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Anna Bloodfallen
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Dragni me ha dado los valiosos segundos que necesitaba. Siento cómo la fuerza de Auriel, cómo toda su voluntad, es drenada por la Aguja de D mientras las vendas flotan alrededor de nosotros. Un último rugido, un último suspiro. El brillo plateado que me envuelve comienza a desaparecer para concentrarse en el arma. Y a medida que esta brilla cada vez más, como si todo esto fuera un espectáculo de luces, empiezo a perder el conocimiento. Estoy agotadísima. He peleado con una fuerza prestada, con una voluntad que no es mía, y estoy sintiendo los efectos de tal muestra de arrogancia.
Mientras el Lucero del Alba lucha contra los ángeles, mientras Luciel sigue enfrentándose a Raciel en una batalla que parece no tener fin, Dragni y yo nos ocupamos de Enoc. El cristal empieza a vibrar y esto resuena en toda la montaña, sacude el suelo. Pero no debería explotar, ¿verdad? Enoc ha hablado de lo mucho que nos necesita para destruir Praha. Sin embargo, no puedo quitarme del cuerpo esta horrible sensación de preocupación.
¡Quizás este paraíso sea una mentira, pero aun así es mejor vivir en una mentira que en una realidad asquerosa como la de Yhardum!, pienso tras perder cualquier vestigio de la fuerza de Auriel. Todo este esfuerzo ha valido de algo. Las vendas de la Aguja de D empiezan a envolver a Enoc a la vez que se separan del arma. El viejo tan sorprendido como yo no sabe lo que está ocurriendo. Lucha contra ellas, pero por muchos rayos de luz que lance no puede destruirlas.
—¡¿Qué estás haciendo, Hija de la Luna?! ¡¿Qué es lo que pretendes?!
Ya veo… Por alguna razón entiendo lo que está pasando. No es necesario derrotar ni asesinar a un dios inmortal cuando puedes sellarlo. Puede que Raciel no lo haya dicho de manera literal, pero siempre lo tuvo en mente. Todo este instante sucede en cámara lenta para mí. Las vendas envolviendo cada extremidad de Enoc, cada parte de su cuerpo… Por más que lucha no puede hacer nada para evitarlo.
—Estás dispuesto a sacrificar todo Praha para que puedas ser libre, incluso a tus hijos. Ahora pasarás el resto de los días encerrado en esta prisión que D hizo para ti.
Es la primera vez que noto furia y miedo en el semblante de Enoc. Intenta hablar, pero las palabras no salen de su boca. Y cuando por fin ha reunido el valor para hacerlo, las vendas cubren su rostro. Tras un momento, Enoc se ha vuelto un verdadero capullo como estos que las arañas hacen. Y yo… A mí no me quedan fuerzas siquiera para seguir consciente.
Mientras el Lucero del Alba lucha contra los ángeles, mientras Luciel sigue enfrentándose a Raciel en una batalla que parece no tener fin, Dragni y yo nos ocupamos de Enoc. El cristal empieza a vibrar y esto resuena en toda la montaña, sacude el suelo. Pero no debería explotar, ¿verdad? Enoc ha hablado de lo mucho que nos necesita para destruir Praha. Sin embargo, no puedo quitarme del cuerpo esta horrible sensación de preocupación.
¡Quizás este paraíso sea una mentira, pero aun así es mejor vivir en una mentira que en una realidad asquerosa como la de Yhardum!, pienso tras perder cualquier vestigio de la fuerza de Auriel. Todo este esfuerzo ha valido de algo. Las vendas de la Aguja de D empiezan a envolver a Enoc a la vez que se separan del arma. El viejo tan sorprendido como yo no sabe lo que está ocurriendo. Lucha contra ellas, pero por muchos rayos de luz que lance no puede destruirlas.
—¡¿Qué estás haciendo, Hija de la Luna?! ¡¿Qué es lo que pretendes?!
