes que contenían la sustancia negra se desploma, vertiendo parte de su contenido. Es denso, pero se va extendiendo poco a poco por la sala, no parece precisamente caliente, pero si lo usan para amenazar a alguien con meterlo ahí será por algo. Ashlyn está “a salvo” en lo alto, manteniendo a la princesa del piano a raya.
En cuanto a la armadura, esta se ve envuelta en la sustancia extraña, lo cual parece que está dificultando sus movimientos. Omega, el escudo te golpea de plano, que no es el peor de los casos, quitándote el aliento con el impacto. Tanto John como tú ahora estáis en la zona más baja y esa sustancia negra se acerca poco a poco, no sé si queréis saber lo que ocurrirá si llega a vosotros.
- ¡Idiota! ¿Es que acaso no ves que ella es la impostora? - Dice la princesa que estaba enjaulada, señalando a la que está con Ashlyn. - Sólo mira lo que está haciendo.
En efecto la princesa del piano ha sacado una pistola, como si no le importase que le disparen y ha disparado a una de las antorchas que iluminan la estancia, la bala golpea su pedestal y esta se balancea lentamente hasta que comienza a caer hacia la sustancia negra.
- ¡Tenemos que salir de aquí ahora! - La verdad es que tanto sus palabras como su presencia indican que siente terror y no tiene intenciones hostiles.
Kohaku Sato
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La proyección de su ataque logró cortar el cuerpo de cerámica de su primer contrincante, que cayó al suelo en pequeños trozos inertes y sin vida, mientras que las metálicas hojas de sus espadas, en cuanto entraron en contacto directo con la princesa, atravesaron su carne y acabaron con su vida. Su presa había desaparecido, mas eso no hizo que se calmara en absoluto.
Su ataque le había manchado aún mas de sangre, y su simple hedor hacía que se sintiera más y más perdido dentro de sí. Solo era él y lo que lo rodeaba, sin consciencia misma de lo que estaba bien y lo que estaba mal. Entonces, una explosión. La puerta de entrada a aquella terraza había sido echada abajo. Allí había dos personas que conocía, pero era algo irrelevante en el estado en el que se encontraba.
Una de ellas dijo algo, pero tan solo recibió una fría y colérica mirada del cazador, que se abalanzó sobre la primera de ellas con su espada en ristre. Daba un golpe tras otro, pero eran eficazmente esquivados. Y cuando quiso darse cuenta, una extraña masa envolvente recorría su cuerpo y le inmovilizaba. Entonces, oscuridad.
Cuando despertó estaba sobre una camilla, sin la parte superior de su armadura y con un fuerte dolor de cabeza. Se levantó y se quedó sentado al borde, mirando al suelo tratando de recordar que había pasado. Veía sangre, y como la cabeza de su enemigo había sido cortada de cuajo. «Otra vez no…», pensó.
Se levantó y salió de aquella sala, topándose con sus compañeras.
—¿Estáis bien? —les preguntó, tragando saliva justo después. Estaba nervioso y en su mirada podía verse una mezcla de terror e impotencia. Una vez recibió una respuesta continuó hablando: —Os pido disculpas por la situación, y os doy las gracias por detenerme sin daños. Ahora bien, ¿hacia donde nos dirigimos? —inquirió de nuevo.
Su ataque le había manchado aún mas de sangre, y su simple hedor hacía que se sintiera más y más perdido dentro de sí. Solo era él y lo que lo rodeaba, sin consciencia misma de lo que estaba bien y lo que estaba mal. Entonces, una explosión. La puerta de entrada a aquella terraza había sido echada abajo. Allí había dos personas que conocía, pero era algo irrelevante en el estado en el que se encontraba.
Una de ellas dijo algo, pero tan solo recibió una fría y colérica mirada del cazador, que se abalanzó sobre la primera de ellas con su espada en ristre. Daba un golpe tras otro, pero eran eficazmente esquivados. Y cuando quiso darse cuenta, una extraña masa envolvente recorría su cuerpo y le inmovilizaba. Entonces, oscuridad.
* * *
Cuando despertó estaba sobre una camilla, sin la parte superior de su armadura y con un fuerte dolor de cabeza. Se levantó y se quedó sentado al borde, mirando al suelo tratando de recordar que había pasado. Veía sangre, y como la cabeza de su enemigo había sido cortada de cuajo. «Otra vez no…», pensó.
Se levantó y salió de aquella sala, topándose con sus compañeras.
—¿Estáis bien? —les preguntó, tragando saliva justo después. Estaba nervioso y en su mirada podía verse una mezcla de terror e impotencia. Una vez recibió una respuesta continuó hablando: —Os pido disculpas por la situación, y os doy las gracias por detenerme sin daños. Ahora bien, ¿hacia donde nos dirigimos? —inquirió de nuevo.
- Resumen:
- Narrar cosas + dejar que Abby me aprisione + quedar inconsciente + despertar y hablar
Roland von Klauswitz
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El tal Charles tenía que ser un hijo de puta de cuidado. Su nombre aparecía en la lista con un rojo tan intenso que parecía abofetear los ojos de Roland, y el historial de cabronadas a su nombre era aún más grande que el suyo propio. El tío había conspirado contra el país entero, aunque no aparecían muchos detalles. Supuso que la lista consideraba que no había muchas excusas válidas para ese tipo de canallada. Y eso que ni siquiera era lo peor que había hecho, afortunadamente. De hecho, era toda una suerte que el pirata fuese tan exageradamente criminal. Si capturase a una amable ancianita nadie le pagaría por ella. Lo que necesitaba era el pellejo del mismísimo diablo, que seguro que se pagaba a un buen precio.
Cuando terminó de leer se fijó de nuevo en los enanos. Estaban a punto de darle de comer un poco de fuego a tanto aceite, lo cual supuso el pistoletazo de salida para Roland. Dejó que la Black Rodolfus alcanzara su máxima velocidad por el túnel de vuelta al exterior. Total, tampoco podía ir a ningún sitio más. ¿Qué se suponía que debía hacer?
Un enorme petardazo respondió a su pregunta. "Huir cagando leches", parecía decir. Una monstruosa llamarada se abrió paso por el túnel, calcinando la roca y engullendo todo a su paso. Roland sintió su calor y no quiso probar nada más. Aceleró hasta el límite tratando de dejarla atrás, y por si acaso activó los cohetes traseros. La moto prácticamente escapó a su control, pero al menos no era un camino complicado el que tenía que seguir. Dejó que su instinto de piloto tomara el control y le salvara el culo de la ola de fuego que trataba de arrancárselo.
Salió de la mina como una bala, dejando que su poder hiciera volar al vehículo. El aire fresco le sentó como un bálsamo después de tanto tiempo bajo tierra. Ya echaba de menos poder tirarse pedos sin eco.
Un ruidito que no reconoció empezó a molestarle. Resultó ser el caracol ese raro que le habían comprado Blitz al poco de llegar. Decía que para estar en contacto por si se iba muy lejos. Roland no tenía ni idea de que sonaba así. Entre eso y lo feo que era se sintió tentado de tirarlo por ahí.
En vez de eso lo descolgó, y una voz de alguien que mandaba le dijo que volviera al castillo. Genial, tanto trote para nada. ¿Ya habría cazado alguien al pirata? O a lo mejor le llamaban solo a él porque tenían más pistas. Fuera como fuese, más le valía darse prisa. Si solo había una presa tendría que ser rápido. Además, cabía la posibilidad de que le hubiese mandado llamar la princesita. A lo mejor se lo había pensado y quería un revolcón. Era otro motivo para darse aire. Roland von Klauswitz nunca hacía esperar a una dama salidorra.
