Illje Landvik
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Asintió vehementemente confirmando las palabras de su hermana. Ella también había leído esas leyendas. Los cuentos le gustaban, pero de ahí a tomárselos en serio había un trecho. Se rió entre dientes y dejó a lo suyo a Aria mientras regañaba a Elina. A ella todo el asunto de las banderas le divertía, aunque estaba convencida de que era un gasto estúpido. Y definitivamente Akage no Kaizoku le gustaba más que Fancy Cock Pirates, no podía negarlo. No era culpa de Claude, o sí, pero su nombre no era algo que pudiera tomarse en serio. Además, pelirrojos eran todos, pero no toda la tripulación podía jactarse de ser fancy. Sí, estaba pensando en la pobre oveja negra. Aunque le tenía un cariño enorme había que reconocer que no era tan elegante como el resto. Era su compañera, eso sí, así que jamás se lo diría. No necesitaba conocer esa cruda realidad.
Por un momento, el hombre de rasgos peculiares pareció molestarse. Enseguida, la abuelita frenó su ira con una velocidad pasmosa y tan rápido como había aparecido se desvaneció. Claramente tenía control sobre los suyos.
Empezaron a moverse y los extraños peliblancos formaron dos columnas a su alrededor. Nuevamente, no pudo evitar ponerse en guardia. Seguían rodeándoles, a su manera. No le gustaba ni un pelo y aunque no podía justificar sus sospechas, seguían ahí. Escuchó las palabras de la anciana con curiosidad. ¿Sagradas escrituras? ¿No pensarían que las había escrito la luna, verdad? Eso sonaba exagerado hasta para una religión así. Pero por lo visto iban a dejarles verlas, así que lo comprobaría al llegar. No era ni de lejos lo más interesante que había dicho. Illje sonrió y le enseñó una de sus arañitas a la mujer, sosteniéndola en la palma de su mano.
-¿Así que también sois una mujer de ciencia? En ese caso tenga, un obsequio.
Se la tendió, esperando que la cogiera. Mientras no se apartaran demasiado, el animalito mecánico le dejaría saber qué ocurría alrededor de la señora. Temperatura, humedad, gente con la que estuviera… no podría ver u oír, pero le serviría para hacerse una composición de lugar. Y algo le decía que todas las precauciones eran pocas. Por otro lado, el animalito era adorable, redondito de metal bien pulido. Era un buen regalo, en realidad.
Avanzaron por los bosques y no tardaron en llegar al pie de las montañas. Un agujero enorme esperaba por ellos y los peliblancos avanzaron sin titubear. No pasó mucho tiempo hasta que les perdieron de vista. La conejita, confusa, llevó una mano a las empuñaduras de Kamar y Budur y con la otra activó la pantalla de sus arañitas, esperando a ver si le decía dónde se habían metido… o alguna pista, en realidad.
El rugido la cogió desprevenida y se juntó a Elina, Aria y Claude sin soltar la empuñadura de sus espadas.
-Chicos, no sé qué está ocurriendo pero yo no pienso convertirme obligada.
Por un momento, el hombre de rasgos peculiares pareció molestarse. Enseguida, la abuelita frenó su ira con una velocidad pasmosa y tan rápido como había aparecido se desvaneció. Claramente tenía control sobre los suyos.
Empezaron a moverse y los extraños peliblancos formaron dos columnas a su alrededor. Nuevamente, no pudo evitar ponerse en guardia. Seguían rodeándoles, a su manera. No le gustaba ni un pelo y aunque no podía justificar sus sospechas, seguían ahí. Escuchó las palabras de la anciana con curiosidad. ¿Sagradas escrituras? ¿No pensarían que las había escrito la luna, verdad? Eso sonaba exagerado hasta para una religión así. Pero por lo visto iban a dejarles verlas, así que lo comprobaría al llegar. No era ni de lejos lo más interesante que había dicho. Illje sonrió y le enseñó una de sus arañitas a la mujer, sosteniéndola en la palma de su mano.
-¿Así que también sois una mujer de ciencia? En ese caso tenga, un obsequio.
Se la tendió, esperando que la cogiera. Mientras no se apartaran demasiado, el animalito mecánico le dejaría saber qué ocurría alrededor de la señora. Temperatura, humedad, gente con la que estuviera… no podría ver u oír, pero le serviría para hacerse una composición de lugar. Y algo le decía que todas las precauciones eran pocas. Por otro lado, el animalito era adorable, redondito de metal bien pulido. Era un buen regalo, en realidad.
Avanzaron por los bosques y no tardaron en llegar al pie de las montañas. Un agujero enorme esperaba por ellos y los peliblancos avanzaron sin titubear. No pasó mucho tiempo hasta que les perdieron de vista. La conejita, confusa, llevó una mano a las empuñaduras de Kamar y Budur y con la otra activó la pantalla de sus arañitas, esperando a ver si le decía dónde se habían metido… o alguna pista, en realidad.
El rugido la cogió desprevenida y se juntó a Elina, Aria y Claude sin soltar la empuñadura de sus espadas.
-Chicos, no sé qué está ocurriendo pero yo no pienso convertirme obligada.
- Resumen:
- Darle una de sus arañitas mecánicas de regalo a la abuelita, seguirles, activar el visor para ver que le dice la arañita y echar mano de la empuñadura de sus espadas, no vaya a ser
Arik Landvik
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Le costó a horrores no echarse a reír al escuchar el comentario de Serleena. A veces sería un desastre bipolar, pero esa chica sabía cómo hacerle reír. Sin embargo mantuvo el tipo y, decidiendo ignorar por el momento las riñas de matrimonio de Elina y Claude, atendió a las palabras de la anciana. En cuestión de dos frases pasó de proselitista a una especie de erudita extraña, usando conceptos que no comprendía como "átomos" o "grafito", aunque sospechaba que el grafito era la mina del lápiz. En cualquier caso les ofrecía ir con ellos y enseñarles las escrituras de aquel culto, y oye, a lo mejor sabían algo interesante o estaban relacionados con todo el caos que se estaba formando en la isla. Eso, o podía iluminarles en los errores de su culto y enseñarles el verdadero camino. En cualquier caso, siguieron al pequeño culto a través de la nieve, aguantando el frío. Arik se caló su abrigo bien y prestó atención a sus alrededores, atento a una posible emboscada. No iba a fiarse ciegamente de unos desconocidos.
Finalmente llegaron a la entrada de una cueva de tamaño monumental. Había visto algunas bastante grandes en sus viajes. Mismamente en Domica el culto controlaba una red de galerías subterráneas, que aunque largas, ni siquiera la cueva principal tenía un techo tan elevado. El interior estaba oscuro como boca de lobo, y no ayudaba a eso la escasa luz que llegaba a través de las espesas nubes. Los albinos entraron sin dudar, sin ayuda de ninguna clase de iluminación ni nada. Aquello empezaba a oler a caca. Era la clase de manera en que su culto conducía a sus sacrificios a una trampa. Cuando los no creyentes les seguían estúpidamente con alguna ridícula pretensión, solían pensar que caminar en la oscuridad era alguna forma de ritual. Eso creían hasta que los cuchillos caían sobre ellos.
- No te preocupes, prima. Mucho van a tener que mejorar estas excusas de sectario para pillarnos desprevenidos - dijo a Illje, sonriéndole - Capitana, ¿qué ordenas?
No mostró impresión alguna por los gritos bestiales y cánticos del interior, permitiéndose incluso una mueca de cierto desprecio. Se llevó un cigarro con los labios y sacó su mechero, protegiendo la llama del viento con la mano izquierda. Dio una calada para que la punta prendiera y cerró el zippo. Echó una humareda mientras escuchaba las palabras de su capitana y sonrió siniestramente. Era hora de empezar a divertirse un poco. Un mástil de guitarra brotó del lado izquierdo de su costado, con cuerdas que se extendieron hasta su estómago. Sus pies se convirtieron en pedales de bombo, con el martillo orientado para golpear sus muslos. Colocó la mano izquierda sobre el mástil y se preparó para empezar a tocar. Punteó con el pie derecho tres veces, haciendo que el martillo del pedal le golpease haciendo el sonido de un bombo de batería.
- ¡Amigos del culto de la Luna! ¿Listos para el concierto? - y entonces sus dedos rasguearon las cuerdas.
Finalmente llegaron a la entrada de una cueva de tamaño monumental. Había visto algunas bastante grandes en sus viajes. Mismamente en Domica el culto controlaba una red de galerías subterráneas, que aunque largas, ni siquiera la cueva principal tenía un techo tan elevado. El interior estaba oscuro como boca de lobo, y no ayudaba a eso la escasa luz que llegaba a través de las espesas nubes. Los albinos entraron sin dudar, sin ayuda de ninguna clase de iluminación ni nada. Aquello empezaba a oler a caca. Era la clase de manera en que su culto conducía a sus sacrificios a una trampa. Cuando los no creyentes les seguían estúpidamente con alguna ridícula pretensión, solían pensar que caminar en la oscuridad era alguna forma de ritual. Eso creían hasta que los cuchillos caían sobre ellos.
- No te preocupes, prima. Mucho van a tener que mejorar estas excusas de sectario para pillarnos desprevenidos - dijo a Illje, sonriéndole - Capitana, ¿qué ordenas?
No mostró impresión alguna por los gritos bestiales y cánticos del interior, permitiéndose incluso una mueca de cierto desprecio. Se llevó un cigarro con los labios y sacó su mechero, protegiendo la llama del viento con la mano izquierda. Dio una calada para que la punta prendiera y cerró el zippo. Echó una humareda mientras escuchaba las palabras de su capitana y sonrió siniestramente. Era hora de empezar a divertirse un poco. Un mástil de guitarra brotó del lado izquierdo de su costado, con cuerdas que se extendieron hasta su estómago. Sus pies se convirtieron en pedales de bombo, con el martillo orientado para golpear sus muslos. Colocó la mano izquierda sobre el mástil y se preparó para empezar a tocar. Punteó con el pie derecho tres veces, haciendo que el martillo del pedal le golpease haciendo el sonido de un bombo de batería.
- ¡Amigos del culto de la Luna! ¿Listos para el concierto? - y entonces sus dedos rasguearon las cuerdas.
- canción:
- resumen:
- Seguimos a los peliblancos, y cuando vemos que la situación empieza a oler a caca, intento calmar a Illje, me enciendo tranquilamente un pitillo y me pongo a tocar.
Megalovania: Una obra en guitarra eléctrica y batería, frenética e intensa. Los aliados sentirán su determinación crecer enormemente, dándoles fuerza de voluntad para afrontar cualquier obstáculo. En combate sentirán que aumenta su concentración.
Elina Landvik
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La abuela acababa de evadir su pregunta ¿verdad? Elina no pudo evitar sonreír de medio lado, realmente aquella gente era sospechosa, pero ya que habían decidido descubrir que escondían era más divertido seguir adelante que dejar que simplemente aquella historia terminase allí. Siguió a los albinos por aquellos terrenos, internándose en el bosque hasta que terminaron llegando frente a aquella cavidad. Realmente era impresionante que hubiera una cueva de aquellas dimensiones en aquella isla. Miro a los chicos y después como los albinos desaparecían en la oscuridad del interior.
— Bueno, vamos a descubrir que secretos oculta la "luna", una vez dentro permaneced delante — dejaría que los chicos fuesen delante de ella, no por que no quisiera encabezar la partida, si no por que no quería que su luz pudiera cegarlos temporalmente cuando la liberase en el interior. Unos segundos después de que los albinos entrasen, fueron ellos quienes lo hicieron. Arik comenzó a tocar y entonces la pelirroja decidió tomar cartas en el asunto, no dejaría que la oscuridad fuera un impedimento para la tripulación, después de todo realmente no tenía que ser un problema.
Se preparo para iluminar la estancia entera — vamos a arrojar un poco de luz en este asunto — permite que una potente ráfaga de luz salga de su cuerpo para iluminar aquella cueva o al menos un radio de 70 metros tomando a la joven pelirroja como epicentro. Aquellos que estuvieran mirando directamente a la mujer y estuvieran a una distancia corta quedarían temporalmente cegados otros sufrirían ciertas molestias si es que había alguien realmente cerca de ellos. ¿Aunque nunca estaba de más prevenir verdad?
Mientras la luz salía de su cuerpo, Elina se preparaba por si tenía que desenvainar sus espadas y de paso aprovecharía aquella luz para usar su clarividencia para tener una visión algo más amplía del lugar y de lo que sucedía allí. Estaba más que preparada por si tenía que iniciar una batalla y esperaba que sus chicos estuvieran también preparados. Por el momento su luz eliminaría la molestia que pudiera ser la oscuridad a la hora de defenderse o moverse de ser necesario. No podía fiarse de aquellos albinos y mucho menos después de que les metieran en lo que parecía ser un oscuro y lúgubre lugar del que seguramente no saldrían enteros.
— Bueno, vamos a descubrir que secretos oculta la "luna", una vez dentro permaneced delante — dejaría que los chicos fuesen delante de ella, no por que no quisiera encabezar la partida, si no por que no quería que su luz pudiera cegarlos temporalmente cuando la liberase en el interior. Unos segundos después de que los albinos entrasen, fueron ellos quienes lo hicieron. Arik comenzó a tocar y entonces la pelirroja decidió tomar cartas en el asunto, no dejaría que la oscuridad fuera un impedimento para la tripulación, después de todo realmente no tenía que ser un problema.
Se preparo para iluminar la estancia entera — vamos a arrojar un poco de luz en este asunto — permite que una potente ráfaga de luz salga de su cuerpo para iluminar aquella cueva o al menos un radio de 70 metros tomando a la joven pelirroja como epicentro. Aquellos que estuvieran mirando directamente a la mujer y estuvieran a una distancia corta quedarían temporalmente cegados otros sufrirían ciertas molestias si es que había alguien realmente cerca de ellos. ¿Aunque nunca estaba de más prevenir verdad?
Mientras la luz salía de su cuerpo, Elina se preparaba por si tenía que desenvainar sus espadas y de paso aprovecharía aquella luz para usar su clarividencia para tener una visión algo más amplía del lugar y de lo que sucedía allí. Estaba más que preparada por si tenía que iniciar una batalla y esperaba que sus chicos estuvieran también preparados. Por el momento su luz eliminaría la molestia que pudiera ser la oscuridad a la hora de defenderse o moverse de ser necesario. No podía fiarse de aquellos albinos y mucho menos después de que les metieran en lo que parecía ser un oscuro y lúgubre lugar del que seguramente no saldrían enteros.
- Resumen:
- Entra en la cueva junto al resto y en cuanto Arik empieza a tocar Elina usa su luz celestial para iluminar la cueva, su clarividencia para tener una visión algo más ampliada del lugar y se prepara para una posible batalla
Roland von Klauswitz
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Roland tiró de la cadena cuatro veces sin dejar de preguntarse a dónde iba todo eso. ¿Lo cagaría luego la propia Abi? ¿O tenía una especie de despensa dentro de su cuerpo para los meados de los enanos que vivían dentro de ella? No pudo evitar imaginarse que cada vez que usaba el baño un pequeño zurullo salía del culo de la monja sin importar lo que estuviera haciendo. "¡Eh, ¿qué es eso que te cae por la pierna?", "¿Esto? Uno de mis umpa lumpas está sentado en el trono."
Su siguiente parada fue la cocina. Hizo que uno de los tipejos de por allí le guiara y se tomó la libertad de buscarse algo de comer. Al fin y al cabo, su anfitriona no les había ofrecido nada, y como no se llenase el buche iba a estar de mal humor todo el día. Pidió que le llevasen algo decente en vez de esa comida religiosa de mierda que comían en las iglesias. Cuál fue su sorpresa al descubrir que tenían pepinillos.
-Hace como seis meses que compramos ese tarro y aún no hemos podido abrirlo -le confesó uno de los que allí vivían.
Roland se lo tomó como un desafío y puso a trabajar sus músculos. El tarro se perdió en sus manazas cuando lo agarró. Sandy, la bailarina tatuada en su bíceps se tensó ligeramente cuando hizo fuerza para desenroscar la tapa. Inexplicablemente no salió. Debía ser de los difíciles. Lo intentó con más fuerza, los nudillos blancos y los labios apretados. Nada. El tercer intento fue acompañado por tales palabras que uno de los presentes tuvo que sentarse. Seguramente influyeran las cuatro maneras distintas de cagarse en cualquier divinidad que esos mamarrachos adorasen.
-¡Ábrete, cabrón! -bramó.
