[Privado] Diese insel ist grüner als meine haare

El sol brillaba en el horizonte, la mañana se extendía tranquilamente, y todo cuanto podría resultar agradable para cualquier aventurero resultaba irritante para ella. No llevaban mucho rato allí, apenas podrían contarse un total de quince minutos, y ya había visto más de cuarenta razones por las que marcharse inmediatamente. Si le dejaban, podría llegar a enumerar incluso cien. O más. «Todo irá bien, solo tienes que terminar la misión rápido y podrás volver a casa» le habían dicho, y al principio se lo había creído. Al menos, hasta que vio aquella libélula gigante pasando junto al barco, y sintió que debía alejarse antes de que cualquier animal creyese que se trataba de una planta en lugar de un humano. Con su largo cabello verde, no le extrañaría demasiado; Por otro lado, sabía que irse le supondría más problemas de los que podía llegar a asumir. Broncas -por parte de su hermano menor sobre todo- y miradas de decepción de Boris y Steven. Y no tenía ganas de aguantar a semejantes estúpidos un martes por la mañana.

Así que, para no escuchar sus estupideces, había aceptado aquello. Era una misión del Cipher Pol, en teoría lo suficientemente simple como para mandar a un novato que todavía no había hecho nada más que labores básicas -por pereza, más que nada-. Allí, en aquella isla de mala muerte, alejada por completo de la tecnología y de cualquier cosa que fuese medianamente humana, había algo que debía hacer. Por algún extraño motivo que no comprendía, ni quería comprender, un grupo de contrabandistas bastante sonados había establecido una base. Su intención, al parecer, era transportar recursos, minerales ricos en la isla y criaturas únicas del lugar. No es que a Nijiro le importasen especialmente ese tipo de cosas, ella misma talaría una isla entera y destruiría hasta los cimientos todo cuanto viviese allí solo por conseguir algo más de tiempo, pero... bueno, le habían dicho que ese tipo de pensamientos estaban mal.

Por ello acababa de bajar del barco, alejándose de la comodidad que había conseguido en su camarote. El navío gubernamental permaneció a la espera de cualquier tipo de necesidad que ella tuviese, pero únicamente estaban como apoyo moral y como método de supervivencia -algo que le hacía falta, sin duda-. La selva que se extendía ante ella parecía de lo más molesta, toda llena de tierra, barro, humedad y plantas salvajes. Multitud de animalillos habían pasado en su camino, pero a la mayoría de ellos los había ignorado. Otros, sin embargo, se habían pegado a ella como si de miel se tratase, causándole diversas picaduras en las partes en las que no llevaba tela. Ah, la ropa estaba siendo otro de los problemas a los que adaptarse. Nunca le gustó demasiado ir trajeada, pero la organización a la que pertenecía siempre vestía adecuadamente. Así que incluso a través de una isla prehistórica, debía llevar un traje negro, con una camisa blanca y unos zapatos y corbata a juego. Nada demasiado útil para atravesar plantas cuyo tamaño era incluso mayor al suyo.

Avanzó entre diversas lianas, suspirando profundamente. El tiempo pasaba extremadamente lento, y no parecía estar cerca de encontrar a su objetivo. Ni siquiera sabía seguir huellas o pistas, ¿cómo demonios querían que encontrase a alguien en mitad de la nada? Lo único que vio en cuanto traspasó el mural de plantas y de enredaderas, fue un dinosaurio. ¿Un dinosaurio? Sí, un dinosaurio. De alguna forma, allí había seres que debían de haberse quedado extintos hace mucho tiempo... pero que habían sobrevivido de una manera u otra.

Y lo peor era que el dinosaurio, un Allosaurus, se acercaba corriendo a toda velocidad en su dirección.

Kulve reposaba sobre la rama de un árbol a una considerable altura, estaba posada sobre la estructura de madera agazapada como un felino, dejaba caer su cola quedando colgada en el aire. Había sido una noche un poco movida, algunos animales estaban un poco revueltos y notaba mucho movimiento.  Hoy pretendía ir a investigar un poco fuera de su territorio la razón por la cual la fauna estaba tan revoltosa; tal vez había habido alguna disputa territorial. El balance de poder en la isla era delicado, muchos depredadores alfa que buscaban no chocar salvo que fuera necesario, manteniendo un delicado equilibrio; pero una mínima disputa podría romper todo y comenzar a generar batallas territoriales.

