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Llevaba aproximadamente seis días, trece horas y cuatrocientos treinta intentos por llegar al muelle. Sí, era cierto que había llegado allí hacía seis días, y que si se hubiese quedado cerca del puerto seguramente hubiese salido todo mejor... pero tenía hambre, sueño, y había estado pensando en muchas cosas. Tantas que, de alguna forma, había acabado en mitad del pueblo sin tener ni idea de cómo demonios salir de allí. Así había pasado los días, despertando solo para buscar la forma de volver al puerto. Y por fin, tras muchas vueltas, había conseguido la forma de hacerlo. Incluso preguntando había tardado en descubrir cómo hacerlo, y seguía preguntándose por qué todas y cada una de las ciudades que visitaba estaban tan mal diseñadas. ¿Cómo demonios podía alguien orientarse si no había ni un solo cartel por el lugar? ¿O con esos carteles con flechas tan imprecisas? No daba crédito, pero suponía que, al igual que ella, quienes estuviesen solo de paso tendrían bastantes problemas para llegar a su destino.
Pero por fin estaba delante de su objetivo. El puerto, lleno de increíbles barcos, todos ellos construidos con cariño y paciencia. El lugar perfecto para empezar con su travesía, para ser capaz de zarpar y convertirse, tal y como había jurado tiempo atrás, en pirata. Cada navío que observaba era maravilloso, incluso aunque ella no tenía ningún tipo de conocimiento sobre barcos. Había leído de ellos en historias, y podía diferenciar los más caros de los más baratos, y también aquellos que estaban más destinados a la mercancía o a las travesías. También se había empezado a dar cuenta de eso conforme viajaba de isla en isla, fijándose en los diseños de cada uno.
Pasando la mano por su bolsillo, observó la pequeña bolsa de monedas que llevaba firmemente sujeta en el interior de aquella túnica. Incluso aunque se dedicase el próximo año a trabajar, fuera donde fuese, estaba segura de que no conseguiría ahorrar lo suficiente como para comprar uno, así que tendría que pasar al siguiente plan. Le sabía mal, puesto que apreciaba el trabajo que aquellos hombres y mujeres, los carpinteros, habían hecho convirtiendo madera y piezas de metal en obras de arte, pero no podía postergar más su travesía. Había esperado dos años para encontrar su motivación, y no quería tardar ni un momento más en embarcarse hacia una vida de piratería. Tenía claro que ir sola no sería demasiado agradable, pero siempre había sido ella y su compañía, y no podía pedir nada mejor. Además, como se le daba tan mal hacer amigos, sería imposible para ella llegar a reclutar a alguien. Tendría que ser estúpido para seguirla como capitana, siendo que no tenía dinero, ni un sueño realista, ni nada que pudiese resultar llamativo.
Y entonces, conforme seguía observando aquellos maravillosos barcos, tomó una decisión.
Se trataba de un barco fuera de lo común, nada como lo que hubiese visto antes. Sus velas eran de un escarlata precioso, creadas en abanico para aprovechar al máximo el viento, una delantera con la que aferrarse a los cambios de ambiente, y una lateral para no depender únicamente de aquellos momentos de viento en contra. La madera estaba tallada en dos colores diferentes, una más oscuro que estuviese pseudo sumergida en el agua, y otra más clara en toda la parte interior y superior. Todo el barco en sí era precioso, tan bonito que casi creyó imposible lo que estaba viendo. Se imaginó a sí misma cabalgando las olas, siguiendo únicamente la marea para no tener que volver a pisar tierra nunca más, guiándose por las rutas marítimas y por la paz y la libertad que solo el mar podía proporcionar. Ese sería su barco, y no habría nadie que pudiese evitarlo.
Pero, desde luego, había un problema.
Su problema era un hombre de unos veintitantos -por lo que parecía, aunque ante el sol resultaba incluso algo más mayor-, con algo de barba y una calabaza llena de algún tipo de líquido. No se había alejado lo suficiente como para que pudiese acercarse del todo, y por ende, no había forma de que pudiese robar el barco sin ser vista. O tal vez... tal vez había una oportunidad. Entrado el mediodía como era, estaba segura de que en algún momento el hombre iría a comer. Ella también se moría de hambre, pero era algo lógico y normal, y bastante más común de lo que le gustaría. Aguantando todo lo posible, aprovechó ese pequeño instante en el que se dirigía junto a una chica joven a comer. Se escabulló por detrás, dando un salto para agarrarse a la banda de estribor, en un intento rápido por subir a bordo. Si lograba soltar cada una de las cuerdas que ataban el barco a puerto, seguramente podría alejarse lo suficientemente rápido como para que no pudiese hacer nada para evitarlo. Y así, sería suyo.
Pero por fin estaba delante de su objetivo. El puerto, lleno de increíbles barcos, todos ellos construidos con cariño y paciencia. El lugar perfecto para empezar con su travesía, para ser capaz de zarpar y convertirse, tal y como había jurado tiempo atrás, en pirata. Cada navío que observaba era maravilloso, incluso aunque ella no tenía ningún tipo de conocimiento sobre barcos. Había leído de ellos en historias, y podía diferenciar los más caros de los más baratos, y también aquellos que estaban más destinados a la mercancía o a las travesías. También se había empezado a dar cuenta de eso conforme viajaba de isla en isla, fijándose en los diseños de cada uno.
Pasando la mano por su bolsillo, observó la pequeña bolsa de monedas que llevaba firmemente sujeta en el interior de aquella túnica. Incluso aunque se dedicase el próximo año a trabajar, fuera donde fuese, estaba segura de que no conseguiría ahorrar lo suficiente como para comprar uno, así que tendría que pasar al siguiente plan. Le sabía mal, puesto que apreciaba el trabajo que aquellos hombres y mujeres, los carpinteros, habían hecho convirtiendo madera y piezas de metal en obras de arte, pero no podía postergar más su travesía. Había esperado dos años para encontrar su motivación, y no quería tardar ni un momento más en embarcarse hacia una vida de piratería. Tenía claro que ir sola no sería demasiado agradable, pero siempre había sido ella y su compañía, y no podía pedir nada mejor. Además, como se le daba tan mal hacer amigos, sería imposible para ella llegar a reclutar a alguien. Tendría que ser estúpido para seguirla como capitana, siendo que no tenía dinero, ni un sueño realista, ni nada que pudiese resultar llamativo.
Y entonces, conforme seguía observando aquellos maravillosos barcos, tomó una decisión.
Se trataba de un barco fuera de lo común, nada como lo que hubiese visto antes. Sus velas eran de un escarlata precioso, creadas en abanico para aprovechar al máximo el viento, una delantera con la que aferrarse a los cambios de ambiente, y una lateral para no depender únicamente de aquellos momentos de viento en contra. La madera estaba tallada en dos colores diferentes, una más oscuro que estuviese pseudo sumergida en el agua, y otra más clara en toda la parte interior y superior. Todo el barco en sí era precioso, tan bonito que casi creyó imposible lo que estaba viendo. Se imaginó a sí misma cabalgando las olas, siguiendo únicamente la marea para no tener que volver a pisar tierra nunca más, guiándose por las rutas marítimas y por la paz y la libertad que solo el mar podía proporcionar. Ese sería su barco, y no habría nadie que pudiese evitarlo.
Pero, desde luego, había un problema.
Su problema era un hombre de unos veintitantos -por lo que parecía, aunque ante el sol resultaba incluso algo más mayor-, con algo de barba y una calabaza llena de algún tipo de líquido. No se había alejado lo suficiente como para que pudiese acercarse del todo, y por ende, no había forma de que pudiese robar el barco sin ser vista. O tal vez... tal vez había una oportunidad. Entrado el mediodía como era, estaba segura de que en algún momento el hombre iría a comer. Ella también se moría de hambre, pero era algo lógico y normal, y bastante más común de lo que le gustaría. Aguantando todo lo posible, aprovechó ese pequeño instante en el que se dirigía junto a una chica joven a comer. Se escabulló por detrás, dando un salto para agarrarse a la banda de estribor, en un intento rápido por subir a bordo. Si lograba soltar cada una de las cuerdas que ataban el barco a puerto, seguramente podría alejarse lo suficientemente rápido como para que no pudiese hacer nada para evitarlo. Y así, sería suyo.
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Kaikan D. Taishi
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Era un día más en la vida de Taishi, estaba acabando una de sus obras más ambiciosas y por ello se vio obligado a moverse hasta el puerto principal pues necesitaba de mayor espacio para acabar el barco que estaba construyendo. ¿Para quién? No lo sabía, pero estaba seguro que el destino tenía escrito quien iba a pagar por esa obra de arte, si, pagar. Vestía con un kimono negro, cinturón oscuro y las getas de madera tradicional, además de llevar consigo su tradicional botella de sake a la que echaba mano cada pocos minutos para refrescarse el gaznate. El día era soleado y las gaviotas revoloteaban y graznaban alrededor del astillero, el carpintero transportaba las maderas de un lugar a otro, la trabajaba con sus herramientas y parecía que no iba a descansar en todo el día, sin embargo, esta vez eran Ai y su madre quiénes hacían acto de presencia y más, tras lo sucedido con la pequeña días atrás. Para ella Taishi era un héroe reafirmado tras lo sucedido con el incidente con Trock y su banda y a modo de agradecimiento se había acercado con un bentô especial junto a un sake de primera, la madre conocía el amor por los licores del joven carpintero.
Cedió y los tres se fueron a comer sobre las maderas que se encontraban en el interior del astillero, la verdad es que el sake que la madre de su pequeña amiga le había traído estaba exquisito y la comida de la que estaban disfrutando, también Sin duda alguna estaba siendo un gran día, su obra estaba casi finalizada, la comida era excelsa y parecía que nada iba a salir mal. Taishi estaba probando el exquisito sake cuando... ¿Su barco izó las velas? Observó el interior de la botella pensando que estaba sufriendo alucinaciones, pero nada más lejos de la realidad cuando vio que los amarres ya no estaban en su sitio y parecía que el navío estaba apunto de zarpar. No se lo pensó dos veces y salió corriendo para resolver ese extraño "misterio", a cada paso las getas de madera golpeaban contra el palé y durante su carrera pudo ver la causa por la que su barco parecía estar apunto de zarpar. Tez pálida, figura esbelta, cabellos casi plateados... ¿Quién era? No iba a darle oportunidad de marcharse, no obstante, como si el destino desease que aquél barco fuese para aquella desconocida una ráfaga de viento favorable sopló contra las velas aumentado la velocidad de crucero. ¡Mierda, estúpida, devuélveme mi barco! - Espetó Taishi alzando un puño, acto seguido bebió de su calabaza. Para muchos hubiese sido un barco perdido, sin embargo, para el joven carpintero, no. Tomó el último amarre y se enganchó a él como si le fuese la vida, aún así, no contaba con la ráfaga de viento favorable y cuando el barco inició su curso la cuerda del amarre pegó un tirón haciendo que Taishi se deslizase con las getas sobre la madera del puerto llevándose por delante cajas y materiales de carpinteros vecinos. ¡Te lo advertí, voy a por ti! - Gritó a los cuatro vientos el hombre. Cuando su rostro cayó al agua, ahí seguía enganchado a la cuerda. ¡Devulév-... lo qu-... es mi-...! - Intentaba gritar desde el mar, pero las olas muchas veces le impedían hablar, aún así, él seguía enganchado a aquél amarre sin intención de soltarse.
