Cheshire
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Hacía apenas unas horas que habían conseguido juntarse en el astillero. El barco sobre el que habían estado resultaba menos vacío bajo su presencia, bajo la tranquilidad de quienes habían decidido convertirse en compañeros a partir de ese mismo momento. Habían charlado para conocerse, y habían disfrutado de la compañía mutua, incluso aunque había durado poco. Y después, entre todos, habían decidido salir a celebrarlo entre los diferentes bares de la ciudad -evitando, desde luego, el bar al que Taishi había llevado a Cheshire por la tarde-. Lo cierto era que solamente querían divertirse, aprovechar para conocerse entre ellos y, además, forjar nuevos lazos que pudiesen ayudarles de cara a los problemas que tendrían en el momento de zarpar. Por su parte, Cheshire quería que se llevasen bien, pues no quería rencillas una vez estuviese a bordo, y también quería poder confiar en que estarían allí para ayudarse entre ellos -y a ella, en caso de que se volviese complicado-.
Por otro lado, esa especie de celebración también tenía un propósito diferente. Había evitado mencionarlo de antemano, pero sabía que en algún momento tendría que hacerlo. Su intención principal, tras hablar con Taishi y con Rini, era comenzar una búsqueda. Si de verdad querían atacar al gobierno mundial directamente desde su comienzo, si querían declararles la guerra más aún, entonces necesitaban algo de ayuda. Y para conseguir ayuda dentro de la ciudad necesitaban a aquellos que pensasen igual. A los heridos, humillados y apartados del sistema. Esa parte de la población que pudiese unirse a su causa por sentirse igual de ajenos al resto que ellos. Sí, definitivamente se centrarían en ese tipo de gente. A cambio de su ayuda, les liberarían de la corrupción de la isla, dejándola para ellos. Pero eso suponía un esfuerzo extra, encontrando a ese tipo de personas, y también convenciéndolas para unirse a su causa.
Ya habían pasado por varios bares, y en ninguno había encontrado a nadie que estuviese lo suficientemente loco o lo suficientemente enfadado con el gobierno como para enfrentarse a ellos. No les culpaba, sabía de primera mano lo difícil que era llegar a oponerse a todo cuanto conocieron. Pero eso no significaba que hubiese dejado de buscar. Siguiendo la ruta de bares creada por Taishi, llegaron hasta otro. Ella ni siquiera se había fijado en la dirección que habían tomado, y aunque lo hubiese hecho tampoco serviría de nada, por lo que no le preocupaba especialmente, incluso aunque ya era tarde en la noche.
- ¿Es aquí, Taishi? - Preguntó, observando el lugar, intentando focalizar realmente en lo que estaba viendo. Se había pasado un poco con la bebida, en un intento por convencer a aquellos hombres y mujeres para unirse a la ofensiva, pero solo había conseguido que su mente se nublase. No estaba precisamente acostumbrada a beber, así que no le resultaba extraño que su cuerpo no aguantase lo más mínimo. Por el contrario, el maldito de Taishi parecía estar perfectamente.- ¿Dónde se supone que estamos? - Nada más hacer la pregunta, sonrió ampliamente, y negó varias veces.- Da igual, da igual, si en realidad tampoco sabía... dónde estábamos antes.- Aprovechó para rascarse los ojos, en un intento por ver mejor, aunque no resultó demasiado útil.- Venga, vamos a beber algo.
Por otro lado, esa especie de celebración también tenía un propósito diferente. Había evitado mencionarlo de antemano, pero sabía que en algún momento tendría que hacerlo. Su intención principal, tras hablar con Taishi y con Rini, era comenzar una búsqueda. Si de verdad querían atacar al gobierno mundial directamente desde su comienzo, si querían declararles la guerra más aún, entonces necesitaban algo de ayuda. Y para conseguir ayuda dentro de la ciudad necesitaban a aquellos que pensasen igual. A los heridos, humillados y apartados del sistema. Esa parte de la población que pudiese unirse a su causa por sentirse igual de ajenos al resto que ellos. Sí, definitivamente se centrarían en ese tipo de gente. A cambio de su ayuda, les liberarían de la corrupción de la isla, dejándola para ellos. Pero eso suponía un esfuerzo extra, encontrando a ese tipo de personas, y también convenciéndolas para unirse a su causa.
Ya habían pasado por varios bares, y en ninguno había encontrado a nadie que estuviese lo suficientemente loco o lo suficientemente enfadado con el gobierno como para enfrentarse a ellos. No les culpaba, sabía de primera mano lo difícil que era llegar a oponerse a todo cuanto conocieron. Pero eso no significaba que hubiese dejado de buscar. Siguiendo la ruta de bares creada por Taishi, llegaron hasta otro. Ella ni siquiera se había fijado en la dirección que habían tomado, y aunque lo hubiese hecho tampoco serviría de nada, por lo que no le preocupaba especialmente, incluso aunque ya era tarde en la noche.
- ¿Es aquí, Taishi? - Preguntó, observando el lugar, intentando focalizar realmente en lo que estaba viendo. Se había pasado un poco con la bebida, en un intento por convencer a aquellos hombres y mujeres para unirse a la ofensiva, pero solo había conseguido que su mente se nublase. No estaba precisamente acostumbrada a beber, así que no le resultaba extraño que su cuerpo no aguantase lo más mínimo. Por el contrario, el maldito de Taishi parecía estar perfectamente.- ¿Dónde se supone que estamos? - Nada más hacer la pregunta, sonrió ampliamente, y negó varias veces.- Da igual, da igual, si en realidad tampoco sabía... dónde estábamos antes.- Aprovechó para rascarse los ojos, en un intento por ver mejor, aunque no resultó demasiado útil.- Venga, vamos a beber algo.
Hitsu
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Akuma no mi
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La tripulación se había reunido, por lo menos los tres miembros que eran actualmente, y eso era un motivo más que suficiente para salir a festejar esa noche tras despertar de forma brusca a Taishi de su placentero sueño. La noche era joven y el grupo no dudaría en ningún momento de derrochar los pocos ahorros de los que disponían, por lo menos en el caso de Rini, en todo tipo de bebidas saltando de local en local de la ciudad que estuviera abierto a esas horas intempestivas de la noche. Poco les importaba al grupo llamar en exceso la atención con sus actos festivos de grupos poco deseados como la marina a los cuales ya habían molestado un poco durante aquella noche Cheshire y Rini, haciendo más que probable que algún pequeño grupo de los mismos que anduviera de guardia durante aquellas horas pudiera estar buscándolas por toda la ciudad.
Pero fuera como fuera y los buscara quien los buscara, eso no era un impedimento para ellos de ir saltando de bar a bar y beber porque les toca. Era difícil de calcular lo que estaban gastando y sobretodo bebiendo, Taishi parecía ser un hombre al que el alcohol le fascinaba bastante, algo que quedaba más que evidenciado para Rini en el momento que lo encontró durmiendo aferrado a la calabaza de sake en la cubierta del barco. Por su parte Rini ya empezaba a sucumbir ligeramente al alcohol a pesar de su leve tolerancia al mismo, la verdad es que por muy tolerante que se sea llega un punto de alcoholismo que se vuelve insostenible y estaba empezando a subírsele un poco el licor teniendo el puntillo bien subido.
La capitana parecía estar en un estado similar, no se ubicaba en donde estaba, aunque en el poco tiempo que hacía que se conocían no le sorprendía que no supiera donde estaba – Yo diría que de normal no sabes dónde estás por la ciudad desu – Comentaba Rini mientras comenzaba a entrar en el siguiente bar sin esperar siquiera a que Taishi confirmara que ese era al que quería ir, total todos los bares son iguales cuando bebes lo suficiente. Acto que su capitana parece ser que imito adentrándose en el establecimiento – ¡Mesero, pónganos una ronda de lo que quiera! – Comento Rini algo animada nada más entro al local dirigiéndose a la primera persona que parecía un trabajador en el lugar. Estaba tan animada que ni presto atención a la gente del local y se sentaría en la barra del bar esperando su copa.
Pero fuera como fuera y los buscara quien los buscara, eso no era un impedimento para ellos de ir saltando de bar a bar y beber porque les toca. Era difícil de calcular lo que estaban gastando y sobretodo bebiendo, Taishi parecía ser un hombre al que el alcohol le fascinaba bastante, algo que quedaba más que evidenciado para Rini en el momento que lo encontró durmiendo aferrado a la calabaza de sake en la cubierta del barco. Por su parte Rini ya empezaba a sucumbir ligeramente al alcohol a pesar de su leve tolerancia al mismo, la verdad es que por muy tolerante que se sea llega un punto de alcoholismo que se vuelve insostenible y estaba empezando a subírsele un poco el licor teniendo el puntillo bien subido.
La capitana parecía estar en un estado similar, no se ubicaba en donde estaba, aunque en el poco tiempo que hacía que se conocían no le sorprendía que no supiera donde estaba – Yo diría que de normal no sabes dónde estás por la ciudad desu – Comentaba Rini mientras comenzaba a entrar en el siguiente bar sin esperar siquiera a que Taishi confirmara que ese era al que quería ir, total todos los bares son iguales cuando bebes lo suficiente. Acto que su capitana parece ser que imito adentrándose en el establecimiento – ¡Mesero, pónganos una ronda de lo que quiera! – Comento Rini algo animada nada más entro al local dirigiéndose a la primera persona que parecía un trabajador en el lugar. Estaba tan animada que ni presto atención a la gente del local y se sentaría en la barra del bar esperando su copa.
Nayelis
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No tenía ni idea de como había acabado en aquel lugar lleno e bares. Había pasado poco tiempo desde los sucesos acontecidos en Praha junto a Victoria, la cual espera que estuviera bien allí donde sea que estuviere. Por el momento iba caminando por la zona sin demasiadas expectativas de encontrar un lugar calmado o poco bullicioso que me permitiera tomar un zumo de naranja o un buen vino, según se diera la noche.
También debía decir que no me acostumbraba a mi nuevo "físico" y que más de una vez me iba para los lados o hacia adelante. ¿Cómo demonios se mueven ellas tan grácilmente? Bueno, da igual ya me acostumbraré, no me queda más narices.
Llevaba a mi conejo Tinny al hombro, como si fuera mi loro pirata. El animalillo estaba tranquilo y calmado, pues ya estaba habituado a ver a borrachos y demás escoria. Caminé por unos quince minutos hasta que Tinny hizo un leve gruñido mientras me daba con su patita en la mejilla y me señalaba el bar que teníamos al lado. No era gran cosa aparentemente pero no parecía estar muy concurrido.
-¿Ahí? Espero que no me la líes otra vez....la última vez que te hice caso tuve que beber zumo de zanahoria.
Así que entré al bar con paso calmado, y pude ver que efectivamente había algo de gente. Algunos en mesas otros en barras, gente joven y vieja. Traté de buscar un sitio donde poner a Tinny mientras yo me acomodara. Por fortuna había una taburete libre junto a la barra. Tinny saltó de mi hombro sobre mi regazo, pues no quería que se subiera a la barra...no quería una bronca por parte del tabernero. Cuando tuvo un momento libre el tabernero me dijo que quería.
-Un zumo de naranja si tiene y una copa de vino- dije antes de señalar al conejo- Y si tiene una zanahoria en el almacén o la cocina también, es para él- señalo a Tinny- Se la pagaré claro está.
Al hombre no parecía hacerle mucha gracia tener animales pequeños en el local, y no tardó en darme un toque de atención.
-No se permiten nimales dentro del local señorita.
-¿Ah no?- respondí dudosa- ¿Entonces los que tiene ahí en esas mesas de atrás emborrachándose no lo son tampoco? El mío al menos viene domesticado -concluí irónica.
El tabernero lanzó un refunfuño y se dio media vuelta. A los pocos minutos trajo el vino, el zumo y una zanahoria, la cual se la di a Tinny en mi regazo.
-Que aproveche.
También debía decir que no me acostumbraba a mi nuevo "físico" y que más de una vez me iba para los lados o hacia adelante. ¿Cómo demonios se mueven ellas tan grácilmente? Bueno, da igual ya me acostumbraré, no me queda más narices.
Llevaba a mi conejo Tinny al hombro, como si fuera mi loro pirata. El animalillo estaba tranquilo y calmado, pues ya estaba habituado a ver a borrachos y demás escoria. Caminé por unos quince minutos hasta que Tinny hizo un leve gruñido mientras me daba con su patita en la mejilla y me señalaba el bar que teníamos al lado. No era gran cosa aparentemente pero no parecía estar muy concurrido.
-¿Ahí? Espero que no me la líes otra vez....la última vez que te hice caso tuve que beber zumo de zanahoria.
Así que entré al bar con paso calmado, y pude ver que efectivamente había algo de gente. Algunos en mesas otros en barras, gente joven y vieja. Traté de buscar un sitio donde poner a Tinny mientras yo me acomodara. Por fortuna había una taburete libre junto a la barra. Tinny saltó de mi hombro sobre mi regazo, pues no quería que se subiera a la barra...no quería una bronca por parte del tabernero. Cuando tuvo un momento libre el tabernero me dijo que quería.
-Un zumo de naranja si tiene y una copa de vino- dije antes de señalar al conejo- Y si tiene una zanahoria en el almacén o la cocina también, es para él- señalo a Tinny- Se la pagaré claro está.