Pero estaba un poco cansada, el estar casi toda la noche alerta de quien apareciera por esa zona de la jungla era agotador, por suerte solo fueron pequeños seres huyendo; lo cual reforzaba la idea de que los grandes se andarán pegando “Me pregunto si el resto estarán bien” No tenía mucho contacto con sus hermanos, cada uno estaba en su territorio haciendo su vida, igual era una buena excusa el alboroto reinante para irlos a ver “También debería ir a visitar a mama, a ver como esta” Baki ya estaba volviéndose mayor, cuanto tiempo pudiera mantener su territorio era un misterio, aunque sin duda era una anciana agresiva, aun daría guerra antes de morir.

En aquel momento un pequeño gekko de color amarillento con manchas negras escalo el tronco del árbol donde descansaba Kulve – Kulve será mejor que tengas cuidado – El reptil menor se había colocado un poco por encima de la chica en el tronco mirando hacia abajo como esta descansaba perezosamente en la rama – ¿Qué pasa ahora? – Ni se movió de  su postura relajada – Allen esta a punto de pasar cerca de aquí – Eso alerto a Kulve que se levantó colocándose a cuatro – ¿A dónde va? – Eso si era un asunto preocupante la verdad, Allen podía ser un poco temperamental si se le provocaba, no por nada era un Allosaurio de más de veinte metros de alto, su envergadura podría superar fácilmente los treinta – Va hacia la costa, esta bastante furioso buscando algo – Kulve hizo un pequeño estiramiento para despejarse, mientras su espalda chasqueaba – Gracias por la información, iré a ver – Dicho y hecho, la joven salvaje puso rumbo saltando de árbol en árbol hacia la costa.

Sus movimientos avanzaban con seguridad saltando entre las ramas de los arboles con mucha agilidad – ¡INVASORES! – Ese grito de guerra se escucharía por todo el lugar. Kulve treparía un poco sobre los arboles ya cercanos a la costa y se percataría de las copas de los arboles sacudiéndose avanzando hacia la costa “¿Qué es eso?” Había una cosa muy extraña flotando en el mar, no parecía un animal y era muy grande, era la dirección a la que Allen se dirigía “Deben ser humanos” Las palabras de Baki vinieron a su mente “Los humanos vienen de vez en cuando a la isla, montando en grandes cantidades de madera con pieles de distintos colores colgadas sobre troncos” No había tiempo que perder, humanos estaban invadiendo la isla, podría ser un contacto con su especie, pero a su vez podía ser algo malo para la selva, tal vez esa era la causa de que todos andarán tan revoltosos aquella noche.

Nunca le había gustado correr precisamente, pero ver que un dinosaurio intentaba comérsela -o algo peor, ensuciarla- le hacía querer seguir corriendo a toda velocidad. Recordaba exactamente por dónde estaba el barco, pero hacía un par de minutos que había decidido que llevarle hasta allí sería una mala idea, y por ello se había pasado un buen rato corriendo de lado a lado en un intento por encontrar una zona elevada. Los árboles no le servían para su propósito, pues seguramente le costase más escalar el tronco que otra cosa. Al final, tras no ver ningún punto en el que poder mantener una distancia superior con el dinosaurio, se plantó en un claro de la selva. Podía escuchar a los diferentes animales gruñéndose entre sí, aunque no lograba distinguir las especies que pudiese haber en el lugar. Frunciendo el ceño, cansada por el esfuerzo extra que estaba poniendo en todo aquello, dejó caer las cadenas ocultas en su traje. Estas tintinearon al caer contra el suelo, aunque se mantuvieron atadas a las muñecas de Nijiro. Por otro lado, sabía que no podría moverse bien con aquel traje, pero no quería quitárselo, así que únicamente se aflojó un poco la corbata. Y esperó, aunque el dinosaurio no tardó mucho en llegar a su encuentro. Lo que más iba a lamentar, sin duda, era el ensuciarse.