Estaba empezando a frustrarse, cosa que rara vez era bueno. Oía cómo alguien le decía que la princesa esperaba y que si quería salir, pero no podía importarle menos. Lo primero era lo primero. Así que siguió intentándolo, usando todas sus fuerzas en un último y definitivo intento. Notó como si las muñecas se le fuesen a desencajar, los dientes le chirriaban y su esfínter no logró aguantar los gases que le produjo tanta concentración. Con el pedo se desmayó otro..
Agotado por el esfuerzo, el corazón de Roland se rindió al colesterol y tuvo que sentarse.
-Podemos hacerte un bocadillo o...
El cazador se echó hacia delante, desenfundó el pistolón de su espalda y voló el tarro de un disparo. Entonces se levantó con un gruñido, cogió un trozo de cristal que aún contenía pepinillos con algo de jugo y fue a ver qué cojones quería la puta princesita de alguien como él.
Llegó hasta donde estaban los demás, dejando la moto por ahora dentro de la monja, justo cuando aquel tipo del que ni se acordaba hablaba de pasta. Al menos había alguien allí con un poco de sentido común. Seguro que Abi se había ofrecido a ayudar a esa desconocida con tantas ganas como si fuese una perra en celo, pero él no pensaba mover un dedo sin saber cuánto iban a pagarle por ello. Y a juzgar por el almacén cochambroso al que les había llevado, no parecía que aquella tipa tuviese los bolsillos muy hondos.
-Me gusta este sitio. La primera vez que vi unas tetas que no me cabían en la mano fue en un sitio como este. ¿A quién coño hay que volarle la cabeza, a ver? -Oh, sí, tenía que ser educado para que a la señora Culo de la Realeza no le salieran almorranas de la indignación-. ¿Quieres un pepinillo, chati?
Su siguiente parada fue la cocina. Hizo que uno de los tipejos de por allí le guiara y se tomó la libertad de buscarse algo de comer. Al fin y al cabo, su anfitriona no les había ofrecido nada, y como no se llenase el buche iba a estar de mal humor todo el día. Pidió que le llevasen algo decente en vez de esa comida religiosa de mierda que comían en las iglesias. Cuál fue su sorpresa al descubrir que tenían pepinillos.
-Hace como seis meses que compramos ese tarro y aún no hemos podido abrirlo -le confesó uno de los que allí vivían.
Roland se lo tomó como un desafío y puso a trabajar sus músculos. El tarro se perdió en sus manazas cuando lo agarró. Sandy, la bailarina tatuada en su bíceps se tensó ligeramente cuando hizo fuerza para desenroscar la tapa. Inexplicablemente no salió. Debía ser de los difíciles. Lo intentó con más fuerza, los nudillos blancos y los labios apretados. Nada. El tercer intento fue acompañado por tales palabras que uno de los presentes tuvo que sentarse. Seguramente influyeran las cuatro maneras distintas de cagarse en cualquier divinidad que esos mamarrachos adorasen.
-¡Ábrete, cabrón! -bramó.
Estaba empezando a frustrarse, cosa que rara vez era bueno. Oía cómo alguien le decía que la princesa esperaba y que si quería salir, pero no podía importarle menos. Lo primero era lo primero. Así que siguió intentándolo, usando todas sus fuerzas en un último y definitivo intento. Notó como si las muñecas se le fuesen a desencajar, los dientes le chirriaban y su esfínter no logró aguantar los gases que le produjo tanta concentración. Con el pedo se desmayó otro..
Agotado por el esfuerzo, el corazón de Roland se rindió al colesterol y tuvo que sentarse.
-Podemos hacerte un bocadillo o...
El cazador se echó hacia delante, desenfundó el pistolón de su espalda y voló el tarro de un disparo. Entonces se levantó con un gruñido, cogió un trozo de cristal que aún contenía pepinillos con algo de jugo y fue a ver qué cojones quería la puta princesita de alguien como él.
Llegó hasta donde estaban los demás, dejando la moto por ahora dentro de la monja, justo cuando aquel tipo del que ni se acordaba hablaba de pasta. Al menos había alguien allí con un poco de sentido común. Seguro que Abi se había ofrecido a ayudar a esa desconocida con tantas ganas como si fuese una perra en celo, pero él no pensaba mover un dedo sin saber cuánto iban a pagarle por ello. Y a juzgar por el almacén cochambroso al que les había llevado, no parecía que aquella tipa tuviese los bolsillos muy hondos.
-Me gusta este sitio. La primera vez que vi unas tetas que no me cabían en la mano fue en un sitio como este. ¿A quién coño hay que volarle la cabeza, a ver? -Oh, sí, tenía que ser educado para que a la señora Culo de la Realeza no le salieran almorranas de la indignación-. ¿Quieres un pepinillo, chati?
- Resumen:
- Como lo de las explicaciones no le interesa mucho, Roland se pasa todo el discurso de la princesa intentando abrir un tarro.
Raion
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Braud, actuando de forma excesivamente temeraria teniendo en cuenta la situación en la que estaban, trató de entrar en el palacio por la fuerza al agotarse su paciencia. No obstante, en ese mismo momento una voz llamó su atención. Al abrirse la puerta un hombre de avanzada edad bien vestido y afeitado, cuyo porte marcial era indudable, apareció. Los soldados se cuadraron ante él al instante, dejando claro que se trataba de una persona de mucha autoridad dentro del ejército de Sakura.
El hombre les invitó a pasar. El león, sin dejar de mirar a todas partes, le siguió. Era perfectamente consciente de que se encontraban en territorio desconocido y de que en cualquier momento podía suceder algo que no esperaban, por lo que sus instintos de cazador se encontraban a flor de piel. Así fue como logró avistar a una escurridiza figura que se movía entre los setos del jardín. No cabía duda: estaban siendo observados.
Poco después llegaron a un amplio y elegante salón de banquetes en cuyo centro destacaba una cálida hoguera para combatir el invernal frío de aquella isla. Allí el hombre se presentó como Aurelio Kord, general del reino y consejero del rey, confirmando las sospechas del mink sobre su alta posición. Se trataba nada más y nada menos que de la segunda persona más poderosa del reino.
Mientras aguardaban al rey el militar comenzó a explicarles la situación. Habló sobre una conspiración y un intento de golpe de estado, para después servirles una bebida de llamativo color dorado que catalogó como hidromiel y les invitó a beber, así como a indicar cuáles eran sus capacidades, con la excusa de poder buscar la tarea más adecuada para ellos.
El león, cuya desconfianza aumentaba por momentos, no tocó su copa. Solo pensaba beber si primero lo hacía el general, pues de otra manera no podía asegurar que no estuviera envenenado. De hecho trató de forzar su sentido del olfato, usando para amplificarlo los poderes de su fruta del diablo, intentando encontrar posibles olores que no debieran estar allí. De encontrar alguno advertiría a Braud que no bebiera y, en caso de ser necesario, se encargaría de que no lo hiciera.
Acto seguido, si todo había transcurrido de forma normal, comenzaría a hablar. No tenía intención de desvelar todas sus capacidades ni mucho menos, al menos no por el momento. Así que se guardó deliberadamente para sí lo concerniente a los poderes de su akuma no mi:
- Mi nombre es Raion, general. Como puede ver soy un guerrero mink, con todo lo que ello conlleva. No sé si habrá oído hablar sobre la maestría de mi raza en el combate, pero en el Nuevo Mundo es legendaria. Además soy un cazador y rastreador experto, capaz de encontrar las más mínimas señales que me permitan dar con la ubicación de un objetivo escondido, en particular en la naturaleza. Creo que el lugar más apropiado para mí en esta situación es ahí fuera, a la cabeza de la expedición que se envíe a encontrar a esos delincuentes.
El hombre les invitó a pasar. El león, sin dejar de mirar a todas partes, le siguió. Era perfectamente consciente de que se encontraban en territorio desconocido y de que en cualquier momento podía suceder algo que no esperaban, por lo que sus instintos de cazador se encontraban a flor de piel. Así fue como logró avistar a una escurridiza figura que se movía entre los setos del jardín. No cabía duda: estaban siendo observados.
Poco después llegaron a un amplio y elegante salón de banquetes en cuyo centro destacaba una cálida hoguera para combatir el invernal frío de aquella isla. Allí el hombre se presentó como Aurelio Kord, general del reino y consejero del rey, confirmando las sospechas del mink sobre su alta posición. Se trataba nada más y nada menos que de la segunda persona más poderosa del reino.
Mientras aguardaban al rey el militar comenzó a explicarles la situación. Habló sobre una conspiración y un intento de golpe de estado, para después servirles una bebida de llamativo color dorado que catalogó como hidromiel y les invitó a beber, así como a indicar cuáles eran sus capacidades, con la excusa de poder buscar la tarea más adecuada para ellos.
El león, cuya desconfianza aumentaba por momentos, no tocó su copa. Solo pensaba beber si primero lo hacía el general, pues de otra manera no podía asegurar que no estuviera envenenado. De hecho trató de forzar su sentido del olfato, usando para amplificarlo los poderes de su fruta del diablo, intentando encontrar posibles olores que no debieran estar allí. De encontrar alguno advertiría a Braud que no bebiera y, en caso de ser necesario, se encargaría de que no lo hiciera.
Acto seguido, si todo había transcurrido de forma normal, comenzaría a hablar. No tenía intención de desvelar todas sus capacidades ni mucho menos, al menos no por el momento. Así que se guardó deliberadamente para sí lo concerniente a los poderes de su akuma no mi:
- Mi nombre es Raion, general. Como puede ver soy un guerrero mink, con todo lo que ello conlleva. No sé si habrá oído hablar sobre la maestría de mi raza en el combate, pero en el Nuevo Mundo es legendaria. Además soy un cazador y rastreador experto, capaz de encontrar las más mínimas señales que me permitan dar con la ubicación de un objetivo escondido, en particular en la naturaleza. Creo que el lugar más apropiado para mí en esta situación es ahí fuera, a la cabeza de la expedición que se envíe a encontrar a esos delincuentes.
- Resumen:
- Desconfiar de todo, incluso del hidromiel, y hablar sobre sus capacidades pero guardándose para sí mismo lo referente a su akuma no mi.
- Kaze no Kaori: Gracias a su capacidad para controlar el viento Raion puede captar y seguir con muchísima mayor facilidad olores si así lo pretende, manipulando el aire para conseguir que los rastros olorosos lleguen hasta su nariz con mayor facilidad e intensidad siempre y cuando el olor esté presente en el área en que es capaz de controlar el viento.
Bizvan
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Ambas figuras escaparon en distintas direcciones. Ahora que lo pensaba mejor, pudo hacer el intento de atrapar a la encapuchado del callejón. Por su mente pasaron pasaron varias opciones: Esqueletos, Madre, electricidad, fuego, entre varias otras que no llegaron a formularse a causa de la sensación de la gravedad haciéndolo comenzar a caer.
La altura no fue la suficiente para causarle daño y mucho menos al contar con el tiempo suficiente para preparse antes de tocar el suelo.
- Maldita sea, esa pudo ser una buena fuente de información. -exclamó algo molesto consigo mismos por dejar pasar esa oportunidad.
El joven marine comentó que era mejor no pensar demaciado en eso, y acto seguido se despido de mano mientras exclamaba tener una cita en el palacio.
Bizvan respondió el apreton de manos y miró al marine adelantarse con paso veloz.
La hora de la cita se encontraba cerca y a juzgar por como el sol se ocupó tras las nubes, debía de acaercese un mal clima en la isla. Bizvan no podía deducir con certesa que clase de cambio se avecinaba. Sí sería un que complicara toda la misión o un simple capricho pasajero.
El marine tuvo intención de continuar fumando, pero su cigarrillo se había perdido durante su despegue, por lo que desabotonó un poco su abrigo y del bolsillo interior tomó la cajetilla de cigarrillos que llevaba consigo. Se llevó uno la boca y con su dedo índice creo una pequeña llama para encenderlo.
* Dudo mucho encontrar a otro emcapuchado y en caso de ser enemigos, es probable que ahora envíen a alguien con capacidades bélicas. *dejó escapar una gran bocanada de humo.* Puede que al final sea bueno mantener el resto de mis trucos ocultos un poco más. *a Bizvan le gustaba dar información falsa sobre sus habilidades, pero esta vez el curso de las acciones podrían ser la suficientes.* En fin, hora de trabajar.
Bizvan se apresuró en un intento de alcanzar al joven marine.
Si lograba encontrarlo se presentaría y esta vez le diría que también era un marine, por tanto se dirigían al mismo sitio. Puede que para el joven fuera molesto, pero Biz tenía ganas de hablar con el chico y conocerlo un poco más.
Si no lograba alcanzarlo, Bizvan se limitaría en ir al lugar de encuentro.
La altura no fue la suficiente para causarle daño y mucho menos al contar con el tiempo suficiente para preparse antes de tocar el suelo.
- Maldita sea, esa pudo ser una buena fuente de información. -exclamó algo molesto consigo mismos por dejar pasar esa oportunidad.
El joven marine comentó que era mejor no pensar demaciado en eso, y acto seguido se despido de mano mientras exclamaba tener una cita en el palacio.
Bizvan respondió el apreton de manos y miró al marine adelantarse con paso veloz.
La hora de la cita se encontraba cerca y a juzgar por como el sol se ocupó tras las nubes, debía de acaercese un mal clima en la isla. Bizvan no podía deducir con certesa que clase de cambio se avecinaba. Sí sería un que complicara toda la misión o un simple capricho pasajero.
El marine tuvo intención de continuar fumando, pero su cigarrillo se había perdido durante su despegue, por lo que desabotonó un poco su abrigo y del bolsillo interior tomó la cajetilla de cigarrillos que llevaba consigo. Se llevó uno la boca y con su dedo índice creo una pequeña llama para encenderlo.
* Dudo mucho encontrar a otro emcapuchado y en caso de ser enemigos, es probable que ahora envíen a alguien con capacidades bélicas. *dejó escapar una gran bocanada de humo.* Puede que al final sea bueno mantener el resto de mis trucos ocultos un poco más. *a Bizvan le gustaba dar información falsa sobre sus habilidades, pero esta vez el curso de las acciones podrían ser la suficientes.* En fin, hora de trabajar.
Bizvan se apresuró en un intento de alcanzar al joven marine.
Si lograba encontrarlo se presentaría y esta vez le diría que también era un marine, por tanto se dirigían al mismo sitio. Puede que para el joven fuera molesto, pero Biz tenía ganas de hablar con el chico y conocerlo un poco más.
Si no lograba alcanzarlo, Bizvan se limitaría en ir al lugar de encuentro.
- Resumen:
- Pensar en cosas.
Tratar de alcanzar a Liam para presentarse formalmente y tratar de entablar una plática con él mientras se dirigen al palacio.
En caso de no entrar a Liam, se encaminará hacia el palacio.
La pregunta pilló por sorpresa a la mujer, aunque tardó en contestar con el pequeño numerito que había formado con la guardia porque se estaba helando hasta los huesos. Eso sí, antes de separarse del grupo para entrar dentro de Abby se aseguró de contestar al espadachín.
—Si con flipado te refieres a uno rubio llamado Ayden, sí. Le conozco. El muy idiota me ha dejado plantada hoy para este trabajo. —Tras decir eso, se aventuró a dentro de la mujer.
La estancia era cuanto menos acogedora. Más ahora que el gordinflón se había ido de paseo. Hazel suspiró, haciendo una mueca. Seguía sin gustarle el estar rodeada de tantos desconocidos. De hecho, ahora estaba rodeada de más desconocidos. Su mueca se mantuvo un rato justo antes de que la mujer guiase a la albina hacia una habitación, desvaneciéndose la copia frente a sus ojos.
—Me valdrá —asintió siguiéndola. No tenía nada mejor que hacer tampoco y, al contrario que el viejo con complejo de motero ella era capaz de mantener sus necesidades a un lado, como la adulta que era. Supuso que serían cosas de la edad. «Gran equipo, entre el viejo decrepito y el resto. Parecemos un circo», farfullo, molesta porque sabía que su apariencia también debía entrar en las de un bicho de feria. Sus pasos siguieron silenciosos los de la mujer y no tardó mucho en encontrarse en un cuarto vacío. No había chimenea, pero el calor era suficiente como para no necesitar llevar su pesada chaqueta encima, así que la desabrochó y dejó con el resto de sus pertenencias sobre la cama, quedando sentada al lado. Aprovecharía para hacer una lista de cosas que quizás hubiera sido buena idea traer y revisar su equipo. Efectivamente, se había dejado su botiquín. Viendo que dentro de Abby tenían casi de todo suponía que era una preocupación menos en realidad—. Es bastante práctica la mujer —dijo al aire, divagando—. De hecho, el que tenga tantos cuartos… La última vez que fui de misión fue un desperdicio no poder llevarse más cosas. Sería útil que nos llevásemos bien. Si los bandidos nos dan mucho oro podríamos usar una habitación para llevarnos todo y las ganancias… fufu. Podría darle un guantazo con los billetes a Ayden y hacer que se lamente cuando nos veamos por abandonarme. Aunque reconozco que tiene buenos ojos para elegir socios. Al menos en caso de esta.