Ya veo… Por alguna razón entiendo lo que está pasando. No es necesario derrotar ni asesinar a un dios inmortal cuando puedes sellarlo. Puede que Raciel no lo haya dicho de manera literal, pero siempre lo tuvo en mente. Todo este instante sucede en cámara lenta para mí. Las vendas envolviendo cada extremidad de Enoc, cada parte de su cuerpo… Por más que lucha no puede hacer nada para evitarlo.
—Estás dispuesto a sacrificar todo Praha para que puedas ser libre, incluso a tus hijos. Ahora pasarás el resto de los días encerrado en esta prisión que D hizo para ti.
Es la primera vez que noto furia y miedo en el semblante de Enoc. Intenta hablar, pero las palabras no salen de su boca. Y cuando por fin ha reunido el valor para hacerlo, las vendas cubren su rostro. Tras un momento, Enoc se ha vuelto un verdadero capullo como estos que las arañas hacen. Y yo… A mí no me quedan fuerzas siquiera para seguir consciente.
Nayelis
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Levanté un poco la cabeza, básicamente lo que me daba ya que estaba medio muerta por el cansancio, pero aún guardaba un resquicio para poder ver aquella gloriosa imagen. Parecía que Victoria había logrado conseguir sacarle ventaja a Enoc, y no sólo eso sino que el "dios" estaba siendo envuelto, cual momia, por el arma de D. Parecía que Enoc estaba contra las cuerdas. Me quedé mirando la escena perpleja mientras mientras me daba cuenta de lo que sucedía.
-Oh eso es...no hay que matarlo, tan sólo contenerlo de por vida- susurré en voz baja mientras trataba de levantarme. Con un fuerte y último grito me dirigí a Victoria.
-¡Mandalo al puñetero infierno!.
¿Y esto¿ Simple, estaba ya hasta los mismísimos de Enoc y de toda su progenie. Necesito una cama, mucha comida y un saco lo suficientemente grande como para llevarme todo lo que reduzca del lugar, y más ahora que hemos salvado al país. ¡Maldita sea que me pongan como mínimo una estatua!.
Me llevé la mano al hombro y Tinny no estaba allí..ostras...¿Dónde dejé al conejo?. Desde que empezó todo esto no he vuelto a verlo. Espero que esté bien.
Traté de descender de las rocas poco a poco para intentar llegar por mi pie hasta donde estaba Victoria, la cual ya parecía estár mas en el mundo de Morfeo que en el de los vivos. Logré acercarme a ella tras tardar un buen ratito en llegar, coloqué mi mano sobre su hombro mientras Enoc parecía tener sus propios problemas.
-Vic¿ Estás bien?. No te me desmayes ahora que yo voy detrás.
Allí ahora mismo había más luz que una fiesta del KKK, y entre eso, que la batalla había concluido prácticamente y que estábamos prácticamente para el arrastre, todavía me quedaba un momento para el delirio.
-Vic llama a las águilas- dije sin tener ni puñetera idea de lo que estaba diciendo, hasta que finalmente acabé durmiendo junto a Victoria mientras que Enoc decía hola a su nueva prisión.
En ese momento noté una bolita peluda toqueteando mi mano mientras estaba en el suelo, a punto de cerrar los ojos. ¡Era Tinny! ¿Donde había estado esta maldita bola peluda? ¿Lo habrían traído mis compañeros? ¿Estaría escondido todo este tiempo? Ni idea, porque hemos venido volando y tampoco tuve mucho más tiempo para pensarlo, ya que lo poco que me quedaba de fuerzas lo usé para sacar dos de mis alas de ángel de la espalda para tratar de tapar a Victoria ante el estallido de luz que estaba llevándose a cabo con mi padre, y tras eso, me dormí.
-Oh eso es...no hay que matarlo, tan sólo contenerlo de por vida- susurré en voz baja mientras trataba de levantarme. Con un fuerte y último grito me dirigí a Victoria.