Al hombre no parecía hacerle mucha gracia tener animales pequeños en el local, y no tardó en darme un toque de atención.
-No se permiten nimales dentro del local señorita.
-¿Ah no?- respondí dudosa- ¿Entonces los que tiene ahí en esas mesas de atrás emborrachándose no lo son tampoco? El mío al menos viene domesticado -concluí irónica.
El tabernero lanzó un refunfuño y se dio media vuelta. A los pocos minutos trajo el vino, el zumo y una zanahoria, la cual se la di a Tinny en mi regazo.
-Que aproveche.
Andrew Newmind
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Los últimos días habían sido un poco movidos haciendo que me saliera de la rutina. Jamás hubiera pensado que en menos de una semana me iba a enfrentar a una banda pirata e iba a ser partícipe de un enfrentamiento a gran escala en el fondo de un bar. En definitiva mi rostro no sería olvidado por algunos idiotas del bajo mundo y es por eso que debía ocultarlo mientras caminaba por las calles de mi isla natal. Era irritante tener que preocuparme por ser atacado en venganza y la posibilidad de hacer un show público.
Mi trastorno obsesivo compulsivo me impedía dejar de pensar en las mil cosas que podrían ocurrirme mientras caminaba por la calle. No me encontraba tranquilo mentalmente.
Una chica rubia se cruzó en mi camino y no pude evitar cubrir mi rostro con la capucha de mi chaqueta mientras evitaba chocar con ella. Llevaba un conejo en su hombro algo que me pareció algo extraño. La observé un poco más, no solamente por mi estado de alerta sino por su belleza, y noté que entró a un bar que estaba justo al lado de mi destino.
Entré a un galpón que funciona de depósito de mercancía lleno de cajas de todo tipo cuyo contenido era desconocido para mí. El dueño del galpón era el señor H, mi jefe. Me dirigí hacia el fondo del galpón hasta donde se encontraba un hombre musculoso que resguardaba la única puerta que se encontraba al fondo del lugar.
El hombre me reconoció al instante y abrió la puerta presionando el botón de un control remoto que tenía en su mano derecha.
-Bienvenido Andrew –dijo el hombre.
-Gracias Adnan –respondí.
Al abrirse la puerta un ascensor apareció. Entré al ascensor y presioné el único botón que este tenía. La puerta se cerró y el ascensor empezó a bajar. Iba en camino a La Cueva del Calipso la cual estaba a ocho metros bajo tierra. El ascensor llegó a su destino así que salí de él y me dirigí hacia mi habitación para prepararme para la jornada de trabajo que no tardaría en comenzar.
Al abrir la puerta de mi habitación me encontré con una gran sorpresa. El señor H estaba sentado sobre mi cama y dos hombres de gran tamaño con traje negro estaban a su lado.
-Hola Andrew, he estado esperándote –dijo el señor H.
-No esperaba encontrarlo en mi habitación ¿ha ocurrido algo? –pregunté algo sorprendido.
-¿Has escuchado lo que pasó en uno de los bares de la ciudad en los que hacían peleas clandestinas? Al parecer hubo una riña y el lugar quedó destruido y gracias a eso la marina descubrió el tipo de actividades que hacían y cerraron el lugar. Eran una competencia para nosotros así que me alegro de que haya sucedido –dijo el señor H entre carcajadas.
-¿Eso que tiene que ver conmigo? –pregunté tratando de aparentar que no sabía nada del asunto.
-Estuve investigando un poco y me encontré con la casualidad de que uno de mis hombres estaba en ese lugar y vio todo lo que sucedió –dijo el señor H. –Quedé un poco sorprendido al escuchar que uno de los responsables de dejar el lugar hecho un caos habías sido tú.
Mi corazón empezaba a latir fuertemente mientras el señor H hablaba. No podía creer que él lo supiera todo. Mientras trataba mi mente trataba de comprender la situación en la que me encontraba alguien me atacó por la espalda haciendo que cayera al piso. Un hombre negro se senó sobre mi espalda y me esposó de inmediato. Mi cuerpo empezaba a sentirse débil hasta el punto de no poder hacer esfuerzo alguno de librarme del hombre que tenía sobre mi.
-¿Qué significa esto? ¿Cuál es la razón para que me esposen? –pregunté débilmente.
-La respuesta es obvia. Te has convertido en un potencial problema para mí. Soy un hombre muy cuidadoso mi querido Andrew. Estas esposas están hechas de piedra marina así que no podrás liberarte de ellas –dijo el señor H.
Estaba molesto pero mi cuerpo no reaccionaba a mi ira. Había escuchado que la piedra marina era un material que anulaba los poderes de las frutas del diablo pero no sabía que también producían debilidad general.
-Me disculpo por tratarte de esta manera pero según mi informante tu fuerza no es algo que debamos ignorar. No puedo tener subalternos que puedan darme problemas serios en el futuro –dijo El señor H. –Levántalo – le ordenó al hombre que me había esposado.
-¿Qué piensan hacer conmigo? Hasta este punto llega la cobardía de los ricos –dije molesto.
El hombre me levantó del suelo bruscamente. Mi cuerpo se encontraba débil debido a las esposas. –Tengo algo divertido planeado para ti. Será tan divertido que desearás que te mate justo como hice con tus padres –dijo el señor H entre carcajadas.
Al escuchar aquello mi mente quedó en blanco. – ¿La muerte de mis padres no fue un accidente? ¿Acaso fue él quien los asesinó? –pensé sin poder creer que así fuera.
El señor H chasqueó los dedos y los hombres que lo acompañaban empezaron a golpearme intensamente. Mi cuerpo débil estuvo a punto de caer de nuevo pero el hombre que me esposó me agarró mientras los otros dos me seguían golpeando. El dolor, la ira, la debilidad por las esposas y los pensamientos hicieron que me desmayara en el acto, quedando mi vida en manos del destino.
Mi trastorno obsesivo compulsivo me impedía dejar de pensar en las mil cosas que podrían ocurrirme mientras caminaba por la calle. No me encontraba tranquilo mentalmente.
Una chica rubia se cruzó en mi camino y no pude evitar cubrir mi rostro con la capucha de mi chaqueta mientras evitaba chocar con ella. Llevaba un conejo en su hombro algo que me pareció algo extraño. La observé un poco más, no solamente por mi estado de alerta sino por su belleza, y noté que entró a un bar que estaba justo al lado de mi destino.
Entré a un galpón que funciona de depósito de mercancía lleno de cajas de todo tipo cuyo contenido era desconocido para mí. El dueño del galpón era el señor H, mi jefe. Me dirigí hacia el fondo del galpón hasta donde se encontraba un hombre musculoso que resguardaba la única puerta que se encontraba al fondo del lugar.
El hombre me reconoció al instante y abrió la puerta presionando el botón de un control remoto que tenía en su mano derecha.
-Bienvenido Andrew –dijo el hombre.
-Gracias Adnan –respondí.
Al abrirse la puerta un ascensor apareció. Entré al ascensor y presioné el único botón que este tenía. La puerta se cerró y el ascensor empezó a bajar. Iba en camino a La Cueva del Calipso la cual estaba a ocho metros bajo tierra. El ascensor llegó a su destino así que salí de él y me dirigí hacia mi habitación para prepararme para la jornada de trabajo que no tardaría en comenzar.
Al abrir la puerta de mi habitación me encontré con una gran sorpresa. El señor H estaba sentado sobre mi cama y dos hombres de gran tamaño con traje negro estaban a su lado.
-Hola Andrew, he estado esperándote –dijo el señor H.
-No esperaba encontrarlo en mi habitación ¿ha ocurrido algo? –pregunté algo sorprendido.
-¿Has escuchado lo que pasó en uno de los bares de la ciudad en los que hacían peleas clandestinas? Al parecer hubo una riña y el lugar quedó destruido y gracias a eso la marina descubrió el tipo de actividades que hacían y cerraron el lugar. Eran una competencia para nosotros así que me alegro de que haya sucedido –dijo el señor H entre carcajadas.
-¿Eso que tiene que ver conmigo? –pregunté tratando de aparentar que no sabía nada del asunto.
-Estuve investigando un poco y me encontré con la casualidad de que uno de mis hombres estaba en ese lugar y vio todo lo que sucedió –dijo el señor H. –Quedé un poco sorprendido al escuchar que uno de los responsables de dejar el lugar hecho un caos habías sido tú.
Mi corazón empezaba a latir fuertemente mientras el señor H hablaba. No podía creer que él lo supiera todo. Mientras trataba mi mente trataba de comprender la situación en la que me encontraba alguien me atacó por la espalda haciendo que cayera al piso. Un hombre negro se senó sobre mi espalda y me esposó de inmediato. Mi cuerpo empezaba a sentirse débil hasta el punto de no poder hacer esfuerzo alguno de librarme del hombre que tenía sobre mi.
-¿Qué significa esto? ¿Cuál es la razón para que me esposen? –pregunté débilmente.
-La respuesta es obvia. Te has convertido en un potencial problema para mí. Soy un hombre muy cuidadoso mi querido Andrew. Estas esposas están hechas de piedra marina así que no podrás liberarte de ellas –dijo el señor H.
Estaba molesto pero mi cuerpo no reaccionaba a mi ira. Había escuchado que la piedra marina era un material que anulaba los poderes de las frutas del diablo pero no sabía que también producían debilidad general.
-Me disculpo por tratarte de esta manera pero según mi informante tu fuerza no es algo que debamos ignorar. No puedo tener subalternos que puedan darme problemas serios en el futuro –dijo El señor H. –Levántalo – le ordenó al hombre que me había esposado.
-¿Qué piensan hacer conmigo? Hasta este punto llega la cobardía de los ricos –dije molesto.
El hombre me levantó del suelo bruscamente. Mi cuerpo se encontraba débil debido a las esposas. –Tengo algo divertido planeado para ti. Será tan divertido que desearás que te mate justo como hice con tus padres –dijo el señor H entre carcajadas.
Al escuchar aquello mi mente quedó en blanco. – ¿La muerte de mis padres no fue un accidente? ¿Acaso fue él quien los asesinó? –pensé sin poder creer que así fuera.
El señor H chasqueó los dedos y los hombres que lo acompañaban empezaron a golpearme intensamente. Mi cuerpo débil estuvo a punto de caer de nuevo pero el hombre que me esposó me agarró mientras los otros dos me seguían golpeando. El dolor, la ira, la debilidad por las esposas y los pensamientos hicieron que me desmayara en el acto, quedando mi vida en manos del destino.
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No sabía exactamente cuánto llevaban bebiendo, pero no recordaba que fuese mucho. Así que, ¿por qué el alcohol parecía hacer estragos en su cuerpo? Y no solo en su cuerpo, también en sus sentidos medianamente. Mientras Rini disfrutaba de la fiesta, no podía evitar preguntarse cuánto dinero habían perdido entre copas y algo de comida. Desde luego, ella no había derrochado ni un solo berri. Se había limitado a coger copas de otros borrachos, y botellas de detrás de la barra cuando no había camareros presentes. Había tenido que esperar momentos idóneos... pero valía la pena. En aquel último bar, todo parecía mucho más animado. Había tanta gente que resultaba difícil moverse sin ser vista, pero todavía quedaban opciones, y una de ellas tenía el cabello rubio y un conejo. Sí, era una oportunidad perfecta. O al menos, ella, en su estado de borracha, así lo creía.
Esperó a que el camarero se acercase a la rubia, mientras ella rodeaba la barra, pasando a través de todos los clientes del lugar. Evitó tocarles, y que ellos le tocasen, y por fin consiguió acercarse hacia la zona. Había una especie de entradilla hasta la barra, por lo que resultaba fácil colarse. Únicamente necesitó un salto, sin hacer ruido, como si ni siquiera estuviese allí. Miró a la rubia, que, aunque no conseguía distinguir lo que decía, parecía estar haciendo enfadar al hombre. «Bien por ella», pensó, mientras se acercaba a las botellas. Como no entendía muy bien de alcohol, cogió dos de ellas, echándoselas entre los brazos sin pensar. Todo parecía haber salido bien, hasta que...
- ¡Eh, ladrona! - Uno de los hombres del local se había dirigido hasta ella, consiguiendo pillarla en el acto. Tanto le sorprendió -sobre todo porque no estaba pendiente-, que dejó caer una de las botellas al suelo. La otra consiguió cogerla al vuelo antes de que se estrellase y derramase todo, tal y como había hecho la anterior. Soltó un suspiro, y se percató de que había llamado algo más de lo necesario la atención-. Vas a pagar por la botella. Por las dos botellas. Y te vas a ir de mi local. ¡Ahora! - Si algo le había enseñado la vida, era que toda fiesta tiene su final, y es mejor no alargar las cosas demasiado.
- ¡Pues nos vamos! ¡Rini! - Gritó entre el gentío. Tal y como había dicho, echó a correr. Era evidente que no tenía ninguna intención de pagar por la botella rota, ni tampoco por la que llevaba entre sus manos, así que simplemente comenzó a pasar a través de la gente. Algunos de ellos murmuraban a su paso, otros, por suerte, no se habían enterado de lo ocurrido.- ¡Paso, que nos vamos! ¡Corre Rini, corre!