Los minutos pasaron, más largos que cortos mientras una aburrida Hazel esperaba a que le dieran el aviso de que habían llegado a su destino. La verdad, ojalá solo ella saliera de Abby. Una mujer de cabello oscuro corto y ojos verdes se asomó a buscarla. No estaba segura de si era la misma, pero al parecer debía ser alguien «importante» ahí dentro. Cuando llegó se la encontró sentada al borde de la cama.
—Claro, puedo llevarle eso sin problemas —dijo tomando las cosas entre sus manos y observándolas. «¿Se debilitaría? ¿Quién se mete dentro algo tan arriesgado?» se preguntó antes de mirar a la mujer que ahora se estaba disculpando por la rubia—. Me da igual, la verdad. Supongo que yo haría lo mismo…. Oye, ¿puedo dejar mis cosas aquí y cogerlas luego? También me gustaría pedir prestado un botiquín portátil, por si las moscas.
Y tras recibir su respuesta se dejaría guiar y saldría a la sala, encontrándose con Kohaku apoyado en un lado y Abby sentada en la mesa. Ella prefirió quedarse esta vez de pie, cerca de la hoguera. Escuchó en silencio, aunque no terminaba de cuadrarle su historia. ¿Para qué coño iban a atacar al puto poblado si se trataba de una disputa interna? Suerte que ya llevaba mala cara de base, y que la llegada de Roland sirvió para ocultar el cómo fruncía el ceño bajo su níveo flequillo. «Tss Nobleza. No me molestaría que su castillito ardiera si puedo llevarme un pellizco igual». Pensó. Al menos sacó más datos útiles sobre la monja. Así que una navegante.
—En mi caso, su alteza. Creo que podría ayudar a mi compañera en cuanto a la navegación. Estoy acostumbrada a moverme por el bosque, así que como mínimo puedo ofrecer una segunda opinión y rastrear a esos bandidos que dice han debido contratar. Pero sigue siendo un trabajo peligroso y sería molesto ir a la aventura a ciegas sin tener un seguro, como ha dicho mi… socio. Y no somos solo cuatro. Hay más gente que necesita su parte, así que espero que si nos va a pagar ahora un porcentaje tenga en cuenta las manos a las que tiene que pagar. —Le dedicó su mejor sonrisa.
—Si con flipado te refieres a uno rubio llamado Ayden, sí. Le conozco. El muy idiota me ha dejado plantada hoy para este trabajo. —Tras decir eso, se aventuró a dentro de la mujer.
La estancia era cuanto menos acogedora. Más ahora que el gordinflón se había ido de paseo. Hazel suspiró, haciendo una mueca. Seguía sin gustarle el estar rodeada de tantos desconocidos. De hecho, ahora estaba rodeada de más desconocidos. Su mueca se mantuvo un rato justo antes de que la mujer guiase a la albina hacia una habitación, desvaneciéndose la copia frente a sus ojos.
—Me valdrá —asintió siguiéndola. No tenía nada mejor que hacer tampoco y, al contrario que el viejo con complejo de motero ella era capaz de mantener sus necesidades a un lado, como la adulta que era. Supuso que serían cosas de la edad. «Gran equipo, entre el viejo decrepito y el resto. Parecemos un circo», farfullo, molesta porque sabía que su apariencia también debía entrar en las de un bicho de feria. Sus pasos siguieron silenciosos los de la mujer y no tardó mucho en encontrarse en un cuarto vacío. No había chimenea, pero el calor era suficiente como para no necesitar llevar su pesada chaqueta encima, así que la desabrochó y dejó con el resto de sus pertenencias sobre la cama, quedando sentada al lado. Aprovecharía para hacer una lista de cosas que quizás hubiera sido buena idea traer y revisar su equipo. Efectivamente, se había dejado su botiquín. Viendo que dentro de Abby tenían casi de todo suponía que era una preocupación menos en realidad—. Es bastante práctica la mujer —dijo al aire, divagando—. De hecho, el que tenga tantos cuartos… La última vez que fui de misión fue un desperdicio no poder llevarse más cosas. Sería útil que nos llevásemos bien. Si los bandidos nos dan mucho oro podríamos usar una habitación para llevarnos todo y las ganancias… fufu. Podría darle un guantazo con los billetes a Ayden y hacer que se lamente cuando nos veamos por abandonarme. Aunque reconozco que tiene buenos ojos para elegir socios. Al menos en caso de esta.
Los minutos pasaron, más largos que cortos mientras una aburrida Hazel esperaba a que le dieran el aviso de que habían llegado a su destino. La verdad, ojalá solo ella saliera de Abby. Una mujer de cabello oscuro corto y ojos verdes se asomó a buscarla. No estaba segura de si era la misma, pero al parecer debía ser alguien «importante» ahí dentro. Cuando llegó se la encontró sentada al borde de la cama.
—Claro, puedo llevarle eso sin problemas —dijo tomando las cosas entre sus manos y observándolas. «¿Se debilitaría? ¿Quién se mete dentro algo tan arriesgado?» se preguntó antes de mirar a la mujer que ahora se estaba disculpando por la rubia—. Me da igual, la verdad. Supongo que yo haría lo mismo…. Oye, ¿puedo dejar mis cosas aquí y cogerlas luego? También me gustaría pedir prestado un botiquín portátil, por si las moscas.
Y tras recibir su respuesta se dejaría guiar y saldría a la sala, encontrándose con Kohaku apoyado en un lado y Abby sentada en la mesa. Ella prefirió quedarse esta vez de pie, cerca de la hoguera. Escuchó en silencio, aunque no terminaba de cuadrarle su historia. ¿Para qué coño iban a atacar al puto poblado si se trataba de una disputa interna? Suerte que ya llevaba mala cara de base, y que la llegada de Roland sirvió para ocultar el cómo fruncía el ceño bajo su níveo flequillo. «Tss Nobleza. No me molestaría que su castillito ardiera si puedo llevarme un pellizco igual». Pensó. Al menos sacó más datos útiles sobre la monja. Así que una navegante.
—En mi caso, su alteza. Creo que podría ayudar a mi compañera en cuanto a la navegación. Estoy acostumbrada a moverme por el bosque, así que como mínimo puedo ofrecer una segunda opinión y rastrear a esos bandidos que dice han debido contratar. Pero sigue siendo un trabajo peligroso y sería molesto ir a la aventura a ciegas sin tener un seguro, como ha dicho mi… socio. Y no somos solo cuatro. Hay más gente que necesita su parte, así que espero que si nos va a pagar ahora un porcentaje tenga en cuenta las manos a las que tiene que pagar. —Le dedicó su mejor sonrisa.
- Resumen:
- Responder lo que le dijo Kohaku la ronda anterior, narrar su espera dentro de Abby y al salir y escuchar su historia dar una pequeña cantidad de información y secundar a Kohaku en cuanto a lo del dinero, esperando recibir más açun de golpe.
Liam D. Griffith
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Tuve a bien acelerar en dirección al palacio, donde los marines habían decidido congregarnos para darnos la información de golpe y así ahorrarse tener que ir comunicando las noticias uno por uno, pero lo que no me esperé fue escuchar pasos tras de mí con cierta velocidad. Sin estoque ni ningún otro tipo de arma en mi cintura o manos, simplemente me puse en tensión y me preparé para lanzar algún puñetazo o patada hacia lo que estuviera viniendo por mi espalda. Normalmente era alguien bastante más relajado o que no se dejase preocupar más de lo necesario, pero era cierto que el suceso con aquellas dos sombras había encendido mis nervios y el motor en mi cabeza. «¿Y si son los mismos que nos estaban mirando y van a aprovechar que ahora estoy solo…?» pensé, y me giré con la velocidad de un paso de baile para lanzar un gancho a quien estuviera acercándose, pudiendo notar la cara del hombre con el que había cruzado poco más que unas frases. Por suerte —tanto para él como para mí—, pude frenar antes de que los nudillos aterrizasen en el cuerpo de nadie, quedándose ahí en el aire mientras mi cara se deformaba en una mueca suavemente avergonzada pero que supe mantener dentro de lo normal.
Esta vez fue él quien llevó la voz cantante en la conversación, algo que me sorprendió al tener en cuenta que cuando había hablado con él por primera vez… bueno, no dijo mucho. Me había parecido alguien tímido o reservado fuera del trabajo, pero me alegraba que no fuera así. «Así que Bizvan, ¿eh...? Y encima trabaja también en la marina, como ten… ¿¡teniente comandante!? ¡Eso son cinco rangos por encima de mí!» me grité a mí mismo y mi cuerpo respondió haciendo cuadro automáticamente, de una forma algo rígida e incluso cómica. Por ahora había conocido muchos cadetes, pero quitando a Cornelius, gente que no lo fuera había conocido poca. Al menos fuera de un buque de la Marina y sin recibir órdenes, claro estaba. «¿P-Por qué te pones nervioso, Liam…? Has hablado antes… sí, antes, con él.» pensé, tratando de calmarme para no hacerme de rogar ni dar una mala impresión a aquel que estaba frente a mí. Tragando saliva solemnemente, todo se acalló durante un segundo mientras mantenía aquella postura propia del ejército y en unos tres o cuatro segundos pude volver en mí.
— Liam Griffith, señor. Encantado —fui a darle la mano de forma educada, pero pensé que quizás no era lo más correcto siendo yo un rango más bajo, así que le dediqué una formal reverencia—. No esperaba que fuera un marine, especialmente porque no vi su uniforme. Aunque a esos rangos se puede tener uno personalizado, ¿no es así? —pregunté con cierta curiosidad, estando yo con mi uniforme de niño bueno. No tardé en retomar la marcha hacia el palacio, siguiendo la velocidad que marcara Bizvan—. Pronto nevará, así que me gustaría estar entre tapices y chimeneas para ese momento… Aunque luego me tocará salir a guardar la ciudad, así que debería hacer el cuerpo —comenté algo despreocupadamente para lo que era yo normalmente, dejando escapar un suspiro. No tenía problemas en trabajar, lloviera, nevara o estuvieran cayendo meteoritos, pero había que aclarar que el uniforme normal de cadete no era el más cálido de todos para ponerse manos a la obra en una isla de invierno.
- Resumen:
- Contestar a Bizvan y seguir el camino. Es el segundo post.
Aria Landvik
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Ya he estado aquí, pero en una zona diferente. Una que para vuestro dato no me da tantos escalofríos ni malas pintas como me da este lugar, sin embargo no es como si eso fuera lo que me preocupara especialmente. La sensación de incomodidad sigue en mi cuerpo y a medida que nos adentramos en aquel lugar solo se hace más grande. La escucho a ella quejarse, susurrar en mis oídos que aquello solo va a ser una masacre y que está deseando que pase, así ella podrá salir a jugar y terminar con todo. Yo por mi parte deseaba que la cosa se calmara un poco, pero los sonidos animales indicaban lo contrario, aquella caverna no me daba buena espina precisamente.
Como yo era de un estilo más de primera línea y definitivamente ninguno de mis compañeros quería estar delante mía por si los tomaba en el fuego cruzado, di un paso hacia delante, poniendome primera, delante del resto aunque no muy alejada. Tomé aire y escuche el cántico de Arik de fondo, mientras la luz de Elina empezaba a alumbrar aquello lentamente.- Algo me dicen que han elegido al sacrificio equivocado.- Tenía toda la pinta de ello, no me culpéis si al final terminamos todos mal pensando, tiene toda la pinta de sacrificio grupal de impuras almas pelirrojas destinadas a arder en el fuego eterno y un montón de cosas más. A lo mejor es un momento de locura global y en realidad lo que hay dentro de la cueva es un perro y mucho mucho eco.
Una leve colleja me hizo agachar el cuello de manera brusca, la vi a ella, a mi otra yo con una ceja levantada y aquellos ojos repletos de sangre. Vale, lo capto, acabo de pensar una tontería, no era necesaria la colleja imaginaria. Me centro en aquello, notando a Ilje y los demás pegarse mientras yo sigo un poco más adelante. Definitivamente, si tengo que transformarme en ella para pelear, esta situación es la que menos me apetece que me vean, pero es lo que toca… ¿Matará a la anciana? Seguramente, tiene pinta de ser la cabecilla y ella odia que intenten manipularla o utilizarla, no le gusta que la gente use esa clase de juegos.
De momento queda prepararse para lo que pueda pasar, atenta a aquella cosa que pudiera salir o a lo que pudiera pasar cierro un instante los ojos, antes de abrirlos y notar los latidos descontrolados de mi corazón. Sea lo que sea, esa cosa va a encontrarse de morros con su peor pesadilla.
Como yo era de un estilo más de primera línea y definitivamente ninguno de mis compañeros quería estar delante mía por si los tomaba en el fuego cruzado, di un paso hacia delante, poniendome primera, delante del resto aunque no muy alejada. Tomé aire y escuche el cántico de Arik de fondo, mientras la luz de Elina empezaba a alumbrar aquello lentamente.- Algo me dicen que han elegido al sacrificio equivocado.- Tenía toda la pinta de ello, no me culpéis si al final terminamos todos mal pensando, tiene toda la pinta de sacrificio grupal de impuras almas pelirrojas destinadas a arder en el fuego eterno y un montón de cosas más. A lo mejor es un momento de locura global y en realidad lo que hay dentro de la cueva es un perro y mucho mucho eco.
Una leve colleja me hizo agachar el cuello de manera brusca, la vi a ella, a mi otra yo con una ceja levantada y aquellos ojos repletos de sangre. Vale, lo capto, acabo de pensar una tontería, no era necesaria la colleja imaginaria. Me centro en aquello, notando a Ilje y los demás pegarse mientras yo sigo un poco más adelante. Definitivamente, si tengo que transformarme en ella para pelear, esta situación es la que menos me apetece que me vean, pero es lo que toca… ¿Matará a la anciana? Seguramente, tiene pinta de ser la cabecilla y ella odia que intenten manipularla o utilizarla, no le gusta que la gente use esa clase de juegos.
De momento queda prepararse para lo que pueda pasar, atenta a aquella cosa que pudiera salir o a lo que pudiera pasar cierro un instante los ojos, antes de abrirlos y notar los latidos descontrolados de mi corazón. Sea lo que sea, esa cosa va a encontrarse de morros con su peor pesadilla.
- Resumen:
- Se coloca delante de todos para cubrirlos en caso de que salga algo de la cueva, recibe una colleja imaginaria por intentar ser positiva y pensar que es un perro con mucho mucho eco.
Omega
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La táctica intimidatoria de John era buena, pero empezaba a preocuparle un poco la falta de aprecio que tenían sus compañeros por la integridad física de su barco. Entre los agujeros en cubierta y la puerta de su camarote ya tenía unos cuantos arreglos costosos que intentar explicarle a su jefe cuando devolviera el barco. Diablos, qué remedio. Estaban en una situación en que descuidarse un poco estaba justificado, al menos en parte. Y seguramente su propio "stunt" con la carga aérea había dañado un tablón o dos, así que no era quién para hablar. Astartea parecía decidida a tomar el papel de poli bueno, tratando de llamar a la calma para que el tipo les contase lo que sabía. Pero... algo iba mal. Cuando intentaba sentir a aquel hombre con su habilidad, lo que percibía era muy diferente a lo que estaba acostumbrado. Era una presencia... rara, intermitente. Casi como si estuviese allí pero a la vez no. Dado que no acababa de entender su propia habilidad, no sabía cómo interpretarlo, pero empezaba a sospechar que no estaban lidiando con un humano, o no uno normal al menos. Entonces fue cuando el repartidor se retorció partiéndose su propia espalda, con una sonrisa siniestra.
- ¡Joder! ¡¿Qué coño le pasa a este tipo?!
Había visto cosas raras desde que era agente, pero no a un hombre capaz de retorcerse de aquella manera. Y su pistola se había hundido en su cráneo como si fuese plastilina... ¿lo era? ¿Era eso aquella cosa roja? No, le recordaba más a algo que no lograba recordar. Entonces, sin darle tiempo a pensar, el tipo dobló sus brazos como si fuesen goma hacia atrás, intentando agarrarles a él y a Astartea. Atsu no se lo pensó dos veces y, soltando la Sweet Sugar, mantuvo la presa y rodó hacia el lado contrario de la marine hasta acabar con el bicho encima. Desconocía si había logrado evitar que la agarrase, pero tenía que hacer un intento. Tenía una idea en mente. ¿Tan rápido? Sí. Era al fin y al cabo un pensamiento natural en él. ¿No sirven las balas? Explótalo en pedazos. Y eso pensaba hacer. Era un pensamiento lógico: había deducido que aquel hombre, ser o lo que fuera estaba compuesto de un material muy plástico, y por ello con una gran capacidad de deformación. Probablemente viendo cómo retorcía su cuerpo podría moldearse a sí mismo, con lo que golpes contundentes o perforantes serían inútiles.
