Normas del capítulo:
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación
- Abi, Braud y Roland:
- Os separáis, Abi se encarga del flanco mientras que vosotros dos saltáis a la tierra de nadie ante el asombro de los soldados apostados en las trincheras, como si vieran a alguien que ha perdido la cabeza.
Abi, por tu parte avanzas por el bosque, la nieve cruje bajo tus pasos, pero las copas de los árboles en algunos lugares forman una cobertura perfecta para alguien que trate de infiltrarse. Pasa un rato y empiezas a escuchar disparos en la distancia, aunque de momento no escuchas cañonazos. De todas formas no distingues nada entre el blanco de la nieve y el verde oscuro de los abetos. No es hasta que usas el mantra que algo alcanza tu rango. Son unas siete personas, marchan en fila cuesta arriba, se encuentran detrás de unas rocas y unos árboles que obstaculizan tu visión, pero al ritmo al que van dentro de poco estarán a la vista. Casi puedes escuchar sus pasos sobre la nieve y, a juzgar por sus presencias no son precisamente fuertes, quizás exploradores que envíen como una avanzadilla antes de que llegue el cuerpo principal.
Por otra parte. Roland, te lleva un par de intentos poner en marcha a Rudolf, como si a las bujías les costase arrancar. De todas formas una vez está en marcha no parece que tenga problemas y, si entiendes un poco del tema, deduces que todos los componentes analógicos funcionan sin problema, pero puede que lo eléctrico sea lo que falla. Junto con Braud os separáis 100 metros de las trincheras y… nada falta mucho para llegar al otro lado. Pasáis por encima de tocones embarrados, cráteres y algún que otro cuerpo, el silencio es casi inquietante. 200 metros, hay más cuerpos y más destrucción, cada vez hay más cadáveres de piratas. 300 metros, y algo pasa por el rabillo del ojo de Braud, algo que no había visto hasta ahora, un cadáver uniformado, y no es el único. 500 metros y de pronto una bala pasa entre vosotros. De pronto las trincheras enemigas, a gran distancia empiezan a escupir fuego, la distancia es demasiada como para que los rifles puedan acertar un disparo certero… pero ¿Y 10? ¿Y 100? Alguno está destinado a dar. Y no es lo único, si alguno tienen muy buena vista podrá distinguir que ningún pirata está dispuesto a salir de su puesto para ir a por vosotros, sino que parecen estar apostando cañones de menor tamaño.
- Hazel, Raion y Kohaku:
- Avanzáis entre el humo y os acercáis a los barcos enemigos. Por ahora no hay señales de que os hayan visto o, por lo menos nadie dispara a al banco de niebla que se acerca. Ya cuando estáis relativamente cerca podéis distinguir más siluetas de las que había en los informes, no son cuatro, son más, más del doble.
Cuando Raion y Hazel salen volando pueden ver lo que hay a varios cientos de metros, una docena de barcos escolta y uno central, es enorme y el palo mayor tiene la antena. De todas formas y a pesar de que Hazel no es invisible como su compañero, no se escucha una voz de alarma. Todo es muy sospechoso, desde las alturas nadie parece alerta, ni alterado, ni siquiera activo. Hazel sobrevuela la flota hasta llegar cerca del palo mayor y, sin ningún problema deja caer la granada. Esta se clava en la madera de la cubierta y estalla, dejando un agujero y derribando el mástil, el cual se dobla por la mitad y cae. Pero hay algo raro. Si alguno sabe lo mínimo de estos aparatos, se supone que son metálicos, entonces… ¿Por qué flota la antena en el agua? Hazel puede verla desde otro de los mástiles en los que ha acabado.
Poco a poco, bien si os acercáis o si tenéis buena vista y esta se acostumbra os dáis cuenta de una cosa. Los piratas de las cubiertas son soldaditos de plástico, a tamaño humano, monocolor y con su peana y todo. Si hay alguien metido en el hobby verá alguno de coleccionista. Raion, los barcos parecen… toscos, como poco, te fijas que hay detalles poco pulidos, pintura en zonas que no debería, madera sin tratar. Son como maquetas, pero a tamaño real ¿Qué está pasando?
Vuestro barco llega y se acerca a una de las embarcaciones enemigas, uno de los soldados saca un cuchillo y arranca parte del casco de uno de los navíos pirata, es madera de balsa y esto tiene toda la pinta de ser una trampa.
De pronto el barco grande comienza a tambalearse y a elevarse, la madera cruje y los soldaditos son tumbados por el temblor. Una gran masa de agua comienza a elevarse a su lado, algo va a salir del agua.
- Bizvan:
- El sumergible se desliza sigilosamente entre los tres barcos escolta que flanquean el barco portador de la antena. Cuando llega al lado uno de los soldados abre la escotilla y otro se le une. Ambos sacan un lanza-garfios y lanzan uno cada uno atado a una cuerda, los cuales se enganchan en la barandilla del barco nodriza. Ahora que lo ves de cerca, es enorme, unos 20 metros de subida hasta la primera cubierta.
De todas formas, no tardan en descubrir que habéis llegado, un pirata se asoma y su cabeza recibe un disparo con un arma silenciada. Antes de que de la voz de alarma cae inerte a un lado del sumergible. No sabéis si alguien lo ha visto o vendrá a investigar el ruido, pero hay que subir al barco. Tú decides si vas primero o dejas que ellos suban antes. La prioridad será asegurar la cubierta y, de ser posible evitar que den la alarma. Cuanto más avances sin que te detecten, más fácil será el trabajo.
- Omega:
- Los piratas, al principio parecen algo sorprendidos, pero al ver la familiaridad con la que te acercas no se alteran. El que tiene los prismáticos casi los deja caer, parecía estar concentrado en algo.
- ¿De la costa norte? No teníamos nada planeado por ahí ¿Verdad? - Mira a su compañero y ese se encoge de hombros mientras sacude la ceniza de su cigarrillo. - En fin, debes de ser el mensajero, con este plan de mierda la comunicaciones son un desastre, pasa debería estar en la playa, ayudando a coordinar el desembarco. Lleva una gabardina de piel y un brazo vendado, es imposible perder de vista al viejo Frenand.
Cuando te adentras en la playa, sorprendido por lo laxa que es la seguridad, te encuentras con un panorama frenético. Acaba de llegar un barco, y está desembarcando a unos cincuenta piratas, los cuales se dirigen a una serie de personas que los organiza. En un lugar algo apartado del ajetreo se encuentra un hombre de edad meda-avanzada, que coincide con la descripción que te han dado, está de pie mirando un mapa sobre una mesa improvisada con dos barriles y unos tablones.
- Freites y Zira:
- En cuanto a los recursos, encontráis la mayoría de cosas que pedís, excepto los explosivos, esos son escasos y sólo los que tengan autorización pueden acceder a ellos. La comida, medicinas y bebida agradecen que los repartáis, aunque por ahora no se están muriendo de hambre, no mientras puedan seguir llegando refuerzos y suministros. La moral parece haber aumentado algo, sigue habiendo altos y bajos, los más afectados parece que no han escuchado nada, pero por lo general ha mejorado.
De todas formas mientras esperáis ocurren dos cosas, empezáis a escuchar disparos, vienen de un flanco al otro lado de la playa, bastante lejos y no alcanzáis a ver a quién están disparando, aunque parecen estar preparando cañones para lo que sea. Casi a la vez llega un rumor a vuestros oídos, al parecer alguien ha avistado en los acantilados a uno de los lados un grupo que se está aproximando aprovechando la marea baja, son unas veinte personas y temen que quieran sabotear los barcos para entorpecer la llegada de refuerzos.
- Jace:
- Os llegan los ruidos de disparos desde el campo de batalla. Sabéis que vuestros aliados están disparando a algo, pero está demasiado lejos como para saber a qué o a quién. El caso es que, os ponéis en marcha, entre la nieve y los árboles, el ruido de los disparos debería enmascarar por ahora el ruido de vuestras pisadas en la nieve.
De todas formas ahora tenéis dos problemas, el primero que hay un gran saliente de roca en frente vuestro, no podéis ver bien la distancia a la que estáis de los nidos de cañones. El segundo, que escucháis voces de varias personas que descienden el camino en vuestra dirección. ¿Qué haréis? podríais asaltarlos, o quizás emboscarlos… o dejar que pasen. Pero bueno lo primero me imagino, antes de tomar una decisión precipitada será ver quienes son.
- Claude e Ilje:
- Pues no, no vomita leche. Ni que decir tiene que los otros dos caen inconscientes en el acto. ¿Quiénes se creen que son para enfrentar de ese modo a lo que queda de los Fancy Cock Pirates? Bueno, esas explicaciones podréis pedírselas luego si os apetece.
El caso es que, de buenas a primeras, la papada estalla en mil pedazos como si de un globo de agua se tratase. Lo que sale de ella es… Bueno, saliva extremadamente concentrada y, si me preguntáis, demasiado viscosa como para no ir cargada hasta las trancas de moco. Es muy blanca, eso sí, por lo que en principio no cabría esperar que haya demasiados bichos malos en ella. Parte cae sobre el arañón que la lima provocó en el torso de Claude, la cual escuece. Dos pegotones más dan en el blanco, cada uno en una mano de uno de vosotros.
Es entonces cuando os topáis con la desagradable sorpresa de que es extremadamente pegajoso, tanto que ni siquiera conseguís separar un poco vuestros dedos o mover las muñecas un par de grados. Da una mijita de asco, lo sé, pero hay una fuente muy apañada cerca para quitaros esa cosa si os conseguís librar de ese señor.
Hablando de él, su papada ha vuelto a inflarse a una velocidad mucho mayor, alcanzando un tamaño dos veces más grande que antes. Vuelve a suceder lo mismo, desatando una violenta corriente de esa cosa que amenaza con atraparos contra los edificios cercanos. Entretanto, el castillo de Sakura es distinguible a lo lejos, entre los copos de nieve arrastrados tímidamente por el viento.
Abigail Mjöllnir
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Akuma no mi
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El silencio de aquel bonito paraje nevado se interrumpía con los disparos de la zona cero que tenía cerca. En otras circunstancias le habría gustado perderse en los bosques nevados de Sakura, quizá cuando acabara aquel encargo y la paz regresara a la isla de Drum. Escuchaba disparos pero a juzgar por la dirección debía tratarse del intercambio de disparos entre piratas y la defensa de la isla, nada de lo que debiera preocuparse por ahora.
No podía fiarse de su vista, la combinación de bosque con nieve hacía difícil el rastreo de alguien si no encontraba huellas. No obstante, su Haki de Observación sí que encontró algo, se trataba de unas siete presencias. Toda la guerra habría espantado a los animales, esas presencias debían ser humanas casi con total seguridad.«¿Una patrulla de Sakura? Son siete personas juntas... no tiene sentido con la organización que tienen en las trincheras, me cuadraría más hacer patrullas en parejas» pensó. Si estaban patrullando debían estar en constante movimiento y en grupos más pequeños para cubrir más territorio, no ahí parados como pasmarotes.
Ahora que tenía localizada la posición inicial de esas siete presencias, la cazadora se apresuró más. No podía verlos así que se desvió un poco de la ruta para tratar de rodearlos. A continuación aprovecharía para dar instrucciones más específicas a sus habitantes. Manifestó una copia de ella misma dentro de su fortaleza para ello, así podría comunicarse mejor con ellos sin que nadie del exterior pudiera oirla.
—Cargad los cañones y tened la balista preparada, la de asedio y la de garra, quiero causarles una buena impresión. Distribuíos por las estancias y tened en cuenta que no estamos atrapando a un pirata, estamos defendiendo directamente vidas inocentes, no tenéis que conteneros esta vez —comenzó —. Si abro una ventana quiero que abráis fuego, lancéis granadas, o lo que consideréis oportuno, ¿entendido? —continuó. El resumen era simple: fuego a discreción a menos que ordenara lo contrario. No estaban en una cacería, estaban defendiendo vidas, no podían permitirse ser blandos. Aún en su dimensión, Abi se acercó al muchacho al que había entregado su revólver para darle instrucciones más precisas.
—Como el resto, tendrás que disparar si abro tu ventana. Memoriza el orden en el que has metido las balas, intentaré avisarte de antemano cual quiero y, si no puedo avisarte... si cuando abra están todos juntos utiliza la red si están cerca o el gas rosa si están lejos, cuando las hayas usado usas la explosiva. Si es solo uno usa el polímero y luego la penetrante. Confío en ti, vamos a proteger a esta gente —le dio un par de palmaditas en la espalda antes de continuar. El resto de instrucciones fueron bastante sencillas y que se resumían en lo mismo: si se abría su ventana era para que dispararan. También les comentó que no quería que usaran ellos los cañones y que se limitaran a recargarlos, solo debían moverse para reponer munición.
Así, si eran 23 se distribuirían de la siguiente forma: tres en el brazo derecho en la misma estancia que los cañones, tres en el brazo izquierdo -se aseguró de que hubiera al menos un dial de fulgor en cada una de esas dos estancias. Cuatro en otras dos estancias distintas, con los diales de rayo y viento en una y el de hielo en la otra, así como uno de humo en cada uno. En una tercera, que buscaría conectar con su espalda, colocaría a otros cuatro habitantes, uno de ellos con un dial láser y otro con su lanzallamas. En la capilla dejaría el armamento más pesado, con un total de cinco habitantes armados que manejarían la balista, el revólver de los seis caminos, y el francotirador Más Allá.
Fuera, en el mundo real, Abigail se llevó las manos a las granadas de clavos que tenía amarradas en sus brazos, sacándolas. Su primer ataque no sería con balas, si no con explosivos.
Antes de hacer nada tenía que establecer contacto visual, así que continuó moviéndose un poco más, acercándose mientras iba dando el rodeo, al menos para poder escuchar sus pasos si decidían moverse. El problema serían las huellas, pero eso se resolvía fácil. Abrió una ventana en su espalda para que uno de sus habitantes pudiera observar. Además, para que fuera un poco menos cantoso, levantó una barricada utilizando su poder para que el interior fuese lo menos visible posible, dejando solo lo necesario para la vigilancia.
—Avísame si ves que me siguen —fue lo último que diría antes de hacer desaparecer su copia interna.
Así, continuaría moviéndose con las granadas en las manos para buscar a los invasores de aquellas rocas mientras sus habitantes terminaban los preparativos, como cargar los cañones y las balistas. Volvió a usar el Mantra para detectar presencias, ¿se habrían movido de su sitio? ¿los tendría cerca? Confiaba en sus habitantes, pero no estaba mal ser cauta.
Braud y Roland ya debían estar armando escándalo. Con algo de suerte el tamaño de esos dos serviría para engañar a los piratas y hacerles pensar que no había nadie más peligroso en la zona, lo que necesitaba para pillarles por sorpresa.