Esperó a que el camarero se acercase a la rubia, mientras ella rodeaba la barra, pasando a través de todos los clientes del lugar. Evitó tocarles, y que ellos le tocasen, y por fin consiguió acercarse hacia la zona. Había una especie de entradilla hasta la barra, por lo que resultaba fácil colarse. Únicamente necesitó un salto, sin hacer ruido, como si ni siquiera estuviese allí. Miró a la rubia, que, aunque no conseguía distinguir lo que decía, parecía estar haciendo enfadar al hombre. «Bien por ella», pensó, mientras se acercaba a las botellas. Como no entendía muy bien de alcohol, cogió dos de ellas, echándoselas entre los brazos sin pensar. Todo parecía haber salido bien, hasta que...
- ¡Eh, ladrona! - Uno de los hombres del local se había dirigido hasta ella, consiguiendo pillarla en el acto. Tanto le sorprendió -sobre todo porque no estaba pendiente-, que dejó caer una de las botellas al suelo. La otra consiguió cogerla al vuelo antes de que se estrellase y derramase todo, tal y como había hecho la anterior. Soltó un suspiro, y se percató de que había llamado algo más de lo necesario la atención-. Vas a pagar por la botella. Por las dos botellas. Y te vas a ir de mi local. ¡Ahora! - Si algo le había enseñado la vida, era que toda fiesta tiene su final, y es mejor no alargar las cosas demasiado.
- ¡Pues nos vamos! ¡Rini! - Gritó entre el gentío. Tal y como había dicho, echó a correr. Era evidente que no tenía ninguna intención de pagar por la botella rota, ni tampoco por la que llevaba entre sus manos, así que simplemente comenzó a pasar a través de la gente. Algunos de ellos murmuraban a su paso, otros, por suerte, no se habían enterado de lo ocurrido.- ¡Paso, que nos vamos! ¡Corre Rini, corre!
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Rini estaba disfrutando de la fiesta y la bebida que durante la noche no habían parado de circular, por suerte Taishi estaba invitando a todo lo que pedían gastando sus ahorros de toda una vida. Aunque se percató que la capitana no parecía pedir nada pero siempre tenía una copa en la mano, a lo que Rini acabo concluyendo que iba demasiado bebida como para percatarse de las acciones de Ches. Pero estaba siendo una tónica general durante la noche, todos los de la banda estaban bebiendo en exceso, cosa que eventualmente podría evocar al desastre si no eran cuidadosos.
Cuando entraron de nuevo en un local Rini no dudo en sentarse en la barra al ver que estaba más o menos despejada, intentando evitar el colectivo de borrachos que se aglomeraban por las mesas; principalmente porque como alguno de los borrachos se pusiera un poco tonto igual salía volando por la ventana del local y no era plan el causar problemas – Jefe una copa de ron – El hombre al momento de dirigirse hacia ella se quedo un poco sorprendido, muy posiblemente por su fisionomía similar a la de un conejo; el hombre no puedo evitar mirar por un momento hacia el lado fijándose en el conejo de la señorita rubia de la cual Rini no se había percatado hasta ese momento.
En lo que el hombre se ponía a servirle la copa que había pedido, Rini se giró hacia la joven de cabellos rubios, aunque más concretamente hacia su mascota. La vista de la mink se centraría en la zanahoria que el trabajador del local le había traído a la criatura, ante lo cual los ojos de Rini comenzarían a brillar. Como si poseída por un instinto animal que fluyera de su interior Rini haría un rápido movimiento con su mano intentando arrebatar la zanahoria al conejito; aunque para ello tuviera que luchar contra su pariente lepórido.
Casi al momento de producirse ese intento de robo vegetal; una voz llamo la atención de la mink procedente desde el otro lado de la barra. La voz que le gritaba era la de su recién estrenada capitana gritando que era momento de irse mientras comenzaba a correr con una botella en la mano. Aunque para el desconcierto de Rini el camino que Cheshire tomo no era hacia la salida a la calle, por alguna razón se lanzó directamente a la trastienda del local – ¡Espera que por ahí no es! – Ya se había metido dentro, así que era difícil que la escuchara, pero Rini se lanzo tras ella, aprovechando ese leve momento de confusión para tomar la zanahoria del conoje a la vez que salía corriendo hacia la zona de la bodega.
Cuando entraron de nuevo en un local Rini no dudo en sentarse en la barra al ver que estaba más o menos despejada, intentando evitar el colectivo de borrachos que se aglomeraban por las mesas; principalmente porque como alguno de los borrachos se pusiera un poco tonto igual salía volando por la ventana del local y no era plan el causar problemas – Jefe una copa de ron – El hombre al momento de dirigirse hacia ella se quedo un poco sorprendido, muy posiblemente por su fisionomía similar a la de un conejo; el hombre no puedo evitar mirar por un momento hacia el lado fijándose en el conejo de la señorita rubia de la cual Rini no se había percatado hasta ese momento.
En lo que el hombre se ponía a servirle la copa que había pedido, Rini se giró hacia la joven de cabellos rubios, aunque más concretamente hacia su mascota. La vista de la mink se centraría en la zanahoria que el trabajador del local le había traído a la criatura, ante lo cual los ojos de Rini comenzarían a brillar. Como si poseída por un instinto animal que fluyera de su interior Rini haría un rápido movimiento con su mano intentando arrebatar la zanahoria al conejito; aunque para ello tuviera que luchar contra su pariente lepórido.
Casi al momento de producirse ese intento de robo vegetal; una voz llamo la atención de la mink procedente desde el otro lado de la barra. La voz que le gritaba era la de su recién estrenada capitana gritando que era momento de irse mientras comenzaba a correr con una botella en la mano. Aunque para el desconcierto de Rini el camino que Cheshire tomo no era hacia la salida a la calle, por alguna razón se lanzó directamente a la trastienda del local – ¡Espera que por ahí no es! – Ya se había metido dentro, así que era difícil que la escuchara, pero Rini se lanzo tras ella, aprovechando ese leve momento de confusión para tomar la zanahoria del conoje a la vez que salía corriendo hacia la zona de la bodega.
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En aquel bar había entrado gente muy rara y...conejil. Me quedé mirando a Tinny por unos segundos, y él a mi antes de mirar a los nuevos clientes. Parecía que mi mascota y yo habíamos pensado lo mismo: "gente peculiar". Yo seguí con mi bebida mientras Tinny iba a comerse su zanahoria, entonces uno de los clientes intentó echarle el guante a la comida de Tinny. En ese mismo momento posé de golpe la copa vacía sobre la barra a modo de aviso para aquel tipo.
-¿Vienes a buscar problemas o a crearlos?- le dije clavándole la mirada a ladrón de zanahorias ante su intento.
Entonces comenzó la fiesta...y comenzó una persecución entre el tabernero y los clientes por una botella robada del local mientras el tabernero me estaba atendiendo. Había sido la perfecta distracción sin comerlo ni beberlo. El mink se detuvo por unos instantes debido a lo que acaba de acontecer, y cuando me despisté por un segundo salió corriendo con la zanahoria de Tinny.
-¡EH TU!- dije levantándome precipitadamente tirando la silla al suelo mientras corría detrás del mink. Ni me preocupé por Tinny, el cual salió volando y cayó a cuatro patas en el suelo...joder, parece más un gato que un conejo. Al igual que yo metió el turbo para perseguir a aquel mink ladrón, el cual estaba ahora persiguiendo a la ladrona de la botella.
-¡Detengan a ese mink!¡Tinny ataca!-dije gritando en pleno local mientras corría y le señalaba. ¿De verdad? ¿Alguno de esos borrachos iba a levantar el culo para ayudar a una desconocida? Obviamente..ni idea. Da igual, no iba a dejar que un mink me toreara.
-¿Vienes a buscar problemas o a crearlos?- le dije clavándole la mirada a ladrón de zanahorias ante su intento.
Entonces comenzó la fiesta...y comenzó una persecución entre el tabernero y los clientes por una botella robada del local mientras el tabernero me estaba atendiendo. Había sido la perfecta distracción sin comerlo ni beberlo. El mink se detuvo por unos instantes debido a lo que acaba de acontecer, y cuando me despisté por un segundo salió corriendo con la zanahoria de Tinny.
-¡EH TU!- dije levantándome precipitadamente tirando la silla al suelo mientras corría detrás del mink. Ni me preocupé por Tinny, el cual salió volando y cayó a cuatro patas en el suelo...joder, parece más un gato que un conejo. Al igual que yo metió el turbo para perseguir a aquel mink ladrón, el cual estaba ahora persiguiendo a la ladrona de la botella.
-¡Detengan a ese mink!¡Tinny ataca!-dije gritando en pleno local mientras corría y le señalaba. ¿De verdad? ¿Alguno de esos borrachos iba a levantar el culo para ayudar a una desconocida? Obviamente..ni idea. Da igual, no iba a dejar que un mink me toreara.
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Los problemas parecían ir siempre de su mano, y por algún motivo llevaba tiempo sin importarle demasiado. Desde que había conseguido un bonito barco y dos bonitos compañeros con los que compartirlo, todo parecía pasar sin pena ni gloria. Incluso causar problemas en un bar resultaba cómico en lugar de preocupante. Con aquella botella en la mano, y una sonrisa lobuna en el rostro, pasó a través de una puerta, pensando que se trataba de la puerta de la salida. Pero cuando la atravesó, se dio cuenta de que estaba frente a una estancia lo suficientemente extraña como para, entre todo el caos, deslizar a Mangetsu. Allí había otra puerta más, junto a un hombre. Si hubiese podido focalizar bien su vista, tal vez se hubiese asustado por la apariencia de matón que tenía. Pero no era el caso, e iba lo suficientemente ciega como para no importarle la situación en la que se encontraba.
- ¡Buenas noches! - Gritó, elevando la espada. El hombre al instante pareció reaccionar, pero ella se giró durante un segundo, intentando distinguir a Rini. El tabernero no tardó en cruzar también la puerta, y ella se vio obligada a apartarse a un lado antes de que pudiese llegar a tocarla.- ¡Rini, me he perdido! - Riendo un poco, esperó a que el tabernero se abalanzase nuevamente hacia ella. Viéndolo -o quizá por instinto-, se apartó, dejando que este chocase contra alguna que otra caja. Elevó la botella, dándole un nuevo trago a la bebida que ya no conseguía saber a nada en su paladar. El tabernero volvió a levantarse, pero esa vez, Cheshire suspiró profundamente, y trazó un golpe con la botella directamente a su cabeza. Lo suficientemente aturdido como para reaccionar, el hombre cayó redondo al suelo, desmayado.- Bueno, un problema menos.
Tocaba centrarse en el mayor problema: encontrar la salida. El hombre que vigilaba aquella puerta debía ser, a los ojos de la joven pirata, quien se encargase de abrir y cerrar la puerta. Sí, debía ser eso, porque custodiaba una puerta con unos botones. «Vaya portero más feo han contratado» se dijo, acercándose hacia él apresuradamente. Lo cierto era que quería salir de allí cuanto antes, y eso significaba pasar a través del gorila. Sin pensárselo dos veces, avanzó con la katana en la mano. El tal gorila también lo hizo, aunque intentando hacer uso de sus manos. Cheshire dio un paso hacia delante, y trazó un corte con la espada hacia delante.
El corte no llegó hasta el hombre, pese a todo lo que podría haber augurado, así que tuvo que esquivar como pudo, aprovechándose de la ventaja que tenía con su cercanía al suelo. Apoyando las manos en el piso, se meció como una hoja -o al menos, en su cabeza fue así-, y evitó que el hombre le pegase un puñetazo. De haberle golpeado, seguramente le habría dejado como al tabernero.
- ¡Rini, mi espada no funciona! - Gritó, como si fuese lo más normal del mundo. Lo cierto es que tal vez no hubiese cortado al hombre, pero cuando pudo ver un poco tras este, se dio cuenta de que la puerta que vigilaba estaba partida en dos, dejando a la vista el ascensor.
- ¡Buenas noches! - Gritó, elevando la espada. El hombre al instante pareció reaccionar, pero ella se giró durante un segundo, intentando distinguir a Rini. El tabernero no tardó en cruzar también la puerta, y ella se vio obligada a apartarse a un lado antes de que pudiese llegar a tocarla.- ¡Rini, me he perdido! - Riendo un poco, esperó a que el tabernero se abalanzase nuevamente hacia ella. Viéndolo -o quizá por instinto-, se apartó, dejando que este chocase contra alguna que otra caja. Elevó la botella, dándole un nuevo trago a la bebida que ya no conseguía saber a nada en su paladar. El tabernero volvió a levantarse, pero esa vez, Cheshire suspiró profundamente, y trazó un golpe con la botella directamente a su cabeza. Lo suficientemente aturdido como para reaccionar, el hombre cayó redondo al suelo, desmayado.- Bueno, un problema menos.
Tocaba centrarse en el mayor problema: encontrar la salida. El hombre que vigilaba aquella puerta debía ser, a los ojos de la joven pirata, quien se encargase de abrir y cerrar la puerta. Sí, debía ser eso, porque custodiaba una puerta con unos botones. «Vaya portero más feo han contratado» se dijo, acercándose hacia él apresuradamente. Lo cierto era que quería salir de allí cuanto antes, y eso significaba pasar a través del gorila. Sin pensárselo dos veces, avanzó con la katana en la mano. El tal gorila también lo hizo, aunque intentando hacer uso de sus manos. Cheshire dio un paso hacia delante, y trazó un corte con la espada hacia delante.