Dejó que el dinosaurio terminase de abalanzarse contra ella, y lanzó ambas cadenas al cielo. Conforme el allosaurus descendía sus mandíbulas para intentar morderle, ella juntó ambos finales de las cadenas, y se tiró al suelo. Notó el barro, la vegetación y otras cuantas piedras golpeando su espalda, sus piernas y su rabadilla, pero no le importó. Mantuvo en alto las cadenas, sujetándose, y terminó de pasar a través de las piernecitas del dinosaurio. Cuando estuvo lo suficientemente atrás, dio un tirón rápido, chocando las cadenas entre sí. Si bien Nijiro era la más débil de sus hermanos, tenía mucha más fuerza que cualquier humano promedio debido a los experimentos realizados en su cuerpo. Así que, lo que hubiese resultado un arañazo por parte de cualquier otra persona, lo suyo resultó en dos profundos cortes diagonales, aprovechando además la profundidad que el hierro podía trazar sobre la piel del dinosaurio. En cuanto notó el gruñido por parte del animal, simplemente dejó caer las cadenas, que resonaron como un trueno en la tempestad.

- Tsk. Malditos bichos.- Recogió algo de la longitud de las cadenas mientras miraba todavía al dinosaurio. Tal y como había pensado, la ropa se le había ensuciado por completo, e incluso alguna que otra parte del pantalón quedaba rota. Soltó un suspiro, viendo cómo aquel dinosaurio continuaba sangrando. No es que le importase la fauna local, pero tampoco quería dejar al animalejo sufriendo. Caminó un par de pasos, y dio un salto hasta trepar sobre este, utilizando la cola como apoyo. Continuó sobre su lomo hasta que llegó a la parte del cuello. Desde uno de los bolsillos internos de su chaqueta sacó una pequeña cajetilla. Al abrirla, en su interior observó los mismos viales que siempre llevaba consigo por si acaso. No es que pudiesen funcionar igual de bien que con cualquier otro animal -y lo sabía-, pero por lo menos conseguiría ayudarse. Tomó una de las jeringuillas, y se la colocó entre los labios.

Dio un salto entonces, dejándose caer con ayuda de sus cadenas, colgando frente al dinosaurio, que intentó por todos los medios soltarse. Dejó que fuese una de sus cadenas la que le ayudase a mantenerse, y tomó la jeringuilla con la otra mano. Al momento, notó al dinosaurio abrir sus fauces, y aprovechó ese momento para introducir la punta de la jeringuilla en su encía. Quizá no pudiese traspasar la dura piel de aquella criatura de forma convencional, pero era un buen momento. No tardó en presionar el sedante. Sin embargo, no tuvo en cuenta que, evidentemente, al allosaurus no le iba a hacer ninguna gracia. Este se revolvió un poco, y estuvo a punto de conseguir morder el brazo de Nijiro. Esta se movilizó rápidamente, soltándose de la cadena y cayendo al suelo.

- Joder.- Gimoteó un poco al chocar contra el suelo. Esputó algo de sangre de sus labios, y volvió a levantarse, algo aletargada. Justo igual de confundida que el dinosaurio, que poco a poco iba moviéndose más lento. Por lo menos, aquello había funcionado medianamente.

Kulve avanzo saltando entre los frondosos árboles de la jungla, hasta que logro alcanzar a Allen que avanzaba de forma frenética entre los arboles barriendo y arrastrando por su camino todo rastro de vegetación que encontrara a su paso, golpes de su cuerpo sacudían los arboles como una brizna de hierba ante el viento de una tormenta – ¡Os arrepentiréis de invadir mi territorio! – En ese momento la pequeña salvaje se percato de que el dinosaurio estaba persiguiendo a una especie de planta con piernas, o eso le parecía desde su perspectiva puesto que solo veía una mata de color verdoso ondearse al viento mientras corría a toda velocidad.

Ella comenzaría a saltar entre los arboles siguiendo el ritmo de la persecución aunque evitando acercarse demasiado para que pudiera quedar en algún árbol que Allen derribara brutalmente. Así que observaría en la distancia como el dinosaurio cazaba a su presa. Pero un sonido de metálico tintineo en el aire lo cual llamo la atención de la chica “¿Qué fue eso?” Noto como se había frenado en seco la planta y una cosa de color gris oscuro se desprendía de sus patas superiores.