No podía fiarse de su vista, la combinación de bosque con nieve hacía difícil el rastreo de alguien si no encontraba huellas. No obstante, su Haki de Observación sí que encontró algo, se trataba de unas siete presencias. Toda la guerra habría espantado a los animales, esas presencias debían ser humanas casi con total seguridad.«¿Una patrulla de Sakura? Son siete personas juntas... no tiene sentido con la organización que tienen en las trincheras, me cuadraría más hacer patrullas en parejas» pensó. Si estaban patrullando debían estar en constante movimiento y en grupos más pequeños para cubrir más territorio, no ahí parados como pasmarotes.
Ahora que tenía localizada la posición inicial de esas siete presencias, la cazadora se apresuró más. No podía verlos así que se desvió un poco de la ruta para tratar de rodearlos. A continuación aprovecharía para dar instrucciones más específicas a sus habitantes. Manifestó una copia de ella misma dentro de su fortaleza para ello, así podría comunicarse mejor con ellos sin que nadie del exterior pudiera oirla.
—Cargad los cañones y tened la balista preparada, la de asedio y la de garra, quiero causarles una buena impresión. Distribuíos por las estancias y tened en cuenta que no estamos atrapando a un pirata, estamos defendiendo directamente vidas inocentes, no tenéis que conteneros esta vez —comenzó —. Si abro una ventana quiero que abráis fuego, lancéis granadas, o lo que consideréis oportuno, ¿entendido? —continuó. El resumen era simple: fuego a discreción a menos que ordenara lo contrario. No estaban en una cacería, estaban defendiendo vidas, no podían permitirse ser blandos. Aún en su dimensión, Abi se acercó al muchacho al que había entregado su revólver para darle instrucciones más precisas.
—Como el resto, tendrás que disparar si abro tu ventana. Memoriza el orden en el que has metido las balas, intentaré avisarte de antemano cual quiero y, si no puedo avisarte... si cuando abra están todos juntos utiliza la red si están cerca o el gas rosa si están lejos, cuando las hayas usado usas la explosiva. Si es solo uno usa el polímero y luego la penetrante. Confío en ti, vamos a proteger a esta gente —le dio un par de palmaditas en la espalda antes de continuar. El resto de instrucciones fueron bastante sencillas y que se resumían en lo mismo: si se abría su ventana era para que dispararan. También les comentó que no quería que usaran ellos los cañones y que se limitaran a recargarlos, solo debían moverse para reponer munición.
Así, si eran 23 se distribuirían de la siguiente forma: tres en el brazo derecho en la misma estancia que los cañones, tres en el brazo izquierdo -se aseguró de que hubiera al menos un dial de fulgor en cada una de esas dos estancias. Cuatro en otras dos estancias distintas, con los diales de rayo y viento en una y el de hielo en la otra, así como uno de humo en cada uno. En una tercera, que buscaría conectar con su espalda, colocaría a otros cuatro habitantes, uno de ellos con un dial láser y otro con su lanzallamas. En la capilla dejaría el armamento más pesado, con un total de cinco habitantes armados que manejarían la balista, el revólver de los seis caminos, y el francotirador Más Allá.
Fuera, en el mundo real, Abigail se llevó las manos a las granadas de clavos que tenía amarradas en sus brazos, sacándolas. Su primer ataque no sería con balas, si no con explosivos.
Antes de hacer nada tenía que establecer contacto visual, así que continuó moviéndose un poco más, acercándose mientras iba dando el rodeo, al menos para poder escuchar sus pasos si decidían moverse. El problema serían las huellas, pero eso se resolvía fácil. Abrió una ventana en su espalda para que uno de sus habitantes pudiera observar. Además, para que fuera un poco menos cantoso, levantó una barricada utilizando su poder para que el interior fuese lo menos visible posible, dejando solo lo necesario para la vigilancia.
—Avísame si ves que me siguen —fue lo último que diría antes de hacer desaparecer su copia interna.
Así, continuaría moviéndose con las granadas en las manos para buscar a los invasores de aquellas rocas mientras sus habitantes terminaban los preparativos, como cargar los cañones y las balistas. Volvió a usar el Mantra para detectar presencias, ¿se habrían movido de su sitio? ¿los tendría cerca? Confiaba en sus habitantes, pero no estaba mal ser cauta.
Braud y Roland ya debían estar armando escándalo. Con algo de suerte el tamaño de esos dos serviría para engañar a los piratas y hacerles pensar que no había nadie más peligroso en la zona, lo que necesitaba para pillarles por sorpresa.
- resumen:
» Detecta las siete presencias y asume que son invasores porque no le cuadra que una patrulla de defensa esté tan junta y con tanta gente.
» Distribuye a sus habitantes por el interior de su dimensión según lo especificado en el post -ya tenían el equipo preparado en el post anterior, no gastan tiempo extra-. También les da instrucciones concretas para el combate. Estas instrucciones no se pueden oir desde el exterior por medios normales porque habla dentro de la fortaleza cerrada.
» Como no tiene una línea visual que le permita atacar, decide rodear el lugar para intentar verlos.
» Ahora lleva las dos granadas de clavos en las manos y abre una ventana en su espalda a la que suma una barricada en su interior (Akuma 50) para que sus habitantes vigilen por detrás. Pide que la avisen si ven algo.
» Vuelve a usar un pulso de mantra para volver a comprobar sus alrededores.
El león aceptó su petición y no tardaron mucho en acabar sobrevolando las embarcaciones. Era una sensación… Increíble. Ya había sido alzada por los cielos antes, pero en aquella ocasión era Ayden, “su pollito” quién había generado unas alas de plumas rojas en su espalda para salir volando, cargándola en brazos. Esa libertad de ser abrazada por el viento y ser movida como una hoja por él era muy diferente. Aunque nunca se lo pediría a Raion en un futuro solo por capricho.
Tampoco tuvo mucho tiempo para disfrutar de ese pequeño viaje por el cielo, pues tenían trabajo que hacer, momento en el que se percató de que Kohaku no parecía haber ascendido con ellos. ¿Había dicho algo de que le dieran miedo las alturas? Estaba tan centrada en su objetivo que no había prestado especial atención una vez divisaron las embarcaciones. La albina frunció el ceño al percatarse de que eran muchas. En los informes habían hablado de solo cuatro barcos, si no recordaba mal. ¿Habían estado tan ciegos como para no ver esa extensa flota o simplemente eran más trucos del hombre de arcilla? No pudo sino fruncir el ceño. Pero bueno, la antena estaba ahí, aparentemente, y nadie se había fijado en ella. Quizás por ser solo un punto en el cielo, así que llevó a cabo su plan.
La granada se clavó con brusquedad en la cubierta del barco “central”, el que tenía encima de su mástil una enorme antena parabólica que debía ser, en principio, la causa de que las comunicaciones estuvieran bloqueadas. La madera estalló el palo mayor de este se partió por la mitad, cayendo al agua junto con la antena que se quedó… ¿Flotando? Esto alarmó a la albina, agarrada como un Koala a otro de los palos de la embarcación una vez hubo descendido. No era versada en tecnología, pero había muchas cosas que no encajaban ahí. Por ejemplo, la falta de movimiento de los hombres a escasos metros bajo ella que... ¿Eran monocromos?
—¿Qué coño está pasando aquí? —Farfulló en voz alta, deslizándose por el palo para caer en la cubierta, encontrándose con que se trataba de estatuas, segundos antes de que todo empezara a temblar—. ¡Mierda! Se quejó. Eso era una trampa. ¿Pero que era esa agua que empezaba a emanar? Lo que fuera, iba a ser un problema. Tenía que salir de ahí—. ¡Raion! ¡Subeme y aleja el barco, rápido! —bramó al viento. Supuso que tras ver aquello el hombre-bestia no se había alejado mucho, así que confiaba en que su mala suerte no fuera tanta como para quedarse metida en todo eso. Podía nadar, sí. Pero nada le aseguraba que lo que hubiera debajo del agua helada la dejaría salir con vida de las aguas. O que la madera que se empezaba a astillar no fuera a importunar su vista y su capacidad para nadar. No, ese terreno no era para nada favorable, y tampoco tenía forma de avisar a la distancia… ¿O sí?
Miró la pistola de bengalas enganchada a su cintura. A decir verdad, antes de separarse le había pedido un pequeño favor a su compañera. Sabía que había hecho para ella cartuchos blancos, para que avisara de su posición y de qué se sucedía en el barco… Pero con la nieve no iba a poder verse bien, menos aún con el humo de la posible batalla, así que le cogió prestados dos cartuchos rojos, por si las cosas se ponían feas. Esperaría a estar en el aire para poder usarlos. Había prometido que serían solo en caso de que las cosas hubieran ido mal o se tratase de una emboscada. Tan solo esperaba que la beata se fijara.
—Voy a usar una bengala. Si quieres mueve el aire para que el sonido no te deje aturdido. No me apetece caerme —Avisó al león mientras cambiaba el cartucho blanco por uno de los rojos. Dudaba que la mujer pudiera convertirse también en un barco o un aparato volador, pero al menos les pondría sobre aviso. Hecho el cambio, guardó el cartucho blanco con los demás y, si su compañero no le daba motivos de suficiente peso para no hacerlo dispararía. Sabía que era un riesgo desvelar su posición, pero lo más probable era que ya supieran donde se encontraban viendo la posible emboscada en la que habían caído como subnormales.
Solo les quedaba ver que emanaba del barco, manteniéndose muy alerta a como quedaba la situación una vez todo se “estabilizara”.
Tampoco tuvo mucho tiempo para disfrutar de ese pequeño viaje por el cielo, pues tenían trabajo que hacer, momento en el que se percató de que Kohaku no parecía haber ascendido con ellos. ¿Había dicho algo de que le dieran miedo las alturas? Estaba tan centrada en su objetivo que no había prestado especial atención una vez divisaron las embarcaciones. La albina frunció el ceño al percatarse de que eran muchas. En los informes habían hablado de solo cuatro barcos, si no recordaba mal. ¿Habían estado tan ciegos como para no ver esa extensa flota o simplemente eran más trucos del hombre de arcilla? No pudo sino fruncir el ceño. Pero bueno, la antena estaba ahí, aparentemente, y nadie se había fijado en ella. Quizás por ser solo un punto en el cielo, así que llevó a cabo su plan.
La granada se clavó con brusquedad en la cubierta del barco “central”, el que tenía encima de su mástil una enorme antena parabólica que debía ser, en principio, la causa de que las comunicaciones estuvieran bloqueadas. La madera estalló el palo mayor de este se partió por la mitad, cayendo al agua junto con la antena que se quedó… ¿Flotando? Esto alarmó a la albina, agarrada como un Koala a otro de los palos de la embarcación una vez hubo descendido. No era versada en tecnología, pero había muchas cosas que no encajaban ahí. Por ejemplo, la falta de movimiento de los hombres a escasos metros bajo ella que... ¿Eran monocromos?
—¿Qué coño está pasando aquí? —Farfulló en voz alta, deslizándose por el palo para caer en la cubierta, encontrándose con que se trataba de estatuas, segundos antes de que todo empezara a temblar—. ¡Mierda! Se quejó. Eso era una trampa. ¿Pero que era esa agua que empezaba a emanar? Lo que fuera, iba a ser un problema. Tenía que salir de ahí—. ¡Raion! ¡Subeme y aleja el barco, rápido! —bramó al viento. Supuso que tras ver aquello el hombre-bestia no se había alejado mucho, así que confiaba en que su mala suerte no fuera tanta como para quedarse metida en todo eso. Podía nadar, sí. Pero nada le aseguraba que lo que hubiera debajo del agua helada la dejaría salir con vida de las aguas. O que la madera que se empezaba a astillar no fuera a importunar su vista y su capacidad para nadar. No, ese terreno no era para nada favorable, y tampoco tenía forma de avisar a la distancia… ¿O sí?
Miró la pistola de bengalas enganchada a su cintura. A decir verdad, antes de separarse le había pedido un pequeño favor a su compañera. Sabía que había hecho para ella cartuchos blancos, para que avisara de su posición y de qué se sucedía en el barco… Pero con la nieve no iba a poder verse bien, menos aún con el humo de la posible batalla, así que le cogió prestados dos cartuchos rojos, por si las cosas se ponían feas. Esperaría a estar en el aire para poder usarlos. Había prometido que serían solo en caso de que las cosas hubieran ido mal o se tratase de una emboscada. Tan solo esperaba que la beata se fijara.
—Voy a usar una bengala. Si quieres mueve el aire para que el sonido no te deje aturdido. No me apetece caerme —Avisó al león mientras cambiaba el cartucho blanco por uno de los rojos. Dudaba que la mujer pudiera convertirse también en un barco o un aparato volador, pero al menos les pondría sobre aviso. Hecho el cambio, guardó el cartucho blanco con los demás y, si su compañero no le daba motivos de suficiente peso para no hacerlo dispararía. Sabía que era un riesgo desvelar su posición, pero lo más probable era que ya supieran donde se encontraban viendo la posible emboscada en la que habían caído como subnormales.
Solo les quedaba ver que emanaba del barco, manteniéndose muy alerta a como quedaba la situación una vez todo se “estabilizara”.
- Resumen:
- • Lanzar la granada, esperar a ver que pasa y preocuparse al notar la falta de movimiento o sonido en cubierta.
• Bajar para descubrir que son maquetas y empezar a ver emanar agua desde el agujero en el barco
• Avisar a Raion para que vuelva a subirla y empuje el barco en el que se supone que se ha quedado Kohaku para apartarlo de ahí
• Una vez en el aire, cambiar la bengala de la pistola que le ha dado Abi a otro color para disparar y dar un aviso de que algo ha salido rana, salvo que Raion le de motivos para no hacerlo.
• Esperar a ver que sale del agua.
Illje Landvik
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¿Sus maletas en la puerta? No pudo evitar fruncir el ceño. Así que a él también le habían dejado atrás… a propósito. ¿Ni una nota? Le gustaría saber qué era tan importante como para salir corriendo pero… no quería pensar en ello. Le estaba irritando. Suspiró y volvió al presente, justo a tiempo para cubrirse la cara de lo que fuera que había soltado la papada de ese tipo.
-Ugh… Claude, no me cae bien este hombre. No tiene mucha higiene.
Quizá no debería hablar del individuo en tercera persona cuando estaba justo delante, pero tras comprobar la viscosidad de la substancia tomar la decisión de que no merecía que le hablara directamente había sido terriblemente sencillo. No, quería marcharse de allí y hacer cualquier otra cosa para mantenerse ocupada. Por desgracia, los punkis no parecían querer dejar ir al gallo y estar a solas con sus pensamientos no entraba en sus planes. Ni corta ni perezosa, agarró a Kamar con la mano limpia y se dispuso a ahuyentarlos por las malas.