- ¡Shield!
Colocó la mano derecha justo frente al pecho de la criatura al tiempo que se cubría el rostro con el brazo izquierdo, tensándolo con su tekkai kenpo. Notó viento frío a su alrededor, más frío que el del aire... ¿estaba la chica albina usando aquel poder de nuevo? Aunque le molestaba, decidió ignorarlo y centrarse en su ataque. Apretó el dedo índice contra el pulgar de la mano derecha y lo liberó de golpe, convirtiendo la presión en una pequeña onda, casi como un disparo de aire. Esa onda tras impactar y probablemente penetrar unos centímetros en el cuerpo plástico de aquella criatura, explotaría. Normalmente su shigan kenpo era tan potente que usarlo a esa distancia sería peligroso para él, así que trató de controlar la fuerza empleada y usarla con bastante menos potencia.
- ¡Joder! ¡¿Qué coño le pasa a este tipo?!
Había visto cosas raras desde que era agente, pero no a un hombre capaz de retorcerse de aquella manera. Y su pistola se había hundido en su cráneo como si fuese plastilina... ¿lo era? ¿Era eso aquella cosa roja? No, le recordaba más a algo que no lograba recordar. Entonces, sin darle tiempo a pensar, el tipo dobló sus brazos como si fuesen goma hacia atrás, intentando agarrarles a él y a Astartea. Atsu no se lo pensó dos veces y, soltando la Sweet Sugar, mantuvo la presa y rodó hacia el lado contrario de la marine hasta acabar con el bicho encima. Desconocía si había logrado evitar que la agarrase, pero tenía que hacer un intento. Tenía una idea en mente. ¿Tan rápido? Sí. Era al fin y al cabo un pensamiento natural en él. ¿No sirven las balas? Explótalo en pedazos. Y eso pensaba hacer. Era un pensamiento lógico: había deducido que aquel hombre, ser o lo que fuera estaba compuesto de un material muy plástico, y por ello con una gran capacidad de deformación. Probablemente viendo cómo retorcía su cuerpo podría moldearse a sí mismo, con lo que golpes contundentes o perforantes serían inútiles.
- ¡Shield!
Colocó la mano derecha justo frente al pecho de la criatura al tiempo que se cubría el rostro con el brazo izquierdo, tensándolo con su tekkai kenpo. Notó viento frío a su alrededor, más frío que el del aire... ¿estaba la chica albina usando aquel poder de nuevo? Aunque le molestaba, decidió ignorarlo y centrarse en su ataque. Apretó el dedo índice contra el pulgar de la mano derecha y lo liberó de golpe, convirtiendo la presión en una pequeña onda, casi como un disparo de aire. Esa onda tras impactar y probablemente penetrar unos centímetros en el cuerpo plástico de aquella criatura, explotaría. Normalmente su shigan kenpo era tan potente que usarlo a esa distancia sería peligroso para él, así que trató de controlar la fuerza empleada y usarla con bastante menos potencia.
- resumen:
- Ruedo con el bicho de arcilla hasta que me quede encima (no quiero reventar más mi barco), me cubro el rostro con mi tekkai kenpo y uso mi shigan kenpo para intentar reventarlo en pedazos.
Tekkai Kenpo: Shield
Categoría: Mítica
Naturaleza: Física
Descripción: Con esta técnica Atsu puede concentrar su tekkai en una única parte del cuerpo (el pecho, un antebrazo, la mitad de una pierna). Tiene que mantener esa parte rígida y pierde casi totalmente la movilidad de la zona mientras mantiene el tekkai. Mientras mantiene esta protección podría bloquear con la parte potenciada el corte de un espadachín hábil o resistir sin problemas un impacto equivalente a que un autobús le arrollase.
Shigan Kenpo: Explosive Ammo
Categoría: Mítica
Naturaleza: Física
Descripción: Atsu aprieta el dedo índice contra el pulgar, haciendo presión con este y soltándolo de golpe, generando una pequeña onda concentrada capaz de causar una pequeña detonación de un metro de radio con potencia como para destruir una pared de hormigón armado de veinte centímetros de grosor.
Canalización: Dos segundos.
Recarga: Dos posts.
Claude von Appetit
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Mis ojos se abren como platos cuando Elina quema nuestra bandera. En la Marina esto sería considerado un insulto, un ultraje, un... ¡Eso es, Aria! ¡Defiéndeme! Hasta ella tiene claro quién es el capitán, incluso por encima de su familia. Como debe ser, por otro lado, pero me quedo mirando el palo mayor reprimiendo mis lágrimas mientras los últimos jirones aún llameantes de mi enseña vuelan hasta mí. Recojo un pedazo entre las manos, y lo miro con tristeza. ¿Por qué tenía que destruirla? Yo la suya la he dejado bien doblada en un rincón. ¿Por qué tiene que comportarse como una salvaje? Aun si fuese la capitana, imponerse así...
Pateo la nieve, mirando al suelo, y sigo al resto de la banda. No digo nada, e intento perderme por un momento en mi mente. No es fácil después de esto, pero lo consigo concentrándome en el propio camino. No es difícil memorizarlo, hay muchas cosas llamativas a mitad y el hecho de dirigirnos hacia zonas elevadas saliendo del pueblo facilita su memorización. Incluso ese pino con forma de baobab resulta extraordinariamente memorable, aunque no tanto como yo. En cualquier caso todo apunta a que esta formación con la que nos flanquean pretende evitar algún tipo de huida, ¿pero por qué? Si tienen algún motivo para no dejarnos marchar, igual sí que tienen alguna intención de hacernos daño. Empiezo a temer, más por mis compañeros que por mí, y cuando veo que nos están llevando a una cueva oscura mi corazón palpita, casi desbocado.
Quiero advertirles de no entrar, pero todos parecen dispuestos a dedicarle poco tiempo a reflexionar sobre las consecuencias de meterse en un lugar oscuro con unos raritos adoradores de la luna y los diluvios. Tengo que hacer algo.
- Esto... Yo... -digo, buscando alguna excusa-. Me voy a arreglar mi bandera, ahora vengo.
Salgo corriendo cuan raudo soy, tomando mi forma fancy cock en cuanto tengo algo de espacio para elevarme, y vuelo hasta el barco tan deprisa como puedo. De hecho, voy tan apurado que mi aterrizaje es poco práctico y me pego no pocos golpes contra la cubierta, rodando como un imbécil. Sin embargo, entro en el cuarto de Illje y empiezo a rebuscar entre sus cosas de illjeniería. Sé lo que necesito: Para hacer una linterna solo necesito una bombilla, un par de reflectores, queso y una linterna. ¡Y ahí hay tres linternas! De supervivencia, además, qué suerte. Me las cargo al morral y vuelvo cuan rápido soy a la entrada de la cueva.
Esta vez intento que el aterrizaje sea un poco más elegante, y recupero mi forma humana mientras entro armado con una linterna encendida. Supongo que podré encontrarlos pronto y así iluminaremos el camino fácilmente. Menos mal que estoy yo aquí, porque si no...
- ¡Chicos! ¡Traigo luz! -grito. Espero que no estén muy lejos.
Pateo la nieve, mirando al suelo, y sigo al resto de la banda. No digo nada, e intento perderme por un momento en mi mente. No es fácil después de esto, pero lo consigo concentrándome en el propio camino. No es difícil memorizarlo, hay muchas cosas llamativas a mitad y el hecho de dirigirnos hacia zonas elevadas saliendo del pueblo facilita su memorización. Incluso ese pino con forma de baobab resulta extraordinariamente memorable, aunque no tanto como yo. En cualquier caso todo apunta a que esta formación con la que nos flanquean pretende evitar algún tipo de huida, ¿pero por qué? Si tienen algún motivo para no dejarnos marchar, igual sí que tienen alguna intención de hacernos daño. Empiezo a temer, más por mis compañeros que por mí, y cuando veo que nos están llevando a una cueva oscura mi corazón palpita, casi desbocado.
Quiero advertirles de no entrar, pero todos parecen dispuestos a dedicarle poco tiempo a reflexionar sobre las consecuencias de meterse en un lugar oscuro con unos raritos adoradores de la luna y los diluvios. Tengo que hacer algo.
- Esto... Yo... -digo, buscando alguna excusa-. Me voy a arreglar mi bandera, ahora vengo.
Salgo corriendo cuan raudo soy, tomando mi forma fancy cock en cuanto tengo algo de espacio para elevarme, y vuelo hasta el barco tan deprisa como puedo. De hecho, voy tan apurado que mi aterrizaje es poco práctico y me pego no pocos golpes contra la cubierta, rodando como un imbécil. Sin embargo, entro en el cuarto de Illje y empiezo a rebuscar entre sus cosas de illjeniería. Sé lo que necesito: Para hacer una linterna solo necesito una bombilla, un par de reflectores, queso y una linterna. ¡Y ahí hay tres linternas! De supervivencia, además, qué suerte. Me las cargo al morral y vuelvo cuan rápido soy a la entrada de la cueva.
Esta vez intento que el aterrizaje sea un poco más elegante, y recupero mi forma humana mientras entro armado con una linterna encendida. Supongo que podré encontrarlos pronto y así iluminaremos el camino fácilmente. Menos mal que estoy yo aquí, porque si no...
- ¡Chicos! ¡Traigo luz! -grito. Espero que no estén muy lejos.
Serleena
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Bien, en lo que llevaba de tiempo con esta gente había desembarcado del barco, no había comido nada, habíamos sido recibidos por una secta estúpida, una anciana nos quería contar sobre la palabra de su dios o lo que fuera y encima todos sus integrantes eran albinos. Que no tenía nada en contra, ya que nosotros tampoco es que fuéramos demasiado "normales".
Ya me extrañó bastante que nos quisieran llevar hasta la entrada de aquella cueva, y más todavía cuando se metieron dentro de ella y unos gruñidos, más propios de mi estómago que de una bestia, se había hecho presencia ante todos nosotros. Mis nakamas se estaban preparando por si algo grande y con malas pulgas salía de aquel sitio. Yo como era obvio no iba a quedarme atrás.
"Por fin un poco de fiesta" pensé para mi con una gran sonrisa mientras desenfundaba mis dos pistolas del mis cartucheras y apuntaba a la entrada de la cueva.
-Quien lo mate se lleva premio ¿no?- pregunté mirando para todos mis compañeros buscando una respuesta.
Estaba deseando que fuera lo que fuera lo que había ahí dentro, esperaba que fuera grande, baboso y tuviera muy muy muy mala leche. Si no esto sería aburrido. Pero, o me acabamos con esto rapidito o yo acabaré por comerme a lo que sea que hay ahí dentro.
Ya me extrañó bastante que nos quisieran llevar hasta la entrada de aquella cueva, y más todavía cuando se metieron dentro de ella y unos gruñidos, más propios de mi estómago que de una bestia, se había hecho presencia ante todos nosotros. Mis nakamas se estaban preparando por si algo grande y con malas pulgas salía de aquel sitio. Yo como era obvio no iba a quedarme atrás.
"Por fin un poco de fiesta" pensé para mi con una gran sonrisa mientras desenfundaba mis dos pistolas del mis cartucheras y apuntaba a la entrada de la cueva.
-Quien lo mate se lleva premio ¿no?- pregunté mirando para todos mis compañeros buscando una respuesta.
Estaba deseando que fuera lo que fuera lo que había ahí dentro, esperaba que fuera grande, baboso y tuviera muy muy muy mala leche. Si no esto sería aburrido. Pero, o me acabamos con esto rapidito o yo acabaré por comerme a lo que sea que hay ahí dentro.
- Resumen:
-Se alegra de que empiece la fiesta.
-Prepara sus dos pistolas y apunta a la cueva
-Desea que sea un bicharraco enorme lo que salga de ahí.
Thyra sonrió jactándose de sus buenas ideas, no por algo era brillante en ese aspecto. Sin embargo, al resto del grupo no pareció importarle mucho su osadía de contradecir al líder. A Thyra no le gustaba liderar y mucho menos sabía si se le daría bien. Por si fuera poco tenía a su mando a dos naves con doscientas mujeres a su servicio y a veces se sentía perdida entre ellas. Definitivamente, liderar era un dolor de cabeza, ella prefería dar órdenes en las sombras y que otro delegase en su ausencia.
Mientras esperaban a más voluntarios para la búsqueda, anocheció enseguida. Thyra se puso en marcha junto con un pequeño grupo de tres merodeadores hacia las afueras del barrio peligroso. Allí se subieron a un tejado e interceptaron a dos personas. Con su látigo pudo atrapar a una de ellas que intentó escapar. Era una muchacha joven, vestida como una espía, pero eso le resultaba extraño a la maleante. Llamaría mucho más la atención que yendo de incógnito, pero enseguida unió lazos y la soltó.
-Es un señuelo - la muchacha estaba aterrorizada -. Nos han engañado, si el resto de compañeros no ha interceptado a quiénes buscaban escapar o hacer algo diferente, nos la habrán colado pero bien.
Pese a que la estrategia era buena, habían sido más listos que ellos por lo que Thyra cambió su plan a última hora. Mandó a dos quedarse cada uno al lado de la calle en el tejado mientras que ella permanecería oculta junto con otro merodeador mientras avanzaban por la helada calle. Sin llamar la atención, podrían ver a alguien. Finalmente desde su posición logró ver a un hombre salir de un tugurio que miraba hacia todos lados preocupado. La muchacha le dio la señal a su compañero para que raudo y veloz lo interceptase. Brillante, con su látigo lo enrolló a sus pies y lo tiró al suelo, hundiendo su cabeza en la nieve para que no respirase.
-¡Basta, por favor! - Suplicó el hombre, pero Thyra le hundió más la cabeza para que no llamase la atención con los gritos.
-Sabemos qué eres, habla - dijo apartando su pie.
-S-solo soy un saboteador - dijo de mala manera, escupiendo-. Buscadlos en los bosques, no sé nada y no quiero tener nada que ver con ellos.
Thyra dejó que se pusiera de pie y el hombre sacudió sus ropajes. Estaba realmente enfadado, pero enseguida uno de sus compañeros dio la orden de volver a juntar el grupo. El hombre aprovechó para escapar y cuando la muchacha se giró para mirarlo, este había echado a correr a lo lejos. Era una tontería perseguirlo. No estaba de acuerdo con aquella interrupción, podrían haberle sacado más información, pero ella no quién para contradecir al líder.
Cuando se juntaron todos enseguida se dio cuenta de que era realmente una tontería. Lo que él había averiguado, ella también. Si la comunicación fluyese un poco más, podrían haber trabajado coordinados y habrían conseguido lo que querían. Por si fuera poco, Thyra no tuvo opción a replicar aquella idea. Era de noche, había mucha nieve y las nubes del cielo encapotado sugerían que el tiempo iba a empeorar. Era un suicidio ir hacia el bosque sobre todo si no lo conocían, pero quería creer que si. El frío los mataría a uno por uno. El líder ni siquiera se molestó en escuchar al resto de sus compañeros y aquello a Thyra no le gustaba. Una cosa era delatar gente y otra muy distinta, terminar de arruinar los planes.
Avanzaron hacia el bosque y Brillante miró hacia atrás, viendo en la lejanía las luces de Sakura que cada vez se iban desvaneciendo más. Caminar era difícil con tanta nieve, a ratos se hundía y se sentía exhausta por el esfuerzo. Notaba sus pantalones mojados por culpa de la nieve y el frío le calaba cada vez más los huesos. Frotó sus manos y miró a sus compañeros, que estaban en su misma situación. Se arrepentía de haber seguido al líder, había sido una locura. Para caminar más rápido comenzó a derretir la nieve de su alrededor, pero de poco servía.
De repente, unos ojos rojos en la oscuridad comenzaron a acecharlos. Eran conejos gigantes y enfadados, se habían metido en la boca del lobo e iban con desventaja. El resto de los hombres estaban cansados. Todo el mundo lo estaba y aunque fueran menos bestias que ellos, no veía esperanza en aquel ataque. Con la nieve derretida cerca de sus piernas tuvo una oportunidad de tener movilidad, pues uno de los conejos se quedó frente a ella.