El corte no llegó hasta el hombre, pese a todo lo que podría haber augurado, así que tuvo que esquivar como pudo, aprovechándose de la ventaja que tenía con su cercanía al suelo. Apoyando las manos en el piso, se meció como una hoja -o al menos, en su cabeza fue así-, y evitó que el hombre le pegase un puñetazo. De haberle golpeado, seguramente le habría dejado como al tabernero.
- ¡Rini, mi espada no funciona! - Gritó, como si fuese lo más normal del mundo. Lo cierto es que tal vez no hubiese cortado al hombre, pero cuando pudo ver un poco tras este, se dio cuenta de que la puerta que vigilaba estaba partida en dos, dejando a la vista el ascensor.
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Una gran persecución se había montado en el bar. Chesire corría, tras ella un tabernero furioso, seguido de cerca por Rini con una zanahoria, tras ella una joven rubia chillando y por ultimo un conejo al que le habían sustraído su querida zanahoria. Si la clientela del local no anduviera tan alcoholizada seguramente se habrían dado cuenta de lo que sucedía, aunque probablemente se habrían simplemente reído disfrutando del espectáculo o como mucho alguno se unía a la persecución por mera diversión. El camino que seguían por alguna extraña razón llevaba a la parte posterior del local en lugar de la salida, pero evidentemente no dejaría a su capitana perdiéndose, tenía que seguirla aunque fuera al mismo infierno. Evidentemente no dudo mucho por el camino en lo que entraban de comerse de un bocado lo que quedaba de la zanahoria sustraída; era dulce y sabrosa, para ella era igual que para la mayoría de gente una golosina, la cara de felicidad se reflejaba en el rostro de la mink coneja mientras corría entrando en la trastienda justo después del tabernero.
Una vez dentro de la parte posterior del bar la que se lio en un momento fue curiosa. Se podía contemplar a Cheshire torear al tabernero con mucho arte mientras bebía sin ningún pudor su alcohol robado. Mientras que Rini intentaría saltar por todas partes sobre las cajas evitando que la mujer rubia y su furioso conejo la alcanzaran. Finalmente el tabernero caía de un golpe seco del brutal botellazo que le fue asestado por su capitana, un movimiento rápido y bastante doloroso, aunque por suerte para él la botella debía estar vacía ya, eso lo hacía menos contundente.
Su capitana de repente grito algo de su espada mientras Rini escapaba de la pareja dueña de la zanahoria – ¿Qué dices de la espada? – Entre el despiste por el llamado y que iba un poco subida, Rini piso mal las cajas cayendo junto a ellas sobre el gorila que estaba encarando a Ches, quedando el mismo arrollado por el montón de cajas y Rini, aunque esta era el mal menor de todo ese peso – Ay… ay… – Dolió un poco la caída, pero no había tiempo que perder si querían evitar ser atrapadas ahí por la loca del conejo – Ohh que suerte una salida ¡Por aquí capitana! – Indico Rini mientras entraba en el ascensor, no se fijó bien porque razón pero la puerta estaba abierta, bueno relativamente, había sido cortada pero la mink no le prestó atención, solo vio una especie de puerta y se metió dentro esperando huir de la rubia.
Una vez dentro de la parte posterior del bar la que se lio en un momento fue curiosa. Se podía contemplar a Cheshire torear al tabernero con mucho arte mientras bebía sin ningún pudor su alcohol robado. Mientras que Rini intentaría saltar por todas partes sobre las cajas evitando que la mujer rubia y su furioso conejo la alcanzaran. Finalmente el tabernero caía de un golpe seco del brutal botellazo que le fue asestado por su capitana, un movimiento rápido y bastante doloroso, aunque por suerte para él la botella debía estar vacía ya, eso lo hacía menos contundente.
Su capitana de repente grito algo de su espada mientras Rini escapaba de la pareja dueña de la zanahoria – ¿Qué dices de la espada? – Entre el despiste por el llamado y que iba un poco subida, Rini piso mal las cajas cayendo junto a ellas sobre el gorila que estaba encarando a Ches, quedando el mismo arrollado por el montón de cajas y Rini, aunque esta era el mal menor de todo ese peso – Ay… ay… – Dolió un poco la caída, pero no había tiempo que perder si querían evitar ser atrapadas ahí por la loca del conejo – Ohh que suerte una salida ¡Por aquí capitana! – Indico Rini mientras entraba en el ascensor, no se fijó bien porque razón pero la puerta estaba abierta, bueno relativamente, había sido cortada pero la mink no le prestó atención, solo vio una especie de puerta y se metió dentro esperando huir de la rubia.
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Podía soportar muchas cosas, muchas, pero que le quitaran la comida a mi pequeño Tinny eso si que no. Vale que fuera un conejo, pero era mi mascota y le tenía muchísimo aprecio más que a nada en este mundo. Tinny salió corriendo a la trastienda adelantándoseme, pero no tardó en volver sobre sus patas corriendo para trepar hacia mi hombro de un salto y taparse los ojos con sus pequeñas orejas.
-¿Que sucede? -dije sin detenerme corriendo hasta llegar a la trastienda. No entendía lo que le pasaba a mi pequeño amigo peludo, pero rápidamente entré en contexto al ver al tabernero "grogi" perdido en el suelo totalmente inconsciente. Parecía que aquellos dos tipos, la mujer y el mink no se habían demorado en pelearse con todo quisqui en la trastienda...y no contentos con ello la puerta de la trastienda estaba cortada como si fuera mantequilla.
No podía detenerme y perderlos, vale que era una puñetera zanahoria, pero era MI zanahoria. Yo no había molestado a nadie y siempre me acababan molestando....pero esto ya era irrisorio.
Mientras corría salté por encima del cuerpo del tabernero, no sin antes sacer un par de berries de mi bolsillo de mi pantalón corto y tirárselos a la barriga sin quitar vista de la salida.
-¡Cóbrese! -dije para que al menos no me llamara morosa y tuviera dos problemas en vez de uno.
Entonces pude ver tanto a la chica como al mink cogiendo el ascensor cuya puerta había sido reventada.
-¡Eh esperad!- dije mientras veía como entraban en el habitáculo. Era un poco absurdo decirle a un maleante que esperara ¿No? Era como decirle a un ladrón "manos arriba" ¿De verdad te van a hacer caso? Ay...incrédula de mi.
-¿Que sucede? -dije sin detenerme corriendo hasta llegar a la trastienda. No entendía lo que le pasaba a mi pequeño amigo peludo, pero rápidamente entré en contexto al ver al tabernero "grogi" perdido en el suelo totalmente inconsciente. Parecía que aquellos dos tipos, la mujer y el mink no se habían demorado en pelearse con todo quisqui en la trastienda...y no contentos con ello la puerta de la trastienda estaba cortada como si fuera mantequilla.
No podía detenerme y perderlos, vale que era una puñetera zanahoria, pero era MI zanahoria. Yo no había molestado a nadie y siempre me acababan molestando....pero esto ya era irrisorio.
Mientras corría salté por encima del cuerpo del tabernero, no sin antes sacer un par de berries de mi bolsillo de mi pantalón corto y tirárselos a la barriga sin quitar vista de la salida.
-¡Cóbrese! -dije para que al menos no me llamara morosa y tuviera dos problemas en vez de uno.
Entonces pude ver tanto a la chica como al mink cogiendo el ascensor cuya puerta había sido reventada.
-¡Eh esperad!- dije mientras veía como entraban en el habitáculo. Era un poco absurdo decirle a un maleante que esperara ¿No? Era como decirle a un ladrón "manos arriba" ¿De verdad te van a hacer caso? Ay...incrédula de mi.
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Estaba ciertamente desconcertada con la situación. Lo cierto es que esperaba una buena pelea, pero todo se resolvió tan rápido -o al menos, para su mente de borracha- que apenas pudo hacer algo para evitarlo. Para su sorpresa, fue Rini quien acabó con el gorila. De un golpe, además, pues le cayó encima y no pudo hacer mucho más. Pobrecito, cuánto debía de pesar aquella coneja como para hacer semejantes estragos. «Hay que ponerle a dieta» se dijo a sí misma, entre un par de asentimientos. Viendo que no quedaba mucho más por hacer, y que la salida estaba frente a ellas, envainó nuevamente su filo, y se apresuró a entrar a esa especie de ascensor que había. Por un momento, lo curioseó, contemplando esos botoncitos tan curiosos, pero en cuanto vio que no iba a averiguar mucho más solo por mirarlos, presionó el único que no parecía estar preparado para saltar una bomba. Vamos, el único que no era rojo.
Justo en ese momento, sin embargo, la misma figura rubia que había visto anteriormente en el bar, sobre la barra, pegó un grito. No entendía por qué quería que esperasen, pero después de aquella pelea, suponía que quizá ella también había robado algo o le perseguían. Como no entendía de motivos para esas cosas, simplemente presionó nuevamente un botón, y al ver que no ocurría nada, los presionó todos hasta que las puertas se detuvieron un instante, el suficiente para que ella pudiese llegar hasta el lugar. Desde luego aquel cuadrado era estrecho, pero Cheshire se las apañó para pegarse completamente a una pared y dejarle espacio a ellas dos, evitando todo contacto físico que pudiese hacerse.
- ¿Ya podemos irnos? - Preguntó, mirando a ambas. Realizó un detallado recorrido por el cuerpo de la rubia, hasta que detectó a su acompañante, un conejo. Bastante adorable, además.- Rini, ¿es primo tuyo? - Preguntó, sin poder evitar una sonrisa en su rostro. Por norma general no haría tantas tonterías, pero el alcohol le había afectado bastante.
Pronto la puerta se cerró, y comenzó el descenso de aquella caja metálica. Al principio, Cheshire tuvo que esforzarse por no sentirse enjaulada en aquella zona, pero recordaba que seguramente sería un descenso rápido. Y así fue. En cuanto las puertas se abrieron, pudieron contemplar un sótano lo suficientemente grande e iluminado. No lucía como un almacén, ni tampoco como la salida que estaban buscando, por lo que ella suspiró profundamente, y se llevó las manos enguantadas a la nuca.
- Pues parece que no era por aquí-. Dijo con toda la calma del mundo saliendo de aquella caja, contemplando cuanto había justo delante.
Justo en ese momento, sin embargo, la misma figura rubia que había visto anteriormente en el bar, sobre la barra, pegó un grito. No entendía por qué quería que esperasen, pero después de aquella pelea, suponía que quizá ella también había robado algo o le perseguían. Como no entendía de motivos para esas cosas, simplemente presionó nuevamente un botón, y al ver que no ocurría nada, los presionó todos hasta que las puertas se detuvieron un instante, el suficiente para que ella pudiese llegar hasta el lugar. Desde luego aquel cuadrado era estrecho, pero Cheshire se las apañó para pegarse completamente a una pared y dejarle espacio a ellas dos, evitando todo contacto físico que pudiese hacerse.
- ¿Ya podemos irnos? - Preguntó, mirando a ambas. Realizó un detallado recorrido por el cuerpo de la rubia, hasta que detectó a su acompañante, un conejo. Bastante adorable, además.- Rini, ¿es primo tuyo? - Preguntó, sin poder evitar una sonrisa en su rostro. Por norma general no haría tantas tonterías, pero el alcohol le había afectado bastante.
Pronto la puerta se cerró, y comenzó el descenso de aquella caja metálica. Al principio, Cheshire tuvo que esforzarse por no sentirse enjaulada en aquella zona, pero recordaba que seguramente sería un descenso rápido. Y así fue. En cuanto las puertas se abrieron, pudieron contemplar un sótano lo suficientemente grande e iluminado. No lucía como un almacén, ni tampoco como la salida que estaban buscando, por lo que ella suspiró profundamente, y se llevó las manos enguantadas a la nuca.
- Pues parece que no era por aquí-. Dijo con toda la calma del mundo saliendo de aquella caja, contemplando cuanto había justo delante.
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Rini había entrado en el ascensor junto a su capitana, aunque la verdad es que no tenía ni la menor idea de que era aquel lugar tan estrecho y con botones a un lado “Que sitio tan curioso…” De un momento a otro Ches estaría comenzando a trastear con los botones del ascensor jugueteando un poco con ellos - ¿Qué haces? – Lo cierto es que la estancia comenzó a temblar como si fuera a iniciar un movimiento de un momento a otro, pero el grito de una mujer rubia alerto a Cheshire que hizo algo para parar el dispositivo. Cuando Rini pudo ver a la mujer casi alcanzar el lugar se dio cuenta que era la dueña de la zanahoria que se acababa de comer - No, no, no, no paremos, corre rápido – Algo inútil puesto que la chica ya logro entrar dentro para cuando el ascensor se puso en marcha. Algo normal puesto que no tenía una maldita puerta la cabina.
Ya en el ascensor en una primera instancia Rini intentaría disimular y sonreír a la chica rubia y su conejo, disimulando un poco la situación para evitar todo lo que pudiera que saliera el tema de la zanahoria. La primera en hablar seria Ches que comentaría el parentesco entre Rini y el conejo de la rubia – Ehhh, pero Cheshire si eso es solo un conejo – No pillaba la broma, lo cierto es que para los mink su percepción era que los humanos eran mink con poco pelo y los animales meros animales, no sería de extrañar ver algún mink cazando animales, por irónico que pareciera.