Cedió y los tres se fueron a comer sobre las maderas que se encontraban en el interior del astillero, la verdad es que el sake que la madre de su pequeña amiga le había traído estaba exquisito y la comida de la que estaban disfrutando, también Sin duda alguna estaba siendo un gran día, su obra estaba casi finalizada, la comida era excelsa y parecía que nada iba a salir mal. Taishi estaba probando el exquisito sake cuando... ¿Su barco izó las velas? Observó el interior de la botella pensando que estaba sufriendo alucinaciones, pero nada más lejos de la realidad cuando vio que los amarres ya no estaban en su sitio y parecía que el navío estaba apunto de zarpar. No se lo pensó dos veces y salió corriendo para resolver ese extraño "misterio", a cada paso las getas de madera golpeaban contra el palé y durante su carrera pudo ver la causa por la que su barco parecía estar apunto de zarpar. Tez pálida, figura esbelta, cabellos casi plateados... ¿Quién era? No iba a darle oportunidad de marcharse, no obstante, como si el destino desease que aquél barco fuese para aquella desconocida una ráfaga de viento favorable sopló contra las velas aumentado la velocidad de crucero. ¡Mierda, estúpida, devuélveme mi barco! - Espetó Taishi alzando un puño, acto seguido bebió de su calabaza. Para muchos hubiese sido un barco perdido, sin embargo, para el joven carpintero, no. Tomó el último amarre y se enganchó a él como si le fuese la vida, aún así, no contaba con la ráfaga de viento favorable y cuando el barco inició su curso la cuerda del amarre pegó un tirón haciendo que Taishi se deslizase con las getas sobre la madera del puerto llevándose por delante cajas y materiales de carpinteros vecinos. ¡Te lo advertí, voy a por ti! - Gritó a los cuatro vientos el hombre. Cuando su rostro cayó al agua, ahí seguía enganchado a la cuerda. ¡Devulév-... lo qu-... es mi-...! - Intentaba gritar desde el mar, pero las olas muchas veces le impedían hablar, aún así, él seguía enganchado a aquél amarre sin intención de soltarse.
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Uno tras otro, aquellos amarres que sostenían el barco, su nuevo gran tesoro, cayeron a los tablones de madera y al mar sin hacer ruido alguno. Se había especializado en robar sin ser vista, sin ser escuchada, y aquel ambicioso proyecto no iba a ser menos. De vez en cuando, echaba un vistazo al creador de aquel barco, que continuaba comiendo y bebiendo junto a la niña y su madre. Agradecida porque aquel día hubiese decidido alejarse un poco más, se apresuró en terminar lo antes posible, no quería arriesgarse a que llegase y le viese, ya había tenido encontronazos con la marine durante su viaje, y otros tantos con los guardias locales, así que si podía evitar todo tipo de contacto, lo haría encantada.
Nada más terminar con eso, se dirigió a las velas, observando su majestuosidad y su gran presencia. Sí, definitivamente aquel barco podría llegar a surcar los peores océanos del mundo. Allí, justo debajo del mástil principal, supo que con aquel barco podría convertirse en una gran pirata. Y no solo una gran pirata, sino la reina de ellos. Podría conseguir todo cuanto anhelaba y más, y cada sueño que había tenido acabaría por hacerse realidad. Así que no se demoró ni un instante en terminar de soltar aquellas cuerdas que mantenían las velas atadas. Dejando que estas se extendiesen, poco a poco, fueron siguiendo el rumbo del viento, extendiéndose finalmente hasta que la vela mayor quedó completamente expuesta al viento favorable. Definitivamente, estaba siendo su día de suerte, y no pudo evitar sonreír de forma estúpida observando el bello diseño interno que poseía su nuevo barco.
En la lejanía, pudo escuchar al carpintero medio corriendo hacia su antiguo navío, seguramente porque se había dado cuenta de la situación en la que se encontraba. Llevaba consigo la calabaza, y sus getas resonaban fuertemente entre las maderas de aquel astillero. Parecía furioso, aunque no le culpaba por ello. Al fin y al cabo, estaba segura de que no perdía un navío tan espléndido todos los días. Alzó una de sus manos hacia él, mientras corría por la proa hasta llegar al timón.
- ¡Lo siento! ¡Es un gran barco, y le daré un buen uso! - Sabía que no servía como excusa, pero al menos, confiaba en que así se sintiese un poco peor al haber perdido semejante inversión-. ¡Este será el barco de la futura reina de los piratas, cuando tenga el One Piece te pagaré con intereses! - Aseguró. Ciertamente, cuando llegase al final de la ruta marina y encontrase el One Piece, le enviaría dinero para el resto de su vida, puesto que a ella, en específico, no le interesaba el oro, ni la fama. Aún estaba despidiéndose, siguiendo aquel rumbo guiado por los cambios de viento que se producían, cuando escuchó nuevamente al hombre, que no parecía darse por vencido. Elevó una ceja, y se asomó a la parte trasera del barco, observando al carpintero completamente colgado de uno de los amarres que había soltado. La simple imagen de él intentando mantenerse sujeto le produjo una sonrisa-. Deberías soltarte, vas a hacerte daño cuando terminemos de salir de puerto-. Le aseguró. Tal vez cerca de la isla no tuviese problema alguno en mantenerse sujeto -cosa que ya dudaba, y que le hacía pensar que aquel hombre no era normal-, pero en mar abierto la cosa se complicaría.
El viento continuó ayudándole a salir de allí de forma apresurada, por lo que tuvo que volver nuevamente al timón, simplemente para evitar chocar contra otros barcos cerca del puerto, y contra algunas de las rocas que quedaban no solo en la costa, sino también entre el final de la bahía, con el comienzo del acantilado cercano. Su primer encuentro con la navegación no iba a ser precisamente fácil, así que debía esforzarse por salir de allí de una pieza.
Nada más terminar con eso, se dirigió a las velas, observando su majestuosidad y su gran presencia. Sí, definitivamente aquel barco podría llegar a surcar los peores océanos del mundo. Allí, justo debajo del mástil principal, supo que con aquel barco podría convertirse en una gran pirata. Y no solo una gran pirata, sino la reina de ellos. Podría conseguir todo cuanto anhelaba y más, y cada sueño que había tenido acabaría por hacerse realidad. Así que no se demoró ni un instante en terminar de soltar aquellas cuerdas que mantenían las velas atadas. Dejando que estas se extendiesen, poco a poco, fueron siguiendo el rumbo del viento, extendiéndose finalmente hasta que la vela mayor quedó completamente expuesta al viento favorable. Definitivamente, estaba siendo su día de suerte, y no pudo evitar sonreír de forma estúpida observando el bello diseño interno que poseía su nuevo barco.
En la lejanía, pudo escuchar al carpintero medio corriendo hacia su antiguo navío, seguramente porque se había dado cuenta de la situación en la que se encontraba. Llevaba consigo la calabaza, y sus getas resonaban fuertemente entre las maderas de aquel astillero. Parecía furioso, aunque no le culpaba por ello. Al fin y al cabo, estaba segura de que no perdía un navío tan espléndido todos los días. Alzó una de sus manos hacia él, mientras corría por la proa hasta llegar al timón.
- ¡Lo siento! ¡Es un gran barco, y le daré un buen uso! - Sabía que no servía como excusa, pero al menos, confiaba en que así se sintiese un poco peor al haber perdido semejante inversión-. ¡Este será el barco de la futura reina de los piratas, cuando tenga el One Piece te pagaré con intereses! - Aseguró. Ciertamente, cuando llegase al final de la ruta marina y encontrase el One Piece, le enviaría dinero para el resto de su vida, puesto que a ella, en específico, no le interesaba el oro, ni la fama. Aún estaba despidiéndose, siguiendo aquel rumbo guiado por los cambios de viento que se producían, cuando escuchó nuevamente al hombre, que no parecía darse por vencido. Elevó una ceja, y se asomó a la parte trasera del barco, observando al carpintero completamente colgado de uno de los amarres que había soltado. La simple imagen de él intentando mantenerse sujeto le produjo una sonrisa-. Deberías soltarte, vas a hacerte daño cuando terminemos de salir de puerto-. Le aseguró. Tal vez cerca de la isla no tuviese problema alguno en mantenerse sujeto -cosa que ya dudaba, y que le hacía pensar que aquel hombre no era normal-, pero en mar abierto la cosa se complicaría.
El viento continuó ayudándole a salir de allí de forma apresurada, por lo que tuvo que volver nuevamente al timón, simplemente para evitar chocar contra otros barcos cerca del puerto, y contra algunas de las rocas que quedaban no solo en la costa, sino también entre el final de la bahía, con el comienzo del acantilado cercano. Su primer encuentro con la navegación no iba a ser precisamente fácil, así que debía esforzarse por salir de allí de una pieza.
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Taishi no pudo evitar escuchar las palabras de la mujer desconocida, aún así, hacía esfuerzos para seguir amarrado a la cuerda, no iba a soltarse y mucho menos dejar que se fuese sin pagar una de sus mayores obras, probablemente el mejor barco de guerra que jamás había llegado a construir, sin embargo, las palabras de la chica despertaron la curiosidad del carpintero. ¿Conseguir el One Piece y ser la Reina de los Piratas? En ese momento sintió como el cinturón donde llevaba la calabaza y las herramientas se soltaron de su cintura, dejó ir el amarre y en ese momento la pirata pudo ver como la cuerda dejaba de estar tensa, seguramente el joven la había soltado o muerto en el intento de seguirla. Mientras nadaba para recuperar sus objetos su mente quedó en blanco.