Thyra sacó su látigo y lo desenrolló de un golpe. Si lograba enredar su látigo a las garras del conejo podría impedir el movimiento. Thyra se deslizó hacia delante gracias a la nieve que derretía con su calor. Mientras se deslizaba, estiró el látigo hacia las garras del conejo con la intención de hacerle caer de boca y que este diera una voltereta, pues quería deslizarse por debajo del conejo o por los lados. Aquello se convirtió en una batalla campal en donde todos peleaban contra todos y Thyra, con suerte, podría deshacerse de uno o quizás no. Solo quería enganchar al conejo. Con suerte si lo amansaba, se lo ganaba como amiguito achuchable mientras estuviera en Sakura. Le hacía gracia la idea.
Mientras esperaban a más voluntarios para la búsqueda, anocheció enseguida. Thyra se puso en marcha junto con un pequeño grupo de tres merodeadores hacia las afueras del barrio peligroso. Allí se subieron a un tejado e interceptaron a dos personas. Con su látigo pudo atrapar a una de ellas que intentó escapar. Era una muchacha joven, vestida como una espía, pero eso le resultaba extraño a la maleante. Llamaría mucho más la atención que yendo de incógnito, pero enseguida unió lazos y la soltó.
-Es un señuelo - la muchacha estaba aterrorizada -. Nos han engañado, si el resto de compañeros no ha interceptado a quiénes buscaban escapar o hacer algo diferente, nos la habrán colado pero bien.
Pese a que la estrategia era buena, habían sido más listos que ellos por lo que Thyra cambió su plan a última hora. Mandó a dos quedarse cada uno al lado de la calle en el tejado mientras que ella permanecería oculta junto con otro merodeador mientras avanzaban por la helada calle. Sin llamar la atención, podrían ver a alguien. Finalmente desde su posición logró ver a un hombre salir de un tugurio que miraba hacia todos lados preocupado. La muchacha le dio la señal a su compañero para que raudo y veloz lo interceptase. Brillante, con su látigo lo enrolló a sus pies y lo tiró al suelo, hundiendo su cabeza en la nieve para que no respirase.
-¡Basta, por favor! - Suplicó el hombre, pero Thyra le hundió más la cabeza para que no llamase la atención con los gritos.
-Sabemos qué eres, habla - dijo apartando su pie.
-S-solo soy un saboteador - dijo de mala manera, escupiendo-. Buscadlos en los bosques, no sé nada y no quiero tener nada que ver con ellos.
Thyra dejó que se pusiera de pie y el hombre sacudió sus ropajes. Estaba realmente enfadado, pero enseguida uno de sus compañeros dio la orden de volver a juntar el grupo. El hombre aprovechó para escapar y cuando la muchacha se giró para mirarlo, este había echado a correr a lo lejos. Era una tontería perseguirlo. No estaba de acuerdo con aquella interrupción, podrían haberle sacado más información, pero ella no quién para contradecir al líder.
Cuando se juntaron todos enseguida se dio cuenta de que era realmente una tontería. Lo que él había averiguado, ella también. Si la comunicación fluyese un poco más, podrían haber trabajado coordinados y habrían conseguido lo que querían. Por si fuera poco, Thyra no tuvo opción a replicar aquella idea. Era de noche, había mucha nieve y las nubes del cielo encapotado sugerían que el tiempo iba a empeorar. Era un suicidio ir hacia el bosque sobre todo si no lo conocían, pero quería creer que si. El frío los mataría a uno por uno. El líder ni siquiera se molestó en escuchar al resto de sus compañeros y aquello a Thyra no le gustaba. Una cosa era delatar gente y otra muy distinta, terminar de arruinar los planes.
Avanzaron hacia el bosque y Brillante miró hacia atrás, viendo en la lejanía las luces de Sakura que cada vez se iban desvaneciendo más. Caminar era difícil con tanta nieve, a ratos se hundía y se sentía exhausta por el esfuerzo. Notaba sus pantalones mojados por culpa de la nieve y el frío le calaba cada vez más los huesos. Frotó sus manos y miró a sus compañeros, que estaban en su misma situación. Se arrepentía de haber seguido al líder, había sido una locura. Para caminar más rápido comenzó a derretir la nieve de su alrededor, pero de poco servía.
De repente, unos ojos rojos en la oscuridad comenzaron a acecharlos. Eran conejos gigantes y enfadados, se habían metido en la boca del lobo e iban con desventaja. El resto de los hombres estaban cansados. Todo el mundo lo estaba y aunque fueran menos bestias que ellos, no veía esperanza en aquel ataque. Con la nieve derretida cerca de sus piernas tuvo una oportunidad de tener movilidad, pues uno de los conejos se quedó frente a ella.
Thyra sacó su látigo y lo desenrolló de un golpe. Si lograba enredar su látigo a las garras del conejo podría impedir el movimiento. Thyra se deslizó hacia delante gracias a la nieve que derretía con su calor. Mientras se deslizaba, estiró el látigo hacia las garras del conejo con la intención de hacerle caer de boca y que este diera una voltereta, pues quería deslizarse por debajo del conejo o por los lados. Aquello se convirtió en una batalla campal en donde todos peleaban contra todos y Thyra, con suerte, podría deshacerse de uno o quizás no. Solo quería enganchar al conejo. Con suerte si lo amansaba, se lo ganaba como amiguito achuchable mientras estuviera en Sakura. Le hacía gracia la idea.
- resumen:
- Relleno de las incursiones y pelear contra el conejo. Intenta enrollarle las garras y deslizarse por la nieve para tirarlo de boca. Thyra quiere achuchar a ese conejo si o si (?).
Ashlyn Blake
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Vale, eso si que no se lo esperaba ¿de que coño estaba hecho ese tío? gruño bastante molesta cuando vio como aquel tipo intentaba atrapar a sus dos compañeros como si fuera una especie de masilla o algo parecido. Realmente era un poco asqueroso de ver, pero no podía dejarse llevar por aquel momento incomodo, tenía que ayudar a sus compañeros. Dejaría que John se encargarse de ese dichoso pitido, se imaginaba que su compañero con sus nuevos poderes sería capaz de hacerse cargo de esa cosa antes de que pudiera fastidiarles la vida.
Mientras tanto, se acerco a Omega y tras crear tras de ellos un muro de nieve que protegería al vaquero y a la otra albina de sus vientos, creo una ventisca controlada alrededor de ella y de Omega. Bajaría los grados suficientes para que el cuerpo de aquel tipo se cuarteara, si era un material líquido tendría que tener algo de agua en su interior y al congelarse con la bajada de temperatura se volvería mas quebradizo o al menos eso era lo que ella esperaba. Si conseguían deshacerse de aquel tipejo podrían intentar descubrir de donde demonios había salido.
Con su pistolas gemelas entre las manos y tras la explosión provocada por el joven de pelo blanco comenzó a disparar varias veces balas de hielo hacia su cuerpo y sobre todo a la zona de su cabeza por si las moscas. Quería acabar con aquel tipo cuanto antes, no le daba buena espina que pudiera doblarse de aquella manera, podría traerles serios problemas y en aquel momento no estaban para perder el tiempo. Habían llegado a la isla con una misión y parecía que alguien estaba dispuesto a interponerse en su camino para no dejarles avanzar.
Sin embargo se habían metido con el grupo equivocado y Ash estaba más que segura de que ninguno de los allí presentes se dejaría vencer tan fácilmente. Eran un poco brutos eso si, pero oye, nadie dijo que tuvieran que ser discretos ¿Verdad?
Mientras tanto, se acerco a Omega y tras crear tras de ellos un muro de nieve que protegería al vaquero y a la otra albina de sus vientos, creo una ventisca controlada alrededor de ella y de Omega. Bajaría los grados suficientes para que el cuerpo de aquel tipo se cuarteara, si era un material líquido tendría que tener algo de agua en su interior y al congelarse con la bajada de temperatura se volvería mas quebradizo o al menos eso era lo que ella esperaba. Si conseguían deshacerse de aquel tipejo podrían intentar descubrir de donde demonios había salido.
Con su pistolas gemelas entre las manos y tras la explosión provocada por el joven de pelo blanco comenzó a disparar varias veces balas de hielo hacia su cuerpo y sobre todo a la zona de su cabeza por si las moscas. Quería acabar con aquel tipo cuanto antes, no le daba buena espina que pudiera doblarse de aquella manera, podría traerles serios problemas y en aquel momento no estaban para perder el tiempo. Habían llegado a la isla con una misión y parecía que alguien estaba dispuesto a interponerse en su camino para no dejarles avanzar.
Sin embargo se habían metido con el grupo equivocado y Ash estaba más que segura de que ninguno de los allí presentes se dejaría vencer tan fácilmente. Eran un poco brutos eso si, pero oye, nadie dijo que tuvieran que ser discretos ¿Verdad?
- Resumen:
- Ash crea un muro de nieve para proteger a Astartea y John de su viento y crea una ventisca alrededor suya y de Omega para bajar la temperatura hasta que el cuerpo de aquel hombre se cuartee para que después su compañero pueda darle el golpe de gracia con la explosión, por si acaso, Ash le dispara sus balas de hielo con las pistolas Divinas de la muerte.
Freites D. Alpha
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Vaya, realmente esta gente si que tiene un temperamento bastante fuerte. Sin lugar a dudas aquél primer disparó de advertencia había puesto un poco en alerta al pequeño capitán pirata. Incluso me atrevería a decir que estaba a punto de dar la orden de prepararse para la batalla pero, ocurría algo que para muchos de los grumetes del barco sería un milagro.
Aquellos minutos de espera parecían eternos. Incluso alguno que otro grumete comenzaba ha Impacientarce. El pequeño pirata solo se quedaba allí. Tranquilo. Sonriendo. Realmente estaba deseoso de conocer al hombre del megáfono ¿Quizás ocurriría algo interesante? Quien sabe, ya esas son cosas del destino.
Aquel sujeto demostró una total desconfianza apenas colocó el pie en el barco. Alpha simplemente se limitaba ha mirarle mientras se acercaba a paso un tanto lento, después de todo cojeaba un poco. Aunque si algo se debe admitir, es que la seguridad que demostraba aquél hombre era enorme.
- El enemigo de mi enemigo, es mi Amigó. - Dijo el pequeño apenas el caballero término de hablar. - Si su gente prefiere la venganza sobre cualquier cosa, déjeme decirle que entiendo ese sentimiento mejor que nadie. También me preparó para llevar la mía acabó, pero no viene al casó. - El pequeño pirata chasquearia los dedos e inmediatamente le arrojarían una botella de sake. - Usted y su gente quieren llevar a cabo una venganza por lo que usted me dice. Yo estoy dispuesto a ayudarles ha obtenerla por el increíble precio de nada. - comenzaría a sacar el corcho de la botella con los dientes y de un soplido le mandaría lejos. - Tal vez le parezca imposible que exista una especie de pirata como yo pero ¿de que sirve vivir en un mundo sin honestidad? Solo soy un corsario que se gana la vida derrocando a otros piratas, liberando esclavos y haciéndo nuevos aliados. - Una pausa rápida y el joven herrero daría un profundo trago a su licor. Añadiendo. - Si no le convence nada de lo que le estoy diciendo, simplemente daré la vuelta a mi barco y regresaré por donde vine. No tengo intención de derramar la sangre de alguien que no ha hecho nada ni a mi, ni a mi familia.
Una vez termino de hablar el pequeño pirata le extendería la botella de sake en señal de paz. Tal vez la tomaría y le daría un sorbo. Quizás no. Ahora todo dependerá de la buena fortuna.
Aquellos minutos de espera parecían eternos. Incluso alguno que otro grumete comenzaba ha Impacientarce. El pequeño pirata solo se quedaba allí. Tranquilo. Sonriendo. Realmente estaba deseoso de conocer al hombre del megáfono ¿Quizás ocurriría algo interesante? Quien sabe, ya esas son cosas del destino.
Aquel sujeto demostró una total desconfianza apenas colocó el pie en el barco. Alpha simplemente se limitaba ha mirarle mientras se acercaba a paso un tanto lento, después de todo cojeaba un poco. Aunque si algo se debe admitir, es que la seguridad que demostraba aquél hombre era enorme.
- El enemigo de mi enemigo, es mi Amigó. - Dijo el pequeño apenas el caballero término de hablar. - Si su gente prefiere la venganza sobre cualquier cosa, déjeme decirle que entiendo ese sentimiento mejor que nadie. También me preparó para llevar la mía acabó, pero no viene al casó. - El pequeño pirata chasquearia los dedos e inmediatamente le arrojarían una botella de sake. - Usted y su gente quieren llevar a cabo una venganza por lo que usted me dice. Yo estoy dispuesto a ayudarles ha obtenerla por el increíble precio de nada. - comenzaría a sacar el corcho de la botella con los dientes y de un soplido le mandaría lejos. - Tal vez le parezca imposible que exista una especie de pirata como yo pero ¿de que sirve vivir en un mundo sin honestidad? Solo soy un corsario que se gana la vida derrocando a otros piratas, liberando esclavos y haciéndo nuevos aliados. - Una pausa rápida y el joven herrero daría un profundo trago a su licor. Añadiendo. - Si no le convence nada de lo que le estoy diciendo, simplemente daré la vuelta a mi barco y regresaré por donde vine. No tengo intención de derramar la sangre de alguien que no ha hecho nada ni a mi, ni a mi familia.
Una vez termino de hablar el pequeño pirata le extendería la botella de sake en señal de paz. Tal vez la tomaría y le daría un sorbo. Quizás no. Ahora todo dependerá de la buena fortuna.
- Resumen:
- - Ser amable y tratar de convencer al buen señor que los deje pasar a cambio de ayudarlo.
- ofrecerle sake al buen señor ej señal de cooperar con el.
Astartea Shikei
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Hay cosas que le sacan una sonrisa a nuestra dama albina y cosas que nuestra dama albina hace, que consiguen sacarle una sonrisa a los demás. No sabe en qué parte se encuentra en este momento ya que no para de sonreír, pero no puede evitarlo mientras las cosas se vuelven cada vez más interesantes.- Vaya, veo que eres de esas cosas que le das la mano y toman el brazo… Toma todos los que quieras.- Comenzó a multiplicar su propio brazo, una y otra vez hasta que el hombre, cosa o arcilla con patas no pudiera más que agarrar de ese lado todos y cada uno de ellos y entonces, se restó de allí.
Tomó distancia de ellos aprovechando aquella maniobra y dejando espacio para que Ash y Omega actuaran. Fue entonces que decidió buscar la dichosa caja de Pizza y ver qué demonios podía hacer con lo que había dentro.
La encontró tirada en el muelle, justo al lado del barco y la dama se acercó rápidamente para ver de qué se trataba. Si era una bomba como sospechaban, intentaría ver de qué tipo o modelo, si la carga era bastante grande o si tenía alguna forma de acceder a ella. Por si acaso y debido a que había bombas que se activaban al mover la caja o cualquier cosa, restó la parte superior de la caja para ver directamente que había dentro.
-Vamos a ver con que demonios nos enfrentamos.- Si era algo que pudiera manejar , lo haría más pequeño para arrojarlo al agua o más grande para que su peso lo hubiera por completo en el mar. Primero era momento de analizar la situación y si nada de aquello funcionaba, podía enterrarlo en un mar de cuchillos de más de cincuenta metros y asegurarse de que la explosión hasta ellos fuera mínima.- Por una vez, hazme tener suerte.- La otra posibilidad era que le explotara en la cara y aunque tiene dos laboratorios enteros con partes de su cuerpo para cambiarse no le apetece demasiado volverse un muñeco más de su akuma.
Sea como sea, si la bomba era algo que podía manejar, o si esa mierda era siquiera una bomba después de todo, nuestra dama la intentaría afrontar tras verla de una manera lógica y sensata, como todo lo que hacía. Lo demás era cuestión de dejarlo a un factor en el que no confiaba pero a veces funcionaba, como en esos casos… Todo iba a quedar en manos del Moderador.
En este sitio no existe tal cosa como la suerte.
Tomó distancia de ellos aprovechando aquella maniobra y dejando espacio para que Ash y Omega actuaran. Fue entonces que decidió buscar la dichosa caja de Pizza y ver qué demonios podía hacer con lo que había dentro.
La encontró tirada en el muelle, justo al lado del barco y la dama se acercó rápidamente para ver de qué se trataba. Si era una bomba como sospechaban, intentaría ver de qué tipo o modelo, si la carga era bastante grande o si tenía alguna forma de acceder a ella. Por si acaso y debido a que había bombas que se activaban al mover la caja o cualquier cosa, restó la parte superior de la caja para ver directamente que había dentro.