Ya en el ascensor en una primera instancia Rini intentaría disimular y sonreír a la chica rubia y su conejo, disimulando un poco la situación para evitar todo lo que pudiera que saliera el tema de la zanahoria. La primera en hablar seria Ches que comentaría el parentesco entre Rini y el conejo de la rubia – Ehhh, pero Cheshire si eso es solo un conejo – No pillaba la broma, lo cierto es que para los mink su percepción era que los humanos eran mink con poco pelo y los animales meros animales, no sería de extrañar ver algún mink cazando animales, por irónico que pareciera.
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-¡Eh esperad!- dije mientras corría como una loca hacia la puerta del ascensor que se cerraba sin remedio alguno. Vale que se me estuviera yendo la pinza un poco por una puñetera zanahoria. Pero este conejo raro vino a molestarme sin hacerle yo nada, y encima con bromas y mal gusto. Tinny por su parte corrió lo suficiente como para colarse en el ascensor, y yo por mi parte como por gracia divina logré entrar antes de que la puerta se cerrara. Había entrado por los pelos.
La chica que la había liado con la botella también estaba en el habitáculo, pero yo estaba totalmente pendiente del mink, hasta tal punto que no escuché las palabras de la chica.
Tinny por su parte se quedó mirando al mink enseñando un poco sus dos paletas en señal de disconformidad, pero poco más podía hacer si no podía hablar...para eso ya estaba yo.
-¡Eh tu!-dije señalándome y acercándome al mink-¿ Porqué me has robado la zanahoria de mi mascota? ¿Te he hecho algo?¿ Porque me robas? ¡Y encima te la has comido!-dije con tono calmado pero algo enojado a su vez. No quería ser una maleducada, pero tampoco que me tomara por el pito del sereno. Así que visto lo visto suspiré profundamente y esperé a que las puertas del ascensor se abrieran, ya se me había quitado el cabreo...había sido todo gas.
-Eh...-dije al ver que estábamos en un sótano. Tinny chimpó hacia mi hombro y puso la misma cara que yo de sorpresa. Yo por mi parte me dirigí a la chica de la botella, ya que antes no había recabado en ella.-Perdona, pero es que el mink me había robado.
La chica que la había liado con la botella también estaba en el habitáculo, pero yo estaba totalmente pendiente del mink, hasta tal punto que no escuché las palabras de la chica.
Tinny por su parte se quedó mirando al mink enseñando un poco sus dos paletas en señal de disconformidad, pero poco más podía hacer si no podía hablar...para eso ya estaba yo.
-¡Eh tu!-dije señalándome y acercándome al mink-¿ Porqué me has robado la zanahoria de mi mascota? ¿Te he hecho algo?¿ Porque me robas? ¡Y encima te la has comido!-dije con tono calmado pero algo enojado a su vez. No quería ser una maleducada, pero tampoco que me tomara por el pito del sereno. Así que visto lo visto suspiré profundamente y esperé a que las puertas del ascensor se abrieran, ya se me había quitado el cabreo...había sido todo gas.
-Eh...-dije al ver que estábamos en un sótano. Tinny chimpó hacia mi hombro y puso la misma cara que yo de sorpresa. Yo por mi parte me dirigí a la chica de la botella, ya que antes no había recabado en ella.-Perdona, pero es que el mink me había robado.
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La situación no paraba de mejorar. Podía parecer todo lo contrario después de haber estado corriendo, robando y luchando, pero en realidad se lo estaba pasando bien. Y para ella, algo más ida de la cuenta, Rini y la chica que acababa de pasar al ascensor también. Al menos hasta que empezaron a hablar, y ella le acusó de robarle una zanahoria. Intuía que no era para ella, sino que se trataba del manjar de su mascota, pero no encontraba el sentido a sus palabras. ¿Por qué robar algo como una zanahoria? Tal vez tuviese algo que ver con que Rini pareciese un conejo más que un humano. Mink, eso había dicho que era. Sí, suponía que en ese caso tal vez tuviese los mismos gustos que los conejos, pero con apariencia más humanoide. Una raza interesante cuanto menos.
- Rini, discúlpate por robar la zanahoria.- Le dijo apoyada sobre la pared del ascensor.- Además, si quieres robar, roba algo que sea útil y que podamos vender. Aunque bueno...- No llegó a decirlo, pero no era la más indicada para hablar ni mucho menos. No después de haberse pasado toda la noche bebiendo de gratis y sin haber vendido las botellas. Podrían haber sacado unas monedas por la bebida, pero como estaban de celebración... ya pensaría en ello más tarde.- Bueno, haced las paces y cómprale una zanahoria cuando salgamos.- Sonrió a la desconocida, y después a Rini. Después, como si el propio conejo fuese también alguien al que respetar y tratar como alguien más, le dedicó un pequeño saludo con la manita. Antes de salir del ascensor, encogió un poco los hombros-. No te preocupes, siento haberte causado molestias. Espero que no te relacionen con nosotras, podrías tener problemas.
Y tras eso, observó cuanto había en aquella estancia. Lo primero que había era un largo pasillo alumbrado con alguna que otra antorcha. Había espacio suficiente como para poder avanzar las tres juntas, y parecía bastante limpio. Aunque había cajas por los laterales, no eran tantas como podría esperarse de un almacén. Cuando se fijó en el final del pasillo, además, pudo ver un par de sombras elevándose y moviéndose en la distancia, nada más girar la esquina. Claro que no tenía una visión fija de cuanto estaba aconteciendo, pero no estaban solas allí abajo. Había alguien más. Por lo menos cinco, aunque no estaba segura de si habría más personas ajenas a la luz, evitando ser reflejadas por sombras.
- No estamos solas-. Dijo por lo bajo, señalando con la barbilla en dirección al final del pasillo. Habían hecho algo de ruido, pero no parecía ser el suficiente como para que se percatasen de su presencia. Además, si se concentraba lo suficiente podía escuchar algún que otro grito. No lograba distinguir exactamente qué era lo que decían, pero la constancia le hacía pensar que había varios de ellos hablando entre sí. Seguramente alguien sensato habría vuelto a meterse en el ascensor para subir, pero como no tenía claro que alguien pudiese estar esperando en la salida, y con la curiosidad y la inconsciencia de alguien lo suficientemente borracho, comenzó a andar en dirección a las voces. Con ambas manos fijas en las empuñaduras de sus armas, sonrió un poco-. Tal vez encontremos nuestro primer tesoro pirata. ¿No sería genial? -. Preguntó con los ojitos brillantes y la sensación de querer investigar.
- Rini, discúlpate por robar la zanahoria.- Le dijo apoyada sobre la pared del ascensor.- Además, si quieres robar, roba algo que sea útil y que podamos vender. Aunque bueno...- No llegó a decirlo, pero no era la más indicada para hablar ni mucho menos. No después de haberse pasado toda la noche bebiendo de gratis y sin haber vendido las botellas. Podrían haber sacado unas monedas por la bebida, pero como estaban de celebración... ya pensaría en ello más tarde.- Bueno, haced las paces y cómprale una zanahoria cuando salgamos.- Sonrió a la desconocida, y después a Rini. Después, como si el propio conejo fuese también alguien al que respetar y tratar como alguien más, le dedicó un pequeño saludo con la manita. Antes de salir del ascensor, encogió un poco los hombros-. No te preocupes, siento haberte causado molestias. Espero que no te relacionen con nosotras, podrías tener problemas.
Y tras eso, observó cuanto había en aquella estancia. Lo primero que había era un largo pasillo alumbrado con alguna que otra antorcha. Había espacio suficiente como para poder avanzar las tres juntas, y parecía bastante limpio. Aunque había cajas por los laterales, no eran tantas como podría esperarse de un almacén. Cuando se fijó en el final del pasillo, además, pudo ver un par de sombras elevándose y moviéndose en la distancia, nada más girar la esquina. Claro que no tenía una visión fija de cuanto estaba aconteciendo, pero no estaban solas allí abajo. Había alguien más. Por lo menos cinco, aunque no estaba segura de si habría más personas ajenas a la luz, evitando ser reflejadas por sombras.
- No estamos solas-. Dijo por lo bajo, señalando con la barbilla en dirección al final del pasillo. Habían hecho algo de ruido, pero no parecía ser el suficiente como para que se percatasen de su presencia. Además, si se concentraba lo suficiente podía escuchar algún que otro grito. No lograba distinguir exactamente qué era lo que decían, pero la constancia le hacía pensar que había varios de ellos hablando entre sí. Seguramente alguien sensato habría vuelto a meterse en el ascensor para subir, pero como no tenía claro que alguien pudiese estar esperando en la salida, y con la curiosidad y la inconsciencia de alguien lo suficientemente borracho, comenzó a andar en dirección a las voces. Con ambas manos fijas en las empuñaduras de sus armas, sonrió un poco-. Tal vez encontremos nuestro primer tesoro pirata. ¿No sería genial? -. Preguntó con los ojitos brillantes y la sensación de querer investigar.
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Bueno, parecía que la chica borracha tenía más decencia que su compañero, alias ladrón d zanahorias. La verdad es que me había tranquilizado bastante ver como aquella chica tenía dos dedos de frente a pesar de su estado. No sólo pidió a su compañero que se disculpara ante mi, sino que incluso dijo que le compraría otra zanahoria a Tinny. Que maja ¿no?
Encima Tinny se acercó a la chica que le había echado la bronca a ¿Rini? Si, así se llamaba, y le saludó de igual forma con su patita izquierda, señal de que le había perdonado.
-Bueno, parece que a Tinny ha perdonado a tu amiga. Disculpadme que me pusiera como una loca, pero es que en esta isla estamos muy habituados ya a que nos roben- dije encogiéndome de hombros.
En ese momento note varias presencias ante mi, vamos que las noté en la oscuridad moverse un poco. Parecía que había enemigos. Tinny capto la indirecta de mis ojos en cuanto lo miré, escondiéndose detrás de uno de los toneles del lugar. Iba a haber tortas, y parecía que iba a tener colaborar con aquella chica y el mink.
-Deduzco que no son amigos vuestros ¿Verdad?-dije colocándome en posición mientras miraba al frente decidida. Iba a haber fiesta, eso seguro. Aunque esperaba que aquellos que estaban al fondo del pasillo fueran simples guardias que nos dijeran que debíamos abandonar la zona, cosa que haría con gusto puesto que no quería problemas.
-Quizás solo vengan a avisarnos para que volvamos al ascensor y nos retiremos ¿no?- dije tratando de creer mi propia trola.
Encima Tinny se acercó a la chica que le había echado la bronca a ¿Rini? Si, así se llamaba, y le saludó de igual forma con su patita izquierda, señal de que le había perdonado.
-Bueno, parece que a Tinny ha perdonado a tu amiga. Disculpadme que me pusiera como una loca, pero es que en esta isla estamos muy habituados ya a que nos roben- dije encogiéndome de hombros.
En ese momento note varias presencias ante mi, vamos que las noté en la oscuridad moverse un poco. Parecía que había enemigos. Tinny capto la indirecta de mis ojos en cuanto lo miré, escondiéndose detrás de uno de los toneles del lugar. Iba a haber tortas, y parecía que iba a tener colaborar con aquella chica y el mink.
-Deduzco que no son amigos vuestros ¿Verdad?-dije colocándome en posición mientras miraba al frente decidida. Iba a haber fiesta, eso seguro. Aunque esperaba que aquellos que estaban al fondo del pasillo fueran simples guardias que nos dijeran que debíamos abandonar la zona, cosa que haría con gusto puesto que no quería problemas.
-Quizás solo vengan a avisarnos para que volvamos al ascensor y nos retiremos ¿no?- dije tratando de creer mi propia trola.
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Aquella joven le caía bien. Es decir, solía ser extraño que alguien le cayese mal a Cheshire, pero ella era del tipo de persona que no solo le caía bien, sino que incluso le interesaba. Se había arriesgado a bajar allí a pesar de las circunstancias solo para hacerse oír, y eso ya valía mucho la pena para ella. Así que cuando indicó que su conejo perdonaba a su compañera no pudo evitar sonreír algo alegre. Tal vez tuviese que ver con el alcohol que aún corría por sus venas, pero se sentía bien en compañía de ambas.
- Hay muchos ladrones en esta ciudad, y tenías todos los motivos del mundo para enfadarte. Al fin y al cabo le habían robado la zanahoria a tu compañero-. Manteniendo aquella sonrisa, continuó por el pasillo. Cada vez estaba más cerca de las voces, pero aún no entendía exactamente lo que intentaban decir. Se estaba metiendo en la boca del lobo solo por averiguar lo que pasaba, y aunque en cierto modo no le preocupaba tanto, sí que sentía cierto rechazo a la hora de pelear. No por ella misma, si tenía que darle una paliza a alguien para que empezase a hacer las cosas bien lo haría, pero sus compañeras ahí abajo no tenían por qué meterse en sus propias peleas.
Con esto en mente, se detuvo un segundo. Desenvainó nuevamente sus dos espadas, dejándolas por lo menos fuera de la funda. La daga la dejó en su sitio, no creía tener que utilizarla en una pelea semejante. Echó un vistazo a las sombras y se colocó de forma defensiva ante las chicas y el conejito. Veía el movimiento que estaban realizando, como si estuviesen saliendo de allí y se dirigiesen a la salida, por lo que le preocupaba que intentasen hacer alguna estupidez en caso de encontrarlas. Si se trataba de matones, seguramente tratasen de pelear. Bueno, otra pelea más esa noche... la cosa solo mejoraba.