El sol se ponía en Water Seven, un pre-adolescente Taishi guardaba los últimos tablones de madera mientras su maestro Inka bebía de esa calabaza donde guardaba el sake disfrutando de la brisa marina y el atardeces, después, Taishi se uniría a su mentor y padre para contemplar las maravillosas vistas que tenían delante. Muchacho... ¿Cuál es tu mayor sueño? - Preguntó el viejo con una sonrisa mientras bebía de la tinaja. ¿Mi sueño? - Se quedó pensativo unos segundos mirando el cielo - Es fácil, convertirme en el hombre que construyó el mayor barco, el barco de un verdadero rey - Respondió con una sonrisa. Esa sincera respuesta e inesperada por parte del joven arrancó una fuerte carcajada de su mentor quien no tuvo otra que remover el pelo a su aprendiz. Si alguien será capaz de construir un barco como ese serás tú, Taishi. El destino te llevará a ello. - Respondía entre carcajadas.
Taishi logró recuperar esos objetos de gran valor, a ojos de los demás podían parecer simples pero para él tenían una gran carga emocional. ¿Reina de los piratas? - Pensó el carpintero e inmediatamente una sonrisa se dibujó en su rostro pues él debía encargarse de ese cometido, si esa muchacha iba a ser la reina de los piratas, su destino era custodiar el navío. Cerró el puño con fuerza y cargó la energía en él y después golpeó al agua originando una gran explosión que le haría volar por los aires, además alteraría las olas del mar. ¡DETENTEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE! - Bramó con fuerza mientras surcaba los cielos, sin embargo, no había calculado el aterrizaje y acabó estampado la cabeza contra el mástil del barco, después caería de culo y quedaría tendido en el suelo. Pasaron unos segundos en los que no respondió, no obstante, su primera reacción fue expulsar el agua que había tragado durante la explosión como si se tratase de una fuente, después bebió de la calabaza de sake y por último sonreiría. Si vas a convertirte en la Reina de los Piratas yo debo ser el carpintero que cuide del barco, pagarás mis caprichos y nuestra deuda quedará saldada - Soltaría una divertida carcajada pareciendo haber olvidado el hurto del barco y el aterrizaje en el mástil con la cara.
El sol se ponía en Water Seven, un pre-adolescente Taishi guardaba los últimos tablones de madera mientras su maestro Inka bebía de esa calabaza donde guardaba el sake disfrutando de la brisa marina y el atardeces, después, Taishi se uniría a su mentor y padre para contemplar las maravillosas vistas que tenían delante. Muchacho... ¿Cuál es tu mayor sueño? - Preguntó el viejo con una sonrisa mientras bebía de la tinaja. ¿Mi sueño? - Se quedó pensativo unos segundos mirando el cielo - Es fácil, convertirme en el hombre que construyó el mayor barco, el barco de un verdadero rey - Respondió con una sonrisa. Esa sincera respuesta e inesperada por parte del joven arrancó una fuerte carcajada de su mentor quien no tuvo otra que remover el pelo a su aprendiz. Si alguien será capaz de construir un barco como ese serás tú, Taishi. El destino te llevará a ello. - Respondía entre carcajadas.
Taishi logró recuperar esos objetos de gran valor, a ojos de los demás podían parecer simples pero para él tenían una gran carga emocional. ¿Reina de los piratas? - Pensó el carpintero e inmediatamente una sonrisa se dibujó en su rostro pues él debía encargarse de ese cometido, si esa muchacha iba a ser la reina de los piratas, su destino era custodiar el navío. Cerró el puño con fuerza y cargó la energía en él y después golpeó al agua originando una gran explosión que le haría volar por los aires, además alteraría las olas del mar. ¡DETENTEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE! - Bramó con fuerza mientras surcaba los cielos, sin embargo, no había calculado el aterrizaje y acabó estampado la cabeza contra el mástil del barco, después caería de culo y quedaría tendido en el suelo. Pasaron unos segundos en los que no respondió, no obstante, su primera reacción fue expulsar el agua que había tragado durante la explosión como si se tratase de una fuente, después bebió de la calabaza de sake y por último sonreiría. Si vas a convertirte en la Reina de los Piratas yo debo ser el carpintero que cuide del barco, pagarás mis caprichos y nuestra deuda quedará saldada - Soltaría una divertida carcajada pareciendo haber olvidado el hurto del barco y el aterrizaje en el mástil con la cara.
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Estar pendiente del barco, del hombre sujeto al cabo y además del timón estaba resultando cuanto menos agobiante. De por sí no es que estuviese muy acostumbrada a ese tipo de labores, y únicamente comprendía la teoría de la navegación -puesto que nunca antes había llegado a tratar de surcar los mares por su cuenta-, así que prestar atención a tantas cosas resultaba excesivamente molesto. Siempre pensó que la primera vez que cogiese un barco sería algo mucho más sencillo, incluso llegó a pensar que tendría un timonel a su lado con el que poder surcar los mares, pero al final... bueno, la cosa había resultado muy diferente a como ella creía. Para empezar, no entendía cómo aquel hombre estaba aguantando sujeto al cabo. No es que el viento fuese extremadamente violento aquella mañana, pero le sorprendía que aun así pudiese llegar a aguantar. Justo estaba a punto de repetirle que lo mejor sería que abandonase la idea de continuar, cuando se despegó de la cuerda.
Sorprendentemente, no lo hizo para dejar de sentir la presión del mar, sino porque se le había soltado algo que anteriormente llevaba atado. No lo había visto bien, y por eso no entendía que pudiese resultar tan valioso como para que fuese a buscarlo, pero entendía el valor que podían llegar a tener las cosas. Al fin y al cabo, ella misma se lanzaría al mar por recuperar sus espadas, incluso aunque eso le costase la vida; Viendo el interés ofrecido a los objetos, dejó que el timón volviese a estar quieto y tranquilo, y se dirigió a recoger las velas. Tal vez fuese una pirata a partir de ese momento, pero al menos intentaría ayudar al hombre que había creado su barco. Tras sujetar las velas, echó a correr hacia la parte trasera del barco. Algo de sudor descendía por su frente a causa de todo el esfuerzo, y sin duda el sol no ayudaba.
Justo había entrecerrado los ojos un momento, cuando, de entre las olas, volvió a surgir aquel hombre, gritando y alzando el puño. Las olas se removieron enormemente, y saltó incluso por encima de ellas. Sin poder evitarlo, la joven soltó también, aunque más por miedo y sorpresa que otra cosa, y se echó hacia atrás. Estaba terminando de recuperarse del sobresalto cuando vio al hombre continuar con aquella especie de vuelo, chocando contra el mástil central del navío. Parpadeó multitud de veces sin comprender lo que había ocurrido, llegando a pensar que se trataba de un hombre extremadamente extraño.
- ¿Señor carpintero? ¿Estás bien? -. Preguntó, alzando una ceja. No se acercó demasiado, pues no confiaba en su presencia, ni en que pudiese tratarse de una estratagema para recuperar su barco, pero por lo menos intentó averiguar si se encontraba bien. Su reacción terminó por responder a aquella incógnita: sin duda alguna era alguien completamente extraño-. ¿Eso significa que me dejas tu barco? -. Preguntó, ignorando el hecho de que le había pedido una especie de paga-. ¡Perfecto, bienvenido a bordo! -. Irónicamente, sonrió y terminó de acercarse, aunque sin tocarle. De alguna forma, continuaba alejada, aunque intentaba estar cerca. Era su forma de mantener un trato cordial-. Aunque soy pobre, no es que precisamente tenga mucho dinero.
Sorprendentemente, no lo hizo para dejar de sentir la presión del mar, sino porque se le había soltado algo que anteriormente llevaba atado. No lo había visto bien, y por eso no entendía que pudiese resultar tan valioso como para que fuese a buscarlo, pero entendía el valor que podían llegar a tener las cosas. Al fin y al cabo, ella misma se lanzaría al mar por recuperar sus espadas, incluso aunque eso le costase la vida; Viendo el interés ofrecido a los objetos, dejó que el timón volviese a estar quieto y tranquilo, y se dirigió a recoger las velas. Tal vez fuese una pirata a partir de ese momento, pero al menos intentaría ayudar al hombre que había creado su barco. Tras sujetar las velas, echó a correr hacia la parte trasera del barco. Algo de sudor descendía por su frente a causa de todo el esfuerzo, y sin duda el sol no ayudaba.
Justo había entrecerrado los ojos un momento, cuando, de entre las olas, volvió a surgir aquel hombre, gritando y alzando el puño. Las olas se removieron enormemente, y saltó incluso por encima de ellas. Sin poder evitarlo, la joven soltó también, aunque más por miedo y sorpresa que otra cosa, y se echó hacia atrás. Estaba terminando de recuperarse del sobresalto cuando vio al hombre continuar con aquella especie de vuelo, chocando contra el mástil central del navío. Parpadeó multitud de veces sin comprender lo que había ocurrido, llegando a pensar que se trataba de un hombre extremadamente extraño.
- ¿Señor carpintero? ¿Estás bien? -. Preguntó, alzando una ceja. No se acercó demasiado, pues no confiaba en su presencia, ni en que pudiese tratarse de una estratagema para recuperar su barco, pero por lo menos intentó averiguar si se encontraba bien. Su reacción terminó por responder a aquella incógnita: sin duda alguna era alguien completamente extraño-. ¿Eso significa que me dejas tu barco? -. Preguntó, ignorando el hecho de que le había pedido una especie de paga-. ¡Perfecto, bienvenido a bordo! -. Irónicamente, sonrió y terminó de acercarse, aunque sin tocarle. De alguna forma, continuaba alejada, aunque intentaba estar cerca. Era su forma de mantener un trato cordial-. Aunque soy pobre, no es que precisamente tenga mucho dinero.
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¿Sin dinero...? ¡Eso no es un problema si vas a convertirte en reina de los piratas, además, encontraremos cofres con los que poder pagarme - Empezó a reír a carcajadas, la verdad es que no tenía mucho sentido y al parecer no le había hecho daño el golpe recibido anteriormente, por ello, se levantó y dio otro trago a la bebida. Bien, pon rumbo a nuestro siguiente destino - Asiente acercándose al mascarón del barco donde permanecería sentado todo el trayecto bebiendo de su tinaja, esa parecía ser su intención, quedarse sentado hasta llegar al próximo destino. Cruzó sus piernas y sonrío, en todo momento mantenía una agradable sonrisa mientras disfrutaba de la brisa marítima, seguramente emocionando por el viaje, no pudo evitar volver a reír. ¡Mi nombre es Taishi! Por cierto... ¿Eres un poco patética como capitana, no? - Dijo mientras se fijaba en el navío que estaba vacío de tripulación - ¿Qué clase de reina serás si solo estamos tu y yo? - Su gesto se había torcido y la sonrisa desaparecido mientras señalaba a la chica y después a él varias veces - Creo que así no llegarás a ser reina y en ese caso tendrás que pagarme - Sonríe amable bajo una sensación de amenaza - Sin embargo, doy mi palabra de confiar en ti - Se volvió a dar la vuelta mientras disfrutaba de la bebida a carcajadas.