-Vamos a ver con que demonios nos enfrentamos.- Si era algo que pudiera manejar , lo haría más pequeño para arrojarlo al agua o más grande para que su peso lo hubiera por completo en el mar. Primero era momento de analizar la situación y si nada de aquello funcionaba, podía enterrarlo en un mar de cuchillos de más de cincuenta metros y asegurarse de que la explosión hasta ellos fuera mínima.- Por una vez, hazme tener suerte.- La otra posibilidad era que le explotara en la cara y aunque tiene dos laboratorios enteros con partes de su cuerpo para cambiarse no le apetece demasiado volverse un muñeco más de su akuma.
Sea como sea, si la bomba era algo que podía manejar, o si esa mierda era siquiera una bomba después de todo, nuestra dama la intentaría afrontar tras verla de una manera lógica y sensata, como todo lo que hacía. Lo demás era cuestión de dejarlo a un factor en el que no confiaba pero a veces funcionaba, como en esos casos… Todo iba a quedar en manos del Moderador.
En este sitio no existe tal cosa como la suerte.
- Resumen:
- Hace más de cincuenta copias del brazo que le agarra para saturarlo, resta el brazo para soltarse, va hacia la caja de pizza,resta la tapa para ver si es una bomba como intentar apañar la cosa para no explotarla sin querer.
Ryuichi Ichiban
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—Solo era una broma —contestó sin perder la sonrisa cuando reaccionaron a su pregunta.
Los llevaron sin problemas por la entrada del lugar, cruzando unos jardines extensos de aspecto bastante lujoso y cuidado. Era difícil de comprender, pues Braud nunca había entendido por qué la gente quería tener jardines. Era como si, cansados de domesticar a las bestias, hubiesen decidido domesticar a los mismos bosques. Aunque lo más extraño de aquel bosque domesticado no era su excéntrica naturaleza como propiedad de un ricachón, sino el hecho de que alguien escondido entre sus arbustos los estaba mirando. O eso o era un animalejo preguntándose si los recién llegados son depredadores o no. Al menos Raion lo era. Y Braud... bueno, depende del día.
El hombre se presentó como el general del ejército real... O algo así. Braud supuso que debía ser un rango similar al del bruxa del clan, el hombre que lideraba los asedios en Leirngaf. Comentó sus preocupaciones y el como creía que el ataque venía de dentro, más que de simples piratas. Braud miró entonces con ojos golosones el hidromiel que le habían puesto delante, aunque por desgracia parecía ser una jarra tamaño humana. ¿Es que nunca pensaban en la gente de su tamaño o que? Fuera como fuese, cogió la pequeña jarra y la vació de un trago. Miró entonces a Raion, que no parecía querer tocar la suya.
—¿Te la vas a beber?
Escuchó como el león se presentaba, de forma solemne y orgullosa como... bueno, como un león. Braud miró al hombre de servicio más cercano que hubiese y señaló su jarra, pidiendo que le trajesen más. Y a ser posible, algo apto de su tamaño.
—Yo me llamo Braudbrüthgael Gledgeirbuf, del clan líder de Leirngaf —se presentó entonces.
Los llevaron sin problemas por la entrada del lugar, cruzando unos jardines extensos de aspecto bastante lujoso y cuidado. Era difícil de comprender, pues Braud nunca había entendido por qué la gente quería tener jardines. Era como si, cansados de domesticar a las bestias, hubiesen decidido domesticar a los mismos bosques. Aunque lo más extraño de aquel bosque domesticado no era su excéntrica naturaleza como propiedad de un ricachón, sino el hecho de que alguien escondido entre sus arbustos los estaba mirando. O eso o era un animalejo preguntándose si los recién llegados son depredadores o no. Al menos Raion lo era. Y Braud... bueno, depende del día.
El hombre se presentó como el general del ejército real... O algo así. Braud supuso que debía ser un rango similar al del bruxa del clan, el hombre que lideraba los asedios en Leirngaf. Comentó sus preocupaciones y el como creía que el ataque venía de dentro, más que de simples piratas. Braud miró entonces con ojos golosones el hidromiel que le habían puesto delante, aunque por desgracia parecía ser una jarra tamaño humana. ¿Es que nunca pensaban en la gente de su tamaño o que? Fuera como fuese, cogió la pequeña jarra y la vació de un trago. Miró entonces a Raion, que no parecía querer tocar la suya.
—¿Te la vas a beber?
Escuchó como el león se presentaba, de forma solemne y orgullosa como... bueno, como un león. Braud miró al hombre de servicio más cercano que hubiese y señaló su jarra, pidiendo que le trajesen más. Y a ser posible, algo apto de su tamaño.
—Yo me llamo Braudbrüthgael Gledgeirbuf, del clan líder de Leirngaf —se presentó entonces.
- resumen:
- beber y presentarse
Bizvan
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No fue muy buena idea el acercarse al marine sin previo aviso, pues este reaccionó de manera defensiva, dispuesto a lanzar un ataque contra Bizvan. Los reflejos de este eran los suficientes para esquivar la mayoría de los ataques con movimientos casi imperceptibles a ojos normales, sin embargo la corta distancia a la que se encontraba lo obligaría a realizar un movimiento brusco si es que quería ignorar por completo el golpe. Por fortuna esto no fue necesario, ya que el marine pareció reconocer a Biz y detuvo su puño.
- Eso estuvo cerca. Fue inapropiado de mí parte el acercarme de esa forma, te pido una disculpa por ello. -expresó mientras esbozaba una ligera sonrisa en su rostro.
Mientras caminaban, el moreno comenzó a hablar un poco con el pelirrojo. Nada fuera de lo normal, mencionar su nombre, su afiliación con la marina, y accidentalmente su rango.
* Oh mierda, se me fue la lengua con eso. *por un momento Bizvan quedó en silencio, esperando que ese detalle hubiera sido pasado por alto, pero un ligero cambio en la expresión corporal del joven le indicó que no había sido así.
- No hay necesidad de ser formal conmigo Liam, ¿puedo llamarte así? -Biz hizo un gesto con las manos para que Liam detuviera la reverencia.- Siendo honesto preferiría que me trataras como a un igual. En cuanto al tema de los uniformes, sí, después de unos cuantos rangos se te permite llevar un uniforme personalizado, aunque si ingresas a una flota, tu capitán puede permitir que lleves un uniforme personalizado desde antes. -explicó el marine mientras miraba hacia el cielo.
El clima cambiaba más y más, por lo que sería mejor aumentar un poco el avance.
- Me agrada tu forma de pensar, parecer ser alguien bastante responsable. Puede ser un poco duro al principio, pero si encuentras buenos compañeros, las cosas son más llevaderas. -por un momento el semblante de Bizvan se hizo un poco melancólico al recordar al pasado, no obstante de inmediato regresó esa sonrisa que tenía hace unos segundos.- No creo que tengas problemas en entrar a alguna flota. Ese golpe de hace poco parecía ser bastante bueno, aunque tu postura no parecía ser la de un luchador, ¿acaso ocurrió algo con tu arma o armas?.
- Eso estuvo cerca. Fue inapropiado de mí parte el acercarme de esa forma, te pido una disculpa por ello. -expresó mientras esbozaba una ligera sonrisa en su rostro.
Mientras caminaban, el moreno comenzó a hablar un poco con el pelirrojo. Nada fuera de lo normal, mencionar su nombre, su afiliación con la marina, y accidentalmente su rango.
* Oh mierda, se me fue la lengua con eso. *por un momento Bizvan quedó en silencio, esperando que ese detalle hubiera sido pasado por alto, pero un ligero cambio en la expresión corporal del joven le indicó que no había sido así.
- No hay necesidad de ser formal conmigo Liam, ¿puedo llamarte así? -Biz hizo un gesto con las manos para que Liam detuviera la reverencia.- Siendo honesto preferiría que me trataras como a un igual. En cuanto al tema de los uniformes, sí, después de unos cuantos rangos se te permite llevar un uniforme personalizado, aunque si ingresas a una flota, tu capitán puede permitir que lleves un uniforme personalizado desde antes. -explicó el marine mientras miraba hacia el cielo.
El clima cambiaba más y más, por lo que sería mejor aumentar un poco el avance.
- Me agrada tu forma de pensar, parecer ser alguien bastante responsable. Puede ser un poco duro al principio, pero si encuentras buenos compañeros, las cosas son más llevaderas. -por un momento el semblante de Bizvan se hizo un poco melancólico al recordar al pasado, no obstante de inmediato regresó esa sonrisa que tenía hace unos segundos.- No creo que tengas problemas en entrar a alguna flota. Ese golpe de hace poco parecía ser bastante bueno, aunque tu postura no parecía ser la de un luchador, ¿acaso ocurrió algo con tu arma o armas?.
- Resumen:
- Charlar con Liam mientras se dirigen al palacio.
Segundo post.
John Wayne
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El tipo pareció empezar a moldearse como si fuera de arcilla. Genial, ahora todo el mundo tenía una fruta de esas del demonio y él tan solo estaba empezando a aprender a usar la suya. Con velocidad volvió a enfundar su revólver mientras todo a su alrededor empezaba a volverse caótico. Uno de los ya característicos vientos gélidos de Ash se levantó, a la par que un muro de nieve delante del vaquero que lo cubría. El agente fue hacia atrás, con Astartea como soporte hacia la posible bomba.
Se agachó a su lado junto a la bomba, mirando atentamente. Si bien él mismo no era ingeniero, había tenido que estudiar lo que él mismo llevaba en el cuerpo. Tal vez pudiese reconocer alguna tecnología o constructo similar en el aparato y saber como podría desactivarse o cuanto faltaría para que explote. Sin embargo, su impaciencia le pudo. No importaba lo que hubiese visto, no tenían porque arriesgarse más. Se inclinó hacia delante y cogió la caja.
—Permíteme, Tea —dijo levantándose con la caja en la mano metálica.
Como si fuese un frisbee lo arrojó dirección al mar, sabiendo al menos que con su buena puntería no lo tiraría sin querer hacia el interior de la isla. Entonces, con gran velocidad, desenfundó el revólver y disparó hacia la caja, ya sea con la intención de hacerla explotar en el aire ya lejos o de alejarla más todavía.
Se agachó a su lado junto a la bomba, mirando atentamente. Si bien él mismo no era ingeniero, había tenido que estudiar lo que él mismo llevaba en el cuerpo. Tal vez pudiese reconocer alguna tecnología o constructo similar en el aparato y saber como podría desactivarse o cuanto faltaría para que explote. Sin embargo, su impaciencia le pudo. No importaba lo que hubiese visto, no tenían porque arriesgarse más. Se inclinó hacia delante y cogió la caja.
—Permíteme, Tea —dijo levantándose con la caja en la mano metálica.
Como si fuese un frisbee lo arrojó dirección al mar, sabiendo al menos que con su buena puntería no lo tiraría sin querer hacia el interior de la isla. Entonces, con gran velocidad, desenfundó el revólver y disparó hacia la caja, ya sea con la intención de hacerla explotar en el aire ya lejos o de alejarla más todavía.
- Resumen:
- Tomar acción, arriesgarse un poco, hacer un YEET con la bomba y dispararla. Tengo presision 7 no mas
Zira
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La situación era bastante tensa, incluso Zira mantenía la calma en momentos así, incluso con el disparo de aviso, la haría sobresaltarse llevando su mano a una de sus katanas, ni ella sabía que intentaba, ¿Detener el proyectil? Lo habría intentado si este se dirigía al barco, cuando notó que no era así terminó largando un suspiro y apartando la mano de su espada. –Malditos desgraciados, hicieron que me cague encima. –Se quejaría más para sí misma, era típico de ella mantener el sentido del humor incluso en estas situaciones, aunque las cosas se tornan distintas cuando se enoja.
El comentario de su compañero la dejó algo confundida, su significado era claro, pero la lógica de Zira no funcionaba como la lógica de Jace, su forma de pensar solía diferir del resto, tenía una amplia cantidad de tintes de odio, pero a veces podía sonar como una aliada de las mujeres. Pero la realidad es otra muy distinta, ella no apoya a nadie, ella no tiene tratos preferenciales con nadie, ella solo se mueve por sus propios intereses. Su respuesta llegaría con un tono sereno. –Sí… ¿Y eso qué tiene? Es verdad y ya, si crees que eso es un insulto deberías replantearte un par de cosas. Por algo nadie lo hace contigo, ni yo, tu situación es mucho más penosa. –Aunque la última frase vendría con algo de burla, terminaría alejándose de Jace, ya que no quería seguir hablando con él.
Fue entonces que subió el hombre del megáfono, la chica observó con atención y escuchó la conversación, notando la cojera del veterano pensó que no podía ser un rival difícil, aunque pelear no era la mejor opción ahora y ella lo sabía. No pudo evitar sonreír al oír a su capitán, pocas veces sintió interés por alguien y el joven Alpha fue uno de los que más despertaron ese sentimiento en ella. Con esas palabras se podía interpretar que era una especie de "pirata bueno", pero la cosa no era así y ella lo sabía, se podría decir que era alguien que se salía del molde, eso era algo que generaba cierto gusto en la mujer. Se cruzó de brazos mientras escuchaba la conversación, confiaba en la labia y carisma de su capitán.
El comentario de su compañero la dejó algo confundida, su significado era claro, pero la lógica de Zira no funcionaba como la lógica de Jace, su forma de pensar solía diferir del resto, tenía una amplia cantidad de tintes de odio, pero a veces podía sonar como una aliada de las mujeres. Pero la realidad es otra muy distinta, ella no apoya a nadie, ella no tiene tratos preferenciales con nadie, ella solo se mueve por sus propios intereses. Su respuesta llegaría con un tono sereno. –Sí… ¿Y eso qué tiene? Es verdad y ya, si crees que eso es un insulto deberías replantearte un par de cosas. Por algo nadie lo hace contigo, ni yo, tu situación es mucho más penosa. –Aunque la última frase vendría con algo de burla, terminaría alejándose de Jace, ya que no quería seguir hablando con él.
Fue entonces que subió el hombre del megáfono, la chica observó con atención y escuchó la conversación, notando la cojera del veterano pensó que no podía ser un rival difícil, aunque pelear no era la mejor opción ahora y ella lo sabía. No pudo evitar sonreír al oír a su capitán, pocas veces sintió interés por alguien y el joven Alpha fue uno de los que más despertaron ese sentimiento en ella. Con esas palabras se podía interpretar que era una especie de "pirata bueno", pero la cosa no era así y ella lo sabía, se podría decir que era alguien que se salía del molde, eso era algo que generaba cierto gusto en la mujer. Se cruzó de brazos mientras escuchaba la conversación, confiaba en la labia y carisma de su capitán.
- Resumen:
- Zira se asusta con el disparo de advertencia, pero no hace nada al respecto. Responde a Jace. Y se mantiene atenta a la conversación del hombre y su capitán.
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Sería cosas de segundos en donde alpha intentaría dar su discurso haciendo que una bala de cañón saliese volando hacia arriba de nuestras cabezas y como si de una especie de aviso de muerte nos llegase diciendo que no dudarían en jalar el gatillo, y que más encima tenían el poder perfecto para volarnos en pedazos en segundos (después de todo era cosa de ver los cañones), por lo que más de un soldado caería al piso asustado de la situación en la que nos encontrábamos, era cosa de ver eso para notar que nos habíamos metido en un rollo del cual no nos saldríamos vivos lo más probable si es que no negociábamos con sus condiciones, aunque de negociar parecían querer poco.
Sería entonces donde un hombre se le acercaría y le comentaría algo al oído, yo por mi parte recibiría palabras de zira que ignoraría abiertamente y ni les prestaría atención (Aunque por mi parte se oyeran como un eco de fondo igual me molestarían un poco, pero nada que se solucionase con la ley del hielo).
De esta manera mientras el hombre empezaba a subir el barco aparentemente para negociar como le habría pedido alpha, por mi parte intentaría ver si llevaban alguna bandera o algo así, después de todo su discurso era bastante peculiar y raro y la información que me daban de que había más piratas en esta isla (o por lo menos hubieron) y lo que era cuanto menos deducible era que ellos parecían haber sido invadidos ya por estos… Cosa que se reafirmaría una vez el hombre llegase y con sus amenazas sobre la mesa (además de poner todo su valor también, dado le daba igual morir ahí), dijese que solo buscaban hundir a los que le quitaron todo.