Allí comenzó el espectáculo, la planta se movía con una agilidad muy superior a la del dinosaurio, utilizando unos movimientos muy extraños y aquellas cosas que salían de sus patas que Kulve no era capaz de reconocer. De forma sorprendente para la chica logro derribar a Allen y herirlo, lo cierto era que no esperaba ver a alguien como él en ese estado tan deplorable. La planta insensata se acerco a la boca de la criatura intentando hacer algo, pero fue rápidamente rechazada y lanzada al suelo, era evidente que Allen no se rendiría tan pronto tenia mucha voluntad… O eso pensaba Kulve puesto que de golpe la criatura cayo abatida “¿Ya esta…? ¿Cómo ha muerto?” A falta de acercarse a él, Kulve descendió del árbol al suelo oculta en los arbustos más próximos, poso su cuerpo y oído al suelo llegando a notar el calmado latido del corazón del animal abatido resonando en la tierra “Solo duerme” Pero sin duda aquella planta le había hecho algo.

Allen no era santo de la devoción de Kulve, era un bruto muy territorial y algo testarudo, pero no habría vendió hasta aquí si aquella planta con patas no se hubiera adentrado en su territorio, parecía muy furioso “Eso explica el revuelo de la noche, debía notar que invadieron su territorio por el olor y se puso a buscar al responsable” Pero aunque no fuera su amigo, tampoco quería dejar que un cualquiera lo cazara y se pudiera proclamar líder de una zona de la isla. Así que Kulve salió de los arbustos avanzando con cautela desde la parte posterior al gran dinosaurio hacia la planta humana, sus pasos eran medidos y firmes, lista para saltar de ser necesario,  avanzaba a cuatro patas con una mirada seria y mostrando un poco sus dientes, gruñendo un poco, aunque sin decir nada realmente.

Si había algo peor que haberse bañado en lodo, plantas y rocas dentro de esa maldita selva, sin duda alguna era el aliento de aquel dinosaurio. Por fin había caído redondo ante el sedante, pero eso había hecho que comenzase a dormir profundamente, con la lengua fuera y la respiración presente contra ella. Alguna que otra baba cubría el suelo, generando un charco a sus pies, y no podía evitar sentirse completamente asqueada. Con más paciencia que un santo, Nijiro terminó de guardar la jeringuilla en aquel pequeño bolsito, y sacó un frasco de pomada. Si bien estaba creado para cerrar heridas rápidas en un combate más serio, siendo una crema cicatrizante, suponía que podría servir con aquella criatura. Además, podría aprovechar mientras tanto para tomar todo tipo de muestras. Si se lo proponía, el dinosaurio resultaba un digno sujeto de experimentos. Y eso es lo que estaba intentando creerse ella misma, mientras colocaba la pomada sobre las heridas causadas por las cadenas.

- Vamos, bonito, no te muevas tanto que me estás poniendo nervioso-. Murmuró. Por lo que a ella respectaba, no había nadie más en la selva, únicamente animales, así que no le importaba hablar en voz alta. Era algo que hacía mucho cuando se encontraba en el laboratorio, y una práctica repetida últimamente. Al terminar de poner aquella pomada -que casi agotó sus suministros-, rebuscó entre su ropa. Guardó las cosas que utilizó para curar al dinosaurio, y tomó varios frascos de muestras.

Lo primero y más obvio fue recoger algo de saliva del bicho. Para ello, dejó el frasco pegado a la parte posterior de la mandíbula del dinosaurio, y dejó que la magia sucediese sin mancharse apenas, por suerte para ella. Lo siguiente fue extraer algo de sangre directamente de su encía, sin hacerle demasiado daño -pues una aguja de ese calibre no podía hacérselo-, guardándola para su uso posterior. Tal vez con eso pudiesen averiguar cómo replicar los dinosaurios de forma genética... Sí, no le importaría ir subida a un dinosaurio en los próximos cómics. Para cortar un trozo de uña tendría que esforzarse más, por no hablar de coger una escama... Con paciencia tendría que ser, o eso pensaba mientras se aproximaba a la pata posterior del animal, buscando cualquier trozo que ya estuviese medianamente roto con el paso del tiempo. No fue el caso, así que la joven suspiró profundamente. El esfuerzo físico, sumado al sol que hacía en aquella isla le estaba haciendo sudar, y ya notaba aquel sabor metálico en su boca, por lo que decidió tomarse un breve descanso antes de continuar.