Antes de que pudiera hacer nada su papada volvió a hincharse, por lo que la conejita se agachó y rodó hacia sus piernas para escapar de la nueva ola de asquerosidad. Era el único que quedaba en pie y no tenía ganas de aguantarle mucho más. Se alzó detrás de él y trató de colocarle la katana al cuello de un elegante movimiento. No pretendía matarlo, pero desde luego sí detenerlo.
-Vuelve a hincharte y te pincharé por otro lado.
Si lograba que se estuviera quieto, alzaría una pierna y trataría de mandarle a la fuente de una buena patada, para luego girarse a Claude.
-Entonces… ¿decías que querías ir al castillo?
-Ugh… Claude, no me cae bien este hombre. No tiene mucha higiene.
Quizá no debería hablar del individuo en tercera persona cuando estaba justo delante, pero tras comprobar la viscosidad de la substancia tomar la decisión de que no merecía que le hablara directamente había sido terriblemente sencillo. No, quería marcharse de allí y hacer cualquier otra cosa para mantenerse ocupada. Por desgracia, los punkis no parecían querer dejar ir al gallo y estar a solas con sus pensamientos no entraba en sus planes. Ni corta ni perezosa, agarró a Kamar con la mano limpia y se dispuso a ahuyentarlos por las malas.
Antes de que pudiera hacer nada su papada volvió a hincharse, por lo que la conejita se agachó y rodó hacia sus piernas para escapar de la nueva ola de asquerosidad. Era el único que quedaba en pie y no tenía ganas de aguantarle mucho más. Se alzó detrás de él y trató de colocarle la katana al cuello de un elegante movimiento. No pretendía matarlo, pero desde luego sí detenerlo.
-Vuelve a hincharte y te pincharé por otro lado.
Si lograba que se estuviera quieto, alzaría una pierna y trataría de mandarle a la fuente de una buena patada, para luego girarse a Claude.
-Entonces… ¿decías que querías ir al castillo?
- resumen:
- Esquivar lo pegajoso, apuntar al señor con la katana y tratar de patearlo a la fuente.
Roland von Klauswitz
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Vaya pifostio tenían montado ahí abajo. Había tanta gente muerta, casquillos desparramados por todas partes y huellas evidentes de explosiones que casi alcanzaban los daños que se produjeron aquella vez en que Roland desmanteló un carguero de combustible con un puro en la boca. Eso le recordó que un poco de humo al pulmón no le vendría mal, así que se encendió uno bien gordo. Era el último que le quedaba, porque después de dos semanas en esa isla de santurrones sus existencias comenzaban a agotarse, así que le había untado con su engrudo casero a base de pegamento, grasa de cordero y el líquido de un mechero para que tuviese algo más de efecto.
En cuanto vio asomar las primeras cabezas ya tiró de ametralladora. Desbloqueó el joystick de control y aguardó al familiar clic, clack del arma al salir de la caja tras el asiento. Sin embargo, no ocurrió nada. ¿Por qué no funcionaba? ¿Habría algún fallo, un cable cortado o algo? Más tarde le gritaría a alguien en el taller.
Las balas volaron desde el otro lado. El lanzallamas tampoco arrancó, así que la calavera de reno engulló una buena ráfaga de proyectiles. Roland se cubrió el rostro y echó a volar, preguntándose quién coño habría toqueteado a su Rudolf. El armamento estaba muerto, lo cual era como dejar un imponente semental de carreras sin su enorme polla de caballo; seguía siendo grande y fuerte, pero le faltaba el factor explosivo. Iba a tener que aplastar cabezas a la vieja usanza.
-¡RUAHAHAHAHAHA! -fue su meditado grito de guerra.
Con el negro humo de su puro tuneado azotándole el rostro, sobrevoló las trincheras y dejó caer un par de granadas envueltas en papel rosa recién salidas del saco mágico. Luego bajó bruscamente con una idea más que perversa en la cabeza. No requeriría más que un poco de pericia automovilística hacer aterrizar las dos enormes ruedas traseras a los lados de la trinchera, con la frnja excavada justo bajo las tripas de Rudolf. Eso dejaría la rueda delantera, que seguía siendo del tamaño de un queso de los gordos, perfectamente centrada en el hueco desde el que disparaban los piratas. Un acelerón despiadado y estaría en posición de arrollar toda cabeza que se asomara mínimamente y pintar sus neumáticos de rojo sesos. No dudó en darle gas.
-¡Los que no tenga cara cuentan como míos! -le dijo a Braud a voz en grito, con el rugido del motor incrustado en los tímpanos.
En cuanto vio asomar las primeras cabezas ya tiró de ametralladora. Desbloqueó el joystick de control y aguardó al familiar clic, clack del arma al salir de la caja tras el asiento. Sin embargo, no ocurrió nada. ¿Por qué no funcionaba? ¿Habría algún fallo, un cable cortado o algo? Más tarde le gritaría a alguien en el taller.
Las balas volaron desde el otro lado. El lanzallamas tampoco arrancó, así que la calavera de reno engulló una buena ráfaga de proyectiles. Roland se cubrió el rostro y echó a volar, preguntándose quién coño habría toqueteado a su Rudolf. El armamento estaba muerto, lo cual era como dejar un imponente semental de carreras sin su enorme polla de caballo; seguía siendo grande y fuerte, pero le faltaba el factor explosivo. Iba a tener que aplastar cabezas a la vieja usanza.
-¡RUAHAHAHAHAHA! -fue su meditado grito de guerra.
Con el negro humo de su puro tuneado azotándole el rostro, sobrevoló las trincheras y dejó caer un par de granadas envueltas en papel rosa recién salidas del saco mágico. Luego bajó bruscamente con una idea más que perversa en la cabeza. No requeriría más que un poco de pericia automovilística hacer aterrizar las dos enormes ruedas traseras a los lados de la trinchera, con la frnja excavada justo bajo las tripas de Rudolf. Eso dejaría la rueda delantera, que seguía siendo del tamaño de un queso de los gordos, perfectamente centrada en el hueco desde el que disparaban los piratas. Un acelerón despiadado y estaría en posición de arrollar toda cabeza que se asomara mínimamente y pintar sus neumáticos de rojo sesos. No dudó en darle gas.
-¡Los que no tenga cara cuentan como míos! -le dijo a Braud a voz en grito, con el rugido del motor incrustado en los tímpanos.
- Resumen:
- Cosas malvadas con una moto y un agujero en el suelo.
Freites D. Alpha
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La moral había mejorado un poco, eso era una buena señal. La situación permanecía igual mientras Alpha esperaba pacientemente a que Jace lograra cumplir la misión. El pequeño tomo la botella dando un sorbo, luego encendió un tabaco y comenzó a fumarlo con tranquilidad. Mirando alrededor e analizando todo lo que le rodeaba.. <Poco, pero suficiente. > Se dijo a si mismo, la moral ya no dependía de un hilo, pero se notaba que aún no era suficiente.
Aunque todo eso cambio de un momento a otro, llegaron los sonidos de unos cañones que venían del otro lado de la playa, aunque estaba muy lejos para ver. Por otro lado, llegaron rumores de un grupo que estaba aprovechando la manera baja para interrumpir la llegada de refuerzos. – Ya veo. Suzaku, a trabajar. – La súper ave se posiciono para que Alpha pudiera montarla. Si muy bien sabían todos los miembros de la tripulación sabían lo poderoso que era el pequeño, era momento de hacer frente a un gran número de persona.
Y como era de costumbre, él iría solo.
- ¿Estás seguro de eso, pequeñín? - Pregunto Drukoff. – Podría simplemente ser una desinformación.
- Es mejor prevenir que lamentar. – Respondio el pequeño capitán pirata. – Tú, indícame donde queda ese acantilado. – Pregunto a la persona que esparció el rumor. – Lara, encárgate de que todo se mantenga en orden en esta trinchera, si ocurre algo malo o Jace logra hacer la apertura, utilizas tu bengala, regresare lo antes posible. Drukoff y Zira, quiero esos cañones fuera de servicio o trabajando para nosotros, cojan un grupo de voluntarios y diríjanse contra ellos.
Una vez recibida la dirección, el pequeño pirata cabalgaría en dirección al lugar donde se encontraba la supuesta veintena. Igual quizás solo era un rumor, el mejor escenario era ese.
Aunque todo eso cambio de un momento a otro, llegaron los sonidos de unos cañones que venían del otro lado de la playa, aunque estaba muy lejos para ver. Por otro lado, llegaron rumores de un grupo que estaba aprovechando la manera baja para interrumpir la llegada de refuerzos. – Ya veo. Suzaku, a trabajar. – La súper ave se posiciono para que Alpha pudiera montarla. Si muy bien sabían todos los miembros de la tripulación sabían lo poderoso que era el pequeño, era momento de hacer frente a un gran número de persona.
Y como era de costumbre, él iría solo.
- ¿Estás seguro de eso, pequeñín? - Pregunto Drukoff. – Podría simplemente ser una desinformación.
- Es mejor prevenir que lamentar. – Respondio el pequeño capitán pirata. – Tú, indícame donde queda ese acantilado. – Pregunto a la persona que esparció el rumor. – Lara, encárgate de que todo se mantenga en orden en esta trinchera, si ocurre algo malo o Jace logra hacer la apertura, utilizas tu bengala, regresare lo antes posible. Drukoff y Zira, quiero esos cañones fuera de servicio o trabajando para nosotros, cojan un grupo de voluntarios y diríjanse contra ellos.
Una vez recibida la dirección, el pequeño pirata cabalgaría en dirección al lugar donde se encontraba la supuesta veintena. Igual quizás solo era un rumor, el mejor escenario era ese.
- Resumen :
- Dar instrucciones y dirigirse al supuesto ataque de 20 tipos
Claude von Appetit
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Asqueroso. No, repugnante. Nunca me había arrepentido tanto de haber acertado el poder de un adversario, pero cuando el hombre polla te baña en un fluido que poco o nada tiene que envidiar al más espeso zumo de macho te preguntas por qué decidiste hacerte a la mar. ¿Son estas las aventuras legendarias del gran pirata von Appetit? ¿Acabar bañado en esperma sin haberlo pedido antes? No es que tenga pensado enfrentarme a muchos bukkakes voluntariamente, pero si así fuera esto seguiría siendo una violación de mi... De mí. Ese hombre acaba de violarme.
- Y encima escuece -respondo a Illje, ocultando un quejido que se está gestando en lo más profundo de mi ser-. Lo siento mucho, no es lo que cabría esperar de una segunda cita.
Porque, en realidad, esta es la segunda vez que estamos a solas. Si bien la primera vez pasamos mucho tiempo, desde que adoptamos al Nepo no hemos tenido mucha oportunidad de charlar tranquilamente. Tiene sentido, ya que al fin y al cabo la habitación frente a la conejita la ocupó el puto cerdo de Elina, y yo estaba exiliado en la despensa. Las pocas veces que hemos coincidido han sido cuando se ha metido a ensuciarme la cocina para alimentar al oso panda. Oso que, ahora que lo pienso...
- ¡No está! -Desconecto por un momento de la realidad-. ¡Tu hermana ha secuestrado a mi bebé!
Es sin duda una estrategia maquiavélica. Si tiene al Nepo como rehén no podré reclamar mi legítimo puesto. Aunque no creo que aguanten mucho, es un oso de Russuam, si no le preparan su comida favorita muy pronto se hará incontrolable. Probablemente se coma al cerdo ese, o incluso tome el barco. Y entonces volverá y me dará mi barco.
Sí, sin ninguna duda.
- Pero para que eso pase... No puedo dejar que la primera polla sucia de Sakura me separe de mi destino. ¡Confío en ti, Illje!
Ella lo tiene todo bajo control, así que voy corriendo a limpiarme en la fuente. No puede ser tan difícil limpiar estas cosas, más cuando aún están calientes. No voy a darle tiempo a gelificar, que si no no salen de la ropa y se lía. No puedo ir a una recepción en palacio con pinta de putón.
- Y encima escuece -respondo a Illje, ocultando un quejido que se está gestando en lo más profundo de mi ser-. Lo siento mucho, no es lo que cabría esperar de una segunda cita.
Porque, en realidad, esta es la segunda vez que estamos a solas. Si bien la primera vez pasamos mucho tiempo, desde que adoptamos al Nepo no hemos tenido mucha oportunidad de charlar tranquilamente. Tiene sentido, ya que al fin y al cabo la habitación frente a la conejita la ocupó el puto cerdo de Elina, y yo estaba exiliado en la despensa. Las pocas veces que hemos coincidido han sido cuando se ha metido a ensuciarme la cocina para alimentar al oso panda. Oso que, ahora que lo pienso...
- ¡No está! -Desconecto por un momento de la realidad-. ¡Tu hermana ha secuestrado a mi bebé!
Es sin duda una estrategia maquiavélica. Si tiene al Nepo como rehén no podré reclamar mi legítimo puesto. Aunque no creo que aguanten mucho, es un oso de Russuam, si no le preparan su comida favorita muy pronto se hará incontrolable. Probablemente se coma al cerdo ese, o incluso tome el barco. Y entonces volverá y me dará mi barco.
Sí, sin ninguna duda.
- Pero para que eso pase... No puedo dejar que la primera polla sucia de Sakura me separe de mi destino. ¡Confío en ti, Illje!
Ella lo tiene todo bajo control, así que voy corriendo a limpiarme en la fuente. No puede ser tan difícil limpiar estas cosas, más cuando aún están calientes. No voy a darle tiempo a gelificar, que si no no salen de la ropa y se lía. No puedo ir a una recepción en palacio con pinta de putón.
- Resumen:
- Ir a limpiarme en la fuente.
Raion
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Algo no cuadraba. Aquellos barcos, lejos de ser las armas hipertecnológicas con multitud de máquinas que habían esperado, entre ellas las antenas necesarias para cortar las comunicaciones en toda la isla, resultaron estar hechos de forma bastante chapucera. Sin entender casi nada de construcción de navíos el león podía asegurar que aquellas embarcaciones no eran precisamente las mejores que había visto. De hecho competían por alcanzar el extremo contrario. Casi parecían maquetas a tamaño real...
Al pasar su barco al lado de uno de los navíos enemigos el mink observó un detalle que le hizo ponerse en estado de alerta. Con un simple cuchillo, uno de los soldados pudo arrancar fácilmente parte del casco. Aquello no eran verdaderos barcos de guerra. Era una trampa. No había otra explicación.
El león se mantuvo atento, sin apenas pestañear, hasta que una sombra bajo el agua captó su atención. Cada vez se hacía más grande, hasta que el más grande de los falsos navíos comenzó a elevarse. Algo de un tamaño mucho mayor estaba saliendo del agua.