Seria ahí que buscaría ver alguna señal en sus hombres para saber de donde podían ser debían portar también alguna bandera o señal de ser de algún pueblo al ser un ejército, pero a su vez vería que algo parecía moverse en los arbustos otra vez, por lo que encendería mis alarmas, pero me mantendría callado aun volviendo a mirar a mi capitán que justo terminaba su dialogo, empezando a acercarme a estos mientras me fulminaba ese viejo con una mirada digna de un hombre con sus agallas –Lo que dice el capitán es verdad, somos hombres libres, pero de buena fe, si lo que desea es que nos vayamos en paz nos iremos si no aceptan nuestra hospitalidad, por lo que tampoco necesitara desperdiciar balas, ni traer refuerzos como podrá ver… Si es que son hombres suyos los que se ocultan ahora, claro esta… - Comentaría asiendo un cabeceo hacia los arbustos para que el mirase no quería desatar una guerra aun, pero los demás de afuera ni lo notasen en los cuales ninguno de sus hombres parecía prestar atención a esa figura, después de todo una figura e mitad de ahí escondida de las tropas que ya se revelaron era cuanto menos sospechoso ¿Para qué ocultarían una unidad si es que podían volarnos en mil pedazos con apretar un gatillo? Solo el tiempo nos lo diría.
Sería entonces donde un hombre se le acercaría y le comentaría algo al oído, yo por mi parte recibiría palabras de zira que ignoraría abiertamente y ni les prestaría atención (Aunque por mi parte se oyeran como un eco de fondo igual me molestarían un poco, pero nada que se solucionase con la ley del hielo).
De esta manera mientras el hombre empezaba a subir el barco aparentemente para negociar como le habría pedido alpha, por mi parte intentaría ver si llevaban alguna bandera o algo así, después de todo su discurso era bastante peculiar y raro y la información que me daban de que había más piratas en esta isla (o por lo menos hubieron) y lo que era cuanto menos deducible era que ellos parecían haber sido invadidos ya por estos… Cosa que se reafirmaría una vez el hombre llegase y con sus amenazas sobre la mesa (además de poner todo su valor también, dado le daba igual morir ahí), dijese que solo buscaban hundir a los que le quitaron todo.
Seria ahí que buscaría ver alguna señal en sus hombres para saber de donde podían ser debían portar también alguna bandera o señal de ser de algún pueblo al ser un ejército, pero a su vez vería que algo parecía moverse en los arbustos otra vez, por lo que encendería mis alarmas, pero me mantendría callado aun volviendo a mirar a mi capitán que justo terminaba su dialogo, empezando a acercarme a estos mientras me fulminaba ese viejo con una mirada digna de un hombre con sus agallas –Lo que dice el capitán es verdad, somos hombres libres, pero de buena fe, si lo que desea es que nos vayamos en paz nos iremos si no aceptan nuestra hospitalidad, por lo que tampoco necesitara desperdiciar balas, ni traer refuerzos como podrá ver… Si es que son hombres suyos los que se ocultan ahora, claro esta… - Comentaría asiendo un cabeceo hacia los arbustos para que el mirase no quería desatar una guerra aun, pero los demás de afuera ni lo notasen en los cuales ninguno de sus hombres parecía prestar atención a esa figura, después de todo una figura e mitad de ahí escondida de las tropas que ya se revelaron era cuanto menos sospechoso ¿Para qué ocultarían una unidad si es que podían volarnos en mil pedazos con apretar un gatillo? Solo el tiempo nos lo diría.
- Resumen:
- -me asusto del disparo
-me fijo en si llevan alguna bandera o algo para tener mas información
-me fijo en la figura de los arbustos
-Aviso que hay una cosa oculta ahí aun
Normas del capítulo:
Moderación
- Se moderará lunes y jueves entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los lunes o jueves antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
- Se puede postear varias veces en una ronda, siempre que hayan posteado al menos dos personajes antes.
Moderación
- El bueno, el feo, el malo y Jhon:
- El individio se retuerce en el aire, sometido a la repentina presión y frío de la ventisca, así como el revés de Omega. Cuando parece que va a hacer algo su cuerpo se llena de escarcha, ralentizando sus movimientos hasta que el disparo del CP lo hace estallar en pedazos. Cachos de arcilla helada caen por todas partes, algunas de ellas recordando la forma que tenían anteriormente pero sin color alguno que no sea el rojizo material.
Por otra parte cuando la caja se abre se ve un dispositivo dentro con una cantidad relativamente sencilla de cableado conectado a un módulo con una pequeña antena y una lente que asoma por uno de los agujeros de enfriamiento de la caja de cartón. Antes de que Jhon lance la caja Astartea puede ver que no hay nada que parezca un explosivo dentro, por lo que las balas lo atraviesan y cae al mar con un chapoteo sordo.
No esperaba que mostráseis este despliegue de habilidades tan temprano, pero bueno, supongo que podré ver más cuando nos volvamos a encontrar. - Queda media cara del repartidor sobre la cubierta y suelta esas palabras antes de deshacerse, la presencia que tenía se desvanece.
Entre vosotros cae del cielo, algo maltrecho, pero entero, un mapa de las montañas algo manchado de arcilla. Parece ser que indica la posición de la entrada de unos túneles no muy lejos del puerto, pero por la distancia que marca parece que no os dará tiempo a llegar a la audiencia con el rey si decidís investigar ese lugar.
Desde una colina, alejada a una distancia segura del puerto, una sonrisa se dibuja entre las sombras y unos ojos miran en una pantalla los rostros grabados de vosotros cuatro.
Bien, ya tengo lo que necesitaba.
- Freites, Zira y Jace:
- Aquel hombre mira con cierto escepticismo a Freites mientras este habla, escuchando en silencio aunque abiertamente molesto. Su cara parece más bien la de un padre que está escuchando las excusas de un hijo antes de sacar el cinturón a pasear.
¿El enemigo de mi enemigo es mi amigo? No me hagas reír, si tienes la mitad de experiencia de la que dices tener sabrás que la mitad de las personas que creen eso están muertas, porque las mató la persona con la que se “aliaron”. Y no te confundas queremos vengarnos, pero nos tenemos que ceñir a nuestro deber de defender estas tierras. - Al oír esas palabras Jace, puedes fijarte en que portan en los hombros una banda con el escudo de la casa real de Sakura, deben de formar parte de la milicia de la isla. - Si has terminado de decir sandeces sobre piratas buenos y no tenéis intención de quedaros será mejor que déis media vuelta. - Mira a Jace, parece que va a decir algo, pero te deja hablar. - Nosotros no tenemos a nadie…
Sus ojos se abren como platos al mirar a la costa, lleva la mano a su abrigo lo que saca parece una pistola, pero con un cañón exageradamente grueso. De todas formas no apunta con ella a ninguno de vosotros sino al cielo. Una bengala naranja sale de esta e ilumina el cielo con su estela de luz, los hombres de la costa se levantan y se dan la vuelta, pero una serie de figuras vestidas de negro salen de entre el follaje y asaltan a los soldados. En un abrir y cerrar de ojos incapacitan los cañones antes de entrar en combate con la milicia. pero en el calor del momento cuatro de esas figuras caen en la cubierta, una ante cada uno de vosotros y una ante aquel hombre, parecen ir vestidos como shinobis de la isla de Wano, si es que a alguno le suena esa vestimenta. Cada uno de ellos lanza una serie de Kunais menos el que está frente a Freites que desenvaina un tanto y se lanza a por él, su hoja parece estar cubierta de algo completamente negro.
¡Nunca debisteis haber traicionado a Lady Payne! - Dice el que está frente a Zira.
- Liam y Bizvan:
- Bueno, pues esos individuos parece que no hacen acto de presencia. No tardáis mucho en llegar a los jardines del palacio donde ya se reúnen muchos de vuestros compañeros, sólo habéis tenido que preguntar direcciones y callejear un poco. Las puertas se abren y cerca de una docena de vosotros pasa al interior, la mayoría oficiales y sus acompañantes. Los portones de madera se abren y accedeis a una gran galería, una nave central hecha de columnas de piedra y altos techos, os dirigís a una sala parecida a un gran comedor con mesas alargadas alrededor de una hoguera central. Al final de esta se puede ver la figura del rey esperando a que lleguen los invitados. Pero algo llama vuestra atención entre las sombras por detrás de las columnas.
¡¿Se puede saber dónde os habíais metido?! - Es la voz de una mujer algo entrada en años, viste con las ropas de una criada y está delante de dos chicas de unos 13-14 años. - Después de lo que le ocurrió a vuestro hermano y se os ocurre desaparecer, casi me da algo cuando no os encontré en vuestra habitación.
Pero Helga, sólo hemos salido a dar una vuelta por el jardín. - Contesta una de ellas.
¿Ah sí? ¿Y en el jardín hay peces? ¡Habéis estado por la zona del puerto!- Agarra la capa de una de las chicas, las escamas y la sal de un pescado están pegadas a esta. - Ahora mismo voy a por ropas limpias, no podéis estar así delante de los invitados. - Aquella mujer se va por una puerta, llevándose las capas sucias.
Menuda escena dentro de palacio, pero bueno, no parece que esté llamando la atención de nadie más. Pero bueno, son asuntos de palacio que no tienen nada que ver con vosotros, el rey parece que va a comenzar, pero desde ahí no escucharéis nada. Qué dilema.
- Abby, Roland, Kohaku y Hazel:
- La princesa os escucha atentamente, tal y como cabría esperar de alguien que tiene que tratar en diversas situaciones de la corte no tuerce el gesto ni ante las insinuaciones de Kohaku ni ante las groserías de Roland, es más casi ni parece que se le haya alterado el pulso.
Comprendo vuestras dudas, pero no tenéis que temer porque usurpe el trono de la isla, en caso de que le pase algo a mi hermano mayor no sería yo la que ascendiera al trono, de no estar él ni mi padre sería el consejero real quien tomara el mando hasta que Eugen Claus, mi hermano menor, cumpliera los trece años. Una mujer no puede ascender al trono, ha sido así durante generaciones. Además, aunque el reino de Sakura forme parte del Gobierno el rey sería un necio si dejase que una unidad de inteligencia, por muy bienintencionada que sea, ronde a sus anchas por el reino, sería simplemente una muestra de debilidad frente a otros reinos. En cuanto al pago… - Se aparta de donde está y camina unos pasos hasta apartar una alfombra. Bajo esta hay una trampilla de madera.
Al abrir la trampilla las escaleras bajan a un piso iluminado por unas lámparas de aceite, a un lado hay una gran puerta de madera y dos trineos preparados. Entre las cajas, sacos y bolsas se distingue el genuino brillo del oro.
Supuse que tendría que recurrir a esto, aquí está guardado el oro y objetos de valor que he sido capaz de sacar de palacio. Creo que hay suficiente para cubrir vuestros requisitos si añadimos como la otra mitad la recompensa que ponga mi padre.
En efecto, si alguno baja comprobará que no miente y los trineos están cargados con provisiones para hacer frente al clima de la isla durante días. A un lado hay cuatro abrigos de piel de reno y algunas pieles más por si acaso. Parece que lo tenía preparado para enviar a alguien por sí misma sin que se enterase su padre. Tras eso traza una ruta en el mapa, os lleva a la entrada de una de las minas entre las montañas, aunque os advierte de que el clima y la fauna pueden ser traicioneros. Si nadie tiene más que añadir podríais prepararos y salir por la puerta de abajo, deslizando los trineos sobre el hielo hasta poder subir por alguna pendiente poco inclinada y poneros en camino.
- Raion y Braud:
- El general os escucha y parece que comprende que Raion no desee beber de la copa que le ofrece un desconocido, casi apreciando la cautela que muestra, en vez de ofenderse bebe él primero, viendo como Braud vacía la suya y ofreciéndole el resto. En efecto, no está envenenado.
Bien, sabiendo esto puedo indicaros una ruta segura, no es ninguna que usen mis hombres ni tampoco nadie que tenga que ver con el palacio, por lo que no creo que sea del conocimiento del enemigo. Es la que usaba yo para cazar cuando era… - Su mirada se desvía, algo o alguien pequeño se mueve bajo la mesa y él lleva la mano rápidamente, sacando al pequeño espía. - Un niño. Señorito Eugen ¿No le he dicho que es de mala educación escuchar a escondidas? - Es un niño rubio y de ojos azules de unos siete y ocho años, vestido con ropas cálidas pero de gran calidad, y por el honorífico sólo podéis deducir que se trata de uno de los príncipes del reino.
¡No estaba espiando! Es que estos tipos parecen sospechosos. - Dice agitándose para que el general le suelte, este le deja sobre uno de los bancos. - Después de lo que le pasó a mi hermano no podemos dejar que… - Aurelio pone el dedo índice sobre su boca antes de que acabe la frase.
Por favor, no lo diga en alto. Ahora vete, tu padre te está esperando. - A regañadientes el niño se va por una de las puertas, aunque no sin antes dirigiros una mirada de desconfianza.
Tras esa escena pone un mapa en la mesa y marca la ruta, pone anotaciones y marcas del terreno para que sea más difícil perderos. Si estáis listos y no tenéis ninguna duda os llevará a una sala adyacente, un pequeño almacén con un trineo cargado con provisiones para varios días en la nieve, así como un par de abrigos de reno y pieles varias para el frío.
- 6 - Thyra:
- Los merodeadores que hay a tu alrededor se defienden de los conejos y atacan como pueden, aunque probablemente te rente más centrarte en lo que tienes delante. Te deslizas y tu látigo aferra las zarpas del conejote, desequilibrándose y cayendo de morros antes de volver a erguirse con torpeza.
Es grande y torpe, o eso parece, pero muy fuerte. Es por ello que en cuanto se levanta tira con fuerza con la intención de lanzarte por los aires y enviarte hacia el tronco de un gran árbol que se encuentra en el centro del campo de batalla que acaba de ver la luz. Choques o no con él, el conejo aprovechará el momento para valerse de sus dientes y mordisquear el látigo. No lo rompe, pero afloja el nudo lo suficiente como para que sus garras sean liberadas.
Estando de nuevo en condiciones de luchar, se lanza a por ti y lanza un zarpazo descendente que fácilmente podría reducir a la nada el tronco de un árbol de mediano tamaño. A continuación encadena un golpe horizontal con el que pretende golpear tu costado.
- 7 - Pelirrojos:
- Así me gusta. Todos preparados para… para… ¿para qué? Oh, antes de seguir, la anciana acepta la araña de buen grado. Bueno, seguimos con el asunto. La luz de Elina alumbra la zona y podéis comprobar que un techo abovedado cubre vuestras cabezas, encontrándose el punto central a una altura de unos doce metros.
En caso de que optéis por mirar hacia arriba, si habéis estado buscando a los albinos podréis averiguar que están justo ahí, cautivos en el interior de una gran jaula metálica que se mantiene en el aire por cuadro gruesas cadenas. Se observan detalles tallados toscamente sobre la piedra, pero dudo que podáis deteneros a verlos por el momento.
Grandes oquedades conectan el lugar con zonas oscuras que la luz de Elina y La Linterna deClaudeIlje no alcanzan a revelar. Un nuevo rugido surge entonces, sobreponiéndose por un instante a la música que está tocando Arik. Es en ese momento cuando el suelo comienza a retumbar y un gigantesco reptil sale a la luz. Si alguno controla del tema podrá intuir que es un tricerátops, sólo que toda la zona de su cabeza y los extremos de las púas de todo su cuerpo han sido sustituidos por elementos metálicos. A sus lados, siete velocirraptores que también han sido modificados comienzan a cercaros.
¡Claude, un octavo acaba de intentar morderte el trasero! El resto comienza a correr, sincronizándose en una coreografía perfecta antes de lanzarse a por vosotros con una coordinada y eficiente selección de objetivos. Inmediatamente después, el más grande comienza su estampida, intentando arrasar con vosotros con su cabeza, sus patas y su cola. Parece que los albinos no están presos, sino protegidos.
Serleena
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Gracias a Elina pudimos ver lo que había ante nosotros. Un gran techo techo abovedado sobre nuestras cabezas cabezas, a una altura considerable. Parecía que nos habíamos metido de lleno en la boca del lobo, pero, eso es lo que queríamos ¿no?. Como era obvio y tras mirar hacia arriba pude ver aquella gran jaula colgada por varias cadenas. ¡Eran los albinos! ¿Cómo habían acabado allí? Y lo más importante ¿Cómo podía yo evitar acabar ahí?
-Eh chicos mirad ahí arriba -dije señalando con el dedo hacia la jaula. Y antes de volver a decir nada otro rugido volvió a hacer eco en el lugar, haciendo que apuntara hacia la oscuridad de donde provenía. Entonces me quedé con la boca totalmente abierta al ver a un morlaco con cuernos saliendo de entre las sombras.
Lentamente enfundé mis pistolas nuevamente en sus cartucheras, y llevándome la mano derecha a mi espaldas, con intención de coger el rifle de francotirador dije:
-Voy a necesitar algo más grande para este....