Cuando terminó de leer se fijó de nuevo en los enanos. Estaban a punto de darle de comer un poco de fuego a tanto aceite, lo cual supuso el pistoletazo de salida para Roland. Dejó que la Black Rodolfus alcanzara su máxima velocidad por el túnel de vuelta al exterior. Total, tampoco podía ir a ningún sitio más. ¿Qué se suponía que debía hacer?
Un enorme petardazo respondió a su pregunta. "Huir cagando leches", parecía decir. Una monstruosa llamarada se abrió paso por el túnel, calcinando la roca y engullendo todo a su paso. Roland sintió su calor y no quiso probar nada más. Aceleró hasta el límite tratando de dejarla atrás, y por si acaso activó los cohetes traseros. La moto prácticamente escapó a su control, pero al menos no era un camino complicado el que tenía que seguir. Dejó que su instinto de piloto tomara el control y le salvara el culo de la ola de fuego que trataba de arrancárselo.
Salió de la mina como una bala, dejando que su poder hiciera volar al vehículo. El aire fresco le sentó como un bálsamo después de tanto tiempo bajo tierra. Ya echaba de menos poder tirarse pedos sin eco.
Un ruidito que no reconoció empezó a molestarle. Resultó ser el caracol ese raro que le habían comprado Blitz al poco de llegar. Decía que para estar en contacto por si se iba muy lejos. Roland no tenía ni idea de que sonaba así. Entre eso y lo feo que era se sintió tentado de tirarlo por ahí.
En vez de eso lo descolgó, y una voz de alguien que mandaba le dijo que volviera al castillo. Genial, tanto trote para nada. ¿Ya habría cazado alguien al pirata? O a lo mejor le llamaban solo a él porque tenían más pistas. Fuera como fuese, más le valía darse prisa. Si solo había una presa tendría que ser rápido. Además, cabía la posibilidad de que le hubiese mandado llamar la princesita. A lo mejor se lo había pensado y quería un revolcón. Era otro motivo para darse aire. Roland von Klauswitz nunca hacía esperar a una dama salidorra.
- Resumen:
- De vuelta al palacio, o a donde me diga el caracol.
Freites D. Alpha
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Muchas preguntas que fueron contestadas. Mientras Frenand parlamentaba, Alpha prestaba atención a cada una de sus palabras. Lady Payne resulto ser la líder de la flota pirata encargada del asedio de Sakura. Por la expresión del rubio, se trataba de una mujer que si sabía ganarse a los hombres. Nada mal. Definitivamente el señor de la guerra tenía que conocer a esta dama y, tarde o temprano lo haría.
-Espera un momento… - El pequeño pirata levanto la ceja izquierda. Suzaku voltearía la cabeza y miraría a su dueño con una mirada burlona mientras este se encontraba sobre de ella. Alpha le miro con cara algo consternada. La plumífera solo se limitaba a hacer ruidos de ave que alramente era una gran risa burlona. – ¿Terra Keppler? No esperaba saber de ella tan pronto desde la última vez que la vi. – La súper ave rompe en risa. Alpha simplemente lleva su mano al tabique mientras trata de no reír. –Suficiente, Suzaku. Solo fue una noche de copas. - De pronto la plumífera le entrega el arquebuz que la misma Keppler le entrego la mañana siguiente de haber… bueno, ustedes ya saben. – Conozco a la capitana de tu señora de flota. Seguro se alegrara saber que estoy ayudando a Lady Payne. La lanza de sol fue un regalo por parte de la mismísima Keppler.
Al escuchar el resto, Alpha simplemente le sonrió al rubio. Añadiendo – Eso que me dices que os prometieron suena tanto a mi objetivo. Un reino de piratas, donde la fiesta y la guerra han de ser eternas. Pero ya será otro momento que hablemos de esas cosas. Lo más indicado seria reunirse todos los capitanes piratas junto a Lady Payne e iniciar con la planificación y preparativos para la guerra.
-Espera un momento… - El pequeño pirata levanto la ceja izquierda. Suzaku voltearía la cabeza y miraría a su dueño con una mirada burlona mientras este se encontraba sobre de ella. Alpha le miro con cara algo consternada. La plumífera solo se limitaba a hacer ruidos de ave que alramente era una gran risa burlona. – ¿Terra Keppler? No esperaba saber de ella tan pronto desde la última vez que la vi. – La súper ave rompe en risa. Alpha simplemente lleva su mano al tabique mientras trata de no reír. –Suficiente, Suzaku. Solo fue una noche de copas. - De pronto la plumífera le entrega el arquebuz que la misma Keppler le entrego la mañana siguiente de haber… bueno, ustedes ya saben. – Conozco a la capitana de tu señora de flota. Seguro se alegrara saber que estoy ayudando a Lady Payne. La lanza de sol fue un regalo por parte de la mismísima Keppler.
Al escuchar el resto, Alpha simplemente le sonrió al rubio. Añadiendo – Eso que me dices que os prometieron suena tanto a mi objetivo. Un reino de piratas, donde la fiesta y la guerra han de ser eternas. Pero ya será otro momento que hablemos de esas cosas. Lo más indicado seria reunirse todos los capitanes piratas junto a Lady Payne e iniciar con la planificación y preparativos para la guerra.
- Resumen :
- - Comentar que conozco a Keppler y sugerir que nos reunamos todos los capitanes piratas para iniciar la planificación de ataque.
La puerta cayó en el momento oportuno para no perderse el sangriento espectáculo que suponía ver a su compañero atravesar la garganta de la falsa princesa. Al tambalearse, justo antes de caer, tuvieron ocasión de ver que no se trataba de la princesa, sino de un hombre con una máscara, algo que ya suponía la albina tras la conversación que les había robado tanto tiempo. ¿La única pena? No haber podido captar su rostro para intentar identificarle y, que, si valía dinero, este acababa de volar hacia el vacío. La mujer chasqueó la lengua mirando al vacío, pero no tuvo tiempo a lamentarse mucho más pues, el gruñido del cazador abalanzándose sobre ella la trajo de vuelta a la situación de peligro inminente que se le venía encima, dándole escaso tiempo a poner las hojas de sus katanas cruzadas frente a ella y esperar un golpe que, gracias a Abigail, nunca llegó.
Respiró agitadamente antes de suspirar, dejando caer sus espadas al suelo al notar que el disparo había conseguido detener por completo a Kohaku, quien se retorcía y gruñía casi como una bestia. Y así estuvo hasta que la rubia decidió noquearle con su característica suavidad, dejándole en el sitio. Bueno, si lo hubiera hecho ella le hubiera pegado tal puñetazo en la cara que hubiera quedado irreconocible durante varios días, así que tuvo que darle las gracias por ocuparse de ello mientras ella inspeccionaba la zona. Había restos de la máscara en el suelo, así como dos formas a medio hacer de arcilla a sus espaldas ahora que se había adentrado en el paso colgante de la fortaleza, justo a tiempo de que su Den Den Mushi y el de Abby empezaran a sonar, y dado que la monja estaba ocupada tratando con su compañero, le iba a tocar a ella contestar.
Antes si quiera de que la rubia pudiera terminar de abrir la boca para pedirle que contestase ella, Hazel, que se encontraba agachada cogiendo entre sus manos uno de los trozos más grandes de la careta de arcilla del rostro de la princesa, asintió a la petición suspirando pesadamente.