Sentado en ese mascarón fue imposible no pensar en Inka, tal vez ese viejo tenía razón y el destino tenía escritas grandes aventuras para Taishi, ese barco era su mejor construcción hasta el momento, no obstante, no podía evitar sonreír solo con pensar lo que el futuro podía depararles a él y a su nueva compañera. ¿Qué clase de nakamas seguirían a una estúpida capitana que va sin tripulación? Pensaba orgulloso mientras bebía, en su lógica no había fallo alguno, para él solo los verdaderos piratas la seguirían, ¿Qué es de una aventura sin emoción? Salió de sus pensamientos y giró la cabeza. ¿Y bien, dónde nos vamos? - Preguntó.
Sentado en ese mascarón fue imposible no pensar en Inka, tal vez ese viejo tenía razón y el destino tenía escritas grandes aventuras para Taishi, ese barco era su mejor construcción hasta el momento, no obstante, no podía evitar sonreír solo con pensar lo que el futuro podía depararles a él y a su nueva compañera. ¿Qué clase de nakamas seguirían a una estúpida capitana que va sin tripulación? Pensaba orgulloso mientras bebía, en su lógica no había fallo alguno, para él solo los verdaderos piratas la seguirían, ¿Qué es de una aventura sin emoción? Salió de sus pensamientos y giró la cabeza. ¿Y bien, dónde nos vamos? - Preguntó.
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Sí, desde luego que estar sin dinero era un problema, pero tampoco es que hubiese podido reunir tantas cosas en un periodo de tiempo tan corto. Bastante era que había podido sobrevivir robando, ganando comidas sin tener que hacer nada. Y los viajes entre islas tampoco habían sido gratis, al fin y al cabo...
- Ya lo solucionaremos-. Asintió varias veces. No es que la parte del oro le preocupase demasiado, pero definitivamente era algo propio de los piratas, y tendrían que encontrar algún que otro tesoro para poder sobrevivir. No solo sobrevivir, sino que en sus travesías seguramente acabarían por tener problemas, y muchas veces las soluciones costarían dinero. Sí, tenía claro que algún momento necesitaría aumentar sus ingresos -siendo nulos, cualquier cosa sería mejor-. Rascó su nuca, y observó nuevamente al hombre, llevándose un dedo al mentón.- Bueno, pensaba buscar otra isla cercana para huir de ti, pero si vienes conmigo... creo que podríamos buscar provisiones y alcohol aquí. No digo comprarlo, desde luego, pero conseguir al menos algo con lo que poder continuar-. Sonrió suavemente, comprobando el estado de sus guantes, por si acaso.
Ver que continuaba con aquella pose tranquila y serena incluso después de haber estado a punto de ahogarse, y de tener que correr para aferrarse a su barco, a su creación, le produjo cierta nostalgia. Le recordó a la tranquilidad que Thyle traía siempre consigo, y a la paz que mantuvo durante aquella época. No pudo evitar aumentar la sonrisa, antes de escuchar aquella especie de insulto hacia su persona. Aunque le hubiese insultado, después había intentado camuflar todo aquello con una especie de gesto de confianza, cosa que agradecía. De alguna forma, que le viese como una verdadera reina -o que al menos creyese que podía convertirse en una- le hacía sentir bien consigo misma, creyendo que su sueño, por raro que pudiese ser, podría ser alcanzado en un futuro.
- No te preocupes, no te preocupes. En realidad seré una buena capitana. Tú ya lo verás. Has confiado en mí, y te demostraré que podremos llegar a ser grandes.- Señaló, acercándose nuevamente a la parte delantera del barco. Desatascó aquella especie de invento que había tenido para mantener el barco centrado sin tener que estar ella, y volvió a colocar las manos en el timón, dispuesta a dar la vuelta hacia la misma isla. No es que conociese el terreno de forma excelsa, pero Taishi podría echarle una mano para no perderse tanto, y de esa forma seguro que podrían conseguir suministros. Al final se había llevado algo bueno de todo aquello-. Quizá encontremos alguien más por aquí, y si no, marcharemos hacia la siguiente isla. En cualquier caso, lo mejor será encontrar algo que comer y que llevarnos. ¿Te parece? -. Preguntó. Siendo su primer y único nakama, creía que forjar una buena relación desde el principio, por difícil que pudiese resultar, sería lo mejor. Así que simplemente giró rápidamente el timón, y empezó a navegar de vuelta a tierra firme, quizá no de la forma más convencional.- ¡Yahooo!
- Ya lo solucionaremos-. Asintió varias veces. No es que la parte del oro le preocupase demasiado, pero definitivamente era algo propio de los piratas, y tendrían que encontrar algún que otro tesoro para poder sobrevivir. No solo sobrevivir, sino que en sus travesías seguramente acabarían por tener problemas, y muchas veces las soluciones costarían dinero. Sí, tenía claro que algún momento necesitaría aumentar sus ingresos -siendo nulos, cualquier cosa sería mejor-. Rascó su nuca, y observó nuevamente al hombre, llevándose un dedo al mentón.- Bueno, pensaba buscar otra isla cercana para huir de ti, pero si vienes conmigo... creo que podríamos buscar provisiones y alcohol aquí. No digo comprarlo, desde luego, pero conseguir al menos algo con lo que poder continuar-. Sonrió suavemente, comprobando el estado de sus guantes, por si acaso.
Ver que continuaba con aquella pose tranquila y serena incluso después de haber estado a punto de ahogarse, y de tener que correr para aferrarse a su barco, a su creación, le produjo cierta nostalgia. Le recordó a la tranquilidad que Thyle traía siempre consigo, y a la paz que mantuvo durante aquella época. No pudo evitar aumentar la sonrisa, antes de escuchar aquella especie de insulto hacia su persona. Aunque le hubiese insultado, después había intentado camuflar todo aquello con una especie de gesto de confianza, cosa que agradecía. De alguna forma, que le viese como una verdadera reina -o que al menos creyese que podía convertirse en una- le hacía sentir bien consigo misma, creyendo que su sueño, por raro que pudiese ser, podría ser alcanzado en un futuro.
- No te preocupes, no te preocupes. En realidad seré una buena capitana. Tú ya lo verás. Has confiado en mí, y te demostraré que podremos llegar a ser grandes.- Señaló, acercándose nuevamente a la parte delantera del barco. Desatascó aquella especie de invento que había tenido para mantener el barco centrado sin tener que estar ella, y volvió a colocar las manos en el timón, dispuesta a dar la vuelta hacia la misma isla. No es que conociese el terreno de forma excelsa, pero Taishi podría echarle una mano para no perderse tanto, y de esa forma seguro que podrían conseguir suministros. Al final se había llevado algo bueno de todo aquello-. Quizá encontremos alguien más por aquí, y si no, marcharemos hacia la siguiente isla. En cualquier caso, lo mejor será encontrar algo que comer y que llevarnos. ¿Te parece? -. Preguntó. Siendo su primer y único nakama, creía que forjar una buena relación desde el principio, por difícil que pudiese resultar, sería lo mejor. Así que simplemente giró rápidamente el timón, y empezó a navegar de vuelta a tierra firme, quizá no de la forma más convencional.- ¡Yahooo!
Kaikan D. Taishi
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No tenía mucho que decir o añadir a las palabras de su capitana, su única meta era construir y mantener vivo el barco de la futura reina de los piratas, así que no le suponía ningún problema que ella fuese la capitana, a decir verdad nunca le han importado las jerarquías ya que no destaca por ser alguien obediente, todo lo contrario, sin embargo sí actúa por algo que muchos hombres y mujeres parecen haber olvidado, honor. Él había prometido proteger ese navío y los que viajasen en él por lo que no iba a permitir que nadie se acercase a su barco ni a su capitana. Tal vez podamos saquear algún barco o isla cercana, me es indiferente como consigamos las cosas, lo importante es conseguir aquello que necesitamos, pero pienso yo que si robamos a otros piratas o al gobierno será más divertido ¿Eso es lo importante, verdad? la diversión. - Soltó otra sonora carcajada mientras bebía entretenido observando la mar. La verdad es que la brisa marina y la paz del oleaje hacían que Taishi se matuviese calmado, sereno y tranquilo, por supuesto, el sake también le mantenía de buen humor, su mano acariciaba la madera del mascarón mientras observaba con atención, con las manos simulaba tener un telescopio monocular por el que buscaba tierra, la verdad es que parecía a simple vista un hombre sin preocupaciones, divertido y hecho a la broma, la verdad no quedaba muy alejada. ¡Espero ver tierra pronto, capitana, necesito pisar tierra firme! - Volvería a reír a carcajadas.
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Viendo que, desde luego, la tierra no estaba especialmente lejos -pues no había dado tiempo real a ello-, tomó una decisión quizá apresurada. Si volvía a puerto, tal vez comenzasen a preguntar. No quería que la marine comenzase a indagar, ya bastantes problemas había tenido con ellos, y si aquella ciudad debía ser el comienzo de todo, entonces prefería tener al menos un momento libre en el que poder actuar sin estar huyendo. De esa forma, y pese a que estaban próximos a aquel puerto, tomó la decisión de rodear la isla para encontrar otro lugar en el que atracar.
- Si de aquí a que lleguemos encontramos algún navío pirata que saquear... bueno, no me importaría mucho empezar a dar problemas de ese estilo. Lo mismo con una isla, aunque creo que lo más inteligente sería buscar algún lugar comercial-. Recordando los días que había pasado junto a unos niños en otra isla -no muy cercana-, recordó que la marine solía tener suficientes recursos como para sobrevivir por su cuenta. Tal vez pudiesen llegar hasta ellos, seguramente sería mucho más sencillo encontrarles a ellos que a otros piratas-. ¿Y si buscamos algún cuartel? Bueno, tú has estado por aquí, tal vez sepas algo de eso. No me importaría jugar un rato con su bandera, no se si me explico-. Sonrió de forma amplia, fijándose en la dirección que el viento tomaba. No es que quisiese tardar una eternidad en dar toda la vuelta a la isla, así que lo mejor sería que fuesen tomando las ventajas que les otorgaba el clima-. Eso sería realmente divertido.