Rápidamente el león creó una ráfaga de viento que alejase tanto a Hazel como la barca en la que habían llegado hasta allí y en la que Kohaku aún seguía de la trayectoria de lo que fuera que estaba a punto de emerger del océano. Acto seguido, y sin quitar la vista de encima a la gran masa que ascendía desde las profundidades, emitió un poderoso rugido. Aquella era la señal para que Mari, el joven rey marino al que había adoptado durante la Gran Carrera y que estaba aguardando no muy lejos de la isla, acudiera en su ayuda. No sabía qué era lo que estaba a punto de aparecer ante ellos, pero si habían caído en una trampa seguro que tener la ayuda de alguien tan grande y fuerte como era su fiel amigo resultaría de enorme utilidad para igualar la balanza.
Al pasar su barco al lado de uno de los navíos enemigos el mink observó un detalle que le hizo ponerse en estado de alerta. Con un simple cuchillo, uno de los soldados pudo arrancar fácilmente parte del casco. Aquello no eran verdaderos barcos de guerra. Era una trampa. No había otra explicación.
El león se mantuvo atento, sin apenas pestañear, hasta que una sombra bajo el agua captó su atención. Cada vez se hacía más grande, hasta que el más grande de los falsos navíos comenzó a elevarse. Algo de un tamaño mucho mayor estaba saliendo del agua.
Rápidamente el león creó una ráfaga de viento que alejase tanto a Hazel como la barca en la que habían llegado hasta allí y en la que Kohaku aún seguía de la trayectoria de lo que fuera que estaba a punto de emerger del océano. Acto seguido, y sin quitar la vista de encima a la gran masa que ascendía desde las profundidades, emitió un poderoso rugido. Aquella era la señal para que Mari, el joven rey marino al que había adoptado durante la Gran Carrera y que estaba aguardando no muy lejos de la isla, acudiera en su ayuda. No sabía qué era lo que estaba a punto de aparecer ante ellos, pero si habían caído en una trampa seguro que tener la ayuda de alguien tan grande y fuerte como era su fiel amigo resultaría de enorme utilidad para igualar la balanza.
- Resumen:
- Crear viento para alejar a mis compañeros de la trayectoria de lo que sea que esté subiendo a la superficie y llamar a mi rey marino mascota, Mari, para que nos ayude (lo obtuve en el anterior evento, aunque no figura en mi ficha porque aún no se me han dado datos sobre su nivel, clase, etc.).
Bizvan
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No hubo indicios de ser detectados, de lo contrario ya hubiesen lanzado algún ataque. Claro que existía la posiblidad de que el enemigo estuviera al tanto del pequeño navío y aún así no le prestara atención, sin embargo era muy poco probable que esto se desarrollara de esa manera.
Al estar cerca de uno de los barcos enemigos, los soldados salieron del flotador, para luego disparar un par de garfios que ayudarían en el abordaje. Por un instante la misión se vió comprometida cuando un tripulante enemigo notó la presencia del pequeño grupo, por desgracia para él, su vida llegó a su fin en manos de uno de los soldados, quien utilizando un arma silenciada disparó sin dudar en su cabeza.
Por unos segundos el silencio se manifestó, no había forma de saber si alguien notó este incidente. Bizvan aguantó la respiración y por inercia llevó su mano a la empuñadura de Madre, listo para desenvainar su espada en caso de ser necesario. Puede que esta acción fuera vista de forma cómica, pues la distancia entre el marine y los posibles enemigos era suficiente como para considerar inútil llevar una espada.
Nada ocurrió, no hubo alarma o enemigos atacando, la suerte aún estaba del lado del pequeño grupo.
En el momento de decidir quién tomaría la delantera, Bizvan se ofreció para hacerlo, no había un motivo en especial para esto, simplemente era mejor no pensarlo tanto y empezar a actuar.
Subir no debería ser un problema, el marine se consideraba bastante bueno escalando, por lo cual esperaba no presentar complicaciones al hacerlo de manera tranquila y siendo lo más silencioso que se podía permitir.
Durante su ascenso activaría su mantra en un intento por realizar un sondeo en búsqueda de presencias. Esto con el fin intentar pasar lo más inadvertido que fuera posible en su avance hacia su objetivo.
Si conseguía llegar a la cubierta sin ser descubierto, el marine utilizaría “Calma” con el objetivo de aumentar su nivel de sigilo. No era una de sus mejores técnicas, pero era mejor que nada.
Al estar cerca de uno de los barcos enemigos, los soldados salieron del flotador, para luego disparar un par de garfios que ayudarían en el abordaje. Por un instante la misión se vió comprometida cuando un tripulante enemigo notó la presencia del pequeño grupo, por desgracia para él, su vida llegó a su fin en manos de uno de los soldados, quien utilizando un arma silenciada disparó sin dudar en su cabeza.
Por unos segundos el silencio se manifestó, no había forma de saber si alguien notó este incidente. Bizvan aguantó la respiración y por inercia llevó su mano a la empuñadura de Madre, listo para desenvainar su espada en caso de ser necesario. Puede que esta acción fuera vista de forma cómica, pues la distancia entre el marine y los posibles enemigos era suficiente como para considerar inútil llevar una espada.
Nada ocurrió, no hubo alarma o enemigos atacando, la suerte aún estaba del lado del pequeño grupo.
En el momento de decidir quién tomaría la delantera, Bizvan se ofreció para hacerlo, no había un motivo en especial para esto, simplemente era mejor no pensarlo tanto y empezar a actuar.
Subir no debería ser un problema, el marine se consideraba bastante bueno escalando, por lo cual esperaba no presentar complicaciones al hacerlo de manera tranquila y siendo lo más silencioso que se podía permitir.
Durante su ascenso activaría su mantra en un intento por realizar un sondeo en búsqueda de presencias. Esto con el fin intentar pasar lo más inadvertido que fuera posible en su avance hacia su objetivo.
Si conseguía llegar a la cubierta sin ser descubierto, el marine utilizaría “Calma” con el objetivo de aumentar su nivel de sigilo. No era una de sus mejores técnicas, pero era mejor que nada.
- Resumen:
- Subir por la cuerda primero.
Activar su Mantra en búsqueda de presencias enemigas.
Activar su técnica “Calma” para aumentar un poco su sigilo y ayudarlo en su avance.- Usado:
- Nombre de la técnica: Calma.
Naturaleza de la técnica: Física.
Descripción de la técnica: Técnica de sigilo. Con su uso, la gente sin Mantra de nivel inferior al de Bizvan ignorará su presencia, siempre que no sea muy evidente, durante dos posts.
Jace eigner
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No podía negar que yo era el más nuevo en esto, después de todo hasta el bastardo de mi compañero debía tener alguna experiencia jodida como esta, pero tampoco era el momento de ponerse nervioso ante la presión ahora mismo, y ya habíamos avanzado mucho para retroceder.
Además, que el resto de la tripulación ahora dependía de mí y este grupo, todo gracias a esos nidos de cañones que ahora habíamos perdido de vista, gracias al bosque no nos veían, pero la jugada era una espada de doble filo, porque no sabíamos cuánto nos faltaba para llegar lo que era un dolor de culo, que me dejaban en claro que como siempre hay factores que uno no puede controlar.
Sería entonces donde mientras caminábamos oiríamos pasos a la lejanía, el grupo se miraría entre los que estábamos nuestra misión era una y solo una desarmar ese nido, si cometíamos el error de provocar un combate innecesario, esto podría alargarse semanas... Por lo que, eso sería un problema, y creo que todos lo pensamos de una sola señal el grupo decidido separarse en dos, en donde aprovechando la vegetación nos cubriríamos de la posible patrulla, no sé si sería por acto reflejo o porque, pero en ese momento en el que todos se escondían seria donde lo notaria, teníamos aun nieve a nuestro alrededor y seria en ese momento testigo de cómo el resto simplemente ocultaba su rastro donde podía.
Era verdad nos iban a ver si es que llegábamos a descuidar por donde pisábamos, por lo que al no haber comunicaciones aun, pensé en que si ocultaba las huellas dando un par de pasos atrás no habría problema de momento, debíamos pasar inadvertidos por el momento, si nos notaban más tarde ya sería muy tarde con suerte.
Seria de esta manera que una vez oculto y sin rastro estaría escondido junto al resto de mis compañeros, varios ya estaban armados, si nos veían debíamos estar listos para matar.
Además, que el resto de la tripulación ahora dependía de mí y este grupo, todo gracias a esos nidos de cañones que ahora habíamos perdido de vista, gracias al bosque no nos veían, pero la jugada era una espada de doble filo, porque no sabíamos cuánto nos faltaba para llegar lo que era un dolor de culo, que me dejaban en claro que como siempre hay factores que uno no puede controlar.
Sería entonces donde mientras caminábamos oiríamos pasos a la lejanía, el grupo se miraría entre los que estábamos nuestra misión era una y solo una desarmar ese nido, si cometíamos el error de provocar un combate innecesario, esto podría alargarse semanas... Por lo que, eso sería un problema, y creo que todos lo pensamos de una sola señal el grupo decidido separarse en dos, en donde aprovechando la vegetación nos cubriríamos de la posible patrulla, no sé si sería por acto reflejo o porque, pero en ese momento en el que todos se escondían seria donde lo notaria, teníamos aun nieve a nuestro alrededor y seria en ese momento testigo de cómo el resto simplemente ocultaba su rastro donde podía.
Era verdad nos iban a ver si es que llegábamos a descuidar por donde pisábamos, por lo que al no haber comunicaciones aun, pensé en que si ocultaba las huellas dando un par de pasos atrás no habría problema de momento, debíamos pasar inadvertidos por el momento, si nos notaban más tarde ya sería muy tarde con suerte.
Seria de esta manera que una vez oculto y sin rastro estaría escondido junto al resto de mis compañeros, varios ya estaban armados, si nos veían debíamos estar listos para matar.
- acciones:
- Me oculto con el grupo una vez oculto mis huellas de la nieve, suponiendo que mi personaje esta en un grupo mas habilidoso que el supongo lo habrán hecho antes y yo me abre ocultado después con una daga en mano
Zira
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Al parecer la moral iba mejorando, mejor para ellos, la paciencia de Zira se estaba acercando a su límite, pero así era mejor el asunto, capitán es bueno y sus métodos también. Alpha no tardaría en tomar la botella, ella decidiría no beber, ya que había otra cosa que la embriagaba más, la sangre de los enemigos. Fue entonces que se comenzó a esparcir el rumor de aquel grupo de veinte hombres en el acantilado, a la par se escucharon los disparos al otro lado de la playa, una sonrisa digna del gato sonriente se formaría en el rostro de Zira. El capitán no tardó en dar órdenes, la muchacha lo escuchó atenta a lo que decía, en cuanto llegaron las indicaciones dirigidas a ella y Drukoff, la mujer no pudo ocultar esa sonrisa perversa, con esa misma expresión le respondió al capitán. –Con gusto… –Miró a los hombres allí presentes. –Tú, tú, tú, tú y tú, vengan conmigo. –Los eligió en parte al azar a esos cinco, dejó a los que aparentaban ser los más fuertes allí para guardarlos para lo peor, se llevó a los que no parecían ser unos mierdas.
Drukoff miró a la muchacha mostrándole una amistosa sonrisa, a fin de cuentas ya la conocía bastante y sabía como era su actitud. –¿Quiérres dirigirr tú? –Le preguntó con su habitual lenguaje que remarcaba bastante las erres.
La chica hizo contacto visual con el gigante. –Iré al frente, mi orden será sencilla… no tengo la labia del capitán así que iremos a lo mi estilo…
Y sin más se dirigieron al lugar de los disparos a gran velocidad, Zira iba por delante, ni bien identifique al enemigo saltaría al cuello. Guardó su dragón arcoíris y la dejó en su cintura, ahora tenía sus dos katanas de siempre en sus manos, estaba dispuesta a hacer una matanza.
Drukoff miró a la muchacha mostrándole una amistosa sonrisa, a fin de cuentas ya la conocía bastante y sabía como era su actitud. –¿Quiérres dirigirr tú? –Le preguntó con su habitual lenguaje que remarcaba bastante las erres.
La chica hizo contacto visual con el gigante. –Iré al frente, mi orden será sencilla… no tengo la labia del capitán así que iremos a lo mi estilo…
MATEN A TODO ENEMIGO
Y sin más se dirigieron al lugar de los disparos a gran velocidad, Zira iba por delante, ni bien identifique al enemigo saltaría al cuello. Guardó su dragón arcoíris y la dejó en su cintura, ahora tenía sus dos katanas de siempre en sus manos, estaba dispuesta a hacer una matanza.
- Resumen:
- -Mostró su verdadera cara al grupo.
-Escuchó con atención las órdenes del capitán.
-Eligió a cinco hombres y junto a Drukoff se dirigieron hacia el lugar de los disparos con la orden de matar todo enemigo que se crucen.
Normas del capítulo:
- Se moderará los martes entre las 22:00 y las 23:59.
- No se puede postear los martes antes de la moderación.
- Hay un reloj que marca el tiempo restante. Cuando acaba los temas se cierran.
- Está prohibido metarrolear, powerrolear y demás actitudes tóxicas.
- A más riesgo, más premio.
- Como es tradición, el barco de Sons of Anarchy se hundirá en algún momento.
- Cada post debe ocupar entre 250 y 1.200 palabras. Si no se está en estos límites, el post podría ser ignorado.
- Es responsabilidad de un usuario comunicarse con la gente con la que interactúa.
- Si un post tiene más de 15 faltas ortográficas por párrafo podría ser ignorado.
- Hacer un resumen de acciones relevantes es obligatorio independientemente de la extensión.
- La ley del plot no es a prueba de idiotas.
Moderación:
- Abi, Braud y Roland:
- Abi, por tu parte, empiezas a ver como un grupo de siete personas salen a la vista. Visten todas de blanco y portan alguna que otra arma algo oculta o camuflada, aunque a tu distancia puedes ver que en su mayoría son espadas y cuchillos, nada que haga ruido. Lo extraño es que todas ellas llevan en la cabeza el mismo casco, pintado de blanco, pero te impide distinguir facciones individuales entre ellos.
De pronto, cuando están al alcance si quieres atacarlos (Ninguno parece haber reparado en tí) notas con el mantra una octava presencia. Mucho más fuerte, está a tus espaldas, pero no tan cerca como para que consideres que te está emboscando, puede que sea alguien más hábil que se ha escabullido y ahora está más avanzado. No notas hostilidad, así que no parece que haya reparado en tí. Si te giras para verlo podrás ver un poco más arriba un hombre vestido igual que el resto de sus compañeros, el cual avanza camino por donde has venido.