—Ya voy, ya —exclamó, justo antes de bajar su mirada a la pieza de barro mientras con la otra libre tanteaba los bolsillos de su pantalón en busca del caracolofono, así como los de los laterales de su mochila. Sin embargo, no pudo evitar detenerse en seco al notar la sonrisa euforia de la media luna de arcilla en la que se había convertido la cara de la princesa. Su cabeza se giró apresuradamente a los trozos de arcilla a medio construir para asegurarse de que no volvieran a su proceso. Tras esto, dejó caer al suelo con violencia la máscara rota, pisándola para terminar de pulverizarla y tomó su espada de nuevo en su diestra, con el DDM aún sonando en la siniestra. Reventó con su espada —o al menos lo intentó— ambos montículos de arcilla y descolgó. Esperaba escuchar la voz del león o de alguno de los gigantones del grupo. No fue el caso. Una voz misteriosa les advirtió de que deberían salir de las minas y volver al palacio lo antes posible. Pero era raro… Ninguna de las dos habían cedido una forma de contacto al palacio, ni a la princesa y a nadie más pues no se habían quedado para la reunión. Una vez el mensaje terminó, Hazel colgó el teléfono.
—Creo que es una trampa —diría entonces en voz alta. Podríamos confirmarlo llamando a los otros dos. También estaría bien contactar al gordinflón —comentó a la rubia, antes de volver la mirada a Kohaku. ¿Quieres que le arrastre dentro? Cuando se despierte podría darnos información útil y… Tras perder a nuestra posible presa sería bueno que encontrásemos a los rehenes, por si acaso.
Una vez Kohaku despertase, les tocaría ponerle al día. Le comentaría por encima lo de la falsa princesa, el hombre seta, lo del conejo. También comentaría sus sospechas sobre que ese no fuera el verdadero artífice por la mueca extraña de la cara, si él recordaba algo de su forma “descontrolada” y después vendrían las llamadas. Mientras Abby se ocupaba de tratar con Raion a ella le tocaría la parte que era una mierda. Roland.
—¿Sabes? Deberías ser tú quién tratara con el puto gordo viendo la que has liado —comentaría entonces antes de llamar, esperando que contestase —Viejo obeso, ¿sigues vivo? Soy Hazel. Abby y yo estamos con Kohaku…
Si contestaba, le haría un resumen de lo que sabían también. Todo lo que pudiera escuchar de su parte se lo comunicaría a la copia de Abby y luego saldría, dejando descansar a Kohaku.
—¿Entonces qué hacemos?
Respiró agitadamente antes de suspirar, dejando caer sus espadas al suelo al notar que el disparo había conseguido detener por completo a Kohaku, quien se retorcía y gruñía casi como una bestia. Y así estuvo hasta que la rubia decidió noquearle con su característica suavidad, dejándole en el sitio. Bueno, si lo hubiera hecho ella le hubiera pegado tal puñetazo en la cara que hubiera quedado irreconocible durante varios días, así que tuvo que darle las gracias por ocuparse de ello mientras ella inspeccionaba la zona. Había restos de la máscara en el suelo, así como dos formas a medio hacer de arcilla a sus espaldas ahora que se había adentrado en el paso colgante de la fortaleza, justo a tiempo de que su Den Den Mushi y el de Abby empezaran a sonar, y dado que la monja estaba ocupada tratando con su compañero, le iba a tocar a ella contestar.
Antes si quiera de que la rubia pudiera terminar de abrir la boca para pedirle que contestase ella, Hazel, que se encontraba agachada cogiendo entre sus manos uno de los trozos más grandes de la careta de arcilla del rostro de la princesa, asintió a la petición suspirando pesadamente.
—Ya voy, ya —exclamó, justo antes de bajar su mirada a la pieza de barro mientras con la otra libre tanteaba los bolsillos de su pantalón en busca del caracolofono, así como los de los laterales de su mochila. Sin embargo, no pudo evitar detenerse en seco al notar la sonrisa euforia de la media luna de arcilla en la que se había convertido la cara de la princesa. Su cabeza se giró apresuradamente a los trozos de arcilla a medio construir para asegurarse de que no volvieran a su proceso. Tras esto, dejó caer al suelo con violencia la máscara rota, pisándola para terminar de pulverizarla y tomó su espada de nuevo en su diestra, con el DDM aún sonando en la siniestra. Reventó con su espada —o al menos lo intentó— ambos montículos de arcilla y descolgó. Esperaba escuchar la voz del león o de alguno de los gigantones del grupo. No fue el caso. Una voz misteriosa les advirtió de que deberían salir de las minas y volver al palacio lo antes posible. Pero era raro… Ninguna de las dos habían cedido una forma de contacto al palacio, ni a la princesa y a nadie más pues no se habían quedado para la reunión. Una vez el mensaje terminó, Hazel colgó el teléfono.
—Creo que es una trampa —diría entonces en voz alta. Podríamos confirmarlo llamando a los otros dos. También estaría bien contactar al gordinflón —comentó a la rubia, antes de volver la mirada a Kohaku. ¿Quieres que le arrastre dentro? Cuando se despierte podría darnos información útil y… Tras perder a nuestra posible presa sería bueno que encontrásemos a los rehenes, por si acaso.
Una vez Kohaku despertase, les tocaría ponerle al día. Le comentaría por encima lo de la falsa princesa, el hombre seta, lo del conejo. También comentaría sus sospechas sobre que ese no fuera el verdadero artífice por la mueca extraña de la cara, si él recordaba algo de su forma “descontrolada” y después vendrían las llamadas. Mientras Abby se ocupaba de tratar con Raion a ella le tocaría la parte que era una mierda. Roland.
—¿Sabes? Deberías ser tú quién tratara con el puto gordo viendo la que has liado —comentaría entonces antes de llamar, esperando que contestase —Viejo obeso, ¿sigues vivo? Soy Hazel. Abby y yo estamos con Kohaku…
Si contestaba, le haría un resumen de lo que sabían también. Todo lo que pudiera escuchar de su parte se lo comunicaría a la copia de Abby y luego saldría, dejando descansar a Kohaku.
—¿Entonces qué hacemos?
- Resumen -Roland/Rain/Braud, leed- :
- • Pose defensiva por si el loco intenta atacarla.
•Investigar los trozos de la mascara antes de que suene el DDM.
•La cara de la mascara rota le da yuyu, así que decide destrozar lo que se ha quedado a medio hacer de barro por si ese no era quien controlaba la cosa de arcilla.
• Contestar al DDM, chocándole que alguien tuviera su contacto sin que ella se lo hubiera dado a nadie.
• Meter a Kohaku dentro de la fortaleza de Abby, hablar de sus sospechas, proponer llamar a Roland y Raion. Ella llama a Roland delante de Kohaku. De contestarle, ponerle al día también sobre lo que habían descubierto.
• Salir de la fortaleza de Abby después de ponerse al día para ver que hacían. Abby tiene la última palabra sobre si se van o no.
Abigail Mjöllnir
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Frunció el ceño. Claro que un descontrol acabaría así. El cazador estaba fuera de sí pero la fuerza física no era el fuerte de Abigail, por lo que solo tenía otra manera de dejarlo inmovilizado. Tuvo que esquivar un par de veces a Kohaku, pero pudo tomar distancia y extender la mano como había hecho antes para reventar la puerta.
—El polímero, no quiero matarlo —de nuevo salió un disparo que impactó en su pecho. Esa bala no era una de las letales. De ésta empezó a crecer un polímero rosado que cubrió la mitad del rostro del cazador, dejándolo inconsciente tras haberle cortado la respiración.
—Imagino que es un mensaje de retransmisión general, no deberían ser capaces de llamarnos de otra manera —era posible que la llamaran a ella, si habían oído que estaba por Sakura, pero era más extraño que sonara el de Hazel y también el de Kohaku, que no eran tan conocidos y nadie tendría por qué saber cómo localizarlos.