Se aproximó un momento al borde del barco, observando desde el lateral. Su visión no era exactamente mala, por lo que podía ver bien qué había en tierra firme desde esa distancia -que no era demasiada-. Nada más aproximarse, se percató del rumbo que estaba tomando el viento, y, decidida a aprovecharlo, regresó al timón. Seguramente dejasen de ir rectos durante unos momentos, pero era mejor poder tomar aquella pequeña ventaja y aprovecharla, puesto que, desde luego, no iba a ponerse a remar. Y por lo que veía, el tal Taishi tampoco tenía la intención de hacerlo.
- ¿Sabes dirigir un navío, Taishi? -. Preguntó, señalando con un cabeceo la vela mayor-. Necesito mantener el timón en esta dirección, ¿puedes soltar las velas otra vez? Por cierto, son magníficas -. Sonrió, preguntándose qué clase de persona acababa de aceptar en su tripulación. Si en lo primero que pensaba era en la diversión, entonces suponía que no se había equivocado lo más mínimo. Quizá ella no fuese excesivamente divertida, pero sabía bien el tipo de tripulación que quería, y esa parte entraba dentro de lo que buscaba y quería. Al fin y al cabo, le recordaba irremediablemente a aquellos chiquillos y a su antiguo yo. Y eso era lo que necesitaba en su vida.- Pronto llegaremos, descuida. Si te fijas bien, puedes ver tierra en la lejanía, así que...- Terminó de decir, concentrada en el timón. Sus manos se deslizaban por la madera de forma suave, y, por primera vez, pensó que podría llegar a hacer eso el resto de su vida sin temor a cansarse.
- Si de aquí a que lleguemos encontramos algún navío pirata que saquear... bueno, no me importaría mucho empezar a dar problemas de ese estilo. Lo mismo con una isla, aunque creo que lo más inteligente sería buscar algún lugar comercial-. Recordando los días que había pasado junto a unos niños en otra isla -no muy cercana-, recordó que la marine solía tener suficientes recursos como para sobrevivir por su cuenta. Tal vez pudiesen llegar hasta ellos, seguramente sería mucho más sencillo encontrarles a ellos que a otros piratas-. ¿Y si buscamos algún cuartel? Bueno, tú has estado por aquí, tal vez sepas algo de eso. No me importaría jugar un rato con su bandera, no se si me explico-. Sonrió de forma amplia, fijándose en la dirección que el viento tomaba. No es que quisiese tardar una eternidad en dar toda la vuelta a la isla, así que lo mejor sería que fuesen tomando las ventajas que les otorgaba el clima-. Eso sería realmente divertido.
Se aproximó un momento al borde del barco, observando desde el lateral. Su visión no era exactamente mala, por lo que podía ver bien qué había en tierra firme desde esa distancia -que no era demasiada-. Nada más aproximarse, se percató del rumbo que estaba tomando el viento, y, decidida a aprovecharlo, regresó al timón. Seguramente dejasen de ir rectos durante unos momentos, pero era mejor poder tomar aquella pequeña ventaja y aprovecharla, puesto que, desde luego, no iba a ponerse a remar. Y por lo que veía, el tal Taishi tampoco tenía la intención de hacerlo.
- ¿Sabes dirigir un navío, Taishi? -. Preguntó, señalando con un cabeceo la vela mayor-. Necesito mantener el timón en esta dirección, ¿puedes soltar las velas otra vez? Por cierto, son magníficas -. Sonrió, preguntándose qué clase de persona acababa de aceptar en su tripulación. Si en lo primero que pensaba era en la diversión, entonces suponía que no se había equivocado lo más mínimo. Quizá ella no fuese excesivamente divertida, pero sabía bien el tipo de tripulación que quería, y esa parte entraba dentro de lo que buscaba y quería. Al fin y al cabo, le recordaba irremediablemente a aquellos chiquillos y a su antiguo yo. Y eso era lo que necesitaba en su vida.- Pronto llegaremos, descuida. Si te fijas bien, puedes ver tierra en la lejanía, así que...- Terminó de decir, concentrada en el timón. Sus manos se deslizaban por la madera de forma suave, y, por primera vez, pensó que podría llegar a hacer eso el resto de su vida sin temor a cansarse.
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Taishi seguía bebiendo encima del mascarón, no parecía atender ni tampoco dispuesto a ayudar con el barco, él era su carpintero y su función era mantenerlo a flote, pero a parte de eso no parecía dispuesto a hacer mucho más. Cuando la joven se acercó y elogió sus velas él se limitó a asentir mientras pensaba en las preguntas que le había hecho. ¿Un cuartel marine? En Downs existe uno que teóricamente regula y protege el comercio, sin embargo, cualquier persona que haya vivido en esa isla es consciente de que son corruptos - Daría un largo trago al sake - Si tu intención es ir a por ellos sé donde podemos atracar, en mi astillero, no el del puerto principal, se encuentra bordeando la isla hacía la derecha - Explicaría Taishi sin bajarse del mascaron.
Se mantendría sentado, no se levantaría en ningún momento y sus ojos se clavarían en la mar observando la nada, sin embargo una sonrisa se dibujaría en su rostro pues parecía emocionado con la idea de volver a Downs a acabar con el cuartel de la marine que se encontraba en la isla, no había dudado ni un instante en ir a por ese cuartel, podía llegar a resultar extraño, sin embargo para Taishi la corrupción era un acto que iba contra el honor y él odiaba ser deshonroso, como también odiaba a aquellos que lo eran.
Hemos llegado - Señalaría el pequeño astillero de la orilla una vez la capitana llevase el barco hacía el lugar indicado. Era un astillero más bien pequeño pero alejado de la ciudad y sin llamar la atención de nadie, además las velas estándar no les identificaba como piratas. El astillero tenía lugar para anclar dos barcos, sin embargo, debido al tamaño del que manejaban solo podría anclar este navío. La capitana estaría aún haciendo las maniobras cuando Taishi ya saltaría del mascarón, el sonido de sus getas al caer sobre la madera indicarían que había aterrizado correctamente. Esta bien, vayamos a por ese cuartel, de frente, nos plantamos y acabo con ellos, tu no te preocupes capitana - Iniciaría a andar mientras reía a carcajadas y bebía, ni siquiera esperaría a su capitana mientras andaba deduciendo que iría detrás.
Se mantendría sentado, no se levantaría en ningún momento y sus ojos se clavarían en la mar observando la nada, sin embargo una sonrisa se dibujaría en su rostro pues parecía emocionado con la idea de volver a Downs a acabar con el cuartel de la marine que se encontraba en la isla, no había dudado ni un instante en ir a por ese cuartel, podía llegar a resultar extraño, sin embargo para Taishi la corrupción era un acto que iba contra el honor y él odiaba ser deshonroso, como también odiaba a aquellos que lo eran.
Hemos llegado - Señalaría el pequeño astillero de la orilla una vez la capitana llevase el barco hacía el lugar indicado. Era un astillero más bien pequeño pero alejado de la ciudad y sin llamar la atención de nadie, además las velas estándar no les identificaba como piratas. El astillero tenía lugar para anclar dos barcos, sin embargo, debido al tamaño del que manejaban solo podría anclar este navío. La capitana estaría aún haciendo las maniobras cuando Taishi ya saltaría del mascarón, el sonido de sus getas al caer sobre la madera indicarían que había aterrizado correctamente. Esta bien, vayamos a por ese cuartel, de frente, nos plantamos y acabo con ellos, tu no te preocupes capitana - Iniciaría a andar mientras reía a carcajadas y bebía, ni siquiera esperaría a su capitana mientras andaba deduciendo que iría detrás.
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En cuanto vio que definitivamente no iba a ayudarle con las labores de manejo del barco, simplemente suspiró. Siendo un navío bastante grande -más que un pequeño bote-, sin duda tenía que tener cuidado, y resultaba difícil estar fijándose en todo cuanto acontecía en el mar, en el clima y, además, tener que preparar las cosas. Pero aun así no hubo queja por su parte, no cuando le había salido gratis el barco y encima había conseguido un compañero con el que surcar los mares. Con el sol dándole de frente, se movilizó por el lugar, desplegando ella misma las velas para que pudiesen empezar a cumplir con su función. Estas no tardaron en expandirse, siguiendo el viento, y mientras volvía al timón, escuchó lo que Taishi decía.
- ¿Hay una base de la marine? -. Preguntó, girándose hacia él-. Eso explica por qué esos inútiles no han parado de molestar. Cada vez que intentaba algo aparecían por la esquina contraria.- Encogiéndose de hombros, simplemente continuó hacia el timón, oteando el horizonte. Si continuaban con aquel viento favorable, no tardarían en llegar a una zona medianamente aceptable donde poder atracar, y entonces podrían dedicarse a buscar provisiones. Aunque...- Oye, y si es corrupto, ¿por qué la gente lo acepta? - Preguntó. Para ella, que había vivido tantas injusticias a lo largo de su vida, y que había sido testigo de otras realizadas en su presencia, le resultaba completamente extraño que el pueblo no hubiese intentado rebelarse a la opresión. Aunque tampoco había visto exactamente qué tipo de corrupción era la que había allí-. ¿Qué tipo de corrupción hay? Si se trata de comercio... ¿podría ser comercios ilícitos?
Tras haber escuchado a Taishi hablando sobre el astillero que él tenía, simplemente soltó un pequeño suspiro. Tenía que desviarse un poco del rumbo que había tomado, pero con suerte podría mantener aquel viento a su favor. El día había resultado más agradable de lo que esperaba, y aunque continuaba muriéndose de hambre, en realidad no le importaba mientras estuviese en el mar. La brisa era tan agradable, y por fin se sentía tan cómoda... Todo para tener que volver a entrar en aquella maldita ciudad.
- Perfecto-. Comentó, observando el astillero. No sabía si se le daría especialmente bien atracar, pero suponía que había una primera vez para todo. Así que procedió a las maniobras para dejar el barco en un lugar estable. En cuanto lo tuvo, observó el muelle, y se aseguró de que hubiese poco espacio entre ella y las maderas, puesto que lo último que quería ese día era caerse al agua.- Ehm... No creo que sea la mejor idea, ¿sabes? Osea, podemos preparar las cosas primero, o algo... sí, lo mejor sería primero preparar los suministros...- Pensó, intentando buscar cualquier tipo de excusa. Lo cierto era que no le hacía demasiada gracia comenzar con los problemas tan pronto-. Y así si luego nos persiguen... pues bueno, por lo menos tenemos todo preparado... ¿No? Vamos, creo que sería más prudente tener cuidado.