-¡Mandalo al puñetero infierno!.
¿Y esto¿ Simple, estaba ya hasta los mismísimos de Enoc y de toda su progenie. Necesito una cama, mucha comida y un saco lo suficientemente grande como para llevarme todo lo que reduzca del lugar, y más ahora que hemos salvado al país. ¡Maldita sea que me pongan como mínimo una estatua!.
Me llevé la mano al hombro y Tinny no estaba allí..ostras...¿Dónde dejé al conejo?. Desde que empezó todo esto no he vuelto a verlo. Espero que esté bien.
Traté de descender de las rocas poco a poco para intentar llegar por mi pie hasta donde estaba Victoria, la cual ya parecía estár mas en el mundo de Morfeo que en el de los vivos. Logré acercarme a ella tras tardar un buen ratito en llegar, coloqué mi mano sobre su hombro mientras Enoc parecía tener sus propios problemas.
-Vic¿ Estás bien?. No te me desmayes ahora que yo voy detrás.
Allí ahora mismo había más luz que una fiesta del KKK, y entre eso, que la batalla había concluido prácticamente y que estábamos prácticamente para el arrastre, todavía me quedaba un momento para el delirio.
-Vic llama a las águilas- dije sin tener ni puñetera idea de lo que estaba diciendo, hasta que finalmente acabé durmiendo junto a Victoria mientras que Enoc decía hola a su nueva prisión.
En ese momento noté una bolita peluda toqueteando mi mano mientras estaba en el suelo, a punto de cerrar los ojos. ¡Era Tinny! ¿Donde había estado esta maldita bola peluda? ¿Lo habrían traído mis compañeros? ¿Estaría escondido todo este tiempo? Ni idea, porque hemos venido volando y tampoco tuve mucho más tiempo para pensarlo, ya que lo poco que me quedaba de fuerzas lo usé para sacar dos de mis alas de ángel de la espalda para tratar de tapar a Victoria ante el estallido de luz que estaba llevándose a cabo con mi padre, y tras eso, me dormí.
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Han pasado cinco días desde que el Lucero del Alba selló a Enoc y desde entonces todo ha sido un maldito caos. Los enoquianos, todos aquellos partidarios del dios todopoderoso, fueron apresados por atentar contra la integridad del imperio entero. Y quien más conmocionado está es Luciel. No me permiten hablar con él porque temen que vaya a matarme incluso tras las rejas, después de todo, soy la responsable principal de todo esto. ¡Y eso que solo quiero regresar a casa! Lo sucedido dentro de la Cámara de los Recuerdos es un misterio de cara a los prahanes que no necesitan ni merecen saber que el Emperador de los Cielos pensaba exterminarlos.
Mis poderes angelicales han desaparecido para siempre, he vuelto a ser la misma humana débil de toda la vida, pero algo ha cambiado dentro de mí. Si continúo entrenando y fortaleciéndome, puede que llegue a ser tan poderosa como lo fui durante mi enfrentamiento con Enoc. Puñetazos que derriban montañas y patadas que masacran dioses. Esa fuerza temporal me permitió entender lo débil que soy, que jamás podré proteger a quienes quiero si no me vuelvo más poderosa. Hay muchas cosas pendientes y algo me dice que, si me quedo en este lugar, conseguiré lo que busco.
Por otro lado, los miembros del Lucero del Alba son los actuales gobernadores. A los ciudadanos comunes y corrientes les da igual porque ellos no saben nada. Son felices comprando las manzanas de oro del mercado. Sin embargo, es imposible que un evento como este no traiga consecuencias negativas y desastrosas. Solo espero estar lo suficientemente lejos para entonces porque no quiero jugar a ser la heroína, no otra vez. ¡Estuve a punto de morir en varias ocasiones! ¡Incluso cuando subía la maldita Cascada de Luz! Esta ha sido la aventura más loca que he tenido en toda mi corta vida.