- No son amigos, y creo que están saliendo. Tened cuidado-. Murmuró, extendiendo la longitud de sus espadas hacia el frente en una especie de cruz. Tal y como estaba viendo, la primera sombra se movió en la distancia, acercándose. Justo cuando estaba saliendo de la esquina, las chicas y el conejo pudieron ver a un hombre que seguramente rondase los treinta, con algo de sangre adornándole los nudillos. La poca luz no dejaba ver demasiado sus rasgos, pero llevaba un traje lo suficientemente caro como para que le preocupase ensuciarlo-. Si esto se complica mucho, salid de aquí-. Hubo un pequeño momento en el que, tanto Cheshire como el hombre se miraron. Y el silencio pronto desapareció.
- Oh... ¿tenemos aquí unas ratas más? - Preguntó al aire, y al parecer eso fue suficiente para alertar a sus compañeros, cuyas sombras fueron aproximándose mucho más rápido que anteriormente. Contando al primer hombre serían cuatro. Nada mal.
- Hay muchos ladrones en esta ciudad, y tenías todos los motivos del mundo para enfadarte. Al fin y al cabo le habían robado la zanahoria a tu compañero-. Manteniendo aquella sonrisa, continuó por el pasillo. Cada vez estaba más cerca de las voces, pero aún no entendía exactamente lo que intentaban decir. Se estaba metiendo en la boca del lobo solo por averiguar lo que pasaba, y aunque en cierto modo no le preocupaba tanto, sí que sentía cierto rechazo a la hora de pelear. No por ella misma, si tenía que darle una paliza a alguien para que empezase a hacer las cosas bien lo haría, pero sus compañeras ahí abajo no tenían por qué meterse en sus propias peleas.
Con esto en mente, se detuvo un segundo. Desenvainó nuevamente sus dos espadas, dejándolas por lo menos fuera de la funda. La daga la dejó en su sitio, no creía tener que utilizarla en una pelea semejante. Echó un vistazo a las sombras y se colocó de forma defensiva ante las chicas y el conejito. Veía el movimiento que estaban realizando, como si estuviesen saliendo de allí y se dirigiesen a la salida, por lo que le preocupaba que intentasen hacer alguna estupidez en caso de encontrarlas. Si se trataba de matones, seguramente tratasen de pelear. Bueno, otra pelea más esa noche... la cosa solo mejoraba.
- No son amigos, y creo que están saliendo. Tened cuidado-. Murmuró, extendiendo la longitud de sus espadas hacia el frente en una especie de cruz. Tal y como estaba viendo, la primera sombra se movió en la distancia, acercándose. Justo cuando estaba saliendo de la esquina, las chicas y el conejo pudieron ver a un hombre que seguramente rondase los treinta, con algo de sangre adornándole los nudillos. La poca luz no dejaba ver demasiado sus rasgos, pero llevaba un traje lo suficientemente caro como para que le preocupase ensuciarlo-. Si esto se complica mucho, salid de aquí-. Hubo un pequeño momento en el que, tanto Cheshire como el hombre se miraron. Y el silencio pronto desapareció.
- Oh... ¿tenemos aquí unas ratas más? - Preguntó al aire, y al parecer eso fue suficiente para alertar a sus compañeros, cuyas sombras fueron aproximándose mucho más rápido que anteriormente. Contando al primer hombre serían cuatro. Nada mal.
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Vale, parecía que íbamos a cobrar de lo lindo. Pues aquella gente no era para nada amigos. La chica me respondió, y la verdad que a diferencia de su compañera coneja era muy amable, e incluso parecía preocuparse por mi, de una desconocida. Poca gente había mostrado esa actitud conmigo, y como dije, menos sin conocerme. Pero parecía muy decidida a sacar sus espadas y enfrentarse a ellos con tal de protegernos. Oh, dioses, no podía dejar a esta chica sola peleando.
Admito que no me gustaba pelear a no ser que fuera necesario, pero si tenía alguna duda, aquel tipo con los nudillos llenos de sangre acabó por quitarme las dudas. Y todavía más cuando comenzaron a aparecer más sombras alrededor. Ella sola no iba a poder con todos ellos ni de coña. Así que me acerqué a ella por la espada, puesto que se había puesto entre nosotras y el enemigo. Y entonces le dije con un susurro:
-Yo me encargo, cierra los ojos un segundos, y pasado ese tiempo lánzate a por ellos ¿Vale? Por favor confía en mi.
No sé si me iba a hacer caso o no, pero yo por el moment crucé mis brazos rápidamente, mientras que Tinny pegó la cabeza contra el suelo y se tapó las orejas con las patitas, señal de que sabía lo que iba a hacer. No pude avisar a las otras dos compañeras, pero bueno, si salía bien la cosa solo estarían algo aturdidas.
-¡AHORA!- grité antes de emitir un gran destello de luz blanca que iluminó pequeña estancia, provocando que los maleantes en la sombra se revelaran y se llevaran las manos a los ojos debido a la ceguera que les había provocado el destello.
Ahora era el momento en que mi compañera podría abrir los ojos y divertirse con ellos con sus espadas. Yo prefería no ver, ya que alguien con semejantes armas podría hacer un estropicio de cuidado, y ver ya solo sangre en los nudillos me daba algo de cosa. ¿Podría aquella chica con ellos? O por el contrario ¿Mi poder habría fallado? Normalmente solía funcionarme, y allí que estábamos semi-oscuras, supuse que sería una buena forma de atontar al enemigo unos segundos.
Admito que no me gustaba pelear a no ser que fuera necesario, pero si tenía alguna duda, aquel tipo con los nudillos llenos de sangre acabó por quitarme las dudas. Y todavía más cuando comenzaron a aparecer más sombras alrededor. Ella sola no iba a poder con todos ellos ni de coña. Así que me acerqué a ella por la espada, puesto que se había puesto entre nosotras y el enemigo. Y entonces le dije con un susurro:
-Yo me encargo, cierra los ojos un segundos, y pasado ese tiempo lánzate a por ellos ¿Vale? Por favor confía en mi.
No sé si me iba a hacer caso o no, pero yo por el moment crucé mis brazos rápidamente, mientras que Tinny pegó la cabeza contra el suelo y se tapó las orejas con las patitas, señal de que sabía lo que iba a hacer. No pude avisar a las otras dos compañeras, pero bueno, si salía bien la cosa solo estarían algo aturdidas.
-¡AHORA!- grité antes de emitir un gran destello de luz blanca que iluminó pequeña estancia, provocando que los maleantes en la sombra se revelaran y se llevaran las manos a los ojos debido a la ceguera que les había provocado el destello.
Ahora era el momento en que mi compañera podría abrir los ojos y divertirse con ellos con sus espadas. Yo prefería no ver, ya que alguien con semejantes armas podría hacer un estropicio de cuidado, y ver ya solo sangre en los nudillos me daba algo de cosa. ¿Podría aquella chica con ellos? O por el contrario ¿Mi poder habría fallado? Normalmente solía funcionarme, y allí que estábamos semi-oscuras, supuse que sería una buena forma de atontar al enemigo unos segundos.
Cheshire
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Pues parecía que la cosa se les había complicado de lo lindo en cuestión de unos segundos. Pese a que podía decir que no eran muchos, la idea de que cada uno de ellos tuviese por lo menos un cuchillo en la mano no le resultaba especialmente alentadora. La protección de aquellas dos jóvenes y el conejo era su prioridad absoluta, incluso aunque para eso tuviese que adentrarse por completo en el peligro. Por ello sostuvo las espadas con más fuerza aún, obligándose a sí misma a continuar. Luchar, tenía que seguir luchando y no detenerse. No había cabida para el miedo en semejante situación por mucho que su corazón le instase a retirarse de allí. Por alguna razón que no solía comprender, lo primero que le indicaba su propio instinto era que huyese. Debía ser por el tiempo en las calles, pero allí no había motivo alguno para hacerlo. No cuando ellas dependían de su fuerza.
A lo mejor se estaba comiendo tanto la cabeza debido al alcohol por sus venas. Ya se enteraría más tarde.
- ¿Oh? Vaya. Está bien, confío en ti-. Sonrió con un asentimiento hacia la joven. No sabía bien qué era lo que pretendía hacer ni mucho menos, pero tal vez se tratase de algo que pudiese otorgarle una ventaja grande en la batalla, y desde luego no iba a negarse ante algo semejante. Se preparó para cerrar los ojos mientras el tiempo iba pasando, y cuando ella pegó el grito, no dudó ni por un instante en cerrarlos.
- ¡Cogedlas! - Gritó la persona al mando de todo el asunto, aunque no tuvo tiempo suficiente como para decir mucho más, pues todo se volvió caótico sin siquiera dejar que el tiempo continuase pasando. El fogonazo se hizo presente en el lugar, e incluso aunque Cheshire había cerrado con fuerza los ojos pudo ver aquel instante que la luz en la sala se volvía cegadora por completo.- ¡Joder, no veo nada! - Nada más escucharlo, Cheshire abrió los ojos nuevamente. Miró apenas un instante a la chica -quien había conseguido hacer algo así de la nada- y, sin dudar en cada paso que daba, echó a correr hacia ellos.
Necesitaba hacerlo todo rápido, lo suficiente para que ninguna de las otras dos chicas tuviesen que verse envueltas en una pelea así. Contó bien cada paso que daba con milimétrico cuidado, no desaprovechando nada de energía en sus movimientos, y conforme llegó hasta el primero, trazó una especie de giro con las espadas en alto. La primera de ellas, dorada, la deslizó hacia el hombre más cercano a ambas, dejando tras de sí un corte vertical por su abdomen. La sangre no tardó en brotar, salpicando el suelo y a sí misma, pero el giro todavía no estaba terminado en sí mismo. Con el mismo impulso, dejó caer la segunda espada, plateada, sobre el más cercano de sus enemigos después del primero. Llevaba dos cuchillos, por lo que no fue nada fácil pasar su guardia a pesar de que estaba cegado, pero sus espadas eran mucho más fuertes que él, y atravesaron las hojas de los cuchillos cual mantequilla. Esa vez no hubo sangre de por medio, pero las manos del hombre y su abdomen se separaron sin dejar ningún otro tipo de rastro.
Chasqueando la lengua, pisó fuertemente en el suelo y se aproximó hasta el último de los hombres que, guiados por aquella especie de líder, habían optado por la peor opción posible: atacarles. No tenía más remedio que aprovechar cada paso que podía dar, así que lanzó la espada dorada al cielo, deslizando con celeridad la daga que había mantenido en la vaina. En lo que tardaba en caer la hoja dorada, lanzó la daga con forma serpentina cerca del corazón de su objetivo. La puntería de la joven, algo envidiable para quienes se dedicaban a ese tipo de actividades, hizo que diese de lleno en el blanco, y ante la herida pronto comenzó a formarse un cúmulo de sangre.
Quedaba solo un enemigo, pero para él tenía alguna que otra pregunta y muchas formas de hacerle hablar al respecto.
- ¡Ha sido genial! - Gritó hacia la chica, elevando un poco la mano, lo suficiente como para saludarle desde su posición y, a su vez, recuperar la espada dorada por la empuñadura.
A lo mejor se estaba comiendo tanto la cabeza debido al alcohol por sus venas. Ya se enteraría más tarde.
- ¿Oh? Vaya. Está bien, confío en ti-. Sonrió con un asentimiento hacia la joven. No sabía bien qué era lo que pretendía hacer ni mucho menos, pero tal vez se tratase de algo que pudiese otorgarle una ventaja grande en la batalla, y desde luego no iba a negarse ante algo semejante. Se preparó para cerrar los ojos mientras el tiempo iba pasando, y cuando ella pegó el grito, no dudó ni por un instante en cerrarlos.
- ¡Cogedlas! - Gritó la persona al mando de todo el asunto, aunque no tuvo tiempo suficiente como para decir mucho más, pues todo se volvió caótico sin siquiera dejar que el tiempo continuase pasando. El fogonazo se hizo presente en el lugar, e incluso aunque Cheshire había cerrado con fuerza los ojos pudo ver aquel instante que la luz en la sala se volvía cegadora por completo.- ¡Joder, no veo nada! - Nada más escucharlo, Cheshire abrió los ojos nuevamente. Miró apenas un instante a la chica -quien había conseguido hacer algo así de la nada- y, sin dudar en cada paso que daba, echó a correr hacia ellos.
Necesitaba hacerlo todo rápido, lo suficiente para que ninguna de las otras dos chicas tuviesen que verse envueltas en una pelea así. Contó bien cada paso que daba con milimétrico cuidado, no desaprovechando nada de energía en sus movimientos, y conforme llegó hasta el primero, trazó una especie de giro con las espadas en alto. La primera de ellas, dorada, la deslizó hacia el hombre más cercano a ambas, dejando tras de sí un corte vertical por su abdomen. La sangre no tardó en brotar, salpicando el suelo y a sí misma, pero el giro todavía no estaba terminado en sí mismo. Con el mismo impulso, dejó caer la segunda espada, plateada, sobre el más cercano de sus enemigos después del primero. Llevaba dos cuchillos, por lo que no fue nada fácil pasar su guardia a pesar de que estaba cegado, pero sus espadas eran mucho más fuertes que él, y atravesaron las hojas de los cuchillos cual mantequilla. Esa vez no hubo sangre de por medio, pero las manos del hombre y su abdomen se separaron sin dejar ningún otro tipo de rastro.