- ¿Hay una base de la marine? -. Preguntó, girándose hacia él-. Eso explica por qué esos inútiles no han parado de molestar. Cada vez que intentaba algo aparecían por la esquina contraria.- Encogiéndose de hombros, simplemente continuó hacia el timón, oteando el horizonte. Si continuaban con aquel viento favorable, no tardarían en llegar a una zona medianamente aceptable donde poder atracar, y entonces podrían dedicarse a buscar provisiones. Aunque...- Oye, y si es corrupto, ¿por qué la gente lo acepta? - Preguntó. Para ella, que había vivido tantas injusticias a lo largo de su vida, y que había sido testigo de otras realizadas en su presencia, le resultaba completamente extraño que el pueblo no hubiese intentado rebelarse a la opresión. Aunque tampoco había visto exactamente qué tipo de corrupción era la que había allí-. ¿Qué tipo de corrupción hay? Si se trata de comercio... ¿podría ser comercios ilícitos?
Tras haber escuchado a Taishi hablando sobre el astillero que él tenía, simplemente soltó un pequeño suspiro. Tenía que desviarse un poco del rumbo que había tomado, pero con suerte podría mantener aquel viento a su favor. El día había resultado más agradable de lo que esperaba, y aunque continuaba muriéndose de hambre, en realidad no le importaba mientras estuviese en el mar. La brisa era tan agradable, y por fin se sentía tan cómoda... Todo para tener que volver a entrar en aquella maldita ciudad.
- Perfecto-. Comentó, observando el astillero. No sabía si se le daría especialmente bien atracar, pero suponía que había una primera vez para todo. Así que procedió a las maniobras para dejar el barco en un lugar estable. En cuanto lo tuvo, observó el muelle, y se aseguró de que hubiese poco espacio entre ella y las maderas, puesto que lo último que quería ese día era caerse al agua.- Ehm... No creo que sea la mejor idea, ¿sabes? Osea, podemos preparar las cosas primero, o algo... sí, lo mejor sería primero preparar los suministros...- Pensó, intentando buscar cualquier tipo de excusa. Lo cierto era que no le hacía demasiada gracia comenzar con los problemas tan pronto-. Y así si luego nos persiguen... pues bueno, por lo menos tenemos todo preparado... ¿No? Vamos, creo que sería más prudente tener cuidado.
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Taishi seguía su camino por la andana de madera mientras escuchaba a su capitana detrás de él, bebía y reía a carcajadas al escucharla, no como una burla, más bien parecía más su forma de ser, era un joven sencillo que no parecía darle muchas vueltas a las cosas. Preguntabas porque nadie le había hecho frente a esos marines corruptos eh... ¡Pues muy sencillo, por dar muchas vueltas a las cosas, todos saben que está mal pero quieren pensar tantos planes que al final nunca ocurren porque se acobardan o los pillan! - Da un trago a la botella, divertido - ¡Así que yo pienso que es mucho mejor presentarse, tumbar la puerta y reventarlos! - Da un segundo trago - ¿Por qué no lo he hecho nunca? Muy sencillo, era un carpintero, pero ahora soy todo un pirata, un hombre de mar - Ríe a carcajadas, visiblemente feliz - ¡Vamos, vamos, Imouto-san! - Seguiría andando dirección a la ciudad.
La ciudad a simple vista parece un lugar tranquilo y seguro del que nadie sospecharía, sin embargo, Taishi tras varios años viviendo en él conocía las ilegalidades y los tráficos que los criminales llevaban a cabo por una simple razón, a él le ofrecieron un trato suculento si dejaba que en su astillero entrase ese tipo de mercancía, por supuesto, se negó y desde aquél entonces el carpintero no solía caminar por la ciudad, pero ahora todo había cambiado, ahora era un pirata. Señaló la bandera que coronaba la ciudad, el símbolo era fácilmente identificable para cualquier persona, era la bandera de la marine. Ahí está nuestro objetivo, allá vamos - Sonrío y justamente cuando iba a dar un trago se dio cuenta de que su calabaza estaba vacía, miró por el orificio y efectivamente se dio cuenta, no tenía más sake. Necesito comprar más bebida, hm... - Se dirigió a un bar, pidió una botella de sake y cuando iba a pagar se dio cuenta que había perdido la bolsita con dinero en el intento de recuperar su navío, pero como si se tratase del destino, el anciano dueño del bar le reconoció - ¡No te preocupes, no te preocupes, la botella invita la casa! - Al parecer, ese anciano conocía los efectos de tener a Taishi sin alcohol. Él se limitó a sonreír y a rellenar su vasija con el alcohol - Bien, ahora ya podemos dirigirnos a nuestro objetivo - Se dio media vuelta y empezó a andar hasta el exterior con una media sonrisa mientras bebía, parte del sake se perdía por la comisura de sus labios. El anciano llamó la atención de la acompañante del carpintero y le entregó dos botellas - Te evitará muchos problemas, hazme caso - Murmuró el viejo.
La ciudad a simple vista parece un lugar tranquilo y seguro del que nadie sospecharía, sin embargo, Taishi tras varios años viviendo en él conocía las ilegalidades y los tráficos que los criminales llevaban a cabo por una simple razón, a él le ofrecieron un trato suculento si dejaba que en su astillero entrase ese tipo de mercancía, por supuesto, se negó y desde aquél entonces el carpintero no solía caminar por la ciudad, pero ahora todo había cambiado, ahora era un pirata. Señaló la bandera que coronaba la ciudad, el símbolo era fácilmente identificable para cualquier persona, era la bandera de la marine. Ahí está nuestro objetivo, allá vamos - Sonrío y justamente cuando iba a dar un trago se dio cuenta de que su calabaza estaba vacía, miró por el orificio y efectivamente se dio cuenta, no tenía más sake. Necesito comprar más bebida, hm... - Se dirigió a un bar, pidió una botella de sake y cuando iba a pagar se dio cuenta que había perdido la bolsita con dinero en el intento de recuperar su navío, pero como si se tratase del destino, el anciano dueño del bar le reconoció - ¡No te preocupes, no te preocupes, la botella invita la casa! - Al parecer, ese anciano conocía los efectos de tener a Taishi sin alcohol. Él se limitó a sonreír y a rellenar su vasija con el alcohol - Bien, ahora ya podemos dirigirnos a nuestro objetivo - Se dio media vuelta y empezó a andar hasta el exterior con una media sonrisa mientras bebía, parte del sake se perdía por la comisura de sus labios. El anciano llamó la atención de la acompañante del carpintero y le entregó dos botellas - Te evitará muchos problemas, hazme caso - Murmuró el viejo.
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Mirando de reojo el barco, nunca pensó que abandonaría el mar de forma tan apresurada. Apenas empezaba a conocer lo maravilloso que era por dentro, apenas había podido palpar la madera... y ya estaba de vuelta en aquella ciudad de mierda. Suspiró un poco, terminó de bajar y miró nuevamente a Taishi, que parecía estar completamente tranquilo en el lugar. Lo cierto es que no podía llegar a creer lo que decía. Entendía que planificar todo demasiado no era bueno, pero desde siempre, tener al menos una pequeña idea de lo que iba a hacer le había servido para no acabar muerta y tirada en algún rincón. Había sido su forma de sobrevivir, así que no tiraría todo eso por la borda sin más.
- Entiendo que no tenemos que hacer el mejor plan del mundo, pero por lo menos deberíamos preparar algo. Que seas un pirata no cambia las cosas, hombre.- Rascó su nuca, acelerando para aproximarse a él, de forma que pudiese caminar a su lado. Sus pasos, danzantes entre la madera, apenas resonaban, contrario a lo que sucedía con los de su compañero debido a su calzado. Acostumbrada a andar sola, le resultaba extraño estar junto a alguien, pero tenía que ir acostumbrándose. Compuso el semblante más firme que fue capaz de trazar, como si de verdad hubiese empezado ahí su aventura como pirata y tuviese que hacer el esfuerzo de ser aquello que decía ser.- Vamos, no podemos ir sin más, tendríamos que intentar buscar ayuda, o algo.- Intentando hacerle entrar en razón, incluso aunque no parecía capaz de hacerlo, encogió los hombros.- Si preparamos algo podremos atacar pronto, vamos a trazar algo.
Continuaron caminando por la ciudad. Después de más de una semana, no se acordaba de ninguna calle, ni siquiera de los bares que podía haber. Tampoco entendía el funcionamiento en sí de la ciudad, así que se limitó a seguirle, esperando que no le llevase a algún lugar deplorable, o peor aún, a la base de la marine. Y sus mayores temores se hicieron realidad conforme iba esquivando a la gente que había a su alrededor. Señaló la bandera, y Asheris evitó darse un golpe en la frente simplemente por no quedar mal delante de Taishi.
- Por favor, tenemos que esperar...- Comentó, aunque él parecía dirigirse ya hacia otro lugar. Le siguió, prácticamente por compromiso, hasta que entraron a una taberna. Le sorprendió que hubiesen cambiado tan rápido de objetivo, pero agradeció que por fin hubiese cambiado de lugar. Esperó a que comprase algo de beber, intentando evitar las ganas de robar a un par de borrachos que había cerca. En cuanto le ofrecieron las botellas, las tomó sin llegar a tocar al hombre, asintiendo varias veces.- Gracias, supongo. ¡Eh, Taishi, espera! Por dios, espera. No vamos a atacar esa base. Es muy pronto, demasiado apresurado. Relájate. Vamos a comer algo. - Rascó su nuca, parándose en seco junto a las botellas que llevaba. Si él quería ir y suicidarse, no se lo impediría, pero ella no iba a arriesgar la vida que tanta gente había protegido incluso aun a riesgo de su muerte, y mucho menos tiraría la oportunidad de convertirse en pirata.