—Sí, llévatelo dentro, con suerte se acordará de algún detalle —murmuró. Antes de hacer nada más sacó su propio Den Den Mushi y llamó a su compañero Mink. Le pondría al día de todo lo que había ocurrido si es que alcanzaba a responder a su llamada. El Lapahn enloquecido y su naturaleza, la criatura milenaria que habían visto, la información que tenían sobre que solo había una única persona "real" en el interior de la montaña, la existencia de una ciudadela y el incidente con Kohaku. También comentó que habían perdido de vista a Roland, pero le dio menos importancia a esa parte.
La sorpresa fue enterarse de que aquel grupo ya sabía lo de la muerte de la supuesta princesa. Dejó salir el suspiro más largo de la historia reciente antes de colgar. El encargo era complicado... y acababa de complicarse más aún. El chaval ya estaba lo suficientemente mal, no iba a echarle la bronca a pesar de lo complicado que se había vuelto todo por esas acciones.
—Tengo que pensar si es conveniente que aparezcamos allí. No hemos aparecido en palacio en ningún momento pero aún así nos han llamado—dijo, finalmente, antes de colgar la llamada.
—Raion ha visto en una pantalla a Kohaku matar a alguien "que se parece" a la princesa —diría. Ella, por su parte, no pensaba enfrentarse a la guardia real de Sakura a menos que estuviera totalmente convencida de que era indispensable y necesario para cumplir con su trabajo —. Si ellos lo han visto, alguien más habrá podido verlo. Pudiendo elegir la cara de cualquier desconocido, han elegido la cara de alguien que cualquiera del reino reconocería... además, no podemos descartar que los impostores sean personas inocentes controladas —murmuró. La conclusión era inevitable, habían sido utilizados para agitar aún más las aguas de Sakura.
—Necesito pruebas —dijo de repente —. Uno de vosotros que se lleve el lanzallamas y que lo use sobre una de las piezas de oro que nos dieron al principio. Tanto si es oro de verdad como arcilla quiero que me aviséis —aquel razonamiento era lógico, ya había pruebas de que podrían haber sido utilizados y quería saber desde qué momento exactamente. Además, también habían visto que aquella persona, fuera quien fuera, era capaz de emular el aspecto de cualquier cosa usando la arcilla. Si era oro de verdad significaba que solo tenían que preocuparse por lo que había pasado desde que salieron de la ciudad. Si era cerámica... tendrían que preocuparse más todavía.
—Los buscaremos con mi mantra, pero si no los encontramos pronto nos iremos después de dejarle a él en su casa. Si es una trampa podremos prepararnos en el camino —cerró los ojos, le habría gustado hacer más testeos pero no quedaba otra opción —. Amara. Entra en mi taller y prepara todos los prototipos de los últimos meses, si creen que con este numerito de la princesa van a asustarme la llevan clara.
Dicho esto, cada habitante volvería a su trabajo. Abigail activaría su Mantra para localizar presencias en un radio de unos 60 metros en todas direcciones. Con esto podría ponerse a buscar y, si no encontraba nada, volverían al lugar donde conocieron a los entes-seta —si encontraban a gente a la que rescatar la sacarían en su fortaleza—. Hazel había descubierto antes una salida por allí y podrían usarla para volver. De paso dejarían a la criatura seta en su hogar para que no pasara frío fuera.
—Nadie nos ha visto en palacio, así que tenemos esa ventaja. La Guardia Real no sabe que estamos en el reino. Ahora... a discutir cómo podemos utilizarlo a nuestro favor.
—El polímero, no quiero matarlo —de nuevo salió un disparo que impactó en su pecho. Esa bala no era una de las letales. De ésta empezó a crecer un polímero rosado que cubrió la mitad del rostro del cazador, dejándolo inconsciente tras haberle cortado la respiración.
—Imagino que es un mensaje de retransmisión general, no deberían ser capaces de llamarnos de otra manera —era posible que la llamaran a ella, si habían oído que estaba por Sakura, pero era más extraño que sonara el de Hazel y también el de Kohaku, que no eran tan conocidos y nadie tendría por qué saber cómo localizarlos.
—Sí, llévatelo dentro, con suerte se acordará de algún detalle —murmuró. Antes de hacer nada más sacó su propio Den Den Mushi y llamó a su compañero Mink. Le pondría al día de todo lo que había ocurrido si es que alcanzaba a responder a su llamada. El Lapahn enloquecido y su naturaleza, la criatura milenaria que habían visto, la información que tenían sobre que solo había una única persona "real" en el interior de la montaña, la existencia de una ciudadela y el incidente con Kohaku. También comentó que habían perdido de vista a Roland, pero le dio menos importancia a esa parte.
La sorpresa fue enterarse de que aquel grupo ya sabía lo de la muerte de la supuesta princesa. Dejó salir el suspiro más largo de la historia reciente antes de colgar. El encargo era complicado... y acababa de complicarse más aún. El chaval ya estaba lo suficientemente mal, no iba a echarle la bronca a pesar de lo complicado que se había vuelto todo por esas acciones.
—Tengo que pensar si es conveniente que aparezcamos allí. No hemos aparecido en palacio en ningún momento pero aún así nos han llamado—dijo, finalmente, antes de colgar la llamada.
—Raion ha visto en una pantalla a Kohaku matar a alguien "que se parece" a la princesa —diría. Ella, por su parte, no pensaba enfrentarse a la guardia real de Sakura a menos que estuviera totalmente convencida de que era indispensable y necesario para cumplir con su trabajo —. Si ellos lo han visto, alguien más habrá podido verlo. Pudiendo elegir la cara de cualquier desconocido, han elegido la cara de alguien que cualquiera del reino reconocería... además, no podemos descartar que los impostores sean personas inocentes controladas —murmuró. La conclusión era inevitable, habían sido utilizados para agitar aún más las aguas de Sakura.
—Necesito pruebas —dijo de repente —. Uno de vosotros que se lleve el lanzallamas y que lo use sobre una de las piezas de oro que nos dieron al principio. Tanto si es oro de verdad como arcilla quiero que me aviséis —aquel razonamiento era lógico, ya había pruebas de que podrían haber sido utilizados y quería saber desde qué momento exactamente. Además, también habían visto que aquella persona, fuera quien fuera, era capaz de emular el aspecto de cualquier cosa usando la arcilla. Si era oro de verdad significaba que solo tenían que preocuparse por lo que había pasado desde que salieron de la ciudad. Si era cerámica... tendrían que preocuparse más todavía.
—Los buscaremos con mi mantra, pero si no los encontramos pronto nos iremos después de dejarle a él en su casa. Si es una trampa podremos prepararnos en el camino —cerró los ojos, le habría gustado hacer más testeos pero no quedaba otra opción —. Amara. Entra en mi taller y prepara todos los prototipos de los últimos meses, si creen que con este numerito de la princesa van a asustarme la llevan clara.
Dicho esto, cada habitante volvería a su trabajo. Abigail activaría su Mantra para localizar presencias en un radio de unos 60 metros en todas direcciones. Con esto podría ponerse a buscar y, si no encontraba nada, volverían al lugar donde conocieron a los entes-seta —si encontraban a gente a la que rescatar la sacarían en su fortaleza—. Hazel había descubierto antes una salida por allí y podrían usarla para volver. De paso dejarían a la criatura seta en su hogar para que no pasara frío fuera.
—Nadie nos ha visto en palacio, así que tenemos esa ventaja. La Guardia Real no sabe que estamos en el reino. Ahora... a discutir cómo podemos utilizarlo a nuestro favor.