Chasqueando la lengua, pisó fuertemente en el suelo y se aproximó hasta el último de los hombres que, guiados por aquella especie de líder, habían optado por la peor opción posible: atacarles. No tenía más remedio que aprovechar cada paso que podía dar, así que lanzó la espada dorada al cielo, deslizando con celeridad la daga que había mantenido en la vaina. En lo que tardaba en caer la hoja dorada, lanzó la daga con forma serpentina cerca del corazón de su objetivo. La puntería de la joven, algo envidiable para quienes se dedicaban a ese tipo de actividades, hizo que diese de lleno en el blanco, y ante la herida pronto comenzó a formarse un cúmulo de sangre.
Quedaba solo un enemigo, pero para él tenía alguna que otra pregunta y muchas formas de hacerle hablar al respecto.
- ¡Ha sido genial! - Gritó hacia la chica, elevando un poco la mano, lo suficiente como para saludarle desde su posición y, a su vez, recuperar la espada dorada por la empuñadura.
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Por todos los dioses de Praha. ¡Esta chica era increíble! No sólo se movía con una rapidez envidiable sino que su estilo de combate, fluído, dancarín incluso había eliminado a todos los enemigos salvo al último, al cual imaginaba quería sacarle algo de información. Básicamente porque sino lo hubiera reventado en el suelo como al resto. Menos mal que era mi "aliada" y no mi enemiga, pues poco tendría que hacer contra ella.
Podía ver la sangre, y Tinny al igual que yo pusimos cierta cara de desagrado. No nos gustaban los enfrentamientos de este estilo, y buscábamos siempre la forma de llegar a buenos términos con la gente, a pesar de que algunas veces teníamos que pelear, yo con mi akuma, y él con sus dos dientes rilladores de zanahorias. Pero bueno me acerqué a mi compañera lentamente.
-Eso ha sido genial ¿Dónde has aprendido a luchar?- le dije sin quitar de vista del último idiota que quedaba en pie, no fuera a ser que me descuidara y me atacara imprevisto. Aunque bueno, viendo lo que acababa de hacer mi compañera, no creo que fuera tan necio de atacar a nadie, y si de llorar mucho.
Tinny le echó valor y se puso a pocos metros del maleante gruñendo....valiente cobardica, siempre enseñaba el pompón que tenía por rabo cuando el trabajo estaba hecho.
-Si ahora que te han hecho el trabajo- le recriminé antes de mirar a mi compañera- Me llamo Nayelis ¿Y tu?.
Tras presentarme le volvería a comentar varias cosas.
-¿Que harás con él? Entiendo que esto ha sido todo muy precipitado, pero por favor no mates a más gente- le pedí como favor propio- Si quieres interrogar a este todo tuyo.
Podía ver la sangre, y Tinny al igual que yo pusimos cierta cara de desagrado. No nos gustaban los enfrentamientos de este estilo, y buscábamos siempre la forma de llegar a buenos términos con la gente, a pesar de que algunas veces teníamos que pelear, yo con mi akuma, y él con sus dos dientes rilladores de zanahorias. Pero bueno me acerqué a mi compañera lentamente.
-Eso ha sido genial ¿Dónde has aprendido a luchar?- le dije sin quitar de vista del último idiota que quedaba en pie, no fuera a ser que me descuidara y me atacara imprevisto. Aunque bueno, viendo lo que acababa de hacer mi compañera, no creo que fuera tan necio de atacar a nadie, y si de llorar mucho.
Tinny le echó valor y se puso a pocos metros del maleante gruñendo....valiente cobardica, siempre enseñaba el pompón que tenía por rabo cuando el trabajo estaba hecho.
-Si ahora que te han hecho el trabajo- le recriminé antes de mirar a mi compañera- Me llamo Nayelis ¿Y tu?.
Tras presentarme le volvería a comentar varias cosas.
-¿Que harás con él? Entiendo que esto ha sido todo muy precipitado, pero por favor no mates a más gente- le pedí como favor propio- Si quieres interrogar a este todo tuyo.
Cheshire
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Lo que más odiaba de todas las peleas no era la violencia en sí, aunque también la odiaba. No, lo que más odiaba era la sangre que se derramaba. Le provocaba escalofríos y un sentimiento de culpa inmediato cuando la veía, pues normalmente era ella quien asestaba semejantes tajos a sus enemigos. Además, ella había sangrado también a lo largo de su vida y sabía lo que era. Por eso cuando sintió aquel líquido pegado sobre sus guantes y sobre su ropa compuso una mueca de desagrado instantánea. Miró sus espadas, suspirando pesadamente, pues tendría que ocuparse del mantenimiento de las mismas más tarde, cuando todo eso estuviese solucionado.
Por el momento terminó de aproximarse hasta el hombrecillo que quedaba, apuntándole directamente con el filo de la espada plateada. Este no dijo nada por el momento, pero sí que compuso una mirada aterrada en cuanto comprobó el estado de sus compañeros. Lo cierto era que, por lo menos, dos de los tres no estaban muertos. El primero estaba herido de gravedad y, de no ser atendido, podría arriesgarse a morir desangrado, y el segundo permanecía cortado en el suelo. El tercero, por desgracia, no podía decir lo mismo. La herida había sido lo suficientemente grave como para que se desplomase casi en el acto, y el flujo de sangre había incluso disminuido ya, definiendo su estado a la perfección.
- ¿Hm? Me enseñaron a empuñar una espada, lo demás lo he aprendido metiéndome en muchos líos.- Confesó, rascándose un poco la nuca con la mano contraria a la amenaza.- Veamos, ¿qué puedes decirnos para que no decida atravesarte con la espada como a tus compañeros? - El hombre tembló ante aquellas palabras, incluso aunque la voz de Cheshire no resultaba ser demasiado agresiva.
- Si es... si es por el chaval, nosotros solo seguimos órdenes-. Ante aquello, la joven presionó un poco más su espada, frunciendo el ceño. Realmente le hubiese hecho sangrar para que continuase hablando, pero la rubia, presentándose como Nayelis, interrumpió aquel momento de ira que había cruzado sus ojos. Respiró hondo antes de decir nada, e incluso aunque temía que aquello pudiese complicarse, bajó un poco el arma. Lo cierto es que todavía no sabía lo que estaba ocurriendo allí abajo, así que era mucho mejor preguntar directamente. Y para eso lo necesitaba vivo, claro.
- Soy Cheshire, y no te preocupes, no me resulta agradable quitar vidas.- Señaló un poco con la cabeza a los dos del suelo que continuaban con vida-. Esos dos han tenido más suerte que el último, pero no podía arriesgarme a dejar que os atacasen-. En su rostro no había mentira alguna, y se reflejó algo de intranquilidad al decirlo, como si realmente verlos le doliese.- Solo quiero que este de aquí nos diga exactamente a qué se refiere con eso del chaval... ¿Vas a hablar por las buenas? - Preguntó volviendo directamente la cabeza hacia él.
Por el momento terminó de aproximarse hasta el hombrecillo que quedaba, apuntándole directamente con el filo de la espada plateada. Este no dijo nada por el momento, pero sí que compuso una mirada aterrada en cuanto comprobó el estado de sus compañeros. Lo cierto era que, por lo menos, dos de los tres no estaban muertos. El primero estaba herido de gravedad y, de no ser atendido, podría arriesgarse a morir desangrado, y el segundo permanecía cortado en el suelo. El tercero, por desgracia, no podía decir lo mismo. La herida había sido lo suficientemente grave como para que se desplomase casi en el acto, y el flujo de sangre había incluso disminuido ya, definiendo su estado a la perfección.
- ¿Hm? Me enseñaron a empuñar una espada, lo demás lo he aprendido metiéndome en muchos líos.- Confesó, rascándose un poco la nuca con la mano contraria a la amenaza.- Veamos, ¿qué puedes decirnos para que no decida atravesarte con la espada como a tus compañeros? - El hombre tembló ante aquellas palabras, incluso aunque la voz de Cheshire no resultaba ser demasiado agresiva.
- Si es... si es por el chaval, nosotros solo seguimos órdenes-. Ante aquello, la joven presionó un poco más su espada, frunciendo el ceño. Realmente le hubiese hecho sangrar para que continuase hablando, pero la rubia, presentándose como Nayelis, interrumpió aquel momento de ira que había cruzado sus ojos. Respiró hondo antes de decir nada, e incluso aunque temía que aquello pudiese complicarse, bajó un poco el arma. Lo cierto es que todavía no sabía lo que estaba ocurriendo allí abajo, así que era mucho mejor preguntar directamente. Y para eso lo necesitaba vivo, claro.
- Soy Cheshire, y no te preocupes, no me resulta agradable quitar vidas.- Señaló un poco con la cabeza a los dos del suelo que continuaban con vida-. Esos dos han tenido más suerte que el último, pero no podía arriesgarme a dejar que os atacasen-. En su rostro no había mentira alguna, y se reflejó algo de intranquilidad al decirlo, como si realmente verlos le doliese.- Solo quiero que este de aquí nos diga exactamente a qué se refiere con eso del chaval... ¿Vas a hablar por las buenas? - Preguntó volviendo directamente la cabeza hacia él.
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Sin duda alguna aquella chica me llamaba poderosamente la atención, no por el caso de ser una chica con grandes habilidades marciales, sino también por su templanza y tranquilidad a la hora de llevar una situación. Sobre todo, una situación tan peligrosa como esta, o al menos así me lo parecía a mi. No solía ver muchas peleas, y las pocas que veía eran las que solía estar yo metida en ellas...pero bueno, una no quiere pelearse con el mundo pero el mundo si que quiere pelearse conmigo...cosas de la vida.
-Si ya veo- le dije con tono amable y afirmativo- Que me vas a contar, una ya no sabe tampoco como evitar los líos- le dije en alusión a su ultima parte del comentario. Parecía que ella tampoco lo tuvo fácil,pero el caso es que me caía bien, y me había ayudado. ¿Estoy en deuda con ella? No lo sé, pero bueno, vamos a acabar con esto.
Vi como trataba de interrogarlo, y aquel pobre desgraciado me daba un poco hasta de pena, mientras que Tinny enseñaba sus dos dientes de forma ofensiva y se ponía en posición "gato ofensivo".
-Shhh- le dije, haciendo que el animal volviera junto a mi pie- Déjala ¿No ves que está interrogándolo?
Luego la muchacha me dijo que se llamaba Chesire, que bonito, que sonoro. Me agradaba mucho que no matara a gente porque si, porque parecía buena gente. Así que mientras le preguntaba a aquel tipo si iba a hablar, yo respondí a la par.
-No queremos hacerte daño, bueno, más daño. Si le dices lo que quiere saber no sufrirás más penalidades, podrás irte a casita y todos felices ¿Verdad?-dije mirando a Chesire.
Vale que aquel tipo intentó matarnos, pero yo no era una persona que soportara la lucha gratuita, a pesar de lo que habían hecho. En cierto modo a veces había que hacer cosas que a una no le gustaban, pero bueno, siguen sin ser agradables. También me di cuenta que con toda esta pelea no me acordé para nada de la afrenta de la zanahoria ni de la coneja que me la robó, pero bueno no era el momento de recriminar nada, todavía.
-Si ya veo- le dije con tono amable y afirmativo- Que me vas a contar, una ya no sabe tampoco como evitar los líos- le dije en alusión a su ultima parte del comentario. Parecía que ella tampoco lo tuvo fácil,pero el caso es que me caía bien, y me había ayudado. ¿Estoy en deuda con ella? No lo sé, pero bueno, vamos a acabar con esto.
Vi como trataba de interrogarlo, y aquel pobre desgraciado me daba un poco hasta de pena, mientras que Tinny enseñaba sus dos dientes de forma ofensiva y se ponía en posición "gato ofensivo".
-Shhh- le dije, haciendo que el animal volviera junto a mi pie- Déjala ¿No ves que está interrogándolo?
Luego la muchacha me dijo que se llamaba Chesire, que bonito, que sonoro. Me agradaba mucho que no matara a gente porque si, porque parecía buena gente. Así que mientras le preguntaba a aquel tipo si iba a hablar, yo respondí a la par.
-No queremos hacerte daño, bueno, más daño. Si le dices lo que quiere saber no sufrirás más penalidades, podrás irte a casita y todos felices ¿Verdad?-dije mirando a Chesire.
Vale que aquel tipo intentó matarnos, pero yo no era una persona que soportara la lucha gratuita, a pesar de lo que habían hecho. En cierto modo a veces había que hacer cosas que a una no le gustaban, pero bueno, siguen sin ser agradables. También me di cuenta que con toda esta pelea no me acordé para nada de la afrenta de la zanahoria ni de la coneja que me la robó, pero bueno no era el momento de recriminar nada, todavía.
Cheshire
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La joven le parecía bastante sensata. Alguien con la cabeza bien puesta sobre los hombros, al menos. Ya de por sí le había parecido curioso que no quisiese ejercer la violencia, así que conforme el tiempo pasaba allí le resultaba incluso más llamativo que se comportase de esa forma. Había pocas personas que hubiese conocido a lo largo de sus viajes que quisiesen mantenerse pacíficas, lo cual era un punto muy grande a su favor. Sí, sin duda creía que podría llevarse bien con ella. Por desgracia, tenía cosas más importantes en ese momento, como evitar que aquel hombre escapase sin darle la información que quería. Nunca se imaginó que aquella noche acabase con ellos en medio de un interrogatorio después de pasarse con las bebidas, pero... bueno, su vida nunca había sido lo que esperaba. Era otro añadido más.