—Entonces, ¿volverás al mar azul? —me pregunta Judith mientras cambia las flores de mi cuarto. Paso en cama, recuperándome de mis heridas, y la verdad es que está bien.
—Sí, hice una promesa hace un tiempo y debo cumplirla —respondo mientras la imagen de Jaine aparece en mi cabeza. ¿Cómo estará esa vaca estúpida? Espero que bien, espero que la madre no le esté castigando como siempre.
—Ya veo… Como nuestro padre continúa con vida nuestras bendiciones no han desaparecido, así que, si lo pides, Auriel podría traerte cuando quieras. ¡Pero esta vez asegúrate de firmar el Contrato! Vendrás a verme cuando hayas cumplido tu promesa, ¿verdad?
—Solo si no tengo que firmar nada —contesto, esbozando una sonrisa—. Es bueno que estés más tranquila. Descubrir todo lo que descubriste debió haber sido duro…
—Sí, pero ya estoy bien. Y es un honor estar frente a la Heroína de Plata, sí que lo es.
La gente ha empezado a llamarme así. Bueno, “la gente”. En realidad solo los del Lucero del Alba y Judith me llaman Heroína de Plata. Algo me dice que suena más a una droga que al título de la salvadora de un imperio que está sobre las nubes. Si no lo hubiera vivido, jamás creería algo tan ridículo como esto. Están agradecidos conmigo y Raciel insiste en que me quede, que aún tiene mucho que enseñarme, que nunca había tenido a una aprendiz tan buena con el shinsoo. Y la verdad es que me lo estoy pensando, pero solo será un tiempo.
—Quiero ir a ver a Dragni. ¿Me acompañas?
—¿Tengo otra opción? Raciel me pidió que te vigilara yo misma para que no huyas.
Salimos del apartamento de Judith y puedo respirar la paz que respiré cuando llegué a Praha por primera vez. Todos andando por la calle de manera ordenada, comprando en los mercados y siempre sonriendo como si entregaran un premio por sonreír. Quizá no estoy dimensionando lo que hice en la Cámara de los Recuerdos. Yo conservé esta paz. Bueno, Dragni y yo.
—Hey, ¿cómo estás? —le pregunto a Dragni cuando llego a su habitación. Como es la sexagésima novena princesa tiene que quedarse en el palacio más lujoso de Praha—. Lo hemos logrado. Ha sido duro, pero lo hemos hecho. Nunca pensé que en realidad… Bueno, eso —le digo, señalando sus dos grandes melones. Espero no tener unos así cuando crezca; qué incómodos—. Creo que me quedaré un tiempo más. Raciel dice que está dispuesto a entrenarme y, después de pelear contra Enoc, me di cuenta de lo débil que soy. ¿Tú te vas? Si es así… Toma. —Le entrego un papelito. Tiene mi número—. Por si algún día estás en problemas. No prometo ayudarte, pero intentaré estar ahí.
Y con estas últimas palabras puedo decir que mi aventura en Praha ha terminado.
Mis poderes angelicales han desaparecido para siempre, he vuelto a ser la misma humana débil de toda la vida, pero algo ha cambiado dentro de mí. Si continúo entrenando y fortaleciéndome, puede que llegue a ser tan poderosa como lo fui durante mi enfrentamiento con Enoc. Puñetazos que derriban montañas y patadas que masacran dioses. Esa fuerza temporal me permitió entender lo débil que soy, que jamás podré proteger a quienes quiero si no me vuelvo más poderosa. Hay muchas cosas pendientes y algo me dice que, si me quedo en este lugar, conseguiré lo que busco.
Por otro lado, los miembros del Lucero del Alba son los actuales gobernadores. A los ciudadanos comunes y corrientes les da igual porque ellos no saben nada. Son felices comprando las manzanas de oro del mercado. Sin embargo, es imposible que un evento como este no traiga consecuencias negativas y desastrosas. Solo espero estar lo suficientemente lejos para entonces porque no quiero jugar a ser la heroína, no otra vez. ¡Estuve a punto de morir en varias ocasiones! ¡Incluso cuando subía la maldita Cascada de Luz! Esta ha sido la aventura más loca que he tenido en toda mi corta vida.