- resumen. Especialmente para Raion:
- Deja inconsciente a Kohaku -acordado- para que se relaje.
- Llama a Raion para ponerse al día de la situación de los dos equipos y lo que han encontrado por el camino.
- Habla con su equipo para comunicar los hallazgos. Esto depende de si Raion contesta o no.
- Pide a uno de sus habitantes que haga pruebas a las piezas de oro con el lanzallamas para saber desde cuándo les han estado engañando, según si las piezas de oro son realmente auténticas o no. Pide a otra de sus habitantes que prepare algunas cosas más.
- Trata de buscar a prisioneros o supervivientes con su Mantra y, lo consiga o no, acaba volviendo para salir de las minas y dirigirse hacia la ciudad.
Bizvan
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* ¿De nuevo? *pensó el marine mientras miraba lo que había causado. No sería una escena agradable de presenciar para alguien normal. La sangre y pedazos de los dos hombres estaban un poco esparcidos cerca del área donde colisionaron.
Bizvan miró su mano por unos instantes, no había nada en ella que fuera resaltable para mirar, y aun así no pudo evitar mirarla.
* De nuevo maté y no siento ni una pizca de remordimiento por ello. *esta no era la primera muerte que el marine causaba, sin embargo esta era la primera en la cual él se consideraba un monstruo y no por el hecho de provocar una muerte tan espantosa visualmente, no, el motivo que le hizo sentir asco de sí mismo fue tener una erección.
El marine dio gracias de llevar puesta la armadura de cuerpo completo, de lo contrario no hubiese sido posible disimular esto.
* Está pasando de nuevo. Pensé que había dejado esto en el olvido, pero está ocurriendo de nuevo y ahora es mucho peor. *el rostro del marine se encontraba deformado por la angustia.*Tengo que volver a…
El característico sonido de los DDM lo trajo de vuelta a la realidad. Provenía del interior de su armadura. Antes de contestar dejó que transcurrieran unos cuantos segundos para que el problema entre sus piernas disminuyera.
En el momento que contestó la llamada recibió órdenes de retirarse a la ciudad, para posteriormente recibir más indicaciones cuando fuese necesario.
Tras colgar y girarse, lo que vió le provocó una notable conmoción. Todos lo miraban con miedo, algunos incluso vomitaron o se orinaron encima. No había forma de culparlos o recriminar estas reacciones, incluso el mayordomo lo veía con desconfianza.
- Lamento que vieran eso, no pretendo convencerlos de creer en mí en mis chicos, pero mi deber es priorizar la seguridad de todos ustedes. Me gustaría ser uno de esos héroes que pueden salvar a otros y cuya presencia tranquiliza, sin embargo no parece que ese sea mi destino, por más que trate de negarlo… -el marine parecía decaído.- En fin, es mejor no perder más tiempo, tenemos que regresar al palacio para que puedan dar explicaciones de todo lo que ha ocurrido con los dobles y limpiar sus nombres. -la seriedad regresó al rostro de Bizvan, no había rastro de otra emoción en él.
Bizvan dió órdenes a sus esqueletos para tomar la delantera, lo suficiente para que las personas dejarán de verlos. A Liam le pidió que se colocará en la parte trasera del grupo para cuidarlos durante el trayecto. Esperaba que los rehenes no se sintieran amenazados por la presencia del pelirrojo, pues este no había mostrado signos de ser peligroso para ellos.
En cuanto a Biz, él tomaría la delantera. No sé adelantaría para así poder protegerlos, sin embargo sería mejor para las personas si no sentían su mirada.
Sin más que hacer, era hora de regresar.
Bizvan miró su mano por unos instantes, no había nada en ella que fuera resaltable para mirar, y aun así no pudo evitar mirarla.
* De nuevo maté y no siento ni una pizca de remordimiento por ello. *esta no era la primera muerte que el marine causaba, sin embargo esta era la primera en la cual él se consideraba un monstruo y no por el hecho de provocar una muerte tan espantosa visualmente, no, el motivo que le hizo sentir asco de sí mismo fue tener una erección.
El marine dio gracias de llevar puesta la armadura de cuerpo completo, de lo contrario no hubiese sido posible disimular esto.
* Está pasando de nuevo. Pensé que había dejado esto en el olvido, pero está ocurriendo de nuevo y ahora es mucho peor. *el rostro del marine se encontraba deformado por la angustia.*Tengo que volver a…
El característico sonido de los DDM lo trajo de vuelta a la realidad. Provenía del interior de su armadura. Antes de contestar dejó que transcurrieran unos cuantos segundos para que el problema entre sus piernas disminuyera.
En el momento que contestó la llamada recibió órdenes de retirarse a la ciudad, para posteriormente recibir más indicaciones cuando fuese necesario.
Tras colgar y girarse, lo que vió le provocó una notable conmoción. Todos lo miraban con miedo, algunos incluso vomitaron o se orinaron encima. No había forma de culparlos o recriminar estas reacciones, incluso el mayordomo lo veía con desconfianza.
- Lamento que vieran eso, no pretendo convencerlos de creer en mí en mis chicos, pero mi deber es priorizar la seguridad de todos ustedes. Me gustaría ser uno de esos héroes que pueden salvar a otros y cuya presencia tranquiliza, sin embargo no parece que ese sea mi destino, por más que trate de negarlo… -el marine parecía decaído.- En fin, es mejor no perder más tiempo, tenemos que regresar al palacio para que puedan dar explicaciones de todo lo que ha ocurrido con los dobles y limpiar sus nombres. -la seriedad regresó al rostro de Bizvan, no había rastro de otra emoción en él.
Bizvan dió órdenes a sus esqueletos para tomar la delantera, lo suficiente para que las personas dejarán de verlos. A Liam le pidió que se colocará en la parte trasera del grupo para cuidarlos durante el trayecto. Esperaba que los rehenes no se sintieran amenazados por la presencia del pelirrojo, pues este no había mostrado signos de ser peligroso para ellos.
En cuanto a Biz, él tomaría la delantera. No sé adelantaría para así poder protegerlos, sin embargo sería mejor para las personas si no sentían su mirada.
Sin más que hacer, era hora de regresar.
- Resumen:
- Disculparse.
Dar órdenes a sus esqueletos.
Comenzar el regreso al palacio.
Raion
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Por suerte para él y, sobre todo, para Braud aquellos hombres no parecían ser guerreros especialmente avezados. Eso permitió que el león no tuviese apenas dificultades para llegar hasta el puesto de control y llevar a su amigo semigigante hasta tierra sano y salvo.
Lo que encontraron allí, sin embargo, atrajo su atención de manera inmediata. Una enorme pantalla, conectada a una especie de generador y a varias antenas que giraban sin parar emitía unas imágenes que perturbaron al mink. En ellas se veía a Kohaku, su amigo y socio, atacando sin el menor miramiento a alguien que cuanto menos se parecía muchísimo a la princesa que había tratado de llamar su atención inicialmente. ¿Qué habría ocurrido? ¿La princesa habría resultado ser finalmente la traidora y había tratado de tender una trampa a sus socios?