- Es tal cual ha dicho ella. Como sigas poniendo pegas, vas a acabar como tus amiguitos, y no creo que te haga ilusión a ti.- Compuso una sonrisa amplia, dejando que el filo de la katana tocase su cuello, aunque sin trazar ningún tipo de daño sobre la piel de este.- Cuéntanos qué es eso del niño.- El hombre pareció dudar, pero al ver la insistencia que conformaban tanto Nayelis como Cheshire, tragó saliva y abrió nuevamente la boca, tartamudeando un poco en lo que decía:
- Nos enviaron a por... un chico. Está tras la esquina... vivo.- Ladeando la cabeza un poco, Cheshire apoyó todavía más el filo de la katana contra él, esperando que continuase, pues parecía que le costaba enormemente continuar-. ¡Vale, vale, joder! Nos mandaron a darle una paliza por algo que al jefe no le había gustado.
- ¿Quién es vuestro jefe? - Según lo que había visto en aquella ciudad, todo estaba distribuido entre el gobierno y quien fuera que gobernase aquella ciudad. Lo cierto es que no había tenido mucho tiempo de percatarse de los detalles, pues no llevaba mucho tiempo ahí y lo que había hecho era, en gran medida, encontrar nuevos compañeros con los que surcar los mares, pero igualmente le interesaba encontrar información. Si podía empezar la aventura dándole un golpe al gobierno lo haría, pues sabía que sería el tipo de cosas que Ivan y Katharina harían.
- Dirige los bajos fondos, no sabemos su nombre. Utiliza uno en clave, aunque dudo que Sentry os suene de algo-. Giró la cabeza en dirección a Nayelis, por si ella sabía algo al respecto. No le sonaba para nada, pero tampoco le sorprendía. Encogió los hombros un poco.
- Ni idea. Deberíamos buscar a ese chico y llevarlo a algún lugar seguro. Y dejar a este aquí con los otros inútiles de sus compañeros, con suerte pueden curarse o algo-. Aunque no le importaba demasiado, miró al hombre todavía con la cabeza ladeada, suspirando profundamente. Iba pasándose la borrachera a cada segundo que iba pasando, por lo que algo de dolor iba acumulándose en su cabeza después de todo. Solo quería terminar aquella tontería y volver al barco. Y al mar.
- Es tal cual ha dicho ella. Como sigas poniendo pegas, vas a acabar como tus amiguitos, y no creo que te haga ilusión a ti.- Compuso una sonrisa amplia, dejando que el filo de la katana tocase su cuello, aunque sin trazar ningún tipo de daño sobre la piel de este.- Cuéntanos qué es eso del niño.- El hombre pareció dudar, pero al ver la insistencia que conformaban tanto Nayelis como Cheshire, tragó saliva y abrió nuevamente la boca, tartamudeando un poco en lo que decía:
- Nos enviaron a por... un chico. Está tras la esquina... vivo.- Ladeando la cabeza un poco, Cheshire apoyó todavía más el filo de la katana contra él, esperando que continuase, pues parecía que le costaba enormemente continuar-. ¡Vale, vale, joder! Nos mandaron a darle una paliza por algo que al jefe no le había gustado.
- ¿Quién es vuestro jefe? - Según lo que había visto en aquella ciudad, todo estaba distribuido entre el gobierno y quien fuera que gobernase aquella ciudad. Lo cierto es que no había tenido mucho tiempo de percatarse de los detalles, pues no llevaba mucho tiempo ahí y lo que había hecho era, en gran medida, encontrar nuevos compañeros con los que surcar los mares, pero igualmente le interesaba encontrar información. Si podía empezar la aventura dándole un golpe al gobierno lo haría, pues sabía que sería el tipo de cosas que Ivan y Katharina harían.
- Dirige los bajos fondos, no sabemos su nombre. Utiliza uno en clave, aunque dudo que Sentry os suene de algo-. Giró la cabeza en dirección a Nayelis, por si ella sabía algo al respecto. No le sonaba para nada, pero tampoco le sorprendía. Encogió los hombros un poco.
- Ni idea. Deberíamos buscar a ese chico y llevarlo a algún lugar seguro. Y dejar a este aquí con los otros inútiles de sus compañeros, con suerte pueden curarse o algo-. Aunque no le importaba demasiado, miró al hombre todavía con la cabeza ladeada, suspirando profundamente. Iba pasándose la borrachera a cada segundo que iba pasando, por lo que algo de dolor iba acumulándose en su cabeza después de todo. Solo quería terminar aquella tontería y volver al barco. Y al mar.
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¡Anda si estaba dispuesto a colaborar! Que cosas tenía la vida, últimamente las cosas solían salir mal cada vez que había sangre de por medio. Pero que cosas, esta vez ha salido todo a pedir de boca. Tinny parecía estar muy sorprendido por la actitud de Chesire, y parecía que a mi pequeño compañero le caía bien. Bueno, eso es algo bueno, si a Tinny le caía bien alguien solía ser porque tenía un buen corazón a través de los actos que el animal podía ver. Yo como era obvio también judgaba los actos de la gente, y a pesar de que aquella chica sacó las armas para matar a gente, era un mal necesario.
No le gustaba, al igual que a mi, y sólo buscaba tranquilidad...bueno no, buscaba una botella y liarla parda en la taberna, pero eso ya es otro tema. Estuve escuchando lo que le decía el maleante, a la par de lo que le respondía ella. Finalmente tuve que intervenir.
-Vale, lo dejaremos aquí "seguro", átalo o algo pero no le haremos más daño...si él promete que no nos atacará...aunque con esas heridas dudo que quiera tocarnos la moral más...¿verdad? - dije al maleante antes de volver a ver a Chesire- Oye...parece que vas a necesitar ayuda para acabar con esto y salvar a tu amigo...y yo digamos que soy una persona que está algo sola y tal...
No sabía como abordar el tema...y sinceramente el pensar que seguiría sola por el mundo no era algo que me agradara. No estaba mi amiga Anna, y Praha era un lugar cansado y lleno de adulaciones....
-¿Podría ir contigo? Bueno, yo y Tinny. No solemos viajar con gente, pero nos has caído muy bien y nos gustaría ayudarte, es lo menos que podemos hacer, pues tu nos has ayudado a nosotros. ¿Te parece?
No le gustaba, al igual que a mi, y sólo buscaba tranquilidad...bueno no, buscaba una botella y liarla parda en la taberna, pero eso ya es otro tema. Estuve escuchando lo que le decía el maleante, a la par de lo que le respondía ella. Finalmente tuve que intervenir.
-Vale, lo dejaremos aquí "seguro", átalo o algo pero no le haremos más daño...si él promete que no nos atacará...aunque con esas heridas dudo que quiera tocarnos la moral más...¿verdad? - dije al maleante antes de volver a ver a Chesire- Oye...parece que vas a necesitar ayuda para acabar con esto y salvar a tu amigo...y yo digamos que soy una persona que está algo sola y tal...
No sabía como abordar el tema...y sinceramente el pensar que seguiría sola por el mundo no era algo que me agradara. No estaba mi amiga Anna, y Praha era un lugar cansado y lleno de adulaciones....
-¿Podría ir contigo? Bueno, yo y Tinny. No solemos viajar con gente, pero nos has caído muy bien y nos gustaría ayudarte, es lo menos que podemos hacer, pues tu nos has ayudado a nosotros. ¿Te parece?
Cheshire
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
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El hombre continuaba con sus acciones, manteniendo el nerviosismo propio de alguien que tenía, literalmente, la espada al cuello. La joven pirata no causaba presión, pero aun con todo resultaba amenazante. Alguna que otra gota de sudor caía por su frente y se deslizaba por su piel, y sabía que si quisiese que el hombre se pusiese a bailar y a hacer el imbécil en el suelo lo haría. Pero no, no era su objetivo. En realidad ya lo habían cumplido, ya habían averiguado qué era lo que tenían que hacer ahí abajo. Con un pequeño suspiro, negó suavemente. No tenía mucho con lo que poder atarlo, y tampoco le interesaban las promesas que pudiese llegar a hacer a cambio de salir vivo de allí. En realidad, los criminales solían serlo hasta el final, y su palabra no le valía de nada. Así que lo que se le ocurrió fue sencillo: dejó de apuntarle con el filo de la katana. En su lugar, le asestó un golpe con el mango de la espada en la nariz, con la suficiente fuerza como para que el hombre se quedase inconsciente.
- Solucionado. Lo siento, no tengo ninguna cuerda ni nada así-. Encogió los hombros intentando formar una pequeña sonrisa, y se fijó en los otros dos del suelo. Le preocupaba el segundo, cuyas heridas estaban bastante mal, pero no tenía mucho que pudiese hacer. La medicina no era su especialidad al fin y al cabo.
Atravesando el pasillo, giraron la esquina para poder observar bien a qué se refería con el chico. Justo ahí, tal y como había indicado, estaba un joven de cabello partido en dos colores, algo agitado y revolviéndose. Sangraba lo suficiente como para haber sido expuesto a una paliza, y estaba atado de brazos y piernas a la silla. Cheshire no dudó un segundo en aproximarse, examinando las cadenas que le rodeaban. No parecían tan gruesas, así que simplemente dejó caer la katana hacia delante, rompiendo los grilletes con el filo de la misma. Se agachó para apartar lo que quedaba de las cadenas, notando cierta incomodidad a través de los guantes al hacerlo.
- La verdad es que no conozco de nada a este chico, pero igualmente me vendría muy bien la ayuda. Sobre todo si puedes ayudarme a cargarlo-. Ya que no quería tener que tocar a nadie más, simplemente negó un poco y envainó la katana. A su lado había alguna que otra caja, tal y como había en el pasillo.- Me gustaría que tu conejito y tú os vinieseis, tengo un barco en el astillero. Pero no me gustaría dejar la ciudad así, creo que le hace falta un lavado de cara-. Confesó mientras se aproximaba a observar el cargamento que tenían las cajas en sí. En la mayoría no había nada que pudiese ser de utilidad, pero encontró un par de bolsas de berries y algo de munición. Como no le interesaban las armas de fuego, la dejó ahí, pero cogió los berries.- Pero ya tendremos tiempo de hablar sobre esto en el barco, ahora... salgamos de aquí.
En realidad la chica no le debía nada, mucho menos el conejo. Nunca se había guiado por ese tipo de cosas, e igual que odiaba estar en deuda con los demás, no le importaba ser de ayuda con quienes lo necesitaban. Actuaba guiada por algo ajeno que no comprendía ni lograría hacerlo jamás, y precisamente era esa necesidad de actuación lo que le indicaba que no podía dejar la ciudad sin ayuda. Ese sería su próximo movimiento, sin duda.
- Solucionado. Lo siento, no tengo ninguna cuerda ni nada así-. Encogió los hombros intentando formar una pequeña sonrisa, y se fijó en los otros dos del suelo. Le preocupaba el segundo, cuyas heridas estaban bastante mal, pero no tenía mucho que pudiese hacer. La medicina no era su especialidad al fin y al cabo.
Atravesando el pasillo, giraron la esquina para poder observar bien a qué se refería con el chico. Justo ahí, tal y como había indicado, estaba un joven de cabello partido en dos colores, algo agitado y revolviéndose. Sangraba lo suficiente como para haber sido expuesto a una paliza, y estaba atado de brazos y piernas a la silla. Cheshire no dudó un segundo en aproximarse, examinando las cadenas que le rodeaban. No parecían tan gruesas, así que simplemente dejó caer la katana hacia delante, rompiendo los grilletes con el filo de la misma. Se agachó para apartar lo que quedaba de las cadenas, notando cierta incomodidad a través de los guantes al hacerlo.
- La verdad es que no conozco de nada a este chico, pero igualmente me vendría muy bien la ayuda. Sobre todo si puedes ayudarme a cargarlo-. Ya que no quería tener que tocar a nadie más, simplemente negó un poco y envainó la katana. A su lado había alguna que otra caja, tal y como había en el pasillo.- Me gustaría que tu conejito y tú os vinieseis, tengo un barco en el astillero. Pero no me gustaría dejar la ciudad así, creo que le hace falta un lavado de cara-. Confesó mientras se aproximaba a observar el cargamento que tenían las cajas en sí. En la mayoría no había nada que pudiese ser de utilidad, pero encontró un par de bolsas de berries y algo de munición. Como no le interesaban las armas de fuego, la dejó ahí, pero cogió los berries.- Pero ya tendremos tiempo de hablar sobre esto en el barco, ahora... salgamos de aquí.
En realidad la chica no le debía nada, mucho menos el conejo. Nunca se había guiado por ese tipo de cosas, e igual que odiaba estar en deuda con los demás, no le importaba ser de ayuda con quienes lo necesitaban. Actuaba guiada por algo ajeno que no comprendía ni lograría hacerlo jamás, y precisamente era esa necesidad de actuación lo que le indicaba que no podía dejar la ciudad sin ayuda. Ese sería su próximo movimiento, sin duda.
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