Braud parece quedarse catatónico ante los disparos y recibe unos cuantos, mientras Roland se abre paso milagrosamente entre el mar de balas y llega a la trinchera enemiga. Está rodeado de piratas y lo único que ha evitado que lo acribillen es su desmedido desinterés por la seguridad vial. Algunos se apartan como pueden, otros se agachan, pillas a alguno que otro, pero ahora estás rodeado, con Rudolf encajada en una zanja de tierra y TODOS en la playa te están mirando. Pero mira el lado positivo, ahora no están disparando a las tropas de Sakura.
- Hazel, Raion y Kohaku:
- Gracias a las ráfagas de Raion os ponéis a salvo. El falso navío que portaba la antena se parte por la mitad ante la masa de agua que emerge. De entre las olas sale un barco algo más pequeño, de algo más de cien o ciento veinte metros de eslora, con una cubierta en forma de cúpula que se va abriendo lentamente según emerge de entre las aguas. Es un barco sumergible, no es tan grande como otros gigantescos navíos de dimensiones imposibles que tienen otros piratas o incluso la marina, pero este tamaño impone.
Cuando la cubierta queda al descubierto varios piratas empujan cerca de una docena de cañones en posición de combate, mientras otros veinte se preparan para la batalla.
- ¡Muahahahaha! - Una pedante carcajada se puede escuchar saliendo del barco. - Habéis caído en la trampa de mi gran genialidad estratega. Mostrando lo que podeís hacer ante una flota falsa. Ahora que os tengo a todos aquí os barreré de los mares. - Un hombre de pelos castaños y rasgos afilados sale por una escotilla, situándose en medio de sus hombres. Viste una gabardina de piel y saca un revólver de entre su abrigo, carga varias balas mientras espera a que el barco termine de emerger y se estabilice.
Por ahora no hay señales del rey marino.
- Bizvan:
- Con tu presencia notas un total de unas treinta personas, ninguna de ellas en una cercanía próxima, cuando subes las que están en cubierta no tienen línea de visión y las que están en cubiertas inferiores no parecen alertadas. Hay cinco en cubierta, los soldados que te acompañan suben tras de tí sigilosamente y nadie levanta sospechas en el enemigo. De todas formas notas dos presencias que cambian de dirección y se dirigen a donde estáis.
Por otro lado en la cubierta tenéis el acceso más cercano de una puerta que da seguramente al interior del barco en la misma cubierta, otra puerta que da a una cubierta inferior y, por último unas escaleras que dan a una cubierta superior más cercana al palo mayor que tiene la antena.
Por ahora nadie ha sido avistado y una vez suben todos el sumergible se retira para evitar ser visto, podrás llamarlo en cuanto necesitéis retiraros.
- Omega:
- Los piratas, al principio parecen algo sorprendidos, pero al ver la familiaridad con la que te acercas no se alteran. El que tiene los prismáticos casi los deja caer, parecía estar concentrado en algo.
- ¿De la costa norte? No teníamos nada planeado por ahí ¿Verdad? - Mira a su compañero y ese se encoge de hombros mientras sacude la ceniza de su cigarrillo. - En fin, debes de ser el mensajero, con este plan de mierda la comunicaciones son un desastre, pasa debería estar en la playa, ayudando a coordinar el desembarco. Lleva una gabardina de piel y un brazo vendado, es imposible perder de vista al viejo Frenand.
Cuando te adentras en la playa, sorprendido por lo laxa que es la seguridad, te encuentras con un panorama frenético. Acaba de llegar un barco, y está desembarcando a unos cincuenta piratas, los cuales se dirigen a una serie de personas que los organiza. En un lugar algo apartado del ajetreo se encuentra un hombre de edad meda-avanzada, que coincide con la descripción que te han dado, está de pie mirando un mapa sobre una mesa improvisada con dos barriles y unos tablones.
- Freites y Zira:
- Freites, un barro frío chapotea bajo tus pisadas. Te has alejado de la playa en camino a donde dicen estar los enemigos. Arena y roca que normalmente queda sumergida la mayor parte del día han dado paso a un camino al pie de unos acantilados. No tardas en darte cuenta por lo escarpado que es el terreno que alguien que conozca el terreno podría colarse sin problemas, menos mal que alguien estaba vigilando. A lo lejos puedes verlos, si, son unas veinte personas, pero se mueven en grupos de unos cuatro o cinco. Con cautela y sigilo se mueven entre las rocas aprovechando el ruido de las olas rompiendo para pasar desapercibidos. Visten monos que seguramente les hayan ayudado a llegar por el mar, por ahora llevan armas a la espalda, pero están enfundadas en una funda impermeable. Ninguno parece haberse percatado de tu presencia, a no ser claro que no te molestes en esconderte.
Por otro lado. Zira, los disparos siguen escuchándose, la playa es grande y parece que hay a varios cientos de metros una conmoción con varias docenas de piratas que están luchando contra alguien. De todas formas, incluso a toda velocidad todavía tardaríais en llegar a cuerpo a cuerpo.
De todas formas hay un disparo entre todos los que se escuchan que os llama la atención. De hecho viene de tu espalda Zira, uno de los hombres que te seguía cae muerto al suelo, dejando sólo a cuatro. Cuando os giráis podéis ver a uno de los piratas con una pistola humeante en la mano. Parece tan sorprendido como vosotros.
- ¿Qué? No, esperad, no-no he sido yo, lo juro. - Comenta al tirarla al suelo con una mirada que expresa una mezcla entre pánico y confusión.
- ¡Silencio rata traidora! - Otro de los piratas que te acompaña le apunta con el rifle. - Te he visto dispararle por la espalda. No creas que te vas a librar de esta. Jefa, deme la orden y disparo.
- Jace:
- Los pasos en la nieve se aproximan. Cada uno de vosotros traga saliva mientras contiene la respiración. Uno, dos… hasta cinco soldados uniformados de blanco caminan lentamente entre vuestros escondites. Están alerta a cualquier movimiento. Cada uno de ellos lleva un rifle con una bayoneta y parecen bien equipados. Sus respiraciones salen como vaho por los pasamontañas que cubren sus caras, no parece que se hayan percatado en vuestra presencia.
De todas formas uno de ellos se detiene y hace una señal al resto, no hay huellas claras en la nieve, pero señala con el dedo algo. Una de las ramas de un árbol cercano, no tiene nieve, al igual que un par de arbustos cerca de ellos. Se ponen alerta ante la sospecha de que alguien haya pasado por ahí. La pregunta es ¿Qué harás ahora?
- Ilje y Claude:
- A la fuente con él. Lo cierto es que el señor tampoco daba para mucho. No dejaba de ser un matón de barrio. Uno más fuerte y problemático de lo que cabría esperar si fueseis personas normales, vale, pero nada a lo que no podáis hacer frente al fin y al cabo.
Sea como sea, dejáis atrás al señor y ponéis rumbo al lugar en el que Claude había puesto su mira tiempo atrás: el castillo de Sakura. Su silueta se hace cada vez más visible conforme os aproximáis a él en la más absoluta soledad, y es que los disturbios y el furioso vendaval que ha azotado la isla recientemente fuerzan a la gente a mantenerse a salvo en sus hogares.
Cuando os halláis lo suficientemente cerca de la construcción podéis averiguar que los efectivos que hacen guardias se han triplicado cuanto menos. Forman a la perfección con sus relucientes armaduras salpicadas por la nieve en los lugares donde la piel y el cuero permiten que sean visibles. Unos guardias reales propios de una isla invernal, como debe ser.
Forman con picas, las cuales inclinan algunos centímetros hacia vosotros si os intentáis acercar.
-¿Vosotros también estáis infectados? –preguntan entonces, descolocándoos por completo… Al menos eso supongo-. ¿Quiénes sois y qué queréis?
Roland von Klauswitz
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Tras un sangriento recorrido, la moto se atascó. La trinchera era mucho menos regular que una carretera como era debido, y con el calor del momento y el saborcillo del puro untado en pegamento Roland no prestaba mucha atención. Cuando quiso darse cuenta ya estaba encallado como una ballena a medio comer por los pingüinos de Ártica. La parte positiva, le recordó cierta parte embriagada de su conciencia, era que ya no disparaban a los soldados de Sakura. Por otra parte, le importaban tres cojones los putos soldados de la mierda de Sakura.
De repente todas las armas le apuntaban a él, un montón de balas que amenazaban con sumarse a las que ya llevaba engarzadas en el brazo desde hacía un minuto. La sangre manchaba el manillar de Rudolf, pero realmente no estaba preocupado. Esos maricones follamadres que se pasaban el día metidos en una carraca con un montón de tíos apestosos no inspiraban a Roland más respeto que unas ladillas que le trepasen por los pelos del culo.
Po desgracia, con Rudolf atascada en el agujero estaba condenado a compartir espacio con esa chusma. Revolucionó el motor hasta que la polvareda se volvió molesta y le convenció de que aquello no se movía de allí. Le iba a tocar bajarse y empujar. Descendió de un salto. Su cabeza quedó a la altura de la rueda delantera, donde se veían los restos de más de una cabeza machacada. Seguro que ninguno de esos valía un céntimo, ni tampoco los que le esperaban en la letrina esa donde se había metido. Aun así, su trabajo era dejarlos tiesos.
Con la moto a su espalda proporcionando cierta cobertura, tiró para adelante y sacó a Lulú a jugar. Igual que un lobo de cuento, sopló con todas sus fuerzas y escupió un torrente de dulces navideños. Caramelos, bastones, mazapanes y trozos de turrón del duro formaron una molesta nube de guarradas azucaradas para cegar a sus presas. El pistolón empezó a hacer lo suyo mientras Roland las pasaba putas para moverse hacia delante. Aquella maldita trinchera era tan estrecha que en algunos lados la panza le hacía tope. Ni agujeros sabían hacer en esa isla. Qué asco le tenía...
De repente todas las armas le apuntaban a él, un montón de balas que amenazaban con sumarse a las que ya llevaba engarzadas en el brazo desde hacía un minuto. La sangre manchaba el manillar de Rudolf, pero realmente no estaba preocupado. Esos maricones follamadres que se pasaban el día metidos en una carraca con un montón de tíos apestosos no inspiraban a Roland más respeto que unas ladillas que le trepasen por los pelos del culo.
Po desgracia, con Rudolf atascada en el agujero estaba condenado a compartir espacio con esa chusma. Revolucionó el motor hasta que la polvareda se volvió molesta y le convenció de que aquello no se movía de allí. Le iba a tocar bajarse y empujar. Descendió de un salto. Su cabeza quedó a la altura de la rueda delantera, donde se veían los restos de más de una cabeza machacada. Seguro que ninguno de esos valía un céntimo, ni tampoco los que le esperaban en la letrina esa donde se había metido. Aun así, su trabajo era dejarlos tiesos.
Con la moto a su espalda proporcionando cierta cobertura, tiró para adelante y sacó a Lulú a jugar. Igual que un lobo de cuento, sopló con todas sus fuerzas y escupió un torrente de dulces navideños. Caramelos, bastones, mazapanes y trozos de turrón del duro formaron una molesta nube de guarradas azucaradas para cegar a sus presas. El pistolón empezó a hacer lo suyo mientras Roland las pasaba putas para moverse hacia delante. Aquella maldita trinchera era tan estrecha que en algunos lados la panza le hacía tope. Ni agujeros sabían hacer en esa isla. Qué asco le tenía...
- Resumen:
- Roland se baja a empujar. Enfila por la trinchera soplando dulces y pegando tiros en plan Steven Seagal gordo y viejo. Bueno, en plan Steven Seagal.
Freites D. Alpha
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El frió chapoteo solo lograba que Suzaku se pusiera un poco de mal humor, podrías notarlo con solo ver como fruncía en ceño. - ¿Esta fría, verdad?- No podía culparle, ella disfrutaba mucho más de los climas calientes, después de todo ella era una súper ave. Pronto llegarían a un camino formado por arena y roca, muy bonito. Definitivamente era increíble como la madre naturaleza creaba sus maravillas naturales. Aunque no era ni el lugar ni el tiempo para admirar el ambiente, menos cuando el mismo capitán pirata se estaba preguntando cuanto tiempo tardaría la marea en subir.
Llegando al pie de un acantilado, el señor de la guerra rápidamente se bajó y se colocó pecho tierra al igual que la súper ave. El pequeño no tardó mucho en notar que el terreno era perfecto para escabullirse. Más tarde se encargaría de agradecer a la persona que estaba vigilando.
- Allí están… - Susurro el capitán pirata. Podía verlos, una veintena de personas avanzando por las rocas aprovechando el sonido de las olas para acercase sin ser vistos, irónicamente eso no había funcionado. <<¿Qué debería hacer? Podría usar mi arquebus y jugar al tiro al pato, pero perdería mucho tiempo. Aunque es mi mejor alternativa seria colarme por algún lugar sin ser visto y llegar a corso alcance.>> Pensando y pensado Alpha llego a la conclusión era que su mejor alternativa era llegar a corto alcance y utilizar todo su poder, pero no estaría mal matar a unos cuantos desde la distancia para comenzar, así el pequeño aprovechaba el factor sorpresa y la confusión.
Después de todo, lo más importante era evitar que ellos retrasasen a los refuerzos. Así que una lucha abierta uno contra veinte no suena nada mal.
Tomo la lanza del sol entre sus manos. El chiquillo esperaba con paciencia que el primero estuviese al rango suficiente para disparar, dar un tiro con aquella cosa significaba morir en seco por una explosión. Cuando el primero se encontrara a rango, el pelilargo respiraría profundamente y aguantaría la respiración para mantener firme el pulso, apuntando directamente a su objetivo y, en el momento indicado, justo cuando una de las olas rompiera, disparar. Si ellos tomaban cobertura, Alpha estaría listo, el no necesitaba recargar gracias a la habilidad de su arquebus. Si alguien salía a responder el ataque del pirata, dispararía inmediatamente en ráfaga.
<< Concentrado... Calmado.... Sereno... Atento... Aprovecha el pánico y el factor sorpresa... aprovecha lo bajo que eres para que no te encuentren... Inhala... apunta y...>>
Dispara, como lo haría una otra vez tratando de acabar con la mayor cantidad de enemigos.
Llegando al pie de un acantilado, el señor de la guerra rápidamente se bajó y se colocó pecho tierra al igual que la súper ave. El pequeño no tardó mucho en notar que el terreno era perfecto para escabullirse. Más tarde se encargaría de agradecer a la persona que estaba vigilando.