En ese momento el sonido del Den Den Mushi le sacó de sus pensamientos, y el león descolgó el auricular tan pronto como le fue posible. Al otro lado de la línea escuchó la voz de Abby, lo que le tranquilizó pues pudo enterarse de que todos estaban bien. Excepto tal vez Roland, que se había separado de los demás, pero tampoco le importaba demasiado para ser sinceros. Al parecer ellos también se había encontrado con aquellas criaturas artificiales de arcilla. La monja compartió con él el hecho de que todas ellas estaban controladas por una única persona, un único criminal, mientras que el león le comentó que los ojos de estas creaciones eran cámaras. Si grababan o no lo que veían no lo sabía, pero viendo aquella pantalla solo había que sumar dos más dos. Le habló también de una criatura milenaria con minisetas, algo que no terminó de comprender a través de un teléfono, así como de un lapahn zombie y de un extraño aceite que estaban extrayendo en las minas. No parecía haber mucha relación entre unas cosas y otras, pero parecía claro que nada de lo que pasaba en aquel reino era casualidad. También, por supuesto, le aseguró que la persona a la que Kohaku había matado no era realmente la princesa.
Para cuando terminó la llamada todos los enemigos habían huido hacía ya tiempo, pero a decir verdad eso no parecía demasiado importante para el león. Aquella máquina captaba ahora toda su atención. Sabiendo que había muchas de aquellos extraños seres de arcilla y su probable relación a través de las cámaras de sus ojos, con aquella pantalla (y quién sabía si alguna otra) parecía claro que debía investigar esa máquina.
Así, buscaría cualquier indicio de la función de aquella máquina inspeccionando a conciencia tanto la pantalla como el generador y, sobre todo, lo que más curiosidad le generaba: las antenas. ¿Servirían para controlar a aquellas estatuas de arcilla que se movían y parecían seres vivos reales?
Lo que encontraron allí, sin embargo, atrajo su atención de manera inmediata. Una enorme pantalla, conectada a una especie de generador y a varias antenas que giraban sin parar emitía unas imágenes que perturbaron al mink. En ellas se veía a Kohaku, su amigo y socio, atacando sin el menor miramiento a alguien que cuanto menos se parecía muchísimo a la princesa que había tratado de llamar su atención inicialmente. ¿Qué habría ocurrido? ¿La princesa habría resultado ser finalmente la traidora y había tratado de tender una trampa a sus socios?
En ese momento el sonido del Den Den Mushi le sacó de sus pensamientos, y el león descolgó el auricular tan pronto como le fue posible. Al otro lado de la línea escuchó la voz de Abby, lo que le tranquilizó pues pudo enterarse de que todos estaban bien. Excepto tal vez Roland, que se había separado de los demás, pero tampoco le importaba demasiado para ser sinceros. Al parecer ellos también se había encontrado con aquellas criaturas artificiales de arcilla. La monja compartió con él el hecho de que todas ellas estaban controladas por una única persona, un único criminal, mientras que el león le comentó que los ojos de estas creaciones eran cámaras. Si grababan o no lo que veían no lo sabía, pero viendo aquella pantalla solo había que sumar dos más dos. Le habló también de una criatura milenaria con minisetas, algo que no terminó de comprender a través de un teléfono, así como de un lapahn zombie y de un extraño aceite que estaban extrayendo en las minas. No parecía haber mucha relación entre unas cosas y otras, pero parecía claro que nada de lo que pasaba en aquel reino era casualidad. También, por supuesto, le aseguró que la persona a la que Kohaku había matado no era realmente la princesa.
Para cuando terminó la llamada todos los enemigos habían huido hacía ya tiempo, pero a decir verdad eso no parecía demasiado importante para el león. Aquella máquina captaba ahora toda su atención. Sabiendo que había muchas de aquellos extraños seres de arcilla y su probable relación a través de las cámaras de sus ojos, con aquella pantalla (y quién sabía si alguna otra) parecía claro que debía investigar esa máquina.
Así, buscaría cualquier indicio de la función de aquella máquina inspeccionando a conciencia tanto la pantalla como el generador y, sobre todo, lo que más curiosidad le generaba: las antenas. ¿Servirían para controlar a aquellas estatuas de arcilla que se movían y parecían seres vivos reales?
- Resumen:
- Hablar con Abby por DDM para ponernos al tanto e investigar la máquina.
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Por suerte, a pesar de las dificultades, consiguieron llegar a la cima. El gigante bajó del aparato y se estiró, colocándose de nuevo la capucha de cabeza de oso e ignorando a aquellos que los miraban con cierto temor. Siguió entonces de cerca a Raion, para llegar al final de su camino. Fue entonces cuando vio, en aquello que en su día Braud hubo confundido con un cuadro en movimiento pero finalmente aprendió que se llamaba "pantalla", a Kohaku el espadachín atacando a la princesa. Alzó una ceja, confuso. Supuso entonces que aquella niña debió haber hecho algo malo seguro. No le dio mucha importancia y no tenía intención de empezar a dudar de sus amigos.
El león empezó a hablar con Abby por medio de aquel caracol. La mujer, como siempre, sonaba tranquila como si en cualquier instante supiese que hacer. El gigante la admiraba por ello y dudaba ser capaz de seguir las estrategias de cualquier otra persona. Cuando hubieron terminado de hablar miró todo aquel montón tecnológico que no entendía.
—Podríamos cargarnos esto —le dijo a Raion—. Es decir, dudo que podamos darle ningún uso porque no lo entendemos, y si lo reventamos jodemos a cualquiera que nos esté dando por saco. —Se encogió de hombros—. Me parece que solo salimos ganando si simplemente lo inflamos a puñetazos. ¿Qué me dices?
En cuanto el león hubiese averiguado lo que tuviese que averiguar y le diese el visto bueno, el gigante no dudaría un solo segundo en empezar a golpear la maquinaria, con la intención de dejarla totalmente inservible.
El león empezó a hablar con Abby por medio de aquel caracol. La mujer, como siempre, sonaba tranquila como si en cualquier instante supiese que hacer. El gigante la admiraba por ello y dudaba ser capaz de seguir las estrategias de cualquier otra persona. Cuando hubieron terminado de hablar miró todo aquel montón tecnológico que no entendía.
—Podríamos cargarnos esto —le dijo a Raion—. Es decir, dudo que podamos darle ningún uso porque no lo entendemos, y si lo reventamos jodemos a cualquiera que nos esté dando por saco. —Se encogió de hombros—. Me parece que solo salimos ganando si simplemente lo inflamos a puñetazos. ¿Qué me dices?
En cuanto el león hubiese averiguado lo que tuviese que averiguar y le diese el visto bueno, el gigante no dudaría un solo segundo en empezar a golpear la maquinaria, con la intención de dejarla totalmente inservible.
- Resumen:
- Braud smash
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Sería entonces donde vería al viejo cara a cara manteniendo mis distancias, era una situación graciosa ver como Zira o el mismo capitán se le acercaban al hombre para preguntarle mientras por mi parte mantenía mis distancias, aun así, no me quedaría callado y por consecuencia oiría perfectamente a hombre.
En ese momento en el que comenzaba a responder el sujeto nos hacía aclarar varias dudas de un buen aventón, después de todo sería entonces donde explicaría quien era Lady Paint o como sea que se dijese, dejando bien claro que era la líder de los piratas de Kepler, persona que al parecer conocería Alpha, dándonos a saber ese dato de una manera un poco extraña (Después de todo el ave mascota del capitán nos dejaría en claro que algo raro se había montado ahí con su risa).
Fuese como fuese, no sería la única información jugosa que teníamos, sino que también habría un detalle de lo más curioso para mí y es que al parecer estos piratas no tendrían un solo lugar en la mira, sino que al parecer también buscaban otros sitios para conquistar, en lo que me haría decir –Así que los piratas de Kepler quieren formar un imperio, nada mal. – Asentiría aun con mi inexpresiva cara la cual demostraba tener los músculos sellados con el poder de la seriedad. Además, diría que la isla por extraño que fuese no quedaría en manos de ella sino en la de estos piratas que teníamos enfrente –No les molesta compartir supongo entonces ¿No? Después de todo ahora también les ayudaremos… Aunque supongo eso deberemos hablarlo con tu jefa. – Expresaría llevándome una mano al mentón, quería ver su reacción ante lo dicho después de todo el hombre prometió no mentir.