- Entiendo que no tenemos que hacer el mejor plan del mundo, pero por lo menos deberíamos preparar algo. Que seas un pirata no cambia las cosas, hombre.- Rascó su nuca, acelerando para aproximarse a él, de forma que pudiese caminar a su lado. Sus pasos, danzantes entre la madera, apenas resonaban, contrario a lo que sucedía con los de su compañero debido a su calzado. Acostumbrada a andar sola, le resultaba extraño estar junto a alguien, pero tenía que ir acostumbrándose. Compuso el semblante más firme que fue capaz de trazar, como si de verdad hubiese empezado ahí su aventura como pirata y tuviese que hacer el esfuerzo de ser aquello que decía ser.- Vamos, no podemos ir sin más, tendríamos que intentar buscar ayuda, o algo.- Intentando hacerle entrar en razón, incluso aunque no parecía capaz de hacerlo, encogió los hombros.- Si preparamos algo podremos atacar pronto, vamos a trazar algo.
Continuaron caminando por la ciudad. Después de más de una semana, no se acordaba de ninguna calle, ni siquiera de los bares que podía haber. Tampoco entendía el funcionamiento en sí de la ciudad, así que se limitó a seguirle, esperando que no le llevase a algún lugar deplorable, o peor aún, a la base de la marine. Y sus mayores temores se hicieron realidad conforme iba esquivando a la gente que había a su alrededor. Señaló la bandera, y Asheris evitó darse un golpe en la frente simplemente por no quedar mal delante de Taishi.
- Por favor, tenemos que esperar...- Comentó, aunque él parecía dirigirse ya hacia otro lugar. Le siguió, prácticamente por compromiso, hasta que entraron a una taberna. Le sorprendió que hubiesen cambiado tan rápido de objetivo, pero agradeció que por fin hubiese cambiado de lugar. Esperó a que comprase algo de beber, intentando evitar las ganas de robar a un par de borrachos que había cerca. En cuanto le ofrecieron las botellas, las tomó sin llegar a tocar al hombre, asintiendo varias veces.- Gracias, supongo. ¡Eh, Taishi, espera! Por dios, espera. No vamos a atacar esa base. Es muy pronto, demasiado apresurado. Relájate. Vamos a comer algo. - Rascó su nuca, parándose en seco junto a las botellas que llevaba. Si él quería ir y suicidarse, no se lo impediría, pero ella no iba a arriesgar la vida que tanta gente había protegido incluso aun a riesgo de su muerte, y mucho menos tiraría la oportunidad de convertirse en pirata.
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Los civiles escucharon a la joven pirata y algunos se giraron observando al dúo que parecían más un dúo cómico que dos piratas a tener en cuenta. Se escuchó un murmuró, algunos preguntándose quiénes eran, otros reconocían a Taishi como el carpintero y los demás se habían quedado de piedra al juntar las palabras "pirata" y "atacar al cuartel de la marine". El carpintero parecía lanzado a seguir con la idea de atacar el cuartel, pero si algo le gustaba tanto como construir barcos o beber era comer. ¡Me parece una idea excelente, no podemos destrozarlos con el estómago vacío! - Se puso a reír a carcajadas mientras se daba la vuelta, no obstante, el anciano se quedó blanco cuando vio que Taishi volvía al interior de la taberna, al parecer no quería tenerle cerca o le tenía miedo.
Taishi se sentó en una mesa y se quedaría bebiendo mientras esperaba a ser atendido, sin embargo, la capitana fue asaltada de estrangis por el anciano. Pssé, pssé... cuidado con ese muchacho, se rumorea que hace unos días... ar-arrasó con Trock y sus muchachos de un solo pu-puñetazo, la casa invita a lo que deseéis - En ese momento, Taishi clavó una mirada seria al anciano que distraía a su capitana y el viejo, como si el propio diablo le mirase salió por patas al interior de la cocina. Esperó que su capitana tomase asiento mientras seguía bebiendo. Está bien, haremos un plan, pero que no sea muy largo, algo sencillo, además, tu eres la capitana y eres quien debe tomar las decisiones pero... si me aburro iré yo solo - Asiente un par de vez convencido de sus palabras. Ahora... - Levantó la mano llamando la atención del viejo que apareció delante corriendo y reverenciando a los dos piratas - Si ella es la capitana y tiene a este diablo, no quiero meterme en problemas - Pensó el anciano - Hoy invita la casa, por favor comed lo que deseéis. En ese momento los ojos de Taishi se iluminaron, para él un buffet libre era un verdadero tesoro, alcohol y comida a placer y para su capitana era la oportunidad de tenerle receptivo, distraído y lo más importante, sin la idea de encarar solo ese cuartel.
La comida salía de la cocina y volvía con los platos prácticamente vacíos, el suministro de alcohol amenazaba con agotarse en cualquier momento y si ese dúo ya tenía la atención de algunos civiles desde que escucharon esas dos palabras, ahora observan con incredulidad la capacidad para comer y beber que tenía el carpintero. Bueno, Imouto-chan, dime. ¿Cuál es el plan? - Decía mientras bebía y parte del sake se perdía por la comisura de sus labios.
Taishi se sentó en una mesa y se quedaría bebiendo mientras esperaba a ser atendido, sin embargo, la capitana fue asaltada de estrangis por el anciano. Pssé, pssé... cuidado con ese muchacho, se rumorea que hace unos días... ar-arrasó con Trock y sus muchachos de un solo pu-puñetazo, la casa invita a lo que deseéis - En ese momento, Taishi clavó una mirada seria al anciano que distraía a su capitana y el viejo, como si el propio diablo le mirase salió por patas al interior de la cocina. Esperó que su capitana tomase asiento mientras seguía bebiendo. Está bien, haremos un plan, pero que no sea muy largo, algo sencillo, además, tu eres la capitana y eres quien debe tomar las decisiones pero... si me aburro iré yo solo - Asiente un par de vez convencido de sus palabras. Ahora... - Levantó la mano llamando la atención del viejo que apareció delante corriendo y reverenciando a los dos piratas - Si ella es la capitana y tiene a este diablo, no quiero meterme en problemas - Pensó el anciano - Hoy invita la casa, por favor comed lo que deseéis. En ese momento los ojos de Taishi se iluminaron, para él un buffet libre era un verdadero tesoro, alcohol y comida a placer y para su capitana era la oportunidad de tenerle receptivo, distraído y lo más importante, sin la idea de encarar solo ese cuartel.
La comida salía de la cocina y volvía con los platos prácticamente vacíos, el suministro de alcohol amenazaba con agotarse en cualquier momento y si ese dúo ya tenía la atención de algunos civiles desde que escucharon esas dos palabras, ahora observan con incredulidad la capacidad para comer y beber que tenía el carpintero. Bueno, Imouto-chan, dime. ¿Cuál es el plan? - Decía mientras bebía y parte del sake se perdía por la comisura de sus labios.
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Habiendo convencido -sin tener ni idea de cómo- al hombre, soltó un suspiro. Incluso se le había acelerado el corazón al comprender lo que estaban a punto de hacer, pero, por suerte, logró algo de tiempo en el que poder pensar exactamente algunos puntos a tener en cuenta. Los susurros a su alrededor no conseguían calmarle, no cuando algunos ya empezaban a suponer que se trataba de una banda pirata. Quizá "banda" fuese una palabra demasiado grande para lo que eran, pero en cuanto comenzase a correr la voz sería un problema. Por lo demás, que se extendiese le resultaba agradable, pues suponía que la gente se alejase todavía más de ella, dejándole espacio suficiente como para no ser importunada ni tocada bajo ningún concepto, algo que agradecía. Justo estaba pasando cerca de Taishi para sentarse cuando el mismo anciano se acercó a ella. Pensando que intentaba agarrarla, se echó hacia atrás ligeramente, y achinó los ojos, esperando ver qué era lo que quería. En cuanto comenzó a hablar, sin embargo, forjó una sonrisa en su rostro. No de incredulidad, sino de complacencia.
- Genial, tengo hambre.- Ignorando en cierta medida las acusaciones contra su nuevo camarada, se aproximó a la mesa en la que estaba Taishi.- Me apetece oden, y un ramen. También algo de tempura de verduras, y si tienes tonkatsu también, por favor y gracias. Y sake para mí también.- Además, el hombre había desaparecido de su vista sin siquiera darse cuenta, por lo que fue todavía mejor. Qué servicio más agradable, sin duda.- ¿Es verdad que derrotaste a no se qué Trunks? Es lo que dice la gente.- Preguntó después de haber pedido, preguntándose si era cierto. Si así era, significaba que había conseguido a un buen nakama con el que dirigirse al Grand Line. También quiso averiguarlo para darle algo de que hablar, en lugar de mantenerle pensativo sobre un plan que aún no se le había ocurrido. Culparía al hambre, pero lo cierto era que no disponía de dato alguno con el que enfrentarse a tal situación.
En cuanto la comida comenzó a llegar casi se echa a llorar. Hacía tantísimo tiempo que no se llevaba algo caliente a la boca que le resultaba demasiado bonito para ser cierto. Sus manos temblaban mientras se acercaba a la comida, los platos no resultaban ser suficientes como para llenar una tripa que tanto tiempo había estado prácticamente vacía. La ilusión estaba presente en la chiquilla, y alguna que otra lágrima se derramaba conforme daba bocados.
- ¡Está riquísimo! - Dijo, esperando a que le contase aquella historia en la que el hombre había participado. Seguramente sería algo divertido. Y si había conseguido que todo el mundo le temiese debido a ello, era mejor saber con quién se había juntado.
- Genial, tengo hambre.- Ignorando en cierta medida las acusaciones contra su nuevo camarada, se aproximó a la mesa en la que estaba Taishi.- Me apetece oden, y un ramen. También algo de tempura de verduras, y si tienes tonkatsu también, por favor y gracias. Y sake para mí también.- Además, el hombre había desaparecido de su vista sin siquiera darse cuenta, por lo que fue todavía mejor. Qué servicio más agradable, sin duda.- ¿Es verdad que derrotaste a no se qué Trunks? Es lo que dice la gente.- Preguntó después de haber pedido, preguntándose si era cierto. Si así era, significaba que había conseguido a un buen nakama con el que dirigirse al Grand Line. También quiso averiguarlo para darle algo de que hablar, en lugar de mantenerle pensativo sobre un plan que aún no se le había ocurrido. Culparía al hambre, pero lo cierto era que no disponía de dato alguno con el que enfrentarse a tal situación.
En cuanto la comida comenzó a llegar casi se echa a llorar. Hacía tantísimo tiempo que no se llevaba algo caliente a la boca que le resultaba demasiado bonito para ser cierto. Sus manos temblaban mientras se acercaba a la comida, los platos no resultaban ser suficientes como para llenar una tripa que tanto tiempo había estado prácticamente vacía. La ilusión estaba presente en la chiquilla, y alguna que otra lágrima se derramaba conforme daba bocados.