Contra un bicho tan grande no habría problema, pues lo bueno de ser más pequeño que tu contrincante era que podías moverte más rápido que él, sin embargo había siete bichos más pequeños pero con demasiados dientes como para no hacerles caso. Así que sin cortarme decidí apuntar al primer bicho que viniera por mi, y si lograba tumbarlo de un tiro con aquel rifle trataría de escapar de aquella estampida del morlaco con cuernos, a no ser claro está, que mis nakamas pudieran "frenarlo"
-Eh chicos mirad ahí arriba -dije señalando con el dedo hacia la jaula. Y antes de volver a decir nada otro rugido volvió a hacer eco en el lugar, haciendo que apuntara hacia la oscuridad de donde provenía. Entonces me quedé con la boca totalmente abierta al ver a un morlaco con cuernos saliendo de entre las sombras.
Lentamente enfundé mis pistolas nuevamente en sus cartucheras, y llevándome la mano derecha a mi espaldas, con intención de coger el rifle de francotirador dije:
-Voy a necesitar algo más grande para este....
Contra un bicho tan grande no habría problema, pues lo bueno de ser más pequeño que tu contrincante era que podías moverte más rápido que él, sin embargo había siete bichos más pequeños pero con demasiados dientes como para no hacerles caso. Así que sin cortarme decidí apuntar al primer bicho que viniera por mi, y si lograba tumbarlo de un tiro con aquel rifle trataría de escapar de aquella estampida del morlaco con cuernos, a no ser claro está, que mis nakamas pudieran "frenarlo"
- Resumen:
-Al ver a los bichos guarda sus pistolas y saca su rifle de francotirador de mayor calibre.
-Dispara contra el primer dinosaurio que se le pueda acercar.
-Si nadie hace nada tratará de correr hacia los lados o hacia la salida ante la estampida del triceratops.
Poco se estaba hablando del tenue brillo que envolvía a Thyra aquella lúgubre noche. Un ápice de luz en la oscuridad más profunda. Necesitaba ver y ayudar a sus compañeros, pues la desventaja de pelear a oscuras no podía permitirla por la insolencia de aquel líder que no había pensado en las consecuencias de la travesía. Sus compañeros seguían peleando contra los conejos y ella aún no había logrado deshacerse del suyo.
Sonrió de manera arrogante al desestabilizarlo contra la nieve. Su idea había funcionado; sin embargo, no era suficiente para derribarlo. Se quedaba sin respuestas que ofrecer. Ahora el conejo gigante, por si fuera poco, se había deshecho del nudo del látigo y volvía a tener la completa movilidad. Thyra ya estaba cansada. Aquella misión era encontrar agentes infiltrados en las sombras, no pelear contra conejos ni mucho menos morirse de frío. Estaba tan cansada que pensó en abandonar a todo el mundo a su suerte, pero entonces habría algo mal y es que no cobraría su dinero.
Thyra no llegó a soltar el látigo en ningún momento y de repente, el conejo la lanzó por los aires. Un impulso de adrenalina inundó su cuerpo, como si aquella especie de riesgo le gustara y de repente, dolor. Chocó contra un árbol de espaldas para después caer de cara sobre la nieve. Sintió escalofríos al notar la gélida nieve sobre su rostro, dejando ver cuando se levantara manchas rojizas en sus mejillas y frente.
El conejo comenzaba a cargar de nuevo y Thyra suspiró derrotada. Enrolló su látigo y miró hacia arriba. El árbol sobre el que la había lanzado parecía recio por lo que alzó su látigo para subir a una de las ramas. Esperaba que no se rompiera, pero si lograba ponerse en aire después podría sacar sus dos dagas gemelas. Subió rápidamente y sacó sus dos dagas gemelas que siempre llevaba escondidas en las piernas, las cuales lanzó a gran velocidad imbuidas en el calor que emanaba de ella. Además, las repelería en dirección al conejo, directas al cuello. Su intención es que aunque estuviera apartándolas, no lograría tirarlas mientras Thyra estuviera concentrada en ellas.
Sonrió de manera arrogante al desestabilizarlo contra la nieve. Su idea había funcionado; sin embargo, no era suficiente para derribarlo. Se quedaba sin respuestas que ofrecer. Ahora el conejo gigante, por si fuera poco, se había deshecho del nudo del látigo y volvía a tener la completa movilidad. Thyra ya estaba cansada. Aquella misión era encontrar agentes infiltrados en las sombras, no pelear contra conejos ni mucho menos morirse de frío. Estaba tan cansada que pensó en abandonar a todo el mundo a su suerte, pero entonces habría algo mal y es que no cobraría su dinero.
Thyra no llegó a soltar el látigo en ningún momento y de repente, el conejo la lanzó por los aires. Un impulso de adrenalina inundó su cuerpo, como si aquella especie de riesgo le gustara y de repente, dolor. Chocó contra un árbol de espaldas para después caer de cara sobre la nieve. Sintió escalofríos al notar la gélida nieve sobre su rostro, dejando ver cuando se levantara manchas rojizas en sus mejillas y frente.
El conejo comenzaba a cargar de nuevo y Thyra suspiró derrotada. Enrolló su látigo y miró hacia arriba. El árbol sobre el que la había lanzado parecía recio por lo que alzó su látigo para subir a una de las ramas. Esperaba que no se rompiera, pero si lograba ponerse en aire después podría sacar sus dos dagas gemelas. Subió rápidamente y sacó sus dos dagas gemelas que siempre llevaba escondidas en las piernas, las cuales lanzó a gran velocidad imbuidas en el calor que emanaba de ella. Además, las repelería en dirección al conejo, directas al cuello. Su intención es que aunque estuviera apartándolas, no lograría tirarlas mientras Thyra estuviera concentrada en ellas.
- Resumen:
- El conejete tira a Thyra contra el árbol y esta con su látigo, logra subirse a tiempo a una de las ramas grandes para evitar el segundo golpe; desde arriba le lanza dos dagas a 150º cada una, directas al cuello con la capacidad de repelerlas hacia un único objetivo.
Abigail Mjöllnir
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—Muchas gracias, no sé dónde tengo la cabeza —diría si Hazel le entregaba las esposas y el catalejo. Antes de aceptar ambos objetos se aseguró de tener los guantes puestos, por si acaso, el kairoseki debía manejarse con cierto cuidado siendo usuaria. Se ató las esposas a un lado de su cintura y el catalejo en el otro lado. Ahora sí tenía todo el equipo.
Contuvo la respiración por unos segundos mientras juntaba las manos. También contuvo las ganas de dejarse caer sobre la mesa para darse un cabezazo. Prefirió no opinar nada sobre las exigencias de sus compañeros, y prefirió ignorar completamente a Roland.
La princesa tenía una paciencia envidiable. No solo no había discutido con los dos cazadores jóvenes, tampoco se había inmutado ante las groserías del más mayor de ellos.Ante las palabras de la princesa, la opción más obvia era que, de haber un culpable de un golpe de estado, sería el consejero, el beneficiario directo. Sin embargo, como su trabajo no era destapar ninguna trama política, decidió que no comentaría nada aún, al menos no diría nada en público. A diferencia del muchacho, la cazadora había terminado aprendiendo que lo más eficaz era mantener las cartas boca abajo hasta el momento oportuno.
—Imagino que esto tendré que hablarlo con vuestro padre, pero yo preferiría un sitio en la isla para vivir y refugiarme en lugar de oro —comentó, dejando caer la idea. Un sacrilegio para su oficio, pero consideraba realmente que el pago en especie era una buen sustituto, especialmente porque lo interesante del cobro de recompensas no era el efectivo como tal, sino los beneficios que traía entregar criminales al gobierno. Un encargo "privado" pues... el dinero como que no era lo que prefería. ¿Y si no podía ser? Compraría la finca con la recompensa.
Antes de hacer nada más revisó el mapa con la ruta trazada, trataría de memorizarlo. No tendrían demasiados problemas, podían usar sus conocimientos climáticos para adelantarse al clima, y en cuanto a la fauna... no tenía la intención de cargarse a ningún animal, pero si no le quedaba otra tendría que hacerlo. El problema, quizá, podría estar en la mina. Ordenaría a sus habitantes que prepararan los arcos y que usarían solo armas de fuego fuera de las minas.
—Antes de irnos, ¿qué había en la mina? ¿hay peligro de explosiones? Uno de mis compañeros y yo somos tiradores. Me vendría bien saber si voy a provocar un derrumbe o no con las armas de fuego —preguntó. Sí, ya, a Roland eso le daría igual, pero quería estar segura de qué limitaciones iba a tener.
Cuando obtuviera la respuesta, si la obtenía, bajaría por las escaleras de la trampilla para llegar a lo que había podido sacar de palacio. Pasó de las bolsas con oro y se centró en los abrigos primero. Su hábito era de tela algo ligera para no morirse de calor, le vendría bien uno de esos. Tras ponerse el abrigo, Abigail llegó hasta uno de los trineos y examinó la comida. Vale... hay suficiente en cada trineo.
—Amara, mete el contenido de este trineo, tráete a... tres personas más —dijo. Sin embargo, antes de que saliera su habitante, Abi se guardó un puñado de barritas de cereales en uno de los bolsillos del abrigo, solo por si acaso. Sus habitantes salieron de la fortaleza, agarraron el contenido del trineo -las bolsas con oro, la comida, etc- y volvieron a meterse dentro para dejarlo en la entrada que había abierto en su pierna izquierda. Así no tendrían que preocuparse por perder la comida. De la misma forma, y puesto que ellos sí querían el dinero, meterían todo en la entrada, en la primera sala de la fortaleza. Por si acaso, por si las moscas, no lo moverían. Cuestión de seguridad.
—Vale... tenéis tres minutos para meter lo que queráis guardar, os abriré una puerta y mi gente os echará una mano. Sois responsables de lo que hay en el otro trineo. Cuando acabemos lo podéis sacar para repartirlo —dijo, y es que no quería ser demasiado tirana con ellos. No iba a tomar la decisión unilateral de guardarlo todo por su cuenta, aunque fuera lo más obvio.
—Tú irás con la moto, ¿verdad? —preguntó a Roland, si es que aún seguía por allí. Si no recordaba mal su vehículo podía volar... en principio no necesitaría el mapa si iba por el aire, pero había un problema si iba volando. Abi abrió la puerta de abajo para poder salir y... Frunció el ceño, a juzgar por el cielo podía asegurar casi con absoluta y total certeza que se avecinaba una ventisca.
—No te recomiendo ir volando, Roland. En breves se desatará una ventisca y no será bonito. Tenemos que darnos prisa o cualquier rastro que hayan dejado quedará oculto bajo la nieve —advirtió al semigigante del clima que no tardaría en caer sobre la isla. El frío no era lo que le preocupaba, eran los cristales de hielo, nieve y el granizo que solía acompañar.
Una vez sus compañeros tuvieran hechos todos los preparativos, subiría a uno de los trineos ahora vacíos. Cuando todos estuvieran listos y en sus respectivos asientos (sea en su trineo o en el otro), llevaría el trineo por el hielo. Ya tenía la ruta para llegar a la mina, solo faltaba llegar y... contarle al resto que sí habían algunos datos sobre los que asaltaron el reino.
Contuvo la respiración por unos segundos mientras juntaba las manos. También contuvo las ganas de dejarse caer sobre la mesa para darse un cabezazo. Prefirió no opinar nada sobre las exigencias de sus compañeros, y prefirió ignorar completamente a Roland.
La princesa tenía una paciencia envidiable. No solo no había discutido con los dos cazadores jóvenes, tampoco se había inmutado ante las groserías del más mayor de ellos.Ante las palabras de la princesa, la opción más obvia era que, de haber un culpable de un golpe de estado, sería el consejero, el beneficiario directo. Sin embargo, como su trabajo no era destapar ninguna trama política, decidió que no comentaría nada aún, al menos no diría nada en público. A diferencia del muchacho, la cazadora había terminado aprendiendo que lo más eficaz era mantener las cartas boca abajo hasta el momento oportuno.
—Imagino que esto tendré que hablarlo con vuestro padre, pero yo preferiría un sitio en la isla para vivir y refugiarme en lugar de oro —comentó, dejando caer la idea. Un sacrilegio para su oficio, pero consideraba realmente que el pago en especie era una buen sustituto, especialmente porque lo interesante del cobro de recompensas no era el efectivo como tal, sino los beneficios que traía entregar criminales al gobierno. Un encargo "privado" pues... el dinero como que no era lo que prefería. ¿Y si no podía ser? Compraría la finca con la recompensa.
Antes de hacer nada más revisó el mapa con la ruta trazada, trataría de memorizarlo. No tendrían demasiados problemas, podían usar sus conocimientos climáticos para adelantarse al clima, y en cuanto a la fauna... no tenía la intención de cargarse a ningún animal, pero si no le quedaba otra tendría que hacerlo. El problema, quizá, podría estar en la mina. Ordenaría a sus habitantes que prepararan los arcos y que usarían solo armas de fuego fuera de las minas.
—Antes de irnos, ¿qué había en la mina? ¿hay peligro de explosiones? Uno de mis compañeros y yo somos tiradores. Me vendría bien saber si voy a provocar un derrumbe o no con las armas de fuego —preguntó. Sí, ya, a Roland eso le daría igual, pero quería estar segura de qué limitaciones iba a tener.
Cuando obtuviera la respuesta, si la obtenía, bajaría por las escaleras de la trampilla para llegar a lo que había podido sacar de palacio. Pasó de las bolsas con oro y se centró en los abrigos primero. Su hábito era de tela algo ligera para no morirse de calor, le vendría bien uno de esos. Tras ponerse el abrigo, Abigail llegó hasta uno de los trineos y examinó la comida. Vale... hay suficiente en cada trineo.
—Amara, mete el contenido de este trineo, tráete a... tres personas más —dijo. Sin embargo, antes de que saliera su habitante, Abi se guardó un puñado de barritas de cereales en uno de los bolsillos del abrigo, solo por si acaso. Sus habitantes salieron de la fortaleza, agarraron el contenido del trineo -las bolsas con oro, la comida, etc- y volvieron a meterse dentro para dejarlo en la entrada que había abierto en su pierna izquierda. Así no tendrían que preocuparse por perder la comida. De la misma forma, y puesto que ellos sí querían el dinero, meterían todo en la entrada, en la primera sala de la fortaleza. Por si acaso, por si las moscas, no lo moverían. Cuestión de seguridad.
—Vale... tenéis tres minutos para meter lo que queráis guardar, os abriré una puerta y mi gente os echará una mano. Sois responsables de lo que hay en el otro trineo. Cuando acabemos lo podéis sacar para repartirlo —dijo, y es que no quería ser demasiado tirana con ellos. No iba a tomar la decisión unilateral de guardarlo todo por su cuenta, aunque fuera lo más obvio.
—Tú irás con la moto, ¿verdad? —preguntó a Roland, si es que aún seguía por allí. Si no recordaba mal su vehículo podía volar... en principio no necesitaría el mapa si iba por el aire, pero había un problema si iba volando. Abi abrió la puerta de abajo para poder salir y... Frunció el ceño, a juzgar por el cielo podía asegurar casi con absoluta y total certeza que se avecinaba una ventisca.
—No te recomiendo ir volando, Roland. En breves se desatará una ventisca y no será bonito. Tenemos que darnos prisa o cualquier rastro que hayan dejado quedará oculto bajo la nieve —advirtió al semigigante del clima que no tardaría en caer sobre la isla. El frío no era lo que le preocupaba, eran los cristales de hielo, nieve y el granizo que solía acompañar.
Una vez sus compañeros tuvieran hechos todos los preparativos, subiría a uno de los trineos ahora vacíos. Cuando todos estuvieran listos y en sus respectivos asientos (sea en su trineo o en el otro), llevaría el trineo por el hielo. Ya tenía la ruta para llegar a la mina, solo faltaba llegar y... contarle al resto que sí habían algunos datos sobre los que asaltaron el reino.
- resumen:
» Hacerse fan de la princesa de sakura por su clase.
» Propone, para ella, un cambio: en lugar de oro Abi deja caer que quiere una residencia en el reino.
» Se pone uno de los abrigos de piel para poder mantener el calor en Sakura. También se guarda unas barritas de cereales en el bolsillo. Munchmunch.
» Mete el contenido de uno de los trineos en su fortaleza, dejando a Hazel, Kohaku y Roland la responsabilidad sobre el otro. Les deja una puerta abierta por si quieren guardarlo, y les da tres minutos para hacerlo.
» Abre la puerta para comprobar que se avecina una ventisca [Moderación general anterior] y advierte a Roland del peligro de ir por aire.
» Espera a que estén todos los preparativos hechos para sacar uno de los trineos y usarlo para salir.
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