Para finalizar me dejaría en un veremos con respecto a lo de los poderes en combate después de todo tenía un punto, pero no me agradaba el cómo lo ponía, después de todo él estuvo observándonos.
-Bueno supongo lo descubriremos con el tiempo en que podemos ayudarte más. – Diría viendo como el hombre decía que no debíamos subestimar a nuestros enemigos ni su ambiente, después de todo tenían el apoyo del gobierno mundial y nosotros no queríamos quedarnos dentro de este lugar cuando los refuerzos del gobierno llegasen. –Bueno ese es un buen punto, no lo puedo nega… - Seria interrumpido por el tema de los culos de mi compañera Zira asiéndome poner un mano en mi frente, esa plancha no podía dejar de meterse donde no le llamaban.
En ese momento en el que comenzaba a responder el sujeto nos hacía aclarar varias dudas de un buen aventón, después de todo sería entonces donde explicaría quien era Lady Paint o como sea que se dijese, dejando bien claro que era la líder de los piratas de Kepler, persona que al parecer conocería Alpha, dándonos a saber ese dato de una manera un poco extraña (Después de todo el ave mascota del capitán nos dejaría en claro que algo raro se había montado ahí con su risa).
Fuese como fuese, no sería la única información jugosa que teníamos, sino que también habría un detalle de lo más curioso para mí y es que al parecer estos piratas no tendrían un solo lugar en la mira, sino que al parecer también buscaban otros sitios para conquistar, en lo que me haría decir –Así que los piratas de Kepler quieren formar un imperio, nada mal. – Asentiría aun con mi inexpresiva cara la cual demostraba tener los músculos sellados con el poder de la seriedad. Además, diría que la isla por extraño que fuese no quedaría en manos de ella sino en la de estos piratas que teníamos enfrente –No les molesta compartir supongo entonces ¿No? Después de todo ahora también les ayudaremos… Aunque supongo eso deberemos hablarlo con tu jefa. – Expresaría llevándome una mano al mentón, quería ver su reacción ante lo dicho después de todo el hombre prometió no mentir.
Para finalizar me dejaría en un veremos con respecto a lo de los poderes en combate después de todo tenía un punto, pero no me agradaba el cómo lo ponía, después de todo él estuvo observándonos.
-Bueno supongo lo descubriremos con el tiempo en que podemos ayudarte más. – Diría viendo como el hombre decía que no debíamos subestimar a nuestros enemigos ni su ambiente, después de todo tenían el apoyo del gobierno mundial y nosotros no queríamos quedarnos dentro de este lugar cuando los refuerzos del gobierno llegasen. –Bueno ese es un buen punto, no lo puedo nega… - Seria interrumpido por el tema de los culos de mi compañera Zira asiéndome poner un mano en mi frente, esa plancha no podía dejar de meterse donde no le llamaban.
- Acciones:
- Responder a las respuestas del hombre sin decir mucho mas.
La tormenta amaina, las nubes se retiran tan rápido como llegaron dejando que el sol vuelva a brillar sobre la blanca nieve de la isla. Ya es seguro salir al exterior y todo el mundo esperaría que los ciudadanos recuperasen la normalidad tras este suceso. Pero algo ha agitado los cimientos de esta nación, un suceso siniestro que se ha llevado a cabo en las sombras y bajo el amparo de la tormenta.
En el palacio las mazmorras encierran a los impostores atrapados, aquellos que no se resistieron hasta que tuvieron que matarlos, todos los que llevaban encima una piel falsa. Intensos interrogatorios se repiten para sacarles información, pero quien los envió fué lo suficientemente cauteloso como para contarles sólo las partes justas de su plan. El rey está sentado en su despacho, delante de un escritorio de madera con un mapa del reino extendido. Tanto él como su consejero miran en silencio las figuras y anotaciones en el papel, sopesando cuales son sus opciones.
- Escuché que tu hermano logró regresar. - Por fin el rey rompe el silencio entre ambos. - Lo están tratando en la enfermería por exponerse al frío, pero estará bien. Ha conseguido información importante.
- De los dos él siempre fue el peor con la espada… Pero el más listo y con más recursos. - Responde Aurelio con semblante serio.
- Lo que me asusta. - Ambos sueltan una pequeña risa.
- ¿Se sabe algo de tu hija? - Pregunta el consejero mirándolo a los ojos.
- Los prisioneros saben que se la llevaron pero ninguno tiene idea alguna de dónde puede estar.
De pronto unos pasos apresurados se escuchan acercarse y parar frente a la puerta. Unos golpes nerviosos llaman a la puerta. Aurelio se incorpora y camina hasta abrir la puerta, al otro lado uno de los guardias lo recibe con cara pálida.
- S-Señor… Creo que debería ver esto.
Los tres caminan apresuradamente por los pasillos del palacio hasta llegar a uno de los salones. En este un den den mushi con pantalla retransmite una grabación inquietante. Todos los presentes guardan silencio sorprendidos, pero el rey, aquel a quien debería afectarle más el contenido de esas imágenes, guarda silencio con un semblante pétreo.
Por toda la isla, las mismas imágenes se repiten los dispositivos de todos los que tengan den den mushis de retransmisión. La grabación en bucle del asesinato de la primera princesa del reino. Por debajo puede leerse un texto que va pasando según las imágenes se suceden.
“Esta es la verdad que el Reino de Sakura trata de encubrir, una princesa que se entrometió demasiado en asuntos que, según el palacio, no eran adecuados para una dama. Alguien que ganó demasiada fama e influencia como para que la corona pudiera permitirse quedarse quieta. Toda esta crisis no es más que una pantomima, una farsa pensada para quitar de en medio un incordio y prolongar el poder del monarca. Este asesinato a sangre fría por parte del reino y los perros del Gobierno Mundial que lo ayudaron no quedará en el olvido. Es hora del cambio, que estas duras imágenes y la muerte de la princesa sirvan de recordatorio”
Pero el rey y los miembros de palacio más cercanos a este saben conocen la conspiración de los impostores. Una copia barata no puede engañar a un padre y la verdad saldrá a la luz.
De todas formas esta retransmisión ha agitado al pueblo, muchos se han creído el engaño y, aunque no son muchos, son los suficientes para instigar protestas. Los que han salido al buscar a los delincuentes llegan y, aunque saben la verdad de forma total o parcial sobre lo ocurrido, su testimonio vale de poco en este caso, aunque es de gran ayuda para palacio, sus servicios serán pagados con generosidad. Las llamas de la discordia han sido prendidas y estas socavarán la integridad del reino.
Hace tiempo que la ventisca ha pasado, pero el viento aúlla con fuerza cerca de la cima de la montaña en Sakura. Una figura emerge por una puerta oculta en la pared de roca, cargando un gran maletín. Se trata de un hombre rubio, de pelo largo y liso, de bellas facciones y unas gafas de montura redonda y fina que reflejan la luz del sol que ha aparecido entre las nubes. Viste un abrigo grueso, aunque se nota que la ropa que lleva es cara.
De pronto, de entre las nubes un gran águila surca el cielo hasta llegar al encuentro de este individuo, parándose en una cornisa para dejar que este se suba y alzando el vuelo poco después. En las alturas un den den mushi suena y el aparato no tarda en ser descolgado.
- ¿Lo hiciste? - Pregunta una voz femenina al otro lado de la línea.
- Tal y como le prometí Laidy Payne, he preparado el escenario para nuestra función. - Comenta el hombre con una voz alegre y juguetona.