- ¡Está riquísimo! - Dijo, esperando a que le contase aquella historia en la que el hombre había participado. Seguramente sería algo divertido. Y si había conseguido que todo el mundo le temiese debido a ello, era mejor saber con quién se había juntado.
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Taishi arqueó un poco la ceja al escuchar a la joven preguntarle por lo sucedido con Trock pero tampoco iba a darle mucha importancia, la verdad es que para él era una anécdota sin más, bebió sake y se limpió los labios con el dorso de la mano - Así es, acabé con su banda y él de un solo puñetazo, eran unos cuarenta y los reduje a cenizas - Después se puso a comer antes de proseguir con la explicación - Habían secuestrado a la pequeña Ai y hice que se arrepintiesen, además, conocí a un extraño muchacho, la verdad es que es posible que esté por la ciudad, además creo que era médico o algo por el estilo, no lo sé, era un poco raro - Dijo mientras comía y bebía, tal vez pueda ayudarnos con nuestro cometido pero ni siquiera se si quiere ser un pirata, pero seguro que es divertido patear el culo a esos marines del cuartel - No ocultaba en ningún momento sus intenciones, de hecho, tampoco bajaba la voz y cuando terminó de hablar se puso a reír a carcajadas, le parecía cómico imaginarse como los marines huían despavoridos de sus golpes.
Oye y... ¿Cuánto tardaremos aproximadamente en ir a por ellos, un par de horas? Porque tal vez después de comer necesite echarme un rato a descansar - Se golpeó la tripa con la palma de la mano, divertido. Taishi era o muy excéntrico o era muy despreocupado, en ningún momento parecía importarle la gente que les rodeaba, tampoco sabía donde podía encontrar a Andrew, sin embargo, sí creía que era fácil encontrar a un médico en una ciudad pues solo tenía que preguntar por él, no obstante él no parecía estar en la labor de querer aportar en la búsqueda ya que estaba muy a gusto comiendo y disfrutando de la bebida que le servían en todo momento. No tenía mucho más que hacer a parte de comer y beber, aunque mientras lo hacía una idea se le cruzó - Espera... tu no me has dicho tu nombre. ¿Quién eres? ¡Que divertido, llevo horas siguiéndote y ni siquiera conozco tu nombre! - Volvió a reírse a carcajadas, la verdad es que no esperaba caer en esa idea, pero por muy absurdo que pareciese le resultaba muy gracioso.
Oye y... ¿Cuánto tardaremos aproximadamente en ir a por ellos, un par de horas? Porque tal vez después de comer necesite echarme un rato a descansar - Se golpeó la tripa con la palma de la mano, divertido. Taishi era o muy excéntrico o era muy despreocupado, en ningún momento parecía importarle la gente que les rodeaba, tampoco sabía donde podía encontrar a Andrew, sin embargo, sí creía que era fácil encontrar a un médico en una ciudad pues solo tenía que preguntar por él, no obstante él no parecía estar en la labor de querer aportar en la búsqueda ya que estaba muy a gusto comiendo y disfrutando de la bebida que le servían en todo momento. No tenía mucho más que hacer a parte de comer y beber, aunque mientras lo hacía una idea se le cruzó - Espera... tu no me has dicho tu nombre. ¿Quién eres? ¡Que divertido, llevo horas siguiéndote y ni siquiera conozco tu nombre! - Volvió a reírse a carcajadas, la verdad es que no esperaba caer en esa idea, pero por muy absurdo que pareciese le resultaba muy gracioso.
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Al escuchar sobre su rápida derrota a aquellos maleantes, alzó una ceja. Y cuando nombró la totalidad de sus integrantes, se preguntó quién demonios era aquel hombre y cómo había llegado a ser tan fuerte. De un puñetazo, todo eso lo había logrado de un puñetazo... era algo increíble. Además, lo había hecho con tal de ayudar a una tal Ai, lo que significaba que, pese a que el pueblo estuviese llamándole criminal o semejante, en realidad lo había hecho por alguien más, por cuidarla. Y eso valía más para ella que cualquier otra cosa. Tener a alguien así en su banda sin duda sería algo agradable, incluso aunque pudiese resultar temerario o molesto. Además, les habían dado comida gratis gracias a aquel percance.
- Ya veo, un buen acto por los demás. Me gusta, me gusta.- Sonrió suavemente, tomando aquella copa de sake que había pedido para dar un pequeño trago. No había probado mucho el alcohol en su vida, por lo que resultaba ligeramente confuso tanto el sabor como la sensación que le producía. Ante sus risas por la conversación, simplemente dejó que la comida reposase y que el tiempo pusiese todo en su lugar. Por suerte, parecía estar dispuesto a esperar un poco.- Tranquilo, sí, es mejor empezar un poco más tarde.- Comentó, restándole importancia. No era una mentira como tal, pero sí que era una excusa para tener más tiempo y poder pensar mejor en la situación.
Por otro lado, pensó en el médico al que había nombrado. Tal vez él pudiese saber exactamente qué era lo que le ocurría. Hacía ya tiempo que se lo preguntaba, pero no había tenido ni el tiempo ni la disposición de acercarse a un médico que pudiese examinarle. Además, los problemas que tenía con respecto a lo que había ocurrido dos años atrás no eran ni por asomo los peores. Su cuerpo estaba desnutrido y sabía que sería complicado pagar por un chequeo completo. En general tampoco quería que un médico le tocase, así que... sí, era una situación difícil.
- ¿Crees que podrías presentarme a ese médico? - Preguntó. Quizá si él le conocía y eran amigos podría llegar a ver al médico bajo sus propias condiciones. Y si no, ya no importaba mucho, no se arrepentiría de robar a alguien más. Aún estaba divagando sobre aquello cuando escuchó su nueva pregunta. Lo cierto era que tampoco se le había pasado por la cabeza que le preguntase su nombre. Hacía tiempo que no lo utilizaba, y prefería no darle información que pudiese ponerle en peligro a él o a la futura banda que estaban comenzando a formar. Así que simplemente decidió que su apodo podría pasar como su propio nombre a partir de ese momento.- Cheshire, me llamo Cheshire.- Dijo, con una sonrisa.
- Ya veo, un buen acto por los demás. Me gusta, me gusta.- Sonrió suavemente, tomando aquella copa de sake que había pedido para dar un pequeño trago. No había probado mucho el alcohol en su vida, por lo que resultaba ligeramente confuso tanto el sabor como la sensación que le producía. Ante sus risas por la conversación, simplemente dejó que la comida reposase y que el tiempo pusiese todo en su lugar. Por suerte, parecía estar dispuesto a esperar un poco.- Tranquilo, sí, es mejor empezar un poco más tarde.- Comentó, restándole importancia. No era una mentira como tal, pero sí que era una excusa para tener más tiempo y poder pensar mejor en la situación.
Por otro lado, pensó en el médico al que había nombrado. Tal vez él pudiese saber exactamente qué era lo que le ocurría. Hacía ya tiempo que se lo preguntaba, pero no había tenido ni el tiempo ni la disposición de acercarse a un médico que pudiese examinarle. Además, los problemas que tenía con respecto a lo que había ocurrido dos años atrás no eran ni por asomo los peores. Su cuerpo estaba desnutrido y sabía que sería complicado pagar por un chequeo completo. En general tampoco quería que un médico le tocase, así que... sí, era una situación difícil.
- ¿Crees que podrías presentarme a ese médico? - Preguntó. Quizá si él le conocía y eran amigos podría llegar a ver al médico bajo sus propias condiciones. Y si no, ya no importaba mucho, no se arrepentiría de robar a alguien más. Aún estaba divagando sobre aquello cuando escuchó su nueva pregunta. Lo cierto era que tampoco se le había pasado por la cabeza que le preguntase su nombre. Hacía tiempo que no lo utilizaba, y prefería no darle información que pudiese ponerle en peligro a él o a la futura banda que estaban comenzando a formar. Así que simplemente decidió que su apodo podría pasar como su propio nombre a partir de ese momento.- Cheshire, me llamo Cheshire.- Dijo, con una sonrisa.
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Con un palillo Taishi limpiaba el resto de comida que tenía entre sus dientes, a decir verdad estaba a reventar ya que había comido y bebido una cantidad de comida y alcohol sorprendente para un cuerpo humano normal, no obstante no parecía preocupado y sí estaba muy satisfecho con la comida. Cheshire, menudo nombre más raro, la verdad es que la chica en si es rara - Pensó observándola, sin embargo no le dio mucha importancia, se levantó y bostezó estirándose - No sé donde trabaja, sin embargo sí sé que se llama Andrew, es un extraño con un poder gracioso, toda banda necesita reírse así que yo creo que estaría bien incorporarle, dile que vienes de parte de Taishi, el carpintero. - Comentó el carpintero sin darle mayor importancia a la gente que les observaba incrédulos - Viejo voy a arriba a tumbarme, supongo que también invita la casa - Una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en su rostro consciente de lo que su presencia causaba en aquél anciano que se limitó a asentir, después miró de reojo a su capitana con esa sonrisa que rebozaba confianza y seguridad - Cuando tengas el plan dentro de unas horas ven a despertarme, quiero ir a por ese cuartel de marines - Algunos de los civiles se cayeron de la silla, observaban a aquél joven que generaba una extraña duda o sensación entre los presentes. ¿Era realmente consciente de las palabras que decía y con la naturalidad que lo hacía? Sin embargo, Taishi rebozaba confianza, su posado era seguro y no parecía estar ebrio cosa que lo hacía aún más inverosímil pues su idea de hacerles frente era totalmente sincera. Muchos se miraron y centraron la vista en los jóvenes. ¡Cómo sea, me marcharé a descansar! - Bostezó, después el sonido de las getas contra la madera de la escalera indicaban que el joven se alejaba de la planta de abajo. No tardaría mucho en quedarse dormido como un tronco.
El rumor empezó a expandirse por la ciudad, empezó a circular una idea, una banda pirata había llegado a la isla, una banda pirata se había formado en la isla y como todos los rumores fue cambiando de forma, unos piratas revolucionarios vienen a liberar la isla. El rumor corrió como la pólvora.
El rumor empezó a expandirse por la ciudad, empezó a circular una idea, una banda pirata había llegado a la isla, una banda pirata se había formado en la isla y como todos los rumores fue cambiando de forma, unos piratas revolucionarios vienen a liberar la isla. El rumor corrió como la pólvora.
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