—Entonces, ¿volverás al mar azul? —me pregunta Judith mientras cambia las flores de mi cuarto. Paso en cama, recuperándome de mis heridas, y la verdad es que está bien.
—Sí, hice una promesa hace un tiempo y debo cumplirla —respondo mientras la imagen de Jaine aparece en mi cabeza. ¿Cómo estará esa vaca estúpida? Espero que bien, espero que la madre no le esté castigando como siempre.
—Ya veo… Como nuestro padre continúa con vida nuestras bendiciones no han desaparecido, así que, si lo pides, Auriel podría traerte cuando quieras. ¡Pero esta vez asegúrate de firmar el Contrato! Vendrás a verme cuando hayas cumplido tu promesa, ¿verdad?
—Solo si no tengo que firmar nada —contesto, esbozando una sonrisa—. Es bueno que estés más tranquila. Descubrir todo lo que descubriste debió haber sido duro…
—Sí, pero ya estoy bien. Y es un honor estar frente a la Heroína de Plata, sí que lo es.
La gente ha empezado a llamarme así. Bueno, “la gente”. En realidad solo los del Lucero del Alba y Judith me llaman Heroína de Plata. Algo me dice que suena más a una droga que al título de la salvadora de un imperio que está sobre las nubes. Si no lo hubiera vivido, jamás creería algo tan ridículo como esto. Están agradecidos conmigo y Raciel insiste en que me quede, que aún tiene mucho que enseñarme, que nunca había tenido a una aprendiz tan buena con el shinsoo. Y la verdad es que me lo estoy pensando, pero solo será un tiempo.
—Quiero ir a ver a Dragni. ¿Me acompañas?
—¿Tengo otra opción? Raciel me pidió que te vigilara yo misma para que no huyas.
Salimos del apartamento de Judith y puedo respirar la paz que respiré cuando llegué a Praha por primera vez. Todos andando por la calle de manera ordenada, comprando en los mercados y siempre sonriendo como si entregaran un premio por sonreír. Quizá no estoy dimensionando lo que hice en la Cámara de los Recuerdos. Yo conservé esta paz. Bueno, Dragni y yo.
—Hey, ¿cómo estás? —le pregunto a Dragni cuando llego a su habitación. Como es la sexagésima novena princesa tiene que quedarse en el palacio más lujoso de Praha—. Lo hemos logrado. Ha sido duro, pero lo hemos hecho. Nunca pensé que en realidad… Bueno, eso —le digo, señalando sus dos grandes melones. Espero no tener unos así cuando crezca; qué incómodos—. Creo que me quedaré un tiempo más. Raciel dice que está dispuesto a entrenarme y, después de pelear contra Enoc, me di cuenta de lo débil que soy. ¿Tú te vas? Si es así… Toma. —Le entrego un papelito. Tiene mi número—. Por si algún día estás en problemas. No prometo ayudarte, pero intentaré estar ahí.
Y con estas últimas palabras puedo decir que mi aventura en Praha ha terminado.
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Desperté pasados los días en un cuarto sumamente bello. Había flores frescas en los jarrones que había a cada lado de la cama, la cual tenía sábanas de seda. La habitación era blanca y dorada, dándole un toque divino...como el resto de la isla vamos. Tenía el torso vendado y pude comprobar que todo esto no había sido un mal sueño. Tinny estaba a mi lado dormido hecho una bolita.
Extendí mano derecha y pude ver que mi tez era clara, y mi cabello rubio...seguía siendo una mujer. Bueno, más valía acostumbrarse a ello ahora que todo me había sido desvelado. Admito que no ha sido fácil de encajar todo lo acontecido. He tenido un padre loco que se creía un dios, resulta que he sido engañada toda mi vida con mi sexo, he tenido que enfrentarme a un hecho del que nadie sabía nada.....dioses y todavía ni era hora de desayunar.