- Joder, estoy asqueroso-. Comentó, mirándose la ropa. Si antes el traje había sido completamente negro, impoluto, ahora una capa de polvo lo hacía estar gris, y marrón en según que lugares. Resultaba horrible, pero no podía ponerle arreglo estando donde estaba. Espolsó como pudo los pantalones, pero aprovechó para quitarse la chaqueta del traje, dejándola apoyada en el dinosaurio. La camisa que llevaba debajo era mucho más ligera, y seguramente no tuviese tanto calor con ella. Habiendo recogido las cadenas por completo, además, estas se pegaban a su cuerpo, y resultaban el doble de incómodas con el ajustado traje de su organización.- Por suerte puedo seguir viéndome bien con una camisa, ¿eh, dino? - Preguntó, incluso aunque no esperaba respuesta alguna. Pasar tanto tiempo al sol le acabaría pasando factura.

Aquella humana ponía nerviosa a Kulve, no entendía que estaba haciendo dando tantas vueltas alrededor de Allen “Tal vez quiere rematarlo” No era una opción imposible, mediante algún método extraño igual logro dormir al gran dinosaurio, pero matarlo era una tarea más difícil, es un bicho muy grande, o por lo menos eso pensaba Kulve. La planta con patas no dejaba de dar vueltas alrededor de su cuerpo mirando de hacerle alguna cosa que la joven salvaje no alcanzaba a comprender de ninguna manera, aunque la observaba de cerca estudiando minuciosamente su procedimiento y como Allen reaccionaba al mismo “No se está moviendo nada con todo lo que manosea, igual ha muerto” No sería de extrañar, incluso cuando ella duerme por la noche sería totalmente cauta y se despertaría a la mínima que alguien intentara manipularla o tocarla, seguramente despertaría con tan solo el hecho de que alguien entrara en su cueva.

Kulve comenzaría a avanzar con cautela hacia el gran animal por el lado opuesto al que la muchacha estaba realizando sus actividades sospechosas. Intentaría hacer el menor ruido posible, aunque el sigilo no fuera lo suyo sabia como acechar a una presa. Cuando se aproximó al dinosaurio gigantesco comprobó que efectivamente estaba completamente dormido “Habrá comido alguna de esas plantas que dan sueñito… Sino no me explico como esta así de tranquilo” Evidentemente se aseguró de notar que el animal respiraba y su corazón palpitaba. Entonces Kulve treparía sobre el animal colocándose en su lomo, pasando a mirar desde su posición ventajosa a la planta humanoide que estaba haciendo algo extraño en las patas – ¡Aléjate invasora! – El rugido de Kulve provenía notoriamente desde la parte superior del dinosaurio, quedando su silueta superpuesta al sol, ensombreciendo un poco su presencia ¿Podemos tachar aquello como un acto de amiguismo? ¿Acaso un poco de solidaridad animal? ¿Tal vez y solo tal vez el lagarto y Kulve compartían manada? Pues evidentemente ninguna de esas preguntas en lo más mínimo correcta. Kulve lo único que intentaba era ahuyentar a la humana para que no pudiera reclamar el territorio de Allen, de hecho si pudiera preferiría luchar ella contra el dinosaurio para ampliar su territorio un poco – ¡No te permitiré cazarlo, será mi presa! – Los rugidos de la pequeña Kulve proseguían resonando desde lo alto del dinosaurio enfocando a la planta con patas que estaba manipulando sus patas traseras; no cedería pasara lo que pasara ante nadie por una lucha de territorios.

Tal y como pensaba, descansar le estaba yendo bien. Su respiración se relajaba un poco, y aunque el sol seguía pegando directamente sobre lo alto de su cabeza, por lo menos podía reposar. Las manos dejaron de temblarle conforme dejó de trabajar durante un momento, lo que hizo que se normalizase también su intranquilidad. Respirar un aire tan puro estaba resultando contraproducente incluso, y no quería esforzarse tanto por una misión tan nimia. Deslizó su Den Den Mushi, dispuesta a hablar con el barco para ver si podían echarle una manita con el dinosaurio, al menos allí tendrían un botiquín mucho más amplio que el que llevaba consigo y, tal vez, así conseguirían algunas muestras. Seguro que al gobierno también le resultarían útiles.