- Allí están… - Susurro el capitán pirata. Podía verlos, una veintena de personas avanzando por las rocas aprovechando el sonido de las olas para acercase sin ser vistos, irónicamente eso no había funcionado. <<¿Qué debería hacer? Podría usar mi arquebus y jugar al tiro al pato, pero perdería mucho tiempo. Aunque es mi mejor alternativa seria colarme por algún lugar sin ser visto y llegar a corso alcance.>> Pensando y pensado Alpha llego a la conclusión era que su mejor alternativa era llegar a corto alcance y utilizar todo su poder, pero no estaría mal matar a unos cuantos desde la distancia para comenzar, así el pequeño aprovechaba el factor sorpresa y la confusión.
Después de todo, lo más importante era evitar que ellos retrasasen a los refuerzos. Así que una lucha abierta uno contra veinte no suena nada mal.
Tomo la lanza del sol entre sus manos. El chiquillo esperaba con paciencia que el primero estuviese al rango suficiente para disparar, dar un tiro con aquella cosa significaba morir en seco por una explosión. Cuando el primero se encontrara a rango, el pelilargo respiraría profundamente y aguantaría la respiración para mantener firme el pulso, apuntando directamente a su objetivo y, en el momento indicado, justo cuando una de las olas rompiera, disparar. Si ellos tomaban cobertura, Alpha estaría listo, el no necesitaba recargar gracias a la habilidad de su arquebus. Si alguien salía a responder el ataque del pirata, dispararía inmediatamente en ráfaga.
<< Concentrado... Calmado.... Sereno... Atento... Aprovecha el pánico y el factor sorpresa... aprovecha lo bajo que eres para que no te encuentren... Inhala... apunta y...>>
Dispara, como lo haría una otra vez tratando de acabar con la mayor cantidad de enemigos.
- Resumen.:
- - Tomar cobertura.
- Utilizar la lanza de sol para disparar al primer enemigos.
- Estar atento y a todo movimiento enemigos y disparar a todo aquel que se asome.
Illje Landvik
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No pudo evitar reírse cuando mencionó lo de la segunda cita.
-Creo que tenemos que dejar de ir a sitios de invierno. Si hay una tercera, nos vamos al desierto.
Al fin y al cabo, Arabasta estaba entre las islas que quería visitar. Era bonita, cálida y acogedora. Después de soportar la eterna noche durante varios años y aguantar el frío de… prácticamente todas las islas que había visitado de momento, empezaba a echar un poco de sol muy en falta.
Sin duda era un bonito plan, pero Claude no tardó en sacarla de sus cavilaciones. ¡Tenía razón! ¡Se habían llevado al Nepo con ellas! Le miró con genuina preocupación, ¿cómo podían haber hecho algo tan ruin?
-¡Ni siquiera saben hacerle su comida!
Las albóndigas que tanto le gustaban solo las preparaba Claude y sabía de sobras que ninguna de sus hermanas pisaba la comida a no ser que fuera absolutamente necesario. Oh,no… el pobre osito lo iba a pasar muy mal hasta que lo rescataran. Porque iban a rescatarlo, por supuesto. No podía quedarse con gente a la que no… le importaba. Se sacudió de encima la mala sensación, tratando de no pensar en el tema.
-No te preocupes. Estaba en ese horrible zoo, aguantará bien hasta que vayamos a por él. Es un osezno hecho y derecho, le has enseñado bien.
Sí. Sí,seguro que todo iría bien. Claude parecía estar de acuerdo, porque en seguida echó a correr. La conejita se apresuró a echar al matón a la fuente, que al fin y al cabo tenía cosas más importantes en las que pensar. Como el castillo de Sakura, que de repente estaba a la vista y al alcance.
-¿Crees que habrá una princesa de Sakura? Seguro que tiene los vestidos más bonitos de toda la isla. Es más, seguro que le sobran, ¿no crees? Fijo que puedo ayudarla a escoger los que más le gustan y… darle una casa a los demás. Que tú has encontrado uno y sinceramente, creo que yo también me merezco otro.
Era un razonamiento con lógica, al fin y al cabo. Se merecía cosas bonitas, eso era una realidad como un templo. Y si alguien tenía demasiadas, bueno… no echaría un par en falta. Todo iba bien hasta que un par de guardias les pararon. Ilje parpadeó antes de ponerse las manos en la cadera.
-¿Infectada? ¿Acaso tengo cara de estar enferma? Perdona, pero soy de las personas más limpias que hay. - Paró un momento, pensando. Si no lo decían por ella, algo debía de haber rondando por ahí.- ¿Habéis tenido problemas? Soy doctora, si hay algún enfermo quizá pueda echar un cable.
Los vestidos bonitos tendrían que esperar un poco. Solo un poco.
-Creo que tenemos que dejar de ir a sitios de invierno. Si hay una tercera, nos vamos al desierto.
Al fin y al cabo, Arabasta estaba entre las islas que quería visitar. Era bonita, cálida y acogedora. Después de soportar la eterna noche durante varios años y aguantar el frío de… prácticamente todas las islas que había visitado de momento, empezaba a echar un poco de sol muy en falta.
Sin duda era un bonito plan, pero Claude no tardó en sacarla de sus cavilaciones. ¡Tenía razón! ¡Se habían llevado al Nepo con ellas! Le miró con genuina preocupación, ¿cómo podían haber hecho algo tan ruin?
-¡Ni siquiera saben hacerle su comida!
Las albóndigas que tanto le gustaban solo las preparaba Claude y sabía de sobras que ninguna de sus hermanas pisaba la comida a no ser que fuera absolutamente necesario. Oh,no… el pobre osito lo iba a pasar muy mal hasta que lo rescataran. Porque iban a rescatarlo, por supuesto. No podía quedarse con gente a la que no… le importaba. Se sacudió de encima la mala sensación, tratando de no pensar en el tema.
-No te preocupes. Estaba en ese horrible zoo, aguantará bien hasta que vayamos a por él. Es un osezno hecho y derecho, le has enseñado bien.
Sí. Sí,seguro que todo iría bien. Claude parecía estar de acuerdo, porque en seguida echó a correr. La conejita se apresuró a echar al matón a la fuente, que al fin y al cabo tenía cosas más importantes en las que pensar. Como el castillo de Sakura, que de repente estaba a la vista y al alcance.
-¿Crees que habrá una princesa de Sakura? Seguro que tiene los vestidos más bonitos de toda la isla. Es más, seguro que le sobran, ¿no crees? Fijo que puedo ayudarla a escoger los que más le gustan y… darle una casa a los demás. Que tú has encontrado uno y sinceramente, creo que yo también me merezco otro.
Era un razonamiento con lógica, al fin y al cabo. Se merecía cosas bonitas, eso era una realidad como un templo. Y si alguien tenía demasiadas, bueno… no echaría un par en falta. Todo iba bien hasta que un par de guardias les pararon. Ilje parpadeó antes de ponerse las manos en la cadera.
-¿Infectada? ¿Acaso tengo cara de estar enferma? Perdona, pero soy de las personas más limpias que hay. - Paró un momento, pensando. Si no lo decían por ella, algo debía de haber rondando por ahí.- ¿Habéis tenido problemas? Soy doctora, si hay algún enfermo quizá pueda echar un cable.
Los vestidos bonitos tendrían que esperar un poco. Solo un poco.
- resumen:
- Desvariar por el panda perdido, decidir robar los vestidos de una hipotetica princesa y ofrecerse a ayudar a los enfermos o infectados.
Raion
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Un barco de un tamaño bastante superior al suyo aunque menor que el falso buque líder emergió de las aguas. Poseía una cubierta en forma de cúpula que le había permitido viajar bajo el agua hasta aquel momento y, a decir verdad, resultaba ciertamente imponente.
Los hombres que lo tripulaban apenas tardaron unos segundos en colocar varios cañones en posición, listos para comenzar a disparar. Mientras tanto una escandalosa risa se escuchó sobre todos los demás sonidos. Procedía de un hombre de pelo de color castaño y rostro enjuto y afilado que vestía una larga gabardina de piel. El hombre se jactó de haberles engañado y haber conseguido que cayeran en su trampa.
Parecía claro que era el líder de aquella escuadra, el capitán del barco. Y por lo tanto el objetivo que debían eliminar. Mientras su navío terminaba de estabilizarse sacó una pistola y cargó varias balas en ella que, si la intuición de Raion no fallaba, probablemente no fueran proyectiles ordinarios.
Pese a que Mari aún no había hecho acto de presencia el león no tenía la menor duda de que tarde o temprano aparecería, lo que ayudaría a sembrar el desconcierto y la destrucción entre las filas enemigas. Tal vez estuviera algo más lejos de lo previsto, pero aún así seguro que no tardaría en llegar.
Por el momento el cazarrecompensas decidió aprovechar la situación. Dado que sus enemigos aún no se hallaban en una posición estable, parecía ser el momento más oportuno para atacarles. Así pues lanzó dos poderosas ráfagas de aire, afiladas como espadas, contra el capitán para acto seguido dirigirse hacia él a gran velocidad en su forma elemental.
- Yo me encargo de él. - Dijo a Kohaku y Hazel. Aquel tipo probablemente fuese poderoso, y él era el más fuerte de los tres. Por lo tanto si alguien debía medirse a él era el mink. De ese modo protegería a sus compañeros al asumir la posición de mayor peligro.
Los hombres que lo tripulaban apenas tardaron unos segundos en colocar varios cañones en posición, listos para comenzar a disparar. Mientras tanto una escandalosa risa se escuchó sobre todos los demás sonidos. Procedía de un hombre de pelo de color castaño y rostro enjuto y afilado que vestía una larga gabardina de piel. El hombre se jactó de haberles engañado y haber conseguido que cayeran en su trampa.
Parecía claro que era el líder de aquella escuadra, el capitán del barco. Y por lo tanto el objetivo que debían eliminar. Mientras su navío terminaba de estabilizarse sacó una pistola y cargó varias balas en ella que, si la intuición de Raion no fallaba, probablemente no fueran proyectiles ordinarios.
Pese a que Mari aún no había hecho acto de presencia el león no tenía la menor duda de que tarde o temprano aparecería, lo que ayudaría a sembrar el desconcierto y la destrucción entre las filas enemigas. Tal vez estuviera algo más lejos de lo previsto, pero aún así seguro que no tardaría en llegar.
Por el momento el cazarrecompensas decidió aprovechar la situación. Dado que sus enemigos aún no se hallaban en una posición estable, parecía ser el momento más oportuno para atacarles. Así pues lanzó dos poderosas ráfagas de aire, afiladas como espadas, contra el capitán para acto seguido dirigirse hacia él a gran velocidad en su forma elemental.
- Yo me encargo de él. - Dijo a Kohaku y Hazel. Aquel tipo probablemente fuese poderoso, y él era el más fuerte de los tres. Por lo tanto si alguien debía medirse a él era el mink. De ese modo protegería a sus compañeros al asumir la posición de mayor peligro.
- Resumen:
- Lanzarme a por el líder enemigo.
Abigail Mjöllnir
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La situación cambió de repente. Esperaba ver piratas, pero en su lugar vio a un grupo de gente uniformada de blanco. Era gente que conocía el terreno y a juzgar por lo que veía portaban armas de filo camufladas. Cascos blancos iguales, no se podía distinguir ninguna clase de rasgo distintivo. Eso demostraba un grado de organización y profesionalidad que no esperaría de una mezcla de piratas al uso.
—¿Un comando especial? No me han dicho nada ni en palacio ni en las trincheras —susurró. No los conocía, no tenía información sobre ellos y más importante, no parecían piratas a simple vista. Ninguno se dirigía hacia ella, tampoco percibía nada extraño... le resultaba preocupante el hecho de que ninguno de ellos fuera hostil, parecían depredadores de la nieve. Por otra parte, aunque una especie de comando de operaciones especiales tenía sentido, no lo tenía que no les hubieran dicho absolutamente nada.
Chasqueó la lengua, no podía dejarlos estar pero tampoco quería abatir a fuerzas aliadas sin motivo. Fue entonces cuando apareció en su radar una presencia bastante más fuerte. Al girarse pudo ver que era igual que el resto, ese debía ser el líder de ese comando. Qué hacer, qué hacer... adoptaría una actitud ligeramente más militar. Pasó a sujetar las dos granadas con una sola mano y echó mano de su rifle. Avanzó hacia la presencia que era más fuerte que el resto y, en cuanto lo tuvo a la vista, realizó un único disparo al aire, hacia arriba, para llamar su atención.
—¡Alto en nombre del Reino de Sakura! ¡Ese ha sido el único disparo de advertencia, nada de movimientos extraños o el siguiente irá entre ceja y ceja! —exclamó mientras guardaba de nuevo el rifle, volviendo a sujetar cada granada con una mano. Ahora, según las acciones de aquel soldado ya vería si atacaba o no. Abriría fuego ante la más mínima provocación, no estaba como para permitirse arriesgarse a dejar pasar a nadie que fuera mínimamente sospechoso.
Por ahora mantendría activo su radar del mantra, tenía que mantener también bajo control las presencias del resto del comando, así como las posibles nuevas presencias que pudiera detectar.
—¿Un comando especial? No me han dicho nada ni en palacio ni en las trincheras —susurró. No los conocía, no tenía información sobre ellos y más importante, no parecían piratas a simple vista. Ninguno se dirigía hacia ella, tampoco percibía nada extraño... le resultaba preocupante el hecho de que ninguno de ellos fuera hostil, parecían depredadores de la nieve. Por otra parte, aunque una especie de comando de operaciones especiales tenía sentido, no lo tenía que no les hubieran dicho absolutamente nada.
Chasqueó la lengua, no podía dejarlos estar pero tampoco quería abatir a fuerzas aliadas sin motivo. Fue entonces cuando apareció en su radar una presencia bastante más fuerte. Al girarse pudo ver que era igual que el resto, ese debía ser el líder de ese comando. Qué hacer, qué hacer... adoptaría una actitud ligeramente más militar. Pasó a sujetar las dos granadas con una sola mano y echó mano de su rifle. Avanzó hacia la presencia que era más fuerte que el resto y, en cuanto lo tuvo a la vista, realizó un único disparo al aire, hacia arriba, para llamar su atención.
—¡Alto en nombre del Reino de Sakura! ¡Ese ha sido el único disparo de advertencia, nada de movimientos extraños o el siguiente irá entre ceja y ceja! —exclamó mientras guardaba de nuevo el rifle, volviendo a sujetar cada granada con una mano. Ahora, según las acciones de aquel soldado ya vería si atacaba o no. Abriría fuego ante la más mínima provocación, no estaba como para permitirse arriesgarse a dejar pasar a nadie que fuera mínimamente sospechoso.
Por ahora mantendría activo su radar del mantra, tenía que mantener también bajo control las presencias del resto del comando, así como las posibles nuevas presencias que pudiera detectar.
- resumen:
» Al ver a los individuos uniformados se lo piensa un poco.