Me incorporé en la cama y acaricié a Tinny suavemente el lomo, entonces vi como entraban por la puerta de la habitación entraban Victoria y Judith. Nunca me había alegrado de ver a nadie en mi vida, pero en aquel momento no pude evitar esbozar un sonrisa.
-Me duelen hasta huesos que no conocía- dije jocosa mientras me ponía sentada sobre la cama-Si, parece que todo ha acabado bien, aunque bueno, yo a ver como explico esto ahora en Jaya...-miro dichos melones que Victoria indicaba con la mirada.-Llámame Nayelis, creo que será más adecuado que Dragni ¿No crees?- era lo menos que podía hacer por mi amada. Había superado mi pasado ¿Qué mejor forma de honrarla teniendo su nombre?
-Bueno yo no tenía pensado irme aún, no pienso irme con las manos vacías, aunque si te digo la verdad me pone algo burra ser princesa de este lugar. Aquí no me falta de nada pero no sé...prefiero el mar- dije antes de coger el número de Vic- Si claro, lo mismo digo si te vuelvo a ver. La verdad es que ha sido unos días de locos y yo ahora también debo ver que cojones soy. Sé que lo que me comí me permite ser algo así como un ángel alpha o así, no sé. Sólo se que soy más fuerte que los nativos de esta isla. No sé, todavía debo descubrirlo...pero bueno eso ya lo iré viendo, ahora lo que quiero es dormir y comer algo. Sinceramente espero volver a verte, me has caído bien.
Finalmente sonreí mientras la miraba, y entonces tuve que preguntarle una gran duda sobre mi nueva fisionomía.
-Oye Vic....¿Tu crees que crecerán más?
Extendí mano derecha y pude ver que mi tez era clara, y mi cabello rubio...seguía siendo una mujer. Bueno, más valía acostumbrarse a ello ahora que todo me había sido desvelado. Admito que no ha sido fácil de encajar todo lo acontecido. He tenido un padre loco que se creía un dios, resulta que he sido engañada toda mi vida con mi sexo, he tenido que enfrentarme a un hecho del que nadie sabía nada.....dioses y todavía ni era hora de desayunar.
Me incorporé en la cama y acaricié a Tinny suavemente el lomo, entonces vi como entraban por la puerta de la habitación entraban Victoria y Judith. Nunca me había alegrado de ver a nadie en mi vida, pero en aquel momento no pude evitar esbozar un sonrisa.
-Me duelen hasta huesos que no conocía- dije jocosa mientras me ponía sentada sobre la cama-Si, parece que todo ha acabado bien, aunque bueno, yo a ver como explico esto ahora en Jaya...-miro dichos melones que Victoria indicaba con la mirada.-Llámame Nayelis, creo que será más adecuado que Dragni ¿No crees?- era lo menos que podía hacer por mi amada. Había superado mi pasado ¿Qué mejor forma de honrarla teniendo su nombre?
-Bueno yo no tenía pensado irme aún, no pienso irme con las manos vacías, aunque si te digo la verdad me pone algo burra ser princesa de este lugar. Aquí no me falta de nada pero no sé...prefiero el mar- dije antes de coger el número de Vic- Si claro, lo mismo digo si te vuelvo a ver. La verdad es que ha sido unos días de locos y yo ahora también debo ver que cojones soy. Sé que lo que me comí me permite ser algo así como un ángel alpha o así, no sé. Sólo se que soy más fuerte que los nativos de esta isla. No sé, todavía debo descubrirlo...pero bueno eso ya lo iré viendo, ahora lo que quiero es dormir y comer algo. Sinceramente espero volver a verte, me has caído bien.
Finalmente sonreí mientras la miraba, y entonces tuve que preguntarle una gran duda sobre mi nueva fisionomía.
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