- Barco, ¿me escucháis? - Preguntó nada más descolgarlo, esperando cualquier tipo de respuesta. Conforme esperaba, se puso a mirar a su alrededor, intentando comprender por qué algún criminal decidiría vivir allí o, por lo menos, por qué alguien en su sano juicio decidía ir a esa isla sin un motivo real -porque desde luego, conseguir materiales no era un motivo real para ella-.

- Recibido, Vinsmoke, te escuchamos-. Contestó la voz de uno de los agentes de campo enviados con ella. Reconoció su voz al segundo, siendo su timbre algo bastante sencillo de diferenciar entre los demás: se trataba de Xanthan. Un pesado, si le preguntaban a ella, que no paraba de revolotear entre las cosas de los demás.

- He encontrado un maldito dinosaurio, ¿podéis mandar algo para recoger muestras? - Pidió, zarandeando el Den Den Mushi conforme continuaba moviéndose por el lugar. Entre las hojas había cierto movimiento, e incluso a su alrededor parecía ver ciertas figuras, pero la mayoría de ellas las ignoraba. Si todas las criaturas de la isla eran como aquel allosaurus, entonces no tendría problema alguno.

- Ahora mismo estamos algo liados con la parte suroeste de la isla. Te contactaremos cuando podamos-. Y la comunicación se cortó, dejando a Nijiro con la palabra en la boca. Frunciendo el ceño, guardó el caracol, intentando no darle importancia. Seguramente estarían teniendo algún problema serio por allí, o algo lo suficientemente importante como para negarle ayuda. En cualquier caso, la joven volvió a girarse sobre sus talones, y justo entonces escuchó un rugido procedente del lomo del allosaurus.

Cuando se giró, distinguió una figura de aspecto humanoide que se situaba, tal y como había escuchado, sobre el dinosaurio. Los rayos del sol golpeaban a la criatura, consiguiendo algunas sombras a su favor. Tal vez de ser una humana normal se hubiese asustado, pero ella no lo era. Examinó un momento el entorno, y después regresó a la chica. Definitivamente parecía humana, o al menos tenía rasgos que compartía con esa raza. También tenía parte salvaje, por lo que suponía que sería algo distinto de lo habitual. Lo más sorprendente era que no parecía hablar su idioma. Nijiro, viendo su postura amenazante, deslizó una de sus cadenas, que trazó un chasquido similar al ruido de un látigo al golpear contra el suelo.

- ¿Y tú qué quieres? - Preguntó. No se apartó del medio, puesto que sabía que no necesitaba la ventaja en aquel tipo de enfrentamientos. Con sus hermanos nunca había tenido ventaja alguna, ni en fuerza física, ni en resistencia, ni en altura, así que estaba acostumbrada a luchar en desventaja con todo tipo de problemas de por medio.- Lo cierto es que no quiero hacerte daño, no me apetece volver a mancharme-. Con el rostro completamente serio, y ni un solo deje de intranquilidad -o cualquier otro sentimiento-, Nijiro terminó de extender su cadena, solo una, hasta el suelo, preparada por si aquella criatura, fuese humana o no, saltaba hacia delante.

La planta con patas se percató de la presencia de Kulve, esta estaría en una guardia completa y permanente, agazapada y en una posición perfecta a cuatro patas lista para saltar hacia cualquier dirección, ya fuera para evitar una acción ofensiva de la mujer plantada delante de ella como para lanzarse ella al ataque – ¡Márchate! – Las advertencias seguían, aunque era evidente que la comunicación no fluía, Kulve no confiaba absolutamente nada en alguien que pudiera acabar tan fácilmente con algo como Allen, sin duda todo desprendía un dulce aroma a peligro. Nijiro movió un poco sus cadenas, el sonido de las parte resonando entre sí con un eco metálico puso todos los nervios de la salvaje completamente alerta y su postura se tornaría aun más tensa y lista para la batalla. No era para menos aquellas cosas habían realizado una herida muy seria a una bestia gigantesca y de dura piel; sabía bien lo dura que podía resultar la piel de aquellas bestias, llevaba unas cuantas encima a modo de segunda capa de piel para ella misma que buscara aislarla un poco del frio y de los cortes superficiales.