» Va a la presencia más fuerte y realiza un disparo de advertencia. Se presenta a sí misma como parte de las defensas y aliada de Sakura y amenaza con abrir fuego si hace movimientos extraños. Luego vuelve a sujetar las granadas como una persona normal.
» Mantiene la detección de presencias para controlar la ubicación aproximada de las presencias de los otros.
Ryuichi Ichiban
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Le dispararon. Se tapó la cara con los brazos y, por desgracia, recibió heridas de bala en los mismos, así como uno en la parte superior de la pierna mientras corría. Sin embargo, el dolor que sentía en ese momento no hacía sino aumentar su sed de combate. Sentir la cálida sangre caer por su piel era un incentivo más para seguir peleando. Paró en seco, al verse rodeado de piratas. Respiraba rápidamente y con profundidad, mirándolos a todos. De su boca solo salían gruñidos mientras su mirada iba de un lado de otro.
Saltó hacia delante, rugiendo y continuando su carrera. Allí estaban sus primeras presas. Dirigió con fuerza un primer puñetazo al rostro de uno, para después dirigir un rodillazo a otro. Corrió entonces hacia un tercero y dirigió su mano abierta hacia su cabeza, con la intención de agarrarla, levantar al enemigo y lanzarlo contra un cuarto con toda su fuerza. Una vez hubiese terminado su primer ráfaga de ataques, rugiría al aire mientras se golpeaba el pecho cual gorila enrabietado.
Quería más y más combate y esperaba que alguien allí pudiese darle algo digno de recordar. Ni siquiera sabía donde estaba Roland, ni si había ganado la carrera. No sabía sobre Abby, sobre Kohaku, Raion, Hazel... era como si se hubiese olvidado de ellos. Como si la zona más primitiva de su mente hubiese dominado su consciencia, convirtiéndolo en una bestia de caza.
Saltó hacia delante, rugiendo y continuando su carrera. Allí estaban sus primeras presas. Dirigió con fuerza un primer puñetazo al rostro de uno, para después dirigir un rodillazo a otro. Corrió entonces hacia un tercero y dirigió su mano abierta hacia su cabeza, con la intención de agarrarla, levantar al enemigo y lanzarlo contra un cuarto con toda su fuerza. Una vez hubiese terminado su primer ráfaga de ataques, rugiría al aire mientras se golpeaba el pecho cual gorila enrabietado.
Quería más y más combate y esperaba que alguien allí pudiese darle algo digno de recordar. Ni siquiera sabía donde estaba Roland, ni si había ganado la carrera. No sabía sobre Abby, sobre Kohaku, Raion, Hazel... era como si se hubiese olvidado de ellos. Como si la zona más primitiva de su mente hubiese dominado su consciencia, convirtiéndolo en una bestia de caza.
- Resumen:
- Quedó cortito, pero bueno. Voy a saco y ataco a la gente
Kohaku Sato
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Kohaku se quedó mirando a la nada en el momento en el que subió al barquito, contemplando la batalla que se estaba comenzando a dar en la orilla. Disparos de todo tipo, explosiones, gritos de dolor y bramidos de orgullo, como si estuvieran arengando a sus compañeros. La mente del cazador evocó tiempos que quería olvidar y que, poco a poco, estaba dejando en un rincón oculto de su psique. Y cuando quiso darse cuenta, había pasado un tiempo. Hazel le miraba, ¿le habría hablado? ¿Se volvería a enfadar con él? Lo más seguro era que esas respuestas fueran afirmativas, pero no era momento de pedir disculpas.
Un barco emergió de las profundidades frente a las narices de todos, removiendo las aguas y desestabilizando un poco el navío en el que se encontraban. Se zarandeó de un lado al otro durante un instante, y en la cubierta del barco pareció aparecer unos hombres, en cuyo centro había un sujeto de risa estridente y bastante molesta.
—Mientras hagas callar a ese tío —Kohaku se puso de pie y sonrió a Raion—. Haz lo que te dé la gana.
Hazel fue elevada por Raion y llevada a la cubierta del barco, mientras tanto Kohaku hizo acopio de sus fuerzas para dar un salto agarrarse a un cabo del barco, mediante el cual se elevó hasta poder llegar a su cubierta. El leoncito ya se encontraba dándose de palos con algunos maleantes, mientras que Hazel también parecía estar en la misma situación. Como era de esperar, Kohaku desenfundó su espada y trazó una onda cortante en dirección al palo mayor, con la firme intención de cortarlo e inhabilitar el barco. Aquello era una batalla y solo un bando podía escapar.
—¡Árbol va! —gritó el cazador para que sus compañeros esquivasen si el mástil lograba caer.
Un barco emergió de las profundidades frente a las narices de todos, removiendo las aguas y desestabilizando un poco el navío en el que se encontraban. Se zarandeó de un lado al otro durante un instante, y en la cubierta del barco pareció aparecer unos hombres, en cuyo centro había un sujeto de risa estridente y bastante molesta.
—Mientras hagas callar a ese tío —Kohaku se puso de pie y sonrió a Raion—. Haz lo que te dé la gana.
Hazel fue elevada por Raion y llevada a la cubierta del barco, mientras tanto Kohaku hizo acopio de sus fuerzas para dar un salto agarrarse a un cabo del barco, mediante el cual se elevó hasta poder llegar a su cubierta. El leoncito ya se encontraba dándose de palos con algunos maleantes, mientras que Hazel también parecía estar en la misma situación. Como era de esperar, Kohaku desenfundó su espada y trazó una onda cortante en dirección al palo mayor, con la firme intención de cortarlo e inhabilitar el barco. Aquello era una batalla y solo un bando podía escapar.
—¡Árbol va! —gritó el cazador para que sus compañeros esquivasen si el mástil lograba caer.
- Resumen:
- Subir al barco como puede y tratar de inhabilitar el mástil.
La albina no pudo sino rodar los ojos cuando el monigote de turno empezó a hablar, creyéndose la persona más inteligente del mundo. ¿Les habían escuchado hablar siquiera? Raion estaba flotando sobre el aire, pero se había mantenido en su forma etérea hasta el momento, así que realmente solo sabían que alguien o movía el viento o controlaba la gravedad… De verdad… Y eso que la chica se había puesto en alerta en cuanto se dieron cuenta del truco. De parte de ella solo podrían haber sacado si acaso su fuerza al lanzar en dispositivo, o que usaba explosivos… Todo bastante disonante con sus capacidades reales o formas de pelear. Y esa risa molesta… Soltó otro bufido, aunque no tuvo tiempo a hacer por quejarse mucho más. ¿Y Kohaku? ¿Dónde narices se había metido el muy idiota? Ya se había percatado de su ausencia hacía un rato. Lo que entendía era la causa de que no les hubiera acompañado.
«Si es que al final solo dan problemas. Da gracias de que Abigail se salva pollito, porque ibas a tener que escucharme cantarte las cuarenta sino», dijo para sus adentros y, siendo sinceros, a Ayden le iba a caer la bronca igual, pero ya pensaría en su lista de quejas cuando estuviera tranquilita tomando un chocolate caliente entre esponjosas mantas en el palacio real de Sakura. Por el momento, tenía a un grupo armado con cañones frente a ella, o más bien debajo, a los que el león parecía querer atacar, llegando a la cubierta como aparecido de la nada tras lanzar varias ráfagas. Vale, al menos podía pelear… ¿Pero por qué coño la había dejado flotando en el aire?
—Oye, gatito. ¿Te importa bajarme? —Le gritó desde arriba. ¿Se molestaría por lo de gatito? Lo hiciera o no, las brisas se movieron a su voluntad y arrastraron a la chica, en principio para dejarla descender sobre la cubierta, pero a medio camino la chica se agarró de una de las cuerdas de las velas para quedar colgando. Era un riesgo quedarse en un sitio así a tiro de los cañones, pero esperaba que el ataque del felino hubiera sido suficiente distracción para que la dejasen pasar. Si la antena se encontraba en ese palo y no en otro debería verlo. Esa no era otra imitación en teoría, así que, de ver el dispositivo, intentaría ir a atacar este, con suerte podría romperlo con la misma facilidad que el palo de la maqueta, usando su segunda granada. Si no… Bueno. En caso de no ver nada o no cumplir su objetivo le tocaría descender a pelear para hacerse un camino y tratar de llegar a la sala de control del barco. ¿Sabía pilotar? Claro que no, pero seguro que un espadazo, cortar los cables o tirar una silla encima a un posible panel de control servía igual.
«Si es que al final solo dan problemas. Da gracias de que Abigail se salva pollito, porque ibas a tener que escucharme cantarte las cuarenta sino», dijo para sus adentros y, siendo sinceros, a Ayden le iba a caer la bronca igual, pero ya pensaría en su lista de quejas cuando estuviera tranquilita tomando un chocolate caliente entre esponjosas mantas en el palacio real de Sakura. Por el momento, tenía a un grupo armado con cañones frente a ella, o más bien debajo, a los que el león parecía querer atacar, llegando a la cubierta como aparecido de la nada tras lanzar varias ráfagas. Vale, al menos podía pelear… ¿Pero por qué coño la había dejado flotando en el aire?
—Oye, gatito. ¿Te importa bajarme? —Le gritó desde arriba. ¿Se molestaría por lo de gatito? Lo hiciera o no, las brisas se movieron a su voluntad y arrastraron a la chica, en principio para dejarla descender sobre la cubierta, pero a medio camino la chica se agarró de una de las cuerdas de las velas para quedar colgando. Era un riesgo quedarse en un sitio así a tiro de los cañones, pero esperaba que el ataque del felino hubiera sido suficiente distracción para que la dejasen pasar. Si la antena se encontraba en ese palo y no en otro debería verlo. Esa no era otra imitación en teoría, así que, de ver el dispositivo, intentaría ir a atacar este, con suerte podría romperlo con la misma facilidad que el palo de la maqueta, usando su segunda granada. Si no… Bueno. En caso de no ver nada o no cumplir su objetivo le tocaría descender a pelear para hacerse un camino y tratar de llegar a la sala de control del barco. ¿Sabía pilotar? Claro que no, pero seguro que un espadazo, cortar los cables o tirar una silla encima a un posible panel de control servía igual.
- resumen:
- • Quejarse del señor que ha salido riéndose y creyéndose guay.
• Recordarle a Raion que la baje. Cuando lo hace intentar quedarse en una posición alta para volver a intentar lo de la granada con la otra que llevaba.
• Si no lo consigue o no ve ninguna antena, descender para abrirse paso al interior del barco a la fuerza o mientras nadie mira, buscando la sala de control.
Bizvan
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Todo marchaba bien por el momento. La cantidad de enemigos que su haki detectó fue de un aproximado de treinta, y por fortuna ninguna parecía alertada.
Sería interesante colocar un cronómetro para saber cuánto tiempo transcurría antes de que todo se fuera al diablo, como solía suceder. Quizás el marine solo estaba siendo negativo, sin embargo todas las misiones que realizó junto a Tobías (las cuales eran similares a esta) siempre terminaban con esos siendo siendo perseguidos u obligados a dejar el sigilo de lado y comenzar a cortar cabezas.
Su mantra le indicó que dos presencias se aproximaban hacia el lugar donde se encontraban. Por la mente del marine pasaron dos escenarios. El primero y más sencillo aparentemente consistía en tomar cualquiera de las puertas o escalera para evitar ser vistos, claro que no había forma de saber que más se podría encontrar en cualquiera de esas puertas, y la escalera parecía ser la mejor opción para intentar sabotear las comunicaciones del navío, aunque claro, había probabilidades de ser visto.
La otra opción era tender una emboscada y matar de manera sigilosa a las presencias que se aproximaban. De cierta manera este podría ser la mejor opción, pues se contaba con el factor sorpresa y aunque fuera poco, se reduciría el número de enemigos. Claro que había una gran chance de ser descubiertos y terminar en una batalla donde los números no se encontraban del lado del pequeño grupo.
Bizvan rogó por no cometer una equivocación, y antes de dirigirse a la puerta que debería dar a la cubierta inferior, les comentó en voz baja a los soldados que se encontraban cerca suyo la cantidad de enemigos que detectó, su posibles ubicaciones y la presencia enemiga que se dirigía hacia su posición.
Sería interesante colocar un cronómetro para saber cuánto tiempo transcurría antes de que todo se fuera al diablo, como solía suceder. Quizás el marine solo estaba siendo negativo, sin embargo todas las misiones que realizó junto a Tobías (las cuales eran similares a esta) siempre terminaban con esos siendo siendo perseguidos u obligados a dejar el sigilo de lado y comenzar a cortar cabezas.
Su mantra le indicó que dos presencias se aproximaban hacia el lugar donde se encontraban. Por la mente del marine pasaron dos escenarios. El primero y más sencillo aparentemente consistía en tomar cualquiera de las puertas o escalera para evitar ser vistos, claro que no había forma de saber que más se podría encontrar en cualquiera de esas puertas, y la escalera parecía ser la mejor opción para intentar sabotear las comunicaciones del navío, aunque claro, había probabilidades de ser visto.
La otra opción era tender una emboscada y matar de manera sigilosa a las presencias que se aproximaban. De cierta manera este podría ser la mejor opción, pues se contaba con el factor sorpresa y aunque fuera poco, se reduciría el número de enemigos. Claro que había una gran chance de ser descubiertos y terminar en una batalla donde los números no se encontraban del lado del pequeño grupo.
Bizvan rogó por no cometer una equivocación, y antes de dirigirse a la puerta que debería dar a la cubierta inferior, les comentó en voz baja a los soldados que se encontraban cerca suyo la cantidad de enemigos que detectó, su posibles ubicaciones y la presencia enemiga que se dirigía hacia su posición.
- Resumen:
- -Comunicar a los soldados la cantidad de enemigos y posibles ubicaciones.
-Elegir tomar la puerta en dirección a la cubierta inferior.
-Alertar a los soldados de las dos presencias que se aproximan.
Primer turno utilizando mantra.
Primer turno utilizando “calma”.
Zira
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El grupo de siete partió hacia aquel conflicto, Zira estaba más que emocionada, al fin iba a llover la sangre, lo que debería pasar en todo campo de batalla, los disparos resonaban por toda la playa, era música para los oídos de la muchacha, aunque preferiría escuchar espadas chocar, pero uno no puede tener todo lo que quiere. –Ya estamos llegando, dennos fuego de cobertura a Drukoff y a mí cuando les diga –Les avisó a los soldados que estaban detrás de ella. –No quiero ni una falla-
El sonido de un disparo rompió la concentración de Zira, más viniendo de tan cerca, provocó que la chica doblara la espalda de puro reflejo, ¿Qué había pasado? Al darse la vuelta, pudo ver como uno de los hombres caía, mientras otro sostenía una pistola humeante en su mano, la muchacha frunció el ceño ante eso, estaba por cortarle el cuello, pero entonces el hombre hizo algo extraño, tiró el arma al suelo y juró no haber sido él. Ante eso uno de los otros hombres le apuntó con un rifle y esperó a recibir la orden de ejecutarlo. –Ah… que mierda de situación. –Balbuceó quejosa mientras miraba a los demás hombres, éstos parecían no haber visto nada, al menos no decían ni una palabra al respecto. –¿Qué opinas Drukoff? –Le preguntó al semi-gigante, a lo mejor podría ayudarla un poco.