- Parece que te lo estás pasando bien.
- Digamos que he encontrado individuos de lo más interesantes en el casting. - Dice a la vez que revisa imágenes de varios individuos que ha grabado durante su estancia y ojea las notas que ha tomado de ellos. - Creo que puedo hacer que sean los protagonistas de mi obra maestra.
- Bien, si todo ha salido como esperabas la operación podrá comenzar el día establecido… Dentro de dos semanas llevaremos a Sakura la guerra. - La llamada termina y el ave se pierde en la lejanía, entre las nubes y la niebla.
En el palacio las mazmorras encierran a los impostores atrapados, aquellos que no se resistieron hasta que tuvieron que matarlos, todos los que llevaban encima una piel falsa. Intensos interrogatorios se repiten para sacarles información, pero quien los envió fué lo suficientemente cauteloso como para contarles sólo las partes justas de su plan. El rey está sentado en su despacho, delante de un escritorio de madera con un mapa del reino extendido. Tanto él como su consejero miran en silencio las figuras y anotaciones en el papel, sopesando cuales son sus opciones.
- Escuché que tu hermano logró regresar. - Por fin el rey rompe el silencio entre ambos. - Lo están tratando en la enfermería por exponerse al frío, pero estará bien. Ha conseguido información importante.
- De los dos él siempre fue el peor con la espada… Pero el más listo y con más recursos. - Responde Aurelio con semblante serio.
- Lo que me asusta. - Ambos sueltan una pequeña risa.
- ¿Se sabe algo de tu hija? - Pregunta el consejero mirándolo a los ojos.
- Los prisioneros saben que se la llevaron pero ninguno tiene idea alguna de dónde puede estar.
De pronto unos pasos apresurados se escuchan acercarse y parar frente a la puerta. Unos golpes nerviosos llaman a la puerta. Aurelio se incorpora y camina hasta abrir la puerta, al otro lado uno de los guardias lo recibe con cara pálida.
- S-Señor… Creo que debería ver esto.
Los tres caminan apresuradamente por los pasillos del palacio hasta llegar a uno de los salones. En este un den den mushi con pantalla retransmite una grabación inquietante. Todos los presentes guardan silencio sorprendidos, pero el rey, aquel a quien debería afectarle más el contenido de esas imágenes, guarda silencio con un semblante pétreo.
Por toda la isla, las mismas imágenes se repiten los dispositivos de todos los que tengan den den mushis de retransmisión. La grabación en bucle del asesinato de la primera princesa del reino. Por debajo puede leerse un texto que va pasando según las imágenes se suceden.
“Esta es la verdad que el Reino de Sakura trata de encubrir, una princesa que se entrometió demasiado en asuntos que, según el palacio, no eran adecuados para una dama. Alguien que ganó demasiada fama e influencia como para que la corona pudiera permitirse quedarse quieta. Toda esta crisis no es más que una pantomima, una farsa pensada para quitar de en medio un incordio y prolongar el poder del monarca. Este asesinato a sangre fría por parte del reino y los perros del Gobierno Mundial que lo ayudaron no quedará en el olvido. Es hora del cambio, que estas duras imágenes y la muerte de la princesa sirvan de recordatorio”
Pero el rey y los miembros de palacio más cercanos a este saben conocen la conspiración de los impostores. Una copia barata no puede engañar a un padre y la verdad saldrá a la luz.
De todas formas esta retransmisión ha agitado al pueblo, muchos se han creído el engaño y, aunque no son muchos, son los suficientes para instigar protestas. Los que han salido al buscar a los delincuentes llegan y, aunque saben la verdad de forma total o parcial sobre lo ocurrido, su testimonio vale de poco en este caso, aunque es de gran ayuda para palacio, sus servicios serán pagados con generosidad. Las llamas de la discordia han sido prendidas y estas socavarán la integridad del reino.
- Aby, Hazel, Kohaku y Roland:
- La parte del tesoro que os dieron al principio no es falsa, aunque no se si eso es precisamente peor, dado que al llegar a palacio escucháis a algunos guardias comentar que parte del tesoro real ha desaparecido. No se si queréis decir que conocéis su paradero.
- Braud y Raion:
- El aparato es complejo, podéis identificar por los controles que sirve para retransmitir algo, y que el generador sólo aporta energía en un lugar tan remoto. De todas formas dado que Raion no posee conocimientos en electrónica y Braud sólo quiere aplastarlo no podéis hacer un análisis más detallado. Eso sí, al leer el texto que aparece en pantalla véis que no es mala idea parar la retransmisión de alguna manera.
En fin, como no queda rastro de los delincuentes que estaban operando ese aparato y con la ventisca alejándose supongo que es buen momento para reunirse con el resto y ponerse al día.
- Freites, Jace y Zyra:
- Los dos barcos avanzan saliendo de la isla y adentrándose en el mar. Dejan atrás el conflicto y los misterios del Reino y comienzan a rodear la isla a una distancia prudencial.
- Descuidad, tenemos tiempo de sobra, la operación en la que intervendremos será dentro de dos semanas. Mientras tanto sentiros libres de disfrutar de la hospitalidad… - De pronto aparece ante vosotros un banco de niebla que os impide la visibilidad hasta poco más de unos cientos de metros. Cuando los barcos salen podéis ver lo que se encuentra detrás. - De nuestra flota.
Cerca de treinta barcos de diferentes tamaños están en formación alrededor de uno gigantesco, muchos de ellos con puentes extendidos que los conectan, como formando una base flotante. Se pueden ver las banderas de más de media docena de piratas y todos ellos portan una segunda bandera que los identifica como parte de los piratas de Laidy Payne.
- Supongo que si conoces a la señora Keppler sobran las presentaciones… a no ser que la hayas conocido en una de sus escapadas, pasa más de lo que piensas.
Bajo el amparo de esta flota podréis esperar el tiempo que haga falta con total seguridad, las líneas de abastecimiento están bien establecidas por lo que el ron y la buena comida no escasea. Además de que a Freites le darán el tratamiento necesario. En cuanto a vuestro papel en la guerra que está por venir… Lo sabréis muy pronto.
Hace tiempo que la ventisca ha pasado, pero el viento aúlla con fuerza cerca de la cima de la montaña en Sakura. Una figura emerge por una puerta oculta en la pared de roca, cargando un gran maletín. Se trata de un hombre rubio, de pelo largo y liso, de bellas facciones y unas gafas de montura redonda y fina que reflejan la luz del sol que ha aparecido entre las nubes. Viste un abrigo grueso, aunque se nota que la ropa que lleva es cara.
De pronto, de entre las nubes un gran águila surca el cielo hasta llegar al encuentro de este individuo, parándose en una cornisa para dejar que este se suba y alzando el vuelo poco después. En las alturas un den den mushi suena y el aparato no tarda en ser descolgado.
- ¿Lo hiciste? - Pregunta una voz femenina al otro lado de la línea.
- Tal y como le prometí Laidy Payne, he preparado el escenario para nuestra función. - Comenta el hombre con una voz alegre y juguetona.
- Parece que te lo estás pasando bien.
- Digamos que he encontrado individuos de lo más interesantes en el casting. - Dice a la vez que revisa imágenes de varios individuos que ha grabado durante su estancia y ojea las notas que ha tomado de ellos. - Creo que puedo hacer que sean los protagonistas de mi obra maestra.
- Bien, si todo ha salido como esperabas la operación podrá comenzar el día establecido… Dentro de dos semanas llevaremos a Sakura la guerra. - La llamada termina y el ave se pierde en la lejanía, entre las nubes y la niebla.
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