La planta humanoide hablo, pero eran ruidos incomprensibles para Kulve, no entendía en lo más mínimo lo que decían “Que animal tan raro, habla muy feo” Era una vocablo muy complejo y misterioso para ello, sonaba algo enrevesado y sin duda alguna no había opción alguna para hablar. Por lo tanto las opciones de Kulve se redujeron a rugir un poco para tratar de alejar a la muchacha de ahí, con el fin de que se fuera. Pero este sería inútil cuando la mujer extendió un poco más sus cadenas por el suelo, el sonido de las cadenas invadió el ambiente, no había duda alguna ante aquello para Kulve, era una declaración de intención de pelear; aquellas cosas que estaba lanzando hacia delante la planta podían derribar con facilidad a Allen, era algo peligroso.

El amenazante sonido de las cadenas era todo lo que la criaturita necesitaba para dar por sentado el peligro y el inicio de la lucha. Utilizando el mismo cuerpo del dinosaurio como apoyo Kulve comenzó a correr en un esprín descendente avanzando con el movimiento normal que un cuadrúpedo haría, descendiendo los escasos metros que el cuerpo tumbado de la bestia daban de margen, con el fin de abalanzarse sobre el cuerpo de la mujer sin que pudiera mover o utilizar las cosas aquellas peligrosas. A parte que no se veía muy grande la planta humanoide, Kulve estaba acostumbrada a zarandearse con bestias más corpulentas que ella misma, estaba confiada de sus posibilidades si evitaba la cadena.

Sus ojos heterocromados estuvieron marcando en todo momento la presencia de aquel "animal" salvaje, que merodeaba como si ella fuese su presa. Si de verdad creía que podía ser algo así como un animal al que cazar estaba muy equivocado, y aunque no tenía ninguna intención de dañar a la criatura, hacía falta enseñarle a mantener las distancias. Al menos, un poco de educación no le vendría mal después de todo. Sin hacer movimiento alguno, esperó a que fuese ella la que se lanzase, no tenía motivos para adelantarse ella misma, y siempre había dejado que los demás actuasen primero. Solo por darles un poco de ventaja. Sí, en cierto modo no era algo demasiado inteligente, pero le gustaba mantener el control sobre sus acciones y demostrar su superioridad en combate -incluso aunque muchas veces no fuese así-.

En cuanto vio que saltaba, sonrió ampliamente, extendiendo los brazos. Aquel irascible animal chocó contra ella, más no sintió daño alguno. Sus brazos y piernas se hundieron por un momento en su piel, y dejó entrever el líquido en el que su abdomen se convertía. Por completo, la zona afectada se volvió mercurio, un metal denso, que fácilmente repelió el ataque de la criatura y le dejó, de quedarse suspendida mucho rato, flotando sobre esa parte de su cuerpo. Sin embargo, no es que Nijiro fuese la persona más fuerte del mundo -incluso aunque su cuerpo estuviese modificado biológicamente-, y no tardaron en caer al suelo, con aquella bestia justo encima. Su sonrisa cambió, denotando cierta ironía en ella, y, aunque no parecía cambiar la mueca, internamente sentía ganas de reír, solo por la situación en la que estaban. El mercurio en el que su cuerpo se licuaba volvió a solidificarse, mostrando nuevamente su piel blanquecina y su ropa, tal y como estaba anteriormente.

- Vaya, normalmente suelo estar yo encima-. Comentó, y aunque tenía un deje humorístico, su voz sonó tan plana que resultó incluso fría. Viendo que lo más probable era que no pudiese levantarse, compuso una mueca tranquila -o un intento de mueca tranquilizadora, puesto que no sabía exactamente cómo serlo-, y esperó pacientemente, sin hacer ningún tipo de gesto amenazante que pudiese llegar a asustarla más. Teniéndola justo encima, además, aprovechó para comprobar el tipo de criatura que era, sus facciones, todo cuanto fuese reconocible. Tal vez no fuese demasiado relevante, pero científicamente hablando resultaba curioso.- ¿Sabes que pesas bastante? -. Preguntó, ladeando un poco la cabeza, aún esperando con cierta paciencia. Solo esperaba no tener que bajarla a la fuerza de encima.