Este se llevó una mano al mentón mientras se fijaba que no venga ningún disparo hacia ellos. –Es raro que haya tirado el arma, si es un traidor no creo que hubiera dejado de disparrar, aunque… también puede ser una distracción. –Comentó para la chica.
Zira largó un suspiro ante eso. –Que puto fastidio. –Dejando una de las espadas en el suelo, se llevó la mano a la espalda tomando su espada de bambú y aprovechó el ángulo para lanzarle un golpe en la nuca con la misma al supuesto traidor. Su objetivo era noquearlo. –Salgamos de la costa, ese disparo pudo revelar nuestra posición, busquemos cobertura. –Si lograba noquear al hombre le indicaría a otros dos que lo llevaran para donde fueran. Ella se inclinaría para tomar su katana a la par que guardaba su espada de bambú y se hacía con la pistola que previamente fue arrojada a la arena. Buscarían algún escondite no muy alejado de aquel conflicto, dejando el cadáver del otro compañero en la arena, a pesar se querer pelear, debía pensar en la seguridad de sus compañeros, no porque de verdad le importen, sino porque no quería ser regañada por nadie. Aún así mantendría un ojo sobre el hombre del rifle, algo no le olía bien en toda esta situación. Ya ocultos podían analizar mejor la situación.
BANG
El sonido de un disparo rompió la concentración de Zira, más viniendo de tan cerca, provocó que la chica doblara la espalda de puro reflejo, ¿Qué había pasado? Al darse la vuelta, pudo ver como uno de los hombres caía, mientras otro sostenía una pistola humeante en su mano, la muchacha frunció el ceño ante eso, estaba por cortarle el cuello, pero entonces el hombre hizo algo extraño, tiró el arma al suelo y juró no haber sido él. Ante eso uno de los otros hombres le apuntó con un rifle y esperó a recibir la orden de ejecutarlo. –Ah… que mierda de situación. –Balbuceó quejosa mientras miraba a los demás hombres, éstos parecían no haber visto nada, al menos no decían ni una palabra al respecto. –¿Qué opinas Drukoff? –Le preguntó al semi-gigante, a lo mejor podría ayudarla un poco.
Este se llevó una mano al mentón mientras se fijaba que no venga ningún disparo hacia ellos. –Es raro que haya tirado el arma, si es un traidor no creo que hubiera dejado de disparrar, aunque… también puede ser una distracción. –Comentó para la chica.
Zira largó un suspiro ante eso. –Que puto fastidio. –Dejando una de las espadas en el suelo, se llevó la mano a la espalda tomando su espada de bambú y aprovechó el ángulo para lanzarle un golpe en la nuca con la misma al supuesto traidor. Su objetivo era noquearlo. –Salgamos de la costa, ese disparo pudo revelar nuestra posición, busquemos cobertura. –Si lograba noquear al hombre le indicaría a otros dos que lo llevaran para donde fueran. Ella se inclinaría para tomar su katana a la par que guardaba su espada de bambú y se hacía con la pistola que previamente fue arrojada a la arena. Buscarían algún escondite no muy alejado de aquel conflicto, dejando el cadáver del otro compañero en la arena, a pesar se querer pelear, debía pensar en la seguridad de sus compañeros, no porque de verdad le importen, sino porque no quería ser regañada por nadie. Aún así mantendría un ojo sobre el hombre del rifle, algo no le olía bien en toda esta situación. Ya ocultos podían analizar mejor la situación.
- Resumen:
- -Da una orden a los piratas que no se llega a cumplir.
-Ante la confusión decide no matar al supuesto traidor y solo intenta noquearlo.
-Ordena que busquen un escondite.
-Se hace con el arma que el supuesto traidor tiró a la arena.
-Ordena que lleven al traidor inconsciente (si lo está, eso queda a manos del capi moderador) con ellos.
-Buscan un lugar para ocultarse no muy lejos del conflicto.
-Zira no aparta la vista del hombre del rifle, hay algo que la hace sospechar de él un poco.
Jace eigner
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Estarían ya todos ocultos conteniendo la respiración para que no fueran vistos y la misión no se comprometiera, era evidente que los tipos eran precavidos, después de todo, sus pasos cuidadosos buscando algún rastro de un espía o mensajero, era como si fueran un oso cuidando su territorio, estábamos sudando frio y nuestras alertas se dispararían cuando uno levantara la mano, se habían detenido... Estábamos cagados, lanzar una piedra no serviría de nada para llamar su atención y poder irnos, si es que queríamos distraerlos para poder irnos ganando tiempo, necesitaríamos una distracción decente para poder salvar...
O que alguien se sacrificase ganando tiempo...
Ahí sonreiría ¿Por qué no las dos? Nos tenían en sus garras y debíamos irnos ya... Por lo que haría un movimiento el cual generaría una copia mía, que correría a gran velocidad una vez miraran para mi posición, no quería gritar después de todo no conocían mi voz y podían sospechar éramos dos.
La sombra correría saltando un tronco que llevaba a una bajada, por lo que lo más probable intentarían dispararle una ráfaga de tiros para acabarle, en ese momento que revisaran cuidadosamente si había muerto, solo si es que llegaban a poder verme haría una señal para que saliesen y los matasen a todos mientras yo le cortaba el cuello al que estuviese más cerca...
Si es que no me veían escaparíamos silenciosamente, era mejor no llamar la atención para la misión... Pero, igualmente lo mejor podía ser eliminarlos en el momento arriesgándonos a perder a alguien en este punto, no quería pensarlo, pero ya en esta situación con que escapase uno, podíamos morir todos...
Eran cinco... Si solo uno me veía y yo lo mataba estaríamos en ventaja... Pero, nunca se sabe... Ahora solo tocaba esperar sus reacciones, y rezar por no recibir un disparo.
O que alguien se sacrificase ganando tiempo...
Ahí sonreiría ¿Por qué no las dos? Nos tenían en sus garras y debíamos irnos ya... Por lo que haría un movimiento el cual generaría una copia mía, que correría a gran velocidad una vez miraran para mi posición, no quería gritar después de todo no conocían mi voz y podían sospechar éramos dos.
La sombra correría saltando un tronco que llevaba a una bajada, por lo que lo más probable intentarían dispararle una ráfaga de tiros para acabarle, en ese momento que revisaran cuidadosamente si había muerto, solo si es que llegaban a poder verme haría una señal para que saliesen y los matasen a todos mientras yo le cortaba el cuello al que estuviese más cerca...
Si es que no me veían escaparíamos silenciosamente, era mejor no llamar la atención para la misión... Pero, igualmente lo mejor podía ser eliminarlos en el momento arriesgándonos a perder a alguien en este punto, no quería pensarlo, pero ya en esta situación con que escapase uno, podíamos morir todos...
Eran cinco... Si solo uno me veía y yo lo mataba estaríamos en ventaja... Pero, nunca se sabe... Ahora solo tocaba esperar sus reacciones, y rezar por no recibir un disparo.
- acciones:
Uso:- técnica:
- Nombre de la técnica: Empty walk
Categoría: Especial
Naturaleza: Espiritual
Descripción: Jace ha logrado que su figura al hacer un movimiento rápido siga caminando como si su figura siguiese de largo y el pudiese caminar hacia otro lado (Aunque Jace no sea invisible), pudiendo correr 6 segundos antes que desaparezca
Claude von Appetit
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Parece que la extraña corrida de este hombre sale bien. Mejor, o de otro modo tendría que pegarle una paliza. Se deshace en una suerte de gel pegajoso que se deshace entre mis dedos. Bastante desagradable. Pero más desagradable sería ir con la corrida encima todo el viaje. En cualquier caso, me afano en limpiar el cuchillo, quitar las gotas que pueda haber por mi escote y limpiarme un poco en general. Joder, soy el mejor limpiando, pero no quiero seguir tocando más esto. Por suerte me la doy quitado de encima, así que ya estoy en un precioso vestido violeta listo para ir al castillo y...
- ¡Menos mal que siempre llevo encima mi bandera para emergencias! -grito, al darme cuenta de que en mi morral está la bandera que escondía de Elina en el forro de mi abrigo-. ¡Illje! ¡El castillo está ahí, vamos a poner nuestra bandera!
Me callo aunque me cuesta, porque estoy emocionado, ante la insinuación de Illje. Sí, probablemente este sitio tenga una princesa. ¿Pero por qué un príncipe no tendría vestidos? La verdad es que me parece un poco feo, ¿es que yo no tengo derecho a usar vestidos? ¿Solo los puede tener una princesa? Y encima esperará que los vestidos del príncipe sean más feos. Pues no señor.
Toso notablemente.
- Un príncipe también puede llevar vestidos. -Hago una notable pirueta para que el vuelo de la falda se levante ligeramente-. A mí me quedan mejor que a cualquier princesa.
Le saco la lengua, pero me la guardo de golpe en cuanto llegamos frente a los guardias. También el cuchillo, que todavía estaba en mi mano para terminar de secarse. de hecho lo guardo con disciplina militar antes de cuadrarme frente a ellos para, con mi gracia natural, responder a la gilipollez que acaban de soltarnos.
- A no ser que infectado sea una forma de decir "como un tren" en vuestra jerga invernal, no. Estamos perfectamente. -Hago otra pirueta para mostrar mi punto. Yo soy Claude, y ella es Illje, y somos...
Ya me roba el protagonismo. Claro, como es médico y hay gente enferma tiene que ayudar. Espera, ¿por qué me molesta? Si eso es bueno. Lo mejor que puedo hacer es ayudarla, o demostrar mis habilidades sociales para lograr entrar como es debido.
- Sí, y yo sé cocinar de maravilla. Puedo preparar comida para todo el que lo necesite. Cambiar la bandera puede esperar.
Ups.
- ¡Menos mal que siempre llevo encima mi bandera para emergencias! -grito, al darme cuenta de que en mi morral está la bandera que escondía de Elina en el forro de mi abrigo-. ¡Illje! ¡El castillo está ahí, vamos a poner nuestra bandera!
Me callo aunque me cuesta, porque estoy emocionado, ante la insinuación de Illje. Sí, probablemente este sitio tenga una princesa. ¿Pero por qué un príncipe no tendría vestidos? La verdad es que me parece un poco feo, ¿es que yo no tengo derecho a usar vestidos? ¿Solo los puede tener una princesa? Y encima esperará que los vestidos del príncipe sean más feos. Pues no señor.
Toso notablemente.
- Un príncipe también puede llevar vestidos. -Hago una notable pirueta para que el vuelo de la falda se levante ligeramente-. A mí me quedan mejor que a cualquier princesa.
Le saco la lengua, pero me la guardo de golpe en cuanto llegamos frente a los guardias. También el cuchillo, que todavía estaba en mi mano para terminar de secarse. de hecho lo guardo con disciplina militar antes de cuadrarme frente a ellos para, con mi gracia natural, responder a la gilipollez que acaban de soltarnos.
- A no ser que infectado sea una forma de decir "como un tren" en vuestra jerga invernal, no. Estamos perfectamente. -Hago otra pirueta para mostrar mi punto. Yo soy Claude, y ella es Illje, y somos...
Ya me roba el protagonismo. Claro, como es médico y hay gente enferma tiene que ayudar. Espera, ¿por qué me molesta? Si eso es bueno. Lo mejor que puedo hacer es ayudarla, o demostrar mis habilidades sociales para lograr entrar como es debido.
- Sí, y yo sé cocinar de maravilla. Puedo preparar comida para todo el que lo necesite. Cambiar la bandera puede esperar.
Ups.
- resumen:
- Ups.
Omega
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Nula seguridad, ¿qué podía haber esperado de unos piratas? Tal vez hasta hubiese sido capaz de colarse por mar. Por algún motivo, con un plan tan preparado, había esperado que en lugar de bucaneros corrientes fuesen criminales bien organizados, con preparación paramilitar o algo así. Demasiada fe había tenido en aquella panda de desarrapados piojosos. Incluso había esperado que el capitán le recibiese en un barco, no que tuviese su "despacho" en la playa. En fin, tendría que adaptarse como pudiera.
- Capitán... ¿Frenand, no? Me envían con noticias.
Moduló su forma de entonar y su actitud a un tono irreverente y arrastrando las palabras, más a lo que se esperaría de un mercenario y un criminal. Sacó un pitillo de entre la ropa y se lo llevó a la boca, encendiéndolo con su zippo. A continuación le ofreció otro al capitán.
- Argos. Me envían con noticias malas para ti y tu gente. Un grupo del ejército de la isla está situado en los bosques, a hora y media de aquí - señaló la dirección - Los muy cabrones esperaban atacar a la noche, pero si se les atacase ahora se les pillaría con los pantalones bajados.
Menuda mentira más gorda. Debería colar, o eso esperaba. Tenía pensada una treta para intentar que se fiase de él si desconfiaba, pero prefería no seguir excavando su foso de mentiras.
- Además me han mandado darte algo, pero me dieron órdenes de que nadie más lo viera. Dijeron que tú "sabrías lo que era" - se encogió de hombros - Con ese acertijo, a saber.
- Capitán... ¿Frenand, no? Me envían con noticias.
Moduló su forma de entonar y su actitud a un tono irreverente y arrastrando las palabras, más a lo que se esperaría de un mercenario y un criminal. Sacó un pitillo de entre la ropa y se lo llevó a la boca, encendiéndolo con su zippo. A continuación le ofreció otro al capitán.
- Argos. Me envían con noticias malas para ti y tu gente. Un grupo del ejército de la isla está situado en los bosques, a hora y media de aquí - señaló la dirección - Los muy cabrones esperaban atacar a la noche, pero si se les atacase ahora se les pillaría con los pantalones bajados.
Menuda mentira más gorda. Debería colar, o eso esperaba. Tenía pensada una treta para intentar que se fiase de él si desconfiaba, pero prefería no seguir excavando su foso de mentiras.
- Además me han mandado darte algo, pero me dieron órdenes de que nadie más lo viera. Dijeron que tú "sabrías lo que era" - se encogió de hombros - Con ese acertijo, a saber.
- resumen:
- Hablo con Frenand y soy incluso más greedy
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